Ignacio Rodríguez GalvánEl ángel caídoy otros poemasSelección poética realizada por Omar CortésPrimera edición cibernética, agosto del 2011Captura y diseño, Chantal López y Omar CortésHaz click aquí, si deseas acceder al Catálogo General de la Biblioteca Virtual AntorchaINDICEPresentación de Chantal López y Omar Cortés.El tenebrario.A la muerte.La tumba.Eva ante el cadáver de Abel.El ángel caído.Nulidad de la vida.El buitre.Por vez primeraMusa de la verdad.Profecia de Guatimoc. PRESENTACIÓNConsiderado por quienes de literatura saben, como el más fiel representante del romanticismo en México, el hidalguense Ignacio Rodríguez Galván (1816-1842), originario del poblado de Tizayuca, tuvo una brevísima pero muy fecunda creatividad tanto como dramaturgo como poeta.Desde su arribo a la ciudad de México en 1827, a la edad de once años, tendría la fortuna de trabajar, como mozo, en la limpieza de la librería de su tío Mariano Galvan Rivera, quien alcanzaría notoriedad por editar el famosísimo Calendario de Galván. Y seria, precisamente en esa librería, en la que Ignacio lograría relacionarse con la crema y nata de las letras mexicanas de aquella época.En 1835, comenzaría su labor como escritor, iniciándose en la poesía para pasar, casi de inmediato a la novela y al género dramático. Alcanzaría temprana fama con su obra Muñoz, visitador de México, misma que se presentó con cierto éxito en 1838 en el Teatro Principal de la ciudad de México.En cuanto a su obra poética, la selección de diez poesías que aquí incluimos bajo el título El ángel caído y otros poemas, recoge a las mil maravillas la capacidad literaria de Ignacio Rodríguez Galván, quien, desgraciadamente, moriría a la temprana edad de veintiseis años, víctima del denominado vómito negro, en la ciudad de La Habana, Cuba, cuando encontrábase cumpliendo una encomienda gubernamental.En esta recopilación hemos incluido la Profecía de Guatimoc, el poema considerado, por propios y extraños, como la máxima representación poética del romanticismo mexicano.Esperamos que quien lea u hojée la presente edición cibernética, se deleite con las letras de Ignacio Rodríguez Galván.Chantal López y Omar Cortés Volver al Indice EL TENEBRARIO El templo está sombrío y silenciosocomo del hombre la última morada,y entona allá una voz grave y pausadacántico religioso.El cristiano medita prosternadoante el altar augusto del Eterno,su ferviente oración eleva tiernoya del mundo olvidado.Sobre enlutado triángulo se mirancirios que están las naves alumbrando;se van unos tras otros apagandoy al fin todos expiran.Asentado yo al pie de una coluna,allá en lo más recóndito del templo,en las luces del triángulo contemplomi vida y mi fortuna.Del tiempo asolador la mano heladadestruye mi existencia tempestosa,y en dilatada noche tenebrosaquedará sepultada.Empero joven soy y nuevos díasdel sol la lumbre abrasará mis venas;aun pasaré más gozos y más penas,y más melancolías.De mis amigos los amantes brazosaun sostendrán mi enardecido cuello;a la pura amistad pondrán el sellomás amor, nuevos lazos.Dejaré la ciudad y presurosoiré al lugar do vi la luz primera,será mi habitación una praderao un monte cavernoso.De mis padres veré la tumba fría,su losa regaré con tierno llantoy luego entonaré fúnebre cantoen la morada umbría.¿Pero adónde me arrastran mis delirios?¿Quién sabe de su vida los momentos? ...Un soplo repentino de los vientospuede apagar los cirios.Tal vez, tal vez en este instante mismode mi contemplación y mi demencia,hundiráse mi frágil existenciaen el oscuro abismo.Y en esta piedra donde estoy sentadola augusta ceremonia al acabarse,los hombres me hallarán, al retirarse,sin aliento y helado.Pero aun vivo me encuentro y anubladami vista alcanza a ver cirios ardiendo;pasa, sus blancas luces conmoviendo,el aura delicada.Así mi corazón late apacible;mas viene de pesares un torrente,lo estremece y oprime de repente,y le deja insensible.Los cirios se apagaron. Noche horrendainterpone a mi vista velo denso.¿Acaso estoy en el palacio inmensode eternidad tremenda?En mi redor fantasmas aparecen,aquí y allí vagando misteriosas;adonde estoy se acercan silenciosas,luego desaparecen.¿Así es la eternidad que nos espera,vórtice horrible de tiniebla heladaen donde el alma vaga arrebatadapor la corriente fiera?¿Y ni un rayo de luz vendrá del cielocual relámpago al triste caminante,que quisiera le alumbre un solo instantey sea su consuelo?Pensando así y vagando en la profundaterrible oscuridad, me precipito,llego al umbral ¡oh Dios! y lanzó un grito ...¡Un mar de luz me inunda!6 de mayo de 1837 Volver al Indice A LA MUERTEDe mi amigo Antonio Larrañada¿Por qué el aire surcandodilátanse del bronce los sonidosy sin cesar vibrandollegan a mis oídosprofundos y tristísimos gemidos?¿Por qué de muerte el cantoen torno de ese féretro resuena?¿Por qué el fúnebre llanto?¿Por qué la amarga pena,los cirios y el clamor que el aire llena?Te miro ante mis ojospostrado sin aliento, amigo mío,y sobre tus despojossu manto negro y friotiende la muerte con placer impío.Y en las alas de querubes,envuelta tu alma en esplendente veloy entre rosadas nubes,deja el impuro sueloy blandamente se remonta al cielo.¡Oh, quién te acompañara!Y ese mundo feliz que habitas oracontigo disfrutaray la paz seductoraque, sin turbarse, en él eterna mora.En mi patria no vierasangre correr por la ciudad y llanos,y que entre rabia fierahermanos con hermanoshasta hundirse el puñal pugnan insanos.Ni viera la perfidiade nación que, risueña, nos abraza,y bramando de envidialuego nos amenazay en su mente infernal nos despedaza.Ni viera hombres malvadosque sin temer de Dios el alto juicio,de la ambición guiadosy el deshonroso vicio,despeñan mi nación al precipicio.Ni con feroz despechola miseria, elevándose espantosa,cerrar contra su pechola humanidad quejosay devorar sus lágrimas ansiosa.Y el luto y exterminioen pos del hambre descarnada y yerta,extender su dominiosobre la tierra muertay a la peste letal abrir la puerta.Feliz, mi caro amigo,feliz mil veces tú, que ya en el mundoel dolor enemigocon brazo furibundono rompe tus entrañas iracundo.Dichoso tú, que vivesentre el gozo, la paz, la bienandanzay no cual yo, recibesde amor sin esperanzazozobras y martirios sin mudanza.Y no sientes el yugode la suerte pesar sobre tu cuello,ni el hombre es tu verdugo,ni con ansia un destellobuscas de la verdad, sin poder vello.Cuando el mundo habitabas,con la voz de amistad consoladoralas penas aliviabasde tu amigo, que ahorahundido en el pesar tu ausencia llora.Al escuchar tus cantos,do la razón brillaba y la poesía,celestiales encantosmi corazón sentíay en su mismo dolor se adormecía.Si a tu alma por venturale es permitido descender al suelo,cuando la noche oscurame traiga el desconsueloven a elevar mi pensamiento al cielo.De mi agitado sueñolas escenas de horror benigno ahuyenta;la imagen de mi dueñoen vez de ellas presentay haz que tu grata voz mi oído sienta.17 de diciembre de 1838 Volver al Indice LA TUMBA Cual brilla la esperanza seductoraen la mente del hombre sin fortuna,así entre nubes rotas de la lunaresplandece la luz.Todo es silencio y soledad ahora,el delicado viento apenas zumbay sólo me acompañan una tumbay una modesta cruz.Allí postrado, en meditar profundose engolfa mi agobiada fantasía.Y la frente me toco y la hallo fría ...Mas no mi corazón.En sueño hundido el bullicioso mundo¿yo solo en medio de la noche velo?¿Yo solo al justo, al poderoso cieloelevo mi oración?Dentro de este sepulcro helado y mudouno encontró su deseado abrigoy nadie ... ni un pariente ni un amigo,viene a rogar por él.Esta losa do estoy es el escudoque la liberta de la atroz perfidia,de la maldad, ingratitud y envidiay de una amante infiel.¿Acaso, como yo, solo en la tierra,no hallaba en su dolor consuelo alguno?Quizá amor y desprecio de consunole hicieron padecer ...Empero ya su cuerpo aquí se encierray su alma otra región ahora habita ...En tanto mi existencia se marchitade la suerte al poder.Y cuando suene lúgubre campanay ya la muerte el corazón me oprima¿habrá quien triste ante mi lecho gimaen amargo dolor?Esperar en los hombres cosa es vana;no hay quien alivie mi dolor prolijo,ni quien piadoso lleve un crucifijoal labio sin color.Y ni en la tumba solitaria abrigoencontrará mi cuerpo sepultado,que vendrá otro cadáver, y arrojadoel primero será.¿Y a su socorro no vendrá un amigo?Necio de aquel que en la amistad confía.¡Amistad! ... la que dura un solo díaes sempiterna ya!6 de noviembre de 1837 Volver al Indice EVA ANTE EL CADÁVER DE ABELMás del fruto del árbol de la ciencia del bien y el ma no comas,porque en cualquier día que comieres de él,infaliblemente morirás.GÉNESIS Por la venganza atroz de hermano impío,con los rubios cabellos desgreñadosy el cuerpo exangüe, destrozado y frío,en tierra yace Abel. Tiene clavadosen la bóveda azul del ancho cielolos sus serenos ojos apagados.Opero el corazón de amargo dueloEva su rostro con el llanto baña,hincadas las rodillas en el suelo.Suspiros dolorosos acompaña,mezclados con tristísimos gemidos,al lloro ardiente que su vista empaña.Los labios, de aflicción descoloridos,sella afanosa en los de su hijo yertobuscando de su pecho los latidos.Y lo que mira no creyendo cierto,le remueve espantada y temblorosa,convenciéndose al fin de que está muerto.Entonces conociendo su espantosa,horrenda situación, desesperadahiere su tierno pecho y faz hermosa;los cabellos se arranca desolada,revolviendo los ojos por doquieray en Abel fija luego la mirada.Eva feliz, a quien la suerte fieracondenó a presenciar en este mundoel fin del hombre por la vez primera¡cuál tu dolor sería, cuán profundoal mirar en este hombre tu hijo amadoy muerto por su hermano furibundo!Por su hermano feroz, Caín malvado,que en su corrupto, detestable senoabriga un corazón envenenado.Empero ya el Señor con voz de truenoSerás maldito -le gritó- y errantete verá el orbe, y de fatigas lleno.Sangriento siempre, siempre palpitante,el vengador cadáver de tu hermanoeternamente mirarás delante;manchada irá la fratricida manocon su inocente sangre, y afanosote esforzarás para borrarla en vano.Huyó Caín. Su corazón rabioso,de emponzoñadas sierpes combatido,jamás encontrará dulce reposo.En tanto, oh madre, ante tu bien perdidolamentas tu fatal horrenda suerte,y tú la causa de tu mal has sido.¿Por quién fue el hombre condenado a muerte?¿Quién irritó la cólera divinaque fulminó de Dios el brazo fuerte?Tú del hombre causaste la ruina,como el empuje de huracán bravíohace caer la colosal encina.De su hijo contemplando el cuerpo fríoEva inmóvil, helada de pavura,yace agobiada del pesar impío,así cual hombre que en la noche oscuramira elevarse espectro silenciosode negro bosque en la hórrida espesura.Al fin desplega el labio temblorosoy con sus voces atronando el vientohabla así con acento doloroso:Maldito aquel fatal, crudo momentoen que miré del sol la clara lumbrey de los aires respiré el aliento.De los montes ¿por qué la altiva cumbreno se desploma aniquilándome oray termina mi horrenda pesadumbre?¿Por qué el Eterno desde allá do mora,densa tiniebla y llamas derramando,no confunde la noche con la aurora?¿Por qué no el suelo se abre rebramando,y árboles, cerros y volcanes hundecon horror espantoso retemblando?¿Por qué no el trueno aterrador difunderemordimientos bárbaros en tu alma,Caín, y espanto por doquier te infunde?Nunca tu corazón halle la calma,y en el desierto amargo de la vidajamás percibas deliciosa palma.¡Oh Abel, oh prenda por mi mal perdida,tu pura sangre a Dios pide venganzacontra el feroz impío fratricida!Y yo en tanto ¡infeliz! sin esperanzade recobrarte, mísera perezcoal castigo cruel que Dios me lanza.Pero soy la culpable, y bien merezcoel horrible tormento fatigosoque en este instante sin cesar padezco.Dice, y el rostro pálido y llorosocon las manos se cubre avergonzada,yerta con el dolor duro y penoso.Y luego sobre Abel, enagenadase arrojó llena de mortal quebranto,e inmóvil, del cadáver abrazada,la cubre de la noche el negro manto.23 de mayo de 1837 Volver al Indice EL ÁNGEL CAÍDOCuando el ángel que habita fuego y penas ...¡Al arma, dijo, al arma! ...Quevedo, Cristo resucitado Del negro abismo en la región oscuraen profundo estupor y abatimientohundida yace la legión impuraque el Señor despeñó del firmamento;no tristeza, no llanto, no amarguraaparece en su rostro macilento,mas en sus ojos tétricos se advierteodio, rabia, furor, rencor de muerte.Unos en derredor la vista girany cierran con temblor la yerta mano,otros creciendo en cólera se miran,otros sonríen con desprecio insano;a calmar su despecho en vano aspiran,ocultar su dolor tratan en vano;es el rostro cual lago transparenteque descubre del fondo la corriente.En desorden se ven amontonadasrotas lanzas, corazas y crestones,tintas en roja sangre las espadas,abollados paveses, morñones,ropas en el combate desgarradas,sin astas destrozados pabellones,y agitados, convulsos los heridoslanzando de su pecho hondos gemidos.Siniestras llamas pálidas ondeande amarillenta luz iluminandolos escabrosos valles do campeanlos escuadrones del precito bando;entre el humo y azufre centelleanmeteoros de fuego y, rebramando,truenos aterradores se desatany por cumbres y abismos se dilatan.Allí lagos se ven de aguas inmundas,allí pesadamente largos ríosen las cavernas piérdense profundasy en largos bosques de árboles sombríos;espantables serpientes furibundasy canes arrabiados y bravíos,feroces tigres de mirar sangrientoinsaciables buscando el alimento.Allí desnudas peñas y zarzales,y escorpiones se miran venenosos,espinos en ardientes arenales,llanto vertido en antros cavernosos,y del centro de rudos peñascalesy tostados desiertos escabrosos,retumbando una voz se alza y se lanzagritando sin cesar: ¡No hay esperanza!Colosales fantasmas por el vientogiran sañudas, o volando pasanentre vapores de color sangrientoy en vivas llamas el espacio abrasan,y gritan con rumor y son violentocuando los aires rápidas traspasan;Ni esperanza os concede el Dios eterno.¡Ni esperanza! repite el hondo averno.Oye Satán la voz, para el semblante.Sentado estaba en encendida roca,inclinada la vista penetrante, pálidas las mejillas y la boca,enarcadas las cejas, palpitanteel ulcerado corazón, que tocael relevado pecho, do se imprime,y lo alza y lo estremece y lo comprime.Así tal vez volcanes encendidosse elevan y se abajan con violenciacuando sienten sus antros derruidosde incontrastable fuego a la inclemencia,y entre sordos recónditos bramidos,oponiéndole débil resistencia,anuncian a los hombres con pavurahorrible muerte y luenga sepultura.Con trabajo Satán tenue respira;por las huecas narices imperfetas,cual noto silbador gime y espirade encinas y peñascos en las grietas;fatigado después ronco suspiracual si rugiera, herido de saetas,irritado león allá en la internaestancia de una cóncava caverna.Como encallado barco que rechinacrujen sus duros dientes encobrados,fusca sus ojos súbita neblina,se encapotan sus párpados airados,caen en desorden a la faz cetrinalos ásperos cabellos desgreñadosy espuma arroja el labio enardecidocual jabalí cerdoso combatido.Y al compás de blasfemias y lamentos,y entre la asolación y entre el espanto,Satán alza la voz, y por los vientostronando vuela su terrible cantocontrastados así los elementos,hundiendo a la natura en el quebranto,el rayo aterrador desencadenan,y la tierra y el mar y el cielo atruenan.1Tú que Dios te proclamas soberbio,tú que Eterno y potente te nombrasy nos hundes rabioso en las sombrasque se agitan en esta mansión;no en tu efímero triunfo te goces,no en la suerte confíes injusta,aun me queda una mano robusta,2aun me queda un feroz corazón.Si tú tienes el cielo por reino,si un ejército tienes altivo,tengo yo corazón vengativoque un ultraje no olvida jamás.Y falanges de espíritus fierosque a seguirme anhelosos aspiran,y si acaso con fuerza respirangemir hacen el cielo y temblar.3Del infierno en las grutas profundasentre abismos y nieblas vivimos,y hambre y sed y dolores sufrimospor tí, odioso monarca, por tí;y tan sólo arenales ardientesy volcanes de lóbrega cumbre,y torrentes y mares de lumbre,y huracanes se miran aquí.4¿Y el esfuerzo perdemos llorando?¿Y así inertes sufrimos el yugoque imponernos a un déspota plugoen un rapto de rabia y furor?Basta ya de cobardes suspiros,basta ya de terríficas penas,destrocemos las viles cadenas,reanimemos el yerto valor.5¿No tenemos bravura y aliento?¿No tenemos un brazo terrible?Si es la hueste del cielo invencible,conquistemos la muerte siquier.Levantemos la voz de venganzaal compás de la trompa sonora.¿Lloraremos cobardes ahorasi hemos sido potentes ayer?6¡Oh, cuál rompe mi pecho la ira!Empuñemos de nuevo la lanza,el encono daráme pujanzay seré menos torpe adalid.Tempestades, venid a mi acento,y vosotros, arcángeles bravos,que a vileza tenéis ser esclavos,levantad la cabeza ¡venid!7Vuestras alas me sirvan de asiento,y de guía el horror y exterminio,y extendiendo mi duro dominioMuerte reine implacable doquier.De los orbes la grata armoníase suspenda a mi mando tirano,y una sola señal de mi manomuestras dé de mi vasto poder.8Y desplómese el cielo sin quicio,guerra se hagan los astros chocando,y la muerte risueña imperandoel infierno aniquile también.Suspendiendo yo entonces mi vuelo,adurmiéndome al ronco estallido,de los cielos el !ay! doloridomi alma fiera henchirá de placer.Suspende su cantar, porque la irallena y comprime el fatigado pecho;por la hinchada nariz el aire aspiray no siente su seno satisfecho;luego en torno de sí la vista giracombatido de rabia y de despecho,y al través de la niebla que lo ofusca,sus fuertes armas, sus arneses busca.Con firme paso y altivez se avanza,y respirando desconcierto y guerrasu brazo tiende a la nudosa lanzay, balbuciendo, en la mitad la aferra;en el aire la vibra, y con pujanzael cuento estriba fervoroso en tierrahaciendo con el golpe furibundoretemblar el abismo hasta el profundo.Rápido se compone la coraza,con desenfado y además sañudoafirma el casco brillador y embrazaluego el templado reluciente escudo;sobre él alzando la potente mazadescarga veces tres el golpe crudo;al rumor conmovióse el horizontecual si un monte chocara con un monte.De la suerte que suele presurosauna jauría de canes acercarsea la voz de la trompa sonorosadel cazador, y ufanos congregarse,así de los demonios la estruendosaturba se mira rápida juntarse,dando indicios de bélico ardimientoal oír de Satán el llamamiento.Los escuadrones de ángeles caídosllenan los campos, lomas y laderas,y de sangre los lagos corrompidosde bateles se cubren y banderas.Al combate feroz apercibidosbraman cual si bramaran roncas fieras,y las pesadas armas empuñandola señal del combate están ansiando.Satán en un veloz razonamientoenciende su valor, su enojo y brío,a la manera que el soplar del vientode las llamas aumenta el poderío.Ya en ligero agitado movimientoa surcar se preparan el vacío,ya en grito universal que el alma aterradicen con hueca voz: ¡Venganza y guerra!Al ruido y al clamor el viento mujey el sordo estruendo por los montes zumba;al peso de la gente el suelo cruje,parece que el abismo se derrumba.El rumor sube en poderoso empujea la celeste bóveda, y retumba.Asoma la su faz el Dios Eterno,y en silencio mortal se hunde el infierno.Abril de 1839 Volver al Indice NULIDAD DE LA VIDAImitación del Salmo 89 Nuestro asilo, Señor, tú siempre fuiste.Nada era el mar, la tierra y el espacio,y era ya lo infinito tu palacioy Dios eras tú ya.Formaste al hombre, y a ligero polvo,que arrebatan los vientos, le reduces.Edades tras edades reproduces,muerte tras muerte va.Son ante tí los años y los sigloscomo vigilia de la noche umbría,como soplo de viento, como el díade ayer, que ya pasó.Es el hombre torrente fugitivo,sueño veloz que la mañana trae,flor que nace a la aurora, y crece y cae,si la tarde llegó.Colocas ante tí nuestras maldades,tu faz alumbra la infamada tierra,tu cólera confunde, espanta, aterra;consume tu furor.Muere la vida cual palabra vana;ochenta años, lo más, el hombre dura.Pasan la juventud y la hermosura,no el trabajo y dolor.¿Será eterna, Señor tu ira funesta?¿La oiremos retumbar día por día? ...Borra tú de la humana fantasíalas horas del penar.Mécese el hombre en cuna de dolores,entre yerbas y espinas vive y crece;como el ave en los aires desparece,como piedra en el mar. Volver al Indice EL BUITRECanto de venganzaSuspiros brote el labio,venganzas el corazónJuan Nicasio GallegoYo que abrigo venganza insaciable,que el encono mi pecho desgarra¡cómo envidio del buitre la garracuyo oficio es herir y matar!Cuando él halla la presa que buscase encarniza con ella rabioso;si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Me engañó con fingidos halagosla mujer que adoré con ternura;no mirara, cual hoy, su hermosuraestrechada de aleve rival.Pues sobre ellos veloz me lanzaraesgrimiendo mis uñas gozoso.Si yo buitre naciera espantoso,me venganza me hiciera inmortal.Al ingrato que paga en traicionesbeneficios de cándido amigo,que le da el alimento y abrigocontra el soplo de suerte mortal,su alma negra impaciente arrancaraen su cuerpo cebándome ansioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Un infame se embriaga en el vicioy seduce a la tierna doncella,y de joven purísima y bellala convierte en espectro fatal.En el pecho del uno y la otrapico y garras hundiera afanoso.Si yo buitre naciera espantosomi venganza me hiciera inmortal.El tutor que a pupila infeliceabandona a la suerte iracunday entre tanto la herencia fecundadesparece en su mano rapaz,no sereno su robo gozara,pues sobre él me arrojara enconoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.El avaro sumerge en miseriasal hambriento infeliz que le imploray que en vano laméntase y llora;sólo cede al valioso metal.Al sonido del oro, en su pechorepasara mi garra furioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Sobre lecho mullido de plumasduerme inquieto mezquino tirano,pues en sueños divisa una manoque en el seno le vibra un puñal.Devorándolo airado me vieraal volver de su sueño horroroso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Y en los pueblos que sufren su yugoy que viles le inclinan la frente,con desprecio y furor inclementeafilara mi garra voraz.De su sangre cobarde formaradilatado torrente espumoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Cuando encima de toda la tierramar inmenso de sangre mirara,satisfecho en sus ondas nadarade este mundo infeliz dueño ya.Y en la sangre mis alas tendiendo,entre sangre tuviera reposo.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.1837 Volver al Indice POR VEZ PRIMERASi dormiero, dicam:Quando consurgam? et rursum expectabo vesperam,et replebor usque ad tenbrasJob, VII, 4 Por vez primera me abandono ciegoal insondable abismo de este mundo,y al contemplar su cóncavo profundotiembla incierto mi pie.Mil imágenes tristes y funestasse agolpan a mi mente combatida,y se presenta en ella de mi vidalo que ha de ser y fue.Nuevo sendero se abre ante mi vista.¿Qué miro en él? Desolación, espanto.En la tierra empapada con mi llantomi pie resbala ya.Hijo de Adán imploraré a mi hermanoy de mi apartaráse desdeñoso,mas del Señor un ángel luminosomi báculo será.Ya la miseria con su mano yertamis agitadas sienes acaricia,ya de los hombres la infernal maliciarompe mi corazón.Ya tendido expirando en lecho durode escarnio soy y lástima el objeto,ya entra de Heredia el pálido esqueletoen mi oscura mansión.En vida y muerte, oh vate, infeliz fuiste;si en tu existir tocaste sólo abrojos,con muertos ignorados tus despojosyo confundidos ví.Tu predijiste mi miseria cuandoen mi mano sentí tu mano ardiente;si no heredé tu numen elocuente,tu mala estrella sí.Yo sé que el hombre al opulento crimendébil acata, envilecido aplaude,y sé también que disfrazado el fraudevive en su corazón.Sé que desprecia la virtud desnuday que asentada en su falaz pupilaeternamente a la honradez vigilaastuta la traición.Mas la vida es crisol del inocente.Si en la indigencia y menosprecio vive,su galardón espléndido recibellegando al ataúd;que de Dios en la mente soberanaserá llanto y pesares su riqueza,los títulos serán de su noblezacompasión y virtud.Hijo de Dios que desvalido y pobrepasaste por la tierra descreíday en el último trance de tu vidatu lecho fue una cruz,lleva mis pasos de virtud al templo,mi tenebrosa mente al cielo encumbray mi extraviado corazón alumbracon tu divina luz.1° de noviembre de 1840 Volver al Indice MUSA DE LA VERDAD Musa de la verdad, mi labio inspira;tú nunca ceñisteel marchito laurel de la mentira;tú que desprecias la imperial diademay el regio manto pisas;tú a quien en vano clama fatigadala estrecha mente de rastrero vate,y con rápido vuelocruzas en pos de libertad sagrada,musa de la verdad, baja del cielo.Tiende el Señor desde el asiento suyosobre nuestra nación manto de duelo,y apartando la vista de este suelodice al genio del mal: ¡México es tuyo!De su caverna el monstruo se abalanzay se mece en los aires sonriendo,entusiasmado lanzade su maldita bocaalaridos de júbilo y venganza,y las tendidas alas sacudiendo,la tempestad y el huracán convoca.De entonces ¡cuánto mal! ¡Cuántos horrores!¡Cuántas discordias y rencor interno,y muertes y miserias y furoressobre nosotros abortó el infierno! ...O ya de sangre el pabellón de guerrapor el viento agitado nos salpica,o ya su curso en la infecunda tierraun reguero de sangre nos indica.¿Qué es de la ciencia en tanto? ...En sus meditacionesembebecido el sabio, en su retiroes súbito turbadopor el ronco rugir de los cañones,y de su estudio al proseguir el girosu lámpara sofocade la miseria el brazo descarnado.Newton, Bacon, Descartes, Galileo¿quién vuestra voz escuchacuando está henchido el corazón de llanto,cuando ausente el reposoel alma en la inquietud lánguida lucha?Sacrosanta poesía¿quién prestará atención a tu armonía,cuando de Homero la sonora trompano despertara nuestra mente fría? ...Colón sublime, si a la mar que un díapor vez primera te arrojaste ardiente,nuestro orgullo insolenteun navío lanzara,contra las rocas duras de la costaesa mar indignada lo estrellara.¡Colón! ¡Colón! Permite que mi labiotribute a tu virtud recuerdo tiernoy que henchido de cólera maldigade un hipócrita rey la negra saña.¡Colón! alzaste monumento eternopara tu gloria y mengua de la España.Tú a países no de antes conocidos,como arcángel de luz entre tinieblascercado aparecistede una caterva infame de bandidos.Tú, con robusto brazosometiste a tu ley el mar profundo ...¡La base de tu estatua es medio mundo,tu estatua el Chimborazo!¡Lateranos, seguid! México esperaen su naciente juventud su gloria,no engañéis su esperanza lisonjera,trabajad el laurel de su victoria.Que de este mar de crimen y miseriapasarán de ola en ola conducidosalgunos nombres al futuro tiempo,no envueltos en el velo de la infamiani en sangre enrojecidos.¡Y en tanto que yo veala estrella de mi patria en manso giroy que ya las desgracias no la oprimen,que cada acento de mi lira seapor la triste virtud hondo suspiroy anatema de muerte para el crimen! Volver al Indice PROFECIA DE GUATIMOCNo fue más que un sueño de lanoche que se disipó con la auroraSan juan CrisóstomoITras negros nubarrones asomabapálido rayo de luciente lunaténuemente blanqueando los peñascosque de Chapultepec la falda visten.Cenicientos a trechos, amarillos,o cubiertos de musgo verdinegroa trechos se miraban, y la vistade los lugares de profundas sombrascon terror y respeto se apartaba.Los corpulentos árboles ancianos,en cuya frente siglos mil reposan,sus canas venerables conmovíande viento leve al delicado soploo al aleteo de nocturno cuervo,que tal vez descendiendo en vuelo rápidorizaba con sus alas sacudidaslas cristalinas aguas de la alberca,en donde se mecía blandamentela imagen de las nubes retratadasen su luciente espejo. Las llanurasy las lejanas lomas repetíanel aullido siniestro de los loboso el balar lastimoso del cordero,o del toro el bramido prolongado.¡Oh soledad, mi bien, yo te saludo!¡Cómo se eleva el corazón del tristecuando en tu seno bienhechor su llantoconsigue derramar! Huyendo al mundome acojo a tí. Recíbeme y piadosadivierte mi dolor, templa mi pena.Alza mi corazón al infinito,el velo rasga de futuros tiempos,templa mi lira, y de los sacros vatesdame la inspiración.Nada en el mundo,nada encontré que el tedio y el disgustode vivir arrancara de mi pecho.Mi pobre madre descendió a la tumbay a mi padre infeliz dejé buscandoun lecho y pan en la piedad ajena.El sudor de mi faz y el llanto ardientemi sed templaron. Amistad sincerabusqué en los hombres, y la hallé. .. Mentira,perfidia y falsedad hallé tan sólo.Busqué el amor, y una mujer, un ángela mi' turbada vista se presentacon su rostro ofuscando a los malvadosque en torno la cercaban, y entre risasde estúpida malicia se gozaban,que en sus manos sacrílegas pensandola flor de su virtud marchitaríany de su faz las rosas ... ¡Miserables!¿Cuándo la nube tempestuosa y negrapudo apagar del sol la lumbre pura,aunque un instante la ofuscó? ¿Ni cuándosu irresistible luz el pardo buhosoportar pudo? ...Yo temblé de gozo,sonrió mi labio y se aclaró mi frente,y brillaron mis ojos, y mis brazosvacilantes buscaban el objetoque tanto me asombró ... ¡Vana esperanza!En vez de un alma ardiente cual la mía,en vez de un corazón a amar creado,aridez y frialdad encontré sólo,aridez y frialdad ¡indiferencia! ...Y mis ensueños de placer volarony la fantasma de mi dicha huyóse,y sin lumbre quedé perdido y ciego.Sin amistad y sin amor ... (La ingratade mí aparta la vista desdeñosa,y ni la luz de sus serenos ojosconcede a su amador ... En otro tiempo,en otro tiempo sonrió conmigo.)Sin amistad y sin amor, y huérfano.Es ya polvo mi padre, y ni abrazarlopude al morir. Y abandonado y soloen la tierra quedé. Mi pecho entoncesse oprimió más y más, y la poesíafue mi gozo y placer, mi único amigo.Y misteriosa soledad de entoncesmi amada fue.¡Qué dulce, qué sublimees el silencio que me cerca en torno!¡Oh cómo es grato a mi dolor el rayode moribunda luna, que halagandoestá mi yerta faz! Quizá me escuchanlas sombras venerandas de los reyesque dominaron el Anáhuac, presahoy de las aves de rapiña y lobosque ya su seno y corazón desgarran.- ¡Oh varón inmortal! ¡oh rey potente!Guatimoc valeroso y desgraciado,si quebrantar las puertas del sepulcrote es dado acaso ¡ven! Oye mi acento,contemplar quiero tu guerrera frente,quiero escuchar tu voz ...IISiento la tierragirar bajo mis pies, nieblas extrañasmi vista ofuscan y hasta el cielo suben.Silencio reina por doquier; los campos,los árboles, las aves, la natura,la natura parece agonizante.Mis miembros tiemblan, las rodillas dobloy no me atrevo a levantar la vista.¡Oh mortal miserable! tu ardimiento,tu exaltado valor es vano polvo.Caí por tierra sin aliento y mudo,y profundo estertor del hondo pechooprimido salía.De repenteparece que una mano de cadáverme aferra el brazo y me levanta ... ¡Cielos!¿Qué estoy mirando? ...- Venerable sombra,huye de mí; la sepultura cóncavatu mansión es. ¡Aparta, aparta!En vanosuplico y ruego; mas el alma míavuelve a su ser y el corazón ya late.De oro y telas cubierto y ricas piedrasun guerrero se ve. Cetro y penachode ondeantes plumas se descubre; tienepotente maza a su siniestra, y arcoy rica aljaba de sus hombros penden ...¡Qué horror! Entre las nieblas se descubrenllenas de sangre sus tostadas plantasen carbón convertidas; aun se mirabajo sus pies brillar la viva lumbre.Grillos, esposas y cadenas durasvisten su cuerpo, y acerado anillooprime su cintura; y para colmode dolor, un dogal su cuello aprieta.Reconozco, exclamé, sí, reconozcola mano de Cortés bárbaro y crudo.¡Conquistador! ¡aventurero impío!¿Así trata un guerrero a otro guerrero?¿Así un valiente a otro valiente? ... Dijey agarrar quise del monarca el manto;pero él se deslizaba y aire sólocon los dedos toqué.III- Rey del Anáhuac,noble varón, Guatimoctzín valiente,indigno soy de que tu voz me halague,indigno soy de contemplar tu frente.Huye de mí. - No tal, él me responde,y su voz parecíaque del sepulcro lóbrego salía.- Háblame, continuó, pero en la lenguadel gran Nezahualcóyotl.Bajé la frente y respondí: La ignoro.El rey gimió en su corazón. - ¡ Oh mengua,oh vergüenza! gritó. Rugó las cejasy en sus ojos brilló súbito lloro.- Pero siempre te amé, rey infelice.Maldigo a tu asesino y a la Europa,la injusta Europa que tu nombre olvida.Vuelve, vuelve a la vida,empuña luego la robusta lanza,de polo a polo sonará tu nombre,temblarán a tu voz caducos reyes,el cuello rendirán a tu pujanza,serán para ellos tus mandatos, leyes;y en México, en París, centro de orgullo,resonará la trompa de venganza.¿Qué de estos tiempos los guerreros valencabe Cortés sañudo y Alvarado(varones invencibles si crueles)y los venciste tú, sí, los vencisteen nobleza y valor, rey desdichado!- Ya mi siglo pasó. Mi pueblo todojamás elevará la oscura frentehundida ahora en asqueroso lodo.Ya mi siglo pasó. Del mar de Orientenueva familia de distinto idioma,de distintas costumbres y semblantes,en hora de dolor al puerto asoma;y asolando mi reino, nuevo reinosobre sus ruinas míseras levanta.Y cayó para siempre el mexicano,y ahora imprime en mi ciudad la plantael hijo del soberbio castellano.Ya mi siglo pasó.Su voz augustasofocada quedó con los sollozos.Hondos gemidos arrojó del seno,retemblaron sus miembros vigorosos,el dolor ofuscó su faz adustay la inclinó de abatimiento lleno.- ¿Pues las pasiones que al mortal oprimenacosan a los muertos en la tumba?¿Hasta ella el grito del rencor retumba?