CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA
Compilador: Florencio Barrera Fuentes
SESIÓN DEL 11 DE MARZO DE 1915
Presidencia del ciudadano Matías Pasuengo
Segunda parte
El C. vicepresidente El C. Piña El C. Piña Manifiesto a ustedes que yo estoy enteramente conforme con esa idea y, por último, ante la realidad de los hechos no puedo oponerme. Veo que toda la Asamblea en masa opina por la idea de transladarse a México; por lo tanto no vengo a oponerme a que se tome un acuerdo conducente, a fin de que los señores delegados tengan el placer de ir a la metrópoli; sólo que yo me opongo a que el acuerdo respectivo se tome en la forma, en los términos en que lo consulta la Comisión dictaminadora, y para ello voy a dar mis razones. En primer lugar, aun cuando tengamos todos el convencimiento de que la ciudad de México ha sido evacuada por las fuerzas carrancistas y ocupada a la vez por fuerzas del Ejército del Sur, eso no es una razón, para que nosotros sin más ni más cometamos la imprudencia de tomar un acuerdo en el sentido de que la residencia de los Poderes se fije nuevamente en la capital de la República. Las observaciones que ha hecho a este respecto el distinguido delegado Dr. Cuarón, han sido por demás acertadas, perfectamente atinadas. Para tomar esa resolución es indispensable, en bien de los intereses que representamos, en bien de la institución misma de la cual formamos parte, que tengamos la más absoluta seguridad, o cuando menos muchas probabilidades, de que al transladarnos a la capital de la República vamos a gozar de todas las garantías necesarias, a fin de poder continuar, como hasta hoy, laborando en el sentido que nos hemos propuesto. Pudiera darse el caso, por una de tantas contingencias de la guerra, muy frecuentes en estos tiempos, de que el enemigo volviese a la carga, amenazando a la capital, y desde el momento en que la capital estuviera amenazada, ya no estariamos en condiciones, ni física ni moralmente, para continuar laborando en aquella capital; y no hay duda de que se daría el vergonzosísimo espectáculo de ser presa nuevamente de un pánico indescriptible y ridículo, para acabar, al final de cuentas, por huir vergonzosísimamente, como lo hicimos hace poco y venir a buscar nuevamente refugio en esta hospitalaria ciudad. Y a ese ridículo, a esa nueva plancha, como lo decía hace un momento, a que exponemos a la Asamblea (ese es mi criterio), es a lo que yo me opongo, y por esta razón pido que se repruebe el dictamen de que se trata. Debo recordar, por otra parte, a los señores delegados, que conforme a una ley preexistente, la famosa ley parlamentaria, el Ejecutivo tiene la obligación imprescindible de consultar el día de mañana el nombramiento de su Gabinete, por fenecer el plazo de ocho días que se le concedió. El Ejecutivo, aunque nosotros entremos en receso, dará cumplimiento a esa disposición que es para él un mandato legal. Y, naturalmente, será improcedente que el Ejecutivo consulte la aprobación o reprobación de la Asamblea el nombramiento de sus Ministros, si la Asamblea va a entrar en receso. Debo también recordar a los señores delegados, que conforme a la citada ley parlamentaria, puede el Ejecutivo, en los recesos de la Asamblea, someter ante la Comisión permanente la aprobación de los nombramientos que haya hecho, y la Comisión permanente será la que resuelva lo conducente; y ya que, según se nos ha manifestado por un grupo de delegados surianos, que están conformes en que se reserve el nombramiento del Gabinete, cuando la Convención se instale en la capital de la República, creo necesario facultar al Ejecutivo por medio de un acuerdo, para formar su Gabinete cuando la Convención funcione en la capital de la República, y creo conveniente que se tome este acuerdo antes de que entre en receso la Asamblea. (Una voz: No puede resolver la Permanente) Yo sé, por conductos dignos de todo crédito, que el Ejecutivo, aun cuando la Asamblea se declare en receso, en cumplimiento de esa ley tiene que consultar el nombramiento del Gabinete. Al señor delegado que dice que la Permanente no puede resolver este asunto, debo decirle, refrescándole la memoria, que uno de los artículos de la ley parlamentaria dispone eso. Debo advertir otra cosa: por el