CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA
Compilador: Florencio Barrera Fuentes
REANUDACIÓN DE LA SESIÓN CELEBRADA EL DÍA 19 DE OCTUBRE DE 1914 EN LA CIUDAD DE AGUASCALIENTES
Primera parte
SUMARIO
Se aprueba que se envíe telegrama a] ciudadano Primer Jefe en el sentido de que ordene e] cese de hostilidades a los generales Arrieta y Herrera.- Se aprueba invitar al ciudadano Primer Jefe a que pase a Aguascalientes a otorgar la protesta de honor, o enviar persona que lo represente en la Convención.- Se aprueba que las tropas de] gobernador Maytorena se retiren a Anibarcachi.- Se faculta a la Junta de Gobierno para que determine a qué distancia de Aguascalientes deben estar las tropas.
PRESIDENCIA DEL C. GENERAL ANTONIO I. VILLARREAL
A las cuatro y cuarenta minutos p.m., habiendo en el salón el número competente de ciudadanos delegados, según consta en la lista que previamente pasó la Secretaría, se reanudó la sesión.
En seguida el C. secretario Samuel M. de los Santos dio cuenta con los asuntos que en seguida se expresan:
Proposición. La presentada por el ciudadano José Siurob, a efecto de que se forme con los elementos más idóneos de la Asamblea, una Gran Comisión de Programa, que se encargue de redactar el que debe sostener el candidato a la Primera Magistratura que resulte electo en el seno de la Convención. A la comisión de Gobernación.
Oficio. Del ciudadano Antonio Valero, del Departamento de] Trabajo, dependiente de la Secretaría de Fomento, en que pide respetuosamente a los ciudadanos jefes de la Revolución se ocupen de resolver los medios más convenientes para facilitar las comunicaciones ferrocarrileras. A la comisión de Comunicaciones y Obras Públicas.
Solicitud. Del ciudadano Fidel Avila, en que hace renuncia del nombramiento que en su favor recayó para formar parte de la Comisión de Fomento. A la comisión de Gobernación.Telegrama. Del ciudadano Francisco Coss, gobernador del Estado de Puebla, en que manifiesta haberse enterado que el día de ayer el señor general Francisco Villa prestó la protesta ante el presidente de la Convención, jurando ante la enseña nacional, esforzarse por el bien general de la Patria. De enterado, agradeciéndose los conceptos.
Proposición. La presentada por el ciudadano Eduardo Ruiz, a efecto de que se nombre un Consejo de Guerra Permanente. A la comisión de Justicia.
Telegrama. El subscrito por los ciudadanos B. Carrillo y Tomás Pérez Ponce, presidente y secretario respectivamente del Club Liberal del Estado, en el que piden a esta Convención Soberana se priven por diez años de sus derechos políticos y sin poder desempeñar ningún empleo público, a los secretarios de Estado, gobernadores y subsecretarios; y por cinco a todos los que hubieren sido agraciados con cualquier nombramiento en época del huertismo. A la comisión de Justicia.
Oficio. Del ciudadano Martín Triana, en el que manifiesta que siendo muy frecuentes las deserciones de jefes, oficiales y tropa, en los regimientos pertenecientes a la Brigada que él comanda y sabiendo además que en otras corporaciones sucede lo propio, propone a esta Asamblea se sirvan acordar ordene a los generales y jefes con mando de fuerza, en esta región, no den cabida a los que cometan tales deserciones, sino antes bien se sirvan aprehenderlos para que los generales y jefes de las fuerzas a que hayan pertenecido, les apliquen el castigo a que se hicieron merecedores. A la comisión de Guerra.
Telegrama. Subscrito por el señor H. Plank, y en el cual hace cargos y protesta por la presencia del ciudadano Alberto B. Piña, como representante del gobernador Maytorena en esta Convención, y pide que se le excluya. A la comisión de Justicia.
El C. González Garza:
¿Qué trámite se dio?
El C. secretario:
A la comisión de Justicia.
El C. González Garza:
Pertenece a la comisión de Poderes, porque debe oírse a ese señor que firma allí, y que demuestra la persona que es. Desde el momento en que esta Convención aceptó al señor Piña, debe discutirse ese mensaje, para que se examine y se le dé contestación al atrevido que firma eso.
El C. secretario:
A la comisión de Justicia.
El C. González Garza:
No debe pasar a Justicia, debe pasar a la comisión de Poderes, que fue donde se puso a discusión la personalidad del señor Maytorena y de su representante; en consecuencia, eso debe pasar a la comisión de Poderes.
El C. secretario:
Pasa a la comisión de Poderes.
El mismo C. secretario continuó dando cuenta con los telegramas que siguien:
El subscrito por los ciudadanos I. Espinosa, J. T. Núñez, y otros varios ciudadanos, en el que manifiestan que, como ellos, toda la Nación espera de esta Convención Soberana la resolución de los destinos de la Patria. De enterado y al archivo.
