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Primera parte
CAPÍTULO VIII
LAS FRACASADAS CONFERENCIAS DE CORPUS CHRISTI. CARTAS DE VENUSTIANO CARRANZA Y DEL GENERAL REYES. EXPEDICIÓN DE GUAJARDO. REMITIDO DE ERNESTO MADERO AL MONTERREY NEWS
Pocos días después de que me hube hecho cargo de la Agencia Confidencial, llegó a Washington el señor Sánchez Azcona como secretario de dicha Agencia, sin que pueda yo precisar la fecha de su llegada. Por lo pronto, mis trabajos se redujeron a darme cuenta de la opinión americana, tanto en lo general, como en lo particular, de la opinión oficial. La primera era favorable a la revolución y la segunda no se manifestaba ni en pro ni en contra. En cuanto a la prensa de aquel país, siempre ávida de noticias sensacionales, mi papel se redujo a hacer algunas declaraciones en las cuales explicaba el porqué de la revolución, su origen y tendencias, declaraciones que siempre eran escritas por mí y traducidas al inglés por el señor Hopkins.
Al día siguiente o al tercer día de haberme hecho cargo de la Agencia Confidencial, recibí los siguientes telegramas:
Corpus Christi, 23 de febrero de 1911.
Doctor Francisco Vázquez Gómez.
Washington, D. C.
Estimamos necesario conferenciar con usted inmediatamente para procurar restablecimiento de la paz. Tenemos creencia obtener resultado práctico. Diga si puede venir ésta. Conteste State Hotel.
Alfonso
Mi contestación fue la siguiente:
Washington, D. C., 23 de febrero de 1911.
Señor Alfonso Madero.
State Hotel.
Corpus Christi.
Aunque temo hacer viaje inútil, iré Nueva Orleans. Conteste si pueden venir allí. Estaré domingo temprano.
Vázquez Gómez.
Corpus Christi, 23 de febrero.
Medianoche.
24 de febrero, 1911.
Doctor Francisco Vázquez Gómez.
Washington, D. C.
Motivo carnaval dificultaría alojamientos Nueva Orleans. Preferimos aquí, por haber llamado ya demás señores.
Alfonso.
Contesté lo siguiente:
Washington, 24 de febrero de 1911.
Señor Alfonso Madero.
Corpus Christi.
Tengo instrucciones para entrar arreglos previa proposición oficial y poderes formales. Si hay esto, aquí deben hacerse, si no, inútil perder tiempo.
Vázquez Gómez.
En 24 de febrero escribí a Alfonso Madero lo siguiente:
Ignoro quiénes vienen, de parte de quién, qué proponen y todo, y no me resuelvo a hacer un viaje largo y caro para mis recursos para ir a saber que todo se reduce a pedir perdón y amnistía. Pancho y yo hablamos en El Paso de una transacción o arreglo posible; pero esto oficialmente y en virtud de un pacto o convenio formal y público, mas no en comisiones secretas, sin poderes y cuyo compromiso nadie garantiza.
En 24 de febrero la Prensa Asociada dió a la publicidad unas curiosas y contradictorias declaraciones del señor Limantour, que en parte dicen:
La revolución será larga, dice el señor Limantour; pero como los revolucionarios son mejores combatientes que las tropas federales, y como la revolución existe en casi la mitad del país, pienso que no durará sino poco tiempo.
Estas curiosas declaraciones y los rumores circulantes la revolución buscaba la paz por medio de conferencias en Corpus Christi, me obligaron a hacer unas declaraciones que en parte dicen:
Esta es la razón por qué los revolucionarios enfáticamente dicen que no depondrán las armas ni entrarán en negociaciones con el gobierno mexicano, sino bajo la condición de que dicho gobierno renuncie el poder, porque ésta es la única base para la paz, cuyo fundamento debe ser el cumplimiento de la ley.
Con motivo de que los rumores acerca de las negociaciones de paz tomaban incremento, escribí las cartas siguientes:
Washington, 25 de febrero de 1911.
Señor Gustavo Madero.
Nueva York.
Estimado amigo:
Hoy puse a Alfonso el mensaje siguiente:
Razones serias impídenme asumir responsabilidad tratos privados aun directos. Necesitaría estar fácil comunicación telegráfica con Pancho; siendo esto imposible, inútil viaje larguísimo. Usted pierde tiempo. Escríbole.
