CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA
Compilador: Florencio Barrera Fuentes
REANUDACIÓN DE LA SESIÓN CELEBRADA EL DÍA 28 DE OCTUBRE DE 1914 EN LA CIUDAD DE AGUASCALIENTES
Primera parte
SUMARIO
Después de una discusión sobre el artículo 4° del Plan de Ayala, es retirado para que se modifique de acuerdo con los deseos de la Asamblea, pasándose a discutir los siguientes.- Es aprobado el artículo sexto como exigencia mínima, porque la Convención lleva más allá su radicalismo.- Puestos a debate, resultaron aprobados los artículos séptimo, octavo y noveno del propio Plan.- El artículo trece origina una nueva discusión y a solicitud de los delegados del Sur es retirado para darle una nueva forma, suspendiéndose momentáneamente la sesión.- Después de varias objeciones, se aprueba el artículo de referencia, reformado y adicionado.- A moción del C. Hay se suspende la junta extraordinaria para entrar en secreta ordinaria, con el objeto de discutir importantes asuntos.
PRESIDENCIA DEL C. GENERAL JOSÉ ISABEL ROBLES
A las 4.30 p.m., habiendo en el salón el número competente de ciudadanos delegados, según consta en la lista que previamente pasó la Secretaría, se reanudó la junta.
El C. secretario:
Se reanuda la Junta Previa.
Un C. delegado:
¡La guardia de la bandera!
El C. secretario:
Continúa la discusión en lo general de los artículos que en el Plan de Ayala se consideran como de principios. ¿ No hay quién pida la palabra?
Los que los aprueben en lo general, sírvanse ponerse de pie. Aprobados.
Ahora se van a discutir en lo particular. El primero, que es el número cuatro, está concebido en estos términos:
La Junta Revolucionaria del Estado de Morelos manifiesta a la Nación, bajo formal protesta:
Que hace suyo el Plan de San Luis Potosí, con las adiciones que a continuación se expresan, en beneficio de los pueblos oprimidos, y se hará defensora de los principios que defiende hasta vencer o morir.
Está a discusión.
El C. Paniagua:
Pido la palabra en contra.
El C. presidente:
Tiene la palabra el ciudadano Paniagua.
El C. Paniagua:
Dice este artículo cuarto, que el Plan de Ayala hace suyo el Plan de San Luis Potosí y como quiera que el Plan de San Luis Potosí contiene algunos principios que ya no tienen razón de ser ahora, yo quisiera que una de dos: o estudiamos aquí el Plan de San Luis Potosí, para aceptar sus principios, o que la comisión zapatista nos haga favor de redactar en nueva forma, cómo ha de quedar esta cuarta cláusula, diciendo que hace suyos solamente aquellos principios agrarios que contiene el Plan de San Luis Potosí, porque de lo contrario, si vamos a aprobarlo en globo, nos vamos a meter en dificultades. El presidente de la comisión zapatista dice que está de acuerdo con eso y que hay que redactarlo de nuevo; de manera que yo creo que no habiendo ya dificultades, el señor presidente redactará esa cláusula como debe quedar. Lo hago para que después no vayamos a tener dificultades cuando traigamos aquí el Plan de San Luis Potosí.
El C. Soto y Gama:
Creo que tiene razón el señor Paniagua, pero la cosa es muy sencilla, pues la modificación se puede redactar sobre la marcha. Se puede decir muy sencillamente: La Junta Revolucionaria Nacional, bajo formal protesta, hace suyo el Plan de San Luis Potosí en aquellos de sus preceptos que sean actualmente aplicables, con las adiciones que a continuación se expresan.
El C. Paniagua:
Que lo hagan, pero por escrito.
El C. Gallegos:
Creo yo que sería más conciso que la comisión de Morelos propusiera cuáles son esos principios aplicables al caso y a la vez que se nos den a conocer, porque la verdad es que muchos no los recordamos.
El C.Paniagua:
Todos recordamos que el Plan de San Luis no es de dos o tres cláusulas, sino de varias; y yo creo que debemos simplemente aprobar en globo los principios por los cuales luchamos en 1910, porque hay algunos que no tienen razón de ser; por ejemplo: los considerandos que encontró el señor Madero para el desconocimiento de la dictadura de Porfirio Díaz; hoy que ya ese tirano está chocho, está boqueando, por allá, pues no hay razón de ser. (Risas)
El C. Vallejo:
Yo no pido que se me digan los considerandos que el señor Paniagua menciona sin venir al caso; pido que se nos permita ver el Plan de San Luis en lo que tiene que ver en relación con el Plan de Ayala; no estamos en los considerandos que menciona el señor Paniagua que, repito, no son del caso.
El C. Chargoy:
Pido la palabra. Señores:
Yo creo que toda la Asamblea está conforme en los principios que se refieren al Plan de Ayala; pero no todos están conformes en que se apruebe en los términos en que está escrito; en consecuencia, creo que debemos ser como las abejas: encuentran una rosa y le sacan la miel, encuentran un jazmín, y le sacan la miel; y a todos los buenos que ha habido como elementos revolucionarios, debe sacarse lo bueno, y que la Asamblea nombre una comisión para un Programa y ese Programa se discuta por la comisión zapatista.
El C. Ruiz:
Nos está sucediendo en el seno de esta Asamblea, señores y se viene a comprobar una vez más, que tenía razón al querer que ese Plan se incorporara al Gran Programa Nacional, que va a emanar de la discusión. Al querer yo que esa comisión discutiera el Plan no era con objeto, como decía el señor Soto y Gama, para modificar, puesto que los principios son de la humanidad que hace muchos siglos está luchando por llevarlos a efecto, y no pueden ser modificados por una Asamblea ni por pueblos; el objeto era hacer organización en el seno de esta Convención, que se discutiera, se purificara, como dijo muy bien ese señor, se tomaran en esencia lo que tiene de bueno, los principios que tiene, que son tres los principales, los fundamentales, que han llevado a los hombres aquí reunidos a la lucha por la libertad individual y política; segundo, el bienestar de los hombres, el fraccionamiento de las tierras, y tercero, la enseñanza laica, la destrucción del clericalismo, ¿no son éstos los principios que han hecho luchar a los señores zapatistas?
Basándonos en estos tres principios, la labor máxima de la comisión de Programa debería reducirse a dar esos principios en un programa, para que después el Gobierno que emanara de esta Convención, en detalle, fuera llevando a cabo cada uno de esos principios. Cada uno de esos principios significa, señores, una labor inmensa que representa mucho tiempo de trabajo; de manera que nosotros no vamos a presentarle un cartabón, sino la manera de presentarlo.
Esos principios están tanto en el Plan de San Luis Potosí como en el Plan de Ayala y en el Plan que hemos adoptado nosotros; se trata, pues, de darle forma a ese Plan.
Veamos el artículo octavo del Plan de Ayala. Dice así:
Artículo 8.- Los hacendados, científicos o caciques, que se opongan directa o indirectamente al presente Plan, se nacionalizarán sus bienes, y las dos terceras partes que a ellos les corresponda se destinarán para indemnización de guerra, pensiones de viudas y huérfanos de las víctimas que sucumban en la lucha del presente Plan.
Un C. delegado:
Estamos tratando el artículo cuarto del Plan de Ayala.
El C. Ruiz:
Muy bien, señor, vuelvo, pues, a los principios. Son tres los principios reconocidos por todos como grandes prineipios. Luego sí están dentro ... (Voces: ¡No, no, no!)
El C. Piña:
Pido la palabra para una moción de orden.
El C. presidente:
Tiene la palabra el ciudadano Piña.
El C. Piña:
El ciudadano Ruiz debería haber argumentado en la forma y en el sentido que lo está haciendo ahora, esta mañana o antes, cuando estaban los principios del Plan de Ayala a discusión en lo general. Hoy lo están en lo particular, cada uno de los artículos, y el ciudadano Ruiz debe concretarse a demostrar lo conveniente o inconveniente de aprobar el artículo cuarto.
El C. Ruiz:
Precisamente estoy en eso, porque el artículo cuarto comienza, como todos los planes, por los principios; estoy tratando de explicar los principios, los principios que están encarnados en todos los revolucionarios de la República.
Trato, señores -y lo vuelvo a repetir-, de encauzar y de hacerles ver a ustedes la necesidad de no estar provocando discusiones aquí. Vamos a discutir luego lo del Primer Jefe, que la comisión de Programa sea la que haga este asunto del Plan, unida a dos o tres miembros de la comisión zapatista y después, en la práctica, veremos quiénes tenemos razón.
El C. Gutiérrez de Lara:
Animado de muy buenas intenciones, el señor Ruiz nos propone algo que fue muy discutido en lo general esta mañana. En estos momentos estamos tratando en lo particular el artículo 4°; pero desde luego ha sido aceptado el Plan de Ayala en los principios relativos a los artículos políticos en lo general.
El objeto no es formar un programa de gobierno, como dice el señor Ruiz, sino hacer una demostración sincera y franca a los componentes del Ejército del Sur, para que animados en esta manifestación de afecto y de igualdad de miras, se resuelvan a venir aquí a colaborar con nosotros.
Yo pido respetuosamente a la Asamblea que acepte ya el artículo 4° tal como está, no importa que esté mal redactado, porque en principio debe ser aceptado.
El C. Hay:
Aunque es indudable que todos nosotros aceptaremos los principios del Plan de San Luis, también es cierto que no se nos puede exigir aceptar el Plan de San Luis, que tiene muchos puntos, porque ya no tiene caso ahora. Yo propondría que transitoriamente suspendamos la discusión del artículo 4° y pasemos a la discusión de los demás, mientras una persona comisionada por la Mesa puede conseguir un Plan de San Luis y buscar los principios que deben ser aprobados.
Propongo, pues, se suspenda la discusión de este inciso y pasemos a otro principio para discutir.
