Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesSegunda parte de la sesión del 24 de febrero de 1915 Primera parte de la sesión del 27 de febrero de 1915Biblioteca Virtual Antorcha

CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA

Compilador: Florencio Barrera Fuentes

SESIÓN DEL 25 DE FEBRERO DE 1915 CELEBRADA EN CUERNAVACA, MORELOS

Presidencia del C. Delegado Otilio Montaño


SUMARIO

Acta de la sesión anterior.- Telegrama del ciudadano delegado Cervantes, comunicando que los acueductos y bombas de Xochimilco están listos, pero los cables de transmisión rotos.- Proposición de los ciudadanos delegados Zepeda, Casta y Borrego, a fin de que se prosiga la discusión de la causa instruida a los generales Pérez y Ramos.- Proposición del ciudadano delegado Mancilla, pidiendo se declare que los generales Pérez y Ramos gozan de fuero.- Oficios del ciudadano Presidente de la Soberana Convención, Encargado del Poder Ejecutivo.- Dictamen de la Comisión de Peticiones, relativo a las renuncias de los ciudadanos Otilio Montaño, Antonio Díaz Soto y Gama y Genaro Palacios Moreno.- Orden del día.

Lista. C. Palacios Moreno Genaro.
Presidente. C. Otilio Montaño.
Cuenta. G. Palacios Moreno.

El C. secretario

(Lee el acta de la sesión anterior)

Está a discusión.

El C. Nieto

Pido la palabra.

El C. Pasuengo, Sergio

Dice el acta que se me dio la palabra cuando estaba suficientemente discutido, y no se me dio a mí sino al señor Soto y Gama.

El C. presidente

En virtud de que se previene por un artículo del Reglamento que habiendo hablado tres en pro y tres en contra tiene deber la Mesa de preguntar si considera la Asamblea suficientemente discutido el asunto, por ese motivo, cuando el señor delegado pidió la palabra, como habían hablado tres oradores en pro y tres en contra, cumpliendo con su deber hizo la pregunta, y por esa circunstancia no concedió la palabra al señor que hace la moción de que se trata.

El C. Pasuengo, Sergio

Con todo respeto digo al señor Presidente que yo había pedido tres veces la palabra y se la dio primero al señor Soto y Gama, y conmigo iban a ser los tres en pro y los tres en contra.

El C. presidente

Precisamente el día de ayer se dio la palabra al delegado que usted menciona, pero usted la pidió después.

El C. Pasuengo, Sergio

Pido que se rectifique ese hecho, porque no es cierto como está en el acta. La Mesa tiene el deber de hacer la declaración correspondiente, y aquí figuran las personas que hablaron; que se vean las versíones taquigráficas, que son auténticas, y comprobarán la verdad de los hechos.

Otra cosa: Las actas nada más dicen Pasuengo, Pasuengo, Pasuengo y Pasuengo, y no dicen quién de los dos Pasuengo; los taquígrafos no dicen cuál es. (Voces: Los del acta, no los taquígrafos. Risas)

El C. Nieto

Suplico atentamente se sirvan darle lectura a la parte final del acta.

El C. secretario

¿Desde dónde?

El C. Nieto

El último incidente; más o menos unas veinte líneas antes del final.

El ciudadano secretario lee:

Por indicación del ciudadano vicepresidente Soto y Gama, la Secretaría preguntó si se consideraba suficientemente discutido el trámite, interpelando el ciudadano Nieto a la Mesa, sobre qué trámite, a lo que contestó la aludida que el trámite se refería a que si se ponía desde luego a discusión o se pasaba a alguna de las Comisiones el referido Proyecto.

Como el ciudadano Nieto insistiera en hacer uso de la palabra, el ciudadano Quevedo dijo que por respeto a la Asamblea debía cumplirse con el Reglamento.

El C. Nieto:

Pido la palabra para una rectificación.

Ahí dice el acta que en virtud de que yo pedí la palabra, el señor Quevedo pidió que se cumpliera con el Reglamento, y yo le suplico a la Mesa me permita preguntar al señor Quevedo si es cierto que ésta fue su intención.

El C. presidente

Puede usted preguntarle.

El C. Nieto (dirigiéndose al ciudadano Quevedo)

Dice ahí el acta que en virtud de que yo pedí la palabra, usted dijo que por respeto a la Asamblea se cumpliera con el Reglamento. ¿Fue éste el motivo por lo que dijo usted eso?

El C. Quevedo

Con permiso de la Mesa.

Soy muy desmemoriado, y ayer, con tanto desorden, no me acuerdo; pero tengo la idea de que usted había pedido la palabra y el señor Soto y Gama no se la quería conceder, y entonces me dijo: Ya ve usted, señor Quevedo, cómo no puedo cumplir con el Reglamento, y entonces, por lo dicho por el señor Soto y Gama, me paré y dije que se cumpliera con el Reglamento.

El C. Nieto

Según lo acaba de expresar el señor Quevedo, esa rectificación es la que suplico a la Secretaría que se sirva hacer. Yo no dije que se cumpliera con el Reglamento, sino en virtud de lo que dijo el señor Soto y Gama; como lo acaba de decir el señor Quevedo, él no dijo que se cumpliera con el Reglamento, porque yo pedí la palabra, sino en virtud de que el señor Soto y Gama declaró que no podía cumplir con el Reglamento. Esa rectificación es la que suplico a la Secretaría, haga.

El C. secretario

Sigue a discusión el acta. ¿No hay quién pida la palabra?

Con las aclaraciones y rectificaciones que han hecho los ciudadanos delegados, se pre:gunta si se aprueba el acta.

Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie.

No está aprobada, no se puede ver que haya mayoría, porque algunos de los delegados alzan las dos manos y no se puede ver. (Se ponen de pie)

Aprobada.

El ciudadano secretario Velázquez dio lectura a un telegrama que el ciudadano coronel Federico Cervantes dirige a los ciudadanos delegados José Casta y Alberto B. Piña, en el que manifiesta que el acueducto y bombas de Xochimilco están listos, los cables de transmisión rotos y haber mandado oficio al enemigo, sin resultado.