hecho de que el Ejecutivo no diere cumplimiento a esta ley, sino hasta que se encuentren los Poderes en la ciudad de México, se le harán cargos en el sentido de que obstruye la labor de la Convención y de que se opone a que se ponga en vigor la Ley Parlamentaria. (Voces: No, no, no) El C. Piña (continuando) Como he expresado de una manera muy clara y terminante, no tengo inconveniente en que la Asamblea entre en receso para reanudar sus sesiones en la ciudad de México; pero, en previsión de cualquier contingencia, deben tomarse algunas precauciones; sobre todo, atendiendo a las circunstancias anormales por que atravesamos; debemos considerar que, efectivamente, estamos expuestos a mil contingencias, y por esto yo desearía que la Asamblea entrara en un receso de diez días, por ejemplo, y que a la vez entrara en funciones la Comisión Permanente, la cual hará la convocatoria del caso, para citarnos al nuevo período de sesiones, fijando la fecha, el lugar, etc., etc., de acuerdo con las circunstancias; en apoyo de mi idea hay ya un precedente; en efecto, en un caso análogo esta misma Asamblea tomó idéntico acuerdo en Aguascalientes; aun cuando teníamos muchas facilidades para llegar a la capital de la República, en previsión de cualquiera emergencia, se nombró la Comisión Permanente, a la cual se dio la facultad de convocar a sesiones, como lo hizo en su oportunidad. Propongo, pues, que la Asamblea apruebe un acuerdo en el sentido de declarar que la Asamblea entra en receso por el término de diez días, entretanto las fuerzas convencionistas garantizan la permanencia y seguridad de la Soberana Convención Revolucionaria en la ciudad de México; comprometiéndose a reanudar las sesiones cuando para ello seamos convocados. Me parece que con un acuerdo en estos términos es suficiente. El C. Cervantes El C. Piña El C. Treviño El C. presidente El C. Treviño El C. Piña El C. presidente El C. Borrego Temo que la siempre elocuente y persuasiva peroración del señor Piña, pueda influir en el ánimo de ustedes. Nos ha expendido dos argumentos con los que yo no estoy de acuerdo. Nos ha dicho que es muy posible que las fuerzas convencionistas que hayan tomado posesión de la capital de la República, no puedan garantizar la permanencia de la Convención en aquella ciudad y que entonces nos veríamos obligados a retroceder aquí, lo cual sería ridículo. Señores: yo creo que una retirada no es ridícula ni mucho menos vergonzosa. El señor Piña conoce nuestra Historia y la Historia de todas las naciones, y allí hay retiradas que son muy gloriosas; hay retiradas que valen más que una victoria. Será vergonzoso retroceder ante un enemigo inferior, pero no lo es si el enemigo nos ataca con un número muy superior a nuestras fuerzas; por ejemplo, si mañana o pasado cincuenta o sesenta mil hombres del ejército carrancista van sobre la capital y el Ejército convencionista tiene cinco o seis mil hombres, no podrá resistir, y entonces retrocederemos aquí; eso no es ridículo, no es risible; es sencillamente conveniente. Otro de los argumentos que presenta el señor Piña, es que el Ejecutivo se verá en muy difíciles condiciones para cumplir con la Ley parlamentaria, y el señor Piña olvida esto: Que la suspensión de un término implica la suspensión de los derechos y obligaciones de las partes. Así, por ejemplo, en Derecho, cuando se suspende un término, no corre para ninguna de las partes, los derechos y las obligaciones no se ejercitan, quedan en suspenso y se reanudan cuando deja de estar en suspenso el término. De manera que si el Ejecutivo mañana no puede proponemos a su Gabinete, a sus Ministros, que, conforme a la Ley parlamentaria, tiene la obligación de proponer, lo hará en México o donde se venza el término, cuando se reanuden las sesiones. El C. Casta Por otra parte, la Comisión, al dictaminar en la forma que lo ha hecho, es en virtud de que tiene la firme convicción de que si la Asamblea no lo aprueba, los delegados o la mayoría de ellos se irán con la voluntad o contra la voluntad de la Asamblea. También debo manifestar que la opinión de la Comisión es absolutamente contraria a la del señor Dr. Cuarón, respecto a si tenemos o no seguridad de permanecer en México; yo pregunto, señores, ¿hay fuerzas o no las hay?