El C. secretario:
La Mesa pregunta si se aprueba que se suspenda la discusión del artículo 4°, mientras se consigue un plan, y se continúen discutiendo los demás.
El C. Paniagua:
Ya hay aquí una proposición, pido se me permita fundarla.
El C. Ernesto Aguirre:
La discusión del artículo 4° puede quedar terminada por el presidente de la comisión zapatista, en la siguiente forma: que pase a la comisión de Programa, para que ella lo someta a la discusión de la Asamblea para su aprobación. Se han aceptado aquí ampliamente por todos los señores delegados los principios del Plan de Ayala, que podría decirse hizo suyos el Plan de San Luis en todo lo que entraña un principio, y haciendo, además, alguna reforma en lo que mira al Plan de San Luis Potosí; y como esos principios van a ser aceptados por toda la Asamblea, ya no queda en pie que sea la Junta Revolucionaria de Morelos la que manifieste a la Nación, sino la Convención Revolucionaria de Aguascalientes; por eso creo que la Convención Revolucionaria se verifica actualmente en Aguascalientes.
Un C. delegado:
Voy a permitirme leer el artículo 4°, que dice: (Lo leyó nuevamente)
Si no tuviera principios el Plan de San Luis, no lo aceptaríamos; si aceptamos el Plan de San Luis, debe tener uno, dos, tres o cuatro principios. Si no lo conocen los señores revolucionarios, no es culpa de nosotros, sino de ellos.
El C. González Garza:
Pido la palabra para una aclaración.
El C. presidente:
Tiene la palabra, para una aclaración, el ciudadano González Garza.
El C. González Garza:
Es materialmente imposible, señores, señalar uno por uno todos los principios al pie de la letra, tal como están estampados en el Plan de San Luis Potosí, pero puedo enumerarlos con exactitud.
Los que se refieren a la cuestión política son los siguientes: primero, supresión de jefaturas políticas; segundo, los principios de Sufragio Efectivo y No Reelección, y tercero, exigir responsabilidades a los funcionarios públicos. En cuanto a los principios del orden social, es nada más uno, que fue esbozado muy ligeramente, y se refiere exclusivamente en el artículo 7°, a devolver a los pueblos los ejidos que les fueron robados por los poderosos. Eso es, en síntesis, el Plan de San Luis Potosi, y hago esta aclaración para orientar a la Asamblea.
El C. secretario:
Artículo 4°, reformado, del Plan de Ayala:
La Revolución hace suyo el Plan de San Luis Potosí en sus articulos 3° y 4°, que son los que consignan preceptos aún aplicables, con las adiciones que en seguida se expresan.
Paulino Martínez.
A. Díaz Soto y Gama.
¿No hay quién tome la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba que el artículo 4° quede en los términos siguientes: (Lee la proposición)
Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. (Voces: ¡Aprobado!)
El C. González Garza:
Hay duda; existen unas palabras de enojo. ¿Me permite la palabra, señor?
El C. presidente:
Tiene usted la palabra.
El C. González Garza:
Yo creo que un asunto tan importante como ese, y desde el momento en que la Convención reunida en sesión ordinaria, va a aprobar todo lo que aquí discutamos, en unión de nuestros compañeros pido que artículo por artículo, adición por adición, corrección por corrección sean sujetados a votación nominal; así sabemos quiénes son los revolucionarios y quiénes no son los revolucionarios; eso es de suma importancia. Es una petición que hago, por si la quiere tomar en consideración la Asamblea y la Mesa.
El C. Neyra Barragán:
Pido que en la proposición subscrita por los señores Martínez, González Garza, Soto y Gama, y Paniagua, se lean los artículos del Plan de San Luis que son aplicables a las actuales circunstancias. (Voces: ¡Bien dicho!)
El C. González Garza:
Pido la palabra. Vuelvo a repetir: desgraciadamente ninguno de los señores delegados traemos un Plan, para estudiarlo punto por punto; pero puede tener Su Señoría la seguridad de que los principios a que hizo alusión hace un momento, son los contenidos en el Plan de San Luis Potosí; los que se relacionan con la cuestión política, ya lo dije, son: supresión de las jefaturas políticas en toda la República, el principio de no-reelección para los que ocupen los cargos del Poder Ejecutivo y gobiernos de los Estados, y exigir las responsabilidades debidas, que nunca se han llevado a cabo en la República, por malos actos que se cometan en el gobierno; ésos son del orden político; los del orden social son únicamente relativos a restituir al pueblo de la República los ejidos que les fueron robados; ese es todo el Plan de San Luis. Juzgue la Asamblea si no son distintos esos principios.
El C. García Vigil:
Creo que estamos procediendo desordenadamente. Se han renunciado principios que nosotros estamos sosteniendo desde hace tiempo. En efecto, el Plan de San Luis Potosí contiene como principios políticos los que acaba de mencionar el señor Soto y Gama, dándole mucha preeminencia al poder municipal, para lo cual todos estamos conformes.
Para proceder con orden se hace necesario que se formulen las proposiciones de una manera explícita y no de una manera vaga, como acaba de hacerse en las proposiciones a que acaba de darse lectura. Considero pertinente que al hacer esa proposición se enuncien esos principios, porque estamos sujetos nosotros aquí, quizá, a votar una proposición en la cual se nos habla de unos principios que no están contenidos en la proposición. Es necesario, pues, incluirlos ahí. Eso por una parte; por otra parte, no creo yo, como dice el señor Soto y Gama, que se va a ver aquí quiénes son los revolucionarios y quiénes no, porque creo que todos sostendremos esos principios.
Es muy bueno que la comisión de Programa, que tiene la obligación de formular en lo general el que se ha de someter a la aprobación de la Asamblea, incluya esos principios para que vayan en el lugar que les corresponde en ese programa; porque si desde este momento comenzamos a aprobar proposiciones separadas, procederemos desordenadamente. Nosotros vamos a saber en qué orden deben formularse esos principios en el programa general.
Insisto, pues, en que la proposición se haga ex>plícita, quitando eso del pueblo oprimido, que repito, como dije ayer, es la palabra constante de los que tienen el prurito de lisonjear a las turbas.
Es indudable que estamos aquí para beneficiar a los que están necesitados de beneficios, pero no es necesario decir: a los pueblos oprimidos. Estamos trabajando por el bienestar de la República Mexicana, que es el pueblo mexicano. Por tanto, pido que la proposición se haga en la forma en que he hecho mención.
El C. González Garza:
Pido la palabra. Si la Asamblea nos da permiso, con muchísimo gusto precisamos estos puntos, aunque, por otra parte, estamos completamente de acuerdo con el señor García Vigil; en lo que no estoy de acuerdo es en la segunda parte.
El señor García Vigil tiene su manera de escribir y es muy libre de hacerlo; nosotros tenemos esta otra y él está en su perfecto derecho para criticar lo que nosotros hagamos; la parte principal que quiero que agreguemos en esa moción, es que señalemos los principios; por nuestra parte, no hay ningún inconveniente si la Asamblea nos lo permite. (Voces: ¡Sí, sí!)
Pido a usted permiso; ¿me lo da, señor?
El C. Paniagua:
Señor presidente.
El C. E. C. González:
Pido la palabra. La moción que se ha hecho es enteramente insuficiente; no aprobamos nada, ni vamos a esperar esos principios para aceptarlos, de modo que es perder el tiempo; o vemos, como se dice, qué son esos principios o lo dejamos para el final de esta discusión, porque se nos dice: Los principios aplicables a la situación actual, ¿y cuáles son?, no lo sabemos; unos estarían de acuerdo y otros no, de manera que viene a formarse una nueva discusión; por eso creo que la comisión debe retirar esa proposición y presentarla en debida forma, para decir lo que quiere que aprobemos.
El C. González Garza:
Por otra parte, señores delegados, olvida un hecho que es inconcuso. En estos momentos estamos discutiendo, en compañía de los señores zapatistas, las conclusiones que, de aceptarse por parte de nosotros, vendrían a la Convención, y por sabido se calla que dentro de la Convención ya hay nombrada una comisión de Programa, que recopilará los datos de los señores delegados y los de los zapatistas, para hacer el programa final.
Yo creo que con estos datos se aprobará la proposición del señor Vigil y se quitarán algunas dudas de nosotros.
La Gran Comisión nombrada para redactar el programa que, entre paréntesis, no debe ser más que la finalidad, la línea de conducta a que debemos llegar, el gobierno preconstitucional deberá tomar en consideración no sólo las indicaciones del señor García Vigil, sino las de todos los señores delegados. (Aplausos)
El C. secretario:
Los proponentes han modificado la proposición en los siguientes términos:
La Convención Revolucionaria reunida en Aguascalientes hace suyo el Plan de San Luis Potosí, en aquellos de sus preceptos que sean actualmente aplicables, con las adiciones que a continuación se expresan, en beneficio del pueblo mexicano:
1. Sufragio efectivo, no reelección.
2. Supresión de las jefaturas políticas.
3. Exigir responsabilidades a los empleados públicos.
Aguascalientes, octubre 28 de 1914.
P. Martínez.
A. Díaz Soto y Gama.
R. González Garza.
E. W. Paniagua.
Está a discusión la proposición firmada por los señores P. Martínez, A. Díaz Soto y Gama, R. González Garza y E. W. Paniagua, respecto a los términos en que debe quedar redactado el artículo 4°
El C. Villarreal:
Pido la palabra para hablar en contra. Se nos propone que aprobemos vaguedades. Se nos dice que la Convención haga suyo el Plan de San Luis Potosí y estoy seguro que habemos muchos que no recordamos ni medianamente los principios del Plan de San Luis Potosí.
Yo creo que estamos perdiendo el tiempo y que lo mejor sería que se retirara esa proposición en tanto que se encuentra el Plan de San Luis Potosí, que la comisión respectiva nos presente en esa proposición condensados los principios de dicho Plan y entonces sí podremos votarlo. ¿Cómo vamos a votar algo que nada dice? ¡Los principios que sean aplicables al momento actual! Para algunos miembros de la Convención serán aplicables unos principios, para otros serán aplicables otros, y en resumen vamos a discutir y a aprobar vaguedades.
