CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA
Compilador: Florencio Barrera Fuentes
PRIMERA JUNTA PRELIMINAR CELEBRADA EL DÍA 10 DE OCTUBRE DE 1914 EN LA CIUDAD DE AGUASCALIENTES
Segunda parte
El C. Obregón:
Vengo en apoyo de la proposición del señor general Hay, de que se reconozca, es decir, que tengamos derecho a que todos los generales sean reconocidos por la Comisión, y ratificados por la Asamblea, pudiendo, en muchos casos, cualquiera de los generales de la División del Norte, decir cuáles son los generales de esa División, y creo que no habrá protestas de los demás compañeros.
El C. González Garza:
Seguramente que el general Buelna, al hacer la proposición que motiva esta discusión ha tenido sobrada razón; pero yo, miembro de la representación de la División del Norte, digo a la Asamblea que siendo la División del Norte la minoría ha acordado aceptar como delegados a esta Convención a todos los generales que traigan consigo la credencial de sus fuerzas o el simple título de general, por estar en el escalafón; o en otros términos, los delegados de la Convención del Norte admiten en esta Convención absolutamente a todos los que se crean con derecho a ello. Tenemos la seguridad de que vamos a hacer obra patriótica y somos los primeros en pedir que no se vaya a excluir a nadie sin justificación. En consecuencia, yo me permItiría modificar la proposición que acaba de hacer el señor, en el sentido de que esas medidas tomadas en la Convención sirvan como base a la Comisión Revisora de Credenciales, para juzgar. Deben considerarse todos los generales, gobernadores de los Estados y comandantes militares de los Estados, sin excepción. (Aplausos)
El C. Gallegos:
En apoyo de lo que acaba de decir el compañero, diría que nO se toque el asunto de grados, porque vendría a resultar y a degenerar en personalismos y aquí venimos para tratar los asuntos generales. De manera que estoy de acuerdo enteramente.
El C. Berlanga:
Pido la palabra para apoyar la proposición que hemos presentado el señor coronel Prieto y yo.
Dijimos desde luego que fueran los gobernadores y comandantes militares los que tuvieran representación en esta Asamblea. Creo que esto no sería objeto de discusión, porque ellos vienen en representación de una entidad y así los consideramos, como representantes de una entidad; no porque son gobernadores, sino porque representan una entidad federativa; y con respecto al grado de generales, hemos dicho que tengan representaciones los jefes constitucionalistas que tengan a su mando más de mil hombres, con objeto precisamente de hacer una separación, hacer más bien una abstracción del grado, y no traer aquí la representación de un grado, sino la representación de un grupo de hombres. Así, pues, si estos individuos, si una de estas personas que mandan más de mil hombres, es un capitán, es cualquier jefe, un mayor, un teniente coronel, un coronel, un general de brigada, de división o un brigadier, como quiera que sea, no nos importa absolutamente el grado que tenga, sino que represente mil hombres, que valga aquí su voto por el voto de mil hombres que estén a sus órdenes. Así como hay muchos generales que no tienen nada más que sus asistentes, hay también muchos coroneles o tenientes coroneles que tienen a sus órdenes más de mil hombres, ¿.por qué a esos se les va a excluir, si su voluntad representa la de mil hombres que están a su mando o más de esta cantidad? No estará excluido el señor Hay con toda seguridad, porque sobrarán generales que le den su representación, dados precisamente los méritos que tiene y dada la confianza que tienen muchos en su manera honrada de tratar los asuntos que interesan al país.
Así, pues, no debe sentirse excluido de antemano el señor general Hay, porque no faltará quien le dé la representación. Por lo tanto, lo que nosotros hemos propuesto únicamente aquí, es que vengan los representantes de grupos de hombres; no los representantes de grados; además, quisimos que fueran representados por militares que hayan combatido con las armas, que estén o se haya incorporado al Ejército Constitucionalista antes, cuando menos, de la fecha de la toma de Zacatecas. Y eso, precisamente, porque después de la toma de Zacatecas se han llenado nuestras filas de muchísimos individuos que estaban esperando que la balanza se cargara de un lado, del lado favorable al nuestro, para incorporarse a nuestras filas. (Aplausos) Esos no son revolucionarios, y creo que la revolución tocó a su fin precisamente con la toma de Zacatecas; por eso marcamos esa fecha, para que antes de ella, fueran considerados todos los que nos incorporamos a ella, como verdaderos, como abnegados defensores de ella; después, debe considerarse si eran verdaderos amantes de ella. Por lo demás, antes de entrar a nuestro Ejército, se han incorporado muchos que no creo que estén perfectamente indentificados con la revolución y con nuestros anhelos revalucionarios; y valiéndonos de una frase que nunca olvidaré, señor Villarreal, par ser de usted, precisamente par eso, hemos resuelto considerar como los únicos y como sinceros revolucionarios, aquellos que hayan abtenido sus grados antes de la toma de Zacatecas. Por eso quiero que tengan derecho de venir a deliberar en los asuntos de la Patria. (Aplausos)
El C. Vázquez:
Aunque no me cuento entre los que el señor teniente coronel Berlanga ha mencianado, puesto que gran parte de esta Asamblea me conoce de antemano., para el bien de la Asamblea, para el bien del país, y para bien del asunto que nos ha traído aquí, desearía que se señalara o indicara a las personas que se encuentran en la Asamblea y que esperaran el momento aportuno para incorporarse en nuestras filas.
El C. González Garza:
Desgraciadamente la discusión se inclina de nuevo hacia un terreno adonde no debemos llegar. La División del Norte, desde hace cuatro meses, y durante las conferencias de Torreón, propuso en una cláusula expresa, que los representantes a la Convención que tendría veríficativo en México, llevarían la representación de mil hombres. Circunstancias que no son del caso referir aquí, han hecho que esa legítima esperanza de la División del Norte, basada en un espíritu puro y en un espíritu democrático, no se llevara a la práctica. Por las circunstancias del momento, y teniendo. en cuenta los jefes de la División del Norte, el supremo instante en que nos encontramos. Repito que a pesar de tener una minoría aquí, he estado conforme en que esta Convención albergue a todos las elementos hanrados y sanos que quieran calaborar en el bien de la Patria, y sólo espera que la Comisión de Poderes tenga el criterio suficiente para decir quiénes son los que tienen derecho y quiénes no. Creo fundadamente que estamos discutiendo antes de tiempo; la Comisión de Poderes sustentará un informe, rendirá el dictamen por el cual se le ha nombrado, y entonces será el tiempo. en que discutamos quiénes son los que tienen derecho de venir aquí y quiénes no; mientras tanto, debemos tener un alto espíritu de canciliación, debemos juzgar a todos los demás, tan dignos como nosotros, pues de atra manera no haremos obra buena aquí. En consecuencia, propongo por una vez más, que la norma de conducta que debemos seguir los miembros de la Comisión de Poderes, sea la siguiente: admitir como buenas las credenciales que correspondan, a los generales, a los representantes de generales, a los gobernadores de los estados y a los camandantes militares de Estado, para evitar dificultades y discusiones enojosas que no vienen al casa. (Aplausos)
El C. Obregón:
Pida la palabra para apoyar la proposición hecha par el compañero Ganzález Garza, por estar inspirada en altos principios de justicia y patriotismo, y voy a apoyarla con otro argumento.
