Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesPrimera parte de la sesión del 10 de febrero de 1915 Primera parte de la sesión del 11 de febrero de 1915Biblioteca Virtual Antorcha

CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA

Compilador: Florencio Barrera Fuentes

SESIÓN DEL 10 DE FEBRERO DE 1915 CELEBRADA EN CUERNAVACA, MORELOS
Segunda parte

Presidencia del C. Delegado Otilio Montaño


Comisión de peticiones:

La Comisión que subscribe, tiene a bien dictaminar acerca de la moción presentada por los señores delegados F. Cervantes y José Casta, lo siguiente:

ACUERDO

Como la moción de los referidos señores Cervantes y Casta, está basada con justicia en' una práctica regular del parlamentarismo, puesto que es justo introducir mociones de orden, cuando los debates no se ajustan a los puntos precisos que se discuten, así como cuando se hacen injustas alusiones personales, las que a veces llegan a tomar el carácter de verdaderas injurias; la Comisión opina que, mientras se obtenga el reglamento que deba regir económicamente en el seno de la Asamblea, se tenga como regla, qUe la Directiva conceda a los delegados la palabra, para hacer mociones de orden y defensas de alusiones personales.

Cuernavaca. 8 de febrero de 1915.
S. Pasuengo.
Ag. Preciado.

El C. secretario

Está a discusión.

La Presidencia suplica a los señores del pro o del contra, se sirvan pasar a inscribirse.

¿No hay quién pida la palabra en pro?

Hay once señores delegados inscritos en el contra. ¿No hay quién se inscriba en pro?

El C. presidente

Como el dictamen está fundado por escrito, la Presidencia concede la palabra, en contra, al ciudadano Ramírez.

El C. Ramírez

Señores delegados:

Aun cuando las prácticas parlamentarias sean relativas, al sentir del dictamen en parte no debemos nosotros tomarlo en consideración, porque las leyes nunca vienen a modificar las costumbres de los pueblos y de los individuos, sino que siempre deben estar de acuerdo con el modo de ser de las corporaciones o sociedades, y, dado que a todos nos consta que en esta Asamblea se puede abusar mucho de toda iniciativa con interrupciones al orador, para hacerle fracasar en su peroración, para distraerle en sus ideas, y, sobre todo, para echar mano de un medio, a fin de interrumpir una discusión y que no se termine, creo que no debemos tener en consideración esas prácticas, aunque rijan en otros Parlamentos.

Por otra parte, el mismo dictamen dice, que muchas alusiones personales vienen a provocar algún desagrado, pues razón de más para que no se contesten por los aludidos, sino que, pasado algún tiempo y después de que haya terminado la peroración, ya que se haya enfriado el ánimo del aludido, pueda éste contestar la alusión, sin ahondar más todas esas divisiones que podrían llevar al fracaso los trabajos de la Convención.

En tal virtud, pido a ustedes que no se apruebe la proposición, dado que nuestro carácter no se presta a tales reglas de parlamentarismo.

El C. presidente

La Secretaría va a leer el dictamen, para que equivalga, a un orador del pro.

(El ciudadano secretario dio lectura al dictamen)

El C. Borrego, en contra

Señor presidente, no ha habido un solo delegado en pro del dictamen, de manera que todos están de acuerdo en que se deseche la proposición que se ha sometido al debate; por tal razón juzgo que, por los motivos que adujo antes el señor que me ha precedido en el uso de la palabra, debe hacerse tal como lo ha indicado, en la inteligencia de que, si algún delegado hiciese uso de la palabra, en pro, ruego a la Mesa me tenga en cuenta para contestarle.

El C. Marines

Suplico que se dé lectura a la parte resolutiva del dictamen.

(El ciudadano secretario leyó el acuerdo)

El C. Marines

Ahora, ¿tiene usted la bondad de leer la petición del señor?

(El ciudadano secretario leyó lo que se pedía)

El C. Marines

Yo entiendo que el dictamen no se ajusta estrictamente a lo pedido por el señor delegado Cervantes, y el que lo acompaña; ellos piden que se conceda permiso para interrumpir al orador y la contestación no se ciñe estrictamente a su petición, no expresa la interrupción, en el curso de la peroración, y, como pudiera entenderse por ello que no debe concederse la palabra para aclaraciones y mociones de orden, cuando haya terminado el orador, quisiera que se modificase, y que la Mesa hiciera una aclaración en este sentido, porque si se va a evitar tomar la palabra para mociones de orden, cuando haya terminado el orador, entonces yo estoy dispuesto a tomar la palabra para sostener que debe la Mesa conceder permiso para ello.

El C. presidente

La Mesa no puede hacer declaraciones acerca de un dictamen, porque sólo la Comisión puede hacerlo; de otra manera la Mesa tomaria parte en el debate.

El C. Marines

Entonces suplico a los señores autores del dictamen que tengan la bondad de circunscribirse a lo pedido por los señores, porque de otra manera habrán dictaminado sobre todo lo que gusten, menos sobre lo que se trataba de dictaminar, y, en consecuencia su dictamen no es tal, puesto que no se refiere al asunto sobre el cual debían emitir su parecer.

El C. secretario

La Mesa me ordena informe al delegado Marines, que los autores de la proposición, no están presentes.

El C. Ramírez

Pido la palabra, para una aclaración.

El C. presidente

Sería violar la costumbre seguida por esta Presidencia, concederle a usted la palabra, salvo que rehúsen el uso de ella los demás oradores; en ese concepto, tiene la palabra el licenciado Palacios Moreno.

El C. Palacios Moreno

Tiene razón el señor Marines, el dictamen es deficiente; pero, al fin y al cabo, es un dictamen; el que sea deficiente será una razón de más para que se deseche; pero el fundamento para desechar ese dictamen, es que nosotros no podemos formar el reglamento en forma de dictámenes aislados y de proposiciones que no tengan relación unas con otras; el reglamento debe ser una serie de artículos inspirados en un común criterio, por el cual se cuide muy bien de que no entren en contradicción unas disposiciones con otras, de que todo quede armónicamente combinado; en consecuencia, señores delegados, me parece enteramente extemporánea y exótica la proposición que pretende que tomemos un acuerdo de una parte reglamentaria de la Asamblea, sin tomar en consideración la formación de todo el reglamento; por esta razón, creo que se debe desechar de plano ese dictamen, a reserva de que la Comisión de Reglamento, nos presente todos los artículos relativos a las mociones de orden, en fin, a todo lo que sea ponerle cortapisas o límites a la libertad de hablar de los oradores. Por este fundamento, ruego a la Asamblea, que deseche el dictamen.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Borrego.

El C. Borrego

Pido la palabra para suplicar a usted me permita formular una moción suspensiva de la discusión de ese dictamen, para formularla por escrito, como se acostumbra.

El C. presidente

Tiene usted derecho a hacerlo.

El C. secretario

Honorable Asamblea:

El subscripto se permite proponer, por estimarlo así conveniente, que se suspenda la discusión del dictamen de la Comisión de Peticiones relativo a la solicitud de los ciudadanos delegados Cervantes y Casta, a propósito de mociones de orden, interpelaciones, aclaraciones y contestaciones.

Cuernavaca, 10 de febrero de 1915.
L. Borrego.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Borrego para fundar su proposición.

