CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA
Compilador: Florencio Barrera Fuentes
SESIÓN CELEBRADA EL DÍA 24 DE OCTUBRE DE 1914 EN LA CIUDAD DE AGUASCALIENTES
Segunda parte
PRESIDENCIA DEL C. GENERAL ANTONIO I. VILLARREAL
El C. Piña:
Tengo el uso de la palabra.
El C. Gutiérrez:
¿El señor Piña tendrá la bondad de decirme si existe el orden constitucional en Sonora?
El C. Piña:
Sí.
El C. Gutiérrez:
Entonces, Sonora no cumple con los principios de la Revolución, porque conforme a la Constitución no pueden quitarse las tierras a los que se las han robado, y dárselas a los indios. (Aplausos)
El C. Piña:
Lamento mucho, señores, que algunos de los delegados se dejen guiar por simples prejuicios. (Voces: ¡No, no!) Externan opiniones y hacen manifestaciones en talo cual sentido, basados en sugestiones (voces: ¡No, no!), como muchos por ignorancia o malevolencia las han hecho. (Voces: ¡No, no!) Sí, señor. Tengo el uso de la palabra.
El C. Lugo:
Que se suspenda la discusión. Eso será materia de otro asunto.
El C. Piña:
Que no se suspenda. Estoy argumentando en favor del dictamen.
El C. secretario:
La Presidencia, por conducto de la Secretaria suplica a la honorable Asamblea que deje hablar al orador, y al orador, que se sujete al punto que está a discusión.
El C. Piña:
El compañero general Gutiérrez manifiesta que en Sonora, por el hecho de haber un gobernador constitucional, no se podrán cumplir los principios de la Revolución. Está equivocado mi preopinante; en Sonora, sépanlo ustedes, existe una ley, la cual creo que no existe en ninguna otra parte de la República, en virtud de la cual se pueden expropiar terrenos por causa de utilidad pública (voces: ¡Ah!, ¡ah!); se pueden expropiar, se pueden decomisar, y se ha hecho.
El C. Serrano:
Para una moción de orden. Mientras el señor Piña siga conquistando aplausos, no va a concretarse al punto del dictamen.
El C. Lugo:
Para una rectificación. No es posible que haya una ley para decomisar, como lo acaba de decir el señor Piña, para expropiar; fue un error.
El C. García Vigil:
De todo lo que se ha dicho desde hace unos quince minutos más o menos, he colegido que en el Estado de Sonora no existe ni el orden constitucional, ni el orden revolucionario, y lo voy a probar; porque cuando se trató de poner en libertad a los presos políticos, el señor Maytorena dijo que no podría intervenir en el orden judicial, luego dijo que sí, y luego, en el último telegrama, dijo que él los había mandado aprehender de nuevo. Primero intervenía ante el Poder Judicial, y, luego, de motu proprio, abrogándose el derecho que tiene el Poder Judicial, los detenía otra vez en la frontera. De todo esto deduzco que el señor Maytorena no obra ni constitucional ni revolucionariamente. (Aplausos)
El C. Piña:
Para una aclaración. Voy a hacer una explicación al compañero Vigil.
El C. Siurob:
Para una moción de orden. Insisto con bastante pena cerca del señor presidente, respecto a que se está saliendo el señor Piña del punto a discusión; y, ¿por qué se tienen dos pesas y dos medidas? Apenas uno de nosotros se sale del punto a discusión, se le suspende en el uso de la palabra. El señor Piña se está saliendo del punto a debate y no se le suspende.
El C. secretario:
Se vuelve a repetir al señor Piña no se salga del punto a discusión.
El C. Piña:
Yo he hecho las aclaraciones que los mismos compañeros han solicitado de mí, porque no dejan o no quieren que se trate el asunto. Yo tengo obligación de hacer historia de lo que pasa ahí.
El C. secretario:
Se suplica a la Asamblea, para que ésta tarde menos tiempo, deje acabar de hablar al orador, y al orador se le vuelve a suplicar por segunda vez no se salga del punto a discusión ...
El C. Berlanga:
Hay un error de parte de la Secretaría diciéndole que no se salga del punto. Todavía no ha entrado a él. (Risas)
El C. presidente:
Continúa en el uso de la palabra el señor Piña.
El C. Siurob:
Para insistir en mi moción de orden en este sentido. La Mesa debe revestirse de energía, y cuando un orador como el señor Piña, tantas veces ha demostrado que se sale del punto y que no lo atiende, la Mesa Directiva debe revestirse de energía para suspender a los oradores que tengan esa mala costumbre, en el uso de la palabra.
El C. presidente:
La Mesa Directiva contesta a usted, señor delegado, que hace un momento está precisamente desplegando la energía debida; pero con bastante pena ha visto precisamente que algunos señores delegados, alardeando precisamente de energía y de orden, se salen completamente de él y no dejan hacer uso de la palabra a los que tienen derecho de hacerlo.
El C. Siurob:
Protesto, si se refiere especialmente a mí la observación de la Mesa Directiva, puesto que a toda la Asamblea consta perfectamente que el señor Piña no ha tratado, ni siquiera ha tocado el punto.
El C. Piña:
Porque no me dejan ustedes.
El C. presidente:
Es decir, a los delegados se les ha suplicado lo dejen continuar en el uso de la palabra, y al señor Piña se le ha recomendado que se concrete al punto; pero en vista de que hay un desorden tremendo, no se oye nada de lo que habla el señor Piña, y, en consecuencia, no puede uno saber si trata del punto en cuestión.
El C. Piña:
Debo manifestar, tanto al honorable presidente como a los compañeros, que si yo me salgo del punto a discusión, es precisamente por culpa de los delegados. Los señores delegados son los que me han hecho interpelaciones relacionadas con el gobierno de Sonora, y yo tengo la obligación y tengo el derecho de hacer las explicaciones conducentes. En consecuencia, culpa será de los delegados, y no del que habla el que se pierda inútilmente el tiempo.
Voy a referirme a las opiniones vertidas por el compañero Vigil.
El C. secretario:
Se suplica a los señores delegados no contesten alusiones.
El C. Piña:
Tengo la obligación de hacerlo, y el derecho también.
El C. secretario:
Me ordena la Presidencia de la Mesa Directiva ...
El C. presidente:
Porque ha hecho usted uso de la palabra algún tiempo, y yo desearia que se concretara, para evitarme el bochorno de tener encima a las delegaciones diferentes, que reclaman se concrete usted. (Aplausos)
El C. Piña:
Entonces me reservo para después.
El C. González Garza:
El señor García Vigil aseguró que el señor Maytorena, en su último mensaje, manifestaba a la Asamblea haber ordenado poner en libertad a los presos. Es falso. El señor Maytorena no ha puesto ese mensaje; fue el señor general Sosa, que fue al Estado de Sonora como representante de esta Convención.