A continuación se dio cuenta con la siguiente proposición:

Por creerlo de justicia, en atención a lo urgente de que se resuelva cuanto antes el asunto de responsabilidad que en contra de los señores generales Pérez y Ramos se presentó el día de hoy a la consideración de esta H. Asamblea, pedimos a los señores Convencionistas, nuestros compañeros, se sirvan acordar se prosiga el estudio y la discusión de dicho asunto, esta tarde, como asunto preferente, y en caso de no ser suficiente el tiempo, mañana hasta terminarlo.

Cuernavaca, Mor., 25 de febrero de 1915.
Enrique M. Zepeda.
José Casta.
I. Borrego.
(Rúbricas)

(Voces: Es muy justo) (Aplausos)

El C. secretario

La Mesa pregunta si se considera este asunto de pronta y obvia resolución.

El C. Nieto

Pido que se vuelva a leer.

El C. Soto y Gama

Que se cumpla con el Reglamento: que se escuche a un orador en pro y a otro en contra.

Yo pido la palabra en contra, porque es contra la orden del día.

El C. Nieto

Favor de volverle a dar lectura.

El C. Borrego

Sólo pueden hablar dos: uno en pro y otro en contra.

El C. secretario

(Repite la lectura): Se pregunta si se considera de pronta y obvia resolución.

El C. presidente

Tiene la palabra en contra el ciudadano Soto y Gama.

El C. Soto y Gama

Señores:

Es curioso, es sorprendente lo que pasa en esta Asamblea; hoy en la mañana, por sorpresa se suspende la lectura del expediente, porque la Asamblea estaba cansada; parece que estamos enfermos del cerebro o de los nervios: estábamos oyendo una lectura durante hora y media, más o menos aburrida, como todo lo judicial, cuando ya nos cansamos; pero si a eso venimos, a trabajar; no habían pasado diez minutos, cuando por sorpresa se suspendió la sesión, antes de la una de la tarde, y ahora se quiere, por no haber trabajado en la mañana, en este asunto, que se trabaje en él por la tarde, como si estuviéramos jugando.

Ya se dijo que haya sesiones en la mañana, que sean desde las cuatro, si se quiere, para que se trate única y exclusivamente lo relativo al Gran Jurado, y ahora se nos quiere hacer creer que es más importante el Gran Jurado de dos señores, que han o no delinquido contra la Convención o contra X, que la discusión del Programa de Gobierno; y yo creo que lo fundamental que nos ha reunido aquí, para lo que se nos ha citado, es para el Programa de Gobierno.

¿De qué se trata? ¿De obstruccionar, de jugar, de burlarse de la Asamblea? La verdad yo no lo entiendo. Acabamos de resolver que la mañana, pero toda la mañana, se dedique a trabajar en el Gran Jurado, e inmediatamente después de haber resuelto eso, porque hubo una Comisión que dictaminara; ahora, después de la moción suspensiva de ayer, sobre el Programa -aquella exótica moción de que no era de tomarse en cuenta el Programa-, viene otra moción suspensiva y otro pretexto; no entiendo esto.

Si tanta prisa tienen los señores delegados, que pidan que las sesiones duren cinco o seis horas. En Aguascalientes trabajábamos todo el día, y aquí, de las veinticuatro horas del día trabajamos tres; esto es incalificable. En Aguascalientes aguantábamos los mismos individuos todo el día, y cuando se les dice que no ganamos el sueldo, protestan; no quieren que se les hable del sueldo, y únicamente se nos quiere obligar a que las sesiones de la tarde duren tres horas. No entiendo absolutamente nada de esto.

Se está excitando al pueblo a que deje las armas y se vuelva a trabajar, y los primeros que no cumplimos somos nosotros. Iba a decir que tenemos poca vergüenza; pero si lo digo se me vienen encima. (Aplausos)

No entiendo nada de esto. ¿Es obstrucción, es flojera, es temor a discutir los problemas revolucionarios? No me lo explico. Trabajemos toda la mañana en el Gran Jurado y toda la tarde en el Programa; pero no todo el día en el Gran Jurado, ni todo tampoco en el Programa. Yo me opongo terminantemente a esta extravagante proposición, que va contra el acuerdo tenido, que va contra la razón, que va contra el deber que tenemos, de darle un Programa a la Revolución, ya es tiempo de que se le marque un camino al Ejecutivo; veinte veces se nos ha dicho por qué no presentamos un dictamen, y cuando se presenta, hay mil pretextos para no discutirlo. (Aplausos)

El C. presidente

Tiene la palabra, en pro, el ciudadano Zepeda.

El C. Zepeda

Señores delegados:

