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EL ABANICO DE
LADY WINDERMERE
Oscar Wilde
ACTO TERCERO
Las habitaciones de Lord Darlington. Un ancho sofá frente a la chimenea, a la derecha. Al fondo, una cortina corrida sobre el balcón. Puertas a izquierda y derecha. Mesa a la derecha, con utensilios de escritorio. Mesa en el centro con sillones, vasos y botellas. Otra mesa a la izquierda, con cajas de tabacos. Las lámparas están encendidas. LADY WINDERMERE MISTRESS ERLYNNE LADY WINDERMERE MISTRESS ERLYNNE LADY WINDERMERE MISTRESS ERLYNNE LADY WINDERMERE MISTRESS ERLYNNE LADY WINDERMERE MISTRESS ERLYNNE LADY WINDERMERE MISTRESS ERLYNNE LADY WINDERMERE MISTRESS ERLYNNE LADY WINDERMERE MISTRESS ERLYNNE LADY WINDERMERE MISTRESS ERLYNNE LADY WINDERMERE MISTRESS ERLYNNE LADY WINDERMERE MISTRESS ERLYNNE LADY WINDERMERE MISTRESS ERLYNNE LADY WINDERMERE MISTRESS ERLYNNE LADY WINDERMERE MISTRESS ERLYNNE LADY WINDERMERE MISTRESS ERLYNNE LADY WINDERMERE. MISTRESS ERLYNNE LADY WINDERMERE MISTRESS ERLYNNE LADY WINDERMERE MISTRESS ERLYNNE LADY WINDERMERE MISTRESS ERLYNNE LADY WINDERMERE MISTRESS ERLYNNE LADY WINDERMERE MISTRESS ERLYNNE LADY WINDERMERE MISTRESS ERLYNNE LADY WINDERMERE MISTRESS ERLYNNE LORD AUGUSTO MISTRESS ERLYNNE DUMBY LORD WINDERMERE LORD DARLINGTON LORD WINDERMERE LORD AUGUSTO CECILIO GRAHAM LORD WINDERMERE CECILIO GRAHAM LORD DARLINGTON CECILIO GRAHAM
(En pie, junto a la chimenea).
¿Por qué no vendrá? Esta espera es horrible. Debería estar aqui. ¿Por qué no está aqui para reanimarme con sus palabras apasionadas, que siento como un fuego en mi interior? Estoy helada ..., helada como un ser sin amor. Arturo debe de haber leido ya mi carta en este momento. Si realmente le importase, habria venido en mi busca, me hubiera llevado a la fuerza. Pero no le importo. Está encadenado por esa mujer ..., fascinado por ella ..., dominado por ella. Si una muJer quiere dominar a un hombre, no tiene más que apelar simplemente a lo que haya de peor en él. Nosotras hacemos dioses de los hombres y ellos nos abandonan. Otras los embrutecen, y ellos las acarician y les guardan fidelidad. ¡Qué horrenda es la vida! ... ¡Oh! Fue una locura venir aqui, una horrible locura. Y, sin embargo, qué es peor, me pregunto: ¿estar a merced de un hombre que me ama, o ser la esposa de un hombre que en mi propia casa me deshonra? ¿Qué mujer lo sufriría, qué mujer en el mundo entero? Pero ¿me amará siempre este hombre a quien voy a entregar mi vida? ¿Qué le doy a él? Unos labios que han perdido el acento de la alegría. Unos ojos cegados por las lágrimas, unas manos frías y un corazón de hielo. No le doy nada. Debo irme. No; no puedo irme; mi carta me deja en su poder ... ¡Arturo no me volveria a admitir! ¡Carta fatal! ¡No! Lord Darlington sale de Inglaterra mañana. Me iré con él ... no me queda elección.
(Se sienta durante unos instantes. Luego se estremece y, levantándose, se envuelve en su capa)
¡No, no! Me vuelvo a casa, dejaré que Arturo haga conmigo lo que quiera. No puedo esperar aquí. Ha sido una locura venir. Debo irme inmediatamente. En cuanto a lord Darlington ..., ¡oh. aquí está! ¿Qué haré? ¿Qué puedo decirle? ¿Querrá retenerme? He oído decir que los hombres son brutales, horribles ... ¡Oh!