Queda destruída por su base la afirmación del señor Vigil.
El C. secretario:
Está a discusión el dictamen. (Lo leyó)
El C. E. González:
Pido la palabra en pro del dictamen. El dictamen está bien fundado, bajo el principio de que nosotros todos nos abstengamos de tratar asuntos que podrían perjudicar a las facciones que están representadas en la Convención. No quiero saber en este momento si hay razón para restablecer el orden constitucional; ese punto no lo podemos tratar hasta después del día 26. De manera que suplico a los miembros de esta Asamblea que consideren ese punto, y no pierdan más el tiempo, y de una vez aprueben ese dictamen; y a las personas que han hecho esa proposición, la vuelvan a repetir después del dia 26.
El C. Gallegos:
Señor presidente, podemos retirar nuestra proposición, nada más con esta siguiente pregunta al señor delegado de Sonora: si él cree que está restablecido el orden constitucional.
El C. Piña:
No solamente lo creo, sino que lo he afirmado siempre. Allí nunca se ha interrumpido el orden constitucional.
El C. E. González:
Pido que no se les permitan esas discusiones personales.
El C. Gallegos:
Entonces yo, por mi parte, retiro la proposición, para presentarla el día 26.
El C. presidente:
No se puede retirar, puesto que ya se ha dictaminado. Que se resuelva sobre el dictamen de la comisión.
El C. secretario:
Se pregunta a la Asamblea si considera suficientemente discutido el punto. Los que estén por la afirmativa, sírvanse poner en pie en votación económica se pregunta si se aprueba el dictamen rechazando la proposición. Los que estén por la afirmativa, de pie. Aprobado el dictamen.
La comisión de Gobernación ha presentado el siguiente dictamen:
Aguascalientes, 22-X-1914.
Esta comisión tiene la honra de dictaminar que es de aceptarse la proposición formulada el día 21 del corriente por los ciudadanos Rodríguez Cabo, Banderas, Benignos y Gutiérrez de Lara que dice así:
Propongo a esta honorable Asamblea que en la forma que crea más conveniente proteste contra las aseveraciones de algunos periódicos, respecto a que tenemos presión material y que, por consiguiente, no deliberamos en las sesiones de esta misma Convención con toda libertad de criterio.
Y proponemos a la misma Asamblea que en éste y en casos semejantes se autorice a esta comisión para formular las protestas o votos de censura que procedan, sometiéndolos previamente a la aprobación de la Asamblea.
La comisión de Gobernación.
General G. García Aragón.
Raúl Madero.
M. Espinosa.
M. A. Peralta.
El C. Berlanga:
Pido la palabra en contra.
Yo quiero que quedemos en el concepto en que el pueblo nos tiene en estos momentos, como la avanzada del Ejército, que va a resolver los problemas de la Patria.
No debemos comenzar nuestras deliberaciones poniendo un freno a la prensa; creo que precisamente escuchando la opinión de todos, y viendo cómo pensamos los amigos y los enemigos, podremos perfectamente normar nuestra conducta. No creo de ninguna manera un acto justo poner una mordaza a los escritores; comenzaríamos por fundar una tiranía.
Además, los medios que proponen los señores que hacen la proposición, son los más indecorosos; y lo digo porque una razón no se combate con un insulto o con un voto de protesta. La razón debe combatirse con la razón, y los señores que han emitido alguna opinión en contra de la soberanía de la Convención, si están en un error, nosotros no deoemos contestarles con un voto de censura; debemos contestarles con las razones que tenemos, justificándoles que tenemos perfecto derecho en declararnos soberanos. Así estaremos en nuestro deber, así cumpliremos con uno de los más grandes principios de la libertad de la prensa.
No estoy ni siquiera en las condiciones de poder creer que los artículos que han aparecido en El Pueblo y en El Liberal, haciendo alusión a la soberanía de la Convención, vengan a herir personalidades y susceptibilidades de individuos de la Asamblea que hayan de venir a herír en conjunto a los principios que la Asamblea sostiene; por lo tanto, si algunas personas se han considerado lastimadas en su fuero interno y se han considerado heridas parcialmente, esas personas deben contestar con insultos si no tienen otros medios para contestar, con protestas si no tienen otros medios para defenderse; pero si la Asamblea insiste en lanzar la protesta, en general los principios que sostenemos se mantienen firmes; a pesar de todos los artículos de los editorialistas de El Liberal y El Pueblo, a pesar de esos artículos y otros muchos, nosotros no debemos dudar ni por un momento de la firmeza de nuestras convicciones ni debemos creer por un momento que esos artículos han de venir a enfriar nuestros ánimos. Dejemos que se escriba, escuchemos la voz de todos, y así normaremos nuestra conducta en el sentido de la libertad. (Aplausos)
El C. Marciano González:
He pedido la palabra para apoyar el dictamen, y me voy a permitir llamar la atención del ciudadano Berlanga a los términos de la proposición, a fin de que nos orientemos ambos. (Leyó la proposición inserta en el dictamen) Es el caso concreto; en términos generales, yo, como usted, abogo por la completa, por la absoluta libertad de la prensa. Usted sabe cuáles son mis creencias, y seguirá usted respetándolas como yo respeto las suyas, que las encuentro honradas; pero aquí es la cuestión única, concreta, que se proteste contra las aseveraciones de algunos periódicos, respecto a que tenemos presión moral. Es un hecho tácito, preciso, y yo pido también que se proteste, porque no es verdad, señores.
El C. Berlanga:
Pido la palabra.
El C. Vásquez:
El voto de censura que se ha propuesto, no es censura; es una protesta.
El C. Raúl Madero:
Señor presidente, pido la palabra.
El C. Vásquez:
Favor de leer el dictamen.
El C. secretario lo leyó de nuevo.
El C. Vásquez:
Estoy segurísimo de que ninguno de los presentes, ninguno de los que han luchado por la libertad, tiene ni siquiera la idea de amordazar a la prensa, ni de poner un dique al pensamiento. Aquí se trata únicamente de protestar ya no digo contra los periódicos, contra individuos perversos y corrompidos que se han metido últimamente a nuestra causa; individuos que han servido a todos los partidos; que han sido felicistas, reyistas, vazquistas, maderistas, huertistas, y hoy son carrancistas o convencionistas. Tenemos como ejemplo a Barrón y a Ceballos -entiendo que también es de la. misma calaña-. Esa es una protesta únicamente contra la libertad de imprenta, no contra el pensamiento, tampoco contra individuos.
El C. Raúl Madero:
Pido la palabra para una aclaración.
Tengo que informar a la Asamblea que éste ha sido el criterio de la comisión al dictaminar en la forma en que lo hizo, y aunque no se ha hecho ver muy claro, quiero leerles un dictamen sobre la misma proposición, que dice: (Leyó) (Aplausos)
El C. VilIarreal:
Pido la palabra en contra.
