Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesJunta previa del 13 de febrero de 1915 Primera parte de la sesión del 15 de febrero de 1915Biblioteca Virtual Antorcha

CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA

Compilador: Florencio Barrera Fuentes

SESIÓN DEL 13 DE FEBRERO DE 1915 CELEBRADA EN CUERNAVACA, MORELOS

Presidencia del C. Antonio Soto y Gama


Presidió: Ciudadano licenciado Soto y Gama.

Cuenta: Ciudadano Reynaldo Lecona.

Acta anterior aprobada.

El C. secretario

Se suplica a los ciudadanos presuntos delegados pasen a prestar la protesta de ley.

El C. presidente

¿Protestan ustedes, por su honor de ciudadanos armados, cumplir y hacer cumplir los acuerdos de esta Soberana Convención Revolucionaria?

Los ciudadanos Martínez del Campo y Ponce

Sí protestamos.

El C. presidente

Si no lo hicieren así, la Nación y la Revolución se los demanden (Aplausos)

El C. secretario

Leyó lo siguiente:

Al margen, un sello que dice: Distrito de Cuernavaca.
Municipalidad de Cuernavaca.
E. de M.
Gobernación.
Número 282.

Con relación al muy respetable oficio de esa Soberana Convención Revolucionaria, número 71, de fecha 10 del actual, tengo la alta honra de manifestar a usted, por acuerdo del H. Ayuntamiento que inmerecidamente presido, que con bastante gusto la Corporación Municipal obsequiará lo indicado por la Soberana Convención Revolucionaria, y que ya procede a borrar los nombres de Porfirio Díaz y Romero Rubio que se encuentran en algunos edificios públicos.

Reforma, Libertad, Justicia y Ley.
Cuernavaca, febrero 12 de 1915.
El Presidente Municipal, C. Carpintero.
(Rúbrica).

Al ciudadano general Otilio E. Montaño, actual Presidente de la Soberana Convención Revolucionaria.
Ciudad.

(Aplausos)

De enterado y a su expediente.


Al margen, un sello que dice: Distrito de Cuernavaca.
Municipalidad de Cuernavaca.
E. de M.
Gobernación.
Número 280.

En cumplimiento del respetable acuerdo del H. Ayuntamiento que inmerecidamente presido, tengo la alta honra de acompañar a usted, para lo que la Soberana Convención Revolucionaria tenga a bien determinar, una copia de la moción presentada por el Síndico segundo Jesús M. Ochoa, relativa a que los Ayuntamientos de esta Entidad Federativa disfruten de libertad para su administración, como se ha hecho en el Distrito Federal.

Protesto a usted mi respetuosa y distinguida consideración.

Reforma, Libertad, Justicia y Ley.
Cuernavaca, febrero 12 de 1915.
El Presidente Municipal, C. Carpintero.
(Rúbrica).

Al ciudadano general Otilio E. Montaño, actual Presidente de la Soberana Convención Revolucionaria.
Ciudad.

Recibo y a la Comisión de Gobernación.


Al margen, un sello que dice: Distrito de Cuernavaca.
Municipalidad de Cuernavaca.
E. de M.
H. Ayuntamiento

El Síndico segundo que subscribe, teniendo en consideración que, aun cuando el Ayuntamiento se sigue conforme a la ley prescrita, pero por causas que todos conocemos, el pueblo se levantó en armas para reconquistar su libertad y sus derechos de ciudadanía, hasta convertirse en una formidable revolución, e implantando el actual Gobierno Provisional emanado de la Soberana Convención Revolucionaria; cuyo gobierno uno de sus primeros pasos fue el decretar la libertad de los Ayuntamientos del Distrito Federal, devolviéndoles toda su soberanía que el Gobierno porfirista les había quitado, ya que tenemos la inmerecida honra de que el citado Gobierno Convencionista está entre nosotros y aprovechando la buena disposición de devolverle al pueblo lo que es suyo y de proteger y apoyar a esta Corporación, como así se sirvió ofrecerlo el actual Presidente en funciones de la Soberana Convención citada, general Otilio E. Montaño, es oportuno y es preciso y hasta justo, saber si este Ayuntamiento, lo mismo que todos los de nuestro querido Estado de Morelos, son acreedores a los privilegios de que gozan los Ayuntamientos del Distrito Federal; no es prematura la petición, puesto que en el citado Distrito Federal se ha decretado la Soberanía de los Ayuntamientos, y por otra parte, la sangre derramada de miles y miles de hijos que ha perdido nuestra amada y tan cara Patria, por reconquistar sus derechos usurpados, comience a dar sus frutos; por lo expuesto, la citada Comisión que subscribe, somete a la deliberación del Ayuntamiento, suplicando se sirva aprobar la siguiente proposición:

1° Líbrese atento y respetuoso oficio al ciudadano general Otilio E. Montaño, Presidente en funciones de la Soberana Convención Revolucionaria, pidiendo a la misma Asamblea, se sirva, si a bien lo tiene, previos los trámites de estilo, dictar la misma disposición respecto de los Ayuntamientos de esta Entidad Federativa, para que gocen las mismas prerrogativas y que en su administración sean enteramente libres, para que así puedan trabajar en beneficio del pueblo, cuyos intereses tienen encomendados.

Sala de sesiones del H. Ayuntamiento.
Cuernavaca, febrero 12 de 1915.
Jesús M. Ochoa.
(Rúbrica)
Es copia.
Cuernavaca, febrero 13 de 1915.
El Presidente Municipal, C. Carpintero.
(Rúbrica)

La Mesa informa, por conducto de la Secretaría, que se va a dar lectura a los diversos dictámenes que se pusieron a discusión la vez pasada, pero cuya discusión se suspendió por falta de firmas, aplazándose para cuando estuvieran calzados con las demás.


