CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA
Compilador: Florencio Barrera Fuentes
SESIÓN DEL 11 DE FEBRERO DE 1915 CELEBRADA EN CUERNAVACA, MORELOS
Primera parte
Presidencia del C. Delegado Otilio Montaño
SUMARIO
Lectura y se aprueba el acta de la sesión anterior, con modificaciones.- Oficio del ciudadano general J. M. Bonilla.- Dictamen de la Comisión de Gobernación, que consulta se supriman las Subsecretarías de Estado y del Despacho.- Proposición para que se nombren los suplentes de las diversas Comisiones de esta H. Asamblea.- Memorial del ciudadano Alfredo Cuarón.- Orden del día.
Lista, ciudadano Reynaldo Lecona.
Cuenta, ciudadano Reynaldo Lecona.
El C. presidente
Se abre la sesión.
El C. secretario
Acta de la sesión anterior. (Leyó, y durante la lectura, pidió la palabra el ciudadano Fidencio Ruiz)
El C. Fidencio Ruiz
Pido la palabra, para una moción de orden.
Al señor secretario nunca se le ha permitido dejar de leer el acta y tiene que leerla hasta el fin, y lo que está averiguando ahora, no tiene nada que ver con el acta, puesto que esta hablando con la Mesa.
El C. secretario
Con todo respeto hago saber al señor Ruiz, que me están hablando de la Mesa para indicarme, el señor presidente, manifieste al ciudadano Ministro de Justicia, que se sirva pasar a tomar asiento a este lugar, para evitar qUe sea considerado como delegado.
El C. Secretario de Justicia (Gómez)
No señor; mejor me voy a una platea.
El C. secretario
Tenga usted la bondad de pasar por acá.
El C. Gómez
No, señor, mejor pasaré a ocupar un lugar en los palcos.
El C. Fidencio Ruiz
Toda vez que la Mesa invita al señor Secretario de Justicia, es por demás que se rehúse; es un honor estar allí, y yo quisiera estar en su lugar.
El C. secretario
Continúa la lectura del acta. (Leyó)
Está a discusión la presente acta.
El C. González Cordero
Pido la palabra. Ahí no figura la protesta que yo hice, a nombre de un grupo numeroso de delegados.
El C. secretario
Efectivamente, tiene usted razón, señor Cordero.
La Presidencia ordena a la Secretaria manifieste al ciudadano González Cordero, que el Oficial Mayor informa que no se hizo constar aquí la protesta, porque, cuando fue hecha, todavía no se abría la sesión.
El C. Orozco
Efectivamente, no recuerdo que se haya abierto la sesión, pero cuando hablaba por segunda vez, el señor presidente dijo: se abre la sesión; así es que la primera vez que hablé fue antes de que se abriera la sesión, y la segunda, ya que se había abierto ésta.
El C. secretarío
Con la modificación propuesta por el señor Cordero, está a discusión el acta.
El C. Piña
Pido la palabra.
Siendo yo uno de los signatarios a que se refiere el ciudadano Cordero, pido qUe esta protesta se consigne íntegra en el acta y, a continuación de elia, las explicaciones que el señor presidente se sirvió dar y que, según me han informado, han sido satisfactorias.
El C. Fidencio Ruiz
Pido la palabra.
Yo creo que la Asamblea ha de ser la única que diga si se toma en cuenta la protesta del señor; en consecuencia, pido que se pregunte a la Asamblea. (Voces: Pido la palabra, para una moción de orden)
El C. presidente
Manifiesto a la Asamblea que sigue la discusión. En vista de las explicaciones que hizo la Mesa, y de las que dieron a la Asamblea los mismos autores de la protesta, éstos la retiraron a la vista de la Asamblea, y sin ser leída.
El C. Piña
Pido la palabra.
La protesta a que me refiero dice así: ...
El C. presidente
Debo interpelar al señor delegado que está usando de la palabra, a fin de que me diga si es cierto o no que los autores de esa protesta la retiraron; si es cierto o no que se ha leído la protesta, que fue aprobada en lo general; interrogaré a la Asamblea si es de volverse a tratar el asunto que se trató ayer.
El C. González Cordero
Presenté a la Secretaría esa protesta, escrita y firmada por varios delegados; el señor presidente hizo algunas aclaraciones; yo hice algunas rectificaciones, y después de oír las explicaciones del señor presidente, y habiendo dicho de qué se trataba, en vista de esas explicaciones, yo vi pertinente retirar la protesta, puesto que el señor presidente daba explicaciones suficientes sobre el particular.
Yo lo que recomiendo es que, como es un acta de la sesión de ayer, se haga constar que no se ha dado cuenta de la protesta; si se asientan los motivos de esa protesta y las explicaciones que se han dado, no tengo inconveniente en dejar el asunto concluido.
El C. Piña
Continúo en el uso de la palabra, para insistir en mi petición. Yo simplemente me concreté a pedir que la protesta, subscrita por un considerable número de delegados, cerca de 30, se consigne íntegra, con sus nombres, en el acta, y asimismo las razones y explicaciones que el señor presidente dio.
El C. Ruiz
Pido la palabra, para una moción de orden.
El señor está hablando con su criterio personal, y como no conocemos el escrito, ni consta en la orden del día, debe presentarse, para que sea leído en la sesión de mañana.
El C. López
Pido la palabra, para una aclaración.
El C. Piña
Yo suplico a la Secretaría, se sirva dar lectura a ese documento.
El C. presidente
Manifiesto al señor delegado que ya el día de ayer fue leído ese documento; pero que antes de la lectura del acta, se va a ... (Voces: Pero que se diga a lo que se refiere el acta; allí no lo dice)
Precisamente se va a decir que, si con relación a ese asunto, se inserta en el acta lo que se dijo. (Voces: Es precisamente lo que reclaman: que se haga constar en el acta)
El C. Contreras
Pido la palabra, para una moción de orden.
El C. secretario
Señor delegado Cordero: la Mesa me ordena manifieste a ustedes que la taquigrafía recogió íntegro lo que ocurrió antes de la sesión, y la misma Mesa dispone pregunte a ustedes si, con las modificaciones propuestas por ustedes, se aprueba el acta. (Voces: Está bien)
El C. Piña
Pero antes es necesario que la Asamblea sepa de qué se trata, y conozca ese documento.
El C. Cruz
En virtud de que conocemos el asunto que se trató ayer, y en vista de la satisfacción que se ha dado por el ciudadano presidente, ha sido retirada ya la protesta.
Los CC. Piña y Cordero
No se dice nada en el acta.
Los CC. Contreras, Pina y Cordero
Pido la palabra, para una moción de orden.
El C. presidente
Tiene la palabra el ciudadano Piña, para una moción de orden.
El C. Piña
Mi moción consiste en que se consigne en el acta mi protesta, y demos por terminado el incidente.
El C. presidente
La Mesa está dispuesta a aprobar la resolución de la Asamblea; si ésta declara que se haga constar la protesta, la Presidencia cree que su deber es consignarla en el acta; allí está la versión de los taquígrafos, que tomaron íntegra la protesta; puesto que ayer mismo no se le dio lectura, porque fue retirada; creo conveniente que se agregue al acta.
El C. Piña
Yo pido, como signatario de esa protesta, y a nombre de un grupo de delegados que también la firmaron, que se consigne tal como la presentamos, y, repito, pido que se dé por terminado el incidente.
El C. presidente
Como ya la Asamblea declaró el día de ayer que se daba por terminado el incidente, por eso no se hizo constar en el acta, pero la Presidencia aceptará, de la manera más atenta y respetuosa, las indicaciones de los señores delegados; mas desde el momento en que se vino a esta Mesa a retirar el documento, de una manera honrada y caballerosa, y con la aprobación de la Asamblea, creo que es inconducente lo que pide el señor delegado Piña.
