CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA
Compilador: Florencio Barrera Fuentes
JUNTA PREVIA Y SESIÓN DEL 25 DE MARZO DE 1915
Presidencia del ciudadano Matías Pasuengo
Segunda parte
El C. presidente El C. Montaño Digo esto: hasta ahora he visto que se da un fallo en que sólo ha habido denuncia.
Se necesita que haya pruebas, se necesita que para hacer apreciaciones haya pruebas, ya sean testimoniales o documentales. En consecuencia, en el presente caso he visto denuncia y nosotros por honra a la justicia, por honra a la libertad del pueblo, debíamos verdaderamente haber aplazado esta discusión y ser más serenos en el asunto. Voy a citar un caso concreto aplicable al presente: cuando la toma de Chilpancingo, cayó prisionero de guerra el general Benítez que luchó con las armas en la mano por el general Huerta; entonces se le juzgó en Consejo de Guerra extraordinario y es indudable que ese hombre debía haber sido pasado por las armas; pero juzgándolo con toda serenidad y habiéndose comprobado que aquél luchó como hombre honrado, no como chacal, y nosotros luchando como hombres civilizados, le dimos tiempo para que pudiera probar que había cumplido como honrado y no como asesino, como hombres que proceden rectamente y no con alma de fiera. Entonces, cuando se le dio el tiempo suficiente para que se reivindicara, logró reunir certificados de personas honorables de que había procedido en forma contraria a los muchos esclavos de Huerta, los hombres del machete. En el presente caso, sólo hablo por honra de la Asamblea, pues soy intransigente con todos los que sirvieron de lado de los esbirros, pues sé que mi papel está en trabajar por los humildes, buscando la salvación de la Patria. Debía haberse aplazado la discusión y haber procedido con perfecto conocimiento de causa, debían haberse traído las pruebas y en virtud de ellas darse, como consecuencia, él fallo que mereciera el dictamen de la Comisión. Por lo tanto, señores delegados, me apena profundamente que comencemos a vulnerar la justicia por el simple hecho de hacer una denuncia. ¿No tenemos suficiente serenidad para dar justicia? Escuchemos al señor denunciante, al que acusa, pero escuchemos también al señor acusado, para que de esa manera, si tiene algo con qué reivindicarse, proceda a hacerlo. Debemos hacerlo así y en consecuencia, en honor de la justicia, hago esta declaración para que conste en el acta. El C. presidente El C. Borrego El C. Velázquez El C. secretario Es de aceptarse y se acepta la credencial expedida por el ciudadano general Rafael Cal y Mayor, en favor del ciudadano Enrique M. Bonilla. El C. Nieto Yo suplicaría a la Mesa que, procediendo lógicamente con nuestros acuerdos anteriores, cerrara ya la sesión previa para entrar a la sesión formal; porque estamos perdiendo el tiempo; mañana seguiremos discutiendo las credenciales. El C. Aceves Evidentemente que, para pasar a otro asunto, necesitamos que tenga la bondad la Mesa, por conducto de la Secretaría, de preguntar si se aplaza o no. El C. presidente El C. Velázquez El C. secretario Los que estén por la afirmativa, sírvanse poner de pie. Se suspende la sesión previa. El C. presidente El ciudadano secretario dio lectura al acta de la sesión plena anterior. (Murmullos) El C. presidente El C. secretario El C. Lecona El C. presidente El C. Lecona El C. Fierro El C. Lecona El C. secretario ¿No hay otro delegado que desee hacer uso de la palabra? Con la modificación propuesta por el señor Lecona se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobada. Se va a dar lectura a la lista de los que no asistieron a la sesión de ayer. Acosta Juan Antonio, Amezcua Antonio, Cal y Mayor Rafael, Cantú José T., Flores Garza Valentín R., Galván Leobardo, García Romero Rodolfo, Guerra Lauro, Juárez Cipriano, López Macario, Otero Eugenio R., Paniagua Trinidad A., Pulido. Ponciano, Reynoso Díaz Leopoldo, Rodríguez Félix, Rodríguez