Comisión de Guerra:

El ciudadano coronel don Miguel C. Zamora es delegado a la Soberana Convención como representante del general Francisco S. Carrera, por cuya causa no puede separarse de su encargo, sin previo permiso de la Asamblea.

Por otra parte, y debido a lesiones causadas a un ciudadano Mayor, el coronel Zamora está pendiente de la acción de la Justicia.

Por lo que la Comisión opina que no es de darse curso a la solicitud de los vecinos de San Miguel de Allende. En consecuencia, contésteseles que el ciudadano coronel Miguel C. Zamora fue nombrado representante del general Carrera ante esta Convención y está pendiente de la acción judicial, por lo que no puede tomarse en consideración la solicitud que elevan.

Sala de Comisiones de la Soberana Convención Revolucionaria.
Cuernavaca, Mor., febrero 10 de 1915.
General J. V. Casarín.
M. Menchaca.
Juan Ledesma.
(Rúbricas)

Este dictamen se extendió con motivo de un ocurso que, ustedes recordarán, elevaron los vecinos de San Miguel de Allende.

Está a discusión el dictamen de la Comisión de Guerra.

¿No hay quién haga uso de la palabra?

En votación económica se pregunta si se aprueba.

Los que estén por la negativa, sírvanse ponerse de pie.

Aprobado.


Soberana Convención Revolucionaria:

Dado que los militares en servicio activo del Ejército Convencionista debieron incorporarse al Ejército de la Convención cuando el enemigo ocupó la ciudad de México, y que por tanto, aquellos militares, que sin estar físicamente imposibilitados para hacerlo, se quedaron en dicha ciudad, verdaderamente han desertado de las filas de dicho Ejército, propongo a la Asamblea que tome el siguiente

ACUERDO

Unico. Dígase al ciudadano Encargado del Poder Ejecutivo, que corra las órdenes respectivas a fin de que sean dados de baja y mandados procesar todos aquellos militares que sin estar físicamente imposibilitados para marchar, hayan permanecido en la ciudad de México, después de la toma de ella por el enemigo.

Cuernavaca, 8 de febrero de 1915.
Genaro Palacios Moreno.


Comisión de Guerra:

Dígase al Encargado del Poder Ejecutivo, libre acuerdo:

Primero. Que todos los militares en servicio activo y en disponibilidad del Ejército Convencionista, que no se hayan incorporado a esta plaza, no estando físicamente imposibilitados para hacerlo, sean dados de baja del referido Ejército por deserción, inhabilitándolos por cinco años para desempeñar puestos en el Gobierno y en el antes dicho Ejército, a reserva de justificarse ante el Tribunal Militar que sea nombrado al efecto.

Segundo. Los militares que se sepa prestan sus servicios en las filas disidentes, sean dados de baja, por traidores, y juzgados militarmente en su oportunidad, es decir, cuando sean capturados.

En ambos casos se publicará esta disposición por la Orden General de la Plaza, dando a conocer los nombres de los mencionados jefes y oficiales.

Sala de Comisiones de la Soberana Convención Revolucionaria.
Cuernavaca, Mor., febrero 10 de 1915.
F. Cervantes.
J. V. Casarín.
M. Menchaca.
(Rúbricas)

(Aplausos)

Está a discusión.

¿No hay quién haga uso de la palabra?

El C. Marines

Pido la palabra en contra.

Yo creo que podría presentarse el caso ... (Voces: No se oye)

Decía que se podría presentar el caso de que algún ciudadano delegado que no hubiera concurrido por alguna causa, por ejemplo, por enfermedad suya o de su familia, a las últimas sesiones, ni hubiera sabido nuestra salida de México, como lo comprueba el hecho de que hoy llegó un general de los que militaban a las órdenes del general Aguirre Benavides, y que se vino para acá; pero puede suceder este otro caso: en realidad, no hícimos la salida de México con orden, no se anunció, como debió haberse hecho, diciendo:

vamos a abandonar la ciudad de México; y en esta forma asegurar a la ciudad que se les impartirán garantías hasta que entraran los carrancistas; y habiendo avisado a topos; fue nuestra salida tan violenta, que muchos delegados se vinieron a pie; todo porque se les avisó hasta última hora; así es que si se quedaron algunos delegados que no pudieron salir, ¿cuántos habrá todavía que estén escondidos y no se quieran dar a luz para que no los fusilen? De manera que antes de dar una ley, vamos a ponernos la mano en el corazón y ya verán que cuando volvamos a la ciudad de México, que, según dicen, no será muy tarde, cómo sabremos de muchos compañeros que estuvieron escondidos y temblando por su vida, sin poder salir. Asi es que consideremos esas circunstancias y seamos un poco cuerdos para dar una resolución, que puede afectar otros intereses gravemente.

El C. Piña

Suplico a usted, señor secretario, tenga la bondad de leer la parte resolutiva.

(El ciudadano secretario leyó la parte resolutiva)

El C. presidente

Tiene la palabra, en defensa del dictamen, el miembro de la comisión, señor Casarín.

El C. Casarín

Solamente usaré de la palabra para suplicar a esta H. Asamblea que me permita agregar estos términos, con los que creo, se evitará toda discusión: a reserva de que se justificará su detención.

El C. Liñeiro

Pido la palabra en contra.

El C. secretario

La Presidencia, por conducto de la Secretaría pregunta a la H. Asamblea si permite modificar el acuerdo en el sentido indicado por el señor Casarín.

