CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA
Compilador: Florencio Barrera Fuentes
REANUDACIÓN DE LA SESIÓN CELEBRADA EL DÍA 19 DE OCTUBRE DE 1914 EN LA CIUDAD DE AGUASCALIENTES
Segunda parte
PRESIDENCIA DEL C. GENERAL ANTONIO I. VILLARREAL
El C. González Garza:
Favor de anotarme a mí.
El C. secretario:
Está a discusión. Por ser de obvia resolución, se advierte a la Asamblea que está a discusión. ¿No hay quién pida la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse poner de pie. Aprobada.
En seguida, la Secretaría dio lectura al telegrama del ciudadano Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo, en el que manifiesta que esa Primera Jefatura acordó dar a los ex federales, con el carácter de auxilio, cantidades correspondientes a sus sueldos, aun cuando de antemano se dijo que serían juzgados conforme a la Ley de 25 de enero, y cree de imprescindible necesidad que la Convención Soberana resuelva sobre el particular. A las comisiones de Guerra y Hacienda.
El C. Obregón:
Creo que debemos tratarlo en sesión secreta, porque no seria conveniente que supieran la suerte que van a correr, si ésta es mala.
El C. secretario:
El telegrama pasa a las comisiones de Hacienda y Guerra unidas.
El C. Aguirre Benavides:
Pido la palabra, señor presidente.
En virtud de haber quedado aprobada la moción que hicimos los señores Hay y algunos otros compañeros, suplico a la Mesa se sirva, en alguna forma, nombrar la comisión.
La Secretaría continuó dando cuenta con los asuntos siguientes:
El ciudadano Murrieta presentó una proposición en el sentido de que se apruebe la publicación de un periódico que sea el órgano de esta Convención Soberana. A la Comisión de Gobernación.
Proposición subscrita por los ciudadanos A. Rodríguez, E. Hay y F. Neira B., en que piden se nombre un Consejo de Guerra, que deberá juzgar a los jefes del Ejército Constitucionalista que a su disposición sean puestos por esta misma H. Asamblea; y que se dirijan mensajes telegráficos a la Secretaria de Guerra, a los generales y jefes a quienes corresponda, comunicándoles las disposiciones de esta Convención Soberana, en el sentido de que si algún general no es digno de pertenecer al Ejército Constitucionalista, sea destituido, aprehendido y puesto a disposición del Consejo, de Guerra. A la comisión de Guerra.
Los ciudadanos Ramón Gutiérrez Sosa, J. Siurob y R. Miranda, subscribieron un oficio, en el que informan que el ciudadano Vicente Salazar no podrá asistir a las sesiones de hoy y mañana, pues padece de una afección que se lo impide. Enterado, y al archivo.
Los ciudadanos Oyervides, Garcia Vigil, Berlanga y Neira, presentaron una proposición, en que se pide a los ciudadanos Venustiano Carranza, Francisco Villa y Maytorena un estado de fuerzas, de las tropas de sus dependencias, con anotación del efectivo de cada destacamento, y que ninguna fuerza pueda efectuar movimiento alguno de avance hacia los puntos en que se encuentran las fuerzas de otros, sin acuerdo expreso de esta Convención Soberana. A la comisión de Guerra.
Telegrama subscrito por el señor Rolland, en el que transcribe el firmado por el señor Roberto V. Pesqueira, a efecto de que la Convención ordene a los periodistas se produzcan con más verdad en sus informaciones. A la comisión de Gobernación.
La Secretaría dio cuenta con el dictamen siguiente:
La Comisión de Guerra, como resultado del estudio que ha hecho de los documentos que se sirvió pasarle esta honorable Asamblea, presenta los siguientes acuerdos:
1° Transcríbase mensaje al Primer Jefe y comuníquesele que, habiendo acordado el cese de hostilidades esta Asamblea, debe ordenar por la vía más rápida, a los generales Arrieta y Herrera que suspendan toda actitud hostil, continuando acampados en los lugares que ocupaban antes de la iniciación del ataque sobre Tepehuanes y Rosario, Durango.
2° Es de aprobarse la proposición marcada con el número 2, subscrita por los señores Hay, Rodríguez Cabo, González Garza, Natera, Benignos, Robles e Iturbe.
3° Diríjase al propio general Natera, jefe de la División del Centro, al coronel Caloca para que informe por orden de quién practica el movimiento aludido en su telegrama fechado hoy, para que esta comisión, con datos precisos, pueda dictaminar en justicia.
4° Ordénese terminantemente al gobernador Maytorena reconcentre sus tropas que asedian Naco y Agua Prieta, a Cananea, y al mismo tiempo ordénese terminantemente también al general Hill, que no deberá hacer ningún movimiento fuera de las poblaciones que actualmente ocupa.
5° Pásese a la comisión de Gobierno para que resuelva lo necesario.
6° Igual trámite que con la anterior.
7° Permítase a los señores delegados quedarse solamente con dos asistentes y dos oficiales, debiendo dar los nombres de ellos a la Junta de Gobierno.
Aguascalientes, octubre 19 de 1914.
Alvaro Obregón.
E. Aguirre Benavides.E. Gutiérrez.J. V. CasarÍn.
El C. secretario:
Está a discusión este dictamen en lo general. ¿No hay quién pida la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobado.
