Índice de Historia de la conquista de México. Población y progresos de la América Septentrional conocida con el nombre de Nueva España de Antonio de Solís | Anterior | Siguiente | Biblioteca Virtual Antorcha |
---|
LIBRO CUARTO.
CAPÍTULO QUINTO.
Refierense las nuevas prevenciones que hizo Diego Velazquez para destruir a Hernan Cortés: el exército y armada que envió contra él a cargo de Pámphilo de Narbáez: su arribo a las costas de Nueva España; y su primer intento de reducir a los Españoles de la Vera Cruz.
Dexamos a Diego Velazquez envuelto en sus desconfianzas, impaciente de que se hubiesen malogrado los esfuerzos que hizo para detener a Hernan Cortés, y desacreditando con nombre de traicion la fuga que ocasionaron sus violencias, para disponer su venganza con título de remedio. Recibió las cartas del Licenciado Benito Martin su Capellan, con nombramiento de Adelantado por el Rey no solo de aquella Isla, sinó de las tierras que se descubriesen y conquistasen por su inteligencia. Dabale noticia de la gratitud, o fuese agradecimiento, con que le defendía y patrocinaba el Presidente de las Indias Obispo de Burgos, desfavoreciendo por este respecto a los procuradores de Cortés; pero al mismo tiempo le avisaba de la benignidad con que los oyó el Emperador en Tordesillas, del ruido que habian hecho en España las riquezas que llevaron, y del concepto grande con que se hablaba ya en aquella conquista, dandola el primero lugar entre las antecedentes.
Entró con el nuevo dictado en mayores pensamientos. Dieronle osadia y presuncion los favores del Presidente; y como crecen con el poder las pasiones humanas, o es propiedad en ellas el mandar mas en los mas poderosos, miró su ofensa con otro género de irritacion mas empeñada, o con otra especie de superioridad, que le desfiguraba la envidia con el trage de la justificacion. Afligian y precipitaban su paciencia los aplausos de Cortés; y aunque no le pesaba de ver tan adelantada la conquista, porque las obligaciones de su sangre dexaban siempre su lugar al servicio del Rey, no podia sufrir que se lleváse otro las gracias que, a su parecer, se le debian: tan vanaglorioso en el aprecio de la parte que tuvo en la primera disposicion dé aquella jornada, que se atribuía, sin otro fundamento, el renombre de Conquistador: y tan dueño en su estimacion de toda la empresa, que le parecian suyas hasta las hazañas con que se habia conseguido.
Con estos motivos, y con esta destemplanza de aprehensiones, trató luego de formar armada y exército con que destruir a Hernan Cortés, y a quantos le seguian: compró baxeles, alistó soldados, y discurrió personalmente por toda la Isla, visitando las estancias de los Españoles, y animandolos a la faccion. Poniales delante la obligacion que tenian de asistir a su desagravio: partia con ellos anticipadamente las grandes riquezas de aquella conquista, usurpadas entonces, asi lo decia, por unos rebeldes mal aconsejados, que salieron de Cuba fugitivos, para no dexar en duda su falta de valor: con cuyas esperanzas, y algunos socorros, en que gastó mucha parte de su caudal, juntó en breves dias un exército, que alli se pudo llamar formidable por el número y calidad de la gente. Constaba de ochocientos infantes Españoles, ochenta caballos, y diez o doce piezas de artillería, con abundante provision de bastimentos, armas y municion. Nombró por Cabo principal a Pámphilo de Narbáez, natural de Valladolid, sugeto capaz, y en aquella Isla de la primera estimacion; aunque amigo de sus opiniones, y de alguna dureza en los dictámenes. Dióle título de Teniente suyo, nombrandose Gobernador, quando menos, de la Nueva España.
Dióle tambien instruccion secreta en que le ordenaba: Que procuráse prender a Cortés, y se le remitiese con buena guardia, para que recibiese de su mano el castigo que merecia: que hiciese lo mismo con la gente principal que le seguia, sinó se reduxesen a dexar su partido: y que tomáse posesion en su nombre de todo lo conquistado, adjudicandolo al distrito de su Adelantamiento: sin detenerse mucho a discurrir en los accidentes que se le podían ofrecer; porque a vista de tan ventajosas fuerzas le parecia facil de conseguir quanto le proponia su deseo: y la confianza, vicio familiar de ingenios apasionados, o mira desde lejos los peligros, o no conoce hasta que padece las dificultades.
