Índice de Historia de la conquista de México. Población y progresos de la América Septentrional conocida con el nombre de Nueva España de Antonio de SolísAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

LIBRO TERCERO.


CAPÍTULO DÉCIMOCUARTO.

Describense diferentes casas que tenia Motezuma para su divertimiento, sus armerias, sus jardines y sus quintas, con otros edificios notables que habia dentro y fuera de la ciudad.


Demás del palacio principal que dexamos referido, y el que habitaban los Españoles, tenia Motezuma diferentes casas de recreacion que adornaban la ciudad, y engrandecian su persona. En una de ellas (edificio real donde se vieron grandes corredores sobre columnas de jaspe) habia quantos géneros de aves se crian en la Nueva España dignas de alguna estimacion por la pluma o por el canto: entre cuya diversidad se hallaron muchas extraordinarias, y no conocidas hasta entonces en Europa. Las marítimas se conservaban en estanques de agua salobre; y en otros de agua dulce las que se trahian de rios o lagúnas. Dicen que habia páxaros de cinco y seis colores, y los pelaban a su tiempo, dexandolos vivos para que repitiesen a su dueño la utilidad de la pluma: género de mucho valor entre los Mexicanos, porque se aprovechaban de ella en sus telas, en sus pinturas y en todos sus adornos. Era tanto el número de las aves, y se ponia tanto cuidado en su conservacion, que se ocupaban en este ministerio mas de trescientos hombres diestros en el conocimiento de sus enfermedades, y obligados a subministrarles el cebo de que se alimentaban en su libertad. Poco distante de esta casa tenia otra Motezuma de mayor grandeza y variedad con habitacion capaz de su persona y familia, donde residian sus cazadores, y se criaban las aves de rapiña: unas en jaulas de igual aliño y limpieza, que solo servian a la observacion de los ojos; y otras en alcándaras, obedientes al lazo de la piguela, y domesticadas para el exercicio de la cetreria: cuyos primores alcanzaron, sirviendose de algunos páxaros de razas excelentes que se hallan en aquella tierra, parecidos a los nuestros, y nada inferiores en la docilidad con que reconocen a su dueño, y en la resolucion con que se arrojan a la presa. Habia entre las aves que tenian encerradas muchas de rara fiereza y tamaño, que parecieron entonces monstruosas, y algunas aguilas reales de grandeza exquisita y prodigiosa voracidad. No falta quien diga que una de ellas gastaba un carnero en cada comida: debanos el autor que no apoyemos con su nombre lo que, a nuestro parecer, creyó con facilidad.

En el segundo patio de la misma casa estaban las fieras que presentaban a Motezuma, o prendian sus cazadores, en fuertes jaulas de madera, puestas con buena distribucion y debaxo de cubierto: leones, tigres, osos, y quantos géneros de brutos silvestres produce la Nueva España, entre los quales hizo mayor novedad el toro Mexicano, rarisimo compuesto de varios animales, gibada y corva la espalda como el camello, enjuto el hijar, larga la cola y guedejudo el cuello como el leon, hendido el pie y armada la frente como el toro, cuya ferocidad imita con igual ligereza y execucion. Anfiteatro que pareció a los Españoles digno de Príncipe grande, por ser tan antiguo en el mundo esto de significarse por las fieras la grandeza de los hombres.

En otra separacion de este palacio dicen algunos de nuestros escritores que se criaba con cebo quotidiano una multitud horrible de animales ponzoñosos, y que anidaban en diferentes vasijas y cavernas las viboras, las culebras de cascabel, los escorpiones: y crece la ponderacion hasta encontrar con los crocodilos; pero tambien afirman que no alcanzaron esta venenosa grandeza nuestros Españoles, y que solo vieron el parage donde se criaban: cuya limitacion nos basta para tocarlo como inverisímil, creyendo antes que lo entenderian asi los Indios, de cuya relacion se tomó la noticia, y que sería este uno de aquellos horrores que suele inventar el vulgo contra la fiereza de los tiranos, particularmente quando sirve afligido, y discurre atemorizado.

Sobre la mansíon que ocupaban las fieras había un quartel muy capaz, donde habitaban los bufones y otras sabandijas de palacio, que servian al entretenimiento del Rey, en cuyo número se contaban los monstruos, los enanos, los corcovados y otros errores de la naturaleza: cada género tenia su habítacion separada, y cada separacion sus maestros de habilidades, y sus personas diputadas para cuidar de su regalo, donde los servian con tanta puntualidad, que algunos padres, entre la gente pobre, desfiguraban a sus hijos para que lograsen esta conveniencia, y emendar su fortuna, dandoles el merito en la deformidad.

