Índice de El Proletariado Militante (Memorias de un internacionalista) de Anselmo de LorenzoAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

TOMO SEGUNDO

CAPÍTULO CUARTO

EL CONGRESO DE ZARAGOZA.
INCIDENTE CURIOSO
LA RESISTENCIA

Y vuelvo al Congreso de Zaragoza.

Había una cuestión delicada, con esa delicadeza vidriosa del odio que necesita cubrir, dando satisfacción a dos partes distanciadas y opuestas, para que no sufra menoscabo aquello a que ambas dedican atención preferente. En el orden del día se hallaba así expresada:

Disidencias entre el Consejo local de la Federación Madrileña y los redactores del periódico La Emancipación.

Para varios delegados, ese era el asunto primordial del Congreso.

Desgraciadamente en la organización o, mejor dicho, en la forma que los trabajadores dieron al pensamiento dominante en La Internacional, oculto bajo el mecanismo de secciones, federaciones y uniones, y bajo el trabajo y dirección de comisiones y consejos había más apariencia que realidad, y los que tomaban por realidad la apariencia, iban al Congreso cargados de sinceridad a sancionar con votos Y dar legalidad a lo que constituía en primer término la pasión o la preocupación de los más influyentes.

Dos sesiones administrativas de cuatro horas cada una se emplearon en ofenderse y defenderse las partes beligerantes que expresaba el tema, abusando de la paciencia de los neutros; unos Y otros elevaban a la categoría de crímenes, procedimientos y actos que ni siquiera eran faltas, o se apoyaban para censurar, como si fueran fundamentos de justicia indiscutible, en errores inaceptables.

Al fin. se presentó y aprobó una proposición así redactada:

Considerando que el Congreso se ha enterado de un hoja remitida por la FederacIon madrileña a las Federaciones locales de la Región española en la que se da cuenta de las disidencias que han tenido lugar entre el Consejo local de la misma y el Consejo de redacción de La Emancipación, compuesto de individuos del Consejo federal, y que por este motivo no ha podido prescindir de ocuparse de la cuestión;

Considerando que en las circunstancias actuales es preciso aunar los esfuerzos todos, para la consecución de los altos fines que nos proponemos realizar;

Considerando que ahora más que nunca es necesaria la unión de todos los federados de la región española;

Oídas las explicaciones dadas por una y otra parte, el Congreso acuerda:

Que los redactores de La Emancipación retiren todo lo que ha dado ocasión a su expulsión, y que la Federación madrileña retire también todo lo que tenga carácter de ofensivo para dichos redactores y el acuerdo de expulsión.

Acuerda también se excluya de esta la cuestión de doctrinas manifestadas en dicho periódico y tituladas Organización del trabajo, para tratarlas en particular como amigos los delegados.

Los neutros fueron engañados con ese acuerdo, y yo además, fuí víctima del engaño. Sin él yo no hubiera aceptado el nombramiento por tercera vez de individuo de la Comisión federal, y no habiéndolo aceptado, mi vida hubiera seguido otro curso, imposible saber si mejor o peor, pero al fin es lo cierto que no hubiera pasado por las vicisitudes consiguientes a mis cambios de residencia.

La reconciliación fue sólo un aplazamiento de los odios; pero aquel aplazamiento hipócrita realizado por todos los interesados en el asunto, tranquilizaba a los neutros y a mí con ellos, a pesar de ser interesado también. Después, descubierto el engaño, pude exclamar una vez más: tal vez era yo el único internacional alli presente, como dije al terminar la Conferencia de Londres.

Una particularidad interesante de este Congreso fue la celebración de su inauguración pública cuando ya había celebrado diez sesiones privadas sin conocimiento de la autoridad encargada de prohibirle.

Para dar idea de la importancia del suceso, copio de las Actas del Congreso:

DÉCIMA SESIÓN.
Lunes, 8 de Abril.

Constituído el Congreso en sesión administrativa, se abrió la sesión a las nueve de la mañana, siendo presidente Pamias y secretario Iglesias y Solanes.