(Voces: No las hay) Eso es simple y sencillamente nulificar al Ejército del Sur, pues en caso de peligro seguramente que el Ejército del Sur nos daría tiempo para retirarnos otra vez y protegería nuestra retirada; francamente eso no es más que miedo cerval e injustificado. (Voces: Muy bien. Aplausos) El C. Matías Pasuengo El C. presidente El C. M. Pasuengo El C. Piña El C. vicepresidente El C. Piña Si yo me opongo, señores, a que se apruebe el dictamen que se consulta, es porque dice que entre en receso la Convención, por diez días, y se cite para reanudar las sesiones en la ciudad de México, el día 21 del corriente, a las cuatro de la tarde. Pudiera darse el caso, y esto quiero hacerlo notar a la Asamblea, que por causas de fuerza mayor no pudiéramos reunirnos el 21 de los corrientes en México, sino, muy al contrario, quizá nos veamos en la obligación de correr nuevamente para acá, porque el enemigo amenace la capital, aun cuando sea, según se dice aquí, muy honroso correr, o quizá tengamos que irnos al Norte y desmembrarnos porque entrara el miedo y se escuchara el grito de sálvese quien pueda; puede darse ese caso. Yo pregunto a los señores delegados: ¿qué pierde la Asamblea con tomar un acuerdo como el que yo propongo para que la Comisión permanente entre en funciones mientras dure el receso de la Asamblea, y que la Comisión permanente sea la que convoque a sesiones en la ciudad de México, en Cuernavaca, o donde le parezca conveniente? Mi idea es únicamente no exponer a la Asamblea a una plancha, porque para planchas nos hemos tirado muchas. El C. Fierro El C. Cervantes El C. Cervantes Quiero insistir en mi opinión, significando que el señor Piña tiene, por un rasgo peculiar de su carácter, guiado por su primera impulsión, tiene la tendencia de que siempre subsista su opinión. Refiriéndose al dictamen, dice que es deficiente porque señala las cuatro de la tarde del día 21, para que se reanuden las sesiones, y que allí se dice que entrará en receso la Convención, por un período improrrogable de diez días, sosteniendo que una y otra cosa pueden fallar; pero eso es de poca monta. Lo que me interesa, señores delegados, y en eso estriba el perdón que pido, es hacer constar que si expresé algunas palabras que pudieran desagradar al señor Piña, lo hice sin intención ninguna de ofenderlo. Yo tengo por el señor Piña una viva simpatía y una particular estimación; supongo que él me estima, y con toda franqueza, como amigo que soy de él, expuse un hecho que era una verdad, e insisto en afirmarlo; pero mi intención no implicaba, ni remotamente, la idea de ofenderlo en la forma más leve. Hago esta aclaración, porque ha quedado en mi ánimo una impresión desagradable con motivo de ese incidente, y porque quiero que todos los señores delegados queden convencidos de que el señor Piña y Yo somos buenos amigos. El C. Fierro Respecto del escrúpulo del señor Piña, de que el Ejecutivo se encuentra en una situación anormal y que no sabrá qué hacer si la Convención se va, toda vez que por la Ley parlamentaria se le ha prevenido que nombre su Gabinete, lo cual debería hacer mañana, yo contesto al señor Piña que, según los acuerdos que se han tomado en Juntas privadas, se ha llegado a la conclusión de que los Ministros que aquí se nombraran funcionarían provisionalmente y que en México se nombraría el Gabinete definitivo. Esto se acordó porque se temía que las fuerzas carrancistas hicieran resistencia todavía por mucho tiempo, y para evitar que siguiera funcionando el Presidente o Encargado del Poder Ejecutivo, como hasta hoy, es decir, sin tener Ministros, nombrando a los empleados subalternos para tales cargos y haciendo