CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA
Compilador: Florencio Barrera Fuentes
SESIÓN DEL 4 DE OCTUBRE DE 1914
Crónica del periódico El Liberal, publicada en su edición del día 5 de octubre de 1914
Aun cuando el asunto capital discutido ayer en la Convención de gobernadores y generales constitucionalistas no quedó resuelto, no por ello dejó de revestir grande importancia la cuarta junta celebrada la tarde de ayer por los miembros de la citada Convención.
En ella nuevamente surgió, al calor del debate, un peligro que en sesiones anteriores ya se habia enunciado: el peligro del militarismo, que asoma su faz pavorosa, amenazando absorber todas las garantías y todos los derechos.
Los jefes militares que combatieron en las filas revolucionarias dejaron entrever, mejor dicho, declararon abiertamente, que sólo ellos tenían derecho de considerar y resolver los destinos de la República, haciendo abstracción completa de los elementos civiles a quienes consideran como peligrosos.
El licenciado Luis Cabrera señaló el peligro. Y aun cuando por razones de prudencia no ahondó en la cuestión, sí lanzó este dilema trascendental: ¿Sólo tienen derecho de resolver los asuntos nacionales los representantes de ciento cincuenta mil hombres armados, o también cuanto atañe al porvenir de la República debe preocupar la atención de los que representan a catorce millones de habitantes?
Y luego, lógica y metódicamente, expuso a los delegados el panorama que los aguarda en Aguascalientes, donde no los esperarán sólo los generales de la División del Norte, sino también los civiles, que han hecho surgir la escisión en las filas del Ejército Constitucionalista. y ante la verdad de los hechos, los militares retiraron su moción y terminada la junta, se reunieron nuevamente para considerar asunto de tanta importancia.
DISCUSION DE NUEVAS CREDENCIALES
A las cuatro y treinta minutos. de la tarde, y con asistencia de sesenta y nueve delegados, el general Francisco Murguía declaró abierta la sesión. El coronel Samuel de los Santos dio lectura al acta de la anterior, y así que ésta fue aprobada con algunas modificaciones propuestas por los señores Obregón, Ruiz, De los Santos, Bauche Alcalde y Medina, se pasó a dar cuenta con el dictamen de la Comisión Revisora de Credenciales, referente a las que últimamente le fueron consignadas.
Dicho dictamen, a petición de varios delegados, fue discutido separadamente en cada una de sus proposiciones: la primera, relativa a la credencial expedida por el coronel Domingo Arenas, en favor de don Antonio Hidalgo, fue combatida por el señor Gerzayn Ugarte, quien leyó los siguientes recortes de El Imparcial:
ACLARACION.
S. C., 1a. de la Luna, 17.
México, mayo 22 de 1914.
Sr. D. Salvador Díaz Mirón, Director de El Imparcial.
Presente.
Muy señor mío:
En la edición correspondiente al día 21 último de su popular diario, aparece inserta, en la cuarta plana, una correspondencia procedente del Estado de Puebla, en la cual se refiere, entre otras cosas, que la autoridad de Apizaco capturó, como sospechosos, a dos individuos de apellido Báez y a tres de apellido Reyes, a quienes se les recogió de sus equipajes alguna cantidad de parque, y declararon que yo se los proporcioné.
Me permito hacer a usted la aclaración de que si tales personas, que no presumo quiénes sean, dijeron en realidad tal cosa, lo hicieron con el propósito de una de tantas calumnias de que he sido objeto desde que a virtud del reciente decreto de amnistía, fui excarcelado.
Pero, afortunadamente, hasta ahora he podido demostrar ampliamerite a los señores generales don Aureliano Blanquet, ministro de la Guerra, y don Alberto Quiroz, inspector general de policía, que soy ajeno del todo a los actuales acontecimientos revolucionarios, y estos funcionarios, obrando con toda justificación, me han otorgado las garantías necesarias, por lo cual les estoy verdadEramente reconocido.
Sin otro particular, aprovecho la oportunidad para subscribirme de usted afmo., atto. y S. S.
Antonio Hidalgo.
Imparcial, 2 de junio de 1914.
EL EX GOBERNADOR HIDALGO SE PRESENTO EN GOBERNACION.
El señor Antonio Hidalgo, gobernador que fue del Estado de Tlaxcala, estuvo ayer en las oficinas del Ministerio de Gobernación, a sincerarse de los cargos que algunos enemigos suyos ]e imputan.
