Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesSesión del 12 de mayo de 1915 Sesión del 14 de mayo de 1915Biblioteca Virtual Antorcha

CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA

Compilador: Florencio Barrera Fuentes

SESIÓN DEL 13 DE MAYO DE 1915

Presidencia del ciudadano José Quevedo

(Crónica publicada por el periódico La Convención, en su edición del 14 de mayo de 1915)


En el estudio de varias adiciones al decreto de la Comisión de Salud Pública, los ciudadanos delegados a la Convención, emplearon la tarde de ayer. La Asamblea rechazó los incisos 3°, 4° y 5°, propuestos para el artículo II los dos primeros, por el teniente coronel Dionisio Marines Valero, y el último por el licenciado Genaro Palacios Moreno. A continuación, se dedicó al estudio de dos artículos que se proponen para la misma ley, por la Comisión Dictaminadora. El asunto quedó pendiente de resolución, para hoy.

UNA MOCION SUSPENSIVA

Abierta la sesión, bajo la presidencia del delegado Quevedo, los ciudadanos Encinas y Preciado presentaron una proposición para que, sólo por una vez, se suspendiera la discusión del Programa de Reformas, para dar preferencia a varios asuntos en cartera, que necesitan urgente resolución.

Encinas funda la proposición, y al someterla a votación, resulta aprobada.

Inmediatamente después se pone a debate el dictamen de la Comisión de Salud Pública, el cual se refiere a dos incisos propuestos por el delegado Marines Valero, para el artículo II de la misma ley. Uno de los incisos trata de que el Comité de Salud Pública promueva el castigo de los revolucionarios que, con pretexto de defender la santa causa del pueblo, hayan cometido delitos graves.

El dictamen que recayó sobre esta proposición, consulta que no es de aceptarse lo propuesto.

En contra del dictamen hace uso de la palabra Marines Valero. Argumenta en el sentido de que debe haber una línea de separación perfectamente marcada entre los revolucionarios honrados que expusieron la vida por una causa noble y justa, y los que tomaron el rifle para aprovecharse de las condiciones que una revolución provoca, para cometer crímenes y robos. En el curso de su peroración se refiere a la ejemplar conducta del general Ildefonso Pérez, que después de haber expuesto su vida en otras épocas aciagas, al terminar la guerra se dedicó honradamente a seguir trabajando en su oficio. Estima que su proposición está basada en un espíritu recto de justicia, la cual manda no hacer distingo entre los que delinquen, y por tanto, pide que lo mismo que a los científicos que robaron al pueblo, se castigue a los revolucionarios que no han sabido cumplir con el deber de hombres honrados.

HAY DIFERENCIA ENTRE AMIGOS Y ENEMIGOS

Para defender el dictamen, habla el delegado Díaz Soto y Gama. Hace constar que a él no alcanzan las insinuaciones hechas por Marines Valero, de que los defensores del dictamen pueden tener algo que tratan de ocultar, porque él -Diaz Soto y Gama- ha sido revolucionario de ideas y no combatiente expuesto a la influencia del medio en que se desarrolla la guerra. Está en favor del dictamen, porque lo estima justo, como justo es no tratar al amigo, hombre como los demás, y sujeto a las flaquezas de los hombres, con la misma medida que al enemigo; pero sin que esto quiera decir que para el amigo y correligionario se desee la impunidad. Juzga que en las atribuciones y finalidades que corresponden al Comité de Salud Pública, no cabe la comisión que el delegado Marines Valero pretende darle, porque el Comité es una institución de resguardo para la Revolución, y sus actos no van enderezados contra los revolucionarios, sino solamente contra los enemigos de la misma. Para juzgar a los revolucionarios que delincan, están los tribunales militares, cuya acción queda expedita de la misma manera que hasta hoy se ha hecho.

El que habla, no se explica cómo un criterio revolucionario pretende equiparar los delitos cometidos por un Huerta, un Blanquet, un Limantour, con los de un revolucionario, que, por graves que sean, tienen muchas atenuantes: el medio ambiente, que es de guerra, la rudeza, el período de violencia en que la Revolución armada se desarrolla, y otras muchas circunstancias que no pueden alegar en disculpa los científicos que robaron al pueblo por millones, y cuyos condenables manejos han sido la causa de este gran sacudimiento social que tantas lágrimas y sangre han costado a la República.

