Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera Fuentes | Sesión del 30 de abril de 1915 | Sesión del 6 de mayo de 1915 | Biblioteca Virtual Antorcha |
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CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA
Compilador: Florencio Barrera Fuentes
SESIÓN DEL 3 DE MAYO DE 1915
Presidencia del ciudadano José Quevedo
(Crónica publicada por el periódico La Convención, en su edición del 6 de mayo de 1915)
La discusión del problema social que tiende a favorecer a la mujer en su emancipación por medio de una juiciosa Ley de divorcio, continuó el lunes en la Soberana Convención Revolucionaria, de una manera razonada y serena. En contra del artículo a discusión habló el delegado Matines Valero, quien estuvo muy feliz en su discurso, lleno de sinceros conceptos, que fueron muy aplaudidos, y en pro él delegado Cervantes, que hizo un largo estudio de la cuestión a debate, y rebatió con energía los argumentos del delegado Nieto, comentando también la peroración del delegado Marines Valero. El delegado Nieto hizo juiciosas aclaraciones que fueron aplaudidas por las galerías, y después la Asamblea se consagró al estudio y discusión en lo particular, de la creación del Comité de Salud Pública, aprobándose el inciso primero del artículo segundo del dictamen de la Comisión de Peticiones, que dice: 2° Dicha Comisión tendrá las siguientes obligaciones: Promover ante quien corresponda, la destitución inmediata de todos aquellos individuos que en las administraciones de Poriirio Díaz y de Victoriano Huerta hayan servido cargos de carácter político, así como a aquellas personas que sin haber servido esos cargos hayan laborado contra la Revolución, bien sea por medio de propaganda hablada o escrita, o ayudado a los Gobiernos dictatoriales, con dinero o influencia personal, para contener el triunfo de la Revolución. La discusión de este inciso provocó varios incidentes borrascosos que se resolvieron en medio de aplausos y siseos. Las tribunas y galerías estuvieron repletas de una concurrencia sui géneris, pocas veces vista en el recinto de la Cámara de Diputados, descollando numerosas damas, ricamente ataviadas, y no pocos sacerdotes del culto católico. Cuatro horas veinte minutos duró la sesión, que fue presidida por el ciudadano José Quevedo, primer vicepresidente de la Soberana Convención Revolucionaria quien en vista de que a la hora reglamentaria no se presentaban los ciudadanos secretarios, comenzó a pasar lista, concluyendo de pasarla el ciudadano secretario Nieto. Abierta la sesión a las cuatro y veinte minutos, y después de aprobar sin discusión en votación económica el acta de la sesión anterior, continuó el estudio del artículo XXII, que dice: Art. XXII. Favorecer la emancipación de la mujer por medio de una juiciosa ley sobre el divorcio, cimentando la unión conyugal sobre la mutua estimación y el amor y no sobre las mezquindades del prejuicio social. DISCURSO DEL DELEGADO MARINES VALERO La Mesa concedió la palabra, en contra, al ciudadano delegado Dionisio Marines Valero, quien desde su curul se dirigió a la Asamblea, en los siguientes o parecidos términos: Estoy en contra del artículo que se discute, en contra del divorcio, que rompe el vinculo matrimonial, porque creo y considero que sólo debe admitirse el divorcio en casos muy especiales, como el adulterio, la enajenación mental, y cuando alguno de los cónyuges padezca de repugnante enfermedad venérea. Los que defienden el pro del artículo han asentado como argumento de peso los casos en que el matrimonio se convierte en un infierno, pero es que muchos de los compañeros creen ver siempre en la esposa a la novia, y la esposa debe verse serenamente y estudiarse dentro del importantísimo papel que desempeña en el hogar. El orador sinceramente estudia a la mujer cuando es novia, pintando los idilios de los enamorados, después describe a la mujer en los primeros días de casada, y analiza a la misma cuando han pasado los primeros años del matrimonio, cuando ya no es la compañera de la luna de miel, y dice que no hay que pedir a la esposa de diez años, lo que se pide a la novia. Ataca a los del pro, y dice que muchos