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Primera parte
CAPÍTULO XVIII
CONFIRMACIÓN DE LO ANTERIOR. LA RENUNCIA DEL GENERAL DÍAZ, LO IMBIBITO, Y DON JUAN SÁNCHEZ AZCONA.
Que de él (Limantour) hablo muy poco, pues no quiero que se trasluzcan mis simpatías por él, porque después ya no podría trabajar por él con la misma facilidad. Que aunque no soy incondicional de nadie, sino de la democracia, siento por e´l grandísimas simpatías y con gusto trabajaré, cuando sea oportuno, para que él llegue a la Vicepresidencia; que ya sabe que toda nuestra familia es amiga de él ... (1).
En el año de 1911, el señor licenciado don Toribio Esquivel Obregón publicó un interesante folleto (2) del cual voy a transcribir algunos párrafos importantes que confirman lo que he relatado en capítulos anteriores.
En la carta que hace las veces de prólogo a dicho folleto, dice el señor don Oscar J. Braniff al licenciado Esquivel Obregón:
... y desde luego señalo al doctor Vazquez Gómez como responsable en gran parte de lo que ocurrió, cuando influenciado principalmente por él, el señor Madero desconoció los arreglos anteriores convenidos, conducentes a una digna y mutuamente ventajosa transacción de trascendentales beneficios para el país, y optó por forzar las cosas hasta quedarse la revolución única dueña del campo, sola ..., irresponsable e intolerante de toda imposición o crítica.
Hecha esta cita, y aceptada, por mi parte, tamaña responsabilidad, pues siempre fue mía y así lo prueban los documentos ya transcritos y los artículos del señor Amieva; veamos qué dice el licenciado Esquivel Obregón en el folleto cuyos conceptos y apreciaciones hizo suyos el señor Braniff, por estar apegados a la verdad, admitiendo, al mismo tiempo, la autenticidad de los documentos que en él figuran.
La primera entrevista que dichos señores tuvieron con el señor Madero, el día 20 de abril de 1911, fue pública, pues los conferencistas estuvieron rodeados por 100 jefes revolucionarios. En ella dijeron al señor Madero que:
Consideraban el momento como excepcionalmente oportuno para satisfacer el doble objeto de conservar el orden y la paz en la República, a la vez que para afianzar en la forma más eficaz la realización de los principios de la revolución y que, para ver si era pooible un arreglo entre ésta y el gobierno, convenía concertar un armisticio que permitiera celebrar negociaciones de paz.
A todo lo anterior, el señor Madero contestó:
... que no consideraba posible implantar ninguno de los principios revolucionarios mientras estuviera al frente del gobierno el general Díaz, que siempre había engañado al pueblo, y que un armisticio no tenía objeto si no tenían probabilidades de arreglo, mediante la aceptación de condiciones fundamentales; que por lo mismo no estaba dispuesto a tal armisticio si no en el caso de que el general Díaz aceptara la base de su separación del poder en plazo prudente.
Los señores Braniff y Esquivel Obregón, no obstante la seguridad que tenían de que tal base no sería aceptada de plano por el general Díaz, pidieron a Madero les diese el tiempo necesario para comunicarla a México y esperar la contestación, a lo que Madero accedió, prometiéndoles, además, suspender el ataque a Ciudad Juárez, por veinticuatro horas.
Los emisarios transmitieron, al efecto, el siguiente telegrama:
El Paso, Tex.
20 de abril de 1911.
José Ives Limantour.
México.
Venimos de ver a Madero. Afírmase condiciones para armisticio entrega Ciudad Juárez, renuncia del señor Presidente, presidente interino De la Barra. Madero manifiesta que con otras condiciones no será obedecido por revolución. Suspendido ataque Juárez hasta mañana. ¿Qué hacemos?
Braniff-Esquivel Obregón.
El 21 de abril recibieron los emisarios este mensaje que bien puede ser la contestación al anterior; y digo puede ser, porque ellos no lo manifiestan:
México, D. F.,
a 21 de abril de 1911.
Braniff-Esquivel Obregón.
El Paso, Tex.
Urgente.
Después de espontáneos y patrióticos esfuerzos de ustedes, tan mal comprendidos por revolucionarios, nada veo que pueda. hacerse por ahora.