Las personas que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Se permite modificarlo.


Comisión de Guerra:

Siendo un acto de humanidad y justicia, ayudar a todos aquellos que han prestado sus servicios a la Nación, y tratarse, además, de nuestros hermanos, arrastrados por la fuerza y la tiranía del llamado gobierno de Huerta, a quien según afirma el solicitante no quiso servir, para lo cual solicitó su retiro por más de treinta años de servicios prestados en la Gendarmería, corporación formada para garantizar a la sociedad, y luego obligado a combatir, la Comisión opina, que deben tomarse en cuenta todas estas razones y la situación actual de los deudos para concedarles la pensión que, conforme a la ley, les corresponda, teniendo en cuenta en cada caso los antecedentes de cada uno de los extintos; por lo tanto, mientras haya una ley que sancione estas pensiones, que se conceda, en calidad de asignación.

Sala de Comisiones de la Soberana Convención Revolucionaria.
Cuernavaca, Mor., febrero 10 de 1915.
El general, J. V. Casarín.
Juan Ledesma.

La Mesa, por conducto de la Secretaría, manifiesta a la H. Asamblea que la Comisión Dictaminadora pide permiso para retirar su dictamen y presentarlo corregido; por eso se dio lectura a este dictamen corregido.

El C. Nieto

Pido la palabra.

Suplicaría al señor Secretario que tuviera la bondad de repetir la lectura del dictamen. (El ciudadano secretario repitió la lectura)

El C.. Nieto

Pido la palabra.

Yo quiero nada más saber esto: si la Comisión Dictaminadora ha tenido en cuenta algunos testimonios que prueben el dicho de esa señora para hacer su solicitud, porque no basta que pida tal cosa, sino que la justifique.

El C. presidente

Se va a llamar al señor Casarín para que conteste la interpelación del señor Nieto.

El C. Piña

Pido la palabra para suplicar a la Secretaría dé lectura a los antecedentes.

El C. secretario

Ciudadano Presidente de la Soberana Convención Revolucionaria.
Presente.

Eduwiges Castellanos, viuda, de sesenta años de edad, ante usted, como mejor proceda, comparezco exponiendo que el 8 de marzo de 1914, mi esposo, el capitán segundo de caballería, Agustín Amador, fue muerto en un combate que tuvo lugar en el cerro de la Blanca, Zacatecas, por lo que suplico a esa Soberana Convención que usted dignamente preside, se sirva acordar se me conceda la pensión correspondiente, en vista de mi precaria situación, avanzada edad, familia que me quedó y no poder trabajar por mis enfermedades; pues señor, aunque mi esposo murió combatiendo al lado del ex Ejército Federal, debo advertir que no fue porque hubiera comenzado su carrera o deseado pertenecer a él, sino porque en agosto de 1913, siendo oficial de la Gendarmería Montada, formaron el que desde entonces se llamó 14 Regimiento de Caballería, habiéndole expedido la Secretaría de Guerra y Marina despacho de capitán segundo y como a él no le pareciera estar separado del seno de nuestra numerosa familia, en atención a su avanzada edad y la mía, y a no querer combatir contra hermanos, solicitó su retiro (en la Gendarmería tenía más de treinta años de servicios) el que le fue negado por la citada Secretaría, lo que puede informar la referida oficina, si así lo acordare esa Soberana Convención; con tal motivo, mi esposo quedó obligado a servir en dicho cuerpo, hasta que se le concediera el citado retiro o su baja, pues sus anhelantes deseos eran el no combatir y estar al cuidado de la familia; pero encontrándose en las últimas de las condiciones expuestas, fue muerto en el punto que he mencionado.

El C. Ortiz

Yo me opongo a que se haga esa concesión, porque perteneció a las armas del enemigo. (Voces: No se oye)

Digo que me opongo a que la Convención haga esas concesiones, porque de esto se desprende que ese señor estuvo sirviendo al Gobierno, y así tendríamos muchas viudas a quienes favorecer. Podemos hacer una colecta entre todos y arreglar en esa forma el asunto; pero no aprobar que el Erario siga ayudando a personas que hayan sido enemigas de la Revolución. Nosotros también tenemos muchas viudas a quienes favorecer; pero, repito, vamos a hacer una colecta entre todos y le daremos a la viuda el producto, a fin de que se le haga la concesión y el Erario no siga perjudicándose al proteger a los enemigos de la Revolución.

El C. presidente

Tiene la palabra el señor Casta.

El C. Casta

Yo no sé si voy a hablar en pro o en contra del dictamen ...

El C. Borrego

Señor presidente:

Pidió la palabra el señor Casarín, que es miembro de la Comisión, y debe concedérsele.

El C. presidente

Tiene la palabra en pro el ciudadano Casarín.

El C. Casarín

En primer lugar, ese dictamen no dice que el finado haya prestado sus servicios a la Revolución y no sé por qué el señor lo afirma. Además, ese señor prestó sus servicios en la Gendarmería, cuerpo que sirve para dar garantías a la sociedad; contra esa Gendarmería, después del cuartelazo se le militarizó, entonces el ciudadano Amador solicitó inmediatamente su retiro por más de treinta años que había prestado sus servicios, con el fin de no servir a Huerta en contra de la Revolución; pero el Gobierno del dictador, en contestación, lo mandó a combatir contra la Revolución, y a raíz de ir a la campaña, fue muerto. Ahora, conforme a los antecedentes que obran en el documento, creo que debe dársele la pensión a la viuda, puesto que su marido solicitó el retiro, y si después de haberlo solicitado no insistió, fue por no perder su empleo, que era el patrimonio de la familia. No creo justo que a un gendarme cumplido y honrado como era éste, que había prestado treinta años de servicios, se le hubiera negado el retiro, y sin embargo, durante el Gobierno del huertismo, así sucedió; porque entonces sólo se concedía retiro a los generales; pues siempre anda reventándose la cuerda por lo más delgado. Por eso opino que es de concederse esa pensión a la viuda y a los huérfanos de ese individuo que demostró ser un hombre honrado.