Está a discusión en lo particular el primer acuerdo, que dice:
Transcríbase mensaje al Primer Jefe y comuníquesele que, habiendo acordado el cese de hostilidades esta Asamblea, debe ordenar por la vía más rápida a los generales Arrieta y Herrera que suspendan toda actitud hostil, continuando acampados en los lugares que ocupaban antes de la iniciación del ataque sobre Tepehuanes y Rosario, Durango.
Está a discusión. ¿No hay quién pida la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobado.
Está a discusión en lo particular el segundo acuerdo, que dice:
Es de aprobarse la proposición marcada con el número 2, subscrita por los señores Hay, Rodríguez Cabo, González Garza, Natera, Benignos, Robles e Iturbe.
Está a discusión. ¿No hay quién pida la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobado.
Está a discusión el acuerdo tercero, que dice:Diríjase telegrama al propio general Natera, jefe de la División del Centro, y al coronel Caloca, para que informe por orden de quién practica el movimiento aludido en su telegrama fechado hoy, para que esta Comisión, con datos precisos, pueda dictaminar en justicia.
Está a discusión.
El C. Cervantes:
Pido la palabra para una aclaración.
El movimiento que hizo el señor Caloca, lo hizo por orden de la Jefatura de Armas y por conducto del gobernador de Guanajuato, según telegrama que me transcribe el coronel con fecha 10 de este mes.
El C. secretario:
Continúa a discusión el acuerdo tercero. ¿No hay quién pida la palabra?
El C. García Vigil:
A ver si es posible agregar que informe, no Solamente por orden de quién hizo el movimiento, sino que lo suspenda.
El C. J. T. Cervantes:
Para una aclaración.
Ya salió el coronel, salió ayer para Silao, debe estar ya allá o irá llegando ya; dijo que el movimiento lo hizo por orden del Jefe de las Armas y gobernador de Guanajuato.
El C. Obregón:
Como nosotros no hemos podido presentar otro dictamen, porque solamente teníamos a la mano el telegrama que puso el general Caloca al general Natera, si se nos proporciona el otro telegrama podremos reconsiderar el dictamen.
El C. Cervantes:
Yo tengo el otro telegrama, está en el hotel, nada más que no lo traje.
El C. Iturbe:
Yo suplicaría se dijera si el movimiento es hostil o si es únicamente para cambiar de cuartel.
El C. Cervantes:
Parece que el primer telegrama dice que fue a hacerse cargo de la Jefatura de Armas de Silao; si me lo permite el señor presidente, puedo ir a traer el telegrama plora resolver el asunto, porque parece que se le ordenó que entregara la Jefatura de Armas de León y pasara a hacerse cargo de la Jefatura de Armas de Silao; repito que si se me permite, puedo ir por el telegrama, para ver si puede quedar pendiente este asunto o se resuelve desde luego. (Voces: ¡Mejor lo trae mañana!) Quedo comprometido para traerlo mañana.
El C. secretario:
Se pregunta a la comisión si retira el dictamen mientras vie.ne el telegrama, como lo informa el ciudadano general Cervantes.
El C. Obregón:
Por mi parte, no hay inconveniente.
El C. Aguirre Benavides:
Conforme, lo retiramos.
El C. secretario:
Se pregunta a la Asamblea si permite retirar el dictamen para presentarlo reformado. Los que estén por la afirmativa, sírvanse poner en pie.
Se retira esta parte del dictamen.
Está a discusión el cuarto acuerdo, que dice:
Ordénese terminantemente al gobernador Maytorena reconcentre sus tropas que asedian Naco y Agua Prieta, a Cananea, y al mismo tiempo ordénese terminantemente también al general Hill, que no deberá hacer ningún movimiento fuera de las poblaciones que actualmente ocupa.
Está a discusión. ¿No hay quién pida la palabra?
El C. Alberto B. Piña:
Pido la palabra.
Señores delegados: hace unos cuantos días que hemos hecho, por decirlo asi, un pacto, y hemos juramentado bajo nuestra palabra de honor cumplir con él; nos hemos comprometido a no tratar nada, absolutamente nada que afecte a los intereses de la División del Norte, del Ejército Libertador, éste mandado por el señor general Zapata, y de las fuerzas del gobierno del señor Maytorena.
El C. Santos:
Del señor Carranza también.
El C. Piña:
Por lo tanto, caso de aprobarse por la Convención ese articulo, cometeríamos no solamente una inconsecuencia con nuestras propias tendencias, sino una falta al compromiso de honor que hemos contraído. Por lo tanto, pido a la honorable Asamblea que tenga bien presente esa circunstancia.
El C. Paniagua:
Pido la palabra.
La he pedido, señores, sencillamente para decirle al señor capitán Piña lo siguiente: que no faltamos a nuestro compromiso de honor, porque todavía somos hombres de honor y que precisamente no faltamos, porque se acordó en esa misma ocasión que esta Soberana Convención quedaba facultada para el cese de las hostilidades, y si al Primer Jefe se le ordenó las suspendiera, ¿por qué se opone el señor' Piña a que el señor Maytorena suspenda su movimiento hostil?
El C. presidente:
El ciudadano Gutiérrez de Lara tiene la palabra.
El C. Gutiérrez de Lara:
Señores, si nosotros apoyamos ese dictamen, seguramente tendría razón el señor Piña; pero no podremos cumplir con nuestro deber nada más exigiéndole al señor Maytorena y al señor general Hill que suspendan las hostilidades, porque están con sus hombres a unos dos mil quinientos metros unos de otros.