El C. Piña
Pero toda vez que no se hace mención de esa protesta en el acta, cabe perfectamente que se ordene el que dicha protesta se consigne textual, como lo deseamos nosotros en el acta. Yo presenté ese documento, que está calzado con más de veinte firmas, y, en mi concepto, alguna consideración merecen más de veinte delegados.
El C. presidente
Y tan mereció ese documento la consideración de la Mesa, que ayer quise tratar de preferencia el asunto, y no dejarlo para ahora, sino tratarlo inmediatamente, para aclarar todas las circunstancias del caso. La Mesa creyó de su deber informar, antes que todo, del asunto en cuestión; dio las explicaciones del caso, y la Asamblea aprobó por unanimidad, y los mismos autores de la protesta fueron los primeros en pedir que se retirara. De manera que si ustedes insisten en volver a tratar ese punto, violarán el acuerdo de sus compañeros que estuvieron presentes, y el acuerdo de la Asamblea, puesto que se sujetó a la discusión de la Asamblea. (Voces: No, no)
Pues entonces, estoy a sus órdenes, y soy bastante caballeroso para atender su solicitud.
El C. Piña
Muchas gracias, señor presidente. Precisamente como en el acta de hoy no se dice nada del asunto que motivó nuestra protesta, creo del todo importante que se consigne, con las razones que usted dio, que fueron muy satisfactorias, y se termine el incidente.
El C. Marines
Pido la palabra, para una interpelación.
¿El señor es el secretario de la Asamblea? Sírvase usted decirme, si no tiene inconveniente, en realidad qué motivos tuvo usted para suprimir ese incidente, que por regla o por ordenanza, tenía que hacerse constar en el acta, y usted no lo hizo constar.
El C. Benjamín Sánchez de Tagle
Señor: el incidente tuvo lugar antes de la apertura de la sesión. (Voces: No, señor; a la mitad)
El C. presidente
Ya se le dijo a usted, señor Marines.
El C. Marines
La interpelación no es a usted, señor presidente, sino al secretario de la Asamblea, y le suplico tenga la bondad de no alejarse, señor Tagle, mientras no me conteste.
El C. Borrego
El señor compañero Piña pide que se consigne en el acta la protesta firmada por él y otras personas, con motivo del incidente ocurrido antier, y las razones que aduce para que se haga constar esa protesta, son que en el acta no se hace mención de ella. Las explicaciones, las satisfacciones y cuanto se dijo con motivo de ese incidente, entiendo que la Secretaría ha manifestado que se insertarían, pues existen las versiones taquigráficas de ese asunto; por consiguiente, resulta innecesaria una protesta que no ha tenido caso, puesto que ha sido retirada, y, en consecuencia, yo me permito suplicar muy atentamente a mi querido compañero, el señor Piña, se sirva retirar esa moción de que se inserte esa protesta; este es un asunto ya aprobado por la Asamblea, y no debe ya volverse a tratar porque no tiene caso y no es más que poner obstáculos a la marcha de la Asamblea.
El C. Marines
¿Me permite usted que conteste?
El C. presidente
Puede usted hablar.
El C. Marines
No he hecho la interpelación que deseaba, tenga usted la bondad de permitirme hacerla. ¿Permite usted que el señor Tagle conteste? Señor oficial mayor: ¿por qué no se hizo constar la protesta en el acta?
El C. Tagle
No hago yo las actas, sino los empleados. (Voces: No es secretario, sino oficial mayor, y no tiene derecho a hablar en esta Asamblea)
El C. presidente
Ruego a su señoría que se sirva interpelar a la Secretaría, pero no al oficial mayor.
El C. Marines
Entonces, para obviar tiempo, me permito preguntar quién es el secretario.
El C. Palacios Moreno
Yo, señor, y lo debe usted saber, señor Marines.
El C. Marines
Muy bien, señor, gracias. De la manera más atenta me permíto suplicar a usted que se sirva contestarme a qué se debió el que no se hiciera constar esa protesta en el acta.
El C. Palacios Moreno
El primer secretario no puede acceder a los deseos de usted, porque estuvo en la Sección Instructora del Gran Jurado, cumpliendo con su deber.
El C. Marines
Entonces sale sobrando que estemos discutiendo esto usted y yo; entonces pido que informe el secretarío que estaba de turno el día de ayer. ¿Por qué en ciertas ocasiones se hacen tales o cuales hechos, que convienen a determinado grupo, y en otras ocasiones no? Esto no es equitativo y no lo debemos aprobar.
El C. Piña
Pido la palabra para contestar la alusión del señor delegado Borrego.
El C. presidente
Tiene la palabra el ciudadano Piña, para contestar una alusión personal.
El C. Piña
Debo manifestar al señor delegado Borrego que en estos momentos estoy hablando a nombre de los signatarios de esa protesta, y ellos mismos me han indicado la conveniencia de que la misma se consigne en el acta respectiva. (Voces: No conocemos la protesta)
El C. presidente
Porque ustedes no concurrieron.
El C. Casta
Pido la palabra, para contestar al señor.
El C. Cordero
Dimos todas las explicaciones sobre el particular.
El C. Cruz
¡Estamos perdiendo el tiempo!
El C. presidente
Tiene la palabra el ciudadano Casta.
El C. Casta
No me explico por qué el señor delegado se opone a lo que cualquiera de nosotros tiene derecho; esa protesta está calzada por más de treinta firmas, y tiene más base de la que usted cree, señor mío. (Aplausos)
El C. Piña
Señor: deseo terminar.
Señores delegados:
Verdaderamente no he venido en esta vez dispuesto a ocuparme por más tiempo del incidente ocurrido antes de ayer; pero como veo marcada intención de algunos señores delegados encaminada a que el asunto que nos ocupa no figure oficialmente en las actas ...
El C. Cruz:
No es cierto.
El C. Piña
Tengo que renovar mi petición en el sentido de que se haga constar mi protesta y la de los señores delegados, y hacemos uso de ese derecho, porque creemos estar ampliamente facultados para ello. Creo que alguna respetabilidad tenemos como delegados, y más un grupo como es el de treinta individuos.
Nosotros, señores, queremos volver por el buen nombre de esta Asamblea.
El día de antier se ha cometido un acto que lastima el buen nombre de esta Convención Soberana, y como es acto que no debemos tolerar ni por un momento, ni en conjunto ni aislados, contra él protestamos enérgica y honradamente, porque no queremos permitir por ningún motivo que se observen esos procedimientos, y que se siente un precedente, que será del todo desfavorable para la Asamblea.
Anteayer, en el momento de terminar la sesión, se ha detenido a varios delegados por unos soldados, en las puertas de este salón, impidiéndoles a unos que salieran y a otros que entraran. Y ante ese hecho, que es atentatorio, protesto enérgica y honradamente.
El C. Cruz
Ese hecho quedó resuelto ayer; ¿por qué sigue usted hablando, señor Piña?
El C. presidente
Vuelvo a manifestar a los señores delegados que el asunto se trató ayer y ha sido resuelto.
El C. Piña
Muy bien, señor; de todas maneras, yo pido que se haga constar en el acta nuestra protesta.
El C. presidente
Por omisión de la Secretaría no se hizo constar, pero se puede hacer, insertando la versión taquigráfica de lo que pasó.