El C. González Garza:
Pido la palabra en pro.
El C. Villarreal:
Quiero hablar en contra del dictamen. Quisiera que no se aprobara por la Asamblea, porque sería hacerles un gran honor y darles una gran importancia a hombres que no merecen otra cosa que el desprecio, como Heriberto Barrón y Ciro B. Ceballos. (Aplausos) No debe la comisión perder su tiempo en discutir estos andrajos del honor, esos mercaderes de la politica, que lo mismo quemaban incienso ante el rey Porfirio Díaz, como lo queman ahora ante aquel que está en el poder, sea quien fuere. (Aplausos) Al contrario, deberíamos preocuparnos y deberíamos desear que Heriberto Barrón y Ciro B. Ceballos continúen atacando a la Convención, porque de esa manera hablan en pro de la Convención ante el criterio nacional. Deshonra sería que hombres, periodistas como ellos, estuvieran a nuestro lado; mejor es que sean nuestros enemigos, mejor es que sigan imputándonos, que sigan negándonos la soberanía que quieren para ellos o para las personas que puedan hacer favor a ellos. Por las razones expuestas, desearía que se desechara el dictamen y que dijéramos, que excitásemos a los citados periodistas a que continúen en su misión, que mientras sea contra la Convención, es favorable a la Convención. (Aplausos)
El C. González Garza:
Pido la palabra en pro del dictamen.
El C. presidente:
Tiene la palabra el ciudadano Gutiérrez de Lara.
El C. Gutiérrez de Lara:
El dictamen no nos dice que sea una protesta en tal forma, contra tal individuo. Hemos visto la labor de la prensa en contra de la Convención, no precisamente porque discuta la soberanía de ella, sino porque el principal papel, el inmediato que tenemos que desempeñar aquí es labor de concordia, de unión, entre los grupos disidentes; pues bien, esa labor tan noble, qu a ningún mexicano debía de estorbarle, parece que les causa horror a ellos, y al referirme, al decir ellos, me refiero a la mayor parte de los periódicos, porque ya en editoriales, ya en gacetillas, ya en supuestos telegramas, se están inventando mentiras y calumnias que tienden exclusivamente a separar a los grupos que nosotros tratamos de unir.
El dictamen previene que se proteste contra esa labor, especialmente contra la mentira de que estamos aquí deliberando bajo una presión material, porque no es verdad. Son unos infelices los que lo dicen; pero también es cierto que de esta manera van envenenando la opinión pública. Nosotros debemos de protestar, pero no en determinada forma, de la injuria que algunos delegados, con elocuencia creyeron ver. Nosotros debemos de protestar, y la comisión tiene el derecho de elegir esa forma de protesta, y yo me permito sugerir que esperemos unos dos o tres días, puesto que ya está resuelto que esta Convención tenga su órgano oficial, y dentro de ese órgano oficial cabe muy bien la protesta. Nosotros no nos vamos a ocupar de las inmundicias de que ha hablado con mucha justicia el ciudadano Villarreal; ésas están ya juzgadas por todos los que las conocen; pero para evitar que la opinión se siga envenenando, es preciso que tengamos nuestro órgano, y que en ése se hagan las protestas debidas.
El C. Siurob:
Pido la palabra en contra, y absolutamente de acuerdo con el compañero Villarreal, para que no nos degrademos hasta el grado de contestar a individuos que nos atacan con armas tan infames. Para que esta Convención sea soberana, ponen ellos como obstáculo la barrera de la ley, que no puede ser barrera para nosotros desde el momento en que la ley no es el derecho, y que el derecho es lo que debe ser, y que la ley no es otra cosa sino lo que puede ser en virtud de las circunstancias; si nos han obligado a pasar encima de la ley, no nos pueden poner a la ley como barrera. Nos han querido poner la razón de que deberíamos ser nombrados por el pueblo democráticamente y que, conforme a la ley, debíamos ser nombrados para que tuviéramos la soberanía popular, sin ponerse a considerar que no es esa la razón por la que estamos aquí; estamos aquí por la necesidad nacional, porque es una suprema necesidad que haya un poder que componga todas las facciones, que las sujete a su dominio; y ¿quién mejor para abrogarse ese poder que los que tienen en sus manos la fuerza, esa fuerza salvadora que ha sabido conservar los principios de la República?
La Nación tiene nuevos ideales; todos los pueblos van cambiando de ideales a medida que van progresando en el camino de la civilización; ¿quién mejor para guardar esos ideales, para elevarlos a la categoría de derechos del pueblo, que esta Convención, es decir, la reunión de los hombres que han tenido tanto la conciencia de esos ideales, tanta seguridad en esas necesidades nacionales, que han sabido defenderlas exponiendo su vida?, ¿cómo estarán mejor representados esos hombres del pueblo que han sabido conservar esos ideales, defenderlos y llevarlos por el camino de la victoria?
Aquellos hombres han seguido al campo de la lucha a los que estamos aquí presentes, y es claro que hayan depositado en ellos su absoluta confianza. ¿Quiénes tienen más derecho en los actuales momentos para juzgar acerca de los ideales de la Asamblea: los que no lucharon absolutamente nada y que se quedaron por miedo, por conveniencia o por otra razón que no sea del caso referir, en casa, o los que fueron a defenderlos exponiendo su vida y separándose del seno de sus hogares? Esos son los que nos dice la prensa que callan, y en cambio nos ponen como barrera una barrera débil, una barrera frágil, que hemos sido los primeros en traspasar, precisamente por el bien de la Patria. (Aplausos)
El C. González Garza:
Pido la palabra en pro del dictamen. Mi intención fue tomar la palabra inmediatamente después del señor Villarreal; pero un compañero la pidió al parecer, primero, y no tuve más remedio que esperar.
Es muy fácil, señores delegados, atraerse los aplausos de la Asamblea hablando mal, y con razón, de Ciro B. Ceballos y del otro periodista cuyo nombre no quiero ni pronunciar. Pero no se trata de esos individuos. Se trata de un hecho real y positivo: la prensa de México que, entre paréntesis, no es libre, ha asentado que en esta Asamblea los miembros pertenecientes a ella están cohibidos por una fuerza moral muy grande, y es eso lo que es preciso que esta Asamblea rechace, porque es falso.
Eso es precisamente lo que dice el dictamen: que se proteste contra esa imputación injustificada, a todas luces injusta, a todas luces falsa; que haya un solo delegado que se le haya cohibido en su libre acción para venir a manifestar sus ideas, seguramente que no hay ninguno, y, en consecuencia, estamos obligados a aceptar ese dictamen, porque es justo.
