Índice de Lecciones de historia patria de Guillermo Prieto | CUARTA PARTE - Lección XII | CUARTA PARTE - Lección XIV | Biblioteca Virtual Antorcha |
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LECCIONES DE HISTORIA PATRIA
Guillermo Prieto
CUARTA PARTE
Lección XIII
El Congreso constituyente. Su programa y trabajos. La Constitución de 1857. Discusiones. Conducta de Comonfort. Proclamación de la Constitución. Pronunciamiento de Zuloaga. Golpe de Estado.
El Congreso constituyente había abierto sus discusiones, produciendo cada una de ellas escándalo y alarma.
Los liberales, anatematizados por la Iglesia, repelidos y odiados del ejército, denunciados como ladrones no sólo por los clérigos sino por toda la gente decente (1), se decidieron a hacer triunfar sus ideas, rompiendo con los lazos de familia y con la sociedad en general.
El Congreso constituyente había abierto sus sesiones en principio de 56, y cada discusión era una erupción volcánica que estremecía hasta las entrañas de la sociedad. Y más que por las restricciones políticas y los correctivos contra la arbitrariedad, se concitaba odios la Constitución porque hería de muerte abusos inveterados existentes hacía tres siglos, que constituían parte de la riqueza y el modo de vivir de la gente rica e influyente.
La prohibición del trabajo forzado, de la leva, de los monopolios, de las alcabalas, de los votos monásticos, de la adquisición de bienes a las comunidades religiosas, etcétera, no eran teorías, como se ha dicho, ¡sino soluciones positivas de problemas sociales resueltos en favor del pueblo y sus intereses, con abnegación y valor sublimes!
Comonfort, como hemos dicho, era el centro del descontento en el seno de la familia, de la que era amantísimo; veía los sufrimientos de su anciana madre, a quien mucho veneraba, y todo concurría a desmoralizarlo, alejándole del partido liberal y precipitándole a un escándalo (2).
Los pronunciamientos se sucedían: don Tomás Mejía se levantó en la sierra y penetró en Querétaro; en Cuernavaca gritó Vicario Religión y fueros; Munguía, obispo de Michoacán, fue desterrado, y Osollo penetró por Tampico y vino al centro de la República a impulsar la revolución.
Íntimos amigos de Comonfort y que tenían sobre él gran influjo, le separaban del Congreso y le persuadían de que era forzoso entorpecer a toda costa la publicación de la Constitución.
En el mes de octubre, los generales Orihuela y Miramón se pronunciaron en Puebla, que fue tomada por el general Moreno después de sangrienta y porfiada resistencia. En diciembre se verificaron en el sur los escandalosos asesinatos de San Vicente.
Calvo y Osollo sublevaban San Luis y la sierra, y el gobierno acudía a combatirlos, venciéndolos, no obstante los conflictos que se le suscitaban en la capital y dentro de su mismo gabinete.
Los constituyentes redoblaban su esfuerzo heroico, y el 5 de febrero se proclamó la Constitución, en la noche, y combatiendo hasta el último instante los partidos.
El señor don Valentín Gómez Farías presidió aquel acto solemne y la Constitución fue promulgada el 12 (3).
La Constitución de 57 proclamó como derecho del hombre la libertad, el ejercicio de la enseñanza y el de las profesiones e industrias, la libertad de imprenta y libertad de la palabra, el derecho de petición, de asociación, de portación de armas, supresión de pasaportes, de títulos de nobleza, y de prerrogativas y fueros de las corporaciones; prohibió las leyes privativas y retroactivas, los tribunales especiales, la prisión por deudas, la pena de muerte por los delitos políticos, las de mutilación e infamia, el tormento, los azotes, los palos, la confiscación de bienes, las prohibiciones a título de protección a la industria, y la capacidad legal de las corporaciones para adquirir bienes raíces; consagro la inviolabilidad del domicilio, la de la correspOndencia, y el derecho de defensa para los acusados.
Declaró que la soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo, y adoptó la forma de gobierno republicano, democrático federal.
Dividió el ejercicio del supremo poder de la Federación en Legislativo, Ejecutivo y Judicial. El Legislativo dividido hoy en dos cámaras, una como autonómica representación de los Estados o entidades federales, y la otra como representante del pueblo. El Ejecutivo, ejercido por un presidente nombrado popularmente cada cuatro años, y el Judicial desempeñado por la Suprema Corte de Justicia y los tribunales de Circuito y Distrito.
Proclamó que los Estados serían libres y soberanos en su régimen interior, y estableció la responsabilidad de los funcionarios públicos y los requisitos para reformar o adicionar la Constitución.