El C. Piña
Eso es lo que nosotros deseamos, que se consigne nuestra protesta en el acta, con las aclaraciones que hizo el señor presidente. ¿Qué de raro tiene esto? ¿No tenemos derecho para pedirlo? (Escándalo, desorden, campanilla)
El C. Ramírez Wiella
Señores delegados:
Yo creo que estamos en una mala interpretación, y, con toda franqueza lo digo: tanto los señores que firman la protesta como algunos otros que no la firman están en un error al pretender que se inserte su protesta en el acta, o que se agregue, pues yo entiendo que si comisionaron al señor González Cordero para presentar esa protesta, y él era su representante ante esta Asamblea, y en nombre de todos ellos la retiró, claro es que quedó terminado el asunto; en lo que sí tienen mucho derecho, y a lo que estoy dispuesto, para dejar satisfechos a los señores firmantes de la protesta, es en que se dé lectura, en su oportunidad, a toda la versión taquigráfica, a fin de que los señores delegados se sirvan ver si está bien redactada o no, subsanando así el error, olvido o lo que sea, de la Secretaría. Creo que con eso quedarán perfectamente satisfechos los señores, y el incidente podrá darse por terminado, y así quedarán conciliados los ánimos. No debemos apegarnos a la severidad del reglamento, porque no se trata de una discusión cualquiera, sino de unificar las voluntades, los espíritus; por eso debemos dejar a un lado toda preocupación, hacer a un lado toda dignidad personal, si queremos que esta Convención, señores, guarde todo el orden, toda la respetabilidad y cumpla con lo que debe. (Aplausos)
El C. secretarIo
La Mesa pregunta a la Honorable Asamblea si está conforme en que se modifique esta acta, poniendo en ella la versión taquigráfica relativa a la protesta de ayér.
El C. Cruz
No, porque fue retirada.
El C. presidente
Me someto a la resolución de la Asamblea.
El C. secretario
Se pregunta a toda la Asamblea, no a un solo delegado.
El C. Piña
Pido la palabra, para una moción de orden.
El C. presidente
Se va a interrogar a toda la Asamblea.
El C. Piña
Mi moción de orden consiste en esto: que el señor presidente tome en consideración las aclaraciones o las exposiciones hechas por nosotros, y que se interpele a la Asamblea, como es de costumbre, en el sentido de que si el acta se aprueba con las modificaciones propuestas por nosotros. (Voces: Nada más eso)
Si la Asamblea aprueba esa acta con las modificaciones propuestas por nosotros, se da por terminado el asunto, haciendo constar que nuestra protesta se debe consignar en el acta, y para eso tenemos un amplísimo derecho; nadie, ni la Asamblea, lo puede negar, porque somos delegados, y tan delegados como todos juntos.
El C. secretario
La Mesa, por conducto de la Secretaría, pregunta si con las modüicaciones propuestas se aprueba el acta. Los que estén por la afirmativa, que se sirvan ponerse de pie.
Aprobada.
El C. Menchaca
Pido la palabra, para un hecho.
El C. presidente
Acaba de ser aprobada el acta, y no hay nada a discusión.
El C. Mienchaca
Es para un hecho, porque he observado que cuando en las discusiones algún delegado pide la palabra, y no es del Sur, el señor presidente no se la concede. El señor presidente ha dicho que no se permite interrumpir a ningún orador, sino únicamente para mociones de orden, y he observado que el señor Cruz ha hablado cinco o seis veces, interrumpiendo a los oradores.
El C. Ruiz
Como no tenemos ningún reglamento, el señor está en un error al decir eso.
El C. presidente
La Mesa, tomando en consideración esto, y procurando arreglar toda clase de dificultades y normalizar los debates y evitar incidentes desagradables, que no tienen razón de ser, puesto que, repito, no existe ningún reglamento, teniendo esto en consideración, ha comisionado al oficial mayor para ese asunto, y el día de mañana figurará en primer término en la orden del día ese reglamento, para que sea discutido con toda amplitud. (Voces: Muy bien, muy bien)
El C. secretario
Leyó el poder que dio el ciudadano general brigadier J. M. Bonilla al coronel Jesús Reyes. A la Comisión Revisora de Credenciales.
El subscrito, miembro de la Comisión de Gobernación, encontrando suficientes los fundamentos del anterior Proyecto de Decreto, propongo a la Soberana Asamblea que lo apruebe en todas sus partes.
Cuernavaca, febrero 10 de 1915.
C. M. Samper (rúbrica).
Está a discusión.
El C. Martínez
Pido únicamente que se agreguen a ese dictamen unas cuantas palabras, expresando que la supresión de las Subsecretarías de Estado será temporal, porque no creo que pueda ser definitiva.
El C. Menchaca
Pido la palabra, para una moción de orden.
Parece que está dándose lectura a documentos de que no se hace mención en la orden del día; entiendo que éste es un dictamen, y creo que no es su oportunidad este momento, porque se está dando cuenta con las comunicaciones en cartera, y no con los dictámenes.
El C. secretario
La Mesa informa al ciudadano Menchaca que ya no hay más documentos en cartera.
El C. Pérez Taylor
Pido la palabra, en pro del dictamen.
El C. presidente
Que pasen a inscribirse los que deseen hablar en pro o en contra.
El C. secretario
Continúa la discusión. ¿No hay quién quiera hacer uso de la palabra en pro o en contra?
El C. presidente
Tiene la palabra, en pro, el ciudadano Pérez Taylor.
El C. Pérez Taylor
La parte resolutiva del dictamen es perfectamente clara.
En el engranaje administrativo de todas las Secretarías de Estado existe un puesto de Secretario de Estado, otro de Subsecretario, y otro de Oficial Mayor. La única Secretaría que no tiene Oficial Mayor, es la de Instrucción Pública y Bellas Artes; pero la obligación de los Oficiales Mayores es sencillamente encargarse de la parte administrativa, y el Subsecretario es el que acuerda los asuntos políticos y de trascendencia, con el Secretario de Estado. Como actualmente, aquí en Cuernavaca, no existen, por decirlo así, las Secretarías de Estado, puesto que sería verdaderamente irrisorio que hubiera Secretarías de Estado, únicamente para Morelos, el Oficial Mayor encargado de cada Secretaría, es el que se ocupa de despachar todos los asuntos del ramo, en lugar del Subsecretario.
Como los asuntos que se presentan en Cuernavaca son cortos, es lógico que los ciudadanos que están al frente de las Secretarías se llamen Oficiales Mayores, Encargados del Despacho; así lo dispuso también el ciudadano Venustiano Carranza, nombrando Oficiales Mayores.
Además, existe otro detalle de carácter económico, que es sumamente importante: los Subsecretarios de Estado gozan de un sueldo de 24 o 22 pesos diarios, y los Oficiales Mayores no gozan más que de un sueldo de Jefes de Sección, de $18.00 diarios.
Dado el estado económico en la actualidad, que no se tienen ingresos, sino puros egresos, se ve desde luego que es importante que se supriman las Subsecretarías de Estado, por ser sangrías para el Tesoro, y por ser, en estos momentos, inútiles.
Así, pues, apoyo el dictamen en el sentido de que se nombren Oficiales Mayores en lugar de Subsecretarios.
El C. Fierro
Pido la palabra, para una moción de orden.
Como el dictamen que se pretende discutir sólo está firmado por uno de los miembros de la Comisión respectiva, no es dictamen ni debe tomarse en consideración, entre tanto que los demás miembros de la Comisión no lo firmen.
El C. secretario
Se pregunta si es de discutirse o no el dictamen. (Voces: Si no hay ningún dictamen)
Los que estén por que no debe discutirse, sírvanse ponerse de pie.
No se discute.
En seguida, y a moción del ciudadano Palacios Moreno, se suspendió la discusión de un dictamen de la Comisión de Guerra y Gobernación, relativo a un acercamiento con los jefes disidentes, debido a que sólo estaba firmado por uno de los miembros de dicha Comisión.
