Índice de Juan Sarabia, apostol y martir de la Revolución Mexicana de Eugenio Martinez NuñezCAPÍTULO IIICAPÍTULO VBiblioteca Virtual Antorcha

Juan Sarabia, apostol y martir
de la
Revolución Mexicana

Eugenio Martinez Nuñez

CAPÍTULO CUARTO

En el destierro


Conmemoran el 5 de febrero.

Después de haber sido tan implacablemente perseguidos en México, los cinco luchadores se refugiaron en Laredo, Texas, en donde a su llegada fueron aclamados por un gran número de mexicanos residentes en la localidad, manifestación pública de simpatía que era un contraste alentador ante los atropellos que habían sufrido en su misma patria.

Desde luego se reunieron con el ingeniero Arriaga y Santiago R. de la Vega, que habían acudido a la estación para recibirlos, y uno de los primeros trabajos que llevaron a cabo en el extranjero, donde creían ver abierto un campo más propicio para sus luchas periodísticas, fue organizar, con el carácter de junta directiva del club Ponciano Arriaga, una ceremonia cívica para conmemorar el cuarenta y siete aniversario de la Constitución de 1857, fomentando así el sentimiento patrio y el descontento que entre los mexicanos desterrados existía para la dictadura de Porfirio Díaz.

Para la celebración de esta ceremonia mucho les ayudaron algunos periodistas liberales exiliados con anterioridad, entre los que se hallaban don Paulino Martínez, Crescencio y Francisco Villarreal Márquez, redactores del periódico 1810 y la inolvidable luchadora Sara Estela Ramírez, directora del valiente semanario La Corregidora, así como las mismas autoridades de Laredo y la Junta Patriótica de la ciudad.

El Ayuntamiento proporcionó sin costo alguno un amplísimo salón de un edificio público, y fue tan entusiasta la acogida que la idea tuvo en la sociedad laredense, que muchos de sus mejores elementos artísticos se prestaron espontáneamente para dar mayor lucimiento al acto, al que asistieron más de diez mil personas.

Durante la velada, don Paulino Martínez y otros oradores pronunciaron candentes discursos glorificando a los Constituyentes y atacando rudamente al general Díaz, y Juan Sarabia y Santiago de la Hoz leyeron, respectIvamente, su Epica y su Sinfonía de combate, poesías de excepcional virilidad escritas especialmente para ser recitadas en esa fecha.

La crónica de este acontecimiento, que tuvo gran resonancia en la frontera y provocó el desasosiego del Dictador al considerar la infatigable actividad de sus enemigos recién desterrados, se encuentra en una edición especial que para dar a conocer en México y el Sur de la Unión Americana las poesías ya mencionadas lanzó el citado periódico 1810, y en la cual se hizo resaltar que en esa noche se habían reunido en noble competencia los dos más grandes poetas de la Revolución, para enseñar a la posteridad cómo se anatematiza a los tiranos y se condena la sumisión y el servilismo de los pueblos (1).


Un llamado a los correligionarios.

Después de haber celebrado tan brillantemente esta ceremonia, primer ataque al despotismo en suelo extraño, los siete luchadores continuaron viviendo en Laredo una temporada, alojándose en la casa de don Paulino Martínez, que les brindó su generosa hospitalidad. Desde luego pensaron reanudar sus labores periodísticas en la misma población, pero imposibilitados como estaban por la extrema pobreza en que los había dejado la Dictadura, al mismo tiempo que se dedicaban a trabajar como empleados de casas comerciales para satisfacer sus exigencias más inmediatas, enviaban, con fecha once del mismo mes, una carta. circular a los más caracterizados correligionarios de la República, solicitando su ayuda para reponer sus elementos y continuar lo antes posible sus luchas revolucionarias.

Dicha circular, que es un importante y desconocido documento cuyo original figura en uno de los archivos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, dice así:

Estimado amigo y correligionario:

Desde una tierra extranjera a la que hemos venido a buscar la libertad precisa para nuestros trabajos por la noble causa liberal, nos dirigimos a Ud. ya que tenemos el honor de contarlo entre los buenos compatriotas y leales correligionarios que siempre nos han prestado su ayuda y nos han alentado con su aplauso en la lucha que sostenemos contra la dictadura que humilla a nuestra patria y envilece al pueblo mexicano.

Dados los antecedentes de esta campaña desigual, comprenderá Ud., como lo hemos comprendido nosotros, que toda labor política en México se hace imposible en las actuales circunstancias en que el Gobierno se ha desenmascarado por completo y en que con todo cinismo se nos impide ejercitar cualquier derecho, se nos atropella hasta sin pretexto, y, por último, se prohíbe terminantemente la publicación de nuestros periódicos en vista de que ni las persecuciones ni las cárceles lograron agotar nuestras energías para amar y defender los buenos principios.

Hace más de tres años que se nos persigue, pero sin resultado.

Los brutales asaltos de los clubes liberales de San Luis Potosí y de Lampazos, el encarcelamiento ilegal de miembros de clubes en San Nicolás Tolentino y en Valles, en Pichucalco y en Pachuca y en muchas partes más, sólo sirvieron para aumentar nuestros bríos; los inicuos procesos contra periódicos independientes como Regeneración, Renacimiento, ¡Excélsior!, El Hijo del Ahuizote, Vésper, El Demófilo y tantos otros en que tuvimos parte, no nos desconcertaron, y tampoco nos hicieron vacilar las vejaciones personales, las incomunicaciones de un mes o más en las llamadas cartucheras de la Prisión Militar o en las infectas y húmedas bartolinas de Belén. Soportamos impasibles el saqueo de nuestros bienes y útiles, el robo descarado proceso por proceso, de nuestras varias imprentas de San Luis Potosí y de México, cuyo valor representa una fuerte suma y con las cuales se ha quedado el Gobierno sin pensar jamás en devolverlas.

Parecidos atropellos hubiéramos seguido sufriendo sin cejar, si se nos hubiera dejado el último y único derecho que nos quedaba: el de publicar nuestros periódicos aunque fuera desde las galeras de la cárcel. Pero hasta esa postrera garantía se nos ha arrebatado ya.

Efectuando una violación a la ley como nunca se había visto ni aun en México; llevando el cinismo y el descaro al grado más inaudito, el autócrata Díaz ordenó al juez de la causa contra El Hijo del Ahuizote, ¡Excélsior! y Vésper, que prohibiera la publicación de nuestros periódicos. El juez que como todos los funcionarios de la administración de Díaz no es más que un lacayo, obedeció al pie de la letra la orden del Dictador, y del auto que formuló resultó que si nuestros periódicos se publicaban en México serían recogidos por la autoridad, se les quitarían a los papeleros y demás expendedores de ellos, y se impediría su libre curso en el correo, cosa que no sucederá publicándose nuestros periódicos en Estados Unídos, en virtud de la Unión Postal que compromete al Gobierno a no impedir el libre curso de los paquetes postales.

En tales condiciones, nuestra lucha se hacía del todo imposible en México. ¿Cómo podríamos trabajar si no podemos tener clubes, si no podemos hablar ni escribir, si no quedan ni vestigios de los artículos 6°, 7° y 9° constitucionales, si se nos arrebata todo derecho y toda garantía?

No nos quedaban más que dos caminos: o dejar la lucha, o venir a proseguirla a un lugar en que tuviéramos libertad para ello. Nos decidimos por lo último desde hace algunos meses, y emprendimos el viaje según nos obligaron las circunstancias a hacerlo.

Cuando los Sres. Arriaga y Díaz Soto, en representación del Club Ponciano Arriaga, se constituyeron en acusadores de Bernardo Reyes por los asesinatos del 2 de abril en Monterrey, fueron tenazmente perseguidos y amagados hasta que en vista de que se les rechazaban las pruebas y se les negaba toda justicia, decidieron venir a Estados Unidos buscando refugio y libertad para la lucha.

Pero los recursos les faltaron para una empresa periodística o cualquier otro trabajo de importancia.

(Las siguientes líneas de este párrafo están tachados en el original).

Los Sres. Flores Magón, Sarabia, De la Hoz y De la Vega, aun sin reunir la cantidad necesaria para continuar la lucha, tuvieron que emprender su viaje porque la Suprema Corte de Justicia les negó el amparo que habían solicitado en el proceso contra El Hijo del Ahuizote, y era seguro que, de quedarse en México, perderían con ese fallo la libertad bajo fianza de que disfrutaban e ingresarían de nuevo a la prisión donde, aislados y sin elementos para la lucha, estarían reducidos a la impotencia más absoluta. Todos veríamos entonces perdidos para siempe nuestros trabajos y sacrificios de tanto tiempo, y el pueblo de nuestra patria vería perdida toda esperanza de regeneración y de libertad, mientras que la Dictadura, soberbia y triunfante, acabaría por destruir toda consideración y toda ley, proseguiría con más audacia su obra de envilecimiento, y convertiría la nacionalidad mexicana en burla y en escarnio de los pueblos civilizados y libres.