No se conocia menos la grandeza de Motezuma en otras dos casas que ocupaba su armería. Era la una para la fábrica, y la otra para el depósito de las armas. En la primera vivian y trabajaban todos los maestros de esta facultad, distribuidos en diferentes oficinas, segun sus ministerios: en una parte se adelgazaban las varas para las flechas: en otra se labraban los pedernales para las puntas: y cada género de armas ofensivas y defensivas tenia su obrador y sus oficiales distintos, con algunos superintendentes que llevaban a su modo la cuenta y razon de lo que se trabajaba. La otra casa, cuyo edificio tenia mayor representacion, servia de almacen donde se recogian las armas despues de acabadas, cada género en pieza distinta: y de allí se repartian a los exércitos y fronteras, segun la ocurrencia de las ocasiones. En lo alto se guardaban las armas de la persona real colgadas por las paredes con buena colocacion: en una pieza los arcos, flechas y aljabas, con varios embutidos y labores de oro y pedreria: en otra las espadas y montantes de madera extraordinaria con sus filos de pedernal, y la misma riqueza en las empuñaduras: en otra los dardos, y asi los demás géneros, tan adornados y resplandecientes, que daban que reparar hasta las hondas y las piedras. Habia diferentes hechuras de petos y zeladas con láminas y follages de oro, muchas casacas de aquellos colchados que resistian a las flechas, hermosas invenciones de rodelas o escudos, y un género de paveses o adargas de pieles impenetrables que cubrían todo el cuerpo, y hasta la ocasion de pelear andaban arrolladas al hombro izquierdo. Fue de admiracion a los Españoles esta grande armería, que pareció tambien alhaja de Príncipe, y Príncipe guerrero, en que se acreditaban igualmente su opulencia y su inclinacion.

En todas estas casas tenia grandes jardines prolixamente cultivados. No gustaba de árboles fructiferos, ni plantas comestibles en sus recreaciones; antes solia decir que las huertas eran posesiones de gente ordinaria, pareciendole mas propio en los Príncipes el deleyte sin mezcla de utilidad. Todo era flores de rara diversidad y fragrancia, y hierbas medicinales, que servian a los quadros y cenadores: de cuyo beneficio cuidaba mucho, haciendo traher a sus jardines quantos géneros produce la benignidad de aquella tierra, donde no aprendian los físicos otra facultad que la noticia de sus nombres, y el conocimiento de sus virtudes. Tenian hierbas para todas las enfermedades y dolores, de cuyos zumos y aplicaciones componian sus remedios, y lograban admirables efectos, hijos de la experiencia, que sin distinguir la causa de la enfermedad, acertaban con la salud del enfermo. Repartianse francamente de los jardines del Rey todas las hierbas que recetaban los medicos, o pedian los dolientes; y solia preguntar si aprovechaban, hallando vanidad en sus medicinas, o persuadido a que cumplía con la obligacion del gobierno cuidando asi de la salud de sus vasallos.

En todos estos jardines y casas de recreacion habia muchas fuentes de agua dulce y saludable, que trahian de los montes vecinos guiada por direrentes canales, hasta encontrar con las calzadas, donde se ocultaban los encañados que la introducian en la ciudad: para cuya provision se dexaban algunas fuentes públicas, y se permitia, no sin tributo considerable, que los Indios vendiesen por las calles la que podian conducir de otros manantiales. Creció mucho en tiempo de Motezuma el beneficio de las fuentes, porque fue suya la obra del gran conducto por donde vienen a México las aguas vivas que se descubrieron en la sierra de Chapultepec, distante una legua de la ciudad. Hizose primero de su orden y traza un estanque de piedra donde recogerlas, midiendo su altura con la declinacion que pedía la corriente: y despues un paredon grueso con dos canales descubiertas de fuerte argamasa, de las quales servia la una mientras se limpiaba la otra. Fábrica de grande utilidad, cuya invencion le dexó tan vanaglorioso, que mandó poner su efigie y la de su padre, no sin alguna semejanza, esculpidas en dos medallas de piedra, con ambicion de hacerse memorable por aquel beneficio de su ciudad.

Uno de los edificios que hizo mayor novedad entre las obras de Motezuma fue la casa que llamaban de la tristeza, donde solia retirarse quando se morian sus parientes, y en otras ocasiones de calamidad o mal suceso que pidiese pública demostracion. Era de horrible arquitectura, negras las paredes, los techos y los adornos, y tenia un género de claraboyas o ventanas pequeñas que daban penada la luz, o permitian solamente la que bastaba para que se viese la obscuridad. Formidable habítacion, donde se detenía todo lo que tardaba en despedir sus quebrantos, y donde se le aparecia con mas facilidad el demonio: fuese por lo que ama los horrores el príncipe de las tinieblas, o por la congruencia que tienen entre sí el espíritu maligno y el humor melancólico.

Fuera de la ciudad tenia grandes quintas y casas no de recreacion con muchas y copiosas fuentes que daban agua para los baños, y estanques para la pesca: en cuya vecindad habia diferentes bosques para diferentes géneros de caza, exercicio que freqüentaba y entendía, manejando con primor el arco y la flecha. Era la montería su principal divertimiento, y solia muchas veces salir con sus nobles a un parque muy espacioso y ameno, cuyo distrito estaba cercado por todas partes con un foso de agua, donde le trahian y encerraban las reses de los montes vecinos: entre las quales solian venir algunos tigres y leones. Habia de gente señalada en México y en otros lugares del contorno que se adelantaba para estrechar y conducir las fieras al sitio destinado, siguiendo casi en estas batidas el estilo de nuestros monteros. Tenían aquellos Indios Mexicanos grande osadía y agilidad en perseguir y sujetar los animales mas feroces: y Motezuma gustaba mucho de mirar el combate de sus cazadores, y lograr algunos tiros, que se aplaudian como aciertos de mayor importancia. Nunca se apeaba de sus andas sinó es quando se ponia en algun lugar eminente, y siempre con bastante circunvalacion de chuzos y flechas que asegurasen su persona; no porque le faltáse valor, ni dexáse de aventajar a todos en la destreza, sinó porque miraba como indignos de su magestad aquellos riesgos voluntarios: de pareciendole (y no sin conocimiento de su dignidad) que solo eran decentes para el Rey los peligros de la guerra.

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