Usted comprende que sólo Pancho está en condición de aprobar cualquier arreglo; pero este debe ser escrito, público y hecho en debida forma. De otro modo no se garantizaría el cumplimiento y yo me expongo a no poder aceptar nada, o si lo acepto y después Pancho y los suyos no lo aprueban, me expongo al ridículo. El único medio formal es que Pancho esté en ciudad fronteriza, previo arreglo, para que yo me comunique con él sobre cada base, así como el enviado especial se comunicará con Mexico City. Parece que en Corpus Christi creen que esto es asunto de familia; y si es así, yo nada tengo que hacer. Le adjunto copia porque hoy nada se publicó. No pierda usted tiempo. Suyo afmo.
F. Vázquez Gómez.
Washington, 25 de febrero de 1911.
Señor Alfonso Madero.
Corpus Christi.
Estimado amigo:
Voy a decirle el porqué de mi negativa a ir. Los que están en el campo de operaciones y Pancho por un lado, y el general Díaz por el otro, son los únicos que pueden aprobar condiciones de arreglo. Cada uno de ellos tendrá su enviado como intermediario que los represente y deberán tener poderes en forma. Cada uno de estos representantes, o mejor dicho, el jefe de cada representación, podrá estar al habla fácil con su representado, a fin de recibir instrucciones o soluciones de asuntos delicados. No basta que enviado especial pueda comunicarse con Díaz, si nosotros no lo podemos hacer con Pancho, fácil y rápidamente, y de ningún modo podríamos imponer nuestra opinión a los que exponen su vida. Corremos el riesgo de que nos desautoricen y nos pongamos en ridículo. Así, pues, pida usted lo siguiente:
I° Poderes en forma para tratar a nombre de los dos gobiernos.
II° Que Pancho ocupe con sus fuerzas una ciudad fronteriza que tenga comunicación telegráfica.
III° Que se publique esto para que todos sepan que se está en arreglos de paz y se suspendan hostilidades.
Propóngalo usted y verá cómo el enviado no acepta. Si acepta, mandaré enviado a Pancho con cartas mías en que le exponga el asunto, le pida poderes e instrucciones especiales, diciéndole, además, a qué ciudad fronteriza ha de venir con sus fuerzas y cuya ciudad debe desocupar el enemigo. Las conferencias de paz serán en terreno neutral. Recuerde lo reciente de Honduras.
Si esto no se hace así, nadie creerá en la garantía de los ofrecimientos hechos en familia: dirán después que nosotros solicitamos perdón, etc. Ya ve lo que, según El Imparcial, dijo Ahumada en lo de Casillas, lo que dicen Limantour y Creel en la última prensa.
Esta es mi opinión; si ustedes en familia arreglan todo y resulta bien, yo me alegraré, pues mi mayor deseo es y ha sido la paz; pero como representante de los que han muerto y de los que están actualmente exponiendo su vida, tengo la obligación de que la transacción sea ventajosa y bien garantizada. No olvide San Antonio. Suyo.
F. Vázquez Gómez.
Washington, 25 de febrero de 1911.
Señor Gustavo Madero.
Nueva York.
Muy estimado amigo:
Apenas había puesto en el correo la carta que le escribí esta mañana, cuando recibí el siguiente mensaje:
Enterado telegrama. Transcríbolo enviado. Mañana estaré San Antonio. González Garza escribe 21 diciendo Ahumada con plenos poderes de Díaz solicita su conducto entrevista con Mercier (Madero). Donde éste indicará mandará correos. Comuníqueme.
Adolfo (Alfonso).
Esto quiere decir que hice bien en no ir y que el enviado no tiene poderes. Resulta también que Ahumada es quien los tiene; pero mucho me temo que tampoco los tenga escritos, que quieran darle al asunto un carácter local, que quieran todo arreglo sea secreto para cumplirlo como les convenga; que quieren entretener con esto para activar ellos sus operaciones entre tanto.
De todos modos, esta bola de emisarios de paz quiere decir que ellos sean tal vez oficiosos y no oficiales. Prueba también que no quieren tratar el asunto en serio. Usted me dirá qué piensa sobre esto. Suyo afmo.
F. Vázquez Gómez.
El señor Gustavo Madero nunca contestó mis cartas ni telegramas.
Washington, 26 de febrero de 1911.