Acabamos de decir que esta Canvención es la misma a que se citó en la capital, y que se ha trasladado aquí por acuerdo de una mayoria; por consiguiente, allá se ha invitado a los generales, a los gobernadores y a los camandantes militares de las Estados. Si ésta no es una nueva Convención, si es otra que sólo ha venido a reforzarse con los elementos que le faltaban para deliberar de una manera campleta y precisa, creo que no queda a discusión quiénes deben o quiénes no deben venir a la Convención. (Aplausos)
El C. Ricardo. González:
Para apoyar también lo que dijo el señor González Garza, diría que, para que la Convención se efectuara, tomando en cuenta a todos los jefes que tuvieran más de mil hombres, necesitaríamos esperar un mes o más, para que aquéllas, al saber el acuerdo, mandaran representantes. Necesitaríamos nombrar camisiones para que revisaran credenciales, listas de revistas, y tendríamos que esperar a muchísimas personas representantes de jefes que tienen más de mil hombres, y tendríamos que esperar a muchos de esos jefes que no han mandado delegados y que no han estado incluidos en la Convención de México; así es que para no perder más tiempo, dada la situación en que nos encontramos, apoyo la proposición del señor González Garza, y propongo que se acepte.
El C. Osuna:
Pido se dé lectura a la proposición que he presentado, que viene a ser lo que en palabra se está discutiendo.
El C. González Garza:
Pido se acepte o se deseche la proposición presentada por el señor Prieto.
El C. presidente:
Es el mismo asunto, señor González Garza.
El C. secretario:
La Mesa pregunta, por conducto de la Secretaría, si se aprueba la proposición suscrita por los señores teniente coronel Carlos Prieto y coronel Berlanga, que dice así: (Lee la proposición)
El C. González Garza:
Era la moción que yo presentaba: que se preguntara a la Asamblea si la aprobaba en lo general.
El C. secretario:
La Mesa pregunta por conducto de la Secretaría si se aprueba la proposición en términos generales. (Voces: No, no)
El C. Berlanga:
Pido que se pongan de pie los que estén por la afirmativa, y no que digan no, no, desde sus asientos. (Risas)
El C. secretario:
Sírvanse ponerse de pie los que aprueben la proposición, en los términos generales en que está concebida.
El C. Palafox:
Se habla allí de generales y gobernadores constitucionalistas.
Se encuentran aquí zapatistas que no han aceptado el nombre de constitucionalistas, y si se nos cierran las puertas en la División del Norte, ¿cuál sería nuestro papel en esta Asambleá? Creo que debe suprimirse la palabra de constitucionalista y solamente tratar de jefes militares, comandantes militares y gobernadores de los Estados, sin decir nada de constitucionalistas. (Aplausos)
El C. González Garza:
Pido la palabra para una moción de orden. Ha sido desechada de plano esa proposición, todos se quedaron sentados a la pregunta que hizo el señor secretario. Pasemos a otra cosa.
El C. Hay:
Aun cuando en el espíritu de todos nosotros está el hecho de que esa proposición ha sido desechada, apoyo la proposición, la justa reclamación que ha hecho el señor Berlanga. Debemos nosotros sujetarnos en las votaciones a las fórmulas acostumbradas; por lo tanto, respetuosamente me permito suplicar que la Mesa indique al señor secretario, que pida la votación en la forma acostumbrada.
El C. secretario:
Sírvanse ponerse en pie los que aprueben la proposición suscrita por los coroneles Prieto y Berlanga. Sírvanse ponerse en pie los que la aprueben en los términos generales en que está concebida. Desechada.
El C. Vigil:
Me veo en la obligación de hablar, porque los términos de la proposición de los señores Prieto y Berlanga, implican ... (Voces: ¡Ya ha sido desechada!) Perdónenme, no saben todavía lo que voy a decir; hay que proclamar aquí la unidad de la revolución, desde su génesis hasta este momento en que estamos, no hay esta revolución, ni esta otra; por eso es que los señores zapatistas están comprendidos dentro de la revolución, porque no hay división ninguna. Desde que se gritó por Madero el 20 de noviembre, hasta la fecha, es la misma revolución. (Aplausos) Afortunadamente ésta es una revolución que tiene sus bases sociológicas; las tiene en la sociedad, no es una empresa de caudillos ambiciosos, por consiguiente ésta, la de ayer y la de mañana y todas, si están inspiradas en los principios sociales, serán siempre la misma y siempre la única, por eso pido que se reforme y se declare aquí la unidad de la revolución.
El C. González Garza:
Pido la palabra para una moción de orden.
En lo absoluto tengo la seguridad de que todos los presentes acepten las ideas expuestas por el señor Vigil; pero no es tiempo de expresarlas; por lo tanto, reclamo del señor presidente más energía para que vaya llevando los debates en debida forma. Cuando una proposición es desechada, ya nadie puede hablar sobre ella, salvo que sufra un reproche, como el que yo le hice.
-El C. presidente:
El señor Vigil dijo que no iba a hablar sobre ella, sino a expresar ideas.
El C. González Garza:
Pues no tenía derecho para hacerlo.
El C. secretario:
Se va a leer la siguiente proposición presentada:
Propongo a esta Asamblea que se tome como base para saber quiénes deben de formarla, lo siguiente:
1. Formarán parte de esta Asamblea, con voz y voto, los generales plenamente identificados, tengan o no mando de fuerzas.
2. Los gobernadores de los Estados y los jefes políticos de los territorios federales.
3° Los comandantes militares de regiones o zonas con mando de fuerzas.
Cada una de las personalidades anteriores podrá asistir por sí, o por medio de representante, con tal que éste pertenezca también al Ejército Libertador.
Aguascalientes, octubre 10 de 1914.
Gregorio Osuna.
El C. Obregón:
Hay que aclarar ese punto. (Se refiere al 3°)
-El C. secretario:
Dice así:
"3° ... (Leyó) Está a discusión.
El C. Hay:
Pido que se pregunte si se aprueba en lo general, para en cuyo caso, podamos pasar a discutir en lo particular.
El C. secretario:
La Mesa pregunta por conducto de la Secretaría, si se aprueba en lo general la proposición del señor coronel Osuna. Aprobada.
El C. Hay:
Pido que se ponga a discusión en lo particular, punto por punto.
El C. secretario:
Se pone a discusión el primer punto de la proposición que dice así:
1° Formarán parte de esta Asamblea los generales perfectamente identificados, tengan o no mando de fuerzas. ¿Se aprueba? Pónganse en pie los que estén por la afirmativa. Aprobado.
Un delegado:
Buscaba yo a juicio de quién iban a ser identificados esos generales. (Voces: De la Asamblea)
El C. secretario:
El segundo punto se lee en estos términos:
2° Los gobernadores de los Estados y los jefes políticos de los territorios federales. Los que lo aprueben, que se sirvan poner en pie. Aprobado.
El C. Berlanga:
Antes de que se ponga a votación, sírvase usted preguntar quién toma la palabra en pro o en contra de la proposición; después que se pregunte si está suficientemente discutido. Que se tome la votación.
El C. presidente:
Así debía ser, pero los delegados se pusieron en pie.
El C. González:
Siéntelo la Secretaría.
El C. secretario:
Se pone a discusión el tercer punto que dice así:
3° Los comandantes militares de regiones o zonas con mando de fuerzas. Está a discusión.
El C. presidente:
Advierto que se pone a discusión el tercer punto.
El C. secretario:
Se pone el tercer punto a discusión.
El C. Osuna:
Para apoyar precisamente ese punto, me refiero a la Zona del Istmo, que conozco, que tiene un comandante militar con mil quinientos hombres a sus órdenes y que no es general, sino el coronel López de Lara, bien conocido de nosotros. Este comandante militar creo que tiene derecho a representarse aquí y no es gobernador del Estado, ni es jefe político de territorio, ni es general; pero tiene mil quinientos hombres garantizando una región muy importante de la República, que es la del Istmo. Así puede haber la región del Yaqui o la región X, que yo no sepa, por eso la puse en esa forma.
