Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesPrimera parte de la sesión celebrada el día 28 de octubre de 1914 en la ciudad de Aguascalientes Primera parte de la reanudación de la sesión celebrada el día 28 de octubre de 1914 en la ciudad de AguascalientesBiblioteca Virtual Antorcha

CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA

Compilador: Florencio Barrera Fuentes

SESIÓN CELEBRADA EL DÍA 28 DE OCTUBRE DE 1914 EN LA CIUDAD DE AGUASCALIENTES
Segunda parte

PRESIDENCIA DEL C. GENERAL ANTONIO I. VILLARREAL


El C. Paulino Martínez:

Pido la palabra, señor presidente.

El C. presidente:

Tiene la palabra el ciudadano Martínez.

El C. Paulino Martínez:

He pedido la palabra para aclarar un punto importante al señor general Obregón sobre lo que acaba de decir.

Si entró a la capital de la República, ha sido sin disparar un tiro, y porque el presidente Carvajal y el Ejército ex federal se pusieron de acuerdo para que entrara a la capital; y si el ejército zapatista no ha entrado, es porque no ha querido, es porque no pretende abrogarse ningunas facultades, sino que quería ponerse de acuerdo, primero, con todos los revolucionarios para que entraran los generales Villa, Obregón y Zapata, porque allí no hay ambición de mando ni de poder, allí hay buena fe para todos los hombres de la República entera. (Aplausos y siseos)

Respecto de la actitud del señor Carranza para con las huestes zapatistas, no creo lo que acaba de manifestar el señor general Obregón. En todas las líneas de fuego se encuentran actualmente combatiendo los carrancistas, y hace muy pocas horas se acaba de rechazar a varios carrancistas por Tizapán y Matamoros Izúcar.

El C. De la Torre:

Pido la palabra para una moción de orden. Tengo aquí un telegrama de Matamoros Izúcar, y quisiera se le diera lectura.

El C. Marines:

Que vuelva la discusión al dictamen, no queremos ocuparnos de otros asuntos.

El C. Paulino Martínez:

Era sólo para una aclaración; hecha ésta, me retiro.

El C. presidente:

Señor Martínez, puede usted seguir haciendo uso de la palabra.

El C. Paulino Martínez:

Era solamente para una aclaración, señor.

El C. secretario:

Se pregunta a la comisión si modifica el dictamen en el sentido indicado por el señor general Angeles.

El C. González Garza:

Para un hecho que tiene que aclararse.

El C. secretario (en voz baja):

En este momento va a preguntar a la Secretaría.

El C. González Garza:

No es usted quien tiene que darme la pauta.

El C. secretario:

Pido la palabra, señor, para contestar al señor González Garza.

Yo estoy preguntando, por indicación expresa de la Mesa, si la comisión considera ...

El C. González Garza (interrumpiendo):

No es cierto; usted está hablando lo que quiere.

El C. secretario:

Sí, señor, es cierto; usted tiene demasiada audacia para negar lo que está usted escuchando. El presidente me ordena y yo tengo que cumplir con esa orden sobre usted.

El C. González Garza:

Usted me acaba de decir: No hable usted, Roque. Por eso digo que no es usted quien tiene que darme la pauta.

El C. secretario:

La Mesa, por conducto de la Secretaría, pregunta si puede la comisión modificar el dictamen.

El C. González Garza:

Para un hecho. Con las interpelaciones de este señor le quita a uno las ideas; evidente.

El hecho consiste en lo siguiente, señor: el señor presidente, dos o tres ocasiones me ha dicho, cuando yo de muy buena intención he querido poner término a una discusión y encauzar los debates, y me he permitido hacerle ciertas indicaciones, que él no necesita consejos de mí. (Una voz: ¡Bien dicho!) No bien dicho, es mentira; yo acepto consejos de todo el mundo. A usted lo autorizo para que me dé todos cuantos quiera, y yo estoy obligado a aceptarlos.

Ahora bien; el señor presidente me ha dicho en días pasados, cuando estábamos incurriendo -en mi concepto- en un error grave, consistente en que se confundían las sesiones de la Asamblea como Convención y las sesiones de la Junta Previa donde se discutían las credenciales, él me dijo que ya se había sentado ese precedente, que ya íbamos encarrilados en ese camino y que no podíamos retroceder; pues ahora ahí tiene el hecho: estamos discutiendo vanamente, estamos recurriendo a subterfugios; estamos bordando en el vacío sobre cierta fórmula. ¿Por qué, señor presidente, no cierra usted la sesión de la Convención y abre la de la Junta Previa, para que tengan derecho los delegados de exponer cuantas ideas quieran? Con el mismo derecho que nosotros al principio nos juntamos aquí sin tener representación, sino con el carácter de presuntos delegados discutimos, hablamos todo lo que se nos antojó; sustentamos bases, aprobamos unas, y después de una discusión muy larga vino a parar la cuestión en que debíamos declararnos soberanos, y a ese respecto voy a repetir el discurso que con ese motivo pronuncié. (Voces: ¡No, no, no!)

Evidente: es necesario para ilustrar la memoria, porque la tienen muy flaca, ya se les acabó. (Voces: ¡No, no! Campanilla)

El C. Paniagua:

Es salirse del asunto. Pidió la palabra para un hecho.

El C. González Garza:

Déjeme usted terminar.

El C. Paniagua:

Ese es un discurso; ése no es un hecho. (Risas)

El C. González Garza (continúa):

Que es el fondo de la cuestión que se está discutiendo, es que entren los señores zapatistas a discutir con voz todos. Muy bien, señor, voy a leer cuál fue el motivo por el que la Asamblea se decidiera a enviar una comisión para invitar a los zapatistas ...

El C. Paniagua:

No es cierto lo que dice el señor González Garza.

El C. González Garza:

El señor Soto y Gama lo vino a demostrar. Paso al hecho, consiste en esto, que no era ...

El C. Murrieta:

Pido la palabra.

El C. presidente:

¿Para qué pide usted la palabra?

El C. Murrieta:

Para hacer una moción de orden.

El C. presidente:

Tiene usted la palabra para una moción de orden.

El C. Murrieta:

Yo creo que estamos perdiendo el tiempo. Suplico a usted que pasen los señores delegados, que tomen los asientos que tenían ayer y estoy seguro que llegaremos a un acuerdo.

Hemos dicho muchas mentiras, quizá en principio estemos iguales, pensemos lo mismo que ellos, sintamos lo mismo que ellos sienten; ¿por qué no los dejamos que se pongan de acuerdo y que se acabe todo? (Siseos. Aplausos)

El C. González Garza:

Señor presidente, suspenda usted la sesión de la Convención e inaugure una previa, para que tratemos en ella todos los asuntos.

El C. secretario:

La Mesa suplica a los señores miembros del Ejército Libertador, tengan la bondad de pasar a ocupar sus asientos que tenían ayer. (Aplausos)

La Mesa suplica a la representación del señor general Zapata, a los que la integran, se sirvan pasar al foro.

El C. Serratos:

Señor presidente, yo suplico a usted tenga la bondad de dejarnos aquí confundidos entre todos nuestros hermanos presentes, no queremos distinciones, aquí abajo queremos estar todos.

El C. presidente:

No son distinciones, señor Serratos, el señor González Garza tal vez confundió; pidió que la delegación del señor general Zapata se sentara entre los delegados para que pudiera votar y discutir, como se hizo en las otras sesiones antes de que se inaugurara la Convención. La Mesa tiene otra idea, como los presuntos delegados no podían votar sin ser reconocidas sus credenciales antes de que se inaugurara la Convención; pero ya una vez inaugurada, se necesita discutirse o aprobarse las credenciales; así es que siguiendo esa tesis, si no opina de otro modo la Asamblea, esta Mesa quiere que la Comisión del Ejército Libertador venga a sentarse al foro para que haga uso de la palabra cuantas veces quiera. (Aplausos)

El C. Alfredo Serratos:

Señores:

Como los más grandes deseos del Ejército del Sur, así como de nuestro general Zapata, es que obtengamos una paz de una vez; pero una paz genuina y honrosa, quiero, antes de que empiecen aquí los debates, hacer a ustedes una explicación.

Ni el general Zapata ni ninguno de nosotros tenemos ambiciones personales. Así nos lo dijo una vez el general Zapata cuando se trató de mandar esta comisión aquí:

Quiero que me digan aquí mis amigos, porque mis amigos son todos los que están aquí presentes: no quiero traidores, quiero hombres a mi lado, que me digan de una vez quién tiene ambiciones personales: el que tenga ambiciones personales, no me representará jamás.

