Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesSesión del 12 de febrero de 1915 Sesión del 13 de febrero de 1915Biblioteca Virtual Antorcha

CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA

Compilador: Florencio Barrera Fuentes

JUNTA PREVIA DEL 13 DE FEBRERO DE 1915 CELEBRADA EN CUERNAVACA, MORELOS

Presidencia del C. Delegado Otilio Montaño


SUMARIO

Lectura y aprobación del acta de la Junta Previa anterior.- Dictámenes de la Comisión Revisora de Credenciales, que consultan se aprueben las credenciales expedidas por los ciudadanos generales Manuel F. Vega y J. M. Bonilla.- Se cierra la sesión de la Junta Previa y se abre la Plena.- Lectura y aprobación del acta de la sesión anterior.- Oficios del ciudadano Presidente Municipal del Distrito de Cuernavaca.- Dictámenes: de la Comisión de Guerra, que consulta no es de darse curso a la solicitud de los vecinos de San Miguel de Allende; de la misma Comisión de Guerra, relativo a la instancia presentada por el ciudadano Genaro Palacios Moreno de la misma Comisión, que consulta se conceda una pensión a la señora Eduwiges Castellanos, viuda del capitán segundo de caballería Agustín Amador.- Orden del día.

Lista, ciudadano Reynaldo Lecona.

Presidencia del ciudadano Otilio Montaño.

Cuenta, ciudadano Reynaldo Lecona.

El C. presidente

Se abre la sesión de la junta previa.

El C. secretario

Acta de la sesión anterior. (Leyó)

Está a discusión la presente acta.

¿No hay quién haga uso de la palabra?

En votación económica se pregunta si se aprueba.

Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Aprobada.

Comisión Revisora de Credenciales. III. Proposición.

La Comisión Revisora de Credenciales, que subscribe, tiene la honra de someter a la deliberación de esta Honorable Asamblea, las siguientes proposiciones:

3a. Es de aprobarse la credencial expedida por el ciudadano general Manuel F. Vega, en favor del ciudadano capitán primero Fernando Martínez del Campo.

Sala de Comisiones de la Soberana Convención Revolucionaria, en Cuernavaca a 9 de febrero de 1915.
O. E. Montaño (rúbrica).

Es relativo a la credencial expedida por el general Manuel F. Vega, en favor del capitán primero Fernando Martínez del Campo. ¿Está presente el señor Martínez del Campo? Tiene usted la palabra para informar respecto de su personalidad.

El C. Martínez del Campo

El 13 de agosto estuve a las órdenes del general Banderas, en los combates librados en Xochimilco, San Mateo y Topilejo; después estuve a las órdenes del señor general Serratos, quien me comisionó en Cuernavaca. Esto es todo lo que tengo que decir respecto de mi personalidad, y no quiero hacer un elogio de mi vida, porque comprendo que estos momentos son más necesarios para los asuntos de la Convención, que para discutir mi personalidad. Yo creo que algunos de los compañeros que hay aquí pueden dar algunos informes de mi vida revolucionaria, y si alguno de los señores delegados tiene duda de mi persona, yo le suplico que tenga la bondad de levantarse, para que los demás compañeros que me conocen, se sirvan desvanecer la mala impresión que le pueda haber causado.

El C. secretario

Continúa la discusión.

El C. Piña

¿A quién representa?

El C. secretario

Al general Manuel F. Vega, que, como fue a la línea de fuego, manda como representante a este señor.

Continúa la discusión.

En votación económica se pregunta si se considera suficientemente discutida esta credencial.

Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Suficientemente discutida. Se recoge la votación del dictamen, que dice: (Leyó la proposición)

Los que aprueben, sírvanse ponerse de pie.

Aprobado.

En seguida se dio lectura al siguiente dictamen:

Comisión Revisora de Credenciales.

La Comisión Revisora de Credenciales que subscribe, tiene la honra de someter a la ilustrada deliberación de esta Asamblea, la siguiente proposición:

Es de aprobarse la credencial expedida por el ciudadano general J. M. Bonilla, en favor del ciudadano coronel Enrique E. Téllez, y la que el general E. S. Villa expidió en favor del ciudadano Juan Herrera Ponce.

Sala de Sesiones de la Soberana Convención Revolucionaria.
Cuernavaca, Mor., febrero 12 de 1915.
Otilio E. Montaño (rúbrica).

Está a discusión la primera, es decir, la expedida en favor del señor Téllez.

¿Está el señor coronel Téllez?

Tiene usted la palabra para informar respecto de su personalidad.

El C. Téllez

Señores delegados:

La personalidad del señor general Bonilla a quien tengo el honor de representar, creo que será perfectamente conocida, tanto de los dignos representantes de Sonora, como de los señores de la División del Norte, y también de mis hermanos del Sur, aupuesto que sus hechos de armas han sido del dominio público.