El C. Obregón:
Los mil quinientos hombres que representa ese coronel, deben depender de alguno de los Cuerpos del Ejército Constitucionalista, y, por consiguiente, están representados en los generales que concurren a esta Convención. Por comandante se entiende todo el que tiene el mando de uno, cinco o más soldados, y ese punto no está claro; si se quiere hacer la aceptación de determinado comandante, debe especificarse; pero no todos los comandantes de determinada zona, porque el comandante militar de una plaza es comandante de determinada zona, y veo muy confuso ese punto.
El C. Samuel M. de los Santos:
El comandante del Istmo a que se refiere el señor Osuna, no depende más que del jefe de la Segunda División del Istmo; no hay ningún jefe que venga representando esas fuerzas.
El C. Obregón:
No quiero que se hagan excepciones, quizá tenga razón el señor Osuna o incurra en un error, pero quiero decir que el señor Diéguez no tiene más que siete mil hombres.
El C. Berlanga:
Precisamente para ampliar lo que dice el señor general Obregón, que está ambiguo eso, porque cada plaza tiene un comandante militar; por lo tanto, debía precisarse si quiere darse representación al señor coronel López de Lara, expresarla sencillamente de una manera general, que vengan los representantes de zona, porque cada plaza tiene un comandante militar.
El C. Dusart:
Las fuerzas que manda el señor coronel López de Lara dependen de la brigada de Luis Caballero; me consta.
El C. Hay:
Si aprobamos el artículo, aprobamos incurrir en un error, desde el momento en que este artículo menciona a personas de distinta índole; por lo tanto, propongo que el autor de él lo reformara para discutir cada una de las personalidades que en ese artículo se mencionan. Creo que así llegaremos al fin de la discusión.
El C. Osuna:
Yo expresé que se trataba de comandante militar de región o zona, no comandante militar de plaza y que tenga más de mil hombres, para evitar que haya dificultades; creo que todos conocemos el término ese de Comandante de Región o Comandante de Zona; es muy conocido, puede abarcar hasta tres Estados muchas veces o puede abarcar una plaza; pero para fijarle un límite que nos evite el que sea interminable este asunto, podríamos ponerle mil hombres, mil quinientos o dos mil, los que crean conveniente.
El C. Obregón:
Que se sujete a votación.
El C. Santibáñez:
Como se está tratando de Tehuantepec, expongo que mis fuerzas están bajo las órdenes del señor coronel Lara, porque yo operé en la región del Istmo; me levanté el 12 de julio de 1913, y presentaré las recomendaciones cuando sea oportuno.
El C. Lazo de la Vega:
Me parece, señores, que se trata de un caso aislado; parece que se trata exclusivamente de la región del Istmo, en la que está como jefe el señor coronel López de Lara, ¿por qué mi coronel no tiene la bondad de reformar su proposición especificando el punto a que se refiere, refiriéndose exclusivamente al señor López de Lara?
El C. Vito Alessio Robles:
Ya el señor general Santibáñez expresó que parte de las fuerzas que están a las órdenes del coronel López de Lara, son fuerzas de las que él comanda; en consecuencia, esas fuerzas ya están representadas aquí por el señor general Santibáñez. Yo pido que se declare suficientemente discutida la tercera proposición y se deseche de plano.
El C. Castillo Tapia:
Aquí está el jefe de Estado Mayor del general Pablo González, que comanda el Cuerpo de Ejército del Noreste, y a él le debe constar que el señor López de Lara manda más de mil hombres, que operan en la región del Istmo. Esto es de justicia.
El C. Osuna:
Manda una brigada, aparte de las fuérzas del general Santibáñez.
El C. Secretario:
La Mesa pregunta por conducto de la Secretaria, si está suficientemente discutida esta proposición.
El C. Murrieta:
Hay otro asunto que hay que reconsiderar. Yo estoy en ese caso y debo ser honrado: Cuando comenzó la Convención en México, cuando apenas comenzaban a presentarse los primeros delegados, se leyó una lista que había formado el Primer Jefe, y en la que invitaba a individuos que no eran ni generales, ni gobernadores, ni comandantes militares, y yo creo que se debe tener en consideración eso.
Yo fui invitado por el Primer Jefe; yo tengo mando de fuerzas y todavía no he sido separado como jefe de las armas en Laredo, porque se me dio una comisión sin decirme que dejaba de ser el jefe de armas de Laredo. Ahora pregunto: yo he sido invitado a venir a la Convención, he tomado parte en ella y ahora, después de haber venido aquí, después de haber tenido asiento en la otra Convención, por el simple hecho de no ser gobernador ni tener mando de fuerzas se me da un puntapié.
Repito que yo he sido invitado por el Primer Jefe y allí están las listas que lo comprueban.
El C. Aguirre Benavides:
Que haya sido invitado el señor por el Primer Jefe; es punto que, en mi concepto, será la Comisión quien debe resolverlo. Creo que los jefes 'de armas no deben estar representados, si no tienen la representación de mil hombres, porque entonces sucedería que en lugar de tener cien delegados, se nos presentarían mil, con la misma razón que aduce el señor. (Aplausos)
El C. Hay:
Yo solamente me permito suplicar al estimable compañero que no se aplique las palabras que será arrojado con un puntapié, porque es una persona muy honorable y ninguno de los que nos reunimos aquí, nos permitiríamos arrojarlo en esa forma. De seguro que habrá aquí algunas personas que considerándose con derecho a venir, se hayan presentado en esta Asamblea, y que después esta honorable Asamblea, por razones de peso o porque juzgue de justicia, expulse a las personas que no tienen derecho de presentarse aquí, y esto no quiere decir que se les arroje con un puntapié. Naturalmente esto no reza sino con las personas que de sus propias pistolas, sin tener una hoja de servicios, y sin ningún sentimiento de pudor, estén en la Asamblea, sin que se les obligue a permanecer en ella; y esas personas que, honradamente, como el señor Murrieta, vienen aquí de acuerdo con una invitación y que está quizás equivocado, o quizás. ni está equivocado, quizás después la Asamblea resuelva que esa clase de representaciones se deben o no tomar en cuenta; y los hombres que de su propia iniciativa vienen y se presentan aquí, no deben permanecer aquí, pero los otros no deben sentirse lastimados en el caso de que esta Asamblea acordara que no deberían estar presentes. Puede estar seguro el señor, de que saldría con los honores correspondientes.
El C. Aguirre Benavides:
Hago mías las palabras del señor Hay, y le suplico al señor compañero no tome por ningún concepto como una ofensa lo que expresé anteriormente, porque me merece el más amplio concepto y no creo que tenga el poco pundonor de venir a este recinto sin tener justificación. (Aplausos)
El C. Obregón:
Voy a apoyar los conceptos de mis compañeros Hay y Benavides.
Al hacer la invitación el Primer Jefe, indudablemente que por los méritos que los han distinguido en la campaña, determinados jefes fueron invitados, militares que indudablemente, para la Asamblea, no son tan conocidos como para el señor Carranza. Al constituirnos nosotros en una Asamblea como la actual, perdemos toda personalidad, y aquí no aparece ni don Venustiano Carranza, ni don Fulanito, ni don Zutanito; resulta una Asamblea que sólo debe sujetarse a reglas fijas y no a criterios.