Declaró que él se ha retirado a la vida privada, y está por completo alejado de la política.
El señor ministro Alcocer le manifestó que el gobierno le daría toda clase de garantías, y que ya se tomaba nota de su declaración.
Hizo, además, alusión a una entrevista concedida por el ex gobernador de Tlaxcala a un corresponsal, y que en la parte relativa dice:
Respecto a Hidalgo, puede usted desmentir la versión de que se escapó de México y se halla oculto en el Estado, pues él me ha escrito de esa capital, ofreciéndose, galantemente, a mis órdenes, en su domicilio de la calle de la Luna número diecisiete, y el inspector general de policía asegura que no ha salido de México, y que se le presenta todos los días. De Corona no tengo informes. Por datos recibidos aquí se sabe que este último tampoco está con los rebeldes.
Concluyó diciendo que si se trata de que en el seno de la Asamblea sólo deberían estar los que estuviesen íntimamente identificados con la Revolución, el señor Hidalgo no podía permanecer en ese sitio, ya que no había sabido continuar siendo revolucionario.
El señor Hidalgo intentó defenderse de esos cargos. Dijo que esa carta tuvo que escribirla en la Inspección General de Policía, porque así se lo exigieron y él cedió a la amenaza.
Luego surgió incidente provocado por el señor teniente coronel Mérigo y en el que tomaron participación el presidente de la Asamb]ea y el jefe de la División del Noroeste.
Al sujetarse a votación la credencial del señor Hidalgo, fue rechazada por la Asamblea, y como continuara aquél en el salón, fue notificado de que debía abandonarlo.
La segunda proposición, referente a la credencial expedida por el coronel Pedro Jarquín, en favor del licenciado Crisóforo Rivera Cabrera, corrió igual suerte, porque como coronel, el señor Jarquín no debe estar representado en esta Convención.
La credencial subscrita por el general Francisco A. Gracia fue desechada también porque nadie pudo informar de este general.
Sin discusión fueron aprobadas las credenciales que los generales Luis Gutiérrez, Cándido Aguilar, Luis Felipe Domínguez y F. Gómez expidieron en favor de los señores Vicente Dávila, Josué Benigno, Herminio Pérez Abreu y Celso Gómez, respectivamente; la que presentara el teniente coronel Guillermo Castillo Tapia, en nombre del hoy general Abraham Zepeda, fue rechazada, porque éste era coronel el primero del corriente mes, fecha en que la Convención dio principio a sus trabajos. Por último, se aprobaron las credenciales otorgadas por los generales Gilberto Camacho y Rómulo Figueroa, respectivamente a los señores Luis Casarrubia e Ibarra y coronel Francisco Figueroa.
LA CONVENCION DE AGUASCALIENTES
Se pasó a considerar la proposición que estaba pendiente de la junta anterior, y que fue subscrita por los generales Blanco, Obregón, Iturbe, Buelna, Medina y algunos más. Esa proposición se refiere a que tenga lugar en Aguascalientes una Convención de generales del Ejército Constitucionalista, o de sus representantes militares, para resolver la forma de gobierno que subsista mientras se restablece el orden constitucional.
La Secretaría, así que terminó de dar lectura a la proposición, dio cuenta de haber sido retirada y substituida por otra que leyó el señor Hay. Esta nueva proposición no era tal: fue una invitación hecha por los miembros de la Junta Pacifista al Primer Jefe y a los miembros de la Convención para reunirse en Aguascalientes y seguir tratando allí la solución de los altos problemas nacionales; en la inteligencia de que todos los que aceptaran esa invitación se comprometerían a respetar los acuerdos que allí se tomen. El escrito a que dio lectura el general Hay fue muy extenso y en él se expuso que a la Convención de Aguascalientes acudirían los jefes de la División del Norte y quizás los de la División del Sur, que también fueron invitados.
Terminada la lectura, el general Hay hizo algunas explicaciones sobre el asunto. Dijo que esta invitación no era susceptible de ser discutida, porque no entrañaba ninguna propuesta; sólo había que resolver si se aceptaba o no, y agregó: en Aguascalientes sólo estarán los generales o sus representantes, siempre que éstos sean militares y acepten no entorpecer los trabajos.