pretenden cambiar de esposa cada año, cada mes ... y después estudia el papel de la esposa cuando es madre, manifestando que entonces es más noble su misión, y es cuando debe ser más amada: hace notar a la Asamblea la complicación que para la mujer y para los hijos, traería la aprobación del artículo que se está discutiendo, demostrando que la mujer, después de perder su virginidad en aras del hogar, pierde un setenta y cinco por ciento de probabilidades para volverse a casar, pues no va a ser tan tonto el hombre, de escoger una mujer marchita, para esposa. Estudia y considera en varias formas el divorcio en la disolución del vínculo, capacitando a los cónyuges para casarse. Se refiere al ningún interés que puede tener el nuevo esposo por el hijo del primer matrimonio, y considera que una mujer con varias hijas, que se divorcie y se case nuevamente, pone a éstas en peligro de que su segundo esposo las prostituya. Entre los perjuicios que recibe el hombre con el divorcio, cita el caso de la tranquilidad, y dice: ¿Qué hombre no ha vuelto triste a su hogar, decepcionado de la brega, apatido por la lucha, y encuentra una compañera abnegada que lo consuele y le haga olVidar las miserias de la vida, convirtiéndolo en un hombre fuerte? Si ese mismo hombre llega a su hogar y se encuentra una concubina, en vez de la fortaleza de la vida encontrará el vacío. (Nutridos aplausos) El divorcio como lo pretendemos en nuestra locura de reformas, perjudica a los hermanos, cuyo cariño no será igual al de ahora, cuando uno sea hijo de h, otro de f, y el tercero sabe Dios de quién. El sistema matrimonial con la reforma que se pretende, perjudicará nuestro estado social, y nos convertirá en egoístas e imbéciles; además, el divorcio, tal como pretendemos establecerlo, perjudicaría la salubridad pública, pues un sifilítico que se uniera en primer matrimonio con una mujer y ésta se divorciara para contraer segundas nupcias, llevaría el gérmen de la enfermedad al nuevo hogar. Termina el orador estudiando los perjuicios que el divorcio ocasionaría al progreso. (Prolongados aplausos) DISCURSO DEL DELEGADO CERVANTES En medio de nutridos aplausos, sube el delegado Cervantes a la tribuna, y dice: Señores delegados: Hace varios días que venimos triunfando con una mayoría superior a las dos terceras partes de los votantes, y es porque defendemos a la mujer, víctima de la imbecilidad varonil. Ahora venimos a defender a la mujer, víctima de los prejuicios sociales. Traigo suficientes argumentos para confiar en este triunfo; pero antes voy a dar lectura a una cartita color de rosa, que he recibido de una inteligente dama que no conozco, y a un articulo que debe ver ia luz en Revista de Revistas y que está escrito por una señora partidaria de la aprobación del divorcio. Como he dicho, traigo bastantes documentaciones para robustecer el debate, y traigo también un Catecismo del padre Ripalda, que después obsequiaré al señor delegado Nieto. (Risas y aplausos) La carta no está firmada y viene escrita en máquina; dice así: Señor delegado Cervantes: Muy distinguido caballero: No tengo el horror (explica Que en vez de honor escribió horror) de conocer a usted, pero le dirijo la presente para suplicarle que haga cuanto pueda por la aprobación de esa Ley. (Aplausos y siseos) Hacen bien los señores delegados en aplaudir; esa dama es inteligente: El artículo se titula El Divorcio, viene firmado por Soledad de la Montaña. El orador lee el artículo, que, como argumento principal, dice que ninguna ley de los hombres favorece a las mujeres; después el delegado Cervantes rinde un tributo de admiración a las damas para él desconocidas, y entra a analizar los conceptos tan aplaudidos del delegado Nieto. El señor delegado Nieto, dice el orador, vino a atacar al licenciado Soto y Gama, porque opinó erróneamente en Cuernavaca que se pensaba con el corazón. Aceptado que se piensa con el cerebro; ya citaré oportunamente algo sobre este punto. El delegado Nieto nos ha traído de los cabellos el argumento de una mujer que llorosa y pálida se le presentó y le dijo que era madre de un hijo natural y le pidió que fuera a ver a su padre. Nieto le contestó: ¿Pero cómo quiere que yo vaya