Índice de Historia de la conquista de México. Población y progresos de la América Septentrional conocida con el nombre de Nueva España de Antonio de SolísAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

LIBRO PRIMERO.


CAPÍTULO SÉPTIMO.

Prosigue Juan de Grijalva su navegacion,y entra en el rio de Banderas, donde se halló la primera noticia del Rey de México Motezuma.


Prosiguieron su viage Grijalva y sus compañeros por la misma derrota, descubriendo nuevas tierras y poblaciones sin suceso memorable; hasta que llegaron a un rio que llamaron de Banderas, porque en su margen, y por la costa vecina a él, andaban muchos Indios con banderás blancas pendientes de sus hastas: y en el modo de tremolarlas acompañado con las señas, voces y movimientos que se distinguian, daban a entender que estaban de paz, y que llamaban, al parecer, mas que despedian a los pasageros. Ordenó Grijalva que el Capitan Francisco de Montejo se adelantáse con alguna gente repartida en dos batéles, para reconocer la entrada, y examinar el intento de aquellos Indios: el qual hallando buen surgidero, y poco que rezelar en el modo de la gente, avisó a los demás que podian acercarse. Desembarcaron todos, y fueron recibidos con grande admiracion y agasajo de los Indios; entre cuyo numeroso concurso se adelantaron tres, que en el adorno parecian los principales de la tierra: y deteniendose lo que hubieron menester para observar en el respeto de los otros qual era el superior, se fueron derechos a Grijalva haciendole grandes reverencias; y él los recibió con igual demostracion. No entendian aquella lengua nuestros intérpretes; y asi se reduxeron los cumplimientos a señas de urbanidad, ayudadas con algunas palabras de mas sonido que significacion.

Ofrecióse luego a la vista un banquete que tenian prevenido de mucha diferencia de manjares puestos o arrojados sobre algunas esteras de palma que ocupaban las sombras de los árboles: rústica y desaliñada opulencia, pero nada ingrata al apetito de los soldados. Despues de cuyo refresco mandaron los tres Indios a su gente que manifestáse algunas piezas de oro que tenian reservadas: y en el modo de mostrarlas y de tenerlas se conoció que no trataban de presentarlas, sinó de comprar con ellas la mercadería de nuestras naves, cuya fama había llegado ya a su noticia. Pusieronse luego en feria aquellas sartas de vidrio, peynes, cuchillos y otros instrumentos de hierro y de alquimia, que en aquella tierra podian llamarse joyas de mucho precio, pues el engaño con que se codiciaban era ya verdad en lo que valian. Fueronse trocando estas bugerías a diferentes alhajas y preséas de oro, no de muchos quilates, pero en tanta abundancia, que en seis dias que se detuvieron aqui los Españoles, importaron los rescates mas de quince mil pesos.

No sabemos con que propiedad se dió el nombre de rescates a este genero de permutaciones, ni porqué se llamó rescatado el oro que en la verdad pasaba a mayor cautiverio, y estaba con mas libertad donde le estimaban menos; pero usaré mas de este mismo término por hallarle introducido en nuestras Historias, y primero en las de la India oriental: puesto que en los modos de hablar, con que se explican las cosas, no se debe buscar tanto la razon como el uso, que segun el sentir de Horacio, es árbitro legítimo de los aciertos de la lengua, y pone, o quita, como quiere, aquella congruencia que halla el oído entre las voces y lo que significan.

Viendo pues Juan de Grijalva que habian cesado ya los rescates, y que las naves estaban con algun peligro descubiertas a la travesia de los nortes, se despidió de aquella gente, dexandola gustosa y agradecida: y trató de volver a su descubrimiento, llevando entendido, a fuerza de preguntas y de señas, que aquellos tres Indios principales eran subditos de un Monarca que llamaban Motezuma: que las tierras en que dominaba eran muchas y muy abundantes de oro y de otras riquezas: y que habian venido de orden suya a examinar pacificamente el intento de nuestra gente, cuya vecindad le tenia al parecer cuidadoso. A otras noticias se alargan los escritores; pero no parece posible que se adquiriesen entonces; ni fue poco percibir esto donde se hablaba con las manos, y se entendia con los ojos, que usurpaban necesariamente el oficio de la lengua y de los oídos.

Prosiguieron su navegacion sin perder la tierra de vista: y dexando atras dos o tres Islas de poco nombre, hicieron pie en una que llamaron de Sacrificios; porque entrando a reconocer unos edificios de cal y canto que sobresalian a los demás, hallaron en ellos diferentes Idolos de horrible figura, y mas horrible culto: pues cerca de las gradas donde estaban colocados habia seis o siete cadáveres de hombres recien sacrificados, hechos pedazos, y abiertas las entrañas: miserable espectáculo que dexó a nuestra gente suspensa y atemorizada, vacilando entre contrarios afectos, pues se compadecia el corazon de lo que se irritaba el entendimiento.

Detuvieronse poco en esta Isla, porque los habitadores de ella andaban amedrentados, con que no rendian considerable fruto los rescates: y asi pasaron a otra que estaba poco apartada de la Tierra Firme, y en tal disposicion, que entre ella y la costa se halló parage capaz y abrigado para la seguridad de las naves. Llamaronla Isla de San Juan, por haber llegado a ella dia del Bautista, y por tener su nombre el General, en que andaria la devocion mezclada con la lisonja: y un Indio, que señalando con la mano acia la Tierra Firme, y dando a entender que la nombraba, repetia mal pronunciada la voz Culúa, Culúa, dió la ocasion del sobrenombre con que la diferenciaron de San Juan de Puerto Rico, llamandola San Juan de Ulúa: Isla pequeña de mas arena que terreno, cuya campaña tenia sobre las aguas tan moderada superioridad que algunas veces se dexaba dominar de las inundaciones del mar; pero de estos humildes principios pasó despues a ser el puerto mas freqüentado y mas insigne de la Nueva España en todo lo que mira a la mar del norte.

Aqui se detuvieron algunos dias, porque los Indios de la tierra cercana acudian con algunas piezas de oro, creyendo que engañaban con trocarle a cuentas de vidrio. Y viendo Juan de Grijalva que su instruccion era limitada para que solo descubriese y rescatáse, sin hacer poblacion, cuyo intento se le prohibia expresamente, trató de dar cuenta a Diego Velazquez de las grandes tierras que habia descubierto, para que en caso de resolver que se pobláse en ellas, le enviáse la orden, y le socorriese con alguna gente, y otros pertrechos de que necesitaba. Despachó con esta noticia al Capitan Pedro de Alvarado en uno de los quatro navios, entregandole todo el oro y las demás alhajas que hasta entonces se habian adquirido, para que con la muestra de aquellas riquezas fuese mejor recibida su embajada, y se facilitáse la proposicion de poblar, a que estuvo siempre inclinado, por mas que lo niegue Francisco Lopez de Gómara, que le culpa en esto de pusilánime.

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