En cumplimiento de nuestra labor y en defensa de nuestra causa, hemos hecho cuanto nos ha sido posible. Ahora que los azares de la lucha nos arrojan a suelo extraño; ahora que llegamos al último sacrificio al abandonar la patria para poder luchar por ella toca a nuestros ciudadanos compatriotas, a nuestros correligionarios y amigos, ayudarnos con los recursos de que carecemos y que son precisos para la reanudación de los trabajos, para la fundación de periódicos y para la propaganda de las altas ideas y de los nobles principios que encarnan la emancipación y el adelanto de nuestro pueblo.

A Ud. en quien confiamos y a quien reconocemos como leal y entusiasta partidario de nuestra causa, nos permitimos comisionarlo para que colecte entre los buenos liberales de su conocimiento en esa población o en otras, las cantidades con que deseen y puedan contribuir a la prosecución de nuestros trabajos. Sólo esperamos tener una buena suma para continuar nuestra labor, y esperamos del patriotismo de Ud. y sus amigos que lo sean nuestros, la ayuda que la causa de la libertad requiere.

Hasta hoy habíamos trabajado ateniéndonos a nuestros propios recursos, pero ya que en la lucha los hemos agotado, esperamos que los correligionarios nos presten la ayuda pecuniaria que nuestras empresas políticas reclaman.

El envío de lo que logre Ud. reunir le suplicamos que nos lo haga por express, por giro postal internacional, o en billetes de banco por carta certificada con la siguiente dirección: Srta. Sara Estela Ramírez. Lincoln Street 1802. Laredo, Texas. U. S. A.

La Srta. Ramírez es una digna correligionaria que siempre ha colaborado y colabora actualmente en nuestros trabajos. No queremos que la correspondencia traiga nuestros nombres porque sería detenida en las oficinas de correo de México, como ha pasado ya otras veces.

Suplicándole perdone la molestia que le inferimos y anticipándole las gracias por el servicio que indudablemente prestará a la causa, tenemos el honor de suscribimos como afmos. amigos y correligionarios.

Camilo Arriaga.
R. Flores Magón.
Santiago de la Hoz.
Juan Sarabia.
E. Flores Magón.

P. D. Suplicamos a Ud. que con los fondos que reúna nos envíe también la lista de las personas que contribuyeron y su dirección, pues deseamos conocerlos para reintegrarles, tan luego como podamos, las cantidades con que nos ayuden y que consideramos como préstamos.

Asimismo suplicamos a Ud. que invite a las personas de su confianza a que hagan igual colecta, advirtiéndole que no publicaremos las listas que recibamos, para que el gobierno de México no persiga a las personas que nos favorezcan. Vale.

Los resultados de esta circular puede decirse que fueron satisfactorios, ya que de distintas partes de México comenzó a recibir la señorita Ramírez pequeñas cantidades de dinero que guardaba con toda escrupulosidad, y cuando ella partió para San Antonio el primero de marzo con el fin de cambiar allá su semanario La Corregidora, quedó en su lugar la señora Antonia Méndez, la cual siguió recibiendo y guardando en la misma forma los donativos que continuamente enviaban los correligionarios mexicanos, y que mucho ayudaron para completar los fondos necesarios para reanudar la campaña periodística.


Surgen deplorables diferencias.

Pero mientras tanto, y a pesar de que la unión entre los luchadores debería haberse mantenido inalterable hasta el fin, puesto que todos perseguían los mismos nobles y elevados ideales, habían surgido algunas diferencias entre Camilo Arriaga y Ricardo Flores Magón, originadas por el hecho de que éste, por su carácter dominante, trataba de constituirse en jefe del grupo y aun del Partido Liberal, por considerar al ingeniero como un hombre voluble en sus decisiones, lento en el obrar y poco radical en la práctica de sus ideas.

Con tal motivo, Arriaga, a quien por legítimo derecho le correspondían tales jefaturas, se sintió hondamente lastimado, y para evitar que se suscitaran nuevas disensiones, optó por separarse de Flores Magón y marchó a San Antonio junto con Santiago R. de la Vega, para desde allí seguir luchando y ayudando a sus compañeros, sin guardar rencores para Ricardo y procurando que su separación no perjudicara en lo más mínimo la continuación de los trabajos periodísticos que se estaban organizando.

La obligada separación del ingeniero Arriaga fue desde luego conocida por muchos correligionarios residentes en Texas, y tanto los redactores del periódico 1810 como la gran luchadora Sarita Estela Ramírez escribieron a Flores Magón reprochándole, aunque en tono suave y afectuoso, las diferencias tenidas con Arriaga y sugiriéndole que procurara solucionar la situación en la mejor forma posible.

Por considerarlo de mayor interés, solamente transcribo a continuación unos fragmentos de la carta que con fecha 9 de marzo le dirigió desde San Antonio la señorita Ramírez, ya que en ellos se podrá ver la entereza y la exquisita sensibilidad de esta admirable mujer al confesarle la gran pena y decepción que los disgustos entre compañeros que debían verse como hermanos le causaron, así como su firme determinación de separársele para continuar la lucha junto con Camilo Arriaga:

Mi querido hermanito:

He estado triste y abrumada, Ricardo, con tantas luchas de antagonismos mutuos. Le diré a Ud. francamente, que estoy decepcionada de todo, absolutamente de todo.

Desde la noche de su llegada a Laredo han cambiado mucho las circunstancias. Entonces ¡cuánta felicidad! Hoy ¡cuánto desencanto! Entonces ¡cómo soñé con grandiosas luchas y hermosísimos proyectos para el porvenir!

Pero, qué tonta soy. Los sueños no son eternos, desde aquella noche he venido saboreando desencanto tras desencanto: es la realidad del despertar.

Mire Ud., hermanito, yo creía que había unión y fraternidad verdadera en nuestro grupo, creí que había en todo una armonía exquisita y natural, como debiera ser; creí que lucharíamos todos unidos y siempre tras el mismo grandioso ideal que perseguimos y con los mismos medios; creí que podríamos triunfar, alejar de nosotros la miseria y ser verdaderamente redentores, apóstoles de una idea; pero no fue así, no pudo ser, me equivoqué en mis creencias y hoy no sé qué decir de lo que creo o espero.

Cada desencanto de esos me deja una huella dolorosa en el alma y ¿lo cree Ud?, hubo momento en que hasta me sentía arrepentida de encontrarme en esa lucha íntima sin la suficiente energía para seguir luchando siempre contra los escollos que encontramos contra nosotros mismos sin ocasionar un rompimiento.

Voy a causarle dolor con mi franqueza y también con mi determinación: me separo del grupo de mis hermanitos y asociada a Camilito seguiré luchando. No creo que mi determinación, absolutamente espontánea, me haga acreedora a la enemistad de Ud., o que Ud. me repita la frase de su primera cartita: que perdería a su hermanita Sara para siempre.

Eso no debe ser, al contrario, trabajando grupitos así, separados, y en distintos lugares, estaremos en armonía y nos llevaremos mejor.

Ruego a Ud. no juzgue que estoy sugestionada; lo que hago, además de tener el fallo de mi conciencia y mi voluntad, tiene también la autorización de mi padre. No quiero analizar las causas que motivaron los disgustos entre Camilito y Ud. Creo que ambos tienen razón y que ambos tienen culpa. El mal está en que, imperfectos como somos, no sabemos disculpar nuestras faltas ni ayudarnos unos a los otros como verdaderos hermanos. Nos criticamos y desgarramos en lugar de alentarnos y corregirnos; es triste, Ricardo, pero es la verdad.

Ud. sabe, hermanito, el concepto que siempre me ha merecido Ud. y el cariño que le he profesado. Se acordará Ud. que una vez, antes de conocerlo personalmente, le dije que creía en la verdad y como tipo de ella lo presentaría a Ud.; sé también que Ud. es bueno y noble; ojalá y siempre siga siéndolo para evitar que se acumulen en su corazón iras o rencores que no deben tener lugar.

Yo procuraré por mi parte guardar mi corazón inmaculado para practicar el bien y amar siempre mucho, quizá más que ahora, al pueblo, a la plebe como Ud. lo llama, y esté seguro, mi hermanito, que lucharé por él, siempre por él ...

... ¡Adiós, hermanito! Que el patriotismo y la energía los lleven al triunfo soñado y pueda Ud. algún día llamarse feliz, desea su hermana que lo quiere.

Sara Estela Ramírez (2).


Una vida de abstinencia y de rigores.

Así pues, con la separación de Arriaga y De la Vega, sólo quedaron en Laredo Santiago de la Hoz, los Sarabia y los Flores Magón, quienes continuaron en la mayor pobreza o chilla brutal como decían, y que sólo se aliviaba un poco con las pequeñas cantidades que Camilito les enviaba por conducto de Juan Sarabia que de vez en cuando iba a visitarlo a San Antonio, aprovechando las excursiones económicas que a esta ciudad efectuaba con frecuencia el ferrocarril.

Por algunos indicios que he recogido, parece que en Laredo intentaron publicar o publicaron los cinco luchadores un periódico de combate; sin embargo, esto no lo he podido comprobar porque tales indicios son muy vagos o contradictorios, pero lo que sí es un hecho, es que pocos días después de que celebraron la velada del 5 de febrero, la dictadura envió en su persecución unos agentes policíacos, y como su domicilio en la casa del señor Martínez era ya muy conocido, tuvieron que ir a ocultarse en una choza abandonada en los suburbios de la población, a orillas del río Bravo.