El criterio es ese: que se retire la proposición hasta en tanto se condensan esos principios en debida forma y entonces los discutiremos. Entre tanto, podemos discutir otros principios.
El C. García Vigil:
Creo que no se me comprendió por la primera vez. La palabra principios excluye toda relatividad, por tanto, toda proposición, ya sea hecha diciendo: aceptemos los principios del Plan de San Luis, aceptemos los principios del Plan de Ayala, aceptemos los principios del Plan X, aceptemos los principios del manifiesto del señor Fulano de Tal: esto es deficiente. Si se hacía la proposición en su origen, es necesario que los principios se inicien por sí solos, sin decir que hayan sido de San Luis o de Guanajuato, fúndense como se fundaren los derechos del hombre, y después los discutiéramos, y si son principios, seguro que no los discutiremos y los aprobaremos inmediatamente.
El C. González Garza:
Vuelvo a pedir a la Asamblea adicione la moción con los principios que he mencionado. Permítame usted; lo hacemos.
El C. Julio Madero:
Estamos modificando el Plan de San Luis principio por principio, que muchos ni conocen y los que lo conocemos no nos acordamos de él.
Es muy fácil esperar hasta que se traiga a la Asamblea para que lo veamos después.
El C. Osuna:
Se debe aprobar el Plan de San Luis, y en lugar del artículo cuarto que dice que se debe aprobar el Plan de San Luis, dos, tres o cuatro principios se harán constar en la proposición que va a sustituir este artículo. Creo no habrá inconveniente en que lo aprobemos a reserva de buscar bien el Plan de San Luis, y si acaso estos señores han olvidado algo importante, lo incluiremos en nuestro Programa que saldrá de esta Asamblea; de manera que para que pronto lleguemos al fin que nos proponemos, puede hacer la comisión su proposición, incluyendo dos o tres principios de los indicados en el Plan de San Luis, y a eso no nos opondremos.
El C. Castillo Tapia:
Volvemos a la misma vaguedad. Resulta que mañana o pasado vendrán a decirnos: el versículo número XVI del Corán es muy aceptable para la Revolución, debemos nosotros aprobarlo; sin saber qué dice ese versículo o uno del código de San Roque Evangelista. (Risas)
De manera es que yo entiendo que debemos ser concretos, retirar esa proposición y ser más prudentes con nosotros mismos; estamos nosotros quizá aprobando vaguedades. Estamos perdiendo el tiempo, nada se nos quita y nada perdemos con suprimir la discusión del artículo cuarto para continuarla mañana o dentro de un mes, ya que se haya obtenido el Plan de San Luis y así seremos discretos y juiciosos, porque si no conocemos el Plan de San Luis Potosí, malamente podremos decir si son buenos o malos los principios que en él se encierran.
El C. Osuna:
Pido la palabra para una alusión personal.
El C. presidente:
Tiene la palabra para una alusión personal el ciudadano Osuna.
El C. Osuna:
Yo no creo que todos hayan entendido que de lo que se trató fue que se dijera: apruébese el artículo primero, séptimo o décimo, sino que ahí se concretan las palabras claramente. Lo que dijo el señor González Garza, principios como por ejemplo la independencia de los poderes, que sea efectiva la independencia, ese es el principio, pero con todas sus letras, no es el número tantos como el señor dice.
El C. González Garza:
A despecho de las suposiciones de los oradores que acaban de hacer uso de la palabra y que se han dirigido exclusivamente a mí, debo decir que estoy autorizado por los que firmamos esa moción, que estamos de acuerdo en que se suspenda la discusión del artículo cuarto, hasta que la Asamblea se convenza de lo que he dicho y entonces se verá que no soy un oráculo, sino que simplemente retengo en mi memoria los artículos del Plan de San Luis Potosí. (Risas y aplausos)
El C. secretario:
La Mesa pregunta a la Asamblea, por conducto de la Secretaría, si permite que se retire el artículo cuarto mientras se trae el Plan de San Luis Potosí, y se siguen discutiendo los demás.
Sírvanse poner en pie los que estén por la afirmativa. Se retira. (Voces: ¡Que se busque el Plan de San Luis!)
El artículo 6°, dice así:
Como parte adicional del Plan que invocamos, hacemos constar: que los terrenos, montes y aguas que hayan usurpado los hacendados, científicos o caciques a la sombra de la tiranía y de la justicia venal, entrarán en posesión de estos bienes inmuebles desde luego, los pueblos o ciudadanos que tengan títulos correspondientes de esas propiedades, de las cuales han sido despojados, por la mala fe de nuestros opresores, manteniendo a todo trance, con las armas en la mano, la mencionada posesión, y los usurpadores que se consideren con derecho a ellos, lo deducirán ante los tribunales especiales que se establezcan al triunfo de la Revolución.
Está a discusión.
El C. Paniagua:
Pido la palabra para hacer una interpelación a la comisión zapatista.
Señor presidente de la comisión zapatista, don Paulino Martínez: tenga usted la bondad de decir si vamos a aprobar palabra por palabra este artículo quinto (voces: ¡Sexto, sexto!), o si vamos a aprobar la esencia. (Voces: ¡Sexto, sexto!)
Quinto, señor; bueno, sexto, es igual. (Risas)
Quiero que me diga el señor presidente de la comisión zapatista si vamos a aprobar la literatura, la redacción en que está escrito el artículo o si vamos a aprobar la esencia que contiene, para dejar en libertad absoluta a la comisión de Programa, para que ella, en su estilo y con su literatura, lo redacte.
El C. Paulino Martínez:
Ya lo he dicho y creo que lo tendrán presente los señores delegados, lo que deseamos es que se acepten los principios; no la redacción letra por letra, coma por coma, punto por punto, sino los principios. (Aplausos)
El C. Ruiz:
Me permito hacer notar a ustedes que el artículo sexto del Plan de Ayala dice:
Se respetarán los títulos de los que se crean despojados, es un asunto de grandísima trascendencia, porque pueden presentarse porfiristas caciques y huertistas, sobre todo porfiristas, con títulos perfectos, y, ¿se van a respetar esos títulos? (Voces: ¡No, no!)
El C. Hay:
Pido la palabra para una aclaración. Yo suplico al señor Ruiz me haga el favor de leer ese artículo que no encuentro.
El C. Ruiz: (Repite la lectura)
Por eso digo que en tiempo de Porfirio Díaz se hacían tantos chanchullos.
Como principio, señores, yo estoy de acuerdo en que se debe respetar la titulación de propiedad en todas las cosas, porque es la base de nuestra propiedad, porque si no respetamos este punto, no podremos tener colonización en nuestra República; pero este punto, señores, es un punto trascendental, trascendentalísimo; van a presentarse como lobos con la piel de ovejas una porción de individuos que tienen sus títulos perfectos, dados en tiempo de Porfirio Díaz.
El C. Gutiérrez de Lara:
Pido la palabra para una aclaración.
El C. presidente:
Tiene la palabra el ciudadano Gutiérrez de Lara.
El C. Gutiérrez de Lara:
Para quitar la duda al señor, hay que ver la última parte del artículo sexto y la esencia del articulo octavo, que dice:
Y los usurpadores que se consideren con derecho a ellos, los deducirán ante tribunales que se establecerán al triunfo de la Revolución.
Y, por otra parte, señores, en el artículo octavo viene diciendo:
Los hacendados, científicos o caciques que se opongan directa o indirectamente al presente Plan, se nacionalizarán sus bienes.
Queda, pues, destruido lo dicho por el señor.
El C. Ruiz:
No se propone, señores, si se establecen tribunales especiales. Tendrán que hacerles justicia y justicia es darle la propiedad al que tiene un titulo. Esto es cuestión, señores, de un arduo estudio; creo que eso lo hará la comisión de Programa, pero se los hago notar para cuando llegue el momento.
El C. Paniagua:
Si el señor gobernador Ruiz hubiese andado como ha andado la 1a. División de Oriente y hubiese visto el establecimiento de esos tribunales especiales que se han establecido con el nombre de Oficinas de Reclamaciones, donde se ha hecho justicia y justicia a secas en todos los puntos y a todos aquellos que habían sido despojados, no habría hecho la interpelación que acaba de hacer.
El C. García Vigil:
El artículo sexto del Plan de Ayala, que fue hecho en aquella época, se halla muy deficiente para las necesidades del país y para las tendencias de la Revolución. Creo que todos en la actualidad somos más radicales que lo que previene este artículo. Nosotros no sólo queremos esto, sino que no se diga al final del artículo que los usurpadores que se consideran con derecho a ellos, lo deducirán ante tribunales. ¿ Cómo es esto? Si son usurpadores, la justicia está hecha ya contra ellos ¿Verdad? No tienen por qué ir a tribunales; aquí el Plan de Ayala ha fallado ya de antemano, ha prejuzgado y está resuelto a no entregarlos. Es enteramente vago el artículo y es deficientísimo, no satisface las necesidades; es mejor que se deseche el artículo y que se vaya de acuerdo con las necesidades actuales de la Revolución formulando bien la nacionalización de los bienes de los enemigos, la confiscación de sus propiedades, el reparto equitativo de las tierras por sus condiciones hidrográficas, etcétera; pero no dejar una parte abierta para que vayan a decir ante los tribunales, éstos, que desde antemano se reputan usurpadores. Creo, pues, que el artículo sexto del Plan de Ayala, además de expresar malas ideas que forman los signatarios de él, es deficiente.
