Indice de Las tinajas de Ulúa de Teodoro Hernández Juan Sarabia y su odisea Manuel M. Dieguez y Esteban B. Calderón: promotores y directores de la huelga de Cananea y después generales de la revoluciónBiblioteca Virtual Antorcha

Teodoro Hernández

LAS TINAJAS DE ULÚA

Mujeres que fomentaron la revolución


Abrimos un paréntesis en estas narraciones históricas de precursores de la Revolución confinados en el presidio de Ulúa, para dedicar un capítulo a las mujeres que en esa época propagaron las ideas revolucionarias.

Pocas fueron en verdad esas mujeres, lo cual no debe extrañar, ya que también pocos fueron los hombres que se atrevieron a desafiar las iras de los caciques de la Dictadura. A este respecto uno de los precursores expresó alguna vez: Antes de la Revolución éramos muy pocos los revolucionarios, como por generación espontánea.

Una de esas mujeres abnegadas fue la extinta señora Guadalupe Rojo viuda de Alvarado, editora del periódico de oposición Juan Panadero, fundado por su esposo Casimiro Alvarado en Guadalajara durante la administración del gobernador porfirista Luis C. Curiel; habiendo llovido las persecuciones contra el periOdista Alvarado. se vio obligado a trasladarse a esta capital para seguir publicando su temanario que se había hecho muy popular, sufriendo aquí también persecuciones.

Alvarado falleció en octubre de 1899, y su viuda continuó tesoneramente publicando Juan Panadero, viéndose la señora Rojo sujeta a duras pruebas que estoicamente resistió al ser recluida varias ocasiones en la cárcel de Belén. Por el año de 1904 la editora de Juan Panadero fue víctima de un atentado que causó gran sensación en todo el país; pues los principales diarios y todos los periódicos de oposición se ocuparon de él extensamente.

Asesorado por un tinterillo de apellido Guati Rojo, no favorito del Gobierno de Morelos, denuncip una correspondencia de Yautepec que se publicó en el periódico, y en la cual se le censuraban sus actos justificadamente. El gobernador de Morelos, coronel Manuel Alarcón, hizo gestiones para que los jueces de esta capital Agustin Hurtado de Mendoza y Manuel Verdugo Escudero, atendieran el exhorto del juez de Yautepec, para que la señora Viuda de Alvarado y el periodista Leonardo R. Pardo quien fungía como director del periódico, fueran aprehendidos y remitidos a aquella ciudad del Estado de Morelos. El gobernador Alarcón creía tener suficiente ascendiente sobre los jueces mencionados, porque ambos habían sido también jueces en Morelos y los había tratado bastante. Pero el gobernador Alarcón se equivocó, pues rotundamente se negaron a cometer el atentado, toda vez que el juez de Yautepec no podía tener jurisdicción en el Distrito Federal. Sin embargo, no faltó otro juez que por servilismo se prestara a llevar a cabo el procedimiento arbitrario; este juez fue el iiccnciado Alberto Lombardo.

Los licenciados Jesús Flores Magón y Nestor González interpusieron e! recurso de amparo que no impidió que la señora Rojo viuda de Alvarado fuera aprehendida y transladada a Yautepec, porque el juez Lombardo se apresuró a cumplir la consigna. Pardo pudo evadir la aprehensión porque tuvo tiempo de ocultarse.

Como decimos al principio, casi toda la prensa del país clamó justicia en favor de la editora de Juan Panadero, y al ser suspendido el acto reclamado con efectos restitutorios, al cabo de un mes se le regresó a esta capital, afirmándose que en la cárcel de Yautepec se trató de envenenarla.

El gobernador de Morelos Alarcón perseguía con gran saña a la señora Rojo, porque Juan Panadero señalaba los abusos de los poderosos latifundistas del Estado morelense, dueños de vidas y haciendas, que hacían trabajar a los labriegos de sol a sol por un misérrimo jornal, convertidos en verdaderos esclavos. Esta situación era auspiciada por los detentadores del poder en confabulación con los intereses creados del feudalismo rural.

La señora Guadalupe Rojo Vda. de Alvarado falleció en esta capital el 15 de agosto de 1922.

Ótras mujeres vaiientes durante el régimen porfirista y el de la usurpación de Huerta, fueron las señoritas Elisa Acuña Rosete, Sara Estela Ramírez, Dolores Jiménez y Muro, Susana Harrio y Aurora Martínez, hija esta última del periodista Paulino Martínez.

Elisa Acuña y Estela Ramírez estuvieron en el destierro al lado de los Flores Magón en la lucha tenaz emprendida para minar los cimientos de la Dictadura.

Dolores Jiménez y Muro escribió en el Diario del Hogar de don Filomeno Mata. Fue de las organizadoras de una manifestación antirreeleccionista que el esbirro Ramón Castro apodado Patotas, jefe de la policía montada al frente de un grupo de esbirros, disolvió a caballazos, siendo aprehendidos los principales organizadores, entre ellos varias mujeres con la señorita Jiménez y Muro recluyéndoseles en la cárcel de Belén.

Cuando la usurpación de Huerta y estando el periodista Paulino Martínez exilado en la Habana, las señoritas Jiménez y Muro y Aurora Martínez se pusieron al frente del periódico La Voz de Juárez que fue clausurado y ambas señoritas confinadas en la Penitenciaría.

Las señoritas Jiménez y Muro y Susana Barrios estuvieron en la prisión militar de Veracruz, y a punto de ser llevadas al Castillo de Ulúa.

Una revista que recientemente publicó datos sobre la vida revolucionaria del periodista Paulino Martínez y el crimen político que se cometió en su persona, dice:

En esta forma trágica y oscura terminó la existencia lamentable de este esforzado paladín de la libertad que aun ahora ha servido para maqUinaciones sombrías de gentes audaces que han pretendido explotar su nombre para medrar, si bien la verdad, a la postre se abrió paso.

El articulista se ha querido referir, sin duda, al hecho de que un agente de Huerta de nombre Francisco Viveros González, en complicidad con su consorte, Clorinda Martínez y explotando la memoria del periodista Martínez, fraguaron documentos falsos para que Viveros fuera reconocido como veterano de la Revolución, sitio que usurpó y del que fue expulsado por la Secretaría de la Defensa Nacional, al ser desenmascarado en la prensa por quien esto escribe. Este Viveros se nos antoja de parecido mecanismo psicológico al del general Martínez que aparece en Acomodaticio. Novela de un Político de Convicciones, general que en función usurpadora hace alarde de ser precursor de la Revolución, como otros tipos de la misma novela, en la misma forma, aseguran haber estado en la prisión de Ulúa, y de haber sido magonistas.

Mujer de temple fue la señora Silvina Rembao de Trejo. de Chihuahua, que aparece en la lista de los conspiradores magonistas de 1906.

Falleció esta singular revolucionaria en diciembre de 1940, en la propia ciudad de Chihuahua, a muy avanzada edad, cerca de un siglo. Los revolucionarios de Chihuahua la llamaban Matrona de la Revolución, Prestó servicios a la causa revolucionaria desinteresadamente, sacrificando todo su dinero hecho a base de una vida de trabajo honrado.

Demostró un valor civil que pocos hombres se atrevían a exponer en aquellos tiempos de persecuciones porfiristas, escribiendo fulminantes artículos contra el régimen Terrazas-rCreel, granjeándole esto muchas simpatías populares; pero también muchos disgustos.
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