a ver a ese padre, si yo soy enemigo de la investigación de la paternidad? A reiteradas instancias, Nieto atendió la súplica, y de hecho practicó la investigación de la paternidad. (Aplausos) El delegado Nieto fue a ver al padre y le dijo: Usted es mal hombre. Esto es la investigación de la paternidad. (Aplausos) El ciudadano Nieto desempeñó el papel que nosotros queremos que desempeñe la Ley. Sigue el orador analizando las argumentaciones del delegado Nieto, combatiendo sus opiniones sobre la familia francesa y norteamericana, pintando el ahorro y el patriotismo de ambas naciones; se refiere a la cultura de las leyes americanas, y al tratar de la democracia, dice que Francia, Inglaterra y Estados Unidos, pueblos eminentemente demócratas, practican el divorcio, como nosotros tratamos de implantarlo; clasificó como el clou d'or, las afirmaciones casuístico-biológicas del delegado Nieto, que afirmó textualmente en sesiones anteriores, que la causa del matrimonio es la unión en cuerpo y alma de dos seres opuestos. Pero si no hubiera tenido la argucia de recurrir al Catecismo del padre Ripalda, hubiera creído en las argumentaciones del señor Nieto. Lee el delegado Cervantes los catorce Artículos de la Fe y comenta las definiciones del mismo libro, que preguntan quién es Dios, y responde que la Santísima Trinidad, y dice que de un modo análogo el señor Nieto sostiene: el marido es cónyuge, la mujer es cónyuge, ¿son dos personas distintas, ese ser es bisexual? El senor Nieto ha sentado un nuevo dogma, el del hermafroditismo. Ataca el argumento del delegado Nieto, referente a que un marido que viera pasar a la que fue su esposa del brazo de su nuevo marido, sentiría deseos de enterrarle un puñal; y eso, señor Nieto, no es criterio jesuítico. Después, el orador se ocupa de las afirmaciones del delegado Marines Valero, manifestando que el divorcio no se va a establecer para los hogares felices, sino para los hogares desgraciados; al atacar sus argumentos, cita el pasaje de la Magdalena, habla del cuidado que los jueces tienen en Estados Unidos, de examinar que los pretensos a matrimoniarse estén perfectamente sanos. Después, el orador entra a estudiar la función de la mujer en las sociedades; el instinto genésico como razón de la unión del hombre y la mujer, remontándose a las épocas pasadas, en que existió la promiscuidad; trató del parentesco gentilicio, de la poligamia, de la mujer cosa, de la mujer esclava, de la influencia de las creencias en el matrimonio, de la unión de parientes cercanos, de los raptos colectivos, de la venta de las mujeres, del formalismo, del Patriarcado, de los errores de la ciencia en materia de religiones, de lo atrasado de nuestro Código Civil, considerando a la mujer mexicana como la más llena de virtudes. Estudia ampliamente la indisolubilidad del matrimonio que, según él, constituye la esclavitud, y es para la mujer la espada de Damocles. Apostrofa a la sociedad como verdugo en materia de leyes, y después de leer un corto párrafo de un biologista francés, dice que la sociedad no debe temer del divorcio, entrando a analizar el divorcio desde el punto de vista socialista, que no quiere que exista el egoismo de familia, ni el egoísmo de herencia, pues las sociedades deben formar una gran familia. Sigue analizando el orador el matrimonio positivista, el matrimonio señorial, y termina diciendo que la mujer no es ni cosa, ni esclava, ni menos que el hombre, y que nada más satisfactorio para el hombre, que decirle a la mujer: Tú eres mi compañera, y mereces iguales derechos, nosotros los hombres que pensamos bien, te protegemos, te ayudamos. (Aplausos) PRIMER INCIDENTE El delegado Nieto pide la palabra, para hacer aclaraciones; la Mesa se la concede, y el ciudadano Pérez Taylor reclama el trámite, surgiendo un incidente que termina cuando el delegado Nieto hace uso de la palabra. Es mal agradecido el señor Pérez Taylor, dice el delegado Nieto, porque yo vengo a darle las gracias y a decirle que el fraile es culpable de no haberle enseñado un poquito de higiene, y el fraile es también culpable de que no tenga un poquito más de materia gris en el cerebro. (Aplausos) Después entra a refutar las