La Revolución ha ido orillándose más en el transcurso de estos cuatro años, lo que en un principio parecía una revolución de carácter político, se ha visto que tiene un carácter eminentemente social; por tanto, nosotros debemos llegar a la finalidad de la Revolución con todo el radicalismo que ella reglamenta, sin pensar más en tribunales, sino en tomar las cosas que más necesitamos para la unificación de la sociedad en bien de la Patria, de donde las haya. (Una voz: ¡Yo no tengo propiedad!)
El C. Villarreal:
Pido la palabra para hablar en pro.
Lo que exigen los señores representantes del Ejército Libertador, es que se aprueben sus artículos principistas, no en la forma, sino en la esencia, y no como el máximum de reformas, sino como el mínimum de reformas que debe contener el Programa que se acuerde aquí finalmente.
Estoy perfectamente de acuerdo con lo asentado por el señor García Vigil; está mal redactado, mal concebido el artículo sexto, y que es conservador para el ambiente de esta Convención.
Pido que se apruebe, sin que renunciemos al derecho de fijar esos principios en forma más clara y más radical. Por lo tanto, me parece conveniente que lo aprobemos, porque es lo menos que se podría aprobar, y después, al discutirse el programa verdadero de la Convención, se podrán hacer las correcciones de que habla el señor Garcia Vigil, tanto en la forma como en el fondo. (Aplausos)
El C. Mancilla:
Con una aclaración aceptaría yo este articulo.
No tengo propiedades, no tengo bienes; hago unos títulos falsos de una propiedad cualquiera; ¿con el solo hecho de tener dichos documentos entro en posesión de ella? (Risas)
Es necesario aclarar que entrarán en posesión de esos bienes los que tengan títulos limpios, porque de lo contrario se prestaría a abusos, pues mientras los otros justifican sus derechos, ya el poseedor explotó la propiedad.
Un C. delegado:
Creo que debe aprobarse este artículo. El espíritu de la Convención es más radical, va más allá; así es que debe aprobarse.
El C. Soto y Gama:
No se ha comprendido el artículo, ni lo avanzado de los principios que establece; una reflexión muy sencilla bastará para ver que el artículo es perfectamente innovador y revolucionario, y que no se han fijado en él.
Lo revolucionario y avanzado del artículo consiste, desde luego, sin definir ante los tribunales, sin admitir discusión a los usurpadores, los pueblos entran en posesión desde luego, cosa única en los anales de la jurisprudencia de este país. Hoy, sin este artículo, necesitan los pueblos acudir ante lps tribunales comunes y una vez que hayan denunciado los hechos, después de uno, dos, tres, cuatro o cinco años, si acaso les es favorable la sentencia -lo cual no sucederá, puesto que los ricos tienen de su parte influencias bastantes para corromper los tribunales- después de tres, cuatro o cinco años entran en posesión. Lo innovador del artículo es que el despojado entra en posesión desde luego de sus ejidos, y luego los usurpadores no tienen más remedio que convertirse en lo que llamamos los abogados actores y concurrirán a los tribunales que tienen que ser especiales y nombrados ex profeso, para no quedar bajo la tutela de los ricos. En estas condiciones, no es ventajoso, aun cuando se trate de un hombre que no haya sido amigo de la Revolución. De todos modos, el pueblo recoge desde luego, inmediatamente, sus terrenos con el solo hecho de presentar sus títulos, y el usurpador tiene que ir a invertir los dos, tres o cuatro años ante los tribunales, para ver si acaso se los devuelven; de manera que el artículo es de mucho fondo, muy avanzado.
El C. Hay:
Pido la palabra. Yo apoyo al señor Soto y Gama y lo secundaré en esta forma; los papeles se van a cambiar; hasta ahora los pobres han ido a mendigar justicia que no se les ha dado, y en el futuro van a ser los ricos, con toda clase de elementos y con más garantías.
Yo creo que es justicia la que se va a hacer con los pobres, porque se han invertido los papeles y creo bien que se haga eso después de tantas injusticias que se han hecho con los pobres. (Aplausos)
El C. Vallejo:
Pido la palabra. Yo creo que la mejor manera de conseguir ese principio de absoluta justicia, señores, es evitar el radicalismo que propone el señor García Vigil ... (Voces y desorden)
Decía, señores, que la mejor manera de sostener ese principio, que es de absoluta justicia, está dentro del radicalismo que proponía el señor García Vigil. ¿Para qué vamos a entrar en discusiones, si bastaría tan sólo que atendiendo a necesidades del momento, esos terrenos que están en poder de los ricos se devuelvan sin más aclaración a los dueños de ellos?
El C. Paulino Martínez:
Pido la palabra para explicar este punto.
El C. Vallejo (continúa):
Dispense usted, hay otra cosa más: dice el artículo que la creación de tribunales especiales, los tribunales especiales conocerán de ese asunto mientras la Constitución esté interrumpida, porque contraviniendo la Constitución no habrá tribunales especiales. Son asuntos éstos, que, por su gran número; no podrían despacharse, pues habría un sinnúmero de juicios que habría que resolver.
El C. Gutiérrez de Lara:
Pido la palabra para una aclaración: se va a modificar la legislación y buen cuidado tendremos de fijarnos.
El C. Vallejo:
Nos pondremos en el caso de que vendrá un Congreso y tienen que ponerse en juego los elementos conservadores; los elementos de los terratenientes, los ricos, en una palabra, que no consentirán por un momento las reformas, y naturalmente, que en las elecciones de diputados locales nos mandarán mucho más de la mitad de los diputados conservadores, cosa que es difícil en este momento.
La revolución en este momento, puede hacer todo esto en un instante; que se lesionen intereses de ricos, no importa, los ricos son unos cuantos, los pobres son muchos.
El C. secretario:
La Mesa pregunta, por conducto de la Secretaría ...
El C. Paulino Martinez:
Señor secretario, iba a hacer esta aclaración: que en Morelos se ha llevado a cabo lo que dice el artículo del Plan de Ayala, y el general Zapata ha hecho circular este decreto: (Lo leyó)
En Morelos las tierras están en manos del pueblo, y las haciendas están en manos del pueblo; en Morelos nada hay en poder de los ricos; no hay latifundios, porque la Revolución ha hecho práctico, en el terreno de los hechos, lo que diee el Plan. (Aplausos)
El C. Castillo Tapia:
Lo que acaba de decir el señor don Paulino, no nos comprueba ni nos da una demostración de que el artículo número seis deje de ser conservador, y me ha extrañado que el señor general Villarreal haya aprobado este artículo, que en estos momentos y después de estas luchas y después de estos avances revolucionarios, resulta el artículo excesivamente inferior a los deseos y a las tendencias de toda la Asamblea.
Voy a leer el artículo para ocuparme en seguida de él; dice así: (Le dio lectura nuevamente)
Yo pregunto esto: ¿cuántas ocasiones y cuántas veces hemos visto en distintas partes de la República, y no nada más en el Sur, yo tuve ocasión de verlo en la repartición de tierras que hizo el general Blanco en Matamoros, que muchos ricos habían sido despojados, no sólo de sus terrenos, sino de los títulos y que aun con aquéllos habían sido arrojados a la calle?
Aquí se presenta un caso especial: supongamos por ejemplo este del Distrito Federal, en México, que ahí se ha edificado mucho; aquí no se dice desde qué fecha se van a recoger. Vamos a suponer en los tiempos en que no había propiedades urbanas en el Distrito Federal, San Angel, Tlalpan, etcétera, o aun en el Estado de México o en la misma Cuernavaca. Desde hace treinta o cuarenta años ya estas propiedades están edificadas. Donde haya estas propiedades urbanas, ¿va a repartirse en la misma forma, aun teniéndose los títulos de propiedad? Y si no se tienen los títulos de propiedad, y los individuos que no tengan títulos se hallen expropiados y estén en la miseria, ¿qué se va a hacer?
El C. Castillo Tapia:
Como parte mínima es de aceptarse muy bien, como dijo el señor Villarreal, como diciendo: no perdamos el tiempo de una manera violenta; pero meditad bien, eso es absolutamente conservador, de los tiempos sumamente atrasados; de manera que el artículo debe ser retirado y modificado de manera radical y netamente revolucionaria.
El C. Díaz Soto y Gama:
Con mucho gusto contesto al señor Castillo Tapia, porque veo desde luego que la convicción más íntima anima sus palabras; pero digo sencillamente que está en un error.
El artículo no ha sido comprendido por él. El artículo se refiere a este hecho: hay pueblos que han sido despojados de sus propiedades por !ndividuos que no son aquí sino enemigos de la Revolución, y a esos enemigos de la Revolución hay que aplicar la confiscación de las grandes propiedades, no porque sean grandes propietarios no es posible aplicarles la expropiación.
Entre hacendados, el más poderoso de ellos o el que tiene un tinterillo más hábil, le roba a su vecino un terreno, no sólo podría explotarlo, sino algo más; por estos datos resulta absurda la tesis del compañero Villarreal; y desde luego, inmediatamente, se le quita y no se le vuelve a hacer caso; eso es absurdo, porque se trata de un individuo que despoja según el reclamante, y todos los individuos serían despojados; todo individuo que hubiese vendido su terreno comunal, diría: Me lo quitó Fulano, y hay que aclarar si ese individuo es usurpador, o no; y como digo que a estos individuos que usurpan no puede aplicárseles la confiscación ni la expropiación, hay que llevar cada asunto a los tribunales, hay que aplicar este artículo: se quita la propiedad; pero el presunto despojador -fíjese bien, señor Castillo Tapia-, el presunto usurpador se presenta a autoridades administrativas y no adivinan ni pueden ver quién tiene razón.
Ahora, la objeción que él ponía de que cuando no haya títulos qué se hace, está contestada por el artículo siguiente: En virtud de que gran número de mexicanos ... y aquí se aplica la máxima famosa de Luis Cabrera: Las tierras se tomarán para completar los ejidos de donde las haya; con la expropiación, o si no basta con la expropiación, con la confiscación; esto no es lo mismo: la expropiación que se va a pagar con dinero, y la confiscación que sólo se aplica a los enemigos; esta restitución se hace en justicia, y una vez comprobado que es robo y la restitución se hace en virtud de despojo, no se tiene que pagar nada y se quita al que robó, aun cuando no sea enemigo de la Revolución.