lo que le parecía conveniente; pero como las circunstancias han cambiado favorablemente para la Convención, sería ridículo que nombrara el Presidente un Gabinete provisional, para que dentro de ocho días se procediera a nombrar un Gabinete definitivo. En consecuencia, creo que esto se podría subsanar adicionando la proposición con otra distinta, por medio de la cual se autorizase o se le concediera al Ejecutivo una prórroga por diez o quince días, para que proceda a someter a la aprobación de la Asamblea, el nombramiento de sus Ministros. Respecto de si la Asamblea considera pertinente que entre en funciones la Comisión permanente, estimo que no lo juzgará así, porque claramente lo dice el dictamen que está a discusión: la Asamblea continuará en funciones y sólo suspende sus sesiones para reanudarlas en México el día 21 del mes actual. En vano es que queramos oponernos a las ideas de la mayoría de los delegados, y sucederá en este caso lo que sucedió en México: en la última sesión se acordó que al día siguiente, a las nueve de la mañana, se reuniría la Asamblea; todos estuvimos conformes, y ya vimos cómo, a pesar de que ni siquiera se asomaban los carrancistas, salieron muchos delegados, unos a pie, otros a caballo y otros en automóviles, huyendo de la ciudad de México para venir a Cuernavaca; tres días después el enemigo no entraba aún, y ya la mayoría de los delegados estaba aquí. Lo mismo sucederá en este caso, si la Asamblea, guiada por las palabras demagógicas del señor Velázquez, para captarse los aplausos de las galerías; no considera ni aprueba el dictamen que se discute, pues la mayor parte de los delegados se marcharán a México, y no habrá quórum, y no podremos celebrar nuestras sesiones; y hay más: ni siquiera se les podrá amenazar con que se les multará, pues no habiendo quórum no habrá sesión y no habrá motivo para aplicar las multas. Es de todo punto inútil continuar argumentando en pro, y pido a la Asamblea que apruebe el dictamen que se discute. El C. Piña El C. Piña El C. Piña El C. Piña El C. Piña El C. Valle El C. Valle El C. vicepresidente El C. González Cordero El C. Cruz El C. Fierro En vista que han hablado ya más de tres oradores en pro y tres en contra, y de que se han presentado setenta hechos y doscientas aclaraciones, es procedente que la Mesa pregunte, desde luego, conforme al Reglamento, si está suficientemente discutido el dictamen. (Bravos. Aplausos) El C. vicepresidente El C. Valle El C. Valle El C. secretario Zepeda El C. Velázquez El C. vicepresidente El C. Velázquez El C. secretario Zepeda En votación económica se pregunta si se aprueba. El C. Piña El C. Cuarón El C. Zepeda Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Aprobado. (Aplausos. Desorden. Campanilla) El C. vicepresidente El C. presidente El C. vicepresidente El C. secretario Zepeda Al margen un sello con el escudo de la Nación, que dice: Presidente Provisional de los Estados Unidos Mexicanos. Quedo enterado con suma satisfacción, de que la Soberana Convención Revolucionaria se ha servido facultar al Ejecutivo de mi cargo, para que de la cantidad de $25.000,000.00 que importa la emisión de papel moneda decretada con fecha 25 de febrero próximo pasado, invierta hasta la suma de $5.000,000.00 (cinco millones de pesos) en la compra y almacenamiento urgentes de artículos de primera necesidad con que habrá de proveerse a la capital de la República, cuando ésta sea ocupada por las fuerzas convencionistas. Hónrome en presentar a esa H. Asamblea mis felicitaciones más sinceras por tan noble proceder, y tengo el gusto de participarle que tan luego como empiece a disponer del dinero de la nueva emisión, se