Siempre la obstrucción juguetea en la cabeza de mi muy querido compañero el señor Lic. Soto y Gama. Nunca en mi vida me ha gustado obstruccionar, y menos cuando se trata de los intereses sacrosantos de la Patria; pero cuando veo un asunto en que la justicia no reclama más que nuestra atención, porque se trata nada menos que de la dignidad de esta Asamblea; cuando veo pisoteados no sólo los fueros, sino los derechos, y hasta podré decir, las prerrogativas de esta misma Asamblea, porque ve a dos de sus miembros encerrados, sin saberse si hay razón para encerrarlos o no; mi corazón, no diré honrado, pero sí de ciudadano verdadero, protesta, porque después de tanto tiempo de haberse cerrado las actas procesales tengamos encerrados a esos señores, sólo porque nosotros queremos dedícar toda nuestra atención al Programa, que si es interesante de por sí, no es tan urgente tratarlo, como el caso actual, en que se trata precisamente de quitar una mancha o de una vez definir conceptos, en un asunto sobre el que la Asamblea se interesó sobremanera. Bien está que hablemos del Programa, señores, pero en estos momentos hay un dolor que nos aqueja, una llaga, podemos decir, que nos tiene conmovidos: dos de nuestros hombres, dos de nuestros hermanos, están procesados, y vemos la irregularidad del proceso; el día 10 fue cuando se les aprehendió, el día 14, según la indicación del señor Presidente de la Comisión del Gran Jurado, terminó el proceso; el día 17, según lo dice el mismo señor, se le dio recibo de las constancias procesales, y hasta el 25 se viene a estudiar si esos individuos, en quienes la justicia tiene sus ojos puestos, son delincuentes o no; esos señores están en estos momentos siendo víctimas, tal vez, de los malos pensamientos de otros; la Asamblea está confundida porque no sabe si esos individuos son delincuentes o no, y que todos estamos pendientes de un fallo; en tanto ellos sufren, ellos están encerrados, ¿cuándo vamos a resolver esto? Después de decirles si tienen culpa y desaforarlos o no, y mientras, se les tiene aislados de los demás, se les tiene incomunicados, tratándolos como a unos delincuentes, y esto, señores, creo que no cabe en corazones honrados. Hablo en estos momentos a los que aman la Justicia, a los que se llaman honrados; se trata de compañeros nuestros; hablo a mi querido compañero el señor Soto y Gama; mucho lo aprecio, porque sé que ama la Justicia, y a su corazón de hombre honrado apelo para que me diga si le gustaría estar en lugar de esos señores, que tal vez trataban de acabar con esta Convención, que tal vez sean delincuentes, y que mientras nosotros estamos pensando en el Programa, debemos también pensar en la salvación de esos individuos, o en su condenación; pero de una vez.

He aquí por qué precisamente presentamos una moción suspensiva que tiende a que la Asamblea se ocupe de sus intereses interiores que están en estos momentos lesionados; moción que es producto del celo con que nosotros vemos el honor y la dignidad de este Cuerpo, en el cual tiene pendientes sus ojos, no sólo la República, sino otras naciones que quieren juzgar de nuestros actos definitivos en esta cruenta lucha, que en estos momentos nos desangra.

No tengo que hablar más: sólo para terminar diré que fije su atención la Asamblea en lo interesante de esto; no se trata de obstruccionar; al contrario, se trata de que la Asamblea defina de una vez por todas si dos de sus miembros deben seguir sufriendo en un calabozo, que será muy dulce y muy cómodo, pero siempre es calabozo; debemos nosotros definir de una vez la situación en que deben quedar esos individuos, que son compañeros nuestros. A la dignidad de todos, a la honradez de todos mis compañeros, haciendo a un lado prejuicios, me dirijo en estos momentos, para que, de una vez, definamos la situación de esta Asamblea en un problema que se le ha puesto enfrente, de cuya resolución depende que salgan limpios o no unos ciudadanos que son miembros de ella. (Aplausos)

El C. secretario

La Presidencia, por conducto de la Secretaría, pregunta a la H. Asamblea si toma en consideración la proposición que se discute.

Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

No se toma en consideración.

El C. Casta

¡Apenas es creíble!

El C. Piña

¡Qué poca conciencia!

El C. Marines

Mañana no vamos a venir; ya verán.

Se dio lectura a la siguiente proposición:

I. Declárese por esta H. Asamblea, que los ciudadanos generales Ildefonso Pérez y Miguel M. Ramos, al igual que los demás miembros de esta Soberana Convención, gozan de fuero y que, en tanto no lo pierdan, son inviolables.
II. Que, como consecuencia del anterior, no deben volver a la prisión, en la que arbitrariamente han estado y con violación de su fuero, mientras que la Asamblea no declare que ha lugar a proceder en su contra.
III. Que la Asamblea se constituya en sesión permanente hasta que resuelva si ha lugar o no, a proceder en contra de los acusados.
IV. Que se declare de pronta y obvia resolución esta proposición
.

Cuernavaca, Mor., febrero 25 de 1915.
F. S. Mancilla, (rúbrica)

Está a discusión.

El C. Orozco

Pido la palabra, en contra.

El C. Castellanos

Pido la palabra, en pro.

El C. Catalán

Pido la palabra, en contra.

El C. presidente

Tiene la palabra, en pro, el autor de la proposición.

El C. Mancilla

Señores delegados:

Después de lo que acaba de pasar, poco tendré que decir, tanto más cuando no se oyen argumentaciones lógicas.

Acabamos de derrocar a un Gobierno malo, en concepto de la Nación, mejor dicho, a todo el Gobierno porfiriano, y a su continuación, el huertista; para los apasionados, este Gobierno fue malo en todas sus partes, nada hizo bueno; pero para los que los juzgamos sin pasión, hubo mucho bueno en el Gobierno de Díaz y nada bueno en el Gobierno de Huerta. Todos los actos de Díaz, con sus malas acciones, muy malas, quedaron eclipsados con la administración de justicia, porque la administración de justicia fue una cosa que no tuvo nombre, que no tuvo calificativo en el Diccionario de la Lengua. Lo que aquí está pasando es algo semejante, injusticia sobre injusticia; no queremos concederle a estos señores nada, vamos a quitarles un fuero y lo vamos a hacer por un Gran Jurado, ¿por qué no definir primero si lo tienen?

Pero no es eso todo; si realmente estuviéramos ante un tribunal de justicia, yo acusaría al señor Soto y Gama, porque siendo defensor de uno de los acusados ...

-El C. Soto y Gama

No acepté.

El C. Mancilla

¿No aceptó? Entonces nada digo, estaba mal informado.