En este lugar hicieron una vida casi primitiva, llena de abstinencia y de rigores, pues para no tocar ni un centavo de lo que se ]es pagaba por su trabajo y de lo que recibían de sus amigos de México a fin de adquirir los elementos para reanudar la lucha, únicamente se alimentaban, como el sabio de La Vida es Sueño, de las yerbas que personalmente recogían y condimentaban.


La muerte de Santiago de la Hoz.

Pero muy pronto una inmensa tragedia habría de llenar de luto a estos caballeros del ideal. Santiago de la Hoz, con el corazón palpitante de juveniles entusiasmos, nunca imaginó que el fuego de su existencia estuviera próximo a extinguirse: las aguas tormentosas del río Bravo lo acechaban y lo atraía con la fuerza misteriosa del destino para hacerlo víctima de sus irresistibles inclinaciones al peligro.

En la tarde del 22 de marzo bajó a bañarse al río junto con sus compañeros, solamente para encontrar la muerte cuando iba a cumplir veintidós años de edad. Santiago de la Hoz, por ser veracruzano, se jactaba de ser el mejor nadador del grupo, y para justificar su afirmación entabló una competencia con Enrique Flores Magón y Manuel Sarabia, ya que Juan y Ricardo no sabían nadar, por cuya circunstancia se quedaron como espectadores en la orilla de la corriente.

La competencia consistía en nadar cuanto fuera posible por debajo del agua, habiendo resultado triunfante Enrique, quien al surgir a la superficie vio a unos cincuenta metros a Santiago levantando los brazos esforzándose por mantenerse a flote, en tanto que Manuel había aparecido a mayor distancia. Sin perder tiempo nadó Enrique para prestar la ayuda que necesitaba De la Hoz, y al aproximarse, éste se le abrazó con desesperación yendo los dos al fondo del río, donde Flores Magón, haciendo un gran esfuerzo, se desprendió de Santiago y lo lanzó vigorosamente hacia arriba con intenciones de salvarlo. Flores Magón quedó aprisionado dentro de un remolino, pero habiendo conservado el completo equilibrio de sus facultades, puso en práctica el principio de los buenos nadadores al verse en un caso semejante, de tenderse horizontalmente y abandonarse a la fuerza de los círculos del agua, para que el mismo impulso de éstos arrojaran el cuerpo a la superficie.

Santiago de la Hoz, que ya había perdido el conocimiento, después de haber sido lanzado a la superficie, fue arrastrado por la corriente destacando de su cuerpo únicamente la espalda.

Ricardo y Juan, que desde la orilla habían contemplado este angustioso drama, corrieron río abajo, en tanto que Manuel y Enrique nadaban en la misma dirección, llamando todos ellos a grandes voces a los tripulantes de un esquife para que ayudaran al salvamento; pero éstos no atendieron el llamado tal vez por miedo de caer al agua y perecer ahogados en la maniobra que habrían tenido que hacer al rescatar el cuerpo de Santiago, que aún daba señales de vida al pasar muy cerca de la pequeña embarcación ...

Momentos después desaparecía bajo las ondas el cuerpo del infortunado luchador, cuyo cadáver no pudo ser encontrado sino hasta el día siguiente, enredado entre las yerbas de un remanso del río, distante varios kilómetros de Laredo.

La noticia del trágico fin de Santiago de la Hoz, el inspirado poeta autor de tan admirables composiciones como Sinfonía de Combate y Oda Negra, causó entre todos sus compañeros y sus muchos admiradores una verdadera consternación.

La dolorosa tragedia fue dada a conocer a sus familiares en Veracruz por el entonces joven periodista Teodoro Hernández, recientemente fallecido e íntimo amigo de Santiago, quien era portador de una carta en que alguno de los Sarabia o de los Flores Magón describía los detalles de la misma, y de cuyo documento, publicado con algunas adiciones en el magazine de El Universal del 29 de mayo de 1932, he tomado los datos sobre el aciago acontecimiento.


Algo de la vida del gran luchador.

En el mismo número de El Universal, el citado periodista Hernández publicó los siguientes interesantísimos y muy poco conocidos datos sobre la vida luminosa del joven e inmaculado combatiente:

Santiago de la Hoz fue un idealista desinteresado, un temperamento supersensible y romántico que se adelantó a su época. Hijo de la ciudad de Veracruz, parece que el mar a cuya orilla naciera, le dio los acentos a su lira, cuyas estrofas se encrespan como las olas, sin enturbiar la nobleza del pensamiento, como éstas no enturbian la pureza d€ sus aguas cristalinas. Su pasión por la lucha en favor de la Libertad, tenía semejanza con la del apóstol cubano José Martí, probablemente porque Santiago de la Hoz llevaba en sus venas también sangre cubana. Sus versos no tenían por ninfa Egeria la Fuente Castalia, se inspiraban en la vida tumultuaria de los pueblos, semejante a temporal deshecho.

El grito del mar soberbio azotado por el huracán, lejos de poner pavor en sus ojos de niño, se los enciende de entusiasmo y contemplaba, con voluptúosidad indefinible, las olas gigantescas pugnando por subir al cielo como el monte audaz y la palma gigante del desierto, y el pájaro marino que, bajo la tempestad, ostentaba su gallardo vuelo sin aprensiones por el ruido fragoroso de arriba, ni el estallido abajo de los vórtices det piélago ... ¡Era una naturaleza inclinada al peligro!

El 5 de febrero de 1901, aniversario de la promulgación de la Carta de 57, en un acto público en la Plaza de la Constitución de Veracruz, se inicia como orador en representación del Club Liberal Sebastián Lerdo de Tejada, recién fundado entonces y en correspondencia con el Ponciano Arriaga de San Luis Potosí. Su oratoria resultó una revelación. Tenía Santiago el defecto de pronunciación de Demóstenes, pero no necesitó, como éste, de aleccionarse mediante largo y continuado esfuerzo, para lograr vencerlo. Así lo vemos en la tribuna por primera vez exponer la audacia de su pensamiento que va rectamente, como flecha disparada por el aire en su mayor tensión, a herir el corazón de las injusticias de la época, y por primera vez también, vemos que su vocalización no sufre alteraciones, en un movimiento supremo de voluntad del orador para armonizar la elevación del pensamiento con la belleza de la expresión.

Santiago de la Hoz, falto de padre tempranamente, se vio obligado a dejar sus estudios en el Instituto Veracruzano para trabajar en una oficina de ferrocarril. Pero siente que allí se ahoga en el ansia de la fuerza espiritual comprimida; necesita más amplios horizontes para encauzar sus energías. A fin de dar expansión a la inquietud de su espíritu, resorte de todo impulso vigoroso de progreso, escribe en los periódicos del puerto. Su prosa es perforante combatiendo las injusticias; y sus versos tienen la palpitación de las olas temblantes y embravecidas. La inacción le infunde tedio y lo mata, y el dinamismo ideológico lo empuja cual violento hálito de gloria, decidiendo pasar a la ciudad de México a estudiar jurisprudencia y a dedicarse a la vez al periodismo para el cual siente vocación irresistible ...

Continúa diciendo el periodista Hernández lo que ya conocemos: que Santiago de la Hoz se une con Juan Sarabia y los Flores Magón, y que por las luchas sostenidas a su lado en ¡Excélsior! y El Hijo del Ahuizote fue encarcelado, para después verse precisado a emigrar junto con ellos a los Estados Unidos, en donde después de haber pasado como un meteoro luminoso por la vida, al encontrar la muerte entró al templo de la inmortalidad.


A San Antonio Texas.

Con el corazón oprimido por la tremenda desgracia, Juan y Manuel Sarabia y los Flores Magón continuaron trabajando de incógnito en Laredo; pero en vista de que eran buscados sin cesar por la policía, y habiendo reunido ya cerca de dos mil dólares a costa de increíbles sacrificios y con lo que habían recibido de sus correligionarios, poco menos después de seis semanas de la muerte de Santiago marcharon a la ciudad de San Antonio, adonde llegaron el 2 o 3 de mayo, a fin de proseguir allí su campaña contra la Dictadura.

Por fortuna ya en aquellos días las diferencias surgidas entre Arriaga y Flores Magón habían tenido, al parecer, un arreglo satisfactorio, por lo que de nuevo todos volvieron a trabajar juntos y de común acuerdo; pero como los recursos que se habían podido reunir en Laredo y los que por entonces tenía Camilito, cuyo caudal había venido a menos por la generosidad con que lo había gastado en la propaganda revolucionaria, no eran todavía suficientes para continuar en las debidas proporciones la lucha periodística, hicieron un viaje a la capital de Texas para entrevistar al capitalista y terrateniente coahuilense don Francisco Indalecio Madero, con objeto de pedirle un préstamo que alcanzara a completar el importe de una buena imprenta en que iniciar en el destierro la segunda época del viril semanario Regeneración.