(Esconde el rostro en sus manos. Entra Mistress Erlynne por la izquierda).
¡Lady Windermere!
(Lady Windermere se estremece y levanta los ojos. Luego retrocede despreciativa).
Gracias a Dios que llego a tiempo. Debe usted volver inmediatamente a casa de su marido.
¿Que debo?
(Autoritariamente).
¡SI, debe usted volver! No hay un segundo que perder. Lord Darlington puede aparecer en cualquier momento.
¡No se acerque usted a mi!
¡Oh! Está usted al borde de la ruina. al borde de un precipicio espantoso. Debe usted salir de aqui inmediatamente; mi coche está esperando en la esquina. Debe usted venir conmigo y volver directamente a su casa.
(Lady Windermere se quita su capa y la tira sobre el sofa)
¿Qué hace usted?
Mistress Erlynne ..., si no hubiese usted venido aquí, hubiera yo vuelto sola. Pero ahora que la veo a usted, siento que nada en el mundo me inducirá a vivir bajo el mismo techo de lord Windermere. Me llena usted de horror. Hay algo en usted que excita mis sentimientos salvajes ..., que me enfurece. Y sé por qué está usted aquí. Mi marido la envia para que me induzca a volver y les sirva de pantalla en las relaciones, sean las que fueren que existen entre usted y él.
¡Oh! No puede usted pensar eso ... ¡No puede usted pensarlo!
Vuelva usted a mi marido, mistress Erlynne; le pertenece a usted y no a mi. Supongo que es el escándalo lo que él teme. ¡Son tan cobardes los hombres! Infringen todas las leyes del mundo y temen las murmuraciones del mundo. Pero es mejor que se prepare. Tendrá un escándalo. Tendrá el peor escándalo que ha habido en Londres hace años. Verá su nombre en los más viles periódicos y el mío en los más horrendos libelos.
¡No! ... ¡No! ...
¡Si! Lo tendrá. Si hubiese venido él mismo, hubiese yo consentido en volver a esa vida de degradación que usted y él me preparaban ... Iba a volver ...; pero quedarse él en casa y enviarla a usted como mensajera suya ... ¡Oh! ¡Es infame! ... ¡Infame! ...
Lady Windermere, es usted atrozmente injusta comnigo ..., atrozmente injusta con su marido. El no sabe que está usted aquí ..., él cree que está usted segura en su propia casa. Cree que está usted durmiendo en su propia alcoba. ¡El no ha leido la carta insensata que usted le ha escrito!
¿Que no la ha leido?
No ..., él no sabe nada.
¡Qué inocente me cree usted! ...
(Yendo hacia ella)
¡Está usted mintiéndome!
(Conteniéndose).
No miento. Le estoy diciendo a usted la verdad.
Si mi marido no ha leido mi carta, ¿cómo es que está usted aquí? ¿Quién le dijo a usted que yo habia abandonado la casa donde ha tenido usted la desvergüenza de entrar? ¿Quién le dijo a usted dónde estaba yo? Se lo dijo mi marido y la envió para que me instigase a volver.
(Cruza la escena hacia la izquierda).
Su marido no ha visto nunca esa carta. Yo ... la vi, la abrí ... y la he leido.
(Volviéndose hacia ella).
¿Que abrió usted la carta de mi marido? ¡Se ha atrevido usted a eso!
¡Atreverme! ¡Oh! Para salvarla a usted del abismo en que está a punto de caer, no hay nada en el mundo a que yo no me atreviera, nada en el mundo entero. Aqui tiene usted su carta. Su marido no la ha leido, ni la leerá nunca.
(
No debió nunca haber sido escrita.
(La rompe y tira los pedazos al fuego).
(Con un infinito desprecio en la voz y en la mirada).
¿Y cómo sé yo que esa era, después de todo, mi carta? ¿Cree usted que me puede engañar con una vulgar afiagaza?
¡Oh! ¿Por Qué no cree usted nada de lo que le digo? ¿Qué objeto piensa usted que tengo al venir aqui sino el de salvarla a usted de la ruina completa, el de salvarla de las consecuencias de un error espantoso? Esa carta que acabo de quemar era la de usted. ¡Se lo juro!
(Con lentitud).