Comisión de Guerra:
Siendo un acto de humanidad y justicia ayudar a todos aquellos que han prestado sus servicios a la Nación, y tratarse, además, de nuestros hermanos, arrastrados por la fuerza y la tiranía del llamado Gobierno de Huerta, a quien, según afirma la solicitante, no quiso servir, para lo cual solicitó su retiro por más de treinta años de servicios prestados en la gendarmería, corporación formada para garantizar a la sociedad, y luego obligado a combatir, la Comisión opina que deben tomarse en cuenta todas estas razones y la situación actual de los deudos para concederles la pensión que conforme a la ley les corresponde, teniendo en cuenta, en cada caso, los antecedentes de cada uno de los extintos; por lo tanto, mientras hay una ley que sancione estas pensiones, que se conceda en calidad de asignación.
Sala de Comisiones de la Soberana Convención Revolucionaria.
Cuernavaca, Mor., febrero 10 de 1915.
General J. V. Casarín (rúbrica).
El C. Casarín
Pido la palabra, para una moción de orden.
Todos estos dictámenes están en el mismo caso del anterior: no están firmados más que por mí; que se suspenda su discusión y no se lean.
El C. secretario
Se pregunta se se retiran todos los dictámenes que están firmados por un solo individuo.
Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.
Se retiran todos.
El C. presídente
La Mesa se ve en la pena de manifestar a los señores delegados que integran las Comisiones, que realmente causa vergüenza que no hayan cumplido con su deber. Verdaderamente nosotros vemos con profunda pena, con profundo desagrado, que la mayoría de las personas que integran esas Comisiones no han cumplido con el deber que les corresponde. Es verdaderamente penoso que no cumplan con su deber que tienen, y es muy triste que mientras unos laboran en pro de la causa del pueblo, los otros por completo han abandonado sus obligaciones.
El C. Casarín
Pido la palabra, para una aclaración.
El C. presidente
Le ruego al señor delegado que me deje hablar hasta que concluya. Yo exhorto a los señores aludidos, de una manera atenta y respetuosa, para que desde luego se pongan a trabajar de lleno, pues de no hacerlo, esto redundaria en perjuicio de la causa del pueblo. Yo ruego sinceramente a ustedes que laboren, como han laborado los que subscribieron el dictamen; porque, de otra manera, realmente serán vanos nuestros esfuerzos, nuestros sacrificios quedarán sin resultado, y el pueblo lanzará una enérgica protesta contra nosotros, que no procuramos trabajar de una manera conveniente, ni laboramos en pro de los ideales que tanta sangre han costado y costarán a ese propio pueblo que ha depositado su confianza en nosotros, y entonces, ese repetido pueblo perderá toda la antedicha confianza en nosotros y nos lanzará un anatema, puesto que no procuramos llenar el cumplimiento de nuestro deber, buscando así la salvación de la República. (Aplausos)
Ruego atentamente a los señores delegados, que mañana a las diez a.m., se reúnan, a fin de que resuelvan el asunto de los dictámenes de una manera satisfactoria.
El C. Casarín
Pido la palabra, para una aclaración.
El C. presidente
Me refiero a todos los señores delegados que sin permiso se han retírado; no sé con qué intenciones lo han hecho. De todas maneras, yo creo que es mi deber llamarles la atención y procurar averiguar las causas por que se retiraron.
El C. delegado Nieto
Pido la palabra, para un hecho.
Formo parte de una de laS Comisiones, de la de Justicia, y si no hemos resuelto nada, es porque no hay qué resolver; tan sólo un caso tenemos pendiente, tan sólo un solo asunto hay por dictaminar, y si no lo hemos dictaminado ya, débese esto a que ello ha sido imposible, no a que estemos durmiendo en nuestras casas.
El C. Marines
Yo formo parte de la Comisión de Instrucción Pública. El otro día nos pasaron una proposición relativa a que se imparta por la Convención la instrucción pública en Cuernavaca; como es asunto que ya me he imaginado que va a tener este dictamen:
La Asamblea debe ocuparse de esa instrucción pública en lo general; excítese al ayuntamiento para que mejore la instrucción pública en Cuernavaca, no lo hemos dictaminado aún. Así es que las regañadas no nos tocan a nosotros.
El C. presidente
La Mesa hace esta excitativa para las personas que la merecen. (Risas)
El C. Marines
Pido la palabra para otro hecho.
Creo que el juzgar de los actos de las Comisiones es atribución de la Asamblea y no de un delegado, así sea el presidente, el secretario, o quienquiera que sea, porque yo entiendo que los acuerdos que se dan deben venir de la Convención, que es Soberana, y no de un hombre que no es soberano; lo digo por aquello de que es criminal y todo eso ...
El C. Casta
Pido la palabra, para un hecho.
Formo parte de la Comisión de Gobernación, y como el señor presidente ha hecho algunos cargos a los diferentes miembros que forman las Comisiones, por eso me doy por aludido. El no haber firmado yo los dictámenes de Gobernación se debe a que no he sabido la hora en que se reúnen los demás miembros que forman esa Comisión, y que son los señores Samper y Palacios Moreno; a que, en alguna vez que les he preguntado a qué hora deberíamos reunimos, no me lo han sabido decir; otra vez quedamos en vernos a determinada hora y no asistieron, y como no tengo dictámenes de urgente resolución, no tomé gran empeño.
Además, debo hacer una aclaración. El señor Palacios Moreno y el señor Samper están más o menos de acuerdo y a mí no me ponen en antecedentes de nada. Además, debo advertir que hay ciertas dificultades en la Comisión de Gobernación; a ese respecto referiré que el señor Palacios Moreno se exime algunas veces de subscribir los dictámenes, porque no está de acuerdo con ellos; pero nos vemos muchas veces en el caso de que el señor Samper opina con el señor Palacios Moreno y yo no.
Por lo expuesto, suplico al señor presidente tome en consideración mis razones y no crea que soy moroso, puesto que, muy por el contrario, siempre he tenido empeño en prestar mis servicios en lo que he podido.
El C. Palacios Moreno
No había yo querido hacer hincapié en la conducta del señor Casta en la Comisión de Gobernación; pero él me obliga a declarar la verdad a este respecto. Está presentado un proyecto de ley por el cual pedimos el señor Samper y yo que esta Asamblea se constituya en Asamblea Legislativa, para definir sus atribuciones; con este proyecto de ley parece que el señor Casta no está conforme: el señor Samper y yo, miembros de la Comisión de Gobernación, no podemos dictaminar sobre un proyecto presentado por nosotros mismos; en esta virtud, nos hemos cansado de exhortar al señor Casta a fin de, que cumpla con su obligación y no ponga obstáculos para que este proyecto se discuta en el seno de la Asamblea.
Esto lo hago constar porque no observa la conducta debida en el seno de la Comisión, y lo fundo y pruebo con la actitud misma del señor Casta (por eso hemos hecho diversas gestiones el señor Samper y yo para que se nombraran suplentes de la Comisión de Gobernación, actitud por la que hemos merecido el disgusto del señor Casta), y después de una multitud de esfuerzos, hemos logrado que la Asamblea nombrara suplentes para la Comisión de Gobernación, para que dictaminaran sobre esos puntos; pero esta circunstancia ha ocasionado la verdadera indisposición del señor Casta para trabajar en el seno de la Comisión Propietaria de Gobernación; no lo hemos vuelto a ver en la Secretaría de la Convención, en donde siempre nos hemos reunido de diez de la mañana en adelante, como consta al Oficial Mayor y demás empleados, y hemos dictaminado conforme hemos podido, para que no trabaje la Asamblea; por eso pedimos que el señor Casta sea substituido por alguno que de buena fe quiera trabajar. Me parece que la elección no es dudosa.
El C. Cuervo Martínez
Pido la palabra, para un hecho.