- ¡Ninguno! Mi general. Ninguno de nosotros queremos ni siquiera conservar los grados después. No somos militares; somos jefes que tenemos que acaudillar algunas facciones del pueblo; pero nada más. Después ni eso queremos.

- Si hay alguno de mis compañeros que no esté conforme con lo que he dicho, que se pare y lo diga.

He querido hacer esta explicación para que se vea que venimos aquí con el corazón en la mano y lo que queremos que se evite es que se siga derramando más sangre en la República.

Alguna vez, quizá yo también, lleguemos a alcanzar ciertas comodidades, mientras el pobre soldado va al frente a morir cuando nosotros lo llevamos a una lucha fratricida que ya queremos que se acabe; a eso hemos venido: no queremos discusiones, que muchas veces ni podemos entender; sean ustedes francos, sean ustedes probos para que brevemente se acabe esta lucha que no debe durar ni un día más si es posible. (Aplausos)

El C. Hay:

Para una moción de orden. He presentado respetuosamente ante esa Mesa una moción. Suplicaría que se le diera lectura.

El C. secretario:

El ciudadano Hay ha presentado la siguiente proposición:

Respetuosamente propongo que se suspenda la sesión y se abra una sesión extraordinaria.

Está a discusión. ¿Nadie pide la palabra? Los que estén por la afirmativa, sírvanse poner de pie. Aprobada.

El C. secretario:

Se abre la sesión extraordinaria. (Voces: ¡No, que antes se cierre la otra!)

El C. González Garza:

El presidente debe decirlo solemnemente.

El C. Eduardo C. González:

Pido la palabra. Cuando se discutieron las credeneiales de todas las personas aquí, los presuntoSi delegados tenían derecho a votar, no veo por qué vamos a distinguir a los delegados del general Zapata. (Siseos) Si estamos en Junta Previa que pasen los señores delegados de Zapata entre nosotros y que tengan voz y voto.

El C. secretario:

Por disposición de la Mesa se levanta la sesión de la Convención y se abre la sesión extraordinaria.

El C. De los Santos:

La sesión de la Asamblea se ha terminado; la sesión extraordinaria es la que se establece para asuntos extraordinarios; para que los compañeros del Sur tengan voz y voto no debe ser sesión extraordinaria, sino sesión previa. La Junta Previa es en la que sí pueden tener voz y voto los presuntos delegados.

El C. E. C. González:

Eso es lo que digo yo.

El C. De los Santos:

En sesión extraordinaria solamente pueden tener voz y voto aquellos a quienes ya están legalizadas sus credenciales. Es Junta Previa en la que sí pueden tener voz y voto los presuntos delegados. Pido a la Asamblea que sea Sesión Previa.

El C. Marines:

Pido la palabra para una aclaración. Se dijo que se cerraría la sesión ordinaria para entrar en extraordinaria, y queremos que se haga la declaración de que se cierra la sesión de la Asamblea para entrar en previa. (Voces: ¡Ya se hizo!) (Voces: ¡Que sea Junta Previa!)

El C. secretario:

La Mesa se concretó a acatar un acuerdo de la honorable Asamblea, que aprobó se levantara la sesión ordinaria y se abriera una extraordinaria.

El C. Hay:

Pido la palabra para una aclaración. En mi proposición, si no me equivoco, yo dije que se cerrara la ordinaria y se abriera una Junta Extraordinaria.

El C. E. C. González:

Está bien, déjela.

El C. Hay:

Si la Asamblea me lo permite puedo modificar la proposición para que diga Junta Previa. (Voces: ¡Sí, sí!)

El C. secretario:

El delegado Hay modifica la proposición que ya fue aprobada por esta Asamblea anteriormente, en la forma siguiente:

Respetuosamente propongo que se suspenda esta sesión de la Convención Soberana y que se erija ésta en Junta Previa.

Firmado: Hay.

Está a discusión. En votación económica se pregunta si se aprueba la proposición modificada. Aprobada.

Se suspende la sesión ordinaria y se declara abierta una Junta Previa.

La Mesa ha acordado que los señores delegados disponen de diez minutos para cambiar impresiones.

Concluido este lapso, dice el mismo ciudadano secretario: Se erige la Asamblea en Junta Previa.

El C. García Vigil:

Pido la palabra. Para suplicar a la Mesa tenga la bondad de informar de qué la Junta es Previa, ¿de qué? ¿Qué cosa es la que va a venir con posterioridad?

El C. secretario:

La Mesa, por conducto de la Secretaría, contesta al señor García Vigil que la Junta se ha erigido en Previa para tratar asuntos especiales sine qua non, que los señores comisionados del Sur, ponen para ser delegados a la Convención.

Después de esto previo, se tratará si se admiten o no como delegados definitivos a los señores del Sur.

El C. García Vigil:

Pero no con referencia a la Convención.

El C. secretario:

Es previa para tratar asuntos previos a una sesión ordinaria.

La Asamblea por unanimidad de votos dispuso que se suspendiera la sesión ordinaria que teníamos y que se erigiera en Junta Previa. La Mesa no puede ser responsable de la sabiduría o falta de consecuencia de los acuerdos de la Asamblea. Eso aprobó la Asamblea y la Mesa tiene la obligación de someterse a las decisiones de la Asamblea. Es Junta Previa, porque así lo ha querido la Asamblea.

El C. presidente:

Tiene la palabra el ciudadano García Vigil.

El C. García Vigil:

Como yo entiendo que la Asamblea procedió con ligereza, pido que se declare la Junta Extraordinaria pero no previa, porque sería inconsecuente esto. No se especificó previa de qué, por una parte; por otra parte -y esto es lo importante- no es previa de la Convenrión, porque las previas ya las efectuamos nosotros.

El C. Hay:

Para una aclaración.

Recordará el señor Vigil que en la primera proposición que presenté decía precisamente para que se erigiera en Junta Extraordinaria y aun cuando ésta ya había sido aprobada en lo general, uno de los señores delegados demostró que debía considerarse no como Junta Extraordinaria, sino como Junta Previa y para obviar pérdida de tiempo y dificultades no tuve inconveniente en modificar la primera proposición y de transformarla en Junta Previa; eso fue aceptado por todos los delegados, o casi todos, fue aprobado por mayoría.

Yo creo que la cuestión es de nombres, no siendo sesión de Convención, es secundaria enteramente, y que deberemos dejar de perder más tiempo y poner punto final a la discusión.

El C. Murrieta:

Yo suplico a los señores literatos, a los señores políticos y a los señores abogados, se pongan con su lenguaje a la altura de nuestra inteligencia, de nuestra pobre inteligencia, y vayamos al grano, para que no se pierda el tiempo. (Aplausos)

El C. Paulino Martínez:

Señores delegados ...

El C. Berlanga:

Pido la palabra para una moción de orden.

Como es una Junta Previa, suplico a usted se sirva repetir lo que anteriormente dijo a las galerías, para evitar que tomen participación en las discusiones de la Asamblea.

El C. García Vigil:

Pido la palabra para una moción de orden.

Solicito que se permita a las galerías estar aplaudiendo constantemente; entiendo que no ejercen presión con sus aplausos. (Aplausos nutridos. Risas. Campanilla)

El C. Paulino Martínez:

Señores delegados: tengo la confianza de que vosotros con vuestro patriotismo de que habéis dado pruebas, con la cordura, con la serenidad con que venís tratando los asuntos de vuestra competencia, llegaréis a la unificación de la Revolución, cuando sepáis bajo qué condiciones la Revolución del Sur une sus esfuerzos a los vuestros para destruir al enemigo común de nuestras libertades.

Lo que la Revolución del Sur quiere, en primer lugar, es vuestra adhesión a los principios del Plan de Ayala; esos principios están condensados en estos artículos a los cuales voy a dar lectura:

Cuarto.- La Junta Revolucionaria del Estado de Morelos, manifiesta a la Nación bajo formal promesa:

Que hace suyo el Plan de San Luis con las adiciones que a continuación se expresan, en beneficio de los pueblos oprimidos, y se hará defensora de los principios que defiende, hasta vencer o morir.