El presentado por el ciudadano Cándido Aguilar, en el que hace un llamamiento a los honorables miembros de esta Convención soberna, para que pongan cuanto esté de su parte para llevar a feliz término los trascendentales trabajos en beneficio de la Patria. De enterado y al archivo.
El subscrito por el ciudadano J. M. García, en que pone en conocimiento de la Convención, que no puede asistir a las sesiones por estar detenido en la capital. A la comisión de Gobernación.
El C. González Garza:
Antecedentes de ese señor García; ¿representante de quién es?
El C. secretario:
De Domínguez.
Inmediatamente después la Secretaria dio cuenta con el siguiente telegrama:
Del C. José María Maytorena, gobernador de Sonora, que le dirige al ciudadano Samuel M. Santos, manifestándole haberse enterado del que con fecha de ayer le dirigió al ciudadano Santos y que por medio de su delegado, le envía la respuesta.
De enterado y al archivo.
El C. Santos:
Yo suplico que el señor representante del señor Maytorena, permita el telegrama de este señor, para darle lectura, o que se la dé él.
El C. Piña:
Eso iba a hacer, señor.
El C. secretario:
Se va a dar lectura al telegrama del señor Maytorena, que no es inteligible; a pesar de que se ha pedido su rectificación, no se ha obtenido; se encontrarán muchos párrafos que no tienen concordancia. (Empieza la lectura) (Siseos) No hay ilación, señores.
El C. Benignos:
Pero lo estamos entendiendo. (Siseos. Voces: ¡Qué bárbaro!, murmullos y campanilla)
El C. Piña:
Pido la palabra.
El C. presidente:
Tiene la palabra el ciudadano Piña.
El C. Piña:
Señores delegados:
Cumpliendo con las instrucciones que he recibido de mi representado el gobernador Maytorena, como han visto ustedes, he dado cuenta con este mensaje a esta honorable Asamblea, por los conductos debidos. El documento de referencia no está correctamente transmitido; en consecuencia, vienen en él consignados unos conceptos un poco obscuros. Inmediatamente que me enteré del mensaje ocurrí al telégrafo para pedir la rectificación del mismo. Como allí me informaron que era cuestión de dos días para poder rectificarlo debidamente, determiné dar cuenta cuanto antes con el mensaje, no obstante que viene construido en una forma equivocada.
Bien; ahora vamos al asunto de que se trata.
En mi concepto, señores, en principio, entiéndase bien, en principio, el señor gobernador Maytorena tiene razón. (Risas)
Suplico a mis distinguidos colegas aplacen sus juicios para cuando hayan pesado las razones que voy a exponer a continuación.
De todos es sabido, señores, que en el Estado de Sonora es la única región de la República donde ha sobrevivido la bandera de la legalidad después del fracaso inmenso que sufrió el Gobierno de la República. En aquella entidad, señores, el orden constitucional nunca se ha interrumpido. Allí, señores, a raíz del cuartelazo dado por el general Huerta, el Gobierno todo o los tres poderes unidos, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, secundado por sus ayuntamientos y con verdadero entusiasmo por el pueblo de aquel Estado, ha desconocido al traidor Victoriano Huerta como Presidente de la República.
Un C. delegado:
No fue encabezado el movimiento por el gobernador Maytorena.
El C. Piña (continúa):
No traigo aquí el empeño de querer insinuar o demostrar que en Sonora se haya iniciado el movimiento revolucionario, por más que eso es muy discutible, por lo que toca a otras personas a quienes se atribuye ese honor.
El gobierno del señor Maytorena inmediatamente que tuvo conocimiento de lo ocurrido en México dictó medidas tan eficaces como oportunas, a fin de allegar a su alrededor todos los elementos necesarios para poder contrarrestar el empuje de las fuerzas federales, cuya capital, la del Estado de Sonora, estaba amenazada por fuerzas que estaban situadas en el sur y en el norte de aquel Estado. Pues bien, el señor Maytorena consultó el desconocimiento de Huerta ante la Legislatura de aquel Estado, la Legislatura tuvo a bien no resolver sobre el particular, sino simplemente facultar al señor gobernador Maytorena en los ramos de Hacienda y Guerra, con facultades extraordinarias y a la vez autorizarlo para que cambiase la capital de aquel Estado al lugar que las circunstancias lo indicaran, pues respecto al desconocimiento, el Congreso tuvo a bien no resolver sobre ese punto.
Después, el señor Maytorena, impulsado, instigado por sus negocios y por otras consideraciones de orden diverso, solicitó una licencia del Poder Ejecutivo para separarse temporalmente de aquel gobierno.