Limantour.
Los emisarios estuvieron con el señor Madero el día 20 de abril; el día 19 del mismo mes, el señor Madero se enteró de mi telegrama de 10 de abril, el cual llevó Silvestre Terrazas; y que fue así, lo prueba el telegrama que González Garza me envió el día 20 de abril, y que es contestación al mío del 10. Dice así:
Madero dice sólo puede celebrarse armisticio si Díaz conviene preliminares paz bajo condiciones indica, siendo la principal retiro Díaz ...
La frase bajo condiciones indica, se refiere a las que constan en mi telegrama que llevó Silvestre Terrazas. Dicho telegrama dice así:
... Semi oficialmente gobierno desea saber por mi conducto cómo hacer paz. Déme instrucciones. Mis ideas son: tratos formales; no Corral, Limantour ni Díaz. Este iráse después de arreglos, dejando poder Barra con mayoría gabinete, gobernadores provisionales nuestros. Insurgentes como rurales mientras elígense diputados, gobernadores, presidente ...
De lo anterior se puede inferir, dado el curso de los acontecimientos, que el señor Madero, al exigir tan categóricamente y en su primera plática con los emisarios la renuncia del general Díaz, lo hizo por estar aún bajo la influencia de mi telegrama y por estar presentes los jefes revolucionarios.
El día 22 de abril, dice el señor Esquivel Obregón:
Sabiendo que Madero había desistido de la condición de que el general Diaz renunciara a la Presidencia de la República.
Se trasladaron al campamento del jefe de la revolución y enviaron al señor Limantour un mensaje que dice:
Madero padre asegura disposición de su hijo más favorable ya, y que se hará la paz; vamos al campo revolucionario a continuar trabajos; pero es indispensable ordenar Rábago suspenda marcha; de otro modo necesitarán atacar luego y no se evitará derramamiento de sangre y complicaciones. Necesitamos urgentemente bases armisticio incluyendo comodidades para acuartelamiento revolucionarios.
En la conferencia del día 22 (sigue diciendo el señor Esquivel Obregón) encontramos al señor Madero sumamente dócil y haciendo contraste bien marcado con la actitud recalcitrante de la antevíspera .... Es indudable que las pocas palabras que entonces cambiamos no fueron las que determinaron su nueva actitud, porque en realidad nada nuevo le dijimos: la impresión que nos produjo fue de que ya estaba convencido. ¿Por qué razón? ¿Por quién? ¿Fue nuestra carta de la víspera? ¿Fueron las súplicas de su padre o algún argumento especial que él usó? ¿Fue, según dicen algunos, la opinión de un táctico respetable que le demostró que con los elementos que entonces tenía no podía tomar Ciudad Juárez y se exponía si la atacaba a un tremendo desastre del que ya no se levantaría? Nosotros renunciamos a averiguarlo; sólo sabemos que Madero en aquella ocasión se prestó a aceptar sustancialmente el plan que nosotros habíamos propuesto a Vázquez Gómez; que se formularon las proposiciones de paz no sólo en su presencia, sino con su cooperación y aquiescencia, y que las trasmitimos a México en un telegrama concebido en los siguientes términos:
El Paso, Tex.,
22 de abril de 1911.
"Señor licenciado José Ives Limantour.
México.
Las siguientes son las bases arreglo escritas en presencia Madero y con su conformidad:
PRIMERA. Renuncia Corral a la Vicepresidencia.
SEGUNDA. Nombramiento de cuatro ministros de acuerdo con la revolución.
TERCERA. Libertad de reos políticos, sobreseyendo en todas las causas.
CUARTA. Reforma de la Ley Electoral para hacer efectivo el voto.
QUINTA. Que no se cambie ministro de Relaciones sino de acuerdo con el partido revolucionario.
SEXTA. Nombramiento por revolución de catorce gobernadores interinos que convoquen a elecciones.
SEPTlMA. Al ser electos los nuevos gobernadores, renuncian los diputados y senadores de sus respectivos Estados, y que se convoque a nuevas elecciones.
OCTAVA. Evacuación por las fuerzas federales de los Estados de Sonora, Chihuahua, Coahuila, compremetiéndose revolución tener fuerzas suficientes conservar el orden y dar garantías, siendo pagados por la federación.