Los combates más conocidos que ha tenido, y de esto hago reminiscencia por si algunas personas que han estado fuera de donde se ha dado la noticia no lo supieren -y en uno de los principales estuve yo con él- fueron en el Estado de Puebla, en Ajalpan; en el Estado de Oaxaca, Silacayoapan, Huajuapan de León, Tehuacán, Almolonga, Chietla, Colón y la toma de Puebla.

Su conducta, como revolucionario, ha merecido el elogio de los generales con quienes ha operado, más bien, con quienes ha andado operando, que son los señores generales Mendoza, Amador Salazar, del Sur; Paniagua, del Sur; hoy en la actualidad, se encuentra en la línea de fuego a las órdenes del señor general Banderas.

Respecto a mi personalidad, debo decir a ustedes, que soy profesor normalista; nací en el Estado de Puebla, allí hice mi carrera, y obtuve mi título de normalista. Me tocó la fortuna de haber servido, luego que salí de la Escuela Normal, en la Escuela del Hospicio, escuela de desheredados, donde se encontraban los verdaderos hijos del pueblo. La prueba escrita de mi examen profesional, o sea mi tesis, versó sobre las necesidades de corregir los defectos que existen en la sociedad debido a los malos cuidados de los padres para con sus hijos, para auxiliarlos hasta donde fuera posible o hasta donde lo permitieran los alcances que mi inteligencia me inspiraba, a fin de que los gobiernos mejoraran la clase desheredada, fundando instituciones de Beneficencia que correspondieran a las aspiraciones de la sociedad.

Más tarde, inspirado por las promesas del Plan de Ayala, me lancé a la Revolución, y debo decir a ustedes, señores delegados, porque no quiero sorprender a nadie, que anduve en el Norte a las órdenes del general Marcelo Caraveo; después me separé de él y viene al Estado de Puebla, donde estuve a las órdenes de diversos jefes revolucionarios; y entonces fue cuando conocí al señor general Bonilla, y me uní a él; porque era una persona honrada, valiente y digna de todo aprecio. Eso es lo que debo decir respecto a mi persona. Creo que esta Soberana Convención está perfectamente representada con todos los valiosos elementos del Norte y del Sur. Tengo algunos estudios hechos sobre el mejoramiento de la raza indígena, y sobre el problema educativo de nuestro país; eso fue lo que me hizo venir aquí para saber si era aceptado o no, en esta Soberana Convención. No crean ustedes que tengo interés alguno en querer figurar al lado de personas tan dignas como son ustedes; no deseo más que servirles en caso de que me acepten, como una ayuda, en la parte que yo conozco. Hice un estudio especial de Sociología en el Colegio del Estado de Puebla, y a eso se debe que haya visto que en nuestro país se hace necesario, para que exista la verdadera democracia, educar a nuestro pueblo, pues nada se podrá lograr mientras las masas humildes sigan en la ignorancia en que se encuentran.

El C. Osterman

Eso es pura historia.

El C. presidente

La Mesa suplica al señor delegado se concrete únicamente a su vida como revolucionario.

El C. Téllez

Pues son los únicos hechos de armas que yo conozco.

El C. secretario

Continúa la discusión.

El C. Luis Valle

Pido la palabra para apoyar lo que acaba de decir el señor coronel Téllez.

Cuando yo cursaba los años profesionales en el Colegio Normal, allí tuve como profesor al señor Téllez, allí le conocí sus ideas más o menos; pero como yo entonces no estaba dispuesto, por circunstancias especiales, a lanzarme a la lucha armada, lo hice hasta después que él me indicó que hiciéramos cierto estudio, cierto plan, y yo le dije que nos lanzáramos, habiendo sido él y yo unos de los que formamos el complot que fue descubierto en La Malinche, donde se encontraban el doctor Cepeda, el señor Ledezma y otros compañeros. En seguida, en el Estado de Oaxaca caímos prisioneros; después me encontré con él, y como siguiéramos en las mismas circunstancias, era preciso que nos marcháramos a la Revolución, y podía llevarse a efecto el levantamiento en el Estado de Oaxaca; allá nos fuimos, y mucho temimos, en aquel tiempo, que hubiera fracasado nuestro movimiento.

El C. Liñeiro

Pido la palabra, para hacer una interpelación al presunto señor delegado.

¿Tuviera usted la bondad de decirme en qué época militó usted en las filas del orozquismo, y cuál fue su actitud después del cuartelazo dado por Huerta, hasta la fecha?

El C. Téllez

Señor, luego que se levantó el señor Orozco secundé el movimiento; después, cuando reconoció al Gobierno de Huerta ...

El C. Piña

¿Cómo dice?

