Índice de Historia de la conquista de México. Población y progresos de la América Septentrional conocida con el nombre de Nueva España de Antonio de Solís | Anterior | Siguiente | Biblioteca Virtual Antorcha |
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LIBRO PRIMERO.
CAPÍTULO VIGÉSIMO.
Efectuase la paz con el Cacique de Tabasco: y celebrandose en esta provincia la festividad del Domingo de Ramos, se vuelven a embarcar los Españoles para continuar su viage.
El dia siguiente mandó Hernan Cortés que se truxesen a su presencia los prisioneros, entre los quales habia dos o tres Capitanes. Venian temerosos, creyendo hallar en el vencedor la misma crueldad que usaban ellos con sus rendidos; pero Hernan Cortés los recibió con grande benignidad: y animandolos con el semblante y con los brazos, los puso en libertad, dandoles algunas bugerías, y diciendoles solamente, Que él sabía vencer, y sabria perdonar. Pudo tanto esta piadosa demostracion, que dentro de pocas horas vinieron al quartel algunos Indios cargados de maiz, gallinas y otros bastimentos, para facilitar con este regalo la paz que venian a proponer de parte del Cacique principal de Tabasco. Era gente vulgar y deslucida la que trahia esta embajada: repáro que hizo Gerónimo de Aguilar, por ser estílo de aquella tierra el enviar a semejantes funciones Indios principales con el mejor adorno de sus galas. Y aunque Hernan Cortés deseaba la paz, no quiso admitirla sin que viniese la proposicion como debia; antes mandó que los despidiesen, y sin dexarse ver, respondió al Cacique por medio del intérprete: Que si deseaba su amistad, enviáse personas de mas razon, y mas decentes a solicitarla: siendo de opinion que no se debia dispensar en estas exterioridades, de que se compone la autoridad, ni suftir inadvertencias en el respeto del que viene a rogar: porque en este genero de negocios suele andar el modo muy cerca de la substancia.
Emendó el Cacique su falta de repáro, enviando el dia despues treinta Indios de mayor porte con aquellos adornos de plumas y pendientes a que se reducia toda su ostentacion. Trahian estos su acompañamiento de Indios cargados con otro regalo del mismo género; pero mas abundante. Admitiólos Hernan Cortés a su presencia, asistido de todos sus Capitanes, afectando alguna gravedad y entereza; porque le pareció conveniente suspender en aquel acto su agrado natural. Llegaron con grandes sumisiones: y hecha la ceremonia de incensarle con unos braserillos en que se administraba el humo del aníme copal y otros perfumes (obsequio de que usaban en las ocasiones de su mayor veneracion) propusieron su embajada, que empezó en disculpas frívolas de la guerra pasada, y paró en pedir rendidamente la paz. Respondió Hernan Cortés ponderando su irritacion, para que se hiciese mas estimable lo que concedia a vista de las ofensas que olvidaba: y ultimamente se asentó la paz con grande aplauso de los Embajadores, que se retiraron muy contentos, y facilmente enriquecidos con aquellas preséas valadíes de que hacian tanta estimacion.
Vino despues el Cacique a visitar a Cortés con todo el séquito de sus Capitanes y aliados, y con un presente de ropas de algodon, plumas de varios colores, y algunas piezas de oro baxo, de mas artificio que valor. Manifestó luego su regalo, como quien obligaba para ser admitido, y ponia la liberalidad al principio del rendimiento. Agasajóle mucho Hernan Cortés: y la visita fue toda cumplimientos y seguridades de la nueva amistad, dadas y recibidas por medio del intérprete con igual correspondencia. Hacian el mismo agasajo los Capitanes Españoles a los Indios principales del acompañamiento: y andaba entre unos y otros la paz alegrando los semblantes, y supliendo con los brazos los defectos de la lengua.
Despidióse el Cacique, dexando aplazada sesion para otro dia: y dió a entender su confianza y sinceridad con mandar a sus vasallos que volviesen luego a poblar el lugar de Tabasco, y llevasen consigo sus familias para que asistiesen al servicio de los Españoles.
El dia siguiente volvió al quartel con el mismo acompañamiento, y con veinte Indias bien adornadas a la usanza de su tierra: las quales dixo trahia de presente a Cortés, para que en el víage cuidasen de su regalo y el de sus companeros, por ser diestras en acomodar al apetito la variedad de sus manjares, y en hacer el pan de maiz, cuya fábrica era desde su principio ministerio de mugeres.