NOVENA. Suscripción nacional para indemnizar a las víctimas de la revolución.
DECIMA. Pago de sus haberes a las fuerzas revolucionarias y reconocimiento de algunos grados militares.
DECIMAPRIMERA. Al llegar a un arreglo definitivo el general Díaz y el señor Francisco I. Madero publicarán cada uno un manifiesto a la nación, en términos mutuamente honrosos, haciendo conocer las bases del arreglo celebrado.
Los demás detalles se arreglarán de acuerdo con estas bases.
Lo anterior merece un comentario. En primer lugar, es de pensarse que quien informó a los emisarios que el jefe de la revolución había desistido ya de exigir la renuncia del general Díaz, fue el señor Madero, padre; y es de pensarse igualmente que éste fue quien convenció al jefe de la revolución de que dicha renuncia no debía exigirse; así lo hace pensar el telegrama que los emisarios mandaron al señor Limantour, y que dice:
Madero padre asegura disposición su hijo más favorable ya, y que se hará la paz ...
Y así lo prueban los acontecimientos que ya relaté en capítulos anteriores y la relación de los cuales volverá a hacernos el señor Esquivel Obregón. En segundo lugar, es de notarse que el señor Madero había ya desistido de pedir la renuncia del general Díaz, aun exponiéndose a que la revolución no lo obedeciera. Y que ello era así, lo demuestra el hecho de que en las bases no se menciona para nada dicha renuncia y tampoco se hace alusión a la persona que debía sustituirlo en la Presidencia.
¿Por qué este cambio tan notable, en el brevísimo espacio de dos días? Seguramente el señor Madero, padre, fue quien, usando de un argumento especial lo convenció de la necesidad (?) de tamaño desacierto, y ese argumento especial no pudo haber sido otro que el limantourismo desenfrenado de toda la familia Madero. Bastó al señor Madero, padre, tocar la tendencia limantourista del jefe de la revolución, para que dicha tendencia se manifestara en todo su esplendor. Esto explica la razón de ser del pacto Madero-Limantour, y todo hace pensar que esa fue la ocasión en que los señores Madero y Limantour vieron, y decidieron aprovechar, la oportunidad para que este último ocupara la Vicepresidencia al renunciar Corral, para que al fin llegara a la Presidencia, al ser eliminado, más tarde, el señor general Díaz. Esta €s la única éxplicación posible de la traición al movimiento revolucionario que estuvo a punto de consumar el jefe de la revolución, y la cual impidió el doctor Vázquez Gómez. Dicho sea de paso, esto fue lo que decidió a los señores Madero, y principalmente a don Gustavo, a eliminar al doctor Vázquez Gómez como candidato a la Vicepresidencia, y para lo cual, más tarde habría de convocarse la impolítica. y torpe Convención de 1911. Esto explica también el distanciamiento previo (a la Convención de 1911) entre Madero y los hermanos Vázquez Gómez, y esas fueron las actitudes que lo determinaron.
De lo que sí debo hacer mención en este momento, porque es preciso exponer la ninguna buena fe con que ha procedido el señor Sánchez Azcona al escribir sobre la revolución, es de un artículo publicado por él en El Gráfico de 30 de septiembre de 1930, y en el cual, después de afirmar que Madero, el 20 de abril, pedía la renuncia del general Díaz, lo que es cierto, dice que el 22 del mismo mes, en memorable junta celebrada a un costado de la casita de adobe, Madero, sin variar las condiciones básicas que antes había externado convino en aceptar en principio, como fundamentos para ulteriores negociaciones, estas bases que los emisarios propusieron y trasmitieron telegráficamente al señor Limantour:
PRIMERA. Renuncia de Corral a la Vicepresidencia.
(Esto -dice Sánchez Azcona- por razones de todos conocidas, llevaba imbibita la renuncia del presidente), y eso es falso, de toda falsedad.