La obscuridad de los términos en que fue redactada la invitación que nos ocupa, dio margen a que el coronel De los Santos solicitara de alguno de sus autores que explicase con entera claridad quiénes eran los que tenían derecho de acudir a esa Convención. Y contestó el ingeniero Hay, opinando que, para no perder tiempo, debería firmarse la invitación de referencia, y después se trataría acerca de los que tenían derecho de acudir a Aguascalientes.
También interrogó el señor Murrieta a la Comisión Pacificadora, pidiendo indicaciones acerca de si se trataba de una nueva Convención, o la de Aguascalientes era continuación de la de México. Respondió el señor Obregón que sólo se trataba de trasladar esta Convención a aquella ciudad, para que de manera más general pudieran tratarse todos los asuntos pendientes. Aquélla puede considerarse como continuación de ésta -dijo-, y como todos los elementos revolucionarios acudirán a ella, de todos podremos exigir el cumplimiento de lo que allí se acuerde.
¿SE TRASLADARA INTEGRA LA CONVENCION?
El coronel Berlanga: - Si esta Convención es la misma que va a reunirse en Aguascalientes, no tiene caso la invitación del general Hay. Todos tenemos la obligación de ir.
El general B]anco: - Los que firmaron el acuerdo de la Junta Pacificadora, están comprometidos a ir a Aguascalientes.
Todavía el coronel Berlanga presentó otra objeción: - ¿Se trasladará esta Convención integra?
- Se invita sólo a los que no han firmado los acuerdos de la Junta Pacificadora -respondió el general Blanco-. Los que ya firmaron tendrán que ir, porque para ello están comprometidos.
- Todos estamos dispuestos a ir -manifestó el teniente coronel Castillo Tapia. Sólo se trata de una mala interpretación.
Y el coronel Osuna hace otra observación: - En la reunión celebrada en casa del general Blanco, se nos dijo que en esta Convención se acordaría si íbamos a Aguascalientes.
Volvió a contestar el general Blanco: - En aquella junta se firmó y se sostuvo que todos los que allí estaban presentes irían a Aguascalientes, y mañana saldrán para esa ciudad los que no faltan a sus compromisos.
- Estoy conforme en ir -replicó el coronel De los Santos-; pero antes quiero que se aclare quiénes son los que tienen derecho para ello; si únicamente los generales, o también sus representantes.
Y a título de aclaración, el general Hay dio lectura a las actas de las juntas que han venido celebrándose en el cuartel del general Blanco y que nuestros lectores conocen ya, por haberse publicado en estas columnas. De esas actas se desprende, que cuantos a las juntas concurrieron quedaron comprometidos para sostener en el seno de la Convención que ésta debería diferirse para el 10 de octubre, fecha señalada para reunirse en Aguascalientes.
Otro delegado convino en que quizás aquella Convención constituya un medio práctico de unión entre todos los elementos revolucionarios, y por lo mismo debería aceptarse la invitación que hacen los miembros de la Junta Pacificadora, ya que aquí no están los representantes de ia División del Norte, ni los de Zapata. Por ello, propuso que esta Convención se declare incompetente para continuar tratando los destinos del país.
También propuso el general Gertrudis Sánchez que se aceptara la invitación, pero indicó que los únicos que deberían marchar a Aguascalientes fuesen los militares que pudieran justificar su adhesión a la causa constitucionalista, porque de esa manera no cabría el peligro de llevar consigo a los que fueron orozquistas, reyistas, maderistas o huertistas y que ahora tratan de hacerse aparecer como constitucionalistas. Esos elementos sólo sirven para entorpecemos y ocasionan obstrucción a nuestros trabajos -dijo-, impidiendo la unificación de todos los revolucionarios.
MILITARES Y PAISANOS
Agregó el general Obregón: - Se ha convenido que vayan a Aguascalientes todos los generales y gobernadores que han finnado los acuerdos y los que acepten la invitación, los que aquí estén representados, también podrán hacerlo allí, pero siempre que deleguen esa representación en un coronel o en un sargento, en cualquiera, a condición de que sea militar necesariamente.
Y como algunos otros delegados se extraviaran en la discusión, el general Hay aclaró que no se trataba propiamente de la invitación para ir a Aguascalientes, sino de aprobar la idea en lo general; la invitación vendrá después -dijo.
Por su parte, el general Mariel pidió que alguien le indicara qué puntos van a tratarse en Aguascalientes.
- Eso se arreglará allá -contestó el general Obregón.
- ¿Vamos a tener libertad de acción?
- Completa.