¿También las almas en el cielo gimen?Así hablé y respondió. - Joven audace,el atrevido pensamiento enfrena.Piensa en tí, en tu nación; mas lo infinitono será manifiestoa los ojos del hombre: así está escrito.Si el destino funestoel denso velo destrozar pudieraque la profunda eternidad te esconde,más, joven infeliz, más te valieraver a tu amante en brazos de tu amigoy ambos a dos el solapado aceroclavar en tus entrañas,y reír a tu grito lastimeroy, sin poder morir, sediento y flaco,agonizar un siglo ¡ un siglo entero!Sentí desvanecerse mi cabeza,tembló mi corazón, y mis cabelloserizados se alzaron en mi frente.Miróme con ternezadel rey la sombra y desplegando el labiode esta manera prosiguió doliente:¡Oh joven infeliz! ¡cuál tu destino,cuál es tu estrella impía! ...Buscará la verdad tu desatinosin encontrar la vía.Deseo ardiente de renombre y gloriaabrasará tu pecho,y contigo tal vez la tu memoriaexpirará en tu lecho.Amigo buscarás y amante pura,mas a la suerte plugoque halles en ella bárbara tortura,y en él feroz verdugo.Y ansia devoradorade mecerte en las olas de oceanoaumentará tu tedio, y será en vano,aunque en dolor y rabia te despeña,que el destino tiranopara siempre en tu suelo te aseguracual fijo tronco o soterrada peña.Y entre tanto a tus ojos¡qué terrífico lienzo se desplega!Llanos, montes de abrojos;el justo, que navegay de descanso al punto nunca llega.Y en palacios fastuososel infame traidor, el bandolero,holgando poderosos,vendiendo a un usurerolas lágrimas de un pueblo a vil dinero.La virtud a sus puertasgimiendo de fatiga y desaliento,tiende las manos yertaspidiendo el alimento,y halla tan sólo duro tratamiento.El asesino insanolos derechos proclama,debidos al honrado ciudadano.Y más allá rastrero cortesano,que ha vendido su honor, honor reclama.Hombre procaz, que la torpeza inflama,castidad y virtud audaz predica,y el hipócrita ateoa Dios ensalza y su poder publica.Una no firme sillamira sobre cadáveres alzada ...Ya diviso en el puertohinchadas lonas como niebla densa,ya en la playa diviso,en el aire vibrando aguda lanza,de gente extraña la legión inmensa.Al són del grito de feroz venganzalas armas crujen y el bridón relincha;oprimida rechina la cureña,bombas ardientes zumban,vaga el sordo rumor de peña en peñay hasta los montes trémulos retumban.¡Mirad! mirad por los calientes airesmares de viva lumbreque se agitan y chocan rebramando;mirad de aquella torre el alta cumbrecómo tiembla, y vacila y cruje, y cae,los soberbios palacios derrumbando.¡Escuchad, escuchad! ... Hondos gemidosarrojan los vencidos.¡Mirad los infelices por el suelo,moribundos, sus cuerpos arrastrando,y su sed ardorosaen sus propias heridas apagando!¡Oídlos en su duelomaldecir su nación, su vida, el cielo! ...Sangrienta está la tierra,sangrienta el alta sierra,sangriento el ancho mar, el hondo espacio,y del inmoble rey del claro díala faz envuelve ensangrentado velo.Nada perdona el bárbaro europeo;todo lo rompe y tala y aniquilacon brazo furibundo.Ved la doncella en torpe desaliñoabrazar a su padre moribundo.Mirad sobre el cadáver asquerosodel asesino aleve caer sin vida el inocente niño.¡Oh vano suplicar! Es dura rocael hijo del Oriente:;brotan sangre sus ojos, y a su bocalleva sangre caliente.Es su placer en fúnebres desiertoslas ciudades trocar. ¡Hazaña honrosa!Ve el sueño con desdén, si no reposasobre insepultos muertos.¡Ay pueblo desdichado!Entre tantos caudillos que te cercan¿quién a triunfar conducirá tu acero?Todos huyen cobardes, y al soldadoen las garras del pérfido extranjerodejan abandonadoclamando con acento lastimero:¿Dónde Cortés está? ¿dónde Alvarado?Ya eres esclavo de nación extraña,tus hijos son esclavos,a tu esposa arrebatan de tu seno ...¡Ay si provocas la extranjera saña! ...¿Lloras, pueblo infeliz y miserable?¿A qué sirve tu llanto?¿Qué vale tu lamento?Es tu agudo quebrantopara el hijo de Europa inaplacablesu más grato alimento.Y ni enjugar las lágrimas de un padreconcederá a tu duelo,que de la venerable cabelleraentre signos de gozole verás arrastradoal negro calabozo,do por piedad demanda muerte fiera.¡Ay, pueblo desdichado!¿Dónde Cortés está? ¿dónde Alvarado?¿Mas qué faja de luz pura y brillanteen el cielo se agita?¿Qué flamígero carro de diamantepor los aires veloz se precipita?¿Cuál extendido pabellón ondea?¿Cuál sonante clarín a la peleael generoso corazón excita?¡Temblad, estremeceos,oh reyes europeos!Basta de tanto escandaloso crimen.Ya los cetros en ascuas se convierten,los tronos en hoguerasy las coronas en serpientes fierasque rencorosas vuestro cuello oprimen.¿Qué es de París y Londres?¿Qué es de tanta soberbia y poderío?¿Qué de sus naves de riqueza llenas?¿Qué de su rabia y su furor impío?Así preguntará triste viajero.Fúnebre voz responderá tan solo:¿Qué es de Roma y Atenas?¿Ves en desiertos de África espantosos,al soplar de los vientos abrasadosqué multitud de arenasse elevan por los aires agitados,y ya truécanse en hórridos colosos,ya en bramadores mares procelosos?¡Ay de vosotros, ay, guerreros viles,que de la inglesa América y de Europa,con el vapor, o con el viento en popa,a México llegáis miles a milesy convertís el amistoso techoen palacio de sangre y de furores,y el inocente hospitalario lechoen morada de escándalo y de horrores!¡Ay de vosotros! Si pisáis altivoslas humildes arenas de este suelo,no por siempre será, que la venganzasu soplo asolador furiosa lanzay veloz las eleva por los aires,y ya las cambia en tétricos colososque en sus fornidos brazos os oprimen,ya en abrasados maresque arrasan vuestros pueblos poderosos.Que aun del caos la tierra no salíacuando a los pies del Hacedor radianteescrita estaba en sólido diamanteesta ley, que borrar nadie podría:El que del infeliz el llanto vierte,amargo llanto verterá angustiado;el que huella al endeble, será hollado;el que la muerte da, recibe muerte;y el que amasa su espléndida fortunacon sangre de la víctima llorosa,su sangre beberá si sed lo seca,sus miembros comerá si hambre lo acosa.IVBrilló en el cielo matutino rayo,de súbito cruzó rápida llama,el aire convirtióse en humo densosalpicado de brasas encendidascual rojos globos en oscuro cielo.La tierra retembló, giró tres vecesen encontradas direcciones; hondocráter abrióse ante mi planta infirmey despeñóse en él bramando un ríode sangre espesa, que espumo lagoformó en el fondo, y cuyas olas negras,agitadas subiendo, mis rodillasbañaban sin cesar. Fantasma horriblede formas colosales y abultadas,envolvió su cabeza en luengo mantoy en el profundo lago sumergióse.Ya no ví mas ...¿Dó estoy? ¿Qué lazo oprimemi garganta? ¡Piedad! Solo me encuentro ...Mi cuerpo tembloroso húmeda yerbatiene por lecho; el corazón mis manoscon fuerza aprietan, y mi rostro y cuerpotibio sudor empapa. El sol brillante,tras la sierra asomando la cabeza,mira a Chapultepec cual padre tiernocontempla al despertar a su hijo amado.Los rayos de su luz las peñas doran,los árboles sus frentes venerablesinclinan blandamente, saludandoal astro ardiente que les da la vida.Azul está el espacio, y a los montesbaña color azul, claro y oscuro.Todo respira juventud risueñay cantando los pájaros se mecenen las ligeras y volubles auras.Todo a gozar convida; pero a mi almamanto de muerte envuelve, y gota a gotasangre destila el corazón herido.Mi mente es negra cavidad sin fondoy vaga incierto el pensamiento en ellacual perdida paloma en honda gruta.¿Fue sueño o realidad? Pregunta vana ...Sueño sería, que profundo sueñoes la voraz pasión que me consume;sueño ha sido, y no más, el leve gozoque acarició mi faz; sueño el sonidode aquella voz que adormeció mis penas;sueño aquella sonrisa, aquel halago,aquel blando mirar ... Desperté súbitoy el bello Edén despareció a mis ojoscomo oleada que la mar envíay se lleva después. Sólo me restaatroz recuerdo que me aprieta el almay sin cesar el corazón me roe.Así el fugaz placer sirve tan sólopara abismar el corazón sensible,así la juventud y la hermosurasirven tan sólo de romper el senoa la cansada senectud. El hombretiene dos cosas solamente eternas:su Dios y la virtud, de Él emanada ...Yo me sentí mecido de mis padresen los amantes cariñosos brazos,y fue sueño también ... Mujer que adoro,ven otra vez a adormecer mi almay mátame después, mas no te alejes ...La amistad y el amor son mi existencia,y el amor y amistad vuelven el rostroy huyen de mí cual de cadáver frío.¡Venid, sueños, venid! y omad mi frentede beleño mortal: soñar deseo.Levantad a los muertos de sus tumbas;quiero verlos, sentir, estremecerme ...Las sensaciones mi alimento fueron,sensaciones de horror y de tristeza.Sueño sea mi paso por el mundo,hasta que nuevo sueño, dulce y grato,me presente de Dios la faz sublime.16-27 de setiembre de 1839 Volver al Indice
El ángel caídoy otros poemasSelección poética realizada por Omar CortésPrimera edición cibernética, agosto del 2011Captura y diseño, Chantal López y Omar CortésHaz click aquí, si deseas acceder al Catálogo General de la Biblioteca Virtual AntorchaINDICEPresentación de Chantal López y Omar Cortés.El tenebrario.A la muerte.La tumba.Eva ante el cadáver de Abel.El ángel caído.Nulidad de la vida.El buitre.Por vez primeraMusa de la verdad.Profecia de Guatimoc. PRESENTACIÓNConsiderado por quienes de literatura saben, como el más fiel representante del romanticismo en México, el hidalguense Ignacio Rodríguez Galván (1816-1842), originario del poblado de Tizayuca, tuvo una brevísima pero muy fecunda creatividad tanto como dramaturgo como poeta.Desde su arribo a la ciudad de México en 1827, a la edad de once años, tendría la fortuna de trabajar, como mozo, en la limpieza de la librería de su tío Mariano Galvan Rivera, quien alcanzaría notoriedad por editar el famosísimo Calendario de Galván. Y seria, precisamente en esa librería, en la que Ignacio lograría relacionarse con la crema y nata de las letras mexicanas de aquella época.En 1835, comenzaría su labor como escritor, iniciándose en la poesía para pasar, casi de inmediato a la novela y al género dramático. Alcanzaría temprana fama con su obra Muñoz, visitador de México, misma que se presentó con cierto éxito en 1838 en el Teatro Principal de la ciudad de México.En cuanto a su obra poética, la selección de diez poesías que aquí incluimos bajo el título El ángel caído y otros poemas, recoge a las mil maravillas la capacidad literaria de Ignacio Rodríguez Galván, quien, desgraciadamente, moriría a la temprana edad de veintiseis años, víctima del denominado vómito negro, en la ciudad de La Habana, Cuba, cuando encontrábase cumpliendo una encomienda gubernamental.En esta recopilación hemos incluido la Profecía de Guatimoc, el poema considerado, por propios y extraños, como la máxima representación poética del romanticismo mexicano.Esperamos que quien lea u hojée la presente edición cibernética, se deleite con las letras de Ignacio Rodríguez Galván.Chantal López y Omar Cortés Volver al Indice EL TENEBRARIO El templo está sombrío y silenciosocomo del hombre la última morada,y entona allá una voz grave y pausadacántico religioso.El cristiano medita prosternadoante el altar augusto del Eterno,su ferviente oración eleva tiernoya del mundo olvidado.Sobre enlutado triángulo se mirancirios que están las naves alumbrando;se van unos tras otros apagandoy al fin todos expiran.Asentado yo al pie de una coluna,allá en lo más recóndito del templo,en las luces del triángulo contemplomi vida y mi fortuna.Del tiempo asolador la mano heladadestruye mi existencia tempestosa,y en dilatada noche tenebrosaquedará sepultada.Empero joven soy y nuevos díasdel sol la lumbre abrasará mis venas;aun pasaré más gozos y más penas,y más melancolías.De mis amigos los amantes brazosaun sostendrán mi enardecido cuello;a la pura amistad pondrán el sellomás amor, nuevos lazos.Dejaré la ciudad y presurosoiré al lugar do vi la luz primera,será mi habitación una praderao un monte cavernoso.De mis padres veré la tumba fría,su losa regaré con tierno llantoy luego entonaré fúnebre cantoen la morada umbría.¿Pero adónde me arrastran mis delirios?¿Quién sabe de su vida los momentos? ...Un soplo repentino de los vientospuede apagar los cirios.Tal vez, tal vez en este instante mismode mi contemplación y mi demencia,hundiráse mi frágil existenciaen el oscuro abismo.Y en esta piedra donde estoy sentadola augusta ceremonia al acabarse,los hombres me hallarán, al retirarse,sin aliento y helado.Pero aun vivo me encuentro y anubladami vista alcanza a ver cirios ardiendo;pasa, sus blancas luces conmoviendo,el aura delicada.Así mi corazón late apacible;mas viene de pesares un torrente,lo estremece y oprime de repente,y le deja insensible.Los cirios se apagaron. Noche horrendainterpone a mi vista velo denso.¿Acaso estoy en el palacio inmensode eternidad tremenda?En mi redor fantasmas aparecen,aquí y allí vagando misteriosas;adonde estoy se acercan silenciosas,luego desaparecen.¿Así es la eternidad que nos espera,vórtice horrible de tiniebla heladaen donde el alma vaga arrebatadapor la corriente fiera?¿Y ni un rayo de luz vendrá del cielocual relámpago al triste caminante,que quisiera le alumbre un solo instantey sea su consuelo?Pensando así y vagando en la profundaterrible oscuridad, me precipito,llego al umbral ¡oh Dios! y lanzó un grito ...¡Un mar de luz me inunda!6 de mayo de 1837 Volver al Indice A LA MUERTEDe mi amigo Antonio Larrañada¿Por qué el aire surcandodilátanse del bronce los sonidosy sin cesar vibrandollegan a mis oídosprofundos y tristísimos gemidos?¿Por qué de muerte el cantoen torno de ese féretro resuena?¿Por qué el fúnebre llanto?¿Por qué la amarga pena,los cirios y el clamor que el aire llena?Te miro ante mis ojospostrado sin aliento, amigo mío,y sobre tus despojossu manto negro y friotiende la muerte con placer impío.Y en las alas de querubes,envuelta tu alma en esplendente veloy entre rosadas nubes,deja el impuro sueloy blandamente se remonta al cielo.¡Oh, quién te acompañara!Y ese mundo feliz que habitas oracontigo disfrutaray la paz seductoraque, sin turbarse, en él eterna mora.En mi patria no vierasangre correr por la ciudad y llanos,y que entre rabia fierahermanos con hermanoshasta hundirse el puñal pugnan insanos.Ni viera la perfidiade nación que, risueña, nos abraza,y bramando de envidialuego nos amenazay en su mente infernal nos despedaza.Ni viera hombres malvadosque sin temer de Dios el alto juicio,de la ambición guiadosy el deshonroso vicio,despeñan mi nación al precipicio.Ni con feroz despechola miseria, elevándose espantosa,cerrar contra su pechola humanidad quejosay devorar sus lágrimas ansiosa.Y el luto y exterminioen pos del hambre descarnada y yerta,extender su dominiosobre la tierra muertay a la peste letal abrir la puerta.Feliz, mi caro amigo,feliz mil veces tú, que ya en el mundoel dolor enemigocon brazo furibundono rompe tus entrañas iracundo.Dichoso tú, que vivesentre el gozo, la paz, la bienandanzay no cual yo, recibesde amor sin esperanzazozobras y martirios sin mudanza.Y no sientes el yugode la suerte pesar sobre tu cuello,ni el hombre es tu verdugo,ni con ansia un destellobuscas de la verdad, sin poder vello.Cuando el mundo habitabas,con la voz de amistad consoladoralas penas aliviabasde tu amigo, que ahorahundido en el pesar tu ausencia llora.Al escuchar tus cantos,do la razón brillaba y la poesía,celestiales encantosmi corazón sentíay en su mismo dolor se adormecía.Si a tu alma por venturale es permitido descender al suelo,cuando la noche oscurame traiga el desconsueloven a elevar mi pensamiento al cielo.De mi agitado sueñolas escenas de horror benigno ahuyenta;la imagen de mi dueñoen vez de ellas presentay haz que tu grata voz mi oído sienta.17 de diciembre de 1838 Volver al Indice LA TUMBA Cual brilla la esperanza seductoraen la mente del hombre sin fortuna,así entre nubes rotas de la lunaresplandece la luz.Todo es silencio y soledad ahora,el delicado viento apenas zumbay sólo me acompañan una tumbay una modesta cruz.Allí postrado, en meditar profundose engolfa mi agobiada fantasía.Y la frente me toco y la hallo fría ...Mas no mi corazón.En sueño hundido el bullicioso mundo¿yo solo en medio de la noche velo?¿Yo solo al justo, al poderoso cieloelevo mi oración?Dentro de este sepulcro helado y mudouno encontró su deseado abrigoy nadie ... ni un pariente ni un amigo,viene a rogar por él.Esta losa do estoy es el escudoque la liberta de la atroz perfidia,de la maldad, ingratitud y envidiay de una amante infiel.¿Acaso, como yo, solo en la tierra,no hallaba en su dolor consuelo alguno?Quizá amor y desprecio de consunole hicieron padecer ...Empero ya su cuerpo aquí se encierray su alma otra región ahora habita ...En tanto mi existencia se marchitade la suerte al poder.Y cuando suene lúgubre campanay ya la muerte el corazón me oprima¿habrá quien triste ante mi lecho gimaen amargo dolor?Esperar en los hombres cosa es vana;no hay quien alivie mi dolor prolijo,ni quien piadoso lleve un crucifijoal labio sin color.Y ni en la tumba solitaria abrigoencontrará mi cuerpo sepultado,que vendrá otro cadáver, y arrojadoel primero será.¿Y a su socorro no vendrá un amigo?Necio de aquel que en la amistad confía.¡Amistad! ... la que dura un solo díaes sempiterna ya!6 de noviembre de 1837 Volver al Indice EVA ANTE EL CADÁVER DE ABELMás del fruto del árbol de la ciencia del bien y el ma no comas,porque en cualquier día que comieres de él,infaliblemente morirás.GÉNESIS Por la venganza atroz de hermano impío,con los rubios cabellos desgreñadosy el cuerpo exangüe, destrozado y frío,en tierra yace Abel. Tiene clavadosen la bóveda azul del ancho cielolos sus serenos ojos apagados.Opero el corazón de amargo dueloEva su rostro con el llanto baña,hincadas las rodillas en el suelo.Suspiros dolorosos acompaña,mezclados con tristísimos gemidos,al lloro ardiente que su vista empaña.Los labios, de aflicción descoloridos,sella afanosa en los de su hijo yertobuscando de su pecho los latidos.Y lo que mira no creyendo cierto,le remueve espantada y temblorosa,convenciéndose al fin de que está muerto.Entonces conociendo su espantosa,horrenda situación, desesperadahiere su tierno pecho y faz hermosa;los cabellos se arranca desolada,revolviendo los ojos por doquieray en Abel fija luego la mirada.Eva feliz, a quien la suerte fieracondenó a presenciar en este mundoel fin del hombre por la vez primera¡cuál tu dolor sería, cuán profundoal mirar en este hombre tu hijo amadoy muerto por su hermano furibundo!Por su hermano feroz, Caín malvado,que en su corrupto, detestable senoabriga un corazón envenenado.Empero ya el Señor con voz de truenoSerás maldito -le gritó- y errantete verá el orbe, y de fatigas lleno.Sangriento siempre, siempre palpitante,el vengador cadáver de tu hermanoeternamente mirarás delante;manchada irá la fratricida manocon su inocente sangre, y afanosote esforzarás para borrarla en vano.Huyó Caín. Su corazón rabioso,de emponzoñadas sierpes combatido,jamás encontrará dulce reposo.En tanto, oh madre, ante tu bien perdidolamentas tu fatal horrenda suerte,y tú la causa de tu mal has sido.¿Por quién fue el hombre condenado a muerte?¿Quién irritó la cólera divinaque fulminó de Dios el brazo fuerte?Tú del hombre causaste la ruina,como el empuje de huracán bravíohace caer la colosal encina.De su hijo contemplando el cuerpo fríoEva inmóvil, helada de pavura,yace agobiada del pesar impío,así cual hombre que en la noche oscuramira elevarse espectro silenciosode negro bosque en la hórrida espesura.Al fin desplega el labio temblorosoy con sus voces atronando el vientohabla así con acento doloroso:Maldito aquel fatal, crudo momentoen que miré del sol la clara lumbrey de los aires respiré el aliento.De los montes ¿por qué la altiva cumbreno se desploma aniquilándome oray termina mi horrenda pesadumbre?¿Por qué el Eterno desde allá do mora,densa tiniebla y llamas derramando,no confunde la noche con la aurora?¿Por qué no el suelo se abre rebramando,y árboles, cerros y volcanes hundecon horror espantoso retemblando?¿Por qué no el trueno aterrador difunderemordimientos bárbaros en tu alma,Caín, y espanto por doquier te infunde?Nunca tu corazón halle la calma,y en el desierto amargo de la vidajamás percibas deliciosa palma.¡Oh Abel, oh prenda por mi mal perdida,tu pura sangre a Dios pide venganzacontra el feroz impío fratricida!Y yo en tanto ¡infeliz! sin esperanzade recobrarte, mísera perezcoal castigo cruel que Dios me lanza.Pero soy la culpable, y bien merezcoel horrible tormento fatigosoque en este instante sin cesar padezco.Dice, y el rostro pálido y llorosocon las manos se cubre avergonzada,yerta con el dolor duro y penoso.Y luego sobre Abel, enagenadase arrojó llena de mortal quebranto,e inmóvil, del cadáver abrazada,la cubre de la noche el negro manto.23 de mayo de 1837 Volver al Indice EL ÁNGEL CAÍDOCuando el ángel que habita fuego y penas ...¡Al arma, dijo, al arma! ...Quevedo, Cristo resucitado Del negro abismo en la región oscuraen profundo estupor y abatimientohundida yace la legión impuraque el Señor despeñó del firmamento;no tristeza, no llanto, no amarguraaparece en su rostro macilento,mas en sus ojos tétricos se advierteodio, rabia, furor, rencor de muerte.Unos en derredor la vista girany cierran con temblor la yerta mano,otros creciendo en cólera se miran,otros sonríen con desprecio insano;a calmar su despecho en vano aspiran,ocultar su dolor tratan en vano;es el rostro cual lago transparenteque descubre del fondo la corriente.En desorden se ven amontonadasrotas lanzas, corazas y crestones,tintas en roja sangre las espadas,abollados paveses, morñones,ropas en el combate desgarradas,sin astas destrozados pabellones,y agitados, convulsos los heridoslanzando de su pecho hondos gemidos.Siniestras llamas pálidas ondeande amarillenta luz iluminandolos escabrosos valles do campeanlos escuadrones del precito bando;entre el humo y azufre centelleanmeteoros de fuego y, rebramando,truenos aterradores se desatany por cumbres y abismos se dilatan.Allí lagos se ven de aguas inmundas,allí pesadamente largos ríosen las cavernas piérdense profundasy en largos bosques de árboles sombríos;espantables serpientes furibundasy canes arrabiados y bravíos,feroces tigres de mirar sangrientoinsaciables buscando el alimento.Allí desnudas peñas y zarzales,y escorpiones se miran venenosos,espinos en ardientes arenales,llanto vertido en antros cavernosos,y del centro de rudos peñascalesy tostados desiertos escabrosos,retumbando una voz se alza y se lanzagritando sin cesar: ¡No hay esperanza!Colosales fantasmas por el vientogiran sañudas, o volando pasanentre vapores de color sangrientoy en vivas llamas el espacio abrasan,y gritan con rumor y son violentocuando los aires rápidas traspasan;Ni esperanza os concede el Dios eterno.¡Ni esperanza! repite el hondo averno.Oye Satán la voz, para el semblante.Sentado estaba en encendida roca,inclinada la vista penetrante, pálidas las mejillas y la boca,enarcadas las cejas, palpitanteel ulcerado corazón, que tocael relevado pecho, do se imprime,y lo alza y lo estremece y lo comprime.Así tal vez volcanes encendidosse elevan y se abajan con violenciacuando sienten sus antros derruidosde incontrastable fuego a la inclemencia,y entre sordos recónditos bramidos,oponiéndole débil resistencia,anuncian a los hombres con pavurahorrible muerte y luenga sepultura.Con trabajo Satán tenue respira;por las huecas narices imperfetas,cual noto silbador gime y espirade encinas y peñascos en las grietas;fatigado después ronco suspiracual si rugiera, herido de saetas,irritado león allá en la internaestancia de una cóncava caverna.Como encallado barco que rechinacrujen sus duros dientes encobrados,fusca sus ojos súbita neblina,se encapotan sus párpados airados,caen en desorden a la faz cetrinalos ásperos cabellos desgreñadosy espuma arroja el labio enardecidocual jabalí cerdoso combatido.Y al compás de blasfemias y lamentos,y entre la asolación y entre el espanto,Satán alza la voz, y por los vientostronando vuela su terrible cantocontrastados así los elementos,hundiendo a la natura en el quebranto,el rayo aterrador desencadenan,y la tierra y el mar y el cielo atruenan.1Tú que Dios te proclamas soberbio,tú que Eterno y potente te nombrasy nos hundes rabioso en las sombrasque se agitan en esta mansión;no en tu efímero triunfo te goces,no en la suerte confíes injusta,aun me queda una mano robusta,2aun me queda un feroz corazón.Si tú tienes el cielo por reino,si un ejército tienes altivo,tengo yo corazón vengativoque un ultraje no olvida jamás.Y falanges de espíritus fierosque a seguirme anhelosos aspiran,y si acaso con fuerza respirangemir hacen el cielo y temblar.3Del infierno en las grutas profundasentre abismos y nieblas vivimos,y hambre y sed y dolores sufrimospor tí, odioso monarca, por tí;y tan sólo arenales ardientesy volcanes de lóbrega cumbre,y torrentes y mares de lumbre,y huracanes se miran aquí.4¿Y el esfuerzo perdemos llorando?¿Y así inertes sufrimos el yugoque imponernos a un déspota plugoen un rapto de rabia y furor?Basta ya de cobardes suspiros,basta ya de terríficas penas,destrocemos las viles cadenas,reanimemos el yerto valor.5¿No tenemos bravura y aliento?¿No tenemos un brazo terrible?Si es la hueste del cielo invencible,conquistemos la muerte siquier.Levantemos la voz de venganzaal compás de la trompa sonora.¿Lloraremos cobardes ahorasi hemos sido potentes ayer?6¡Oh, cuál rompe mi pecho la ira!Empuñemos de nuevo la lanza,el encono daráme pujanzay seré menos torpe adalid.Tempestades, venid a mi acento,y vosotros, arcángeles bravos,que a vileza tenéis ser esclavos,levantad la cabeza ¡venid!7Vuestras alas me sirvan de asiento,y de guía el horror y exterminio,y extendiendo mi duro dominioMuerte reine implacable doquier.De los orbes la grata armoníase suspenda a mi mando tirano,y una sola señal de mi manomuestras dé de mi vasto poder.8Y desplómese el cielo sin quicio,guerra se hagan los astros chocando,y la muerte risueña imperandoel infierno aniquile también.Suspendiendo yo entonces mi vuelo,adurmiéndome al ronco estallido,de los cielos el !ay! doloridomi alma fiera henchirá de placer.Suspende su cantar, porque la irallena y comprime el fatigado pecho;por la hinchada nariz el aire aspiray no siente su seno satisfecho;luego en torno de sí la vista giracombatido de rabia y de despecho,y al través de la niebla que lo ofusca,sus fuertes armas, sus arneses busca.Con firme paso y altivez se avanza,y respirando desconcierto y guerrasu brazo tiende a la nudosa lanzay, balbuciendo, en la mitad la aferra;en el aire la vibra, y con pujanzael cuento estriba fervoroso en tierrahaciendo con el golpe furibundoretemblar el abismo hasta el profundo.Rápido se compone la coraza,con desenfado y además sañudoafirma el casco brillador y embrazaluego el templado reluciente escudo;sobre él alzando la potente mazadescarga veces tres el golpe crudo;al rumor conmovióse el horizontecual si un monte chocara con un monte.De la suerte que suele presurosauna jauría de canes acercarsea la voz de la trompa sonorosadel cazador, y ufanos congregarse,así de los demonios la estruendosaturba se mira rápida juntarse,dando indicios de bélico ardimientoal oír de Satán el llamamiento.Los escuadrones de ángeles caídosllenan los campos, lomas y laderas,y de sangre los lagos corrompidosde bateles se cubren y banderas.Al combate feroz apercibidosbraman cual si bramaran roncas fieras,y las pesadas armas empuñandola señal del combate están ansiando.Satán en un veloz razonamientoenciende su valor, su enojo y brío,a la manera que el soplar del vientode las llamas aumenta el poderío.Ya en ligero agitado movimientoa surcar se preparan el vacío,ya en grito universal que el alma aterradicen con hueca voz: ¡Venganza y guerra!Al ruido y al clamor el viento mujey el sordo estruendo por los montes zumba;al peso de la gente el suelo cruje,parece que el abismo se derrumba.El rumor sube en poderoso empujea la celeste bóveda, y retumba.Asoma la su faz el Dios Eterno,y en silencio mortal se hunde el infierno.Abril de 1839 Volver al Indice NULIDAD DE LA VIDAImitación del Salmo 89 Nuestro asilo, Señor, tú siempre fuiste.Nada era el mar, la tierra y el espacio,y era ya lo infinito tu palacioy Dios eras tú ya.Formaste al hombre, y a ligero polvo,que arrebatan los vientos, le reduces.Edades tras edades reproduces,muerte tras muerte va.Son ante tí los años y los sigloscomo vigilia de la noche umbría,como soplo de viento, como el díade ayer, que ya pasó.Es el hombre torrente fugitivo,sueño veloz que la mañana trae,flor que nace a la aurora, y crece y cae,si la tarde llegó.Colocas ante tí nuestras maldades,tu faz alumbra la infamada tierra,tu cólera confunde, espanta, aterra;consume tu furor.Muere la vida cual palabra vana;ochenta años, lo más, el hombre dura.Pasan la juventud y la hermosura,no el trabajo y dolor.¿Será eterna, Señor tu ira funesta?¿La oiremos retumbar día por día? ...Borra tú de la humana fantasíalas horas del penar.Mécese el hombre en cuna de dolores,entre yerbas y espinas vive y crece;como el ave en los aires desparece,como piedra en el mar. Volver al Indice EL BUITRECanto de venganzaSuspiros brote el labio,venganzas el corazónJuan Nicasio GallegoYo que abrigo venganza insaciable,que el encono mi pecho desgarra¡cómo envidio del buitre la garracuyo oficio es herir y matar!Cuando él halla la presa que buscase encarniza con ella rabioso;si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Me engañó con fingidos halagosla mujer que adoré con ternura;no mirara, cual hoy, su hermosuraestrechada de aleve rival.Pues sobre ellos veloz me lanzaraesgrimiendo mis uñas gozoso.Si yo buitre naciera espantoso,me venganza me hiciera inmortal.Al ingrato que paga en traicionesbeneficios de cándido amigo,que le da el alimento y abrigocontra el soplo de suerte mortal,su alma negra impaciente arrancaraen su cuerpo cebándome ansioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Un infame se embriaga en el vicioy seduce a la tierna doncella,y de joven purísima y bellala convierte en espectro fatal.En el pecho del uno y la otrapico y garras hundiera afanoso.Si yo buitre naciera espantosomi venganza me hiciera inmortal.El tutor que a pupila infeliceabandona a la suerte iracunday entre tanto la herencia fecundadesparece en su mano rapaz,no sereno su robo gozara,pues sobre él me arrojara enconoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.El avaro sumerge en miseriasal hambriento infeliz que le imploray que en vano laméntase y llora;sólo cede al valioso metal.Al sonido del oro, en su pechorepasara mi garra furioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Sobre lecho mullido de plumasduerme inquieto mezquino tirano,pues en sueños divisa una manoque en el seno le vibra un puñal.Devorándolo airado me vieraal volver de su sueño horroroso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Y en los pueblos que sufren su yugoy que viles le inclinan la frente,con desprecio y furor inclementeafilara mi garra voraz.De su sangre cobarde formaradilatado torrente espumoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Cuando encima de toda la tierramar inmenso de sangre mirara,satisfecho en sus ondas nadarade este mundo infeliz dueño ya.Y en la sangre mis alas tendiendo,entre sangre tuviera reposo.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.1837 Volver al Indice POR VEZ PRIMERASi dormiero, dicam:Quando consurgam? et rursum expectabo vesperam,et replebor usque ad tenbrasJob, VII, 4 Por vez primera me abandono ciegoal insondable abismo de este mundo,y al contemplar su cóncavo profundotiembla incierto mi pie.Mil imágenes tristes y funestasse agolpan a mi mente combatida,y se presenta en ella de mi vidalo que ha de ser y fue.Nuevo sendero se abre ante mi vista.¿Qué miro en él? Desolación, espanto.En la tierra empapada con mi llantomi pie resbala ya.Hijo de Adán imploraré a mi hermanoy de mi apartaráse desdeñoso,mas del Señor un ángel luminosomi báculo será.Ya la miseria con su mano yertamis agitadas sienes acaricia,ya de los hombres la infernal maliciarompe mi corazón.Ya tendido expirando en lecho durode escarnio soy y lástima el objeto,ya entra de Heredia el pálido esqueletoen mi oscura mansión.En vida y muerte, oh vate, infeliz fuiste;si en tu existir tocaste sólo abrojos,con muertos ignorados tus despojosyo confundidos ví.Tu predijiste mi miseria cuandoen mi mano sentí tu mano ardiente;si no heredé tu numen elocuente,tu mala estrella sí.Yo sé que el hombre al opulento crimendébil acata, envilecido aplaude,y sé también que disfrazado el fraudevive en su corazón.Sé que desprecia la virtud desnuday que asentada en su falaz pupilaeternamente a la honradez vigilaastuta la traición.Mas la vida es crisol del inocente.Si en la indigencia y menosprecio vive,su galardón espléndido recibellegando al ataúd;que de Dios en la mente soberanaserá llanto y pesares su riqueza,los títulos serán de su noblezacompasión y virtud.Hijo de Dios que desvalido y pobrepasaste por la tierra descreíday en el último trance de tu vidatu lecho fue una cruz,lleva mis pasos de virtud al templo,mi tenebrosa mente al cielo encumbray mi extraviado corazón alumbracon tu divina luz.1° de noviembre de 1840 Volver al Indice MUSA DE LA VERDAD Musa de la verdad, mi labio inspira;tú nunca ceñisteel marchito laurel de la mentira;tú que desprecias la imperial diademay el regio manto pisas;tú a quien en vano clama fatigadala estrecha mente de rastrero vate,y con rápido vuelocruzas en pos de libertad sagrada,musa de la verdad, baja del cielo.Tiende el Señor desde el asiento suyosobre nuestra nación manto de duelo,y apartando la vista de este suelodice al genio del mal: ¡México es tuyo!De su caverna el monstruo se abalanzay se mece en los aires sonriendo,entusiasmado lanzade su maldita bocaalaridos de júbilo y venganza,y las tendidas alas sacudiendo,la tempestad y el huracán convoca.De entonces ¡cuánto mal! ¡Cuántos horrores!¡Cuántas discordias y rencor interno,y muertes y miserias y furoressobre nosotros abortó el infierno! ...O ya de sangre el pabellón de guerrapor el viento agitado nos salpica,o ya su curso en la infecunda tierraun reguero de sangre nos indica.¿Qué es de la ciencia en tanto? ...En sus meditacionesembebecido el sabio, en su retiroes súbito turbadopor el ronco rugir de los cañones,y de su estudio al proseguir el girosu lámpara sofocade la miseria el brazo descarnado.Newton, Bacon, Descartes, Galileo¿quién vuestra voz escuchacuando está henchido el corazón de llanto,cuando ausente el reposoel alma en la inquietud lánguida lucha?Sacrosanta poesía¿quién prestará atención a tu armonía,cuando de Homero la sonora trompano despertara nuestra mente fría? ...Colón sublime, si a la mar que un díapor vez primera te arrojaste ardiente,nuestro orgullo insolenteun navío lanzara,contra las rocas duras de la costaesa mar indignada lo estrellara.¡Colón! ¡Colón! Permite que mi labiotribute a tu virtud recuerdo tiernoy que henchido de cólera maldigade un hipócrita rey la negra saña.¡Colón! alzaste monumento eternopara tu gloria y mengua de la España.Tú a países no de antes conocidos,como arcángel de luz entre tinieblascercado aparecistede una caterva infame de bandidos.Tú, con robusto brazosometiste a tu ley el mar profundo ...¡La base de tu estatua es medio mundo,tu estatua el Chimborazo!