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CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA

Compilador: Florencio Barrera Fuentes

SESIÓN DEL 22 DE MAYO DE 1915

Presidencia del ciudadano José Quevedo

(Crónica publicada por el periódico La Convención, en su edición del 24 de mayo de 1915)


En la sesión que la Soberana Asamblea celebró el sábado último, quedó resuelto el importante asunto del hambre del pueblo, que desde varios días antes había comenzado a tratarse. Se dictaron las medidas que se estimaron pertinentes, para mejorar la situación del proletariado, a fin de que éste, en lo sucesivo, no carezca de cereales para atender a su manutención.

También se resolvió de manera calmada, el conflicto que surgió el viernes, originado por suspicacias y desconfianzas -según afirmó el licenciado Díaz Soto y Gama- pero que en nada afectó a la unión de Norte y Sur, la cual, con entera Gonfianza en el porvenir, marcha serena, haciendo obra revolucionaria.

EL ACTA DEL JUEVES

Cerca de las cinco de la tarde, penetraron a la Cámara los delegados, que horas antes habían permanecido en otros salones y en los pasillos. Primero penetraron los del Sur, y minutos después los del Norte.

Cuando aparecieron estos últimos, se escucharon aplausos en las galerías.

El presidente, Mesa Salinas declaró abierta la sesión, y el secretario Casta dio lectura al acta del jueves, la cual estaba pendiente, porque en el momento en que se iba a poner a discusión el viernes, surgió el incidente de que ya nos hemos ocupado.

Los ciudadanos Orozco, Díaz Soto y Gama, Nieto y Velázquez, hacen algunas aclaraciones, y con ellas se aprueba el acta.

Inmediatamente se pone a discusión el acta del viernes 21. En contra, pide la palabra el licenciado Díaz Soto y Gama. No está conforme con dicho documento, porque -afirma el orador- no relata la verdad acerca de cómo sucedieron los acontecimientos de ese día.

Recuerda que el secretario Casta, a media lectura del acta del 20, la interrumpió, y califica este acto de audaz y socarrón, motivo por el cual la delegación suriana sospechó que se trataba de obstruccionismos para que la Asamblea no tratase asuntos de gran importancia; entre otros, los casos de Palafox y González Garza, que en otras ocasiones han quedado pendientes, por falta de quórum.

Aprovechó la oportunidad para declarar con relación al asunto Palafox, que los surianos estiman la permanencia de dicho ciudadano en el Ministerio de Agricultura, como una garantia para la Revolución que ha luchado por el Plan de Ayala.

Teniendo en cuenta estos antecedentes, y observando que el presidente Mesa Salinas, en lugar de hacerse respetar, abandonó la Presidencia, los surianos aumentaron sus sospechas y suspicacias, creyendo a Mesa Salinas también obstruccionista, y entonces estalló una oleada de indignación en el licenciado Díaz Soto y Gama, que tuvo por resultado la turbulenta requisitoria que formuló contra varios delegados.

Lamenta haber expresado frases duras, por respeto a la Asamblea; pero hace constar que esas frases -que retira- no fueron dirigidas a la íntegra delegación del Norte, sino a un grupo pequeño que el orador llama paniaguados del Ejecutivo.

Declara Díaz Soto y Gama que retira sus frases duras; pero no la idea que expresó con ellas; y ratifica que entre el grupo a quien se refirió, hay hombres de poca honradez política, y algunos que carecen hasta de honradez personal. (Rumores)

En lo que se refiere al ciudadano Mesa Salinas, retira también las frases que le dirigiera el viernes, haciendo constar únicamente que es un hombre excesivamente débil, que no sirve para momentos como el de la sesión a que nos referimos. Se excusa también de haber incluido en su impugnación a los delegados Cervantes y Velázquez; al primero lo considera honrado, aunque de espíritu conservador; y al segundo le da amplia satisfacción, lamentando haber padecido el error que lo llevó a acusarlo en la sesión del viernes.

Hechas estas aclaraciones, sigue refiriéndose al grupo que califica de intrigante, y como las galerías sisearan frecuentemente, la Presidencia las llamó al orden.