Podríamos normarnos para decir: el coronel H. tiene más méritos que el coronel N., y debe venir o no; nosotros debemos normar nuestro criterio en una regla fija: ¿se aceptan todos los coroneles constitucionalistas que vengan? Que respetuosamente manifestemos a los que se encuentran aquí, que por acuerdo de la Asamblea, no tienen derecho a tomar participación en ella.
Esa es mi opinión, señor compañero, y con el mayor respeto se lo demuestro a usted como compañero y como correligionario. (Aplausos)
El C. secretario:
Pregunta de nuevo la Mesa si está suficientemente discutido el tercer punto de esta proposición. Voy a volverlo a leer; dice: (Da lectura al artículo tercero) Se suplica a las personas que estén por la afirmativa, es decir, que acepten la tercera cláusula de la proposición, se pongan en pie.
La Mesa declara por conducto de la Secretaría que se desecha esta cláusula.
Hay una cláusula que no está numerada; pero que debe considerarse como tal, y dice:
Cada una de las personalidades anteriores, podrá asistir por sí o por medio de representante, con tal de que pertenezca también al Ejército Libertador.
Se pone a discusión esta cláusula.
El C. Berlanga:
¿Tuviera usted la bondad de leerla de nuevo?
El C. secretario:
(La volvió a leer) Se pone a discusión; se suplica a las personas Que estén por la afirmativa, se pongan de pie. La Mesa declara, por conducto de la Secretaría, que sí se aprueba esta cláusula; es decir, que se pueden mandar representantes a la Convención, con tal de que sean militares.
(A continuación, el mismo ciudadano secretario dio cuenta con la proposición que sigue)
Sobre todos los casos dudosos, recaerá dictamen de la Comisión Revisora, y ese dictamen será sometido a la voluntad de la Asamblea.
Aguascalientes, octubre 10 de 1914.
Antonio I. Villarreal.
El C. González Garza:
Pido la palabra en contra.
El C. presidente:
Tiene la palabra el ciudadano González Garza.
El C. González Garza:
Es inútil esa proposición; todos los dictámenes de la Comisión deben ser sometidos a la Asamblea para que los apruebe o repruebe; en consecuencia. sale sobrando.
El C. Villarreal:
Pido la palabra. Me he permitido hacer esta proposición, precisamente porque durante las discusiones se han presentado casos que no caben dentro de las reglas generales aprobadas y que podría ser que, en opinión de la Asamblea, se admitieran algunas de las fuerzas constitucionalistas que no están representadas dentro de las bases aprobadas, y precisamente para esos casos de resolución dudosa, es para lo que reclamo el voto de la Asamblea.
El C. Berlanga:
Pido la palabra para apoyar lo dicho por el ciudadano González Garza, de que no sólo en los casos dudosos, sino todos los que se traten, sean sancionados por la Asamblea. Si precisamente la Comisión Revisora, aprueba o no que se admita entre nosotros a cualquiera de los jefes que no están considerados en las cláusulas aprobadas, sólo la Comisión propone o dictamina el que se apruebe o se rechace, y que sea la voluntad de la Asamblea la que decida, no la de la Comisión. Por lo tanto, no sólo para los casos dudosos, sino para todos en general, tienen que sujetarse a la aprobación de la Asamblea.
El C. Villarreal:
Pido la palabra para una aclaración: Yo no trato de que mediante esta proposición que hago, las credenciales todas sean sometidas únicamente al criterio de la Comisión Revisora. Todas, indudablemente, serán sometidas al criterio de la Comisión Revisora y en cada caso la Asamblea dará su fallo soberano; pero hay casos en que una credencial no podrá discutirse sin una aprobación de proposición; hay credenciales que no están dentro de las cláusulas aprobadas y que pudiera darse el caso de que la Convención, a pesar de que esas credenciales no están de conformidad con la cláusula aprobada, la Convención quisiera que se admitieran, y como la Convención es soberana, por eso es que hago esta proposición.
El C. Eduardo Hay:
Es indudable que siempre son sancionados y deben ser sancionados, o por lo menos puestos a votación, todos los puntos que sean propuestos por la Comisión Revisora; pero como el señor Villarreal ha dicho, puede presentarse un caso que no pueda ser decidido dentro del criterio que tienen marcado los señores miembros de esa Comisión, y, por lo tanto, nada perdemos en aprobar esa proposición y sí podremos perder, en discutirla y rechazarla. Por lo tanto, respetuosamente propongo que se apruebe para poner punto final a este asunto.
El C. Roque González Garza:
Pido la palabra en contra.
Lo que -propone el señor general Hay es que la Asamblea apruebe a priori una cosa que no se ha discutido. En el peor de los casos, suponiendo que a la Comisión de Poderes llegare una credencial de una persona que se considere con el derecho suficiente para venir a esta Asamblea, pero que no entra en los requisitos que esta Asamblea ha estipulado para ser aceptada, la obligación de la Comisión de Poderes en ese caso es dictar su dictamen en el sentido de que dicha credencial no ha sido aceptada por estas y por estas otras razones, y cuando le llegare su turno a la discusión de esa credencial, el interesado será el primero en hacer las aclaraciones que crea convenientes para justificar su personalidad, y entonces vendrán las discusiones, habrá pro y contra, y entonces la Asamblea, con la soberanía que ella misma tiene, resolverá el punto. Es inútil esta discusión; eso es juzgar a priori.
El C. Eduardo Hay:
El coronel González Garza tiene muchísima razón; el señor general Villarreal tiene muchísima razón, yo también la tengo, y, sin embargo, no tenemos la misma opinión los tres. El señor general Villarreal dice en su proposición, que todas las decisiones de esta Comisión, sin excepción, sean puestas a discusión por la Asamblea para que ella, a su vez, pueda aprobarlas o reprobarlas. El señor coronel González Garza dice: propongo que no se apruebe eso, porque no es necesario; pero ahorita hay todavía una duda de si es necesario o no es necesario. Al mismo tiempo el señor González Garza parece que tiene derecho en decir: no es necesario, pudiera parecer que nosotros reprobamos que la Asamblea tenga derecho de sandonar los actos de la Comisión, y para obviar esta dificultad propongo que se apruebe la proposición del señor Villarreal, que sanciona lo que se hace en todas las Asambleas.
El C. Osuna:
No he entendido de lo que se trata, pues esta proposición es muy distinta de la del señor Villarreal. Ya está sabido y por esto dice el señor González Garza que en la Asamblea se aprobaron los dictámenes de la Comisión y eso no tiene discusión. Me parece que el señor Villarreal se refiere. a las credenciales dudosas, como la que tengo aquí y que hay necesidad de aprobar para que pueda entrar aquí mi representado. Eso es lo que me parece que dice el señor Villarreal; por lo tanto, yo propongo que se apruebe su proposición y que los casos dudosos se sujeten a la decisón de la Asamblea, que es la soberana.
El C. Villarreal:
Quiero hacerles notar lo siguiente: se presenta una credencial que no está dentro de las cláusulas aprobadas, y entonces la Comisión Revisora no tiene obligación de dictaminar; sencillamente puede desecharla, porque no hay dictamen, puesto que está fuera de las cláusulas. Es, por esto, por lo que pido a la Asamblea que apruebe el que la Comisión Revisora presente esas credenciales al voto de la Asamblea.
El C. González Garza:
Yo creo que el señor general Villarreal está en un error.
La Comisión no puede desechar ni lo más absurdo. Tiene que presentar dictamen fundando por qué no se acepta, y entonces la votación de la Asamblea será la que decida si tiene razón la Comisión o no; de manera que no es necesario aprobar eso, porque fuera tanto como contradecirnos nosotros mismos en lo que hemos aprobado anteriormente. Las comisiones dictaminadoras en todas las Asambleas, cumplen con su deber al proponer ante la Cámara lo acordado por ella, y la Cámara es quien decide si tienen razón o no.