El señor Sánchez Azcona escribió dicho artículo con el folleto del licenciado Esquivel Obregón a la vista, pues lo cita, pero él tenía que desfigurar las cosas, forzosamente, porque para él y para muchos, primero está don Francisco I. Madero que la verdad; y, sobre todo, porque para los maderistas lo más importante es negar todas las debilidades del señor Madero, con objeto de inculpar a los Vázquez Gómez del fracaso de la revolución. Si al escribir para la Historia el señor Sánchez Azcona hubiera procedido con honradez, habría tenido que admitir que el señor Madero, para el 22 de abril, día en que se celebró la memorable junta a un costado de la casita de adobe, había variado las condiciones básicas que había externado el día 20. Y todo esto no era necesario que se lo recordara el licenciado Esquivel Obregón, o que alguno se lo dijera, pues Sánchez Azcona lo supo y lo sabe (pero de ello no quiere acordarse), como lo prueba su telegrama de 25 de abril que ya he transcrito, pero que volveré a copiar para que el señor Sanchez Azcona quede, como aportador de datos para la Historia, en el preciso lugar que le corresponde:
El Paso, Texas.
25 de abril de 1911.
F. Vázquez Gómez.
Washington, D. C.
Urge venga luego para contrarrestar influencias. Peligroso mucha prolongación armisticio, pues gente impaciente desertándose.
Sánchez Azcona.
Sigamos escuchando a los señores Braniff y Esquivel Obregón. Dicen ellos que después de haber convenido con Madero en las bases, según las cuales el general Díaz no debía renunciar, se celebró un armistido cuya duración sería de cinco días, y continúan:
Antes de la llegada de Vázquez Gómez, quisimos celebrar una conferencia con todos los maderistas recién llegados (los civiles), quienes por de pronto aceptaron la idea y nos citaron para ese objeto; pero luego no concurrieron a la cita con diversos pretextos, disculpándose más tarde con que no querían comprometerse a nada si no era después de haber celebrado con el doctor Vázquez Gómez todos los acuerdos conducentes. Fue inútil que nosotros les dijéramos que no se trataba de adquirir ningún compromiso, sino tan sólo de cambiar ideas para aproximamos a una buena inteligencia.
La desconfianza de estos señores era pueril y de tal manera me creían dispuesto a engañarlos que, para intimidarme, Sánchez Azcona me dijo que tenía en su poder documentos comprometedores para mí. Probablemente en boca de otra persona aquello me habría indignado, en Sánchez Azcona sólo me hizo suplicarle repetidas veces que publicara cuanto antes tales documentos, cosa que aún estoy esperando.
He aquí a los maderistas llamando urgentemente al doctor Vázquez Gómez para enderezar los desaciertos del señor Madero; a los maderistas negándose a cambiar ideas con quienes el señor Madero, jefe de la revolución, había convenido en no pedir la renuncia del general Díaz, hasta no haber celebrado con el doctor Vazquez Gómez los acuerdos conducentes; a los maderistas considerando al doctor Vázquez Gómez intérprete más genuino de las aspiraciones revolucionarias que el mismo Madero; a los mismos que más tarde habrian de negar al doctor Vázquez Gómez significación revolucionaria alguna dentro del movimiento libertador, y hacerle la imputación de ser de los de última hora (amén de otras necedades), para explicar y justificar dentro del criterio muy especial de su peculiarísima cerebración, la escisión que habrían de provocar en el partido revolucionario con el único y exclusivo objeto de eliminar al doctor Vázquez Gómez como candidato a la Vicepresidencia (3).
Perdonen los señores Braniff y Esquivel Obregón estas interrupciones, siquiera sea porque reconozco que este último tiene la palabra:
Al día siguiente de la llegada de Vázquez Gómez (el 30 de abril), que tardó en llegar porque no le situaban dinero para el viaje, celebramos una entrevista en el campamento de Madero. Desde las primeras palabras manifestó aquél cierta acritud y altivez de que ya teníamos buena prueba en Washington. Se oponía a todo arreglo que no tuviera por base la separación del señor general Diaz de la Presidencia, trayendo a colación el argumento de que el general Díaz era capaz de engañar a la revolución y de destruir su obra, cualesquiera que fuesen las seguridades que se dieran. Yo le expliqué que tuviese en consideración que, por grande que fuera en el Presidente el deseo de burlar a los revolucionarios, éstos nada tendrían que temer si eran debidamente garantizados ... Vázquez Gómez se sintió con esto contrariado ... y seguramente bajo la influencia de esa contrariedad, sin preámbulos ni rodeos, nos dijo que ellos tenían asuntos de más gravedad que tratar y el tiempo les era muy valioso; o, traducido libremente: que nos fuéramos ...