Se tomaron varios acuerdos en vista de las circunstancias referentes a la sesión pública, y se discutió y aprobó la protesta, levantándose la sesión a las doce.

UNDÉCIMA SESIÓN.
Lunes 8 de Abril.

Desde el día anterior, se llenaron las esquinas con los siguientes carteles:

¡Alto!

Obreros zaragozanos:

El lunes, 8 del actual, a las dos de la tarde, inaugurará en el Teatro Novedades sus sesiones públicas, el Congreso regional de la Asociación Internacional de los Trabajadores. Este es uno de los acontecimientos de mayor trascendencia que han tenido lugar en España para el porvenir de nuestra clase.

Nosotros los desheredados, los explotados, los oprimidos de esta sociedad injusta y cruel, vamos a probar a los que nos oprimen, a los que viven y engordan chupando nuestra sangre, arrebatándonos casi todo el producto de nuestro trabajo y dejándonos morir de hambre y de miseria, a los que nos engañan siempre con promesas y halagos, al mundo entero, en fin, que los obreros españoles, lo mismo que sus hermanos de los demás países, están resueltos a emanciparse de todas las tiranías y de todas las explotaciones, y que esta emancipación debe ser obra de los trabajadores mismos.

Obreros zaragozanos, acudid a oir la voz de vuestros hermanos de la región española.

Obreros zaragozanos, ¡Viva la Asociación Internacional de los Trabajadores!!

A esta invitación respondieron los obreros zaragozanos abandonando sus trabajos y llenando desde muy temprano el paseo de Santa Engracia.

Algo después de la hora convenida, porque el dueño del local había opuesto obstáculos, llegaron los delegados juntos, según se había acordado en la sesión anterior; penetraron en el local, siguiéndoles una inmensa multitud; ocuparon sus puestos, y Morago, presidente, pronunció las siguientes palabras:

Trabajadores zaragozanos: En nombre de los obreros españoles, de los de Europa y América, de los del mundo todo, que componen la Asociación Internacional de los Trabajadores. ¡Salud! (Grandes aplausos).

En cumplimiento de los Estatutos de la Federación regional española de nuestra Asociación y del encargo de nuestros compañeros, que componen las diversas Federaciones locales de la misma, venimos hoy a constituirnos en Congreso para resolver y ponernos de acuerdo sobre las cuestiones conducentes al perfeccionamiento de nuestra organización para conquistar nuestros derechos y hacer práctica la justicia sobre la tierra, manchada desde los primeros días de la existencia de la humanidad con la tiranía y la sumisión, el privilegio y la miseria. (Repetidos aplausos y aclamaciones de entusiasmo).

Los trabajadores que nos han delegado para cumplir tan importante misión, saben que la clase explotadora, que monopoliza la ciencia, y se apodera de los frutos de nuestro trabajo, y detenta los dones espontáneos de la naturaleza, siendo como lo es, además poseedora del poder y de la fuerza, opondrá obstáculos a nuestros trabajos, pero confían en que sus hermanos los trabajadores zaragozanos, custodiarán dignamente la representación obrera, en tanto que ellos continúan en el campo, en la mina, en la fábrica y en el taller, dedicados a cumplir el deber social de la producción. (Sensación y muestras de asentimiento).

La solemnidad del acto que ante vosotros vamos a efectuar, y lo crítico de las circunstancias, os impone el deber de guardar circunspección y paz. Al recordaros este deber os pido que os mantengáis a la altura de dignidad y prudencia en que ha sabido colocarse la clase trabajadora de todos los países: altiva y severa ante las infamias de la burguesía, para demostrar la diferencia que existe entre la conducta que inspira un pensamiento justo y la que se deduce de la raquítica idea del mercantilismo y del lucro individual, y enérgica, decidida y fiera cuando llega el momento de defender el derecho y confundir a sus conculcadores.