¡Lateranos, seguid! México esperaen su naciente juventud su gloria,no engañéis su esperanza lisonjera,trabajad el laurel de su victoria.Que de este mar de crimen y miseriapasarán de ola en ola conducidosalgunos nombres al futuro tiempo,no envueltos en el velo de la infamiani en sangre enrojecidos.¡Y en tanto que yo veala estrella de mi patria en manso giroy que ya las desgracias no la oprimen,que cada acento de mi lira seapor la triste virtud hondo suspiroy anatema de muerte para el crimen! Volver al Indice PROFECIA DE GUATIMOCNo fue más que un sueño de lanoche que se disipó con la auroraSan juan CrisóstomoITras negros nubarrones asomabapálido rayo de luciente lunaténuemente blanqueando los peñascosque de Chapultepec la falda visten.Cenicientos a trechos, amarillos,o cubiertos de musgo verdinegroa trechos se miraban, y la vistade los lugares de profundas sombrascon terror y respeto se apartaba.Los corpulentos árboles ancianos,en cuya frente siglos mil reposan,sus canas venerables conmovíande viento leve al delicado soploo al aleteo de nocturno cuervo,que tal vez descendiendo en vuelo rápidorizaba con sus alas sacudidaslas cristalinas aguas de la alberca,en donde se mecía blandamentela imagen de las nubes retratadasen su luciente espejo. Las llanurasy las lejanas lomas repetíanel aullido siniestro de los loboso el balar lastimoso del cordero,o del toro el bramido prolongado.¡Oh soledad, mi bien, yo te saludo!¡Cómo se eleva el corazón del tristecuando en tu seno bienhechor su llantoconsigue derramar! Huyendo al mundome acojo a tí. Recíbeme y piadosadivierte mi dolor, templa mi pena.Alza mi corazón al infinito,el velo rasga de futuros tiempos,templa mi lira, y de los sacros vatesdame la inspiración.Nada en el mundo,nada encontré que el tedio y el disgustode vivir arrancara de mi pecho.Mi pobre madre descendió a la tumbay a mi padre infeliz dejé buscandoun lecho y pan en la piedad ajena.El sudor de mi faz y el llanto ardientemi sed templaron. Amistad sincerabusqué en los hombres, y la hallé. .. Mentira,perfidia y falsedad hallé tan sólo.Busqué el amor, y una mujer, un ángela mi' turbada vista se presentacon su rostro ofuscando a los malvadosque en torno la cercaban, y entre risasde estúpida malicia se gozaban,que en sus manos sacrílegas pensandola flor de su virtud marchitaríany de su faz las rosas ... ¡Miserables!¿Cuándo la nube tempestuosa y negrapudo apagar del sol la lumbre pura,aunque un instante la ofuscó? ¿Ni cuándosu irresistible luz el pardo buhosoportar pudo? ...Yo temblé de gozo,sonrió mi labio y se aclaró mi frente,y brillaron mis ojos, y mis brazosvacilantes buscaban el objetoque tanto me asombró ... ¡Vana esperanza!En vez de un alma ardiente cual la mía,en vez de un corazón a amar creado,aridez y frialdad encontré sólo,aridez y frialdad ¡indiferencia! ...Y mis ensueños de placer volarony la fantasma de mi dicha huyóse,y sin lumbre quedé perdido y ciego.Sin amistad y sin amor ... (La ingratade mí aparta la vista desdeñosa,y ni la luz de sus serenos ojosconcede a su amador ... En otro tiempo,en otro tiempo sonrió conmigo.)Sin amistad y sin amor, y huérfano.Es ya polvo mi padre, y ni abrazarlopude al morir. Y abandonado y soloen la tierra quedé. Mi pecho entoncesse oprimió más y más, y la poesíafue mi gozo y placer, mi único amigo.Y misteriosa soledad de entoncesmi amada fue.¡Qué dulce, qué sublimees el silencio que me cerca en torno!¡Oh cómo es grato a mi dolor el rayode moribunda luna, que halagandoestá mi yerta faz! Quizá me escuchanlas sombras venerandas de los reyesque dominaron el Anáhuac, presahoy de las aves de rapiña y lobosque ya su seno y corazón desgarran.- ¡Oh varón inmortal! ¡oh rey potente!Guatimoc valeroso y desgraciado,si quebrantar las puertas del sepulcrote es dado acaso ¡ven! Oye mi acento,contemplar quiero tu guerrera frente,quiero escuchar tu voz ...IISiento la tierragirar bajo mis pies, nieblas extrañasmi vista ofuscan y hasta el cielo suben.Silencio reina por doquier; los campos,los árboles, las aves, la natura,la natura parece agonizante.Mis miembros tiemblan, las rodillas dobloy no me atrevo a levantar la vista.¡Oh mortal miserable! tu ardimiento,tu exaltado valor es vano polvo.Caí por tierra sin aliento y mudo,y profundo estertor del hondo pechooprimido salía.De repenteparece que una mano de cadáverme aferra el brazo y me levanta ... ¡Cielos!¿Qué estoy mirando? ...- Venerable sombra,huye de mí; la sepultura cóncavatu mansión es. ¡Aparta, aparta!En vanosuplico y ruego; mas el alma míavuelve a su ser y el corazón ya late.De oro y telas cubierto y ricas piedrasun guerrero se ve. Cetro y penachode ondeantes plumas se descubre; tienepotente maza a su siniestra, y arcoy rica aljaba de sus hombros penden ...¡Qué horror! Entre las nieblas se descubrenllenas de sangre sus tostadas plantasen carbón convertidas; aun se mirabajo sus pies brillar la viva lumbre.Grillos, esposas y cadenas durasvisten su cuerpo, y acerado anillooprime su cintura; y para colmode dolor, un dogal su cuello aprieta.Reconozco, exclamé, sí, reconozcola mano de Cortés bárbaro y crudo.¡Conquistador! ¡aventurero impío!¿Así trata un guerrero a otro guerrero?¿Así un valiente a otro valiente? ... Dijey agarrar quise del monarca el manto;pero él se deslizaba y aire sólocon los dedos toqué.III- Rey del Anáhuac,noble varón, Guatimoctzín valiente,indigno soy de que tu voz me halague,indigno soy de contemplar tu frente.Huye de mí. - No tal, él me responde,y su voz parecíaque del sepulcro lóbrego salía.- Háblame, continuó, pero en la lenguadel gran Nezahualcóyotl.Bajé la frente y respondí: La ignoro.El rey gimió en su corazón. - ¡ Oh mengua,oh vergüenza! gritó. Rugó las cejasy en sus ojos brilló súbito lloro.- Pero siempre te amé, rey infelice.Maldigo a tu asesino y a la Europa,la injusta Europa que tu nombre olvida.Vuelve, vuelve a la vida,empuña luego la robusta lanza,de polo a polo sonará tu nombre,temblarán a tu voz caducos reyes,el cuello rendirán a tu pujanza,serán para ellos tus mandatos, leyes;y en México, en París, centro de orgullo,resonará la trompa de venganza.¿Qué de estos tiempos los guerreros valencabe Cortés sañudo y Alvarado(varones invencibles si crueles)y los venciste tú, sí, los vencisteen nobleza y valor, rey desdichado!- Ya mi siglo pasó. Mi pueblo todojamás elevará la oscura frentehundida ahora en asqueroso lodo.Ya mi siglo pasó. Del mar de Orientenueva familia de distinto idioma,de distintas costumbres y semblantes,en hora de dolor al puerto asoma;y asolando mi reino, nuevo reinosobre sus ruinas míseras levanta.Y cayó para siempre el mexicano,y ahora imprime en mi ciudad la plantael hijo del soberbio castellano.Ya mi siglo pasó.Su voz augustasofocada quedó con los sollozos.Hondos gemidos arrojó del seno,retemblaron sus miembros vigorosos,el dolor ofuscó su faz adustay la inclinó de abatimiento lleno.- ¿Pues las pasiones que al mortal oprimenacosan a los muertos en la tumba?¿Hasta ella el grito del rencor retumba?¿También las almas en el cielo gimen?Así hablé y respondió. - Joven audace,el atrevido pensamiento enfrena.Piensa en tí, en tu nación; mas lo infinitono será manifiestoa los ojos del hombre: así está escrito.Si el destino funestoel denso velo destrozar pudieraque la profunda eternidad te esconde,más, joven infeliz, más te valieraver a tu amante en brazos de tu amigoy ambos a dos el solapado aceroclavar en tus entrañas,y reír a tu grito lastimeroy, sin poder morir, sediento y flaco,agonizar un siglo ¡ un siglo entero!Sentí desvanecerse mi cabeza,tembló mi corazón, y mis cabelloserizados se alzaron en mi frente.Miróme con ternezadel rey la sombra y desplegando el labiode esta manera prosiguió doliente:¡Oh joven infeliz! ¡cuál tu destino,cuál es tu estrella impía! ...Buscará la verdad tu desatinosin encontrar la vía.Deseo ardiente de renombre y gloriaabrasará tu pecho,y contigo tal vez la tu memoriaexpirará en tu lecho.Amigo buscarás y amante pura,mas a la suerte plugoque halles en ella bárbara tortura,y en él feroz verdugo.Y ansia devoradorade mecerte en las olas de oceanoaumentará tu tedio, y será en vano,aunque en dolor y rabia te despeña,que el destino tiranopara siempre en tu suelo te aseguracual fijo tronco o soterrada peña.Y entre tanto a tus ojos¡qué terrífico lienzo se desplega!Llanos, montes de abrojos;el justo, que navegay de descanso al punto nunca llega.Y en palacios fastuososel infame traidor, el bandolero,holgando poderosos,vendiendo a un usurerolas lágrimas de un pueblo a vil dinero.La virtud a sus puertasgimiendo de fatiga y desaliento,tiende las manos yertaspidiendo el alimento,y halla tan sólo duro tratamiento.El asesino insanolos derechos proclama,debidos al honrado ciudadano.Y más allá rastrero cortesano,que ha vendido su honor, honor reclama.Hombre procaz, que la torpeza inflama,castidad y virtud audaz predica,y el hipócrita ateoa Dios ensalza y su poder publica.Una no firme sillamira sobre cadáveres alzada ...Ya diviso en el puertohinchadas lonas como niebla densa,ya en la playa diviso,en el aire vibrando aguda lanza,de gente extraña la legión inmensa.Al són del grito de feroz venganzalas armas crujen y el bridón relincha;oprimida rechina la cureña,bombas ardientes zumban,vaga el sordo rumor de peña en peñay hasta los montes trémulos retumban.¡Mirad! mirad por los calientes airesmares de viva lumbreque se agitan y chocan rebramando;mirad de aquella torre el alta cumbrecómo tiembla, y vacila y cruje, y cae,los soberbios palacios derrumbando.¡Escuchad, escuchad! ... Hondos gemidosarrojan los vencidos.¡Mirad los infelices por el suelo,moribundos, sus cuerpos arrastrando,y su sed ardorosaen sus propias heridas apagando!¡Oídlos en su duelomaldecir su nación, su vida, el cielo! ...Sangrienta está la tierra,sangrienta el alta sierra,sangriento el ancho mar, el hondo espacio,y del inmoble rey del claro díala faz envuelve ensangrentado velo.Nada perdona el bárbaro europeo;todo lo rompe y tala y aniquilacon brazo furibundo.Ved la doncella en torpe desaliñoabrazar a su padre moribundo.Mirad sobre el cadáver asquerosodel asesino aleve caer sin vida el inocente niño.¡Oh vano suplicar! Es dura rocael hijo del Oriente:;brotan sangre sus ojos, y a su bocalleva sangre caliente.Es su placer en fúnebres desiertoslas ciudades trocar. ¡Hazaña honrosa!Ve el sueño con desdén, si no reposasobre insepultos muertos.¡Ay pueblo desdichado!Entre tantos caudillos que te cercan¿quién a triunfar conducirá tu acero?Todos huyen cobardes, y al soldadoen las garras del pérfido extranjerodejan abandonadoclamando con acento lastimero:¿Dónde Cortés está? ¿dónde Alvarado?Ya eres esclavo de nación extraña,tus hijos son esclavos,a tu esposa arrebatan de tu seno ...¡Ay si provocas la extranjera saña! ...¿Lloras, pueblo infeliz y miserable?¿A qué sirve tu llanto?¿Qué vale tu lamento?Es tu agudo quebrantopara el hijo de Europa inaplacablesu más grato alimento.Y ni enjugar las lágrimas de un padreconcederá a tu duelo,que de la venerable cabelleraentre signos de gozole verás arrastradoal negro calabozo,do por piedad demanda muerte fiera.¡Ay, pueblo desdichado!¿Dónde Cortés está? ¿dónde Alvarado?¿Mas qué faja de luz pura y brillanteen el cielo se agita?¿Qué flamígero carro de diamantepor los aires veloz se precipita?¿Cuál extendido pabellón ondea?¿Cuál sonante clarín a la peleael generoso corazón excita?¡Temblad, estremeceos,oh reyes europeos!Basta de tanto escandaloso crimen.Ya los cetros en ascuas se convierten,los tronos en hoguerasy las coronas en serpientes fierasque rencorosas vuestro cuello oprimen.¿Qué es de París y Londres?¿Qué es de tanta soberbia y poderío?¿Qué de sus naves de riqueza llenas?¿Qué de su rabia y su furor impío?Así preguntará triste viajero.Fúnebre voz responderá tan solo:¿Qué es de Roma y Atenas?¿Ves en desiertos de África espantosos,al soplar de los vientos abrasadosqué multitud de arenasse elevan por los aires agitados,y ya truécanse en hórridos colosos,ya en bramadores mares procelosos?¡Ay de vosotros, ay, guerreros viles,que de la inglesa América y de Europa,con el vapor, o con el viento en popa,a México llegáis miles a milesy convertís el amistoso techoen palacio de sangre y de furores,y el inocente hospitalario lechoen morada de escándalo y de horrores!¡Ay de vosotros! Si pisáis altivoslas humildes arenas de este suelo,no por siempre será, que la venganzasu soplo asolador furiosa lanzay veloz las eleva por los aires,y ya las cambia en tétricos colososque en sus fornidos brazos os oprimen,ya en abrasados maresque arrasan vuestros pueblos poderosos.Que aun del caos la tierra no salíacuando a los pies del Hacedor radianteescrita estaba en sólido diamanteesta ley, que borrar nadie podría:El que del infeliz el llanto vierte,amargo llanto verterá angustiado;el que huella al endeble, será hollado;el que la muerte da, recibe muerte;y el que amasa su espléndida fortunacon sangre de la víctima llorosa,su sangre beberá si sed lo seca,sus miembros comerá si hambre lo acosa.IVBrilló en el cielo matutino rayo,de súbito cruzó rápida llama,el aire convirtióse en humo densosalpicado de brasas encendidascual rojos globos en oscuro cielo.La tierra retembló, giró tres vecesen encontradas direcciones; hondocráter abrióse ante mi planta infirmey despeñóse en él bramando un ríode sangre espesa, que espumo lagoformó en el fondo, y cuyas olas negras,agitadas subiendo, mis rodillasbañaban sin cesar. Fantasma horriblede formas colosales y abultadas,envolvió su cabeza en luengo mantoy en el profundo lago sumergióse.Ya no ví mas ...¿Dó estoy? ¿Qué lazo oprimemi garganta? ¡Piedad! Solo me encuentro ...Mi cuerpo tembloroso húmeda yerbatiene por lecho; el corazón mis manoscon fuerza aprietan, y mi rostro y cuerpotibio sudor empapa. El sol brillante,tras la sierra asomando la cabeza,mira a Chapultepec cual padre tiernocontempla al despertar a su hijo amado.Los rayos de su luz las peñas doran,los árboles sus frentes venerablesinclinan blandamente, saludandoal astro ardiente que les da la vida.Azul está el espacio, y a los montesbaña color azul, claro y oscuro.Todo respira juventud risueñay cantando los pájaros se mecenen las ligeras y volubles auras.Todo a gozar convida; pero a mi almamanto de muerte envuelve, y gota a gotasangre destila el corazón herido.Mi mente es negra cavidad sin fondoy vaga incierto el pensamiento en ellacual perdida paloma en honda gruta.¿Fue sueño o realidad? Pregunta vana ...Sueño sería, que profundo sueñoes la voraz pasión que me consume;sueño ha sido, y no más, el leve gozoque acarició mi faz; sueño el sonidode aquella voz que adormeció mis penas;sueño aquella sonrisa, aquel halago,aquel blando mirar ... Desperté súbitoy el bello Edén despareció a mis ojoscomo oleada que la mar envíay se lleva después. Sólo me restaatroz recuerdo que me aprieta el almay sin cesar el corazón me roe.Así el fugaz placer sirve tan sólopara abismar el corazón sensible,así la juventud y la hermosurasirven tan sólo de romper el senoa la cansada senectud. El hombretiene dos cosas solamente eternas:su Dios y la virtud, de Él emanada ...Yo me sentí mecido de mis padresen los amantes cariñosos brazos,y fue sueño también ... Mujer que adoro,ven otra vez a adormecer mi almay mátame después, mas no te alejes ...La amistad y el amor son mi existencia,y el amor y amistad vuelven el rostroy huyen de mí cual de cadáver frío.¡Venid, sueños, venid! y omad mi frentede beleño mortal: soñar deseo.Levantad a los muertos de sus tumbas;quiero verlos, sentir, estremecerme ...Las sensaciones mi alimento fueron,sensaciones de horror y de tristeza.Sueño sea mi paso por el mundo,hasta que nuevo sueño, dulce y grato,me presente de Dios la faz sublime.16-27 de setiembre de 1839 Volver al Indice
Primera edición cibernética, agosto del 2011Captura y diseño, Chantal López y Omar CortésHaz click aquí, si deseas acceder al Catálogo General de la Biblioteca Virtual AntorchaINDICEPresentación de Chantal López y Omar Cortés.El tenebrario.A la muerte.La tumba.Eva ante el cadáver de Abel.El ángel caído.Nulidad de la vida.El buitre.Por vez primeraMusa de la verdad.Profecia de Guatimoc. PRESENTACIÓNConsiderado por quienes de literatura saben, como el más fiel representante del romanticismo en México, el hidalguense Ignacio Rodríguez Galván (1816-1842), originario del poblado de Tizayuca, tuvo una brevísima pero muy fecunda creatividad tanto como dramaturgo como poeta.Desde su arribo a la ciudad de México en 1827, a la edad de once años, tendría la fortuna de trabajar, como mozo, en la limpieza de la librería de su tío Mariano Galvan Rivera, quien alcanzaría notoriedad por editar el famosísimo Calendario de Galván. Y seria, precisamente en esa librería, en la que Ignacio lograría relacionarse con la crema y nata de las letras mexicanas de aquella época.En 1835, comenzaría su labor como escritor, iniciándose en la poesía para pasar, casi de inmediato a la novela y al género dramático. Alcanzaría temprana fama con su obra Muñoz, visitador de México, misma que se presentó con cierto éxito en 1838 en el Teatro Principal de la ciudad de México.En cuanto a su obra poética, la selección de diez poesías que aquí incluimos bajo el título El ángel caído y otros poemas, recoge a las mil maravillas la capacidad literaria de Ignacio Rodríguez Galván, quien, desgraciadamente, moriría a la temprana edad de veintiseis años, víctima del denominado vómito negro, en la ciudad de La Habana, Cuba, cuando encontrábase cumpliendo una encomienda gubernamental.En esta recopilación hemos incluido la Profecía de Guatimoc, el poema considerado, por propios y extraños, como la máxima representación poética del romanticismo mexicano.Esperamos que quien lea u hojée la presente edición cibernética, se deleite con las letras de Ignacio Rodríguez Galván.Chantal López y Omar Cortés Volver al Indice EL TENEBRARIO El templo está sombrío y silenciosocomo del hombre la última morada,y entona allá una voz grave y pausadacántico religioso.El cristiano medita prosternadoante el altar augusto del Eterno,su ferviente oración eleva tiernoya del mundo olvidado.Sobre enlutado triángulo se mirancirios que están las naves alumbrando;se van unos tras otros apagandoy al fin todos expiran.Asentado yo al pie de una coluna,allá en lo más recóndito del templo,en las luces del triángulo contemplomi vida y mi fortuna.Del tiempo asolador la mano heladadestruye mi existencia tempestosa,y en dilatada noche tenebrosaquedará sepultada.Empero joven soy y nuevos díasdel sol la lumbre abrasará mis venas;aun pasaré más gozos y más penas,y más melancolías.De mis amigos los amantes brazosaun sostendrán mi enardecido cuello;a la pura amistad pondrán el sellomás amor, nuevos lazos.Dejaré la ciudad y presurosoiré al lugar do vi la luz primera,será mi habitación una praderao un monte cavernoso.De mis padres veré la tumba fría,su losa regaré con tierno llantoy luego entonaré fúnebre cantoen la morada umbría.¿Pero adónde me arrastran mis delirios?¿Quién sabe de su vida los momentos? ...Un soplo repentino de los vientospuede apagar los cirios.Tal vez, tal vez en este instante mismode mi contemplación y mi demencia,hundiráse mi frágil existenciaen el oscuro abismo.Y en esta piedra donde estoy sentadola augusta ceremonia al acabarse,los hombres me hallarán, al retirarse,sin aliento y helado.Pero aun vivo me encuentro y anubladami vista alcanza a ver cirios ardiendo;pasa, sus blancas luces conmoviendo,el aura delicada.Así mi corazón late apacible;mas viene de pesares un torrente,lo estremece y oprime de repente,y le deja insensible.Los cirios se apagaron. Noche horrendainterpone a mi vista velo denso.¿Acaso estoy en el palacio inmensode eternidad tremenda?En mi redor fantasmas aparecen,aquí y allí vagando misteriosas;adonde estoy se acercan silenciosas,luego desaparecen.¿Así es la eternidad que nos espera,vórtice horrible de tiniebla heladaen donde el alma vaga arrebatadapor la corriente fiera?¿Y ni un rayo de luz vendrá del cielocual relámpago al triste caminante,que quisiera le alumbre un solo instantey sea su consuelo?Pensando así y vagando en la profundaterrible oscuridad, me precipito,llego al umbral ¡oh Dios! y lanzó un grito ...¡Un mar de luz me inunda!6 de mayo de 1837 Volver al Indice A LA MUERTEDe mi amigo Antonio Larrañada¿Por qué el aire surcandodilátanse del bronce los sonidosy sin cesar vibrandollegan a mis oídosprofundos y tristísimos gemidos?¿Por qué de muerte el cantoen torno de ese féretro resuena?¿Por qué el fúnebre llanto?¿Por qué la amarga pena,los cirios y el clamor que el aire llena?Te miro ante mis ojospostrado sin aliento, amigo mío,y sobre tus despojossu manto negro y friotiende la muerte con placer impío.Y en las alas de querubes,envuelta tu alma en esplendente veloy entre rosadas nubes,deja el impuro sueloy blandamente se remonta al cielo.¡Oh, quién te acompañara!Y ese mundo feliz que habitas oracontigo disfrutaray la paz seductoraque, sin turbarse, en él eterna mora.En mi patria no vierasangre correr por la ciudad y llanos,y que entre rabia fierahermanos con hermanoshasta hundirse el puñal pugnan insanos.Ni viera la perfidiade nación que, risueña, nos abraza,y bramando de envidialuego nos amenazay en su mente infernal nos despedaza.Ni viera hombres malvadosque sin temer de Dios el alto juicio,de la ambición guiadosy el deshonroso vicio,despeñan mi nación al precipicio.Ni con feroz despechola miseria, elevándose espantosa,cerrar contra su pechola humanidad quejosay devorar sus lágrimas ansiosa.Y el luto y exterminioen pos del hambre descarnada y yerta,extender su dominiosobre la tierra muertay a la peste letal abrir la puerta.Feliz, mi caro amigo,feliz mil veces tú, que ya en el mundoel dolor enemigocon brazo furibundono rompe tus entrañas iracundo.Dichoso tú, que vivesentre el gozo, la paz, la bienandanzay no cual yo, recibesde amor sin esperanzazozobras y martirios sin mudanza.Y no sientes el yugode la suerte pesar sobre tu cuello,ni el hombre es tu verdugo,ni con ansia un destellobuscas de la verdad, sin poder vello.Cuando el mundo habitabas,con la voz de amistad consoladoralas penas aliviabasde tu amigo, que ahorahundido en el pesar tu ausencia llora.Al escuchar tus cantos,do la razón brillaba y la poesía,celestiales encantosmi corazón sentíay en su mismo dolor se adormecía.Si a tu alma por venturale es permitido descender al suelo,cuando la noche oscurame traiga el desconsueloven a elevar mi pensamiento al cielo.De mi agitado sueñolas escenas de horror benigno ahuyenta;la imagen de mi dueñoen vez de ellas presentay haz que tu grata voz mi oído sienta.17 de diciembre de 1838 Volver al Indice LA TUMBA Cual brilla la esperanza seductoraen la mente del hombre sin fortuna,así entre nubes rotas de la lunaresplandece la luz.Todo es silencio y soledad ahora,el delicado viento apenas zumbay sólo me acompañan una tumbay una modesta cruz.Allí postrado, en meditar profundose engolfa mi agobiada fantasía.Y la frente me toco y la hallo fría ...Mas no mi corazón.En sueño hundido el bullicioso mundo¿yo solo en medio de la noche velo?¿Yo solo al justo, al poderoso cieloelevo mi oración?Dentro de este sepulcro helado y mudouno encontró su deseado abrigoy nadie ... ni un pariente ni un amigo,viene a rogar por él.Esta losa do estoy es el escudoque la liberta de la atroz perfidia,de la maldad, ingratitud y envidiay de una amante infiel.¿Acaso, como yo, solo en la tierra,no hallaba en su dolor consuelo alguno?Quizá amor y desprecio de consunole hicieron padecer ...Empero ya su cuerpo aquí se encierray su alma otra región ahora habita ...En tanto mi existencia se marchitade la suerte al poder.Y cuando suene lúgubre campanay ya la muerte el corazón me oprima¿habrá quien triste ante mi lecho gimaen amargo dolor?Esperar en los hombres cosa es vana;no hay quien alivie mi dolor prolijo,ni quien piadoso lleve un crucifijoal labio sin color.Y ni en la tumba solitaria abrigoencontrará mi cuerpo sepultado,que vendrá otro cadáver, y arrojadoel primero será.¿Y a su socorro no vendrá un amigo?Necio de aquel que en la amistad confía.¡Amistad! ... la que dura un solo díaes sempiterna ya!6 de noviembre de 1837 Volver al Indice EVA ANTE EL CADÁVER DE ABELMás del fruto del árbol de la ciencia del bien y el ma no comas,porque en cualquier día que comieres de él,infaliblemente morirás.GÉNESIS Por la venganza atroz de hermano impío,con los rubios cabellos desgreñadosy el cuerpo exangüe, destrozado y frío,en tierra yace Abel. Tiene clavadosen la bóveda azul del ancho cielolos sus serenos ojos apagados.Opero el corazón de amargo dueloEva su rostro con el llanto baña,hincadas las rodillas en el suelo.Suspiros dolorosos acompaña,mezclados con tristísimos gemidos,al lloro ardiente que su vista empaña.Los labios, de aflicción descoloridos,sella afanosa en los de su hijo yertobuscando de su pecho los latidos.Y lo que mira no creyendo cierto,le remueve espantada y temblorosa,convenciéndose al fin de que está muerto.Entonces conociendo su espantosa,horrenda situación, desesperadahiere su tierno pecho y faz hermosa;los cabellos se arranca desolada,revolviendo los ojos por doquieray en Abel fija luego la mirada.Eva feliz, a quien la suerte fieracondenó a presenciar en este mundoel fin del hombre por la vez primera¡cuál tu dolor sería, cuán profundoal mirar en este hombre tu hijo amadoy muerto por su hermano furibundo!Por su hermano feroz, Caín malvado,que en su corrupto, detestable senoabriga un corazón envenenado.Empero ya el Señor con voz de truenoSerás maldito -le gritó- y errantete verá el orbe, y de fatigas lleno.Sangriento siempre, siempre palpitante,el vengador cadáver de tu hermanoeternamente mirarás delante;manchada irá la fratricida manocon su inocente sangre, y afanosote esforzarás para borrarla en vano.Huyó Caín. Su corazón rabioso,de emponzoñadas sierpes combatido,jamás encontrará dulce reposo.En tanto, oh madre, ante tu bien perdidolamentas tu fatal horrenda suerte,y tú la causa de tu mal has sido.¿Por quién fue el hombre condenado a muerte?¿Quién irritó la cólera divinaque fulminó de Dios el brazo fuerte?Tú del hombre causaste la ruina,como el empuje de huracán bravíohace caer la colosal encina.De su hijo contemplando el cuerpo fríoEva inmóvil, helada de pavura,yace agobiada del pesar impío,así cual hombre que en la noche oscuramira elevarse espectro silenciosode negro bosque en la hórrida espesura.Al fin desplega el labio temblorosoy con sus voces atronando el vientohabla así con acento doloroso:Maldito aquel fatal, crudo momentoen que miré del sol la clara lumbrey de los aires respiré el aliento.De los montes ¿por qué la altiva cumbreno se desploma aniquilándome oray termina mi horrenda pesadumbre?¿Por qué el Eterno desde allá do mora,densa tiniebla y llamas derramando,no confunde la noche con la aurora?¿Por qué no el suelo se abre rebramando,y árboles, cerros y volcanes hundecon horror espantoso retemblando?¿Por qué no el trueno aterrador difunderemordimientos bárbaros en tu alma,Caín, y espanto por doquier te infunde?Nunca tu corazón halle la calma,y en el desierto amargo de la vidajamás percibas deliciosa palma.¡Oh Abel, oh prenda por mi mal perdida,tu pura sangre a Dios pide venganzacontra el feroz impío fratricida!Y yo en tanto ¡infeliz! sin esperanzade recobrarte, mísera perezcoal castigo cruel que Dios me lanza.Pero soy la culpable, y bien merezcoel horrible tormento fatigosoque en este instante sin cesar padezco.Dice, y el rostro pálido y llorosocon las manos se cubre avergonzada,yerta con el dolor duro y penoso.Y luego sobre Abel, enagenadase arrojó llena de mortal quebranto,e inmóvil, del cadáver abrazada,la cubre de la noche el negro manto.23 de mayo de 1837 Volver al Indice EL ÁNGEL CAÍDOCuando el ángel que habita fuego y penas ...¡Al arma, dijo, al arma! ...Quevedo, Cristo resucitado Del negro abismo en la región oscuraen profundo estupor y abatimientohundida yace la legión impuraque el Señor despeñó del firmamento;no tristeza, no llanto, no amarguraaparece en su rostro macilento,mas en sus ojos tétricos se advierteodio, rabia, furor, rencor de muerte.Unos en derredor la vista girany cierran con temblor la yerta mano,otros creciendo en cólera se miran,otros sonríen con desprecio insano;a calmar su despecho en vano aspiran,ocultar su dolor tratan en vano;es el rostro cual lago transparenteque descubre del fondo la corriente.En desorden se ven amontonadasrotas lanzas, corazas y crestones,tintas en roja sangre las espadas,abollados paveses, morñones,ropas en el combate desgarradas,sin astas destrozados pabellones,y agitados, convulsos los heridoslanzando de su pecho hondos gemidos.Siniestras llamas pálidas ondeande amarillenta luz iluminandolos escabrosos valles do campeanlos escuadrones del precito bando;entre el humo y azufre centelleanmeteoros de fuego y, rebramando,truenos aterradores se desatany por cumbres y abismos se dilatan.Allí lagos se ven de aguas inmundas,allí pesadamente largos ríosen las cavernas piérdense profundasy en largos bosques de árboles sombríos;espantables serpientes furibundasy canes arrabiados y bravíos,feroces tigres de mirar sangrientoinsaciables buscando el alimento.Allí desnudas peñas y zarzales,y escorpiones se miran venenosos,espinos en ardientes arenales,llanto vertido en antros cavernosos,y del centro de rudos peñascalesy tostados desiertos escabrosos,retumbando una voz se alza y se lanzagritando sin cesar: ¡No hay esperanza!Colosales fantasmas por el vientogiran sañudas, o volando pasanentre vapores de color sangrientoy en vivas llamas el espacio abrasan,y gritan con rumor y son violentocuando los aires rápidas traspasan;Ni esperanza os concede el Dios eterno.¡Ni esperanza! repite el hondo averno.Oye Satán la voz, para el semblante.Sentado estaba en encendida roca,inclinada la vista penetrante, pálidas las mejillas y la boca,enarcadas las cejas, palpitanteel ulcerado corazón, que tocael relevado pecho, do se imprime,y lo alza y lo estremece y lo comprime.Así tal vez volcanes encendidosse elevan y se abajan con violenciacuando sienten sus antros derruidosde incontrastable fuego a la inclemencia,y entre sordos recónditos bramidos,oponiéndole débil resistencia,anuncian a los hombres con pavurahorrible muerte y luenga sepultura.Con trabajo Satán tenue respira;por las huecas narices imperfetas,cual noto silbador gime y espirade encinas y peñascos en las grietas;fatigado después ronco suspiracual si rugiera, herido de saetas,irritado león allá en la internaestancia de una cóncava caverna.Como encallado barco que rechinacrujen sus duros dientes encobrados,fusca sus ojos súbita neblina,se encapotan sus párpados airados,caen en desorden a la faz cetrinalos ásperos cabellos desgreñadosy espuma arroja el labio enardecidocual jabalí cerdoso combatido.Y al compás de blasfemias y lamentos,y entre la asolación y entre el espanto,Satán alza la voz, y por los vientostronando vuela su terrible cantocontrastados así los elementos,hundiendo a la natura en el quebranto,el rayo aterrador desencadenan,y la tierra y el mar y el cielo atruenan.1Tú que Dios te proclamas soberbio,tú que Eterno y potente te nombrasy nos hundes rabioso en las sombrasque se agitan en esta mansión;no en tu efímero triunfo te goces,no en la suerte confíes injusta,aun me queda una mano robusta,2aun me queda un feroz corazón.Si tú tienes el cielo por reino,si un ejército tienes altivo,tengo yo corazón vengativoque un ultraje no olvida jamás.Y falanges de espíritus fierosque a seguirme anhelosos aspiran,y si acaso con fuerza respirangemir hacen el cielo y temblar.3Del infierno en las grutas profundasentre abismos y nieblas vivimos,y hambre y sed y dolores sufrimospor tí, odioso monarca, por tí;y tan sólo arenales ardientesy volcanes de lóbrega cumbre,y torrentes y mares de lumbre,y huracanes se miran aquí.4¿Y el esfuerzo perdemos llorando?¿Y así inertes sufrimos el yugoque imponernos a un déspota plugoen un rapto de rabia y furor?Basta ya de cobardes suspiros,basta ya de terríficas penas,destrocemos las viles cadenas,reanimemos el yerto valor.5¿No tenemos bravura y aliento?¿No tenemos un brazo terrible?Si es la hueste del cielo invencible,conquistemos la muerte siquier.Levantemos la voz de venganzaal compás de la trompa sonora.¿Lloraremos cobardes ahorasi hemos sido potentes ayer?6¡Oh, cuál rompe mi pecho la ira!Empuñemos de nuevo la lanza,el encono daráme pujanzay seré menos torpe adalid.Tempestades, venid a mi acento,y vosotros, arcángeles bravos,que a vileza tenéis ser esclavos,levantad la cabeza ¡venid!7Vuestras alas me sirvan de asiento,y de guía el horror y exterminio,y extendiendo mi duro dominioMuerte reine implacable doquier.De los orbes la grata armoníase suspenda a mi mando tirano,y una sola señal de mi manomuestras dé de mi vasto poder.8Y desplómese el cielo sin quicio,guerra se hagan los astros chocando,y la muerte risueña imperandoel infierno aniquile también.Suspendiendo yo entonces mi vuelo,adurmiéndome al ronco estallido,de los cielos el !ay! doloridomi alma fiera henchirá de placer.Suspende su cantar, porque la irallena y comprime el fatigado pecho;por la hinchada nariz el aire aspiray no siente su seno satisfecho;luego en torno de sí la vista giracombatido de rabia y de despecho,y al través de la niebla que lo ofusca,sus fuertes armas, sus arneses busca.Con firme paso y altivez se avanza,y respirando desconcierto y guerrasu brazo tiende a la nudosa lanzay, balbuciendo, en la mitad la aferra;en el aire la vibra, y con pujanzael cuento estriba fervoroso en tierrahaciendo con el golpe furibundoretemblar el abismo hasta el profundo.Rápido se compone la coraza,con desenfado y además sañudoafirma el casco brillador y embrazaluego el templado reluciente escudo;sobre él alzando la potente mazadescarga veces tres el golpe crudo;al rumor conmovióse el horizontecual si un monte chocara con un monte.De la suerte que suele presurosauna jauría de canes acercarsea la voz de la trompa sonorosadel cazador, y ufanos congregarse,así de los demonios la estruendosaturba se mira rápida juntarse,dando indicios de bélico ardimientoal oír de Satán el llamamiento.Los escuadrones de ángeles caídosllenan los campos, lomas y laderas,y de sangre los lagos corrompidosde bateles se cubren y banderas.Al combate feroz apercibidosbraman cual si bramaran roncas fieras,y las pesadas armas empuñandola señal del combate están ansiando.Satán en un veloz razonamientoenciende su valor, su enojo y brío,a la manera que el soplar del vientode las llamas aumenta el poderío.Ya en ligero agitado movimientoa surcar se preparan el vacío,ya en grito universal que el alma aterradicen con hueca voz: ¡Venganza y guerra!Al ruido y al clamor el viento mujey el sordo estruendo por los montes zumba;al peso de la gente el suelo cruje,parece que el abismo se derrumba.El rumor sube en poderoso empujea la celeste bóveda, y retumba.Asoma la su faz el Dios Eterno,y en silencio mortal se hunde el infierno.Abril de 1839 Volver al Indice NULIDAD DE LA VIDAImitación del Salmo 89 Nuestro asilo, Señor, tú siempre fuiste.Nada era el mar, la tierra y el espacio,y era ya lo infinito tu palacioy Dios eras tú ya.Formaste al hombre, y a ligero polvo,que arrebatan los vientos, le reduces.Edades tras edades reproduces,muerte tras muerte va.Son ante tí los años y los sigloscomo vigilia de la noche umbría,como soplo de viento, como el díade ayer, que ya pasó.Es el hombre torrente fugitivo,sueño veloz que la mañana trae,flor que nace a la aurora, y crece y cae,si la tarde llegó.Colocas ante tí nuestras maldades,tu faz alumbra la infamada tierra,tu cólera confunde, espanta, aterra;consume tu furor.Muere la vida cual palabra vana;ochenta años, lo más, el hombre dura.Pasan la juventud y la hermosura,no el trabajo y dolor.