Señor Ang. Carrol (Alfonso Madero).
San Antonio, Tex.
437 Ma.
Avisar Oliphant (González Garza) poderes Ahumada serán escritos y arreglos públicos para obligar cumplimiento.
F. Martín (Vázquez Gómez).
Señor Gustavo Madero.
Nueva York.
Resultaron varios enviados especiales, pues dícenme Ahumada con poderes especiales hablará con Mercier (Madero). Carrol (Alfonso) hoy San Antonio. Ayer escribí a usted.
F. Vázquez Gómez.
En mi carta de 27 de febrero decía yo al señor Gustavo Madero, entre otras cosas, lo siguiente:
Por noticias epistolares sé que Iñigo Noriega fue quien vino a Corpus Christi; pero no sé que habrá hecho después de mi último telegrama en que me negué ir a arreglos privados.
Me tienen preocupados los socialistas de la Baja California. Active usted operaciones (las de los bonos). Creo que con poderes escritos podemos tratar, porque este hecho querrá decir que el gobierno reconoce beligerancia. Suyo afmo.
F. Vázquez Gómez.
En carta de la misma fecha que la anterior dije a mi hermano Emilio:
Entiendo que la revolución marcha rápidamente; pero creo hay un punto negro en la Baja California. Allí andan los socialistas con la pretensión dizque de formar una República para repartirse las tierras: al menos esto dicen; pero me temo que, en el fondo, sean filibusteros enviados o favorecidos por este gobierno para anexarse después aquella península, objeto de sus ambiciones por muchos años. Piensen en esto seriamente. Esta es una de las razones por qué yo estaría por una transacción ventajosa para el país, aparte de la ruina y trastornos consiguientes a toda revolución.
Temo que este país no nos conceda la beligerancia, sino después de haberla concedido a los Flores Magón y Cía., para considerar dos grupos revolucionarios y aprovecharse de la situación, Naturalmente que las negociaciones deben establecerse en forma, para obtener garantías de que se cumplirá lo arreglado.
Te adjunto mi contestación a Limantour, quien creo quiere aprovecharse con Reyes de la situación y seguir dominando él, pero sin el general Díaz.
Piensa y dame tu opinión sobre estas cosas. Tuyo.
F. Vázquez Gómez.
La cuestión de la Baja California no era tan sencilla. Filibusteros norteamericanos, a los cuales Se habían unido de hecho, sino en ideas, Ricardo y Enrique Flores Magón con los suyos, habían tomado Mexicali el 29 de enero de 1911, según noticias de los periódicos; poco después tomaron la Aduana de los Algodones, frente a Yuma, y otras pequeñas poblaciones y rancherías.
Estos filibusteros adquirían fácilmente pertrechos de guerra en el lado americano, lo cual les permitió tomar más tarde Tijuana; y si no se apoderaron de Ensenada, se debió a las actividades del jefe político, coronel Celso Vega, quien derrotó a los filibusteros cerca de Tijuana, haciéndoles 31 muertos, entre los cuales se encontró uno con uniforme e insignias de teniente del ejército de los Estados Unidos, según se supo después.
La contestación a Limantour, a que se refiere la carta anterior, fueron las declaraciones que me vi obligado a hacer por la insistencia de los rumores de conferencias de paz en Corpus Christi y por las declaraciones de Limantour, que hizo a la prensa antes de salir de Europa, y parte de las cuales quedaron transcritas antes.
Durante mi permanencia en San Antonio, del 8 al 17 de febrero, mi amigo don Venustiano Carranza me mostró un cablegrama del general Reyes, en el cual le participaba que Limantour había salido de Europa y le recomendaba que hablaran con él en Nueva York, Carranza y Alberto Guajardo. Estos señores esperaban en San Antonio la llegada de Limantour a Nueva York; pero como los acontecimientos se precipitaban, en 27 de febrero escribí a Carranza una carta diciéndole, entre otras cosas, lo siguiente:
Habrá usted leído lo que dijo Limantour y habrá visto que a pesar de las insinuaciones de Mexico City, no rectificó su dicho. Esto quiere decir que Limantour, o mejor dicho, él y los científicos quieren aprovechar la revolución para dar de mano al general Díaz y quedarse en el poder. Esto significa que Limantour no vendrá, al menos, a unirse a Díaz. Así, pues, creo que usted ya no debe esperar mas ...