Los señores acusados están presos, y, ¿qué es lo que vamos a quitarles si están presos?, ¿el fuero? El fuero es precisamente para no privar de la libertad; ¿en concepto del Jurado hay méritos para detenerlos? Desde un principio se les tiene presos, y se les tiene presos cuando debiera impartírseles garantías. No sólo los señores convencionistas deben tener fuero, puesto que lo han tenido los diputados y hasta los empleados de Hacienda federal. Yo, que fui empleado federal de Hacienda, un simple agente del Timbre, que me ganaba cuatro pesos al mes, tuve fuero, y por el Gobierno al que yo atacaba; en ese Gobierno al que nosotros hemos combatido, había hombres que sabían respetar la ley, y atacaba yo ese Gobierno anterior, por malo. Las autoridades me aprehendían, me encarcelaban, y, en el acto, los empleados de Hacienda ordenaban se me pusiera en libertad; prisiones, por supuesto, que no eran más que maquinaciones políticas; la Secretaría de Hacienda no me declaraba culpable, y así siempre salía en libertad; hasta que por fin me fui con los revolucionarios, con todos los pequeños fondos que tenía. ¿Por qué a estos señores, que son generales, no se les da fuero, y yo lo tenía siendo un simple empleado que me ganaba cuatro o seis pesos al mes, empleo que sostenía, no por lo que me produjera, sino por gozar de fuero, del que me servía para seguir atacando a ese Gobierno malo, porque yo no vine a servir al Gobierno de Huerta, vine a servir a la Nación, pero el empleo que tenía era desde 1912? ¿Por qué a estos señores se les tiene presos, si no hemos dicho que ha lugar a proceder contra ellos? Pero, en fin, como no vamos a proceder con justicia estricta, nada digo más.

El C. presidente

Tiene la palabra, en contra, el ciudadano Orozco.

El C. Orozco

Señores delegados:

Me apena mucho tener que decir a ustedes que entre los hombres que nos observan, mientras decimos estar laborando en pro de la causa del pueblo, hay ya quien nos acusa de estar escatimando el tratar los asuntos de grande importancia para la Nación.

Se dice, y con justicia, que hasta ahora no hemos hecho nada práctico ni nada de probables e inmediatos resultados en bien de la causa que defendemos, en bien de la causa del pueblo y en defensa de los ideales del pueblo, por los que luchamos hace cuatro largos años, a través de los cuales hemos visto pasear la muerte por toda la República como un fantasma, arrancando vidas y sembrando el luto y la desolación.

La circunstancia de venir, en estos momentos en que se trata de discutir el Programa, a presentar una proposición de esta naturaleza, que corta de una manera resuelta el trabajo que está a punto de verificarse en esta Asamblea para terminar el Programa, es para mí altamente sospechosa.

Yo soy hombre muy honrado, enemigo de politiquerías, no me gusta hacerlas, por consecuencia, me causa profunda indignación que haya en esta Asamblea, que se dice de hombres verdaderamente revolucionarios, de hombres honrados que están dispuestos a sacrificar su vida por la Nación, me indigna que haya hombres que estén poniendo obstáculos para realizar esa labor, porque, según parece, no podemos con ella. (Aplausos y siseos)

¿Qué es lo que se quiere? ¿ Qué es lo que se teme? ¿Qué es lo que se ha propuesto esta Asamblea? ¿Qué es lo que se ha propuesto un grupo o algunos grupos de esta Asamblea? No sé, no quiero investigar.

Yo, por mi parte, no soy enemigo de que se conceda el fuero a los prisioneros, no soy enemigo de que se les ponga en libertad si no son culpables, no he investigado si merecen que se les tenga en ese castigo, o no; pero creo que debe concedérseles el fuero; a lo que me opongo terminantemente es a dos cosas: a que el asunto se declare de pronta y obvia resolución, porque eso nos quitará mucho tiempo para salvar a este desdichado país, que tiene cuatro años de constante lucha, de constante dolor, de constante desesperación y de constante obscuridad, sin poder levantarse después de haber caído al golpe de ese monstruo terrible que se llama Revolución.

Me opongo, como ya lo dije, a que se declare de pronta y obvia resolución, porque el asunto nos quitará mucho tiempo, y me opongo también a que la Asamblea se erija en permanente hasta que el asunto se resuelva.

No sé cuánto tiempo pueda durar el asunto; pero creo que serán varios días, y creo honradamente que lo más práctico, lo más cuerdo, lo más honrado, es que se trabaje todas las mañanas, desde las cuatro hasta las dos de la tarde, aunque sólo tengamos una hora para comer; si tenemos la honradez suficiente para resolver este problema, debemos trabajar no solamente de día, sino toda la noche y a todas horas, dejándonos el tiempo indispensable para tomar el alimento que es necesario para trabajar y luchar; pero de ninguna manera apoyaré, y pido a la Asamblea que me apoye, que ese asunto se declare de pronta y obvia resolución, y menos aún que la Junta se declare en permanente hasta que se resuelva el asunto de los señores Ramos y Pérez; porque de ninguna manera es más importante la suerte que dos individuos puedan tener, y la estimación que sobre ellos tenga la Asamblea, que el asunto del Programa; pueden ser muy respetables y muy dignos para nosotros, pero de ninguna manera puede ser más interesante ese asunto que el del país, que está pendiente de nuestros labios, de nuestras palabras, de nuestros hechos, y que, indudablemente, cuando hayamos terminado nuestra labor, cuando se llegue al final de la obra que nos hemos impuesto, y la Revolución triunfe, y, con ella, el pueblo mexicano, la cuestión que salvará al país será el Programa; esto es lo más importante que tenemos en estos instantes, y al Programa debemos dedicarle toda nuestra honradez y toda nuestra conciencia, y por ningún motivo permitiremos los delegados del Sur -lo digo por mí- que se dilate el Programa, que es donde debemos poner toda nuestra honradez.

Por consecuencia, pido a la Asamblea que vote por que no se declare permanente la Asamblea para juzgar el asunto de los señores generales Ramos y Pérez y pido que no se declare de pronta y obvia resolución el asunto del señor que me acaba de preceder en el uso de la palabra, porque eSo es venir a quitar el tiempo y dilatar la cuestión del Programa, que se va a discutir en estos momentos.

El C. Pérez Taylor

Pido la palabra, para una moción de orden.

Tengo entendido, ciudadanos delegados, que en la ciudad de México se acordó, en una de las juntas que tuvimos, de manera paladina, que los ciudadanos delegados no gozaran de fuero; así es que la proposición del ciudadano Mancilla es perfectamente extemporánea.

El C. Luis González

No de fuero, de inmunidad.

El C. secretario

Se pregunta si se toma en consideración la proposición del ciudadano Mancilla.

Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

No se toma en consideración.

El C. Nieto

Pido la palabra, para una moción de orden.

Como acabamos de discutir esa proposición, queda resuelta solamente en esta votación que no es de pronta y obvia resolución; pero no queda desechada por completo, y el trámite es que pase a la Comisión respectiva.

El C. secretario

A Gobernación y Justicia.

En seguida, el ciudadano secretario dio cuenta con los oficios que a continuación se expresan:

Al margen:
Un sello con el Escudo de la Nación, que dice:
Presidente Provisional de los Estados Unidos Mexicanos.

Enterado del atento oficio de 23 del actual, en que la Soberana Convención se digna transcribirme el escrito que con fecha 17 del que cursa dirigió a esta misma el señor coronel Miguel C. Martínez, quejándose de la reconvención que le hizo el ciudadano general I. Zavala, tengo el honor de manifestar a la Honorable Asamblea, que hago ya las gestiones conducentes a solucionar en sentido favorable a los mismos interesados, el incidente ocurrido.

Protesto a ustedes las seguridades de mi más atenta consideración.

Reforma, Libertad, Justicia y Ley.
Cuernavaca, Mor., febrero 24, 1915.
El Presidente de la Soberana Convención, Encargado del Poder Ejecutivo.
Roque González Garza (Rúbrica)

A los CC. Secretarios de la Soberana Convención Revolucionaria
Presentes.A su expediente.


Al margen:
Un sello con el Escudo de la Nación, que dice:
Presidente Provisional de los Estados Unidos Mexicanos.

Contesto el atento oficio de 23 del actual, de la Soberana Convención Revolucionaria, en que se sirve librar su acuerdo para que se encargue de la Pagaduría de la Convención uno de los empleados de la Tesorería General del Gobierno, sin perjudicar las labores que dicha oficina le tenga encomendadas y que no sean incompatibles con el desempeño de la mencionada Pagaduría; tengo el honor de informar a ustedes que inmediatamente se libraron las órdenes necesarias al actual Encargado de la Secretaría de Hacienda, con el objeto indicado.

Reitero, como siempre, las seguridades de mi más distinguida consideración.

Reforma, Libertad, Justicia y Ley.
Cuernavaca, Mor., febrero 24, 1915.
El Presidente de la S. Convención. Encargado del Poder Ejecutivo.
Roque González Garza (Rúbrica)

A su expediente.


Al margen:
Un sello con el Escudo de la Nación, que dice:
Presidente Provisional de los Estados Unidos Mexicanos.

Quedo enterado, con satisfacción, del atento aficio de esa H. Asamblea, fechado ayer, en el que se sirve hacerme saber que tuvo a bien acordar que el día de hoy se erigiera en Gran Jurado la Soberana Convención, para dictar la resolución correspondiente en el proceso que instruye por el delito de rebelión contra los señores generales Ildefonso Pérez y Miguel M. Ramos.

Ya lo transcribo a los interesados, como contestación a la instancia relativa.

Me es grato protestar las seguridades de mi más atenta y distinguida consideración.

Reforma, Libertad, Justicia y Ley.
Cuernavaca, Mor., febrero 24, 1915.
El Presidente de la Soberana Convención, Encargado del Poder Ejecutivo.
Roque González Garza (Rúbrica)

A los CC. Secretarios de la Soberana Convención Revolucionaria
Presentes.

A su expediente.

A continuación, el ciudadano secretario dio cuenta con el siguiente dictamen, subscrito por la Comisión de Peticiones:

Vistas las razones expuestas por los ciudadanos general Otilio Montaño y Lic. Antonio Díaz Soto y Gama, primer y segundo Vicepresidentes de esta Mesa Directiva, respectivamente, para presentar la renuncia de sus cargos, consistiendo esas razones en el hecho de que, sistemáticamente, un grupo de la Delegación del Norte les hace oposición, provocando incidentes desagradables; y, no estando comprobado el cargo y en tal virtud, no queda justificado el fundamento de las referidas renuncias, puesto que nadie ha fallado sobre el particular, la Comisión opina: que no son de aceptarse las renuncias mencionadas.

En iguales o parecidas condiciones se encuentra la renuncia presentada por el ciudadano Lic. Genaro palacios Moreno, primer secretario de la misma Mesa Directiva, y, por lo tanto, la propia Comisión suplica a la H. Asamblea, se sirva acordar:

UNICO

No son de aceptarse, y no se aceptan, las renuncias presentadas por los ciudadanos primer y segundo Vicepresidentes de esta Mesa Directiva, ni la presentada por su primer secretario, Lic. Genaro Palacios Moreno.

Salón de sesiones de la Soberana Convención Revolucionaria.
Cuernavaca, Mor., 24 de febrero de 1915.
Enrique M. Zepeda.
Ag. Preciado.
S. Pasuengo.
(Rúbricas)

Está a discusión.

El C. Borrego

Reclamo el trámite; no puede ponerse a discusión ese asunto, porque antes está el programa.

El C. Orozco

Pido la palabra, para una moción de orden.

El C. secretario

(Lee la orden del día). Es la misma a que se dio lectura ayer y la aprobó la Asamblea.

Está a discusión el dictamen.

El C. Palacios Moreno

Pido la palabra, en contra.

El C. Orozco

Pido la palabra, en contra.

El C. Quevedo

Pido la palabra, para una aclaración.

Ayer, si mal no recuerdo, y de esto me podrá ilustrar el señor Soto y Gama, se acordó se suspendiera la discusión del programa, siempre que se continuara en primer término hoy; por lo tanto, creo que aunque estuviera en la orden del día, es contra un acuerdo tomado ya por la Asamblea.

El C. Soto y Gama

¿Me permite la Presidencia contestar la interpelación?

El C. presidente

Tiene usted la palabra.

El C. Soto y Gama

No se usó la palabra en primer término, señor Quevedo, tengo el gusto de informar a usted; se dijo que se levantara la sesión, en el concepto de que continuaría la discusión ahora; no se dijo que en primer término, ni se dijo que en segundo los oficios en cartera, ni en tercero los demás asuntos; yo no podría oponerme a lo que se acordara.