- La translación de esta Convención a Aguascalientes, ¿es una imposición del general Villa?
Y entonces tomó la palabra el general Blanco: - La designación de la ciudad de Aguascalientes -dijo-, fue hecha por mí. Yo indiqué a los miembros de la Comisión que fue al Norte a tratar de solucionar esta cuestión, que deberiamos reunirnos en Aguascalientes o en alguna otra ciudad. A la Comisión le pareció buena la idea de que fuese en Aguascalientes.
También el general Hay protestó de que se creyera en una imposición del general Villa, imposición que él no hubiera permitido como patriota y como hombre de honor.
Tampoco fue una imposición por parte nuestra -dijo-. La insinuación fue hecha desde México y en Zacatecas fue donde se acordó por ambas partes elegir la ciudad de Aguascalientes. Por lo tanto, no ha habido imposición por parte de ninguno.
El general Mariel objetó aún: - Se dice en la invitación de que se trata, que en Aguascalientes vamos a decidir la forma del Gobierno futuro. Yo creo que sólo debemos sostener la forma constitucional y que para tal fin deben seguirse las prácticas democráticas.
Desde el momento que mañana no podemos celebrar las elecciones -contestó el general Hay- no puede implantarse la forma constitucional desde luego. Hay que pasar por otras fonnas de Gobierno. Esas formas serán las que discutamos en Aguascalientes.
Ese Gobierno podrá ser desempeñado por un Jefe, por una junta y puede ser también que convenga que no sea uno solo el encargado del Ejecutivo, sino que tengamos varios; en fin, cualquiera otra forma de Gobierno transitorio, según se acuerde en aquella Convención, mientras llegamos a la forma constitucional.
Tomó la palabra el licenciado Luis Cabrera. - Es costumbre Que la subordinación se exija de arriba para abajo -dijo-, pero no de abajo para arriba; y esto lo digo, porque se quiere hacer respetar lo que fue firmado en las juntas celebradas en el domicilio del general Blanco, y a muchos de los que a ellas asistimos se nos quiere dar un puntapié.
Y se refirió a los puntos tratados en aquellas juntas, que son por él conocidos, no obstante que a muchas no se le quiso admitir y se le dejó en la puerta, porque él ayudó a redactar las actas relativas. No alego ignorancia -contestó-; y aquí estoy, el primero, para pedir que se me admita en la Convención de Aguascalientes. Mis representados, por mi conducto, piden quedar incluidos entre los que harán el viaje y cuando se me quiera echar de Aguascalientes, yo, Luis Cabrera, insistiré en que se me reciba.
¿Cuáles son los compromisos que contrajeron los que estuvieron presentes en las juntas de la casa del general Blanco? Aqui están en las actas que ha leído el general Hay, y yo vengo a trabajar porque todos los elementos que fueron invitados para asistir a esta Convención, vayamos a Aguascalientes.
Pero la cuestión capital es otra. Es que la comisión que fue al Norte estipuló, no hay duda, determinadas bases, porque así se le ordenaba y conforme a esas bases se efectuará la Convención de Aguascalientes. Y cuando se invita a una Convención -y repito que yo iré a esa Convención- lo elemental es estipular:
Primero: El lugar donde deba reunirse.
Segundo: La neutralización de ese lugar. Las garantías que se darán a los delegados.
Tercero: La fecha de la Convención.
Cuarto: La forma de representación de los elementos convocados.
Quínto: Qué elementos serán admitidos; si únicamente lo serán los militares, y;
Sexto: Qué asuntos serán tratados en esa Convención.
¿Algo de esto está estipulado? ¿No? Entonces, aquí debe resolverse esta grave cuestión. No debe esperarse a llegar a Aguascalientes. Aquí es donde debemos saber con quién va a tratarse, si con Villa o con Federico el Chico. Y que se diga si cada general va a representarse a sí mismo, o si esa representación será medida por el número de soldados a sus órdenes. Esto es necesario resolverlo inmediatamente, que ya hemos visto qué difícil es saber quién es general y quién no lo es. Y luego, debe resolverse también qué motiva la total exclusión que se quiere hacer de los civiles ...
- Cuando nos reuníamos los militares -interrumpió el general Coss- para atacar a los enemígos de la República, no tomábamos el parecer de los civiles. ¡Por eso queremos ahora que los civiles no tomen participación en estos asuntos!