Tuvieron aviso de este movimiento y prevenciones los Religiosos de San Gerónimo, que presidian a la Real Audiencia de Santo Domingo con suprema jurisdiccion sobre las otras Islas; y previniendo los inconvenientes que podían resultar de tan ruidosa competencia, enviaron al Licenciado Lucas Vazquez de Ayllon, juez de la misma Real Audiencia, para que procuráse poner en razon a Diego Velazquez ; y no bastando los medios suaves, le intimáse las órdenes que llevaba, mandandole con graves penas que desarmáse la gente, deshiciese la armada, y no perturbáse, o pusiese impedimento a la conquista en que estaba entendiendo Hernan Cortés, so color de pertenecerle, por qualquiera razon, o pretexto que fuese: y que dado que tuviese alguna querella contra su persona, o algun derecho sóbre la tierra que andaba pacificando, acudiese a los tribunales del Rey, donde tendría segura, por los términos regulares, su justicia.
Llegó este Ministro a la Isla de Cuba quando ya estaba prevenida la armada, que se componia de once navios de alto borde, y siete poco mas que bergantines, unos y otros de buena calidad: y Diego Velazquez andaba muy solícito en adelantar la embarcacion de la gente. Procuró reducirle, sirviendose amigablemente de quantas razones le ocurrieron para detenerle y confiarle. Dióle a conocer, Lo que aventuraba si se pusiese Cortés en resistencia, interesados ya en defender sus mismas utilidades los soldados que le seguian: el daño que podria resultar de que viesen aquellos Indios belicosos, y recien conquistados, una guerra civil entre los Españoles: que si por esta desunion se perdiese una conquista, de que ya se hacia tanta estimacion en España, peligraria su credito en un cargo de mala calidad, sin que le pudiesen defender los que mas le favorecian. Pusose de parte de su justicia para persuadirle a que la pidiese donde se miraria con diferente atencion, sinó la desacreditáse con aquella violencia. Y ultimamente, viendole incapaz de consejo, porque le parecia impracticable todo lo que no fuese destruir a Hernan Cortés, pasó a lo judicial, manifestó las órdenes, y se las hizo notificar por un escribano que llevaba prevenido, acompañandolas con diferentes requerimientos y protestas; pero nada bastó a detener su resolucion, porque sonaba tanto en su concepto el título de Adelantado, que dió muestras de no reconocer superior en su distrito: y se quedo en su obstinacion , hecha ya porfia la inobediencia. Disimuló el Oidor algunos desacatos, sin atreverse a contradecirle derechamente, por no hacer mayor su precipicio; y viendo que trataba de abreviar la embarcacion de la gente, fingió deseo de ver aquella tierra tan encarecida, y se ofreció a seguir el viage con apariencias de curiosidad: a que salió facilmente Diego Velazquez, porque llegáse mas tarde a la Isla de Santo Domingo la noticia de su atrevimiento; y él consiguió el embarcarse con gusto y estimacion de todos. Resolucion, que (bien fuese de su dictamen, o procediese de su instruccion) pareció bien discurrida, o conveniente para estorvar el rompimiento de aquellos Españoles. Persuadióse con bastante probabilidad a que sería mas facil de conseguir lejos de Diego Velazquez la obediencia de las órdenes, o tendria diferente autoridad su mediacion con Pámphilo de Narbáez; y aunque fue su asistencia de nuevo inconveniente, como lo verémos despues, no por eso dexaron de merecer alabanza su zelo y su discurso: que los sucesos, por el mismo caso que se apartan muchas veces de los medios proporcionados, no pueden quitar el nombre al acierto de las resoluciones. Embarcóse tambien Andres de Duero, aquel Secretario de Velazquez que favoreció tanto a Cortés en los principios de su fortuna. Dicen unos que se ofreció a esta jornada por desfrutar sus riquezas, acordando el beneficio; y otros, que fue su intencion mediar con Narbáez, y embarazar en quanto pudiese la ruina de su amigo: a cuyo sentir nos aplicarémos antes que al primero, por no estar bien con los historiadores que se precian de tener mal inclinadas las conjeturas.