Buen cuidado ha tenido usted en quemarla antes que la examinase yo. No puedo creerlo. ¿Cómo usted, cuya vida entera es una mentira, iba a poder decir la verdad alguna vez?
(Se sienta
(Apresuradamente
Piense usted de mi lo que quiera ...; diga contra mi lo que le parezca; pero vuelva usted, vuelva con el marido a quien usted ama.
(Con hosquedad).
¡Ya no le amo!
Le ama usted y usted sabe que él la corresponde.
El no comprende lo que es el amor. Lo comprende tan poco como usted. Pero ya veo lo que usted quiere. Seria una gran ventaja para usted hacerme volver a mi casa. ¡Dios mlo! ¡Qué vida seria entonces la mia! ¡Vivir a merced de una mujer que no tiene ni piedad ni compasión alguna, de una mujer cuyo conocimiento es infamante, cuya amistad degrada, de una mujer vil que viene a interponerse entre un marido y su mUjer!
(Con un gesto de desesperación).
¡Lady Windermere, lady Windermere, no diga usted esas cosas horribles! No sabe usted lo terribles que son, lo terribles y lo injustas. Escúcheme, ¡debe usted escucharme! Vuélvase con su marido y nada más; y le prometo que no volveré nunca a tener relación con él bajo ningún pretexto ... Que no volveré nunca a verle ... Que jamás volveré a intervenir en su vida o en la de usted. El dinero que él me dio no me lo dio por amor, sino exclusivamente por odio; no por adoración, sino por desprecio. La influencia que tengo sobre él ...
(Levantándose).
¡Ah! ¡Admite usted esa influencia!
Sí, y voy a decirle cuál es. Es el amor a usted, lady Windermere.
¿Y espera usted que crea eso?
¡Debe usted creerlo! Es la verdad. Es su amor a usted lo que le hizo someterse a mi ... ¡Oh! ¡Llámelo usted como quiera, tirania, amenazas, lo que usted escoja! Pero es su amor a usted. Su deseo de evitar a usted ... una vergüenza, sí, una vergüenza y un estigma.
¿Qué quiere usted decir? ¡Es usted una insolente! ¿Qué tengo yo que ver con usted?
(Humildemente)
Nada. Ya lo sé. Pero le digo a usted que su marido la ama ... Que nunca podrá usted volver a encontrar un amor semejante en su vida entera ... Y que si renuncia usted a él, dia llegará en que tenga usted sed de amor y no lo encuentre, en que mendigue usted amor y le sea negado ... ¡Oh, Arturo la ama a usted!
¿Arturo? ¿Y me dice, mistress Erlynne, que no hay nada entre ustedes?
¡Lady Windermere, ante el Cielo le juro que su marido es inocente de toda culpa con usted! Y yo ..., yo le digo que si hubiera podido ocurrirseme nunca que una sospecha tan monstruosa podía surgir en usted, habría preferido morir a interponerme en su vida o en la de usted. ¡Oh, si! ¡Morir gustosa!
(Se aleja del sofá
Habla usted como si tuviese corazón. Las mujeres como usted no tienen corazón. Se compran y se venden.
(Siéntase a la izquierda).
(Se estremece, con un gesto de dolor. Luego se contiene y va hacia donde está sentada Lady Windermere. Mientras habla, tiende las manos hacia ella pero sin atreverse a tocarla).
Crea usted de mi lo que quiera. Yo no merézco ni un momento de dolor. Pero ¡no eche usted a perder su bella y juvenil vida por mi culpa! Usted no sabe lo que acaso le está reservado como no salga usted inmediatamente de esta casa. No sabe usted lo que es caer en el precipicio; ser despreciada, escarnecida, abandonada, objeto de irrisión ..., ser una paria. Encontrarse las puertas cerradas, deslizarse furtivamente por atroces caminos apartados, temiendo a cada momento que le arranquen a uno la careta del rostro, y estar oyendo constantemente la risa, la horrible
risa del mundo, que es una cosa más trágica que todas las lágrimas vertidas en la tierra. No sabe usted lo que es eso. Paga una su pecado, y vuelve a pagarlo, y lo está pagando toda la vida. No debe usted conocer eso nunca. En cuanto a mi, el sufrimiento es una expiación, y en este momento he expiado todas mis faltas, cualesquiera que hayan sido; pues esta noche usted ha dado un corazón a quien no lo tenia, se lo ha dado y lo ha roto al mIsmo tiempo. Pero dejemos esto. Yo puedo haber destruido mi vida; pero no la dejaré a usted que destruya la de ustedes dos. Usted ... es simplemente una niña, y se perderia. Usted no tiene la clase de temple que permite a una mUjer volver atrás. No tiene usted tampoco el ingenio ni el valor necesarios. ¡No podria usted soportar el deshonor! ¡No! Vuelva usted, lady Windermere, con su marido, que la ama y a quien usted ama. Tiene usted un niño, lady Windermere. Vuelva usted con ese niño que, como hasta ahora, en el dolor o en la alegria, puede estar llamándola a usted.