Los trabajadores, nuestros mandatarios, confían en nosotros y en vosotros, esperando que todos cumpliremos como dignos de esta confianza, para demostrar a los trabajadores de las otras regiones que podemos con justicia proclamar aquella fórmula de nuestros Estatutos: la emancipación de los trabaJadores ha de ser obra de los trabajadores. Declaro, pues, abierto el 2° Congreso obrero de la Federación regional española de la Asociación Internacional de los Trabajadores. (Grandes aplausos).

En aquel momento se acercaron dos dependientes del gobernador de Zaragoza a suspender la sesión y pidieron los nombres de los compañeros que componían la mesa, y el presidente pidió previamente los suyos, que dijeron ser Tomás Colandrea, jefe de orden público de Zaragoza y delegado de la autoridad superior de la provincia; Braulio Bello, inspector de orden público, auxiliar del anterior. Entonces el presidente dió el suyo y el de los dos secretarios, y se dió lectura a la siguiente

PROTESTA DE LOS DELEGADOS EN EL CONGRESO REGIONAL DE ZARAGOZA

Los firmantes, delegados por las Federaciones locales de la región española de la Asociación Internacional de los Trabajadores, para constituir en Zaragoza el segundo Congreso obrero de la región,

protestan solemnemente en nombre de todos los trabajadores asociados de España, y a la faz del mundo, del brutal y escandaloso atropello de que han sido víctimas.

Dos días después de celebrarse con toda libertad las elecciones para el Congreso burgués, donde han de debatirse las contiendas de nuestros explotadores, esos mismos explotadores, no contentos con el despojo, apelan a la represión y a la violencia, atropellando las mismas leyes que ellos han hecho, disuelven por la fuerza bruta, el Congreso obrero donde debían tratarse las cuestiones relativas al trabajo y a la organización de los trabajadores.

En el primero, es decir, en el Congreso de los diputados, va a organizarse la expoliación y a reglamentarse la injusticia. En el segundo, además de los asuntos interiores de la Asociación, tenían que estudiarse los problemas económico-sociales que agitan y preocupan a todos los hombres de conciencia; tenía que tratarse:

Del modo de verificar la transformación de la propiedad para conformarla con la justicia;

De la resistencia del trabajo explotado, al capital explotador;

De la cooperación de consumo;

De la organización de los trabajadores agrícolas;

De la organización social de los trabajadores todos;

De la enseñanza integral.

Nuestro Congreso tenía por criterio la razón, por objeto la realización de la justicia, por regla la paz y la tranquilidad.

El Congreso burgués tiene por única misión la explotación de la clase trabajadora, que va a disputarse para adjudicársela al más fuerte o al más afortunado como buena presa.

Natural era, pues, que nuestra actitud espantase a los hombres de la burguesía, como espanta al criminal la voz de su conciencia.

Pero ese mismo espánto les ha perdido. Han roto hoy las hostilidades con la clase obrera. Hasta ahora se habían limitado a insultarnos y amenazarnos con sus discursos y en sus circulares; hoy proclaman en alta voz, con un acto ilegal y violento, que los hijos del trabajo no pueden reunirse pacíficamente.

La guerra social, la guerra entre pobres y ricos, la guerra entre señores y esclavos, entre oprimidos y opresores, está declarada, y declarada por el gobierno actual, representante de la burguesía española.

Trabajadores, agrupémonos; organicemos nuestras huestes, templemos nuestras armas y preparémonos para una lucha más o menos próxima.

¡Abajo los privilegios!

¡Abajo la explotación del hombre por el hombre!

¡Abajo la tiranía!

¡Viva la Asociación Internacional de los Trabajadores!

