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CIRCULAR A LOS LIBERALES
Estimado amigo y correligionario: Desde una tierra extranjera a la que hemos venido a buscar la libertad precisa para nuestros trabajos por la noble causa liberal, nos dirigimos a Ud. ya que tenemos el honor de contarlo entre los buenos compatriotas y leales correligionarios que siempre nos han prestado su ayuda y nos han alentado con su aplauso en la lucha que sostenemos contra la dictadura que humilla a nuestra patria y envilece al pueblo mexicano.
Dados los antecedentes de esta campaña desigual, comprenderá Ud., como lo hemos comprendido nosotros, que toda labor política en México se hace imposible en las actuales circunstancias en que el Gobierno se ha desenmascarado por completo y en que con todo cinismo se nos impide ejercitar cualquier derecho, se nos atropella hasta sin pretexto, y por último se prohibe terminantemente la publicación de nuestros periódicos en vista de que ni las persecuciones ni las cárceles lograron agotar nuestras energías para amar y defender los buenos principios.
Hace más de tres años que se nos persigue, pero sin resultado. Los brutales asaltos de los clubs liberales de San Luis Potosí y de Lampazos, el encarcelamiento ilegal de miembros de clubs en San Nicolás Tolentino y en Valles, en Pichucalco y en Pachuca y en muchas partes más, sólo sirvieron para aumentar nuestros bríos; los inicuos procesos contra periódicos independientes como Regeneración, Renacimiento, ¡Excélsior!, El Hijo del Ahuizote, Vesper, El Demófilo y tantos otros en que tuvimos parte, no nos desconcertaron, y tampoco nos hicieron vacilar las vejaciones personales, las incomunicaciones de un mes o más en las llamadas cartucheras de la Prisión Militar o en las infectas y húmedas bartolinas de Belén. Soportamos impasiblés el saqueo de nuestros bienes y útiles, el robo descarado, proceso por proceso, de nuestras varias imprentas de San Luis Potosí y de México, cuyo valor representa una fuerte suma y con las cuales se ha quedado el Gobierno sin pensar jamás en devolverlas.
Parecidos atropellos hubiéramos seguido sufriendo sin cejar, si se nos hubiera dejado el último y único derecho que nos quedaba: el de publicar nuestros periódicos aunque fuera desde las galeras de la cárcel. Pero hasta esa postrera garantía se nos ha arrebatado ya. Efectuando una violación a la ley como nunca se había visto ni aun en México; llevando el cinismo y el descaro al grado más inaudito, el autócrata Díaz ordenó al juez de la causa contra El Hijo del Ahuizote, ¡Excélsior! y Vesper, que prohibiera la publicación de nuestros periódicos. El juez que como todos los funcionarios de la administración de Díaz no es más que un lacayo, obedeció al pie de la letra la orden del Dictador, y del auto que formuló resultó que si nuestros periódicos se publicaban en México serían recogidos por la autoridad, se les quitarían a los papeleros y demás expendedores de ellos, y se impediría su libre curso en el correo, cosa que no sucederá publicándose nuestros periódicos en Estados Unidos, en virtud de la Unión Postal que compromete al Gobierno a no impedir el libre curso de los paquetes postales.
En tales condiciones, nuestra lucha se hacía del todo imposible en México. ¿Cómo podríamos trabajar si no podemos tener clubes, si no podemos hablar ni escribir, si no quedan ni vestigios de los artículos 6°, 7°, Y 9° constitucionales, si se nos arrebata todo derecho y toda garantía?
No nos quedaban más que dos caminos: o dejar la lucha, o venir a proseguirla a un lugar en que tuviéramos libertad para ello. Nos decidimos por lo último desde hace algunos meses, y emprendimos el viaje según nos obligaron las circunstancias a hacerlo.
