Índice de Historia de la conquista de México. Población y progresos de la América Septentrional conocida con el nombre de Nueva España de Antonio de Solís | Anterior | Siguiente | Biblioteca Virtual Antorcha |
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LIBRO PRIMERO.
CAPÍTULO SEGUNDO.
Tocanse las razones que han obligado a escribir con separacion la Historia de la América septentrional, o Nueva España.
NUestro intento es sacar de este laberinto, y poner fuera de esta obscuridad a la Historia de Nueva España, para escribirla separadamente, franqueandola, si cupiere tanto en nuestra cortedad, de modo que en lo admirable de ella se dexe hallar sin violencia la suspension, y en lo util se logre sin desabrimiento la enseñanza. Y nos hallamos obligados a elegir este de los tres argumentos que propusimos: porque los hechos de Christoval Cólon, y las primeras conquistas de las Islas y el Darien, como no tuvieron otros sucesos en que mezclarse, estan escritas con felicidad y bastante distincion en la primera y segunda Década de Antonio de Herrera; y la Historia del Perú anda separada en los dos tomos que escribió Garcilaso Inga, tan puntual en las noticias, y tan suave y ameno en el estilo, segun la elegancia de su tiempo, que culpariamos de ambicioso al que intentase mejorarle, alabando mucho al que supiese imitarle para proseguirle. Pero la Nueva España o está sin Historia que merezca este nombre, o necesita de ponerse en defensa contra las plumas que se encargaron de su posteridad.
Escribióla primero Francisco Lopez de Gómara con poco examen y puntualidad: porque dice lo que oyó, y lo afirma con sobrada credulidad, fiandose tanto de sus oídos como pudiera de sus ojos, sin hallar dificultad en lo inverisimil, ni resistencia en lo imposible.
Siguióle en el tiempo y en alguna parte de sus noticias Antonio de Herrera: y a éste Bartholomé Leonardo de Argensola, incurriendo en la misma desunion, y con menor disculpa, porque nos dexó los primeros sucesos de esta conquista entretexidos y mezclados en sus Anales de Aragon, tratandolos como accesorios y trahidos de lexos al propósito de su argumento. Escribió lo mismo que halló en Antonio de Herrera, con mejor caracter, pero tan interrumpido y ofuscado con la mezcla de otros acaecimientos, que se disminuye en las digresiones lo heroico del asunto, o no se conoce su grandeza, como se mira de muchas veces.
Salió despues una Historia particular de Nueva España, obra póstuma de Bernal Diaz del Castillo, que sacó á luz un religioso de la orden de nuestra Señora de la Merced, habiendola hallado manuscrita en la libreria de un ministro grande y erudito, donde estuvo muchos años retirada, quizá por los inconvenientes que al tiempo que se imprimió se perdonaron, o no se conocieron. Pasa hoy por Historia verdadera, ayudandose del mismo desaliño y poco adorno de su estilo para parecerse a la verdad, y acreditar con algunos la sinceridad del escritor; pero aunque le asiste la circunstancia de haber visto lo que escribió, se conoce de su misma obra, que no tuvo la vista libre de pasiones, para que fuese bien gobernada la pluma. Muestrase tan satisfecho de su ingenuidad, como quejoso de su fortuna: andan entre sus renglones muy descubiertas la envidia y la ambicion: y paran muchas veces estos afectos destemplados en quejas contra Hernan Cortés, principal heroe de esta Historia, procurando penetrar sus designios, para deslucir y emendar sus consejos, y diciendo muchas veces como infalible, no lo que ordenaba y disponia su capitan, sinó lo que murmuraban los soldados: en cuya República hay tanto vulgo como en las demás; siendo en todas de igual peligro que se permita el discurrir a los que nacieron para obedecer.
Por cuyos motivos nos hallamos obligados a entrar en este argumento, procurando desagraviarle de los embarazos que se encuentran en su contexto, y de las ofensas que ha padecido su verdad. Valdrémonos de los mismos autores que dexamos referidos en todo aquello que no hubiere fundamento para desviarnos de lo que escribieron: y nos servirémos de otras relaciones y papeles particulares, que hemos juntado, para ir formando, con eleccion desapasionada, de lo mas fidedigno nuestra narracion, sin referir de propósito lo que se debe suponer, o se halla repetido; ni gastar el tiempo en las circunstancias menudas que o manchan el papel con lo indecente, o le llenan de lo menos digno, atendiendo mas al volumen que a la grandeza de la Historia. Pero antes de llegar a lo inmediato de nuestro empeño, será bien que digamos en qué postUra se hallaban las cosas de España quando se dió principio a la conquista de aquel nuevo mundo, para que se vea su principio primero que su aumento, y sirva esta noticia de fundamento al edificio que emprehendemos.
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