¿Será eterna, Señor tu ira funesta?¿La oiremos retumbar día por día? ...Borra tú de la humana fantasíalas horas del penar.Mécese el hombre en cuna de dolores,entre yerbas y espinas vive y crece;como el ave en los aires desparece,como piedra en el mar. Volver al Indice EL BUITRECanto de venganzaSuspiros brote el labio,venganzas el corazónJuan Nicasio GallegoYo que abrigo venganza insaciable,que el encono mi pecho desgarra¡cómo envidio del buitre la garracuyo oficio es herir y matar!Cuando él halla la presa que buscase encarniza con ella rabioso;si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Me engañó con fingidos halagosla mujer que adoré con ternura;no mirara, cual hoy, su hermosuraestrechada de aleve rival.Pues sobre ellos veloz me lanzaraesgrimiendo mis uñas gozoso.Si yo buitre naciera espantoso,me venganza me hiciera inmortal.Al ingrato que paga en traicionesbeneficios de cándido amigo,que le da el alimento y abrigocontra el soplo de suerte mortal,su alma negra impaciente arrancaraen su cuerpo cebándome ansioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Un infame se embriaga en el vicioy seduce a la tierna doncella,y de joven purísima y bellala convierte en espectro fatal.En el pecho del uno y la otrapico y garras hundiera afanoso.Si yo buitre naciera espantosomi venganza me hiciera inmortal.El tutor que a pupila infeliceabandona a la suerte iracunday entre tanto la herencia fecundadesparece en su mano rapaz,no sereno su robo gozara,pues sobre él me arrojara enconoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.El avaro sumerge en miseriasal hambriento infeliz que le imploray que en vano laméntase y llora;sólo cede al valioso metal.Al sonido del oro, en su pechorepasara mi garra furioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Sobre lecho mullido de plumasduerme inquieto mezquino tirano,pues en sueños divisa una manoque en el seno le vibra un puñal.Devorándolo airado me vieraal volver de su sueño horroroso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Y en los pueblos que sufren su yugoy que viles le inclinan la frente,con desprecio y furor inclementeafilara mi garra voraz.De su sangre cobarde formaradilatado torrente espumoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Cuando encima de toda la tierramar inmenso de sangre mirara,satisfecho en sus ondas nadarade este mundo infeliz dueño ya.Y en la sangre mis alas tendiendo,entre sangre tuviera reposo.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.1837 Volver al Indice POR VEZ PRIMERASi dormiero, dicam:Quando consurgam? et rursum expectabo vesperam,et replebor usque ad tenbrasJob, VII, 4 Por vez primera me abandono ciegoal insondable abismo de este mundo,y al contemplar su cóncavo profundotiembla incierto mi pie.Mil imágenes tristes y funestasse agolpan a mi mente combatida,y se presenta en ella de mi vidalo que ha de ser y fue.Nuevo sendero se abre ante mi vista.¿Qué miro en él? Desolación, espanto.En la tierra empapada con mi llantomi pie resbala ya.Hijo de Adán imploraré a mi hermanoy de mi apartaráse desdeñoso,mas del Señor un ángel luminosomi báculo será.Ya la miseria con su mano yertamis agitadas sienes acaricia,ya de los hombres la infernal maliciarompe mi corazón.Ya tendido expirando en lecho durode escarnio soy y lástima el objeto,ya entra de Heredia el pálido esqueletoen mi oscura mansión.En vida y muerte, oh vate, infeliz fuiste;si en tu existir tocaste sólo abrojos,con muertos ignorados tus despojosyo confundidos ví.Tu predijiste mi miseria cuandoen mi mano sentí tu mano ardiente;si no heredé tu numen elocuente,tu mala estrella sí.Yo sé que el hombre al opulento crimendébil acata, envilecido aplaude,y sé también que disfrazado el fraudevive en su corazón.Sé que desprecia la virtud desnuday que asentada en su falaz pupilaeternamente a la honradez vigilaastuta la traición.Mas la vida es crisol del inocente.Si en la indigencia y menosprecio vive,su galardón espléndido recibellegando al ataúd;que de Dios en la mente soberanaserá llanto y pesares su riqueza,los títulos serán de su noblezacompasión y virtud.Hijo de Dios que desvalido y pobrepasaste por la tierra descreíday en el último trance de tu vidatu lecho fue una cruz,lleva mis pasos de virtud al templo,mi tenebrosa mente al cielo encumbray mi extraviado corazón alumbracon tu divina luz.1° de noviembre de 1840 Volver al Indice MUSA DE LA VERDAD Musa de la verdad, mi labio inspira;tú nunca ceñisteel marchito laurel de la mentira;tú que desprecias la imperial diademay el regio manto pisas;tú a quien en vano clama fatigadala estrecha mente de rastrero vate,y con rápido vuelocruzas en pos de libertad sagrada,musa de la verdad, baja del cielo.Tiende el Señor desde el asiento suyosobre nuestra nación manto de duelo,y apartando la vista de este suelodice al genio del mal: ¡México es tuyo!De su caverna el monstruo se abalanzay se mece en los aires sonriendo,entusiasmado lanzade su maldita bocaalaridos de júbilo y venganza,y las tendidas alas sacudiendo,la tempestad y el huracán convoca.De entonces ¡cuánto mal! ¡Cuántos horrores!¡Cuántas discordias y rencor interno,y muertes y miserias y furoressobre nosotros abortó el infierno! ...O ya de sangre el pabellón de guerrapor el viento agitado nos salpica,o ya su curso en la infecunda tierraun reguero de sangre nos indica.¿Qué es de la ciencia en tanto? ...En sus meditacionesembebecido el sabio, en su retiroes súbito turbadopor el ronco rugir de los cañones,y de su estudio al proseguir el girosu lámpara sofocade la miseria el brazo descarnado.Newton, Bacon, Descartes, Galileo¿quién vuestra voz escuchacuando está henchido el corazón de llanto,cuando ausente el reposoel alma en la inquietud lánguida lucha?Sacrosanta poesía¿quién prestará atención a tu armonía,cuando de Homero la sonora trompano despertara nuestra mente fría? ...Colón sublime, si a la mar que un díapor vez primera te arrojaste ardiente,nuestro orgullo insolenteun navío lanzara,contra las rocas duras de la costaesa mar indignada lo estrellara.¡Colón! ¡Colón! Permite que mi labiotribute a tu virtud recuerdo tiernoy que henchido de cólera maldigade un hipócrita rey la negra saña.¡Colón! alzaste monumento eternopara tu gloria y mengua de la España.Tú a países no de antes conocidos,como arcángel de luz entre tinieblascercado aparecistede una caterva infame de bandidos.Tú, con robusto brazosometiste a tu ley el mar profundo ...¡La base de tu estatua es medio mundo,tu estatua el Chimborazo!¡Lateranos, seguid! México esperaen su naciente juventud su gloria,no engañéis su esperanza lisonjera,trabajad el laurel de su victoria.Que de este mar de crimen y miseriapasarán de ola en ola conducidosalgunos nombres al futuro tiempo,no envueltos en el velo de la infamiani en sangre enrojecidos.¡Y en tanto que yo veala estrella de mi patria en manso giroy que ya las desgracias no la oprimen,que cada acento de mi lira seapor la triste virtud hondo suspiroy anatema de muerte para el crimen! Volver al Indice PROFECIA DE GUATIMOCNo fue más que un sueño de lanoche que se disipó con la auroraSan juan CrisóstomoITras negros nubarrones asomabapálido rayo de luciente lunaténuemente blanqueando los peñascosque de Chapultepec la falda visten.Cenicientos a trechos, amarillos,o cubiertos de musgo verdinegroa trechos se miraban, y la vistade los lugares de profundas sombrascon terror y respeto se apartaba.Los corpulentos árboles ancianos,en cuya frente siglos mil reposan,sus canas venerables conmovíande viento leve al delicado soploo al aleteo de nocturno cuervo,que tal vez descendiendo en vuelo rápidorizaba con sus alas sacudidaslas cristalinas aguas de la alberca,en donde se mecía blandamentela imagen de las nubes retratadasen su luciente espejo. Las llanurasy las lejanas lomas repetíanel aullido siniestro de los loboso el balar lastimoso del cordero,o del toro el bramido prolongado.¡Oh soledad, mi bien, yo te saludo!¡Cómo se eleva el corazón del tristecuando en tu seno bienhechor su llantoconsigue derramar! Huyendo al mundome acojo a tí. Recíbeme y piadosadivierte mi dolor, templa mi pena.Alza mi corazón al infinito,el velo rasga de futuros tiempos,templa mi lira, y de los sacros vatesdame la inspiración.Nada en el mundo,nada encontré que el tedio y el disgustode vivir arrancara de mi pecho.Mi pobre madre descendió a la tumbay a mi padre infeliz dejé buscandoun lecho y pan en la piedad ajena.El sudor de mi faz y el llanto ardientemi sed templaron. Amistad sincerabusqué en los hombres, y la hallé. .. Mentira,perfidia y falsedad hallé tan sólo.Busqué el amor, y una mujer, un ángela mi' turbada vista se presentacon su rostro ofuscando a los malvadosque en torno la cercaban, y entre risasde estúpida malicia se gozaban,que en sus manos sacrílegas pensandola flor de su virtud marchitaríany de su faz las rosas ... ¡Miserables!¿Cuándo la nube tempestuosa y negrapudo apagar del sol la lumbre pura,aunque un instante la ofuscó? ¿Ni cuándosu irresistible luz el pardo buhosoportar pudo? ...Yo temblé de gozo,sonrió mi labio y se aclaró mi frente,y brillaron mis ojos, y mis brazosvacilantes buscaban el objetoque tanto me asombró ... ¡Vana esperanza!En vez de un alma ardiente cual la mía,en vez de un corazón a amar creado,aridez y frialdad encontré sólo,aridez y frialdad ¡indiferencia! ...Y mis ensueños de placer volarony la fantasma de mi dicha huyóse,y sin lumbre quedé perdido y ciego.Sin amistad y sin amor ... (La ingratade mí aparta la vista desdeñosa,y ni la luz de sus serenos ojosconcede a su amador ... En otro tiempo,en otro tiempo sonrió conmigo.)Sin amistad y sin amor, y huérfano.Es ya polvo mi padre, y ni abrazarlopude al morir. Y abandonado y soloen la tierra quedé. Mi pecho entoncesse oprimió más y más, y la poesíafue mi gozo y placer, mi único amigo.Y misteriosa soledad de entoncesmi amada fue.¡Qué dulce, qué sublimees el silencio que me cerca en torno!¡Oh cómo es grato a mi dolor el rayode moribunda luna, que halagandoestá mi yerta faz! Quizá me escuchanlas sombras venerandas de los reyesque dominaron el Anáhuac, presahoy de las aves de rapiña y lobosque ya su seno y corazón desgarran.- ¡Oh varón inmortal! ¡oh rey potente!Guatimoc valeroso y desgraciado,si quebrantar las puertas del sepulcrote es dado acaso ¡ven! Oye mi acento,contemplar quiero tu guerrera frente,quiero escuchar tu voz ...IISiento la tierragirar bajo mis pies, nieblas extrañasmi vista ofuscan y hasta el cielo suben.Silencio reina por doquier; los campos,los árboles, las aves, la natura,la natura parece agonizante.Mis miembros tiemblan, las rodillas dobloy no me atrevo a levantar la vista.¡Oh mortal miserable! tu ardimiento,tu exaltado valor es vano polvo.Caí por tierra sin aliento y mudo,y profundo estertor del hondo pechooprimido salía.De repenteparece que una mano de cadáverme aferra el brazo y me levanta ... ¡Cielos!¿Qué estoy mirando? ...- Venerable sombra,huye de mí; la sepultura cóncavatu mansión es. ¡Aparta, aparta!En vanosuplico y ruego; mas el alma míavuelve a su ser y el corazón ya late.De oro y telas cubierto y ricas piedrasun guerrero se ve. Cetro y penachode ondeantes plumas se descubre; tienepotente maza a su siniestra, y arcoy rica aljaba de sus hombros penden ...¡Qué horror! Entre las nieblas se descubrenllenas de sangre sus tostadas plantasen carbón convertidas; aun se mirabajo sus pies brillar la viva lumbre.Grillos, esposas y cadenas durasvisten su cuerpo, y acerado anillooprime su cintura; y para colmode dolor, un dogal su cuello aprieta.Reconozco, exclamé, sí, reconozcola mano de Cortés bárbaro y crudo.¡Conquistador! ¡aventurero impío!¿Así trata un guerrero a otro guerrero?¿Así un valiente a otro valiente? ... Dijey agarrar quise del monarca el manto;pero él se deslizaba y aire sólocon los dedos toqué.III- Rey del Anáhuac,noble varón, Guatimoctzín valiente,indigno soy de que tu voz me halague,indigno soy de contemplar tu frente.Huye de mí. - No tal, él me responde,y su voz parecíaque del sepulcro lóbrego salía.- Háblame, continuó, pero en la lenguadel gran Nezahualcóyotl.Bajé la frente y respondí: La ignoro.El rey gimió en su corazón. - ¡ Oh mengua,oh vergüenza! gritó. Rugó las cejasy en sus ojos brilló súbito lloro.- Pero siempre te amé, rey infelice.Maldigo a tu asesino y a la Europa,la injusta Europa que tu nombre olvida.Vuelve, vuelve a la vida,empuña luego la robusta lanza,de polo a polo sonará tu nombre,temblarán a tu voz caducos reyes,el cuello rendirán a tu pujanza,serán para ellos tus mandatos, leyes;y en México, en París, centro de orgullo,resonará la trompa de venganza.¿Qué de estos tiempos los guerreros valencabe Cortés sañudo y Alvarado(varones invencibles si crueles)y los venciste tú, sí, los vencisteen nobleza y valor, rey desdichado!- Ya mi siglo pasó. Mi pueblo todojamás elevará la oscura frentehundida ahora en asqueroso lodo.Ya mi siglo pasó. Del mar de Orientenueva familia de distinto idioma,de distintas costumbres y semblantes,en hora de dolor al puerto asoma;y asolando mi reino, nuevo reinosobre sus ruinas míseras levanta.Y cayó para siempre el mexicano,y ahora imprime en mi ciudad la plantael hijo del soberbio castellano.Ya mi siglo pasó.Su voz augustasofocada quedó con los sollozos.Hondos gemidos arrojó del seno,retemblaron sus miembros vigorosos,el dolor ofuscó su faz adustay la inclinó de abatimiento lleno.- ¿Pues las pasiones que al mortal oprimenacosan a los muertos en la tumba?¿Hasta ella el grito del rencor retumba?¿También las almas en el cielo gimen?Así hablé y respondió. - Joven audace,el atrevido pensamiento enfrena.Piensa en tí, en tu nación; mas lo infinitono será manifiestoa los ojos del hombre: así está escrito.Si el destino funestoel denso velo destrozar pudieraque la profunda eternidad te esconde,más, joven infeliz, más te valieraver a tu amante en brazos de tu amigoy ambos a dos el solapado aceroclavar en tus entrañas,y reír a tu grito lastimeroy, sin poder morir, sediento y flaco,agonizar un siglo ¡ un siglo entero!Sentí desvanecerse mi cabeza,tembló mi corazón, y mis cabelloserizados se alzaron en mi frente.Miróme con ternezadel rey la sombra y desplegando el labiode esta manera prosiguió doliente:¡Oh joven infeliz! ¡cuál tu destino,cuál es tu estrella impía! ...Buscará la verdad tu desatinosin encontrar la vía.Deseo ardiente de renombre y gloriaabrasará tu pecho,y contigo tal vez la tu memoriaexpirará en tu lecho.Amigo buscarás y amante pura,mas a la suerte plugoque halles en ella bárbara tortura,y en él feroz verdugo.Y ansia devoradorade mecerte en las olas de oceanoaumentará tu tedio, y será en vano,aunque en dolor y rabia te despeña,que el destino tiranopara siempre en tu suelo te aseguracual fijo tronco o soterrada peña.Y entre tanto a tus ojos¡qué terrífico lienzo se desplega!Llanos, montes de abrojos;el justo, que navegay de descanso al punto nunca llega.Y en palacios fastuososel infame traidor, el bandolero,holgando poderosos,vendiendo a un usurerolas lágrimas de un pueblo a vil dinero.La virtud a sus puertasgimiendo de fatiga y desaliento,tiende las manos yertaspidiendo el alimento,y halla tan sólo duro tratamiento.El asesino insanolos derechos proclama,debidos al honrado ciudadano.Y más allá rastrero cortesano,que ha vendido su honor, honor reclama.Hombre procaz, que la torpeza inflama,castidad y virtud audaz predica,y el hipócrita ateoa Dios ensalza y su poder publica.Una no firme sillamira sobre cadáveres alzada ...Ya diviso en el puertohinchadas lonas como niebla densa,ya en la playa diviso,en el aire vibrando aguda lanza,de gente extraña la legión inmensa.Al són del grito de feroz venganzalas armas crujen y el bridón relincha;oprimida rechina la cureña,bombas ardientes zumban,vaga el sordo rumor de peña en peñay hasta los montes trémulos retumban.¡Mirad! mirad por los calientes airesmares de viva lumbreque se agitan y chocan rebramando;mirad de aquella torre el alta cumbrecómo tiembla, y vacila y cruje, y cae,los soberbios palacios derrumbando.¡Escuchad, escuchad! ... Hondos gemidosarrojan los vencidos.¡Mirad los infelices por el suelo,moribundos, sus cuerpos arrastrando,y su sed ardorosaen sus propias heridas apagando!¡Oídlos en su duelomaldecir su nación, su vida, el cielo! ...Sangrienta está la tierra,sangrienta el alta sierra,sangriento el ancho mar, el hondo espacio,y del inmoble rey del claro díala faz envuelve ensangrentado velo.Nada perdona el bárbaro europeo;todo lo rompe y tala y aniquilacon brazo furibundo.Ved la doncella en torpe desaliñoabrazar a su padre moribundo.Mirad sobre el cadáver asquerosodel asesino aleve caer sin vida el inocente niño.¡Oh vano suplicar! Es dura rocael hijo del Oriente:;brotan sangre sus ojos, y a su bocalleva sangre caliente.Es su placer en fúnebres desiertoslas ciudades trocar. ¡Hazaña honrosa!Ve el sueño con desdén, si no reposasobre insepultos muertos.¡Ay pueblo desdichado!Entre tantos caudillos que te cercan¿quién a triunfar conducirá tu acero?Todos huyen cobardes, y al soldadoen las garras del pérfido extranjerodejan abandonadoclamando con acento lastimero:¿Dónde Cortés está? ¿dónde Alvarado?Ya eres esclavo de nación extraña,tus hijos son esclavos,a tu esposa arrebatan de tu seno ...¡Ay si provocas la extranjera saña! ...¿Lloras, pueblo infeliz y miserable?¿A qué sirve tu llanto?¿Qué vale tu lamento?Es tu agudo quebrantopara el hijo de Europa inaplacablesu más grato alimento.Y ni enjugar las lágrimas de un padreconcederá a tu duelo,que de la venerable cabelleraentre signos de gozole verás arrastradoal negro calabozo,do por piedad demanda muerte fiera.¡Ay, pueblo desdichado!¿Dónde Cortés está? ¿dónde Alvarado?¿Mas qué faja de luz pura y brillanteen el cielo se agita?¿Qué flamígero carro de diamantepor los aires veloz se precipita?¿Cuál extendido pabellón ondea?¿Cuál sonante clarín a la peleael generoso corazón excita?¡Temblad, estremeceos,oh reyes europeos!Basta de tanto escandaloso crimen.Ya los cetros en ascuas se convierten,los tronos en hoguerasy las coronas en serpientes fierasque rencorosas vuestro cuello oprimen.¿Qué es de París y Londres?¿Qué es de tanta soberbia y poderío?¿Qué de sus naves de riqueza llenas?¿Qué de su rabia y su furor impío?Así preguntará triste viajero.Fúnebre voz responderá tan solo:¿Qué es de Roma y Atenas?¿Ves en desiertos de África espantosos,al soplar de los vientos abrasadosqué multitud de arenasse elevan por los aires agitados,y ya truécanse en hórridos colosos,ya en bramadores mares procelosos?¡Ay de vosotros, ay, guerreros viles,que de la inglesa América y de Europa,con el vapor, o con el viento en popa,a México llegáis miles a milesy convertís el amistoso techoen palacio de sangre y de furores,y el inocente hospitalario lechoen morada de escándalo y de horrores!¡Ay de vosotros! Si pisáis altivoslas humildes arenas de este suelo,no por siempre será, que la venganzasu soplo asolador furiosa lanzay veloz las eleva por los aires,y ya las cambia en tétricos colososque en sus fornidos brazos os oprimen,ya en abrasados maresque arrasan vuestros pueblos poderosos.Que aun del caos la tierra no salíacuando a los pies del Hacedor radianteescrita estaba en sólido diamanteesta ley, que borrar nadie podría:El que del infeliz el llanto vierte,amargo llanto verterá angustiado;el que huella al endeble, será hollado;el que la muerte da, recibe muerte;y el que amasa su espléndida fortunacon sangre de la víctima llorosa,su sangre beberá si sed lo seca,sus miembros comerá si hambre lo acosa.IVBrilló en el cielo matutino rayo,de súbito cruzó rápida llama,el aire convirtióse en humo densosalpicado de brasas encendidascual rojos globos en oscuro cielo.La tierra retembló, giró tres vecesen encontradas direcciones; hondocráter abrióse ante mi planta infirmey despeñóse en él bramando un ríode sangre espesa, que espumo lagoformó en el fondo, y cuyas olas negras,agitadas subiendo, mis rodillasbañaban sin cesar. Fantasma horriblede formas colosales y abultadas,envolvió su cabeza en luengo mantoy en el profundo lago sumergióse.Ya no ví mas ...¿Dó estoy? ¿Qué lazo oprimemi garganta? ¡Piedad! Solo me encuentro ...Mi cuerpo tembloroso húmeda yerbatiene por lecho; el corazón mis manoscon fuerza aprietan, y mi rostro y cuerpotibio sudor empapa. El sol brillante,tras la sierra asomando la cabeza,mira a Chapultepec cual padre tiernocontempla al despertar a su hijo amado.Los rayos de su luz las peñas doran,los árboles sus frentes venerablesinclinan blandamente, saludandoal astro ardiente que les da la vida.Azul está el espacio, y a los montesbaña color azul, claro y oscuro.Todo respira juventud risueñay cantando los pájaros se mecenen las ligeras y volubles auras.Todo a gozar convida; pero a mi almamanto de muerte envuelve, y gota a gotasangre destila el corazón herido.Mi mente es negra cavidad sin fondoy vaga incierto el pensamiento en ellacual perdida paloma en honda gruta.¿Fue sueño o realidad? Pregunta vana ...Sueño sería, que profundo sueñoes la voraz pasión que me consume;sueño ha sido, y no más, el leve gozoque acarició mi faz; sueño el sonidode aquella voz que adormeció mis penas;sueño aquella sonrisa, aquel halago,aquel blando mirar ... Desperté súbitoy el bello Edén despareció a mis ojoscomo oleada que la mar envíay se lleva después. Sólo me restaatroz recuerdo que me aprieta el almay sin cesar el corazón me roe.Así el fugaz placer sirve tan sólopara abismar el corazón sensible,así la juventud y la hermosurasirven tan sólo de romper el senoa la cansada senectud. El hombretiene dos cosas solamente eternas:su Dios y la virtud, de Él emanada ...Yo me sentí mecido de mis padresen los amantes cariñosos brazos,y fue sueño también ... Mujer que adoro,ven otra vez a adormecer mi almay mátame después, mas no te alejes ...La amistad y el amor son mi existencia,y el amor y amistad vuelven el rostroy huyen de mí cual de cadáver frío.¡Venid, sueños, venid! y omad mi frentede beleño mortal: soñar deseo.Levantad a los muertos de sus tumbas;quiero verlos, sentir, estremecerme ...Las sensaciones mi alimento fueron,sensaciones de horror y de tristeza.Sueño sea mi paso por el mundo,hasta que nuevo sueño, dulce y grato,me presente de Dios la faz sublime.16-27 de setiembre de 1839 Volver al Indice
Captura y diseño, Chantal López y Omar CortésHaz click aquí, si deseas acceder al Catálogo General de la Biblioteca Virtual AntorchaINDICEPresentación de Chantal López y Omar Cortés.El tenebrario.A la muerte.La tumba.Eva ante el cadáver de Abel.El ángel caído.Nulidad de la vida.El buitre.Por vez primeraMusa de la verdad.Profecia de Guatimoc. PRESENTACIÓNConsiderado por quienes de literatura saben, como el más fiel representante del romanticismo en México, el hidalguense Ignacio Rodríguez Galván (1816-1842), originario del poblado de Tizayuca, tuvo una brevísima pero muy fecunda creatividad tanto como dramaturgo como poeta.Desde su arribo a la ciudad de México en 1827, a la edad de once años, tendría la fortuna de trabajar, como mozo, en la limpieza de la librería de su tío Mariano Galvan Rivera, quien alcanzaría notoriedad por editar el famosísimo Calendario de Galván. Y seria, precisamente en esa librería, en la que Ignacio lograría relacionarse con la crema y nata de las letras mexicanas de aquella época.En 1835, comenzaría su labor como escritor, iniciándose en la poesía para pasar, casi de inmediato a la novela y al género dramático. Alcanzaría temprana fama con su obra Muñoz, visitador de México, misma que se presentó con cierto éxito en 1838 en el Teatro Principal de la ciudad de México.En cuanto a su obra poética, la selección de diez poesías que aquí incluimos bajo el título El ángel caído y otros poemas, recoge a las mil maravillas la capacidad literaria de Ignacio Rodríguez Galván, quien, desgraciadamente, moriría a la temprana edad de veintiseis años, víctima del denominado vómito negro, en la ciudad de La Habana, Cuba, cuando encontrábase cumpliendo una encomienda gubernamental.En esta recopilación hemos incluido la Profecía de Guatimoc, el poema considerado, por propios y extraños, como la máxima representación poética del romanticismo mexicano.Esperamos que quien lea u hojée la presente edición cibernética, se deleite con las letras de Ignacio Rodríguez Galván.Chantal López y Omar Cortés Volver al Indice EL TENEBRARIO El templo está sombrío y silenciosocomo del hombre la última morada,y entona allá una voz grave y pausadacántico religioso.El cristiano medita prosternadoante el altar augusto del Eterno,su ferviente oración eleva tiernoya del mundo olvidado.Sobre enlutado triángulo se mirancirios que están las naves alumbrando;se van unos tras otros apagandoy al fin todos expiran.Asentado yo al pie de una coluna,allá en lo más recóndito del templo,en las luces del triángulo contemplomi vida y mi fortuna.Del tiempo asolador la mano heladadestruye mi existencia tempestosa,y en dilatada noche tenebrosaquedará sepultada.Empero joven soy y nuevos díasdel sol la lumbre abrasará mis venas;aun pasaré más gozos y más penas,y más melancolías.De mis amigos los amantes brazosaun sostendrán mi enardecido cuello;a la pura amistad pondrán el sellomás amor, nuevos lazos.Dejaré la ciudad y presurosoiré al lugar do vi la luz primera,será mi habitación una praderao un monte cavernoso.De mis padres veré la tumba fría,su losa regaré con tierno llantoy luego entonaré fúnebre cantoen la morada umbría.¿Pero adónde me arrastran mis delirios?¿Quién sabe de su vida los momentos? ...Un soplo repentino de los vientospuede apagar los cirios.Tal vez, tal vez en este instante mismode mi contemplación y mi demencia,hundiráse mi frágil existenciaen el oscuro abismo.Y en esta piedra donde estoy sentadola augusta ceremonia al acabarse,los hombres me hallarán, al retirarse,sin aliento y helado.Pero aun vivo me encuentro y anubladami vista alcanza a ver cirios ardiendo;pasa, sus blancas luces conmoviendo,el aura delicada.Así mi corazón late apacible;mas viene de pesares un torrente,lo estremece y oprime de repente,y le deja insensible.Los cirios se apagaron. Noche horrendainterpone a mi vista velo denso.¿Acaso estoy en el palacio inmensode eternidad tremenda?En mi redor fantasmas aparecen,aquí y allí vagando misteriosas;adonde estoy se acercan silenciosas,luego desaparecen.¿Así es la eternidad que nos espera,vórtice horrible de tiniebla heladaen donde el alma vaga arrebatadapor la corriente fiera?¿Y ni un rayo de luz vendrá del cielocual relámpago al triste caminante,que quisiera le alumbre un solo instantey sea su consuelo?Pensando así y vagando en la profundaterrible oscuridad, me precipito,llego al umbral ¡oh Dios! y lanzó un grito ...¡Un mar de luz me inunda!6 de mayo de 1837 Volver al Indice A LA MUERTEDe mi amigo Antonio Larrañada¿Por qué el aire surcandodilátanse del bronce los sonidosy sin cesar vibrandollegan a mis oídosprofundos y tristísimos gemidos?¿Por qué de muerte el cantoen torno de ese féretro resuena?¿Por qué el fúnebre llanto?¿Por qué la amarga pena,los cirios y el clamor que el aire llena?Te miro ante mis ojospostrado sin aliento, amigo mío,y sobre tus despojossu manto negro y friotiende la muerte con placer impío.Y en las alas de querubes,envuelta tu alma en esplendente veloy entre rosadas nubes,deja el impuro sueloy blandamente se remonta al cielo.¡Oh, quién te acompañara!Y ese mundo feliz que habitas oracontigo disfrutaray la paz seductoraque, sin turbarse, en él eterna mora.En mi patria no vierasangre correr por la ciudad y llanos,y que entre rabia fierahermanos con hermanoshasta hundirse el puñal pugnan insanos.Ni viera la perfidiade nación que, risueña, nos abraza,y bramando de envidialuego nos amenazay en su mente infernal nos despedaza.Ni viera hombres malvadosque sin temer de Dios el alto juicio,de la ambición guiadosy el deshonroso vicio,despeñan mi nación al precipicio.Ni con feroz despechola miseria, elevándose espantosa,cerrar contra su pechola humanidad quejosay devorar sus lágrimas ansiosa.Y el luto y exterminioen pos del hambre descarnada y yerta,extender su dominiosobre la tierra muertay a la peste letal abrir la puerta.Feliz, mi caro amigo,feliz mil veces tú, que ya en el mundoel dolor enemigocon brazo furibundono rompe tus entrañas iracundo.Dichoso tú, que vivesentre el gozo, la paz, la bienandanzay no cual yo, recibesde amor sin esperanzazozobras y martirios sin mudanza.Y no sientes el yugode la suerte pesar sobre tu cuello,ni el hombre es tu verdugo,ni con ansia un destellobuscas de la verdad, sin poder vello.Cuando el mundo habitabas,con la voz de amistad consoladoralas penas aliviabasde tu amigo, que ahorahundido en el pesar tu ausencia llora.Al escuchar tus cantos,do la razón brillaba y la poesía,celestiales encantosmi corazón sentíay en su mismo dolor se adormecía.Si a tu alma por venturale es permitido descender al suelo,cuando la noche oscurame traiga el desconsueloven a elevar mi pensamiento al cielo.De mi agitado sueñolas escenas de horror benigno ahuyenta;la imagen de mi dueñoen vez de ellas presentay haz que tu grata voz mi oído sienta.17 de diciembre de 1838 Volver al Indice LA TUMBA Cual brilla la esperanza seductoraen la mente del hombre sin fortuna,así entre nubes rotas de la lunaresplandece la luz.Todo es silencio y soledad ahora,el delicado viento apenas zumbay sólo me acompañan una tumbay una modesta cruz.Allí postrado, en meditar profundose engolfa mi agobiada fantasía.Y la frente me toco y la hallo fría ...Mas no mi corazón.En sueño hundido el bullicioso mundo¿yo solo en medio de la noche velo?¿Yo solo al justo, al poderoso cieloelevo mi oración?Dentro de este sepulcro helado y mudouno encontró su deseado abrigoy nadie ... ni un pariente ni un amigo,viene a rogar por él.Esta losa do estoy es el escudoque la liberta de la atroz perfidia,de la maldad, ingratitud y envidiay de una amante infiel.¿Acaso, como yo, solo en la tierra,no hallaba en su dolor consuelo alguno?Quizá amor y desprecio de consunole hicieron padecer ...Empero ya su cuerpo aquí se encierray su alma otra región ahora habita ...En tanto mi existencia se marchitade la suerte al poder.Y cuando suene lúgubre campanay ya la muerte el corazón me oprima¿habrá quien triste ante mi lecho gimaen amargo dolor?Esperar en los hombres cosa es vana;no hay quien alivie mi dolor prolijo,ni quien piadoso lleve un crucifijoal labio sin color.Y ni en la tumba solitaria abrigoencontrará mi cuerpo sepultado,que vendrá otro cadáver, y arrojadoel primero será.¿Y a su socorro no vendrá un amigo?Necio de aquel que en la amistad confía.¡Amistad! ... la que dura un solo díaes sempiterna ya!6 de noviembre de 1837 Volver al Indice EVA ANTE EL CADÁVER DE ABELMás del fruto del árbol de la ciencia del bien y el ma no comas,porque en cualquier día que comieres de él,infaliblemente morirás.GÉNESIS Por la venganza atroz de hermano impío,con los rubios cabellos desgreñadosy el cuerpo exangüe, destrozado y frío,en tierra yace Abel. Tiene clavadosen la bóveda azul del ancho cielolos sus serenos ojos apagados.Opero el corazón de amargo dueloEva su rostro con el llanto baña,hincadas las rodillas en el suelo.Suspiros dolorosos acompaña,mezclados con tristísimos gemidos,al lloro ardiente que su vista empaña.Los labios, de aflicción descoloridos,sella afanosa en los de su hijo yertobuscando de su pecho los latidos.Y lo que mira no creyendo cierto,le remueve espantada y temblorosa,convenciéndose al fin de que está muerto.Entonces conociendo su espantosa,horrenda situación, desesperadahiere su tierno pecho y faz hermosa;los cabellos se arranca desolada,revolviendo los ojos por doquieray en Abel fija luego la mirada.Eva feliz, a quien la suerte fieracondenó a presenciar en este mundoel fin del hombre por la vez primera¡cuál tu dolor sería, cuán profundoal mirar en este hombre tu hijo amadoy muerto por su hermano furibundo!Por su hermano feroz, Caín malvado,que en su corrupto, detestable senoabriga un corazón envenenado.Empero ya el Señor con voz de truenoSerás maldito -le gritó- y errantete verá el orbe, y de fatigas lleno.Sangriento siempre, siempre palpitante,el vengador cadáver de tu hermanoeternamente mirarás delante;manchada irá la fratricida manocon su inocente sangre, y afanosote esforzarás para borrarla en vano.Huyó Caín. Su corazón rabioso,de emponzoñadas sierpes combatido,jamás encontrará dulce reposo.En tanto, oh madre, ante tu bien perdidolamentas tu fatal horrenda suerte,y tú la causa de tu mal has sido.¿Por quién fue el hombre condenado a muerte?¿Quién irritó la cólera divinaque fulminó de Dios el brazo fuerte?Tú del hombre causaste la ruina,como el empuje de huracán bravíohace caer la colosal encina.De su hijo contemplando el cuerpo fríoEva inmóvil, helada de pavura,yace agobiada del pesar impío,así cual hombre que en la noche oscuramira elevarse espectro silenciosode negro bosque en la hórrida espesura.Al fin desplega el labio temblorosoy con sus voces atronando el vientohabla así con acento doloroso:Maldito aquel fatal, crudo momentoen que miré del sol la clara lumbrey de los aires respiré el aliento.De los montes ¿por qué la altiva cumbreno se desploma aniquilándome oray termina mi horrenda pesadumbre?