Cuando los Sres. Arriaga y Díaz Soto, en representación del Club Ponciano Arriaga, se constituyeron en acusadores de Bernardo Reyes por los asesinatos del 2 de abril en Monterrey, fueron tenazmente perseguidos y amagados hasta que en vista de que se les rechazaban las pruebas y se les negaba toda justicia, decidieron venir a Estados Unidos buscando refugio y libertad para la lucha. Pero los recursos les faltaron para una empresa periodística o cualquier otro trabajo de importancia. (Las siguientes líneas de este párrafo están tachadas en el original, anotación de Chantal López y Omar Cortés).
Los Sres. Flores Magón, Sarabia, De la Hoz y De la Vega, aun sin reunir la cantidad necesaria para continuar la lucha, tuvieron que emprender su viaje porque la Suprema Corte de Justicia les negó el amparo que habían solicitado en el proceso contra El Hijo del Ahuizote, y era seguro que, de quedarse en México, perderían con ese fallo la libertad bajo fianza de que disfrutaban e ingresarían de nuevo a la prisión donde, aislados y sin elementos para la lucha, estarían reducidos a la impotencia más absoluta. Todos veríamos entonces perdidos para siempre nuestros trabajos y sacrificios de tanto tiempo, y el pueblo de nuestra patria vería perdida toda esperanza de regeneración y de libertad, mientras que la Dictadura, soberbia y triunfante, acabaría por destruir toda consideración y toda ley, proseguiría con más audacia su obra de envilecimiento, y convertiría la nacionalidad mexicana en burla y en escarnio de los pueblos civilizados y libres.
En cumplimiento de nuestra labor y en defensa de nuestra causa, hemos hecho cuanto nos ha sido posible. Ahora que los azares de la lucha nos arrojan a suelo extraño; ahora que llegamos al último sacrificio al abandonar la patria para poder luchar por ella toca a nuestros ciudadanos compatriotas, a nuestros correligionarios y amigos, ayudarnos con los recursos de que carecemos y que son precisos para la reanudación de los trabajos, para la fundación de periódicos y para la propaganda de las altas ideas y de los nobles principios que encarnan la emancipación y el adelanto de nuestro pueblo.
A Ud., en quien confiamos y a quien reconocemos como leal y entusiasta partidario de nuestra causa, nos permitimos comisionarlo para que colecte entre los buenos liberales de su conocimiento en esa población o en otras, las cantidades con que deseen y puedan contribuir a la prosecución de nuestros trabajos. Sólo esperamos tener una buena suma para continuar nuestra labor, y esperamos del patriotismo de Ud., y sus amigos que lo sean nuestros, la ayuda que la causa de la libertad requiere.
Hasta hoy habíamos trabajado ateniéndonos a nuestros propios recursos, pero ya que en la lucha los hemos agotado, esperamos que los correligionarios nos presten la ayuda pecuniaria que nuestras empresas políticas reclaman.
El envío de lo que logre Ud. reunir le suplicamos que nos lo haga por express, por giro postal internacional, o en billetes de banco por carta certificada con la siguiente dirección: Srita. Sara Estela Ramírez. Lincoln Street 1802. Laredo, Texas. U.S.A.
La Srita. Ramírez es una digna correligionaria que siempre ha colaborado y colabora actualmente en nuestros trabajos. No queremos que la correspondencia traiga nuestros nombres porque sería detenida en las oficinas de correo de México, como ha pasado ya otras veces.
Suplicándole perdone la molestia que le inferimos y anticipándole las gracias por el servicio que indudablemente prestará a la causa, tenemos el honor de suscribimos como afmos, amigos y correligionarios.
Camilo Arriaga.
R. Flores Magón.
Santiago de la Hoz.
Juan Sarabia.
E. Flores Magón.
P. D. Suplicamos a Ud., que con los fondos que reúna nos envíe también la lista de las personas que contribuyeron y su dirección, pues deseamos conocerlas para reintegrarles, tan luego como podamos, las cantidades con que nos ayuden y que consideramos como préstamos.
Asimismo suplicamos a Ud., que invite a las personas de su confianza a que hagan igual colecta, advirtiéndole que no publicaremos las listas que recibamos, para que el gobierno de México no persiga a las personas que nos favorezcan.
Vale.
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