Yo soy de opinión, señores, que la prensa se combate por medio de la prensa, y precisamente en este momento la prensa nacional está guardando, está tomando posiciones en los lugares que le corresponden; juzgue la sociedad, juzgue el pueblo, cuál de las prensas está obrando bien y cuál está obrando mal. La Convención no tiene derecho de inmiscuirse en asuntos que están perfectamente señalados; en la Constitución de la República Mexicana existe la libertad absoluta de pensamiento, y cometería un grave error esta Asamblea en ir a interponer su influencia, o la influencia que pretende tomar, en la conciencia de los periodistas.
El dictamen está perfectamente bien hecho, y la Asamblea debe aprobarlo, porque se trata de protestar contra esa afirmación, hecha dolosamente, en la ciudad de México; en la Asamblea no hay, no existe, ninguna fuerza moral que contravenga los deseos de los convencionistas.
Tratar aquí en lo personal de los periodistas, claro está que entonces toda la Asamblea se tiene que cargar a favor de aquel que vaya en contra de Ciro B. Ceballos y del otro individuo; pero no se trata de eso, repito; se trata de desvirtuar una afirmación expresa que se ha hecho en la ciudad de México y que está obligada la Asamblea a rechazar por injusta. Si hay alguno que se oponga a que la Asamblea haga declaración de que no existe ninguna presión moral, entonces creeré que ese individuo está de acuerdo con la prensa de México.
El C. Berlanga:
Protesto. Digo que protesto en contra de lo aseverado por el señor González Garza, porque yo nunca he tenido ningún freno, ni nunca lo aceptaré, porque lo he dicho y lo diré; yo no acepto ninguna tiranía, ni aquí arriba ni allá abajo. (Rumores) No me he equivocado en ese sentido; yo he dicho lo que pienso.
Así, pues, si la prensa dice que estamos cohibidos pór una fuerza material o moral, aquel que quiera protestar es porque se siente cohibido; yo no protesto; porque no me siento cohibido.
El C. Lugo:
Pido la palabra en contra del dictamen. No para reproducir los razonamientos que con tanta claridad han expuesto los señores que se han adherido, es decir, que opinaron en contra del dictamen, sino para concretarme a algunos puntos expuestos por el señor Gonzá)ez Garza. No debe hacerse caso de lo que diga Ciro B. Ceballos o Heriberto Barrón, que no podrán hacer nada contra la soberanía, contra la supremacía de esta Convención, porque, como ha dicho muy bien el señor Villarreal, sería descender la Convención. No debe fijarse el señor González Garza en que no entraña ninguna trascendencia el que esos señores digan lo que quieran de la Convención; esos señores firman sus editoriales y, en consecuencia, ellos solos y sólo ellos son los responsables de lo que está escrito en esa prensa. ¿Cómo puede culparse a nadie si ellos y sólo ellos son los responsables?
En segundo lugar, si el motivo que determina a los de la comisión para exponer que debe de protestar, porque dicen que no estamos libres, entonces, señores, si ese es el fundamento para decir que no es verdad, porque no lo es que estemos oprimidos en esta Asamblea, señores, pueden aquellos hombres decir que esa declaración, que esa proposición fue acordada aquí también por presión. Fíjense los señores que pusieron esa moción, fíjense los señores de la comisión que han dictaminado en eso, que así como dice Pedro, Juan, Francisco, que aquí no hay libertad, así también pueden decir que esta censura, este voto de censura, se da por presión.
No aventajamos, pues, un ápice con decir ante el mundo, ante la Nación que aquí estamos libres. Los hechos, las soluciones que se están verificando aquí, son la prueba más elocuente, más incontestable, de la soberanía de esta Asamblea; y, por lo tanto, suplico que no se nos estimule, que no se nos quiera estimular con un falso cargo a los que nos oponemos a la aprobación de ese dictamen. (Aplausos)
El C. González Garza:
Pido la palabra para una alusión personal.
El C. Berlanga:
Pido la palabra en contra del dictamen.
El C. González Garza:
Voy a contestar solamente la alusión personal del señor licenciado Lugo. He visto con placer que en todo lo que ha dicho el señor Lugo ha estado de acuerdo conmigo. Yo no considero que deba tratarse en el seno de esta Asamblea la personalidad del señor Ceballos y su compañero; pero note el señor licenciado Lugo, y en eso es en lo que estamos de acuerdo, que no son los editoriales únicamente de esos señores los que han hecho efecto a esta Asamblea; son todos los párrafos de gacetilla, tergiversando un mensaje, cambiando de una manera rotunda los hechos; y es a la prensa, es una declaración que se hace a la prensa, no a esos dos escritores, que bien sabe Dios que deben cuidarse del fallo supremo de la Revolución. Note el señor, pues, que está enteramente de acuerdo conmigo. No es a esos señores, sino a la prensa, a quien se va a hacer la protesta.
El C. Marciano González:
Ya hemos oído de labios de todos los aquí reunidos cómo entendemos la libertad de imprenta, y cómo deseamos que se ejercite; pero una cosa es pretender aherrojar el pensamiento, y otra cosa es limitar la pluma a los estrechos, a los precisos límites de la verdad. (Aplausos)
¿Va la Convención a sancionar una mentira que la prensa pregona, sólo porque es prensa? El que calla, otorga. ¿Con nuestro silencio vamos a responder a esas mentiras? No se trata aquí de personalidades; esas personalidades están ya juzgadas; se trata aquí del criterio amplio del pensamiento, y de lo estrecho o de la amplitud también de la verdad. Cuando los periodistas hablen con justificación, cuando no vengan precisamente a sacar de aquí noticias en contraposición con lo que aquí se ha acordado, bien venida la fuente de información que tienen nuestros poderdantes. La que lleva al pueblo en general noticias de esta Convención, es únicamente la prensa de la capital de la República y de algunos Estados, y sólo porque a esa prensa, como dije antes -ya está muy trillada la libertad-, se le pongan candados, que no se le pondrán jamás, vamos a solucionar, vamos a abrir un cauce amplísimo a la maledicencia y a la difamación.