El C. presidente

Tiene la palabra, en contra, el ciudadano Palacios Moreno.

El C. Palacios Moreno

Señores delegados:

La Asamblea debe tener un criterio absolutamente sereno para juzgar de la renuncia de la Mesa Directiva; penetrar sus verdaderas causas, las dificultades últimamente habidas entre los ciudadanos Vicepresidentes de la Mesa y algunos delegados de la Asamblea, dificultades innegables e indiscutibles, dificultades que nos han apenado a todos, porque tal parecía que amenazaban la disolución de la misma Asamblea; son debidas no a animosidades personales, no a ineptitud de los mismos Vicepresidentes, no a rencores de los señores delegados, son debidas, señores delegados, a que la psicología de las Asambleas no resiste un gobierno prolongado de las mismas personas; indudablemente a eso se debe que en la mayoría de los reglamentos parlamentarios de todas las Naciones civilizadas, se renueve el personal de la Mesa Directiva periódicamente; indudablemente a eso se debió que en la Comisión Permanente de esta misma Convención se acordara que la Mesa Directiva se renovara mensualmente; e indudablemente a eso se debe que los señores Soto y Gama y Montaño, dejando a un lado la cuestión personal que haya surgido con los delegados, hayan comprendido que es una necesidad, para la mejor marcha de la Convención, el que la Mesa se renueve periódicamente.

Los señores vicepresidentes de la Convención han querido dar un ejemplo de desinterés personal por lo que se refiere a la dirección de la Asamblea, en pro del mejoramiento en sus trabajos.

Las razones en que apoyaron sus renuncias, fueron razones de momento; pero yo he creído comprender que en el fondo de ellas, existe únicamente la razón filosófica de que comprenden que no es posible que las Mesas de las Asambleas Legislativas sean inamovibles.

En consecuencia, señores delegados, dejemos a un lado los motivos de galantería o de emotividad que nos impulsen a conservar en la Mesa a los señores Montaño y Soto y Gama; dejemos a un lado la estimación personal que les tenemos, que por ningún motivo sufrirá menoscabo alguno con que cesen en la Mesa Directiva, pues si se hubieran de ofender los presidentes de la Mesa que salieran de ella para la renovación de los poderes, resultaría que lo mismo habrían de ofenderse todos los delegados cuando los dictámenes que presentaran sus Comisiones no fueran aceptados y así, sucesivamente, fueran a constituir esta Asamblea en un conjunto de delegados rubicundos, a los cuales el amor propio sulfurara constantemente, que no tuvieran serenidad para resistir el que se rechace su opinión, se combata o no se acepte; entonces, señores delegados, más valiera que dejáramos pendientes todas las teorías de la Convención; es indispensable que prescindamos de esas consideraciones de amor propio, de afecto o de ánimo de halagarnos mutuamente, que, viendo serenamente el fenómeno que se presenta y lo irremediable de la situación, si no se cambia la Mesa, votemos este dictamen y digamos, en pro del mejoramiento de la labor de la Asamblea, que la Mesa Directiva debe renovarse mensualmente, y pongamos desde luego en práctica ese precedente, eligiendo nueva Mesa Directiva; este es el fondo de la renuncia de los señores vicepresidentes; no tienen animosidad personal, no tienen rencor, han comprendido que su situación es insostenible por el tiempo que tienen de estar en funciones en la Mesa Directiva, y, en este sentido, pido que razonen, que reflexionen, para desechar este dictamen, y renovar a la Mesa Directiva de la Convención.

El C. presidente

Tiene la palabra, en pro, el ciudadano Orozco. (Voces: La pidió en contra)

El C. Orozco

La pedí en pro del dictamen, en contra de la renuncia. Dice este dictamen ...

El C. Nieto

Habló en pro el señor Palacios Moreno, que hable uno en contra.

El C. Orozco

Voy a hablar en pro del dictamen.

El C. Casta

Usted dijo que en contra.

El C. presidente

Están inscritos en pro, los ciudadanos Orozco, Sergio Pasuengo, Piña, Casta, y en contra sólo el ciudadano Palacios Moreno.

Tiene la palabra el ciudadano Orozco.

El C. Orozco

Voy a leer el dictamen, y a dar las razones que tengo para pedir que se apruebe. (Lee el dictamen)

Voy a referirme únicamente al fondo del dictamen, al verdadero dictamen. Yo creo que la Comisión tiene razón, señores delegados, en no aceptar esa renuncia, por la sencilla razón, de que sería tanto como hacer la apología de los señores delegados, que, con sus intemperancias, han sido la causa de que los señores vicepresidentes hayan renunciado; sería tanto como hacer la apología de los que provocaron esos escándalos, sería tanto como autorizarlos para seguir con esas intemperancias que no están bien en una Asamblea, que ha puesto los cinco sentidos para declararse competente para resolver asuntos trascendentales para la República, y, por consiguiente, tiene que estar más arriba de todas esas pequeñeces, de todas esas pasiones y mezquindades, que son propias de corazones pequeños.

Por consecuencia, y habiendo, además, la circunstancia de que yo, como muchos de los delegados a esta Asamblea, creo que el señor Lic. Soto y Gama y el Sr. Otilio Montaño, son hombres honrados incapaces de prestarse a chanchullos políticos y a otra clase de malos comportamientos que pudieran fundar o hacer justo su retiro de la Mesa Directiva, pido a esta Asamblea, que no acepte por ningún motivo las renuncias, porque sería tanto como hacer sentar el precedente de que los señores Montaño y Soto y Gama, han sido indignos de permanecer al frente de la Mesa, como hasta aquí lo han hecho.