Gozos José. Sigue a discusión el artículo que quedó pendiente en la sesión anterior, del Programa de Reformas que dice: Reconocer amplia personalidad ante la Ley a los sindicatos y sociedades de obreros dependientes o empleados, para que el Gobierno, los empresarios y los capitalistas tengan que tratar con fuertes y bien organizadas uniones de trabajadores y no con el operario aislado e indefenso. El C. secretario El C. Nieto Creo que hay una lista de los oradores que se han inscrito para tomar parte en esta discusión. El C. Soto y Gama Desde ayer indiqué, pero no formulé mi petición, que la Comisión pedia permiso para substituir la palabra sindicatos por la palabra uniones de trabajadores, uniones de obreros. Yo suplicaría a la Presidencia se sirviera preguntar si la Asamblea permite que se modifique en ese sentido el artículo a discusión. El C. Cervantes El C. Nieto El C. Cervantes El C. Soto y Gama El C. Nieto El C. Soto y Gama Es verdaderamente extraño que el señor Cervantes, que cree razonar tan bien, confunda lastimosamente el hecho de reconocer personalidad jurídica a las uniones de obreros, sindicatos o como sea, con el hecho enteramente distinto de aceptar los procedimientos de lucha que esos sindicatos van a poner en práctica. Puede perfectamente admitirse la existencia de una unión obrera, sindicato o no, y, sin embargo, después el Gobierno, a pesar de que le reconozca personalidad jurídica no sea sino con las formas que la ley respectiva fije. Como el señor Cervantes no es abogado, ignora seguramente cómo se redactan las leyes e ignora que las leyes especifican: se concede personalidad jurídica a la unión obrera tal con tales y cuales formas y entre esas formas no han de estar el sabotaje, porque el sabotaje quiere decir la lucha contra la sociedad actual en forma violenta, y es evidente que no autorizará ante la ley, el Gobierno, esos procedimientos; el sabotaje lo harán siempre fuera de la ley, lo harán siempre contra la ley, lo harán siempre contra las corporaciones existentes. Y como ningún Gobierno, ninguna sociedad trata de suicidarse, esté seguro el señor Cervantes de que no se aceptarán por la ley los procedimientos de sabotaje, terror de la sociedad y espanto de todos los gobiernos. Repito, que este sabotaje no se aceptará y así está consignado en este artículo que siento tener que volver a leer; pero en este artículo se expresa perfectamente claro lo siguiente: Dar garantías a los trabajadores, concediéndoles amplia libertad de huelga, de boicotaje, para evitar que estén a merced de los capitalistas. Fíjese bien el señor Cervantes, dice para evitar. De manera que todos los escrúpulos del señor Cervantes quedarán destruidos con la ley que se expida para reconocer personalidad a las uniones de obreros, la cual dirá, si quiere el señor Cervantes, si tendrán o no los obreros el derecho de hacer uso del sabotaje; es decir, dirá un disparate: ¡dirá que no tendrán derecho de hacer uso de los procedimientos ilegales! Yo creía que el señor Cervantes era un poco más lógico en sus objeciones, pero veo que no; de manera que insisto en mi moción de orden para que se pregunte, puesto que la Comisión lo quiere, a la Asamblea, si permite que se modifique el artículo en ese sentido. El C. Nieto El señor licenciado Soto y Gama habla en su nombre, y como la Comisión la componen varios delegados, no puede tomar el nombre de la Comisión para pedir por sí y ante sí, esa reforma. Por consecuencia, yo pido que, conforme se acordó ayer, se continúe la discusión del artículo para que se rechace de plano, porque ése es el propósito de muchos de nosotros. El C. Piña Yo me permito interpelar al señor licenciado Soto y Gama, miembro de la Comisión de Gobernación, si no estima comprendida la idea que consulta el artículo 23 a discusión en el artículo noveno de la Constitución General de la República, que dice así: A nadie se le puede coartar