Se celebró la primera conferencia con el carácter de preliminar, únicamente entre el delegado del gobierno y Madero. Al separarse ambos, interrogamos al señor Carvajal para conocer su impresión respecto a la posibilidad del arreglo amistoso; no pudo ser mayor su optimismo; Madero no había insistido -como nosotros temíamos- en presentar la proposición de que se retirara el general Díaz. Hablamos después con Madero y nos aseguró, igualmente, que él tenía la convicción de que la paz era un hecho.
Al día siguiente se celebró la primera conferencia entre los delegados de ambas partes. Vázquez Gómez se mostró ignorante de todo lo que había hablado Carvajal con Madero el día anterior ..,; no fue sino en la sesión inmediata cuando formuló las proposiciones de la revolución. Al comenzar la conferencia, manifestó a Carvajal que antes de entrar a una discusión de las bases del arreglo, le dijera si estaba dispuesto a aceptar como la primera y fundamental, la de que el general Díaz se separaría del gobierno y que lo expresaría así al pueblo en un manifiesto. Carvajal quedó sorprendido de tal exigencia y manifestó que el gobierno le había nombrado delegado para tratar la paz sobre las bases del 22 de abril, no revocadas ni retiradas previamente: que en tal virtud, careciendo de instrucciones para tratar el punto, daba por terminada la sesión; que comunicaría aquel Cambio fundamental y oficiaría a los delegados de la revolución el resultado.
Aquella tarde, mientras se celebraba la conferencia oficial, don Oscar Braniff y yo vimos a Madero con objeto de conocer de él cuáles eran las proposiciones que en definitiva presentaría la revolución, pero aun cuando no se había señalado un plazo perentorio al gobierno para aceptar las de 22 de abril, ni habían sido éstas retiradas, comenzábamos a temer que el ánimo de Madero no tuviera la firmeza que exigía su propio decoro y el de la revolución.
Nuestros temores resultaron fundados: Madero nos dijo que había consentido en que al final del arreglo se pidiera al general Díaz que diera un manifiesto a la nación revelando su deseo de separarse del poder tan luego como se verificará la paz y dentro de un plazo prudente de cuatro o seis meses después de aquella; pero que tal propósito no era perentorio, que se pondría como un simple deseo de la revolución.
Nuestra conversación tenía lugar paseándonos a la orilla del río. Don Francisco Madero, padre del jefe de la revolución, nos acompañaba y manifestó su descontento por la adición de aquella nueva cláusula, añadiendo que él no había asistido a la conferencia, no obstante ser de los delegados de la revolución, porque no quería autorizar con su presencia esa falta a las bases ya convenidas.
Cuando después supo Madero que la proposición del manifiesto se había presentado en primer lugar, y como perentoria, manifestó sorpresa y atribuyó e hecho a Vázquez Gómez; pero no dió muestras de hacer rectificación alguna.
El día seis de mayo expiró el último término del armisticio y ese mismo día solicitamos Braniff, Hernández (Rafael) y yo, de Madero, nos hiciera el favor de convocar a una junta de todos los jefes maderistas, no sólo como había sucedido antes, de los leaders civiles, sino también de los militares, para exponer una vez más nuestros propósitos y, ya que no llegáramos allí a un arreglo, llevaran al menos la impresión de nuestras ideas y en cualquier tiempo pudieran juzgar de la oportunidad de realizarlas.
Madero accedió a nuestra súplica y nos citó para esa tarde a las cuatro.
Asistimos puntuales.
Por fin, se inició ésta con la presencia de todos los elementos civiles, menos Vázquez Gómez, y de los más prominentes militares, entre ellos Orozco, Blanco y Villa.
Sucesivamente hicimos uso de la palabra Braniff, Hernández y yo, por una parte, y Pino Suárez, González Garza y Carranza por la otra. Nosotros nos extendimos todo lo que era en nuestro concepto indispensable para que los militares, que nunca nos habían escuchado, supieran nuestras miras, comprendieran nuestros planes y pudieran juzgar si eran o no acertados. No quisimos discutir ...; por lo mismo la cuestión se reducía a saber cuál sería el medio más conveniente, en la práctica, para el país, a fin de lograr que los dos poderes antagónicos se conciliaran y se consolidaran a la vez la libertad y el orden.