Por otra parte, si el Comité se dedica a acusar a los revolucionarios, la reacción se regocijaría; ¡qué otra cosa quisiera, si no el castigo de todos los revolucionarios!

La ropa sucia debe lavarse en casa, con justicia, pero sin escándalo; no hay que caer en el error en que cayó el gobierno en tiempos del presidente Madero. La política para con los revolucionarios, no debe ser igual a la que se emplee para con los reaccionarios. (Aplausos en las curules)

Marines Valero insiste en sus argumentos para sostener su proposición, y los refuerza con el siguiente razonamiento: Si el Comité de Salud Pública tiene por único objeto consignar, ¿qué obstáculo hay para que denuncie lo mismo el crimen que cometió el cientifico, que el cometido por el revolucionario? Así, la denuncia tendrá más fuerza, y las autoridades harán más caso a una consignación del Comité que a la denuncia de cualquier particular. (Las galerías aplauden)

El delegado Nieto habla en contra del dictamen, y apoya los argumentos de Marines Valero. Se extraña que un revolucionario que luchó por la justicia, tenga el criterio del establecimiento de la ley del embudo; o lo que es lo mismo, seguir la misma política del dictador Díaz: para los amigos, la impunidad, y para los enemigos tod0 el peso de la ley; resultado de esta política es la Revolución que quiere la suprema justicia, igual para todas las clases sociales. (Ruidosos aplausos en las galerías)

Luego dice que estima más punibles los delitos de los revolucionarios amparados por la bandera del pueblo, porque desprestigian la causa con actos indebidos. Estima que todo el triunfo de la Revolución no está en el vencimiento del enemigo por medio de las armas, sino en el triunfo sobre las conciencias, y que esto se logrará estableciendo la justicia por igual, sin distingos para nadie; porque, de otra manera, la victoria de hoy se convertirá en la derrota de mañana. (Las galerías aplauden larga y estrepitosamente)

LLEGARA LA HORA DEL JUICIO FINAL

Habla en seguida el general Otilio Montaño. Apoya el dictamen, porque lo considera bueno. Dice que no lo defiende, como ha insinuado el delegado Marines Valero, porque trate de ocultar nada; su vida como revolucionario, y todos sus actos, nada tienen de reprochable. A los revolucionarios del Sur se les ha calumniado por la prensa mercenaria; pero los hechos demostrarán, como hasta ahora han demostrado, que la honradez ha sido la característica del Ejército Libertador. No duda que entre las masas armadas se hayan deslizado elementos de bandidaje, pero éstos no son los revolucionarios, y para ellos llegará la hora del juicio final, en que se depuren conductas y se exijan responsabilidades. Termina proponiendo que se apruebe el dictamen, porque no vulnera la justicia. (Aplausos en las curules)

Marines Valero se extraña de que el general Montaño haya tomado la defensa de un grupo revolucionario, puesto que él -Marines Valero- no aludió a ninguno en particular, y cree que los abusos a que se refiere se pueden haber cometido lo mismo en el Norte que en el Sur. Conoce de algunos casos en el Norte.

El ciudadano Velázquez confía en que se hará justicia, como dijo el general Montaño. Aclara que la ley no va contra los revolucionarios que tomaron lo que necesitaron para la Revolución, sino contra los que tomaron lo que no necesitaban, en provecho personal.

Agrega que esto es lo reprobable, y cita el desprestigio en que cayeron los carrancistas por cometer actos indebidos.

Habla después el delegado Albino Ortiz. Su voz, apagada por los siseos y rumores de las galerías, no permiten al cronista enterarse de lo que dice; sólo se escuchan algunos conceptos de que el establecímiento del Comité de Salud Pública es una medida salvadora para la Revolución.

Probablemente, en su peroración aludió al teniente coronel Marines Valero, porque éste se levantó, exaltado, y anunció que corresponderá a la violencia con que lo aludió el delegado Ortiz.

El general Matías Pasuengo aclara que todo cuanto han tomado los revolucionarios, ha sido para hacer la Revolución, y que claro está que no lo van a devolver a los latifundistas; lo devolverán al gobierno, cuando se establezca.