el derecho de asociarse o de reunirse pacificamente con cualquier objeto lícito; pero solamente los ciudadanos de la República pueden hacerlo para tomar parte en los asuntos políticos del país, Ninguna reunión armada tiene derecho de deliberar. El C. Soto y Gama Ahora sí no me extraña que el señor Piña haga esa pregunta, no es abogado; de manera que no va a ser crítica la que le dirija, puesto que su pregunta la hace por lo menos en forma modesta, no a título de suficiencia; así es que le contesto con toda urbanidad y con toda cortesía: es enteramente distinto conceder libertad a cierta asociación, que reconocer personalidad jurídica a esas asociaciones. Hasta la fecha nuestro Código, que es un código bárbaro, como todo lo burgués que aquí tenemos ... (Siseos y aplausos), sostengo que nuestro Código es un código bárbaro, como bárbara, atrasada y rancia es la Constitución de 57, como rancias son las conciencias de la mayoría, como rancia es la educación que recibe la metrópoli, porque es la educación que le dio El Imparcial y que ahora le está dando El Monitor que no es más que la continuación de El Imparcial. (Aplausos) Debo decirles, señores, que no se adelanta un milímetro en este país en materia de intelectualidad, estamos en el año de 57 y los periódicos están en 1909. Parece que todavía la sombra de Reyes Spíndola se cierne sobre esos periódicos que no honran a la Revolución, que no son revolucionarios, que Son reaccionarios y seguirán siendo perfectamente reaccionarios. ¡Que lo oiga la prensa, porque no le tengo miedo a la prensa que no cumple con su deber! (Aplausos) Después de la explicación relativa al Código de Comercio, perfectamente bárbara y perfectamente antijurídica, deberé decir al señor Piña que este Código no se ocupa más que de las sociedades mercantiles, es decir para el efecto puramente mercantil, puramente mercachifle, para el efecto de lucro, y que no se ocupa de ninguna de las formas de las sociedades obreras. Cuando en Europa hay códigos enormes más grandes que este libro, ¡que le parecía viejo al señor Cervantes! ¡Códigos enormes de Legislación del trabajo, que aquí no tenemos, pues sólo hay una Ley del Trabajo que se dictó en tiempo de Huerta! Y es vergonzoso que aquí en esta Asamblea, se desconozca que hay montones de libros, millares de obras sobre leyes que tratan del reconocimiento de uniones obreras, y que hasta en el Estado de Jalisco hay una Ley sobre Sindicatos; para que lo sepan los señores que se oponen a esas leyes, esa Ley la dictó el Grupo Católico y es increíble que el señor delegado Zepeda, católico de buena cepa, sea más partidario de los sindicatos, él que fue director de un periódico reaccionario, La Nación, que muchos de esta Convención Revolucionaria. (Aplausos) Es verdaderamente increíble que se venga aquí con remilgos, con tapujos, con escrúpulos monjiles tratándose de una cosa tan clara, tan lógica; es de irritarse por el espíritu reaccionario que reina en las galerías que no sé cómo se dicen educadas, conscientes y no sé en qué clase de colegios han cursado; mejor dicho en los colegios que fundó Justo Sierra, que en el maderismo se tuvo el candor de rendir homenaje, ¡Justo Sierra, un mamarracho! (Siseos, silbidos) Lo sostengo: Justo Sierra un mamarracho, sí, señores. Ya estamos en época revolucionaria, ya pasó la época porfirista, ya no tenemos que rendir parias al pasado, al porfirismo, ni a Justo Sierra, porfirista ... (Siseos) Pues qué, ¿creen las galerías que nosotros los revolucionarios les venimos a pedir prestados a ellos sus conocimientos?, ¿qué, en México no hay más intelectuales que los intelectuales que van a Europa pensionados?, ¿qué, no saben que frente a la imbécil ciencia de Justo Sierra, de Bulnes y de Flores, está la gran cencia de Eliseo Reclus, Kropotkin, de Karl Marx y ¡y que muchos de las galerías ni siquiera han olido, ni siquiera les ha pasado por las