El C. presidente

Tiene la palabra en contra el ciudadano Casta.

El C. Casta

Yo no me voy a oponer a que la Asamb]ea decrete esa pensión, porque la juzgo bastante justificada; pero me opongo al dictamen porque hay un Secretario de Guerra, y no debemos salvar su conducto; quizá diga la Secretaría de Guerra que se le consigne este negocio, y será entonces un asunto que no tenga que resolver directamente la Asamblea. Es por lo único que hablo en contra del dictamen.

El C. Casarín

Pido la palabra para una aclaración.

No es la Secretaría de Guerra la que puede legislar en este asunto, ni la que puede conceder las pensiones; este asunto ha sido elevado a la Secretaría de Guerra y ella lo manda a la Convención para que ésta resuelva el caso, porque no hay Congreso; por eso opino que se le conceda la pensión, a reserva de que cuando haya un Congreso éste la sancione o la repruebe.

El C. Ortiz

Pido la palabra.

El C. Méndez

Pido la palabra en contra.

El C. presidente

Tiene la palabra en contra el ciudadano Méndez.

El C. Méndez

El dictamen o proposición puesto a discusión, encierra una muy noble idea y muy simpática: el socorrer a una viuda cuyo marido ha desaparecido muerto en campaña, sea en una u otra facción, en uno u otro partido.

Es eminentemente generoso el ocuparnos en estos momentos de pensionar a las viudas; pero es prematuro. Yo creo que en este caso no hay razón para conceder una pensión a la viuda de un gendarme que tuvo treinta años de servicios; sencillamente porque ese gendarme estuvo cumpliendo nada más con su deber y sería ilógico que se concediera, porque hay millares de viudas que tenían maridos que tuvieron treinta años, no de servicios, sino de estar supeditados a la tiranía y que luego murieron en la Revolución defendiendo los ideales del pueblo; obra más meritoria que los méritos alegados por la hija o viuda de ese oficial o gendarme muerto.

En estas circunstancias, ¿cómo va la Convención a aprobar este dictamen sin acordarse que hay millares de viudas en las mismas condiciones? ¿Cómo va la Convención a aprobar ese dictamen para que se cobre inmediatamente la pensión en una forma completamente absurda, completamente injusta y completamente ilógica? Yo no creo conveniente que se pensione a esa viuda sin acordarse de las otras que se encuentran en las mismas circunstancias. En buena hora que mañana se dé una ley que beneficie a todas las viudas que se encuentren en las mismas circunstancias; pero que no se comience por defender una asignación o una pensión para la viuda de ese gendarme, con detrimento de muchas viudas que la merecen más, puesto que sus deudos sirvieron directamente a la causa de las libertades y no a la tiranía; por eso voy en contra del dictamen. En el fondo, como dije antes, lo apruebo, y si la proposición del compañero Ortiz se tiene en cuenta para más tarde, soy el primero en contribuir con la cantidad a que mi peculio alcance, a fin de socorrer en algo a la viuda, a reserva de discutir después la ley de pensiones para las viudas de los militares muertos en campaña; pero no para ahora, porque no es tiempo todavia. (Aplausos)

El C. Menchaca

Pido la palabra en pro.

No encuentro razón en lo dicho por el señor delegado, por este motivo: dice que si se asignara una pensión a la viuda de un individuo muerto en campaña, implicaría que todas las demás viudas hicieran igual solicitud; y eso no quiere decir nada; porque si todas tienen derecho a pedir, pueden hacerlo las que honradamente se crean con derecho a hacerlo.

Además, debo hacer una aclaración: si aquí, en el Sur, no se socorre a las viudas, en cambio, en el Norte, sí se les presta ayuda, ¿qué culpa tiene la solicitante de no encontrarse en las regiones del Norte, para que no se le conceda? Por eso viene ella a decir que no tiene los elementos suficientes para vivir, y yo creo que dados los hechos que se asientan en la solicitud, debe concedérsele la pensión ...

El C. presidente

Ruegan los señores taquígrafos eleve usted un poco la voz porque no oyen. (Voces: Que suba a la plataforma)

El C. Menchaca

Había yo asentado que si aquí en el Sur no se ayudaba a las viudas de los muertos en campaña, en el Norte era una de las preocupaciones que se tenían y ya se habían dado los primeros pasos para ayudar a las viudas de los revolucionarios, de los que habían sido servidores del Gobierno Revolucionario, y decía que es de aceptarse el dictamen, por esta sencilla razón: si otras viudas no han hecho su solicitud en el mismo sentido, es porque no tienen necesidad, y ella sí la tiene, y lo hace fundándose en el derecho que tiene toda persona que puede pedir una recompensa.

Creo, además, que debe aceptarse lo pedido, porque, como ella lo asienta, su esposo prestó servicios a la República por más de treinta años y de seguro debió tener una edad como de cincuenta o más; ya en estas circunstancias, se hallaba en este dilema: o le quitaban todo elemento de vida y se moría de hambre, o se iba a servirle al Gobierno; así es que ese individuo se veía acosado y no tuvo más remedio que seguir prestando sus servicios, aun en contra de toda su voluntad, como lo dice el documento.