Yo soy miembro de la Comisión de Instrucción Pública; hace ocho días presenté una moción relativa a dicho ramo, y, como yo no puedo juzgar de mis propias mociones, no debo dictaminar en el asunto; éste era al que se refería el compañero Marines, relativo a la instalación de escuelas en el Estado de Morelos. Cierto que no es un asunto general para toda la República, sino únicamente para el Estado referido, pero debemos tener en cuenta que, para la cuestión agraria se presentó un dictamen a discusión, que fue aprobado, y que se referia únicamente al territorio de Tepic; asi, pues, ya se sentó un precedente, y, por lo tanto, no veo inconveniente en que se pueda tratar un asunto en lo que se refiere nada más a Morelos. Hace más de ocho días que tiene en su poder la Secretaría esa proposición, y yo quisiera se dictaminara cuanto antes.
El C. Fierro
Como miembro de la Comisión de Hacienda, no puedo dejar pasar desapercibidas las palabras del señor presidente de la Convención, tanto más, cuanto que basta una excitativa para que las comisiones dictaminen lo más pronto posible en las cuestiones que tienen pendientes.
En la medida de mis fuerzas he procurado desempeñar mi cometido, y el señor Palacios Moreno es testigo de que concurro e invito a mis compañeros de la Comisión de Hacienda, para que pasen a estudiar los asuntos pendientes, entre los cuales hay uno muy importante y trascendental, que es el relativo a la explotación de las minas de oro y de plata y a la creación y explotación de un banco.
Aun cuando no formo parte de la Comisión de Fomento, me acerqué a mis compañeros, los miembros de ella, para interrogarles acerca del punto y conocer, cuando menos, su opinión; y el señor Zubiría y Campa me dijo que no podía dictaminar sobre el asunto, porque para ello necesitaba datos importantes, que sólo las Secretarías de Estado, en México, podían tener, y que, por lo tanto creía conveniente aplazar el asunto; en consecuencia no habiendo dictamen de la Comisión de Fomento, no es posible que la Comisión de Hacienda pueda dictaminar sobre el asunto del banco y sobre el de la explotación de las minas.
Tiene la Comisión de Hacienda una proposición relativa a la formación de un presupuesto, y otra sobre el nombramiento de un pagador; de esta última tenemos ya terminado el dictamen, y perfectamente se puede consignar en la orden del día para discutirse mañana.
El C. Marines
Yo quisiera suplicar al señor Cuervo Martínez que tenga la bondad de retirar su petición, porque se refiere exclusivamente al Estado de Morelos, y en vista, también, de que nuestro deber es estudiar las necesidades de la instrucción pública en toda la República, y por eso pedimos la ayuda de los que saben y conocen del asunto, para resolver esos problemas; pero creo que no nos debemos ocupar de resolver lo referente a las escuelas de Cuernavaca, y por eso realmente no le he hecho caso a la petición de usted. Hágala en términos generales, que abarquen toda la República, y me tiene usted a sus órdenes.
Por otra parte, el hecho de que ya se sentó un precedente, no es razón, porque hay precedentes que no tienen fundamento; el hecho de que nos pongamos a dictaminar sobre la cuestión agraria de Tepic, aun cuando sea un error, creo que no debe de seguirse practicando.
Por diplomacia me he abstenido de dictaminar en el sentido de excítese al Ayuntamiento de Cuernavaca; como si el Ayuntamiento necesitara de excitativas para llamarlo a que cumpliera con su deber. La petión creo que no cabe aquí.
El C. González Cordero
Creo que, en vista de lo anterior, su señoría debería proponer suplentes para las distintas Comisiones.
El C. secretario
En vista de la imperiosa necesidad que hay de que las Comisiones estén debidamente integradas, proponemos a la Honorable Asamblea, con el carácter de urgente y obvia resolucíón, que desde luego se proceda a nombrar los suplentes respectivos a las Comisiones que les falten.
Febrero 11 de 1915.
E. Liñeiro.
José G. Nieto.
La Presidencia, por conducto de la secretaría, pregunta a la Asamblea si se considera de pronta y obvia resolución.
Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.
Si se considera.
Está a discusión. (Voces: Que se nombren las comisiones)
El C. Casta
Suplicaría a la presidencia nos informara si se trata de todas las comisiones, o nada más de las que están desintegradas. (Voces: No, de todas)
El C. Treviño
Hago constar que algunos de los miembros de la Comisión Permanente están fuera, y por lo tanto, está desintegrada.
El C. secretario
Continúa la discusión.
El C. Luis González
Para evitar pérdida de tiempo, yo creo que sería muy conveniente que se sacara una lista de los que formamos actualmente las Comisiones, y saber, por exclusión, entre quiénes podemos elegir los suplentes; es el mejor modo de integrar las Comisiones.
El C. Menchaca
En una de las sesiones anteriores, con motivo de haberse desintegrado las Comisiones, se obtuvo que la Presidencia las formara y propusiera, a la vez, a los suplentes. Creo que es la mejor forma de integrar esas comisiones.
El C. presidente
La Mesa suplica al señor delegado que hable un poco más fuerte, porque no he escuchado lo que ha hablado, que tenga la bondad de repetirlo nuevamente.
El C. Menchaca
Ya no, señor.
El C. González Cordero
Pido la palabra. Seria conveniente que la Presidencia presentara candidaturas y nosotros las discutiéramos.
El C. presidente
La Mesa con gusto lo hará así.
El C. secretario
La Mesa, por conducto de la Secretaría, informa que se concede un receso de diez minutos para formar las candidaturas.
El C. presidente
Se reanuda la sesión.
El C. Luis González:
Pido la palabra.
El C. presidente
No hay nada a discusión.
El C. González
Lo que voy a decir se refiere al asunto de la falta de asistencia de algunos delegados que están en las Comisiones.
El C. presidente
No se oye.
El C. Luis González
Con motivo de la salida del señor Cervantes y del señor Castellanos, que fue muy violenta, me encargaron ellos que hiciera conocer a la Asamblea que no habían tenido tiempo de mandar avisar por escrito que iban a retirarse por unos días de la Convención; que el objeto que los llevaba era de suma importancia y de gran interés, especialmente para las operaciones militares de las fuerzas que están con la Convención; por lo tanto, no creyendo que con su salida se desintegrara el quórum, y teniendo urgencia de salir ese mismo día, me hicieron el encargo de dar el aviso respectivo a esta Soberana Convención.
El C. Frías
Pido la palabra, para una información extraordinaria.
Ciudadanos delegados:
El ciudadano Encargado del Poder Ejecutivo me ha honrado con la comisión de informar a la Soberana Asamblea lo siguiente: hoy en la mañana dio principio un asalto general concéntrico sobre la ciudad de México; todas las informaciones que hasta hace una hora y media ha recibido el propio funcionario son favorables a nuestra causa; todas ellas indican que el Ejército Libertador del Sur se está cubriendo de gloria en las goteras de la capital. (Bravos. Aplausos nutridos)
Se le informa que el combate se ha generalizado de un modo sangriento, y que, en todo el Valle de México, se escucha el más nutrido tiroteo a grandes distancias.
Hacia Chapultepec, éste es más intenso; todas las precauciones tácticas y estratégiCas del caso han sido tomadas, y se espera que, si algún revés sucede, porque todos los fracasos son posibles, teniendo en cuenta que todas las líneas de contraataque están tomadas perfectamente, se pueda resarcirse y volver a la carga. De suerte que se cuenta con refuerzos suficientes para volver a emprender el asalto, si fuere necesario; pero, hasta los momentos en que la información se me transmitió no había ningún temor de ello; las reservas están mandadas por los valientes generales De la O y Pacheco, quienes han asegurado el triunfo. (Bravos. Aplausos)
Conmueve profundamente al Encargado del Ejecutivo este informe, como me ha conmovido y nos conmueve a todos nosotros, y espera que la Convención se ponga a la altura del Ejército Libertador del Sur, que está dando el ejemplo de cómo se cumple con el deber. (Aplausos)
Espera, asimismo, cordialmente, que el espíritu de unión, de confraternidad y excelsitud de corazones no se desvanezca jamás, y que, hoy y siempre, todos los delegados juremos cumplir con nuestro deber, como están cumpliendo nuestros hermanos en el campo de batalla. (Voces: Bien. Bravos. Aplausos nutridos y prolongados)
El C. Casta
Pido la palabra.