¿Por qué el Eterno desde allá do mora,densa tiniebla y llamas derramando,no confunde la noche con la aurora?¿Por qué no el suelo se abre rebramando,y árboles, cerros y volcanes hundecon horror espantoso retemblando?¿Por qué no el trueno aterrador difunderemordimientos bárbaros en tu alma,Caín, y espanto por doquier te infunde?Nunca tu corazón halle la calma,y en el desierto amargo de la vidajamás percibas deliciosa palma.¡Oh Abel, oh prenda por mi mal perdida,tu pura sangre a Dios pide venganzacontra el feroz impío fratricida!Y yo en tanto ¡infeliz! sin esperanzade recobrarte, mísera perezcoal castigo cruel que Dios me lanza.Pero soy la culpable, y bien merezcoel horrible tormento fatigosoque en este instante sin cesar padezco.Dice, y el rostro pálido y llorosocon las manos se cubre avergonzada,yerta con el dolor duro y penoso.Y luego sobre Abel, enagenadase arrojó llena de mortal quebranto,e inmóvil, del cadáver abrazada,la cubre de la noche el negro manto.23 de mayo de 1837 Volver al Indice EL ÁNGEL CAÍDOCuando el ángel que habita fuego y penas ...¡Al arma, dijo, al arma! ...Quevedo, Cristo resucitado Del negro abismo en la región oscuraen profundo estupor y abatimientohundida yace la legión impuraque el Señor despeñó del firmamento;no tristeza, no llanto, no amarguraaparece en su rostro macilento,mas en sus ojos tétricos se advierteodio, rabia, furor, rencor de muerte.Unos en derredor la vista girany cierran con temblor la yerta mano,otros creciendo en cólera se miran,otros sonríen con desprecio insano;a calmar su despecho en vano aspiran,ocultar su dolor tratan en vano;es el rostro cual lago transparenteque descubre del fondo la corriente.En desorden se ven amontonadasrotas lanzas, corazas y crestones,tintas en roja sangre las espadas,abollados paveses, morñones,ropas en el combate desgarradas,sin astas destrozados pabellones,y agitados, convulsos los heridoslanzando de su pecho hondos gemidos.Siniestras llamas pálidas ondeande amarillenta luz iluminandolos escabrosos valles do campeanlos escuadrones del precito bando;entre el humo y azufre centelleanmeteoros de fuego y, rebramando,truenos aterradores se desatany por cumbres y abismos se dilatan.Allí lagos se ven de aguas inmundas,allí pesadamente largos ríosen las cavernas piérdense profundasy en largos bosques de árboles sombríos;espantables serpientes furibundasy canes arrabiados y bravíos,feroces tigres de mirar sangrientoinsaciables buscando el alimento.Allí desnudas peñas y zarzales,y escorpiones se miran venenosos,espinos en ardientes arenales,llanto vertido en antros cavernosos,y del centro de rudos peñascalesy tostados desiertos escabrosos,retumbando una voz se alza y se lanzagritando sin cesar: ¡No hay esperanza!Colosales fantasmas por el vientogiran sañudas, o volando pasanentre vapores de color sangrientoy en vivas llamas el espacio abrasan,y gritan con rumor y son violentocuando los aires rápidas traspasan;Ni esperanza os concede el Dios eterno.¡Ni esperanza! repite el hondo averno.Oye Satán la voz, para el semblante.Sentado estaba en encendida roca,inclinada la vista penetrante, pálidas las mejillas y la boca,enarcadas las cejas, palpitanteel ulcerado corazón, que tocael relevado pecho, do se imprime,y lo alza y lo estremece y lo comprime.Así tal vez volcanes encendidosse elevan y se abajan con violenciacuando sienten sus antros derruidosde incontrastable fuego a la inclemencia,y entre sordos recónditos bramidos,oponiéndole débil resistencia,anuncian a los hombres con pavurahorrible muerte y luenga sepultura.Con trabajo Satán tenue respira;por las huecas narices imperfetas,cual noto silbador gime y espirade encinas y peñascos en las grietas;fatigado después ronco suspiracual si rugiera, herido de saetas,irritado león allá en la internaestancia de una cóncava caverna.Como encallado barco que rechinacrujen sus duros dientes encobrados,fusca sus ojos súbita neblina,se encapotan sus párpados airados,caen en desorden a la faz cetrinalos ásperos cabellos desgreñadosy espuma arroja el labio enardecidocual jabalí cerdoso combatido.Y al compás de blasfemias y lamentos,y entre la asolación y entre el espanto,Satán alza la voz, y por los vientostronando vuela su terrible cantocontrastados así los elementos,hundiendo a la natura en el quebranto,el rayo aterrador desencadenan,y la tierra y el mar y el cielo atruenan.1Tú que Dios te proclamas soberbio,tú que Eterno y potente te nombrasy nos hundes rabioso en las sombrasque se agitan en esta mansión;no en tu efímero triunfo te goces,no en la suerte confíes injusta,aun me queda una mano robusta,2aun me queda un feroz corazón.Si tú tienes el cielo por reino,si un ejército tienes altivo,tengo yo corazón vengativoque un ultraje no olvida jamás.Y falanges de espíritus fierosque a seguirme anhelosos aspiran,y si acaso con fuerza respirangemir hacen el cielo y temblar.3Del infierno en las grutas profundasentre abismos y nieblas vivimos,y hambre y sed y dolores sufrimospor tí, odioso monarca, por tí;y tan sólo arenales ardientesy volcanes de lóbrega cumbre,y torrentes y mares de lumbre,y huracanes se miran aquí.4¿Y el esfuerzo perdemos llorando?¿Y así inertes sufrimos el yugoque imponernos a un déspota plugoen un rapto de rabia y furor?Basta ya de cobardes suspiros,basta ya de terríficas penas,destrocemos las viles cadenas,reanimemos el yerto valor.5¿No tenemos bravura y aliento?¿No tenemos un brazo terrible?Si es la hueste del cielo invencible,conquistemos la muerte siquier.Levantemos la voz de venganzaal compás de la trompa sonora.¿Lloraremos cobardes ahorasi hemos sido potentes ayer?6¡Oh, cuál rompe mi pecho la ira!Empuñemos de nuevo la lanza,el encono daráme pujanzay seré menos torpe adalid.Tempestades, venid a mi acento,y vosotros, arcángeles bravos,que a vileza tenéis ser esclavos,levantad la cabeza ¡venid!7Vuestras alas me sirvan de asiento,y de guía el horror y exterminio,y extendiendo mi duro dominioMuerte reine implacable doquier.De los orbes la grata armoníase suspenda a mi mando tirano,y una sola señal de mi manomuestras dé de mi vasto poder.8Y desplómese el cielo sin quicio,guerra se hagan los astros chocando,y la muerte risueña imperandoel infierno aniquile también.Suspendiendo yo entonces mi vuelo,adurmiéndome al ronco estallido,de los cielos el !ay! doloridomi alma fiera henchirá de placer.Suspende su cantar, porque la irallena y comprime el fatigado pecho;por la hinchada nariz el aire aspiray no siente su seno satisfecho;luego en torno de sí la vista giracombatido de rabia y de despecho,y al través de la niebla que lo ofusca,sus fuertes armas, sus arneses busca.Con firme paso y altivez se avanza,y respirando desconcierto y guerrasu brazo tiende a la nudosa lanzay, balbuciendo, en la mitad la aferra;en el aire la vibra, y con pujanzael cuento estriba fervoroso en tierrahaciendo con el golpe furibundoretemblar el abismo hasta el profundo.Rápido se compone la coraza,con desenfado y además sañudoafirma el casco brillador y embrazaluego el templado reluciente escudo;sobre él alzando la potente mazadescarga veces tres el golpe crudo;al rumor conmovióse el horizontecual si un monte chocara con un monte.De la suerte que suele presurosauna jauría de canes acercarsea la voz de la trompa sonorosadel cazador, y ufanos congregarse,así de los demonios la estruendosaturba se mira rápida juntarse,dando indicios de bélico ardimientoal oír de Satán el llamamiento.Los escuadrones de ángeles caídosllenan los campos, lomas y laderas,y de sangre los lagos corrompidosde bateles se cubren y banderas.Al combate feroz apercibidosbraman cual si bramaran roncas fieras,y las pesadas armas empuñandola señal del combate están ansiando.Satán en un veloz razonamientoenciende su valor, su enojo y brío,a la manera que el soplar del vientode las llamas aumenta el poderío.Ya en ligero agitado movimientoa surcar se preparan el vacío,ya en grito universal que el alma aterradicen con hueca voz: ¡Venganza y guerra!Al ruido y al clamor el viento mujey el sordo estruendo por los montes zumba;al peso de la gente el suelo cruje,parece que el abismo se derrumba.El rumor sube en poderoso empujea la celeste bóveda, y retumba.Asoma la su faz el Dios Eterno,y en silencio mortal se hunde el infierno.Abril de 1839 Volver al Indice NULIDAD DE LA VIDAImitación del Salmo 89 Nuestro asilo, Señor, tú siempre fuiste.Nada era el mar, la tierra y el espacio,y era ya lo infinito tu palacioy Dios eras tú ya.Formaste al hombre, y a ligero polvo,que arrebatan los vientos, le reduces.Edades tras edades reproduces,muerte tras muerte va.Son ante tí los años y los sigloscomo vigilia de la noche umbría,como soplo de viento, como el díade ayer, que ya pasó.Es el hombre torrente fugitivo,sueño veloz que la mañana trae,flor que nace a la aurora, y crece y cae,si la tarde llegó.Colocas ante tí nuestras maldades,tu faz alumbra la infamada tierra,tu cólera confunde, espanta, aterra;consume tu furor.Muere la vida cual palabra vana;ochenta años, lo más, el hombre dura.Pasan la juventud y la hermosura,no el trabajo y dolor.¿Será eterna, Señor tu ira funesta?¿La oiremos retumbar día por día? ...Borra tú de la humana fantasíalas horas del penar.Mécese el hombre en cuna de dolores,entre yerbas y espinas vive y crece;como el ave en los aires desparece,como piedra en el mar. Volver al Indice EL BUITRECanto de venganzaSuspiros brote el labio,venganzas el corazónJuan Nicasio GallegoYo que abrigo venganza insaciable,que el encono mi pecho desgarra¡cómo envidio del buitre la garracuyo oficio es herir y matar!Cuando él halla la presa que buscase encarniza con ella rabioso;si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Me engañó con fingidos halagosla mujer que adoré con ternura;no mirara, cual hoy, su hermosuraestrechada de aleve rival.Pues sobre ellos veloz me lanzaraesgrimiendo mis uñas gozoso.Si yo buitre naciera espantoso,me venganza me hiciera inmortal.Al ingrato que paga en traicionesbeneficios de cándido amigo,que le da el alimento y abrigocontra el soplo de suerte mortal,su alma negra impaciente arrancaraen su cuerpo cebándome ansioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Un infame se embriaga en el vicioy seduce a la tierna doncella,y de joven purísima y bellala convierte en espectro fatal.En el pecho del uno y la otrapico y garras hundiera afanoso.Si yo buitre naciera espantosomi venganza me hiciera inmortal.El tutor que a pupila infeliceabandona a la suerte iracunday entre tanto la herencia fecundadesparece en su mano rapaz,no sereno su robo gozara,pues sobre él me arrojara enconoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.El avaro sumerge en miseriasal hambriento infeliz que le imploray que en vano laméntase y llora;sólo cede al valioso metal.Al sonido del oro, en su pechorepasara mi garra furioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Sobre lecho mullido de plumasduerme inquieto mezquino tirano,pues en sueños divisa una manoque en el seno le vibra un puñal.Devorándolo airado me vieraal volver de su sueño horroroso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Y en los pueblos que sufren su yugoy que viles le inclinan la frente,con desprecio y furor inclementeafilara mi garra voraz.De su sangre cobarde formaradilatado torrente espumoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Cuando encima de toda la tierramar inmenso de sangre mirara,satisfecho en sus ondas nadarade este mundo infeliz dueño ya.Y en la sangre mis alas tendiendo,entre sangre tuviera reposo.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.1837 Volver al Indice POR VEZ PRIMERASi dormiero, dicam:Quando consurgam? et rursum expectabo vesperam,et replebor usque ad tenbrasJob, VII, 4 Por vez primera me abandono ciegoal insondable abismo de este mundo,y al contemplar su cóncavo profundotiembla incierto mi pie.Mil imágenes tristes y funestasse agolpan a mi mente combatida,y se presenta en ella de mi vidalo que ha de ser y fue.Nuevo sendero se abre ante mi vista.¿Qué miro en él? Desolación, espanto.En la tierra empapada con mi llantomi pie resbala ya.Hijo de Adán imploraré a mi hermanoy de mi apartaráse desdeñoso,mas del Señor un ángel luminosomi báculo será.Ya la miseria con su mano yertamis agitadas sienes acaricia,ya de los hombres la infernal maliciarompe mi corazón.Ya tendido expirando en lecho durode escarnio soy y lástima el objeto,ya entra de Heredia el pálido esqueletoen mi oscura mansión.En vida y muerte, oh vate, infeliz fuiste;si en tu existir tocaste sólo abrojos,con muertos ignorados tus despojosyo confundidos ví.Tu predijiste mi miseria cuandoen mi mano sentí tu mano ardiente;si no heredé tu numen elocuente,tu mala estrella sí.Yo sé que el hombre al opulento crimendébil acata, envilecido aplaude,y sé también que disfrazado el fraudevive en su corazón.Sé que desprecia la virtud desnuday que asentada en su falaz pupilaeternamente a la honradez vigilaastuta la traición.Mas la vida es crisol del inocente.Si en la indigencia y menosprecio vive,su galardón espléndido recibellegando al ataúd;que de Dios en la mente soberanaserá llanto y pesares su riqueza,los títulos serán de su noblezacompasión y virtud.Hijo de Dios que desvalido y pobrepasaste por la tierra descreíday en el último trance de tu vidatu lecho fue una cruz,lleva mis pasos de virtud al templo,mi tenebrosa mente al cielo encumbray mi extraviado corazón alumbracon tu divina luz.1° de noviembre de 1840 Volver al Indice MUSA DE LA VERDAD Musa de la verdad, mi labio inspira;tú nunca ceñisteel marchito laurel de la mentira;tú que desprecias la imperial diademay el regio manto pisas;tú a quien en vano clama fatigadala estrecha mente de rastrero vate,y con rápido vuelocruzas en pos de libertad sagrada,musa de la verdad, baja del cielo.Tiende el Señor desde el asiento suyosobre nuestra nación manto de duelo,y apartando la vista de este suelodice al genio del mal: ¡México es tuyo!De su caverna el monstruo se abalanzay se mece en los aires sonriendo,entusiasmado lanzade su maldita bocaalaridos de júbilo y venganza,y las tendidas alas sacudiendo,la tempestad y el huracán convoca.De entonces ¡cuánto mal! ¡Cuántos horrores!¡Cuántas discordias y rencor interno,y muertes y miserias y furoressobre nosotros abortó el infierno! ...O ya de sangre el pabellón de guerrapor el viento agitado nos salpica,o ya su curso en la infecunda tierraun reguero de sangre nos indica.¿Qué es de la ciencia en tanto? ...En sus meditacionesembebecido el sabio, en su retiroes súbito turbadopor el ronco rugir de los cañones,y de su estudio al proseguir el girosu lámpara sofocade la miseria el brazo descarnado.Newton, Bacon, Descartes, Galileo¿quién vuestra voz escuchacuando está henchido el corazón de llanto,cuando ausente el reposoel alma en la inquietud lánguida lucha?Sacrosanta poesía¿quién prestará atención a tu armonía,cuando de Homero la sonora trompano despertara nuestra mente fría? ...Colón sublime, si a la mar que un díapor vez primera te arrojaste ardiente,nuestro orgullo insolenteun navío lanzara,contra las rocas duras de la costaesa mar indignada lo estrellara.¡Colón! ¡Colón! Permite que mi labiotribute a tu virtud recuerdo tiernoy que henchido de cólera maldigade un hipócrita rey la negra saña.¡Colón! alzaste monumento eternopara tu gloria y mengua de la España.Tú a países no de antes conocidos,como arcángel de luz entre tinieblascercado aparecistede una caterva infame de bandidos.Tú, con robusto brazosometiste a tu ley el mar profundo ...¡La base de tu estatua es medio mundo,tu estatua el Chimborazo!¡Lateranos, seguid! México esperaen su naciente juventud su gloria,no engañéis su esperanza lisonjera,trabajad el laurel de su victoria.Que de este mar de crimen y miseriapasarán de ola en ola conducidosalgunos nombres al futuro tiempo,no envueltos en el velo de la infamiani en sangre enrojecidos.¡Y en tanto que yo veala estrella de mi patria en manso giroy que ya las desgracias no la oprimen,que cada acento de mi lira seapor la triste virtud hondo suspiroy anatema de muerte para el crimen! Volver al Indice PROFECIA DE GUATIMOCNo fue más que un sueño de lanoche que se disipó con la auroraSan juan CrisóstomoITras negros nubarrones asomabapálido rayo de luciente lunaténuemente blanqueando los peñascosque de Chapultepec la falda visten.Cenicientos a trechos, amarillos,o cubiertos de musgo verdinegroa trechos se miraban, y la vistade los lugares de profundas sombrascon terror y respeto se apartaba.Los corpulentos árboles ancianos,en cuya frente siglos mil reposan,sus canas venerables conmovíande viento leve al delicado soploo al aleteo de nocturno cuervo,que tal vez descendiendo en vuelo rápidorizaba con sus alas sacudidaslas cristalinas aguas de la alberca,en donde se mecía blandamentela imagen de las nubes retratadasen su luciente espejo. Las llanurasy las lejanas lomas repetíanel aullido siniestro de los loboso el balar lastimoso del cordero,o del toro el bramido prolongado.¡Oh soledad, mi bien, yo te saludo!¡Cómo se eleva el corazón del tristecuando en tu seno bienhechor su llantoconsigue derramar! Huyendo al mundome acojo a tí. Recíbeme y piadosadivierte mi dolor, templa mi pena.Alza mi corazón al infinito,el velo rasga de futuros tiempos,templa mi lira, y de los sacros vatesdame la inspiración.Nada en el mundo,nada encontré que el tedio y el disgustode vivir arrancara de mi pecho.Mi pobre madre descendió a la tumbay a mi padre infeliz dejé buscandoun lecho y pan en la piedad ajena.El sudor de mi faz y el llanto ardientemi sed templaron. Amistad sincerabusqué en los hombres, y la hallé. .. Mentira,perfidia y falsedad hallé tan sólo.Busqué el amor, y una mujer, un ángela mi' turbada vista se presentacon su rostro ofuscando a los malvadosque en torno la cercaban, y entre risasde estúpida malicia se gozaban,que en sus manos sacrílegas pensandola flor de su virtud marchitaríany de su faz las rosas ... ¡Miserables!¿Cuándo la nube tempestuosa y negrapudo apagar del sol la lumbre pura,aunque un instante la ofuscó? ¿Ni cuándosu irresistible luz el pardo buhosoportar pudo? ...Yo temblé de gozo,sonrió mi labio y se aclaró mi frente,y brillaron mis ojos, y mis brazosvacilantes buscaban el objetoque tanto me asombró ... ¡Vana esperanza!En vez de un alma ardiente cual la mía,en vez de un corazón a amar creado,aridez y frialdad encontré sólo,aridez y frialdad ¡indiferencia! ...Y mis ensueños de placer volarony la fantasma de mi dicha huyóse,y sin lumbre quedé perdido y ciego.Sin amistad y sin amor ... (La ingratade mí aparta la vista desdeñosa,y ni la luz de sus serenos ojosconcede a su amador ... En otro tiempo,en otro tiempo sonrió conmigo.)Sin amistad y sin amor, y huérfano.Es ya polvo mi padre, y ni abrazarlopude al morir. Y abandonado y soloen la tierra quedé. Mi pecho entoncesse oprimió más y más, y la poesíafue mi gozo y placer, mi único amigo.Y misteriosa soledad de entoncesmi amada fue.¡Qué dulce, qué sublimees el silencio que me cerca en torno!¡Oh cómo es grato a mi dolor el rayode moribunda luna, que halagandoestá mi yerta faz! Quizá me escuchanlas sombras venerandas de los reyesque dominaron el Anáhuac, presahoy de las aves de rapiña y lobosque ya su seno y corazón desgarran.- ¡Oh varón inmortal! ¡oh rey potente!Guatimoc valeroso y desgraciado,si quebrantar las puertas del sepulcrote es dado acaso ¡ven! Oye mi acento,contemplar quiero tu guerrera frente,quiero escuchar tu voz ...IISiento la tierragirar bajo mis pies, nieblas extrañasmi vista ofuscan y hasta el cielo suben.Silencio reina por doquier; los campos,los árboles, las aves, la natura,la natura parece agonizante.Mis miembros tiemblan, las rodillas dobloy no me atrevo a levantar la vista.¡Oh mortal miserable! tu ardimiento,tu exaltado valor es vano polvo.Caí por tierra sin aliento y mudo,y profundo estertor del hondo pechooprimido salía.De repenteparece que una mano de cadáverme aferra el brazo y me levanta ... ¡Cielos!¿Qué estoy mirando? ...- Venerable sombra,huye de mí; la sepultura cóncavatu mansión es. ¡Aparta, aparta!En vanosuplico y ruego; mas el alma míavuelve a su ser y el corazón ya late.De oro y telas cubierto y ricas piedrasun guerrero se ve. Cetro y penachode ondeantes plumas se descubre; tienepotente maza a su siniestra, y arcoy rica aljaba de sus hombros penden ...¡Qué horror! Entre las nieblas se descubrenllenas de sangre sus tostadas plantasen carbón convertidas; aun se mirabajo sus pies brillar la viva lumbre.Grillos, esposas y cadenas durasvisten su cuerpo, y acerado anillooprime su cintura; y para colmode dolor, un dogal su cuello aprieta.Reconozco, exclamé, sí, reconozcola mano de Cortés bárbaro y crudo.¡Conquistador! ¡aventurero impío!¿Así trata un guerrero a otro guerrero?¿Así un valiente a otro valiente? ... Dijey agarrar quise del monarca el manto;pero él se deslizaba y aire sólocon los dedos toqué.III- Rey del Anáhuac,noble varón, Guatimoctzín valiente,indigno soy de que tu voz me halague,indigno soy de contemplar tu frente.Huye de mí. - No tal, él me responde,y su voz parecíaque del sepulcro lóbrego salía.- Háblame, continuó, pero en la lenguadel gran Nezahualcóyotl.Bajé la frente y respondí: La ignoro.El rey gimió en su corazón. - ¡ Oh mengua,oh vergüenza! gritó. Rugó las cejasy en sus ojos brilló súbito lloro.- Pero siempre te amé, rey infelice.Maldigo a tu asesino y a la Europa,la injusta Europa que tu nombre olvida.Vuelve, vuelve a la vida,empuña luego la robusta lanza,de polo a polo sonará tu nombre,temblarán a tu voz caducos reyes,el cuello rendirán a tu pujanza,serán para ellos tus mandatos, leyes;y en México, en París, centro de orgullo,resonará la trompa de venganza.¿Qué de estos tiempos los guerreros valencabe Cortés sañudo y Alvarado(varones invencibles si crueles)y los venciste tú, sí, los vencisteen nobleza y valor, rey desdichado!- Ya mi siglo pasó. Mi pueblo todojamás elevará la oscura frentehundida ahora en asqueroso lodo.Ya mi siglo pasó. Del mar de Orientenueva familia de distinto idioma,de distintas costumbres y semblantes,en hora de dolor al puerto asoma;y asolando mi reino, nuevo reinosobre sus ruinas míseras levanta.Y cayó para siempre el mexicano,y ahora imprime en mi ciudad la plantael hijo del soberbio castellano.Ya mi siglo pasó.Su voz augustasofocada quedó con los sollozos.Hondos gemidos arrojó del seno,retemblaron sus miembros vigorosos,el dolor ofuscó su faz adustay la inclinó de abatimiento lleno.- ¿Pues las pasiones que al mortal oprimenacosan a los muertos en la tumba?¿Hasta ella el grito del rencor retumba?¿También las almas en el cielo gimen?Así hablé y respondió. - Joven audace,el atrevido pensamiento enfrena.Piensa en tí, en tu nación; mas lo infinitono será manifiestoa los ojos del hombre: así está escrito.Si el destino funestoel denso velo destrozar pudieraque la profunda eternidad te esconde,más, joven infeliz, más te valieraver a tu amante en brazos de tu amigoy ambos a dos el solapado aceroclavar en tus entrañas,y reír a tu grito lastimeroy, sin poder morir, sediento y flaco,agonizar un siglo ¡ un siglo entero!Sentí desvanecerse mi cabeza,tembló mi corazón, y mis cabelloserizados se alzaron en mi frente.Miróme con ternezadel rey la sombra y desplegando el labiode esta manera prosiguió doliente:¡Oh joven infeliz! ¡cuál tu destino,cuál es tu estrella impía! ...Buscará la verdad tu desatinosin encontrar la vía.Deseo ardiente de renombre y gloriaabrasará tu pecho,y contigo tal vez la tu memoriaexpirará en tu lecho.Amigo buscarás y amante pura,mas a la suerte plugoque halles en ella bárbara tortura,y en él feroz verdugo.Y ansia devoradorade mecerte en las olas de oceanoaumentará tu tedio, y será en vano,aunque en dolor y rabia te despeña,que el destino tiranopara siempre en tu suelo te aseguracual fijo tronco o soterrada peña.Y entre tanto a tus ojos¡qué terrífico lienzo se desplega!Llanos, montes de abrojos;el justo, que navegay de descanso al punto nunca llega.Y en palacios fastuososel infame traidor, el bandolero,holgando poderosos,vendiendo a un usurerolas lágrimas de un pueblo a vil dinero.La virtud a sus puertasgimiendo de fatiga y desaliento,tiende las manos yertaspidiendo el alimento,y halla tan sólo duro tratamiento.El asesino insanolos derechos proclama,debidos al honrado ciudadano.Y más allá rastrero cortesano,que ha vendido su honor, honor reclama.Hombre procaz, que la torpeza inflama,castidad y virtud audaz predica,y el hipócrita ateoa Dios ensalza y su poder publica.Una no firme sillamira sobre cadáveres alzada ...Ya diviso en el puertohinchadas lonas como niebla densa,ya en la playa diviso,en el aire vibrando aguda lanza,de gente extraña la legión inmensa.Al són del grito de feroz venganzalas armas crujen y el bridón relincha;oprimida rechina la cureña,bombas ardientes zumban,vaga el sordo rumor de peña en peñay hasta los montes trémulos retumban.¡Mirad! mirad por los calientes airesmares de viva lumbreque se agitan y chocan rebramando;mirad de aquella torre el alta cumbrecómo tiembla, y vacila y cruje, y cae,los soberbios palacios derrumbando.¡Escuchad, escuchad! ... Hondos gemidosarrojan los vencidos.¡Mirad los infelices por el suelo,moribundos, sus cuerpos arrastrando,y su sed ardorosaen sus propias heridas apagando!¡Oídlos en su duelomaldecir su nación, su vida, el cielo! ...Sangrienta está la tierra,sangrienta el alta sierra,sangriento el ancho mar, el hondo espacio,y del inmoble rey del claro díala faz envuelve ensangrentado velo.Nada perdona el bárbaro europeo;todo lo rompe y tala y aniquilacon brazo furibundo.Ved la doncella en torpe desaliñoabrazar a su padre moribundo.Mirad sobre el cadáver asquerosodel asesino aleve caer sin vida el inocente niño.¡Oh vano suplicar! Es dura rocael hijo del Oriente:;brotan sangre sus ojos, y a su bocalleva sangre caliente.Es su placer en fúnebres desiertoslas ciudades trocar. ¡Hazaña honrosa!Ve el sueño con desdén, si no reposasobre insepultos muertos.¡Ay pueblo desdichado!Entre tantos caudillos que te cercan¿quién a triunfar conducirá tu acero?Todos huyen cobardes, y al soldadoen las garras del pérfido extranjerodejan abandonadoclamando con acento lastimero:¿Dónde Cortés está? ¿dónde Alvarado?Ya eres esclavo de nación extraña,tus hijos son esclavos,a tu esposa arrebatan de tu seno ...¡Ay si provocas la extranjera saña! ...¿Lloras, pueblo infeliz y miserable?¿A qué sirve tu llanto?¿Qué vale tu lamento?Es tu agudo quebrantopara el hijo de Europa inaplacablesu más grato alimento.Y ni enjugar las lágrimas de un padreconcederá a tu duelo,que de la venerable cabelleraentre signos de gozole verás arrastradoal negro calabozo,do por piedad demanda muerte fiera.¡Ay, pueblo desdichado!¿Dónde Cortés está? ¿dónde Alvarado?¿Mas qué faja de luz pura y brillanteen el cielo se agita?¿Qué flamígero carro de diamantepor los aires veloz se precipita?¿Cuál extendido pabellón ondea?¿Cuál sonante clarín a la peleael generoso corazón excita?¡Temblad, estremeceos,oh reyes europeos!Basta de tanto escandaloso crimen.Ya los cetros en ascuas se convierten,los tronos en hoguerasy las coronas en serpientes fierasque rencorosas vuestro cuello oprimen.¿Qué es de París y Londres?¿Qué es de tanta soberbia y poderío?¿Qué de sus naves de riqueza llenas?¿Qué de su rabia y su furor impío?Así preguntará triste viajero.Fúnebre voz responderá tan solo:¿Qué es de Roma y Atenas?¿Ves en desiertos de África espantosos,al soplar de los vientos abrasadosqué multitud de arenasse elevan por los aires agitados,y ya truécanse en hórridos colosos,ya en bramadores mares procelosos?¡Ay de vosotros, ay, guerreros viles,que de la inglesa América y de Europa,con el vapor, o con el viento en popa,a México llegáis miles a milesy convertís el amistoso techoen palacio de sangre y de furores,y el inocente hospitalario lechoen morada de escándalo y de horrores!¡Ay de vosotros! Si pisáis altivoslas humildes arenas de este suelo,no por siempre será, que la venganzasu soplo asolador furiosa lanzay veloz las eleva por los aires,y ya las cambia en tétricos colososque en sus fornidos brazos os oprimen,ya en abrasados maresque arrasan vuestros pueblos poderosos.Que aun del caos la tierra no salíacuando a los pies del Hacedor radianteescrita estaba en sólido diamanteesta ley, que borrar nadie podría:El que del infeliz el llanto vierte,amargo llanto verterá angustiado;el que huella al endeble, será hollado;el que la muerte da, recibe muerte;y el que amasa su espléndida fortunacon sangre de la víctima llorosa,su sangre beberá si sed lo seca,sus miembros comerá si hambre lo acosa.IVBrilló en el cielo matutino rayo,de súbito cruzó rápida llama,el aire convirtióse en humo densosalpicado de brasas encendidascual rojos globos en oscuro cielo.La tierra retembló, giró tres vecesen encontradas direcciones; hondocráter abrióse ante mi planta infirmey despeñóse en él bramando un ríode sangre espesa, que espumo lagoformó en el fondo, y cuyas olas negras,agitadas subiendo, mis rodillasbañaban sin cesar. Fantasma horriblede formas colosales y abultadas,envolvió su cabeza en luengo mantoy en el profundo lago sumergióse.Ya no ví mas ...¿Dó estoy? ¿Qué lazo oprimemi garganta? ¡Piedad! Solo me encuentro ...Mi cuerpo tembloroso húmeda yerbatiene por lecho; el corazón mis manoscon fuerza aprietan, y mi rostro y cuerpotibio sudor empapa. El sol brillante,tras la sierra asomando la cabeza,mira a Chapultepec cual padre tiernocontempla al despertar a su hijo amado.Los rayos de su luz las peñas doran,los árboles sus frentes venerablesinclinan blandamente, saludandoal astro ardiente que les da la vida.Azul está el espacio, y a los montesbaña color azul, claro y oscuro.Todo respira juventud risueñay cantando los pájaros se mecenen las ligeras y volubles auras.Todo a gozar convida; pero a mi almamanto de muerte envuelve, y gota a gotasangre destila el corazón herido.Mi mente es negra cavidad sin fondoy vaga incierto el pensamiento en ellacual perdida paloma en honda gruta.¿Fue sueño o realidad? Pregunta vana ...Sueño sería, que profundo sueñoes la voraz pasión que me consume;sueño ha sido, y no más, el leve gozoque acarició mi faz; sueño el sonidode aquella voz que adormeció mis penas;sueño aquella sonrisa, aquel halago,aquel blando mirar ... Desperté súbitoy el bello Edén despareció a mis ojoscomo oleada que la mar envíay se lleva después. Sólo me restaatroz recuerdo que me aprieta el almay sin cesar el corazón me roe.Así el fugaz placer sirve tan sólopara abismar el corazón sensible,así la juventud y la hermosurasirven tan sólo de romper el senoa la cansada senectud. El hombretiene dos cosas solamente eternas:su Dios y la virtud, de Él emanada ...Yo me sentí mecido de mis padresen los amantes cariñosos brazos,y fue sueño también ... Mujer que adoro,ven otra vez a adormecer mi almay mátame después, mas no te alejes ...La amistad y el amor son mi existencia,y el amor y amistad vuelven el rostroy huyen de mí cual de cadáver frío.¡Venid, sueños, venid! y omad mi frentede beleño mortal: soñar deseo.Levantad a los muertos de sus tumbas;quiero verlos, sentir, estremecerme ...Las sensaciones mi alimento fueron,sensaciones de horror y de tristeza.Sueño sea mi paso por el mundo,hasta que nuevo sueño, dulce y grato,me presente de Dios la faz sublime.16-27 de setiembre de 1839 Volver al Indice