El C. presidente

Tiene la palabra, en contra, el ciudadano Castro.

El C. Montaño

Yo estoy apuntado antes, ¿qué pasa? (Risas)

El C. Castro

Dijo el compañero que nosotros debíamos socorrer a esa viuda; pero es una inmoralidad que se empiece a proteger a los fieles a Porfirio Díaz, al tirano, en cuyo Gobierno fue policía durante treinta años, y ustedes saben lo que son los policías (siseos), ustedes saben que los representantes de la autoridad cometieron atrocidades e injusticias. En las filas revolucionarias hay muchas viudas que han perdido a sus esposos y a sus hijos que han muerto en los combates y, sin embargo, estas viudas no tienen un pedazo de pan que llevar a la boca, y he sabido que la Revolución ha socorrido a las esposas de los ex federales; allí está la esposa del general Navarro; y en cambio, hace pocos días que murió un coronel -digo mal, varios coroneles que murieron siendo fieles a la Revolución- y a la familia de ese coronel se le dio tan sólo un cajón y algunos elementos; pero de una manera particular. Así, señores, es muy justo que se socorra a una viuda; pero, como digo, de una manera particular, y que este acuerdo no dimane de la Convención.

El C. González Cordero

Pido la palabra.

El C. Casta

Pido la palabra en pro.

El C. González Cordero

Yo la pedí primero.

El C. Fierro

En contra la he pedido yo. Estoy apuntado.

El C. Nieto

Pido la palabra solamente para un hecho.

El C. Montaño

A mí me corresponde; yo estoy apuntado antes que todos.

El C. González Cordero

No, señor Montaño; yo la pedí primero, y si no me la dan, entonces quiero hacer una aclaración.

El C. Matías Pasuengo

Pido la palabra en pro.

El C. González Cordero

Yo la pido para una aclaración.

El C. presidente

(Campanilla) Tiene la palabra el señor Pasuengo, en pro.

El C. González Cordero

Quiero hacer sólo una aclaración.

El C. presidente

Tiene usted la palabra para una aclaración.

El C. González Cordero

Debe darse una ley de pensiones para las familias de los muertos en campaña; pero ahora se habla allí de muchas viudas que no tienen qué comer; la culpa es de nosotros mismos. En algunas partes del Norte se han llevado a efecto esas pensiones, como pensiones especiales; hay pagadores para pensiones especiales; hay pagadores para pensiones en Torreón, Chihuahua y otras partes; yo creo que así debe hacerse, a reserva de que se dé una ley especial.

El C. Nieto

Pido la palabra para un hecho.

El C. Valle

Pido la palabra para un hecho.

El C. presidente

Ya ven ustedes cómo habló en pro el ciudadano González Cordero.

El C. González Cordero

Fue para una aclaración, señor presidente.

El C. Nieto

Pido la palabra para un hecho.

El C. presidente

Como ensayo voy a conceder a usted la palabra a ver si es para un hecho. (Risas)

El C. Nieto

En estos momentos domina el criterio del señor Méndez, de que no se debe conceder la pensión, porque hay que expedir una ley especial que favorezca a todas las viudas del país.

Yo le pregunto y éste es el hecho: al discutir hace pocos días el caso de Tepic, sostenía yo la tesis de que no se debía discutir ese caso de Tepic hasta no generalizar la ley de reparto de tierras, ingenios, fábricas de azúcar, etc., que serviría para repartir aquello equitativamente entre todos los labriegos y campesinos de la República. El señor Méndez sostenía lo contrario. Moraleja: ¿por qué entonces el señor Méndez opinaba que se resolviera ese hecho particular y ahora no?

El C. Méndez

Pido la palabra para contestar.

El C. presidente

Tiene razón la Presidencia al negarse a conceder la palabra para hechos y alusiones en pro o en contra, porque siempre resultan discursos, y cuando se niega la palabra se llama tiránica a la Mesa, cuando lo único que busca esta es conservar el orden.

El C. Marines

Pedí la palabra para una moción de orden.

Mi moción de orden consiste en lo siguiente: el señor presidente, por una equivocación, se está mostrando parcial; en este momento acaba de demostrar que el señor habló en pro y yo voy a demostrar que habló en contra, porque el señor que acaba de hablar en pro dice que el dictamen consulta que se conceda la pensión a la viuda de fulano de tal, y este señor opina que se nombren pagadores de viudas. (Risas)

El C. González Cordero

No dije eso.

El C. Marines

Sí, señor; usted dijo que había pagadores de viudas, y que podía hacerse lo mismo en el Estado de Morelos. Ahora, conceder una pensión a determinada viuda, es diferente de hablar en favor de que se haga algo por las viudas en general; por lo tanto, usted no ha estado en lo justo y tiene que hablar otra persona en pro.

El C. Montaño

Quiero hablar en contra, señor; me he inscrito desde el principio del debate, fui el primero que me acerqué a la Mesa, y sin embargo, no se me hace caso, no se me ha concedido el uso de la palabra.

El C. presidente

Por algo dice la Presidencia que se acerquen a dar sus nombres y no los digan desde sus asientos.

El C. Montaño

Allí está el señor Lecona a quien le consta que me acerqué.

El C. presidente

Por mi gusto, señor Montaño, le hubiera concedido a usted la palabra primero que a nadie.

El C. Piña

Muchísimas gracias. (Risas; aplausos)

El C. presidente

Yo rogaría a los señores que pasaran a la Presidencia y me dijeran sus nombres; me hablan tres o cuatro a la vez y no puedo atender a ninguno.

Tiene la palabra en pro el señor Pasuengo.

