A ROSENDO SALAZAR
Píndaro Urióstegui Miranda LA OBRA REVOLUCIONARIA HASTA NUESTROS DÍAS PREGUNTA RESPUESTA Estas leyes, estas reformas, incluyendo la nueva Ley Federal del Trabajo, son absolutamente favorables al desenvolvimiento económico del país y quien dice esto hace referencia al fortalecimiento económico de las clases productoras económicamente. Tenemos una clase obrera actuante, con múltiples conquistas que revelan que su situación ha cambiado diametralmente en favor de sus intereses; tenemos obreros con casas propias, coches, salarios regulares y otras expansiones espectaculares; tienen televisores, lavadoras, licuadoras; en una palabra, disfrutan un bienestar que surge naturalmente de aquel movimiento incipiente, de lucha, de nuestra Casa del Obrero Mundial. Entonces, podemos pensar así: ¿Son los beneficios que disfrutamos ahora, los que llamamos conquistas económico-sociales del proletariado, como el seguro social, los contratos colectivos del trabajo, casi dogmáticos, producto espontáneo del régimen de garantías que vivimos? ¿o todo esto se ha concedido bajo presión de las multitudes obreras, en huelgas, paros y otra clase de representaciones? Repito, ¿es obra espontánea de los dirigentes políticos, de los partidos, etc.? Sostengo que no, porque las reformas sociales no se conceden así como así, sin previa acción de las multitudes obreras organizadas en sindicatos formales de resistencia. Ahora bien, se debe insistir en que haya más organización, mayores orientaciones y una coordinación mejor de los esfuerzos sindicales; eso redundará en beneficio al hombre que existe en cada obrero, porque, si es verdad que la reforma social nos habla de obreros, esto se hace desde el punto de vista de las relaciones obrero-patronales; pero habrá que convenir que en cada trabajador hay un hombre, hay un ser humano, que tiene corazón, tiene pensamiento, tiene sentidos y tiene necesidades físicas y espirituales, no nada más es un obrero. Sobre este particular sostengo que el movimiento obrero debiera hacer esfuerzos supremos en pro del hombre que existe en cada trabajador, el que demanda cultura, escuelas, libros, catedráticos, técnicos, más científicos, más elevación humana, pues no sólo de pan vive el hombre. También son importantes las fuerzas del espíritu, ¿qué hace, qué no hace, con las armas de que dispone el sindicalismo para destruir la pornografía, las inmoralidades predominantes que arrastran al fango, diariamente, a los jóvenes, hombres y mujeres? Acabo de ver una revista de ésas que se miran en todas las esquinas, en donde se utiliza a la mujer sin escrúpulos para que los jóvenes se embeban y disocien de una moral que demanda el derecho público, el derecho del proletariado por ser él vanguardia de la sociedad y del futuro. El movimiento obrero debe abordar asuntos de esta envergadura, sin descuidar lo que corresponde a Juntas de Conciliación y Arbitraje, contratos colectivos de trabajo, salarios, reducción de horas de trabajo, dignidad humana en las fábricas, participación de utilidades, seguro social.
Don Rosendo, y a nuestros días, ¿qué balance podría usted hacer en cuanto a lo que el proceso revolucionario de México, iniciado en 1910, ha logrado o ha conquistado para la clase trabajadora? ¿El balance es positivo o es negativo?
Es muy positivo, sobre todo en lo referente a creación de estructuras económicas, políticas y sociales del país, benéficas a la clase trabajadora.