Índice de Historia de la conquista de México. Población y progresos de la América Septentrional conocida con el nombre de Nueva España de Antonio de SolísAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

APROBACION DEL REVERENDISIMO PADRE DIEGO-JACINTO DE TOBAR, PROVINCIAL DE LA COMPAÑIA DE JESUS, POR LA PROVINCIA DE TOLEDO.

Por comision del Señor Doctor Don Antonio Pasqual, Vicario de esta Villa de Madrid y su Partido, he visto esta Historia de la Conquista, Poblacion y Progresos de la América Septentrional conocida por el nombre de Nueva España. Por tres alturas puede medirse la grandeza de este asunto: por la del Héroe, que es el sugeto celebrado; por la de la Nacion, que le celebra, y por la de la pluma que le escribe. Y habiendo de decir parte de mi sentir esa echado a la ley de lo que se me manda, digo ingenuamente que Don Antonio cumplió felizmente con Fernando Cortés, con España y consigo. Qualquiera que probáse la pluma a referir las conquistas de este prodigioso Héroe, presumiera con razon de haber cumplido con no dexarle quejoso, y pareciera temeridad querer dexarle contento. Es peligro comun de los que escriben Historia poner cara de fabulas a las verdades, o aliñar a mentiras las lisonjas. No sé qual es mayor ofensa del Héroe. Uno y otro es desgracia de sus hazañas. Presentó Aristóbulo al Grande Alexandro un libro demasiadamente compuesto de sus elogios; y siendo de casi inmensa capacidad, no le pudo sufrir su ambicion. Indignado, pues, le arrojó luego en un rio, diciendo: Quisiera volver despues de muerto a la vída, por ver si decías de mi todo esto que escribes.

El mismo era ya señor de todo el mundo, y no acabó de serlo de sus deseos; pues siendo sus conquistas tarea desvelada de mas de treinta Escritores Griegos y Latinos, al ver el sepulcro de Aquiles echó menos a Homero para la celebridad de su fama, pareciendole que sin esta pluma, que le conserváse grande despues de muerto, ni moria contento ni afortunado.

No pudo la pluma de Don Antonio hacer que no parezcan fabulas las verdades que escribe; porque obró mas Cortés en la verdad, que lo que de otros finge el artificio de la lisonja. Pero escribelas de tal suerte, que si Cortés volviera á esta vida, no quedára ofendido ni descontento, ni tuviera la queja de Alexandro en lo afortunado.

Cumplió con España, exónerandola de la obligacion a Cortés, debaxo de cuyo peso gemia deudora. No concedió Roma la gloria del triunfo, sino es a aquellos hijos que añadian coronas a su Imperio; y hallandose alcanzada de premios para quien asi la obligaba con sus servicios, inventó las estatuas, los trofeos y los arcos. Reduciase todo el agradecimiento de la República a una corona de oro, que desde el arco ofrecia al Capitan la mano de la victoria, y a una pluma escogida por la mas discreta, que en animosas cláusulas pasáse del papel a grabar en el mármol con el buril una inscripcion que diese a la eternidad sus renombres, sus meritos, y sus conquistas. ¿Quién como Cortés en el mundo añadió con las suyas tantos rayos a la corona? Nacion ninguna se vió en igual empeño. Ni pudo España redimir de otra suerte la obligacion del suyo, que volviendole las coronas que le debe por las manos de sus mismas victorias, fiando su universal reconocimiento a esta pluma de oro, que abriese otras tantas laminas a su eternidad, como hojas enquaderna el volumen de su Historia. Pudiera decir de ella su Historiador, a no apagarle estos ardimientos su christiana modestia, lo que blasonó de su obra el mejor Cortesano de la casa de Augusto, Exegi monumentum are perennius. Cumplió consigo, llenando con el acierto toda la expectacion. Mucho tardaron los siglos en dar un Cortés al mundo. Tardaba ya su Historia en las ansias de los que la deseaban; pero es preciso advertir que son de igual calidad en lo precioso para lo raro los partos dd ingenio que los monstruos del valor. Unos y otros compensan su tardanza con su grandeza: es fuerza que conciba de espacio todas las noticias quien ha de hablar con todos sus aciertos. Nada grande quiso hacer presto la naturaleza, que en la dificultad de sus obras puso la aprobacion del primor, siendo ley precisa de sus mayores partos la tardanza de sus conceptos: Vires faciamus ante omnia, quae sufficiant labori certaminum, usu non exhariantur. Nihil enim rerum ipsa natura voluit magnum effici citò, praeposuitque pulcherrimo cuique operi difficultatem: que nascendi quoque hanc fecerit legem, ut majora animalia diutiùs visceribus parentum continerentur. Esta misma ley pone a los ingenios nuestro Fabio Español, para encontrar en sus partos con la grandeza. La de esta obra es tal, que aunque se perdieran todos los preceptos, se pudieran sacar de ella las observaciones, que de los errores de muchos, y de los aciertos de pocos, recogió en muchos siglos el arte. Hablan por esta boca todas las buenas letras, como por la de Xenofonte todas las Musas. Así lo refiere de este Historiador el Príncipe de la eloqüencia: Xenophontis voce Musas quasi locutas ferunt. La facilidad misma de decir purgada de sus sospechas a un alto examen del juicio, da mas precio a esta obra en la dificultad que muestra de su trabajo. Esto le mereció a Salustio el elogio del suyo: Seá redeamus ad judicium, retraretemus suspetaam facilitatem. Sic scripsise Sallustium accepimus: sanè manifestus est etiam ex opere ipso labor. Esto le mereció aquella aclamacion del primero entre los Historiadores de Roma.

Crispus Romana primus in Historia.

No se halla aquí borron que pida la esponja, ni primor que eche menos la lima. Es esta Historia un teatro de virtudes christianas y políticas, escuela de Consejeros, idea de Capitanes, gavinete de Príncipes, donde todo lo que enseña, siendo lo mas recóndito, divierte; y todo lo que divierte, siendo lo mas gustoso, aprovecha. Y es para España un credito inmortal del corte de sus espadas y de sus plumas. Asi lo siento.

En este Colegio Imperial de Madrid a 24 de Mayo dé 1683.

Diego Jacinto de Tebar

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