El C. Borrego

Señores delegados:

Dos razones tengo para pedir se suspenda la discusión del asunto que se halla a debate; una de ellas es que los miembros de la Comisión Dictaminadora, así como aquellas personas que hicieron la proposición, no se encuentran en esta Asamblea, para venir a fundar el dictamen ni para venir a fundar la proposición. Segunda: que ese dictamen, en sí, es malo, por deficiente. Es indudable, señores, que las mociones de orden son una necesidad; pero las mociones de orden en todos los reglamentos que rigen, tienen aplicación en los casos siguientes:

Brimero: Hay lugar a moción de orden, siempre que se viole alguno de los artículos del reglamento, y, segundo: Hay lugar a moción de ord'en. cuando el orador está pronunciando palabras injuriosas y faltando a la dignidad, al respecto y al decoro de la Asamblea. Son los dos únicos casos en que se concede la palabra para mociones de orden. Aquí, señores, no exíste ningún reglamento, hay una Comisión encargada de formulario, y entíendo que lo tiene ya hecho, pero se quedó en México, y por esto no ha sido posible tomarlo en consíderación por la Asamblea. Como las mociones de orden, las alusiones personales y las interpelaciones son de todo punto indispensables en un debate, en determinado momento, deben por lo mismo figurar en un reglamento, en un cuerpo de preceptos necesarios para normar nuestras discusiones y dar curso a toda iniciativa que se presente.

Por estos dos motivos yo ruego a la Asamblea que suspenda la discusión de este dictamen, en tanto que los encargados de hacer el reglamento lo presentan para su discusión, o bien que adopte, ya sea uno que tiene el licenciado Palacios Moreno, y que rigió en las sesiones de 57, o bien el que rigió en la Cámara, con algunas modificaciones. Por lo mismo, suplico a la Asamblea que se sirva suspender la discusión del dictamen y ruego a la Presidencia que se consulte a la Asamblea para ver si está de acuerdo en que así se haga.

El C. secretario

La Mesa, por mi conducto, pregunta si no hay algún ciudadano delegado que tome la palabra en contra de la moción del señor licenciado Borrego.

El C. Ortiz

Antes de que se pregunte respecto de la moción del señor licenciado Borrego, pido que se dé un voto de censura a la Comisión Dictaminadora, por no estar presente.

El C. Marines

Para una moción de orden. La petición del señor debe hacerla por escrito.

El C. Cuarón

Yo no estoy de acuerdo en que se suspenda el debate, porque no es culpa de la Asamblea que los autores del dictamen no se encuentren aquí y sentaríamos un precedente inconveniente, el de que cuando se haga una proposición y los señores de la Comisión Dictaminadora respectiva no quieran, por cualquier motivo, que se trate el asunto sobre que versa la proposición, se abstuvieran de venir el día que debiera ser discutido el mismo asunto, y en esa forma, lograran su objeto. Yo soy de opinión que no debe suspenderse la discusión de la proposición, tanto más; cuanto que si la proposición fuera buena, habría muchas otras personas que la sostuvieran. Tampoco creo que deba dársele lectura al dictamen como substituyendo a los oradores del pro.

El C. Marines

Para que haya guísado de liebre, se necesita primero que haya liebre; para discutir un dictamen, se necesita primero que ese dictamen sea dictamen; es así que el dictamen de la Comisión no se refiere a lo pedido por los señores, luego no es dictamen, y en consecuencia, no hay dictamen, si no hay dictamen, ¿qué vamos a discutir?

El C. secretario

La Mesa pregunta moción suspensiva del ciudadano Borrego. Los que estén por la negativa, de pie. (Murmullos)

El C. secretario

La Mesa ordena a la Secretaría pregunte a la Honorable Asamblea, si se admite a discusión la moción suspensiva a que acaba de darse lectura, Los que estén por la negativa, porque no se admita, sírvanse ponerse de pie.

Sí se admite.

El C. presidente

Está a discusión la moción suspensiva.

El C. secretario

Se pregunta a la Honorable Asamblea si se aprueba la moción suspensiva, que dice: (Leyó la proposición)

Los que estén por la afirmativa, de pie.

Aprobada.

El C. presidente

Se suspende el debate sobre el dictamen de que se trata.

El C. secretario

Comisión de Peticiones:

La Comisión que subscribe, ha tenido a bien dictaminar lo siguiente, acerca de la moción presentada por los señores delegados F. Cuervo y Martínez y Federico Cervantes, con relación a la investigación de las causas que hayan tenido algunos delegados que asistían a sesiones en la ciudad de México, y que no lo verifican aquí, por haberse quedado en aquella capital o en otros puntos.

ACUERDO:

No encontrándose en esta ciudad, ni en terrenos dominados por la Convención, los ciudadanos delegados de referencia, la Comisión opina que la moción mencionada debe reservarse para cuando la Convención se traslade a la ciudad de México, y pueda obtener todos los datos que se refieren para producir un dictamen justo y acertado, cosa que seria imposible verificar aquí, toda vez que se carece de vías de comunicación para la ciudad de México, por cuyos medios pudieran obtenerse los datos y antecedentes que justifiquen cualquiera resolución que sobre el particular se dictara.

Por lo expuesto, la Comisión suplica a la Honorable Asamblea se sirva darle aprobación a la parte resolutiva del presente dictamen, que consiste en su aplazamiento.

Cuernavaca, 8 de febrero de 1915.
S. Pasuengo (rúbrica).
Ag. Preciado (rúbrica).

Está a discusión.

El C. Cruz

Como entre los ciudadanos delegados que faltaban estaba el ciudadano Manuel Bonilla Dorantes (yo fui el que expuse por qué causas no había concurrido), y aquí está presente ahora, manifiesto que ya regresó. (Voces: No se oyó)

El C. Ortíz

Para una moción de orden. Tengo entendido que está prohibido que en las galerias haya personas armadas, y ahí está uno armado.

El C. secretario

Continúa la discusión del dictamen.¿No hay quien pida la palabra?

El C. Aceves

Yo creo que sería bueno nombrar una comisión desde ahora, para que haga sus investigaciones; ¿para qué vamos a aplazar ese nombramiento?

El C. González Cordero

Yo propondría que encabezara esa comisión el ciudadano Aceves, que acaba de hablar, por sus reconocidos talentos policíacos. (Risas)

El C. presidente

Continúa la discusión.

El C. secretario

¿No hay quién haga uso de la palabra?

En votación económica se pregunta a la Asamblea si considera suficientemente discutida la proposición.

Los que estén por la negativa, sírvanse ponerse de pie.

Suficientemente discutida.

Se recoge la votación.

Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Se aplaza.

El C. Ortiz

Hago notar que en las galerías hay algunos ciudadanos con armas.

El C. presidente

No sé que haya algún artículo en el reglamento, a ese respecto ...

El C. Ortiz (interrumpiendo)

Se acordó en México que no debían asistir a las galerías hombres con armas.

El C. presidente

No creo que se deba establecer una regla de timidez; no nos pasa nada. Es triste que en esta Asamblea de militares, haya miedo.

El ciudadano secretario dio cuenta con los siguientes documentos:

COMISION DE PETICIONES:

La Comisión que subscribe tiene a bien dictaminar lo siguiente, con referencia al escrito presentado en la ciudad de México, en 8 de enero último, por el señor coronel ROdolfo Rodríguez, solicitando tener representación en el seno de esta Asamblea con su carácter de coronel, y en nombre del Estado de Veracruz, o parte de él.