Creo que la Comisión dictaminadora tiene unas bases que ya han sido suficientemente discutidas y aprobadas para dictaminar sobre las credenciales. Así es que no veo yo casos dudosos, en que pueda caber la duda, desde el momento en que se han discutido las bases para aprobar las credenciales. Se aprobarán o se reprobarán las que la Comisión Dictaminadora indique en su dictamen. Al proponer a la Asamblea, únicamente propondrá las que han sido aprobadas sobre esas bases, y las que estén dudosas es que no están dentro de esas mismas bases.
El C. Ruiz:
El señor general Villarreal, al hacer la proposición que ha presentado, ha tenido muy en cuenta las inclinaciones y vacilaciones del corazón humano; por esto muchas veces la Comisión, que es perfectamente respetable y honorable en todos sentidos y conocedora, además, puede en una credencial como la que tiene el 'Señor, tener duda y no ser de su aprobación, y dice rechazada, y cuando ya ha dado su dictamen la Comisión y entonces esta credencial ha sido rechazada, toda la Asamblea está inclinada a decir rechazada sin discusión, y la proposición del señor Villarreal tiende, perfectamente, a darle esa última apelación al que tenga una credencial en esa forma.
El C. González Garza:
Me voy a permitir exponer cuál es el objeto de las Comisiones en un cuerpo colegiado como éste. Las Comisiones en los parlamentos como éste, que tienen que decidir de la suerte que correrán las credenciales y que se llaman Comisión de Poderes, es con el objeto de evitar en el seno de la Asamblea general, discusiones impropias; es con el objeto de resumir todos los datos, reconcentrar todo lo bueno y lo malo que tenga una proposición, y en este caso una credencial, para, en concreto, en conciencia, presentar al estudio de la Asamblea el asunto de que se trata en cada caso. En el caso presente, quiero suponer que se presenta la credencial más disparatada, no porque vamos a aprobar la primera proposición del señor general Buelna, la Comisión de Poderes tiene derecho para desechar algunas credenciales. La obligación de la Comisión de Poderes es hacer un estudio de todas las credenciales que se presenten, formulando sus dictámenes, y ésta resuelve después de que el interesado, en este caso, ha hecho su defensa y ha expuesto todos los argumentos en su apoyo para defenderse del dictamen de la Comisión, si le es adverso, y le quede la satisfacción a toda la Asamblea de que, en concreto, ya sabe que la Comisión de Poderes ha dictaminado si es de aprobarse o no. Y pueden estos señores, los señores que no traen representación, retirarse, en la inteligencia de que esta Asamblea tomará en consideración sus servicios, su personalidad y ampliamente declarará si son de aprobarse o no.
Precisamente la soberanía de esta Asamblea está por encima de cualquier interés, y yo creo que estamos para hacer obra de concordia, lo digo personalmente por mí; yo quisiera que pudieran estar dentro todos los revolucionarios, aquí mismo, pero como esto no es posible, precisamente por eso vienen delegados y los delegados aquí, confieren el poder a esa Comisión para que haga el estudio y presente dictamen en concreto, para saber quiénes pueden estar aquí y quiénes no, y así se le ha dado una norma de conducta, porque si de antemano da facultades a la Comisión para aceptar credenciales dudosas, es tanto como dudar de su soberanía.
Bien o mal tiene que someterse el dictamen al estudio de la Asamblea. Insisto en que es de todo punto inútil esa proposición, porque de todas maneras la Asamblea tiene que resolver en definitiva.
El C. Hay:
Para poner un punto final.
El C. Villarreal:
Lo único que yo deseo con esa proposición es que la Comisión Revisora no tenga derecho de desechar de plano una credencial. Que se remita todo a la Convención.
El C. González Garza:
No tiene derecho.
El C. Osuna:
Voy a decir ...
El C. Hay:
El coronel Roque González Garza insiste en que es inútil aprobar eso, porque ya está sancionado por toda la Asamblea, si ya está sancionado por la Asamblea, para no perder tiempo, ¿qué nos cuesta volverlo a aprobar?
El C. Osuna:
Una palabra más. Como hay una tercera proposición en lo que yo había presentado, que viene siendo la que presentó el señor Villarreal, yo dejé tres puntos para ser aprobadas las credenciales, o que se tuvieran en cuenta, y el terrero, que fue desechado, lo pone el señor Villarreal, diciendo que en todas aquellas que haya duda, se someta a la voluntad de la Asamblea. De modo que es asunto enteramente distinto de los demás dictámenes, es donde cabe todo lo que pudiera venir en su forma o en alguna manera ilegal y que, en justicia, sea de aprobarse.
El C. Ruiz:
Para refutar lo que el señor González Garza ha dicho. Dice: se defenderá el dueño de la credencial; ¿y si no está presente? Si ha estado momentáneamente ausente, ¿cómo se defiende? Por eso insisto en que es la última apelación que le queda a ese hombre, debe aceptarse.
El C. secretario:
Se pregunta si está suficientemente discutida; las personas que aprueben la proposición, sírvanse ponerse en pie. La Mesa declara que se ha aprobado la proposición del ciudadano Villarreal.
El C. Osuna:
Propongo que se suspenda la sesión para reanudarla el lunes.
El C. secretarío:
Está a discusión la proposición del ciudadano Osuna, que dice:
Se suspende la sesión de la noche, para terminarla el lunes.
El C. Paniagua:
Esta Asamblea ha aprobado que se lance un manifiesto a la Nación; pero en esa proposición que se aprobó, no se dice quién va a redactar ese manifiesto, y como esa es una cosa absolutamente de ingente necesidad, se ha hecho una proposición que debe estar en la Mesa y no se le ha dado lectura. Yo pido que se le dé lectura para que se redacte ese manifiesto.
El C. presidente:
La Asamblea no ha aprobado que se lance un manifiesto a la Nación; aprobó una nota que se puso a discusión, y a la cual se le va a dar publicidad. La Comisión de Manifiesto a la Nación no lo ha puesto a discusión, porque creyó que no debía ponerse hasta que se hayan aprobado las credenciales.
El C. Escobedo:
Creo que se aprobó que se dirigieran telegramas al señor general Villa, al señor Maytorena y al Primer Jefe.
¿La Secretaria podría dar lectura a esos telegramas?
El C. secretario:
La Secretaría manifiesta al señor Escobedo (Ego), que todavía no están hechos los telegramas a que se refiere su pregunta.
El C. Berlanga:
Me permito proponer verbalmente a la Asamblea que se nombre una Comisión que presente un breve proyecto, al que nos debamos sujetar, es decir: un breve reglamento al cual debamos sujetar nuestros debates y lo presente el lunes próximo.
El C. secretario:
Sigue a discusión la proposición del señor Osuna, de que se levante la sesión y se continúe el lunes.
El C. Berlanga:
Señor, he hecho una proposición.
El C. secretario:
La proposición del señor Osuna fue anterior.
El C. Lazo de la Vega:
Creo que no debe aprobarse la proposición del señor Osuna, porque nosotros no hemos venido aquí a pasearnos. Debemos aprovechar todos los minutos de la noche y no debemos hacer esto; debemos seguir trabajando toda la noche.