narices! (Desorden, silbidos en las galerías, aplausos en las curules) ... y en plena y perfecta Asamblea Revolucionaria y frente a la prensa reaccionaria y frente a las galerías en que domina, por desgracia, el elemento reaccionario, hace falta una legislación obrera, hace falta una legislación que garantice lo que en todas partes, hasta en Jalisco, por obra del Partido Católico, se estableció, y que aquí no se quiere establecer, después de cuatro años de revolucion, después de cuatro años en que se ha derramado tanta sangre! Aquí sí cabe invocar, señor Nieto, la sangre derramada. Aqui sí cabe acordarse, como decía hace unos días el señor Marines Valero, de que estamos perdiendo el tiempo. Es vergonzoso que se discuta la personalidad jurídica a las uniones obreras en una Asamblea que se dice que debe ser revolucionaría. (Aplausos) El C. Piña El C. presidente El C. Cervantes El C. presidente El C. Cervantes El C. presidente El C. Cervantes El C. Piña El C. presidente El C. Piña También felicito al señor licenciado Soto y Gama, porque es de los pocos que yo conozco que no se dejan ni influenciar por el público, ni sugestionarse por las insinuaciones que éste hiciera. Yo veo con profunda satisfacción que el señor Soto y Gama, no obstante que las galerías le son hostiles, y no obstante que también la Asamblea es hostil a los principios que él sostiene, él, con verbo elocuente y con energía envidiable, sostiene sus teorías, y hace muy bien, señor licenciado. (Voces: Bravo, bueno) ¡Pues aunque no les parezca así! Señor Soto y Gama, entiendo que la idea nuestra, como miembros de la Comisión de Gobierno o de Programa, ha sido la de consultar principios que no han sido comprendidos en la Constitución, principios que tienden al mejoramiento económico, social y político de nuestra Patria; pero estimo, señor licenciado, que el artículo noveno de la Constitución es bastante amplio y da muy grandes facultades y amplísimos derechos a los obreros, a los trabajadores de todas las clases, para asociarse y para ejercitar los derechos que la misma Constitución de la República les reconoce como ciudadanos y como hombres; y es por eso que no estoy conforme con que se pretenda consultar una reforma que ya está prevista en la Constitución; es por eso que me opongo a que se apruebe el artículo a discusión, como me opuse en Cuernavaca a que se aprobara, no recuerdo qué artículo relacionado con el sufragio libre, toda vez que ya la Constitución General de la República ha sancionado ese derecho que tiene el pueblo mexicano. Por lo tanto, yo creo que es inconducente aprobar el artículo, tal como se consulta, y aun en la forma en que lo pretende el señor licenciado. El C. Sergio Pasuengo El C. Orozco El C. Pasuengo El C. Casta El C. Piña El C. Borrego El C. Piña El C. Pérez Taylor El C. Casta El C. presidente El C. Casta Tenga la bondad el señor presidente de dar palabra conforme a esa lista, que todos queremos emitir nuestra opinión y no nada más unos cuantos. El C. Soto y Gama Verdaderamente he estado sugiriendo respetuosamente a la Mesa, ponga a discusión la proposición que solicitamos; que se pregunte si se admite la modificación que solicita la Comisión. Me hizo una pregunta juiciosa el señor delegado Piña, que no le contesté completamente, porque me exalté, como tiene uno que exaltarse ante un medio hostil, que ni siquiera funda su hostilidad en principios, sino en ideas rancias, en ese medio hostil por sistema, en ese medio hostil por defensa de intereses creados, de intereses mezquinos; pero, en fin, vamos al fondo. La juiciosa observación del señor Piña no la contesté, digo, de un modo completo, y quiero contestarla, antes, naturalmente, de que se haga a la Asamblea pregunta de si se permite o no la modificación del artículo. La diferencia que hay o la necesidad que hay, mejor dicho, de que se reconozca personalidad jurídica a los sindicatos o a las uniones