Zaragoza, 8 de abril de 1872.
José Pamias, zapatero.
Bautista Tarragó, albañil.
Juan Seguí, obrero de estampados.
Ignacio Perramón, barbero.
Salvador Palmarola, tejedor mecánico.
Hipólito Pauly, tipógrafo.
G. Albagés, tejedor de velos.
José Soler, tallista.
José Batseli, tejedor a la mano.
Tomás Valls, tejedor mecánico.
Paul Lafargue, médico.
José Prats, curtidor.
Bienvenido Espigulé, albañil.
Pablo Bruguera, tejedor a la mano.
Víctor Pagés, zapatero.
José Bragulat, hilador.
Juan Méndez, trabajador del campo.
Enrique Muñoz, ajustador.
Miguel Pino, cerrajero mecánico.
Carlos Pontons, tonelero.
Antonio Fort, curtidor.
P. Castro, tipógraío.
Paulino Iglesias, tipógrafo.
Inocente Calleja, platero.
José Rodríguez, sombrerero.
José Soler y Claveguera, fundidor.
Generoso García, ebanista.
Juan Trullá, hilador.
Marcial Vela, zapatero.
Tomás González Morago, grabador.
Luis Fuster, tonelero.
Claudio Solanes, maquinista.
T. Soriano, profesor de ciencias.
Leopoldo Escolet, tintorero.
F. Mora, zapatero.
P. Montoro, tejedor de seda.
Francisco Tomás, albañil.
Franco Martínez, tintorero.
Anselmo Lorenzo, tipógrafo.
A. Arbeg, chocolatero.
José Mesa, tipógrafo.

La lectura de esta protesta arrancó unánimes exclamaciones de entusiasmo a la concurrencia.

El Congreso acordó continuar sus pesiones en el local de la Federación zaragozana, y se levantó la sesión.

Zaragoza dió aquel día un espectáculo hermoso.

Pude verlo bien, en compañía de Francisco Tomás, confundidos entre el público, por acuerdo del Congreso, con objeto de evitar un atropello a los que eramos depositarios de la documentación del Consejo federal.

Se cerraron fábricas y talleres, y a primera hora de la tarde todos los trabajadores de Zaragoza, llenaban el paseo de Santa Engracia.

Al aparecer el grupo de los delegados, se produjo un movimiento y un rumor propios de multitud espectante; se les abrió paso y se les saludó con respetuosa sImpatía; se les fortaleció con el aspecto de la más enérgica adhesión, y se evidencio que los trabajadores zaragozanos estaban dispuestos a sacrificarse por la representación de sus compañeros los trabajadores internacionalistas.

Había tal ambiente de grandiosidad y rebeldía, que si, como se esperaba, la autondad hubiera cometido algún soberbio exabrupto, su castigo hubiera sido severo. y si las cosas se hubieran llevado al terreno de la lucha y de la violencia, quizá el tradicional heroismo aragonés hubiese llegado hasta hacer que la bandera roja ondeara triunfante sobre las torres del Pilar.

Lleno absolutamente el Teatro de Novedades; lleno aun el paseo por los que no cabían en el teatro; cuando Morago declaró abierto el Congreso y se presentó Colandrea con su ayudante a suspender el acto, fue un momento solemne.

Los delegados en el escenario, permanecieron sentados y tranquilos.

Los funcionarios gubernativos, con una corrección rayana en timidez, declinaron sus nombres ante la petición del presidente, expuesta con dignísima superioridad.

El público anhelante y silencioso, dispuesto a ser actor en cuanto se iniciase la tragedia, escuchó el diálogo entre presidente y polizonte y luego la lectura de la protesta.

Tomás y yo estábamos cerca de la puerta, y vimos que en el momento que se presentó la autoridad en el escenario, el clamor y el movimiento de la multitud, consecuencia natural del suceso, fue interpretada por un hombre que se hallaba a nuestro lado como un intento de fuga del público. De un salto, aquel hombre, que parecía un coloso rural, en mangas de camisa, remangado y enseñando unos brazos de musculatura hercúlea, dijo describiendo una línea delante de sí con un enonne garrote.- ¡Recontra! ¡Al que pase por aquí, le rompo la cabeza!

Por fortuna no hubo necesidad de probar la seriedad de la amenaza. Todos permanecieron en sus puestos y cuando la sonora y bien timbrada voz de Morago, gritó ¡Viva la Internacional! resonó un atronador ¡Viva! expresión del afecto de aquella multitud, hacia la idea representativa de aquel acto.