ACUERDO:

Como para tener representación legal en la delegación que constituye esta Asamblea, y segUn acuerdos expresos bien definidos ya, y tomados en Aguascalientes y México, es requisito indispensable ser general con mando de tropa, etc., la solicitud del señor coronel Rodríguez es absolutamente impertinente, toda vez que carece de todo fundamento, y que contraría en lo absoluto las reglas de conducta, que, como bases, han sido establecidas para la norma y fines de la Soberana Convención; la Comisión opina que debe ser desechada de plano la mencionada solicitud, y muy atentamente así lo suplica a la H. Asamblea, en obvio de pérdida de tiempo.

Cuernavaca, febrero 8 de 1915.
S. Pasuengo (rúbrica).
Ag. Preciado (rública).

Asimismo, se dio cuenta con el siguiente dictamen:

COMISION DE PETICIONES

La Comisión que subscribe tiene a bien dictaminar lo siguiente, con respecto a la solicitud presentada por el señor general S. Fernández, para separarse de la H. Asamblea, con el fin de cumplimentar una comisión de carácter militar, que le ha sido conferída por el ciudadano Presidente de la República, y por el Cuartel General de esta ciudad.

ACUERDO:

La misma Comisión opina que es de concederse el permiso de referencia al señor general Fernández, debiendo éste, desde luego, dejar acreditado en la Asamblea, el representante que deberá substituirlo durante el tiempo que dure en el desempeño de la comisión expresada, u otras que se le encomendaren; por lo que la repetida comisión suplica a la H. Asamblea, se sirva aprobar el presente dictamen.

Cuernavaca, 8 de febrero de 1915.
S. Pasuengo (rúbrica).
Ag. Preciado (rúbrica).

A continuación se dio lectura al siguiente dictamen:

COMISION DE PETICIONES

La Comisión que subscribe tiene a bien dictaminar como sigue respecto de la solicitud presentada en la ciudad de México, con fecha 9 de diciembre último, por el ciudadano Anselmo Yépez, relativa a promover una obra de concordia entre los jefes militares ciudadanos generales Villa, Zapata y Carranza.

ACUERDO:

Como la Comisión está bien impuesta de la inconveniencia e imposibilidad de llevar a cabo la obra de concordia de referencia, entre nuestros jefes y el señor Carranza, opina que dicha obra se haga encaminada a obtener el acercamiento y unión de los elementos sanos del carrancismo, con los elementos que constituyen el cuerpo militar que apoya y defiende al Gobierno de la Convención; pero como la solicitud de referencia, no fija el procedimiento que deba seguirse para la consecución de tal objeto, la misma Comisión suplica a la H. Asamblea apruebe el presente dictamen y se sirva presentar las mociones pertinentes del caso.

Cuernavaca, 8 de febrero de 1915.
S. Pasuengo (rúbrica).
Ag. Preciado (rúbrica).

Está a discusión.

El C. Aceves

¿Es delegado el que firma?

El C. secretario

No, señor.

El C. Aceves

Entonces, no debió haberse dado entrada a ese dictamen; ¡y luego dicen que las mociones de orden no son buenas! (Risas)

El C. secretario

En votación económica se pregunta si se aprueba.

Desechado.


COMISION DE PETICIONES

La Comisión que subscribe, tiene a bien dictaminar acerca de la solicitud presentada por el señor Adolfo Santibánez, en representación del Partido Socialista, a fin de que a dicho Partido le sea concedido mandar un delegado al seno de esta Convención, el siguiente

ACUERDO:

Como en las condiciones que ha fijado como bases esta H. Asamblea, aparece que solamente tendrán derecho a mandar sus delegados a la misma los elementos militares de mayor graduación, es decir, los señores generales que se encuentren con mando de tropas o que actualmente militen en los campos de batalla, y en consecuencia, la concesión que a este respecto se hiciera al Partido Socialista; vendría a resultar una excepción que contravendría a las bases y organización de la Convención Soberana, la Comisión opina que no es de concederse al repetido Partido la aceptación de ningún delegado que lo represente en el seno de esta Convención; y, por lo tanto, pide a la H. Asamblea se sirva acordar en el sentido indicado, tanto para el presente caso, como para otros de igual naturaleza que pudieran presentarse.

Cuernavaca, 8 de febrero de 1915.
S. Pasuengo (rúbrica).
Ag. Preciado (rúbrica).

Está a discusión.

El C. Aceves

Está en el mismo caso que el anterior. Yo desearía que los señores miembros de esas comisiones no tuvieran el vicio o calentura de dictaminar. No debe tomarse en consideración eso, si no es hecho suyo por uno de los señores delegados, porque así lo ha acordado la Convención.

El C. Fierro

Para una aclaración:

Recuerdo perfectamente que la observación que hizo el señor Aceves ahora, se hizo cuando se dio el trámite de que pasara a la Comisión para que ésta dictaminara; entonces el presidente de la Convención, ciudadano Roque González Garza, la hizo suya para que se tramitara; por eso pasó a la Comisión, y la Comisión dictaminó.

El C. secretario

No está la firma.

El C. Palacios Moreno

Sí, la hizo suya.

El C. secretario

Efectivamente, ciudadanos delegados, al margen, con lápiz, que apenas se ve, dice: Hago mía esta petición: Roque González Garza, rubricado con lápiz también; pero muy obscuro.

Está a discusión el dictamen. ¿No hay quién pida la palabra?

En votación económica se pregunta si se aprueba.

Los que estén por la negativa, de pie.

Aprobado.

El C. presidente

Habiéndose cumplido la orden del día, se va a preguntar a la Asamblea si considera de urgente y obvia resolución la proposición que va a leer la Secretaría.

El C. secretario

Los subscriptos, sometemos a la decisión de esta H. Asamblea Revolucionaria, el asunto que a continuación expresamos, suplicándole se sirva considerarlo de pronta y obvia resolución.

El asunto es el siguiente:

Habiendo recibido por conducto del capitán Fentón, que pertenece a la Brigada del General J. Banderas, varias quejas sobre la grandísima falta de atención médica, así como sobre la escasez y mala condimentación de los alimentos y en general del completo descuído que reina en el llamado Hospital Civil de esta ciudad, debido a la pésima administración del mismo, nos trasladamos al mencionado establecimiento, donde pudimos comprobar la rigurosa exactitud de los datos que anteceden, pues pudimos ver en ese antro mal llamado hospital, la manera como son tratados los oficiales y soldados heridos en campaña, por defender la existencia de esta Soberana Convención y los principios que esta misma proclama; en consecuencia, por ser de humanidad y de justicia, y a pesar de que este asunto podría considerarse fuera de las atribuciones de esta H. Asamblea, proponemos se tomen las medidas siguientes:

Excítese a la autoridad correspondiente a que remedie la aflictiva situación de los heridos y enfermos que se encuentran en ese Hospital, tomando determinaciones enérgicas, como la de substituir al personal administrativo de dicho establecimiento; y nómbrese una comisión de esta misma Asamblea, que se encargue de vigilar si la autoridad correspondiente cumple con sus deberes acatando estas indicaciones.

Cuernavaca, febrero 10 de 1915.
Tulio Espinosa.
Luis Méndez.
(rúbricas).