Sexto.- Como parte adicional del Plan que invocamos, hacemos constar: que los terrenos, montes y aguas que hayan usurpado los hacendados, científicos o caciques a la sombra de la tiranía y de la justicia venal, entrarán en posesión de estos bienes inmuebles desde luego, los pueblos o ciudadanos que tengan títulos correspondientes de esas propiedades, de las cuales han sido despojados, por la mala fe de nuestros opresores, manteniendo a todo trance, con las armas en la mano, la mencionada posesión, y los usurpadores que se consideren con derecho a ellos, lo deducirán ante los tribunales especiales que se establezcan al triunfo de la Revolución.

Séptimo.- En virtud de que la inmensa mayoría de los pueblos y ciudadanos mexicanos, no son más dueños que del terreno que pisan, sufriendo los horrores de la miseria sin poder mejorar en nada su condición social ni poder dedicarse a la industria o a la agricultura por estar monopolizados en unas cuantas manos, las tierras, montes y aguas; por esta causa, se expropiarán, previa indemnización de la tercera parte de esos monopolios, a los poderosos propietarios de ellas, a fin de que los pueblos y ciudadanos de México, obtengan ejidos, colonias, fundos legales para pueblos o campos de sembradura o labor, y se mejore en todo y para todo la falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos.

Y la Convención dice que nada, que todo se arrancará de las manos de esos bandidos que se han aprovechado de la labor del pueblo; nosotros lo aceptamos y lo aplaudimos. (Aplausos)

Artículo 8.- Los hacendados, científicos y caciques que se opongan directa o indirectamente al presente Plan, se nacionalizarán sus bienes y las dos terceras partes que a ellos les correspondan se destinarán para la indemnización de guerra, pensiones de viudas y huérfanos de las víctimas que sucumban en la lucha del presente Plan.

Artículo 9.- Para ejecutar los procedimientos respecto a los bienes antes mencionados, se aplicarán leyes de desamortización, según convenga; pues de norma y ejemplo pueden servir las puestas en vigor por el inmortal Juárez, a los bienes eclesiásticos que escarmentaron a los déspotas y conservadores, que en todo tiempo han pretendido imponemos el yugo ignominioso de la opresión y del retroceso.

Artículo 12.- Una vez logrado el triunfo militar de la Revolución, una Convención formada por los jefes revolucionarios de los distintos Estados, nombrará un Presidente Provisional de la República, que durará el tiempo que dicha Convención señale y se sujetará al Programa de Gobierno que la misma acuerde, para que durante ese período y bajo ese Gobierno se lleven a la práctica los principios contenidos eñ este Plan y los demás de carácter revolucionario, que apruebe la referida Convención.

Estos son, en concreto, los principios del Plan de Ayala, entiendo que toda la Asamblea, como lo manifestó ayer, está de acuerdo con ellos.

Respecto de lo que alguno de los delegados dijo equivocadamente, que nosotros pretendíamos imponer algunos de esos artículos, para hacer que el señor general Zapata fuera el Presidente de la República, debo manifestar que están perfectamente equivocados (voces: ¡Tal vez!), como lo decía nuestro compañero Serratos hace un momento, el general Zapata en una reunión íntima que tuvo con nosotros, dijo:

Si alguno de ustedes tiene ambiciones personales vale más que se retire de mi lado. Yo no quiero personalistas, los conozco a ustedes, me inspiran confianza y por eso les hablo con franqueza. Yo, al triunfo de la Revolución, a ustedes los faculto para que me peguen un tiro si yo ambiciono la Presidencia o el más ínfimo puesto posible. Yo me iré a mi hacienda a sembrar, a reconstruir mi hacienda, mis casas que están abandonadas, y desde allá sólo vigilaré que ningún pícaro, ningún político venga a destruir ninguno de estos principios que tanta sangre han costado a la nación. (Aplausos)

Si nosotros, que hemos luchado también sin ambiciones personales, y no porque yo lo diga, señores; pero hace treinta y cinco años que he estado en la brega, luchando contra la dictadura de Díaz, luchando en aquellos tiempos cuando la política era pan o palo. El general Díaz me mandó ofrecer muchas veces pan y lo he rechazado y he recibido mejor palos, persecuciones, cárceles y destierros antes que vender mis convicciones. No soy yo personalista. (Aplausos)

Si entonces hubiera querido figurar como jefe político o en algún otro puesto público, no hubiera necesitado más que vender mis convicciones. Sin embargo, no lo hice, y entonces mis hechos pasados son garantía de mi persona. De modo que no tengo ninguna ambición personal ni ninguno de mis compañeros; venimos a discutir con vosotros quién será el Presidente de la República; pero ni traemos candidato ni ideas preconcebidas; si pedimos ante esta Convención el desconocimiento del señor Carranza es porque no nos unificó estando él en la Presidencia Provisional, que él ocupó. De manera que no tenemos ambiciones preconcebidas; pedimos eso porque creemos que es justo y la única manera como podemos llegar a la unificación de la Revolución. ¿Bajo qué condiciones? El Sur no tiene inconveniente en darse estrecho abrazo, en formar una sola familia, en formar un solo grupo revolucionario para aplastar al enemigo común que es el clericalismo, la plutocracia y el militarismo. (Aplausos)

El C. Siurob:

Estando unificados los ánimos y siendo unánime la opinión y habiéndose leído los artículos que entrañan los principios del Plan de Ayala, yo pido a la Asamblea que unánimemente declare que acepta los principios que acaba de leer y que son los contenidos en el Plan de Ayala. (Aplausos)

El C. Cuarón:

Señores:

Ruego que tengan la bondad de dispensarme si mi lenguaje no es elocuente y no puede expresar lo que siento. Trato de dar unas ligeras explicaciones a esta honorable Asamblea de las condiciones en que han trabajado los pequeños guerreros del Sur, para que se formen un juicio más aproximado de la verdad de los hechos.

En el Sur, señores, cada individuo, cada ciudadano, es un soldado, allí no se ha reclutado la gente como en otras partes se acostumbra, invitándolo allí a la lucha por un puñado de monedas; no, señores, en el Sur, cada uno ha abandonado sus hogares, ha abandonado sus familias con el objeto de ir a luchar contra el enemigo común, contra el rico, contra el opresor. Se ha cóngregado cierto número de ciudadanos de un pueblo, y de entre ellos han elegido el que les parece el más apto o más competente para que los guíe en la lucha; después varios pueblos se han unido entre sí y de entre ellos han nombrado un Jefe de Zona. Este Cuerpo de Jefes de Zona, se ha unido a su vez y ha elegido a otro jefe para que los conduzca a la lucha: éste es el general Emiliano Zapata.

En consecuencia, en Morelos, propiamente hablando, no hay un ejército, no hay un guerrero, propiamente hablando, en Morelos se ha practicado la democracia desde el principio de la Revolución. Allí los jefes no son elegidos por el Jefe Supremo de la Revolución, sino por los mismos soldados; y cuando un grupo de soldados ve que su jefe no corresponde a la ambición que persiguen, a los anhelos que buscan, entonces lo destituyen para nombrar en su lugar otro jefe.

El general Emiliano Zapata, cuando ha tenido noticia, les da el grado de capitán, coronel o general, según sus aptitudes, nada más como una simple fórmula de ejército; pero aquel grupo de individuos armados nunca ha tenido elementos con qué pelear, con qué combatir, nunca ha habido quien les dé dinero, no ha habido quien les ministre armas ni municiones ni parque, ni quien les atienda en sus heridas; se ha lanzado a la lucha en busca de la Patria, se ha ido a sacrificar por la Patria. Esos individuos empezaban a buscar en los caminos las avanzadas del enemigo, trataban de ponerle una emboscada y allí adquirían sus primeras armas y municiones, y cuando ya dos o tres se han armado, siguen armando a los demás; de manera que cada quien ama su arma con verdadero patriotismo y no permite que se la arrebate nadie, porque le ha costado mucho trabajo adquirirla: ni se la han regalado ni se la han vendido, ni tampoco se ha vendido por nada.

Dentro del pueblo hay algunos que han podido ser más afortunados y que han podido adquirir su arma y hay otros que no han podido tener esa fortuna y luchan y trabajan para sostener a los que tienen armas. Ese grupo de individuos se encarga de cultivar la tierra, de recoger las cosechas que regularmente consisten de maíz y habas y se las entregan a sus mujeres, que también luchan con el ejército. Estas se encargan de fabricar las tortillas o de tostar las habas y los hombres pacíficos -que así se llaman los que no tienen armas para combatir- llevan al campo revolucionario un costal de habas tostadas o tortillas, a los combatientes, para que puedan tener los elementos indispensables para la vida.

