Índice de Lecciones de historia patria de Guillermo PrietoTERCERA PARTE - Lección ITERCERA PARTE - Lección IIIBiblioteca Virtual Antorcha

LECCIONES DE HISTORIA PATRIA

Guillermo Prieto

TERCERA PARTE

Lección II

Muerte de Aguilar. Los enemigos de Cortés, su destierro. Parte Cortés a España. Primera Audiencia. Calumnias contra Cortés. Persecución a Cortés. Llegan al puerto los comisionados. Alvarado en España. Regalos de Cortés al Rey. Llegada de la primera Audiencia. Pueblos concedidos a Cortés. Crueldades contra los indios. Matienzo y Delgadillo. Segunda Audiencia. El señor Fuenleal.


Marcos Aguilar, que había venido en compañía de Ponce de León con una comisión del Santo Oficio, quedó encargado del mando; pero falleció a los dos meses, dejando vacante el gobierno.

El Ayuntamiento quiso que Cortés entrase al ejercicio del poder; pero éste rehusó, limitándose a entender en lo militar y en lo relativo a los indios, a quienes nunca abandonó.

Estrada, a quien ya conocemos, entró al gobierno, acompañado por pocos días de Gonzalo Sandoval; puso en libertad a Salazar y a Chirinos, y fortificó el partido enemigo de Cortés.

Coincidían las disposiciones de la corte, mal informada con los agravios hechos al conquistador; le privó de todo mando y le desterró de la ciudad, aunque fray Julián Garcés, llegado por entonces a México, influyó para que inmediatamente volviese.

Confirmó la corte la libertad de Salazar y de Chirinos, prohibió que se marcase a los indios, declaró que eran libres, nombró a la primera Audiencia, y mandó llamar a Cortés a la corte, bajo el pretexto de que fuese a informar sobre el negocio de indios.

Cortés obedeció al llamamiento del monarca, partiendo para la corte con algunos de sus capitanes, varios nobles mexicanos sus amigos, y un cuantioso repuesto de alhajas y riquezas.

Entre los que se distinguieron como enemigos de Cortés, menciona la historia a Nuño de Guzmán, conquistador avaro, cruel y lleno de vicios, quien ejerciendo el mando de la provincia del Pánuco, abusó de sus facultades, y fue reprimido por Estrada.

Al principio fue recibido Cortés en la corte con marcada frialdad; pero luego que le oyó Carlos V, se calmaron sus enojos, y le nombró marqués del Valle de Oaxaca, mandó desterrar a Estrada de México, y de acuerdo con Cortés, dictó disposiciones en favor de los indios.

Primera Audiencia

Como hemos visto, los enemigos de Cortés ganaban mucho terreno en el ánimo del Rey, al que habían logrado disponer fatalmente en su contra.

Éste al fin decidió encomendar el gobierno a un cuerpo de magistrados que extendiesen su jurisdicción en todo lo conocido entonces con el nombre de Nueva España. Los nombres de esos magistrados eran: Matienzo, Parada, Delgadillo y Maldonado: ese cuerpo se llamó Audiencia, a los magistrados, oidores, y se hizo el desacertado nombramiento de presidente de la Audiencia en el malvado Nuño de Guzmán que ya conocemos.

Antes de pasar adelante, preciso es mencionar algunos sucesos que ocurrieron entre la desgracia de Cortés y venida de Ponce de León y su presencia en la corte, no porque sea esencial para la historia, sino porque da idea de las vicisitudes de la vida de Cortés, de las agitaciones que padeció México, y algún tanto de las primeras impresiones que recibieron en España de la Conquista.

Por aquellos días, los de las desgracias de Cortés, escribieron sus enemigos a Carlos V que habían salido de Veracruz ocultamente bajeles cargados de riquezas para el padre de Cortés, con instrucciones de que tocasen en Portugal, y el intento de defraudar al Rey de sus derechos. Esto, comentado con maliciosas consejas, incendió las murmuraciones en la corte, atizó la envidia, y predispuso el ánimo del monarca a tal punto, que decidió que no se publicasen más las hazañas de Cortés, que se suspendiesen las comunicaciones con México, y se mandase a un conde de Seruela, que tenía reputación de feroz, para que se encargase del castigo de Cortés, y le mandase cortar la cabeza si así lo creyese conveniente.