A los ciudadanos Secretarios de la H. Convención Revolucionaria.
Presente.

Se pregunta a la H. Asamblea si se considera el asunto de pronta y obvia resolución.

Los que estén por la afirmativa, de pie.

Se considera de pronta y obvia resolución.

Está a discusión, suplicándose a los ciudadanos firmantes, que uno de ellos se sirva apoyar su proposición.

El C. Méndez

Pido la palabra.

El C. presidente

Tiene usted la palabra.

El C. Méndez

Señores delegados:

Desde que se comenzó a leer la petición que mi compañero y yo firmamos, he observado que algunos señores delegados se han reído, no sé yo si será porque no conceden importancia a la moción o por cualquiera otra causa; pero, a pesar de todo, y aunque parezca ridículo, fundaré la proposición.

Como está explicado en ella, un capitán de la Brigada Banderas, que casualmente nos encontró en el lugar donde comemos, nos informó del estado en que se encuentran en el Hospital esos heridos en campaña, en la línea de fuego de Xochimilco; fuimos al referido hospital y observamos que aquello estaba peor que una pulquería de las peores que pueda haber en México, está en un desaseo completo. El administrador no se preocupa ni poco ni mucho del establecimiento; hay un muchacho, que se llama Juan Flores, que tiene de edad catorce años y tiene diez días de estar en el Hospítal, y hasta antier le curaron la pierna; una bala que tiene en la rodilla no se la han sacado, la sangre la tiene coagulada, tampoco se le ha podido lavar la herida; hay otro herido con una bala arriba de la tetilla y las vendas las tiene en el vientre, porque se le han caído, no hay quien lo cure; hay varios que dicen que en la mañana les dan un decílitro de agua con café, y listo, se están muriendo de hambre; el mismo capitán Fentón, nos decia que un capitán, no recuerdo el nombre, que estaba allí, se murió de descuido, que lo llevaron con una pierna atravesada, se le gangrenó, se la cortaron y murió de hambre; el propio capitán nos contaba muchas cosas que pudimos comprobar con nuestra vista, y que seguramente disgustarán a ustedes; pasa por allí un arroyo, al cual arrojan agua sucia, desde la parte alta del edificio, y de esa agua beben los heridos; en fin, es un desaseo absoluto y un descuido completo, y seria una vergüenza para esta Asamblea que, al conocer estos hechos, como los está conociendo, no tomara medidas, es decir, determinaciones capaces de aliviar esa situación.

Estamos aquí muy tranquilos, aunque es verdad que no teníamos conocimiento de esto; pero debemos ponerle remedio; por ahora, es necesario cambiar a los enfermos de lugar.

Yo invitaría a algunos compañeros para que fuéramos a visitarlos, están en una cueva; es un edificio, con seguridad, de los primeros que hicieron los españoles en México; está en condiciones pésimas, ruinoso. El administrador, como todos los administradores de hospitales, de cárceles y de instituciones de esa indole, se roba todo lo que puede, y les da a los enfermos cualquier cosa. Uno de los practicantes, es más sordo que una tapia, y el otro, más indiferente que un demonio; el practicante que no es sordo, es hijo del administrador. Todos se están quejando de la clase del servicio y de hambre; no se les cura; ahí está un muchacho de 14 años, al cual no se ha podido lavar, y que estaba llorando y, como él, están ahí más de 30. Hay que tomar medidas serias, y hacer por que se les cambie de lugar. Ahí está la casa de la Cruz Blanca, que está en buenas condiciones, es higiénica. Si es necesario, que los delegados dejen su domicilio y se vayan a un hotel, para que se aprovechen sus casas; si no hay dinero, que se nos rebaje el sueldo o que se nos quite. (Aplausos)

El C. Briones

Señores delegados:

Voy a dar una explicación al señor Méndez acerca de lo que él cree haber visto, porque no lo ha visto con los ojos de la ciencia, porque no tiene absolutamente conocimientos médicos; voy a explicarle lo siguíente:

El Hospital Civil, después que el Ejército Libertador entró a la población, quedó bajo la dependencia de la Sección Sanitaria; posteriormente, la Cruz Roja quiso hacerse cargo de ese Hospital y entonces se accedió a su petición, porque dijo que se comprometía, según los datos que obran en el archivo del Cuartel General, a sostener ese Hospital, pagando sueldos a los empleados, dando los materiales de curación, medicinas y la alimentación para los enfermos. En los meses de agosto y septiembre, se cubrieron en parte esos gastos, ya en el mes de octubre los empleados no recibieron un solo centavo de sueldo, cosa que le hago notar al señor Méndez, para que vea que no es el administrador el que se toma un solo centavo. Por otra parte, desde esa misma época, apenas si la Cruz Roja, pudo, en una sola ocasión, mandar unas pocas de medicinas que no fueron suficientes ni siquiera para que en ocho días tuvieran con qué curarse esos enfermos; el Hospital Militar, como el señor Méndez puede pasar a verlo en el libro, es el que suministra material de curaciones y medicinas, las que ya se le están agotando, porque no se han repuesto y porque no hay quien dé para que se compren nuevas. Hay que tenér también en cuenta la alimentación deficiente anterior, a consecuencia de que no había dinero para subvenir a esas necesidades; la Cruz Roja dio muy poca cantidad; no recuerdo con exactitud lo que dio, pero no fue suficiente para cubrir los gastos que demandaba la atención de los enfermos, a tal grado, que el administrador se ha visto en la necesidad de pedir al comercio, por medio de vales, algo para la alimentación de esos enfermos, teniendo que hacer, en algunos casos, gestiones para que se le facilitara.

El doctor Elías Gómez dio unos cuantos pesos, porque no disponía de más; yo di una pequeña cantidad de mi peculio también, porque no tenían con qué hacer esos gastos, y, como ya los individuos que facilitaban algo para la alimentación no querían facilitarlo, porque ya se les debía bastante, esto ha hecho que sea deficiente esa alimentación.

Después, el señor doctor Herrera, que no se encuentra en la capital, fue a hacer gestiones a México, para que la Cruz Roja pagara todos los gastos de empleados y de alimentación, supuesto que el material de curaciones y medicinas lo suministraba, como podía, el Hospital Militar. Según recuerdo, en una conversación que tuvo con el doctor Cuarón, y conmigo, me dijo que ya la Cruz Roja había dado la orden de que se dieran ochocientos pesos, que creo no habrá llegado a cobrar, porque en la época en que nosotros salimos de México, nos los había cobrado; entonces, para poder hacer que los enfermos tuvieran la atención mejor y la alimentación menos mala, se pensó en que el Hospital Civil pasara al Hospital Militar, acondicionado un poco; que los elementos con que contaba el Hospital Militar se pusieran a disposición de los dos hospitales ya fundidos, y que la Secretaria de Guerra diera por cada enfermo, de carácter militar, una pequeña cantidad, cincuenta centavos, la cual seguramente sería insuficiente; sin embargo, esto hubiera sido necesario para subvenir en algo a los gastos.