A pesar de ser esa la única cuestión que discutíamos, Madero, ya para terminar, dijo que el general Díaz era un usurpador y que la nación mexicana no podía tolerar ese oprobio; que en tal virtud, la revolución debía seguir adelante hasta lograr la caída del tirano (4).
En el ánimo de Madero habían vuelto a dominar en absoluto las ideas que abrigaba el 20 de abril cuando celebramos la primera conferencia en la montaña. La revolución iba pues, a buscar el triunfo completo, es decir, a hacer la sustitución de las persona, a aniquilar a todos los que estaban en el partido opuesto, a quedarse sola, intolerante y altiva.
Aquella noche, a poco de haber regresado yo al hotel, me pasaron recado de que una persona deseaba hablarme reservadamente. Era un oficial de Orozco que, por encargo de su jefe, me venía a consultar si debería mandar un telegrama que decía así:
Señor general Porfirio Díaz.
México.
Vistas las dlificu1tades que surgen para conseguir la paz, propongo a usted lo siguiente: suspendo movimientos militares en el Estado de Chihuahua, retirando tropas federales de Ciudad Juárez dentro de veinticuatro horas; dicha población será ocupada por tropas nuestras. Gastos diarios pagará el gobierno de usted. Interin se consigue restablecimiento, haré de mi parte cuanto pueda.
Pascual Orozco, hijo.
Rubricado.
Este telegrama no podía ser efecto más que de nuestra conferencia, tanto por la resolución que expresaba Orozco en favor de la paz como por la confianza que me mostraba al pedirme consejo.
Yo no podía saber si Orozco procedia con la anuencia de Madero o sin ella; esto último me parecía más probable; pero al mismo tiempo estaba seguro de que si lograba que el gobierno accediera a aquella demanda, que rompía con todos los moldes y con todas las tradiciones, fácil sería inclinar a Madero a aceptar el convenio, y la influencia de Orozco elevada por ese triunfo, seria una ayuda poderosa en favor de la paz, que alcanzaria a contrarrestar el efecto de los elementos civiles.
Debo reconocer que entre esos elementos civiles hubo muchos conciliadores moderados y corteses hacia nosotros; notoriamente, los señores Abraham Gonzá1ez, Pino Suárez y Bonilla.
Alguna razón debe haber tenido el señor Esquivel Obregón para hacer las apreciaciones anteriores, y que ello era así lo comprueba el telegrama que horas antes de la dicha conferencia. enviaron al señor Limantour. Dice asi:
El Paso, Tex.,
5 de mayo de 1911.
Señor José Ives Limantour.
México.
Amigos paz conferenciamos Madero. Manifiéstase dispuesto a celebrar arreglo relativo separación Presidente en la forma que él estime más conveniente para su decoro propio y nacional. Entre otras formas, sugiere la de una carta estrictamente reservada. del Presidente a Madero ofreciéndolo. Estimamos que prácticamente puede considerarse como retirada proposición trasmitida ayer por Carvajal. Madero, padre, abstúvose asistir junta ayer por no opinar como Vázquez Gómez respecto a proposición aludida.
Braniff-Esquivel Obregón.
Todavía después de suspendidas las conferencias de paz por haber yo presentado como perentoria la cuestión relativa a la renuncia del general Díaz, ¡el señor Madero contemporizaba y jugaba con los intereses de la revolución!
Al mensaje anterior, el señor Limantour contestó con el siguiente:
México, 6 de mayo de 1911.
Señores Braniff-Esquivel Obregón.
El Paso, Texas.
Refiriéndome a su telegrama anoche, debo decirles que, aunque Presidente ha expresado a varias personas sus deseos de retirarse después restablecimiento orden en la República, no piensa admitir ninguna fórmula que ni de cerca ni de lejos se parezca a un ofrecimiento arrancado por presión. Asegúroles que ni el Presidente ni los ministros tenemos el menor empeño de permanecer en nuestros puestos más tiempo del que nos imponga el deber de hombres públicos y de honor. Comprendo influencias nocivas a la paz que se ejercen en este momento sobre Madero, pero confío en su patriotismo y en su buen juicio para que retire una proposición que se nos había asegurado estaba descartada y que no puede aceptar el gobierno sin mungua de su decoro y sin exponerse a que el ejército y el mecanismo todo político y administrativo se desorganice
Limantour.