obreras, personalidad que absolutamente no tenemos hoy, viene de lo siguiente: si hoy desea una unión obrera celebrar un contrato con un patrón, por ejemplo, sobre salario, sobre lo más importante que hay en la vida obrera, no tiene personalidad para hacerlo y sólo podrá celebrar cada obrero aisladamente el contrato; y como el objeto de que se conceda personalidad jurídica a los sindicatos, que no son sociedades mercantiles, es permitir que los patrones se vean obligados a tratar con todo el grupo, con toda la masa, con toda la unión, y de esa manera la unión imponga su voluntad por medio de la fuerza del número que es el objeto de las uniones obreras, es enteramente indispensable conceder esa personalidad para esas relaciones con los patrones. Esto es lo que se llama contrato colectivo, entre cuyas ventajas innumerables se compromete el patrón, por ejemplo, a no recibir a los miembros inscritos de la unión; la unión, por su parte, se compromete a no permitir que el salario pase del límite convenido en la tarifa, se compromete también a suministrar al patrón obreros técnicos y especialistas, etc., etc. Todos estos contratos sobre salario y sobre reglamentación del trabajo, son los que pueden hacer, concediéndoles personalidad jurídica. Además, las sociedades actuales, las uniones obreras, no tienen personalidad ni siquiera para adquirir propiedad en las fincas, ni para recibir un legado; en fin les falta absolutamente la personalidad jurídica. El señor Piña es bastante ilustrado para saber el objeto de la personalidad civil en los contratos, para recibir bienes o para adquirirlos, ¿verdad? De manera que esa personalidad les falta. La Constitución, al garantizar la libertad de asociación, no da a la vez la personalidad jurídica; la personalidad jurídica la da el Código Civil, y para que no crea el señor Piña que estoy argumentando a título de habilidad o de malicia, puedo remitirme a la opinión del señor licenciado Borrego o de cualquier otro abogado, para que le explique si no hay diferencia esencial entre libertad de asociación y personalidad jurídica de las asociaciones. Yo le suplicaría al señor licenciado Borrego tuviera la bondad de ratificar lo que he dicho. El C. Nieto Conforme al Reglamento, los señores delegados miembros de una Comisión no tienen derecho para argumentar ni en pro ni en contra de las cuestiones a debate, si previamente no se han inscrito. Yo noto que la Mesa, con una tolerancia que no me explico, ha estado permitiendo, por lo menos, media docena de discursos que no son aclaraciones, que no son hechos, que no son rectificaciones, por lo que le suplico muy atentamente a la Mesa cumpla con su deber y obedezca el Reglamento, que prescribe que se dé preferencia a los oradores inscritos. El C. Borrego El C. presidente El C. Borrego La moción de orden es preferente sobre todas las cosas. El C. Nieto El C. Borrego El C. presidente El C. Borrego El C. Nieto El C. presidente El C. Nieto Por consiguiente, yo insisto en pedir a la Presidencia que cumpla con lo dispuesto por el Reglamento. El C. Soto y Gama El C. Zepeda El C. Soto y Gama El C. Zepeda El C. Soto y Gama El C. Fierro El C. secretario Aprobada. El C. presidente El ciudadano secretario dio lectura al artículo reformado, que dice: Reconocer amplia personalidad jurídica a las uniones de trabajadores y a las sociedades de obreros, dependientes o empleados, para que el Gobierno y los patrones tengan que tratar con fuertes y bien organizadas agrupaciones, y no con el obrero aislado e indefenso. El C. Cervantes El ciudadano secretario da nuevamente lectura al artículo.
Está a discusión. La lista de oradores es la siguiente: (Leyó) El C. Montaño El C. presidente El C. Montaño
Tiene la palabra para una aclaración el ciudadano Montaño.
Como antes de que se declarara suficientemente discutida, pedí la palabra y no se me hizo caso, voy a hacerlo ahora aun cuando pasó ya la votación.
