Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesPrimera parte de la sesión del 8 de febrero de 1915 Junta previa del 9 de febrero de 1915Biblioteca Virtual Antorcha

CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA

Compilador: Florencio Barrera Fuentes

SESIÓN DEL 8 DE FEBRERO DE 1915 CELEBRADA EN CUERNAVACA, MORELOS
Segunda parte

Presidencia del C. Delegado Otilio Montaño


El C. Orozco

Pido la palabra.

El C. presidente

Tiene usted la palabra.

El C. Orozco

Yo creo, señores delegados, que el objeto de la Comisión, al adicionar en ese sentido su dictamen, respecto de las haciendas o propiedades territoriales en Tepic, lo ha hecho con el objeto de evitar que las Juntas agrarias o las personas encargadas de restituir esas tierras y esos bienes, vayan a interpretar mal el mismo dictamen, queriendo repartir también los ingenios, porque eso sí ya es materia de un estudio más concienzudo y profundo, que no puede hacerse desde luego, sino después de muy largas y profundas meditaciones. Es de entenderse, aunque no lo entienda el compañero Casta, que si esas haciendas, esos ingenios, no están en condiciones de producir, no producirán desde luego; no se les dice a las Juntas agrarias que los hagan producir a fuerza; van a producir siempre que estén en condiciones de hacerlo; si no lo están, es claro que las Comisiones agrarias harán sus gestiones encaminadas a poner en movimiento los mismos ingenios, si sus recursos pecuniarios les alcanzan, si sus fuerzas se lo permiten; pero si no, es claro que sólo harán esto: entrar en posesión de los ingenios, para no dejarlos a la voluntad de cualquier jefe revolucionario, para no dejarlos al arbitrio del pueblo en general, que no haria más que saquear los ingenios, y acabaría con las fincas; para evitar saqueos, para evitar dificultades, es por lo que la Comisión Dictaminadora propone que las Comisiones agrarias o las Juntas agrarias, entren en posesión de esos ingenios.

No creo que la Comisión Dictaminadora esté equivocada en ese sentido, por la razón sencilla de que entonces, ¿en qué condición quedan esos ingenios, si los hay? Si no los hay, indudablemente que no tendrá la Comisión agraria que entrar en posesión de ningún ingenio, desde el momento en que no lo hay. Sobre todo, es lógico que, si el ingenio está en condiciones de no poder trabajar, no trabajará, y no producirá ni un centavo. Yo creo, en consecuencia, que como todo esto es provisional, por el momento, y mientras se resuelve en definitiva el problema agrario, tanto por lo que respecta a la propiedad territorial como a los ingenios, debe apoyarse esta adición, para evitar que los mismos ingenios queden excluidos en el dictamen.

Creo, en una palabra, que las Comisiones deben ser nombradas por los pueblos; como éstos no pueden entrar en posesión de esos ingenios, sea que produzcan o no, lo hacen por conducto de las Comisiones agrarias para sentar el precedente de que los pueblos, entrando en posesión de lo que se les había arrebatado, tarde o temprano, dentro de diez años, algún día, van a disfrutar de esas tierras, de esos productos que les habían sido arrebatados por el enemigo.

Dice el señor Casta a la Asamblea, que puede cometerse una injusticia cuando las Juntas agrarias entren en posesión de los ingenios que no están todavía intervenidos; cierto es que habrá algunos que no estén intervenidos, pero esto se deberá a los enemigos de la Revolución, y ello no quiere decir que los dueños de los ingenios, ya grandes o pequeños, no hayan sido enemigos de la Revolución y no hayan dado dinero y ayudado en la forma en que han podido al gobierno de Huerta para que nos combatiera. En consecuencia, los ingenios, tratándose de quien se trate, deben confiscarse, y en el Territorio de Tepic debe hacerse eso por primera vez.

El C. presidente

Se suplica a algunos miembros de la Asamblea, que están hablando, lo hagan en voz muy baja, porque, de otra manera, interrumpen a los que hacen uso de la palabra, y me refiero también a los que de alguna manera interrumpen a los oradores.

El C. Orozco (Continuando)

Decía yo que de ninguna manera hay un dueño, bueno o malo, que no sea enemigo de la Revolución, porque de uno o de otro modo, han facilitado armas y ayudado a los enemigos de la causa para que nos combatan.

Hace unos días tuve yo algunos datos que me dio un obrero de Tepic acerca de que los hacendados, en los ingenios de allí, por un solo pedazo de caña que los peones se tomaban, no que se robaban, porque es suyo, los mandaban asesinar o golpear de la manera más cruel, o fusilar arbitrariamente; en consecuencia, no creo que haya ningún punto en la República, en que los dueños de los ingenios no sean enemigos de la causa; por consecuencia, todos esos ingenios, todas esas grandes propiedades de caña, deben confiscarse; de manera que, en ese sentido, no debemos tener temores de ninguna especie.

Por último, y para concluir, debo decir esto: la proposición adicional de la Comisión Dictaminadora es provisional, como lo es todo el dictamen, en tanto se resuelve el Programa Agrario y la Asamblea, para evitar más dificultades y pérdida de tiempo, debe aprobar desde luego esa adición.

El C. presidente

Tiene la palabra, en contra, el ciudadano González Cordero.

El C. González Cordero

A mi juicio, el dictamen, que se ha hecho a la carrera, adolece de grandes defectos; los señores que hicieron el dictamen no tuvieron en cuenta la cuestión económica, lo más interesante; se habla de utilidades y se dice que esas utilidades se repartan a las familias o se empleen para el sostenimiento del peonaje de Tepic; pero no han tenido en cuenta que para que haya utilidades, se necesita que pase cuando menos un año. Por otro lado, debe tenerse en cuenta con qué van a manejarse esos ingenios. Necesitamos un verdadero capital, nada más para gastos muertos. Yo no digo que pongamos, que hagamos reparar el ingenio; estando el ingenio en perfecto uso, necesitamos una cantidad exorbitante, nada más para substancias químicas, para pago de empleados y de técnicos; los señores del Sur saben perfectamente bien que se necesita gente de determinados conocimientos para manejar ciertos departamentos de los ingenios de azúcar, y que esas personas son bastante bien remuneradas, por ser de quienes depende precisamente el éxito de la operación. Por otro lado, no se tiene en cuenta con qué va a pagarse esos sueldos, qué es lo que va a hacerse para conseguir el dinero con que se manejen esos grandes ingenios que, como digo, requieren verdadero capital; así es que, a mi juicio, la única solución que debe tener el asunto de los ingenios, es que se haga como se ha hecho con algunas fábricas del Norte, en Chihuahua, Gómez Palacio y Torreón, donde están en condiciones parecidas a éstas; allá, como el pueblo, de por sí, no tiene dinero con qué manejarlas, se pasan a otras manos, arrendándolas, y entonces sí se puede adquirir dinero para llegar a las finalidades que se persiguen y que, tal como está puesto en el artículo, no se llega a ellas por carencia absoluta de dinero; las mismas consideraciones hay que tener en cuenta en los otros artículos que aprobamos, para que no digan que obstruccionamos el proyecto; no se tiene en cuenta el factor dinero, que es el factor más interesante, porque sin dinero no se trabaja, porque sin dinero no se encuentran implementos, como se encuentran las bellotas en los árboles. Debe tenerse en cuenta que si estos ingenios están en buenas condiciones, hay que ponerlos en arrendamiento, pero no decir: trabájense los ingenios, como trabaja el aire, como trabajan los molinos de viento.