Para hacer efectiva la cesación de hostilidades, es indispensable que se retiren los dos contendientes, y como el señor Hill no puede retirarse, es absolutamente indispensable que lo haga el señor Maytorena, no precisamente hasta Cananea, porque esto sí pudiera suscitar que entrara en sospechas de que nuestra conducta no era absolutamente imparcial; pero' si nosotros le exigimos que se retire, no a cinco kilómetros de donde tiene su campamento, sino un poco más, a diez kil6metros, por ejemplo, no pierde ninguna de las ventajas que tiene adquiridas, y, por lo tanto, no tratamos ningún asunto en esta Convención que ataque profundamente los intereses en esa parte de los contendientes y estamos en el pacto que hicimos, porque se suspendieran las hostilidades.
Pido, por lo tanto, que ese dictamen se modifique en el sentido de que no sea hasta Cananea, sino hasta una distancia razonable que evite que los contendientes sigan luchando.
El C. Obregón:
Al fijar nosotros la ciudad de Cananea, no ha sido con el objeto de que se retiren demasiado las tropas del señor Maytorena: es la única ciudad que presta algunas ventajas para el alojamiento de las tropas; pero sí me parece sumamente corta la distancia de diez kilómetltos, porque continuarán con avanzadas, continuarán los soldados saliéndose del campamento para ir a tirotearse o a hacer hostilizar al otro y seguramente quedaríamos en la incertidumbre de quién ataca a quién; yo creo que debe fijarse cuando menos una distancia de veinte kilómetros para que de una manera clara se vea el que vaya a hostilizar al otro.
El C. Ruiz:
Si el señor Piña es patriota, no debía, por un solo instante, echarnos en cara un acto que aparezca como dice él, perjuro. Si el dictamen en cuestión es contrario a los intereses del señor Maytorena, en cambio es favorable a los intereses del país y esta Convención no puede haberse comprometido nunca a nada contra los intereses del país en general. Por lo tanto, creo que debe retirar sus palabras y dejar que se cumpla el dictamen.
El C. E. González:
En un tanto tiene razón el señor Piña: Cananea está a gran distancia de Naco; la comisión no debe fijarse en si las fuerzas de Maytorena tienen qué comer o no tienen qué comer, esas son cosas suyas. Hay puntos cercanos a Naco que están a bastante distancia para dividir a las dos fuerzas, para que se necesite la intención de cualquiera de los dos para atacarse, por ejemplo, Villaverde, que dista más o menos la distancia de 18 o 20 kilómetros de Naco, ahí pueden estar las avanzadas de Maytorena, con la condición de que las fuerzas de Hill no salgan de Naco. La cuestión del aprovisionamiento de esas fuerzas, es cosa que no debe venir a nosotros esa es cuestión de Maytorena.
El C. Piña:
Señores: empiezo por manifestar a ustedes que no me opongo ni por un instante a que se suspendan las hostilidades en Sonora; he dado pruebas inequívocas de que ése es mi deseo, y al efecto, he puesto varios mensajes al señor Maytorena por diversos conductos; nada menos, acabo de recibir uno del general Villa, por conducto de quien he telegrafiado al señor gobernador, manifestándole que el deseo de esta Convención es que se suspendan las hostilidades en aquel Estado, lo mismo que en toda la República, de hecho y de una manera efectiva.
Esta mañana se ha dado cuenta por la Secretaría con un mensaje del señor Maytorena, participando que, por su parte, observaba el armisticio, y que las fuerzas del general Hill, haciendo uso de reflectores, por la noche abrían el fuego de su fusllería y de sus ametralladoras sobre las fuerzas del gobierno del Estado.
Las fuerzas del gobierno del Estado están situadas a 500 o 600 metros pecho a tíerra de las fuerzas de línea. (Risas y siseos. Murmullos) Sí, señor, hago esta confesión con toda sinceridad, porque no me siento capaz de asentar jamás una falsedad.
Pues bien, creo yo que lo justo sería que se le indicase al señor Maytorena la conveniencia de que todas sus fuerzas las replegase cuatro o cinco kilómetros al sur de Naco, no obstante que los intereses de aquellas fuerzas, los intereses de él, serían directamente heridos por esta disposición de parte de la Convención.
El que se replieguen a Cananea, como lo pretenden en su dictamen los que calzan con su firma el repetido dictamen, consistente en que se replieguen las fuerzas del Estado a Cananea, es del todo inconveniente y nada práctico, por razón de que entre Naco y Cananea hay alrededor de ochenta kilómetros y la vía del ferrocarril está destruida; por lo tanto, tendrían que hacer sus marchas, las fuerzas del Estado, pie a tierra.
Para terminar, voy a insistir ante la Convención en la necesidad de que observemos lo que días antes se había pactado, pues antes del día 22 del presente mes, no debemos, no podemos tratar nada que afecte a los intereses, tanto de la División del Norte como del Ejército Libertador, comandado por el general Zapata, y las fuerzas del señor Maytorena.
Hecha esta advertencia, por mi parte, a la honorable Asamblea, puede resolver lo que guste en la inteligencia de que si la resolución de ella no concuerda con mi manera de pensar acerca de este particular, seré yo el primero en gestionar cerca del señor Maytorena en que debe acatar y que debe cumplimentar las decisiones de esta honorable Asamblea.