Ahora, cuando llegamos nosotros a México, me encontré con que nadie absolutamente sostenía el Hospital; la Cruz Roja había dejado de sostenerlo desde el mes de octubre; el Ayuntamiento no lo sostenía; el administrador no lo sostenía sino con vales; el médico que estaba ahí; por cumplir con su deber, iba a atender a los enfermos, teniendo en cuenta que él era el único de carácter militar, y tenía a su cargo tanto a hombres como a mujeres e infecciosos. El señor Méndez debe tener en cuenta todas las dificultades que hay para atender a esos enfermos.

Más tarde se pensó en remediar en algo las dificultades, y se indicó que el Hospital Civil quedaba dependiente de la Sección Sanitaria del Sur, suministrando ésta las medicinas y los materiales de curación, cosa que se ha hecho.

Entonces el Hospital quedó bajo mi dependencia, como Jefe de la Sección Sanitaria del Sur; he ido a trabajar ahí para atender a los enfermos quirúrgicos; los enfermos de medicina los atiende el doctor Morales, que bondadosamente se ha prestado a hacerlo, y el Departamento de Mujeres ha quedado a cargo del doctor Elías Gómez. En cuanto a la alimentación, tuve necesidad de pedir por vales, y a mi cuenta también, algo en el comercio, para poder darles con que se alimentaran, mientras hacía gestiones ante el Presidente de la República para que alguna de las Secretarias sostuviera el Hospital, porque carecía de fondos y no había a quién dirigirse. En comunicación que envié a la Secretaría de Gobernación, pedía yo que esta Secretaría se comprometiera a sostener ese Hospital, y subviniera a los gastos de empleados y alimentación de los enfermos. Hice gestiones con el objeto de que la Secretaría de Guerra suministrara todo el material de curaciones y medicinas y poder aprovechar los elementos, por pocos que sean, de que disponemos en bien de esos enfermos. En oficio que recibí de la Secretaría de Gobernación, como respuesta a mi comunicación, se indicaba que se enviaran presupuestos de gastos, cosa que ya se hace; por consiguiente, no es más que cuestión de uno o dos días, para que se aprueben las cantidades necesarias con objeto de que se tenga mejor alimentación y para que los empleados reciban sus sueldos, porque sin sueldos, no tenemos gente que trabaje debidamente.

Además, en cuanto a las medicinas, puedo decir al señor Méndez que ya se nota la falta que está haciendo una reposición de lo que se ha gastado del Hospital Militar, porque el Hospital Militar da para los de Jojutla, de Cuautla, de toda la línea de fuego de Puebla y da para los Puestos de Socorros de Topilejo, de San Pablo Ostotepec, de Contreras; acabo hoy de despachar algo más para Jonacatepec, y, por consiguiente, con esos gastos no sólo de la ciudad, sino de todo lo que corresponde al Sur, se ha ido agotando la existencia en medicinas y material de curaciones. Ya hago gestiones ante la Secretaría de Guerra para ver en qué forma puede esa Secretaría mandar traer de alguna parte lo que nos falta; ya hoy deben estar hechas las listas de lo que falta en el Hospital Militar, para que pueda subsanarse ese defecto.

En cuanto a atención médica, puedo decirle al señor Méndez que el enfermo a que se refería, el herido del muslo, es un enfermo al que se trataba de conservarle su pierna, que por las condiciones en que venía no fue posible salvarle, por encontrarse infectada, se le hizo la amputación como único medio de salvarlo, no fue posible prolongarle la vida, y falleció esta mañana, no porque no tuviera qué comer, sino por la infección que existía en la herida.

En cuanto al herido del que dice que tiene diez días, acabo de verlo; ayer le hice una curación, y no hay indicaciones, absolutamente, para hacer extracción en estos momentos, del proyectil; por consiguiente, yo le diría al señor Méndez que, en otra ocasión, cuando hiciera observaciones, las hiciera con todo conocimiento, porque no creo que él pueda estar seguro de sus palabras. Dijo que había ahí un gran derrame, a lo menos, así lo dio a entender, producido por la bala; que ésta estaba molestando al enfermo, y que había necesidad de extraerla; creo que las observaciones, en este caso, competen a una persona menos falta de conocimientos médicos, a una persona que tenga los conocimientos, y que pueda haber examinado al enfermo. ¿Cómo puede asegurar el señor Méndez que nadie ha visto al enfermo más que yo? No podría el señor Méndez hacer a fondo su proposición.

Esto, en breves palabras, es lo que puedo indicarle, para que veamos la manera de subsanar esas dificultades. Además, se me olvidaba decir, que ya me dirijo a la Secretaría de Guerra para que llene las deficiencias que existen en el Hospital Militar. Para esto, ya se pidieron a la fábrica de Contreras sarapes, pues no existen ningunos; se pidió también zacate, a fin de que se construyan colchones para el mismo Hospital. Además, se necesita darle una aseada completa, para lo cual ya se tiene hecha una indicación y creo que, dentro de pocos días, lograremos tener para los enfermos, todo lo deseable, todo lo que sea necesario.

Creo que, si ustedes lo estiman conveniente, podríamos dar algo en bien de esos enfermos, que mucho lo necesitan.

El C. Palacios Moreno

Para una aclaración.

Señores delegados:

Las proposiciones que no son prácticas, es inútil aprobarlas. Es evidente que el Gobierno del Estado de Morelos no se ha organizado; no se ha nombrado Gobernador del Estado; en consecuencia, todos los servicios públicos están abandonados. Empecemos por donde debemos comenzar, por excitar a la Delegación del Sur, a que, cumpliendo con el artículo 13 del Plan de Ayala, nombre Gobernador, a efecto de que se organicen los servicios públicos. Nos encontramos en el caso de una proposición que no se puede transcribir a nadie, obligar a nadie a que la cumpla. Es inútil seguir discutiendo esta proposición, y yo espero que la Delegación del Sur trate de organizar el Gobierno del Estado de Morelos, porque, en este caso, ese Gobierno será el que deba atender los servicios públicos, y entonces, sí podremos excitar a la autoridad; pero mientras no haya Gobierno del Estado de Morelos, a nadie podemos excitar. (Varios ciudadanos delegados piden a la vez la palabra. Campanilla)

El C. Méndez

Pido la palabra, como autor de la proposición.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Castro.

El C. Castro

Yo veo altamente humanitaria la iniciativa de mi compañero el señor Méndez, desde todos puntos de vista. Yo he visto en esta horrible contienda que, cuando un general o un coronel es herido, se le atiende con toda clase de miramientos, y, cuando un pobre juan cae, no hay quien le dé un vaso de agua, y si afortunadamente lo llegan a recoger, lo llevan a alguna casa, que no es casa, sino pocilga, y le dan apenas lo indispensable para medio vivir.

En todos los hospitales he visto que el administrador come, los enfermos también, los doctores, no me lo digan ... y el pobre enfermo, muriéndose de hambre.

Yo diría que la miseria y la enfermedad se han tomado como pretexto para explotar al Erario.

Refiriéndome al asunto que está tratándose, el señor Palacios Moreno dice, que hasta que se reorganice el Gobierno, y ... mientras, los enfermos se morirán. La manera de solucionar el conflicto es muy sencilla. Señor presidente: Yo ya presenté una proposición, voy a decirla: es muy bueno que los haberes de militares y civiles, que se han recogido a los delegados, se dediquen al sostenimiento de hospitales militares y civiles. (Aplausos)

El C. Aceves

Pido la palabra, para un hecho.

El C. Borrego

Pido la palabra, para una moción de orden.

