Índice de Lecciones de historia patria de Guillermo PrietoCUARTA PARTE - Lección XIVCUARTA PARTE - Lección XVIBiblioteca Virtual Antorcha

LECCIONES DE HISTORIA PATRIA

Guillermo Prieto

CUARTA PARTE

Lección XV

Leyes de Reforma. Tratados de Mon-Almonte y MacLane-Ocampo. Derrota de Degollado en la estancia de las Vacas. Robo de la conducta de Guanajuato. Nueva expedición a Veracruz. Sitio y bombardeo. Escuadrilla de Marin. Auxilios de Santacilia y Goicuría. Desairado regreso a México de Miramón. Marcha retrógrada de Woll. Ogazón en Zapotlán. Fuga de Zuloaga. Batalla de Silao. Presidencia en México de don Ignacio Pavón. Marcha González Ortega a Guadalajara. Únesele el general Doblado. Don Guillermo Prieto comisionado. Capitulación de Guadalajara. Varias acciones. Robo de Capuchinas. Degollado y Berriozábal en Toluca. Batalla de Calpulalpan.


Varias leyes de las que se llamaron después de Reforma, se dieron y observaban en el Estado de Zacatecas. Romero Rubio, Miguel Lerdo y otros liberales instaban al gobierno (1) porque las expidiese en Veracruz, y al fin el 12 de julio se publicó en aquella ciudad la ley de nacionalización de bienes eclesiásticos y el 26 la del matrimonio civil. Se suprimieron varias comunidades religiosas; se proclamó la tolerancia de cultos, así como la secularización de los cementerios. Éstas fueron las leyes de Reforma, base de la gran revolución económica y social tan necesaria al progreso radical de nuestra sociedad.

El año de 1859 se firmaron los tratados con el extranjero, que felizmente quedaron sin efecto y cuya responsabilidad recae sobre los dos partidos beligerantes.

El llamado Mon-Almonte celebrado con España, y el de MacLane-Ocampo.

El tratado Mon-Almonte se refiere al celebrado con España en septiembre de 59, en que asumía México la responsabilidad de los asesinatos de San Vicente ejecutados por unos bandidos, así los otros en Durango, comprometiéndose a pagar indemnización por daños y perjuicios.

El Tratado MacLane-Ocampo estipulaba la concesión a las fuerzas americanas y ciudadanos de la misma nación para transitar por el Istmo de Tehuantepec adoptando cualquier camino.

Había concesiones de varias formas para establecer puertos de de depósito, franquicia sobre derechos aduanales, etcétera.

Este tratado, como expone el señor Vigil, es de todo punto imprudente y peligroso, pero dista mucho de la traición, como quiso hacerlo aparecer el partido conservador.

La guerra siguió por todas partes; Miramón derrotó a Degollado en la estancia de las Vacas.

Partió victorioso el jefe reaccionario a Guadalajara, aprehendiendo a Márquez por faltas de subordinación y por haber tomado seiscientos mil pesos de una conducta que, procedente de México y Guanajuato, debió haberse embarcado por San Blas.

En lugar de Márquez, dejó Miramón al mando de las fuerzas de Guadalajara al general don Adrián Woll, y volvió a México.

En la capital organizó una nueva expedición a Veracruz, para donde salió el 6 de febrero, después de autorizar y expensar a don Tomás Marín para que formase una escuadrilla para combatir por mar a Veracruz, combinando sus fuerzas.

Miramón llegó frente a los muros de Veracruz a mediados de febrero; pero desde el 6 había sido capturada la escuadrilla de Marín, cooperando al éxito con noble deferencia don Pedro Santacilia y don Domingo Goicuría, quienes pusieron a las órdenes del gobierno el Indianola, que se armó en guerra. El general La Llave dio el asalto, haciendo prodigios de valor, y quedando herido (2).

Intima rendición Miramón a la plaza; se desprecian sus amenazas, y un bombardeo horrible cae sobre aquella ciudad que resiste valientemente. A los cinco días de aquella gala de barbarie, levantó Miramón el sitio el 21 de marzo y regresó a la capital.

Entretanto, Draga acomete a Woll en Guadalajara; es rechazado, y se refugia en el sur de aquel Estado.

Corre Miramón a auxiliar a Woll, llevándose prisionero a Zuloaga, quien había dado un decreto quitándole el poder.

Halla fuertes a Ogazón y a Zaragoza en Zapotlán, y retrocede.

Zuloaga se fuga en Celaya; pero el ministerio de México declara que es presidente Miramón.

Este valiente jefe presenta batalla a González Ortega y Zaragoza en Silao, y sufre una derrota completa.