El soldado allí vive diariamente con un puñado de habas tostadas o tortillas; ese es todo el alimento de allí, nada más, y prefiere morir si es necesario, con tal de que quede incólume la idea. Para él, la idea es el Plan de Ayala; allí se condensan todas sus aspiraciones, todos sus anhelos; para ellos el Plan de Ayala es su ventura.

Quítenle ustedes al ejército del Sur el Plan de Ayala y le habrán quitado el nervio vago, pero el ejército del Sur no permitirá que le quiten el Plan de Ayala, porque es su bandera y el pendón que los conduce a la victoria siempre.

Ese grupo de individuos armados cuando ha formado su Plan, no ha sido un plan formado por literatos ni por abogados ni por intelectuales siquiera. El señor general Zapata en unión del señor general Montaño, dos rudos trabajadores, uno ligeramente menos rudo que el otro, porque era maestro de escuela, han estado ocho días encerrados en Tlaltizapán, pensando la manera como llegarían a formar un plan que fuera el plan de la Revolución. Zapata dio la idea; Montaño expresó esa idea en la forma que ustedes la conocen. Varias cláusulas, de ese Plan, no tienen ya razón de ser por la Historia, que ha querido que dejen de existir; pero los artículos principales son: el 6, 7, 8, 9, 12 y 13; hay que insistir principalmente en los artículos 12 y 13, en los cuales verán ustedes que no hay absolutamente personalismo de ningún género.

El artículo 12 dice:

Que se reunirán los principales jefes de la Revolución para elegir un presidente de la República; el artículo 13 dice: Que se reunirán los jefes de la Revolución en cada Estado para elegir el gobierno de ese Estado.

En consecuencia, ante la Revolución, la elección de mandatarios, al gobierno local de los Estados o al gobierno general de la República, es perfectamente democrática, porque allá cada uno de los jefes militares está elegido por sus soldados. Estas pequeñas aclaraciones las quiero hacer para que sepan acá que el ejército, en la forma que está constituido, es perfectamente indomable, y no quedan en el dilema más que dos cosas: o se aceptan los principios generales del Plan de Ayala o no se aceptan, y en tal caso es preciso exterminar a aquellos ciudadanos que sigan ese plan, y entonces es necesario acabar con los numerosos jefes que hay, es necesario acabar no sólo con los hombres, sino con las mujeres y los niños, y el dilema. en esta ocasión, es, si ustedes aceptan o no aceptan el Plan de Ayala, para destruir la Revolución del Sur.

Pero hay otra cosa: al señor general Zapata se le ha engañado con mucha frecuencia; el señor general Zapata no quiere que se le hable ya de cosas que no se le cumplen; el señor general Zapata está dispuesto a seguir todas las decisiones que se le impongan por la Convención, siempre que haya algo escrito, algo en que conste ante el mundo que esta Convención acepta los principios del Plan de Ayala, para que mañana no se le vaya a echar un manchón; si la Convención da una fórmula por la cual se someta a los principios del Plan de Ayala, crean ustedes que desde luego el general Zapata mandará a sus delegados, cuando ya se haya cumplido con la otra condición de que se ha hablado anteriormente.

El C. González Garza:

Pido la palabra.

El C. Berlanga:

Pido la palabra para manifestar a los compañeros del Sur, que nosotros tampoco tenemos ambiciones personales; pOr lo tanto, estamos unos y otros perfectamente de acuerdo en luchar, no por los grados que pudiéramos tener en el Ejército, no por los puestos, sino por el bien de la Patria; así lo hemos hecho y lo han hecho nuestros soldados, nuestros compañeros del Norte; no han recibido haberes por largos meses; no han tenido tampoco medicinas por largos meses; han estado soportando sacrificios y toda clase de calamidades, y también a ellos lo que los ha guiado es la idea de la regeneración nacional.

Así, pues, los hermanos del Sur están identificados con nosotros y nosotros con ellos; y nosotros no hemos venido a la Revolución para obtener un grado o un puesto, sino por algo necesario, los grados también nosotros los consideramos como incidentales enteramente, como algo que ha sido necesario para organizar el ejército; pero nunca hemos tenido la idea ni el deseo de que esos grados sean efectivos, ni salimos tampoco a combatir para conquistarlos y tener después en el ejército un medio de lucro. Por lo tanto, con respecto a eso, estamos unificados en cuestión de ideales; unos y otros seguimos el bien de la Patria.

Por cuanto a que nosotros aceptemos el Plan de Ayala como condición para que los dos ejércitos se unan, debo manifestar que el Plan de Ayala no reúne las condiciones de un plan revolucionario; el Plan de Ayala está todavia abajo de las aspiraciones de la Convención Nacional; el Plan de Ayala no habla de otras reformas que es preciso llevar a cabo para conseguir la regeneración nacional; el Plan de Ayala sólo pide tierras y es preciso hacer reformas en el orden administrativo; es preciso hacer reformas en el orden penal; es preciso hacer reformas en el orden civil; es preciso hacer reformas en el orden de la enseñanza; urge también reformar las leyes electorales; urge todo eso como medida revolucionaria para conseguir la regeneración nacional y de nada de eso habla el Plan de Ayala. No nos sorprende, sino que por el contrario, nosotros creímos que era más radical y ha quedado todavía abajo de nuestras aspiraciones.

El C. Díaz Soto y Gama:

Para una aclaración.

La aclaración es muy sencilla, señores delegados: la Revolución del Sur, lejos de rechazar acepta de antemano todas las adiciones racionales; de manera que los argumentos del señor Berlanga caen por su peso.

El C. Berlanga:

Mi idea es ésta: añadir el Plan de Ayala a nuestro programa de gobierno. Nuestro programa revolucionario es más cabal, más democrático que el Plan de Ayala.

Esta es mi idea. Así, en este sentido no nos ha sorprendido nada; así es que estamos precisamente en las condiciones que se requieren, en las condiciones indispensables para que los dos factores revolucionarios vengan a convenir sobre un punto en cuestión de discusión.

El C. González Garza:

Pido la palabra. Todo lo que ha dicho el señor ...

El C. Cuarón:

¿Tuviera la amabilidad el señor Berlanga de regalarme una copia del plan de que nos habla?

El C. González Garza:

Todo lo que ha dicho el señor Berlanga está en la conciencia de los señores delegados; muchas veces se ha dicho.

El C. Mariel:

No, no.

El C. González Garza:

Lo pruebo a la hora que usted guste, señor Mariel. Ayer la Asamblea dio su voto unánime a su adhesión al Plan de Ayala; ahora, lo que desean los señores representantes del general Zapata es un documento escrito: y, en consecuencia, pido a la Asamblea se ponga a votación nominal, e inmediatamente que se obtenga la mayoría absoluta, se nombre una comisión que redacte el compromiso escrito que desean los señores zapatistas.

El C. Marines:

Ayer se dijo que estábamos de acuerdo con los principios, no con el plan.

El C. González Garza:

Pido la votación.

El C. Hay:

Pido la palabra para una moción de orden. No podemos pasar a votación nominal sin tener antes ninguna proposición por escrito.

El C. González Garza:

Pido dos minutos para hacer la proposición por escrito. (Murmullos, siseos, escándalo, campanilla)

El C. Mariel:

Nuestra resolución fue la de aceptar y apoyar los principios del Plan de Ayala; pero también tenemos la idea de que se forme un nuevo plan, por lo que propongo que la comisión del señor Zapata se una a otra que nombremos nosotros para que se haga el nuevo plan. (Voces: ¡Ya está!)

El C. Eduardo González:

Pido la palabra para una aclaración.

El C. presidente:

Haga usted la aclaración.

El C. Eduardo González:

La Asamblea acordó nombrar una comisión de Programa. Se nombraron nueve miembros y se dejó lugar para dos miembros del Ejército Libertador; de manera que pueden desde luego entrar en materia.

El C. presidente:

Todavía no se acuerda.

El C. González Garza:

Aquí está escrita la moción.

El C. García Valderrama:

Pido la palabra.

El C. presidente:

¿Para qué?

El C. García Valderrama:

Unicamente para exponer los motivos por los que he venido a representar a mi general Lechuga. (Aplausos, siseos, desorden, campanilla)

El C. secretario:

La Mesa informa al señor delegado del señor general Lechuga, que no está a discusión la representación del señor Lechuga.