Según nos cuenta Santiago R. de la Vega, testigo ocular de los hechos, el señor Madero, en presencia de su hermano don Gustavo, facilitó al ingeniero Arriaga la cantidad de dos mil dólares, bajo la garantía de las pequeñas fincas urbanas de que aún era propietario en San Luis Potosí; habiéndose hecho tal negocio con la condición de que los periodistas lo guardaran en secreto, ya que en aquella época eran peligrosos tales tratos para los Madero, que no pensaban todavía comprometerse en una campaña revolucionaria contra un régimen del que sólo favores y distinciones habían recibido.


Reaparece Regeneración.

Al contar ya con los elementos necesarios, los luchadores alquilaron un local con cuartos anexos para oficina y habitaciones en el barrio mexicano de San Antonio, compraron prensas, máquinas de escribir y demás útiles de trabajo, y desde luego procedieron a la publicación del periódico mencionado, cuyo primer número, en gran formato y a cuatro planas, apareció el sábado 5 de noviembre de 1904, figurando Ricardo Flores Magón como director, Juan Sarabia como jefe de redacción, y Enrique Flores Magón como administrador.

Simultáneamente con la reaparición del periódico, llegó a San Antonio la mamá de Juan Sarabia, quien desde luego y en compañía de la amante de Ricardo, la señora Trinidad Saucedo, se encargó del arreglo y limpieza de la casa y de preparar los alimentos de los jóvenes luchadores.

En el número inicial de Regeneración publicó Sarabia un vibrante artículo suyo, explicando al pueblo mexicano y a los lectores en general, que como forzosa consecuencia de las implacables y tremendas persecuciones desatadas por la Dictadura contra él y sus compañeros en México, se habían visto obligados a abandonar la patria para continuar la lucha desde el extranjero, y del cual, como ya lo hice en la obra dedicada al gran libertario Práxedis G. Guerrero, transcribo lo siguiente:

Apenas obtenidos los elementos materiales, cuya falta nos habían obligado a permanecer en la expectación y en el silencio, nos apresuramos a reanudar la interrumpida lucha desde las columnas de Regeneración y esperamos que nuestros lectores recibiran el sa!udo de nuestro periódico, como se recibe el saludo de un viejo amigo.

Volvemos al combate, como siempre hemos vuelto después de cada golpe: con nuestra fe agigantada, con nuestras esperanzas no marchitas y con nuestro espíritu templado por la adversidad y caldeado por el entusiasmo. La convicción de que cumplimos con un alto deber, sirviendo a nuestra Patria, nos infunde ese entusiasmo vigorizante, y si acaso sentimos una tristeza, es la de vivir alejados de la patria querida y separados de la comunión de nuestros hermanos de México.

Pero ha sido preciso. La tiranía nos ha arrojado de nuestra patria, obligándonos a buscar libertad en suelo extranjero. Cuatro años hemos luchado en México, y cuatro años la tiranía nos ha vejado, nos ha despojado, nos ha oprimido, sujetándonos a procesos inicuos, amenazándonos con procedimientos brutales, arrastrándonos por cárceles civiles y por prisiones militares, por penitenciarías y por cuarteles.

En nuestro infortunado país la libertad no existe. Ningún ciudadano puede hacer uso de los derechos políticos que la Constitución otorga; ningún mexicano encuentra garantías bajo un gobierno como el de Díaz, que sólo se preocupa de asesinar el espíritu público y de sofocar todo movimiento político independiente. El club y el periódico son el terror de la tiranía.

Cuando la Confederación de Clubes Liberales se organizó en México, a la voz del Sr. Jng. Camilo Arriaga, el Gobierno tembló porque vio en el surgimiento de las agrupaciones liberales una prueba de que el país no estaba políticamente muerto, sino anhelante de reconquistar sus ideales de libertad y reforma, tan torpemente pisoteados por el motinero de Tuxtepec.

Cerca de doscientos clubes liberales se levantaron en toda la República, y muchas publicaciones independientes -entre las que Regeneración tuvo la honra de figurar-, coadyuvaron a vigorizar aquel movimiento, que llegó a ser imponente cuando se celebró el Primer Congreso Liberal, en la ciudad de San Luis Potosí.

... El gobierno de Díaz, seguro de su debilidad ante la opinión y convencido de su impopularidad, sintió pánico ante el empuje del movimiento liberal que contaba con las simpatías del pueblo, anhelante de libertad y cansado de opresiones.

Comenzó la persecución. Díaz comisionó para la destrucción de los clubes a Bernardo Reyes, considerándolo como el instrumento más apropiado para llevar a efecto esa obra de brutalidad y de barbarie, que debería avergonzar a la Dictadura, si la Dictadura fuera capaz de avergonzarse.

Un vendaval de salvajismo se desató en todo el país; el exterminio fue una bandera; el atentado fue una ley. Sin motivo, sin causa, sin pretexto siquiera, se persiguió, se encarceló, se asesinó con rabia, con ferocidad, con desenfreno. La dignidad del ciudadano fue ultrajada por la agresión del esbirro; la abnegación del patriota fue befada por el cinismo del polizonte; la voz del tribuno fue acallada por la intimación del sicario; la pluma del periodista fue hecha añicos por el garrote del gendarme ... Fue una orgía de barbarie; fue un himno a la brutalidad, fue el alarde canallesco de una Dictadura que, apoyada sobre treinta mil bayonetas, se jactaba de pisotear la ley, de abofetear la civilización, de desgarrar todos los fueros de humanidad y de justicia.

... ¿Quién podrá decimos, después de lo que dejamos referido, que una lucha política es posible en México? ¿Quién se atreverá a condenarnos porque buscamos en país extranjero el amparo de la libertad que nos es necesaria para trabajar por el bien de nuestra patria?

Mucho tiempo hemos combatido a la Dictadura, sin alejarnos de su alcance, sin esquivar sus agresiones, sin doblegarnos ante los atropellos.

Hemos pasado por las cartucheras del presidio militar y por las bartolinas de Belén; por las celdas de la penitenciaría y por los calabozos del cuartel; hemos caminado por el arroyo en cuerpo de patrulla, entre las filas de la soldadesca brutal; y hemos sido despojados de nuestras propiedades por los decretos de jueces indignos y venales que se doblegan como lacayos y se venden como hetairas.

... Al refugiamos en la tierra americana, no buscamos la impunidad para nuestros ataques, puesto que siempre obraremos dentro de los límites que marca el artículo 7° constitucional a la libertad de prensa; ni pretendemos precisamente salvar nuestras personas de determinados atropellos, pues estamos acostumbrados a resistir el sufrimiento con energía. Lo que únicamente anhelamos es asegurar la continuidad de nuestras labores, que en México nos fueron interrumpidas con mucha frecuencia primero y, por último, prohibidas.

... Enviamos a nuestros compatriotas nuestro saludo fraternal, y confiamos en que impartirán su protección a nuestro periódico, no porque él tenga méritos propios, sino porque representa una causa patriótica y honrada, una causa de libertad y de justicia, a la que no pueden ser indiferentes los mexicanos de corazón bien puesto.


Regeneración conquista gran popularidad.

Como ya he dicho en otro lugar, el programa de acción que los luchadores imprimieron desde el principio a Regeneración en el destierro, fue dar a conocer a las clases trabajadoras de México los derechos de que podían disfrutar como entidades humanas productoras de la riqueza, manteniendo latente un sentimiento de oposición a los atentados del gobierno; oponerse a los monopolios, ya fueran del capital o de la tierra; luchar por el establecimiento de la justicia en todos los aspectos de la vida; educar al pueblo bajo doctrinas sociales avanzadas, y desenmascarar ante el mundo entero a la Dictadura porfirista, hasta llevar a la conciencia pública el convencimiento de que los funcionarios que al frente de ella se encontraban eran hombres corrompidos por la ambición, carentes de responsabilidad e indignos de seguir conduciendo los destinos de una nación sedienta de libertad, de pan y de justicia.

Con esta brillante labor muy pronto se conquistó el periódico una gran popularidad en los Estados Unidos y aumentó la de que ya gozaba en México, pues de once mil ejemplares con que empezó sus tiros semanarios, éstos alcanzaron en poco tiempo la cifra de veintidós mil, más de la mitad de los cuales se enviaban a la República y el resto era agotado rápidamente en los Estados del Sur de la Unión Americana, pues formaban legiones las personas que en estos lugares se interesaban por la suerte del pueblo mexicano.


Comienzan las persecuciones.

En vista de la enérgica campaña que contra su despótico sistema de gobierno desarrollaban sus enemigos desterrados, el general Díaz concertó un convenio o Pacto de Sangre como ha sido llamado por el Gobierno americano, para que en cambio de ciertas concesiones que lesionaban la dignidad y el patrimonio nacionales los sometiera a espionaje, los persiguiera y los aniquilara.

Los resultados de este infame convenio, que como dice el ya fallecido historiador Luis Lara Pardo, era un pacto digno de la maldición eterna de todos los hijos de nuestra raza y una traición a la patria y una violación a todos los principios fundamentales del derecho, no se hicieron esperar, pues a partir de entonces comenzó un nuevo calvario para los periodistas.