El C. Téllez

Yo secundé el movimiento de Orozco.

El C. Piña

Muy bien.

El C. Téllez

Después, cuando reconoció al Gobierno de Huerta, fui el primero en decir que no era el cuartelazo de Huerta por el que se habían muerto tantos hombres en los combates de Rellano y de Bachimba; que nosotros nos habíamos levantado en armas por una causa noble y santa, y no por una personalidad; y entonces me mandó a la Penitenciaría con cuarenta soldados. Debo decir a ustedes, aunque no es del caso, que ese movimiento arrastró también a un hombre del Norte, honrado y que era uno de los mejores elementos: el general Marcelo Caraveo.

Yo creo, señores, que el hablar claro no quiere decir que trate de sorprender a nadie, sino que manifiesto mi deseo de decir a ustedes la verdad, ya que hay en el seno de esta Asamblea muchos señores de la División del Norte y ellos deben saber esto mejor que yo.

El C. Liñeiro

Todavía la interpelación ha quedado en pie, porque el presunto delegado no ha contestado cuál ha sido su actitud después del cuartelazo a la fecha.

Nos dijo que había estado en la cárcel y nada más. Durante el tiempo que Huerta estuvo en el poder, ¿qué actitud observó usted?

El C. Téllez

No me metí en nada. Después he servido como empleado a las órdenes de Marcelo Caraveo; pero no como soldado. (Siseos)

Un momento. Como prueba de que no he servido como soldado, pueden ustedes preguntarle a quien gusten,y verán cómo he sido empleado particular del señor Caraveo. (Voces: Entonces, ¿cómo es usted coronel?)

El C. Téllez

Y después quise por completo desligarme de él. Voy a ser franco.

Serví en las filas del orozquismo por temor a que me asesinara Orozco; estuve con él, y algunos días después que hubo comunicación, me separé de él.

El C. Liñeiro

Continúo todavía, señor presidente.

El señor presunto delegado nos ha hablado de que continuó siendo después de la fecha del cuartelazo un empleado particular del general Marcelo Caraveo, pero nada nos ha dicho de los méritos que tenga para ostentar el grado de coronel, a que acaba de aludir en una de sus peroraciones, y yo desearía que estos puntos quedaran perfectamente esclarecidos.

El C. Valle

Yo no sé si el señor ha dejado pasar inadvertido lo que ha dicho el señor coronel Téllez; pero ya dije que llegamos por primera y segunda vez a Chietla, Matamoros y Tlaxco y de ese rumbo, últimamente fuimos a la toma de Puebla. Yo no sé si se han dejado pasar inadvertidos esos hechos de armas; pero debe tenerse en cuenta que si un revolucionario debe serlo desde el principio, entonces, quizás, muchos no lo son.

El C. Liñeiro

¿En qué fecha tuvieron verificativo esos hechos de armas, en qué tiempo?

El C. Valle

Voy a decirle que esos hechos de armas son desde el mes de agosto del año pasado.

El C. Quevedo

Pido la palabra para hacer una interpelación al presunto delegado.

Me hace favor el señor presunto delegado de decirme, ¿con qué fecha se dio de alta en el ejército orozquista, y con qué grado?

Hágame favor de que su contestación sea concreta, porque voy a hacerle varias preguntas.

El C. Téllez

No puedo decir la fecha, porque no la recuerdo.

El C. Quevedo

¿En qué fecha obtuvo usted su grado de coronel?

El C. Téllez

Desde los combates de Almolonga, a fines del año pasado.

El C. Quevedo

¿Qué grado tenía usted en la época del orozquismo, o qué empleo tenía cuando servia a Caraveo?

El C. Téllez

Era yo mayor; ese grado era el que tenía cuando me levanté como revolucionario, la Junta Revolucionaria me lo ratificó y con ese mismo grado estuve después en los combates de Ajalpan, Silacayoapan y Huajuapan, después me ascendieron a teniente coronel, y después de nueve o diez combates en Tehuacán y Todos Santos, en Almolonga tuve el honor de pelear al lado del señor general Lucio Bravo, donde derrotamos al enemigo. Yo creo que tal vez por mi cobardía tuvieron a bien ascenderme aquellos jefes a coronel.

El C. Quevedo

¿Cuál era el empleo particular que tenía usted cerca del señor Caraveo, después de la traición de Huerta?

El C. Téllez

El que yo tenía era de escribiente. (Murmullos)

El C. Quevedo

¿El señor Marcelo Caraveo, no sirvió al general Huerta?

El C. Téllez

Sí, señor.

El C. Quevedo

Entonces, usted servía al general Huerta y no debe tener cabida en esta Asamblea. (Aplausos)

Los CC. Samper, González Cordero, Castellanos, Piña, Liñeiro, Sergio Pasuengo

Pido la palabra.