El C. presidente

La moción de orden es primero que todas las demás.

El C. Orozco

Un hermano del Sur está pidiendo la palabra, para hacer una aclaración, son dos palabras nada más. Desea tan sólo hacer una aclaración que se necesita.

El C. presidente

Se ha concedido para hacer una moción de orden.

El C. Aceves

Otro hermano del Sur, que ha peleado en el Pacífíco, también pide la palabra, para una aclaracíón.

El C. Borrego

Voy a ser sumamente breve. Voy a permítírme símplemente hacer unas declaraciones que serán perfectamente acogidas por esta Asamblea, pues sí bien demuestran que son verdad los hechos denunciados por el autor de la proposición, también es cierto que ya se han tomado las medidas necesarias para corregir esos males.

Estoy plenamente autorizado para decir a esta Asamblea que el señor Presidente de la República, mejor dicho, el señor Encargado del Poder Ejecutivo, ha autorizado al señor general Cuarón para que invierta todas las cantidades que sean indispensables a fin de dotar al Hospital de todos los elementos necesarios para que los heridos puedan encontrar la asistencia que les haga falta.

El C. Orozco

Voy a decir dos palabras nada más, son éstas: que no se crea que el Cuartel General se ha despreocupado, que no ha hecho caso; por el contrario, una vez que ha recibido queja de deficiencias que ha habido en el Hospital de esta ciudad, le ha dicho al doctor Cuarón que hiciera las gestiones necesarias para llevar a cabo la idea de mejorar el Hospital, a fin de que los enfermos sean atendidos debidamente.

Debo decir que los señores doctores Briones y Cuarón han hecho todo lo que han podido de su parte, han trabajado honradamente, y no es por abandono, no es por falta de cuidados, sino por falta de elementos, el que los heridos se hayan encontrado en las circunstancias en que se encuentran. El Cuartel General se ha preocupado también de esta cuestión.

Esta consideración la hago en justicia, porque creo tener derecho para hacerla.

El C. Méndez

Voy a ser breve, señores delegados:

Al hacer la proposición, tan mal hecha, según declaración que yo considero justa y verídica del compañero Palacios Moreno, no tuve otra intención que consignar un hecho de extrema importancia.

No voy a decir que el Cuartel General tiene la culpa, ni mucho menos el doctor Briones, ni el doctor Cuarón, ni el Ejecutivo; 'pero los hechos sí son censurables. No vamos a decir quién tenga la culpa. Desde el momento en que hizo la declaración el doctor Briones, no se han sacado más que dos conclusiones, una favorable a la proposición presentada y otra desfavorable a mis conocimientos científicos. Lamento carecer de conocimientos científicos, como justamente expresa el doctor Briones, pero yo no puedo comprender que sea científico que tenga un enfermo 10 días, y hasta ayer no se haya curado; no sé que sea científico dejarlo abandonado 8 días, quién sabe si la ciencia aconseje eso. (Risas)

En fin, no voy a decir quién tenga la culpa, porque quizá sea científico dejar a un enfermo los pies llenos de sangre, porque todavía están ahí los pies de ese amigo, que ustedes aún pueden ver. Hay otro enfermo que tiene una herida arriba del corazón y que en lugar de tener la venda ahí, para impedir la infección, la tiene en la cintura; también creo que es muy científico que no haya habido sueldos desde hace mucho tiempo, porque la Cruz Roja no ha podido conseguir para comprar las mantas o para darles los frijoles. No voy a censurar a la Cruz Roja, lo que si lamento, es que nuestros heridos hayan tenido necesidad de recurrir a la limosna pública para sostenerse, para poderse llevar un pedazo de pan a la boca. Ya el Ejecutivo, lo mismo que el compañero Briones y los demás compañeros, se ocupan del asunto; lo único que lamento, es que no se hayan ocupado hasta ahora; pero, en fin, más vale tarde que nunca. El señor compañero Briones, entre todo lo que dijo, tuvo una proposición bellisima; el Ejecutivo, según el señor Borrego, ha dado las órdenes necesarias para que el señor doctor recoja todas las cantidades que hagan falta; perfectamente, pero mientras se libran las órdenes, se paga o no se paga, se va a llegar el día de mañana, y los enfermos van a tener un día más de hambre. Yo recogería la proposición del compañero Briones, de que todos los señores delegados, aunque no esté esto sujeto a las prácticas reglamentarias ni a los reglamentos de la Cámara, dieran una cantidad pequeña, cada uno, a fin de que mañana tengan siquiera frijoles esos enfermos. Eso sería práctico. (Aplausos)

Voy a suplicar al compañero Briones que reciba esas cantidades y que, mientras se arreglan las cosas, mande a una persona inmediatamente para que atienda a los heridos, como es debido, entre tanto se recurre a aquello que creo que está aprobado, de que pasen los heridos al Hospital Militar; si no hay camas, pueden pasar con las que tienen; de manera que, desde luego, puede resolverse eso, no hay motivo para que los heridos estén en ese lugar hasta que el Ejecutivo nombre a las personas a quienes se les ha de pagar, y se hagan los colchones que van a servir de lecho a esos infelices. En consecuencia, a pesar de mi desconocimiento de la medicina, creo que he dicho la verdad. La proposición del señor Briones de que todos demos alguna cantidad, que se lleve a cabo, en seguida. (Aplausos)

(Los ciudadanos delegados pasaron a depositar en la Mesa su óbolo)

El C. presidente

Continúa la sesión, mientras se hace el recuento del dinero. (Las galerías también contribuyeron). (Aplausos)

El C. Méndez

Señores de las galerías:

La Mesa, por mi conducto, da las gracias a los concurrentes a las galerías, que, de manera tan espontánea, contribuyeron para los gastos del Hospital. (Aplausos en la Asamblea)

El C. presidente

La Mesa informa que se recogieron $506.00, (Aplausos), más $15.00 que ofrece otro ciudadano delegado; son $521.00, que quedan a disposición de la Administración del Hospital Civil, para que rinda cuentas a la Asamblea.

El C. Aceves

Yo propongo, señores delegados, que del seno de esta Asamblea se nombre una comisión de los que no sean médicos, que sea Aceves, por ejemplo, pero que no sepan de medicina, para que administre esos fondos, y que vaya esa comisión al Hospital a procurar que se atienda a los enfermos, que se les dé de comer, que se les den medicamentos.

Esta vez ya exhibimos una cantidad, y propongo ahora, señores delegados, que hagamos nuevas exhibiciones en lo sucesivo, que demos el 10 por ciento de nuestro sueldo. Nuestros hermanos se mueren mientras acuerda el Presidente y mientras los doctores nos dicen unas cosas que yo no entenderé jamás. (Aplausos)

El C. Cuarón

Señores delegados:

He pedido la palabra para ampliar un poco más el informe que acaba de dar el señor doctor Briones. Creo yo que dado el temperamento, la exaltación especial del señor Méndez, ha visto las cosas un poco más obscuras, un poco más negras de lo que realmente son. El señor doctor Briones, desde que llegamos a Cuernavaca, ha tomado muchísimo empeño en que los enfermos estén bien atendidos; desde los primeros días que estuvimos aquí, se tropezó con muchas dificultades, pero, desde el tercer día, los enfermos ya pudieron comer medianamente regular, y, actualmente, creo que si las comidas no son tan buenas como las de un burgués, son suficientemente nutritivas para llenar las necesidades de un enfermo.