Las persecuciones que habían sufrido en México resultaron casi superadas por las que en su contra se desataron en Estados Unidos, o más bien sin el casi, ya que aparte de que en ellas no faltaron todos los atentados, despojos y vejaciones de que fueron víctimas. en su país, tuvieron que soportar otros medios de represión todavía más brutales cuando sus luchas revolucionarias habían tomado mayores proporciones.

Para comenzar, en San Antonio no dejaron de ser acechados ni un momento. La policía, en combinación con el consulado mexicano, que no era otra cosa que una de las agencias persecutorias, vigilaba en todas las horas del día y de la noche la casa en que vivían, tal como si se tratara de una guarida de peligrosos criminales. Tomaba nota de cuantas personas entraban y salían, que eran varios periodistas mexicanos y americanos que los visitaban con frecuencia; la mamá de Juan y la amante de Ricardo que iban al mercado, así como los mismos luchadores y algunos empleados que llevaban el periódico al correo y que muchas veces eran detenidos para sujetarlos a largos interrogatorios.

Y esto no era todo, sino que ocurrió un hecho verdaderamente escandaloso y alarmante que de modo muy claro demostraba que la Dictadura tenía la intención de eliminarlos hasta por medio del asesinato: dos meses después de haber aparecido Regeneración, un individuo de nacionalidad mexicana, pagado por el Gobierno porfirista, se presentó en el taller del periódico y agredió intempestivamente con un puñal, no a Ricardo Flores Magón, como se ha dicho, sino a Manuel Sarabia, que en esos momentos se encontraba trabajando en la impresión del semanario. Por fortuna Enrique, que entonces era un robusto y vigoroso mocetón, se dio cuenta oportunamente del salvaje atentado, arrojando al rufián a puntapiés y puñetazos a la calle; pero horas después fue aprehendido y llevado a la cárcel, donde un juez previamente sobornado lo sentenció a pagar setenta y cinco dólares de multa y a sufrir tres meses de prisión por haber impedido aquel asesinato; pudiendo, sin embargo, salir en libertad al día siguiente, mediante una fianza que depositaron Ricardo y Juan Sarabia.


A San Luis Missouri.

Viendo que en San Antonio no gozaban de garantías, y creyendo encontrar un ambiente más propicio para sus trabajos en poblaciones más alejadas de la frontera mexicana, donde estuviera menos extendida la red opresora del gobierno porfirista, resolvieron abandonar dicha ciudad para marchar a la de San Luis Missouri, adonde llegaron con todos sus elementos de trabajo a principios de febrero de 1905.

Al llegar a San Luis Missouri instalaron la oficina y el taller de Regeneración en la casa número 107 de la Avenida North Channing, que ya tenían rentada con algunos días de anticipación, y sin pérdida de tiempo reanudaron la publicación del periódico, que reapareció el día 27 del mismo mes de febrero.

La campaña periodística se reanudó con la virilidad acostumbrada, y dos meses después se presentaron en la citada oficina Rosalío Bustamante, Librado Rivera y Antonio I. Villarreal, que habían llegado de la ciudad de México, aumentándose con ello el personal del periódico con tres magníficos elementos, ya que Rivera y Bustamante eran unos luchadores de reconocidos méritos, y Villarreal era un joven intelectual de primera fila y brillante ejecutoria como orador mordaz y lapidario y escritor de gran empuje, perteneciente a una familia de la más pura tradición liberal, que había iniciado sus luchas revolucionarias desde cinco años antes, combatiendo junto con César Elpidio Canales los atentados y los crímenes del reyismo en su tierra natal de Lampazos.

Los trabajos del periódico se dividieron entonces según la capacidad intelectual de cada uno de los luchadores, siendo así que Camilo Arriaga, Juan Sarabia, Ricardo Flores Magón, Villarreal y Santiago R. de la Vega redactaban exclusivamente los editoriales y demás artículos de fondo, así como la correspondencia más delicada; Rivera, Bustamante y Enrique Flores Magón escribían los asuntos de menor importancia y se encargaban de la parte administrativa, y Manuel Sarabia, con la ayuda de un joven y abnegado correligionario llamado Adolfo Monterde Saucedo, hijo de doña Trinidad, la amante o compañera de Ricardo, se dedicaba, como ya lo he expresado en otra parte, a imprimir la publicación, sin dejar por ello de contribuir con algunas colaboraciones de avanzado fondo socialista.


Con los anarquistas.

Sintiendo como sentían desde tiempo atrás grandes simpatías por los ideales anarquistas, los luchadores trabaron amistad en San Luis Missouri con un grupo de anarquistas rusos que combatían, sin ser perseguidos como ellos, por la libertad del pueblo de su país, entonces oprimido por la tiranía del zar Nicolás II, y asistieron a unas conferencias que sustentaba la socialista de extrema izquierda Emma Goldman; asimismo, cultivaron muy estrechas relaciones, particularmente Juan y Ricardo, con el escritor anarquista español Florencio Bazora, hombre extremadamente bueno y generoso, por quien llegaron a sentir un verdadero y gran afecto fraternal y que, como dice Librado Rivera, mucho contribuyó en su campaña revolucionaria ayudándonos con su dinero, vendiendo Regeneración y recolectando fondos para la vida del periódico.

Con el trato de estos luchadores se reafirmó la convicción libertaria de Ricardo Flores Magón, que desde entonces trató de imprimir al periódico un carácter netamente anarquista; y si tal intento no se llevó a efecto, fue porque Camilo Arriaga y Juan Sarabia se opusieron terminantemente, argumentando que de ponerlo en práctica, el pueblo mexicano, que hasta entonces los había considerado como sus defensores, podría abandonarlos, porque sería muy difícil hacerlo comprender los principios de la filosofía anarquista y que, por lo tanto, era preferible continuar luchando dentro de un programa de democracia y justicia social sin utópicos radicalismos para que no se perdieran en el vacío, con el mismo abandono del pueblo, todos los trabajos y todos los sacrificios que hasta entonces se habían hecho en su favor, y se robusteciera con ello el poder de la Dictadura.


Una separación definitiva.

Con motivo de esta polémica, se exaltaron los ánimos de Camilo Arriaga y Ricardo Flores Magón al grado de provocarles un serio disgusto, que ya fue definitivo; pues aunque Arriaga, que después de estos incidentes había regresado a San Antonio Junto con De la Vega, trató poco más tarde de ver si era posible una reconciliación, ésta no pudo efectuarse debido al carácter intransigente y autoritario de Ricardo. Con esto, de allí en adelante, y ya separados del resto de sus compañeros, tanto el uno como el otro tuvieron que sufrir las rudas embestidas de Flores Magón, que injustamente los calificaba como tránsfugas de la causa revolucionaria.

Ricardo Flores Magón, que aparte de sus indiscutibles méritos fue siempre implacable con sus enemigos, y que para anonadarlos no titubeaba en llegar hasta el insulto y la calumnia, emprendió entonces una campaña de desprestigio contra el ingeniero Arriaga, haciendo que en un periódico de México se le lanzaran bajo el anónimo los adjetivos de voluble, indolente y despreciable, despilfarrador, comodino y sin carácter, ambicioso, sin ideales y traidor, y sugestionando a los correligionarios de la República sobre supuestos actos indignos del mismo luchador a quien tanto debía la causa del pueblo por su talento y energía y por haber sacrificado gustosamente posición, comodidades y fortuna para iniciar, dar impulso y organizar la misma empresa redentora, y que ahora comenzaba a sufrir los primeros dardos de la injusticia y de la ingratitud de uhO de los mismos que de él habían recibido favores, que había sido su entusiasta partidario, y que inspirado por el egoísmo y la ambición de preeminencia, se había tornado en uno de sus más encarnizados enemigos.

Como era natural, desde ese momento tanto el ingeniero Arriaga como Santiago R. de la Vega lucharon ya totalmente distanciados de Ricardo Flores Magón, hasta que la muerte de éste vino a cubrir con el manto del olvido todas las disensiones y diferencias tenidas en esa y en otras épocas posteriores de su vida.


Nuevas persecuciones.

Mientras todo esto sucedía, el gobierno mexicano, consecuente con la campaña de persecución que se había trazado contra sus enemigos desterrados, pronto encontró el medio de entorpecer la circulación de Regeneración, no sólo para crear problemas económicos a sus redactores, sino para que sus acusaciones y denuncias fuesen conocidas por el menor número posible de lectores.

Primero ordenó que fuera decomisado en las oficinas de correos de México, y depués consiguió que las autoridades americanas girasen órdenes a todas las oficinas postales de los Estados Unidos para que ya no lo recibieran como artículo de cuarta clase, sino de segunda, para obligar a los periodistas a pagar doble porte por cada número de la publicación.