Por una condescendencia le he concedido la palabra al señor delegado Montaño, porque comprendí que si no se la daba, reventaba, ¡hombre! (Aplausos)
Pido la palabra. (Varios ciudadanos delegados piden la palabra. Campanilla)
Pido la palabra porque el señor delegado Montaño dice que es de honor ... (Campanilla)
La proposición tercera del dictamen de la Comisión de Poderes dice así:
Para una moción de orden, pido la palabra.
Para una moción de orden.
Perfectamente, eso es lo que voy a hacer.
No debe suspenderse la discusión, porque no se ha presentado ninguna moción suspensiva.
La Presidencia, por conducto de la Secretaría, pregunta a la Honorable Asamblea si cree prudente levantar la sesión previa y entrar a sesión plena para seguir discutiendo el Programa de Gobierno.
Se abre la sesión plena.
Los señores delegados que quieran cambiar impresiones que pasen al otro salón.
Está a discusión el acta.
Pido la palabra.
Tiene la palabra el ciudadano Lecona.
Para que se haga constar, o que se aclare más bien, lo asentado en el acta, manifiesto que lo que dijo el delegado Amezcua no está de acuerdo con ella, porque no dijo que los asistentes a las galerías, con sus demostraciones, eran imbéciles; dijo que las galerías, con sus siseos imbéciles, interrumpían a los oradores.
¿Fue así?
Sí, señores delegados, yo estaba junto a él. Yo también fui de los que me levanté para que llamara el presidente a las galerías al orden para que no interrumpieran, porque el siseo -aunque al señor Soto y Gama no le preocupan las galerías, sin embargo distrae bastante al orador, de los conceptos que está vertiendo-, y creo que las cosas deben asentarse en el acta tal como pasaron. Por eso pido respetuosamente al presidente que con esa modificación se ponga a discusión el acta; esto es: Que se llamara al orden a las galerías por sus siseos imbéciles.
Sigue a discusión el acta.
Está a discusión.
Para una moción de orden, pido la palabra.
Como miembro de la Comisión, pido la palabra para una aclaración.
Antes pido hacer una aclaración.
Yo antes quiero hablar en contra.
La aclaración es la siguiente: que yo me opongo a la proposición de modificación que hace el señor Soto y Gama, porque eso sencillamente equivale a dar gato por liebre y yo invito a cualquiera de los que consultan esa modificación a que me aseguren con argumentos que porque dice uniones de trabajadores, uniones de obreros, no van a quedar favorecidos con ese artículo, rigurosamente, los sindicatos; puesto que será prácticamente imposible que a un sindicato que se titule ante la ley unión de obreros, se le pueda dar a fuerza el nombre de sindicatos, aunque lo sean, puesto que el sindicato no significa más que la forma de organización y el vigor de las uniones de obreros.
Pido la palabra para contestar la interpelación.
Contestan interpelaciones y argumentan ...
Tengo que contestar.
Pido la palabra para una moción de orden.
Pido la palabra como miembro de la Comisión.
Para contestar.
Continúo con el uso de la palabra, señor presidente.
Continúa el delegado Piña.
Para sentar hechos, pido la palabra.
Pero no puede interrumpirse.
No puede interrumpirse; que el señor Soto y Gama termine de hablar.
Está contestando la interpelación del señor Piña.
Entonces me permito observar que el señor presidente faltó al Reglamento, porque en ningún concepto el Reglamento autoriza que se interrumpa a un orador. (Voces: ¡Es claro!)
Continúo con el uso de la palabra.
Primero hágame favor de ...
Las explicaciones que el señor licenciado Soto y Gama nos ha dado respecto de la diferencia que existe entre el principio sancionado por el artículo noveno de la Constitución y la idea que él persigue, que es la de que se reconozca por el Gobierno personalidad jurídica a las sociedades de obreros, empleados, etc., confieso que me satisfacen, y antes de ir más adelante debo felicitar al señor licenciado Soto y Gama, porque se ha de sentir muy contento y muy satisfecho, puesto que ha aprovechado una oportunidad bellísima y un medio, aun cuando no muy propicio, para hacerle propaganda a sus ideas socialistas y anárquicas. (Risas y aplausos)
Pido la palabra para una interpelación.