argumentaciones del delegado Cervantes, dándole las gracias por el obsequio del Catecismo del padre Ripalda, y manifestándole que se ha metido en terreno vedado al criticar al padre Ripalda, toda vez que Voltaire declaró a Ripalda un pozo de filosofía, y el señor Cervantes dista mucho de ser un Voltaire, o un Rousseau. Dice, por último, que si es cierto que él ha sancionado varias leyes, como lo ha afirmado el delegado Cervantes, no dará su voto en pro de leyes funestas para su Patria. El delegado Cervantes rebate las argumentaciones del ciudadano Nieto, y se pasa al estudio y discusión del inciso segundo de la Comisión de Peticiones, sobre el Comité de Salud Pública, inciso que publicamos al principio de esta crónica. El delegado Palacios Moreno hace uso de la palabra en contra, y dice que no es ése el objeto del Comité, y que nueve privilegiados pretenden gobernar sin saberlo;
habla de la justicia revolucionaria impartida en otras poblaciones de la República, por donde ha pasado la Revolución, y manifiesta que el artículo faculta a los nueve miembros para remover a los empleados públicos, y que cree que con eso se invaden facultades del Ejecutivo, y, además, debe decirse qué ley se va a aplicar por el Comité. El delegado Samper hace la aclaración de que el Comité funcionará con un reglamento especial. El delegado Ortiz ataca al licenciado Palacios Moreno y pide la aprobación del artículo. El delegado Zepeda hace uso de la palabra en contra del inciso a discusión, y manifiesta que la estimación que toda la sociedad mexicana siente por el general González Garza, se debe a su sinceridad, que esa sinceridad se traduce en el cariño de todo el pueblo, que ve en él a un hombre que nunca lo engaña, que él, Zepeda, jamás ha elogiado a ningún Ejecutivo, y que nunca ha prodigado elogios; pero que ha visto que el general González Garza ha caído en una falta muy grave, la de ser simpático, y por eso se va a esa Asamblea a atacarlo; pero que él ha visto al pueblo pobre acudir al Ejecutivo y ser atendido con las mismas atenciones con que atiende a las damas; después dice el orador que la Convención quiere calcar a la Convención Francesa, pero que ninguno de los actuales delegados puede compararse con los convencionistas de 1793, pues uno solo de aquellos valía tanto o más que todos los actuales delegados reunidos. (Aplausos) Después manifiesta que la Revolución Francesa llevó a la Francia a una orgía, y que si se establece el Comité de Salud Pública, habrá necesidad de mandar a cada general un representante, como se enviaban en Francia los Comisarios, a las provincias, para hacer justicia. Termina manifestando que se castigue a todos los responsables de delitos. El delegado Méndez manifiesta que no va a discutir personalidades, que apoya el artículo a discusión, porque cree de justicia que se castigue a los enemigos de la Revolución, a los cómplices de Huerta, a los autores del cuartelazo, midiendo con un rasero a todos los empleados que sirvieron a Huerta con carácter político, a los jefes políticos que se pasean por Plateros y que merecen la horca; se extiende el orador sobre el poder de la justicia, pidiendo que no se den buenos puestos a enemigos de la Revolución, y que la justicia se imparta para todos, empezando por la propia casa; hace notar a la asamblea que existe en el cerebro de la misma, la idea ya aprobada en lo general, de establecer el Comité de Salud Pública. El delegado Marines Valero, en contra del inciso a discusión, pide que se adicionen al articulo los siguientes incisos: III. Consignar ante las autoridades competentes a los revolucionarios que a pretexto de defender los ideales revolucionarios, hayan cometido delitos del orden común, se hayan incautado en provecho personal objetos de valor, y hayan cometido escándalos graves en la sociedad. IV. Promover ante quien corresponda, la inmediata destitución de los miembros del Ejército ex federal, que actualmente militen en las fuerzas del Ejército Convencionista. El orador funda sus proposiciones y estudia los inconvenientes que traeria aprobar el articulo en la forma que está redactado. Manifiesta que está en contra de que se destituya a los empleados que sirvieron