El licenciado Cabrera reanudó su discurso: - Comprendo -dijo- la difícultad que existe ahora para conocer a los verdaderos patriotas, pero estoy seguro que si aquí tenemos difícultad para conocer a los generales, en Aguascalientes subsístirá el mismo caso. Este punto precisa resolverlo antes de tomar el tren; antes de acudir a una Convención, es indispensable saber cómo van a estar representados cada uno de sus miembros.
SI TAMBIEN SE ADMITIRA A LOS CIVILES
Y ahora, la cuestíón que yo denomino de militares y paisanos: Es necesario saber si sólo los militares estarán en el seno de esa Convención, o si también se dará cabida a los civiles, y queremos oír las bases que se estipularon con los representantes del general Villa, que en cuanto a mí, aquí está mi fírma para ir a Aguascalientes, como quiera que sea.
Repetidas veces ha venido díciendo el licenciado Cabrera -dijo el general Obregón, que siguió en el uso de la palabra-: los tratados con el general Villa, los compromisos con el general Villa, las imposiciones del general Villa ... Nosotros no hemos pactado nada con el general Villa, sino con los jefes de la División del Norte. Con ellos acordamos que no asistirían los civiles.
- Y que no irían -agregó el general Coss.
Terminó el general Obregón: - El licenciado Cabrera ha dicho que nosotros tratamos de dar un puntapié a alguno de los que asistieron a las juntas de la casa del general Blanco. Eso no es cierto. El licenciado Cabrera lo dijo únicamente por buscar el aplauso de las galerías. ¿Qué va a tratarse en Aguascalientes, señor Cabrera?, todos los asuntos de importancia para el país; esos asuntos que iban a tratarse aquí, se tratarán allá, ante una asamblea más reforzada.
Así que el general Hay hiciera algunas explicaciones de escaso interés, el licenciado Luis Cabrera volvió a la tribuna y dijo:
Es necesario, señores, que nos demos cuenta de que comienza una pugna. Yo no quiero que surja el choque entre el militarismo y los que queremos continuar siendo civiles; por eso no ahondaré en esta cuestión, y me concreto a señalar el peligro.
Día vendrá en que se me conceda la razón. Hoy no se me quiere escuchar, porque es costumbre que sólo, al cabo de un año, se me crea. Para dentro de un año os emplazo. Entonces se verá que yo tenía razón al exigir que los asuntos trascendentales del país sean tratados también por los civiles, porque no solamente los representantes de un ejército de ciento cincuenta mil hombres armados, cuyo jefe es un civil, don Venustiano Carranza, tienen derecho para ocuparse del porvenir de la República. También ese derecho cabe a los civiles, que representan a catorce millones de habitantes.
EL CONFLICTO NO ES CON VILLA
Yo suplico a todos los elementos civiles que están en esta asamblea representando a elementos militares -continuó el licenciado Cabrera-, que se apresuren a telegrafiar a sus representados para que cambien su representación, a fin de poder concurrir a la Convención de Aguascalientes. Esto es tener deseos de solucionar el conflicto que se presenta, y esto es acatar lo convenido con los representantes de la División del Norte.
Y fíjese el general Obregón: yo no he mencionado a Villa, yo no he hablado de las ímposiciones de Villa, etc., y no lo menciono porque sé perfectamente que el conflicto no es con Villa, sino con los elementos que están detrás de él, elementos netamente civiles y que apuesto que no serán eliminados.
Cuando lleguemos a Aguascalientes, encontraremos al general Villa; lo encontraremos rodeado de su Estado Mayor, y, además, de otro Estado Mayor más efectivo que los generales Chao, Herrera, Angeles, Benavides, etc.; Natera y otros, el mismo Villa, estarán representados y allí veremos a algunos miembros de la familia Madero, don Ernesto y don Rafael; allí estará Bonales Sandoval, e indudablemente que encontraremos también al propio Ramón Prida.
Cuando el general Villa comenzó su campaña, nadie dudó de su lealtad. Se necesitó de la presencia de un judío maldito a quien jamás me cansaré de maldecir, que no tiene patria, porque tan pronto se hace aparecer como alemán, que como americano, según le conviene, y que se llama Félix Sommerfield, para que esa lealtad se hiciera sospechosa. Ese es uno de los más hábiles directores políticos de Francisco Villa. Este es el que ha maleado a los hermanos Madero, que los dos más chicos son elementos sanos; éste es el que ha puesto en contacto a Villa con los elementos perniciosos, y todo este trabajo, que se debe al dinero americano, al dinero de la Standard Oil, ha servido para que Sommerfield tenga monopolios y se enriquezca. ¡Y éste sí irá a Aguascalientes, pero Luis Cabrera no! Esto lo dejo a la conciencia de ustedes.