Pero en mucho se atenuaron las delaciones contra Cortés cuando las comisiones de que había hablado llegaron al puerto, mostraron sus riquezas, y se dispusieron, sin resistencia alguna, a pagar los derechos.

Con esta justificación de inocencia coincidió la llegada de Pedro de Alvarado a España. Mandólo llamar el Rey, hizo que apresurase sus jornadas, le requirió para que informase, y este leal capitán, diciendo la verdad, calmó el ánimo del monarca.

A Cortés se le señalaba como reo de la muerte de Ponce de León y de Aguilar. Se comprobó satisfactoriamente que el primero había muerto de fiebre, y el otro de dolor de costado.

En aquellos días se fijaron linderos a los ayuntamientos, concediéndoles escudos de armas; pero lo más notable fue el nombramiento de primer obispo de México, que fue fray Juan de Zumárraga (1), fraile franciscano a quien se ordenó viniese con sacerdotes de su orden y de Santo Domingo, quienes partieron cargados de consideraciones y de limosnas.

Mandóse, por último, llamar a Cortés, quien como hemos visto, obedeció gustoso.

Cortés se embarcó conduciendo cuantiosas riquezas y alhajas, que además de su valor, mostraban la rara habilidad de los mexicanos. Entre esas alhajas se menciona aquella campanilla formada de una esmeralda, fungiendo de badajo una gran perla con este mote que le pusieron los españoles ¡bendito sea el que la crió!

Llevó Cortés consigo, además, animales raros de estas regiones, aves de vistosísimas plumas, plantas exquisitas y hasta jugadores de pelota y volatines, para presentarse de un modo sorprendente a la corte.

El 6 de diciembre de 1528 llegó la primera Audiencia a Veracruz, y sin esperar a su presidente se dirigió a México donde a los pocos días murieron Maldonado y Parada, quedando dueños del campo Matienzo y Delgadillo.

Entre las órdenes que traía la Audiencia, y que marcan el extraviado espíritu del gobierno español, mencionaremos: que cobraran más altos derechos de justicia que los que se cobraban en España; que impidieran la cría de mulas y cuidasen que los mexicanos no supiesen manejar los caballos; que siguiesen las prohibiciones sobre el vestir; que se pusiese el almojarifazgo o derecho marítimo al 72 por ciento.

Uno de los preferentes cuidados de los oidores fue impedir la vuelta de Cortés; para esto enviaron comisionados a España, reagravando las calumnias contra el conquistador; pero estos informes eran contrapesados con los del obispo Zumárraga, todos favorables a Cortés y a los indios, al punto de opinar que era preferible que ni uno solo se convirtiese a la religión antes que someterlo por medio de la esclavitud, lo cual dice mucho en favor del santo obispo.

Entretanto, en la corte se llenaba a Cortés de consideraciones, concediéndole los pueblos siguientes, con jurisdicción civil y criminal, pechos o contribuciones: Cuauhnáhuac, Huazayácac, Tecoantepec, Coyoacán, Mexicaltzinco, Atlacupaya (hoy Tacubaya), Tolocan, Huaxtepec, Zitlaltépec, Eztlan, Xalapa, Tenquilciacoan, Cuyoan, Calimaya, Antépec, Tepustlan, Cuitlapan, Acapixt1an, Quetlaxca, Tuxtla, Tepeacan, Atloixt1an e Ixcalpan.

Los conquistadores y los enemigos de Cortés, al advenimiento de la primera Audiencia, cometían con los indios todo género de iniquidades. Los encomenderos los tenían en la más espantosa esclavitud; cargábanlos, y marcábanlos con hierro ardiendo, como a las bestias; disponían como esclavas de las indias; castigábanlos con azotes y tormentos, a la menor falta, sin tener los indígenas más defensores que los frailes, que ardiendo en sentimientos de caridad y desafiando a estos verdugos, daban asilo a las víctimas, les protegían y escnbían constantemente a la corte contra tanta iniquidad.