El C. Soto y Gama

Noto, como siempre, que los oradores del contra tienen miedo horrible a todas las innovaciones, todo se les vuelve ruedas de molino, y que va a venir la miseria; pero realmente no se fijan en que en cada ingenio puede haber enormes cantidades de azúcar, y en que todas esas cantidades de azúcar se venden y entonces allí está el dinero; y si no lo hubiera, lo conseguiremos revolucionariamente. Pero, ¿cómo quiere el señor González Cordero que los ingenios se ofrezcan en arrendamiento, para que quienes los tomen en arrendamiento sean los mismos dueños? Esto es más peligroso.

Ahora, en el Estado de Morelos, a los trabajadores (y creo puede hacerse lo mismo en todas partes), se les pagarán los sueldos a su tiempo ...

(Las palabras que siguieron no fueron percibidas)

El C. presidente

Se suplica al señor orador que hace uso de la palabra, levante un poco más la voz porque los señores taquígrafos no perciben nada.

El C. Soto y Gama

Digo que no son dificultades; el Gobierno de Tepic, o las Juntas agrarias, que tienen facultad, sabrán cómo se arbitran los recursos para poner en movimiento las distintas negociaciones, habiéndolas intervenido por los mismos medios que tiene el Gobierno; por medio de los impuestos, de los empréstitqs o de las leyes que haya habido para adquirir maíz, cereales o cualquier género de efectos en las haciendas, se pueden poner en marcha ahora los ingenios, las haciendas intervenidas. Antes, ¿con qué se pagaba?, ¿con aire?, no, con dinero. ¿De dónde salió el dinero?, ¿de allí?, ¡pues que de allí lo saquen ahora! Había dinero para pagar a los jornaleros, poco o mucho; pues lo mismo habrá ahora, para pagar un número más reducido de empleados de las haciendas; no vamos a reconocer, para obrar, que la Revolución es tan pobre, tan miserable, tan carente de recursos, y su Gobierno es tan débil, tan tímido, que no se atreve a tomar el dinero donde lo haya; hay que recurrir a los empréstitos forzosos, que pueden dar los millones que se necesiten, o a confiscar las fincas urbanas, las haciendas, y a que se pongan en subasta las siembras y hasta las vajillas, y no dar gusto a los hacendados, enemigos de la Revolución; se saca el dinero por medios violentos, la cosa es muy sencilla, según la Comisión.

El C. Zepeda, en contra

Señores delegados:

A mi me ha gustado muy poco hablar, sobre todo cuando veo que las cuestiones no tienen interés. Desde el principio de este asunto, lo vi más interesante de lo que lo han visto muchos, tal vez más interesante de lo que lo vio la misma Comisión, y por eso, pedí la palabra en contra. Tal vez porque estaba muy cansada la Mesa no me llegó mi turno; pero ya que se me ha concedido la palabra, debo hacer algunas reflexiones. Los señores de la Comisión, a quienes con todo respeto voy a impugnar, parece, y realmente lo veo, que no se han puesto en el verdadero terreno, ni conocen la cuestión agraria, ni la han estudiado a fondo. Yo fui el primero que sugerí al señor Soto y Gama el asunto de los ingenios, pero ahora se me ofrece la misma objeción del señor González Cordero, porque realmente es fundamental, a pesar de lo que dice mi estimado amigo el señor Soto y Gama, porque la solución que nos ha dado es muy abstracta; yo la quisiera concreta, fundada en hechos, y que nos dijera: esto es lo que vamos a hacer; los Ayuntamientos, las Juntas Agrarias, se constituyen en administradoras.

Sabemos nosotros las condiciones en que está Tepic en estos momentos, y más bien se dejarán fusilar aquellos señores, porque ya no tienen dónde rascar tierra; porque eso de decir: confiscaremos casas, confiscaremos fincas, esas casas y esas fincas, si no hay quien las alquile o las explote, ni modo de sacarles dinero. En los ingenios tiene que emplearse gente competente para ello, para que den dinero; precisamente tiene que emplearse dinero para las cosechas, para sacar el azúcar, porque el azúcar no sale nada más de voluntad ni de buen deseo; tenemos siempre que buscar el dinero donde esté, dárselo a las Juntas Administradoras, y ellas tendrán que ver cómo se arbitran los recursos para hacer el azúcar y el aguardiente; eso de que puede haber azúcar y aguardiente, desgraciadamente es muy hipotético. Por eso creo que los señores de la Comisión, permítanme que se los diga, no han dictaminado con verdadera serenidad en este asunto, sino que nada más por su buen sentido, por su buen pensamiento de agradar al pueblo y de ayudarlo, han ido a ceder en muchas cosas sin estudiarlas a fondo.

Quisiera que se formara un plan práctico, estudiando las circunstancias verdaderas del pueblo de Tepic, y entonces se dictaminara sobre ese punto.

Veo que nos hemos alargado demasiado para contestarle al general Buelna, que ya no está ahí; nos hemos estado un mes o dos con este asunto, que debe discutirse a fondo; pero más a fondo de lo que se cree. La situación en este momento en Tepic es verdaderamente desastrosa; los ricos han huido casi todos, algunas fincas que se han intervenido, como dice el señor Soto y Gama, han sido explotadas por los jefes; ellos, a sus costillas, las están explotando, y ellos están recibiendo el dinero que han empleado en su explotación; ellos también han impuesto préstamos forzosos y esos préstamos los han empleado en su beneficio, como lo estamos viendo en muchas partes, porque, por desgracia, los jefes se aprovechan de las casas y de las fincas intervenidas.

De manera que, señores, fundándonos en lo que dice el señor Marines, que con tan buen sentido ha hablado, a esas Juntas revolucionarias o interventoras, formadas con hombres honrados, debemos decirles: ustedes van a hacer esto con este capital, de esta manera, pero práctico; porque por un individuo que se deslice, que sea más vivo que los demás (y en todas las juntas siempre hay un pícaro, un explotador), irá la junta al fracaso. Por eso quiero y recomiendo otra vez a las Comisiones se sirvan dar una solución completa al asunto, no vayamos a dar una solución que no satisfaga a las necesidades de este momento.

El C. secretario

En vista de que no hay otro orador en pro, se pregunta a la Asamblea ...

El C. Manilla

Para una aclaración: Habla la Comisión de ingenios" y dice: las moliendas de azúcar. Yo sé que las moliendas son de caña, no de azúcar; lo mismo que las cosechas son de maiz, y no de tortillas.

El C. secretario

¿No hay quién haga uso de la palabra, en pro?

(El ciudadano Soto y Gama pasó a ocupar la Presidencia)

El C. Montaño

Señores delegados:

Hondamente preocupado por el tiempo que se está perdiendo en la discusión de un mensaje, y puesto que la Honorable Asamblea, mejor dicho, algunos de los miembros de la Honorable Asamblea, impugnan la proposición que se acaba de hacer, soy de opinión que las personas que impugnan esta proposición, formulen lo que crean más beneficioso al pueblo; si nos hemos equivocado en esa proposición que acabamos de hacer, ustedes pueden hacer todo cuanto quieran, pueden hacer innovaciones, siempre que mejoren las necesidades del pueblo; no queremos sostener errores, pero si que se dé al pueblo lo que le hemos ofrecido. No se trata de resolver en esta forma al problema agrario, puesto que todos sabemos que es sumamente difícil y escabroso y también todos sabemos que no depende ni de dos ni de tres personas; necesitamos el concurso de hombres conscientes e ilustrados; de suerte que la proposición que acabamos de hacer la hemos hecho de la mejor buena fe, y si contiene errores, suplico a las personas que los noten, pasen a la Mesa para que la presenten mejor de como la acabamos de presentar nosotros, porque yo les diré a ustedes, con toda franqueza, que somos partidarios de la discusión; porque de la discusión sale la luz; que las ideas más relampagueantes que han relucido en el contra, salten a la vista, y pongan en el terreno práctico la palabra, ¡lo que se debe hacer! De esa manera acortaremos el tiempo, y de ese modo zanjaremos las dificultades y de ese modo no habrá obstrucción por ninguna de las partes contendientes, y es esa la forma de solucionar, en el momento, el conflicto de la proposición que hemos puesto al debate. En tal concepto, ruego encarecidamente a las personas que han impugnado la proposición, la formulen tal como la crean más aceptable en bien del pueblo. (Aplausos)

El C. Catalán

Pido la palabra.

El C. presidente

Tiene la 'Palabra el ciudadano Catalán.

El C. Catalán

Hasta la fecha, poco cuerdo se ha hablado sobre la cuestión agtaria; hay discusiones y más discusiones, y nada se lleva a cabo, nada cuerdo se hace. ¿Cómo se van a poner a disposición de las Comisiones agrarias los ingenios de azúcar, cuando todavía no existen esas Comisiones agrarias? No es posible, señores. Tampoco soy partidario de que se den esos ingenios a que los administren las Comisiones agrarias ...

El C. Aceves

Para una moción de orden, pido la palabra.

El C. presidente

Ya sabe usted que no se puede interrumpir al orador.

El C. Aceves

Es para una moción de orden.

El C. Catalán

Lo más cuerdo, a mi manera de ver, es que una Comisión, no agraria, se encargara de depositar entre los individuos que radicasen en cada lugar los ingenios que en él hubiera, y que esos individuos nombrasen una Comisión que se encargara de trabajar esos ingenios, ellos que puede decirse, serán los propietarios de los mismos. Les incumbiría más, tomarían mayor interés y se proporcionarían dinero para atender lo mejor posible los repetidos ingenios; no soy, pues, partidario de que la Comisión agraria se encargue de trabajarlos.

El C. Nieto

Pido la palabra, en pro.

El C. Aceves

Pido la palabra, en pro.

El C. Quevedo

Quiero hacer una pregunta a la Mesa, señor presidente, si la misma Mesa me lo permite.

El C. presidente

Si es sobre el asunto a discusión, sí, señor.

El C. Quevedo

Sí, señor. El señor delegado Montaño acaba de invitar a los señores delegados del contra a que los que tengan algunas razones o alguna forma mejor para resolver la cuestión a debate, la presenten a la Mesa. Yo pregunto a la misma, si después de haberse aprobado en lo general, los principales artículos de ese dictamen, podemos presentar otra proposición para resolver el caso que está a discusión, como lo acaba de decir el señor Montaño.

El C. presidente

La Mesa no creyó necesario excitar a los señores del contra, creyó en su buena fe, puesto que objetan esta proposición, deben presentar otra nueva, para lo que no sólo están facultados, sino que en conciencia, deben reformar lo mal hecho que hayan notado en la proposición.

El C. Nieto

¿Se refiere al artículo del momento, o a todos?

El C. Montaño

No, señor, a la proposición que está a discusión; a todo el dictamen no, porque está aprobado. Estoy haciendo la aclaración correspondiente; al punto que está a discusión es al que me he referido, ¿para qué volver de nuevo a retrogradar?, sería inconveniente en estos momentos; de suerte que me refiero a la proposición que está a discusión.

El C. presidente

Y así lo entendió la Presidencia, lo demás sería absurdo.

El C. Quevedo

Por eso yo preguntaba para no cometer un error.

El C. Nieto

En pro.

Antes de hablar en pro, del asunto que está a discusión, le suplico muy atentamente al señor delegado, general Montaño, se sirva contestarme lo siguiente:

Por lo que acaba de decirnos, entiendo que está dispuesto a que se hagan reformas a la proposición, para ahorrar dificultades y tiempo; creo, pues, que sería más prudente, ya que están bien dispuestos, tanto el señor Montaño, como uno de sus autores, que la retiraran, para presentarla reformada en el sentido de la discusión.

El C. Montaño

No puedo retirar la proposición; pueden hacer ustedes las modificaciones que deseen en alguna forma, pero creo que no debemos retirarla.

El C. presidente

La Presidencia manifiesta que es mejor que siga el debate; mientras mayor número de ideas se presente, será mejor.

El C. Quevedo

Es todo lo que quería saber, muchas gracias, señor Montaño.

Quiero hablar en pro de la proposición por una sola y suprema razón: para que no se siga perdiendo más tiempo.

Al impugnar el dictamen, ya exprese que estoy absolutamente en contra de todo lo que ahí se dice; y esa proposición, como consecuencia de una cosa equivocada, indudablemente tiene que ser (dispénsenme ustedes, lo digo honradamente, porque no puedo expresar de otra manera mis ideas), un disparate; pero ya que no se atiende a nuestras razones, hay que suplicar a los señores del contra, que la aprueben de una vez y pasemos a asuntos de mayor trascendencia; eso es lo que tengo que decir respecto a la proposición.

El C. presidente

Tiene la palabra, en contra, el ciudadano Fierro.

El C. Fierro

Ciudadanos delegados:

Yo que he sido enemigo de los hacendados y latifundistas, yo que he repartido los terrenos, antes de que los letrados vinieran, a exponernos ideas tan sapientísimas, que aparecen como más revolucionarios que los que hemos tomado las armas para combatir al poderoso elemento, ahora con profunda pena veo, que el ciudadano Soto y Gama está equivocado al formular la proposición que se debate. Decir que una Comisión agraria, privada absolutamente de elementos, que no cuenta, quizá, con cinco pesos, para poder comenzar a trabajar, tome posesión de un ingenio y lo comience a explotar, sólo cabe en el cerebro de un hombre que no conoce un ingenio.

Para que se puedan dar cuenta de lo que es un ingenio (y lo digo porque he estado en ellos y he visto cómo se trabajan), les diré que hay ingenios donde, como cantidad mínima, hay que fabricar ochenta mil kilos de azúcar para que puedan ser un mediano negocio. Si no se fabrican ochenta mil kilos de azúcar diariamente, no puede sacarse un centavo de utilidad. Si, pues, una cantidad tan enorme de azúcar, requiere que lo menos vayan a trabajar dos mil operarios, y que éstos tengan un salario inmediatamente que comiencen a trabajar, y la Junta agraria no va a tener un centavo con qué pagar esos salarios, ¿cómo va a explotar los ingenios y a tener utilidades? Sencillamente, señores, yo creo que el señor Soto y Gama jamás ha visto trabajar un ingenio, ni sabe cómo están los ingenios y las fábricas de azúcar en el Territorio de Tepic. Y por eso me imagino que, pecando de ligero, ha formulado la proposición en la forma en que se encuentra.

Las observaciones que sí considero justificadas, son las del señor González Cordero; son las únicas que nos orientan acerca del modo como se pueden intervenir las haciendas de caña: autorizar al Ayuntamiento para que tome posesión de esos ingenios, previniéndole que lo más pronto posible los dé en arrendamiento; eso sí es cuerdo, porque los Ayuntamientos desde luego obtendrán una utilidad y los trabajadores, que en estos momentos de crisis económica, consideran en muchas partes, como un favor recibir un salario a cambio de su trabajo, estarán de momento satisfechos.

Debe tenerse en cuenta que eso es accidental, y no debe temerse que porque se va a seguir este procedimiento, vamos a dar derechos a los que indebidamente han poseído esos terrenos en que están establecidos esos ingenios.

Por esas razones, y muchísimas que podría yo exponer, razones que están en el conocimiento de muchos señores delegados, que hablaron en contra, y aun de los mismos que se han abstenido de hablar, pero que conocen esta clase de asuntos, suplico a ustedes que rechacen la proposición que se discute, y ruego al señor González Cordero que formule por escrito su proposición de la manera que lo dijo, es decir, que los ingenios sean intervenidos y se den a los Ayuntamientos.

El C. Marines

para una moción de orden: Mi moción de orden consiste en excitar a mis queridos compañeros a fin de que presenten razones, que sean verdaderos argumentos, porque he oído discursos que se parecen a esas tazas de chocolate en que sobre nada mucha espuma, pero que no tienen casi nada de chocolate, ejemplo: ¿prueba algo que el señor Soto y Gama conozca un ingenio o no lo conozca? Lo que se ha probado es que se necesita dinero. Para desechar su proposición no hay que citar personalidades. Pedir la palabra para alusiones personales, y luego para contestarlas, es perder el tiempo. Repito, pues, mi moción de orden, y suplico cariñosamente a mis compañeros, que se circunscriban al punto, presentando verdaderos argumentos.

El C. Aceves, en pro

Señores delegados:

Es verdaderamente justa la observación que al principio hizo el señor Marines: los Ayuntamientos, en todos los pueblos, siempre los forman los caciques. (Voces: no, no)

¿No? (Voces: no, no, campanilla)

La Junta agraria debe ser vigilada por los Ayuntamientos, naturalmente, y sólo en la honradez, en la pureza de un hombre, cabe lo que en estos momentos el señor MQntaño nos ha probado. Muchas veces he visto al debate bastantes proposiciones que, después de que los mismos firmantes comprenden que debian retirarlas, por amor propio no las retiran, y se pierde el tiempo. El señor Montaño acaba de decir que se formule otro proyecto, y que retirará el suyo en vista de la nueva proposición; es necesario que atendamos a las cuerdas razones del señor general.

Sobre todo, es natural que una proposición que surgió de momento, es necesario, absolutamente necesario, estudiarla, pero si no la meditan, nos va a resultar como nos está resultando en este instante, perfectamente inútil, y en la discusión va a encontrarse inadecuada. Yo desearia que tuvieran la bondad de aplazar la discusión de ella y que presenten nuevos proyectos de ley los señores del contra, los más inteligentes.

El C. presidente

La Presidencia hace constar que ha estado esperando los proyectos de los oradores del contra, creyendo firmemente que dichos oradores tendrian interés en que se llegara a una solución racional. Ve con pena que no lo han hecho y espera que lo hagan. La Comisión no ha hecho más que atenerse a los deseos del contra. No conoce suficientemente el asunto de ingenios e hizo lo que podía y, en lugar de que los señores del contra lo agradezcan, se han desatado en improperios contra los que hicieron un esfuerzo de buena fe, cuando otros señores, más enterados del asunto, no han hecho ningún esfuerzo ni de buena ni de mala fe; de manera que si ustedes tienen deseos de que se resuelva esto ...

El C. Nieto

Pido la palabra, para una moción de orden.

El C. secretario

La Mesa, por conducto de la Secretaría, pregunta a la honorable Asamblea si considera el asunto suficientemente discutido. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

El C. Ramírez

Si el señor presidente acaba de excitar a los señores del contra para que presenten una proposición, ¿cómo se pregunta si está suficientemente discutida?

El C. Nieto

Pido la palabra para una moción de orden.

El C. presidente

Tiene la palabra, el ciudadano Lecona, en pro.

El C. Lecona

Señores delegados:

He pedido la palabra en pro del dictamen que está a discusión, con la adición que se le va a hacer, para una aclaración. Esta se refiere directamente a los señores del contra, personalmente al señor Fierro y al señor González Cordero, que han objetado, con más empeño que ninguno de los demás, el dictamen mencionado, ¿qué se hace para poner en movimiento esos ingenios, para su explotación, para ponerlos en trabajo? Yo conozco al señor Fierro y creo que es bastante ingenuo, bastante honrado y que no tiene mala fe; pero en lo que ha dicho, ha olvidado una cosa: que en los ingenios, lo mismo que en otras industrias, en otras negociaciones comerciales, hay algo que se llama refacción, lo cual consiste en comprar antes de tiempo. En esta época en que estamos, en febrero, las siembras o plantíos de caña ya dicen lo que van a dar, para los competentes, para los conocedores; y los que compran al tiempo, o sea los refactores, se presentan a un ingenio a comprar azúcar y, según lo que ven personalmente, hacen compras por el todo o por una tercera, cuarta o quinta parte; y, por la parte que compran, dan dinero anticipado. Ya ve el señor Fierro con qué facilidad se pueden poner en movimiento esos ingenios; y eso lo he presenciado yo, en Guerrero y en el Sur de Puebla, tratándose de panela o piloncillo, donde hay individuos que tienen sus plantíos de caña, pero no tienen dinero para mover su maquinaria y esperan a los refactores; éstos se presentan en noviembre o diciembre, cuando la caña no promete mucho, y compran miles de kilos de azúcar, dando al contado la cantidad que importa y recibiéndola cuando se debe entregar, que es por mayo o junio, no recuerdo bien.

El C. Casta

¿En qué época vio eso?

El C. Lecona

En 1901.

El C. presidente

Se suplica al señor delegado, que no interrumpa al orador.

El C. Lecona, (continuando)

Y eso pasa no sólo con la caña, que es violenta, que es fresca, que se da en menos de seis meses, sino también con el arroz, el tabaco y el café, que es más tardo y más expuesto que la caña; van los refactores a las haciendas de beneficio, (y le digo al señor Fierro que esto lo sabe perfectamente bien), donde los dueños que no tienen un centavo para poner en movimiento sus trapiches, debido a la compra anticipada del producto, consiguen el dinero suficiente.

Esa es la única aclaración que quería hacer a los señores delegados que no conocen el asunto, para que se fijen en lo que ha dicho el señor González Cordero, y en lo que ha dicho el señor Fierro; porque a una Junta que se llamaría Agraria o Comisión, o como sea, se le quiere entregar un ingenio, cuando va a estar formada por personas que en su mayoría, como nosotros, serán ignorantes del asunto, y tendrán que cruzarse de brazos y no hacer nada; en cambio, si son personas competentes, conocedoras del asunto, les será en extremo fácil, por medio de una venta al tiempo o refacción, conseguir los elementos suficientes.

El C. Casta

Para hacer una aclaración a ese respecto, pido la palabra.

El C. presidente

No hay nada a discusión.

El C. Casta

Apenas voy a hablar y se me niega la palabra.

El C. presidente

Puede usted hablar, señor, eso es lo que le iba a decir.

El C. Nieto

Pido la palabra, para una moción de orden.

Creo que el señor presidente nota que se está bifurcando mucho el criterio de la Asamblea, acerca del asunto a discusión. Yo estimo que no es el momento más propicio para que se ponga a debate una nueva proposición; nosotros estamos ya bastante cansados para que se presenten nuevas proposiciones relativas al mismo asunto. Además, todavía no sabemos qué clase de proposición se va a presentar; si fundamentalmente echa abajo el dictamen de la Comisión, creo no debe admitirse, pues, no es práctica parlamentaria que se cambien, en este caso, las proposiciones.

Yo propondria, señor, que en obvio de tiempo, se preguntara si está suficientemente discutido el asunto, y atentamente les suplicaria a los autores de esa nueva proposición, que la dejaran para mejor oportunidad; yo creo que van a cometer el mismo error que la Comisión: proponer lo que no han estudiado a fondo.

Yo suplico a la Mesa, encarecidamente, pregunte si está suficientemente discutido el asunto.

El C. presidente

Seria contrario a todas las prácticas usadas en la Asamblea; lo que va a hacerse, es preguntar si se toma en consideración la proposición presentada por los señores Cordero y Zepeda, que es lo que precisamente en estos momentos se ha discutido bastante y es lo que esta Asamblea está capacitada para resolver. Yo opino lo contrario que el señor.

El C. López

Pido la palabra, para aclararle al señor Lecona que, si bien es cierto que en la época a que aludió, vio él cómo estaban las operaciones mercantiles respecto al azúcar, eso era así, porque había paz, y había comunicación con todo el país; lo que ahora falta, el elemento principal, el comercio, está muerto, decaído; además, no sabemos en qué condiciones están las siembras de caña en Tepic para poder hacer cálculos exactos; más aún, en la época evocada existía también el crédito comercial, hoy desaparecido.

El C. Borrego

Ruego al señor presidente se sirva decirme si va a permitir que se presente una nueva proposición y que se discuta como se ha discutido la relativa a la cuestión agraria.

El C. presidente

La Asamblea es la que tiene que resolver sobre si se toma en consideración el asunto o no.

El C. Borrego

Ruego al señor presidente se sirva decirme si va a permitir que lo que indica el señor presidente. Si me concede la palabra el mismo señor presidente, quizá podría demostrárselo.

El C. presidente

Tiene usted la palabra.

El C. Borrego

Unicamente la Comisión puede presentar una modificación a la iniciativa que se tomó en consideración, y fue aprobada por esta Asamblea. Esta proposición ha sido ampliamente discutida; si no satisface los deseos de la Asamblea, se debe preguntar si se la considera suficientemente discutida; en caso afirmativo, la votamos; en caso negativo, que se presente modificada; si no se ha declarado suficientemente discutida, no se presenta una nueva proposición. Después de haberse discutido suficientemente la proposición, se presenta otra que se crea más oportuna, ¿y vamos a darle el mismo trámite?, no creo que sea conveniente, señor presidente.

El C. presidente

Tiene razón en parte, el licenciado Borrego, pero puede la Comisión hacerla suya para modificar y perfeccionar el dictamen con otra iniciativa tan interesante como ésta; puede consentir la Asamblea que se modifique o que se retire el mismo dictamen, una vez que la Comisión haya hecho suya la nueva proposición.

El C. Borrego

En este caso, la Comisión debe consultar a la Asamblea acerca de si se le permite retirar su dictamen.

El C. Quevedo en contra

Si la Secretaría me hace el favor de leer el artículo relativo, podré estar mejor basado.

El ciudadano secretario leyó el artículo sexto.

El C. Quevedo

Yo creo, como han dicho algunos oradores anteriores, que no se podrán trabajar esas fincas, esos negocios, sin tener el capital suficiente para su explotación; pero parece que ya también la Comisión comprende que hay que buscarle solución a ello.

Me voy a remitir únicamente a la parte final: los señores firmantes del dictamen y algunos de los oradores que han hecho uso de la palabra, en pro, piden que las utilidades líquidas se repartan al pueblo, como si estuviéramos en tiempos de paz, como si no tuviéramos gastos importantes del momento a qué atender. Yo creo, señores, que lo necesario, lo indispensable en beneficio del pueblo, es que todo el dinero que produzcan los negocios intervenidos por la Revolución, se utilice en compra de armas y parque y pago de haberes de tropa, para sostener la causa del pueblo, por la que estamos luchando.

Si nos ponemos a repartir todo el dinero que se adquiera en los negocios, quizá por falta de dinero nos veamos en el peligro de perder la causa que estamos defendiendo con las armas y, en tal caso, ese no es más que un beneficio momentáneo que le damos al pueblo, puesto que después viene el enemigo, y se acabará para siempre, por mucho tiempo, la esperanza del mismo pueblo de obtener todas las ventajas que le debe dar la Revolución. Por lo tanto, yo creo que ese final, si asi también lo comprenden la Asamblea y la Comisión, debe decir que el interés líquido que produzcan esos negocios deberá dedicarse a la compra de armas y parque para sostener la guerra que estamos siguiendo en favor de los intereses del pueblo, y luego que nosotros hayamos triunfado por medio de esas armas y de ese parque, entonces todas las utilidades se repartan al pueblo; pero, entre tanto, nosotros inteligentemente, aprovechemos el dinero que produzcan esos negocios que estamos interviniendo. Creo que no me oyó ninguno de los señores de la Comisión, ni tampoco la Asamblea, pero yo cumplo con mi deber.

El C. presidente

¿Hace suya el señor Castro la proposición que la mayoria de la Comisión ha hecho suya ya?

El C. Nieto

Esa Comisión suplica a usted que tenga un poco más de discernimiento, ¿puede el ciudadano Castro hacer suya la nueva proposición, cuando todavía no sabe si se le da permiso para retirar la otra?

El C. secretario

Eso es lo que se va a preguntar.

El C. Nieto

Eso es otra cosa.

El C. presidente

Todavía no se sabe si se puede modificar, pero es muy sencillo; la discusión ha sido bastante amplia para que la Comisión haya vuelto sobre sus pasos; esto es muy claro, y sólo la ofuscación del contra puede no comprenderlo.

El C. secretario

La Mesa Directiva, por conducto de la Secretaría, pregunta a la Asamblea, si concede permiso a la Comisión Agraria para reformar su proposición.

Los que estén por la negativa, que se pongan de pie.

Concedido el permiso.

La misma Comisión somete a la deliberación de la Asamblea la siguiente proposición reformada. (Se le dio lectura)

Está a discusión.

El C. Castro

para un hecho: Para que los miembros que se están saliendo, dado que se trata de un asunto de tanta importancia, permanezcan en el salón, porque tienen obligación de estar aquí.

El C. presidente

Se nombra en Comisión a los señores Fierro y Liñeiro, para que pasen a invitarlos a que entren al salón.

El C. González Cordero

Para fundar su proposición:

Poco tengo que decir después de lo que expuso el señor presidente hace un momento. El objeto principal al proponer este artículo es que se pongan en pleno trabajo todos los ingenios o la mayor parte de ellos, los que estén en condiciones de hacerlo.

Los ingenios del Territorio de Tepic, para resolver el trabajo en los cuales nos hemos inspirado en la manera de cómo se han puesto en trabajo las fábricas de la Laguna y las de Chihuahua, que han dado buenos resultados, y han dado rendimientos a la Revolución, se han puesto en arrendamiento en algunos casos, porque se vio que era más conveniente hacerlo en ellos, y en otros se han puesto en administración de la misma Revolución, vigilados estrechamente por las Juntas Agrarias y por reglas especiales que ya están establecidas en varias partes del territorio dominado por la Revolución del Norte. Estos métodos han producido cantidades considerables de dinero, que han servido para el fomento¡ de la Revolución. Yo creo que aun cuando en este caso no nos dicen que sea para el fomento de la Revolución, se comprende, indirectamente, que cuando se hayan subvenido las necesidades de los campesinos pobres de la localidad, el dinero remanente será empleado para la misma Revolución; pero como aquí lo que nos preocupa más es el bienestar de la población rural, a ellos nos hemos dirigido en la parte final de la cláusula de que se trata, para que ellos salgan beneficiados.

Todos sabemos, por más que algunos de los compañeros hayan hablado en contrario, que para sembrar la tierra se necesitan ciertos elementos, pocos o muchos, se necesitan otras muchas cosas, y, además, el sostenimiento de las familias de los trabajadores durante un cierto tiempo que dura hasta el levantamiento de la cosecha próxima. Por eso decimos: que el producto que saquen del arrendamiento de las administraciones de los ingenios o de las moliendas de caña, se dedique de preferencia, a subvenir las necesidades de toda esa gente; naturalmente que al ponerse en movimiento los ingenios, todos los trabajadores antiguos tendrán trabajo; de manera que de esos no nos preocupamos más que para que se les haga una excitativa a fin de que se mejoren sus sueldos hasta donde sea posible, como se ha hecho en las fábricas de la frontera, y el resto de las utilidades que dejen esos arrendamientos o administraciones, se invertirá en ayudar a los campesinos pobres que no tengan elementos con qué cultivar la tierra.

No quiero insistir sobre el particular, porque en el ánimo de la Asamblea está que, cuando menos en su mayor parte, ese artículo debe ser aceptado.

El C. presidente

Tiene la palabra, en contra, el ciudadano Quevedo.

El C. Quevedo

Señores delegados:

Yo insisto en mi argumento anterior que parece que no fue oído por ninguno, pues estaban en momentos de conversación la mayor parte de los señores delegados. Yo creo que primero es ser y después el modo de ser. Nosotros, para proceder racionalmente, a lo que debemos atender, es a darle impulso a la Revolución y a procurar por cuantos medios se pueda, el triunfo de ella.

Saben perfectamente los señores delegados que no hay entradas en la Revolución, puesto que patrióticamente se ha limitado la emisión de billetes de la Deuda Interior, por tanto creo que es procedente y lógico que en los actuales momentos todas las utilidades de los negocios intervenidos se dediquen a fomentar la Revolución, para poder sostenerla y llegar al triunfo. Las utilidades de los ingenios que se van a trabajar, como lo comprenderán los señores delegados, no vienen en uno o dos meses, sino que se dilatarán algún tiempo; llegarán quizá un año después de que se comience a trabajar; después, cuando se vayan a repartir a los agricultores que las necesiten, ya se habrá dictado una ley para que esos fondos tengan otro destino. Si nosotros, en este momento, aprobamos o decimos en la cláusula esa que los intereses, las utilidades de esas fincas se destinen al fomento de la Revolución, las hacemos producir únicamente para ella, y se traducirán en cartuchos, y en armas; pero se ha dicho que en algunos casos, es mejor arrendarlas, obteniendo una parte de dinero con el producto de las rentas adelantadas, para aprovecharlo en la guerra. En toda la frontera del Norte, donde yo he estado, las utilidades han sido únicamente para fomentar la Revolución, y creo que debemos, en este caso, imitar los procedimientos de la frontera diciendo que esas utilidades, repito nuevamente, se dediquen a fomentar la Revolución, porque eso sería lo más cuerdo y lo más lógico en mi concepto.

El C. Fierro

Me permito sostener la proposición en la forma en que se encuentra, porque veo que de este modo los Ayuntamientos obtendrán, desde luego, las utilidades: un Ayuntamiento o una Junta Agraria que tomen posesión de un ingenio carente de los elementos necesarios para explotarlo, inmediatamente quedan en posibilidad de arrendarlo, exigiendo el arrendamiento por adelantado y distribuyendo los productos de ese arrendamiento entre la gente menesterosa. De este modo se fomenta la Revolución. Claro es que el campesino que ha recibido un servicio efectivo por conducto de la Revolución, es ferviente simpatizador de ella y, en un momento dado, cuando se le requiera para tomar las armas, sin duda que las tomará en favor del que le produjo ese beneficio.

Apruebo, además, la proposición en esa forma, porque, siendo accidental, quedamos capacitados para poder resolver después en definitiva lo que sea más justo, sin perjudicar, y sí beneficiando a las colectividades; perjudicaríamos de otro modo, como anteriormente se decía, si a una congregación o a una Junta Agraria les diéramos posesión de un terreno que iba a ser estéril, porque no iba a haber dinero suficiente para trabajarlo, y, como ahora ya no hay ese inconveniente, creo que está solucionado el asunto y por eso doy mi voto aprobatorio.

El C. presidente

Tiene la palabra, en contra, el ciudadano Pasuengo, Sergio.

El C. Sergio Pasuengo

¿Me hace favor la Secretaría de leer nuevamente?

(El ciudadano secretario lee la cláusula sexta)

El C. Sergio Pasuengo

He pedido la palabra, en contra, señores delegados, para que se cambiara el término campesinos, y se dijera; gastos de guerra.

No creo que vaya a haber utilidad; pero, si la hubiera, se repartiría entre los campesinos, y tan campesinos son los que están ahí pacíficos como los que tienen el rifle en la mano; éstos dirían: vamos a dejar el rifle y que nos den parte de esas utilidades, y debe decirse: gastos de guerra, porque estamos en guerra no es el dinero mal empleado en gastos de guerra para continuar hasta el triunfo de la causa y para pagar los haberes de la tropa. Para eso pedí la palabra, en contra, para que se haga así. (Aplausos)

El C. presidente

Tiene la palabra, el ciudadano Aceves, en pro.

El C. Aceves

Noten los señores delegados que estamos confundiendo los derechos del pueblo, con las necesidades de la guerra; el pueblo tiene derecho a los productos de las haciendas que van a pertenecer a los Ayuntamientos y evidentemente que vamos a disponer de esos productos, puesto que ya se ha dicho que van a empezar a producir esos ingenios dentro de un año. En nuestro afán patriótico de arreglar la paz, tenemos la esperanza de que no dure la guerra ni un año más; pero, mientras, el pueblo se muere de hambre, y lo que producen esas haciendas no va a ser utilizado por los que van a trabajar, sino que se va a dedicar a cubrir las necesidades de la guerra, para la compra de rifles y cartuchos, los que podríamos agarrar de donde se pudiera.

Yo creo que esos fondos deben ir a los campesinos y a las familias de los revolucionarios, a las familias, no a los revolucionarios; éstos seguirán en las filas y con sus haberes cubrirán sus gastos, mientras que las familias sufren. Yo creo que esos fondos, esas rentas que producen las haciendas, ese usufructo, ya se trate de establecimientos agrícolas o de ingenios, debe dedicarse a las familias, y no a los revolucionarios que están peleando, los que tienen cubiertas sus necesidades.

El C. Luis González, (en contra)

Señores delegados:

He pedido la palabra, en contra, para oponerme al dictamen que nos presenta la Comisión Agraria, el artículo sexto que está a discusión. A lo dicho ya por el señor Quevedo y por el señor Pasuengo, tengo muy poco que agregar; yo me opongo al artículo 6° en la parte que se refiere a que el producto de los arrendamientos de los ingenios se entregue a los campesinos, y me opongo, porque creo que ese producto no debe emplearse, por lo pronto, en esos fines, sino en los gastos de la guerra; porque si diéramos todo ese dinero, que debe servir para sostener la contienda, a los campesinos, la Revolución no podría continuar sosteniéndose, y entonces, como dijo el señor Quevedo, perdería terreno en lugar de ganarlo.

Sabemos que todos los que se han levantado en armas hasta ahora, no lo harán nunca, siempre estarán únicamente esperando el beneficio que les pueda resultar.

A lo que dice el señor Aceves, yo le contestaré que para beneficiar a las familias de los soldados que andan en campaña, se puede recurrir a otros muchos medios, pero no al que él propone. También le diré que, como dice el dictamen, las familias de los trabajadores no tienen dinero, y éste se les puede proporcionar más pronto en la forma que el mismo dictamen indica, arrendando esos terrenos por el Gobierno y encargándose éste de dar a las familias el dinero, en una forma o en otra.

Como he dicho, sólo me opongo a que se diga que se den los productos a los campesinos, y quiero que se manifieste más claramente, que esos productos sirvan para haberes de la tropa y gastos de la guerra, y que los trabajadores que laboren en esos ingenios, gocen de los sueldos que les asigne el Gobierno, en combinación con el individuo que arriende el ingenio o ingenios de que se trate.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Castro, en pro.

El C. J. H. Castro

Habría muchas razones para hablar de lo que contiene la proposición; pero quiero referirme únicamente a los argumentos del contra. Las únicas razones que han aducido todos los miembros del contra, son las de la guerra, ¡siempre la guerra, señores! ¿No es suficiente medio millón de hombres que han muerto, sino que queremos que todavía siga derramándose la sangre en esta guerra, que es una guerra que ya no tiene razón de ser; en esta guerra, que es una guerra inicua, que es una guerra de personalismos, que es una guerra en donde los revolucionarios están haciéndose pedazos, porque tan revolucionarios hay de parte de Carranza, como los hay de parte de Villa, y como los hay de parte de Zapata ¿Debe dedicarse el producto para comprar más cartuchos, para seguir exterminándonos, para seguir haciéndonos pedazos? ¡Es un crimen, señor presidente! En la presente Revolución, efectivamente, hay hombres de buena fe; pero son pocos; muchos de ellos han encontrado un filón que explotar, porque saben que en ella encuentran dinero, porque saben que en ella encuentran grados. (Aplausos)

En esta guerra vergonzosa se están matando hermanos contra hermanos, en tal virtud, señor presidente, no puede ser más revolucionaria la idea de dar más hambre a los necesitados, en lugar de darles pan, en lugar de llevar alimento a la boca de los verdaderos defensores del pueblo.

El C. secretario

La Mesa, por conducto de la Secretaría, pregunta si se considera suficientemente discutido el asunto.

Los que estén por la negativa, sírvanse ponerse de pie.

Se pone a discusión la proposición sexta, que dice: (lee la proposición).

Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Aprobada.

El C. Quevedo

¿Me permite la Presidencia hacer una pregunta? (Voces: no hay nada a discusión)

El C. Quevedo

¿Se me permite hacer una interpelación?

El C. secretario

Se ha presentado a la Mesa una proposición, que se dice de pronta y obvia resolución.

Por considerarse de pronta y obvia resolución, sometemos a la aprobación inmediata de la Honorable Asamblea, la siguiente proposición.

Nómbrese un pagador especial para los delegados y empleados de la Convención.

Salón de Sesiones de la Soberana Convención Revolucionaria.
Cuernavaca, 8 de febrero de 1915.
J. Castro.
Luis Méndez.
Julio Espinosa.
B. B. Caraveo.
A. R. Aceves.
M. C. Zamora.

La Mesa, por conducto de la Secretaría, pregunta a la Asamblea, si la considera de pronta y obvia resolución. (Voces: no, no).

Los que estén por la negativa, es decir, porque no se discuta desde luego, sírvanse ponerse de pie.

No es de pronta y obvia resolución.

Sigue la orden del día en la forma acordada por la Asamblea.

Por considerarlo de obvia y pronta resolución, pedimos a la Asamblea, que nombre como suplentes de la Comisión de Gobernación, a los ciudadanos Ignacio Borrego, A. Díaz Soto y Gama, Mauricio Contreras, pues el proyecto de ley que propone se declare Asamblea Legislativa esta Convención, no puede discutirse por falta de dictamen, provocada, porque los actuales miembros de Gobernación son los que subscriben el proyecto, y así en otros casos.

Cuernavaca, febrero 6 de 1915.
Samper.
Palacios Moreno.

Está a discusión.

El C. Catalán

Me opongo al nombramiento de algunos miembros de esa Comisión, mejor dicho, al nombramiento que recae en favor del ciudadano Soto y Gama, porque considero que tiene muchísimo trabajo, tiene otras comisiones ya.

El C. secretario

Sigue a discusión.

El C. Casta

Yo estoy de acuerdo en que se nombren suplentes de la Comisión de Gobernación, por los motivos que indican los señores; pero me opongo a que figure en esa Comisión el señor licenciado Díaz Soto y Gama, porque es presidente de la Mesa y, al subscribir esa proposición, como hasta hoy lo ha demostrado, se portaría más tirano aún. (Risas)

Por tal concepto, pido que haya imparcialidad, que no haya parcialidad, que de esa Comisión se deseche al licenciado Díaz Soto y Gama, y que figure cualquier otro miembro de la Asamblea.