En el seno de esta Asamblea tenemos a militares y paisanos, y en la Convención de Aguascalientes también veremos que aparecen. Allí veremos que Zapata estará representado por Palafox, que es civil. He dicho a los civiles que aquí se encuentran, que para que no se crea que tratamos de hacer obstrucción, se abstengan de concurrir, pero creo que es deber mío señalar el conflicto en que nos encontramos; por un lado se nos avergüenza diciendo que no sabemos hacer honor a nuestras firmas, y por otro se impide a los civiles que firmamos esas actas que podamos concurrir a lu Convención de Aguascalientes.
- Cierto -continuó- que esta invitación no es susceptible de ser discutida; sólo debe aceptarse o rechazarse ... -leyó la parte conducente al alejamiento de los civiles-; pero el que redactó esta invitación debe haber estado pensando en algún grupo de canallas que aquí se encuentra y que debe ser rechazado. ¿Quiénes son? Yo quiero que las cosas se pongan más claras. Que se fijen los nombres de los que no se quiere que vayan a Aguascalientes.
Y ahora, por lo que respecta a cuál sería mi actitud, yo digo que sé respetar lo que firmo, y que estaré en todo caso entre los generales Blanco y Obregón, en Aguascalientes, si voy, y después de Aguascalientes ...
POR QUE FUERON A LA GUERRA
Para responder a alusiones personales fue a la tribuna el general Hay, y dijo:
Señor Cabrera, usted ha venido a ilustrar el obscuro criterio de estos militares que siguen siendo civiles de corazón. Nosotros fuimos a la guerra precisamente por eso, porque los civiles no fuesen atropellados por los militares que no supieron ser soldados de la República. Yo no aborrezco a los civiles y ya he dicho que respeto a muchos de ellos y creo que existen algunos que han contraído grandes méritos como revolucionarios. En cambio, otros hay a quienes niego todo derecho de permanecer a nuestro lado.
Las juntas celebradas en la casa del general Lucio Blanco -continuó- fueron para buscar la manera de evitar una guerra personalista; allí discutimos cómo podríamos llegar a evitar el conflicto que parecía inminente, y cómo podríamos evitar que nuevamente surgiera el militarismo. Y estas palabras escritas en la invitación y que han parecido duras a nuestros compañeros no militares, no se refieren a todos ellos, sino a militares o civiles que no quieran aceptar ir a la Convención de Aguascalientes, y para que nadie se sienta agraviado, yo invito a los que subscribieron esta invitación, a que conmigo retiren esas frases.
El licenciado Cabrera tiene razón. Guiados por la ansiedad de buscar cuanto antes la solución al conflicto que se presentaba, no atendimos al formulismo que tanto conoce él, por su talento y por su práctica profesional. Yo propongo que los civiles que no piensen en que después estarán excluidos de concurrir a la Convención de Aguascalientes y quieran ayudarnos con sus luces, vengan con nosotros, para que redacten y formulen esas bases que a nosotros escaparon.
NO SE TRATA DE UN PROBLEMA MILITAR
El coronel Berlanga fue uno de los últimos oradores en esta sesión. Dijo que por una irase ambigua y sobre la que él ya había llamado la atención, se había provocado un debate realmente trascendental, y luego, agregó: como lo que va a tratarse en Aguascalientes no es un problema militar, sino una cuestión social y, tal vez, el porvenir de nuestra Patria, eso no podrá, ni deberá ser tratado y resuelto solamente por los militares.
Pidió se suspendiera la discusión el general Hay, porque se proponía cambiar el texto del documento objeto de ella. El general Lugo dijo que el tiempo era oro y pidió al señor Hay que presentara desde luego la nueva proposición.
Y, finalmente, el licenciado Cabrera presentó una moción, que retiró inmediatamente, y propuso que la sesión se diera por terminada, a efecto de que los miembros de la asamblea se reuniesen en junta particular para ver de unificar la opinión y llegar a formular las bases de que se ha hecho referencia.
La asamblea estuvo conforme, y la sesión se dio por terminada a las nueve de la noche.