Los oidores Matienzo y Delgadillo, lo mismo que Guzmán, se aliaron con los tiranos de los indios, y mostraron un odio implacable a los frailes, al extremo que habiendo dispuesto éstos una procesión para sacar unos reos de la cárcel, Delgadillo arremetió contra la procesión y la dispersó a lanzadas. El obispo excomulgó a los oidores; éstos violaban los templos para sacar de ellos a los que allí se refugiaban de las iras de la Audiencia. Guzmán llegó al colmo de sus maldades, mandando quemar vivo al Rey de Michoacán, en una expedición que hizo en compañía de Chirinos contra los chichimecas.

Sabedora la corte de tamaños desórdenes, envió en 1531 una segunda Audiencia, en la que figuraba el señor Ramírez de Fuenleal, obispo de Santo Domingo, y los señores Vasco de Quiroga y Salmerón.

Segunda Audiencia

En los primeros días de esta segunda Audiencia (1531), se juró solemnemente en México a la Reina doña Juana, a su hijo don Carlos y a su nieto don Felipe; se hicieron las primeras ordenanzas de minas, se visitaron los obispados de México y Tlaxcala, y se conquistó a Querétaro.

La segunda Audiencia es digna de los más gratos recuerdos de la historia, sobre todo su presidente, el venerable obispo fray Ramírez de Fuenleal.

Él, con una energía y una probidad inflexibles, dulcificó la suerte de los indios y contuvo los desmanes de los encomenderos, crió y fomentó las artes y varias industrias, como la de tejidos de paños y mantas, que si no se hubiesen perseguido después habrían cambiado la faz de la Nueva España; cooperó para diversas fundaciones, instituyó el Colegio de Tlatelolco y comisionó al oidor Salmerón y al padre fray Toribio de Benavente, conocido con el nombre de Motolinía, para la fundación de Puebla de los Ángeles.

Castigóse como pecado público en este tiempo, que los españoles maltratasen a los indios.

Los indios pagaban entonces a los encomenderos dos reales anuales como tributo, y dos reales al Rey. El señor Fuenleal hizo que no se empleasen violencias para estos cobros, atrayéndose el odio de los encomenderos, quienes le causaron mil disgustos, y decidieron a la corte a nombrar un Virrey, nombrando al señor Fuenleal, a quien el pueblo amaba como a su padre, obispo de Cuenca y presidente de la cancillería de Granada, fundador del Colegio de Tlatelolco.

Para que sirva como de recuerdo, me aventuro a poner en seguida unas sentencias o dichos del vulgo, que me encontré en un manuscrito antiquísimo, y dan idea del juicio que hacía de algunos de los diversos personajes que figuran en la primera y la segunda Audiencia.

Nadie malvado y rufián
como Nuño de Guzmán.

De Matienzo y Delgadillo
el segundo era el más pillo.

Fue fray Martín de Valencia
joya de virtud y ciencia.

La caridad fue la guía
del fraile Motolinía.

Los primeros franciscanos
fueron del indio consuelo,
y se ganaron el cielo
por buenos y por cristianos.

Al feroz encomendero
no le puso el diablo pero.

Noble, cristiano, cabal,
padre del indio oprimido,
honrado, justo y querido
fue el obispo Fuenleal.

Formó nuestra capital;
hizo adorar su memoria,
y lo recuerda la historia
como ilustre bienhechor,
con ternura y con amor,
que es la verdadera gloria.



Notas

(1) Fray Juan de Zumárraga fue natural de la población de ese nombre en Guipúzcoa, y nació poco antes de 1468; los que deseen saber pormenores, pueden consultar la obra del señor don Joaquín García Icazbalceta, impresa en México por don Francisco Díaz de León, y de venta en la antigua librería de Andrade y Morales, 1881.

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