Haz click aquí, si deseas acceder al Catálogo General de la Biblioteca Virtual AntorchaINDICEPresentación de Chantal López y Omar Cortés.El tenebrario.A la muerte.La tumba.Eva ante el cadáver de Abel.El ángel caído.Nulidad de la vida.El buitre.Por vez primeraMusa de la verdad.Profecia de Guatimoc. PRESENTACIÓNConsiderado por quienes de literatura saben, como el más fiel representante del romanticismo en México, el hidalguense Ignacio Rodríguez Galván (1816-1842), originario del poblado de Tizayuca, tuvo una brevísima pero muy fecunda creatividad tanto como dramaturgo como poeta.Desde su arribo a la ciudad de México en 1827, a la edad de once años, tendría la fortuna de trabajar, como mozo, en la limpieza de la librería de su tío Mariano Galvan Rivera, quien alcanzaría notoriedad por editar el famosísimo Calendario de Galván. Y seria, precisamente en esa librería, en la que Ignacio lograría relacionarse con la crema y nata de las letras mexicanas de aquella época.En 1835, comenzaría su labor como escritor, iniciándose en la poesía para pasar, casi de inmediato a la novela y al género dramático. Alcanzaría temprana fama con su obra Muñoz, visitador de México, misma que se presentó con cierto éxito en 1838 en el Teatro Principal de la ciudad de México.En cuanto a su obra poética, la selección de diez poesías que aquí incluimos bajo el título El ángel caído y otros poemas, recoge a las mil maravillas la capacidad literaria de Ignacio Rodríguez Galván, quien, desgraciadamente, moriría a la temprana edad de veintiseis años, víctima del denominado vómito negro, en la ciudad de La Habana, Cuba, cuando encontrábase cumpliendo una encomienda gubernamental.En esta recopilación hemos incluido la Profecía de Guatimoc, el poema considerado, por propios y extraños, como la máxima representación poética del romanticismo mexicano.Esperamos que quien lea u hojée la presente edición cibernética, se deleite con las letras de Ignacio Rodríguez Galván.Chantal López y Omar Cortés Volver al Indice EL TENEBRARIO El templo está sombrío y silenciosocomo del hombre la última morada,y entona allá una voz grave y pausadacántico religioso.El cristiano medita prosternadoante el altar augusto del Eterno,su ferviente oración eleva tiernoya del mundo olvidado.Sobre enlutado triángulo se mirancirios que están las naves alumbrando;se van unos tras otros apagandoy al fin todos expiran.Asentado yo al pie de una coluna,allá en lo más recóndito del templo,en las luces del triángulo contemplomi vida y mi fortuna.Del tiempo asolador la mano heladadestruye mi existencia tempestosa,y en dilatada noche tenebrosaquedará sepultada.Empero joven soy y nuevos díasdel sol la lumbre abrasará mis venas;aun pasaré más gozos y más penas,y más melancolías.De mis amigos los amantes brazosaun sostendrán mi enardecido cuello;a la pura amistad pondrán el sellomás amor, nuevos lazos.Dejaré la ciudad y presurosoiré al lugar do vi la luz primera,será mi habitación una praderao un monte cavernoso.De mis padres veré la tumba fría,su losa regaré con tierno llantoy luego entonaré fúnebre cantoen la morada umbría.¿Pero adónde me arrastran mis delirios?¿Quién sabe de su vida los momentos? ...Un soplo repentino de los vientospuede apagar los cirios.Tal vez, tal vez en este instante mismode mi contemplación y mi demencia,hundiráse mi frágil existenciaen el oscuro abismo.Y en esta piedra donde estoy sentadola augusta ceremonia al acabarse,los hombres me hallarán, al retirarse,sin aliento y helado.Pero aun vivo me encuentro y anubladami vista alcanza a ver cirios ardiendo;pasa, sus blancas luces conmoviendo,el aura delicada.Así mi corazón late apacible;mas viene de pesares un torrente,lo estremece y oprime de repente,y le deja insensible.Los cirios se apagaron. Noche horrendainterpone a mi vista velo denso.¿Acaso estoy en el palacio inmensode eternidad tremenda?En mi redor fantasmas aparecen,aquí y allí vagando misteriosas;adonde estoy se acercan silenciosas,luego desaparecen.¿Así es la eternidad que nos espera,vórtice horrible de tiniebla heladaen donde el alma vaga arrebatadapor la corriente fiera?¿Y ni un rayo de luz vendrá del cielocual relámpago al triste caminante,que quisiera le alumbre un solo instantey sea su consuelo?Pensando así y vagando en la profundaterrible oscuridad, me precipito,llego al umbral ¡oh Dios! y lanzó un grito ...¡Un mar de luz me inunda!6 de mayo de 1837 Volver al Indice A LA MUERTEDe mi amigo Antonio Larrañada¿Por qué el aire surcandodilátanse del bronce los sonidosy sin cesar vibrandollegan a mis oídosprofundos y tristísimos gemidos?¿Por qué de muerte el cantoen torno de ese féretro resuena?¿Por qué el fúnebre llanto?¿Por qué la amarga pena,los cirios y el clamor que el aire llena?Te miro ante mis ojospostrado sin aliento, amigo mío,y sobre tus despojossu manto negro y friotiende la muerte con placer impío.Y en las alas de querubes,envuelta tu alma en esplendente veloy entre rosadas nubes,deja el impuro sueloy blandamente se remonta al cielo.¡Oh, quién te acompañara!Y ese mundo feliz que habitas oracontigo disfrutaray la paz seductoraque, sin turbarse, en él eterna mora.En mi patria no vierasangre correr por la ciudad y llanos,y que entre rabia fierahermanos con hermanoshasta hundirse el puñal pugnan insanos.Ni viera la perfidiade nación que, risueña, nos abraza,y bramando de envidialuego nos amenazay en su mente infernal nos despedaza.Ni viera hombres malvadosque sin temer de Dios el alto juicio,de la ambición guiadosy el deshonroso vicio,despeñan mi nación al precipicio.Ni con feroz despechola miseria, elevándose espantosa,cerrar contra su pechola humanidad quejosay devorar sus lágrimas ansiosa.Y el luto y exterminioen pos del hambre descarnada y yerta,extender su dominiosobre la tierra muertay a la peste letal abrir la puerta.Feliz, mi caro amigo,feliz mil veces tú, que ya en el mundoel dolor enemigocon brazo furibundono rompe tus entrañas iracundo.Dichoso tú, que vivesentre el gozo, la paz, la bienandanzay no cual yo, recibesde amor sin esperanzazozobras y martirios sin mudanza.Y no sientes el yugode la suerte pesar sobre tu cuello,ni el hombre es tu verdugo,ni con ansia un destellobuscas de la verdad, sin poder vello.Cuando el mundo habitabas,con la voz de amistad consoladoralas penas aliviabasde tu amigo, que ahorahundido en el pesar tu ausencia llora.Al escuchar tus cantos,do la razón brillaba y la poesía,celestiales encantosmi corazón sentíay en su mismo dolor se adormecía.Si a tu alma por venturale es permitido descender al suelo,cuando la noche oscurame traiga el desconsueloven a elevar mi pensamiento al cielo.De mi agitado sueñolas escenas de horror benigno ahuyenta;la imagen de mi dueñoen vez de ellas presentay haz que tu grata voz mi oído sienta.17 de diciembre de 1838 Volver al Indice LA TUMBA Cual brilla la esperanza seductoraen la mente del hombre sin fortuna,así entre nubes rotas de la lunaresplandece la luz.Todo es silencio y soledad ahora,el delicado viento apenas zumbay sólo me acompañan una tumbay una modesta cruz.Allí postrado, en meditar profundose engolfa mi agobiada fantasía.Y la frente me toco y la hallo fría ...Mas no mi corazón.En sueño hundido el bullicioso mundo¿yo solo en medio de la noche velo?¿Yo solo al justo, al poderoso cieloelevo mi oración?Dentro de este sepulcro helado y mudouno encontró su deseado abrigoy nadie ... ni un pariente ni un amigo,viene a rogar por él.Esta losa do estoy es el escudoque la liberta de la atroz perfidia,de la maldad, ingratitud y envidiay de una amante infiel.¿Acaso, como yo, solo en la tierra,no hallaba en su dolor consuelo alguno?Quizá amor y desprecio de consunole hicieron padecer ...Empero ya su cuerpo aquí se encierray su alma otra región ahora habita ...En tanto mi existencia se marchitade la suerte al poder.Y cuando suene lúgubre campanay ya la muerte el corazón me oprima¿habrá quien triste ante mi lecho gimaen amargo dolor?Esperar en los hombres cosa es vana;no hay quien alivie mi dolor prolijo,ni quien piadoso lleve un crucifijoal labio sin color.Y ni en la tumba solitaria abrigoencontrará mi cuerpo sepultado,que vendrá otro cadáver, y arrojadoel primero será.¿Y a su socorro no vendrá un amigo?Necio de aquel que en la amistad confía.¡Amistad! ... la que dura un solo díaes sempiterna ya!6 de noviembre de 1837 Volver al Indice EVA ANTE EL CADÁVER DE ABELMás del fruto del árbol de la ciencia del bien y el ma no comas,porque en cualquier día que comieres de él,infaliblemente morirás.GÉNESIS Por la venganza atroz de hermano impío,con los rubios cabellos desgreñadosy el cuerpo exangüe, destrozado y frío,en tierra yace Abel. Tiene clavadosen la bóveda azul del ancho cielolos sus serenos ojos apagados.Opero el corazón de amargo dueloEva su rostro con el llanto baña,hincadas las rodillas en el suelo.Suspiros dolorosos acompaña,mezclados con tristísimos gemidos,al lloro ardiente que su vista empaña.Los labios, de aflicción descoloridos,sella afanosa en los de su hijo yertobuscando de su pecho los latidos.Y lo que mira no creyendo cierto,le remueve espantada y temblorosa,convenciéndose al fin de que está muerto.Entonces conociendo su espantosa,horrenda situación, desesperadahiere su tierno pecho y faz hermosa;los cabellos se arranca desolada,revolviendo los ojos por doquieray en Abel fija luego la mirada.Eva feliz, a quien la suerte fieracondenó a presenciar en este mundoel fin del hombre por la vez primera¡cuál tu dolor sería, cuán profundoal mirar en este hombre tu hijo amadoy muerto por su hermano furibundo!Por su hermano feroz, Caín malvado,que en su corrupto, detestable senoabriga un corazón envenenado.Empero ya el Señor con voz de truenoSerás maldito -le gritó- y errantete verá el orbe, y de fatigas lleno.Sangriento siempre, siempre palpitante,el vengador cadáver de tu hermanoeternamente mirarás delante;manchada irá la fratricida manocon su inocente sangre, y afanosote esforzarás para borrarla en vano.Huyó Caín. Su corazón rabioso,de emponzoñadas sierpes combatido,jamás encontrará dulce reposo.En tanto, oh madre, ante tu bien perdidolamentas tu fatal horrenda suerte,y tú la causa de tu mal has sido.¿Por quién fue el hombre condenado a muerte?¿Quién irritó la cólera divinaque fulminó de Dios el brazo fuerte?Tú del hombre causaste la ruina,como el empuje de huracán bravíohace caer la colosal encina.De su hijo contemplando el cuerpo fríoEva inmóvil, helada de pavura,yace agobiada del pesar impío,así cual hombre que en la noche oscuramira elevarse espectro silenciosode negro bosque en la hórrida espesura.Al fin desplega el labio temblorosoy con sus voces atronando el vientohabla así con acento doloroso:Maldito aquel fatal, crudo momentoen que miré del sol la clara lumbrey de los aires respiré el aliento.De los montes ¿por qué la altiva cumbreno se desploma aniquilándome oray termina mi horrenda pesadumbre?¿Por qué el Eterno desde allá do mora,densa tiniebla y llamas derramando,no confunde la noche con la aurora?¿Por qué no el suelo se abre rebramando,y árboles, cerros y volcanes hundecon horror espantoso retemblando?¿Por qué no el trueno aterrador difunderemordimientos bárbaros en tu alma,Caín, y espanto por doquier te infunde?Nunca tu corazón halle la calma,y en el desierto amargo de la vidajamás percibas deliciosa palma.¡Oh Abel, oh prenda por mi mal perdida,tu pura sangre a Dios pide venganzacontra el feroz impío fratricida!Y yo en tanto ¡infeliz! sin esperanzade recobrarte, mísera perezcoal castigo cruel que Dios me lanza.Pero soy la culpable, y bien merezcoel horrible tormento fatigosoque en este instante sin cesar padezco.Dice, y el rostro pálido y llorosocon las manos se cubre avergonzada,yerta con el dolor duro y penoso.Y luego sobre Abel, enagenadase arrojó llena de mortal quebranto,e inmóvil, del cadáver abrazada,la cubre de la noche el negro manto.23 de mayo de 1837 Volver al Indice EL ÁNGEL CAÍDOCuando el ángel que habita fuego y penas ...¡Al arma, dijo, al arma! ...Quevedo, Cristo resucitado Del negro abismo en la región oscuraen profundo estupor y abatimientohundida yace la legión impuraque el Señor despeñó del firmamento;no tristeza, no llanto, no amarguraaparece en su rostro macilento,mas en sus ojos tétricos se advierteodio, rabia, furor, rencor de muerte.Unos en derredor la vista girany cierran con temblor la yerta mano,otros creciendo en cólera se miran,otros sonríen con desprecio insano;a calmar su despecho en vano aspiran,ocultar su dolor tratan en vano;es el rostro cual lago transparenteque descubre del fondo la corriente.En desorden se ven amontonadasrotas lanzas, corazas y crestones,tintas en roja sangre las espadas,abollados paveses, morñones,ropas en el combate desgarradas,sin astas destrozados pabellones,y agitados, convulsos los heridoslanzando de su pecho hondos gemidos.Siniestras llamas pálidas ondeande amarillenta luz iluminandolos escabrosos valles do campeanlos escuadrones del precito bando;entre el humo y azufre centelleanmeteoros de fuego y, rebramando,truenos aterradores se desatany por cumbres y abismos se dilatan.Allí lagos se ven de aguas inmundas,allí pesadamente largos ríosen las cavernas piérdense profundasy en largos bosques de árboles sombríos;espantables serpientes furibundasy canes arrabiados y bravíos,feroces tigres de mirar sangrientoinsaciables buscando el alimento.Allí desnudas peñas y zarzales,y escorpiones se miran venenosos,espinos en ardientes arenales,llanto vertido en antros cavernosos,y del centro de rudos peñascalesy tostados desiertos escabrosos,retumbando una voz se alza y se lanzagritando sin cesar: ¡No hay esperanza!Colosales fantasmas por el vientogiran sañudas, o volando pasanentre vapores de color sangrientoy en vivas llamas el espacio abrasan,y gritan con rumor y son violentocuando los aires rápidas traspasan;Ni esperanza os concede el Dios eterno.¡Ni esperanza! repite el hondo averno.Oye Satán la voz, para el semblante.Sentado estaba en encendida roca,inclinada la vista penetrante, pálidas las mejillas y la boca,enarcadas las cejas, palpitanteel ulcerado corazón, que tocael relevado pecho, do se imprime,y lo alza y lo estremece y lo comprime.Así tal vez volcanes encendidosse elevan y se abajan con violenciacuando sienten sus antros derruidosde incontrastable fuego a la inclemencia,y entre sordos recónditos bramidos,oponiéndole débil resistencia,anuncian a los hombres con pavurahorrible muerte y luenga sepultura.Con trabajo Satán tenue respira;por las huecas narices imperfetas,cual noto silbador gime y espirade encinas y peñascos en las grietas;fatigado después ronco suspiracual si rugiera, herido de saetas,irritado león allá en la internaestancia de una cóncava caverna.Como encallado barco que rechinacrujen sus duros dientes encobrados,fusca sus ojos súbita neblina,se encapotan sus párpados airados,caen en desorden a la faz cetrinalos ásperos cabellos desgreñadosy espuma arroja el labio enardecidocual jabalí cerdoso combatido.Y al compás de blasfemias y lamentos,y entre la asolación y entre el espanto,Satán alza la voz, y por los vientostronando vuela su terrible cantocontrastados así los elementos,hundiendo a la natura en el quebranto,el rayo aterrador desencadenan,y la tierra y el mar y el cielo atruenan.1Tú que Dios te proclamas soberbio,tú que Eterno y potente te nombrasy nos hundes rabioso en las sombrasque se agitan en esta mansión;no en tu efímero triunfo te goces,no en la suerte confíes injusta,aun me queda una mano robusta,2aun me queda un feroz corazón.Si tú tienes el cielo por reino,si un ejército tienes altivo,tengo yo corazón vengativoque un ultraje no olvida jamás.Y falanges de espíritus fierosque a seguirme anhelosos aspiran,y si acaso con fuerza respirangemir hacen el cielo y temblar.3Del infierno en las grutas profundasentre abismos y nieblas vivimos,y hambre y sed y dolores sufrimospor tí, odioso monarca, por tí;y tan sólo arenales ardientesy volcanes de lóbrega cumbre,y torrentes y mares de lumbre,y huracanes se miran aquí.4¿Y el esfuerzo perdemos llorando?¿Y así inertes sufrimos el yugoque imponernos a un déspota plugoen un rapto de rabia y furor?Basta ya de cobardes suspiros,basta ya de terríficas penas,destrocemos las viles cadenas,reanimemos el yerto valor.5¿No tenemos bravura y aliento?¿No tenemos un brazo terrible?Si es la hueste del cielo invencible,conquistemos la muerte siquier.Levantemos la voz de venganzaal compás de la trompa sonora.¿Lloraremos cobardes ahorasi hemos sido potentes ayer?6¡Oh, cuál rompe mi pecho la ira!Empuñemos de nuevo la lanza,el encono daráme pujanzay seré menos torpe adalid.Tempestades, venid a mi acento,y vosotros, arcángeles bravos,que a vileza tenéis ser esclavos,levantad la cabeza ¡venid!7Vuestras alas me sirvan de asiento,y de guía el horror y exterminio,y extendiendo mi duro dominioMuerte reine implacable doquier.De los orbes la grata armoníase suspenda a mi mando tirano,y una sola señal de mi manomuestras dé de mi vasto poder.8Y desplómese el cielo sin quicio,guerra se hagan los astros chocando,y la muerte risueña imperandoel infierno aniquile también.Suspendiendo yo entonces mi vuelo,adurmiéndome al ronco estallido,de los cielos el !ay! doloridomi alma fiera henchirá de placer.Suspende su cantar, porque la irallena y comprime el fatigado pecho;por la hinchada nariz el aire aspiray no siente su seno satisfecho;luego en torno de sí la vista giracombatido de rabia y de despecho,y al través de la niebla que lo ofusca,sus fuertes armas, sus arneses busca.Con firme paso y altivez se avanza,y respirando desconcierto y guerrasu brazo tiende a la nudosa lanzay, balbuciendo, en la mitad la aferra;en el aire la vibra, y con pujanzael cuento estriba fervoroso en tierrahaciendo con el golpe furibundoretemblar el abismo hasta el profundo.Rápido se compone la coraza,con desenfado y además sañudoafirma el casco brillador y embrazaluego el templado reluciente escudo;sobre él alzando la potente mazadescarga veces tres el golpe crudo;al rumor conmovióse el horizontecual si un monte chocara con un monte.De la suerte que suele presurosauna jauría de canes acercarsea la voz de la trompa sonorosadel cazador, y ufanos congregarse,así de los demonios la estruendosaturba se mira rápida juntarse,dando indicios de bélico ardimientoal oír de Satán el llamamiento.Los escuadrones de ángeles caídosllenan los campos, lomas y laderas,y de sangre los lagos corrompidosde bateles se cubren y banderas.Al combate feroz apercibidosbraman cual si bramaran roncas fieras,y las pesadas armas empuñandola señal del combate están ansiando.Satán en un veloz razonamientoenciende su valor, su enojo y brío,a la manera que el soplar del vientode las llamas aumenta el poderío.Ya en ligero agitado movimientoa surcar se preparan el vacío,ya en grito universal que el alma aterradicen con hueca voz: ¡Venganza y guerra!Al ruido y al clamor el viento mujey el sordo estruendo por los montes zumba;al peso de la gente el suelo cruje,parece que el abismo se derrumba.El rumor sube en poderoso empujea la celeste bóveda, y retumba.Asoma la su faz el Dios Eterno,y en silencio mortal se hunde el infierno.Abril de 1839 Volver al Indice NULIDAD DE LA VIDAImitación del Salmo 89 Nuestro asilo, Señor, tú siempre fuiste.Nada era el mar, la tierra y el espacio,y era ya lo infinito tu palacioy Dios eras tú ya.Formaste al hombre, y a ligero polvo,que arrebatan los vientos, le reduces.Edades tras edades reproduces,muerte tras muerte va.Son ante tí los años y los sigloscomo vigilia de la noche umbría,como soplo de viento, como el díade ayer, que ya pasó.Es el hombre torrente fugitivo,sueño veloz que la mañana trae,flor que nace a la aurora, y crece y cae,si la tarde llegó.Colocas ante tí nuestras maldades,tu faz alumbra la infamada tierra,tu cólera confunde, espanta, aterra;consume tu furor.Muere la vida cual palabra vana;ochenta años, lo más, el hombre dura.Pasan la juventud y la hermosura,no el trabajo y dolor.¿Será eterna, Señor tu ira funesta?¿La oiremos retumbar día por día? ...Borra tú de la humana fantasíalas horas del penar.Mécese el hombre en cuna de dolores,entre yerbas y espinas vive y crece;como el ave en los aires desparece,como piedra en el mar. Volver al Indice EL BUITRECanto de venganzaSuspiros brote el labio,venganzas el corazónJuan Nicasio GallegoYo que abrigo venganza insaciable,que el encono mi pecho desgarra¡cómo envidio del buitre la garracuyo oficio es herir y matar!Cuando él halla la presa que buscase encarniza con ella rabioso;si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Me engañó con fingidos halagosla mujer que adoré con ternura;no mirara, cual hoy, su hermosuraestrechada de aleve rival.Pues sobre ellos veloz me lanzaraesgrimiendo mis uñas gozoso.Si yo buitre naciera espantoso,me venganza me hiciera inmortal.Al ingrato que paga en traicionesbeneficios de cándido amigo,que le da el alimento y abrigocontra el soplo de suerte mortal,su alma negra impaciente arrancaraen su cuerpo cebándome ansioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Un infame se embriaga en el vicioy seduce a la tierna doncella,y de joven purísima y bellala convierte en espectro fatal.En el pecho del uno y la otrapico y garras hundiera afanoso.Si yo buitre naciera espantosomi venganza me hiciera inmortal.El tutor que a pupila infeliceabandona a la suerte iracunday entre tanto la herencia fecundadesparece en su mano rapaz,no sereno su robo gozara,pues sobre él me arrojara enconoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.El avaro sumerge en miseriasal hambriento infeliz que le imploray que en vano laméntase y llora;sólo cede al valioso metal.Al sonido del oro, en su pechorepasara mi garra furioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Sobre lecho mullido de plumasduerme inquieto mezquino tirano,pues en sueños divisa una manoque en el seno le vibra un puñal.Devorándolo airado me vieraal volver de su sueño horroroso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Y en los pueblos que sufren su yugoy que viles le inclinan la frente,con desprecio y furor inclementeafilara mi garra voraz.De su sangre cobarde formaradilatado torrente espumoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Cuando encima de toda la tierramar inmenso de sangre mirara,satisfecho en sus ondas nadarade este mundo infeliz dueño ya.Y en la sangre mis alas tendiendo,entre sangre tuviera reposo.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.1837 Volver al Indice POR VEZ PRIMERASi dormiero, dicam:Quando consurgam? et rursum expectabo vesperam,et replebor usque ad tenbrasJob, VII, 4 Por vez primera me abandono ciegoal insondable abismo de este mundo,y al contemplar su cóncavo profundotiembla incierto mi pie.Mil imágenes tristes y funestasse agolpan a mi mente combatida,y se presenta en ella de mi vidalo que ha de ser y fue.Nuevo sendero se abre ante mi vista.¿Qué miro en él? Desolación, espanto.En la tierra empapada con mi llantomi pie resbala ya.Hijo de Adán imploraré a mi hermanoy de mi apartaráse desdeñoso,mas del Señor un ángel luminosomi báculo será.Ya la miseria con su mano yertamis agitadas sienes acaricia,ya de los hombres la infernal maliciarompe mi corazón.Ya tendido expirando en lecho durode escarnio soy y lástima el objeto,ya entra de Heredia el pálido esqueletoen mi oscura mansión.En vida y muerte, oh vate, infeliz fuiste;si en tu existir tocaste sólo abrojos,con muertos ignorados tus despojosyo confundidos ví.Tu predijiste mi miseria cuandoen mi mano sentí tu mano ardiente;si no heredé tu numen elocuente,tu mala estrella sí.Yo sé que el hombre al opulento crimendébil acata, envilecido aplaude,y sé también que disfrazado el fraudevive en su corazón.Sé que desprecia la virtud desnuday que asentada en su falaz pupilaeternamente a la honradez vigilaastuta la traición.Mas la vida es crisol del inocente.Si en la indigencia y menosprecio vive,su galardón espléndido recibellegando al ataúd;que de Dios en la mente soberanaserá llanto y pesares su riqueza,los títulos serán de su noblezacompasión y virtud.Hijo de Dios que desvalido y pobrepasaste por la tierra descreíday en el último trance de tu vidatu lecho fue una cruz,lleva mis pasos de virtud al templo,mi tenebrosa mente al cielo encumbray mi extraviado corazón alumbracon tu divina luz.1° de noviembre de 1840 Volver al Indice MUSA DE LA VERDAD Musa de la verdad, mi labio inspira;tú nunca ceñisteel marchito laurel de la mentira;tú que desprecias la imperial diademay el regio manto pisas;tú a quien en vano clama fatigadala estrecha mente de rastrero vate,y con rápido vuelocruzas en pos de libertad sagrada,musa de la verdad, baja del cielo.Tiende el Señor desde el asiento suyosobre nuestra nación manto de duelo,y apartando la vista de este suelodice al genio del mal: ¡México es tuyo!De su caverna el monstruo se abalanzay se mece en los aires sonriendo,entusiasmado lanzade su maldita bocaalaridos de júbilo y venganza,y las tendidas alas sacudiendo,la tempestad y el huracán convoca.De entonces ¡cuánto mal! ¡Cuántos horrores!¡Cuántas discordias y rencor interno,y muertes y miserias y furoressobre nosotros abortó el infierno! ...O ya de sangre el pabellón de guerrapor el viento agitado nos salpica,o ya su curso en la infecunda tierraun reguero de sangre nos indica.¿Qué es de la ciencia en tanto? ...En sus meditacionesembebecido el sabio, en su retiroes súbito turbadopor el ronco rugir de los cañones,y de su estudio al proseguir el girosu lámpara sofocade la miseria el brazo descarnado.Newton, Bacon, Descartes, Galileo¿quién vuestra voz escuchacuando está henchido el corazón de llanto,cuando ausente el reposoel alma en la inquietud lánguida lucha?Sacrosanta poesía¿quién prestará atención a tu armonía,cuando de Homero la sonora trompano despertara nuestra mente fría? ...Colón sublime, si a la mar que un díapor vez primera te arrojaste ardiente,nuestro orgullo insolenteun navío lanzara,contra las rocas duras de la costaesa mar indignada lo estrellara.¡Colón! ¡Colón! Permite que mi labiotribute a tu virtud recuerdo tiernoy que henchido de cólera maldigade un hipócrita rey la negra saña.¡Colón! alzaste monumento eternopara tu gloria y mengua de la España.Tú a países no de antes conocidos,como arcángel de luz entre tinieblascercado aparecistede una caterva infame de bandidos.Tú, con robusto brazosometiste a tu ley el mar profundo ...¡La base de tu estatua es medio mundo,tu estatua el Chimborazo!¡Lateranos, seguid! México esperaen su naciente juventud su gloria,no engañéis su esperanza lisonjera,trabajad el laurel de su victoria.Que de este mar de crimen y miseriapasarán de ola en ola conducidosalgunos nombres al futuro tiempo,no envueltos en el velo de la infamiani en sangre enrojecidos.¡Y en tanto que yo veala estrella de mi patria en manso giroy que ya las desgracias no la oprimen,que cada acento de mi lira seapor la triste virtud hondo suspiroy anatema de muerte para el crimen! Volver al Indice PROFECIA DE GUATIMOCNo fue más que un sueño de lanoche que se disipó con la auroraSan juan CrisóstomoITras negros nubarrones asomabapálido rayo de luciente lunaténuemente blanqueando los peñascosque de Chapultepec la falda visten.Cenicientos a trechos, amarillos,o cubiertos de musgo verdinegroa trechos se miraban, y la vistade los lugares de profundas sombrascon terror y respeto se apartaba.Los corpulentos árboles ancianos,en cuya frente siglos mil reposan,sus canas venerables conmovíande viento leve al delicado soploo al aleteo de nocturno cuervo,que tal vez descendiendo en vuelo rápidorizaba con sus alas sacudidaslas cristalinas aguas de la alberca,en donde se mecía blandamentela imagen de las nubes retratadasen su luciente espejo. Las llanurasy las lejanas lomas repetíanel aullido siniestro de los loboso el balar lastimoso del cordero,o del toro el bramido prolongado.¡Oh soledad, mi bien, yo te saludo!¡Cómo se eleva el corazón del tristecuando en tu seno bienhechor su llantoconsigue derramar! Huyendo al mundome acojo a tí. Recíbeme y piadosadivierte mi dolor, templa mi pena.Alza mi corazón al infinito,el velo rasga de futuros tiempos,templa mi lira, y de los sacros vatesdame la inspiración.Nada en el mundo,nada encontré que el tedio y el disgustode vivir arrancara de mi pecho.Mi pobre madre descendió a la tumbay a mi padre infeliz dejé buscandoun lecho y pan en la piedad ajena.El sudor de mi faz y el llanto ardientemi sed templaron. Amistad sincerabusqué en los hombres, y la hallé. .. Mentira,perfidia y falsedad hallé tan sólo.Busqué el amor, y una mujer, un ángela mi' turbada vista se presentacon su rostro ofuscando a los malvadosque en torno la cercaban, y entre risasde estúpida malicia se gozaban,que en sus manos sacrílegas pensandola flor de su virtud marchitaríany de su faz las rosas ... ¡Miserables!¿Cuándo la nube tempestuosa y negrapudo apagar del sol la lumbre pura,aunque un instante la ofuscó? ¿Ni cuándosu irresistible luz el pardo buhosoportar pudo? ...Yo temblé de gozo,sonrió mi labio y se aclaró mi frente,y brillaron mis ojos, y mis brazosvacilantes buscaban el objetoque tanto me asombró ... ¡Vana esperanza!En vez de un alma ardiente cual la mía,en vez de un corazón a amar creado,aridez y frialdad encontré sólo,aridez y frialdad ¡indiferencia! ...Y mis ensueños de placer volarony la fantasma de mi dicha huyóse,y sin lumbre quedé perdido y ciego.Sin amistad y sin amor ... (La ingratade mí aparta la vista desdeñosa,y ni la luz de sus serenos ojosconcede a su amador ... En otro tiempo,en otro tiempo sonrió conmigo.)Sin amistad y sin amor, y huérfano.Es ya polvo mi padre, y ni abrazarlopude al morir. Y abandonado y soloen la tierra quedé. Mi pecho entoncesse oprimió más y más, y la poesíafue mi gozo y placer, mi único amigo.Y misteriosa soledad de entoncesmi amada fue.¡Qué dulce, qué sublimees el silencio que me cerca en torno!¡Oh cómo es grato a mi dolor el rayode moribunda luna, que halagandoestá mi yerta faz! Quizá me escuchanlas sombras venerandas de los reyesque dominaron el Anáhuac, presahoy de las aves de rapiña y lobosque ya su seno y corazón desgarran.- ¡Oh varón inmortal! ¡oh rey potente!Guatimoc valeroso y desgraciado,si quebrantar las puertas del sepulcrote es dado acaso ¡ven! Oye mi acento,contemplar quiero tu guerrera frente,quiero escuchar tu voz ...IISiento la tierragirar bajo mis pies, nieblas extrañasmi vista ofuscan y hasta el cielo suben.Silencio reina por doquier; los campos,los árboles, las aves, la natura,la natura parece agonizante.Mis miembros tiemblan, las rodillas dobloy no me atrevo a levantar la vista.¡Oh mortal miserable! tu ardimiento,tu exaltado valor es vano polvo.Caí por tierra sin aliento y mudo,y profundo estertor del hondo pechooprimido salía.De repenteparece que una mano de cadáverme aferra el brazo y me levanta ... ¡Cielos!¿Qué estoy mirando? ...- Venerable sombra,huye de mí; la sepultura cóncavatu mansión es. ¡Aparta, aparta!En vanosuplico y ruego; mas el alma míavuelve a su ser y el corazón ya late.De oro y telas cubierto y ricas piedrasun guerrero se ve. Cetro y penachode ondeantes plumas se descubre; tienepotente maza a su siniestra, y arcoy rica aljaba de sus hombros penden ...¡Qué horror! Entre las nieblas se descubrenllenas de sangre sus tostadas plantasen carbón convertidas; aun se mirabajo sus pies brillar la viva lumbre.Grillos, esposas y cadenas durasvisten su cuerpo, y acerado anillooprime su cintura; y para colmode dolor, un dogal su cuello aprieta.Reconozco, exclamé, sí, reconozcola mano de Cortés bárbaro y crudo.¡Conquistador! ¡aventurero impío!¿Así trata un guerrero a otro guerrero?¿Así un valiente a otro valiente? ... Dijey agarrar quise del monarca el manto;pero él se deslizaba y aire sólocon los dedos toqué.III- Rey del Anáhuac,noble varón, Guatimoctzín valiente,indigno soy de que tu voz me halague,indigno soy de contemplar tu frente.Huye de mí. - No tal, él me responde,y su voz parecíaque del sepulcro lóbrego salía.- Háblame, continuó, pero en la lenguadel gran Nezahualcóyotl.Bajé la frente y respondí: La ignoro.El rey gimió en su corazón. - ¡ Oh mengua,oh vergüenza! gritó. Rugó las cejasy en sus ojos brilló súbito lloro.- Pero siempre te amé, rey infelice.Maldigo a tu asesino y a la Europa,la injusta Europa que tu nombre olvida.Vuelve, vuelve a la vida,empuña luego la robusta lanza,de polo a polo sonará tu nombre,temblarán a tu voz caducos reyes,el cuello rendirán a tu pujanza,serán para ellos tus mandatos, leyes;y en México, en París, centro de orgullo,resonará la trompa de venganza.¿Qué de estos tiempos los guerreros valencabe Cortés sañudo y Alvarado(varones invencibles si crueles)y los venciste tú, sí, los vencisteen nobleza y valor, rey desdichado!- Ya mi siglo pasó. Mi pueblo todojamás elevará la oscura frentehundida ahora en asqueroso lodo.Ya mi siglo pasó. Del mar de Orientenueva familia de distinto idioma,de distintas costumbres y semblantes,en hora de dolor al puerto asoma;y asolando mi reino, nuevo reinosobre sus ruinas míseras levanta.Y cayó para siempre el mexicano,y ahora imprime en mi ciudad la plantael hijo del soberbio castellano.Ya mi siglo pasó.Su voz augustasofocada quedó con los sollozos.Hondos gemidos arrojó del seno,retemblaron sus miembros vigorosos,el dolor ofuscó su faz adustay la inclinó de abatimiento lleno.- ¿Pues las pasiones que al mortal oprimenacosan a los muertos en la tumba?¿Hasta ella el grito del rencor retumba?¿También las almas en el cielo gimen?Así hablé y respondió. - Joven audace,el atrevido pensamiento enfrena.Piensa en tí, en tu nación; mas lo infinitono será manifiestoa los ojos del hombre: así está escrito.Si el destino funestoel denso velo destrozar pudieraque la profunda eternidad te esconde,más, joven infeliz, más te valieraver a tu amante en brazos de tu amigoy ambos a dos el solapado aceroclavar en tus entrañas,y reír a tu grito lastimeroy, sin poder morir, sediento y flaco,agonizar un siglo ¡ un siglo entero!Sentí desvanecerse mi cabeza,tembló mi corazón, y mis cabelloserizados se alzaron en mi frente.Miróme con ternezadel rey la sombra y desplegando el labiode esta manera prosiguió doliente:¡Oh joven infeliz! ¡cuál tu destino,cuál es tu estrella impía! ...Buscará la verdad tu desatinosin encontrar la vía.Deseo ardiente de renombre y gloriaabrasará tu pecho,y contigo tal vez la tu memoriaexpirará en tu lecho.Amigo buscarás y amante pura,mas a la suerte plugoque halles en ella bárbara tortura,y en él feroz verdugo.Y ansia devoradorade mecerte en las olas de oceanoaumentará tu tedio, y será en vano,aunque en dolor y rabia te despeña,que el destino tiranopara siempre en tu suelo te aseguracual fijo tronco o soterrada peña.Y entre tanto a tus ojos¡qué terrífico lienzo se desplega!Llanos, montes de abrojos;el justo, que navegay de descanso al punto nunca llega.Y en palacios fastuososel infame traidor, el bandolero,holgando poderosos,vendiendo a un usurerolas lágrimas de un pueblo a vil dinero.La virtud a sus puertasgimiendo de fatiga y desaliento,tiende las manos yertaspidiendo el alimento,y halla tan sólo duro tratamiento.El asesino insanolos derechos proclama,debidos al honrado ciudadano.Y más allá rastrero cortesano,que ha vendido su honor, honor reclama.Hombre procaz, que la torpeza inflama,castidad y virtud audaz predica,y el hipócrita ateoa Dios ensalza y su poder publica.Una no firme sillamira sobre cadáveres alzada ...Ya diviso en el puertohinchadas lonas como niebla densa,ya en la playa diviso,en el aire vibrando aguda lanza,de gente extraña la legión inmensa.Al són del grito de feroz venganzalas armas crujen y el bridón relincha;oprimida rechina la cureña,bombas ardientes zumban,vaga el sordo rumor de peña en peñay hasta los montes trémulos retumban.¡Mirad! mirad por los calientes airesmares de viva lumbreque se agitan y chocan rebramando;mirad de aquella torre el alta cumbrecómo tiembla, y vacila y cruje, y cae,los soberbios palacios derrumbando.¡Escuchad, escuchad! ... Hondos gemidosarrojan los vencidos.¡Mirad los infelices por el suelo,moribundos, sus cuerpos arrastrando,y su sed ardorosaen sus propias heridas apagando!¡Oídlos en su duelomaldecir su nación, su vida, el cielo! ...Sangrienta está la tierra,sangrienta el alta sierra,sangriento el ancho mar, el hondo espacio,y del inmoble rey del claro díala faz envuelve ensangrentado velo.Nada perdona el bárbaro europeo;todo lo rompe y tala y aniquilacon brazo furibundo.Ved la doncella en torpe desaliñoabrazar a su padre moribundo.Mirad sobre el cadáver asquerosodel asesino aleve caer sin vida el inocente niño.¡Oh vano suplicar! Es dura rocael hijo del Oriente:;brotan sangre sus ojos, y a su bocalleva sangre caliente.Es su placer en fúnebres desiertoslas ciudades trocar. ¡Hazaña honrosa!Ve el sueño con desdén, si no reposasobre insepultos muertos.¡Ay pueblo desdichado!Entre tantos caudillos que te cercan¿quién a triunfar conducirá tu acero?Todos huyen cobardes, y al soldadoen las garras del pérfido extranjerodejan abandonadoclamando con acento lastimero:¿Dónde Cortés está? ¿dónde Alvarado?Ya eres esclavo de nación extraña,tus hijos son esclavos,a tu esposa arrebatan de tu seno ...¡Ay si provocas la extranjera saña! ...¿Lloras, pueblo infeliz y miserable?¿A qué sirve tu llanto?¿Qué vale tu lamento?Es tu agudo quebrantopara el hijo de Europa inaplacablesu más grato alimento.Y ni enjugar las lágrimas de un padreconcederá a tu duelo,que de la venerable cabelleraentre signos de gozole verás arrastradoal negro calabozo,do por piedad demanda muerte fiera.¡Ay, pueblo desdichado!¿Dónde Cortés está? ¿dónde Alvarado?¿Mas qué faja de luz pura y brillanteen el cielo se agita?¿Qué flamígero carro de diamantepor los aires veloz se precipita?¿Cuál extendido pabellón ondea?¿Cuál sonante clarín a la peleael generoso corazón excita?¡Temblad, estremeceos,oh reyes europeos!Basta de tanto escandaloso crimen.Ya los cetros en ascuas se convierten,los tronos en hoguerasy las coronas en serpientes fierasque rencorosas vuestro cuello oprimen.¿Qué es de París y Londres?¿Qué es de tanta soberbia y poderío?¿Qué de sus naves de riqueza llenas?¿Qué de su rabia y su furor impío?Así preguntará triste viajero.Fúnebre voz responderá tan solo:¿Qué es de Roma y Atenas?¿Ves en desiertos de África espantosos,al soplar de los vientos abrasadosqué multitud de arenasse elevan por los aires agitados,y ya truécanse en hórridos colosos,ya en bramadores mares procelosos?¡Ay de vosotros, ay, guerreros viles,que de la inglesa América y de Europa,con el vapor, o con el viento en popa,a México llegáis miles a milesy convertís el amistoso techoen palacio de sangre y de furores,y el inocente hospitalario lechoen morada de escándalo y de horrores!¡Ay de vosotros! Si pisáis altivoslas humildes arenas de este suelo,no por siempre será, que la venganzasu soplo asolador furiosa lanzay veloz las eleva por los aires,y ya las cambia en tétricos colososque en sus fornidos brazos os oprimen,ya en abrasados maresque arrasan vuestros pueblos poderosos.Que aun del caos la tierra no salíacuando a los pies del Hacedor radianteescrita estaba en sólido diamanteesta ley, que borrar nadie podría:El que del infeliz el llanto vierte,amargo llanto verterá angustiado;el que huella al endeble, será hollado;el que la muerte da, recibe muerte;y el que amasa su espléndida fortunacon sangre de la víctima llorosa,su sangre beberá si sed lo seca,sus miembros comerá si hambre lo acosa.IVBrilló en el cielo matutino rayo,de súbito cruzó rápida llama,el aire convirtióse en humo densosalpicado de brasas encendidascual rojos globos en oscuro cielo.La tierra retembló, giró tres vecesen encontradas direcciones; hondocráter abrióse ante mi planta infirmey despeñóse en él bramando un ríode sangre espesa, que espumo lagoformó en el fondo, y cuyas olas negras,agitadas subiendo, mis rodillasbañaban sin cesar. Fantasma horriblede formas colosales y abultadas,envolvió su cabeza en luengo mantoy en el profundo lago sumergióse.Ya no ví mas ...¿Dó estoy? ¿Qué lazo oprimemi garganta? ¡Piedad! Solo me encuentro ...Mi cuerpo tembloroso húmeda yerbatiene por lecho; el corazón mis manoscon fuerza aprietan, y mi rostro y cuerpotibio sudor empapa. El sol brillante,tras la sierra asomando la cabeza,mira a Chapultepec cual padre tiernocontempla al despertar a su hijo amado.Los rayos de su luz las peñas doran,los árboles sus frentes venerablesinclinan blandamente, saludandoal astro ardiente que les da la vida.Azul está el espacio, y a los montesbaña color azul, claro y oscuro.Todo respira juventud risueñay cantando los pájaros se mecenen las ligeras y volubles auras.Todo a gozar convida; pero a mi almamanto de muerte envuelve, y gota a gotasangre destila el corazón herido.Mi mente es negra cavidad sin fondoy vaga incierto el pensamiento en ellacual perdida paloma en honda gruta.¿Fue sueño o realidad? Pregunta vana ...Sueño sería, que profundo sueñoes la voraz pasión que me consume;sueño ha sido, y no más, el leve gozoque acarició mi faz; sueño el sonidode aquella voz que adormeció mis penas;sueño aquella sonrisa, aquel halago,aquel blando mirar ... Desperté súbitoy el bello Edén despareció a mis ojoscomo oleada que la mar envíay se lleva después. Sólo me restaatroz recuerdo que me aprieta el almay sin cesar el corazón me roe.Así el fugaz placer sirve tan sólopara abismar el corazón sensible,así la juventud y la hermosurasirven tan sólo de romper el senoa la cansada senectud. El hombretiene dos cosas solamente eternas:su Dios y la virtud, de Él emanada ...Yo me sentí mecido de mis padresen los amantes cariñosos brazos,y fue sueño también ... Mujer que adoro,ven otra vez a adormecer mi almay mátame después, mas no te alejes ...La amistad y el amor son mi existencia,y el amor y amistad vuelven el rostroy huyen de mí cual de cadáver frío.¡Venid, sueños, venid! y omad mi frentede beleño mortal: soñar deseo.Levantad a los muertos de sus tumbas;quiero verlos, sentir, estremecerme ...Las sensaciones mi alimento fueron,sensaciones de horror y de tristeza.Sueño sea mi paso por el mundo,hasta que nuevo sueño, dulce y grato,me presente de Dios la faz sublime.16-27 de setiembre de 1839 Volver al Indice