Luego, dirigiéndose al delegado Pérez Taylor, habla acerca del editorial que publicó El Monitor, editorial que califica de infame libelo. (Las galerías interrumpen con siseos y rumores, y la Presidencia vuelve a llamarlas al orden)

Expresa la idea de que esas líneas están inspiradas en el mismo espíritu de servilismo de que ataca al grupo a que ha venido refiriéndose, y estima que ese grupo está en el error de creer que un hombre es la base de unión del Norte y del Sur, y que los surianos, al atacar a Roque González Garza, atentan contra la unión.

Insiste en que sus frases no fueron dirigidas a la mayoría de la delegación del Norte, en la que reconoce hombres de carácter independiente, como Pasuengo, Quevedo, Zubiría y Campa, Guerra, los representantes de la División Carrera Torres, y otros cuyos nombres no menciona; mayoría que -según afirma el orador- no vacilará en votar con el Sur, cuando esta delegación pida la separación de González Garza del poder, por incompetencia y por ser nocivo a la buena armonía entre Norte y Sur. (Rumores)

Agrega que él ha propugnado por la alianza Norte y Sur (aplausos y bravos); pero que execra a los que se empeñan en sostener a un individuo que se ha encaramado en la Presidencia para no dejarla. (Rumores, siseos. Campanilla)

Admite que se le llame loco si su locura es, como ha sido su intención, luchar siempre por las masas desvalidas; bendita locura la que pide el mejoramiento para el proletariado, la que no quiere transacciones con los enemigos, la que abomina de los intelectuales de esta metrópoli -donde no ha habido intelectuales, pues de haberlos, Porfirio Díaz no hubiera permanecido en el poder, ni Huerta hubiera podido cometer su traición- y ratifica sus conceptos para esas galerías reaccionarias, aunque se retuerzan de rabia y desesperación. (Siseos prolongados en las galerías. Aplausos. Campanilla. La voz del orador se pierde, entre tantos rumores)

Finalmente, Díaz Soto y Gama, expresa su confianza de que la delegación del Norte votará con el Sur, cuando éste pida la separación de González Garza, como Encargado del Ejecutivo. (Aplausos y siseos)

UNA AMPLIA SATISFACCION

Seguidamente hace uso de la palabra el delegado Cervantes. Se dirige a la tribuna en medio de prolongados aplausos de las galerías. Se extraña de que Díaz Soto y Gama no esté cohibido, como debía estar, por los sucesos del viernes, y, por el contrario, se haya crecido en sus palabras, y más aún, que las ratificara, o lo que es lo mismo: repetir la ofensa. Está admirado de lo que pasa, y no sabe si Díaz Soto y Gama es un perverso o un desequilibrado. (Aplauso prolongado en las galerías. Una voz: Que llamen al orden a esas galerías. Otra voz: Las galerías tienen derecho de aplaudir. Otro aplauso, seguido de algunos bravos)

Agrega que no puede comprender esa actitud, ni mucho menos aprobarla, y que quizá por la emoción que lo embarga, le parece ridícula y despreciable. (Aplausos)

Pero -añade- que él va a reclamar por los fueros del hombre digno, va a pedir al representante del general Zapata -que á pesar de su ignorancia, es un hombre que comprende su deber-, que haga una respetuosa manifestación a la Asamblea, por haberle faltado. (Aplausos)

Recuerda un discurso que pronunció en la sesión que se dedicó a tratar el asunto Palafox, y ratifica lo que en aquella ocasión dijo: que la delegación del Norte está dispuesta a llegar hasta el sacrificio de la vida, por los intereses de la Nación. Niega que la delegación del Norte sea obstruccionista; pero quiere ser libre y por eso protesta ante cualquiera imposición que tenga origen en la fuerza armada.