Queda en el mando el señor magistrado don Ignacio Pavón presidente de la Corte de Justicia. Reúnese la junta de notables de costumbre, y nombra a Miramón.

González Ortega marcha a Guadalajara y le pone sitio; los combates fueron diarios y encarnizados durante muchos días. Llegó Doblado, y regularizó y activó las operaciones. Fue cOmisionado don Guillermo Prieto como parlamentario y ajustó los preliminares de la capitulación con don Severo Castillo, quíen observó conducta decorosísima y desinteresada, los mismo que los generales Woll, José Velázquez de la Cadena, coronel Fernández Castillo y otros jefes.

A Márquez, que acudió al asalto de Guadalajara, lo derrotó parte del ejército constitucionalista en Zapotlanejo.

Oaxaca, Toluca, Querétaro, Zacatecas y otras ciudades importantes volvieron al orden, sosteniéndose acciones parciales, desencadenándose por todo el país los horrores de la guerra, que traía la desolación en todos sentidos.

Los recursos escasearon para Miramón, quien celebró en 14 de octubre un contrato por el cual recibió 700 000 pesos y reconoció 15 millones pagaderos con la quinta parte de los impuestos federales; y no bastándole aquella suma, el 16 de noviembre se echó sobre 600 000 pesos pertenecientes a dividendos mexicanos que existían en la legación inglesa, situada en la calle de Capuchinas, acto que se denunció con el nombre de robo de Capuchinas.

Tan incansable como arrojado el jefe reaccionario, después de los sucesos narrados se dirigió a Toluca donde sorprendió a don Santos Degollado y al general Berriozábal (3), quienes observaron conducta dignísima. Miramón, sin darse tregua, marchó con ocho mil soldados y treinta cañones contra González Ortega que avanzaba sobre la capital al frente de once mil hombres y catorce piezas de artillería.

Trabóse la batalla en San Miguel Calpulalpan. El general José Justo Álvarez formó el plan de campaña, que siguió fielmente González Ortega, y después de dos horas de reñido combate, fue derrotado de todo punto el presidente conservador.

Miramón volvió a la capital y entregó la situación al Ayuntamiento, quedando encargado de guardar el orden el general Berriozábal, a quien sacaron con ese objeto de su prisión.

El 25 de diciembre entró el general Ortega a la capital en medio del mayor entusiasmo; y a pesar de los artificios de la corte de aduladores y de las mil seducciones que se emplearon para que se alzara con el poder, conservó incólume el depósito que tenía confiado, permaneciendo leal y sumiso al gobierno constitucional.

González ortega en México llenó de honores y distinciones a Degollado.



Notas

(1) El gobierno resistía la publicación a que se alude, porque decía que no era oportuna; pero Romero Rubio se apoderó de Emparán, ministro entonces de Juárez, y después de muchos debates, se dieron las leyes mencionadas.

(2) Las omisiones y equivocaciones contenidas en ésta son:

Que de las fuerzas dispersas en la estancia de las Vacas, las de Tamaulipas tomaron el rumbo de Matehuala y el Cedral, ingresando a ellas, por intermediación del licenciado Romero Rubio, el general Draga, a quien se nombró, si no recordamos mal, cuartelmaestre, y prestó grandes servicios por su valor y talentos militares.

En lo relativo a la defensa de Veracruz, Indianola, etcétera, ya dijimos la importancia de los servicios del señor general Partearroyo.

(3) En esta página se debe rectificar que si bien la extracción de los caudales fue de la legación inglesa, los dineros consistían en dividendos que pagaba el gobierno a los tenedores de bonos de la deuda mexicana contraída en Londres.

Más que una sorpresa, a una estratagema de Miramón se debió la prisión de Degollado y Berriozábal, quienes primero personalmente trataron de defenderse, y después, al frente del patibulo, rechazaron toda propuesta indigna.

A Berriozábal lo sacaron de la prisión para que fuese después de la batalla de Calpulalpan, en calidad de garantía de los ministros extranjeros Pacheco y Saligny, que quisieron ser intermediarios de una capitulación de González Ortega con la reacción.

González Ortega tuvo un momento de debilidad, y se habían redactado dos artículos de letra de Pacheco; pero llegó a la conferencia el señor Justo Álvarez, expuso que no tenía facultades González Ortega para aquellos convenios, y apoyado por las fuerzas, desconoció a los ministros. González Ortega cedió a lo dicho por Álvarez, y volvieron los comisionados a México.

Entre esas fuerzas figuraban entonces los generales don Pedro Ampudia y Salinas, y como teniente coronel o coronel don Porfirio Díaz, muy influyente con sus compañeros, sin embargo de su empleo subalterno.

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