El C. presidente

Suplico a los señores delegados que deseen hacer uso de la palabra, en pro o en contra, pasen a inscribirse. (Se inscriben varios señores delegados)

El C. Valle

Pido la palabra, en pro

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Castellanos.

La Mesa indica a los señores oradores que los señores taquígrafos no perciben sus discursos y me indican les suplique que pasen al foro para que puedan percibir lo que hablan.

El C. Castellanos

Suplico a la Mesa me excluya a mí de eso, por estar cerca de la mesa de los señores taquígrafos.

Compañeros:

Una vez más, se nos presenta aquí el problema que no debíamos discutir, y que creo no lo discutiremos. Son tan claros y tan numerosos, por decirlo así, los cargos que se hacen al señor presunto delegado, que está por demás el que nosotros averigüemos si es o no conveniente que venga al seno de esta Soberana Convención.

El señor Téllez, seguramente por un rasgo de honradez o de temor quizás, nos ha confesado paladinamente, que él sirvió al orozquismo, es decir, él trata de representar a la avanzada de la primera revolución de los reaccionarios, de los que realmente se deben llamar reaccionarios. No se vaya a creer, como se nos ha dicho, que somos nosotros los reaccionarios del Norte, sino que me refiero a los reaccionarios del porfirismo, del huertismo y otras cabezas más que hay en el grupo llamado reaccionario.

No obstante que al señor Caraveo, por los informes que yo he recibido en el Norte, puede considerársele como un hombre honrado, cometió el gravísimo error de ponerse bajo las órdenes de un gobierno que seguramente podía haber obtenido mucho de lo que él había prometido; pero no obstante, engañó cuando el general Huerta dio el cuartelazo, y realmente no había que escoger. Si el señor Madero, con su gran honradez, con su gran valor, con su gran amor al pueblo, no pudo llevar a la práctica todos los ideales que él trajo, no veo yo absolutamente la razón, no veo el fundamento que hayan tenido los que se levantaron engañados por el orozquismo, para secundar a Huerta. El orozquismo nos dijo que venía a exigir responsabilidades que tenía el señor Madero; pero no se le exigieron en la forma debida. Nosotros hemos visto, por ejemplo, la actitud que observaron los señores zapatistas, después del cuartelazo; no reconocieron a Huerta, porque si el señor Madero no trató de cumplir lo que ofreció, menos los huertistas; y por esa misma razón no debían tampoco haber reconocido al orozquismo; pero lejos de ello, me parece que al día siguiente ya estaban de acuerdo, y lo que hizo Orozco fue sólo una farsa; y digo una farsa, porque no es cierto que haya habido tantos muertos como se asegura; aquí hay muchos testigos que nos pueden decir si realmente se derramó tanta sangre, o si no fue más que un simulacro o algo asi; hay pruebas de todo eso. Desde entonces el general Huerta preparó el cuartelazo, y estaba en connivencia con el orozquismo, y si no lo hizo luego, fue porque había allí una cantidad de elementos honrados y buenos; y ojalá que lo hubiera intentado entonces, porque hubiera desaparecido el huertismo.

De manera que no se nos venga a decir que en Bachimba se derramó tanta sangre; no, señor, alli no hubo otra cosa, más que pura infidencia y pura traición; esa es la verdad. (Aplausos)

No me aparto, señores, de que pudo haber elementos honrados, porque bien pudo haberlos; pero si algún elemento honrado hubo, vemos que ya estaba inoculado; allí tenemos al general José Isabel Robles, que se separó del orozquismo, y que, figurando en la División del Norte como un elemento principal, ya estaba inoculado; que militando en la División del Norte era un elemento de respeto, pero ya se había sembrado en él la mala semilla, que en México vino a fructificar, y dio el resultado que ha dado, es decir, traicionó otra vez a la Revolución el citado general Robles, para quien todos teníamos respeto.

Yo creo que si somos radicales, debemos serlo hoy, más que nunca; el radicalismo nos llevará al triunfo o a la muerte; pero con la frente muy alta, y siempre queriendo cumplir con nuestro deber. (Aplausos)

Aceptar al señor presunto delegado, sería tanto como justificar a todos los traidores, a todos los reaccionarios; es decir, volver a lo mismo, a lo que el general Ahnanza, otro de los traidores, nos dijo en México: que vinieran a luchar todos juntos, que aquí no se les pondrían barreras. No, señores, los reaccionarios nunca podrán tener los ideales que nosotros tenemos, nunca podrán estar colocados al lado de la clase desvalida, nunca podrán caminar con honradez y con sinceridad; no busquemos otro pretexto más, no inoculemos, una vez más, ese virus que puede corromper a espíritus débiles; no metamos entre nosotros elementos de discordia, no nos hagamos acreedores a que más tarde nos digan: ustedes, con ese radicalismo tan decantado, aceptaron elementos que pelearon contra Madero, contra la Revolución, y los llevaron a la Representación del Pueblo, que lucha por tener las libertades y los derechos que le corresponden.