Para una interpelación.
Yo la tengo. ¿Estaba, señor delegado Piña, ese artículo, cuando los fusiles porfiristas fusilaron en Río Blanco a los obreros, y estaba cuando en Sonora también los fusilaron? Entonces ese artículo no ha sido reconocido y no lo será; se necesita otra ley sobre ésta, que favorezca a los obreros. (Aplausos)
Pido la palabra para una moción de orden.
Pido la palabra para contestar.
Yo pido la palabra para una interpelación a la Comisión.
Me satisface sobremanera que el señor delegado Pasuengo me proporcione una feliz oportunidad para hacer esta categórica declaración: no es culpa, señores delegados, de la Constitución, el que no se observen los principios sagrados sancionados por ella; culpa es de los hombres, culpa es de los gobernantes corrompidos, despóticos que, desgraciadamente, hemos tenido en el país, y yo le aseguro sincera y honradamente al señor delegado que acaba de hacerme esas indicaciones, que el día que tengamos al frente del Gobierno hombres honrados y hombres bien intencionados, los principios sagrados consignados en la Constitución, serán respetados en todas partes y entonces nuestro pueblo será verdaderamente feliz. (Aplausos)
Pido la palabra para una aclaración.
Pido la palabra para una moción de orden.
Tiene la palabra el ciudadano Casta, para una moción de orden.
En aclaraciones e interpelaciones se está yendo miserablemente el tiempo; el señor Presidente tiene una lista de oradores, y los señores que hacen las interpelaciones tienen monopolizado el uso de la palabra.
Pido la palabra para una moción de orden.
Para una moción de orden.
Me interpelaron aquí, y necesito contestar.
Ya van a hablar los inscritos en pro y en contra. Tiene la palabra en contra el ciudadano Nieto, que ya lo ven cómo está.
Para una moción de orden pido la palabra. (Voces: ¡No, no!)
Yo no soy la Mesa; usted puede concedérsela, sin consultar.
La moción de orden es precisamente para encauzar el debate.
Tiene usted la palabra, señor.
Uno de los miembros de la Comisión Dictaminadora, el señor licenciado Soto y Gama, nos dice que está dispuesto a modificar el artículo. Es indudable que este artículo no puede sufrir modificación alguna, si la mayoría de la Comisión no está de acuerdo con ello. De manera que es de todo punto conveniente que nos diga el señor Soto y Gama si la mayoría de la Comisión está dispuesta a modificar el artículo que está al debate. Por lo tanto, señor presidente, sería conveniente que se consultase a la mayoría de la Comisión, para ver si está dispuesta a modificar este artículo. ¿Para qué vamos a discutir sobre la personalidad de los sindicatos si la mayoría de la Comisión está dispuesta a modificarlo, pues por más que se diga que es lo mismo Unión que Sindicato, hay su diferencia?
Pido la palabra.
Tiene la palabra el ciudadano Nieto.
No es la Presidencia la que debe preguntar al señor Soto y Gama si está o no de acuerdo con la mayoría de la Comisión, es la mayoría de la Comisión la que debe pedir a la Asamblea el permiso para retirar el dictamen o artículo que está a discusión, para modificarlo en el sentido que ella quiera.
Es muy fácil demostrar que la mayoría de la Comisión está de acuerdo. El señor Pasuengo está conforme. El señor Montaño, el señor Orozco y yo también lo estamos. ¿El señor Zepeda está de acuerdo?
¿En qué cosa, señor Gama?
Sobre reconocer amplia personalidad' ante la ley a las uniones, a los sindicatos, etc.
Sí, señor.
Ya ven ustedes, señores, que sí, porque son cinco los que forman la mayoría.
La Asamblea es la que debe resolver.
La Presidencia pregunta a los delegados si dan su permiso para que la Comisión retire el artículo a discusión, y lo reforme en el sentido de la discusión. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pue.
Se reanuda la sesión.
Otra vez.
No me explico por qué no estoy inscrito; pedí la palabra.
Por una equivocación.