El C. De la Torre:
Lo que acaba de expresar el señor capitán Piña, son dos cosas: que el señor Maytorena, acá en Aguascalientes tiene muy buenos deseos de hacer la paz y respetar las decisiones de esta Convención, y el señor Maytorena, allá en Sonora, piensa todo lo contrario; de suerte que yo pido que se trate ese asunto, porque no afecta en nada los intereses de la División del señor Maytorena y sí redunda en beneficio de todos los mexicanos.
El C. Murrieta:
Es cierto, señor, que hemos venido aquí con un espíritu de concordia y confraternidad para arreglar todos los asuntos; pero este no es un asunto de puro interés del señor Maytorena ni de ningún otro individuo por separado, sino. que es un asunto de interés general y es tiempo ya, señor, de que la Asamblea se haga respetar; es necesario ponerles un dique a todas esas gestiones y no andar ya con muchas contemporizaciones; es necesario que haya una barrera para que no se sigan matando nuestros hermanos y que interesa esto a toda la Nación y no sólo al señor Maytorena. Esta mañana se leyó un telegrama en que se indicaba que había habido trescientas bajas. Es importante, es necesario retirar las tropas y la Convención debe imponerse y dar órdenes a los soldados para que estén separados suficientemente y no se tiroteen.
El C. Raúl Madero:
Debo recordar que en días pasados hemos mandado al señor delegado Sosa para que informe a esta honorable Asamblea de los acontecimientos en aquel Estado. Creo oue debemos ser algo consecuentes y esperar que nos conteste o telegrafiarle a él energicamente para que informe a la mayor brevedad posible sobre todo lo que esté pasando y ver si es posible arreglar que las fuerzas se movilicen a ese rancho que está a veinte kilómetros.
El C. Siurob:
El señor Piña, como lo ha demostrado, tiene muy buena voluntad de que se solucione el conflicto que hay en Sonora. Yo he observado que no propone sino que se desechen los dictámenes de las comisiones, pero no propone él una manera de solucionar el conflicto que parece latente, el conflicto entre las fuerzas sitiadoras que están a muy corta distancia de una plaza y que por consiguiente los sitiados no pueden retirarse y es a los sitiadore's, señores, a los que les toca precisamente cesar en esa continua provocación. Puesto que el señor Piña tiene tan buena voluntad de solucionar esto, yo pido que él, mejor que nadie conocedor del terreno y mejor que nadie conocedor de las susceptibilidades del señor Maytorena, diga cuál es la manera de solucionar el conflicto y de poner un hasta aquí a que se siga derramando sangre hermana.
El C. Piña:
Señores delegados: créanme ustedes que yo sufro cada vez que se tiene aquí alguna noticia, comunicándonos que continúan matándose hermanos contra hermanos; pero de una manera muy particular me siento afectado cuando sé, por cualquier conducto que sea, que entre las tropas que comanda el gobernador Maytorena y las que comanda el general Hill, tienen lugar combates reñidos. Sepan ustedes, que yo tengo un particular aprecio por el general Hill; antes de romperse las hostilidades en Sonora, quise ver yo al general Hill para darle un abrazo y hacerle protestas de mi sincera amistad; tengo yo singular simpatía por el general Hill, porque ha sido nuestro compañero de lucha y ha compartido con nosotros en Sonora las amarguras y los contratiempos que han motivado, que han ocasionado en aquel Estado y en la República en general, esta situación anómala, por que atravesamos de cuatro años acá; quisiera yo, hago esfuerzos inauditos de imaginación, por encontrar un medio efectivamente práctico, y que en modo alguno lastimase la suceptibilidad del señor Maytorena, ni siquiera la susceptibilidad del señor Hill, a quien estimo; pero dadas las condiciones especiales en que están colocadas ambas fuerzas contendientes, no es posible evitar el conflicto, si no es consiguiendo que el señor Maytorena repliegue un tanto las fuerzas que él comanda, a fin de que no estén en constante contacto.
Interpreto, pues, que los deseos de esta Convención son los de evitar el derramamiento de sangre en Sonora; yo también lo deseo; pero es necesario ser justos, y más que todo, razonables y lógicos.
De los soldados que comanda el señor Maytorena se han sacrificado varios de sus compañeros y han derramado mucha sangre de los mismos, para conseguir las posiciones avanzadas que hoy tienen, y por ello se les resiste a los oficiales de aquellas fuerzas, se les resiste noblemente a los soldados también, perder las posiciones, cuando no tienen, señores, la convicción íntima, una esperanza bien fundada de que el conflicto interno de la República se ha de solucionar conforme a los deseos e intereses de la Patria.
Ustedes saben, señores, cuál es el origen de las dificultades en Sonora; en la conciencia de cada uno de ustedes está que hay un hombre, que hay un ciudadano, que hay un individuo que sirve de obstáculo actualmente, para que de una manera efectiva cesen de una vez para siempre las hostilidades, no solamente en Sonora, sino en todo el resto de la República. Yo tengo, señores, la obligación, no solamente como representante del señor Maytorena, sino como ciudadano, como mexicano, de informar a ustedes la verdad, nada más que la verdad. En Sonora hay ...
El C. Obregón:
Pido la palabra para una moción de orden.