Y para empeorar tal situación, Enrique Creel, gobernador de Chihuahua y uno de los latifundistas mexicanos más enérgicamente fustigados por el periódico, a fines de agosto pidió a la agencia policíaca Pinkerton de San Luis Missouri que comisionara a uno de sus más hábiles e inteligentes detectives para que, fingiéndose partidario de la causa revolucionaria, se presentara en la oficina de Regeneración a solicitar empleo como agente de anuncios, a fin de descubrir los proyectos que sus redactores tuvieran contra el Gobierno de México. Al presentarse este individuo, los luchadores le concedieron el trabajo con un reducido salario que aceptó, y el falso empleado, que en un principio fue mirado por ellos con recelo, en poco tiempo disfrutó de su confianza, aunque no de toda, ya que jamás trataban en su presencia los asuntos más delicados y que solamente conocían Juan Sarabia, Ricardo Flores Magón y Antonio I. Villarreal, según el mismo polizonte lo declaró más tarde por escrito. Sin embargo, el astuto sabueso logró enterarse de la mayor parte de sus actividades, supo el nombre y domicilio de muchos de sus correligionarios, descubrió algunos de sus secretos y pudo darse cuenta de su respectiva importancia y capacidad intelectual. Obedeciendo órdenes de sus jefes, el detective les comunicaba de vez en cuando todos sus trabajos, y éstos los transmitían al Gobierno, siendo así que en ese tiempo se registraron numerosas aprehensiones de liberales, tanto en México como en los Estados Unidos; y ya cuando dicho policía tuvo que abandonar esa comisión para desempeñar otra de distinta naturaleza en Denver, Colorado, fue llamado por Creel para que le rindiera un informe de sus observaciones sobre los mismos luchadores, y de cuyo informe, que no debe haber agradado mucho al déspota de Chihuahua, transcribo lo siguiente:

... Los Magón, Juan Sarabia y Villarreal me parecieron siempre de esos hombres fanatizados por una idea, y por lo mismo peligrosos, como son todas las personas que se encuentran con esa obcecación y esa locura. En sus conversaciones hablaban siempre de la tiranía y de la dictadura del señor general Díaz; de la terrible presión sobre la prensa y sobre los hombres intelectuales; de los progresos del clero para matar el partido liberal; y de la complicidad con ese orden de cosas, de las clases ricas, en particular los hacendados y los industriales, que explotan al pueblo trabajador, principalmente a los peones, manteniéndolos en la ignorancia y en la miseria.

Que no pudiendo tener garantías y libertad bastante para emitir sus ideas en la prensa, y siendo perseguidos por el Gobierno mexicano, habían tenido que emigrar a los Estados Unidos, estableciendo primero un periódico en la frontera; después otro en San Antonio, Texas, y finalmente uno en San Luis, Missouri; que al pueblo mexicano le gusta mucho la oposición y que se hable contra el Gobierno y contra los ricos, y que esas circunstancias les ayudarán mucho para aumentar la circulación de su periódico La Regeneración; y que llegando éste a las clases bajas de la sociedad y principalmente a los obreros, estaban seguros de que poco a poco los irían educando en ese orden de ideas, haciéndoles conocer sus derechos como hombres libres y preparar su espíritu y sus convicciones para que, con el transcurso del tiempo, ayudasen a establecer otra distinta administración ... (3).


Se constituye la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano.

A pesar de las persecuciones, Juan Sarabia, Flores Magón, Villarreal y demás luchadores, comprendiendo que era necesario dar mayor impulso a sus trabajos para lograr lo antes posible la caída del despotismo, ya no sólo se concretaron a su campaña periodística, sino que, cristalizando el proyecto que venían alimentando desde hacía tiempo, se dedicaron a organizar los elementos del Partido Liberal que por las represiones de la tiranía se encontraban dispersos en México y Estados Unidos, para con su concurso luchar por el establecimiento de un régimen de libertad y de justicia que garantizara el bienestar del pueblo mexicano.

Para el efecto se constituyeron en Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, expidiendo el siguiente Manifiesto que fue publicado en Regeneración el 30 de septiembre de 1905.

BASES PARA LA UNIFICACIÓN DEL PARTIDO LIBERAL MEXICANO

I. Se constituye la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, con el personal que firma el presente Manifiesto. La Junta existirá públicamente, y residirá en un país extranjero para estar a salvo, hasta donde es posible, de los atentados del Gobierno de México. Trabajará por la organización del Partido Liberal y con los elementos que los correligionarios le proporcionen, luchará por todos los medios, contra la dictadura de Porfirio Díaz. Regeneración será el órgano oficial de la Junta.

II. Los ciudadanos mexicanos que estén de acuerdo con las ideas de este Manifiesto y anhelen la libertad de la Patria, constituirán en las poblaciones en que residan, agrupaciones secretas que estarán en comunicación con esta Junta. Se aconseja a los correligionarios que en dichas agrupaciones prescindan de inútiles formalidades. Lo único que se pide es que los ciudadanos liberales de cada población se reúnan de tiempo en tiempo para tratar de los asuntos políticos del país y mantengan correspondencia con esta Junta, ya para comunicarle noticias políticas, ya para proponerle proyectos, o ya simplemente para conservar con ella las relaciones establecidas. Se encarece a los correligionarios que constituyan uniones lo más numerosas posible; pero si en algunas partes sólo hay un ciudadano de nuestras ideas, que no por su aislamiento deje de dirigirse a nosotros.

III. Los grupos o ciudadanos que secunden la presente excitativa, lo comunicarán a esta Junta, que inscribirá sus nombres entre los miembros del Partido que se reorganiza. Esos grupos y ciudadanos enviarán mensualmente a la Junta, según sus recursos y la voluntad de cada uno, una contribución que se invertirá en los gastos que requiere el cumplimiento de la cláusula siguiente.

IV. La Junta, aparte de sus trabajos propios, procurará el fomento de publicaciones oposicionistas en México, distribuirá fondos entre los luchadores liberales que se encuentren en la pobreza, sostendrá a los que la Dictadura encarcele y despoje; y si se dan casos en que un funcionario público pierda su posición por haber cumplido con su deber, también lo ayudará. Anhelamos hacer efectiva la solidaridad entre los liberales y para ello contamos con el apoyo eficaz de nuestros correligionarios.

V. La Junta guardará absoluto secreto sobre los nombres de los adeptos. No comunicará entre sí a las distintas agrupaciones o personas afiliadas, sino hasta convencerse de que son verdaderamente leales a la causa. Pero si algún miembro del Partido no desea en ningún caso ser comunicado con los demás, se servirá declararlo y la Junta respetará su voluntad.

Por estos medios nos organizaremos sin peligro, y cuando tenga fuerza nuestro Partido, podrá desplegar sus banderas y entablar la lucha decisiva, frente a la odiosa tiranía.

MEXICANOS:

Inmensos son vuestros infortunios, tremendas vuestras miserias, y muchos y terribles los ultrajes que han humillado vuestra frente en seis amargos lustros de despotismo. Pero sois patriotas, sois honrados y nobles, y no permitiréis que eternamente prevalezca el crimen. El Partido Liberal os llama a una lucha santa por la redención de la Patria: responded al llamamiento, agrupaos bajo los estandartes de la Justicia y del Derecho y de nuestro esfuerzo y de nuestro empuje, surja augusta la Patria, para siempre redimida y libre.

Reforma, Libertad y Justicia.
St. Louis, Mo., Septiembre 28 de 1905.

Presidente, Ricardo Flores Magón.
Vicepresidente, Juan Sarabia.
Secretario, Antonio I. Villarreal.
Tesorero, Enrique Flores Magón.
1er. Vocal, Profesor Librado Rivera.
2° Vocal, Manuel Sarabia.
3er. Vocal, Rosalío Bustamante. (4).


Un nuevo proceso.

Inmediatamente después de que se constituyeron en esta Junta que, como se ha visto, abiertamente declaraba que con los elementos que le fueran proporcionados lucharía por todos los medios contra la Dictadura, el mismo Dictador, que sólo estaba esperando una oportunidad para perseguirlos, envolviéndolos en un nuevo proceso, no queriendo acusarlos de incitar al pueblo a una rebelión, ya que eso sería considerados como autores de un delito político, arrojó sobre ellos los cargos de difamación y libelo para justificar sus procedimientos ante la prensa y el pueblo americanos, que repudiaban toda persecución contra los hombres que luchaban por la libertad de los pueblos de sus respectivos países.

Con anterioridad al establecimiento de la Junta, se habían denunciado en Regeneración, tanto las arbitrariedades del científico Emilio Pimentel, gobernador de Oaxaca, porque bajo su administración se protegía a los esclavistas y se hacía víctimas de los más inhumanos tratamientos a los trabajadores de las fincas de campo, como los abusos y los crímenes de los caciques locales, entre los que figuraba en primer término el tristemente célebre Manuel Esperón y de la Flor, jefe político de Pochutla, sujeto de pésimos antecedentes que debía su puesto gracias a que su mujer se había convertido en amante del gobernador del Estado, y que por los múltiples delitos que había cometido contra los vecinos de su Distrito, tenía alrededor de veinte procesos pendientes en diversos juzgados de lo criminal en el mismo Estado de Oaxaca.

Pues bien, a este último individuo, proporcionándole fuertes cantidades de dinero y dándole amplios poderes y recomendaciones para las autoridades judiciales y consulares, envió la dictadura desde su pueblo hasta San Luis Missouri, junto con su mujer, para que con el patrocinio de los más competentes abogados de la ciudad, presentara acusación contra los redactores del periódico por libelo y difamación, logrando en esta forma que el 12 de octubre Juan Sarabia y los Flores Magón fueran aprehendidos en su misma oficina y encarcelados en la prisión municipal de la población, donde los tribunales locales les abrieron un proceso por los delitos mencionados, y que su imprenta, sus muebles, máquinas de escribir y demás útiles de trabajo les fueran embargados y más tarde rematados en subasta pública.