dará atención preferente a tan ardua labor como la que hay que emprender en favor de la ciudad de México; permitiéndome hacer presente a esa Soberana Asamblea, la circunstancia de que desde un principio el Ejecutivo de mi cargo ha estado trabajando en ese sentido. Protesto, como siempre, las seguridades de mi distinguida y atenta consideración. Reforma, Libertad, Justicia y Ley. Al ciudadano Secretario de la Soberana Convención Revolucionaria. A su expediente. El C. Cervantes Voy a permitirme decir a ustedes que por noticias que he recibido sé que el Encargado del Poder Ejecutivo tiene apenas una pequeña cantidad de dinero, que alcanzará a la suma de veinte o treinta mil pesos; de manera que si nosotros no lo facultamos para que gestione de algún modo la adquisición de dinero, a fin de hacer pagos de urgencia, como sueldos de empleados, etcétera, etcétera, y a fin de dar sanción al proyecto de gastar cinco millones de pesos en elementos de primera necesidad, para llevar a la capital de la República, el Ejecutivo se verá en un conflicto, por lo que me permito suplicar a mis apreciables compañeros que esperen unos dos o tres minutos, a fin de facultar al Ejecutivo para que, por el procedimiento que sea justo y conveniente, se arbitre recursos, debido a que del dinero que se está imprimiendo todavía no se tiene ni un centavo. El C. Pasuengo M. Sin duda alguna que el Reñor delegado Cervantes obra con mucha buena fe; pero él olvida que ya se aprobó en la sesión anterior que de los veinticinco millones de pesos que se están imprimiendo debe tomar los cinco millones de pesos para gastos de cereales, y nada más justo que se haga tal como se acordó. El C. Cervantes El C. Pasuengo El C. Cervantes El C. Pasuengo M. Me extraña que él no haya dicho nada respecto del dinero, y el señor Cervantes nos diga que hay necesidad de esa autorización. Francamente yo no entiendo esto. El C. secretario Zepeda El C. Cervantes El C. secretario Zepeda Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. No se da el permiso. (Desorden. Campanilla. Siseos) El C. Velázquez El C. Borrego El C. vicepresidente El C. secretario Zepeda El C. Piña El C. vicepresidente Castellanos El C. Piña Voy a hacer una moción de orden. El señor secretario ha interrogado a la Asamblea sobre si da permiso al señor delegado Cervantes para retirar su proposición y presentarla reformada en un sentido más amplio: la Asamblea ha contestado negativamente, es decir, que no se le da el permiso al señor Cervantes. Ahora resta que la Asamblea resuelva si toma en consideración la proposición del señor Cervantes. Pido a la Presidencia que dé cumplimiento a esta disposición reglamentaria. El C. vicepresidente El C. secretario Zepeda El C. Borrego El C. presidente El C. Borrego El C. secretario Zepeda El C. Borrego ¿Cómo es que se habla aquí de suspender la proposición, cuando no hay nada a discusión, sino que se trata de una proposición nueva? No es, señores, proposición suspensiva. Estamos violando el Reglamento. El C. presidente El C. Borrego El C. presidente El C. Borrego El C. Cervantes Es inconcebible, que por errores de trámite, por errores que cometieron la Mesa, y la Asamblea, estemos perdiendo el tiempo tan lastimosamente. Yo les ruego que dejen a un lado esas consideraciones de tramitación, que tengan en cuenta que yo obro con toda buena fe y que se presente una nueva proposición relativa al asunto. Solicito que se pregunte a la Asamblea si la voz de los señores Piña y Velázquez es más autorizada que la del resto de los delegados. (Risas) El C. presidente El C. Piña El C. presidente El C. Piña El C. secretario Zepeda
Tiene la palabra el ciudadano Piña.
