Índice de Historia de la conquista de México. Población y progresos de la América Septentrional conocida con el nombre de Nueva España de Antonio de SolísAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

LIBRO PRIMERO.


CAPÍTULO QUINTO.

Cesan las calamidades de la Monarquia con la venida del Rey Don Carlos: dáse principio en este tiempo a la conquista de Nueva España.


Este estado tenian las cosas de la Monarquia quando entró en la posesion de ella el Rey Don Carlos, que llegó á España por Setiembre de este año: con cuya venida empezó a serenar la tempestad, y se fue poco a poco introduciendo el sosiego, como influido de la presencia del Rey; sea por virtud oculta de la Corona, o porque asiste Dios con igual providencia, tanto a la Magestad del que gobierna, como a la obligacion, o al temor natural del que obedece. Sintieronse los primeros efectos de esta felicidad en Castilla, cuya quietUd se fue comunicando a los demas Reynos de España, y pasó a los dominios de afuera, como suele en el cuerpo humano distribuirse el calor natUral saliendo del corazon en beneficio de los miembros mas distantes. Llegaron brevemente a las Islas de la América las influencias del nuevo Rey, obrando en ellas su nombre, tanto como en España su presencia. Dispusieronse los ánimos a mayores empresas, creció el esfuerzo en los soldados, y se puso la mano en las primeras operaciones que precedieron a la conquista de Nueva España: cuyo imperio tenia el cielo destinado para engrandecer los principios de este augusto Monarca.

Gobernaba entonces la Isla de Cuba el Capitan Diego Velazquez, que pasó a ella como Teniente del segundo Almirante de las Indias Don Diego Colon, con tan buena fortuna, que se le debió toda su conquista, y la mayor parte de su poblacion. Habia en aquella Isla, por ser la mas occidental de las descubiertas, y mas vecina al continente de la América septentrional, grandes noticias de otras tierras no muy distantes, que se dudaba si eran Islas; pero se hablaba en sus riquezas con la misma certidumbre que si se hubieran visto: fuese por lo que prometian las experiencias de lo descubierto hasta entonces; o por lo poco que tienen que andar las prosperidades en nuestra aprehension para pasar de imaginadas a creidas.

Creció por este tiempo la noticia y la opinion de aquella tierra con lo que referian de ella los soldados que acompañaron a Francisco Fernandez de Cordoba en el descubrimiento de Yucatán, península situada en los confines de Nueva España: y aunque fue poco dichosa esta jornada, y no se pudo lograr entonces la conquista, porque murieron valerosamente en ella el Capitan y la mayor parte de su gente, se logró por lo menos la evidencia de aquellas regiones: y los soldados que iban llegando a esta sazon, aunque heridos y derrotados, trahían tan poco escarmentado el valor, que entre los mismos encarecimientos de lo que habian padecido, se les conocia el ánimo de volver a la empresa, y le infundian en los demas Españoles de la Isla, no tanto con la voz y con el exemplo, como con mostrar algunas joyuelas de 0ro que trahían de la tierra descubierta, baxo de ley y en corta cantidad; pero de tan crecidos quilates en la ponderacion y en el aplauso, que se empezaron todos a prometer grandes riquezas de aquella conquista, volviendo a levantar sus fábricas la imaginacion fundadas ya sobre esta verdad de los ojos.

Algunos escritores no quieren pasar este primer oro o metal con mezcla del que vino entonces de Yucatán: fundanse en que no le hay en aquella provincia, o en lo poco que es menester para contradecir a quien no se defiende. Nosotros seguimos a los que escriben lo que vieron, sin hallar gran dificultad en que pudiese venir el oro de otra parte a Yucatán; pues no es lo mismo producirle que tenerle: y el no haberse hallado, segun lo refieren, sinó en los adoratorios de aquellos Indios, es circunstancia que dá a entender que le estimaban como exquisito, pues le aplicaban solamente al culto de sus dioses, y a los instrumentos de su adoracion.

Viendo pues Diego Velazquez tan bien acreditado con todos el nombre de Yucatán, empezó a entrar en pensamientos de mayor gerarquía, como quien se hallaba embarazado con reconocer por superior en aquel gobierno al Almirante Diego Colon: dependencia que consistia ya mas en el nombre que en la sustancia; pero que a vista de su condicion y de sus buenos sucesos le hacia interior disonancia, y tenia como desairada su felicidad. Trató con este fin de que se volviese a intentar aquel descubrimiento: y concibiendo nuevas esperanzas del fervor con que se le decian los soldados, se publicó la jornada, se alistó la gente, y se previnieron tres baxeles y un bergantin con todo lo necesario para la faccion , y para el sustento de la gente. Nombró por Cabo principal de la empresa a Juan de Grijalva pariente suyo, y por Capitanes a Pedro de Alvarado, Francisco Montejo y Alonso Davila, sugetos de calidad conocida, y más conocidos en aquellas Islas por su valor y proceder, segunda y mayor nobleza de los hombres. Pero aunque se juntaron con facilidad hasta doscientos y cincuenta soldados, incluyendose en este número los pilotos y marineros, y andaban todos solícitos contra la dilacion, procurando tener parte en adelantar el viage, tardaron finalmente en hacerse a la mar hasta los ocho de Abril del año siguiente de mil y quinientos y diez y ocho.

Iban con ánimo de seguir la misma derrota de la jornada antecedente; pero decayendo algunos grados por el impulso de las corrientes, dieron en la Isla de Cozumel, primer descubrimiento de este viage, donde se repararon sin contradiccion de los naturales. Y volviendo a su navegacion, cobraron el rumbo, y se hallaron en pocos dias a la vista de Yucatán; en cuya demanda doblaron la Punta de Cotoche por lo mas oriental de aquella Provincia: y dando las proas al poniente, y el costado izquierdo a la tierra, la fueron costeando, hasta que arribaron al parage de Potonchan o Champoton, donde fue desbaratado Francisco Fernandez de Cordoba: cuya venganza, aun mas que su necesidad, los obligó a saltar en tierra; y dexando vencidos y amedrentados aquellos Indios, determinaron seguir su descubrimiento.

Navegaron de comun acuerdo la vuelta del poniente, sin apartarse de la tierra mas de lo que hubieron menester para no peligrar en ella, y fueron descubriendo en una costa muy dilatada, y al parecer deliciosa, diferentes poblaciones con edificios de piedra, que hicieron novedad, y que a vista del alborozo con que se iban observando, parecian grandes ciudades. Señalabanse con la mano las torres y capiteles que se fingian con el deseo, creciendo esta vez los objetos en la distancia: y porque alguno de los soldados dixo entonces que aquella tierra era semejante a la de España, agradó tanto a los oyentes esta comparacion, y quedó tan impresa en la memoria de todos, que no se halla otro principio de haber quedado aquellas regiones con el nombre de Nueva España: palabras dichas casualmente con fortuna de repetidas, sin que se halle la propiedad o la gracia de que se valieron para cautivar la memoria de los hombres.

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