El C. García Valderrama:

Yo quiero adherirme al Plan de Ayala, y apenas estoy principiando. (Risas)

Cuando yo salí para representar al señor general Lechuga, me dijo que no viniera yo aquí a sujetarme a ningún plan, sino únicamente al que saliera de esta sagrada Convención. Es lo único que quería decir. (Risas, aplausos, campanilla)

El C. secretario:

La Mesa Directiva, por conducto de la Secretaría, ruega al señor presidente de la comisión del Ejército Libertador se sirva informar si el artículo 13 del Plan de Ayala está incluido en los principios.

El C. Paulino Martínez:

El artículo 13 está también incluido en los principios hasta esta parte:

Los principales jefes revolucionarios de cada Estado ...

El C. Hay:

Pido la palabra para una aclaración. Me permitiría suplicar al señor presidente de la delegación del Sur que no considerara esto como un principio, y yo creo que facilitaría mucho el resultado de esta discusión, si omitiéramos esto como un principio; es más bien como un Programa de Gobierno, y podríamos admitirlo como Programa de Gobierno.

El C. Díaz Soto y Gama:

Pido la palabra para una aclaración.

La misma razón habría para no considerarse como principio el artículo 12, pues establece como un principio lo relativo a la elección de presidente, y el 13 para la elección de gobernadores, ya está acordado tácita y expresamente que el artículo 12 es fundamental; la cuestión política es tan importante como la social, y están comprendidas en los artículos 12 y 13. No vemos el caso ...

El C. Hay (interrumpiendo):

Para contestar una alusión personal. (El ciudadano presidente le concede la palabra)

Yo le diría al señor licenciado que no se pueden considerar los artículos 12 y 13 en igualdad de circunstancias. En el artículo 12 se trata de la elección del presidente; la elección del presidente no se puede llamar programa de gobierno, mientras que la elección de gobernadores sí está dentro del programa de gobierno. Yo nada más propongo eso, no para impugnar más tarde esa forma de elección, sino para que no se tome en cuenta como principio este artículo y facilitar así la discusión para el buen resultado que deseamos de esta discusión.

El C. Siurob:

Hay otra razón: existen Estados en la República que no tuvieron revolucionarios, por ejemplo: Campeche y Oaxaca, y no podrían elegirse, por consiguiente, los gobernadores de esos Estados. De manera que, por ser esto muy discutible y que en ciertos Estados no podría tener aplicación, yo también suplico al señor presidente de la delegación del Sur que suprima ese artículo.

El C. Paulino Martínez:

La Comisión que presido, señores, retira el artículo 13.

El C. González Garza:

Para una moción de orden. Es la siguiente ...

El C. Díaz Soto y Gama:

Para una aclaración fundamental.

Señores, el asunto es importante: esta revolución ha recogido todas las ... (Voces: ¡Recio, no se oye!)

Digo que este asunto es fundamental: la actual revolución ha recogido todas las enseñanzas dolorosas, amargamente sangrientas de la Revolución de 1910. Todos los revolucionarios de buena fe que hemos entrado en una forma o en otra en esta revolución, nos hemos propuesto honradamente aprovechar todas las enseñanzas, y no hay que olvidar que uno de los errores principales que erigió dificultades al Gobierno emanado de la Revolución de 1910, fue prescindir de la elección de gobernadores, reservada a los jefes revolucionarios de cada Estado. No reincidamos en el mismo error, que habrá de traernos dificultades. La cuestión es perfectamente seria; es evidente que cada jefe revolucionario sería un obstáculo para la paz, vendría la anarquía, lo estamos viendo en los Estados de Durango y Sinaloa y lo veríamos en cada Estado de la República.

En los Estados dominados por la Revolución ya se ha hecho esta elección; en Guerrero con magnífico éxito, porque no obstante que sacaron quizá igual número de votos Salgado y Blanco, Salgado que triunfó es el gobernador y Blanco no ha puesto dificultades. La mejor manera para acallar las ambiciones, es que todos tengan derecho a la elección libre. Y yo tengo razones y hechos para afirmar que el general Zapata y los jefes que de él dependen, de ninguna manera ratificarán este acto de la Convención.

De manera que el señor presidente Martínez, en un momento de entusiasmo y llevado por el deseo de la Asamblea, aceptó algo para lo que no estamos facultados, y creo que no debemos estar facultados para eso; no sólo nos faltan instrucciones, sino que tienen razón los surianos al exigir esa elección por medio de los jefes, tanto para los gobernadores como para el presidente.

Para ser breve, porque realmente esas aclaraciones no deben ser largas, me permitiré expresar este argumento: sabemos todos que lo que más pesa en la política de nuestro país no es el Presidente de la República, que no tiene qué ver con los intereses de los puebios; no es la elección del ciudadano que poco tiene que ver con los detalles del gobierno y de los pueblos; lo que más ha pesado son las elecciones locales de los jefes políticos, de los caciques locales, las elecciones de los presidentes municipales y gobernadores locales, y como toda la política local viene del gobernador, si el gobernador es malo, la política local anda desastrosa; si el gobernador es bueno y aceptado todas las dificultades cesan, se allanan.

Yo diría aquí que es más importante el artículo 13, casi, que el mismo artículo 12; un presidente pesa menos que un gobernador para cada Estado; creo que la cosa es tan elemental, que todos la sabemos por experiencia; un Presidente de la República no es el que atropella, ni impone contribuciones a las placeras, a los pequeños comerciantes; ni es el que se pone de acuerdo con los hacendados, ni es el que está en contacto con el pueblo humilde; no, es contra el gobernador, contra el elemento que el pueblo siente que pesa, contra el cual reacciona; el elemento que ha provocado la revolución ha sido el de los gobernadores. Tan cierto es esto, que el presidente Díaz, que era un buen administrador, nadie lo puede negar, fue un buen gobernante; pero sus gobernadores eran pésimos, sus gobernadores eran un Mucio Martínez, un Aristeo Mercado, etc., etc., de manera que la cosa es de un valor extraordinario.

A los señores maderistas los exhorto a que no olviden las enseñanzas que tan dolorosas han sido, que produjeron las desgracias y costaron el sacrificio de su jefe y caudillo, el señor don Francisco I. Madero. (Aplausos)

El C. secretario:

La Mesa ruega a los señores que integran la comisión del Sur, se pongan de acuerdo sobre el artículo 13.

El C. R. González:

Se ha discutido el artículo 8. en la parte que dice así: (Leyó)

Según esto, solamente tendrían derecho las viudas, las madres o hijas. (Voces: ¡todos, todos! Escándalo, desorden, siseos, campanilla)

El C. Hay:

Pido la palabra para una moción de orden. (Siseos, desorden, ruido, campanilla)

Rogaría a los señores delegados que me permitieran ser oído.

La moción de orden consiste en lo siguiente: en que se suspenda la sesión con el objeto de que la comisión de Programa se reúna con la comisión que viene del Sur a deliberar este asunto, a ver si se puede presentar una proposición formal, por escrito, en esta Asamblea. Yo creo que de esas comisiones reunidas podría sacarse algo en limpio y evitar muchas discusiones, que no tienen objeto en este momento, y la sesión podría reanudarse hoy en la tarde.

Un C. delegado:

Pido la palabra para una aclaración.

Yo pido respetuosamente a la Mesa se digne mandar leer la proposición relativa.

El C. secretario:

Se ha presentado la siguiente proposición:

Proponemos: que por ser unánime la opinión de la Asamblea, se declare que se aceptan los principios contenidos en el Plan de Ayala, y que, según el mismo plan, están contenidos en los artículos 4°, 6°, 7°, 8°, 9°, 12 y 13, excluyéndose los otros, por no entrañar ningún principio revolucionario.

J. Siurob.
R. González Garza.
V. Alessio Robles.

Para obviar tiempo, la Mesa dispone que la proposición pase a la comisión de programa.

El C. González Garza:

En contra del trámite.

La intención de la Mesa al dar ese trámite, es con el objeto de obviar tiempo.

Yo sinceramente creo que es perder tiempo. ¿Por qué no se pone en este momento a discusión el asunto que estamos tratando, en lo general, y después en lo particular artículo por artículo, hasta que lleguemos al artículo que ha causado la duda que existe en este momento, el artículo 13? Por tal motivo, yo pido a la Asamblea que considere esto de urgente y obvia resolución, se ponga a discusión en lo general, se discuta en lo particular y resolvamos la cuestión de plano.

El C. Díaz Soto y Gama:

Para apoyar la moción de orden.

El C. presidente:

Contestando al señor González Garza, se le manifiesta que pasa a la comisión de Programa, porque es el plan que se ha seguido siempre en cuestiones de esta índole, quedando a salvo su derecho de proponer que se discuta inmediatamente, por considerarlo él y algún otro delegado de obvia resolución.