Por fin el señor Limantour llegó a Nueva York a principios de marzo, hablaron con él los señores Carranza y Guajardo sobre las negociaciones de paz. Al efecto, copio en seguida la carta en que mi amigo, el señor Carranza, me dice lo que trataron él y Guajardo con el señor Limantour.
New York, 9 de marzo de 1911.
Señor don Francisco Vázquez Gómez.
Washington.
Muy estimado amigo:
Ayer tuvimos A. Guajardo y yo, dos largas entrevistas con el señor Limantour, quien nos manifestó, desde luego, su propósito al llegar a México, de influir con el general Díaz para que introdujera reformas en la administración, que dieran por resultado terminar con la difícil situación por que atraviesa nuestro país. Nos manifestó también que iba a solicitar el concurso de personas que pudieran influir en que desaparezcan las causas de esa situación, y solicitó, desde luego, el nuestro en ese sentido, o cuando menos, nuestra abstención de tomar parte en la lucha actual.
Discutimos extensamente el asunto, sin llegar a ningún acuerdo, quedando nosotros en la misma situación en que hemos estado.
Durante la conversación hablamos de usted y me dijo que tendría gusto de hablar con usted. Creo que no saldrá de él procurar una entrevista; pero no sería difícil que se verificara, si, como se dice, va él a ésa.
Dentro de dos o tres días tendré el gusto de verlo en ésa.
Su afmo.
V. Carranza.
Como tienen algún interés las siguientes cartas del señor Carranza, voy a copiarlas, aunque tengan fecha posterior a mi relación.
San Antonio, 5 de abril de 1911.
Señor doctor F. Vázquez Gómez.
Washington.
Muy estimado amigo:
Con gusto me he impuesto del contenido de su grata de 31 de marzo último. Estoy obrando con gran actividad, mandando emisarios a la zona que depende de mí, para hacer un fuerte movimiento, y espero únicamente que éste empiece para pasar yo al otro lado.
No hemos vuelto a tener noticia de Guajardo, pero creemos que ha pasado ya el río y que pronto se hará sentir.
No tenga usted cuidado. Seguimos trabajando como si no se tratara de paz, pues en mi concepto, nada hay que esperar del gobierno, y no pasará mucho tiempo sin que estemos muy fuertes en los Estados del norte. El gobierno caerá a fuerza. Antes de irme escribiré a usted. Quedo su amigo afmo.
V. Carranza.
S. Presa St. 501.
San Antonio, abril 8 de 1911.
Señor doctor Francisco Vázquez Gómez.
Washington.
Muy estimado amigo:
Confirmo lo que le dije en mi anterior de que en muy poco tiempo estaremos fuertes en los Estados del norte y principalmente en Coahuila.
Ayer tuvimos ya noticia cierta de que Guajardo pasó al otro lado. Dentro de unos días se hará sentir su presencia allá.
Yo no tardaré muchos días en pasar a Coahuila, y creo, por lo que tengo preparado y por lo que ha estado propagándose la revolución, que pronto levantaremos todo el Estado. Esto me hace manifestar a usted que no deben Madero y usted aceptar ningún tratado de paz con el gobierno, que no asegure el triunfo de la revolución. De no ser así, es preferible que sigamos adelante, pues no tardaremos mucho en derribar al gobierno.
Ahora habló conmigo su hermano Emilio y le manifesté lo mismo. Que se asegure el triunfo de la revolución o que no haya transacción ninguna. Quedo su amigo afmo.
V. Carranza
San Antonio, Tex., 16 de abril de 1911.
Señor doctor Francisco Vázquez Gómez.
Washington.
Muy estimado amigo:
Refiriéndome a su grata de 8 del actual, le manifiesto que estoy conforme con las bases generales para la pacificación de que usted me habla, siempre que las negociaciones se lleven pronto a cabo, pues más tarde yo creo qUe no habrá para qué entrar en arreglos con el gobierno, porque antes de tres meses lo habremos derribado.
Ya sabrá usted que a don Francisco Madero le volvió a suceder en Eagle Pass lo mismo que en El Paso, y ahora por poco no lo dejan volver a este lado. No ha regresado para hablar con Ernesto Madero en Eagle Pass, adonde debe llegar hoy este señor. Se dice que trae nuevas proposiciones de paz, de parte del gobierno de Díaz.