Hicieronse a la vela, y favoreciendolos el viento, se hallaron en breves dias a vista de la tierra que buscaban. Surgió la armada en el puerto de Ulúa, y Pámphilo de Narbáez echó algunos soldados en tierra para que tomasen lengua, y reconociesen las poblaciones vecinas. Hallaron estos a poca diligencia dos o tres Españoles que andaban desmandados por aquel parage. Llevaronlos a la presencia de su Capitan; y ellos, o temerosos de alguna violencia, o inclinados a la novedad, le informaron de todo lo que pasaba en México y en la Vera Cruz, buscando su lisonja en el descredito de Cortés: sobre cuya noticia, fue lo primero que resolvió, tratar con Gonzalo de Sandoval que le rindiese aquella fortaleza de su cargo, manteniendola por él, o la desmanteláse, pasandose a su exército con la gente de la guarnicion. Encargó esta negociacion a un Clérigo que llevaba consigo, llamado Juan Ruiz de Guevara, hombre de condicion menos reprimida que pedia el sacerdocio. Fueron con él tres soldados que sirviesen de testigos, y un Escribano Real, por si fuese necesario llegar a términos de notificacion, Tenia Gonzalo de Sandoval sus centinelas a trechos para que observasen los movimientos de la armada, y se fuesen avisando unas a otras, por cuyo medio supo que venia mucho antes que llegasen: y con certidumbre de que no los seguia mayor número de gente, mandó abrir las puertas de la villa, y se retiró a esperarlos en su posada, Llegaron ellos, no sin alguna presuncion de que serian bien admitidos: y el Clérigo, despues de las primeras urbanidades, y haber puesto en manos de Sandoval su carta de creencia, le dió noticia de las fuerzas con que venia Pamphilo de Narvaez a tomar satisfaccion por Diego Velazquez de la ofensa que le hizo Hernan Cortés en apartarse de su obediencia, siendo suya enteramente la conquista de aquella tierra, por haberse intentado de su orden, y a su costa. Hizo su proposicion como punto sin dificultad en que sobraban los motivos; y esperó gracias de venirle a buscar con un partido ventajoso, donde se habian juntado la fuerza y la razon. Respondióle Gonzalo de Sandoval con alguna destemplanza (mal escondida en el sosiego exterior): Que Pámphilo de Narbáez era su amigo, y tan atento vasallo de su Rey, que solo desearia lo que fuese mas conveniente a su servicio: que la ocurrencia de las cosas, y el mismo estado en que se hallaba la conquista, pedian que se uniesen sus fuerzas con las de Cortés, y le ayudáse a perficionar lo que tenia tan adelantado, tratandose primero de la primera obligacion; pues no se hizo el tribunal de las armas para querellas de particulares. Pero que dado caso, que anteponiendo el interés, o la venganza de su amigo, se arrojáse a intentar alguna violencia contra Hernan Cortés, tuviese desde luego entendido que asi él, como todos los soldados de aquella plaza querrian antes morir a su lado, que concurrir a semejante desalumbramiento.
Sintió el Clérigo, como golpe improviso, esta repulsa; y mas acostumbrado a dexarse llevar, que a reprimir su natural, prorumpió en injurias y amenazas contra Hernan Cortés, llamandole traidor, y alargandose a decir que lo serian Gonzalo de Sandoval, y quantos le siguiesen. Procuraron unos y otros moderarle y contenerle, acordandole su dignidad, para que supiese a lo menos la razon porque le sufrian; pero él, levantando la voz, sin mudar el estilo, mandó al Escribano: Que hiciese notorias las órdenes que llevaba, para que supiesen todos que habian de obedecer a Narbáez, pena de la vida: y no pudo lograr esta diligencia, porque la embarazó Gonzalo de Sandoval diciendo al Escribano, que le hacia poner en una horca si se atreviese a notificarle órdenes que no fuesen del Rey. Crecieron tanto las voces y los desacatos, que los mandó l1evar presos, no sin alguna impaciencia. Pero considerando poco despues el daño que podrian hacer si volviesen irritados a la presencia de Narbáez, resolvió enviarlos a México, para que se aseguráse de ellos Hernan Cortés, o procuráse reducirlos; y lo executó sin dilacion, haciendo prevenir Indios de carga que los llevasen aprisionados sobre sus hombros en aquel género de andas que les servian de litéras. Fue con ellos por cabo de la guardia un Español de su confianza que se llamaba Pedro de Solís: encargóle que no se les hiciese molestia ni mal tratamiento en el camino: despachó correo, adelantando a Cortés esta noticia; y trató de prevenir su gente, y convocar los Indios amigos para la defensa de su plaza, disponiendo quanto le tocaba como advertido y cuidadoso Capitan.
No se puede negar que obró con algun arrojamiento mas que militar en la prision de aquel Sacerdote, dando a su irritacion sobrada licencia: si ya no la resolvió politicamente, considerando que no estaria bien cerca de Narbáez un hombre de aquella violencia y precipitacion, para que se consiguiese la paz que tanto convenia. Puedese creer que se dieron la mano en su resolucion el propio sentimiento, y la conveniencia principal: y si obró con esta mira, como lo persuade la misma reportacion con que le habia sufrido y respetado, no se debe culpar todo el hecho por éste o aquel motivo menos moderado: que algunas veces acierta el enojo lo que no acertára la modestia, y sirve la ira de dar calor a la prudencia.
Índice de Historia de la conquista de México. Población y progresos de la América Septentrional conocida con el nombre de Nueva España de Antonio de Solís | Anterior | Siguiente | Biblioteca Virtual Antorcha |
---|