Como datos para el estudio de la resistencia, es útil consignar lo que sobre este asunto contiene la Memoria de la Comisión federal, presentada al Congreso de Zaragoza. Dice así:

Las Uniones regionales de oficios similares se van constituyendo a toda prisa.

La Unión de las Tres Secciones de Vapor (jornaleros, hiladores y tejedores mecánicos), célebre en Cataluña por los brillantes triunfos alcanzados en sus luchas contra la tiranía de los capitalistas, fue la primera que se constituyó.

Aparte de las importantes huelgas ganadas en villas pequeñas, pero de mucha consideración por su importancia fabril, las dos que más han llamado la atención y que más han influido en la Unión de las Tres clases, son las de la casa Batlló hermanos, de Barcelona, ganada a principios de verano, después de muchas semanas de paro, y la que triunfó en diciembre último en Villanueva y Celtrú, después de quince semanas de lucha contra todos los fabricantes coaligados. En cada una de aquellas huelgas, eran más de 1.500 los huelguistas, pero defendieron con heróico tesón los derechos del trabajo, ultrajados por los capitalistas, triunfando al fin los obreros, apoyados por toda la Unión y por las demás Secciones de la Federación regional.

La Unión de las Tres Clases de Vapor, en Congreso celebrado en noviembre de 1871, acordó transformarse en Unión Manufacturera, comprendiendo preparadores, hiladores y tejedores mecánicos y a mano, de algodón, seda, lana, terciopelo, lino, cañamo, etc., dibujantes, grabadores, tintoreros, tintadores a la mano, estampadores, cilindradores, aprestadores y ramos anexos.

La Unión de constructores de edificios quedaba ya constituida contando con agrupaciones locales de secciones federadas en Barcelona, Tarragona, Villafranca, Valladolid, Olot, Zaragoza, Palma de Mallorca, San Sebastián, Coruña y Alella.

La caja de resistencia de esta Unión atesoraba desde su constitución, la cantidad de 3.649 pesetas, y había sostenido huelgas con buen éxito, en Tarragona, con fracaso en Barcelona y a la sazón luchaba por los albañiles en Olot.

La Unión de los Tintoreros, había obtenido buenos éxitos en Manresa y en Valencia, e inspiraba esperanzas optimistas; tenía secciones y agrupaciones locales en Barcelona, Reus, Valencia, Manresa, Olot, Igualada y Valls; El número de sus federados era de 547, y había empleado, en sus huelgas unas 6.000. pesetas.

La Unión de los Curtidores, con secciones en Barcelona, Figueras, Olot, Reus, Bañolas, Mataró, Gerona, Valencia, Vich y Valladolid había obtenido triunfos en Cataluña, especialmente en Barcelona, donde luchó cerca de un año, terminando con el triunfo completo de los trabajadores, ocurriendo en esta huelga, según la Comisión Federal, episodios heroicos, dignos de figurar en la historia de las luchas del capital y el trabajo.

Esta Unión sufrió al principio una derrota en la sección de Valencia; pero esto la dió nuevos bríos para emprender la lucha, y en Igualada obtuvo en sólo dos días de huelga, la rebaja de la jornada de trabajo de once horas y media a solo diez y el aumento de 50 céntimos diarios de jornal. Tan brillante victoria dió un gran prestigio a la Unión manifestándose por el ingreso en ella, de todos los obreros de sus oficios, en varias localidades.

La Unión de los constructores de calzado, se hallaba en organización para satisfacer las aspiraciones de obreros residentes en una quincena de localidades, la mayoría catalanas.

También se habían inaugurado los trabajos de constitución de la Unión de la Tintorería y oficios anexos y la Unión de los Trabajadores agrícolas.

Las consideraciones a que se prestan estos datos, se consignan en el capítulo siguiente al juzgar la organización de la Federación regional.

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