La prensa americana toma cartas en el asunto.

Tres días después del atentado, el St. Louis Star Chronicle, que era uno de los diarios más importantes de San Luis Missouri, relató la forma en que fueron aprehendidos los tres periodistas, descubriendo al mismo tiempo algunas de las intrigas de que eran víctimas con objeto de extraditarlos a México para ponerlos a disposición del Caudillo.

Provistos de seis órdenes de arresto dadas por el Juez Reinolds por instrucciones del Magistrado Sager (dice entre otras cosas el citado periódico en su número del 15 de octubre) varios agentes, bajo las órdenes de su jefe Desmond, arrestaron el jueves en la mañana a Ricardo Flores Magón, Enrique Flores Magón y Juan Sarabia, editores y publicistas del periódico mexicano Regeneración ...

Las órdenes de arresto proceden de acusaciones de difamación ( dos en contra de cada uno) que se cree fueron votadas por el Gran Jurado de Octubre bajo las pruebas presentadas por Manuel Esperón y de la Flor y esposa. Manuel Esperón y de la Flor es jefe político de Pochutla, y vino con su esposa a esta ciudad con el fin de presentar su acusación.

Detrás de su acusación por difamación hay la de que las autoridades mexicanas, incluyendo al presidente Díaz, creen que la publicación no tiene otro objeto sino provocar la revolución en México.

El arresto de los tres mexicanos se llevó a cabo tan reservadamente que aun los vecinos de enfrente no advirtieron que algo anormal estaba sucediendo. Con el acostumbrado estoicismo de su raza, los tres hombres fueron aprehendidos sin protestar cuando se les informó de los cargos que había en su contra ...

... Ricardo Flores Magón, director del periódico, tardó más que los otros para entregarse a la policía. Estaba en mangas de camisa, trabajando en la máquina de escribir, cuando los policías entraron en la casa ...

... Cuando se les llevó a los tribunales, los tres aprehendidos declararon francamente al jefe Desmond que son miembros del partido político contrario a la forma de gobierno de Díaz. Dicen que proclaman un gobierno liberal separado de la Iglesia; no un gobierno estilo Maximiliano, sino uno democrático.

Añaden que tienen 10,500 subscriptores a su periódico y que su partido está formado por 80,000 personas y que aún sigue creciendo.

Los tres jóvenes arrestados son inteligentes y dicen conocer sus derechos y que no serán llevados a México, sino después de una lucha en los tribunales ...

Juan Sarabia, editor en jefe de Regeneración, dijo que él y sus dos compañeros habían sido arrestados en una cárcel mexicana, con pretextos semejantes a los usados ahora aquí ...

... Se dice que el jefe político mexicano y su esposa, trajeron consigo ejemplares del periódico, así como circulares que dicen se pusieron en circulación. Trajeron también un intérprete que tradujo sus pruebas ante los tribunales. Han empleado abogados eminentes para dirigir su querella y se dice que el gobierno mexicano está detrás de esa persecución ...

Si el periódico anterior sólo se había ocupado de dar informaciones de la aprehensión de los luchadores y de bosquejar sin afirmaciones rotundas las intrigas del gobierno para conseguir su captura y extradición a México, en cambio el St. Louis Post Dispatch, que en aquel tiempo era no solamente la publicación más importante de San Luis Missouri, sino una de las mejores y más grandes de los Estados Unidos, ya que su tiro regular era de doscientos sesenta mil ejemplares, tenía ordinariamente veinticuatro planas y los domingos sesenta o cien, y hacía cinco o seis ediciones diarias, salió resueltamente en defensa de los presos, denunciando maquinaciones oficiales en relación con su proceso y presentandp al gobierno mexicano, no como una administración democrática, según lo hacían aparecer sus protegidos en el extranjero, sino exhibiéndolo como un régimen dictatorial que sin escrúpulos violaba las leyes y ultrajaba las garantías y los derechos del pueblo.

Dicho diario, en una sección de su magazine dominical del 17 de diciembre, dedicada exclusivamente a comentar la situación de México en relación con la captura y proceso de los tres luchadores, e ilustrada con fotografías de los mismos y con grabados que representaban al Caudillo con la matona en la diestra y la testa coronada bailando sobre la Constitución y el pueblo mexicano dormido, mientras Regeneración lo despertaba, decía bajo el título de Lesa Majestad entre otras cosas, lo siguiente:

... La investigación de los hechos que rodean el reciente arresto y prisión de Ricardo Flores Magón, Enrique Flores Magón y Juan Sarabia, conectados con Regeneración, periódico mexicano publicado aquí, desenvuelve una notable serie de circunstancias. En lugar de ser un ordinario caso de policía, como se juzgaba al principio, los hechos parecen ahora indicar que el asunto afecta directamente al Partido Liberal de México ...

... De acuerdo con lo que dicen los que esperan aquí el resultado de su proceso, el gobierno mexicano había estado espiando su publicación en espera de una oportunidad como la que pudo ofrecer base para el cargo de libelo, oportunidad para hacer la acusación de un modo que pudiera tener efecto hasta donde fuera posible en los Estados Unidos y que pudiera disfrazar la conexión del gobierno con la persecución, considerando (el gobierno de México) que el espíritu de amor a la libertad del pueblo americano se rebelaría contra el brazo de un gobierno extranjero que llegara hasta este país a perseguir a gentes cuyo único delito fue la honrada crítica y la oposición a existentes tiránicas condiciones de gobierno.

... El presidente Díaz, a quien el mundo exterior había mirado como un hábil y benéfico gobernante, tan amado por el pueblo, que ha sido reelecto repetidas veces para su alto cargo, es Presidente sólo de nombre, y de hecho es un tirano que ejerce despóticos poderes.

Es considerado por los políticos de St. Louis como muy significativo, que su arresto y la confiscación de su propiedad, siguió inmediatamente a su pública declaración de que la Junta de St. Louis estaba a la cabeza del Partido Liberal.

También se puntualiza como significativo que De la Flor, en la persecución de este caso, contrató a dos de los más costosos abogados de Sto Louis ... En adición a esto ... De la Flor trajo a su esposa y un intérprete de México vino con él. vivió algún tiempo mientras espiaba una buena oportunidad para iniciar sus cargos, y en otros sentidos mostró que estaba bien provisto de dinero. ¿Todo esto ... por parte de un hombre que en su propio país tiene un sueldo oficial de $50.00 o $ 100.00 mexicanos, que es lo que ganan los jefes políticos?

... Las elecciones en la República de México, como se hacen ahora, son una farsa. Las candidaturas de la oposición no son admitidas en muchos lugares, manteniéndose a la oposición fuera del campo por un sistema de opresión y persecución como los que han sufrido los jefes del Partido, ahora procesados en St. Louis, Mo.

Con estas medidas sólo Díaz y sus amigos son elegidos a los varios cargos públicos en los Estados y Nacionales, y como ninguno puede alcanzar un puesto en la Administración, sin ser amigo -instrumento le llaman los liberales- de Díaz, el Dictador tiene así una muy eficiente máquina.

... su prestigio (de Díaz) en Estados Unidos y otros países es conquistado por medio de regalos y concesiones al capital extranjero y a los extranjeros, a expensas de la Nación.

Díaz escoge hombres de representación entre aquellos que piden favores del Gobierno, y los llena de concesiones de todo género, y estos hombres, cuando van a sus países propagan el evangelio de Díaz maravilloso. No es la política del Partido Liberal opuesta a la protección del capital extranjero, dicen los liberales, pero ellos no quieren que esta protección excluya a su propio pueblo. Derechos de sufragio sin restricción, separación del Estado y de la Iglesia, un término para un presidente y la más amplia extensión de la educación, son cosas que están en el programa del partido que tiene su Cuartel General en St. Louis y éstas son a las que Díaz se opone y a las que burla.

En todo México, los periódicos independientes que aquí se han recibido, denuncian el arresto y prisión de los miembros de la Junta de St. Louis, como un atentado político, torpemente disfrazado bajo el cargo de libelo personal. El caso ha creado mayor excitación que cualquier otro, desde la muerte del general Martínez (5).


Un movimiento en favor de los prisioneros.

Inmediatamente después de que los tres luchadores quedaron formalmente presos, los demás miembros de la Junta enviaron una circular a los correligionarios de México y Estados Unidos solicitando su ayuda para que pudieran cubrir los gastos de su defensa y obtener su libertad caucional, que importaba cerca de cuatro mil dólares.

Atendiendo este llamado, la prensa independiente de toda la República realizó desde luego una intensa labor en tal sentido; pero es justo aclarar que la publicación que mayor empeño tomó sobre el particular fue el semanario de caricaturas El Colmillo Público, que desde un principio se había preocupado grandemente por la suerte de los tres prisioneros, y que tan pronto como recibió la mencionada circular, publicó un artículo excitando la solidaridad de los liberales para que tendieran generosamente la mano a los mismos luchadores caídos bajo las garras del despotismo mexicano en vergonzoso contubernio con el gobierno americano, y del cual copio lo que sigue:

La Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, cuya dirección es P. O. Box 584, Sto Louis, Mo., ha notificado por medio de una circular a los liberales mexicanos la prisión de nuestros amigos los señores Flores Magón y Sarabia, hecho del que ya con todo detalle tienen conocimiento nuestros lectores.