El C. Hay:
Aunque es muy cierto que hemos venido aquí a trabajar, y también es muy cierto que hay un buen número de credenciales que la Comisión tiene que estudiar, tanto para cambiar ideas como para dar tiempo a que la Comisión comience su labor y pueda presentarlas para discutirlas el lunes, creo que es la razón que el señor Osuna nos sugiere para que esta sesión se continúe el lunes, y algunas personas dijeron que era más conveniente que se suspendiera mañana, para dar tiempo a esa labor, permitiendo a los señores de la Comisión estar presentes aquí pasado mañana y presentar sus proposiciones.
El C. González:
Como no todas las proposiciones serán revisadas al mismo tiempo y discutidas también, creo que la Comisión Revisora podría revisar aunque fuera cuatro, cinco o diez, en la mañana, y en la tarde, para no perder más tiempo, nos dedicáramos a aprobar, o no, aquellas que estaban revisadas.
El C. Hay:
Propongo que se suspenda la sesión; que mañana trabajemos, que hoy en la noche y mañana trabajen los señores de la Comisión, y que pasado mañana, a las nueve o nueve y media, a la hora que se juzgue conveniente, se reanude la sesión y que trabajemos, si es necesario, hasta las doce de la noche, para recuperar el tiempo perdido mañana. Esto no tiene por objeto el pasear, únicamente ordenar nuestras trabajos y para no hacer que los señores comisionados estén trabajando en otra parte y fueran obligados a contestar preguntas que se les hagan aquí. Además, que no es justo que haya discusiones que tengan lugar en ausencia de los señores comisionados, que tienen derecho y obligación de estar aquí durante las sesiones. (Aplausos)
El C. José I. Lugo:
Para oponerme a que se suspenda la sesión, porque hay otro asunto que he sometido a la Mesa, y es el relativo a una de las bases que deben tenerse en cuenta por la Comisión Revisora de Credenciales al dictaminar acerca de si son buenas o malas; porque en las reglas que se propusieron y se aprobaron en este recinto, no se incluyó si los convencionistas tienen derecho a aceptar poderes de otras personas que tienen derecho a venir y que no lo pueden hacer, y si en caso de que tengan derecho a tener dos o tres o más poderes, tendrán también tantos votos como poderes puedan representar. Yo creo que es muy interesante fijar esa base, también si se han de aceptar los poderes de personas que tienen derecho a venir, o si no se han de aceptar esos poderes; por eso me opongo a que se levante la sesión, antes de que se tome en cuenta esa proposición que he formulado por escrito.
El C. Osuna:
Pido la palabra para retirar mi proposición, mientras se discute la que acaba de indicar el compañero, porque creo que es de mucha importancia que él sepa, si dos o tres representaciones que tiene, son válidas o no; y sabiéndolo, se puede resolver en un momento esto, y el Delegado puede avisar a los que le dieron su representación, para que éstos sepan si nombran otros que los vengan a representar.
El C. Ruiz:
Yo creo que es la labor de la Convención, y es ella la que puede decir si las aprueba.
El C. secretario:
Después de retirar el señor Osuna su proposición, está a discusión la del señor Berlanga, para que se nombre una Comisión de Reglamento.
El C. Villarreal:
La proposición que primero se va a discutir, es la del señor Lugo, que es complementaria de la de discusión de credenciales, que hubo hace un momento.
El C. secretario, dió lectura a la proposición que sigue:
1° Los convencionistas tienen capacidad para representar a las personas que tienen derecho de concurrir a la Convención.
2° Los apoderados tendrán tantos votos como poderes representen.
Aguascalientes, octubre 10 de 1914.
El general, J. I. Lugo.
Hice una anterior a esa proposición.
El C. presidente:
Sí, señor; pero este asunto es relativo a las credenciales, y debemos dejarlo terminado.
El C. secretario:
Está a discusión la proposición del señor Lugo.
El C. Gallegos:
Creo que sería conveniente que un delegado no aceptara más que una sola representación, por la razón de que nos privamos de tener una inteligencia o una luz más que pudiera ayudarnos; porque si el delegado tiene una, dos o cuatro representaciones, vamos cada vez disminuyendo el núcleo. Así es que diría yo que cada cual tuviera una sola representación, ya sea por sí o por representación.
El C. Berlanga:
Pido la palabra para apoyar lo que acaba de decir el compañero: que nada más se acepte una delegación y que sólo podamos representar a un individuo. En este caso tenemos, no una representación de un grupo, sino de un individuo, como era la mente nuestra de que se representara, no un grupo sino un grado; es decir, que aquel general que tuviera tres mil hombres, mandara tres delegados, y aquel que tuviera siete mil hombres, mandara siete delegados, y no la voluntad de un grado, desde el momento en que fue desechada esta proposición. Creo que esta representación debe ser personal, esto es, que cada representante tenga un solo voto, una sola voz del que representa, y no se acepten, por lo tanto, varias representaciones.
El C. Miranda:
En efecto, es de rechazarse el que un individuo traiga representaciones varias. Por consiguiente, yo creo que es de rechazarse de plano el que un individuo rcpresente a varios.
El C. secretario:
¿Está suficientemente discutida la proposición? Se pregunta si se aprueba en lo general.
El C. Hay:
Pido una nueva lectura.
(El C. secretario la leyó)
El C. Hay:
Pido que se ponga a discusión en lo general, para poder aprobar o reprobar en lo particular cada uno de los puntos.
El C. secretario:
Estaba a discusión en lo general.
El C. presidente:
Se preguntaba si estaba suficientemente discutido en lo general.
El C. Hay:
Que se ponga a votación en lo general, para aprobarse después en lo particular.
El C. presidente:
Se pone a votación en lo general.
El C. secretario:
Sírvanse poner en pie las personas que aprueben esta proposición en lo general. La Mesa declara que la Asamblea rechaza la proposición.
Se pone a discusión la proposición del ciudadano Berlanga, relativa a que se nombre una comisión que reglamente las sesiones en esta Asamblea.
El C. Castillo Tapia:
Suplico a la Secretaría que las proposiciones sean por escrito; a mí no me admitieron de palabra mi proposición.
El C. Berlanga:
Precisamente para eso se pide un reglamento; aquí nos hemos sujetado a un reglamento virtual, no hay nada escrito; que sean tres o cuatro bases aprobadas, pero que existan aprobadas por la Asamblea. La Mesa Directiva no tiene derecho para imponerse a la Asamblea.
El C. Hay:
Aunque es cierto que es necesario un reglamento en esta Asamblea, también es cierto que perderíamos un tiempo larguísimo si nos ponemos a hacer un reglamento. Durante diez años, la Cámara de Diputados o el Congreso de la Unión, ha luchado por tener un buen reglamento y aún no lo logra. Yo creo que podríamos seguir por el sistema general que estamos llevando, ya que no podemos tener en nuestras manos un reglamento de la Cámara de Diputados de México, que es el más aceptado hasta ahora y que generalmente es aceptado en todas las Asambleas.
Yo estoy seguro de que con buena voluntad de parte de todos los representantes aquí, y también con las indicaciones de algunos que pudieran tener alguna práctica en cuestiones parlamentarias, poco a poco iremos saliendo de las dificultades, si es que hay buena voluntad, y no que se trate ahora de tergiversar con obstáculos las discusiones. Si las mociones de orden se hacen con espíritu de encarrilar el asunto, son loables, pues no tenemos tiempo de hacer un reglamento para nuestra Convención aquí, en el régimen interior, porque tenemos cosas muy serias de que tratar, y aunque es cierto que es la base para poder convenir algo, para establecer costumbres, no podremos aceptar más o menos; por lo tanto, yo propongo al señor coronel Berlanga que nos deje así como hasta ahora, mientras no podemos ver nosotros algún reglamento de la Cámara de Diputados, que, por lo menos, es el más aceptable.