El C. presidente:
Si cada uno de nosotros decimos la verdad, no vamos a terminar bien; hay muchas verdades que ocultar, y yo callo muchas.
El C. Píña:
Yo también callo muchas, señor.
El C. Obregón:
Está a discusión el dictamen de la comisión.
El C. secretario:
La Mesa recuerda a la Asamblea que está a discusión el dictamen de la comisión, y ruega se concreten a él.
El C. Piña:
Los argumentos que he expuesto van encaminados a sostener el criterio que yo tengo respecto al dictamen de la comisión, y, por última vez recuerdo a ustedes que no debemos proceder con ligereza, y que tenemos el compromiso contraído de no deliberar, de no disponer nada que afecte los intereses de las fuerzas del gobierno de Sonora.
Ahora bien, dejo a las conciencias de ustedes, el hacer lo que mejor les parezca.
El C. Marciano González:
Seguramente que una de las razones más fuertes para congregarnos aquí, la más intensa de ellas, ha sido evitar un derramamiento de sangre en el país. Yo no sé -pero respeto el criterio del señor Piña-, no sé hasta dónde se sienta lastimado el interés de algún partido o de alguna personalidad cuando la piedra va directamente a ella o cuando precisamente esa piedra se multiplica antes de chocar para ir a lastimar a muchos. O venimos a hacer que se suspendan las hostilidades o venimos a servir de tizón en la hoguera en que se está incendiando la Patria. Yo no sé que estén lastimados los intereses de un gobierno que es precisamente al que venimos a exigir que no se lesionen los intereses de la humanidad.
Se ha tomado un acuerdo aquí y repito, es el que considero yo más atinado de todos: es el de hacer que se suspendan las hostilidades, porque precisamente la continuación de ellas es el disgregamiento de nosotros, es la división de nosotros mismos. Efectivamente, yo apelo a esa justicia y a esa lógica que con tanta frecuencia usted invoca (dirigiéndose al ciudadano Piña), porque queremos ser justos, señor, porque sabemos que tras de toda revolución o de la mayoría de ellas, hay un principio de justicia, y por una ramificación de justicia es que queremos que en Sonora se suspendan las hostilidades y que Maytorena no ataque a Hill ni Hill a Maytorena, y más aún, que la Convención no permita esa mano de gato que tira la piedra y se esconde. Los dos están indudablemente -por más que usted lo asevere y por más que usted lo diga-, están combatiendo, están aprovechando la ocasión propicia para ganar un palmo de terreno o hacer que desalojen una cuartilla de tierra. Si queremos ser justos, si queremos ser lógicos, que se retiren los que asedian a Naco o a la plaza; ni tampoco les vamos a pedir, porque no tenemos derecho, que se alejen demasiado, que pierdan las posiciones que conquistaron a costa de sangre y sacrificios; que se retiren diez kilómetros; no les demos la ocasión para que estén combatiendo y se estén provocando. Pero no pensemos, señores, con tanta pasión y por defender los intereses de un individuo vayamos a lesionar los intereses de todos. Si continúa el combate en Naco, señor, si continúa la rebeldía, si allí continuamente están asediándose, ¿no cree usted, señor, que la corruptela es propicia en todas partes? ¿No imagina usted que si están combatiendo en Sonora surge un foco nuevo, y que es precisamente lo que decía hace un momento: la leña que estamos echando a la hoguera? Seguramente que si se alejaran los combatientes, no lejos, porque qué derecho tenemos para nulificar el sacrificio de tantas vidas y el esfuerzo de muchos hombres; que se alejen diez kilómetros, es bastante. ¿Que con mucha frecuencia están asediandose allí? A diez kilómetr03 yo creo que ya no. Ahí del tacto, ahí de la energía del jefe; seamos justos, seamos lógicos; no le quitemos a uno lo ganado; pero tampoco por darIe a uno lo que demanda, le arranquemos a otro lo que le ha costado sacrificios. (Aplausos)
El C. Piña:
Para una aclaración.
El C. Aguirre Benavides:
Pido la palabra para una aclaración. Aunque yo fui de los que firmaron el dictamen, yo creo que podríamos dejar esto en manos del general Sosa, que salió hace pocos días como delegado y que ya debe estar por llegar a Naco, llegará de un momento a otro y que de acuerdo con el señor Maytorena y con el general Hill, distancien las fuerzas a una distanda conveniente.
El C. Raúl Madero:
Que la Mesa telegrafíe diciéndole eso, que lo haga efectivo.
El C. Aguirre Benavides:
De acuerdo y en virtud del terreno y las circunstancias y otras mil cosas, que se pongan a una distancia conveniente.
El C. Obregón:
Yo creo que el general Sosa dilatará dos días y el combate continúa, yo creo que deben correrse órdenes telegráficas con toda energía. Esta mañana usábamos toda la energía que la Convención necesita con el ciudadano Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, y no veo por qué esa energía que sabemos usar, no la sepamos usar con Hill y Maytorena. (Aplausos)
El C. González Garza:
Para un hecho.
El C. Obregón:
No he acabado de hablar.
El C. González Garza:
Conste que ninguno de los miembros de la División del Norte exigió esa energía para el señor Carranza, fue un señor de allá.
El C. Obregón:
No he aludido a nadie. Si he hecho una alusión a algún jefe de la División del Norte, suplícole pararse. Ya ve usted, señor.