Nieto aclara que no es a esos revolucionarios a los que alude el inciso propuesto, sino a los que toman, por ejemplo, automóviles, para provecho personal. (Las galerías aplauden)

Nieto continúa que la ley no quiere que se castigue a los revolucionarios honrados, sino a los no honrados.

Pasuengo
Pero eso no lo dice.

Nieto
Sí lo dice.

Pasuengo
Que se lea. (La Secretaría da lectura al inciso)

Pasuengo
Pues no lo dice, y yo me opongo ... (Siseos, risas, rumores, aplausos)

El orador levanta extremadamente la voz y sus conceptos resultan interrumpidos y confusos. Alude a las propiedades confiscadas por el general Urbina, que serán entregadas al gobierno, pero no a los latifundistas.

El representante de Urbina hace aclaraciones para explicar por qué su representado ha intervenido esas propiedades.

Pasuengo exclama: pues eso estoy diciendo. (Los rumores crecen, las risas burlescas se escuchan por todas partes. El orden se interrumpe y la Presidencia se esfuerza por restablecerlo)

El delegado Méndez expone que esas propiedades están bien intervenidas, y quienes las intervinieron han hecho mejor en no devolverlas hasta que las entreguen al gobierno. (Las galerías sisean escandalosamente. En las curules se escuchan aplausos. Campanilla. La Presidencia llama al orden a las galerías)

Nieto insiste en sus argumentaciones anteríores, y las galerías lo aplauden con frenesí.

Díaz Soto y Gama interpela a Nieto si cree justo aplicar la misma ley a los enemigos que a los amigos. Nieto responde que sí, siempre que ambos hayan delinquido. (Nuevos aplausos de las galerías)

Díaz Soto y Gama se da por satisfecho, y advierte que hizo la interpelación solamente para que la Asamblea se diera cuenta del criterio del interpelado. (Aplausos del Sur. Siseos de las galerías)

A petición de Marines Valero, se recoge votación nominal.

El resultado de ésta es: 53 votos aprobando el dictamen; 13 votos rechazándolo.

OTRO INCIDENTE

Apenas aprobado el dictamen que reprueba la proposición de Marines Valero, este ciudadano pide la palabra para asentar un hecho. Lo hace consistir en que con la aprobación del dictamen, la Asamblea autoriza los excesos que cometan en lo futuro, los revolucionarios. (Voces de protesta: ¡No! ¡Nunca! ¡Eso no es cierto!) (Las galerías aplauden prolongadamente, se escuchan ¡bravos! La Presidencia agita nerviosamente la campanilla. Las protestas de las curules se escuchan en tono enérgico)

Marines Valero insiste en que tiene razón en asentar lo que dijo, y pide que se hagan constar los nombres de los llamados revolucionarios atrasados, o sea los que rechazaron el dictamen.

El vicepresidente Quevedo, en funciones de presidente de la Convención, declara que cumple a su deber, por el cargo que desempeña, manifestar que es injustificado el cargo arrojado sobre la Asamblea, por el delegado Marines Valero, pues al aprobar el dictamen anterior, sólo se ha querido especificar que no será el Comité de Salud Pública el que se encargue de promover el castigo de los revolucionarios que cometan delitos; pero nunca que la Asamblea autoriza esos actos. (Aplausos en las curules. Siseos en las galerías)

Nieto dice que la Presidencia no tiene facultades para tomarse atribuciones que no le corresponden. (Voces: Sí tiene derecho)

Nieto continúa diciendo que la declaración de la Presidencia no es el criterio de la Asamblea. (Voces: Sí es) (Los rumores crecen. Las galerías sisean. Suena la campanilla de la Presidencia)

Habla Cervantes. Felicita a sus compañeros Nieto y Marines Valero, por la popularidad que tienen en las galerías, pero lamenta que un deseo de hacer prevalecer sus opiniones, los lleven hasta ser injustos, arrojando cargos sobre la Asamblea. (Aplausos en las curules)

Añade Cervantes que el presidente Quevedo, celoso de su deber y del buen nombre y prestigio de la Asamblea, ha hecho bien en declarar, como lo hizo, y que es necesario que los apasionamientos no lleven a los señores delegados hasta la injusticia. (Más aplausos en las curules, y escasos en las galerías)

El vicepresidente Quevedo explica por qué hizo tales declaraciones, fundándose en el sagrado deber de velar por el buen nombre de la Asamblea, e interpretando el sentir de la misma. Se le pretendió arrojar una mancha y él estuvo en el deber de aclarar lo que había ocurrido.