Señores delegados:
sinceramente me ha impresionado la información que nos acaba de dar el señor delegado Frías por encargo de nuestro Presidente, Encargado del Poder Ejecutivo. Y me ha impresionado, no porque yo sea impresionable de momento, me ha impresionado porque no podía esperar del transcurso de los días otro resultado que éste.
El C. presidente
Señor licenciado Soto y Gama: suplico a usted tenga la bondad de venir a ocupar la Presidencia.
El C. Casta
(Continúa) Nosotros, a los que se nos titula delegados del Norte, no cónsideramos esa división. Al venir aquí, a esta Asamblea, lo hemos hecho con el objeto de unificarnos los del Norte y los del Sur y formar así un núcleo poderoso, un núcleo salvador de nuestra República. Por tal concepto, cuando se nos invitó a venir a Cuernavaca, muy raros fueron los delegados del Norte que se opusieron a ello.
¿Por qué? Porque considerábamos que en Cuernavaca, al lado de nuestros hermanos del Sur, tendríamos toda clase de garantías y, a decir verdad, señores, excepción hecha de muy pocos casos, hemos sido acogidos con verdadera benevolencia.
Los incidentes surgidos últimamente jamás han sido provocados por la idea de producir una división; lejos de ello, nuestra mente y nuestro ánimo han sido que la unión se consolide, que los trabajos de esta Convención sean encaminados exclusivamete a todo lo que procure el bienestar futuro de nuestra patria. Si en algunas veces hemos opinado en contra, si en ciertas ocasiones hemos sido duros, es porque consideramos que es debido ser duros en momentos tan apremiantes.
Desgraciadamente hay que lamentar que nuestras frases duras hayan sido en ocasiones mal interpretadas, y hasta hayan dado lugar a explicaciones que, en algunos casos, han hecho que el público o miembros del Ejército Libertador nos hayan considerado como enemigos de la causa; pero esto no es de tomarse en consideración, señores.
Exclusivamente vengo a exponer a ustedes, en virtud de la excitativa que hace nuestro Presidente de que nos pongamos a la altura de las circunstancias, que por lo mismo todos debemos hablar con el corazón en la mano, fuerte, duro, sin que nadie se ofenda; teniendo en cuenta exclusivamente que esa labor honrada de hablar claro es indudablemente la que nos llevará al éxito.
De seguro que a los grandes trabajos de esta Convención se deberán y se deben los triunfos, y se deberá, el día de mañana, nuestro bienestar.
Así, pues, señores delegados del Sur y del Norte, unámonos, una vez más, no hagamos caso de palabras; aquí estamos para cumplir con nuestro deber; de la puerta del teatro para allá somos hermanos y debemos estrecharnos en un fraternal abrazo.(Aplausos)
El C. Montaño
Señores delegados:
El informe que se acaba de escuchar en este recinto sagrado viene a justificar, una vez más, lo que os manifesté en la capital de la República, en el senó de esta Asamblea. Desde entonces prometí a todos vosotros que el Ejército Libertador del Sur cumpliria con su deber y estana a la altura del honor, a la altura que le corresponde, la cual ha conquistado defendiendo siempre la causa de la libertad y humillando en todo tiempo a los déspotas y a los personalistas.
Así es que, señores, cuando también en este recinto resuena mi voz para decir que el Ejército del Sur ha humillado a los caciques y a los déspotas, que ha pisoteado presidentes y ha humillado a los que han llamado militares del Colegio Militar, he tenido razón, y viene a justificar mi dicho esa información. Por otra parte, todos los del Sur (y eso lo habrán visto ustedes) siempre hemos tendido la mano de amigos a todos los revolucionarios de la República.
Señores: nosotros hemos procurado la concordia universal como la proclamó Morelos, como la proclamaremos en todo tiempo nosotros, porque de la unión de todos nuestros hermanos revolucionarios, porque de la unión de toda la República resultará seguramente la base en la cual haya de cimentarse el triunfo de los ideales del pueblo.
De suerte, señores, que yo tengo suma confianza en los dos genios que sintetizan la defensa nacional, la que se encuentra personificada en Villa, Zapata y sus dignisimos compañeros. (Aplausos)
Para los grandes luchadores del Norte, como para los grandes luchadores del Sur, siempre será muy pobre una epopeya, una estrofa de oro, para ensalzar sus glorias; porque, señores, no es que me cieguen en estos momentos el entusiasmo ni la pasión desbordante que se agita en nuestros pechos, hablo en justicia y la Historia vendrá a justificar lo que digo: si nuestros ejércitos y nuestros compañeros de armas en toda la República no encuentran una Iliada para ensalzar sus glorias, tendrán otra Ilíada más grande y noble, ésa se llama el alma del pueblo mexicano.
La vista de toda la República, la de todos los pueblos civilizados de la tierra y la de la misma Historia, está pendiente y fija en nosotros, y yo debo decir a todos ustedes, que siempre, en el seno de la Revolución del Sur, encontraréis firmeza de condiciones: no desconfieis ni por un momento de nuestra actitud, tened la seguridad de que, desde el momento en que os hemos acogido en nuestros brazos, tenemos la satisfacción de acoger a los revolucionarios de convicciones, muy alejados de la banderia personalista, y sí tremolando la bandera de los principios, donde está sintetizada la causa del pueblo, la causa de la Revolución, que no sintetiza la bandera personalista de Carranza, que no sintetiza la causa del retroceso, que no sintetiza la causa de los conservadores, que no sintetiza, señores, sino una cosa muy sagrada y muy alta, que indudablemente merecerá en todo tiempo los aplausos del pueblo, de la Historia y de todas las naciones civilizadas; y esa gloria consiste en que nuestra unión sea verdadera, en que nuestros ideales sean efectivos, en que nuestros propósitos no sean vanos; y así lo espero, señores delegados, de toda esta Honorable Convención; espero que todos hagamos los mayores esfuerzos, como hasta aquí, y que ni por un momento nos ocupemos de las personas, sino de los principios, y, trabajando con esfuerzo noble y levantado a fin de lograr la ruptura, para siempre, de las cadenas de la esclavitud y el aniquilamiento de los tiranos, como hasta aquí lo hemos hecho; de esa manera, señores delegados, encauzando nuestros propósitos, obtengamos de hoy, para siempre, las bendiciones del pueblo y las bendiciones de todos los hombres de la tierra. (Aplausos)
El C. presidente
Tiene la palabra el ciudadano Pérez Taylor. (Aplausos)
El C. Pérez Taylor
El triunfo militar de las armas del Ejército Libertador del Sur robustece y afirma, una vez más, la fe que los revolucionarios sanos tenemos en la Sóberana Convención Revolucionaria.