Esta Convención ha venido aquí a deliberar con toda amplitud, y no recuerdo el caso que me haya dicho alguno de los compañeros que se le exija votar en tal o cual sentido; eso es un hecho. El dictamen de la comisión dice protestar contra la aseveración de que en esta Asamblea tenemos presión moral y que no podemos deliberar en las sesiones de esta Convención con entera libertad de criterio. Lo hemos visto, señores; es un caso muy reciente, no hay solución de tiempo todavía sobre él: ayer hemos estado discutiendo un punto en el que diferenciamos de opinión; nosotros hemos tardado cuatro horas, ¿por qué?, precisamente por la libertad de criterio, porque no había presión ni de personalidades, y de hecho cada uno individualmente sostuvo dentro de los límites de justificación y de verdad el principio que creía que era justo. (Aplausos)
Y precisamente para que esa prensa diga mañana cómo nosotros los de la Asamblea, los de la Convención, entendemos la libertad de imprenta, cómo aquí no se pretende al pensamiento ponerle cadenas, pero sí se le pone límite a la pluma, y ese límite es la verdad. (Aplausos)
El C. Berlanga:
Señores, es indudable que lo que más ha motivado la proposición son unos reportazgos, y no los editoriales; pero cualquier cosa, cualquier palabra, cualquier frase que existe en el periódico, de ello se hacen responsables los directores; más bien aquí se trata de la labor especialmente de El Liberal, y en este caso no sería la protesta en contra de la prensa total, sino en contra nada más de un solo individuo, que es el que sostiene ese periódico: en contra de Carranza. (Aplausos)
El C. Eduardo González:
Nosotros mismos, por el juramento que hemos hecho, hasta cierto lugar dimos al público razón para que dude de nuestra actitud; el pueblo no está enteramente informado de que no hemos abordado los asuntos de trascendencia para el país, por un juramento; la prensa actualmente se está valiendo de eso para negar la honradez y la libertad que existen en esta Asamblea; y así como la mayor parte de los oradores que han hablado en contra del dictamen han dicho que la prensa se combate con la prensa, así no se le debe coartar el derecho a la Convención de hacer la declaración de la manera más conveniente que crea posible, para de una vez para siempre dar a conocer a toda la República las intenciones buenas que tiene; esa es nada más la argumentación; quiero afirmar más el dictamen. Si nosotros queremos dar la libertad de imprenta, debemos principiar por no coartarnos nosotros mismos el derecho, y esa declaración no será más que dar a conocer al público la actitud honrada y patriótica que está asumiendo en estos momentos esta Asamblea.
El C. Siurob:
Señores:
Voy a hablar en contra diciendo: primero, la prensa se ha dicho que es un cuarto poder; bueno, ese poder hasta esta fecha es el único que no está controlado por la Revolución; de manera que para controlarlo no nos vamos a valer de la fuerza, porque precisamente en principio somos los que menos podemos coartar en lo absoluto la libertad del pensamiento; pero sí tenemos que controlar ese poder por medio de la verdad: por medio de la verdad es de la única manera como conseguiremos enseñorearnos sobre ese cuarto poder, que todavía no está al servicio de nuestros ideales.
Una vez entendido esto, nosotros no somos los que vamos a combatir por medio de la prensa a esa prensa; se necesita crear la prensa nacional; que fuera de este recinto exista la verdadera prensa, la prensa honrada, y echemos a esa prensa malévola de que nos servimos.
Se invoca aquí como una razón que si nosotros no protestamos en contra de las aseveraciones de la prensa, los que somos libres habremos dado nuestro asentimiento a lo que dice la prensa mentirosa. La razón más absoluta que tenemos para convencer a la Nación de que somos libres, es esta: que malamente pueden ejercer presión sobre nosotros los veinte mil hombres de Villa o los cincuenta mil de Carranza, cuando no ejercieron presión sobre nosotros los cien mil de Huerta; esa es la razón suprema. Nosotros tenemos dignidad propia, y el pueblo tiene la conciencia de que hemos sabido ponernos a la altura de las bayonetas; eso lleva también al conocimiento del pueblo la razón de que nosotros no nos doblegamos; por consiguiente, nosotros no necesitamos hacer esa declaración; nosotros somos libres porque lo hemos sido siempre; porque si no fuéramos libres, no estaríamos aquí; porque si acaso sintiéramos la menor presión sobre nosotros mismos, ya esta Convención se hubiera disgregado. No necesitamos, pues, hacer una declaración ridícula, porque nosotros somos libres como lo he dicho, y lo repito, porque nosotros hemos sabido rebelamos contra los elementos, porque sobre nosotros no han podido hacer presión los cien mil hombres de Huerta, porque si no fuéramos libres, no estaríamos aquí.
El C. secretario:
La Mesa pregunta a la Asamblea si considera suficientemente discutido el punto. Los ciudadanos que estén por la afirmativa, sírvanse poner de pie.
(Varios ciudadanos delegados piden la palabra) Por eso se les hizo la pregunta de que si lo consideraban suficientemente discutido. Los que estén por la afirmativa, sírvanse poner de pie o quedarse sentados.
El C. Villarreal:
Sigo hablando en contra.
El C. Rodríguez Cabo:
Para una moción de orden. Acaba de hablar uno en contra, y debe de hablar uno en pro. Pido la palabra para hablar en pro.
Señores, nos hemos divagado enteramente de la cuestión que está al debate; no se trata ahora de decidir sobre la libertad de imprenta; se trata nada más de rectificar una falsedad, y se trata también de obrar honradamente, señores; todos hemos venido aquí, los que no pertenecemos a la División del Norte, y debemos honradamente protestar contra la falsedad de que aquí se ejerce presión sobre nosotros; eso nada más es lo que se pide en el dictamen.
El C. Berlanga:
Para una aclaración. El señor Rodríguez Cabo, que iba a hablar en favor, no dio ninguna razón, no hizo más que repetir la proposición.
El C. Rodríguez Cabo:
Para una alusión personal. Aunque no tengo el talento del señor Berlanga, sí sé lo que he dicho. Nadie había hablado aquí de que era un deber de honradez, y deberíamos de obrar honradamente al rechazar el cargo que le hacen a la División del Norte de que ejerce presión. (Aplausos)
El C. Villarreal:
Decía uno de los oradores que si íbamos a sancionar lo dicho por Barrón y compañero, yo le contesto: no vamos a sancionarlo, vamos a despreciarlo; no es solamente la prensa de México la que está imprudente; tengo en mis manos Vida Nueva, de Chihuahua (aplausos), y encuentro por ahí un encabezado: Sigue el desgobierno del señor Carranza; cualquier párrafo que se lea es una impugnación justa o injusta: No somos nosotros los que sin razón ni causa atacamos al señor Carranza; es él mismo, con sus actos disparatados y necios, quien se pone en evidencia ante los mexicanos y extranjeros. Algunos jefes han resuelto trabajar con sus compañeros de armas en otro Estado, a fin de que se reúna el Gran Consejo de Guerra Extrordinario para juzgar al ciudadano Venustiano Carranza, el ex gobernador de Coahuila, acusado de haber atentado contra la soberanía de los Estados ... etc., etc.; y así está todo el periódico.
Se pide nada más que protestemos contra la prensa de México, y no se pide que protestemos contra la prensa de Chihuahua; yo considero que debíamos mantener la dignidad de la Convención y no ocupamos más de los que injurian y trabajan en contra de la paz de México, ni de los que injurian y trabajan en contra de la paz en Chihuahua.
El C. Raúl Madero:
Para hacer una aclaración al señor Villarreal. Si se fija en el dictamen, se verá que se concreta a un hecho; no se trata de protestar contra toda la prensa en la República.