Primero l1ame usted al orden a la Asamblea. (Campanilla)
Estoy seguro de que muchos señores miembros de esta Asamblea están en la creencia de que yo me opongo a que se declare en receso la Convención, para que así tengan oportunidad los miembros de ella de poder ir a la ciudad de México a visitar a sus familias o a atender negocios particulares.
Pudiera ser que por no dar cumplimiento a lo mandado por la Convención, de someter en la fecha indicada, a su deliberación, el nombramiento de Ministros, se le hicieran cargos al encargado del Poder Ejecutivo (Siseos. Desorden. Campanilla)
Suplico a usted que se sirva leer nuevamente esa proposición.
La proposición no fue redactada por mí, pero encierra la idea de que el nombramiento de Gabinete se haga en la ciudad de México, y yo solamente añado que se declare que la Convención entra en receso y que funcionará mientras se reanudan las sesiones, la Comisión Permanente.
Pido la palabra para ilustrar al señor Piña.
Tiene la palabra el ciudadano Treviño.
Yo ruego atentamente a la Secretaría que el dictamen de la Comisión de Gobernación sea leído, a fin de que se fije el ciudadano Piña en que ya se dice: Comuníquese al Ejecutivo para que surta sus efectos, y con eso ya se evita el escollo señalado por el señor Piña, y que se refiere al nombramiento de Ministros; es decir, a la Ley sobre parlamentarismo.
Pido la palabra.
Un momento, señor; está anotado antes el ciudadano Borrego.
Señores delegados:
Veo que en el dictamen se pone un plazo de diez días durante el cual nos podremos convencer si podemos permanecer o no en México; así es que la proposición que nos presenta el señor Piña es el mismo gato, nada más que revolcadito.
Quiero sentar este hecho: en México se aceptó la Ley parlamentaria, y algunos delegados sostienen que hasta se imprimió, y, sin embargo, venimos a Cuernavaca y el Ejecutivo no nos ha presentado la terna de los ministros ...
Suplico al señor Pasuengo que concrete el hecho que desea exponer, porque se está saliendo de la cuestión.
También el ciudadano Piña se salió de la cuestión, diciendonos que el Ejecutivo va a tener que nombrar mañana a sus Ministros, y esto no se halla a discusión; pero la verdad es que el señor Piña se quiere salir siempre con la suya; eso era el hecho que quería yo sentar.
Pido la palabra para una aclaración.
Tiene la palabra el ciudadano Piña.
Procuraré ser lo más breve posible, para no cansar a la Asamblea.
Pido la palabra para una aclaración.
Pido la palabra para una aclaración. (Siseos. Desorden) (Voces: Callénse. No lo dejan hablar)
Quiero hacer dos aclaraciones; en una de ellas estoy interesado personalmente.
Creo que es inútil que estemos argumentando en pro de un asunto que está de antemano aprobado porque, ténganlo bien entendido: todos los delegados del Norte, quiéranlo o no lo quieran algunos delegados del Sur, se marcharán hoy o mañana a México, y no sólo ellos sino muchos de mis amigos íntimos del Sur, que me han indicado que están dispuestos a proceder en igual forma.
Pido la palabra para una aclaración. (Voces: ¡Ya no, hombre! ¡Ya no! ¡Ya hablaron muchos!)
Yo ruego a los señores delegados que sean indulgentes siquiera en esta vez. Es cierto que ya han hablado muchos delegados; pero me parece pertinente, aun cuando al señor González Cordero no le parezca, a juzgar por sus manifestaciones de desagrado ... (Voces: Esas manifestaciones son de todos. Ya estamos fastidiados)
Se ha dicho aquí que desde el momento en que entra en receso la Convención, no corre el término Que establece la Ley parlamentaria ... (Voces: Eso es argumentar)
No, señor; esa es una aclaración que quería hacer. Ahora voy a hacer otra muy pequeña. (Risas) (Una voz: ¡Ya no!)