Respecto de las atenciones médicas, tengo la seguridad, porque he visto trabajar personalmente al doctor Briones, de que no les ha faltado atención quirúrgica de ninguna especie. El Hospital Militar, ha dado todos los elementos necesarios: la gasa, el algodón, los desinfectantes, etc.; de igual manera, el Hospital Militar ha provisto de todas las medicinas que ha sido necesario ministrar a los enfermos; asi, pues, que no les han faltado medicinas.

Hay un detalle que, desgraciadamente, no pueden percibir los profanos en medicina. Todo el mundo está en la creencia de que un enfermo debe ser curado diariamente para que sea debidamente atendido; éste es un gravísimo error, que debería salir de las conciencias de todos; hay enfermos que necesitan hasta dos y tres curaciones al día y a esos se les hacen; pero hay enfermos que no necesitan curarse, sino cada dos o tres días, otros, cada cuatro o seis, y hay otros que es mejor no cambiarles la curación en ocho o diez días, porque la ciencia dice, que más vale no remover una curación bíen puesta, que poner una nueva.

La causa principal de que no haya habido los elementos necesarios en el Hospital Civil, no es culpa ni del Encargado del Ejecutivo, ni del señor Briones, ni de ninguno de nosotros: es culpa de la Cruz Roja Mexicana. La Cruz Roja Mexicana se ha revestido siempre de mucho bombo, quiere hacer aparecer ante el mundo, como una obra altamente humanitaria, la que lleva a cabo, se ha echado encima compromisos que no ha podido cumplir. La Cruz Roja, cuando nosotros nos fuimos de aquí, de Cuernavaca, se comprometió solemnemente a atender ese hospital, diciendo que ella se encargaría de pagar los sueldos a todos los empleados, y, a la vez, de ministrar todos los medicamentos que necesitara; no cumplió debidamente con eso, porque el doctor Herrera, que está actualmente en México, ha tenido que erogar más de mil setecientos pesos de su peculio particular, para sostener el establecimiento de que hablamos, y las medicinas nunca las mandó la Cruz Roja en cantidades suficientes, sino en cantidades insignificantes, y siempre el Hospital Militar tuvo que estar facilitando las medicinas que se necesitaban allí.

El señor doctor Briones ha trabajado debidamente; más que un voto de censura, merece un voto de aprobación por la labor que ha desempeñado.

El señor González Garza, Encargado del Poder Ejecutivo, me ha dicho que no paremos en gastos de ninguna especie, que se compre todo lo que sea necesario para poner debidamente los hospitales, tanto Civil como Militar, y algunas otras Casas de Salud, si hay que establecerlas. Se ha pedido todo lo necesario, muchas cosas están ya en nuestro poder, esperamos que pronto nos llegue un furgón de zacate, que se ha pedido, para llenar colchones, que lleguen quinientos cobertores, fundas de almohadas y camisones en bastante cantidad, sábanas tenemos bastantes, lo que nos falta son abrigos. Yo me permito solicitar, aceptando la proposición del señor Aceves, que la Convención, es decir, cada uno de sus miembros, dé un 10 por ciento de sus dietas en beneficio del establecimiento. (Aplausos).

En segundo lugar, como no es posible que podamos tener los cobertores y cobijas que necesitamos para los enfermos, con la prontitud que lo deseamos, porque los centros fabriles están muy retirados, propongo que cada uno de los delegados facilite cobertores o tilmas o un abrigo cualquiera, y los que no lo puedan hacer, que se vayan a buscarlos en las casas particulares y los entreguen al Hospital Militar a fin de que se repartan entre los enfermos que haya, tanto en este Hospital, como en el Civil.

Por otra parte, hay pequeños detalles que por más que uno quiera, no es posible resolver; queda pendiente la cuestión de medicinas y la cuestión de elementos de curación. El Hospital Militar de esta plaza ha estado ministrando esos materiales a todos los puntos que ha dicho el señor doctor Briones; al Hospital Civil muchas veces se los ha mandado, como que tenía un almacén bastante regular; pero se le están agotando, y, dentro de un mes, probablemente no tendrá tampoco medicinas. Ya se ha mandado también el pedido, y tengo entendido que ya va un enviado especial a Toluca, a traernos la cantidad de medicinas indispensable.

Creo, por todos estos motivos, que no deben estar los señores convencionistas alarmados, porque no sean debidamente atendidos los enfermos; se gastará todo el dinero que sea necesario, y todo se hará en la forma en que se estaba haciendo la ministración de medicinas en el Hospital de México, la atención quirúrgica será igual a la de México, es decir, se arreglará que la Secretaría de Guerra dé un peso por cada individuo que sea asilado en el establecimiento.

Desgraciadamente, más que las heridas, más que las otras enfermedades, abundan en la mayor parte de los soldados (y puede ser que me equivoque al decir que en la mayor parte de los soldados; debo decir, más bien, que en la mayor parte de lbs oficiales y en la mayor parte de los jefes), las enfermedades llamadas secretas. Para estas enfermedades, el Hospital Militar no va a ministrar absolutamente ninguna medicina, ningún tratamiento gratuito, sino que a ellos les ha de cobrar íntegro el valor de la curación o un poco más, si es necesario, para que paguen de cierta manera, las debilidades humanas.

El C. Castro

Hace un momento estuvo aquí el señor Encargado del Poder Ejecutivo, y dice que él está dispuesto a pagar todo el dinero que pidan los doctores, para que los enfermos sean curados; ya está solucionado el problema, señor.

El C. Cuarón

Para hacer una aclaración respecto a lo que dice el señor Castro. Efectivamente, el señor Encargado del Poder Ejecutivo, me ha dicho que no paremos mientes en los gastos, y hay que hacer lo que hace un momento decía, que íbamos a hacer o estamos, más bien dicho, haciendo todo lo posible por adquirir lo que es indispensable; pero hay cosas que es materialmente imposible adquirir, como, por ejemplo, la cuestión de los cobertores. Por eso hacía la moción de que los señores delegados, que tan altruistas se manifiestan en estos momentos, faciliten una cobija; las medicinas no es posible conseguirlas en plaza, no existen aquí, pero ya se mandaron traer, espero que pronto habrán llegado.

El C. Marines

Las consideraciones que voy a hacer no se van a referir exclusivamente a los hospitales de que se trata, sino a un hospital cualquiera, pensemos en un hospital de Yucatán, o de Chiapas, o de Chihuahua, para que nadie se vaya a molestar.

Pasa entre nosotros, entre nuestros soldados, lo que pasa entre el dueño del caballo y el caballo mismo: cuando potro, se le acaricia, se le baña, se le peina y se le monta para tener dinero, representación social, automóviles y otros chismes; y, cuando ya está viejo, cuando está matado, se le envía a una plaza de toros. Así pasa con nuestros soldados, y así me explico por qué se nos dice con frecuencia, que en el campo de batalla se observa que muchos soldados no entran, que son cobardes; tienen razón de no entrar y de ser cobardes; porque, desgraciadamente, un teniente coronel, por ejemplo, como yo, si cae herido será bien atendido, pero ellos saben perfectamente que van al hospital y ahí se van a morir de hambre (por supuesto que no me refiero al caso presente); saben muy bien, que después se les hace poco caso; pruebas: todas las que se han presentado aquí; aunque no se relacionan con los médicos, que son honrados, sí pueden referirse a la cuestión de comidas, y la prueba es que varios compañeros dicen que sus asistentes, que estaban ahí;' se quejaban de hambre, y es claro que, si estuvieran bien atendidos, se quejarían de hartura. (Risas).