El C. González Garza:
Pido la palabra para una aclaración y un hecho. Tengo en mis manos el periódico semioficial del gobierno en México. (Voces: ¿Cómo se llama?) El Liberal, y en letras grandes dice: Maytorena no respeta las órdenes de la Convención; y esto es una falsedad enorme, porque toda la Asamblea está convencida de que el señor Maytorena ha acatado al pie de la letra todas las órdenes dimanadas de esta Convención. El hecho: no es cierto que el dictamen por el que estamos haciendo esfuerzos por que se apruebe, diga que se protesta contra toda la prensa de México; dice que contra la prensa en general, contra la aseveración de que en esta Asamblea existe una influencia moral que priva a sus componentes de expresar libremente su voluntad. Esos son los hechos.
El C. Lugo:
Desde hace un momento, contestando al ciudadano González Garza un argumento, aduje que la Asamblea no debía de preocuparse porque don Ciro B. Ceballos o Heriberto Barrón dijesen tal o cual cosa en contra de la dignidad de esta Asamblea, puesto que ellos firmaban sus editoriales y solamente ellos se hacen responsables.
Entonces, como argumentaba el señor González Garza, y decía, no es únicamente el editorial del periódico con lo que se impugna a esta Asamblea, sino también en la gacetilla, donde se encuentran párrafos que lastiman la dignidad de esta Convención. Yo, señores, con esto, me afirmo más en mi opinión de que debemos despreciar todos esos cargos, porque si nosotros no hacemos caso de un editorial, que es un artículo de fondo, menos caso debemos hacer de gacetillas, que muchas veces no encuentran asiento en lo que se llaman las columnas de los diarios, y se les antoja publicar lo primero que se les presenta. ¿Cómo, pues, la Asamblea va a estar pendiente paso a paso, día a día, de las gacetillas de los periódicos, para estar aquí haciendo mociones de censura contra esas gacetillas? No, señores; la soberanía, la supremacía de esta Asamblea, exige que se dé muestra de un gran respeto a sí misma. El voto de censura que se propone es un atentado al derecho de la libertad de pensamiento. (Voces: ¡No, no es de censura!)
El C. Raúl Madero:
No es de censura, señor presidente, es nada más para aclarar ...
El C. Lugo:
Segundo, es un acto de tiranía; porque la Convención tiene el gran poder, porque la Convención tiene una gran facultad en estos momentos, ¿va a imponer su criterio, va a imponer su voto a todos y a cada uno de los ciudadanos que habitan en el país, para que no piensen, para que no hablen de algún modo que pueda lastimarnos? No, señores; si estos señores recurren a la prensa para asentar cargos contra nosotros, la prensa misma está obligada a contener en sus columnas las rectificaciones que vayan de aquí, y las rectificaciones deben de ser en forma respetuosa, en forma cortés, porque la soberanía de la Asamblea exige solamente una forma cortés que se emplee para contestar los cargos que se le hagan; no una forma dura; la Asamblea no debe emplear medios que parezcan restrictivos, que parezcan autoritarios; debe dejar en amplia libertad a todo el mundo para que hable, piense y diga su parecer, y si hablara falsedades en esas manifestaciones, la prensa está obligada a hacer la rectificación que se le mande de aquí, pero en forma correcta, no en forma de protesta.
El C. Ruiz:
Pido la palabra.
El C. Piña:
Pido la palabra.
El C. Peralta:
Creo que no necesita corrección el dictamen; lo que necesitamos es habernos fijado bien en el contenido del dictamen; está escrito en términos estudiados por la comisión; no las primeras palabras que se nos ocurrieron, sino después de un maduro examen. Sigo sosteniendo que el dictamen es correcto, y después de haber oído las diversas argumentaciones que se han presentado en pro y en contra, con entera imparcialidad debemos de reconocer que hay algunos argumentos que no han sido contestados a satisfacción y que indican la derrota de los oponentes al dictamen, entre otros, el argumento que ha presentado el señor Rodríguez Cabo, el argumento de honor y de rectitud no ha sido respondido por nadie.
Tenemos entre nosotros a los miembros de la División del Norte; se acusa en cierta manera a la División del Norte de ejercer presión material y moral sobre la Convención. En un artículo que aparece hoy en uno de los periódicos de la capital, se nos pinta a nosotros, los humildes defensores del pueblo, los defensores de la legalidad, como en medio de un caos tremendo. Se nos pinta como a Júpiter Tonante de la palabra, y luego se dice que allí fuera vemos en la plaza las bayonetas para ejercer presión sobre nosotros. Nosotros hemos leído ese editorial, y creo que la conciencia honrada de todos se ha sublevado contra esa imputación injuriosa.
El señor Lugo habla del respeto que se debe a la Convención; no sé cómo entenderá el señor Lugo el respeto; pero yo no creo que sea respeto el de un individuo honrado, decente, correcto, que yendo por la calle recibe un bofetón del primer malvado que se le presenta, y que dicho bofetón mancha su rostro; y a la Convención se le está insultando, se le está abofeteando; ¿es respeto de nuestra parte, señor Lugo, dejar que impunemente, dejar sin una protesta siquiera, sin una aclaración en último caso, que se diga en la capital y en todas partes del país que estamos aquí bajo la presión moral y material del general Villa? ¿En eso consiste el respeto? Por mi parte confieso que tengo un diverso criterio a ese respecto.
Por otra parte, señores, no solamente se está haciendo labor contra la Convención; se está haciendo labor contra la Patria. Vida Nueva, de Chihuahua, cuando habla contra el señor Carranza, realmente no está combatiendo al señor Carranza, no le está haciendo un mal al señor Carranza, sino a la Patria. El Liberal y El Pueblo, cuando en sus editoriales con lenguaje viperino tratan de cambiar por completo el criterio respecto a la Convención, no están perjudicándonos simplemente a nosotros como individuos; están perjudicando a la Nación, al pretender llevarnos a un conflicto que sería de desastrosas consecuencias para la patria. Yo creo que el dictamen es honrado; no estamos atentando contra la libertad de la prensa; no estamos queriendo amordazarla, aherrojarla, porque yo no concibo una prensa aherrojada, y sí una prensa muerta. Lo que estamos haciendo es una aclaración por honradéz, respecto a la División del Norte, y por propio decoro, respecto a la Convención. (Aplausos)
El C. Siurob:
Dice mi compañero que me acaba de preceder en el uso de la palabra, que no hemos contestado a la observación del compañero Rodríguez Cabo, referente a que por dignidad propia debíamos protestar que no estamos bajo el dominio de nadie. Yo me permito interpelar a la Asamblea en este sentido: ¿insiste la Asamblea, ha llegado a tal grado de desprestigio, que necesite hacer confesión de que no obedece a las indicaciones de nadie? ¿Necesita la Convención hacer una declaración para contestar a un gacetillero, en que diga que por primera vez han renunciado a su libertad propia y se han opuesto a la libertad de otro? La Asamblea no necesita hacer esa indicación, porque cada uno de sus individuos tiene conocimiento de su voluntad propia, cada uno de los individuos sabe que nadie sería capaz de ejercer presión sobre los demás, y la Nación entera está convencida de lo mismo, porque sabe que los que estamos aquí somos precisamente los defensores del pueblo. No se necesita, pues, hacer esa aclaración. Por tal motivo, queda contestado el único argumento que dice que dejamos sin contestar el compañero que me acaba de preceder en el uso de la palabra.