Su hermano Emilio habló conmigo y me leyó la carta que usted escribió a él acerca de la paz.
Como no he tenido noticia de que a mi hermano Jesús y mi cuñado E. Salinas les haya sucedido algo, creo que la misión que les confié va bien y pronto estaré yo en el centro de las operaciones en Coahuila. Ya habrá visto usted que ha empezado bien el movimiento en este Estado y apenas empezaron los partidarios a recibir órdenes.
No tenga cuidado de lo demás que me recomienda en su carta. Tan pronto como pueda ayudaré a ustedes.
Mándeme una copia simple sin poner mi nombre, del nombramiento de jefe de la 2a. zona. Quedo como siempre su amigo afmo.
V. Carranza.
San Antonio, 22 de abril de 1911.
Señor doctor Francisco Vázquez Gómez.
Washington.
Muy estimado amigo:
Ayer trasmitimos su hermano Emilio y yo por telégrafo a usted, en clave, el siguiente cablegrama qUe recibí de Madrid: Iré a México con facultades, procuraré paz. Ayúdeme. Prepare a Vázquez Gómez. Hasta el 24 permaneceré en París. Conteste allá.-B. Reyes. Juzgué conveniente trasmitir a usted luego este cablegrama, por lo que pudiera servirle la noticia ahora que con intervención de usted se está tratando de negociar la paz con el gobierno y para obsequiar la indicación del general, de preparar a usted. Nada le digo sobre esto, porque sé bien que usted está dispuesto a hacer la paz, siempre que queden asegurados los principios de la revolución. A Gustavo también lo impuse del cablegrama para que lo comunicara a Pancho, pues le servirá para normar sus operaciones si no se negociara la paz. Creo que usted y él no deben ceder en las condiciones impuestas para celebrar aquélla, pues si no llega a celebrarse, adquiriremos más fuerza para cuando llegue el general Reyes a México; y como creo que vendrá animado de los mejores propósitos, se intentarán a su llegada nuevos arreglos de paz y se obtendría, tal vez, en mejores condiciones que ahora y con mayores seguridades de que se cumplirían. En caso de que nada se arreglara, seguiríamos la revolución hasta su triunfo, pues creo que aun cuando el general Reyes ayude al gobierno, no podrá éste sofocar ya la revolución. Hoy doy al general su dirección, por si quisiera comunicarse con usted.
Mis operaciones caminan bien. Por algunas dificultades en la orilla del Bravo, no he podido salir, pero pronto se allanarán y saldré. Quedo su amigo afmo.
V. Carranza.
En su cablegrama dice el general Reyes que vendrá a México con facultades, sin que yo haya sabido quién se las había dado. Por lo que se verá más adelante, creo que no se las dió el general Díaz; tal vez fue el señor Limantour, pues mucha se dijo entonces que éste y el general Reyes se habían puesto de acuerdo respecto a la cuestión mexicana.
Por la carta anterior, fechada cuatro días antes de que yo saliera de Washington a las conferencias de paz, se ve que todavía Carranza no estaba muy enterado de la inteligencia que había entre los miembros de la familia Madero y el señor Limantour, aunque bien sabía que éste y el general Reyes obraban de acuerdo, supuesto que el último le había cablegrafiado para que él y Guajardo hablaran con Limantour.
Ahora bien, ¿cuál fué el convenio, si lo hubo, entre Reyes y Limantour?; en verdad, no tengo datos positivos para inclinarme a una de las versiones, porque éstas, muy a menudo son hijas de la pasión dominante. Unos decían, en efecto, que el general Reyes venía a ayudar al gobierno del general Díaz para dominar la Revolución, mientras que otros aseguraban que su misión era entrar en arreglos con la Revolución, eliminar al general Díaz y conservar al señor Limantour en el gobierno. Los que tal cosa sostenían se fundaban en las declaraciones que el señor Limantour hizo a la prensa antes de salir de París y parte de las cuales he copiado antes, pues en ellas parece transparentarse un rompimiento con el gobierno, y así se consideró en los círculos políticos de la ciudad de México.
El general Reyes no se comunicó conmigo ni me habló nunca sobre este asunto después que llegó a la capital. Tampoco el señor Carranza me habló de este particular, pues cuando nos vimos en El Paso, nos preocupaban otros asuntos de mayor interés y urgencia.