El C. González Garza:
Yo nada más hago constar un hecho.
El C. Obregón:
Por otra parte, ha contestado el señor Maytorena a la orden de que ha de poner en libertad a los presos, con mil evasivas y de una manera clara dice que no los pone en libertad, porque es de la exclusiva competencia del gobierno. Ahí demuestra, señores, que no está dispuesto a obedecer a la Asamblea y sea Hill, sea Carranza, sea Maytorena, llámese como se llame, debemos someterlo. (Aplausos)
El C. Piña:
Para un hecho.
Permítame el ciudadano general Obregón que le manifieste que ha asentado una inexactitud. Por el texto del telegrama que me ha dirigido a mí el señor gobernador Maytorena, se ve que no se niega, como el ciudadano general Obregón asienta, asevera, a obedecer las decisiones de esta Asamblea; él mismo acaba por manifestarme a mí, y lo cual he participado a la Asamblea, que está haciendo gestiones con el Poder Ejecutivo para obtener la libertad de los reos políticos. (Voces: ¡Poder Judicial, no Ejecutivo!). O Poder Judicial.
Como se ve, el señor Maytorena está animado del mismo deseo que todos nosotros, y sólo está buscando la manera más correcta, la manera más conveniente de poner en libertad a los reos políticos.
Con respecto a lo que ha sugerido el compañero Aguirre Benavides, me permito manifestar que estoy enteramente de acuerdo con su manera de pensar. Esta Convención, señores, ha enviado hace dos o tres días a un delegado, al general Ramón V. Sosa, para que pase a Sonora, se apersone tanto con el general Hill como con el señor gobernador Maytorena y de común acuerdo con ellos idease la manera de solucionar aquel conflicto, o cuando menos, que se suspendan en una forma efectiva, en una forma material, las hostilidades en aquel Estado. Debemos, señores, ser consecuentes con nuestras determinaciones, estoy seguro de que antes de 24 horas podremos tener noticias que nos mande nuestro delegado, el señor general Sosa, una vez que esté en el terreno de los acontecimientos, en el tatro de los sucesos, y podamos insinuarle la conveniencia de que las tropas del señor Maytorena se replieguen a una distancia prudente. El señor general Sosa, estoy seguro de que tan pronto como se dé cuenta de la situación verdadera que ocurre en Sonora, nos informará esto con detalles por la vía más rápida.
El C. Obregón:
Dice el señor Piña que los soldados del señor Maytorena están pecho a tierra a una distancia de quinientos metros y que se resiste a retirarlos por no perder sus posiciones; pero, sin embargo, dadas las condiciones del lugar, retirarse a cinco, ocho o diez kilómetros allá no significa nada; pero sobre todo, creo que debe fijarse una distancia conveniente para que se garantice la suspensión de hostilidades.
Además, debe exigirse y darse órdenes para que sean puestos en libertad los reos políticos inmediatamente, porque debemos usar toda la energía, porque si no, ni somos soberanos, ni somos Convención.
El C. Chao:
Estoy de acuerdo enteramente con los conceptos vertidos por el señor Obregón; pero me voy a permitir hacerle una interpelación.
La Asamblea es Soberana y debe tener energía con unos y otros contrincantes.
Yo le pregunto al señor general Obregón: ¿a quién vamos a someter, a los que están pecho a tierra o a los que están en Naco? Porque unos y otros ... (Sisea el ciudadano Mariel)Señor, después que acabe puede usted sisear. Decía que porque el jefe de unas fuerzas dice que es atacado y el jefe de las otras dice que él lo es.
¿A quién de los dos se le hace caso? Vamos a aclarar primero el punto de quién es el responsable, para someter a quien corresponda.
El C. presidente:
Tiene la palabra el ciudadano Obregón, para contestar la interpelación.
El C. Obregón:
Naco está en la frontera, en la línea internacional. El general Hill ocupa una plaza y la tiene más o menos fortificada y él no podría avanzar, porque se saldria de la plaza. Los otros soldados están pecho a tierra a quinientos metros, y ellos sí pueden retroceder.
El C. Chao:
Permítame usted, señor presidente, contestar al señor Obregón.
El C. presidente:
Tiene la palabra el ciudadano Chao.
El C. Chao:
¿Usted puede asegurarle al señor Maytorena que al retirarse, las fuerzas del señor general Hill, con la obstinación que dice el señor Maytorena que tiene, no lo persigan? ¿Y por qué va a perder la vida de muchos hombres Maytorena al retirarse, si no tiene la seguridad de que Hill es obediente a esta Convención?
Un C. delegado:
Lo mismo puede ocurrir a Hill, respecto de Maytorena.
El C. Chao (continuando):
Entonces vamos a someterlos con las fuerzas que tenemos. Vamos sobre Hill y Maytorena para hacerles sentir el peso de esta Convención, vamos a darles garantías a unos y a otros.