El C. Berlanga:
Pues que precisamente sean esos informes, que ya hemos aceptado, y que se presente una proposición a la Asamblea para que se sancionen esas bases, que sean tres o cuatro, serán esencialmente rudimentarias, pero que nosotros nos sujetemos a ellas, bajo la condición de que la Asamblea lo apruebe. No queremos un reglamento como lo tienen las otras Asambleas, naturalmente, sino una orientación para guiarnos en nuestros debates; y, por lo tanto, propongo de una vez a las personas que ya han sido diputados, para que nos orienten en este sentido.
El C. presidente:
Está a discusión la primera proposición.
El C. Aguirre Benavides:
Pido la palabra para apoyar al señor Berlanga.
Yo creo que debemos hacer un reglamento lo más corto posible, con unos cuantos artículos aplicables en estos momentos, y creo que se podría formar una comisión que pudiera arreglar en muy poco tiempo ese reglamento con seis u ocho bases, principalmente para meternos en orden en cualquier momento.
El C. Paniagua:
En todas las discusiones que ha habido hasta aquí, no ha habido desorden, y si nos vamos a meter a hacer un reglamento con seis u ocho clausulitas, la discusión de cada una de esas cláusulas nos va a estar quitando un precioso tiempo. Nosotros tenemos ya un precedente y una nueva Mesa Directiva, que creo que sabrá reglamentar las discusiones. Hay otra cosa también: esta Convención es de hombres libres, y libremente se les debe dejar discutir y no sujetarlos a cartabones, (Aplausos)
El C. Ruiz:
En apoyo de lo que dice el señor, debo decir justamente que esta Convención es del pueblo y se parece mucho a la Convención Francesa; ésta no necesitó reglamentos para dictar grandes libertades a la humanidad. (Aplausos)
El C. Berlanga:
Para combatir la proposición anarquista del compañero, porque, conforme a ella, tendríamos que echar abajo a la Mesa Directiva ... (Risas) No queremos un reglamento para que discutamos los puntos esenciales que se relacionen con el porvenir de la patria, únicamente un reglamento interior para orientar, para dirigir nuestros debates, nada más que sean tres o cuatro cláusulas o clausulotas; pero que sean precisamente aprobadas por la Asamblea, para que nos guíen, para que guíen nuestros debates, porque si la Mesa Directiva, como en esta sesión se ha impuesto, es de una manera indebida, la Mesa Directiva no puede imponerse a la Asamblea. Por lo tanto, lo que yo quiero es que, esa reglamentación que hemos seguido a priori, y de una manera virtual, sea sancionada por la Asamblea, para que la Mesa Directiva no se imponga, como lo ha hecho.
El C. Castillo Tapia:
Propongo que el señor Berlanga haga el reglamento.
El C. secretario Montes:
Suplico al señor Berlanga no haga extensiva su crítica a la Mesa Directiva, hágasela al presidente que se ha impuesto.
El C. Hay:
Propongo que se encarrile la discusión dentro de los términos de seriedad, que son necesarios en estos casos. En México tuvo principio esta Convención, en México estábamos la gran mayoría, ignorantes de los métodos conocidos en las Asambleas cuando ellas se reúnen; y, sin embargo, en México pudimos llevar a cabo el principio de la Convención.
Hoy, sin reglamento, y por tácito arreglo de todos los que estamos aquí, de aceptar todas las indicaciones de aquellos que pretendan encauzar las discusiones con buena voluntad, hemos hecho lo siguiente: nos hemos reunido, se han presentado los que vienen de México, se ha nombrado una nueva Mesa, inclusive presidente. y secretarios, y hasta la fecha vamos bien, salvo pequeños e insignificantes obstáculos.
¿Por qué nos vamos a poner delante de nosotros mayores obstáculos más de los grandes que tenemos? Creo que podemos seguir trabajando aquí, con buena voluntad y honradez, para no aprovecharse de la ignorancia de aquellos que no conocen las fórmulas parlamentarias, y también de los que conocen esas formas parlamentarias.
Lo que ha propuesto aquí el compañero, es anarquista; hay uno que debe dar la palabra y otro que la debe solicitar, porque si no, sería una cena de negros. Si cada quien fuera libre de expresar sus ideas cuando quisiera, nosotros deberíamos decir si se suspenden las sesiones para siempre y vamos a la guerra. Nosotros debemos tener cierto orden. ¿Para qué venir a meter ciertas cosas que no debemos discutir en este momento y que no creo de oportunidad?
Suplicaría al señor coronel Berlanga que, con la buena voluntad que les ha distinguido a él y a sus compañeros, sigan encauzando las discusiones dentro del camino recto, y no abusando de la falta de conocimiento que uno tenga para quitar o evitar el uso de la palabra a las personas que deban expresar sus ideas. Yo creo que de buena voluntad podemos aceptar todo.
El C. presídente:
El delegado señor Berlanga ha manifestado que esta Presidencia se ha impuesto. Yo niego que haya habido imposición, y llamo en mi apoyo a la opinión de la Asamblea. Yo creo que en el delegado Berlanga no existe otra cosa más que el delirio de persecución, y por lo tanto, protesto contra los términos del delegado Berlanga y lo desafío a que cite hechos concretos que prueben que esta Presidencia se ha impuesto.
El C. Berlanga:
Precisamente porque el compañero Castillo Tapia dijo que no le habían aceptado su proposición, porque no estaba escrita, yo dije que en virtud de qué nos pide una proposición por escrito la Asamblea. No se ha acordado que se presente por escrito esta proposición; en México se acordó, y eso nos servía de base. Ahora que se apruebe aquí eso para que nos sirva de base, desde luego es un reglamento.
El C. Lugo:
Tienen mucha razón los compañeros que han hablado, en querer que haya un reglamento; porque todo cuerpo colegiado, sin que tenga bases a qué sujetarse para el ejercicio de sus funciones, va al fracaso si no tiene ese reglamento.
Yo creo que por la índole de esta Asamblea, por su naturaleza misma, nada más consecuente que aceptar el reglamento de la Cámara de Diputados; yo no creo difícil que se obtenga. Yo creo que sí se puede encontrar, y, en todo caso, pedirlo a México; ¿para qué venir a hacer una porción de tanteos y estudiar reglas de conducta, que muchas van a pasar desapercibidas para nosotros por nuestra poca práctica en estas funciones? Vamos a tener como norma el reglamento de la Cámara de Diputados, porque es el que más se compadece con la naturaleza, con la esencia de esta Asamblea; ya que en esta Asamblea se están tratando asuntos trascendentales para la Patria, y que éstos deben llevarse en el mejor orden posible para que vayan a una conclusión feliz, por eso apoyo al señor Berlanga para que haya un reglamento, y que este reglamento sea uno que esté bien formado, a lo menos, lo mejor formado.
El C. Dusart:
Uno de los delegados que hablaron un poco antes tuvo una frase feliz y hermosa; dijo:
La Convención Francesa, para dar grandes libertades a la humanidad, no necesitó de reglamentos.
Es verdad, aquí hemos venido a discutir cosas muy trascendentales para nuestra Patria, quizá, quizá de vida o muerte, y debemos tener libertad y no sujetarnos a reglamento ninguno. El señor general Hay acaba de decir perfectamente: hasta este momento, animados de la buena voluntad, hemos marchado muy bien sin reglamento, y yo creo que los caballeros, y los mexicanos, y los buenos patriotas que han sabido ir con las armas en la mano a defender su Patria, no necesitan reglamento.
El C. Hay:
Que la Mesa Directiva tenga la bondad de mandar un mensaje a México, urgente, para que en tren especial, si es necesario, manden 200 reglamentos de la Cámara de Diputados.