A mi buen amigo el general L. Alberto Guajardo debo la carta siguiente, que no está por demás insertar en estas Memorias.
Un membrete que dice:
General Bernardo Reyes. 7 bis. Rue Jacques Dulud Neuilly 515.
París, a 5 de marzo de 1911.
Señor L. Alberto Guajardo.
San Antonio, Texas.
Querido amigo:
Correspondo su grata de usted de fecha 16 de febrero próximo pasado.
Con ligeras diferencias, estimo acertadas las apreciaciones que hace usted de la situación del país, por más que juzgo que en los últimos días han mejorádose en favor del gobierno.
Yo espero que el señor Presidente haga en su política los cambios que exige la opinión pública; y espero esto, porque lo juzgo patriótico, y confío que un hombre patriota como ha sido el señor general Díaz, en los momentos a que hemos llegado romperá al fin la malla de influencias perniciosas que en los últimos años han desviádolo, según mi entender.
Lo más grave del momento es la persecución verificada por caciques del pueblo y azuzada por la oligarquía dominante, pues que esto, si no cambia, obligadamente hará a los perseguidos, que son de verdadero valer en lo general, aumentar, robustecer y sanear el bando revolucionario. Así pienso, y me duele semejante consideración, pues yo desearía un remedio que el mismo Presidente aplicara, para que no se corran grandes peligros en el país, ya por lo que toca a favorecer aspiraciones del extranjero, ya por lo que respecta a la interior anarquía.
Algo espero de la conferencia de ustedes con el señor Limantour, que no es más que una preparación, entre otras, para lo que este señor probablemente tratará con el señor general Díaz.
Por lo que a mí toca, cumplo con lo que creo me corresponde en el momento actual.
No trato sobre cosas concretas por ahora, quedando en espera de algunas novedades en la política del país.
Mucho estima mi señora el saludo que le envía y me encarga se lo retorne con afecto, y usted reciba un abrazo de su amigo que lo quiere y le desea todo bien.
B. Reyes.
Antes de que Limantour llegara a Nueva York, el señor Gustavo Madero hizo unas declaraciones a la prensa neoyorquina, en las cuales elogiaba calurosamente al señor Limantour. Con este motivo, y con fecha 4 de marzo de 1911, le escribí una carta que en parte dice:
Hace dos días no tengo noticias de usted ni de sus gestiones (las financieras). Mucho me temo que esas las entorpezca la venida de Limantour, sobre todo, después de sus elogios para él, porque pensarán que el ministro de Hacienda arreglará todo y con más razón si él es propuesto para Vicepresidente, según las proposicioDes de Iñigo, que usted le escribió a Sánchez Azcona. Ya usted sabe mis opiniones sobre el asunto, que en estos momentos son las de Pancho, con toda seguridad.
No deje usted de la mano los asuntos financieros porque puede presentarse de repente algo inesperado y de urgencia.
Me he resuelto a transcribir la parte más importante de mi correspondencia acerca de las frustradas conferencias de Corpus Christi, porque ella da una idea. de la introducción del limantourismo en los asuntos de la revolución, el cual había de culminar, como he dicho antes, en las negociaciones de Ciudad Juárez. Además, como es fácil de comprender, el limantourismo de la familia Madero, inclusive el jefe de la revolución, me ponía en una condición excesivamente difícil, supuesto que no sólo tenía yo que luchar contra la acción del gobierno, sino también contra las tendencias limantouristas o gobiernistas de los Madero. Y digo gobiernistas, porque todo el mundo sabía que, de hecho, el señor Limantour era el Presidente en el gobierno de Díaz.
Para que se vea que los Madero eran gobiernistas, copio en seguida parte del informe que el señor Sánchez Azcona publicó en México Nuevo, edición de San Antonio, Tex., número 14, de 5 de abril de 1911, bajo el rubro de La verdad. sobre las supuestas negociaciones de paz, (La revolución y Francisco I. Madero. Licenciado Roque Estrada. Pág. 408 y siguientes):
EL INTENTO DE CORPUS CHRISTI
Hacia fines del mes de febrero próximo pasado, encontrándome en Washington, en la Agencia Confidencial del gobierno provisional de México, el jefe de dicha oficina, señor don Francisco Vázquez Gómez, recibió un mensaje de don Alfonso Madero en el que le invitaba a participar en una conferencia que debía verificarse en Corpus Christi, y en la cual los señores licenciado don Rafael Hernández, ingeniero don Ernesto Madero y un influyente amigo personal del general Díaz, cuyo nombre se callaba, deseaban presentar proposiciones de paz a los representantes acreditados de la revolución en este país.