Tengo entendido, según lo que han dicho en lo privado algunos señores delegados, que no están conformes con que se apruebe el dictamen tal como lo han presentado, porque eso signifiea que la Convención entre en receso. En consecuencia yo pido que se reforme el dictamen en el sentido que ya se ha indicado.
Pido la palabra. (Voces: ¡Ya no! Desorden. Campanilla)
Es para sentar un hecho. No voy a tomar la palabra ni en pro ni en contra, sino únicamente ... (Siseos. Desorden. Campanilla)
Se hace presente a los señores delegados que en estos momentos es cuando menos debe darse lugar a que se diga que la mayoría ejerce presión sobre los que no quieren irse.
Bueno, pues que se queden; yo me voy. (Risas. Desorden. Campanilla)
Aquí lo que veo es que no hay educación.
Pido la palabra para una moción de orden.
La Presidencia juzga pertinente la indicación del señor Fierro, y por conducto de la Secretaría se hará la pregunta a la Asamblea.
Pido la palabra para sentar un hecho. (Voces: ¡No, no!)
Iba a renunciar al uso de la palabra; pero una vez que el compañero Fierro, de una manera indebida, ha hecho uso de ella, me veo en la necesidad de protestar por que a mí se me niegue para sentar un hecho que es muy importante. (Voces: ¡Cállate, cállate! Campanilla)
Se pregunta a la Asamblea si está suficientemente discutido el dictamen.
Pido la palabra en contra.
Ruego atentamente al señor Velázquez, que guarde compostura y que no introduzca el desorden.
Y yo le ruego a usted que cumpla con su deber.
Suficientemente discutido.
Pido votación nominal.
Me permito llamar la atención sobre que el día 21 es domingo. (Voces: No le hace, no le hace)
Dice el dictamen que va a votarse: (Lo leyó)
Se suspende la sesión por unos momentos. (Voces: ¡No, no! ¡Que se levante! ¡Lista! ¡Lista!)
Continúa la sesión. (Voces: ¡Lista! ¡Lista! ¡Vámonos!)
No se ha levantado la sesión; se va a dar cuenta con algunos asuntos urgentes.
Se ha recibido el siguiente oficio del ciudadano Encargado del Poder Ejecutivo.
Cuernavaca, Mor., marzo 11 de 1915.
El Presidente de la Soberana Convención, Encargado del Poder Ejecutivo.
R. González Garza.
(Rúbrica)
Presente.
Señores delegados:
Señores delegados:
¡Pero si no hay nada de dinero, hombre!
Bueno, pues cuando estén hechos, que de allí se tomen los cinco millones.
El señor Pasuengo no se ha fijado en lo que dije hace unos momentos. Para que el Ejecutivo pueda usar de la autorización que se le concedió para invertir cinco millones de pesos en compra de cereales, es indispensable que se le autorice también a que se arbitre ese dinero en la forma que lo crea conveniente, toda vez que de la emisión de veinticinco millones de pesos, autorizada, no se cuenta con un solo centavo. De manera que de no hacerlo así nuestra autorización sería inútil, porque no tendría efecto; y de lo que se trata es de dar facultad al Ejecutivo para que pueda arbitrarse esos recursos de alguna manera, para efectuar los pagos urgentes y para hacer la compra de artículos de primera necesidad.
La vez pasada que se trató de este asunto, yo tuve una conversación con el Encargado del Poder Ejecutivo, y le dije lo que habíamos acordado en la Junta privada que tuvimos, y él me contestó: Esas son cosas de ustedes, que siempre se adelantan a lo que yo pienso e invaden mis atribuciones, y me echó una regañada. (Risas)
Habiendo hablado un orador en pro y otro en contra, se pregunta si se toma en consideración. (Voces: ¡No, no! ¡Sí, sí!)