El C. González Garza:

Precisamente: ¿me permite usted la palabra? No olvide el señor presidente que ayer de plano y unánime la Asamblea dio su adhesión a los principios del Plan de Ayala y ahora también. Ahora se ha suscitado una pequeña discusión en la interpretación que se da al artículo 13.

Un C. delegado:

Para una aclaración.

El C. González Garza:

Estoy hablando, señor.

Un C. delegado:

Creo que el trámite que la Mesa ha dado a la proposición subscrita por los señores Siurob, González Garza y el otro señor que ha firmado esa proposición, es indebido, toda vez que esta Junta es previa y no tiene que mezclarse con las atribuciones que tiene esta Asamblea.

El C. González Garza:

Ese es un argumento que ha aducido mi preopinante con muchísima razón, y hago mía esa razón.

Reconozco que ha sido más oportuno que yo; pero en lo que yo me iba a basar es en lo siguiente: el señor presidente quiere que se pase a una comisión, cuando nota perfectamente, que es notorio el deseo que tiene la Asamblea de tratar inmediatamente este asunto. En consecuencia, pido que la Asamblea considere de pronta y obvia resolución este asunto, para que en lo general se discuta, y una vez aprobado en lo general se pase a lo particular y resolvamos la duda que hemos tenido en el artículo 13.

El C. secretario:

La Mesa pregunta a la Asamblea, por conducto de la Secretaría, si considera de obvia resolución el asunto a que se contrae el señor González Garza.

El C. Hay:

Pido la palabra para una moción .de orden.

Yo creo que estamos haciendo muchas cosas indebidas. Con el debido respeto digo a la Mesa: estamos en una Junta previa o extraordinaria, la que fue erigida precisamente para tratar el asunto de las credenciales de los señores. Dentro de eso hicimos una proposición, a esta proposición se le da el trámite de que vaya a la comisión de Programa. La comisión de Programa no pertenece a esta clase de juntas, sino a la Convención. ¿Cómo esta Junta va a pasar un asunto que no ha sido presentado en la Convención Soberana, a una comisión?; por lo tanto, propondria que se suspendiera inmediatamente esta sesión de Junta extraordinaria y que se abriera la sesión de la Convención Soberana; que se leyera esa proposición, que se le diera el trámite que le dio el señor presidente y que se cerrara la sesión nuevamente para tener tiempo la comisión de Programa de hablar con los señores delegados del Sur, y hoy, a las cinco de la tarde, estaremos listos para discutir ampliamente el asunto.

El C. González Garza:

¿Qué objeto tuvo el señor Hay, qué fin persiguió el señor Hay cuando hizo la moción de que se declarase esta Asamblea en Junta previa?; ¿ para qué?; para tratar el asunto que trajeron los señores zapatistas. ¿Está en el tapete de la discusión? Pues vamos a la discusión, aprobémoslo en lo general, y después en lo particular vendrá la discusión del artículo 13. ¿Por qué se opone el señor Hay?

El C. Hay:

Pido la palabra para contestar al señor compañero González Garza.

Mi objeto era para lograr, sin grandes discusiones, que estuvieran aquí los señores delegados con voz y voto, como lo pueden estar en una Junta extraordinaria, y no en sesión de la Convención; ese fue el objeto principal; y ahora, como esta es una Junta extraordinaria, no puede ser presentado y tramitado en esta Junta; yo solamente pido, y creo que no es mucho pedir, que se suspenda esta sesión extraordinaria y se abra la sesión de la Convención, para que se le dé el trámite y que entonces haya un dictamen por la comisión de Programa, con este objeto principal, puesto que los señores delegados del señor Zapata, por voz del señor doctor Cuarón, han dicho que el señor general Zapata desea algo escrito, y no hay nada más serio que un dictamen de la comisión de Programa, aprobado nominalmente o reprobado nominalmente por esta Asamblea; pero yo espero que quede aprobado nominalmente por esta Asamblea. De tal manera, que vamos yendo ya sobre escrito y no sobre palabras, y yo creo que los delegados del Sur no sólo no se opondrán a esto, sino que lo apoyarán. Es para obviar tiempo y para evitar discusiones sin fin y para que no quede ningún detalle indebidamente asentado.

El C. Berlanga:

No obstante decirlo el señor González Garza, por la primera vez estamos de acuerdo, por la primera vez está en lo justo, por la primera vez pensamos igual.

El tiene razón; se va a discutir en esta Junta previa el derecho por el que los delegados surianos tengan representación en esta Convención, y precisamente ellos dicen: Para que nosotros tengamos participación con ustedes es necesario que se discuta primero esto. Así, pues, es una petición que ellos hacen. Por lo tanto, no podemos discutir nada con respecto a credenciales, sin que hayamos antes admitido lo que ellos proponen.

El C. González Garza:

La segunda vez que estamos de acuerdo, señor. (Risas)

El C. secretario:

La Mesa pregunta a la Asamblea, por conducto de la Secretaría, si considera de obvia resolución el asunto. (Voces: ¡Sí!)

Los que estén por la afirmativa, sírvanse poner de pie. Sí se considera de obvia resolución. Están a discusión en lo general los artículos que se han leído, correspondientes al Plan de Ayala.

El C. R. González Garza:

Ha dicho el señor Soto y Gama que al reprobarse el artículo 13, tal vez el general Zapata no lo ratificará; que no tienen facultades para ello, de donde se desprende que traen facultades para aprobar lo que les convenga; pero no lo que a la Asamblea convenga. Hay que aclarar si están dispuestos a someterse a lo que la Asamblea convenga, o únicamente a los intereses que ellos traen.

El C. García Valderrama:

Señores. Propongo que el señor presidente de la comisión zapatista pueda hacer uso de la palabra para interpelarlo la Asamblea acerca del artículo 13, pues dijo que no ve inconveniente en que este artículo fuera rechazado; el señor Soto y Gama lo modificaba en el sentido de que fuera aprobado ese artículo también; la Mesa interpeló al señor para que se pusiera de acuerdo la comisión zapatista; como en la moción presentada figura el artículo 13, yo pregunto si está en pie el artículo 13 o no se va a discutir.

El C. secretario:

La Mesa, por conducto de la Secretaría, ruega al señor presidente de la comisión del Sur, se sirva informar a la Asamblea si queda en pie el artículo 13 o se retira.

El C. Soto y Gama:

Pido la palabra para contestar a los señores que hablaron; que se discutió en lo general el Plan de Ayala, más bien dicho, no; los principios de éste, que no comprometen el orden de los debates; así es que yo contestaré en lo particular a los señores cuando se ponga a discusión el artículo 13.

El C. Paulino Martínez:

Estando a discusión el Plan en lo general, cuando se ponga a discusión el artículo, explicaré lo que se crea conveniente.

El C. Vallejo:

Estas sesiones han de tener un carácter definitivo; se están discutiendo las credenciales y no los principios, ¿por qué no se aceptan las credenciales?

El C. Hay:

Pido la palabra para una moción de orden.

Yo me permito suplicar que esto lo tratemos con una poca más de calma, ¿por qué razón no perdemos aquí seis horas y tenemos la seguridad de que hemos aprobado la cosa en debida forma y resolvemos esto por escrito, con calma; por qué razón tenemos esta precipitación, esto de obvia y pronta resolución dentro del colegio electoral que estamos teniendo ahorita? ¿Por qué razón el señor González Garza que propuso que fuera de obvia y pronta resolución, por qué, digo, no espera cuatro o seis horas para tener debidamente escrito eso?; es demasiado serio esto; los mismos señores del Sur no apreciarían el que nosotros recibiéramos de esta manera esas cláusulas; si las recibiéramos tan a la ligera. Estoy seguro que a ellos agradaría más el que aceptáramos esos principios después de un estudio y que fuera presentado por escrito a esta Asamblea. Yo estoy seguro de que los delegados no se opondrían a ello, puesto que es justo, y se trata de un asunto bastante serio, como es el de las condiciones.