Acerca de los cargos de conservador que le dirige el licenciado Díaz Soto y Gama, expresa Cervantes que no se explica el porqué de esas imputaciones; pero sí puede afirmar individualmente, que si se le llama conservador porque no va de acuerdo con las injusticias que cometen algunos hombres, prevalidos de su fuerza, porque protesta contra los atropellos, entonces, admite con honra el título de conservador. (Aplausos)

Se refiere luego a que estima injustos los reproches de Díaz Soto y Gama, acerca de que los del Norte. vayan a atacar a Barona, a Orozco, etc.; que él -Cervantes- sólo ha pedido en otra ocasión, que Barona no tenga representante en la Asamblea, porque dicho jefe está acusado de delitos que lo ponen bajo la sanción de las leyes penales. (Aplausos)

Con relación a los cargos de Díaz Soto y Gama acerca de que algunos delegados del Norte quieren defender a capa y espada al general González Garza como Encargado del Poder Ejecutivo, Cervantes declara que él sabe estimar las dotes de inmaculada honradez de González Garza (aplausos prolongados), y que si por intrigas, por cohechos, se va a atacar a González Garza el honrado (aplausos) ... él lo defenderá también a capa y espada; pero si la delegación suriana, con hechos probados, va a demostrar que la política de González Garza es contraria a los intereses del Sur, entonces, yo, amigo de Roque González. Garza, el honrado, apoyaré a la delegación del Sur. (Aplausos)

Luego expresa que son indebidas las frecuentes aprobaciones a los procedimientos de los carrancistas, porque éstos, aun cuando, hermanos en el ideal, actualmente son enemigos, y contra ellos se está desarrollando una función de armas.

Para terminar, insiste en que el licenciado Díaz Soto y Gama dé la satisfacción que debe, no a él, sino a la Asamblea, a las galerías, a la Nación entera. (Aplausos) (Las galerías, que sisean porque quiere hablar Soto y Gama, son llamadas al orden nuevamente.)

EL APOSTOL DE PERFIL DULCE

Entre aplausos va a la tribuna el delegado Pérez Taylor. Va a contestar las frases que Díaz Soto y Gama le dirigió en el curso de su peroración.

Recuerda a Díaz Soto y Gama, cuando era el agitador de la Casa del Obrero, que abominaba de la política y enseñaba a los obreros que en esa política podrida residía el germen de todas nuestras desgracias; pero de entonces a ahora, hay diferencia; el apóstol de perfil dulce que llamaba al bien, se ha convertido en politicastro.

Ahora defiende mezquindades de partido (voces: No es cierto) ... mientras el pueblo hambriento espera a las puertas de la Cámara, que se resuelva el pavoroso problema del hambre. (Aplausos)

Expresa Pérez Taylor vehementemente, cuál fue su impresión al salir de la Cámara, después de los sucesos del viernes, y que bajo esa impresión dolorosa escribió sinceramente las líneas que Díaz Soto y Gama tachó de infame libelo.

Para concluir, dijo que él no es roquista, ni palafoxista, ni del Norte, ni del Sur; pero que si se le urge a definir de qué lado está, escogerá el roquismo, porque de ese lado lo llama la honradez. (Aplausos. Siseos)

El delegado Treviño pasa a contestar alusiones. Afirma que los cargos que en otra ocasión hizo al señor Jurado, son comprobados, y que no los presentó porque el señor Jurado no podía ir a defenderse. Agrega que hace pocos días, el señor Jurado depositó en el Banco Nacional ochenta mil pesos, y termina diciendo que lo que pasa es que Díaz Soto y Gama va a la Asamblea a defender a Barona y Palafox, mientras nosotros defendemos a González Garza. (Aplausos en las galerías)

El delegado Orozco habla después. Las galerías sisean y se les llama al orden.

Orozco expresa que no saldrá de la Asamblea hasta que no salgan también los representantes de algunos generales infidentes, porque estima que este delito de infidencia, es más grave que lo que Barona ha hecho. También, como Díaz Soto y Gama, se refiere a un grupo de obstruccionistas de la delegación del Norte, y cree que ese grupo trata de orillar a ambas facciones a un conflicto (rumores, siseos); pero éste no llegará, porque tanto en el Sur como en el Norte, hay espíritus serenos que harán cualquier sacrificio para salvar a la Patria. Expresa su opinión de que si los intrigantes salieran victoriosos, los surianos se verían obligados a volver a sus montañas, hasta que la justicia se levantara sobre los escombros de esta ciudad maldita. (Siseos. Aplausos)

En virtud de que este orador fue hostilizado constantemente por las galerías, el delegado Quevedo excitó a la Presidencia para que las llamara al orden, estimando de ridículo y triste que se permitiera que esas galerías -donde había enemigos vencidos con las armas de la Revolución-, se estuviesen burlando de los revolucionarios, y satirizando a un aliado y amigo.