Nosotros, señores delegados, los que venimos estudiando detenidamente el movimiento social que sufre nuestra República, sigamos los principios más primordiales, las nociones más elementales de humanidad. y aun de conocimiento militares, que la Historia nos enseña, que no siempre triúnfan los ejércitos que tienen la fuerza bruta, que no siempre triunfan los individuos que se encubren con la túnica de púrpura de dictadores, sino que siempre, como nos lo enseña la República Romana, cuando luchaban aquellas dos facciones, una poderosa y grande por sus pertrechos de guerra, pero mezquina por sus pasiones, y la otra débil, pero llena de virtudes, al final de la contienda se Vio que no fue el triunfo para aquella facción perfectamente grande y fuerte, sino que el triunfo vino a coronar los ideales de aquella falange de hermanos que supieron derramar su sangre y que no tenían sobre su pecho otra coraza, ni otro emblema, que la virtud de ser conscientes de sus derechos de revolucionarios. (Aplausos)
En la República, en estos momentos, existe grande indecisión; aquellos mismos que en la época del señor Madero decían que ojalá y viniera Félix Díaz para resolver la cuestión, los mismos que en la época del felicismo decían que ojalá y viniera Huerta, los mismos que en la época del huertismo deseaban que viniera otro para definir la situación, los mismos que cuando el huertismo esperaban anhelantes, con los brazos abiertos, el triunfo de la causa revolucionaria, para decir que ellos salvarían la situación, los mismos que esperaban conceder laureles y entonar cantos de alabanza a don Venustiano Carranza, fueron los mismos que dijeron que ojalá y viniera Francisco Villa, porque era el único hombre que podría definir la situación, y los mismos que dijeron que sólo Zapata podría resolver la situación politica en que se hallaba la República, y vinieron todos aquellos hombres, y, sin embargo, la República siguió sus eternas agitaciones, y desfilaron los hombres que no tenían su conciencia individual de revolucionarios bien definida, pero que sí tenían en su pecho pasiones y mezquindades; hasta que al fin surgió la Soberana Convención Revolucionaria, donde no existen cantos a las personalidades ni respeto a los intereses creados; y sí nace una sincera manifestación de simpatía hacia el Ejército Libertador del Sur, que una vez más, empieza a cubrir sus espadas y sus rifles de gloria, de laureles y de cantos de epopeya, no es porque defiendan al general don Emiliano Zapata, sino porque defienden a un cuerpo colegiado, que tiene por lema: la Reforma, la Libertad, la Justicia y la Ley; y por eso, señores, han triunfado. (Aplausos)
Que este éxito sirva para robustecer, una vez más, la fe que tenemos nosotros en los momentos épicos de la Convención Revolucionaria, en estos momentos de vida o de muerte para nuestra República, en estos momentos, en que la riqueza nacional está perdida, y en estos momentos en que por todas partes los hombres tímidos se esconden y se alimentan de versiones y conjeturas, vamos a tener el único faro luminoso, vamos a tener nuestra mirada siempre firme en esta Convención Revolucionaria, y creedme, señores, y os lo digo como un vidente, que la Convención Revolucionaria será el único faro que en medio de esta tormenta, de este borrascoso mar, salvará los intereses sagrados del pueblo y de la República. (Aplausos nutridos)
El C. secretario
Se suplica al señor profesor Mesa y Salinas que pase a la plataforma.
El C. Mesa Salinas
Señores delegados:
Como representante del Sur, no podía menos que manifestar mi entusiasmo por las ideas tan brillantes que acaban de expresar los compañeros que me han precedido en el uso de la palabra.
Señores, yo he tenido siempre por convicción que las fuerzas naturales que rigen al Universo, son las que hacen nacer en nuestro cerebro la idea de caminar siempre adelante; de tal manera, que cuando alguien se aleja y no se convierte, en un verdadero recipiente de las leyes que nos rigen, ese ser está fuera del conjunto de seres que nosotros llamamos hombres. Tal sucedió con la administración pasada; flotó en una atmósfera de adulación, en un ambiente enteramente extraño a la misión que tenemos encomendada en este mundo, y tuvo que alejarse del fin que perseguimos los hombres; por eso hemos visto que en tiempos de la Reforma, las ideas sublimes que tienden al progreso de los pueblos fueron a radicar en el cerebro de un pobre indio, porque ése, lejos de todo lo que le desviara de su misión, pudo necesariamente concebir con pureza las leyes que están destinadas a guiamos al perfeccionamiento.
Hoy pasa entre nosotros lo mismo; todos los hombres acaudalados, todos los que, al lado de ellos sirven, todos los que buscaban el progreso por medio de la opulencia, tuvieron que alejarse de los destinos de nuestra Patria, necesariamente; entonces vino el indio, el hombre perfectamente desvalido, a ser el depositario de esa ley divina, la ley inmutable del progreso.
De suerte, señores, que yo quiero manifestar mi entusiasmo, y así notaréis que si en Guerrero existe mucha pobreza en sus habitantes, también existe mucha nobleza en su corazón, y están identificados en esos ideales sublimes de cordialidad que esta Asamblea acaba de hacer notar en este momento.
Por eso pido que todos hagamos todo lo que nos sea posible para salvar a la Patria, esforzándonos en lograrlo, ya sea con nuestra palabra o con nuestro ejemplo, a fin Que podamos hacer que todos los mexicanos se unan en un mismo pensamiento y podamos llegar así al mismo fin que perseguimos. (Aplausos)
El C. secretario Palacios Moreno
La Mesa, para concluir él incidente, manifiesta a los señores delegados, y al pueblo, que ha estado a la altura. de las circunstancias la Convención, Hoy se pidió al señor Encargado del Ejecutivo, el Manifiesto-Programa, que se había redactado por lá Convención en Aguascalientes, el cual dice lo siguiente:
MANIFIESTO A LA NACION
Cuando el pueblo se lanzó a las armas el 20 de noviembre de 1910, lo hizo inspirado en profundas necesidades sociales, que lo agitaron intensamente, y lo impulsaron hacia la realización de ideales que no podía definir con precisión, y que no sabía encauzar, ya que significaban una transformación completa del régimen antiguo, anquilosado en la dictadura porfiriana; y así, instintiva, ciegamente, con el ardor de una necesidad nueva que debía satisfacer, luchó con denuedo, adoptando por bandera una fórmula política, que en sí misma no contenía ni podía contener todo el fenómeno social que debería realizarse, pero que sí era suficiente para provocar y desencadenar el movimiento revolucionario.
Y, como todo progreso, como toda transformación, como todo movimiento evolutivo, encontró obstáculos naturales para su completo y rápido desarrollo, y tuvo que proceder por etapas, pausadamente, tropezando con la resistencia de los viejos elementos, que se defendían desesperadamente, agotando sus últimos alientos de vida; pero al mismo tiempo fue definiendo sus tendencias, precisando sus ideales, fijando sus necesidades imprescindibles e impuso su realización práctica, por la ejecución de actos revolucionarios, que hoy deben sancionarse por medio de leyes innovadoras y atrevidas, que sean la expresión oficial y concreta de uaa organización que ha de surgir con toda la pureza que reclaman esos ideales y esas tendencias, y con la conciencia plena de que para consumar la obra revolucionaria, habrá que destrozar decididamente las viejas fórmulas y las antiguas leyes, constituyendo la sociedad sobre nuevas bases y evitando a todo trance, que el respeto reverencial y ceremonioso a las pasadas instituciones, ocasione un nuevo y definitivo entorpecimiento de la obra revolucionaria.
Inspirada en los anteriores conceptos, la Revolución ha creado esta Convención, que deberá ser la generadora de las nuevas instituciones, evitando hasta donde fuera posible confiar esta obra a los congresos constitucionales, que por rutinarios y formulistas, ahogarían indudablemente la obra revolucionaria en la embarazosa trama de su enredada tramitación.
La Revolución tenía necesidad de otro órgano más congruente, con sus exigencias inmediatas para definirse, y ese órgano lo encontró de un modo natural y producido por el medio mismo en el conjunto de los principales jefes revolucionarios, o sea, de los hombres que por su radicalismo y por sus hechos, más elocuentes que todas las declaraciones de principios, se habían hecho acreedores a la confianza del pueblo armado, que al elegirlos por caudillos, los erigía de hecho, en los genuinos representantes de la idea y de la práctica revolucionarias.