Nieto habla en seguida y dice que se somete a la mayoría, pero que no se convence, porque nadie puede sujetar su conciencia. (Voces: No se trata de eso, hombre)

Agrega que ha dado pruebas de honradez (voces: ¡quién habla de eso!) ... y que las galerías, ese público, será el juez de todos, quiéranlo o no ... (Aplausos estruendosos de las galerías)

Marines protesta porque el presidente Quevedo calificó de mancha el cargo asentado por el que habla.

Cervantes explica el asunto psicológicamente. Considera a Nieto como principal actor de un sainete, y movido por el amor propio.

OTRO INCISO RECHAZADO

La Presidencia da por terminado el incidente y continúa la discusión.

Se pone a debate el dictamen que recayó sobre el otro inciso propuesto por Marines Valero y que se refiere a la expulsión y enjuiciamiento de los ex federales que hayan ingresado en las filas de la Revolución, y que sirvieron a Huerta.

El dictamen es en sentido aprobatorio, pero lo amplía en los términos de que sean destituidos y castigados los que "ostensible y voluntariamente hayan apoyado a Díaz y a Huerta.

Hace uso de la palabra el delegado Díaz Soto y Gama. Considera que la Revolución debe castigar a los directores intelectuales, a los que pusieron su saber e inteligencia al lado de los opresores y explotadores del pueblo, no a los infelices que por hambre o por equivocación entraron a las filas, y prestaron servicios a Huerta como pudieron haberlos prestado a la Revolución. Con los verdaderos culpables, la Revolución debe ser intransigente, y estima que no puede considerarse igual grado de culpabilidad entre el arrastrado por la influencia del medio o por las necesidades, y el que resulta verdadero culpable de las desgracias nacionales, un Justo Sierra, un Bulnes (el Sur aplaude y las galerías sisean), un Ezequiel Chávez, aunque figura secundaria, un doctor Flores ... (siguen los siseos en las galerías y los aplausos en las curules), un Limantour ... pero los pequeños elementos no son culpables ... el hambre no es un delito. La Revolución debe ser clemente para con los infelices; pero implacable con los canallas.

El general Sergio Pasuengo hace la aclaración de que la ley se refiere a los grandes culpables.

Agotado el debate, se pone a votación económica, y resulta rechazado el dictamen, por gran mayoría.

Luego se pone a discusión el dictamen que propone sea rechazada la proposición del delegado Palacios Moreno, que se refiere a que los acusados por el Comité puedan ocurrir a la Convención, para pedir revisión, y mientras tanto, quedarán en suspenso los procedimientos. El dictamen se funda en que la Asamblea no puede ejercer oficios de tribunal de segunda instancia, ni está en consonancia ese cargo, con las labores de la misma.

Puesto a votación, se aprueba el dictamen, por mayoría.

NUEVAS REFORMAS

La Comisión propone agregar dos artículos: el V y VI.

El primero fija la ley con que serán castigados los individuos comprendidos en el inciso segundo del artículo II.

Esa ley es la del 25 de enero de 62, puesta en vigor por el ciudadano Carranza, con las adiciones y reformas que le fueron hechas.

Esta ley estará en vigor, mientras la Convención expide una apropiada al caso.

A petición de Cervantes y Nieto, se aplaza la discusión del artículo, hasta que la ley sea conocida por todos los delegados.

Se pone a discusión el artículo VI, que previene que los procesos serán de la competencia de los jueces militares y se ajustarán a las prevenciones expedidas por el mismo ciudadano Carranza, con fecha anterior a aquélla en que se declaró rebelde.

Nieto propone que se suspenda el debate de este otro artículo, por considerar que se halla en las mismas condiciones que el anterior.

Soto y Gama explica la diferencia que hay entre las leyes procesales y las penales.

Quiere dar lectura a la ley del 25 de enero de 62, pero es interrumpido por largos siseos. En virtud de que no se deja hablar al orador, la Presidencia suspende la sesión, para continuarla hoy.

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