El C. Obregón:
Todos los que hemos firmado esa bandera, someteremos al que se declare rebelde, y no sólo, yo he declarado en México que me quitaría los galones y lo voy a cumplir; yo iré de sargento a batir al que se rebele contra esta Convención. (Aplausos)
El C. Chao:
Yo voy con el sargento Obregón de soldado raso a Sonora, con tal de que haya paz. (Aplausos)
El C. Siurob:
Para hacer constar al mismo compañero un hecho muy significativo, que habiéndome yo dirigido al compañero Piña para que él como conocedor del terreno y de todas las circunstancias, nos señalara el medio de que no se lesionaran los intereses de Maytorena ni los de Hill, no ha señalado ningún medio, ¿a qué se debe esto?, ¿se debe a falta de conocimiento del terreno? No, él es de allá, puesto que él ha estado en ese mismo lugar; de manera que no puede deberse a eso; entonces, ¿ a qué se debe?, ¿ por qué no ha fijado ningUna condición? Porque se ve claramente la intención de que no se llegue a ningún arreglo, porque francamente ... (Voces: ¡No, no!)
Señores, suplico me permitan hablar, tengo el uso de la palabra, vamos suponiendo que me he equivocado y quiero suponerlo, porque para mí es muy doloroso creer que alguno de los compañeros, en la más pequeña parte no obre de buena fe; pero, ¿por qué no ha fijado el señor Piña una condición conveniente?, porque hay un puntillo de honor en ese punto, porque el señor Maytorena se ha hecho el propósito, seguramente, de no designarlo hasta que tomen Naco. Yo quiero que el señor Piña se dirija a Maytorena, diciéndole que por encima de la legalidad. que invoca, que por encima de su cargo como gobernador del Estado, se encuentran los intereses de la Patria; ya se le ha repetido y se le ha dicho con mucha alteza de miras y con mucha insistencia, que lo que se trata de evitar es el derramamiento de sangre, tanto por ellos mismos como por el precedente que se sienta, porque se sienta un verdadero precedente y si no se suspenden estos combates pronto, la Convención fracasa; por lo tanto, suplico al señor Piña que en nombre de mis compañeros, proponga un medio. El conoce el terreno, él conoce las circunstancias, y nos podrá dar un medio para solucionar el conflicto.
El C. Aguirre Benavides:
Pedimos a la honorable Asamblea nos permita retirar el dictamen para reformarlo en el sentido de que se retiren las fuerzas a Villa Verde.
El C. Piña:
No, señor. Son cuarenta kilómetros. Yo propondría que se fueran cerca de Naco.
El C. Obregón:
En primer lugar, señor, si no se suspenden las hostilidades, si fueran a reanudarse los combates mañana o pasado, está bien que se tengan las posiciones. Todo el que quiera pasar por nosotros, pasaremos sobre él. (Aplausos)
El C. Piña:
Pido la palabra.
El C. secretario:
Se pregunta si la comisión de Guerra retira el dictamen. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse en pie. Aprobado que se retire el dictamen.
Pasa a la comisión de Gobierno para que resuelva la segunda proposición, que dice que la comisión de Guerra sea la encargada de dictaminar sobre la distancia a que pueda permitirse la distancia de las tropas, tanto al norte como al sur de Aguascalientes. El dictamen es: Pasa a la comisión de Gobierno. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse en pie.
El C. Serrano:
¿Tuviera la bondad de decir la Secretaría cuál es esa comisión de Gobierno?
El C. secretario:
La comisión de Guerra, al referirse a la comisión de Gobierno, se refiere a la trilogía García Aragón, Avila y Fuentes D. El dictamen dice así:
Pasa a la comisión de Gobierno para que resuelva lo necesario.El mismo C. secretario:
Se pone a discusión nuevamente el cuarto acuerdo reformado, que dice así:
Ordénese terminantemente al gobernador Maytorena, reconcentre sus tropas que asedian Naco y Agua Prieta a Anibaicachí, punto que se encuentra a mitad del camino entre ambos lugares e inmediato a la línea internacional.Está a discusión. ¿No hay quién pida la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse en pie. Aprobado.
El C. secretario:
Está a discusión el quinto acuerdo, que dice:
Pásese a la comisión de Gobierno para que resuelva lo necesario.
Sexto:
Igual trámite que con el anterior.El C. Ruiz:
Pido la palabra.
El C. Vega:
Parece que mi general Dávila había pedido que se le retirara de la comisión de Gobierno, porque tenía otra comisión.
El C. secretario:
No está a discusión eso. Los que estén por la afirmativa, que se pase a la comisión de Gobierno, sírvanse ponerse en pie. Aprobado.
Está a discusión el séptimo acuerdo que dice:
Permítase a los señores delegados quedarse solamente con dos asistentes y dos oficiales, debiendo dar los nombres de ellos a la Junta de Gobierno.
Está a discusión.
El C. Chao:
Pido la palabra.
El C. presidente:
Tiene la palabra el ciudadano Chao.
El C. Chao:
No veo la razón, señores, para que a cada uno de los señores delegados presentes aquí, en Aguascalientes, no se les permita que los acompañen uno, cinco o seis oficiales, con sus respectivos asistentes, para las atenciones que tienen.
Estando ellos aquí, sus oficiales están trabajando en sus respectivos departamento.
Como yo -y va el burro por delante, dispensen ustedes-, creo que todos los señores tienen negocios en sus departamentos respectivos y mientras ellos vienen aquí a la Convención, los señores oficiales están trabajando fuera. Yo tengo mi carro especial, mi carro escritorio, y en ese carro tengo una guardia de asistentes.