Constitucionalmente, legítimamente, pacíficamente, se hizo la transmisión del Poder Ejecutivo, representado por el señor Maytorena, a la persona del señor Pesqueira, actualmente general; continuaron funcionando los Poderes con toda perfección, no obstante que vino una guerra y una guerra terrible en Sonora, señores; nunca se abandonó la capital, nunca desaparecieron los Poderes, sino hasta que el Poder Legislativo terminó su período constitucional, que era de dos años; pero antes, este Poder, el Legislativo, haciendo uso de las facultades constitucionales, nombró insaculados, para que constituyesen el Poder Judicial; por tal virtud, han quedado perfectamente constituidos los dos Poderes, Judicial y Ejecutivo, en el Estado de Sonora, que son perfectament; legales, enteramente constitucionales.
Conforme a la Constitución General de la República, solamente en el caso de que desaparezca el Poder Ejecutivo en un Estado, el Senado tiene derecho para nombrar un gobernador provisional que convoque a elecciones. Como en Sonora no se ha dado ese caso, como en Sonora ha subsistido y sobreexistido el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial dentro de la Constitución local de aquel Estado, lo mismo que en la Constitución General de la República, claro está, señor, que aquel gobierno es enteramente legítimo, enteramente constitucional.
Pues bien, vamos a concretamos ahora al punto a que se refiere el mensaje que la Secretaría ha leído ante la Asamblea.
Tanto por delitos del orden político, como por delitos del orden común, el señor gobernador Maytorena ha consignado ante los tribunales de aquel Estado, a varios ciudadanos de Sonora o sonorenses; actualmente se les está instruyendo el juicio respectivo, a fin de que depuren su conducta respecto de los cargos que se les hacen.
Todos sabemos, señores, que entre los poderes de un Estado, lo mismo que entre los supremos Poderes de la Nación, si bien hay armonía, buena inteligencia, hay y debe haber una absoluta independencia, porque de otra manera, señores, no sería posible nunca poner un buen gobierno, ni mucho menos con buena administración de justicia. El señor Maytorena, por lo tanto, en su carácter de ejecutivo de aquel Estado, tiene la obligación imprescindible de respetar las decisiones del Poder Judicial.
Si no hiciera eso el señor Maytorena no cumpliría con su deber ni como gobernador ni como ciudadano. El señor Maytorena, señores, es un hombre escrupuloso, es un hombre respetuoso de la ley; estas son, precisamente, las características de él, lo ha demostrado con muchísimas pruebas y en distintas épocas. El señor Maytorena, señores, tiene el escrúpulo de que pudiera resultarle ante la Historia la responsabilidad, el cargo de que él ha pisoteado o no ha respetado el Poder Judicial en Sonora, dentro de su gobierno. Tiene también, señores, el temor de que andando el tiempo, de que a él se le exigiesen responsabilidades civiles o políticas y se le impusiese hasta un castigo personal, si violara la Legislación de aquel Estado, poniendo en libertad arbitrariamente, que no podría hacerlo de otra manera, a los reos de referencia.
El C. Mariel:
No sería arbitrariamente, desde el momento en que hay una orden que emana de esta Convención, que es soberana. Además, no estamos discutiendo personalidades, sino la desobediencia de la petición que se hizo, con respecto a los reos políticos.
El C. Francisco Mancilla:
Ha dicho el señor Piña que el Gobierno los ha consignado, tanto por delitos del orden político como del orden común. Yo creo que sólo son del orden político, porque si fueran del orden común, no le corresponderia al Gobierno, sino a las autoridades judiciales, al Ministerio Público o al Procurador General, no al Gobierno, por consiguiente son consignados por delitos políticos únicamente.
El C. Piña:
Yo quisiera que mi colega antes de verter sus conceptos, estudiase la Legislación de aquel Estado.
Ya he expuesto, señores, cuáles son las razones, cuáles son los motivos que ha tenido hasta hoy el señor Maytorena para no poner en absoluta libertad a los reos de que se trata. No obstante, en su mensaje, como ustedes lo han visto, manifiesta que él como gobernador, acatará las decisiones definitivas del Poder Judicial, con respecto a las indicaciones que esta honorable Asamblea le ha hecho, en el sentido de que ponga en libertad a los reos, pues el señor Maytorena ha sometido, repito, a la consideración del Poder Judicial los repetidos deseos de esta Asamblea.
Hago esta aclaración: anoche he puesto un mensaje al señor Maytorena~ insinuándole la conveniencia de que él excite al Poder Judicial a que sobresea la causa relacionada con los tantas veces mencionados reos políticos. Dadas las buenas intenciones, dado el buen espíritu de armonía y de confraternidad que anima al señor Maytorena, estoy seguro, señores, os lo protesto por los huesos de mis abuelos, el señor Maytorena está dispuesto a hacer tódo lo que esté a su alcance por obsequiar los deseos de esta Convención, sólo que desea, como es natural, hacerlo en una forma correcta, en una forma comedida, no quiere cometer arbitrariedades, no quiere tener responsabilidades, ni morales ni personales, para un futuro no lejano.