Si no somos fuertes para impedir que esas galerías se burlen de nosotros, vámonos de aquí, y si somos fuertes, impidamos esa burla sangrienta. Cuando venga el general Villa, ese hombre que ha luchado y sufrido tanto, veremos que todos esos que ahora se burlan (Voces: Colgados), no lo hacen. (Los surianos se levantan de sus asientos y tributan caluroso aplauso a Quevedo)

La Presidencia conmina, por última vez, a las galerías, para que guarden compostura.

Cervantes pide libertad para que las galerías expresen su opinión en la única forma en que pueden hacer'lo. (Aplausos)

Díaz Soto y Gama está de acuerdo, porque estima que será una manera de que los delegados recuerden cada vez que lo vayan olvidando, que tienen el enemigo al frente. Quevedo hace una aclaración acerca de qué es lo que ha pedido. No quiere que las galerías permanezcan mudas, pero sí que no se burlen de los delegados.

El delegado Casta pide la palabra. Comienza diciendo que Díaz Soto y Gama pretende salirse por la tangente.

El delegado Casta escucha que, como un cargo, le lanzan el de defender al Ejecutivo, y desde la tribuna dice que si ha tomado alguna vez la defensa del Primer Magistrado, es porque juzga que es su deber, en las circunstancias criticas por que atraviesa el país; pero nunca porque lo defienda personalmente, ya que nada ha recibido del general Roque González Garza. Interroga al delegado Díaz Soto y Gama sobre las razones porque lo ha llamado sinvergüenza, y éste responde que, por defender a un reaccionario, el individuo no posee vergüenza.

El delegado Casta continúa diciendo que desde Ciudad Juárez hasta Cuernavaca, no tiene un solo hecho que lo haga aparecer, como dice su impugnador, y concluye pidiendo que Díaz Soto y Gama se retracte de las palabr'as ofensivas que pronunció en la sesión anterior, y que nada le honran. (Hay aplausos, excitación ruidosa en las curules, alguien pide la palabra para una moción de orden; el Presidente discute con el peticionario y con Amezcua, que también quiere hablar. Se aquietan los ánimos, y se llega a la aprobación del acta)

Nieto
Pido la palabra.

Fierro
Para una moción de orden.

Nieto
Para un hecho.

Presidente
Tiene la palabra el delegado Nieto.

Este manifiesta que el hecho a que se refiere es el de que se ha presentado una protesta, firmada por numerosos delegados, que pide que sea leída y además: que como -después de los incidentes que de todos son conocidos- no le merece confianza el estado mental del licenciado Soto y Gama, ya no se ocupa en refutarlo, como lo había ofrecido.

Un representante afirma enérgicamente que hay asuntos de mayor importancia que la lectura de la protesta; mas la Secretaría inicia la lectura del documento que publicamos ya el sábado, y que es interrumpida en el pasaje en que se pide un examen médico para Soto y Gama, con risas, y al fin con aplausos.

Samper dice que ha dictaminado ya la Comisión sobre el asunto de la carestía de víveres, y pide que se ponga a discusión, entre un desorden incidental y de poca duración.

El secretario lee una moción firmada por numerosos delegados, que solicitan sea resuelto el problema del hambre, y denuncian el hecho de que los soldados de la escolta del Ejecutivo hicieron fuego en presencia de la multitud, como en los tiempos de Porfirio Díaz.

Casta rectifica, asegurando que es una mentira, puesto que él presenció los acontecimientos. Detalladamente los expone y dice que sólo se formaron, delante del cuartel inmediato al Hotel Lascuráin, los soldados de la escolta, que no disparó sobre la muchedumbre.