(Lady Windermere se pone en pie)
Dios le dio a usted ese hijo. El le exige que le proporcione usted una vida hermosa, que vele por él. ¿Qué contestará usted a Dios si su vida queda arruinada por culpa de usted? Vuelva usted a su casa, lady Windermere ... ¡Su marido la ama! No se ha apartado nunca, ni por un momento, del amor que le profesa. Pero aunque él tuviera mil amores, usted debe permanecer con su hijo. Aunque fuera cruel con usted, debe usted quedarse con su hijo. Aunque la maltratase, debe usted quedarse con su hijo. Aunque la abandonase, el sitio de usted está con su hijo.
(Lady Windermere se deshace en lágrimas y esconde su cara entre las manos. Mistress Erlynne se precipita hacia ella)
¡Lady Windermere!
(Tendiéndole las manos de un modo irrefrenable, como una niña)
Lléveme a casa, sí ... Lléveme a casa ...
(Está a punto de abrazarla. Pero se contiene. Hay una expresión de alegría maravillosa en su rostro)
¡Vamos! ¿Dónde está su capa?
(
Aquí. Póngasela. ¡Vámonos inmediatamente!
(Van hacia la puerta).
¡Quieta! ¿No oye usted voces?
¡No, no! ¡No es nada!
¡Si que es! ¡Escuche! ¡Oh! ¡Es la voz de mi marido! ¡Viene hacia aqui! ¡Sálveme! ¡Oh, esto es una encerrona! Usted le ha mandado venir.
(Voces adentro).
¡Silencio! Estoy aqui para salvarla, si puedo. Pero ¡temo que sea demasiado tarde! ¡Allí!
(Señalando la cortina echada sobre el balcón).
A la primera ocasión que tenga, huya usted, ¡si es que se presenta esa ocasión!
Pero ¿y usted?
¡Oh! No se preocupe de mi. Yo lo arrostro todo.
(
(Dentro).
Es una tonteria, querido Windermere. ¡No le dejaremos!
¡Lord Augusto! ¡Entonces soy yo la que está perdida.
(Titubea un momento, luego mira a su alrededor, y viendo la puerta de la derecha, sale por ella. Entran Lord Darlington, Mister Dumby, Lord Windermere, Lord Augusto Lorton y Mister Cecilia Graham
¡Qué fastidio que nos echen del club a esta hora! No son más que las dos.
(Se deja caer en un sillón).
Empieza ahora la parte más animada de la noche.
(Bosteza y cierra los ojos).
Es usted muy amable, lord Darlington, permitiendo a Augusto que le imponga nuestra compañia; pero temo no poder estar aqui mucho rato.
(Voces dentro)
¿De veras? ¡Lo siento mucho! ¿Quiere usted un cigarro?
¡Gracias!
(Se sienta).
(A Lord Windermere).
Mi querido amigo, no sueñes en irte. Tengo que hablar contigo de una porción de cosas, todas de gran importancia, además.
(Se sienta con él junto a la mesa de la izquierda).
¡Oh! ¡Ya sabemos de qué se trata! ¡Tuppy no puede hablar más que de mistress Erlynne! Mujer listisima esa mistress Erlynne.
Bueno: ese no es asunto tuyo. ¿Verdad. Cecilio?
¡No! Y por eso me interesa. Mis propios asuntos siempre me aburren mortalmente. Prefiero los de los demás.
¿Quieren ustedes beber algo, amigos míos? Cecilio, ¿quieres un whisky con soda?