(Continua el relato del señor Toribio Esquivel Obregón. Nota de Chantal López y Omar Cortés).
Como una comprobación de que no sólo el señor Braniff y yo (el señor licenciado Esquivel Obregón) veíamos la acción funesta para la paz de las conséjeros que rodeaban a Madero, y como una prueba también del estado que guardaba la tropa, inserto a continuación un telegrama que un día antes del motín (y ocho después de haberse roto las negociaciones de paz. Anotación de Francisco Vázquez Gómez) dirigió el señor Rafael Hernández al señor Limantour. Creo que no será sospechoso aquel señor de enemigo o parcial siquiera en contra de Madero:
El Paso, Texas,
12 de mayo de 1911.
Señor licenciado José Ives Limantour.
México, D. F.
Hoy hice último esfuerzo en favor de la paz, celebrando con Madero larga conferencia, e insistí en conveniencia de no pretender separación inmediata del señor Presidente, que se efectuará, según él lo ha prometido, más tarde, al establecerse la paz, que se celebrará sujeta a las siguientes bases:
Primera: nombramiento de catorce gobernadores por la revolución, sugeridos por opinión pública sensata de cada Estado y en cada caso se consultará, en el concepto que ocuparán sus puestos dentro de dos meses con el carácter de interinos para convocar a elecciones populares de gobernadores constitucionales, en el concepto también de Que el interino renunciará de antemano a su postulación para gobernador constitucional.
Segunda: resto gobernadores se nombrarán de común acuerdo, siguiendo la misma tendencia democrática.
Tercera: designación de cuatro ministros por parte de la revolución, que serían los de Guerra, Gobernación, Justicia e Instrucción Pública. Queda entendido que el general Reyes no formará parte del gabinete, excluyéndose igualmente señor Domínguez (¿Robles Domínguez? Anotanción de Francisco Vázquez Gómez). Las personas que se designarían para estos puestos serían, en todo caso, seleccionadas entre los mejores elementos morales e intelectuales, teniendo sólo a la vista el espíritu de franca. conciliación y el interés público.
Cuarta: evacuación, por las fuerzas federales, de los Estados de Chihuahua, Coahuila y Sonora y no aumentar por ahora efectivo fuerzas federales.
Quinta: renuncia del señor Corral.
Sexta: al firmarse los tratados el señor Presidente lanzará un manifiesto diciendo (transcribo literalmente.-R. Hernández): considero que arreglos celebrados aseguran definitivamente el restablecimiento de la paz en el país, y por tal motivo, de acuerdo con mi manifiesto anterior, me confirmo en mis propósitos de retirarme tan pronto como se hayan llevado a la práctica los cambios que se ha creído conveniente hacer en los gobiernos de los Estados y que son los que de hecho nos aseguran contra la anarquía que hasta ahora he temido pudiera ser la consecuencia inmediata de mi separación, etc., etc.
Séptima: quedan en pie demás proposiciones cambiadas con ustedes a raíz iniciación negociaciones.
Madero me informa vería con sumo agrado la permanencia de usted (Limantour) en la Secrtearía de Hacienda. Confírmase permanencia De la Barra Secretaría de Relaciones.
Personalmente creo que las proposiciones anteriores serían las únicas que podrían traer el restablecimiento de la paz en la República, y aunque son radicales (?), abrigo la convicción de que los consejeros de Madero son más radicales e intransigentes que él mismo y están completamente envanecidos por la toma de Ciudad Juárez, que les há procurado valioso contingente militar y político.
Considerando que mucha parte del desenlace de acontecimientos acá fue debido a privaciones de la tropa revolucionaria, que ha resistido a la intemperie un sol abrazador en terreno que no ofrece refugio alguno, falta alimentos, vestuario, etc., me inclino a pensar que si se pudiera contar con elementos pecuniarios para comenzar a contentar a la gente, nos facilitaría grandemente nuestra difícil tarea.
Espero su pronta contestación para determinar mi permanencia aquí o mi regreso.
R. L. Hernández.
Rúbrica.