El C. Montaño

Pido la palabra ahora sólo para una aclaración.

Manifiesto a la Mesa que me he acercado a los señores secretarios, les he dado mi nombre y me dijeron que ya estaba inscrito; de suerte que se me niega la palabra y yo protesto contra esa negativa. (Aplausos y risas)

El C. presidente

Aseguro al señor general Montaño que antes de que él lo solicitara, había inscritas varias personas. Ruego al señor Montaño que no se moleste cuando, sin culpa mía, hay otras personas inscritas antes que él.

Tiene la palabra en pro el ciudadano Matías Pasuengo y después hablará el señor Montaño.

El C. Piña

Señor presidente, hágame favor de anotarme en el pro.

El C. Matías Pasuengo

Yo no sé si voy a hablar en pro o en contra. (Risas, aplausos, campanilla)

Tengan cuidado en lo que voy a decir. En este asunto, tenemos una costumbre para proteger a esas viudas, en el caso como el que se presenta ahorita; en el Norte no tenemos ley, ni aquí la tenemos tampoco, para que se proteja, en general, a todas las viudas y huérfanos o madres abandonadas por sus hijos que han muerto en campaña; pero se hace de la manera siguiente: las viudas siempre ocurren a la Comandancia Militar y extienden un recibo, justificando el grado de su deudo, ya sea general, capitán o soldado; eso se hace en el Norte y eso debería hacerse aquí, ya que todavía no hay una ley. Así es que entiendo que no debe dar la Asamblea esa disposición ni aprobar ese dictamen; pero sí proteger a la viuda.

El C. Piña

Más recio.

El C. Pasuengo

Eso que acabo de decir, nosotros lo acostumbramos hacer en el Norte. Creo que ya la Asamblea se dio cuenta de cuál es la idea que yo tengo a este respecto y aquí entiendo que nada nos cuesta hacer enteramente lo mismo que allá, donde protegemos miles de viudas. En Torreón, en Chihuahua, en Zacatecas, en todas partes se obra en ese sentido, y yo creo que no incurriríamos en alguna falta, puesto que ya hay antecedentes; hace dos días que vi a una vieja en el Palacio de Cortés pidiéndole un auxilio al señor general González Garza; esa viuda me parece que era de un general apellidado Bonilla, no recuerdo bien, y el señor González Garza le dijo: haga usted un recibo; y ella hizo el recibo y se lo pagó. Yo creo que aquí se puede hacer lo mismo, puesto que, repito ya, no incurriríamos en falta si lo hiciéramos así; el presidente tiene facultades extraordinarias en Hacienda, y ninguno de nosotros nos opondríamos a que las ejerciera. (Aplausos)

El C. presidente

Tiene la palabra el señor Montaño, en contra.

El C. Montaño

Señores delegados:

Con profunda pena he visto que se está pidiendo se apruebe un dictamen que es hasta cierto punto inmoral; es inmoral, señores, porque existe un principio en el Plan de Ayala que dice que se concederán pensiones a las viudas o huérfanos de los individuos que hayan luchado por los principios de la Revolución; en consecuencia, al conceder una pensión a la viuda de un gendarme que tuvo treinta años de servicios, pero que sirvió a Porfirio Díaz y a Huerta, vamos a terminar, según vamos, por erigir estatuas a Porfirio Díaz y a Huerta, a conceder pensiones a los que beneficiaron a Huerta y erigir estatuas también a Juvencio Robles y a toda su camarilla, y el dinero de la Patria, habido y por haber, no alcanzará para socorrer a las viudas de los ex federales.

Entiendo que los compañeros del Norte habrán de socorrer a las viudas y huérfanos de los que han sucumbido en la campaña en aras de la Patria, de aquellos que han ofrecido su vida en holocausto, en aras de los principios revolucionarios, en aras de la Revolución; pero no por un gendarme de aquellos que dieron de caballazos y sablazos al pueblo porque quería ejercitar su derecho al voto público en las ánforas electorales, de aquellos gendarmes que disolvieron las manifestaciones populares en plena Capital de la República y a la vista de todo el mundo civilizado; de suerte, señores, que debemos desaprobar ese dictamen, porque de otra manera, señores, es verdaderamente inmoral conceder esa pensión a la viuda de un ex federal que no tuvo más méritos que, a última hora, al ver los estremecimientos del debilitamiento del poder del usurpador, haberse retirado a la vida privada; pero, ¿de qué manera, señores, después de haber servido treinta años a un déspota salvaje, por cuya causa brotan hasta ahora las lágrimas del pueblo? ¡Y todavía así se pretende, señores, que nosotros vengamos a pensionar a las viudas de aquellos hombres que empuñaron, no el fusil del ciudadano, sino el hacha del verdugo; que tuvieron siempre en sus manos las armas en contra del pueblo que quería recuperar sus derechos, que quería tener libertades políticas!

Meditemos un poco, señores, y convenzámonos que de aprobar ese dictamen, comenzaremos a sembrar la inmoralidad y a violar los principios del Plan de Ayala que dice terminantemente que se darán pensiones a las viudas y a los huérfanos de aquellos que hayan ofrecido su sangre a la Patria, de aquellos que hayan luchado por la Revolución, de aquellos que se hayan propuesto redimir al pueblo y hacer las libertades del pueblo. (Aplausos)

El C. Casarín

Pido la palabra para una aclaración.

El C. presidente

Tiene usted la palabra para una aclaración, como autor del dictamen.