Ignoro si habré sido suficientemente claro; me he esforzado en serlo.
El C. VilIarreal:
Quiero contestar a la interpelación del señor Castillo Tapia.
Yo no he dicho que se acepte el artículo tal como está, para formar el programa general de la Convención. He dicho que se acepte como una exigencia mínima la reivindicación que consta en ese programa. No acepto ni la forma ni el fondo enteramente; lo acepto, repito, como exigencia mínima, reservándome el derecho de hacerlo más correcto en la forma y más radical en el fondo, cuando se haga el programa. (Aplausos)
El C. Castillo Tapia:
Pido la palabra. (Siseos y murmullos)
Tengo una duda, señores, y tengo derecho a hablar.
El C. presidente:
Tiene la palabra el ciudadano Castillo Tapia.
El C. Castillo Tapia:
Ya lo he dicho: cuando habla el señor presidente Villarreal, cuando habla el representante del señor general Villa, Su Señoría (dirigiéndose al ciudadano González Garza), cuando habla el general Angeles, o cuando hablan altas personalidades, se lanzan aplausos; pero cuando habla uno de la canalla enferma, entonces se escuchan risas y restricciones. (Aplausos)
Su Señoría el señor Villarreal -como dijera don Roque- no tiene razón. ¿Por qué dice que no acepta el artículo ni en la forma ni en el fondo? ¿Que acepta el número seis?
Hablemos claramente, señores, ya va llegando el momento en que hemos de hablar claramente. El señor Soto y Gama quiere demostrar con sofismas que el artículo sexto debe ser desechado por conservador, por antirrevolucionario.
Yo le pregunto al señor Roque González Garza: ¿qué se hacía donde hubiera tierras y se hubiera edificado en ellas? (Risas)
¿Qué se hacía allí? Aquí, dice el artículo séptimo, que en virtud, etc. (leyó); y arriba dice: Para que los pueblos y los mexicanos tengan ejidos y colonias, y ejidos y colonias no quiere decir tener una propiedad; luego, señores, hay una incompatibilidad entre el artículo sexto y el artículo séptimo; y el artículo séptimo no substituye lo malo del artículo número seis; y yo también le pregunto al señor Soto y Gama; ¿qué se hace en el caso de que un indigena, del que es el defensor, lealmente qué pasos se dan cuando se reclama una propiedad? ¿Se aplica cualquiera de esos dos artículos en su forma y en su fondo?
El señor general Villarreal acaba de indicar que no acepta el artículo, ni en su forma ni en su fondo; luego este artículo es desechable; éste es el silogismo.
El C. Villarreal:
Pido la palabra para contestar.
He dicho que no lo acepto completamente en la forma ni en el fondo; que se puede aceptar al reformar el programa; pero he dicho que se debe reformar aceptando la exigencia mínima de la reivindicación, reservándonos el derecho de hacerlo más radical en el fondo y más concreto en la forma.
El C. Castillo Tapia:
¿Luego se desecha el artículo?
El C. Villarreal:
No se desecha, se acepta en la forma más mínima; pero ello se discutirá por la comisión de Programa.
El C. Hay:
Pido la palabra para suplicar que se pregunte si está suficientemente discutido el asunto.
El C. Díaz Soto y Gama:
Pido la palabra para hacer una interpelación al señor Castillo Tapia.
Tengo que contestar que entre los dos están echando abajo el artículo; de tal manera, que yo no le agradezco al señor Villarreal que haya hablado en favor del artículo, porque lo está despedazando sin dar razones; le suplico que harto ayuda el que no estorba.
Ahora, en cuanto al señor Castillo Tapia, el radicalismo del señor no es de canalla enferma, pero es de bohemio y de soñador enfermo; si no de canalla enferma, sí de bohemio que no se pone a pensar este caso sencillísimo: ¿se queda bien despojado aquel individuo a quien le toca la desgracia de que su enemigo, el usurpador, no sea enemigo de la Revolución, a quien no se le pueden quitar los latifundios?
De manera que el radicalismo de él se reducirá a que los individuos se queden sin sus propiedades. El radicalismo de él consiste en que todos esos despojos queden consumados. Yo entiendo.
En cuanto a lo que se refiere al artículo séptimo, que dice:
A efecto de que los pueblos y ciudadanos de México, obtengan ejidos, colonias, fundos legales para sus pueblos, o campos de sembradura o de labor, y se mejore en todo y para todo la falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos.
Estos campos de sembradura o labor son los que se dan en propiedad a los indígenas, por los que dice él que me intereso tanto.
El C. García Vigil:
Unicamente voy a preguntar al señor Soto y Gama, respecto a ese caso particular que defiende tanto, para confesar que es desechable el artículo. Dice que cuando se trate de un individuo que haya usurpado, pero que no haya sido enemigo de la Revolución; pero caso de que haya sido revolucionario, es un caso de despojo común y corriente. Ante los tribunales competentes se presentarán las acusaciones, se ventilará el caso y se fallará en justicia. Eso es tanto como referirse a lo que se hará cuando un ratero le saque un reloj a una persona en la calle. Esos son casos comunes que no tienen qué ver aquí, ni es el caso qUe se discute; lo que hay que hacer notar aquí, es que entrarán en posesión de esos bienes inmuebles, desde luego, los pueblos y ciudadanos que tengan los títulos correspondientes a esas propiedades.
Es indispensable aumentar, que son indiscutibles también los títulos, porque sin ellos nos limitaríamos únicamente a juzgar de la parte titular de esas propiedades, y nosotros queremos discutir más allá.
El C. Siurob:
Estamos haciendo verdadero sport revolucionario. A mi entender, las cosas son mucho más sencillas y debemos aprobar el artículo por esto: el error de la Asamblea es que quiere hacer de ese artículo, no sólo un principio, sino una ley. Esto no puede ser ley ni tener aplicación, sino en casos particulares. El principio o principios son estos: devolución inmediata de las tierras a todos los que hayan sido despojados de ellas. Este es el principio, es lo único que debemos aprobar; nosotros no debemos ver cuestiones de forma ni de detalle, y si aceptamos en principio el Plan de Ayala, el principio, naturalmente, es ése; los principios son absolutos, las leyes son las que conciernen al caso; de manera que el error de la Asamblea, al estar discutiendo tanto, proviene naturalmente de esto: si consideramos sólo el principio descarnado, estoy seguro de que lo aceptaremos. En el caso, el principio es éste: devolución inmediata de las tierras a todos los que hayan sido despojados de ellas. (Aplausos)
El C. secretario:
La Mesa pregunta si se considera suficientemente discutido el punto. (Voces: ¡Sí, si!)
Favor de ponerse de pie. Suficientemente discutido. En votación económica se pregunta si se aprueba. Aprobado. (Aplausos, desorden y campanilla)
El C. Berlanga:
Ya está aqui el Plan de San Luis Potosí, y creo que en lugar de discutir los articulos siguientes, podemos discutir el artículo cuarto.
El C. secretario:
El artículo séptimo dice así:
En virtud de que la inmensa mayoría de los pueblos y ciudadanos mexicanos, no son más dueños que del terreno que pisan, sufriendo los horrores de la miseria sin poder mejorar en nada su condición social, ni poder dedicarse a la industria o a la agricultura, por estar monopolizadas en unas cuantas manos las tierras, montes y aguas; por esta causa, se expropiarán, previa indemnizaciÓn de la tercera parte de esos monopolios, a los poderosos propietarios de ellos, a fin de que los pueblos y ciudadanos de México obtengan ejidos, colonias, fundos legales para pueblos, o campos de sembradura y de labor, y se mejore en todo y para todo la falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos.
Está a discusión.
El C. González Garza:
Pido la palabra.
El C. Berlanga:
Pido la palabra para una moción de orden.
Creo que estaba ya en poder de la Mesa el Plan de San Luis.
El C. González Garza:
Pido la palabra.
El C. Obregón:
Pido la palabra.
El C. presidente:
Tiene la palabra el ciudadano Obregón.
El C. Obregón:
Puesto que están aceptados en principio todos los artículos que se sometieron a la Asamblea, y son susceptibles de modificarse en el fondo y en la forma sin deformar el principio propiamente por la comisión encargada de presentar el Programa Revolucionario, yo creo que no debemos aprobar artículo por artículo para que se presenten con las modificaciones que la Junta crea convenientes, y entonces la Asamblea, después de discutirlos en forma y en principio, los apruebe o los deseche.
El C. González Garza:
Pido la palabra. Lo que acaba de decir el señor Obregón es una nueva moción. Está a discusión el artículo séptimo del Plan de Ayala, que tratamos de aceptar punto por punto, y que esta mañana la Asamblea aprobó que se discutiera en lo general y en lo particular; por lo demás, yo creo que el artículo está en condiciones iguales al anterior, se queda corto para el radicalismo que impera en esta Asamblea, está en igualdad de condiciones; por lo tanto, aceptémoslo en lo general, y la comisión sabrá adicionarlo en la forma radical, como diría el soñador bohemio, señor Castillo Tapia. (Risas)
El C. Hay:
Pido la palabra en contra. O no comprendo este artículo, o quiere decir que todos los poderosos, todos los ricos, estarán expuestos a que sus propiedades queden expropiadas por el solo hecho de ser ricos; debemos de tener en cuenta que hay muchos individuos en la República Mexicana que han hecho su dinero muy honradamente, sin perjudicar al pueblo, sin abusar de él. ¿Con qué derecho vamos nosotros a expropiarlos, dándoles tan sólo una tercera parte del valor, por el solo hecho de haber logrado reunir con su honradez y trabajo esa propiedad. Yo creo que esto implica una injusticia, y la Revolución viene haciendo justicia para el pueblo.