El señor Téllez estuvo a las órdenes de Orozco y contra Madero, y después estuvo a las órdenes de Huerta; y a todo aquel individuo que haya tomado las armas en la época de Huerta, en contra de la Revolución, siempre lo rechazaré y estaré en contra de que se le admita en el seno de esta Asamblea, ni me sentaré jamás a su lado, porque no debe estar entre nosotros, porque ninguno de nosotros debe estar sentado al lado de traidores. (Aplausos)

No le hago cargos concretos al señor, no tengo el honor de conocerlo; pero el solo hecho de que diga que él vino a la Revolución cuando había caído el huertismo, cuando ya estaba la mesa puesta, como dice el general Villa, cuando ya nada más venían a tomar el chocolate, no lo debemos tolerar; y como a eso vino el señor, no lo debemos aceptar, ni mucho menos como coronel, ¿qué, un coronel se hace en ocho días? Eso es insultante para los militares que están aquí. Yo creo que muchos militares no se sentirán honrados en tener las tres estrellas que tiene el señor Téllez, sino que verán en él a uno de tantos que se nos ha querido mandar aquí, uno de tantos advenedizos que sólo procurarán venir a poner obstáculos a la marcha de esta Soberana Convención.

Por consiguiente, con la honradez de que soy capaz, y que ustedes me puedan conceder, pido que le demos un voto de desaprobación a su credencial, y que no perdamos más el tiempo discutiéndola. (Aplausos)

El C. presidente

Tiene la palabra el presunto delegado.

El C. Téllez

No me desalientan las ofensas que me hace el señor delegado que acaba de hablar, porque no busco, ni he buscado nunca, el aplauso de nadie, sino sólo cumplir con mi deber, como hombre honrado.

El C. Piña

Sí, como Caraveo.

El C. Téllez

Todos mis hermanos del Sur, con quienes he luchado han aprobado mi trabajo, bueno o malo, y ellos son los que me han ascendido; no he propuesto yo que me asciendan; ellos son los que me aceptaron, y me llama mucho la atención, que por el sólo hecho de haber peleado contra el señor Madero, como pelearon todos los hijos del Sur, y todos los sostenedores del Plan de Ayala, venga el señor a decirnos que somos traidores. (Voces: No; por servir a Huerta)

Repito a ustedes que yo no serví al general Huerta. (Voces: sí, sí)

Señores:

¡Fórmense ustedes el concepto que quieran de mí, y acéptenme o no en el seno de su agrupación, pero no quiero que crean que he venido a sorprenderlos, ni a venirme a meter a esta Asamblea, como un elemento malsano, nunca! Si esas hubieran sido mis intenciones, jamás les habría dicho la verdad, sino que les habría dicho que no había trabajado a las órdenes del general Caraveo.

El orozquismo, dice el señor, que no fue más que la reacción; no, señor; que haya habido elementos reaccionarios, que haya habido elementos malos, en todas las revoluciones los hay; pero los que nos levantamos, los que abandonamos nuestros hogares y luchamos por el pueblo, no éramos reaccionarios, y mucho menos puedo aceptar que un maestro de escuela haya sido reaccionario. (Murmullos)

No niego, ni por un momento, que no haya habido malos elementos; sí, señor, los hubo; pero el señor hiere a todos los que pelearon contra el señor Madero. (Voces: No, no)

El C. Castellanos

La prueba es que estamos aquí con los zapatistas.

El C. Téllez

Pero yo no he servido a Huerta; no he sido huertista. (Voces: ¿cómo no?)

Si lo hubiera sido, lo hubiera dicho; pero digo que no; desde que vine he sido bastante honrado, y todos los señores del Sur que me conocen, han visto que digo la verdad; no tenía para qué haberlo negado, no habría motivo para ocultárselo a ustedes.

El señor coronel Soto y Gama, dijo que muchos de los que sirvieron estaban equivocados, pero yo les digo, que no he servido a Huerta.

Señores:

Yo no fui huertista, yo he servido a la Revolución. Después, cuando no se nos cumplió lo que se nos había ofrecido, he protestado, y tengo testigos, delante de los cuales puedo decir cuál fue la contestación que me dio Orozco cuando le exigí el cumplimiento del Plan por el que nos habíamos levantado en armas.

Si traidores hubiéramos sido o reaccionarios, no habríamos venido a luchar como lo hicimos; no merecemos que se nos diga que venimos, cuando la mesa está ya puesta, a tomar el chocolate; pregúntenle al señor general Paniagua, al señor general Vega, a todos los del Estado de Guerrero, qué buen chocolate hemos tomado; pregúntenles ustedes cuánto dinero tuvimos y lo que nos ha dado la Revolución; a ver si allí hubo emisiones y emisiones de papel moneda, para tomar chocolate; todos andábamos cubiertos de harapos, muertos de hambre, y así peleábamos para ir a tomar chocolate; esa fue nuestra conducta como revolucionarios, así hemos defendido la Revolución, ya verán ustedes si estaba la mesa puesta.

El C. Marines

Al contestar usted a las preguntas que se le hacen, debe hablar en concreto. Usted no somos nosotros. Según la gramática sólo las altas personalidades tienen derecho a decir nos, y no dicen nosotros, sino nos; y como se trata de implantar la democracia, debe usted decir yo y no nosotros, porque absolutamente nadie, llámese presidente o como se llame, tiene derecho de hablar, ni lo tendrá jamás, por un grupo, como se ha acostumbrado hacer aquí.

El C. Téllez

Pues yo, señores, debo decir que esa fue la mesa servida que vine a encontrar, y ya lo dije, pongo de testigos a todos los luchadores del Estado de Guerrero, para que digan en qué condiciones andábamos y si alguna vez hemos sido mercenarios o traidores; si hubiéramos estado al lado de ellos, hubiéramos hecho algo, porque allí se pagaba con papel moneda; mientras que a nosotros no nos daban nada; si acaso tortillas y agua, cuando había agua para lavar la ropa. Así estuvimos nosotros, y eso fue lo que tuvimos como revolucionarios. Que no se venga a sorprender a los señores delegados con decirles que nada más venimos a la mesa servida.

El C. Quevedo

Pido la palabra, para una aclaración.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Quevedo.

El C. Quevedo

Con objeto de que se encaucen los debates en el asunto que estamos tratando, me voy a permitir recordar a la Asamblea que el presunto delegado se levantó en armas cuando la defección o cuartelazo de Orozco, y que de alli parte o data su vida como revolucionario; después sirvió durante algún tiempo a Huerta en las filas del orozquismo, empleado con el señor Marcelo Caraveo; después se retiró y volvió a la Revolución cuando ya la Revolución había dominado a Huerta; en consecuencia, no combatió ni contra Porfirio Díaz ni contra Huerta, sino contra Madero y contra Carranza, que han sido revolucionarios los dos; no ha peleado contra ninguno de los déspotas, como sí han peleado los del Ejército Libertador; por tal concepto, yo creo que no debe hablar en plural, porque si fue a sufrir, quizá fue huyendo del castigo que debía sufrir cuando entró la Revolución triunfante en México.

El C. Valle

El ciudadano Quevedo acaba de decir que el compañero Téllez, en el mes de agosto empezó sus trabajos como revolucionario. (Voces: no, no)

Sí, señores, él lo dijo.

El C. secretario

La Mesa, por conducto de la Secretaría, concede la palabra al presunto delegado Téllez.

El C. Téllez

Señores:

Vuelvo a hacer constar a ustedes que no he servido a Huerta, y que no vine a la Revolución desde el mes de agosto, sino que vine a la Revolución desde el mes de abril, pero empecé a operar en el mes de mayo. Debo decir a ustedes que no me hago responsable ni tengo en mi conciencia queja que hacer, ni me siento ofendido por lo que los señores han hablado, ni por las ofensas, ni por las ideas que han emitido. La prueba de que no he sido traidor ni serví a Caraveo como soldado, ni de que fui afecto a la usurpación de Huerta, es que me levanté en armas por la libertad del pueblo.

El señor habló de un cuartelazo; si el general Orozco hubiera tenido la intención de dar un cuartelazo y traicionar al señor Madero, yo no soy responsable; como no es responsable ninguno de ello; como no es responsable ninguno de los que anduvimos con el señor Carranza que hoy están representados aquí, de la conducta que éste ha observado. Esa lógica, que quiere implantar el señor, no la venga a querer hacer extensiva a todos, diciendo que no hemos luchado. ¿Usted sabe lo que he luchado yo por la prensa, señor?

El C. Quevedo

No, señor.

El C. Casta

Pido la palabra para sentar un hecho, señor presidente.