El C. Casarín

Solamente para refrescarle la memoria al señor Montaño y decirle que el finado no era federal, sino gendarme; y, en segundo lugar, que ese gendarme era hijo del pueblo, de ese tan decantado pueblo, y ese hijo del pueblo, después de tantos años de servicios, no tuvo nada que dejar a sus hijos; la viuda era esposa de un hombre que no tenía ilustración ninguna, que tenía necesidad de llevar pan a sus hijos; y por eso estaba sirviendo en la gendarmería; pero no tuvo ninguna culpa de los errores que cometieron los de arriba.

El C. Montaño

El señor que acaba de hacer uso de la palabra, me acaba de decir que me va a refrescar el uso de la razón. (Risas y aplausos)

Debo contestar, primero, que hace labor en pro de un federal, de los defensores de Huerta; y si vamos a comenzar por premiar a un soldado de Huerta ...

El C. Casarín

No fue soldado.

El C. Montaño

En consecuencia, debo manifestar que en vista de lo dicho, debemos atenernos a los principios; en lo personal, sí debemos ayudarla; entre todos los compañeros podremos dar lo que nos dicte nuestra voluntad en favor de esa pobre viuda; pero que no se sacrifique a la Patria. (Aplausos)

El C. presidente

Tiene la palabra en pro, el ciudadano Casta.

El C. Casta

Debo comenzar por hacer una aclaración.

Al principio de este debate hablé en contra del dictamen; pero no en contra de su fondo; estaba equivocado, y por eso no debe extrañar a la Asamblea que, siendo mi mente, como desde un principio lo manifesté, la asignación de esa pensión, ahora hable en pro del dictamen.

El señor Ortiz y el señor Castro parece que desean que la Asamblea contribuya para dar una remuneración a esa señora viuda, y yo, señores, la verdad no voy de acuerdo con esto, porque ayer o antier se asignó una cuota para el Hospital, ahora para una viuda, mañana para otras viudas y así sucesivamente vamos a quedarnos sin dietas. (Risas)

Y lo peor es esto: que cada uno de nosotros, por lo menos yo, tiene una familia que sostener; así, pues, no voy de acuerdo con esa proposición. (Risas)

Respecto a la otra parte de la peroración del señor Méndez -como dijera nuestro buen amigo el señor Soto y Gama-, me ha anonadado; y me ha anonadado, porque siendo el señor Méndez un defensor acérrimo del socialismo, ahora nos viene aquí con que no se hagan caridades. (Risas)

Y después mi respetable General Montaño viene a hacer a un lado los sentimientos de humanidad, ¿qué, porque se trata de un soldado o de un gendarme de los caciques aquellos, por eso no se le imparte protección?

Yo suplico a los señores delegados que vuelvan sobre sus pasos ...

El C. Cruz

No volvemos.

El C. Casta

(Continuando) ... porque debemos comprender la condición que entonces tenían aquellos pobres individuos; en primer lugar, no sabían si estaban sirviendo a un mal gobierno, y, en segundo lugar, lo hacían por mera necesidad.

En el caso, este soldado, como no quiso servir a Huerta, pidió su licencia, no se la concedieron y lo mandaron al campo de batalla. Vean ustedes, señores, que hasta nos apartamos de los sentimientos humanitarios, por llevar dizque un radicalismo tal que se nos vendan los ojos, queriendo proteger a una infeliz viuda que no tiene ni qué comer, porque si no tiene dinero ni para poner una estampilla, menos podrá tener para su subsistencia.

Además, debemos convenir absolutamente que en estos momentos todos los artículos de primera necesidad están por las nubes, y que no hay trabajo para nadie. Así, pues, señores delegados, es una necesidad que se establezca una ley para estos casos que ya el Plan de Ayala prevé. Ahora es un caso aislado y debemos sentar el precedente para que en lo futuro se oiga a las viudas, y previa justificación se les proteja; no a todas, porque ciertamente conocemos a viudas de federales que, después de ser gente intransigente con sus ideas, han ido a pedir una pensión, y se les ha negado; yo mismo he sido factor para que se les niegue, porque después de que sus maridos fueron contra nuestros ideales, ellas también han seguido siendo nuestras enemigas; pero en el caso, no se trata de eso; según lo describe la señora en su escrito, su esposo fue un hombre que se concretó a cumplir con su deber; por lo mismo, seamos buenos y sentemos un precedente en este caso; en el concepto de que ya sabemos que la Convención Revolucionaria dictará disposiciones amplias sobre la materia.

Como se ha dicho ya repetidas veces, en el Norte se asignan cantidades a las viudas , previa comprobación de que han sido esposas, no de federales contrarios a nosotros, sino de aquellos que han sufrido fracasos en los campos de batalla, y aun muchas veces se dan sumas a viudas de ex federales que han comprobado el comportamiento de su hombre. Ahora esto es muy humanitario, señores, porque vemos que nuestros Generales, y esto lo digo en términos abstractos, disfrutan de grandes cantidades, y ¿y por qué no restringírselas un poco y en cambio asignar cantidades para socorrer a esas viudas? No debemos olvidar una cosa, señores: que todos somos mexicanos y que por camino malo o bueno, todos somos hijos de una misma patria; por tal concepto, no debemos ser tan radicales y pido que aprobemos el dictamen en el sentido de que se pensione a esa señora.

El C. Montaño

De nuevo que se me inscriba en el contra.

El C. Marines

Pido la palabra.