Las injusticias en los ricos, o las llamadas injusticias para los ricos, dejan de ser injusticias cuando los actos que se ejecutan con ellos son favorables para una sociedad; pero siguen siendo injusticias cuando destruyen todo principio de moralidad, cuando destruyen todo principio de agrandamiento personal por vias horadas y rectas.
Yo deseo saber por qué -quizás me estoy equivocando al analizar este artículo- ¿por qué razón se pretende que un hacendado que ha ido formando su hacienda a fuerza de trabajo y honradez, por qué razón está expuesto a que se le expropien sus propiedades, dándole tan sólo una tercera parte del valor de ellas?
Así es como entiendo el artículo; si el señor Soto y Gama o alguna otra persona pudieran explicarme lo contrario, tendría yo mucho gusto en oírlos.
El C. Julio Madero:
Pido la palabra.
El C. presidente:
Tiene la palabra el ciudadano Madero.
El C. Julio Madero:
Yo entiendo que la expropiación es de la tercera parte de las propiedades de los individuos y no de todo el total; en ese caso, está perfectamente el artículo, puesto que es en beneficio de la generalidad del país y es justo que los ricos ayuden para que los pobres tengan comodidades.
Yo quiero llamar la atención de los señores delegados acerca de que no estamos haciendo programa; de manera que la forma en que están redactados estos artículos, el programa, lo redáctará la comisión en su caso, y nosotros nos agarraremos de los rábulas para aprobar lo que la comisión crea conveniente.
El C. Castillo Tapia:
Voy a probar que el artículo séptimo también es conservador. Voy a suplicarle, señor Soto y Gama, me haga el favor de contestarme lo siguiente: ¿usted sabe, señor licenciado, qué cantidad tenía Iñigo Noriega en La Sauteña, o tiene?
El C. Díaz Soto y Gama:
No; sé que es mucho, nada más.
El C. Castillo Tapia:
Aproximadamente son ... (Siseos, desorden, campanilla)
El C. secretario:
La Mesa suplica a los señores delegados y a los concurrentes a las galerías se sirvan guardar silencio y compostura.
El C. Castillo Tapia:
No recuerdo exactamente; pero me parece que tiene la hacienda La Sauteña treinta leguas de radio, es decir, sesenta leguas, la parte del ...
Un C. delegado:
Yo diría al señor Castillo Tapia que el articulo octavo se refiere a confiscación de terrenos de hombres como Iñigo Noriega, que son enemigos de la Revolución, y a los cuales hay que aplicar el articulo octavo.
El C. Castillo Tapia:
La hacienda de La Capilla, en San Andrés Chalchicomula, distrito de Puebla, tiene de extensión veintitrés sitios de ganado menor (voces: ¡Mayor!); no, señor, menor. (Risas) ¿Usted cree, señor Soto y Gama, que no sean un latifundio las partes que le queden al propietario de esa inmensa cantidad de terreno? ¿No cree usted que dentro de esa propiedad se perjudican los menesterosos, sirviéndole a aquel amo?
El C. Díaz Soto y Gama:
Sí, señor.
El C. Castillo Tapia:
¿No cree usted, entonces, como consecuencia, que es imprudente el artículo séptimo, toda vez que no es radical, puesto que no les quita más que la mitad de sus propiedades?
El C. Díaz Soto y Gama:
Yo no lo llamo imprudente ni conservador, lo llamo poco radical, o lo llamo exigencia mínima; aquí sí estoy de acuerdo con el señor Villarreal; pero esa exigencia mínima se agrandará -si así se desea- en el programa de gobierno.
El C. Obregón:
Hago constar que el señor no tiene terrenos. (Refiriéndose al ciudadano Soto y Gama)
El C. Castillo Tapia:
Hago constar que el señor Obregón sí tiene. (Risas)
El C. Hay:
Desearía yo que el señor Soto y Gama me explicara la siguiente duda: desde luego yo no soy un defensor del latifundista, muy al contrarío. Solamente deseo saber lo siguiente: es un defecto, creo yo, de redacción; pero creo que una aclaración puede poner los puntos sobre las íes. (Se leyó este artículo nuevamente)
Ahora bien, ¿quiere decir que se expropia toda la extensión de la tierra y se les indemniza solamente con una tercera parte, o se les expropia la tercera parte, previa la correspondiente indemnización?
El C. Díaz Soto y Gama:
Es lo último: se les expropia en la tercera parte y se les paga la parte que se les expropia.
El C. Hay:
Aceptando esa aclaración, creo que entonces está en el caso del otro artículo, es decir, de exigencia mínima, porque es claro que el latifundismo no lo vamos a destruir de esta manera, ni con determinada clase de impuestos a terrenos que no sean aprovechados en debida forma; creo que esto no es un remedio contra el latifundismo. Ahí están las condiciones mínimas de que se había hablado antes, y con esa aclaración acepto el artículo.
El C. Ríos Zertuche:
El caso éste a que se refiere el artículo séptimo, es con el objeto, salvo el caso en que después de repartir los terrenos de la nación, después de repartir los terrenos que se les hayan quitado, confiscado a los enemigos, si todavía hay pueblos en las diferentes partes de la República que necesiten terreno, entonces les expropiarán en diferentes partes la cantidad de terreno necesaría; por supuesto, se entiende desde luego, que aunque dice aquí que se expropiará la propiedad, dándole al poseedor la tercera parte del valor, es muy natural que se le dejará una parte del terreno, puesto que no se quiere excluir a esa persona; por tal razón, creo que debe aprobarse este artículo.
El C. secretario:
La Mesa por conducto de la Secretaría, pregunta si se considera suficientemente discutido el punto. Suficientemente discutido. En votación económica se pregunta si se aprueba. Aprobado, (Aplausos)
Artículo 8° Los hacendados, científicos o caciques que se opongan directa o indirectamente al presente Plan, se nacionalizarán sus bienes y las dos terceras partes que a ellos les correspondan se destinarán para indemnización de guerra, pensiones de viudas y huérfanos de las víctimas que sucumban en la lucha del presente plan.
El C. Castillo Tapia:
Hay una proposición en la Mesa que nos evita discutir este artículo.
El C. secretario:
La Secretaría informa que no tiene instrucciones. (Risas)
El C. Raúl Madero:
Está discutido en lo general; ahora que se discuta en lo particular, y mientras no se puede presentar otra iniciativa.
El C. González Garza:
Pido la palabra en pro. En mi humilde concepto, este artículo adolece de los mismos defectos que los anteriores que ha discutido la honorable Asamblea, y tiene el gravísimo de ser exclusivista en su parte final, que dice que las indemnizaciones se pagarán a las viudas y huérfanos de las víctimas que sucumban en la lucha por el presente Plan de Ayala.
Yo tengo la absoluta seguridad de que al ser aprobado en esta Junta Previa este artículo y pasar a la comisión de Programa, ésta agrandará indudablemente la última parte en el sentido de que una tercera parte se destinará para indemnización de guerra y sostén de viudas y huérfanos de las víctimas que han sucumbido y sucumban por los ideales revolucionarios, englobando absolutamente no sólo a los que han luchado por el Plan de Ayala, sino a los que han luchado por el Plan de San Luis Potosí, por el Plan de Guadalupe y a los que sucumban por defender el Plan que salga de esta Convención. (Aplausos)
En consecuencia, yo creo que esto no tiene más discusión y que debemos aprobarIo de plano, toda vez que el radicalismo que flota en la Asamblea, tendrá que ir a parar al programa definitivo que ha de salir de la Convención. (Aplausos)
El C. Paulino Martínez:
Suplico a los señores delegados tengan en cuenta lo que ya hemos dicho: nosotros deseamos adición a los principios, no a la forma de ellos y a su redacción letra por letra; nosotros vamos más allá de lo que acaba de decir el señor Roque González Garza: nosotros pedimos esa indemnización no solamente para los huérfanos y viudas de la Revolución, sino también de los pobres federales, de esos pobres juanes inconscientes que arrastran las ambiciones y el militarismo y que sucumben por ideas que ellos no entienden ni saben por qué van a morir, y esa indemnización será para todos los huérfanos y viudas de todas las víctimas causadas por la Revolución. (Aplausos nutridos)
El C. secretario:
La Mesa pregunta, por conducto de la Secretaría, si se considera suficientemente discutido este artículo. Los que estén por la afirmativa, sírvanse poner de pie. Sí se considera. En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse poner de pie. Aprobado. (Aplausos)
El C. secretario:
Artículo 12. (Voces: ¡Nueve, nueve!) (Gritos)
Articulo 9° Para ejecutar los procedimientos respecto a los bienes antes mencionados, se aplicarán leyes del desamortización, según convenga; pues de norma y ejemplo pueden servir las puestas en vigor por el inmortal Juárez, a los bienes eclesiásticos que escarmentaron a los déspotas y conservadores, que en todo tiempo han pretendido imponernos el yugo ignominioso de la opresión y el retroceso.
Está a discusión. (Voces: aprobado)
En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse poner en pie. Aprobado. (Aplausos)
Articulo 12. Una vez triunfal la Revolución que hemos llevado a la vía de la realidad, una junta de los principales jefes revolucionarios de los distintos Estados, nombrarán o designarán un Presidente Interino de la República, que convocará a elecciones para la nueva formación del Congreso de la Unión, y éste a la vez convocará a elecciones para la organización de los demás poderes federales.
(Voces: ¡Orden, orden!)
Está a discusión. ¿No hay quién pida la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Aprobado. (Aplausos)
(Voces: ¡No, no!; ¿cómo se va a aprobar sin entenderlo?)
El C. Obregón:
Pido la palabra. ¿Cómo vamos a aprobar una cosa que casi no entendemos? ¿Por qué vamos a nombrar un jefe cuando no hemos quitado al que está? ¿Tenemos derecho de nombrar un Presidente Provisional cuando tenemos un Encargado del Poder Ejecutivo? Favor de volver a leer ese artículo.