INDICEPresentación de Chantal López y Omar Cortés.El tenebrario.A la muerte.La tumba.Eva ante el cadáver de Abel.El ángel caído.Nulidad de la vida.El buitre.Por vez primeraMusa de la verdad.Profecia de Guatimoc. PRESENTACIÓNConsiderado por quienes de literatura saben, como el más fiel representante del romanticismo en México, el hidalguense Ignacio Rodríguez Galván (1816-1842), originario del poblado de Tizayuca, tuvo una brevísima pero muy fecunda creatividad tanto como dramaturgo como poeta.Desde su arribo a la ciudad de México en 1827, a la edad de once años, tendría la fortuna de trabajar, como mozo, en la limpieza de la librería de su tío Mariano Galvan Rivera, quien alcanzaría notoriedad por editar el famosísimo Calendario de Galván. Y seria, precisamente en esa librería, en la que Ignacio lograría relacionarse con la crema y nata de las letras mexicanas de aquella época.En 1835, comenzaría su labor como escritor, iniciándose en la poesía para pasar, casi de inmediato a la novela y al género dramático. Alcanzaría temprana fama con su obra Muñoz, visitador de México, misma que se presentó con cierto éxito en 1838 en el Teatro Principal de la ciudad de México.En cuanto a su obra poética, la selección de diez poesías que aquí incluimos bajo el título El ángel caído y otros poemas, recoge a las mil maravillas la capacidad literaria de Ignacio Rodríguez Galván, quien, desgraciadamente, moriría a la temprana edad de veintiseis años, víctima del denominado vómito negro, en la ciudad de La Habana, Cuba, cuando encontrábase cumpliendo una encomienda gubernamental.En esta recopilación hemos incluido la Profecía de Guatimoc, el poema considerado, por propios y extraños, como la máxima representación poética del romanticismo mexicano.Esperamos que quien lea u hojée la presente edición cibernética, se deleite con las letras de Ignacio Rodríguez Galván.Chantal López y Omar Cortés Volver al Indice EL TENEBRARIO El templo está sombrío y silenciosocomo del hombre la última morada,y entona allá una voz grave y pausadacántico religioso.El cristiano medita prosternadoante el altar augusto del Eterno,su ferviente oración eleva tiernoya del mundo olvidado.Sobre enlutado triángulo se mirancirios que están las naves alumbrando;se van unos tras otros apagandoy al fin todos expiran.Asentado yo al pie de una coluna,allá en lo más recóndito del templo,en las luces del triángulo contemplomi vida y mi fortuna.Del tiempo asolador la mano heladadestruye mi existencia tempestosa,y en dilatada noche tenebrosaquedará sepultada.Empero joven soy y nuevos díasdel sol la lumbre abrasará mis venas;aun pasaré más gozos y más penas,y más melancolías.De mis amigos los amantes brazosaun sostendrán mi enardecido cuello;a la pura amistad pondrán el sellomás amor, nuevos lazos.Dejaré la ciudad y presurosoiré al lugar do vi la luz primera,será mi habitación una praderao un monte cavernoso.De mis padres veré la tumba fría,su losa regaré con tierno llantoy luego entonaré fúnebre cantoen la morada umbría.¿Pero adónde me arrastran mis delirios?¿Quién sabe de su vida los momentos? ...Un soplo repentino de los vientospuede apagar los cirios.Tal vez, tal vez en este instante mismode mi contemplación y mi demencia,hundiráse mi frágil existenciaen el oscuro abismo.Y en esta piedra donde estoy sentadola augusta ceremonia al acabarse,los hombres me hallarán, al retirarse,sin aliento y helado.Pero aun vivo me encuentro y anubladami vista alcanza a ver cirios ardiendo;pasa, sus blancas luces conmoviendo,el aura delicada.Así mi corazón late apacible;mas viene de pesares un torrente,lo estremece y oprime de repente,y le deja insensible.Los cirios se apagaron. Noche horrendainterpone a mi vista velo denso.¿Acaso estoy en el palacio inmensode eternidad tremenda?En mi redor fantasmas aparecen,aquí y allí vagando misteriosas;adonde estoy se acercan silenciosas,luego desaparecen.¿Así es la eternidad que nos espera,vórtice horrible de tiniebla heladaen donde el alma vaga arrebatadapor la corriente fiera?¿Y ni un rayo de luz vendrá del cielocual relámpago al triste caminante,que quisiera le alumbre un solo instantey sea su consuelo?Pensando así y vagando en la profundaterrible oscuridad, me precipito,llego al umbral ¡oh Dios! y lanzó un grito ...¡Un mar de luz me inunda!6 de mayo de 1837 Volver al Indice A LA MUERTEDe mi amigo Antonio Larrañada¿Por qué el aire surcandodilátanse del bronce los sonidosy sin cesar vibrandollegan a mis oídosprofundos y tristísimos gemidos?¿Por qué de muerte el cantoen torno de ese féretro resuena?¿Por qué el fúnebre llanto?¿Por qué la amarga pena,los cirios y el clamor que el aire llena?Te miro ante mis ojospostrado sin aliento, amigo mío,y sobre tus despojossu manto negro y friotiende la muerte con placer impío.Y en las alas de querubes,envuelta tu alma en esplendente veloy entre rosadas nubes,deja el impuro sueloy blandamente se remonta al cielo.¡Oh, quién te acompañara!Y ese mundo feliz que habitas oracontigo disfrutaray la paz seductoraque, sin turbarse, en él eterna mora.En mi patria no vierasangre correr por la ciudad y llanos,y que entre rabia fierahermanos con hermanoshasta hundirse el puñal pugnan insanos.Ni viera la perfidiade nación que, risueña, nos abraza,y bramando de envidialuego nos amenazay en su mente infernal nos despedaza.Ni viera hombres malvadosque sin temer de Dios el alto juicio,de la ambición guiadosy el deshonroso vicio,despeñan mi nación al precipicio.Ni con feroz despechola miseria, elevándose espantosa,cerrar contra su pechola humanidad quejosay devorar sus lágrimas ansiosa.Y el luto y exterminioen pos del hambre descarnada y yerta,extender su dominiosobre la tierra muertay a la peste letal abrir la puerta.Feliz, mi caro amigo,feliz mil veces tú, que ya en el mundoel dolor enemigocon brazo furibundono rompe tus entrañas iracundo.Dichoso tú, que vivesentre el gozo, la paz, la bienandanzay no cual yo, recibesde amor sin esperanzazozobras y martirios sin mudanza.Y no sientes el yugode la suerte pesar sobre tu cuello,ni el hombre es tu verdugo,ni con ansia un destellobuscas de la verdad, sin poder vello.Cuando el mundo habitabas,con la voz de amistad consoladoralas penas aliviabasde tu amigo, que ahorahundido en el pesar tu ausencia llora.Al escuchar tus cantos,do la razón brillaba y la poesía,celestiales encantosmi corazón sentíay en su mismo dolor se adormecía.Si a tu alma por venturale es permitido descender al suelo,cuando la noche oscurame traiga el desconsueloven a elevar mi pensamiento al cielo.De mi agitado sueñolas escenas de horror benigno ahuyenta;la imagen de mi dueñoen vez de ellas presentay haz que tu grata voz mi oído sienta.17 de diciembre de 1838 Volver al Indice LA TUMBA Cual brilla la esperanza seductoraen la mente del hombre sin fortuna,así entre nubes rotas de la lunaresplandece la luz.Todo es silencio y soledad ahora,el delicado viento apenas zumbay sólo me acompañan una tumbay una modesta cruz.Allí postrado, en meditar profundose engolfa mi agobiada fantasía.Y la frente me toco y la hallo fría ...Mas no mi corazón.En sueño hundido el bullicioso mundo¿yo solo en medio de la noche velo?¿Yo solo al justo, al poderoso cieloelevo mi oración?Dentro de este sepulcro helado y mudouno encontró su deseado abrigoy nadie ... ni un pariente ni un amigo,viene a rogar por él.Esta losa do estoy es el escudoque la liberta de la atroz perfidia,de la maldad, ingratitud y envidiay de una amante infiel.¿Acaso, como yo, solo en la tierra,no hallaba en su dolor consuelo alguno?Quizá amor y desprecio de consunole hicieron padecer ...Empero ya su cuerpo aquí se encierray su alma otra región ahora habita ...En tanto mi existencia se marchitade la suerte al poder.Y cuando suene lúgubre campanay ya la muerte el corazón me oprima¿habrá quien triste ante mi lecho gimaen amargo dolor?Esperar en los hombres cosa es vana;no hay quien alivie mi dolor prolijo,ni quien piadoso lleve un crucifijoal labio sin color.Y ni en la tumba solitaria abrigoencontrará mi cuerpo sepultado,que vendrá otro cadáver, y arrojadoel primero será.¿Y a su socorro no vendrá un amigo?Necio de aquel que en la amistad confía.¡Amistad! ... la que dura un solo díaes sempiterna ya!6 de noviembre de 1837 Volver al Indice EVA ANTE EL CADÁVER DE ABELMás del fruto del árbol de la ciencia del bien y el ma no comas,porque en cualquier día que comieres de él,infaliblemente morirás.GÉNESIS Por la venganza atroz de hermano impío,con los rubios cabellos desgreñadosy el cuerpo exangüe, destrozado y frío,en tierra yace Abel. Tiene clavadosen la bóveda azul del ancho cielolos sus serenos ojos apagados.Opero el corazón de amargo dueloEva su rostro con el llanto baña,hincadas las rodillas en el suelo.Suspiros dolorosos acompaña,mezclados con tristísimos gemidos,al lloro ardiente que su vista empaña.Los labios, de aflicción descoloridos,sella afanosa en los de su hijo yertobuscando de su pecho los latidos.Y lo que mira no creyendo cierto,le remueve espantada y temblorosa,convenciéndose al fin de que está muerto.Entonces conociendo su espantosa,horrenda situación, desesperadahiere su tierno pecho y faz hermosa;los cabellos se arranca desolada,revolviendo los ojos por doquieray en Abel fija luego la mirada.Eva feliz, a quien la suerte fieracondenó a presenciar en este mundoel fin del hombre por la vez primera¡cuál tu dolor sería, cuán profundoal mirar en este hombre tu hijo amadoy muerto por su hermano furibundo!Por su hermano feroz, Caín malvado,que en su corrupto, detestable senoabriga un corazón envenenado.Empero ya el Señor con voz de truenoSerás maldito -le gritó- y errantete verá el orbe, y de fatigas lleno.Sangriento siempre, siempre palpitante,el vengador cadáver de tu hermanoeternamente mirarás delante;manchada irá la fratricida manocon su inocente sangre, y afanosote esforzarás para borrarla en vano.Huyó Caín. Su corazón rabioso,de emponzoñadas sierpes combatido,jamás encontrará dulce reposo.En tanto, oh madre, ante tu bien perdidolamentas tu fatal horrenda suerte,y tú la causa de tu mal has sido.¿Por quién fue el hombre condenado a muerte?¿Quién irritó la cólera divinaque fulminó de Dios el brazo fuerte?Tú del hombre causaste la ruina,como el empuje de huracán bravíohace caer la colosal encina.De su hijo contemplando el cuerpo fríoEva inmóvil, helada de pavura,yace agobiada del pesar impío,así cual hombre que en la noche oscuramira elevarse espectro silenciosode negro bosque en la hórrida espesura.Al fin desplega el labio temblorosoy con sus voces atronando el vientohabla así con acento doloroso:Maldito aquel fatal, crudo momentoen que miré del sol la clara lumbrey de los aires respiré el aliento.De los montes ¿por qué la altiva cumbreno se desploma aniquilándome oray termina mi horrenda pesadumbre?¿Por qué el Eterno desde allá do mora,densa tiniebla y llamas derramando,no confunde la noche con la aurora?¿Por qué no el suelo se abre rebramando,y árboles, cerros y volcanes hundecon horror espantoso retemblando?¿Por qué no el trueno aterrador difunderemordimientos bárbaros en tu alma,Caín, y espanto por doquier te infunde?Nunca tu corazón halle la calma,y en el desierto amargo de la vidajamás percibas deliciosa palma.¡Oh Abel, oh prenda por mi mal perdida,tu pura sangre a Dios pide venganzacontra el feroz impío fratricida!Y yo en tanto ¡infeliz! sin esperanzade recobrarte, mísera perezcoal castigo cruel que Dios me lanza.Pero soy la culpable, y bien merezcoel horrible tormento fatigosoque en este instante sin cesar padezco.Dice, y el rostro pálido y llorosocon las manos se cubre avergonzada,yerta con el dolor duro y penoso.Y luego sobre Abel, enagenadase arrojó llena de mortal quebranto,e inmóvil, del cadáver abrazada,la cubre de la noche el negro manto.23 de mayo de 1837 Volver al Indice EL ÁNGEL CAÍDOCuando el ángel que habita fuego y penas ...¡Al arma, dijo, al arma! ...Quevedo, Cristo resucitado Del negro abismo en la región oscuraen profundo estupor y abatimientohundida yace la legión impuraque el Señor despeñó del firmamento;no tristeza, no llanto, no amarguraaparece en su rostro macilento,mas en sus ojos tétricos se advierteodio, rabia, furor, rencor de muerte.Unos en derredor la vista girany cierran con temblor la yerta mano,otros creciendo en cólera se miran,otros sonríen con desprecio insano;a calmar su despecho en vano aspiran,ocultar su dolor tratan en vano;es el rostro cual lago transparenteque descubre del fondo la corriente.En desorden se ven amontonadasrotas lanzas, corazas y crestones,tintas en roja sangre las espadas,abollados paveses, morñones,ropas en el combate desgarradas,sin astas destrozados pabellones,y agitados, convulsos los heridoslanzando de su pecho hondos gemidos.Siniestras llamas pálidas ondeande amarillenta luz iluminandolos escabrosos valles do campeanlos escuadrones del precito bando;entre el humo y azufre centelleanmeteoros de fuego y, rebramando,truenos aterradores se desatany por cumbres y abismos se dilatan.Allí lagos se ven de aguas inmundas,allí pesadamente largos ríosen las cavernas piérdense profundasy en largos bosques de árboles sombríos;espantables serpientes furibundasy canes arrabiados y bravíos,feroces tigres de mirar sangrientoinsaciables buscando el alimento.Allí desnudas peñas y zarzales,y escorpiones se miran venenosos,espinos en ardientes arenales,llanto vertido en antros cavernosos,y del centro de rudos peñascalesy tostados desiertos escabrosos,retumbando una voz se alza y se lanzagritando sin cesar: ¡No hay esperanza!Colosales fantasmas por el vientogiran sañudas, o volando pasanentre vapores de color sangrientoy en vivas llamas el espacio abrasan,y gritan con rumor y son violentocuando los aires rápidas traspasan;Ni esperanza os concede el Dios eterno.¡Ni esperanza! repite el hondo averno.Oye Satán la voz, para el semblante.Sentado estaba en encendida roca,inclinada la vista penetrante, pálidas las mejillas y la boca,enarcadas las cejas, palpitanteel ulcerado corazón, que tocael relevado pecho, do se imprime,y lo alza y lo estremece y lo comprime.Así tal vez volcanes encendidosse elevan y se abajan con violenciacuando sienten sus antros derruidosde incontrastable fuego a la inclemencia,y entre sordos recónditos bramidos,oponiéndole débil resistencia,anuncian a los hombres con pavurahorrible muerte y luenga sepultura.Con trabajo Satán tenue respira;por las huecas narices imperfetas,cual noto silbador gime y espirade encinas y peñascos en las grietas;fatigado después ronco suspiracual si rugiera, herido de saetas,irritado león allá en la internaestancia de una cóncava caverna.Como encallado barco que rechinacrujen sus duros dientes encobrados,fusca sus ojos súbita neblina,se encapotan sus párpados airados,caen en desorden a la faz cetrinalos ásperos cabellos desgreñadosy espuma arroja el labio enardecidocual jabalí cerdoso combatido.Y al compás de blasfemias y lamentos,y entre la asolación y entre el espanto,Satán alza la voz, y por los vientostronando vuela su terrible cantocontrastados así los elementos,hundiendo a la natura en el quebranto,el rayo aterrador desencadenan,y la tierra y el mar y el cielo atruenan.1Tú que Dios te proclamas soberbio,tú que Eterno y potente te nombrasy nos hundes rabioso en las sombrasque se agitan en esta mansión;no en tu efímero triunfo te goces,no en la suerte confíes injusta,aun me queda una mano robusta,2aun me queda un feroz corazón.Si tú tienes el cielo por reino,si un ejército tienes altivo,tengo yo corazón vengativoque un ultraje no olvida jamás.Y falanges de espíritus fierosque a seguirme anhelosos aspiran,y si acaso con fuerza respirangemir hacen el cielo y temblar.3Del infierno en las grutas profundasentre abismos y nieblas vivimos,y hambre y sed y dolores sufrimospor tí, odioso monarca, por tí;y tan sólo arenales ardientesy volcanes de lóbrega cumbre,y torrentes y mares de lumbre,y huracanes se miran aquí.4¿Y el esfuerzo perdemos llorando?¿Y así inertes sufrimos el yugoque imponernos a un déspota plugoen un rapto de rabia y furor?Basta ya de cobardes suspiros,basta ya de terríficas penas,destrocemos las viles cadenas,reanimemos el yerto valor.5¿No tenemos bravura y aliento?¿No tenemos un brazo terrible?Si es la hueste del cielo invencible,conquistemos la muerte siquier.Levantemos la voz de venganzaal compás de la trompa sonora.¿Lloraremos cobardes ahorasi hemos sido potentes ayer?6¡Oh, cuál rompe mi pecho la ira!Empuñemos de nuevo la lanza,el encono daráme pujanzay seré menos torpe adalid.Tempestades, venid a mi acento,y vosotros, arcángeles bravos,que a vileza tenéis ser esclavos,levantad la cabeza ¡venid!7Vuestras alas me sirvan de asiento,y de guía el horror y exterminio,y extendiendo mi duro dominioMuerte reine implacable doquier.De los orbes la grata armoníase suspenda a mi mando tirano,y una sola señal de mi manomuestras dé de mi vasto poder.8Y desplómese el cielo sin quicio,guerra se hagan los astros chocando,y la muerte risueña imperandoel infierno aniquile también.Suspendiendo yo entonces mi vuelo,adurmiéndome al ronco estallido,de los cielos el !ay! doloridomi alma fiera henchirá de placer.Suspende su cantar, porque la irallena y comprime el fatigado pecho;por la hinchada nariz el aire aspiray no siente su seno satisfecho;luego en torno de sí la vista giracombatido de rabia y de despecho,y al través de la niebla que lo ofusca,sus fuertes armas, sus arneses busca.Con firme paso y altivez se avanza,y respirando desconcierto y guerrasu brazo tiende a la nudosa lanzay, balbuciendo, en la mitad la aferra;en el aire la vibra, y con pujanzael cuento estriba fervoroso en tierrahaciendo con el golpe furibundoretemblar el abismo hasta el profundo.Rápido se compone la coraza,con desenfado y además sañudoafirma el casco brillador y embrazaluego el templado reluciente escudo;sobre él alzando la potente mazadescarga veces tres el golpe crudo;al rumor conmovióse el horizontecual si un monte chocara con un monte.De la suerte que suele presurosauna jauría de canes acercarsea la voz de la trompa sonorosadel cazador, y ufanos congregarse,así de los demonios la estruendosaturba se mira rápida juntarse,dando indicios de bélico ardimientoal oír de Satán el llamamiento.Los escuadrones de ángeles caídosllenan los campos, lomas y laderas,y de sangre los lagos corrompidosde bateles se cubren y banderas.Al combate feroz apercibidosbraman cual si bramaran roncas fieras,y las pesadas armas empuñandola señal del combate están ansiando.Satán en un veloz razonamientoenciende su valor, su enojo y brío,a la manera que el soplar del vientode las llamas aumenta el poderío.Ya en ligero agitado movimientoa surcar se preparan el vacío,ya en grito universal que el alma aterradicen con hueca voz: ¡Venganza y guerra!Al ruido y al clamor el viento mujey el sordo estruendo por los montes zumba;al peso de la gente el suelo cruje,parece que el abismo se derrumba.El rumor sube en poderoso empujea la celeste bóveda, y retumba.Asoma la su faz el Dios Eterno,y en silencio mortal se hunde el infierno.Abril de 1839 Volver al Indice NULIDAD DE LA VIDAImitación del Salmo 89 Nuestro asilo, Señor, tú siempre fuiste.Nada era el mar, la tierra y el espacio,y era ya lo infinito tu palacioy Dios eras tú ya.Formaste al hombre, y a ligero polvo,que arrebatan los vientos, le reduces.Edades tras edades reproduces,muerte tras muerte va.Son ante tí los años y los sigloscomo vigilia de la noche umbría,como soplo de viento, como el díade ayer, que ya pasó.Es el hombre torrente fugitivo,sueño veloz que la mañana trae,flor que nace a la aurora, y crece y cae,si la tarde llegó.Colocas ante tí nuestras maldades,tu faz alumbra la infamada tierra,tu cólera confunde, espanta, aterra;consume tu furor.Muere la vida cual palabra vana;ochenta años, lo más, el hombre dura.Pasan la juventud y la hermosura,no el trabajo y dolor.¿Será eterna, Señor tu ira funesta?¿La oiremos retumbar día por día? ...Borra tú de la humana fantasíalas horas del penar.Mécese el hombre en cuna de dolores,entre yerbas y espinas vive y crece;como el ave en los aires desparece,como piedra en el mar. Volver al Indice EL BUITRECanto de venganzaSuspiros brote el labio,venganzas el corazónJuan Nicasio GallegoYo que abrigo venganza insaciable,que el encono mi pecho desgarra¡cómo envidio del buitre la garracuyo oficio es herir y matar!Cuando él halla la presa que buscase encarniza con ella rabioso;si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Me engañó con fingidos halagosla mujer que adoré con ternura;no mirara, cual hoy, su hermosuraestrechada de aleve rival.Pues sobre ellos veloz me lanzaraesgrimiendo mis uñas gozoso.Si yo buitre naciera espantoso,me venganza me hiciera inmortal.Al ingrato que paga en traicionesbeneficios de cándido amigo,que le da el alimento y abrigocontra el soplo de suerte mortal,su alma negra impaciente arrancaraen su cuerpo cebándome ansioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Un infame se embriaga en el vicioy seduce a la tierna doncella,y de joven purísima y bellala convierte en espectro fatal.En el pecho del uno y la otrapico y garras hundiera afanoso.Si yo buitre naciera espantosomi venganza me hiciera inmortal.El tutor que a pupila infeliceabandona a la suerte iracunday entre tanto la herencia fecundadesparece en su mano rapaz,no sereno su robo gozara,pues sobre él me arrojara enconoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.El avaro sumerge en miseriasal hambriento infeliz que le imploray que en vano laméntase y llora;sólo cede al valioso metal.Al sonido del oro, en su pechorepasara mi garra furioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Sobre lecho mullido de plumasduerme inquieto mezquino tirano,pues en sueños divisa una manoque en el seno le vibra un puñal.Devorándolo airado me vieraal volver de su sueño horroroso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Y en los pueblos que sufren su yugoy que viles le inclinan la frente,con desprecio y furor inclementeafilara mi garra voraz.De su sangre cobarde formaradilatado torrente espumoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Cuando encima de toda la tierramar inmenso de sangre mirara,satisfecho en sus ondas nadarade este mundo infeliz dueño ya.Y en la sangre mis alas tendiendo,entre sangre tuviera reposo.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.1837 Volver al Indice POR VEZ PRIMERASi dormiero, dicam:Quando consurgam? et rursum expectabo vesperam,et replebor usque ad tenbrasJob, VII, 4 Por vez primera me abandono ciegoal insondable abismo de este mundo,y al contemplar su cóncavo profundotiembla incierto mi pie.Mil imágenes tristes y funestasse agolpan a mi mente combatida,y se presenta en ella de mi vidalo que ha de ser y fue.Nuevo sendero se abre ante mi vista.¿Qué miro en él? Desolación, espanto.En la tierra empapada con mi llantomi pie resbala ya.Hijo de Adán imploraré a mi hermanoy de mi apartaráse desdeñoso,mas del Señor un ángel luminosomi báculo será.Ya la miseria con su mano yertamis agitadas sienes acaricia,ya de los hombres la infernal maliciarompe mi corazón.Ya tendido expirando en lecho durode escarnio soy y lástima el objeto,ya entra de Heredia el pálido esqueletoen mi oscura mansión.En vida y muerte, oh vate, infeliz fuiste;si en tu existir tocaste sólo abrojos,con muertos ignorados tus despojosyo confundidos ví.Tu predijiste mi miseria cuandoen mi mano sentí tu mano ardiente;si no heredé tu numen elocuente,tu mala estrella sí.Yo sé que el hombre al opulento crimendébil acata, envilecido aplaude,y sé también que disfrazado el fraudevive en su corazón.Sé que desprecia la virtud desnuday que asentada en su falaz pupilaeternamente a la honradez vigilaastuta la traición.Mas la vida es crisol del inocente.Si en la indigencia y menosprecio vive,su galardón espléndido recibellegando al ataúd;que de Dios en la mente soberanaserá llanto y pesares su riqueza,los títulos serán de su noblezacompasión y virtud.Hijo de Dios que desvalido y pobrepasaste por la tierra descreíday en el último trance de tu vidatu lecho fue una cruz,lleva mis pasos de virtud al templo,mi tenebrosa mente al cielo encumbray mi extraviado corazón alumbracon tu divina luz.1° de noviembre de 1840 Volver al Indice MUSA DE LA VERDAD Musa de la verdad, mi labio inspira;tú nunca ceñisteel marchito laurel de la mentira;tú que desprecias la imperial diademay el regio manto pisas;tú a quien en vano clama fatigadala estrecha mente de rastrero vate,y con rápido vuelocruzas en pos de libertad sagrada,musa de la verdad, baja del cielo.Tiende el Señor desde el asiento suyosobre nuestra nación manto de duelo,y apartando la vista de este suelodice al genio del mal: ¡México es tuyo!De su caverna el monstruo se abalanzay se mece en los aires sonriendo,entusiasmado lanzade su maldita bocaalaridos de júbilo y venganza,y las tendidas alas sacudiendo,la tempestad y el huracán convoca.De entonces ¡cuánto mal! ¡Cuántos horrores!¡Cuántas discordias y rencor interno,y muertes y miserias y furoressobre nosotros abortó el infierno! ...O ya de sangre el pabellón de guerrapor el viento agitado nos salpica,o ya su curso en la infecunda tierraun reguero de sangre nos indica.¿Qué es de la ciencia en tanto? ...En sus meditacionesembebecido el sabio, en su retiroes súbito turbadopor el ronco rugir de los cañones,y de su estudio al proseguir el girosu lámpara sofocade la miseria el brazo descarnado.Newton, Bacon, Descartes, Galileo¿quién vuestra voz escuchacuando está henchido el corazón de llanto,cuando ausente el reposoel alma en la inquietud lánguida lucha?Sacrosanta poesía¿quién prestará atención a tu armonía,cuando de Homero la sonora trompano despertara nuestra mente fría? ...Colón sublime, si a la mar que un díapor vez primera te arrojaste ardiente,nuestro orgullo insolenteun navío lanzara,contra las rocas duras de la costaesa mar indignada lo estrellara.¡Colón! ¡Colón! Permite que mi labiotribute a tu virtud recuerdo tiernoy que henchido de cólera maldigade un hipócrita rey la negra saña.¡Colón! alzaste monumento eternopara tu gloria y mengua de la España.Tú a países no de antes conocidos,como arcángel de luz entre tinieblascercado aparecistede una caterva infame de bandidos.Tú, con robusto brazosometiste a tu ley el mar profundo ...¡La base de tu estatua es medio mundo,tu estatua el Chimborazo!¡Lateranos, seguid! México esperaen su naciente juventud su gloria,no engañéis su esperanza lisonjera,trabajad el laurel de su victoria.Que de este mar de crimen y miseriapasarán de ola en ola conducidosalgunos nombres al futuro tiempo,no envueltos en el velo de la infamiani en sangre enrojecidos.¡Y en tanto que yo veala estrella de mi patria en manso giroy que ya las desgracias no la oprimen,que cada acento de mi lira seapor la triste virtud hondo suspiroy anatema de muerte para el crimen! Volver al Indice PROFECIA DE GUATIMOCNo fue más que un sueño de lanoche que se disipó con la auroraSan juan CrisóstomoITras negros nubarrones asomabapálido rayo de luciente lunaténuemente blanqueando los peñascosque de Chapultepec la falda visten.Cenicientos a trechos, amarillos,o cubiertos de musgo verdinegroa trechos se miraban, y la vistade los lugares de profundas sombrascon terror y respeto se apartaba.Los corpulentos árboles ancianos,en cuya frente siglos mil reposan,sus canas venerables conmovíande viento leve al delicado soploo al aleteo de nocturno cuervo,que tal vez descendiendo en vuelo rápidorizaba con sus alas sacudidaslas cristalinas aguas de la alberca,en donde se mecía blandamentela imagen de las nubes retratadasen su luciente espejo. Las llanurasy las lejanas lomas repetíanel aullido siniestro de los loboso el balar lastimoso del cordero,o del toro el bramido prolongado.¡Oh soledad, mi bien, yo te saludo!¡Cómo se eleva el corazón del tristecuando en tu seno bienhechor su llantoconsigue derramar! Huyendo al mundome acojo a tí. Recíbeme y piadosadivierte mi dolor, templa mi pena.Alza mi corazón al infinito,el velo rasga de futuros tiempos,templa mi lira, y de los sacros vatesdame la inspiración.Nada en el mundo,nada encontré que el tedio y el disgustode vivir arrancara de mi pecho.Mi pobre madre descendió a la tumbay a mi padre infeliz dejé buscandoun lecho y pan en la piedad ajena.El sudor de mi faz y el llanto ardientemi sed templaron. Amistad sincerabusqué en los hombres, y la hallé. .. Mentira,perfidia y falsedad hallé tan sólo.Busqué el amor, y una mujer, un ángela mi' turbada vista se presentacon su rostro ofuscando a los malvadosque en torno la cercaban, y entre risasde estúpida malicia se gozaban,que en sus manos sacrílegas pensandola flor de su virtud marchitaríany de su faz las rosas ... ¡Miserables!¿Cuándo la nube tempestuosa y negrapudo apagar del sol la lumbre pura,aunque un instante la ofuscó? ¿Ni cuándosu irresistible luz el pardo buhosoportar pudo? ...Yo temblé de gozo,sonrió mi labio y se aclaró mi frente,y brillaron mis ojos, y mis brazosvacilantes buscaban el objetoque tanto me asombró ... ¡Vana esperanza!En vez de un alma ardiente cual la mía,en vez de un corazón a amar creado,aridez y frialdad encontré sólo,aridez y frialdad ¡indiferencia! ...Y mis ensueños de placer volarony la fantasma de mi dicha huyóse,y sin lumbre quedé perdido y ciego.Sin amistad y sin amor ... (La ingratade mí aparta la vista desdeñosa,y ni la luz de sus serenos ojosconcede a su amador ... En otro tiempo,en otro tiempo sonrió conmigo.)Sin amistad y sin amor, y huérfano.Es ya polvo mi padre, y ni abrazarlopude al morir. Y abandonado y soloen la tierra quedé. Mi pecho entoncesse oprimió más y más, y la poesíafue mi gozo y placer, mi único amigo.Y misteriosa soledad de entoncesmi amada fue.¡Qué dulce, qué sublimees el silencio que me cerca en torno!¡Oh cómo es grato a mi dolor el rayode moribunda luna, que halagandoestá mi yerta faz! Quizá me escuchanlas sombras venerandas de los reyesque dominaron el Anáhuac, presahoy de las aves de rapiña y lobosque ya su seno y corazón desgarran.