La Convención de los representantes del pueblo armado, debía, en consecuencia asumir, lógica y socialmente, y de hecho asumió, la soberanía, toda vez que ésta en los tiempos anormales reside en el pueblo levantado en armas, en la masa de la población que reacciona contra la tiranía y que rompe con los viejos moldes insuficientes para contener las nuevas necesidades nacionales. Y así como en tiempos de paz la soberanía se ejerce por medio de los diputados electos tranquilamente en los comicios, así también en las épocas anormales, de profunda conmoción social y política, cuando las instituciones vacilan y se derrumban, la soberanía la ejerce el pueblo en los campos de batalla y, terminada la lucha, acude a sus caudillos, quienes se convierten en sus legisladores, es decir, en los creadores de la nueva legalidad, y en los organizadores de la nueva situación social emanada de la Revolución.
Todas estas razones, y la notoria incapacidad política del ciudadano Venustiano Carranza, para mantener la unidad revolucionaria, son la causa y la explicación de esta Convención y de sus acuerdos, porque si bien es cierto que en el Plan de Guadalupe, un grupo revolucionario en el cual no estaba representada la mayoría de los elementos de este orden, confirió la jefatura accidental del ejército a dicho ciudadano, también lo es que ese mandato estaba muy lejos de ser irrevocable, y que las dificultades habidas entre el señor Carranza con la División del Norte y con el Ejército Libertador, eran un motivo bastante poderoso para separarlo del Poder Ejecutivo, y para buscar, en vez de la solución inadecuada del Plan de Guadalupe, una nueva y más eficaz fórmula de unión, consistente en el nombramiento de un presidente electo con la aprobación de todas las facciones, y sostenido por el concurso de todos los revolucionarios de principios.
La Convención, al elegir un nuevo Encargado del Poder Ejecutivo, le ha dado el carácter de verdadero Presidente, ya que era peligroso e indebido el establecimiento de un Gobierno Militar, confiado a la autoridad arbitraria y sin freno del Primer Jefe; pero esta designación de Primer Magistrado coloca también a la Convención en el caso de tener que definir, aunque sea en síntesis, los principios y las tendencias revolucionarias.
La Revolución representada por la Convención se propone obtener como cuestión preferente y previa, la desocupación del territorio nacional por las fuerzas norteamericanas, haciendo todas las gestiones necesarias para ello, dentro de la diplomacia y decoro nacionales, y subsecuentemente, como programa mínimo:
Primero: Destruir el latifundismo, desamortizando la gran propiedad rural y repartiéndola entre la población que hace producir la tierra con su esfuerzo individual.
Segundo: Devolver a los pueblos los ejidos de que fueron despojados durante las pasadas dictaduras.
Tercero: Castigar a los enemigos de la Revolución, por medio de la confiscación de sus bienes.
Cuarto: Realizar la independencia de los Municipios, sobre la base de una amplia libertad de acción que les permita atender debidamente los intereses comunales y preservarlos de las usurpaciones y ataques de los Gobiernos Federal y local.
Quinto: Restringir las facultades del Poder Ejecutivo de la Federación y de los Estados, y para ello adoptar el parlamentarismo en forma adecuada a las especiales condiciones del país.
Sexto: Hacer efectivas las responsabilidades en que incurran los funcionarios públicos que falten al cumplimiento de sus obligaciones (expidiendo las leyes necesarias para definirlas y para establecer de un modo preciso las relaciones que deben existir entre esos funcionarios y el pueblo).
Séptimo: Reorganizar sobre nuevas bases el Poder Judicial, para obtener la independencia, aptitud y responsabilidad efectiva de sus funcionarios.
Octavo: Formular las reformas que reclama con urgencia el derecho común, adaptándolo a las necesidades sociales y económicas del país, derogando sus formulismos tradicional e innecesario, así como su embarazosa tramitación, y expidiendo los nuevos Códigos que sean necesarios para que resulte expedita y oportuna la administración de justicia, a fin de evitar que en ella encuentre una defensa inexpugnable el contratante de mala fe.
Noveno: Atender a las necesidades de instrucción que reclaman nuestras clases trabajadoras, sin omitir para ello ningún sacrificio.
En suma, la finalidad política de la Nación es:
Adoptar todas las medidas que garanticen la libertad humana e impidan el establecimiento de una nueva dictadura, a la que tan propensos han sido siempre los Encargados del Poder Ejecutivo que se han sucedido en el curso de nuestra historia; y su finalidad económico-social consiste en destruir el desequilibrio hoy existente entre las diversas clases sociales, ahítas de privilegios unas de ellas, y carentes de lo más indispensable otras, que forman, por cierto, la mayoría de la población.
Estas tendencias quedarán precisadas, detalladas y ampliadas en el Programa de Gobierno que esta Convención se propone discutir en sus próximas sesiones, una vez resueltas las dificultades políticas provocadas por los que no han querido acatar las disposiciones de ella, y a esas tendencias y a ese Programa deberá ajustarse el Presidente Provisional de la República, que ha protestado cumplir y hacer cumplir todas las disposiciones que de dicha Convención emanen.
Por tanto, exhortamos al pueblo a colaborar con la Convención y a sostener al Gobierno de ella emanado, por la fuerza de las armas, si fuere preciso, supuesto que dicha Convención se propone, por conducto de ese Gobierno, realizar los ideales de la Revolución y satisfacer las necesidades nacionales, organizando el nuevo régimen sobre la base de los principios proclamados como bandera de redención por el pueblo mexicano.
Conciudadanos:
Seguid a la Convención, con esfuerzo, con firmeza, con verdadera fe, porque de la realización de sus ideales, depende el mejoramiento definitivo de las clases trabajadoras, el equilibrio económico del país y el destierro efectivo y para siempre, de todas las dictaduras.
Aguascalientes, Ags., noviembre 14 de 1914.
R. González Garza.
J. I. Lugo.
J. Gutiérrez de Lara.
Martín Espinosa.
(Rúbricas.)
Este manifiesto-programa fue hecho el 14 de noviembre de 1914, en Aguascalientes, y está firmado por los señores Roque González Garza, Gutiérrez de Lara, Martín Espinosa y José I. Lugo.El objeto de leer este manifiesto, es poner de relieve los trabajos de la Convención, para que se vea que fueron anteriores a los de Venustiano Carranza, que acaba de lanzar un programa que evidentemente tiene una importancia histórica posterior al que ya obraba en el seno de la Comisión respectiva de esta Soberana Convención.
El C. Piña
Pido la palabra, para una moción.
Creo oportuno, señores delegados, que ese manifiesto-programa, que ya conocía el que habla, pase desde luego a una Comisión, para que nos presente dictamen, pues una vez que ya en ese programa están sintetizadas las aspiraciones, las tendencias de la Revolución, haciendo nuestro el referido manifiesto-programa, desde luego podría lanzarse a la publicidad y así definir de una vez por todas, cuáles son nuestras tendencias y cuáles son nuestros ideales.
Suplico, pues, respetuosamente al señor presidente, que si considera digna de tomarse en consideración mi moción, la someta a la deliberación de la Asamblea.
El C. secretario
La Mesa informa al señor Piña que, por la prisa en dar lectura al documento, omitió leer el oficio en que se remitió el mencionado Programa, que dice así:
Con referencia a la atenta comunicación de esa Secretaría, fechada el día de hoy, me es satisfactorio enviar adjunto el original del manifiesto-programa de que se trató en Aguascalientes, y que se sirven pedirme.
Al dejar cumplidos sus deseos, me es grato reiterar a ustedes las seguridades de mi consideración más atenta.
Constitución y Reformas.Cuernavaca, Mor., febrero 11 de 1915.
El presidente de la Soberana Convención, Encargado del Poder Ejecutivo.
R. González Garza.
El trámite de la Mesa fue: a la Comisión de Programa, y el señor presidente de la Mesa ruega a los señores que forman la Comisión de Programa, que se reúnan en el salón de sesiones de la propia Convención, para estudiar este importantísimo asunto.