Ahora, por otra parte, señores, y una vez que creo haber demostrado ante esta Convención que el Gobierno de Sonora es enteramente constitucional, enteramente legítimo (voces: ¡No, no!), creo que esta Convención, una vez que está animada de un espíritu de justicia, de un espíritu de equidad; una vez que todos venimos haciendo alarde de ser constitucionalistas, alarde de ser legalistas, sabremos darle a cada quien lo que es suyo; la Convención hará, señores, un acto de verdadera justicia, verdaderamente moral, si al señor Maytorena se le reconoce de una manera categórica y de una manera efectiva su carácter de gobernador constitucional de aquel Estado, puesto que lo es. (Voces: ¡No, no!) Toda vez que esta Convención se ha declarado Convención soberana, toda vez que se ha abrogado más facultades que las de los Poderes de la Unión, toda vez que se ha abrogado mayores facultades que el Poder Legislativo de la Nación, está suficientemente capacitada para resolver, como es de justicia, como es de su deber, lo que las circunstancias y la ley misma quieren y desean, con respecto a la cuestión de Sonora, que es un problema nacional.
Se puede decir, toda vez que hay el interés general de la República, si aquel problema de aquel Estado, se resuelve por esta Convención con el acierto y con la justificación que debemos hacerlo, toda vez que decimos estar animados de un sentimiento de patriotismo: la Patria se ha salvado, señores; estoy cierto, puesto que habremos sentado un precedente, que será el orgullo de todos los mexicanos.
Para terminar, mis queridos colegas, debo manifestar a ustedes, que comprendiendo que para conseguir la pacificación de nuestro país, persuadido de que todos venimos animados del deseo vehemente de acabar con estos conflictos interiores, que tanto daño causan al país, que tanto perjudican a la República, por mi parte estoy dispuesto a continuar haciendo todo género de gestiones cerca del señor Maytorena, en el sentido de que aun pasando sobre la ley, aun cuando él se expusiera a que en un mañana no lejano, se le exigiesen responsabilidades judiciales o se le hagan efectivas responsabilidades morales, ponga en libertad a los reos políticos a que tantas veces me he referido, para contribuir en esa forma al restablecimiento del orden y de la pacificación del país.
Creo, señores, tengo la íntima convicción, los dictados de mi conciencia así me lo dicen, que mis esfuerzos, que mis trabajos cerca del señor Maytorena en el sentido que dejo indicado, no serán estériles: el señor Maytorena sabrá dar una prueba más de que es un hombre patriota y es un hombre respetuoso, sólo que, como ya lo dije antes, es también muy respetuoso a la ley.
El C. secretario:
Pasa el telegrama a las Comisiones Unidas de Guerra y Justicia.
El C. Siurob:
Para contestar a lo asentado por el señor Piña.
En primer lugar séanos permitido dudar mucho del constitucionalismo del señor Maytorena. ¿Es que la Constitución de la República concede que un gobernador se ausente de su puesto, cuando está en peligro la Patria?
El C. Gutiérrez:
Para una moción de orden.
El espíritu de cordialidad que ha animado nuestras reuniones parece que nos abandona hoy. Siempre nos hemos propuesto no tratar, a menos de ser obligados por las circunstancias, aquellos asuntos personales que puedan entibiar nuestras relaciones. Por lo tanto, yo suplico a la Asamblea se abstenga de emitir juicios que puedan dificultar nuestra tarea, y, como parece que la discusión ha tomado un camino que puede ser escabroso; y, como por otra parte, no pone en claro nada, yo pido, de todas maneras, a la Asamblea, manifieste su voluntad en ese sentido y suplico también al señor presidente, pida por medio de la Secretaría la votación en este sentido.
El C. Berlanga:
Para suplicar a la Secretaría me informe si está a discusión lo que se ha de contestar al señor Maytorena.
El C. secretario:
Se dio el trámite, no hay nada obscuro, ni nada a discusión.
El C. Gámez:
Pero quería hacer una aclaración sobre la importancia que se da a la existencia del Poder Judicial en el Estado de Sonora, si me permiten hacerlo, porque parece que la Asamblea está creyendo que el Poder Judicial ...
El C. presidente:
Al rendir su dictamen la comisión respectiva dará usted su opinión sobre este asunto.
El C. Gámez:
Por que, en mi concepto, no tiene competencia el Poder Judicial de Sonora para conocer de delitos políticos, que son de la competencia federal.
A continuación la Secretaría siguió dando cuenta con los documentos que en seguida se mencionan:
Del ciudadano José María R. Cabanillas, dirigido al ciudadano presidente de esta Convención Soberana, en el que participa que por enfermedad del ciudadano Isaac Espinosa, transfiere al capitán primero Manuel Ortega, poder amplio para que lo represente en esta Asamblea. A la Comisión de Poderes.
De los ciudadanos Guillermo Castillo T. y J. B. Casarín, a fin de que se telegrafíe al ciudadano gobernador de Sonora, José María Maytorena, pidiéndole abra el trafico telegráfico y postal, por el Sur y por la aduana fronteriza de Nogales. A la comisión de Comunicaciones.