Ruego a la Asamblea que espere unos momentos; voy a modificar mi proposición, presentándola escrita, para apoyarla ampliamente.
Se pregunta si se concede al señor Cervantes el permiso que ha solicitado de la Asamblea para retirar su proposición y presentarla modificada.
La Mesa tiene la culpa del desorden, y vuelvo a llamar la atención del señor presidente, para que cumpla con su deber. (Campanilla)
Moción de orden. La Secretaría preguntó primero si se concedía permiso para retirar la proposición; no se concedió el permiso, y ahora debe preguntar si se considera de urgente y obvia resolución.
La verdad es que la mayoría de los señores delegados no se ha dado cuenta de cómo han pasado los hechos. (Voces: Que se retire la proposición)
El delegado Cervantes pidió permiso por conducto de la Mesa, para retirar su proposición y presentarla modificada. Se hizo la pregunta del caso, y como parece que hay duda respecto de la resolución de la Asamblea, la Presidencia suplica a los señores delegados se sirvan decir si conceden al señor Cervantes permiso para retirar su proposición y presentarla modificada. (Voces: ¡No, no!)
Debemos votar por que se modifique esa proposición.
Yo suplico muy respetuosamente al señor Piña tenga la bondad de abstenerse de esas manifestaciones, que no son nada convenientes, aquí, tratando de inclinar las votaciones en un sentido o en otro. Usted puede dar su voto, señor Piña, pero deje a los demás votar como gusten.
Sí, señor, y también tengo el derecho de procurar que los demás lo den como yo.
Me es muy penoso estar oyendo que a cada momento se le hacen indicaciones a la Presidencia, cuando no saben los señores delegados si está obrando bien o mal.
La presidencia, por conducto de la Secretaría, pregunta a la Asamblea si se toma en consideración la proposición del señor delegado Cervantes.
No es ésa la pregunta. Se debe preguntar si es de urgente y obvia resolución.
No lo pide así el señor Cervantes.
Entonces debió usted haber mandado pasar la proposición del señor Cervantes a una Comisión. (Aplausos)
Se procede a dar lectura al artículo 10 del Reglamento.
No sé si la Asamblea o la Presidencia han perdido la cabeza.
Me es muy penoso tomar la palabra para decir al señor Lic. Borrego que aunque él tiene la razón en decir que ésta no es una proposición suspensiva, de todas maneras la Mesa tenía obligación de leerla y la Asamblea la obligación de haberla rechazado; pero como la aceptó, yo pregunto: ¿qué debe hacer ahora la Asamblea?
La Mesa sólo tiene obligación de mandar dar lectura a las proposiciones y si no se pide que se declaren de pronta y obvia resolución, entonces debe dictar, el trámite de mandarlas pasar a tal o cual Comisión para que dictamine, pero no someterlas desde luego a la consideración de la Asamblea.
El ciudadano Borrego debe convenir en que si la Presidencia cometió un error, también debe culparse a la Asamblea de ese error, y al señor Borrego, que debió entonces pedir la palabra para impedir que se consumara el hecho y no hacer uso de ella cuando el hecho está consumado.(Desorden. Campanilla) (Voces: La proposición fue rechazada de plano)
Hay un medio de encauzar el debate, sumamente sencillo, y consiste en preguntar a la Asamblea si se declara el asunto de pronta y obvia resolución.
Señores delegados:
Va a preguntar la Secretaría, siguiendo el consejo del señor Lic. Borrego, rogándoles que entremos al orden, si se considera este asunto como de pronta y obvia resolución.
La primera proposición, ¿verdad?
Ruego al señor Piña que no me haga tantas indicaciones, porque de lo contrario abandono la Presidencia, ya que no sirvo para nada.
¡No la abandone usted, señor! (Risas)
Se pregunta a la Asamblea si considera como de pronta y obvia resolución la siguiente proposición: