Índice de Historia de la conquista de México. Población y progresos de la América Septentrional conocida con el nombre de Nueva España de Antonio de SolísAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

LIBRO TERCERO.


CAPÍTULO DÉCIMOSEGUNDO.

Visita Cortés a Motezuma en su palacio, cuya grandeza y aparato se describe: y se da noticia de lo que pasó en esta conferencia, y en otras que se tuvieron despues sobre la Religion.


Pidió Hernan Cortés audiencia el dia siguiente, y la consiguió con tanta prontitud, que vínieron con la respuesta los mismos que le habian de acompañar en esta visita: cierto género de ministros que solian asistir a los Embajadores, y tenian a su cargo el magisterio de las ceremonias y estílos de su nacion. Vistióse de gala, sin dexar las armas (que se habian de introducir a trage militar) y llevó consigo a los Capitanes Pedro de Alvarado, Gonzalo de Sandoval, Juan Velazquez de Leon y Diego de Ordaz, con seis o siete soldados particulares de su satisfaccion: entre los quales fue Bernal Diaz del Castillo, que ya trataba de observar para escribir.

Las calles estaban pobladas por todas partes de innumerable concurso, que trabajaba en su misma muchedumbre para ver a los Españoles sin embarazarles el paso, entre cuyas reverencias y sumisiones se oía muchas veces la palabra teules, que en su lengua significa dioses: voz que ya se entendia, y que no sonaba mal a los que fundaban parte de su valor en el respeto ageno.

Dexóse ver a larga distancia el palacio de Motezuma, que manifestaba, no sin encarecimiento, la magnificencia de aquellos Reyes. Edificio tan desmesurado, que se mandaba por treinta puertas a diferentes calles. La fachada principal, que ocupaba toda la frente de una plaza muy espaciosa, era de varios jaspes negros, roxos y blancos, de no mal entendida colocacion y pulimento. Sobre la portada se hacian reparar en un escudo grande las armas de los Motezumas: un grifo medio aguila, y medio leon, en ademan de volar, con un tigre feroz entre las garras. Algunos quieren que fuese aguila, y se ponen de propósito a impugnar el grifo con la razon de que no los hay en aquella tierra, como sinó se pudiese dudar si los hay en el mundo, segun los autores que los pusieron entre las aves fabulosas. Diriamos antes que pudo inventar acá y allá este género de monstruos el desvarío artificioso, que llaman licencia los poetas, y valentia los pintores.

Al llegar cerca de la puerta principal se encaminaron ácia el uno de sus lados los ministros del acompañamiento, y retirandose atrás con pasos de gran misterio, formaron un semicírculo para llegar a la puerta de dos en dos: ceremonia de su costumbre, porque tenian a falta de respeto el entrar de tropel en la casa real, y reconocian con este desvio la dificultad de pisar aquellos umbrales. Pasados tres patios de la misma fábrica y materia que la fachada, llegaron al quarto donde residia Motezuma, en cuyos salones era de igual admiracion la grandeza y el adorno. Los pavimentos con esteras de várias labores: las paredes con diferentes colgaduras de algodon, pelo de conejo, y en lo mas interior de pluma: unas y otras hermoseadas con la viveza de los colores, y con la diferencia de las figuras. Los techos de ciprés, cedro y otras maderas olorosas, con diversos follages y relieves: en cuya contextura se reparó, que sin haber hallado el uso de los clavos, formaban grandes artesones, afirmando el maderamen y las tablas en su misma trabazon.

Habia en cada una de estas salas numerosas y diferentes gerarquías de criados, que tenian la entrada segun su calidad y ministerio: y en la puerta de la antecámara esperaban los próceres y magistrados, que recibieron a Cortés con grande urbanidad; pero le hicieron esperar para quitarse las sandalias, y dexar los mantos ricos de que venian adornados, tomando en su lugar otros de menos gala. Era entre aquella gente irreverencia el atreverse a lucir delante del Rey. Todo lo reparaban los Españoles, todo hacia novedad, y todo infundia respeto: la grandeza del palacio, las ceremonias, el aparato, y hasta el silencio de la familia.

Estaba Motezuma en pie con todas sus insignias reales, y dió algunos pasos para recibir a Cortés, poniendole al llegar los brazos sobre los hombros: agasajó despues con el semblante a los Españoles que le acompañaban; y tomando su asiento, mandó sentar a Cortés y a todos los demás, sin dexarles accion para que replicasen. La visita fue larga, y de conversacion familiar: hizo várias preguntas a Cortés sobre lo natural y político de las regiones orientales, aprobando a tiempo lo que le parecia bien, y mostrando que sabía discurrir en lo que sabía dudar. Volvió a referir la dependencia y obligacion que tenian los Mexicanos al descendiente de su primero Rey; y se congratuló muy particularmente de que se hubiese cumplido en su tiempo la profecía de los estrangeros, que tantos siglos antes habian sido prometidos a sus mayores. Si fue con afectacion, supo esconder lo que sentia: y siendo ésta una credulidad vana y despreciable por su orígen y circunstancias, importó mucho en aquella ocasion para que los Españoles hallasen hecho el camino a su introduccion. Asi baxan muchas veces encadenadas y dependientes de ligeros principios las cosas mayores. Hernan Cortés le puso con destreza en la plática de la religion, tocando, entre las demás noticias que le daba de su nacion, los ritos y costumbres de los Christianos, para que le hiciesen disonancia los vicios y abominaciones de su idolatría: con cuya ocasion exclamó contra los sacrificios de sangre humana, y contra el horror aborrecible a la naturaleza, con que se comian los hombres que sacrificaban: bestialidad muy introducida en aquella corte, por ser mayor el número de los sacrificados; y mas culpable por esta razon el exceso de los banquetes.

No fue del todo inutil esta sesion, porque Motezuma, sintiendo en algo la fuerza de la razon, desterró de su mesa los Platos de carne humana; pero no se atrevió a prohibir de una vez este manjar a sus vasallos, ni se dió por vencido en el punto de los sacrificios; antes decia que no era crueldad ofrecer a sus dioses unos prisioneros de guerra que venian ya condenados a muerte, no hallando razon que le hiciese capaz de que fuesen proximos los enemigos.

Dió pocas esperanzas de reducirse, aunque procuraron várias veces Hernan Cortés y el Padre Fray Bartolomé de Olmedo traherle al camino de la verdad. Tenia entendimiento para conocer algunas ventajas en la religion Católica, y para no desconocer en todo los abusos de la suya; pero se volvia luego al tema de que sus dioses eran buenos en aquella tierra, como el de los Christianos en su distrito; y se hacia fuerza para no enojarse quando le apretaban los argumentos, padeciendo mucho consigo en estas conferencias, porque deseaba complacer a los Españoles con un género de cuidado que parecia sujecion; y por otra parte le tiraban las afectaciones de religioso, que le adquirieron, y a su parecer, le mantenian la corona: obligandole a temer con mayor abatimiento la desestimacion de sus vasallos, si le viesen menos atento al culto de sus dioses. Política miserable, propia del tirano, dominar con soberbia, y contemplar con servidumbre.

Hacia tanta ostentacion de su resistencia, que llevando consigo, uno de aquellos primeros dias, a Hernan Cortés y al Padre Fray Bartolomé con algunos de los Capitanes y soldados particulares para que viesen a su lado las grandezas de su corte, deseó, no sin alguna vanidad, enseñarles el mayor de sus templos. Mandóles que se detuviesen poco antes de la entrada, y se adelantó para conferir con los sacerdotes, si sería lícito que llegáse a la presencia de sus dioses una gente que no los adoraba. Resolvióse que podrian entrar, amonestandolos primero que no se descomidiesen: y salieron dos o tres de los mas ancianos al con la permision y el requerimiento. Franquearonse luego todas las puertas de aquel espantoso edificio, y Motezuma tomó a su cargo el explicar los secretos, oficinas y simulacros del adoratorio, tan reverente y ceremonioso, que los Españoles no pudieron contenerse de hacer alguna irrision, de que no se dió por entendido; pero volvio a mirarlos como quien deseaba reprimirlos. A cuyo tiempo Hernan Cortés, dexandose llevar del zelo que ardia en su corazon, le dixo : Permitidme, Señor, fixar una cruz de Christo delante de esas imágenes del demonio, y veréis si merecen adoracion o menosprecio. Enfurecieronse los sacerdotes al oir esta proposicion y Motezuma quedó confuso y mortificado, faltandole a un tiempo la paciencia para sufrirlo, y la resolucion para enojarse; pero tomando partido con su primera turbacion, y procurando que no quedáse mal su hipocresía: Pudierais (dixo a los Españoles) conceder a este lugar las atenciones, por lo menos, que debeis a mi persona. Y salió del adoratorio para que le siguiesen; pero se detuvo en el atrio, y prosiguió diciendo algo mas reportado: Bien podeis, amigos, volveros a vuestro alojamiento; que yo me quedo a pedir perdon a mis dioses de lo mucho que os he sufrido. Notable salida del empeño en que se hallaba, y pocas palabras dignas de reparo, que dieron a entender su resolucion, y lo que se reprimia para no destemplarse.

Con esta experiencia, y otras que se hicieron del mismo género, resolvió Cortés, siguiendo el parecer del Padre Fray Bartolomé de Olmedo y del Licenciado Juan Diaz, que no se le habláse mas por entonces en la religion, porque solo servia de irritarle y endurecerle. Pero al mismo tiempo se consiguió facilmente su licencia para que los Christianos diesen culto público a su Dios; y él mismo envió sus alarífes para que se le fabricáse templo a su costa como le pidiese Cortés. ¡Tanto deseaba que le dexasen descansar en su error! Desembarazóse luego uno de los salones principales de aquel palacio donde habitaban los Españoles: y blanqueandole de nuevo, se levantó el altar, y en su frontispicio se colocó una imagen de Nuestra Señora sobre algunas gradas, que se adornaron vistosamente: y fixando una cruz grande cerca de la puerta, quedó formada una capilla muy decente, donde se celebraba Misa todos los días, se rezaba el Rosario, y hacian otros actos de piedad y devocion, asistiendo algunas veces Motezuma con los príncipes y ministros que andaban a su lado: entre los quales se alababa mucho la mansedumbre de aquellos sacrificios, sin conocer la inhumanidad y malicia de los suyos. Gente ciega y supersticiosa, que palpaba las tinieblas, y se defendia de la razon con la costumbre.

Pero antes de referir los sucesos de aquella corte, nos llama su descripcion, la grandeza de sus edificios, su forma de gobierno y policía, con otras noticias que son convenientes para la inteligencia o concepto de los mismos sucesos. Desvios de la narracion, necesarios en la historia, como no sean peregrinos del argumento, y carezcan de otros lunares que hacen viciosa la digresion.

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