Del ciudadano general de Brigada, Pedro Guzmán, que dirige al ciudadano Luis G. Santoyo, a efecto de que en su nombre y representación concurra a las sesiones que se celebran en la Convención Soberana. A la comisión de Poderes.
Del ciudadano Juan G. Cabral, a efecto de que por considerar que los ascensos a generales en las actuales circunstancias, podrían tomarse como tendencias políticas, propone a esta honorable Asamblea ordene a los jefes se abstengan de acordar ascensos mientras no se defina la situación. A la comisión de Guerra.
El C. González Garza:
Para hacer una adición a esa proposición y que pase a comisión para su estudio.
Me permito leerla:
Que sólo por méritos en campaña puedan ser ascendidos los miembros del Ejército Nacional, cesando por lo pronto las promociones al grado inmediato. A la comisión de Guerra.
Del ciudadano P. Pulido, a fin de que se invite de manera oficial al general Jesús H. Salgado y a los generales que de él dependan, para que concurran por sí o por representantes a esta Convención Soberana. Pasa esta moción a la comisión de Gobernación.
Asimismo se dio cuenta con la siguiente proposición y el telegrama que le sigue:
La presentada por el ciudadano Juan Hernández García, a efecto de que se nombre una comisión, para que redacte las bases que normarán las trascendentales labores, que esta Asamblea llevará a cabo para resolver los problemas nacionales y el de pacificación orgánica del país. A la comisión de Gobernación.
Del ciudadano Francisco Canseco, fechado en México el día 4 de los corrientes, y en el que hace constar su protesta con motivo de las frases vertidas en su contra por los ciudadanos generales Obregón y Hay, en la sesión verificada en dicha ciudad. A la comisión de Poderes.
El C. González Garza:
¿Qué fundamento ha tenido la Mesa?
El C. secretario:
El mismo que tuvo para la anterior.
El C. González Garza:
No, señor, no se trata de una credencial, se trata de uno que fue convencionalista en la ciudad de México. Yo suplico a la Mesa, piense bien el trámite que ha de dar, para, en vista de él, pedir la palabra y hacer una aclaración.
El C. secretario:
El trámite es De enterado.
El C. GonzáIez Garza:
¿Nada más De enterado?
El C. secretario:
Es una protesta.
El C. González Garza:
Pido la palabra. ¿Usted la va a tomar, señor presidente?
El C. secretario:
De enterado y al archivo.
El C. González Garza:
El firmante de eso hace una petición después de protestar contra las imputaciones que le hicieron el general Obregón y el general Hay; en el Congreso, esta clase de documentos pasan a la Gran Comisión.
El C. Mariel:
Qué, ¿está a discusión ese telegrama?
El C. González Garza:
Estoy impugnando el trámite.
En el Congreso Nacional, documentos de esta naturaleza pasan a la Gran Comisión para que resuelva, porque se consideran casos de honor. Ahora me permito yo preguntar al general Obregón que si en esta ocasión no toma la palabra. Contésteme usted, sí o no.
El C. Obregón:
¿Con qué objeto? Es a Canseco a quien tengo que dar explicaciones.
El C. González Garza:
Está muy bien, señor, ¿no va usted a tomar la palabra en este momento?
El C. Obregón:
Si la Mesa me dice que conteste la interpelación de Canseco, estoy listo.
El C. González Garza:
Evidentemente que usted ilustraría este asunto y se podría terminar el incidente; porque si usted retira las frases que pronunció en la ciudad de México, en la Junta de generales y jefes, porque esas frases hayan sido producto del calor de la discusión, es una satisfacción justa. El que da una satisfacción se eleva, jamás se rebaja.
En las disposiciones de la Asamblea, precisamente el tramite en casos como este, que es un caso de honor ... (Una voz: ¡A Justicia!) Yo quisiera verlo a usted en este caso para ver que hacía, a ver si pasaba a la comisión de Justicia. (Voces: ¡No grite!) Yo no le grito a nadie, señor, pero hablo para que me oigan.
Con permiso de usted, señor presidente, voy a leer un documento a este respecto, porque el señor Obregón no toma la palabra. (Voces: ¡No, no!) Digo que voy a leer estos documentos por justicia, porque no me guía ningún interés:
México, octubre 13 de 1914.
Señor coronel Roque González Garza.
Aguascalientes.
Muy señor mío:
Hoy dirijo al señor general Alvaro Obregón una carta, qUe desearía fuese abierta, para que llegara a conocimiento de todos los convencionalistas, pero como esto no es posible, dada la censura tremenda que hay aquí en la prensa, he estimado oportuno enviarle a usted una copia para que se sirva mostrársela a los compañeros, llegado el caso que Obregón no haga la excitativa que en ella se menciona.
De usted atento y seguro servidor.
Firmado, Agapito Sánchez.
México, octubre 13 de 1914.
Señor general Alvaro Obregón.
Aguascalientes.
Muy señor mío:
Al dirigir a usted la presente, lo hago porque lo considero no solamente dotado de valor personal, que ha demostrado suficientemente en los campos de batalla, sino de otra cualidad más escasa todavía y que hace gran falta en los actuales momentos históricos, la del valor civil tan necesario para enfrentarse por encima de toda consideración personalista, con las cuestiones que interesan enormemente al país.
El objeto de esta carta es excitar a usted para que en el seno de la Convención dé usted lectura a los telegramas de felicitación, que los felicistas han dirigido al señor Carranza, por haber reiterado éste su confianza al digno gobernador de Oaxaca, después de haber sido expulsado ignominiosamente por la Convención. Estos telegramas aparecen en El Liberal, de 13 del corriente.
Es conveniente que a la vez sugiera usted a la Asamblea la idea de pedir al Primer Jefe, explicaciones claras sobre asunto tan delicado, porque nadie entiende cómo es posible que el Encargado del Ejecutivo, le reitere su confianza a Canseco, después que la Asamblea, por unanimidad, acordó que no merecía la confianza de la Revolución, por ser un reaccionario bien conocido y un cínico instrumento del caudillejo.
Además, reiterar la confianza a Canseco, implica que también deposita el jefe su confianza en Meixueiro, factótum bien conocido de aquel enjuague reaccionario.
Grandemente satisfecho se ha de encontrar Canseco. En lugar de ocupar celda en la Penitenciaría, ocupa lugar de confianza en el Gobierno de don Venustiano Carranza. Qué risilla irónica se ha de dibujar en sus labios cuando se acuerde de la Convención.
La publicación de esas felicitaciones implica un bofetón a los convencionalistas, porque con ellos se quiere hacer pública la armonía que existe entre Canseco y Carranza, no obstante la solemne resolución tomada por aquélla, de expulsar al cínico gobernador. ¿Qué, es ya un hecho la alianza entre carrancistas y felicistas? ¿Para llegar a este resultado se derramó la sangre de innúmeros mexicanos? ¿Qué es lo que pasa?
Esta es la oportunidad de descartar los elementos canallas y malsanos que quieren incrustarse en la Revolución para aniquilarla.
Ahora o nunca.
El C. Obregón:
Diariamente recibo cartas con encomios para mí e insultos para otros jefes; no las presento ni les doy lectura, porque llevan dos fines perfectamente perversos: el primero, hacer creer a la Asamblea que yo soy una persona de grandes méritos; y el segundo, llevar a la conciencia -o pretender llevar- de toda la Asamblea, una inyección de veneno contra determinado jefe. Esto es altamente censurable.
Aquí, ahorita, no dejaban hablar al señor, porque tomaba en sus labios la personalidad del señor Maytorena, y el señor lee una carta en que ofenden al Primer Jefe. Yo no puedo darle una satisfacción a Canseco, y sí podría recalcarle lo que le he dicho, porque yo no acostumbro dar satisfacciones a nadie; nunca cometo un acto mal hecho, y si cometo un acto mal hecho, es con la convicción de que es bueno, y me someto a él aunque me cueste el pescuezo. (Aplausos)
El C. González Garza:
¿Entonces me permite el señor Obregón hacerle dos interpelaciones?
El C. Obregón:
Puede usted hacerlas.
El C. secretario:
Recuerde el señor González Garza que no se trata más que de impugnar el trámite.
El C. González Garza:
¿Usted tiene la convicción de haber obrado bien en la Junta de Oficiales de México?
El C. Obregón:
Sí, señor.
El C. González Garza:
Ahora, señor presidente, ¿la Junta de Oficiales en México es cosa enteramente distinta de esta Convención? Si lo es, ese documento no debe ni leerse siquiera, y si no lo es, debe entonces nombrarse una comisión, si queremos obrar con honradez. Yo suplico a su señoría se sirva contestarme.
El C. presidente:
Ya se declaró en las primeras sesiones que los acuerdos tomados en la Convención de México no sientan jurisprudencia. Se hizo nueva elección de Mesa Directiva y se ha obrado como si no hubiera existido aquella Convención.
El C. González Garza:
Entonces no hay nada a discusión; este documento debe ir al cesto.
El C. secretario:
Se dio el trámite de enterado.
El C. González Garza:
Pues no debe darse el trámite de enterado, porque no fue dirigido a esta Convención.
El C. presidente:
Como quiera nos enteramos.
A continuación se dio cuenta con las siguientes proposiciones:
Del ciudadano Manuel Carlos de la Vega, en la que somete a la consideración de la honorable Asamblea, que con motivo de estar sin haber las tropas de la División del Centro, hace un mes, apela a la soberanía de la Convención para que ordene se les liquiden dichos haberes. A la comisión de Hacienda.
La presentada por los ciudadanos Saúl Gallegos, S. Herrejón y M. A. Peralta, a fin de que se haga saber a toda la República que aún no se ha establecido en ninguna parte del territorio el orden constitucional, que debe someterse a las disposiciones de la Convención Soberana Nacional. A la comisión de Gobernación.