Estas proposiciones fueron trasmitidas directamente por el licenciado Hernández, a quien las dió Madero el mismo día 12.
Hasta aquí el señor licenciado Esquivel Obregón.
Es de notarse que todavía a los ocho días de haberse roto las negociaciones de paz porque el doctor Vázquez Gómez había exigido la renuncia del general Díaz, el jefe de la revolución aun siguiera vacilando. Es de decirse también que el doctor Vázquez Gómez, a pesar del jefe de la revolución y familia, obtuvo, sin la prolongación de la guerra civil, el triunfo completo de la revolución de 1910; que dicho triunfo lo nulificó, más tarde, el mismo jefe de la revolución, secundado eficazmente por algunos de los miembros de su familia y ayudado por algunos de sus partidarios incondicionales que sólo fueron útiles a sus personales apetitos y pasiones.
Conclusiones: El doctor Vázquez Gómez exigió y obtuvo la renuncia del señor general don Porfirio Díaz, a pesar del jefe de la revolución; de esta manera impidió la maniobra mediante la cual el señor Limantour habría ocupado la Vicepresidencia, como escalón natural para llegar a la Presidencia de la República. El doctor Vázquez Gómez eliminó al señor Limantour del gabinete (quc debió ser revolucionario) del gobierno provisional, pues el señor Madero, al ver que su combinación había fracasado, tenía decidido que el señor Limantour siguiera en la Secretaría de Hacienda. El doctor Vázquez Gómez, al proceder como procedió, lo hizo como revolucionario, y a ello estaba obligado, muy a pesar del ningún revolucionarismo del jefe de la revolución. Con ello se concitó la enemistad de los señores Madero y de los reaccionarios, y por ello fue eliminada su candidatura a la Vicepresidencia: lo primero nunca le preocupó; lo segundo, por lo que se refiere a su persona, nunca fue origen de cuidado.
Notas
(1) Carta del señor Francisco I. Madero al señor su padre, de fecha 20 de enero de 1909, publicada por el señor Juan Sánchez Azcona en El Gráfico de 21 de agosto de 1930.
(2) Democracia y Personalismo. Imprenta A. Carranza e Hijos. México. 1911.
(3) El señor licenciado don Luis Manuel Rojas, al comentar en su obra en cuyo titulo figura Henry Lane Wilson, unas declaraciones mias hechas a la Prensa Asociada en abril de 1911, dice: Vamos a tener oportunidad adelante de estimar en su justo valor los servicios que prestó el doctor Vázquez Gómez a la causa democrática; pero desde ahora podemos notar el contraste que hay entre el lenguaje noble y elevado de Madero, y el positivista, interesado y agresivo, del galeno implacable: uno pensaba en las libertades y beneficios del pueblo; el otro, en los puestos públicos o codiciado botin de que iban a dispoñer los vencedores ... ¿Acaso este leader (Vázquez Gómez) se consideraba un intérprete más genuino de las aspiraciones revolucionarias que el mismo Madero? ... En realidad, lo que preocupaba al doctor Vázquez Gómez era que se fuese a gastar la oportunidad que él tenia de hacer, naturalmente, un papel de gran importancia en los arreglos de paz, y ante eso no le importaba soltar aquella declaración imprudente, o malévola, que llevaba gérmenes de anarquia a los elementos más turbulentos de la revolución maderista. Todo esto dice el señor licenciado Rojas, como comentario a mis declaraciones en que afirmaba yo que el señor Madero no debía celebrar la paz sino en condiciones que satisficieran a todo el partido revolucionario, pues que de no ser asi, pronto tendriamos otra revolución; porque decia yo que los gobernantes de entonces, quisieran o no, tendrían que dejar sus puestos a los hombres progresistas del partido revolucionario. Bien se conoce que, en politica, algunos tienen la filosofia de que hay que caer parado. Están en su derecho. Pero de alli a pretender que el vencedor les allane el terreno ... Nunca perteneció el autor de estas Memorias a la concurrida escuela de que fue maestro eminente don Manuel Calero, pues cree que el circo debe estar desligado de la politica.
(4) He aquí la presencia de los jefes revolucionarios influyendo otra vez en el ánimo del señor Madero. - Nota de Francisco Vázquez Gómez.
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