El C. presidente:
Me acaban de manifestar que hay un reglamento de la Cámara de Diputados en esta ciudad.
El C. Berlanga:
No se ha aceptado hasta ahora ningún reglamento, tal vez mi idea ha sido mal interpretada; únicamente deseo que se fijen tres o cuatro bases para llevar las debates, y precisamente para que se presentaran las proposiciones por escrito, éste sería uno de los artículos; por ejemplo, el que cada orador, al hacer una proposición, la presentara por escrito.
Serian mejores los artículos, lo mismo que se limitara el tiempo, porque hablamos muchísimo sin llegar a ningún resultado práctico; a pesar de los cinco días que nos estuvimos discutiendo en México, no pudimos arreglar nada; había mucho desorden, precisamente por la falta de reglamento; y este desorden, ya que se trata de evitar en bien de la misma causa, que sean tres o cuatro artículos los que compongan ese reglamento. De manera que si se consigue el que todas las proposiciones deban presentarse por escrito, si se cansigue el que vengamos aquí desarmados, el que cada orador pueda hacer uso de la palabra nada más tres veces en pro de una proposición; si se consigue que cada orador no hable más de treinta minutos en pro o en contra de un asunto, en fin, con eso sería suficiente.
El C. Buelna:
Creo que ha sido suficientemente discutida esta. Sería bueno que se ponga a votación, para ver si se acepta, o no, la proposición.
El C. secretario:
Se pregunta si está suficientemente discutido el asunto. (Voces: Si, si)
Sírvanse ponerse de pie las personas que estén conformes en que se nombre una Comisión de Reglamento. La Mesa declara que ha sido rechazada la proposición.
El C. Osuna:
Una vez rechazada la proposición, propongo que se traiga el reglamento de la Cámara de Diputados que existe en este lugar. (Voces: ¡No, no; ha sido rechazado!)
El C. Paniagua:
Supongamos que tenga doscientos artículos; no somos nosotros los que vamos a estudiarlos, solamente será para resolver un caso difícil, porque hasta ahora no hemos tenido casos difíciles.
El C. Berlanga:
Creo que está desechada la proposición del señor Osuna. Yo propongo que todas las proposiciones se presenten por escrito.
El C. secretario:
Está a discusión la proposición del ciudadano Berlanga. (Voces: ¡Que comience por hacerla por escrito!) Está a discusión.
El C. Osuna:
Entonces, ¿por qué se desechó la mía, si no ha sido tomada la votación, porque no ha sido presentada por escrito?
El C. presidente:
Se desechó, porque la Asamblea quiso desecharla.
El C. Osuna:
Pero yo no lo vi.
El C. Inocente Lugo:
Estamos presenciando en estos momentos el caso en que se necesita un reglamento: todos proponen, nada se discute, ¿qué se vota?; necesitamos precisamente mucho orden para encauzar las discusiones, y sin el reglamento, señores, vamos al fracaso; no es posible tampoco que a cada momento estemos injuriando al señor presidente, diciendo que se impone; él necesita fundar sus determinaciones, y para eso se necesita el reglamento; por eso, pues, es indispensable que se discutan las proposiciones en orden.
El C. presidente:
Ya declaró la Asamblea que no se nombre comisión para el reglamento. Está a discusión la proposición del ciudadano Berlanga.
El C. secretario:
Pregunta la Mesa si no hay quien tome la palabra para discutir el asunto. Las personas que aprueben la proposición del ciudadano Berlanga, relativa a que todas las proposiciones sean por escrito, que se pongan de pie. Declara la Mesa que ha sido aprobada la proposición.
El C. Castillo Tapia:
Propongo que ningún orador tome la palabra por más de treinta minutos.
El C. Berlanga:
Que haga la proposición por escrito.
El C. secretario:
La Mesa suplica al ciudadano Castillo Tapia, que, de acuerdo con la proposición que aprobó la Asamblea, se sirva hacer su proposición por escrito.
El C. Mariel:
Suplico atentamente se sirva decirme si esta sesión va a ser indefinida, o si habiendo asuntos interesantes de qué tratar, tenemos necesidad de estar aquí; porque, señores, yo suplico a la Presidencia se digne declarar cerrada la sesión, para abrirla pasado mañana, en que la Comisión rendirá el informe respectivo a las credenciales.
(En seguida se dio lectura a una proposición subscrita por el ciudadano Samuel M. de los Santos, a fin de que mañana, a las tres de la tarde, haya junta. Está a discusión ...)
El C. De los Santos:
No se necesita apoyar esta proposición, ya que niguno de nosotros tiene más que hacer que los trabajos que interesan a la Patria, y eso venimos a hacer en la Convención, ayudando a la Comisión Revisora para que active sus trabajos.
El C. Hay:
En vista de que yo me opuse a que tuviera lugar la sesión mañana en la mañana, fundándome en que la Comisión Revisora no había terminado sus trabajos, suplico que algún miembro de esa Comisión indique si para mañana en la tarde estará terminada su labor, en cuyo caso apoyo de todo corazón la proposición del señor coronel De los Santos.
El C. Lucio Blanco:
Habiendo manifestado uno de los miembros de la Comisión Revisora, que se fije el día de pasado mañana, por la mañana, retiro mi proposición.
El C. secretario:
Se suspende la sesión para reanudarse el próximo lunes. (Voces: ¿A qué hora?) La Mesa la declarará, siempre que la Asamblea se digne aprobarlo.
El C. Mariel:
Pido la palabra para un asunto importante. Poco antes de separarnos de la Mesa Directiva antigua, recibimos un telegrama del ciudadano Primer Jefe, que trata de un asunto importante que consultó a esta Asamblea. Yo suplico atentamente al señor presidente se sirva, por conducto de la Secretaría, dar cuenta, para ver qué resolvemos sobre el particular.
El C. presidente:
No se ha dado lectura a este telegrama, porque ha considerado la Presidencia que debe ser discutido cuando ya se hayan aprobado las credenciales; lo mismo que se han dejado de discutir otros varios asuntos, que se han reservado para cuando se hayan aprobado las credenciales.
El C. Mariel:
Quedo satisfecho.
El C. Hay:
En vista de que no se considera conveniente poner a discusión o dar lectura a ese telegrama, propondría yo que se telegrafiara al Primer Jefe, que su telegrama no ha sido puesto en conocimiento de la Asamblea, puesto que ésta no está debidamente formada, por estarse discutiendo las credenciales.
C. presidente:
El Primer Jefe pide en su telegrama que se discuta antes de que se cierre la Convención, y es un telegrama que puede ser leído perfectamente desde ahora; pero creo que no debe discutirse hasta que estén las credenciales discutidas. (Voces: ¡Hasta después!)
El C. Hay:
No he pedido que se lea, he pedido que se acuse recibo del telegrama, indicando que todavía no se pone a discusión, puesto que estamos poniendo a discusión las credenciales; es solamente lo que pido.
El C. Aguirre Benavides:
Para suplicar a la Asamblea que si hay alguna otra credencial, nos haga el favor de ordenar que nos sea llevada al Hotel Bellina; si algún otro delegado llega, nos hará el favor de comunicarle que allí será recibida su credencial.
El C. secretario:
Está a discusión la proposición relativa a que la sesión. Aprobada. (Voces: ¿A qué hora?) Señores, sírvanse prestar atención; la Mesa declara, por conducto de la Secretaría, que queda levantada esta sesión, para reanudarla el lunes próximo, a las nueve de la mañana.
El C. presidente:
Se levanta la sesión.