Molian éstas el grano entre dos piedras, al modo de las que nos dió a conocer el uso del chocolate: y hecho harina, le reducian a masa, sin necesitar de levadura, y le tendian o amoldaban sobre unos instrumentos como torteras de barro, de que se valian para darle en el fuego la última sazon: siendo éste el pan de cuya abundancia proveyó Dios aquel nuevo mundo para suplir la falta del trigo, y un género de mantenimiento agradable al paladar, sin ofensa del estómago. Venía con estas mugeres una India principal de buen talle y mas que ordinaria hermosura, que recibió despues con el bautismo el nombre de Marina, y fue tan necesaria en la conquista como verémos en su lugar.
Apartóse Hernan Cortés con el Cacique y con los principales de su séquito, y les hizo un razonamiento con la voz de su intérprete, dandoles a entender: Como era vasallo y ministro de un poderoso Monarca, y que su intento era hacerlos felices, poniendolos en la obediencia de su Príncipe: reducidos a la verdadera Religion, y destruir los errores de su idolatría. Esforzó estas dos proposiciones con su natural eloqüencia y con su autoridad, de modo que los Indios quedaron persuadidos, o por lo menos inclinados a la razon. Su respuesta fue: Que tendrian a gran conveniencia suya el obedecer a un Monarca, cuyo poder y grandeza se dexaba conocer en el valor de tales vasallos. Pero en el punto de la Religion anduvieron mas detenidos.
Haciales fuerza el ver deshecho su exército por tan pocos Españoles, para dudar si estaban asistidos de algun dios superior a los suyos; pero no se resolvian a confesarlo; ni en admitir entonces la duda hicieron poco por la verdad.
Instaban los pilotos en que se abreviáse la partida; porque, segun sus observaciones, se aventuraba la armada en la detencion. Y aunque Hernan Cortés sentia el apartarse de aquella gente hasta dexarla mejor instruida, se halló obligado a tratar del viage: y por venir cerca el Domingo de Ramos, señaló este dia para la embarcacion: disponiendo que se celebráse primero su festividad segun el rito de la Iglesia (observantisimo siempre en estas piedades religiosas) para cuyo efecto se fabricó un altar en el campo, y se cubrió de una enramada en forma de capilla: rústico, pero decente edificio, que tuvo la felicidad de segundo templo en Nueva España: y al mismo tiempo se iban embarcando bastímentos, y caminando en las demás prevenciones del viage. Ayudaban a todo los Indios con oficiosa actividad: y el Cacique asistia a Cortés con sus Capitanes, durando todos en su veneracion, y convidando siempre con su obediencia. De cuya ocasion se valieron algunas veces el Padre Fray Bartolomé de Olmedo, y el Licenciado Juan Diaz para intentar reducirlos al camino de la verdad, prosiguiendo los buenos principios que dió Cortés a esta plática, y aprovechandose de los deseos de acertar que manifestaron en su respuesta; pero solo se encontraba en ellos una docilidad de rendidos, mas inclinada a recibir otro dios, que a dexar alguno de los suyos. Oían con agrado, y deseaban, al parecer, hacerse capaces de lo que oían; pero apenas se hallaba la razon admitida de la voluntad, quando volvia arrojada del entendimiento. Lo mas que pudieron conseguir entonces los dos sacerdotes fue dexarlos bien dispuestos, y conocer que pedia mas tiempo la obra de habilitar su rudeza, para entenderse mejor con su ceguedad.
El Domingo por la mañana acudieron innumerables Indios de toda aquella comarca a ver la fiesta de los Christianos: y hecha la bendicion de los Ramos con la solemnidad que se acostumbra, se distribuyeron entre los soldados, y se ordenó la procesion, a que asistieron todos con igual modestia y devocion. Digno espeétáculo de mejor concurso, y que tendria algo de mayor realce a vista de aquella infidelidad, como sobresale o resalta la luz en la oposicion de las sombras; pero no dexó de influir algun género de edificacion en los mismos Infieles; pues decian a voces, segun lo refirió despues Aguilar: Gran Dios debe de ser este, a quien se rinden tanto unos hombres tan valerosos. Erraban el motivo, y sentian la verdad.
Acabada la Misa, se despidió Cortés del Cacique y de todos los Indios principales: y volviendo a renovar la paz con mayores ofertas y demostraciones de amistad, executó su embarcacion, dexando aquella gente, en quanto al Rey, mas obediente que sujeta; y en quanto a la Religion, con aquella parte de salud que consiste en desear, o no resistir el remedio.
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