El C. Ruiz:
Señores delegados:
Dentro del amplísimo programa de la democracia, que basa las labores de la Asamblea, no puede haber una nota, una sola nota de censura contra la prensa; la prensa tiene derecho de expresar sus opiniones, pero también nosotros tenemos derecho de hacer protesta. De manera que la protesta cabe.
Por lo que respecta a lo que dice el señor Villarreal, como el señor Lugo, de que debemos ver con indiferencia y con desprecio a esos desgraciados y a esos infelices, yo pregunto, señores, aquí en el seno de esta Convención de hombres honrados, de hombres valerosos dispuestos a defender los intereses de la Patria: ¿cuál fue la misión hermosa de Madero? ¿ Cómo fue recompensado ese corazón noble, ese corazón patriota?; ¿cuál fue el enemigo más terrible que hizo caer a su gobierno? ¿ Acaso el señor Madero no debería haber despreciado a todos esos individuos, que se acercaron a él para perderlo? Fíjense ustedes, todos esos individuos eran del porfirismo, del Partido Conservador, de los partidos todos enemigos del pueblo. El señor Madero quiso verlos con desprecio y con generosidad, y el señor Madero murió en sus garras, casi por causa de ellos. ¿Vamos a permitir nosotros, porque somos honrados, porque somos llenos de buenas intenciones, que nos están, como dice el señor, que nos están abofeteando la cara? Vamos siendo prácticos, volvamos a la tierra y consideremos las pasiones humanas; si estamos con sueños, con sueños no vamos a llevar a la Patria a la salvación; con sueños vamos a satisfacer nuestros deseos personales, pero con sueños no vamos a la práctica. Es necesario, sí, que a esa prensa se le ponga un freno; hay que ser enérgicos con ella desde este momento, y no cejar un solo paso en ese camino, para que comprenda que somos respetables.
El C. Berlanga:
Pido la palabra en contra.
El C. Raúl Madero:
Ya ha hablado más de cuatro veces.
El C. Mariel:
Para una moción de orden. Ya hemos oído lo suficiente, y yo creo que ya podemos resolver si es de aceptarse o rechazarse el dictamen.
El C. Gutiérrez de Lara:
Ese dictamen ya lo hemos considerado; está hecha la protesta por toda la Asamblea.
El C. secretario:
Dice el dictamen: (Lo leyó) Pregunta la Mesa si se considera suficientemente discutida la proposición. Los que estén por la afirmativa, de pie. Declarada suficientemente discutida. En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, de pie. Aprobada. (Aplausos)
El C. González Garza:
Para un hecho pido la palabra.
El C. Siurob:
Propongo votación nominal.
El C. secretario:
Es notoria la mayorí'a; no hay duda, es notoria la mayoría de los delegados que se pararon.
El C. Aguilar:
Ayer se hizo votación nominal con sólo siete delegados que lo pidieron. Ahora lo pedimos nosotros.
El C. secretario:
Se suplica a los señores delegados, para poder entendernos, tomen asiento. La Secretaria dijo que hubo notoria mayoría por los que se pararon.
Los que están sentados viendo para enfrente, es imposible que vean quiénes se pararon detrás.
El C. González Garza:
Pido la palabra para un hecho.
Es muy probable que los señores delegados que se quedaron sentados, teman que el señor HeribeTto Barrón, si la Asamblea declara hacer una protesta, venga a disolver esta Convención a balazos. (Risas)
El C. Paniagua:
Yo no temo que el señor Barrón venga a disolver la Asamblea a balazos. (Siseos y risas)
El C. secretario:
La Mesa suplica orden. La Mesa ruega a los delegados que guarden la compostura que deben tener en esta Asamblea. (Aplausos) La Secretaría pregunta si está satisfecha con lo que dictó.
El C. Eulalio Gutiérrez:
Yo me quedé sentado, porque desde ayer, cuando se trató el asunto de la prensa, dije que en estos asuntos no me metía.
El C. Berlanga:
Yo suplicaría que se volviera a levantar nuevamente la votación, porque hubo confusión.
El C. secretario:
La Secretaría suplica que los que aprueben el dictamen, se sirvan poner en pie y no se sienten inmediatamente; sírvanse pararse los que estén sentados, para que se vea que es mayoría. Hagan favor de sentarse; los que estén por la negativa del dictamen, sírvanse poner de pie. Voy a contar. (Voces: ¡Votación nominal!)
En vista de que parece que la honorable Asamblea quiere votación nominal, se va a recoger la votación nominal. Señores delegados, no se tomará la votación si no tienen orden. Se suplica a los señores delegados que al oír su nombre se paren y digan sí o no. Es imposible tomar la votación si no están con orden. Sí, es aprobar el dictamen; no, es reprobarlo. (Voces: ¡Muy bien!)
Se procede a tomar la votación.
El C. Lugo:
Para moción de orden. El señor Isaac Espinosa no tiene representación en la Asamblea.
El C. González Garza:
No está nada a discusión.
El C. secretario:
No votó; está en la lista.
El C. Pasuengo:
Faltan los votos de los delegados que protestaron ahora.
El C. secretario:
Los delegados cuyos nombres no hayan sido nombrados, sírvanse poner en pie, para que se les tome la votación.
Ciudadanos García Lozano y Félix Durán, no.
Ciudadanos, Jacinto Ramírez, José Casta e Ismael Pérez, sí.
El C. González Garza:
Pido la palabra para una protesta. Protesto en contra de la actitud asumida por varios representantes, de eximirse de votar. Todos tenemos obligación de votar. Yo ruego al señor general Robles, en lo particular, como miembro de la División del Norte, que dé su voto en contra o a favor, como guste, pero que no se exima. Yo se lo suplico; todos tenemos obligación de votar.
El C. Eulalio Gutiérrez:
No tenemos obligación de votar, cuando no estamos enterados del asunto. Desde ayer que se trató esto, dije que me abstenía enteramente de tomar parte en el asunto de la prensa; que yo no votaría ni en pro ni en contra; y esta antipatía la demuestro con un caso: en San Luis se han fusilado más periodistas que en ninguna parte. (Aplausos)
El C. Robles:
Contestando a la solicitud del señor González Garza, me he levantado para manifestarle que si bien es cierto que yo me abstengo de votar en este asunto, tomo esta determinación porque precisamente se trata de una protesta contra la aseveración de la prensa, en la cual grandemente se trata de entender lo que le concierne a la División del Norte, que no ejerce presión en esta Convención; y como yo pertenezco a esa agrupación, no quiero que se interprete que, al dar yo mi voto afirmativo, que es el que realmente llevo, me intereso en que se ponga a salvo la imputación que injustamente se ha hecho contra esta agrupación, precisamente por la presión dicha. Mi voto sería afirmativo, porque no considero justo precisamente que la prensa diga lo que no es cierto; aquí hay completa libertad.