Contestó el doctor Vázquez Gómez, diciendo que sólo concurriría a la conferencia si los enviados de México traían credenciales en forma y siempre que las conferencias fueran públicas, pues la insurrección nacional no quiere ni puede tratar nada en secreto. Díjose entonces al doctor Vázquez Gómez que los enviados no traían credenciales, pero que el amigo influyente del general Díaz traía clave para comunicarse en cualquier momento con su amo. Naturalmente, esa clave no pareció suficiente credencial al doctor Vázquez Gómez y, en consecuencia, se rehusó a concurrir a la conferencia.
Por cuidadosas investigaciones, pudimos comprobar que el amigo influyente del general Díaz había sido el súbdito español Iñigo Noriega, quien saliera de México rumbo a la frontera, aparentemente con el objeto de visitar sus ricas propiedades de La Sauteña.
A la perspicaz prensa americana no se le ocultó que algo se proyectaba en Corpus Christi y el doctor Vázquez Gómez, consciente de su enorme responsabilidad y sabedor de la absoluta necesidad que existe de no dejar en el misterio ni exponer a torcidos comentarios esa clase de asuntos, en momentos tan delicados para los representantes de la revolución, obró con gran cordura, dando a la prensa de Washington una sencilla pero precisa relación de los hechos. Entonces el ingeniero don Ernesto Madero, en carta dirigida al director del Monterrey News, expuso sus puntos de vista de la siguiente manera:
Monterrey, 11 de marzo de 1911.
Señor J. A. Robertson.
Presente.
Muy estimado señor:
En varios periódicos de la ciudad de México y en algunos del extranjero, se publicó a fines del mes de febrero último, una entrevista tenida en Washington con el doctor Francisco Vázquez Gómez, representante que se dice del partido revolucionario mexicano, en la cual manifestó que algunas personas, entre ellas un amigo personal e influyente del señor general don Porfirio Díaz, deseaban discutir medidas para el restablecimiento de la paz, y que se citaba al señor Vázquez Gómez para concurrir a una conferencia en la ciudad de Corpus Christi, Tex.
Con el deseo de evitar interpretaciones torcidas, y para poner estas cosas en su verdadero lugar, cumple a mi deber manifestar públicamente los antecedentes exactos sobre la referida conferencia que en efecto tuvo lugar en Corpus Christi, a fines de febrero, y en la cual tomamos participación solamente el señor licenciado Rafael L. Hernández, mi hermano Evaristo Madero y Hernández, y yo mismo, por una parte, y el señor Alfonso Madero y mi hermano don Francisco, por la otra.
Al provocar esa reunión, sólo nos guió un sentimiento de patriotismo, deseando cooperar con nuestro pequeño contingente para procurar que cesen y tengan un fin los graves males que sufre nUestro país con la contienda actual de hermanos contra hermanos, y que se ha desarrollado en el Estado de Chihuahua.
Tanto el señor don Alfonso Madero como el señor don Francisco Madero, quien vino de Nueva York expresamente para concurrir a la referida conferencia, manifestaron muy buena. disposición para intervenir con los directores de la revolución, a fin de que cesaran las hostilidades y depusieran las armas, solicitando una amnistía general, pero desgraciadamente el doctor Francisco Vázquez Gómez se negó desde Washington a discutir con nosotros y pretendió darnos un carácter que no hemos tenido, procurando a la vez mezclar a otras personalidades muy respetables, enteramente ajenas a estos asuntos.
No es, pues, el gobierno de México el que ha mandado comisionados a Corpus Christi para tratar de la paz, sino nosotros mismos, que formamos parte de la familia. Madero, los que hemos tenido esa pretensión por no estar de acuerdo la mayoría de todos nosotros en que se siga derramando sangre mexicana sin que haya causa o motivo para ello, pues somos los primeros en reconocer y reconocemos la legalidad de las autoridades.
Rogando a usted se sirva dar publicidad a estas líneas en su acreditado diario, queda su afectísimo y S. S.
(firmado) Ernesto Madero.
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