El C. Montaño

Ruego a los señores compañeros, no hagan alusiones personales, y haya otra compostura y respeto, no discutiendo en esa forma, ni dando rienda suelta a las pasiones; aquí se trata únicamente de resolver los problemas trascendentales que nos ocupan. Yo no entiendo, por qué se están haciendo alusiones personales, por qué están discutiéndose personalidades, cuando realmente son asuntos que no debemos tratar en este momento.

A los compañeros que hablan en esa forma, suplico que no lo hagan con tanta violencia, porque ello resulta desagradable en extremo. Yo soy partidario de la buena armonía, de la buena concordia, de que discutamos con razón serena y fría, de que la razón y la lógica sean las únicas que nos guíen; porque si vamos dando rienda suelta a nuestras pasiones, señores, no haremos obra buena.

Ahora, ¿por qué viene esa exaltación? Ahora, ¿por qué circunstancia nos vamos a desatar en un torrente de ira contra una personalidad, cuando a nada nos conduce? Hagamos labor en favor del pueblo, porque de otra manera es labor de obstrucción. No creo que sea una labor buena discutir personalidades y hacer alusiones personales, no creo, repito, que esa sea una labor buena en honor de los principios, en gloria de la causa del pueblo. (Aplausos)

El C. Nieto

Para un hecho, pido la palabra.

El C. Casta

Me permito contestar al señor Montaño, porque directamente se ha dirigido a mí, al haber hablado en la forma que lo hice.

No pienso que aquí venimos a insultarnos; pero creo que debemos hablar francamente, de una manera enteramente honrada; no me eximiré, en ese sentido de hablar con verdad, y por eso dije yo que no debía figurar el señor licenciado Soto y Gama, no aludiendo a la personalidad de él como particular, puesto que él sabe perfectamente que lo aprecio, sino con su carácter de presidente; y como en ese trío o en esa trilogía que nos presentan, figura él, y es a la vez, vicepresidente de la Mesa, pudiera haber alguna parcialidad al sostener un dictamen que él mismo formule.

Por tal concepto, quise que se eliminara la personalidad del señor Soto y Gama, no por otra circunstancia, porque como amigo, lo estimo, como orador y comOl intelectual lo respeto; exclusivamente esos motivos me indujeron a eliminar su personalidad.

Por lo mismo, suplico a los señores delegados, que no se den por ofendidos; aquí, en la Asamblea, debemos atacarnos con rudeza, aunque con honradez; fuera sí somos amigos, aquí somos otra cosa, aquí venimos a defender, no los intereses particulares, sino los intereses generales, los de la Patria, así es que creo que es honrado hablar con claridad y con sinceridad. (Aplausos)

El C. secretario

La Mesa manifiesta a la Asamblea que, para encauzar el debate, deben ponerse primero los tres suplentes en la Comisión de Gobernación, y después cada una de las personas. Está a discusión la personalidad de los tres suplentes.

¿No hay quién haga uso de las palabra?

En votación económica se pregunta si se aprueba.

Los que estén por la negativa, sírvanse ponerse de pie.

Aprobada.

Primer suplente, ciudadano licenciado Borrego. Está a discusión. (Aplausos)

¿No hay quién pida la palabra?

En votación económica se pregunta si se aprueba.

Aprobada.

Segundo suplente ...

El C. Casta, (para una aclaración)

Yo soy miembro de la Comisión de Gobernación; al nombrarse esta Comisión para dictaminar sobre este asunto, ¿cuál es mi papel?, ¿por qué quedo eliminado?

El C. secretario

La Mesa, por conducto de la Secretaría, manifiesta al señor Casta que los suplentes se nombran en general para que dictaminen en todos los casos cuando falten los propietarios.

El C. Soto y Gama

Hago constar que yo iba a renunciar, a mí no me asustan los ataques; pero, desde el momento en que se me ataca, tengo que defenderme, tengo la conciencia de haber cumplido con mi deber, y mientras sea yo presidente, y lo seré hasta que se me substituya, no he de obrar de otro modo; por lo demás, no tengo interés en formar parte de la Comisión de Gobernación, tengo mucho trabajo ya; sé que me van a rechazar y tienen mucha razón, tengo dos comisiones y me sería imposible desempeñar otras labores.

El C. secretario

Sigue la discusión.

El C. Treviño

Propongo al ciudadano Quevedo, que no tiene ninguna Comisión, para substituir al señor licenciado Díaz Soto y Gama. (Aplausos)

El C. Quevedo

¿Me permite hacer uso de la palabra, el señor presidente? (Voces: ¡no, no!)

El C. presidente

Tiene usted la palabra.

El C. Quevedo

Creo que a todo el mundo se le concede la palabra, ¿nada más a José Quevedo, no? (Voces: ¡no, no!)

El C. presidente

Se tiene que saber si acepta o no.

El C. Quevedo

Tengo un puesto de Inspector de Policia, en el que trabajo de día y de noche ...

Una voz

Eso fue en México.

El C. Quevedo

Y aquí, en donde trabajo de día y de noche, y la prueba de que la misma Convención ha comprendido que yo no podía dedicar mucho tiempo a las sesiones en México, es que nombró prosecretarios para dejarme en relativa libertad.

Sin embargo de eso, si los señores delegados quieren que yo acepte esto, lo acepto, nada más advirtiéndoles una cosa: que queriendo abarcar mucho, todo se hace mal.

El C. secretario

La Mesa, por conducto de la Secretaría, pregunta si aprueba la substitución del delegado Díaz Soto y Gama por el delegado Quevedo.

Los que estén por la afirmativa, que se sirvan poner de pie.

Aceptado.

Tercera: Suplente, Mauricio Contreras.

Está a discusión.

¿No hay quien pida la palabra?

En votación económica se pregunta si se aprueba.

Los que estén por la afirmativa, sirvanse ponerse de pie.

Aprobado.

Se leyó la orden del día para la sesión del 9 de febrero. (Murmullos y ruidos)

El C. presidente

Se ruega a los señores delegados escuchen la orden del día para ver si tienen algunas observaciones que hacerle.

El C. Gabaldón

Pido la palabra para un hecho.

El C. secretario

(Leyó la orden del día)

El C. Gavaldón

He luchado bastante para que se me concediera la palabra. No obstante que el señor Presidente de la República ordenó que, para cumplir con una comisión delicada, se le dieran fondos a mi representado el general Banderas y aunque éste, desde en la mañana, ha estado con el pie en el estribo para el lugar más peligroso, que es en este momento San Mateo, no se le han dado. El mismo general Banderas quiere hacer constar que, si mañana o pasado acontece algo desgraciado, será porque los pagadores no han sido cumplidos. Desea también que no abandonen a los heridos que hay en el Hospital Civil, algunos de ellos son de los soldados de él, y quiere que la Asamblea esté entendida de todo lo que he expuesto.

El C. presidente

Queda enterada la Asamblea.

Se levantó la sesión.

Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesPrimera parte de la sesión del 8 de febrero de 1915 Junta previa del 9 de febrero de 1915Biblioteca Virtual Antorcha