En dicha circular la Junta ratifica la especie hecha pública por el St. Louis Star Chronicle, de que el gobierno mexicano interviene con toda su influencia en el asunto Esperón y de la Flor y se refiere a la actitud asumida por la prensa de Estados Unidos, que se ha desbordado en informaciones sensacionales y nuevas para aquella nación, de la verdadera situación en que se encuentra México y el poder omnímodo de su Gobierno.

Hace alusión la Junta a la desigual posición ocupada por los encarcelados y por el gobierno mexicano y da a conocer sus temores fundados de que en la lucha queden vencidos los periodistas.

Y agrega:

Carecen de dinero para defenderse y para cubrir su fianza -mil pesos oro por cada uno- mediante la cual podrían disfrutar de libertad cauciona!. Son pobres, jamás han hecho el más leve esfuerzo por lucrar, por enriquecerse; su vida entera la han consagrado al servicio de la patria. A los liberales mexicanos toca en esta vez ayudarles a obtener su libertad ...

Y es verdad: abandonados, lejos de la patria, sin recursos pecuniarios, ahogándose dentro de una prisión, nuestros compatriotas Ricardo y Enrique Flores Magón y Juan Sarabia, debiendo padecer todas las desesperaciones de Prometeo que por hallarse con las manos atadas no podía arrojar lejos de sí los buitres que le roían las entrañas; porque en los tiempos modernos el dinero representa las manos del hombre y con el oro todo se consigue, a todo se hace frente y en la vida social todo puede vencerse.

Sí, los presos son nuestros amigos personales, son también los amigos llenos de lealtad de los liberales de la República, y se les debe ayudar, no sólo con dinero, nervio de acción, sino con consuelos morales que reconforten sus ánimos y los sostengan en sus convicciOnes ...


Obtienen su libertad.

Magníficos fueron los resultados de la cruzada emprendida por El Colmillo Público. En la misma semana de la publicación de su excitativa, y a moción de los liberales de todo el país, se abrió una subscripción en el mismo periódico para recolectar fondos, y muchos otros correligionarios, clubes liberales y centros obreros, entre los que figuraba la Sociedad Hidalgo de los mineros de Cananea, y el Club Patriótico Liberal Valentín Gómez Farías, de Coatzacoalcos, enviaron directamente sus donativos a la Junta, lográndose de este modo reunir en un término asombrosamente corto el importe de las fianzas, por lo que ya para mediados de diciembre los tres luchadores pudieron obtener su libertad caucional.


Reaparece Regeneración.

Tan pronto como salieron libres Juan Sarabia y los Flores Magón, secundados eficazmente por sus compañeros Villarreal, Rivera, Bustamante y Manuel Sarabia, encaminaron todos sus esfuerzos para publicar de nuevo Regeneración.

La dificultad consistía en que ya no contaban con la imprenta de que se les había despojado y que tantos trabajos y sacrificios les había costado adquirir; la ayuda que por nuevas gestiones de El Colmillo Público les seguían impartiendo los correligionarios no era suficiente para obtener una nueva, ya que todo lo empleaban en los gastos de su defensa y en las necesidades más imperiosas de la propia subsistencia. Sin embargo, con lo que recibían por concepto de subscripciones del periódico, en los primeros días de enero de 1906 pudieron conseguir que en un taller de imprenta de la propiedad de unos editores americanos se siguiera imprimiendo su viril semanario con las mismas características tipográficas con que siempre se había publicado en los Estados Unidos y que tan conocidas eran por sus millares de lectores.

Zanjado ya este obstáculo, acopiaron material escrito y cuando todo estaba arreglado para comenzar los trabajos, enviaron una carta-circular a los diarios americanos y a los correligionarios de México, dándoles cuenta de que, a pesar de las persecuciones y de las intrigas del complicado proceso en que se les había enredado, Regeneración reaparecería próximamente, prosiguiendo con su empuje acostumbrado su inflexible campaña contra el despotismo de Porfirio Díaz.

Cuando los redactores de El Colmillo Público recibieron la mencionada comunicación, se apresuraron a publicar una nota en que con gran entusiasmo manifestaban:

Una gran noticia, lectores: Regeneración, el periódico viril que con tanto denuedo ha combatido a las tiranías; el periódico intrépido que con tanto heroísmo ha sabido pisotear miserias, reaparecerá pronto y por eso muy pronto volveremos a escuchar el chasquido del látigo que cruce las espaldas de los opresores.

Flores Magón y Sarabia van a empuñar nuevamente sus plumas y las plumas de Sarabia y Flores Magón son traíllas vengadoras que han castigado y seguirán castigando a los déspotas que nos ultrajan, y son también barras de fuego que, a semejanza de los hierros calientes que queman a los leones aprisionados, han de caer sobre las carnes del pueblo hasta que salga de su amodorramiento y hasta hacerlo rugir en manifestaciones de cólera.

Los artículos de Regeneración son excitantes que nos sacan de ese sueño letárgico que nos envilece y por eso, los que anhelamos libertad, con cuánto gozo veremos salir de nuevo el periódico valiente que tantas simpatías ha conquistado ...

En efecto, Regeneración no tardó en aparecer. El 1° de febrero vio la nueva luz con su número cincuenta, siempre vigoroso y pujante; pero la saña del despotismo se arrojó nuevamente sobre él, y muy pronto tuvo que hacer frente a nuevas persecuciones que se desplegaron para aniquilarlo. Si no hacía mucho que se le había retirado el derecho de circular en el correo como artículo de cuarta clase, ahora, apenas reaparecido y violándose por segunda vez los tratados de la Unión Postal Universal, se le retiró el de circular como de segunda, tomándose como base el ridículo pretexto de que más de la mitad de sus ediciones se enviaban a un país extranjero como era México.

Con este motivo los redactores se vieron en la necesidad de remitir sus veintidós mil ejemplares de tiro bajo sobre cerrado, como artículo de primera clase, gastando con ello una crecida cantidad de dinero cada semana. Y esto no era todo, sino que para evitar que el periódico continuara siendo confiscado en las oficinas postales de México, en cuyos departamentos de rezago no era raro ver montones que parecían montañas de la tan hostilizada publicación, lo enviaban en costales por express a varios liberales no identificados por el gobierno, que se encontraban en distintos lugares de Texas y California, para que éstos a su vez lo reexpidieran por correo en sobres individuales, con anuncios comerciales a los correligionarios que se hallaban diseminados en toda la República Mexicana.


Huyen al Canadá.

Mientras tanto, la vista en Jurado de la causa instruida contra Juan Sarabia y los Flores Magón, después de varios aplazamientos solicitados por ellos, debía verificarse definitivamente el 16 de marzo; pero como no tenían aún para su descargo las pruebas de las acusaciones lanzadas contra Esperón y de la Flor, que habían pedido repetidas veces a los juzgados de Oaxaca y que éstos no les habían remitido por consigna del gobernador Pimentel, tuvieron que solicitar otra prórroga para presentarlas en una nueva vista, cosa que rotundamente les fue negada por el tribunal que debía fallar sobre su culpabilidad o su inocencia.

En virtud de esta negativa, y teniendo además conocimiento de que una nueva persecución se preparaba en su perjuicio, simplemente por haber hecho circular en el correo los números de Regeneración denunciados por el cacique de Pochutla, los tres luchadores, ante la sombría perspectiva de un nuevo encarcelamiento que sería de fatales consecuencias para la campaña emprendida contra la dictadura, o ante la posibilidad de ser extraditados a México como era la intención del gobierno, optaron por perder la fianza que tenían depositada y por abandonar los Estados Unidos para ir a refugiarse a la ciudad de Toronto, capital de la Provincia de Ontario, de la Confederación del Canadá, posesión inglesa libre por el momento de las asechanzas del régimen porfirista, adonde marcharon el día 20 del mismo mes, llevando consigo a la mamá de Juan y a la amante de Ricardo, y dejando encargados de la publicación del periódico a Villarreal y demás compañeros de la Junta.


Notas

(1) Muchas de las personas que en México distribuyeron la crónica de esta velada fueron perseguidas, como ocurrió con Luis Agoytia, Rosalío Bustamante y Adolfo González, que el 18 de marzo de 1904 fueron encarcelados en San Luis Potosí.

(2) El original de esta carta se encuentra en uno de los archivos de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

(3) Este informe fue publicado íntegro en El Demócrata de la ciudad de México el 4 de septiembre de 1924. Véase también, López, Chantal y Cortés, Omar, El Partido Liberal Mexicano (1906-1908), México, Ediciones Antorcha.

(4) Tomado de El Colmillo Público de fecha 5 de octubre de 1905.

(5) Estos comentarios de la prensa americana se publicaron en El Colmillo Público el 31 de diciembre de 1905.

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