El C. secretario:
Artículo 12. (Repite la lectura)
El C. González Garza:
Pido la palabra.
El C. Paniagua:
Pido la palabra.
Varios delegados a la vez:
Pido la palabra en pro.
Varios delegados a la vez:
Pido la palabra en contra.
El C. presidente:
Tiene la palabra el ciudadano González Garza.
El C. González Garza:
Ha llegado el momento culminante ... (Risas) (Voces: ¡No, señor; lo oiremos!)
Veremos dentro de un momento si tengo razón o no. Aquí vamos a ver quiénes son los revolucionarios, como dije en la mañana, quiénes son los que llevan en el alma imbíbito el principio personalista. (Aplausos)
Por unanimidad, desde ayer, casi por unanimidad hoy, y eso no honra mucho a la Asamblea, se han aprobado todos los artículos sujetos a discusión, y hemos notado inmediatamente que se trató del artículo 12, que el señor Obregón saltó y dijo:
Un artículo que no hemos comprendido; sí lo hemos comprendido; lo esencial en el artículo 12 es lo que prácticamente estamos haciendo desde que se reunió esta Convención, hemos estado reuniendo a todos los revolucionarios para que ellos digan la intima palabra sobre el problema que tiene la Convención, y sobre todo, no ante todo, designen nuevo jefe Encargado del Poder Ejecutivo, que ha de controlar todos los elementos, y repito, que hemos llegado a la parte culminante.
Naturalmente iremos, insensiblemente, inconscientemente, iremos a parar a la discusión de la personalidad del señor don Venustiano Carranza.
El C. paniagua (interrumpiendo):
No señor.
El C. González Garza (continuando):
Ojalá que me equivoque, en ese caso me consideraré yo feliz, porque de antemano, yo que he desconocido a don Venustiano Carranza, no lo quiero discutir; está discutido en mi fuero interno y me basta. (Aplausos y siseos)
Un C. delegado (interrumpiendo):
Pido la palabra, señor presidente, únicamente para suplicar que se advierta a las galerías que no interrumpan durante la discusión de este artículo. (Risas y voces)
El C. González Garza (continuando):
Las primeras frases del artículo en cuestión, dicen: Una vez triunfante la Revolución que hemos llevado a la vía de la realidad ... (Leyó)
Yo pregunto, señores delegados, ¿no hemos todos los aquí reunidos, al frente de nuestros soldados, llevado a la realidad el triunfo de la Revolución armada? (Voces: ¡Sí, sí; no!)
Ese que dijo que no, que haga favor de decir por qué.
El C. Prieto:
Pido la palabra, señor presidente.
El C. presidente:
Tiene la palabra el ciudadano Prieto.
El C. Prieto:
Su Señoría debe saber, ya que es tan ilustrado ...
El c. González Garza (interrumpiendo):
Niego que sea ilustrado. (Una voz: ¡Muy bien dicho!)
El C. Paniagua:
Niego yo también. (Risas)
El C. Prieto (continuando):
Una revolución consta de dos partes: la guerra civil y el gobierno revolucionario. Hasta ahora estamos a punto de que termine la guerra civil, aún no empieza el gobierno revolucionario; estamos a la mitad del camino, no ha triunfado la Revolución. (Aplausos) (El ciudadano Paniagua se ríe, da muestras de regocijo)
El C. González Garza:
¡Qué lástima que esté yo aquí tan cerca del señor Paniagua, que se vuelve loco cuando oye algo que le conviene! (Risas y aplausos)
Es muy posible que el señor Prieto tenga razón; pero yo entiendo que toda Revolución se compone de la parte armada y de la parte reconstructora; en la parte reconstructora está a lo que se refiere el señor Prieto, porque de hecho no tenemos enemigo a quien combatir.
El C. Prieto:
Todavía se están batiendo los zapatistas.
El C. González Garza:
¿Contra quién?
El C. Prieto:
Contra una parte del elemento revolucionario.
El C. González Garza:
Perfectamente, estamos de acuerdo, abundo en sus ideas y convengo en eso.
El C. Prieto:
Pero es que la Revolución no ha triunfado, y cada día que pasa tenemos dificultades con el Gobierno, estamos en guerra civil.
El C. González Garza:
Pero ha triunfado con las armas.
El C. Prieto:
Pero fue un día.
El C. González Garza:
Como usted quiera, pero las armas revolucionarias triunfaron sobre las armas monárquicas.
El C. Prieto:
Que no se diga revolución, que se diga guerra civil, en eso estoy de acuerdo.
El C. González Garza:
Me reservo para discutir en lo privado con el señor Prieto, esta cuestión. (Voces: ¡No, no! Aplausos)
Naturalmente, porque no le doy mucha importancia al asunto; lo que deseamos ardientemente es la unificación de todas las facciones levantadas en armas en la República, para ponernos de acuerdo en la definitiva forma de Gobierno.
El C. Prieto:
Pido la palabra.
El C. González Garza:
¿Se ha propuesto usted interrumpirme, o es que quiere discutir conmigo? No me esté usted quitando la palabra de esa manera. (Aplausos, siseos)
Refute después mi discurso.
El C. Prieto:
Es para una moción de orden.
El C. González Garza:
Está usted en su perfecto derecho para discutirme punto por punto y para hacerme pedazos en la discusión, cuando guste.
El C. Prieto:
Señor presidente: pido la palabra para una moción de orden.
El C. presidente:
Tiene la palabra el señor Prieto para una moción de orden.
El C. Prieto:
No es el prurito de interrumpir a Su Señoría. Quiero rectificar los errores al paso que van saliendo.
Se empezó, primero, por afirmar dogmáticamente que la Revolución ha triunfado; y eso es un error garrafal, se necesita no tener criterio revolucionario y sí criterio reaccionario para declarar que la Revolución ha triunfado; por eso es que comencé diciendo que la Revolución tiene dos fases y el señor González Garza confunde la guerra civil por una parte, con la Revolución, que es todo. Por eso he insistido en el punto; que no se diga que ha triunfado la Revolución. Si en concepto del señor González Garza ha terminado la guerra civil, eso que así se diga, aun cuando sea falso; pero que no se quede en el criterio de la Asamblea, deslizándose poco a poco a fuerza de repetirlo, porque el Plan de Ayala lo repita: al triunfo de la Revolución. Que se hable sencillamente de lo que sí es positivo, del triunfo de la guerra civil, o que terminando la guerra civil; pero que no se confunda guerra civil con Revolución, la Revolución es otra cosa muy distinta. No es por interrumpir a usted, señor González Garza, esos son golpes escénicos que no dan fuego.
El C. González Garza:
Desde luego declaro, señores, que creo, como el señor Prieto, que el triunfo definitivo de la Revolución -de la cual formamos unos pequeños factores- tardará no menos de quince años.
El C. Paniagua:
¡Huy! ... (Risas)
El C. González Garza:
Sí, señor, no diga usted ¡huy!, porque usted no sabe lo que sucederá. (Risas. Aplausos)
La lucha armada no ha terminado por el hecho de que el enemigo común de la Revolución haya desaparecido; ahora amenaza una nueva guerra civil entre nosotros mismos, precisamente porque no podemos convenir, porque no podemos entendernos para llegar a un acuerdo sobre cuál es el camino que debemos seguir para que todos tengamos la parte que nos corresponde y, sobre todo, la parte que le corresponde al pueblo al triunfo de las armas.
No crea el señor Prieto que ignoro que una revolución cuando triunfa tiene que constituirse en Gobierno y dentro de ese Gobierno hacer prácticos los principios por los que se luchó durante la lucha armada.
Continúo, pues. Dice el artículo 12:
Una vez triunfante la Revolución que hemos llevado a la vía de la realidad, una junta de los principales jefes revolucionarios de los distintos Estados, nombrarán o designarán un Presidente Interino de la República, que convocará a elecciones para la nueva formación del Congreso de la Unión, y éste a la vez convocará a elecciones para la organización de los demás Poderes Federales.
Vuelvo a creer que este artículo se ha quedado corto, y debemos aprobarlo en la misma forma que hemos aprobado todos los demás, para dar una satisfacción al grupo zapatista, porque en la conciencia de la mayoria de los delegados que están concentrados aquí, existe la convicción firmísima de que tiene que haber un cambio en la personalidad del Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, porque de otra manera, la guerra civil entre nosotros no termina, y es un deber de nosotros hacer incansables esfuerzos para terminar esta guerra; en consecuencia, creo que la guerra entre nosotros debe terminar y que este artículo debe aprobarse de plano.
Varios delegados:
Pido la palabra.
El C. González Garza:
Un momento, no se precipiten.
En la inteligencia de que ya hay dentro de la Convención incidentes surgidos a este respecto con el Primer Jefe, que indudablemente tendrán que traer en el seno de esta misma Convención una gran discusión, que dará por resultado, yo no lo dudo, la eliminación del señor Carranza. (Aplausos y siseos)
El C. García Vigil:
En las palabras vertidas por el señor González Garza no se descubre nada de inteligencia y si mucho de insidia; él sí viene aquí con prejuicios y sus tendencias se descubren al cabo de dos o tres palabras, porque viene haciendo alusiones imprecisas unas veces y otras dice esto que anteriormente hemos oído, y ya vimos esta mañana que quería, por un golpe de audacia, sorprender a la Asamblea, creyendo que nosotros éramos tan tontos que además de aprobar de plano cuarenta o sesenta artículos del Plan X íbamos a hacer lo que él propone. No, señores, es necesario que procedamos aquí con verdadera sinceridad y discutamos todo para llegar a una conclusión viable; así, esto que dice el señor González Garza, que es el punto culminante, sí es el punto culminante y no de una tragedia, sino de una tonta comedia, y voy a probarlo.