Yo creo, señores delegados del Sur y del Norte, que no hay motivos suficientes para arrojar en esa forma, de la Mesa Directiva al señor Licenciado Soto y Gama y al señor Montaño, que por respeto a sus personalidades, que son de bastante prestigio entre nosotros, y no sólo entre nosotros, sino en la Revolución de todo el país, por respeto a las luchas que han tenido antes, a los sacrificios que han hecho por la verdadera Causa del Pueblo, por lo que puedan haber hecho en beneficio de la nación, pido no se les acepten esas renuncias, pues sería tanto como darles un mal pago por los servicios que han prestado a la nación, y, por otra parte, como dije antes, hacer la apologia de los intemperantes que motivaron la causa de las renuncias, sería inútil; por lo tanto, pido a la Asamblea que no las acepte, es decir, apoyo el dictamen de la Comisión.

Pero súrgenos ahora este otro problema, que es muy trascendental, muy importante, que es primordial; para concluir nuestras labores en esta Convención, súrgenos el problema que anuncia el compañero Palacios Moreno; que él cree que los señores presidente y vicepresidente de la Asamblea han presentado sus renuncias, no por el escándalo surgido el otro día, sino porque era tiempo de que se llevara a cabo el cambio de la Mesa, que ha estado al frente de la Asamblea por más de un mes.

El compañero Palacios Moreno ha enunciado ese asunto, y es justo que lo resolvamos; es indispensable resolverlo; por consecuencia, creo que lo que procede en este caso es la renovación de la Mesa, y creo que este asunto es de obvia, de necesaria resolución, para poder encauzar, para poder encarrilar nuestras discusiones, nuestros trabajos, hoy que vamos a discutir el programa, parte de los trabajos de esta Honorable Asamblea; en consecuencia, y a reserva de hacerlo por escrito, pido a la Asamblea oriente su criterio en este sentido, y apoye la moción que en esa forma voy a presentar, porque, ya digo, el asunto en esa forma, sí es de urgente y necesaria resolución, sí debemos preocuparnos, como dije antes, por la renovación de la Mesa, y hasta cierto punto, apoyo el deseo de los señores Montaño y Soto y Gama, para que en lo sucesivo podamos continuar con toda tranquilidad y con toda regularidad nuestros trabajos.

Voy a presentar la moción desde luego, a fin de que se proceda a la elección de nueva Mesa Directiva.

El C. presidente

Tiene la palabra, en contra, el ciudadano Nieto.

El C. Nieto

Está inscrito antes el ciudadano Castellanos, según la lista que nos leyeron.

El C. Castellanos

No estoy inscrito.

El C. Nieto

Está bien.

Mejor ilustrado, quiero renunciar; porque, como he sido de los oponentes a la Mesa, no quiero que se haga mi apología.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Pasuengo, Sergio. (Voces: Tiene la palabra, en contra)

El C. Pasuengo, Sergio

Renuncio al uso de la palabra.

El C. González Cordero

Pues entonces tiene la palabra uno del pro.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadano Soto y Gama, en contra, porque renunciaron los señores Nieto y Castellanos.

El C. Nieto

Renuncié, porque no quise que se hiciera mi apología.

El C. Soto y Gama

El señor Palacios Moreno que se inscribió en contra, y el señor Orozco que se inscribió en pro, están de acuerdo enteramente en que debe cambiarse la Mesa, más cuando hay la razón fundamental de que las Mesas que duran mucho, fastidian.

En México, cuando se discutió la renuncia, no renuncia, sino cambio de Mesa que había funcionado en Aguascalientes, es decir, la Mesa presidida por los Sres. generales Robles, Natera, etc., se puso a discusión este mismo asunto, y en el curso de la discusión me acuerdo que el señor Marines Valero dijo que debía continuar la misma Mesa, y yo, entre otros, me levanté y le dije: no volvamos a los tiempos del porfirismo, es necesario que se renueven las Mesas; en todos los Parlamentos se acostumbra que las Mesas duren un mes; es así que nosotros hemos durado casi dos meses, desde enero a la fecha, y es natural que la Asamblea esté fastidiada de nosotros, es necesario que renunciemos, no por darle gusto a los señores alborotadores X, H, o Z, no por hacerles una galantería, sino por la razón fundamental expuesta por el señor Palacios Moreno, y por el señor Orozco; es necesario cambiar de Mesa, por eso todos estamos en contra del dictamen; lo lógico es, que la Comisión retire el dictamen y lo presente modificado en el sentido de la discusión.

No quiero insistir en ratificar las ideas tan bien expuestas por el señor Palacios Moreno, es necesario, no sólo por delicadeza, sino por renovación en toda organización, que no se corrompa esa Mesa; ya nosotros tenemos cierto modo de dirigir muy especial; que venga otra Mesa y esa dirigirá los debates de otro modo.

Ayer se vio; no sabía yo si conceder o no la palabra; si la concedía malo, y, si no la concedía, malo también; tenía la animadversión de los señores Nieto, Piña, etc., y no sabía qué hacer; lo mismo pasaba con el señor Montaño; es imposible que pudiéramos estirar y aflojar y que la Asamblea se quedara contenta. (Risas)

Por culpa o sin culpa de los señores; pero no están conformes con nuestra manera de dirigir. ¿Vamos a dirigir a fuerza? No sé qué vamos a hacer el señor Montaño y yo; el señor Montaño me suplica que me quede, y yo le suplico que no se baje: total, que es imposible la subsistencia de la Mesa; lo mismo el señor Palacios Moreno, ya no quiere seguir siendo secretario; el señor Lecona también tiene sus dificultades; por lo tanto, es necesario que se reforme el dictamen en el sentido de la discusión, y que se pida el cambio de la Mesa, que no debé durar más de un mes, y nosotros ya llevamos más de dos meses.

El C. Marines

Pido la palabra, para una rectificación.

Yo no soy de mala fe; pero el señor Díaz Soto y Gama ha dicho una mentira tan grande como una torre, respecto de que yo dije que siguiera la misma Mesa; tenga la bondad de no andarme gratuitamente colgando milagros y cosas, porque no he dicho nada.

El C. Soto y Gama

Suplico a la Secretaría lea la sesión respectiva, en que se trató el asunto en México, a ver si no están allí las palabras del señor Marines Valero; pido que se lean.