En consecuencia, yo no puedo admitir que se diga que se ha hecho presión; pero ya lo digo, es una explicación que creo que es bastante. Yo opinaría por la afirmativa; pero creyendo que esto pudiera tomarse precisamente como que la División del Norte unánimemente opina en que se dictamine esa aclaración, me abstengo de votar. (Aplausos)
El C. secretario:
Hecho el cómputo de la votación nominal, resultó esto: 68 sí, por 57 no. (Aplausos) Aprobado el dictamen de la comisión.
El C. Berlanga: Pido la palabra.
El C. González Garza:
Inmediatamente después de abierta la sesión, yo puse en manos de la Mesa un mensaje que considero de mucha importancia; no se le ha dado lectura, y no entiendo por qué. No quiero hacer ningún comentario sobre el mensaje; únicamente quiero cumplir con las indicaciones que me hace mi representado.
El C. Berlanga:
Pido la palabra para una moción de orden.
El C. Santos:
Yo, que he tenido la oportunidad de conocer el mensaje, creo esto: que si bien el mensaje puede leerse en sesión pública, la discusión que viniera sobre él se debería tratar solamente en sesión secreta; por eso he creído conveniente, y así lo suplico a la Mesa, que lo haga en sesión cuando menos privada.
El C. González Garza:
Se leyó hoy en la mañana un mensaje que tiene conexión con otro que yo deseo que se lea. Sobre todo, no puede haber discusión sobre ese mensaje, porque incontinenti tiene que pasar al estudio de la comisión de Guerra.
El C. Berlanga:
Para una moción de orden. La proposición que se acaba de aprobar tiene dos partes. Ahora pasemos a discutirla y aprobarla o reprobarla en lo particular. Está aprobada en lo general.
El C. secretario leyó el dictamen relativo a la prensa.
Están las dos partes íntimamente ligadas.
El C. Pasuengo:
La segunda parte no se aprobó.
El C. Serrano:
No son dos partes; la segunda parte es el escrito, la proposición. El dictamen quedó aprobado, y nosotros sabemos lo que hemos aprobado.
El C. secretario:
La proposición de la comisión dice así:
Que en este caso y en casos semejantes se autorice a esta comisión para formular las protestas o votos de censura que procedan, sometiéndolos previamente a la aprobación de la Asamblea.
Está a discusión.
El C. Raúl Madero:
Que se dictamine a qué comisión va.
El C. secretario:
La comisión pide que a ella misma.
El C. Raúl Madero:
La comisión pide que se dictamine a qué comisión va. Que la Mesa diga a qué comisión va esta proposición.
El C. Serrano:
Que pase a la comisión de Estilo.
El C. secretario:
No hay comisión de Estilo. (Voces: ¡Sí hay!)
Pasa a la comisión de Estilo.
El mismo C. secretario leyó en seguida el telegrama fechado en Guadalupe el 24 de octubre, dirigido al ciudadano coronel González Garza y subscrito por el ciudadano general Villa, en que éste particip'a que Maclovio Rerrera atacó la plaza de Parral, siendo rechazado con grandes pérdidas, capturándosele cuatro ametralladoras y haciéndole un gran número de prisioneros, y manifiesta que esa es la manera como cumple el señor Carranza las órdenes de la Soberana Convención sobre la suspensión de hostilidades, pidiendo finalmente lo ponga en conocimiento de la Asamblea.
A la comisión de Guerra. (Aplausos y siseos. Voces: ¡Fuera la porra! Una voz: ¡Que se desalojen las galerías para que se conserve el orden! Otra voz: ¡No hay motivo! ¡Protesto enérgicamente!)
El C. Raúl Madero:
Para una aclaración. Aquí está dentro de la Asamblea la porra.
El C. E. González:
No hay razón para que las galerías se desalojen; que se les haga una amonestación, y cuando no cumplan con lo dictado por la Mesa, entonces que se desalojen.
El C. secretario:
La Mesa suplica a las galerías se abstengan de tomar parte en la discusión.
El mismo C. secretario leyó el mensaje que dirige el general Ramón V. Sosa al presidente de la Convención, participándole que las fuerzas de Maytorena se retiraron ayer y rogando a la Asamblea ordene a Maytorena que permita al general Hill el tránsito por Agua Prieta.
A la comisión de Guerra.
El C. Serrano:
Reclamo el trámite. A Guerra y Comunicaciones. (Voces: ¡No, no!)
El C. secretario leyó el presupuesto para la publicación de un periódico en esta capital.
A las comisiones de Gobernación y Hacienda.
El C. Eulalio Gutiérrez:
Para hacer una aclaración. Suplico a la Presidencia tenga la bondad de informarme de un documento que presenté ahí, una proposición respecto del general Hay y otro ciudadano delegado, una declaración que no fue a dar al despacho de Guerra, y por eso no se dictaminó. No sé si estará en cartera, o no se ha hecho.
El C. secretario:
Uno de los señores secretarios informa a usted que se dio cuenta ayer, y pasó a Guerra.
Se ha presentado la siguiente proposición:
Propongo: que la protesta de que trata el dictamen que acaba de discutirse, sea en la forma siguiente: declare la Mesa pública y verbalmente, aquí en présencia de los diversos representantes de periódicos, que la Asamblea protesta por lo asentado en algunos periódicos, de que los convencionistas obramos bajo alguna presión material o moral.
El delegado, Chargoy.
Por ser de pronta y obvia resolución, y considerarlo así la Mesa, se pone inmediatamente a discusión, porque hasta el lunes va a haber sesión. Está a discusión.
¿No hay quién pida la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba.
Los que estén por la afirmativa, de pie. Aprobado. (Voces: ¿ Qué es lo que está a discusión?, ¡que se lea!)
(El C. secretario dio lectura nuevamente a la proposición)
Está a discusión. ¿No hay quién pida la palabra? En votación económica se vuelve a preguntar si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, de pie. Aprobado.
Señor general Villarreal, se le suplica pase a la Mesa.
Guardia de Bandera: Berlanga David, Barrera Antonio, Cerecedo Estrada, Cabral Juan, Carbajal Pedro.
El C. presidente Robles:
Solemnemente protesta la Mesa Directiva, en nombre de esta Asamblea, contra las aseveraciones que la prensa, injustificadamente, ha hecho, de que se ejerza presión sobre los delegados aquí reunidos. (Aplausos)
El C. secretario:
Se levanta la sesión, para abrirse el lunes a las nueve de la mañana.