No pasó desapercibido por todos nosotros que cuando se erguía majestuoso el Sur, combatiendo por los ideales que ha venido sosteniendo desde 1910, el orozquismo quiso tener connivencia con el Sur; pero veíamos cuán diferente actitud era la del Sur, es decir, de la revolución zapatista. La revolución orozquista estaba en connivencia con Huerta, cuando la famosa División del Norte iba al mando de Huerta, y entonces, cuando esa División avanzaba al Norte, ya tenía tratados con Orozco; y si no, que lo digan los combates de Rellano y de Bachimba, que no fueron sino una falsedad; y tampoco pasó desapercibido para todos, que el Sur no peleaba por los ideales de Pascual Orozco, quien estaba en banquetes con los Creel y los Terrazas. (Aplausos)

Así, pues, señores, el haber sido orozquista, no es gran honra; al contrario. El señor peleó en el orozquismo y por tal concepto, partiendo de ese principio, no debemos aceptarlo, porque los movimientos fueron diferentes entre el Sur y el orozquismo.

Yo no sé si se acordará de mí el señor, cuando marchaba con Marcelo Caraveo y otros jefes; entonces Caraveo, a quien quiero y respeto, obedecía a Huerta lo mismo que los señores que lo rodeaban.

Debo hacer constar un hecho: que Caraveo peleaba contra su voluntad, y lo hacia únicamente, debido al compadrazgo con Orozco ...

El C. Téllez

No recuerdo, ¿sería José Madero?

El C. Casta

Sí, señor, José Madero y Luis García. Todos me decían que me abstuviera de hablar, porque todos eran enemigos de la Revolución, y en las orillas de Gómez Palacio tuvieron combates con nosotros y con nuestras fuerzas; por tal concepto, obedecían a órdenes de Huerta.

Aquí necesitamos hombres de conducta enteramente pura, que puedan recibir los rayos solares con la frente alta, y que los asuntos que tengan que discutirse aquí sean tratados exclusivamente por aquellos individuos que no tengan mácula; por tal concepto, soy de opinión de que no se acepte la personalidad de este señor, y yo ruego a la Asamblea deseche su credencial.

El C. secretario

La Mesa pregunta si se considera suficientemente discutida esta credencial; los que estén por la negativa, sírvanse ponerse de pie.

Suficientemente discutida.

Se recoge la votación; los que la aprueben, sírvanse ponerse de pie.

Reprobada.

El C. Castellanos

Pido la palabra, para una moción de orden.

Para que se le diga al señor general Bonilla, que, en vista de lo sucedido aquí, tenga la bondad de nombrar a su nuevo representante.

El C. Matías Pasuengo

He oído a algunos compañeros del Sur decir que de quien se trata es un ex federal, y no general revolucionario; yo quisiera que se preguntara por conducto de la Secretaría, a algunos señores revolucionarios del Sur, si tenían conocimiento de los hechos.

El C. secretario

Señores delegados del Sur, la Mesa por mi conducto, suplica a ustedes que el que tenga antecedentes del señor general Bonilla, los suministre.

El general Matías Pasuengo

El señor coronel que está aquí detrás de mí, me hizo algunas aclaraciones sobre el particular, y no he querido perder la oportunidad para pedir a la Mesa que lo interpele.

El C. J. Manuel Velasco

El que puede ministrar datos sobre el general Bonilla, es el señor que fue a Tlalpan a recoger datos.

El C. Castro

Pido la palabra. Yo pediría los datos del general Bonilla, porque parece que aquí resulta un lobo perfecto, y yo creo que sería conveniente suspender la discusión sobre el asunto del general Bonilla, para poder solicitar de él, que envíe otro nuevo delegado.

El C. Quevedo

Pido la palabra, para una moción de orden.

No está a discusión ninguna personalidad. Cuando se llegue a presentar una nueva personalidad, entonces será tiempo de discutirla; mientras tanto, me parece que estamos hablando fuera de tiempo y de lugar. (Aplausos)

El C. secretario

Se pone a discusión la credencial del ciudadano general Enrique S. Villa, en favor del señor Juan Herrera Ponce.

El C. Herrera Ponce

Presente.

Tengo que decir algunas palabras sobre mis antecedentes revolucionarios. Al principio ...

El C. González Cordero

Pido la palabra para una moción de orden.

En virtud de que no ha sido aceptada la credencial del señor presunto delegado Téllez, creo que no debe permanecer más en el salón.

El C. Juan Berrera Ponce

Decía que el año de 1910, que comenzó la revolución encabezada por el señor Madero, y que al fin triunfó, logré establecer dos oficinas de propaganda, una en Texcoco y otra en la Municipalidad de Chiautla; logré formar en mi pueblo un club denominado Morelos, y después fui a la capital de la República, a fin de que ese club formara parte del gran Partido Liberal, que en esa época se reorganizaba en la capital de la República; después, en la Convención que tuvo lugar en 1912, en el Teatro Lírico, fui representante de dicho club; pero, después, tuve que retirarme porque por sólo ese hecho de haber organizado partidos y clubes iba a ser mandado a las filas para combatir en la frontera del Norte; tuve la fortuna de que la mayoría de los miembros de esa Convención tomaran la palabra para defenderme y se evitara que me mandaran a las filas, y al fin quedé siempre bajo las órdenes del Partido Liberal.