El C. Nieto

Pido la palabra para una aclaración.

En este momento creo oportuno, señor licenciado Soto y Gama, declarar honradamente, que no nos anima prejuicio alguno contra usted ni contra el señor Montaño, a quienes estimamos de verdad; muchas veces hemos estado en desacuerdo en las ideas, pero crea el señor Soto y Gama que no estamos en desacuerdo con sus personas, porque los estimamos como amigos y como compañeros; y tan es así, que para no lastimarlos, aceptamos el cargo que nos hacen de obstruccionistas sin protestar, pues sabemos que las versiones taquigráficas se encargarán de responder por nosotros; así, yo ruego al señor Soto y Gama que no crea que hay animadversión por parte de nosotros.

El C. presidente

Tiene la palabra el ciudadanó Pasuengo Sergio, en contra.

El C. Sergio Pasuengo

Señores delegados:

En el ánimo de la Comisión Dictaminadora está que se cambie la Mesa inmediatamente; pero dictaminamos en esta forma, porque no está justificado el cargo que se hace a los señores Soto y Gama y general Montaño, y a un grupo de la Convención; por eso hemos dictaminado en esa forma, pero cualquier delegado puede inmediatamente presentar una moción para cambio de la Mesa Directiva.

El C. Zepeda

Pido la palabra, como miembro de la Comisión.

El C. Soto y Gama

Señor presidente:

Esa proposición la debe hacer la Comisión; que lo solicite y que manifieste que están dispuestos a reformar el dictamen en el sentido de la discusión.

El C. presidente

Señor Zepeda: tiene usted la palabra, como miembro de la Comisión.

El C. Zepeda

Suplico a la Asamblea nos permita retirar el dictamen, para reformarlo en el sentido de la discusión.

Antes, quiero hacer esta aclaración:

Dictaminamos como está allí, porque como dijo el señor Sergio Pasuengo, tuvimos que basarnos para hacerlo en las renuncias y los fundamentos que se adujeron y como los fundamentos no eran, podemos decir, tolerables, por eso no aceptamos las renuncias; pero en vista de las razones aducidas por los señores Palacios Moreno, Orozco y Soto y Gama, pedimos se nos permita reformar el dictamen en el sentido de la discusión.

El C. secretario

La Mesa, por conducto de la Secretaría, pregunta a la Honorable Asamblea, si concede permiso a la Comisión para que retire el dictamen y lo presente reformado en el sentido de la discusión.

Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Se concede permiso.

La Mesa, por conducto de la Secretaría, hace saber que se concede un receso de diez minutos, mientras se presenta el dictamen reformado.

El C. Casta

Y que no se vayan los delegados.

El C. secretarío

Suplicándose a los señores delegados no abandonen el salón.

(Se suspende la sesión a las 6.45 y se reanudó a las 7.43)

El C. presidente

Se reanuda la sesión.

El C. secretario

(Leyó)

Considerando que es de vital importancia para la Revolución, que el asunto que se va a poner a debate referente al cambio de Mesa Directiva de la Convención, y que, por lo mismo, debe ser serenamente estudiado por todos los delegados que la forman, propongo que se aplace la discusión de ese asunto para mañana, en cuya sesión se tratará el mismo de toda preferencia, es decir, inmediatamente después de la lectura del acta.

Igualmente propongo que todos los delegados presentes, nos comprometamos por nuestro honor a asistir a la sesión de mañana y a no desintegrar el quórum, mientras no esté resuelto este asunto.

Sala de sesiones de la Honorable Convención.
Cuernavaca, Mor., 25 de febrero de 1915.
A. Díaz Soto y Gama. (Rúbrica)

La Presidencia, por conducto de la Secretaría, pregunta a esta Honorable Asamblea si acepta esta proposición suspensiva.

Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie,

Aprobado.

La Mesa, por conducto de la Secretaría, suplica a la Comisión de Estilo, se sirva poner en estado de ser redactado el Reglamento aprobado por la Convención, porque los señores delegados alegan que no se les ha distribuido el Reglamento.

(Lee la orden del día)

El C. Piña

Favor de leerla otra vez.

El C. secretario

Dice así: (Repite la lectura)

El C. Quevedo

Pido la palabra, para una aclaración.

No debe ser en esta forma: todavía nosotros no aceptamos el dictamen reformado, debe decir: Dictamen de la Comisión de Peticiones, relativo al cambio de la Mesa Directiva; pero no nombramiento de la nueva Mesa Directiva.

El C. Castellanos

¿Cómo?

El C. Quevedo

Que no nombramiento de Mesa Directiva, porque todavía no aceptamos la renuncia de la actual, sino que diga, dictamen reformado.

El C. Piña

¿Por fin, cómo acordaron? (Voces: Que sea dictamen reformado; siseos; campanilla, comienzan a salirse los señores delegados)

El C. presidente

Todavía no se levanta la sesión; se suplica a los señores delegados escuchen la orden del día; porque ya ven los trastornos que nos trae.

El C. secretario

(Lee la orden del día)

El C. Piña

Un momento, señor, pido la palabra, señor presidente. ¿Se da por terminada la sesión, verdad?

El C. presidente

Sí, señor.

El C. Piña

Ahora, a los señores delegados, para manifestarles que se ha tomado el acuerdo de reunirnos mañana a las tres de la tarde, en este mismo lugar, en junta privada, y se les suplica puntual asistencia. Todos sabemos que se van a tratar asuntos de trascendental importancia para el país.

El C. Cruz

Pero a las nueve de la mañana tenemos el Gran Jurado.

El C. Marines

Otra súplica cariñosa. Suplico a ustedes que estén puntuales mañana, porque si no va a resultar que solamente con la lectura de esas constancias procesales del Gran Jurado, no vamos a adelantar nada. Por nuestro buen nombre, vamos a venir puntualmente para juzgar a nuestros compañeros. (Aplausos) (Voces: A las nueve)

Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesSegunda parte de la sesión del 24 de febrero de 1915 Primera parte de la sesión del 27 de febrero de 1915Biblioteca Virtual Antorcha