Dice aquí el señor González Garza -que no firma el Plan de Ayala-, Que una vez triunfante la Revolución ... (leyó la parte relativa del Plan de Ayala) No lo subscriben el señor González Garza ni ninguno de los señores que aparecen muy sostenedores de él. Como dice muy bien el señor Prieto, esto cae por su base, una vez triunfante -que según el decir del señor González Garza, por su don profético, durará quince años-. (Risas)
Sí, señores, que hemos llevado a la vía de la realidad.
Si los señores que sostienen esto, han llevado a la vía de la realidad esa revolución, está de sobra todo. Primero, una vez triunfado -y según el decir del señor González Garza, vamos a durar quince años, y después sostiene que hemos llevado a la vía de la realidad-. ¿En qué quedamos? ¿No se nota la inconsecuencia de esto?
Parece que en el cerebro del señor González Garza no hay otra idea que la de afirmar inmediatamente una alianza, de la cual voy a hablar extensamente.
Aquí lo que se descubre es esto y es palmario, no sólo para nosotros los asambleístas, sino también para todas las galerías y para toda la República: la alianza que existe entre los elementos que están a la espalda del señor general Villa y los que están a la espalda del señor general Zapata; y aquí hay' que hacer notar lo siguiente: el Plan de Ayala tiene un proemio del cual no podemos prescindir al analizarlo, al discutirlo y me voy a permitir dar lectura a ese proemio, para que se vea si puede existir esa alianza sobre esa base y si puede existir la alianza entre todos los revolucionarios de corazón sobre la base de honradez, sin venir aquí con prejuicios y tendencias ya tan definidas, que quieren hacerlas prevalecer a todo trance, emitidas hasta coñ amenazas de guerra, lo cual nosotros rechazamos.
Dice el proemio ...
El C. Siurob (interrumpiendo):
Pido la palabra para una moción de orden.
El C. presidente:
Tiene la palabra el ciudadano Siurob para una moción de orden.
El C. Siurob:
No haciéndose solidarios los miembros de la delegación del Ejército Libertador en la Asamblea, del proemio del Plan de Ayala, sino únicamente de los principios contenidos en las cláusulas, creo que no es prudente su lectura.
Señalan especialmente los números de los artículos de que hablamos en nuestra proposición y no es necesario avivar discusiones leyendo ese proemio. De manera que yo suplico a mi compañero el señor García Vigil, que prescinda de avivar odios y que se concrete al punto. Por eso he querido hablar en ese sentido como moción de orden. (Aplausos)
Ya que con tan buena voluntad y de una manera tan explícita, tan franca y patriótica se estaban aprobando todas las cláusulas, yo suplico al señor García Vigil que se abstenga de leer el proemio. (Aplausos)
El C. García Vigil:
No es mi ánimo avivar odios, no es eso; protesto que no tengo esa intención. Voy a renunciar a la lectura del proemio, porque no tengo interés en' hacerlo expresamente.
El C. Díaz Soto y Gama:
Pido la palabra.
El C. presidente:
Tiene la palabra el ciudadano Soto y Gama.
El C. Díaz Soto y Gama:
Pido la palabra para una aclaración.
Yo hubiera deseado que el señor García Vigil, para acabar de exhibir su actitud -nada leal- ante la Asamblea, hubiera acabado de leer el proemio, porque felizmente su artificio es muy visible para la Asamblea.
Se estaba discutiendo el artículo 12, e iba a hablar de este artículo y con la lectura del proemio resulta enteramente diferente de su objeto. Resulta que la unión de los elementos de los generales Villa y Zapata es absurda, y quién sabe cuántas cosas más, y la realidad es posponer los elementos maderistas a los que sostenemos el Plan de Ayala, no hay lógica ni ilación. Aquí se ve la concordia que hemos venido sosteniendo. Es la aclaración que deseaba hacer. (Aplausos)
El C. Paniagua:
Pido la palabra para una aclaración. (Voces: ¡No, no!)
Tengo derecho, porque tengo representación de un general. Otra cosa más: aquí se nota una parcialidad suprema. Cuando se quieren atacar los intereses de los disidentes, entonces se nos amordaza, y en cambio, cuando se desatan insultos sobre todos los que se nos llama carrancistas, sin que haya derecho para ello, entonces sí los hemos de oír con toda calma y paz, aunque nos digan insultos. (Voces: ¡No, no!)
El C. Aguirre Benavides:
Pido al señor Paniagua diga quién ofendió al señor Carranza; que concrete cuáles son esos insultos.
El C. Paniagua:
Todos los discursos del señor González Garza.
El C. González Garza:
Falta usted, descaradamente, a la verdad.
¿Me Pido al señor Paniagua que me demuestre un solo insulto para el señor Carranza. Casualmente, porque en otras ocasiones he tenido razón, este señor se ha opuesto a que yo hable, este señor me interrumpía. Lo que dice ese señor Paniagua no tiene noción de justicia; lo que él cree es lo que está por encima de los hombres, y eso que asienta es falso. El C. García Vigil: Voy a probar que no ha sido mi intención lo que asienta el señor Soto y Gama. Toqué incidentalmente el asunto; mi intención no hubiera sido lo que él dice; habría querido leer el Plan de Ayala desde el principio hasta el fin, y habría satisfecho esas intenciones si las hubiera tenido; así es que no lo he solicitado ni un solo momento, ni en esta mañana, ni hoy, y si hoy, incidentalmente, por las palabras del señor González Garza, toqué el asunto, voy a renunciar a leer el proemio, pero mi intención no ha sido ésa, y como una prueba de eso, está que voy a renunciar a seguir leyendo el proemio, no por otra razón, sino porque quiero ser sincero, esa sinceridad de la que se duda en estos momentos, de parte del señor Soto y Gama. Toqué incidentalmente el punto, he dicho antes, porque el señor González Garza tocó un punto de trascendencia, uno de los cuales nos ha reunido aquí. ¿Por qué querer establecer en una Junta Extraordinaria, para una cosa que se va a tratar en Asamblea plena, con su carácter oficial? Es por esto por lo que he recurrido a la léctura del Plan de Ayala. Pasado esto, voy a continuar refutando el artículo. Ya dije que se excluye de esta cláusula por sí mismo: Una vez triunfante la Revolución que hemos llevado a la vía de la realidad ... (Nueva lectura) ¿Nosotros no hemos constituido algo más que una junta, una Asamblea? Y en cuanto a los principales jefes revolucionarios, aquí cabe preguntar ¿ quién va a hacer esa calificación? Si nosotros aceptamos de plano esto que dice el Plan de Ayala en su artículo 12, tendremos que someternos a discreción de los señores del Ejército Libertador, porque serán ellos los que habrán de calificar. Es así que nosotros aquí hemos renunciado, porque hasta estos momentos ninguna de las facciones revolucionarias ha abatido totalmente a la otra, venimos aquí a reclamar y a conceder lo que sea de justicia y a exigir aquello de lo cual no podemos prescindir. Por tanto, es enteramente refutable lo dicho en el artículo 12 del Plan, que una junta de los principales jefes revolucionarios de los distintos Estados nombrará o designará, etc., etc. ... No podemos aprobar esto, porque no sabemos quién va a calificar; si lo aprobamos, sería conceder que los signatarios del Plan de Ayala fueran quienes calificaran. Esto en primer lugar, en segundo lugar, estamos nosotros para tratar, no digo la eliminación de un hombre, la eliminación de muchos, la revisión de la Constitución, la formación de un Congreso; estamos para hacer toda la obra del agrarismo, que es el verdadero título que debe darse al movimiento que encabeza el general Zapata; estamos dispuestos a llevar a cabo obras de mayor trascendencia, y no es posible que un hombre, ni dos, ni tres, sean un valladar bastante que no podamos rebasarlo para llevar a cabo la obra de la Revolución. Por tanto, no tiene razón de ser este artículo. Nosotros desde que nos reunimos venimos dispuestos a tratar todo lo que fuera puesto a nuestra consideración, realizar y resolverlo absolutamente todo; por tanto, no tenemos por qué aprobar en lo particular este artículo que únicamente, como sabemos, fue escrito hace tres años, que no previó la Revolución, que no pudo prever esta reunión; no pudo prever la Asamblea lo que preveían ellos, los signatarios del Plan de Ayala. Por tanto, hay que desechar este artículo hasta esa parte. Voy a continuar. Una junta de los principales jefes revolucionarios de los distintos Estados, nombrarán o designarán un Presidente Interino de la República, que convocará a elecciones para la nueva formación del Congreso de la Unión, y éste, a su vez, convocará a elecciones para la organización de los demás Poderes Federales. Esto del presidente, ya todos sabemos que no podemos pasar sin él; desde el momento que hemos adoptado la forma republicana de gobierno, no podemos pasar sin nombrar un presidente; pero todos estamos convencidos de que debemos de tener un Presidente Interino que convoque a elecciones, claro, pero esto es vago, dice: Para convocar a elecciones; aquí nosotros hemos ido a más, hemos ido hasta a discutir en qué forma se harán esas elecciones y cuándo se efectuarán; por consiguiente, este artículo del Plan de Ayala está antes que él equiparado con nuestras tendencias, y éste que él llama Congreso de la Unión, convocará a elecciones para la reorganización de los demás Poderes. También nosotros estamos contestes en todo esto; así, pues, el articulo es desechable de plano, porque no tiene la cualidad que tiene la junta a que hemos concurrido todos nosotros; el artículo fue escrito hace tres años y no pudo prever esto, porque ni ha triunfado la Revolución, y menos la revolución que invoca el Plan de Ayala, ni la han llevado a la vía de la realidad, ni la hemos llevado todos nosotros. Hay que despojarnos en estos momentos de una parte de ese amor propio que se quiere hacer prevalecer aquí; renunciemos de plano a esto en la Asamblea, y en la primera sesión que tengamos puedo hacer la proposición para que salga don Venustiano Carranza y el último de todos los constitucionalistas y revolucionarios, que soy yo.