La subscrita por el ciudadano J. Hernández, en la que propone a la consideración de la Asamblea los siguientes puntos:
Que ningún concurrente a las sesiones, sea cualquiera su carácter, podrá presentarse armado; que las sesiones darán principio a las nueve de la mañana y terminarán a la hora que la Presidencia lo disponga, pudiendo continuarse por la tarde cuando así se acuerde; que una vez abierta la sesión y aprobada el acta de la anterior, se dará cuenta con los asuntos en cartera en el orden que la Presidencia estime más conveniente; que sobre cada asunto a debate sólo se podrá hacer uso de la palabra en pro y en contra, por dos veces, y que no deberán durar en el uso de la palabra más de treinta minutos; y que los secretarios levantarán una acta de cada sesión, lo más minuciosa posible. A la comisión de Gobernación.El C. Osuna:
Por haber muchos asuntos que tratar, yo pediría que se cierre cuanto antes la sesión pública, para entrar en secreta.
Se continúa dando cuenta con las proposiciones:
La subscrita por el ciudadano Ricardo González, en que pide se ordene la aprehensión del llamado general Santaella y Santibáñez, y sea traído a esta capital para que lo juzgue el Consejo de Guerra que se nombró. A las comisiones de Guerra y Justicia.
La presentada por el ciudadano Juan G. Cabral, en la que manifiesta que en virtud de haberse ordenado el cése de las hostilidades en toda la República, y por ser muy onerosos para la Nación los exorbitantes gastos que se están haciendo para el sostenimiento de fuerzas, la Convención se sirva ordenar que ningún jefe puede seguir reclutando gente. A la comisión de Guerra.
La emitida por los ciudadanos Dionisio Valero Marines y Ríos Zertuche, en la que piden que los candidatos a la Presidencia provisional presenten su programa político a esta Convención. A la comisión de Gobernación.
La presentada por el ciudadano Gutiérrez de Lara, en que pide se nombre una comisión que controle económica e intelectualmente a todos los periódicos que se publican en la República. A la comisión de Gobernación.
La formulada por el ciudadano Ramón F. Iturbe, en la que suplica a la honorable Asamblea tome en consideración el hecho de que se carece de fondos para haberes de las tropas constitucionalistas, y en cambio se les está pagando a los ex federales. A las comisiones de Guerra y Hacienda.
El C. Gregorio Osuna:
Insisto en mi petición de que se cierre la sesión pública para entrar en secreta, por haber muchos asuntos urgentes que tratar.
El C. secretario:
Está a discusión la proposición del señor Osuna, de que se levante la sesión pública para entrar en secreta.
El C. González Garza:
Entiendo -puede ser que me equivoque- que en la Mesa hay un dictamen de la comisión de Guerra. En consecuencia, dése cuenta con él, y una vez que hayamos concluido el trabajo, que hayamos pasado todas las proposiciones a las comisiones y que éstas hayan dictaminado, ya podremos pasar a la secreta; pero en tanto no se haga esto, no sé qué asuntos podamos tratar en sfcreto, toda vez que los asuntos para los que se ha convocado a sesión secreta han sido de los que bien pudieran conocerse en público.
El C. presidente:
¿Los asuntos internacionales, por ejemplo?
El C. Ruiz:
Hay una proposición mía firmada con otro compañero, a la que no se ha dado lectura.
El C. E. González:
Para que la sesión ésta pueda llegar a ser secreta, creo que ante todo se debe decir el objeto, aunque sea en general; solamente de esa manera la Asamblea puede saber si es, o no, sesión secreta. En mi concepto, en este tiempo no debemos tener ninguna sesión secreta, porque el pueblo en general tiene tanto derecho como nosotros a conocer los asuntos que se tratan en la Asamblea. (Aplausos)
El C. secretario:
La Mesa pregunta, por conducto de la Secretaría, al coronel Osuna, con qué objeto quiere que se declare la Asamblea en sesión secreta.
El C. González Garza:
Para una moción de orden. El querer exigir del coronel Osuna que diga con qué objeto pide que la sesión se convierta en secreta, sería tanto como precisamente poner en conocimiento de todos lo que no se quiere decir públicamente. Cuando un señor convencionista tiene un asunto que debe tratarse en sesión secreta, debe acercarse al señor presidente, y el señor presidente, con la personalidad que tiene, decide; él es el que cita a junta secreta.
El C. E. González:
No creo que sea cierto lo que dice el señor González Garza, no se necesita hacer públicos los asuntos que se van a tratar en sesión secreta; se puede decir que se va a tratar sobre una acusación contra un alto funcionario, o un asunto nacional o internacional, o alguna cosa de ésas, para que siquiera la Asamblea tenga un indicio de lo que se va a tratar. Eso es lo que yo pido.
El C. presidente:
A eso me refiero.
El C. Marines:
A pesar de los aplausos tan nutridos de las galerías, yo me voy a permitir hacer esta observación, a pesar también de la risa; cuando tengo razón, en mi contra la risa no me perjudica.
