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TITO
Primera parte
I
Tito, que llevaba el mismo nombre que su padre, fue llamado el amor y delicia del género humano, gracias a sus cualidades, o su fortuna, que le granjearon el afecto universal. Lo más asombroso es que este príncipe, adorado en el trono, fue, antes de subir a él, y durante el reinado de su padre, objeto de la censura pública y hasta del odio. Nació el tercer día antes de las calendas de enero del año que fue célebre por la muerte de Calígula, en una cámara tan estrecha como obscura, que se enseña aún tal como era y que formaba parte de una casa de aspecto bastante triste, cerca del Septizonio (1).
II
Criado en la Corte con Británico, recibió la misma educación que él, bajo la dirección de los mismos maestros. Un fisonomista que Narciso, liberto de Claudio, había hecho venir para que le revelase los destinos de Británico, aseguró imperturbablemente que no subiría jamás al trono; pero que Tito, que estaba presente, llegaría con seguridad a él. Tanta intimidad tenían, que se cree probó Tito el veneno de que murió Británico, porque estaba en aquel momento sentado a su lado en la mesa, y padeció larga y peligrosa enfermedad. En memoria de aquella íntima amistad le erigió más adelante una estatua de oro en el palacio, y le consagró otra ecuestre de marfil, que se leva todavía hoy en las solemnidades del circo.
III
Las mejores cualidades de cuerpo y espíritu lo adornaron desde la infancia, y se desarrollaron más y más con la edad: una belleza incomparable, que mostraba tanta gracia como dignidad; un notable vigor pese a que no era muy alto y tenía el vientre algo abultado; una memoria admirable; singular aptitud para todos los trabajos de la guerra y de la paz; rara destreza en el manejo de las armas y del caballo; facilidad prodigiosa, que llegaba hasta la improvisación, para componer en griego y en latín discursos y poemas, y bastantes conocimientos músicos para cantar con gusto y acompañarse con habilidad. Sé por muchas personas que se había acostumbrado a escribir con rapidez, hasta el punto de competir algunas veces en velocidad con los secretarios más diestros. Sabía además imitar todas las escrituras, por cuya razón decía que podría haber sido un excelente falsificador.
IV
Sirvió como tribuno militar en Germania y Bretaña, donde se hizo célebre tanto por su moderación como por sus talentos militares, atestiguando suficientemente sus hazañas el inmenso número de estatuas grandes y pequeñas que le erigieron estas provincias y las inscripciones que ostentan. Después de sus campañas se dedicó al Foro, en el que brilló más por su éxito que por su asiduidad. Casó con Arrecina Tertula, hija de un caballero romano que había sido prefecto de las cohortes pretorianas; y muerta ésta, se unió a Marcia Furnila, que pertenecía a ilustre familia, de la que se divorció después de tener una hija. Colocado después de su pretura a la cabeza de una legión, se apoderó de Tariquea y de Gamala, dos plazas de las más fuertes de la Judea; en una batalla le mataron el caballo, y en el acto montó el de un soldado que acababa de caer muerto combatiendo a su lado.
V
Cuando subió al Imperio Galba, enviado Tito para felicitarle, por todas partes recogió a su paso grandes muestras de afecto, creyéndose que el emperador lo llamaba a Roma para adoptarle. Mas enterado de que de nuevo se complicaban los asuntos, retrocedió y consultó acerca del éxito de su navegación al oráculo de Venus de Pafos, cuya respuesta fue tranquilizadora y le hizo esperar el Imperio; el oráculo se realizó muy pronto, puesto que lo dejaron en la Judea para que acabara de someterla. En el asedio de Jerusalén mató de doce flechazos a doce defensores de la ciudad, de la que se apoderó el día aniversario del nacimiento de su hija, siendo grande el regocijo de los soldados, y tan favorables para él sus disposiciones, que en los vítores le llamaron a una voz emperador. Más adelante, cuando tuvo que dejar aquella provincia, emplearon para retenerle súplicas y hasta amenazas, conjurándole a permanecer con ellos o a que les llevase a todos con él. Estas demostraciones hicieron sospechar que quería abandonar la causa de su padre y coronarse rey de Oriente. sospechas que robusteció él mismo, presentándose con una diadema en la cabeza durante la consagración del buey Apis. en Menfis, por donde pasaba yendo a Alejandría. Verdad es que aquel uso pertenecía a los ritos de la antigua religión; pero no dejaron de interpretar de otro modo su conducta. Apresuróse, pues, a regresar a Italia, abordó a Reggio y a Puzol en una nave mercante, y en seguida marchó a Roma, adelantándose a su comitiva; y viendo a su padre tan sorprendido de su llegada, exclamó, como para demostrar la falsedad de los rumores que habían corrido acerca de él: Heme aquí, padre, heme aquí.
Notas
(1) No debe confundirse este monumento con el que hizo construir Septimo Severo. No se sabe a punto fijo cuáles eran sus formas y destino.
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