Tuve también la fortuna, en virtud de mi comportamiento y de mi manera de pensar, de ser aceptado en el lado que dirigía el señor licenciado Soto y Gama en esa Convención.

Después seguí haciendo propaganda, escribiendo artículos en los periódicos y haciendo gastos de mi peculio. Pasé al Estado de México, en donde me ocupé de sus asuntos administrativos, y logré hacer un descubrimiento que evitó una conspiración terrible; logré después, antes del cuartelazo, estar siempre de acuerdo con el señor licenciado Soto y Gama, y todos los de la extrema izquierda del Partido Liberal, y seguí siempre fiel a la extrema izquierda; y por el hecho de ser propagandista de la Revolución o más bien dicho, del Plan de Ayala, que ya existía en esa época, fui perseguido y todos los ricos, todos los hacendados me buscaban y ofrecían cantidades de dinero con tal de que les fuera entregada mi cabeza. Debo decir a ustedes, que cuando fue eso del cuartelazo, yo seguí en mi pueblo natal haciendo propaganda y trabajando. Luego, en el mes de octubre, fecha en que aparecieron en las cercanías de Texcoco algunas partidas de federales que integraban el 49° batallón, me vi precisado a salir de allí huyendo, pues sabía que tenían la intención de aprehenderme y si no de matarme, sí cuando menos de mandarme a las filas para combatir en la frontera del Norte, como lo hicieron con algunos correligionarios míos, y me vi obligado a no regresar ya a Texcoco, quedándome en Zumpango. Después vine a la capital de la República a decir al señor licenciado Soto y Gama lo que me pasaba y él me dijo que me quedase en la capital; así lo hice y me fui a vivir a la calzada de Tlalpan; estuve cuidando una casa y tuve que esconderme porque la policía me buscaba y fue necesario que me pusiera a trabajar como peón y hacer adobes para evitar que los dueños de la casa no me corrieran de ella.

Siempre estuve de acuerdo, como he dicho, con el señor licenciado Soto y Gama, hasta el 10 de mayo en que me informé por la prensa que había sido hecho prisionero en la capital de la República. Desde ese momento me fue imposible salir para el Norte o para el Sur.

El C. González Cordero

Pido la palabra, para una moción de orden.

El C. presidente

La Mesa suplica al señor delegado que está haciendo uso de la palabra, que sea lo más concreto y breve que le sea posible.

El C. González Cordero

Pido la palabra para una interpelación.

El señor presunto delegado nos ha hablado de su labor como revolucionario; pero nada acerca de su representante.

El C. Berrera Ponce

Se me acusó de zapatista y me buscó otra vez la policía para ser fusilado, y yo no pude volver a mi pueblo hasta que tuve oportunidad de hablar con el señor licenciado Soto y Gama.

Si la H. Asamblea duda de lo que he dicho, el señor licenciado Soto y Gama puede decirles cuáles han sido mis ideas revolucionarias, lo mismo que el señor Lecona. (Aplausos)

El C. González Cordero

No se ha contestado mi interpelación.

El C. presidente

La Mesa indica al señor delegado González Cordero que el señor general Enrique S. Villa ya fue aceptado, habiendo sido debidamente discutida su personalidad.

El C. Soto y Gama

Pido la palabra para ratificar las declaraciones hechas por el señor Herrera Ponce.

Efectivamente, se ha visto comprometido por su propaganda revolucionaria en el Distrito de Texcoco, desde 1911 hasta la fecha, donde lo conocí. El cura del pueblo es su tenaz enemigo, lo mismo que los ricos de la localidad; ha estado a punto de perder su cabeza, y sin embargo, ha permanecido fiel a la causa, luchando durante la época de Huerta; siempre lo he considerado como hombre honrado, y casi siempre a él lo han considerado como instigador del desorden y lo quieren muy mal por lo mucho que los ha atacado. Es un elemento revolucionario modesto, pero honrado; de manera que la Asamblea puede aceptarlo en su seno, con la seguridad que contará con un miembro más que sabrá cumplir su cometido. (Aplausos)

El C. secretario

¿No hay quién haga uso de la palabra?

En votación económica se pregunta si está suficientemente discutida esta credencial.

Los que estén por la negativa, sírvanse poner de pie.

Suficientemente discutida.

Se recoge la votación.

Los que estén por la negativa, sírvanse ponerse de pie.

Aprobada. (Aplausos)

El C. presidente

Se cierra la sesión previa y se abre la ordinaria.

Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesSesión del 12 de febrero de 1915 Sesión del 13 de febrero de 1915Biblioteca Virtual Antorcha