Yo veo mucha desconfianza de parte de la Convención; nos va a permitir que nos quedemos únicamente con dos oficiales y dos asistentes y nos son enteramente inútiles esos oficiales. A mí se me ofrece mandar en estos momentos un comísionado a la ciudad de Parral para averiguar cómo está mi Brigada, me quedo con un oficial y sí se me ofrece otra comisión, me quedo solo. ¿Quién trabaja por mí fuera de la Convención?
Yo suplico a los señores delegados que reconsideren ese acuerdo de la Convención, y que nos pennitan cuando menos cinco oficiales.
El C. secretario:
Está a discusión.
El C. Dionisio Triana:
El objeto de la moción es que los soldados no anden por ahí en estado de ebriedad; creo que como los soldados, pueden también embriagarse los jefes. y daría el mismo resultado.
El C. Paniagua:
Hay una cosa también que debe tener en consideración el general Chao, que a esta Convención hemos venido única y exclusivamente a tratar los intereses de la Patria, de manera que debemos hacer un esfuerzo para que todo lo demás quede fuera para podernos concretar a tratar todo lo que atañe a la Convención.
El C. Chao:
Pero si aquí parece que no tenemos confianza en nosotros mismos, hay por ahí una proposición para que todos vengamos desarmados y dentro de poco nos van a decir que tengamos recortadas las uñas para que no nos vayamos a arañar.
El C. Julio Madero:
Tiene razón el general Chao, los demás generales están en las mismas condiciones y es natural que tienen que atender a los negocios de las Brigadas, que no pueden quedar abandonadas, que vayan a ver las condiciones en que se encuentran.
El C. Mariel:
Para una pregunta: ¿qué es lo que está a discusión?
El C. secretario:
Está a discusión el dictamen séptimo de la comisión de Guerra, que dice así: (Nueva lectura)
El C. Mariel:
¿Quién firma eso?
El C. secretario:
La comisión de Guerra, que fue comisionada para estudiar el caso, en virtud de una proposición que dice así: (Se le dio lectura a la presentada por el ciudadano Iturbe, en que pide dé esta ciudad las escoltas de los jefes que se encuentran en ella)
El C. Mariel:
Pido la palabra para oponerme, tanto a la solicitud como al dictamen rendido, desde el momento en que hay una Junta de Gobierno plenamente autorizada por esta Convención, para hacer todo lo conveniente a fin de garantizar el orden en la ciudad; creo que es la única encargada para decir, dentro de la población, debe hacerse esto y esto otro, con relación a las escoltas que hayan traído determinados generales; así es que a ella atañe, desde el momento en que ellos son los responsables; si ellos creen conveniente que para garantizar las vidas y los intereses de todos los señores delegados, el que se retiren todos los oficiales y soldados traídos por los generales, en ese caso que ellos lo digan aquí a la Convención, para que resolvamos nosotros.
El C. Berlanga:
En ese sentido iba a hablar también, apoyándome precisamente en que se ha apoyado a la comisión para que ella garantice el orden y que debemos nosotros de respetar sus mandatos y sus funciones y no invadírselos. A la comisión se le ha confiado el dictamen y la resolución de otro problema todavía más trascendental: la retirada de las fuerzas del Estado; con más razón podemos perfectamente confiarle a la Junta Neutral de Gobierno la resolución de este punto, para que bajo su responsabilidad esté garantizado el orden; si nosotros queremos exigirle responsabilidades a la comisión, debemos también darle derechos.
El C. Secretario:
Continúa a discusión el dictamen de la comisión de Guerra.
El C. Siurob:
La misma comisión pide que se apruebe la proposición, ¿no es así? (Voces: ¡No, no, no!)
El C. secretario:
La que suscribe el señor general Iturbe.
El C. Siurob:
Pues si hacéis lo que quiere el señor general, resultará que no faltarán disensiones; si la junta o si la comisión dijera que cada uno de los generales deberán limitar el número de oficiales que forman su escolta, para evitar que surgieran algunas disensiones, yo diría que la ley ha de ser pareja, y solamente pido que se faculte a la Junta para que por consideraciones especiales pueda conceder un oficial más a otra persona. La ley debe ser pareja, mi general. (Voces: ¡No, no!, campanilla)
El C. Mariel:
Suplico al señor presidente se sirva preguntar, por conducto de la Secretaría, si está suficientemente discutido el dictamen.
El C. secretario:
La Mesa pregunta, por conducto de la Secretaría, si está suficientemente discutido el dictamen. Sírvanse poner en pie las personas que consideren que está suficientemente discutido el dictamen. Está suficientemente discutido.
En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse poner en pie. Reprobado.
El C. Berlanga:
Pido la palabra. Para pedir que se pase a la comisión de Gobierno y que ella sea la que dictamine. (Siseos)
El C. secretario:
Siendo esa otra proposición, la Mesa suplica al señor Berlanga se sirva hacerla por escrito.
El C. Vigil:
Pido la palabra. A ver si la Mesa Directiva tiene la bondad de informarnos respecto de los reos políticos que van camino de Laredo.
El C. Serrano:
Para una moción de orden.
Se aprobó que fueran tres ciudadanos delegados a invitar al señor Carranza y todavía no han sido designados.
El C. secretario:
La Mesa solicita se le conceda un plazo breve para pensar y nombrar esos delegados.
El C. presidente:
La Mesa trata de ponerse de acuerdo en un punto interesante.
El C. secretario:
La Mesa ha acordado que se suspenda la sesión pública, para continuarla en secreto.