Es así que se quejan de hambre; es incuestionable que las comidas no son suficientes.

Por lo tanto, yo creo que muchos de nosotros hemos hecho de la cuestión de Patria, una profesión que explotar. Repito, que no hay dolo en mis palabras; no quiero referirme absolutamente a nadie, sino que hablo en lo general; creo que se ha hecho una profesión que explotar y que no estamos atendiendo la cosa como se debe, porque realmente es triste para nosotros, los convencionistas, que sea necesario que nos lo digan para ir a ver el hospital; estoy seguro de que si no se nos ha dicho, no nos acordamos, no damos nada y seguimos bebiendo nuestra cerveza, yo inclusive. Yo les propongo, se repitan esas colectas, si es posible cada semana, para demostrar a nuestros soldados, que así como sentimos con ellos el cariño por la causa que defendemos en los momentos del combate, y allí somos sus hermanos, ya que la guerra termine, somos también sus hermanos, hasta el día que los veamos en posesión de su pequeño pedazo de tierra, que será el ideal más grande a que aspiren, señores. (Aplausos)

El C. Ortiz

Para hacerle esta indicación al Cuerpo Médico:

Esta mañana estuve en el Jardín Borda, y allí hay una retahíla de piezas higiénicas, bastante limpias y que creo que son como treinta o cuarenta; los señores doctores, podían tomar esos departamentos para los heridos, están muy higiénicos, muy limpios, muy aseados y bastante solos.

El C. presidente

Hay muchos escritos, y no nos vamos a constituir en Junta Administradora de Hospitales; lo que más racional parece a la presidencia es que se nombre una comisión para que administre la inversión de este dinero y para que proponga a la Asamblea lo que crea conveniente o al Ejecutivo, que es lo más racional; cambio de edificios, diez por ciento de los haberes, quién sabe cuántas proposiciones, es imposible atender a todas. Dentro de un mes nos vamos a México, y nadie se vuelve a acordar de los hospitales de Cuernavaca; así es que lo único que quiero decir, es que es necesario atender este asunto por medio del Ejecutivo, es necesario entrar al orden.

El C. González Cordero

Una pequeña aclaración, al señor Cuarón. Quiero hablarle algo, señor doctor, acerca de lo que dijo últimamente, respecto a las enfermedades de los soldados; por la práctica que tenemos en el Norte, allá curamos a los soldados de todo a todo, porque si es cuestión de enfermedades venéreas se contagia la gente decente, y de algunos conocimientos, ¿cómo vamos a ser exigentes con los desgraciados soldados que no saben de higiene? Además, yo no sé de medicina una palabra, soy, el primero en decirlo, pero he leído un poco y me acuerdo de que un doctor Fournier, que parece una eminencia médica reconocida en el rango de enfermedades sifiliticas, dice en un opúsculo sobre el particular, que enfermedades como éstas, se adquieren por verdadera desgracia, y no por vicio, que hay veces que se pega una enfermedad por un solo contacto, así es que los soldados, con su ignorancia, se enferman; en consecuencia, yo creo que deben curarse, de todas maneras, sin cobrarles un solo centavo, máxime si no tienen dinero con qué pagar.

El C. Méndez

Pido la palabra.

El C. presidente

Estamos discutiendo casos de medicina y cirugía, y no es posible seguir en esta forma.

El C. Méndez

El señor Aceves nos decía que se nombrara una comisión para que administrara esos fondos, yo propondría lo siguiente: que el señor doctor Briones, cuya honradez soy el primero en reconocer, se encargue de administrar esos fondos, en lo que se refiere a la cuestión de alimentación y en lo que se relaciona a la cuestión de medicinas; como el señor Cuarón ha dicho que el hospital puede proporcionar todas las que se necesiten, ese dinero puede emplearse exclusivamente en alimentos; de manera que se pueden proporcionar todos los elementos, pues yo creo que será bastante esa cantidad para hacer los gastos necesarios durante el tiempo que transcurra entre la fecha de hoy y la en que se reglamenten definitivamente los gastos por el Ejecutivo.

Yo, no quería que se dejara al administrador, porque los enfermos están quejosos. Cuando me refería a él, no quise decir que fuera un sinvergüenza, yo creo que, en general, los administradores Son sinvergüenzas; pero ahora que sé que éste no tiene ningún sueldo, que casi da limosna a los enfermos, le devuelvo su crédito. Yo creo que, el señor doctor Briones, que tiene alguna influencia, podía nombrar una cocinera que se encargara de darles caldo, a los enfermos, pues estimo que él es el indicado para el caso, por tener un cargo oficial y ser una persona autorizada en el hospital.

El C. presidente

La Presidencia informa que el señor doctor Briones no quiere hacerse cargo de esa comisión, y tiene razón, puesto que se le ha criticado, y suplica a los señores Marines y Castro, que ellos sean los que se encarguen de la distribución de los fondos.

El C. Cuarón

Pido la palabra. (Voces: no hay nada a discusión)

El C. presidente

Creo que se ha discutido sobradamente el punto.

El C. Marines

Yo propondría que se nombrara a una persona entendida en este asunto, pues no me considero idóneo para él.

El C. presidente

El asunto no es técnico, señor Marines.

El C. Marines

Ya sé a lo que se refiere, pero realmente aquí no conozco los precios.

El C. presidente

Es tan sencillo, señor Marines, que la Presidencia le suplica se sirva aceptar la comisión. Si el señor Marines no acepta, nombraremos a los señores Samper, Méndez y Castro.

Se suplica a dichos señores, cuenten el dinero.

El C. Méndez

Suplicaría que se me descargara de esa comisión, para que no se vaya mañana a decir que yo quería tener los $500.00, el producto de la colecta; no digo que creyeran esto los señores delegados, pero sí pudiera creerlo algún particular. Yo no recibo el dinero.

El C. presidente

Los tres miembros lo contarán, no hay necesidad de esos escrúpulos.

Pase alguno de los señores comisionados, o los tres, a contar el dinero.

El C. Méndez

Ha habido alguien que proponga tres compañeros de acá; pero la Asamblea no los ha aceptado.

El C. presidente

Es atribución de la Mesa, la cuestión es muy sencilla. (Aplausos)

¿El señor Marines quiere formar parte de la comisión?

El C. Marines

No oí, señor. (Voces: Aceptado Marines) (Aplausos)

(El ciudadano presidente entregó la cantidad de $521.00 al señor Marines)

El C. Marines

Admito en esta forma: que los señores me den recibos a medida que yo les vaya entregando las cantidades que necesiten. (Aplausos)

El C. presidente

Quedan nombrados los cuatro señores indicados, inclusive el señor Méndez.

Se va a leer la orden del día, de la sesión de mañana.

(El ciudadano secretario leyó la mencionada orden del día)

El C. presidente

Se levanta la sesión.

Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesPrimera parte de la sesión del 10 de febrero de 1915 Primera parte de la sesión del 11 de febrero de 1915Biblioteca Virtual Antorcha