El C. presidente:

Es verdaderamente lamentable que apenas se acaba de aprobar la proposición se pida reconsiderarla, cuando debían dar sus argumentos antes de aprobarla. Y así creo que se nos conduce a una pérdida incalculable de tiempo. Ya se aprobó que se discuta en lo general; vamos a discutirla en lo general y después vendrá la discusión en lo particular, sin que esto quiera decir que se venga a resolver todo en un minuto, sin que se tomara todo el tiempo que se necesite. (Aplausos)

El C. Santos:

Señores delegados:

Desde el momento en que esta es una Junta Previa y pueden tener voz y voto los señores que no tienen representación legal, ni pueden ser las discusiones definitivas, hay un modo que creo conveniente para no perder tiempo: los señores delegados que tengan voz en todas las discusiones y cuando vayamos a votar lo hagamos sólo los que tenemos representación legal, porque si tienen todos voz y voto, no es definitivo lo que se apruebe, porque no son representantes legales.

El C. Obregón:

Quiero saber, queremos saber los que estamos votando, ya sea en pro o en contra, si lo que se apruebe aquí está obligada la Asamblea Soberana a sostenerlo o no.

El C. González Garza:

¿Me permite usted contestarle al señor? Si está obligada, señor. (Voces: ¡No, no!) Permítanme ustedes tantito; voy a hacer una aclaración.

Un C. delegado:

Pido la palabra.

El C. González Garza:

Déjeme usted hablar, que yo he dejado hablar a todos.

La Asamblea está obligada a sostener en las sesiones de la Convención los acuerdos que tengamos en este momento con el grupo zapatista, porque para eso les hemos dado la voz, para precisar las condiciones por medio de las cuales van a entrar en la Convención y si partimos unánimemente ayer de esa base y la Asamblea se adhirió a los principios del Plan de Ayala, ahora no se trata más que de darle la forma debida a los acuerdos tomados precisamente para que la Convención los apruebe por medio de una votación nominal, que se va a discutir en lo general, dejando en libertad a todos los señores delegados para que los discutan en lo general y después en lo particular. No parece, señores, sino que hay una tendencia aquí de querer posponer para más tarde tratar un asunto no sólo de interés para la Convención sino de trascendencia para la República.

El C. Obregón:

¿Entonces cuál fue el objeto de levantar la sesión para abrir una Junta Previa?

El C. Soto y Gama:

Yo veo que el señor Hay tiene razón, en primer lugar, porque la Asamblea con sus repetidas votaciones por aclamación, ha considerado repetidas veces que es de obvia resolución aceptar un plan que está en la conciencia de todos, del país, de toda la Nación; de manera que en ese punto no le doy la razón, pero sí en el punto formulista. La Convención, en debida forma convocada o reunida, puede resolver para aceptar, como decía muy bien el señor Villarreal, para reconsiderar lo que se acaba de aprobar, se me ocurre una cosa sencilla: sigamos en Junta Previa discutiendo, y entonces se cierra la Junta Previa, se abre la sesión de la Convención, y entonces la Convención ordena que nos retiremos nosotros. Este procedimiento tiene las dos cosas; se nos oye y se recibe nuestro voto, por cortesía si ustedes quieren. Que se hagan las cosas con orden, con arreglo a derecho, y después la Convención, sin nosotros, no tiene más que ratificar lo que hizo en Junta Previa, y creo que es más práctico el procedimiento. (Aplausos)

El C. Obregón:

No estoy reñido con los principios del Plan de Áyala que están en la conciencia de todo revolucionario, no señor; estoy reñido, porque se obra con mucha ligereza, porque ya se han cometido demasiados errores. Creo que tendrá mucha más importancia, como decía el señor Hay, si esto lo tratamos con más detenimiento; yo estoy perfectamente de acuerdo en que esos principios son sanos y que probablemente formarán uno de los primeros números del Programa para el futuro, pero creo que debemos estudiarlo con más detenimiento.

El C. Ruiz:

La labor que hemos venido a hacer aquí en la Junta Previa es una labor de depuración y de selección previa también. Hemos querido escuchar los argumentos, las razones, los planes, todo lo que los señores representantes del general Zapata han venido a proponer. Una vez sostenidas las discusiones en esta Junta Previa, yo sería de opinión, señores, que pasaran para que se presentaran debidamente a la comisión de Programa y luego que presentara esa comisión de Programa su dictamen a la Asamblea Soberana en debida forma, para que fuera rectificado o ratificado en sus partes. Así haríamos en lo general un trabajo de depuración del Plan de Ayala y después sería el trabajo de estilo de la comisión de Programa, que es en realidad lo que se necesita para que fuera depurado y presentado en debida forma a la Asamblea Soberana.

El C. González R.:

No comprendo por qué no estudiamos lo que se va a presentar cuando es un dictamen. Alli están sentadas las bases del Plan de Ayala y se va a discutir artículo por artículo. ¿Qué diferencia hay en que una comisión vaya y haga un estudio y vuelva a presentar otro Plan de Ayala a su modo, cuando nosotros somos los que tenemos que discutir artículo por artículo? ¿Se ha aprobado en lo general, o se ha dicho que es de obvia resolución? Y no hay nada que nos contraríe para seguirlo discutiendo, porque yo no veo de qué manera nos va a ilustrar más la comisión que los mismos delegados del Sur lo pueden hacer. Aquí a nosotros nos toca aceptar lo que nos convenga y rechazar lo que no nos convenga.

El C. Ruiz:

La proposición mía obedece a lo siguiente: que precisamente por tratarse de un asunto de grandísima importancia, debemos comisionar a un grupo reducido de personas que pueda hacer un estudio minucioso, sin salirse de los principios y presentarlo a esta Asamblea en debida forma.

El C. presidente:

Está fuera esto de la discusión; la Asamblea aprobó que era de obvia resolución, y nominalmente aprobó eso; no queda otra cosa que ponerlo a discusión en lo general. (Aplausos)

El C. secretario:

Están a discusión en lo general los artículos que, en el Plan de Ayala, se consideran como de principios, y que son: 4°, 6°, 7°, 8°, 9°, 12 y 13. (Voces: ¡Ello; no, ello no está!)

El 4° está concebido en estos términos: (Lo leyó)

El C. Paniagua:

Pido la palabra en contra. (Voces: ¡No está a discusión! Siseos. ¡No, no; está a discusión en lo general!) (Voces: ¡Cómo será bruto Paniagua!)

El C. secretario dio nuevamente lectura a los artículos 6°, 7°, 8°, 9°, 12 y 13, del Plan de Ayala.

(Voces: ¡Ya! ¡No más hasta ahí!) Están a discusión en lo general.

El C. Soto y Gama:

Pido la palabra para demostrar a los señores delegados que opinan que el Plan de Ayala es causa de dolorosas discusiones, dilatadas y largas, y exige el dictamen previo de las comisiones, que esa tesis no es sostenible, porque los principios del Plan de Ayala son perfectamente claros, son el resultado de unaa experiencia, no de años, sino de toda nuestra existencia nacional, que ha demostrado que el régimen feudal, que el latifundismo es la verdadera plaga y el verdadero secreto de nuestra constante anarquía y de nuestras constantes revoluciones y que allí radica la verdadera clave de toda nuestra situación política y económica del país; para eso he pedido la palabra y voy a ser lo más breve posible, en el concepto de que me perdonarán las deficiencias de este estudio.

Las divido en dos partes: la cuestión social contenida en el Plan de Ayala, la cuestión agraria, más bien dicho y la cuestión política.

La cuestión agraria se reduce, én resumen, en concreto, a destruir el latifuñdismo, a destruir al señor feudal. Para destruir al señor feudal, al hacendado, al hombre dueño de grandes y vastos territorios, que en virtud de esa posesión ejerce dominio absoluto, no sólo sobre los intereses y los salarios de sus peones, sino también sobre sus personas por medio de la influencia que la posesión de esos vastos terrenos le concede, sobre las autoridades de la localidad, al grado de que estas autoridades se convierten en su dependencia y en su instrumento; para lograr la destrucción de ese feudalismo y lograr el establecimiento de otro régimen para hacer variar las condiciones y que permitan al proletariado ser libre, y salir de la condición de siervo.