Como se ve, no hay un solo precepto de los enumerados, porque no son todos, que no hiera un antiguo abuso, que no rompa con una tradición funesta, y que no tenga aplicación práctica. El de la enseñanza, la libertad del trabajo y la abolición del título; el de la prensa, como correctivo de la tiranía y afiance de todas las libertades; la extinción de la leva, la de la prisión por deudas, la faena y los trabajos forzados, eran emancipaciones que mataban especulaciones vedadas; iniquidades de los dominadores de los siervos, Y estas explotaciones, como que eran pingües, tenían y tienen partidarios que, independientemente de la cuestión religiosa, hacen detestables para muchos ese código de redención y progreso del país. El partido liberal tuvo al fin un símbolo, y acogió con júbilo y entusiasmo la Constitución; los serviles, hasta hoy conspiran contra ella, y cuando menos falsean sus principios.
El clero y las otras clases privilegiadas agotaron sus medios de hostilidad: el primero, excomulgando, negando la absolución, rompiendo los vínculos conyugales, a la vez que estaba la fuerza casi en son de guerra contra los que abrazaron la Constitución, y la prensa amenazando al gobierno.
La conducta equívoca del señor Comonfort, fomentaba este malestar; sus amigos íntimos y su gabinete conspiraban contra la Constitución; al fin, el señor Félix Zuloaga, de acuerdo con don Manuel Payno, proclamó el desconocimiento de la Constitución de 1857, la permanencia de Comonfort que había resultado en las elecciones nombrando presidente, y la convocación de un nuevo Congreso que diese una Constitución más en armonía con los intereses del país (4).
Notas
(1) Llegó a tanto la desvergüenza de la insurrección, que un empleado del Ministerio de Relaciones protegido del señor Zarco, abrió un registro para que todo el que quisiese escribiera en un libro, que estuvo a la disposición del público muchos días, lo que supiese contra los ministros sin perdonar ni la vida privada e íntima; y es la página más honrosa de la vida de éstos, que nada se dijese (sino desvergüenzas) que pudiera deshonrarlos.
(2) La respetable madre del señor Comonfort, a quien aconsejaba el obispo Munguía, no volvió a dirigirle la palabra desde que se publicó la Constitución hasta las vísperas del golpe de Estado, que se dijo una misa en el obispado de Tacubaya para que iluminara a Comonfort. Resultado: su golpe de Estado.
(3) El señor Farías se presentó en la Cámara casi moribundo, y llevado en peso por sus dos hijos, Benito y Fermín. La Cámara se puso en pie, y animado y erguido el patriarca de la libertad prestó el juramento en medio del frenesí del entusiasmo.
(4) La preparación del golpe de Estado, las intrigas para eliminar determinadas entidades y aprovechar otras, las encontradas aspiraciones de los partidos, no son para indicarlas en un compendio; baste decir que, en último resultado, la situación quedó en la capital en manos de Miramón y Osollo, haciendo fatal papel e! señor Comonfort. El señor general Alcérreca era gobernador del Distrito, y su secretario don Manuel Romero Rubio hizo centro de un partido de acción para frustrar los planes de Comonfort; dispuso fuerza, redactó un manifiesto a nombre de los que se oponían al atentado, y al acudir al señor Juárez la víspera del golpe de Estado, éste no accedió. Romero Rubio esperó en la calle de Santo Domingo donde vivía Juárez, su regreso de Palacio, volvió y dijo que él confiaba en las protestas y lágrimas de Comonfort. Entonces todas las combinaciones de Romero Rubio quedaron frustradas, renunciando la secretaría de un modo resuelto y significativo. El que esto escribe también expuso al señor Comonfort que no se contase con él, renunció y sacó sus muebles, en medio del escándalo, de la casa de correos. En los primeros momentos del pronunciamiento de Zuloaga, que preparó Payno con suma habilidad, la capital era la viva representación de la anarquía. En Santo Domingo imperaban los conservadores con el general Parra a la cabeza. En Palacio el motín. La Ciudadela no obedecía a nadie, mandando el punto el general Gayosso. En San Agustín el coronel Gual se declaró neutral. En la Santísima se defendía la Constitución y la liga de los Estados, en relación con Doblado, a quien representaba Prieto, y apoyándose en el templo de San Pedro y San Pablo, donde combatían como particulares, el señor Zaragoza y don Miguel Blanco, enviados por Prieto, el general Chavarría al lado de don Matías Romero, don Leandro Cuevas, Fernando Sort y otros. La conducta de Comonfort era de una fluctuación constante hasta los momentos de abandonar, el 11 de enero, la capital.
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