El C. Fierro

Señores delegados:

El argumento único aducido por los señores delegados del pro, es que la viuda de ese gendarme expone que su esposo sirvió treinta años como policía; cuando se asigna una pensión, se presupone que se va a premiar el mérito de un muerto en la persona de su esposa, y aquí, si asignáramos esa pensión, sentaríamos que es un mérito haber servido a la dictadura de Porfirio Díaz. ¿Qué mérito es ese de haber disuelto a caballazos las manifestaciones del Partido Antirreeleccionista, el de haber sido un sayón vil que en tiempo de las administraciones pasadas iba a machetear a los hombres que ejercitaban las libertades públicas y servir del lado de Félix Díaz? ¿Ese es el mérito que pretenden premiar, diciendo que sirvió durante treinta años al Gobierno pasado, cuando que por esos servicios tuvo su sueldo, que de seguro cobró, cuando durante el tiempo que prestó esos servicios no le faltó a su familia lo necesario para vivir, y cuando quizá sería gendarme porque era un hombre holgazán, como la mayor parte de los servidores de Porfirio Díaz? Niego que sea un mérito el haber servido a esa administración, tan depravada e inmoral, y desapruebo que se pretenda asignar una pensión a la viuda de él. (Aplausos)

Cuando la situación del Gobierno Convencionista es tan precaria que no se tiene ni lo necesario para los haberes y manutención de nuestras tropas, ni para comprar elementos de guerra con qué combatir a los enemigos de la Convención, cuando no tenemos lo necesario para dar un mendrugo a tantos hombres hoy inválidos, de los que han ido al campo de batalla valientemente a defender los derechos de ciudadanía y a correr el peligro de la vida, ¿se quiere, señores, asignar una pensión a la viuda de un enemigo de nuestras libertades? Es inmoral esto, y me asombra que los convencionistas, que saben cuántos menesterosos hay, quieran conceder una pensión a la viuda de un enemigo; es altamente inmoral esto, y me opongo enérgicamente a que se conceda esa pensión. (Voces: Pido la palabra en pro. Pido la palabra en contra)

El C. presidente

Voy a leer a los señores delegados la lista de los oradores.

El C. Aceves

Pido la palabra, para una moción de orden. (Risas)

La moción de orden consiste en que el señor delegado Méndez hizo una proposición perfectamente moral, perfectamente justa, y el señor moral que acaba de hablar, lo único que ha conseguido es insultar a la pobre viuda y faltar a la memoria de un muerto.

El C. presidente

Esa no es moción de orden.

El C. Aceves

¿Cómo no va a ser, si es moralidad?

El C. Montaño

Pido la palabra, para un interpelación a la Mesa. (Varias voces: Pido la palabra)

El C. González Cordero

Pido la palabra, para una verdadera moción de orden.

El C. presidente

Iba a leer a ustedes la lista de los oradores, para preguntar si el punto estaba suficientemente discutido. (Leyó la lista)

El C. González Cordero

Pido la palabra, para una moción de orden. Han hablado más de tres oradores en pro y tres en contra; que se pregunte si está suficientemente discutido.

El C. Piña

Pido la palabra, para una moción de orden.

El C. presidente

Usted ya habló ampliamente.

El C. Piña

Me voy a limitar a hacer uso de la palabra para hablar brevemente, por más que el señor presidente me ha concedido el uso de la palabra, sólo para una moción de orden.

Creo, señores, que podíamos poner término a esta discusión, disponiendo que la solicitud de la viuda pase al Ejecutivo, para que él resuelva lo conveniente; pudiera ser que el Ejecutivo acordase pensionar temporalmente a la viuda, en tanto que esta Convención dicta una ley sobre pensiones; y si la viuda resultara comprendida en las condiciones que se requieran para poder disfrutar de una pensión, entonces esta señora disfrutará de ella. Creo que es de justicia proceder en esta forma, puesto que no tenemos la seguridad para poder declarar que el esposo de esta señora fuera un esbirro.

Yo suplico a esta Asamblea que proceda en estos casos con humanidad, y que veamos, por las razones que se han expuesto, las circunstancias en que se encuentra esa pobre viuda, que tiene familia y que, quizá por hambre, por miseria y para dar pan a sus hijos, se prostituya; de ese hecho, nosotros seremos responsables.

El C. Montaño

Pido la palabra, para una interpelación a la Mesa.

El C. Liñeiro

Pido la palabra, para una moción de orden.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Montaño, para una interpelación.

El C. Montaño

Ruego a la H. Asamblea, tenga la bondad de decirme si vamos a pensionar a todos los federales.

El C. Piña

¿Permite contestar, señor presidente?

El C. Montaño

¿Vamos a pensionar al corrompido Ejército que ha perjudicado al pueblo? ¿A los gendarmes y servidores de Huerta?

El C. González Cordero

Insisto en mi moción de orden.

El C. Piña

Permítame el señor presidente que conteste la interpelación del ciudadano Montaño. (Voces: desorden, campanilla)

El C. secretario

La Mesa, por conducto de la Secretaría, pregunta si se considera el asunto suficientemente discutido.

Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Desechado. (Aplausos)

El C. Aceves

Pido la palabra para un hecho.

El C. presidente

La Presidencia pregunta a la Asamblea si considera conveniente que se levante la sesión para continuarla mañana. (Voces: No, pasado mañana)

El C. Piña

Felicito al señor presidente porque se está conduciendo muy bien.

(El ciudadano secretario leyó la orden del día)

El C. presidente

Se levanta la sesión.

El C. Aceves

Pido la palabra para una moción de orden: que no insulten la memoria de un muerto ni hablen de una viuda en el sentido que lo han hecho, porque no hablaron en contra del dictamen, sino que se limitaron a insultar a la viuda. (Se levantó la sesión)

Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesJunta previa del 13 de febrero de 1915 Primera parte de la sesión del 15 de febrero de 1915Biblioteca Virtual Antorcha