El Plan de Ayala establece tres procedimientos: la restitución de los ejidos robados a los pueblos. Este acto es de justicia: se trata de un robo y el robo se repara con la restitución. Creo que esto no admite discusión. Segundo: el segundo procedimiento consiste en expropiar las tierras mediante indemnización a los poderosos propietarios de ellas, dice el Plan; es decir, a los latifundistas, no a los pequeños propietarios, no a los individuos a los que hay que apoyar y respetar en sus propiedades, no, se trata de los latifundistas que por tener vastas propiedades constituyen el peligro de que he hablado. El Plan de Ayala lleva su moderación al grado de pedir simplemente la expropiación de la tercera parte de las tierras. Ya el señor Paulino Martínez sabe que nosotros tendríamos mucho gusto en que la expropiación se ampliara más, y si la Asamblea lo cree conveniente para que discutiéramos el Plan de Gobierno, nosotros tendríamos mucho gusto en que esa expropiación llegara a la totalidad de las tierras. El Plan de Ayala se limita a la tercera parte de las tierras, y no creo que ese principio se refiera a aquellas porciones que no se hayan coludido con la dictadura para sostener la larga resistencia contra el pueblo armado que en estos momentos acaba de triunfar. Para los hacendados, científicos y políticos de toda especie que hayan ayudado a la dictadura porfirista o huertista, para ellos se establece el mismo procedimiento, o sea la confiscación, la adjudicación de sus tierras sin pagarles un solo centavo, como lo merecen por sus procedimientos, como justo castigo. Ese principio está basado, está realizado, ese principio que forma la grandeza de las Leyes de Reforma, se está realizando hasta con el clero, y que ha sido el más poderoso y más respetable para la conciencia de los pobres, y exponiéndose a una guerra tremenda como la que nos trajo hasta la Intervención extranjera. Si, pues, Juárez ha realizado eso con aplauso de todos y con asombro del mundo entero, ¿por qué nosotros no hemos de realizar la confiscación de las haciendas, que ofrece menos peligro que la confiscación de los bienes del clero? Tampoco creo que la confiscación de los bienes de los hacendados merezca discusión, porque entra en los principios revolucionarios.

Esto lo comprende el señor Hay y el otro delegado que pedía la comisión; absolutamente es tan claro, tan sencillo, tan preciso, vuelvo a decir, que éstos no son teoremas, son axiomas; eso lo vendrían a discutir Limantour y Huerta; lo discutirían los hombres del credo reaccionario, pero nunca los hombres del credo revolucionario.

La cuestión política es también muy sencilla. La cuestión política quiere decir evitar la imposición; es el reverso del Plan de Guadalupe. El Plan de Guadalupe llama a la Presidencia de la República, con anticipación, con una anticipación peligrosa, a un hombre a quien la República todavía no conoce, a un hombre que puede variar durante el curso de la Revolución y que de hecho ha variado. El Plan de Guadalupe llamó al poder a don Venustiano Carranza y don Venustiano Carranza, con sólo ochenta firmas de sus principales jefes, por sorpresa llegó al poder. Los resultados de esa sorpresa son tan notorios que casi no es preciso señalarlos. Don Venustiano Carranza, al poco tiempo de ser el Primer Jefe empezó a descuidarse, y por algunas dificultades, en la cuestión agraria tuvo que refugiarse en Sonora.

Don Venustiano Carranza ha resultado cada vez menos afín con la Revolución y si no fuera Carranza, otro que hubiera sido, alejado evidentemente, ni podría haberse apartado de los caracteres revolucionarios de que hubiera estado investido. Podría haber sucedido, como ha sucedido, que al fin de la Revolución hubiera otras personalidades, individuos un tanto revolucionarios o personalidades revolucionarias más Vigorosas y más robustas que la elegida al principio de la Revolución y es racional y es justo y es político lo que hace el Plan de Ayala: permitir a todos los revolucionarios reunirse en una Convención después de la Revolución, después de los hechos consumados cuando se ha visto el proceder y la conducta de todos los revolucionarios, decir entonces: de todos los revolucionarios del país, el que nos conviene para la Primera Magistratura es Fulano.

Se ve la superioridad de este artículo sobre el artículo del Plan de Guadalupe y tan se ve la superioridad, que esta Convención al declararse Soberana ha tenido en cuenta la necesidad de reformar el Plan de Guadalupe y tiene el derecho de decir si la Convención o no la Convención, el hombre que por anticipación y desde un principio se designó para la primera magistratura.

Esta cuestión política se presentó con los mismos maderistas, respecto del presidente y respecto de los gobernadores; pero como he ofrecido, o más bien dicho, estoy obligado a no discutir en lo general, me permitiría hacer aquí extensivas a los gobernadores, y a los jefes políticos, estas observaciones que he hecho respecto del presidente.

Creo que con eso quedarán ilustrados ustedes y tratándose de puntos verdaderamente indispensables para cerebros revolucionarios, ha concluido mi modesta misión. (Aplausos. Voces: ¡A votar!)

El C. secretario:

Continúa a discusión en lo general el Plan de Ayala; es decir, los artículos que se han mencionado.

El C. Miguel Ramos:

Acabo de oír del señor licenciado Soto y Gama ... (Voces: ¡Recio!)

Acabo de oír de viva voz del señor Soto y Gama, como dos veces, que cierta clase diferencia el Plan de Ayala en dos partes; dicen que es agrario en la cuestión de los artículos 4°, 6°, 7°, 8° y 9., en lo que estamos perfectamente de acuerdo; es decir, que lo que atañe únicamente a los principios se encuentra en los artículos 12 y 13; Y habían dicho que los primeros eran un axioma y los segundos un teorema, que es más bien un problema discutible y eran una forma de Gobierno.

En todas las argumentaciones estoy de acuerdo, menos en que un principio se confunda con una forma, y para la forma de gobierno, señores, hay muchos puntos en la comisión de Programa que pueden ilustrar más ampliamente; esas formas de gobierno son las que si el señor Soto y Gama conoce, puede someter a la comisión como más aventajadas, creo que no tendria inconveniente en adunarse; nosotros hemos manifestado que estamos conformes en principio; en la forma, hay otras muchas y muy discutibles.

El C. presidente:

En vista de que es demasiado tarde, la Mesa considera conveniente suspender la Junta Previa para reanudarla esta tarde, a las cuatro y media, dando algún tiempo a los señores delegados para que mediten el asunto y supliquen a la vez a la comisión del Sur se sirva proporcionar un suficiente número de ejemplares del Plan de Ayala para distribuirlos entre los señores delegados y puedan con más facilidad estudiar los artículos que están a discusión.

El C. González Garza:

Para una moción de orden.

Sírvase la Secretaría informar o pedir a la Asamblea que diga si considera suficientemente discutido el punto en lo general. Cumplido ese requisito, si hay quien tome la palabra, entonces nos retiramos para volver a las cuatro y media; pero que la Secretaría pregunte si considera la Asamblea suficientemente discutido el asunto en lo general.

El C. secretario:

La Mesa pregunta a la Asamblea si considera que debe suspenderse esta sesión y continuarla a las cuatro de hoy mismo, o si considera suficientemente discutidos los artículos del Plan de Ayala.

El C. González Garza:

Tiene que ser sólo una pregunta.

El C. presidente:

La pregunta es la primera.

El C. González Garza:

Para una moción de orden.

La pregunta que debe ser primero es, la de que: si está suficientemente discutido.

El C. presidente:

No, señor; primero dio su decisión la Mesa.

El C. González Garza:

La Mesa puede incurrir en equivocaciones y éste es el caso.

El C. secretario:

La Asamblea es la que aprobará o reprobará. Con permiso de usted. (Dirigiéndose al ciudadano presidente) la Mesa pregunta por conducto de la Secretaría, si se suspende la sesión para continuarla a las cuatro. Los que estén por la afirmativa, sírvanse poner de pie. Aprobado.

El C. González Garza:

Yo creo que no.

El C. secretario:

Haga el favor de contar. Hagan el favor de no sentarse los que se hayan parado, para tomar la votación. No se sienten.

El C. Lugo:

Para una aclaración. Respetuosamente suplico a la Mesa y a los señores que están presentes, que no se fijen en que permanezcan sentados los señores representantes del Ejército Libertador y vayan a computar su voto como opuesto a esta Asamblea. Digo esto porque esos votos no deben ser tomados en consideración, desde el momento en que ellos vienen a imponernos condiciones y no es honrado que ellos voten contra nosotros, que tenemos obligaciones y responsabilidades de nuestras respuestas.

El C. secretario:

La Secretaría informa que aun con esos votos hay mayoría de señores parados.

El C. Julio Madero:

El hecho de que se apruebe o repruebe no quiere decir que se levante la sesión inmediatamente.

El C. secretario:

Aprobado que se suspenda la sesión para continuarla a las cuatro.

El C. presidente:

Se levanta la sesión.

Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesPrimera parte de la sesión celebrada el día 28 de octubre de 1914 en la ciudad de Aguascalientes Primera parte de la reanudación de la sesión celebrada el día 28 de octubre de 1914 en la ciudad de AguascalientesBiblioteca Virtual Antorcha