en tiempo de Portirío Díaz, porque tendría que dejar sin colocación a casi toda la República. Después estudia a la sociedad en tiempos de Porlirio Díaz, y dice que no estaba capacitada para la democracia. (Siseos) No se argumenta con siseos, dice el orador, y continúa su discurso, hablando del cuartelazo, de los casos en que debían castigarse a los huertistas y porliristas, terminando su discurso en medio de prolongados aplausos. El delegado Méndez hace varias aclaraciones y surge un incidente de corta duración, El delegado Gabaldón, sin pedir el uso de la palabra, se dirige a la Asamblea, manifestando que hace cuatro horas se está discutiendo lo mismo; la Presidencia agita la campanilla y se escuchan varias voces que dicen: Estaba dormido. No sabe lo que dice. Cállate. Siéntate ... Restablecido el orden, continúa en el uso de la palabra, el delegado Méndez, quien hace algunas aclaraciones y pide la aprobación del artículo. El delegado Ponce hace uso de la palabra, en pro, para atacar a los caciques y pedir su pronto castigo. Pide la aprobación del artículo, que lo cree justo y bien redactado. Considerado suficientemente discutido el inciso, fue aprobado por la Asamblea. En seguida, la Secretaría da lectura al inciso segundo, que dice: II. Consignar ante las autoridades competentes a los autores y cómplices de los cuartelazos de Veracruz y de la Ciudadela, a los autores y cómplices de los asesinatos de los señores Francisco y Gustavo Madero, José María Pino Suárez, Abraham González, Belisario Domínguez y todos aquellos que fueron sacrificados por su filiación revolucionaria; a los ministros, senadores, diputados y gobernadores del régimen huertiano; a los altos dignatarios del Clero que ayudaron a Victoriano Huerta por medios financieros o de propaganda; a los jefes militares, prefectos políticos o funcionarios de cualquier categoría, que durante las referidas administraciones de Díaz o de Huerta hayan cometido delitos del orden común; a los miembros del llamado Partido Científico, a los directores intelectuales del porfirísmo y del huertismo; a todos los directores y principales redactores de periódicos que provocaron el cuartelazo o defendieron al Gobierno de Huerta, y a los que hayan fomentado y fomenten la división entre los elementos revolucionarios. Habla en contra del segundo inciso el licenciado Palacios Moreno, preguntando con qué ley se va a castigar, si con la de 25 de enero de 1862, o con una especial que se dicte; opina que con la aprobación de ese inciso, se van a atestar las cárceles, y pide que se modifique el inciso en el sentido de lo que ha expuesto. El general Sergio Pasuengo, contestando al señor Palacios Moreno, dice que no se pretende matar sino correr a los empleados. Surge otro incidente enojoso entre los señores delegados Palacios Moreno y Pasuengo, motivado porque el señor general Pasuengo llamó felicista al licenciado Palacios Moreno, y éste rectificó. El delegado Gabaldón, intenta nuevamente hablar, sin conseguirlo; el delegado Velázquez critica al licenciado Palacios Moreno, que en la tribuna ha dicho que no hay leyes qué aplicar a los enemigos de la Revolución. El delegado Piña habla extensamente sobre la materia a discusión y opina que no debe aprobarse, por los perjuicios que a la causa convencionista pueda traer, pues deben sumarse elementos, y no restarse. La juiciosa y razonada peroración del delegado Piña fue muy aplaudida. El delegado Nieto hace uso de la palabra para defender al licenciado Palacios Moreno, que, en su opinión, ha pedido una cosa justa: la ley que debe aplicarse a los enemigos de la Revolución. El delegado Pérez Taylor, pide la palabra, y la Mesa se la niega; el delegado Méndez hace uso de la palabra, y el ciudadano Pérez Taylor protesta porque no se le permite hablar, escuchándose la voz del delegado Nieto, que dice: Yo me esperé cuatro días. El delegado Méndez se dirige al delegado Nieto, pretendiendo referirle lo que la Asamblea acordó 24 horas antes. A las ocho y veinte minutos de la noche se levantó la sesión.Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera Fuentes Sesión del 30 de abril de 1915
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