La experiencia nos enseña que en la vida práctica una noticia dicha por una comadre a otra comadre, para cuando llega a la 59a. persona ya va enteramente desvirtuada, y se desvirtúa por varias razones: primero, porque quien da la noticia no la da con toda fidelidad; segundo, porque el lenguaje que empleó no fue entendido y fue alterado por la segunda persona que dio la noticia; y en segundo lugar, porque nuestro pueblo tiende a ser chismoso, a alterar su esencia ... (Siseos)
A pesar de los siseos, tengo razón, y aunque entre las personas de las galerías hay personas que podrían tratar los asuntos de esta Asamblea con toda fidelidad, aquí en esta Asamblea puedo señalar a algunas personas que no lo son, o que no están en condiciones de serlo, y en estos momentos supremos en que nos proponemos establecer la paz de la República, en que venimos animados de los más grandes deseos de establecer esa paz, creemos que la prensa debe quedarse aquí; pero la prensa tiene criterio para dar esas noticias; pero creo que no debe haber personas que vayan a tergiversar los hechos, y personas que en lugar de dar los hechos ciertos de la Convención, vayan a dar chismografías para encender los ánimos de los soldados, que no están preparados para ver con calma todas estas cosas. Por esta razón, a pesar de los siseos y de las risas, debemos atenernos a que el público tiene derecho de saber lo que se está tratando en la Asamblea; pero que conozca la verdad, la verdad siempre; no tergiversada por algún tonto que vaya a contar las cosas düerentes de como pasaron aquí. (Aplausos y siseos)
El C. Siurob:
Pido la palabra para añadir dos argumentos más a los señalados por el ciudadano que me precedió en el uso de la palabra, y son: primero, si en las galerías hubiera sólo personas del pueblo o siquiera fueran de buena fe, enhorabuena que estuvieran allí y se les concediera oír las discusiones; pero si en las galerías se encuentran los enemigos nuestros, que no vienen más que a eso, a aprovecharse de la menor indecisión, a aprovecharse de la menor dificultad y de la menor rencilla para sembrar la discordia ...
Una voz (desde los palcos, interrumpiendo):
Usted no tiene derecho ...
Otra:
¡Sálgase usted de allí!
El C. Siurob:
El que se considere inocente, que lance la primera piedra. Yo no doy ninguna satisfacción, porque el que da una satisfacción sin pedírsela, es por que se considera culpable. (Aplausos)
Esa es una de las razones que hay para tratar los asuntos sin la presencia del público de las galerías; acaloran los ánimos y sublevan las pasiones. Las galerías, algunas veces, toman parte en las discusiones, y de hecho, muchas veces, como en este caso, hacen presión sobre la Asamblea y procuran cohibirla con sus siseos y sus manifestaciones en pro o en contra.
El C. Triana (Jr.):
No tiene el señor, derecho de insultar a nadie.
El C. González Garza:
Respetuosamente suplico a la Mesa se sirva terminar con este incidente sentando un precedente, haciendo ver a los concurrentes a galerías que no tienen derecho para hacer ninguna manifestación en pro o en contra; y en caso de que lo hagan, usted, con las facultades de que está investido, tiene derecho de mandar desalojarlas; pero mientras las galerías conserven una actitud expectante, nada más con el deseo de enterarse, porque tienen derecho a ello, de los asuntos tratados aquí, no creo que deban desalojarse. Yo suplico que se tome esto en consideración, y yo seré el primero en apoyar a la Mesa y procurar hacer porque la Asamblea respete la resolución de ella. Cuando los concurrentes a galerías no cumplan con la determinación de la Mesa, sólo hasta ese caso podemos tener una base de qué partir para prohibir la entrada a las galerías.
El C. presidente:
¿Alguien más desea hacer uso de la palabra?
El C. secretario:
Se pregunta si la Asamblea está de acuerdo con la proposición del ciudadano Osuna.
El C. Serrano:
En mi concepto, el ciudadano Osuna podría presentar por escrito a la Mesa, y la Asamblea será entonces la que decida si es de desalojarse las galerías, en vista de la votación.
El C. secretario:
La Mesa, por conducto de la Secretaría, indica al señor Osuna que debe hacer su proposición por escrito.
La Secretaría dio cuenta con una proposición que dice así:
Proponemos que se nombre una comisión de tres delegados, para que a la mayor brevedad posible se trasladen a México, a hacer invitación al ciudadano Primer Jefe Venustiano Carranza para que pase a esta capital a prestar la protesta, o que autorice a segunda persona para que lo represente en esta Soberana Convención.
Pedimos que esta proposición sea considerada desde luego, salvando los trámites reglamentarios, por ser de urgente resolución.
Aguascalientes, 19 de octubre de 1914.
Eduardo Hay.
General E. Aguirre Benavides.
Raúl Madero.
Alvaro Obregón.
Eduardo C. González.
F. Gutiérrez de Lara.