Amezcua agrega unas palabras, haciendo cargos a la guardia que disparó, aunque sin indicación alguna del Ejecutivo, y a moción del delegado Quevedo, se pone a discusión el asunto palpitante.

Esto fue lo aprobado en medio de los debates, que vamos a relatar:

I. Se nombrará una Comisión de Subsistencia, integrada por quince delegados que coadyuvaran con el Encargado del Poder Ejecutivo, en el cumplimiento de las providencias que se han dictado o que en lo sucesivo se dicten.

II. Acéptense todas las ofertas de artículos de primera necesidad, expidiéndose a los cesionarios los correspondientes recibos, visados por la Comisión, y que servirán para el reintegro oportuno de los valores de esas mercancías, inmediatamente después de su venta.

III. Hágase saber a los comerciantes que sin distinción de nacionalidades, están obligados a expender los artículos de primera necesidad, dentro de los precios máximos fijados por el Gobierno Convencionista. En la inteligencia de que a los infractores de esta disposición, se les decomisarán sus mercancías, sin reintegrarles valor alguno.

IV. Ordénese al Gobernador del Estado de México que, extendiendo los recibos correspondientes para el oportuno reintegro, mande recoger los cereales que existen en aquella región, y con las seguridades del caso los remita a esta capital. El Gobernador del Estado de México sólo podrá conservar los cereales necesarios para el consumo de los habitantes de aquella entidad. Los cereales serán expendidos en el Distrito Federal y en las poblaciones de Morelos, Puebla y demás que lo soliciten.

V. Prevéngase a las autoridades militares, permitan el paso de dichas mercancías, y pongan a disposición de los comisionados dos trenes diariamente, para el transporte de cereales. En dichos trenes podrán ser conducidos los que tienen comprados las Comisiones de beneficencia.

VI. La Comisión de Subsistencia, además de las obligaciones preinsertas, tendrá la de establecer personalmente la vigilancia para evitar abusos en los molinos de nixtamal.

VII. Se conceden al Ejecutivo todas las facultades necesarias para el mejor cumplimiento del decreto de 17 del mes en cUrso, y de aas disposiciones precedentes.

Transitorio: Comuníquese a las autoridades civiles para su inmediato cumplimiento. Dígase a las autoridades militares, que se abstengan de intervenir en esta cuestión, a menos que las civiles las requieran para que presten garantías.

Económico: Dígase al Encargado del Poder Ejecutivo, que envíe una circular a los diplomáticos residentes en esta capital, encareciéndoles la necesidad de que interpongan su influencia para que los comerciantes de sus respectivas nacionalidades no acaparen las mercancías.

Se pone a discusión en lo general esta parte resolutiva del dictamen, y el delegado Quevedo toma la palabra para exponer que él cree que no se conseguirá gran cosa con las medidas que encierran los artículos anteriores; puesto que los comerciantes sufrirán pérdidas en virtud de que se les fijarán precios para expender sus mercancías, y por lo mismo, se negarán a traerlas a la plaza.

Después de que hablaron varios delegados, se aprobaron los artículos anteriores.

El delegado Aceves informa sobre el dinero recolectado en alguna de las sesiones precedentes.

Apruébase el integramiento de la Comisión de Subsistencia, cuyos miembros son:

José Casta.
Donaciano Barba.
Fidencio Ruiz.
Angel Centeno.
José H. Castro.
José Pozos Rodríguez.
Máximo Mejía.
Francisco Mancilla.
Cipriano Juárez.
Plinio López.
Encarnación F. León.
Ricardo Michel.
Maurilio Acuña.
Juan Herrera Ponce.
Leopoldo Romero Díaz.

Pregunta la Secretaría si se pone a discusión el acuerdo de la Comisión de Gobernación, que ratifica el nombramiento del general Francisco V. Pacheco, para que se haga cargo de la Secretaría de Guerra.

Accede, y en votación económica es aprobado.

Entre los delegados Quevedo y Palacios Moreno se cruzan algunas palabras sobre la fecha en que debe renovarse la Directiva, y a las 9 y 30 minutos se levanta la sesión.

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