- ¡Oh varón inmortal! ¡oh rey potente!Guatimoc valeroso y desgraciado,si quebrantar las puertas del sepulcrote es dado acaso ¡ven! Oye mi acento,contemplar quiero tu guerrera frente,quiero escuchar tu voz ...IISiento la tierragirar bajo mis pies, nieblas extrañasmi vista ofuscan y hasta el cielo suben.Silencio reina por doquier; los campos,los árboles, las aves, la natura,la natura parece agonizante.Mis miembros tiemblan, las rodillas dobloy no me atrevo a levantar la vista.¡Oh mortal miserable! tu ardimiento,tu exaltado valor es vano polvo.Caí por tierra sin aliento y mudo,y profundo estertor del hondo pechooprimido salía.De repenteparece que una mano de cadáverme aferra el brazo y me levanta ... ¡Cielos!¿Qué estoy mirando? ...- Venerable sombra,huye de mí; la sepultura cóncavatu mansión es. ¡Aparta, aparta!En vanosuplico y ruego; mas el alma míavuelve a su ser y el corazón ya late.De oro y telas cubierto y ricas piedrasun guerrero se ve. Cetro y penachode ondeantes plumas se descubre; tienepotente maza a su siniestra, y arcoy rica aljaba de sus hombros penden ...¡Qué horror! Entre las nieblas se descubrenllenas de sangre sus tostadas plantasen carbón convertidas; aun se mirabajo sus pies brillar la viva lumbre.Grillos, esposas y cadenas durasvisten su cuerpo, y acerado anillooprime su cintura; y para colmode dolor, un dogal su cuello aprieta.Reconozco, exclamé, sí, reconozcola mano de Cortés bárbaro y crudo.¡Conquistador! ¡aventurero impío!¿Así trata un guerrero a otro guerrero?¿Así un valiente a otro valiente? ... Dijey agarrar quise del monarca el manto;pero él se deslizaba y aire sólocon los dedos toqué.III- Rey del Anáhuac,noble varón, Guatimoctzín valiente,indigno soy de que tu voz me halague,indigno soy de contemplar tu frente.Huye de mí. - No tal, él me responde,y su voz parecíaque del sepulcro lóbrego salía.- Háblame, continuó, pero en la lenguadel gran Nezahualcóyotl.Bajé la frente y respondí: La ignoro.El rey gimió en su corazón. - ¡ Oh mengua,oh vergüenza! gritó. Rugó las cejasy en sus ojos brilló súbito lloro.- Pero siempre te amé, rey infelice.Maldigo a tu asesino y a la Europa,la injusta Europa que tu nombre olvida.Vuelve, vuelve a la vida,empuña luego la robusta lanza,de polo a polo sonará tu nombre,temblarán a tu voz caducos reyes,el cuello rendirán a tu pujanza,serán para ellos tus mandatos, leyes;y en México, en París, centro de orgullo,resonará la trompa de venganza.¿Qué de estos tiempos los guerreros valencabe Cortés sañudo y Alvarado(varones invencibles si crueles)y los venciste tú, sí, los vencisteen nobleza y valor, rey desdichado!- Ya mi siglo pasó. Mi pueblo todojamás elevará la oscura frentehundida ahora en asqueroso lodo.Ya mi siglo pasó. Del mar de Orientenueva familia de distinto idioma,de distintas costumbres y semblantes,en hora de dolor al puerto asoma;y asolando mi reino, nuevo reinosobre sus ruinas míseras levanta.Y cayó para siempre el mexicano,y ahora imprime en mi ciudad la plantael hijo del soberbio castellano.Ya mi siglo pasó.Su voz augustasofocada quedó con los sollozos.Hondos gemidos arrojó del seno,retemblaron sus miembros vigorosos,el dolor ofuscó su faz adustay la inclinó de abatimiento lleno.- ¿Pues las pasiones que al mortal oprimenacosan a los muertos en la tumba?¿Hasta ella el grito del rencor retumba?¿También las almas en el cielo gimen?Así hablé y respondió. - Joven audace,el atrevido pensamiento enfrena.Piensa en tí, en tu nación; mas lo infinitono será manifiestoa los ojos del hombre: así está escrito.Si el destino funestoel denso velo destrozar pudieraque la profunda eternidad te esconde,más, joven infeliz, más te valieraver a tu amante en brazos de tu amigoy ambos a dos el solapado aceroclavar en tus entrañas,y reír a tu grito lastimeroy, sin poder morir, sediento y flaco,agonizar un siglo ¡ un siglo entero!Sentí desvanecerse mi cabeza,tembló mi corazón, y mis cabelloserizados se alzaron en mi frente.Miróme con ternezadel rey la sombra y desplegando el labiode esta manera prosiguió doliente:¡Oh joven infeliz! ¡cuál tu destino,cuál es tu estrella impía! ...Buscará la verdad tu desatinosin encontrar la vía.Deseo ardiente de renombre y gloriaabrasará tu pecho,y contigo tal vez la tu memoriaexpirará en tu lecho.Amigo buscarás y amante pura,mas a la suerte plugoque halles en ella bárbara tortura,y en él feroz verdugo.Y ansia devoradorade mecerte en las olas de oceanoaumentará tu tedio, y será en vano,aunque en dolor y rabia te despeña,que el destino tiranopara siempre en tu suelo te aseguracual fijo tronco o soterrada peña.Y entre tanto a tus ojos¡qué terrífico lienzo se desplega!Llanos, montes de abrojos;el justo, que navegay de descanso al punto nunca llega.Y en palacios fastuososel infame traidor, el bandolero,holgando poderosos,vendiendo a un usurerolas lágrimas de un pueblo a vil dinero.La virtud a sus puertasgimiendo de fatiga y desaliento,tiende las manos yertaspidiendo el alimento,y halla tan sólo duro tratamiento.El asesino insanolos derechos proclama,debidos al honrado ciudadano.Y más allá rastrero cortesano,que ha vendido su honor, honor reclama.Hombre procaz, que la torpeza inflama,castidad y virtud audaz predica,y el hipócrita ateoa Dios ensalza y su poder publica.Una no firme sillamira sobre cadáveres alzada ...Ya diviso en el puertohinchadas lonas como niebla densa,ya en la playa diviso,en el aire vibrando aguda lanza,de gente extraña la legión inmensa.Al són del grito de feroz venganzalas armas crujen y el bridón relincha;oprimida rechina la cureña,bombas ardientes zumban,vaga el sordo rumor de peña en peñay hasta los montes trémulos retumban.¡Mirad! mirad por los calientes airesmares de viva lumbreque se agitan y chocan rebramando;mirad de aquella torre el alta cumbrecómo tiembla, y vacila y cruje, y cae,los soberbios palacios derrumbando.¡Escuchad, escuchad! ... Hondos gemidosarrojan los vencidos.¡Mirad los infelices por el suelo,moribundos, sus cuerpos arrastrando,y su sed ardorosaen sus propias heridas apagando!¡Oídlos en su duelomaldecir su nación, su vida, el cielo! ...Sangrienta está la tierra,sangrienta el alta sierra,sangriento el ancho mar, el hondo espacio,y del inmoble rey del claro díala faz envuelve ensangrentado velo.Nada perdona el bárbaro europeo;todo lo rompe y tala y aniquilacon brazo furibundo.Ved la doncella en torpe desaliñoabrazar a su padre moribundo.Mirad sobre el cadáver asquerosodel asesino aleve caer sin vida el inocente niño.¡Oh vano suplicar! Es dura rocael hijo del Oriente:;brotan sangre sus ojos, y a su bocalleva sangre caliente.Es su placer en fúnebres desiertoslas ciudades trocar. ¡Hazaña honrosa!Ve el sueño con desdén, si no reposasobre insepultos muertos.¡Ay pueblo desdichado!Entre tantos caudillos que te cercan¿quién a triunfar conducirá tu acero?Todos huyen cobardes, y al soldadoen las garras del pérfido extranjerodejan abandonadoclamando con acento lastimero:¿Dónde Cortés está? ¿dónde Alvarado?Ya eres esclavo de nación extraña,tus hijos son esclavos,a tu esposa arrebatan de tu seno ...¡Ay si provocas la extranjera saña! ...¿Lloras, pueblo infeliz y miserable?¿A qué sirve tu llanto?¿Qué vale tu lamento?Es tu agudo quebrantopara el hijo de Europa inaplacablesu más grato alimento.Y ni enjugar las lágrimas de un padreconcederá a tu duelo,que de la venerable cabelleraentre signos de gozole verás arrastradoal negro calabozo,do por piedad demanda muerte fiera.¡Ay, pueblo desdichado!¿Dónde Cortés está? ¿dónde Alvarado?¿Mas qué faja de luz pura y brillanteen el cielo se agita?¿Qué flamígero carro de diamantepor los aires veloz se precipita?¿Cuál extendido pabellón ondea?¿Cuál sonante clarín a la peleael generoso corazón excita?¡Temblad, estremeceos,oh reyes europeos!Basta de tanto escandaloso crimen.Ya los cetros en ascuas se convierten,los tronos en hoguerasy las coronas en serpientes fierasque rencorosas vuestro cuello oprimen.¿Qué es de París y Londres?¿Qué es de tanta soberbia y poderío?¿Qué de sus naves de riqueza llenas?¿Qué de su rabia y su furor impío?Así preguntará triste viajero.Fúnebre voz responderá tan solo:¿Qué es de Roma y Atenas?¿Ves en desiertos de África espantosos,al soplar de los vientos abrasadosqué multitud de arenasse elevan por los aires agitados,y ya truécanse en hórridos colosos,ya en bramadores mares procelosos?¡Ay de vosotros, ay, guerreros viles,que de la inglesa América y de Europa,con el vapor, o con el viento en popa,a México llegáis miles a milesy convertís el amistoso techoen palacio de sangre y de furores,y el inocente hospitalario lechoen morada de escándalo y de horrores!¡Ay de vosotros! Si pisáis altivoslas humildes arenas de este suelo,no por siempre será, que la venganzasu soplo asolador furiosa lanzay veloz las eleva por los aires,y ya las cambia en tétricos colososque en sus fornidos brazos os oprimen,ya en abrasados maresque arrasan vuestros pueblos poderosos.Que aun del caos la tierra no salíacuando a los pies del Hacedor radianteescrita estaba en sólido diamanteesta ley, que borrar nadie podría:El que del infeliz el llanto vierte,amargo llanto verterá angustiado;el que huella al endeble, será hollado;el que la muerte da, recibe muerte;y el que amasa su espléndida fortunacon sangre de la víctima llorosa,su sangre beberá si sed lo seca,sus miembros comerá si hambre lo acosa.IVBrilló en el cielo matutino rayo,de súbito cruzó rápida llama,el aire convirtióse en humo densosalpicado de brasas encendidascual rojos globos en oscuro cielo.La tierra retembló, giró tres vecesen encontradas direcciones; hondocráter abrióse ante mi planta infirmey despeñóse en él bramando un ríode sangre espesa, que espumo lagoformó en el fondo, y cuyas olas negras,agitadas subiendo, mis rodillasbañaban sin cesar. Fantasma horriblede formas colosales y abultadas,envolvió su cabeza en luengo mantoy en el profundo lago sumergióse.Ya no ví mas ...¿Dó estoy? ¿Qué lazo oprimemi garganta? ¡Piedad! Solo me encuentro ...Mi cuerpo tembloroso húmeda yerbatiene por lecho; el corazón mis manoscon fuerza aprietan, y mi rostro y cuerpotibio sudor empapa. El sol brillante,tras la sierra asomando la cabeza,mira a Chapultepec cual padre tiernocontempla al despertar a su hijo amado.Los rayos de su luz las peñas doran,los árboles sus frentes venerablesinclinan blandamente, saludandoal astro ardiente que les da la vida.Azul está el espacio, y a los montesbaña color azul, claro y oscuro.Todo respira juventud risueñay cantando los pájaros se mecenen las ligeras y volubles auras.Todo a gozar convida; pero a mi almamanto de muerte envuelve, y gota a gotasangre destila el corazón herido.Mi mente es negra cavidad sin fondoy vaga incierto el pensamiento en ellacual perdida paloma en honda gruta.¿Fue sueño o realidad? Pregunta vana ...Sueño sería, que profundo sueñoes la voraz pasión que me consume;sueño ha sido, y no más, el leve gozoque acarició mi faz; sueño el sonidode aquella voz que adormeció mis penas;sueño aquella sonrisa, aquel halago,aquel blando mirar ... Desperté súbitoy el bello Edén despareció a mis ojoscomo oleada que la mar envíay se lleva después. Sólo me restaatroz recuerdo que me aprieta el almay sin cesar el corazón me roe.Así el fugaz placer sirve tan sólopara abismar el corazón sensible,así la juventud y la hermosurasirven tan sólo de romper el senoa la cansada senectud. El hombretiene dos cosas solamente eternas:su Dios y la virtud, de Él emanada ...Yo me sentí mecido de mis padresen los amantes cariñosos brazos,y fue sueño también ... Mujer que adoro,ven otra vez a adormecer mi almay mátame después, mas no te alejes ...La amistad y el amor son mi existencia,y el amor y amistad vuelven el rostroy huyen de mí cual de cadáver frío.¡Venid, sueños, venid! y omad mi frentede beleño mortal: soñar deseo.Levantad a los muertos de sus tumbas;quiero verlos, sentir, estremecerme ...Las sensaciones mi alimento fueron,sensaciones de horror y de tristeza.Sueño sea mi paso por el mundo,hasta que nuevo sueño, dulce y grato,me presente de Dios la faz sublime.16-27 de setiembre de 1839 Volver al Indice
INDICE
Presentación de Chantal López y Omar Cortés.El tenebrario.A la muerte.La tumba.Eva ante el cadáver de Abel.El ángel caído.Nulidad de la vida.El buitre.Por vez primeraMusa de la verdad.Profecia de Guatimoc. PRESENTACIÓN
El tenebrario.A la muerte.La tumba.Eva ante el cadáver de Abel.El ángel caído.Nulidad de la vida.El buitre.Por vez primeraMusa de la verdad.Profecia de Guatimoc. PRESENTACIÓN
A la muerte.La tumba.Eva ante el cadáver de Abel.El ángel caído.Nulidad de la vida.El buitre.Por vez primeraMusa de la verdad.Profecia de Guatimoc. PRESENTACIÓN
La tumba.Eva ante el cadáver de Abel.El ángel caído.Nulidad de la vida.El buitre.Por vez primeraMusa de la verdad.Profecia de Guatimoc. PRESENTACIÓN
Eva ante el cadáver de Abel.El ángel caído.Nulidad de la vida.El buitre.Por vez primeraMusa de la verdad.Profecia de Guatimoc. PRESENTACIÓN
El ángel caído.Nulidad de la vida.El buitre.Por vez primeraMusa de la verdad.Profecia de Guatimoc. PRESENTACIÓN
Nulidad de la vida.El buitre.Por vez primeraMusa de la verdad.Profecia de Guatimoc. PRESENTACIÓN
El buitre.Por vez primeraMusa de la verdad.Profecia de Guatimoc. PRESENTACIÓN
Por vez primeraMusa de la verdad.Profecia de Guatimoc. PRESENTACIÓN
Musa de la verdad.Profecia de Guatimoc. PRESENTACIÓN
Profecia de Guatimoc. PRESENTACIÓN
PRESENTACIÓN
Considerado por quienes de literatura saben, como el más fiel representante del romanticismo en México, el hidalguense Ignacio Rodríguez Galván (1816-1842), originario del poblado de Tizayuca, tuvo una brevísima pero muy fecunda creatividad tanto como dramaturgo como poeta.Desde su arribo a la ciudad de México en 1827, a la edad de once años, tendría la fortuna de trabajar, como mozo, en la limpieza de la librería de su tío Mariano Galvan Rivera, quien alcanzaría notoriedad por editar el famosísimo Calendario de Galván. Y seria, precisamente en esa librería, en la que Ignacio lograría relacionarse con la crema y nata de las letras mexicanas de aquella época.En 1835, comenzaría su labor como escritor, iniciándose en la poesía para pasar, casi de inmediato a la novela y al género dramático. Alcanzaría temprana fama con su obra Muñoz, visitador de México, misma que se presentó con cierto éxito en 1838 en el Teatro Principal de la ciudad de México.En cuanto a su obra poética, la selección de diez poesías que aquí incluimos bajo el título El ángel caído y otros poemas, recoge a las mil maravillas la capacidad literaria de Ignacio Rodríguez Galván, quien, desgraciadamente, moriría a la temprana edad de veintiseis años, víctima del denominado vómito negro, en la ciudad de La Habana, Cuba, cuando encontrábase cumpliendo una encomienda gubernamental.En esta recopilación hemos incluido la Profecía de Guatimoc, el poema considerado, por propios y extraños, como la máxima representación poética del romanticismo mexicano.Esperamos que quien lea u hojée la presente edición cibernética, se deleite con las letras de Ignacio Rodríguez Galván.Chantal López y Omar Cortés Volver al Indice EL TENEBRARIO El templo está sombrío y silenciosocomo del hombre la última morada,y entona allá una voz grave y pausadacántico religioso.El cristiano medita prosternadoante el altar augusto del Eterno,su ferviente oración eleva tiernoya del mundo olvidado.Sobre enlutado triángulo se mirancirios que están las naves alumbrando;se van unos tras otros apagandoy al fin todos expiran.Asentado yo al pie de una coluna,allá en lo más recóndito del templo,en las luces del triángulo contemplomi vida y mi fortuna.Del tiempo asolador la mano heladadestruye mi existencia tempestosa,y en dilatada noche tenebrosaquedará sepultada.Empero joven soy y nuevos díasdel sol la lumbre abrasará mis venas;aun pasaré más gozos y más penas,y más melancolías.De mis amigos los amantes brazosaun sostendrán mi enardecido cuello;a la pura amistad pondrán el sellomás amor, nuevos lazos.Dejaré la ciudad y presurosoiré al lugar do vi la luz primera,será mi habitación una praderao un monte cavernoso.De mis padres veré la tumba fría,su losa regaré con tierno llantoy luego entonaré fúnebre cantoen la morada umbría.¿Pero adónde me arrastran mis delirios?¿Quién sabe de su vida los momentos? ...Un soplo repentino de los vientospuede apagar los cirios.Tal vez, tal vez en este instante mismode mi contemplación y mi demencia,hundiráse mi frágil existenciaen el oscuro abismo.Y en esta piedra donde estoy sentadola augusta ceremonia al acabarse,los hombres me hallarán, al retirarse,sin aliento y helado.Pero aun vivo me encuentro y anubladami vista alcanza a ver cirios ardiendo;pasa, sus blancas luces conmoviendo,el aura delicada.Así mi corazón late apacible;mas viene de pesares un torrente,lo estremece y oprime de repente,y le deja insensible.Los cirios se apagaron. Noche horrendainterpone a mi vista velo denso.¿Acaso estoy en el palacio inmensode eternidad tremenda?En mi redor fantasmas aparecen,aquí y allí vagando misteriosas;adonde estoy se acercan silenciosas,luego desaparecen.¿Así es la eternidad que nos espera,vórtice horrible de tiniebla heladaen donde el alma vaga arrebatadapor la corriente fiera?¿Y ni un rayo de luz vendrá del cielocual relámpago al triste caminante,que quisiera le alumbre un solo instantey sea su consuelo?Pensando así y vagando en la profundaterrible oscuridad, me precipito,llego al umbral ¡oh Dios! y lanzó un grito ...¡Un mar de luz me inunda!6 de mayo de 1837 Volver al Indice A LA MUERTEDe mi amigo Antonio Larrañada¿Por qué el aire surcandodilátanse del bronce los sonidosy sin cesar vibrandollegan a mis oídosprofundos y tristísimos gemidos?¿Por qué de muerte el cantoen torno de ese féretro resuena?¿Por qué el fúnebre llanto?¿Por qué la amarga pena,los cirios y el clamor que el aire llena?Te miro ante mis ojospostrado sin aliento, amigo mío,y sobre tus despojossu manto negro y friotiende la muerte con placer impío.Y en las alas de querubes,envuelta tu alma en esplendente veloy entre rosadas nubes,deja el impuro sueloy blandamente se remonta al cielo.¡Oh, quién te acompañara!Y ese mundo feliz que habitas oracontigo disfrutaray la paz seductoraque, sin turbarse, en él eterna mora.En mi patria no vierasangre correr por la ciudad y llanos,y que entre rabia fierahermanos con hermanoshasta hundirse el puñal pugnan insanos.Ni viera la perfidiade nación que, risueña, nos abraza,y bramando de envidialuego nos amenazay en su mente infernal nos despedaza.Ni viera hombres malvadosque sin temer de Dios el alto juicio,de la ambición guiadosy el deshonroso vicio,despeñan mi nación al precipicio.Ni con feroz despechola miseria, elevándose espantosa,cerrar contra su pechola humanidad quejosay devorar sus lágrimas ansiosa.Y el luto y exterminioen pos del hambre descarnada y yerta,extender su dominiosobre la tierra muertay a la peste letal abrir la puerta.Feliz, mi caro amigo,feliz mil veces tú, que ya en el mundoel dolor enemigocon brazo furibundono rompe tus entrañas iracundo.Dichoso tú, que vivesentre el gozo, la paz, la bienandanzay no cual yo, recibesde amor sin esperanzazozobras y martirios sin mudanza.Y no sientes el yugode la suerte pesar sobre tu cuello,ni el hombre es tu verdugo,ni con ansia un destellobuscas de la verdad, sin poder vello.Cuando el mundo habitabas,con la voz de amistad consoladoralas penas aliviabasde tu amigo, que ahorahundido en el pesar tu ausencia llora.Al escuchar tus cantos,do la razón brillaba y la poesía,celestiales encantosmi corazón sentíay en su mismo dolor se adormecía.Si a tu alma por venturale es permitido descender al suelo,cuando la noche oscurame traiga el desconsueloven a elevar mi pensamiento al cielo.De mi agitado sueñolas escenas de horror benigno ahuyenta;la imagen de mi dueñoen vez de ellas presentay haz que tu grata voz mi oído sienta.17 de diciembre de 1838 Volver al Indice LA TUMBA
Desde su arribo a la ciudad de México en 1827, a la edad de once años, tendría la fortuna de trabajar, como mozo, en la limpieza de la librería de su tío Mariano Galvan Rivera, quien alcanzaría notoriedad por editar el famosísimo Calendario de Galván. Y seria, precisamente en esa librería, en la que Ignacio lograría relacionarse con la crema y nata de las letras mexicanas de aquella época.En 1835, comenzaría su labor como escritor, iniciándose en la poesía para pasar, casi de inmediato a la novela y al género dramático. Alcanzaría temprana fama con su obra Muñoz, visitador de México, misma que se presentó con cierto éxito en 1838 en el Teatro Principal de la ciudad de México.En cuanto a su obra poética, la selección de diez poesías que aquí incluimos bajo el título El ángel caído y otros poemas, recoge a las mil maravillas la capacidad literaria de Ignacio Rodríguez Galván, quien, desgraciadamente, moriría a la temprana edad de veintiseis años, víctima del denominado vómito negro, en la ciudad de La Habana, Cuba, cuando encontrábase cumpliendo una encomienda gubernamental.En esta recopilación hemos incluido la Profecía de Guatimoc, el poema considerado, por propios y extraños, como la máxima representación poética del romanticismo mexicano.Esperamos que quien lea u hojée la presente edición cibernética, se deleite con las letras de Ignacio Rodríguez Galván.Chantal López y Omar Cortés Volver al Indice EL TENEBRARIO El templo está sombrío y silenciosocomo del hombre la última morada,y entona allá una voz grave y pausadacántico religioso.El cristiano medita prosternadoante el altar augusto del Eterno,su ferviente oración eleva tiernoya del mundo olvidado.Sobre enlutado triángulo se mirancirios que están las naves alumbrando;se van unos tras otros apagandoy al fin todos expiran.Asentado yo al pie de una coluna,allá en lo más recóndito del templo,en las luces del triángulo contemplomi vida y mi fortuna.Del tiempo asolador la mano heladadestruye mi existencia tempestosa,y en dilatada noche tenebrosaquedará sepultada.Empero joven soy y nuevos díasdel sol la lumbre abrasará mis venas;aun pasaré más gozos y más penas,y más melancolías.De mis amigos los amantes brazosaun sostendrán mi enardecido cuello;a la pura amistad pondrán el sellomás amor, nuevos lazos.Dejaré la ciudad y presurosoiré al lugar do vi la luz primera,será mi habitación una praderao un monte cavernoso.De mis padres veré la tumba fría,su losa regaré con tierno llantoy luego entonaré fúnebre cantoen la morada umbría.¿Pero adónde me arrastran mis delirios?¿Quién sabe de su vida los momentos? ...Un soplo repentino de los vientospuede apagar los cirios.Tal vez, tal vez en este instante mismode mi contemplación y mi demencia,hundiráse mi frágil existenciaen el oscuro abismo.Y en esta piedra donde estoy sentadola augusta ceremonia al acabarse,los hombres me hallarán, al retirarse,sin aliento y helado.Pero aun vivo me encuentro y anubladami vista alcanza a ver cirios ardiendo;pasa, sus blancas luces conmoviendo,el aura delicada.Así mi corazón late apacible;mas viene de pesares un torrente,lo estremece y oprime de repente,y le deja insensible.Los cirios se apagaron. Noche horrendainterpone a mi vista velo denso.¿Acaso estoy en el palacio inmensode eternidad tremenda?En mi redor fantasmas aparecen,aquí y allí vagando misteriosas;adonde estoy se acercan silenciosas,luego desaparecen.¿Así es la eternidad que nos espera,vórtice horrible de tiniebla heladaen donde el alma vaga arrebatadapor la corriente fiera?¿Y ni un rayo de luz vendrá del cielocual relámpago al triste caminante,que quisiera le alumbre un solo instantey sea su consuelo?Pensando así y vagando en la profundaterrible oscuridad, me precipito,llego al umbral ¡oh Dios! y lanzó un grito ...¡Un mar de luz me inunda!6 de mayo de 1837 Volver al Indice A LA MUERTEDe mi amigo Antonio Larrañada¿Por qué el aire surcandodilátanse del bronce los sonidosy sin cesar vibrandollegan a mis oídosprofundos y tristísimos gemidos?¿Por qué de muerte el cantoen torno de ese féretro resuena?¿Por qué el fúnebre llanto?¿Por qué la amarga pena,los cirios y el clamor que el aire llena?Te miro ante mis ojospostrado sin aliento, amigo mío,y sobre tus despojossu manto negro y friotiende la muerte con placer impío.Y en las alas de querubes,envuelta tu alma en esplendente veloy entre rosadas nubes,deja el impuro sueloy blandamente se remonta al cielo.¡Oh, quién te acompañara!Y ese mundo feliz que habitas oracontigo disfrutaray la paz seductoraque, sin turbarse, en él eterna mora.En mi patria no vierasangre correr por la ciudad y llanos,y que entre rabia fierahermanos con hermanoshasta hundirse el puñal pugnan insanos.Ni viera la perfidiade nación que, risueña, nos abraza,y bramando de envidialuego nos amenazay en su mente infernal nos despedaza.Ni viera hombres malvadosque sin temer de Dios el alto juicio,de la ambición guiadosy el deshonroso vicio,despeñan mi nación al precipicio.Ni con feroz despechola miseria, elevándose espantosa,cerrar contra su pechola humanidad quejosay devorar sus lágrimas ansiosa.Y el luto y exterminioen pos del hambre descarnada y yerta,extender su dominiosobre la tierra muertay a la peste letal abrir la puerta.Feliz, mi caro amigo,feliz mil veces tú, que ya en el mundoel dolor enemigocon brazo furibundono rompe tus entrañas iracundo.Dichoso tú, que vivesentre el gozo, la paz, la bienandanzay no cual yo, recibesde amor sin esperanzazozobras y martirios sin mudanza.Y no sientes el yugode la suerte pesar sobre tu cuello,ni el hombre es tu verdugo,ni con ansia un destellobuscas de la verdad, sin poder vello.Cuando el mundo habitabas,con la voz de amistad consoladoralas penas aliviabasde tu amigo, que ahorahundido en el pesar tu ausencia llora.Al escuchar tus cantos,do la razón brillaba y la poesía,celestiales encantosmi corazón sentíay en su mismo dolor se adormecía.Si a tu alma por venturale es permitido descender al suelo,cuando la noche oscurame traiga el desconsueloven a elevar mi pensamiento al cielo.De mi agitado sueñolas escenas de horror benigno ahuyenta;la imagen de mi dueñoen vez de ellas presentay haz que tu grata voz mi oído sienta.17 de diciembre de 1838 Volver al Indice LA TUMBA
En 1835, comenzaría su labor como escritor, iniciándose en la poesía para pasar, casi de inmediato a la novela y al género dramático. Alcanzaría temprana fama con su obra Muñoz, visitador de México, misma que se presentó con cierto éxito en 1838 en el Teatro Principal de la ciudad de México.En cuanto a su obra poética, la selección de diez poesías que aquí incluimos bajo el título El ángel caído y otros poemas, recoge a las mil maravillas la capacidad literaria de Ignacio Rodríguez Galván, quien, desgraciadamente, moriría a la temprana edad de veintiseis años, víctima del denominado vómito negro, en la ciudad de La Habana, Cuba, cuando encontrábase cumpliendo una encomienda gubernamental.En esta recopilación hemos incluido la Profecía de Guatimoc, el poema considerado, por propios y extraños, como la máxima representación poética del romanticismo mexicano.Esperamos que quien lea u hojée la presente edición cibernética, se deleite con las letras de Ignacio Rodríguez Galván.Chantal López y Omar Cortés Volver al Indice EL TENEBRARIO El templo está sombrío y silenciosocomo del hombre la última morada,y entona allá una voz grave y pausadacántico religioso.El cristiano medita prosternadoante el altar augusto del Eterno,su ferviente oración eleva tiernoya del mundo olvidado.Sobre enlutado triángulo se mirancirios que están las naves alumbrando;se van unos tras otros apagandoy al fin todos expiran.Asentado yo al pie de una coluna,allá en lo más recóndito del templo,en las luces del triángulo contemplomi vida y mi fortuna.Del tiempo asolador la mano heladadestruye mi existencia tempestosa,y en dilatada noche tenebrosaquedará sepultada.Empero joven soy y nuevos díasdel sol la lumbre abrasará mis venas;aun pasaré más gozos y más penas,y más melancolías.De mis amigos los amantes brazosaun sostendrán mi enardecido cuello;a la pura amistad pondrán el sellomás amor, nuevos lazos.Dejaré la ciudad y presurosoiré al lugar do vi la luz primera,será mi habitación una praderao un monte cavernoso.De mis padres veré la tumba fría,su losa regaré con tierno llantoy luego entonaré fúnebre cantoen la morada umbría.¿Pero adónde me arrastran mis delirios?¿Quién sabe de su vida los momentos? ...Un soplo repentino de los vientospuede apagar los cirios.Tal vez, tal vez en este instante mismode mi contemplación y mi demencia,hundiráse mi frágil existenciaen el oscuro abismo.Y en esta piedra donde estoy sentadola augusta ceremonia al acabarse,los hombres me hallarán, al retirarse,sin aliento y helado.Pero aun vivo me encuentro y anubladami vista alcanza a ver cirios ardiendo;pasa, sus blancas luces conmoviendo,el aura delicada.Así mi corazón late apacible;mas viene de pesares un torrente,lo estremece y oprime de repente,y le deja insensible.Los cirios se apagaron. Noche horrendainterpone a mi vista velo denso.¿Acaso estoy en el palacio inmensode eternidad tremenda?En mi redor fantasmas aparecen,aquí y allí vagando misteriosas;adonde estoy se acercan silenciosas,luego desaparecen.¿Así es la eternidad que nos espera,vórtice horrible de tiniebla heladaen donde el alma vaga arrebatadapor la corriente fiera?¿Y ni un rayo de luz vendrá del cielocual relámpago al triste caminante,que quisiera le alumbre un solo instantey sea su consuelo?Pensando así y vagando en la profundaterrible oscuridad, me precipito,llego al umbral ¡oh Dios! y lanzó un grito ...¡Un mar de luz me inunda!6 de mayo de 1837 Volver al Indice A LA MUERTEDe mi amigo Antonio Larrañada¿Por qué el aire surcandodilátanse del bronce los sonidosy sin cesar vibrandollegan a mis oídosprofundos y tristísimos gemidos?¿Por qué de muerte el cantoen torno de ese féretro resuena?¿Por qué el fúnebre llanto?¿Por qué la amarga pena,los cirios y el clamor que el aire llena?Te miro ante mis ojospostrado sin aliento, amigo mío,y sobre tus despojossu manto negro y friotiende la muerte con placer impío.Y en las alas de querubes,envuelta tu alma en esplendente veloy entre rosadas nubes,deja el impuro sueloy blandamente se remonta al cielo.¡Oh, quién te acompañara!Y ese mundo feliz que habitas oracontigo disfrutaray la paz seductoraque, sin turbarse, en él eterna mora.En mi patria no vierasangre correr por la ciudad y llanos,y que entre rabia fierahermanos con hermanoshasta hundirse el puñal pugnan insanos.Ni viera la perfidiade nación que, risueña, nos abraza,y bramando de envidialuego nos amenazay en su mente infernal nos despedaza.Ni viera hombres malvadosque sin temer de Dios el alto juicio,de la ambición guiadosy el deshonroso vicio,despeñan mi nación al precipicio.Ni con feroz despechola miseria, elevándose espantosa,cerrar contra su pechola humanidad quejosay devorar sus lágrimas ansiosa.Y el luto y exterminioen pos del hambre descarnada y yerta,extender su dominiosobre la tierra muertay a la peste letal abrir la puerta.Feliz, mi caro amigo,feliz mil veces tú, que ya en el mundoel dolor enemigocon brazo furibundono rompe tus entrañas iracundo.Dichoso tú, que vivesentre el gozo, la paz, la bienandanzay no cual yo, recibesde amor sin esperanzazozobras y martirios sin mudanza.Y no sientes el yugode la suerte pesar sobre tu cuello,ni el hombre es tu verdugo,ni con ansia un destellobuscas de la verdad, sin poder vello.Cuando el mundo habitabas,con la voz de amistad consoladoralas penas aliviabasde tu amigo, que ahorahundido en el pesar tu ausencia llora.Al escuchar tus cantos,do la razón brillaba y la poesía,celestiales encantosmi corazón sentíay en su mismo dolor se adormecía.Si a tu alma por venturale es permitido descender al suelo,cuando la noche oscurame traiga el desconsueloven a elevar mi pensamiento al cielo.De mi agitado sueñolas escenas de horror benigno ahuyenta;la imagen de mi dueñoen vez de ellas presentay haz que tu grata voz mi oído sienta.17 de diciembre de 1838 Volver al Indice LA TUMBA
En cuanto a su obra poética, la selección de diez poesías que aquí incluimos bajo el título El ángel caído y otros poemas, recoge a las mil maravillas la capacidad literaria de Ignacio Rodríguez Galván, quien, desgraciadamente, moriría a la temprana edad de veintiseis años, víctima del denominado vómito negro, en la ciudad de La Habana, Cuba, cuando encontrábase cumpliendo una encomienda gubernamental.En esta recopilación hemos incluido la Profecía de Guatimoc, el poema considerado, por propios y extraños, como la máxima representación poética del romanticismo mexicano.Esperamos que quien lea u hojée la presente edición cibernética, se deleite con las letras de Ignacio Rodríguez Galván.Chantal López y Omar Cortés Volver al Indice EL TENEBRARIO El templo está sombrío y silenciosocomo del hombre la última morada,y entona allá una voz grave y pausadacántico religioso.El cristiano medita prosternadoante el altar augusto del Eterno,su ferviente oración eleva tiernoya del mundo olvidado.Sobre enlutado triángulo se mirancirios que están las naves alumbrando;se van unos tras otros apagandoy al fin todos expiran.Asentado yo al pie de una coluna,allá en lo más recóndito del templo,en las luces del triángulo contemplomi vida y mi fortuna.Del tiempo asolador la mano heladadestruye mi existencia tempestosa,y en dilatada noche tenebrosaquedará sepultada.Empero joven soy y nuevos díasdel sol la lumbre abrasará mis venas;aun pasaré más gozos y más penas,y más melancolías.De mis amigos los amantes brazosaun sostendrán mi enardecido cuello;a la pura amistad pondrán el sellomás amor, nuevos lazos.Dejaré la ciudad y presurosoiré al lugar do vi la luz primera,será mi habitación una praderao un monte cavernoso.De mis padres veré la tumba fría,su losa regaré con tierno llantoy luego entonaré fúnebre cantoen la morada umbría.¿Pero adónde me arrastran mis delirios?¿Quién sabe de su vida los momentos? ...Un soplo repentino de los vientospuede apagar los cirios.Tal vez, tal vez en este instante mismode mi contemplación y mi demencia,hundiráse mi frágil existenciaen el oscuro abismo.Y en esta piedra donde estoy sentadola augusta ceremonia al acabarse,los hombres me hallarán, al retirarse,sin aliento y helado.Pero aun vivo me encuentro y anubladami vista alcanza a ver cirios ardiendo;pasa, sus blancas luces conmoviendo,el aura delicada.Así mi corazón late apacible;mas viene de pesares un torrente,lo estremece y oprime de repente,y le deja insensible.Los cirios se apagaron. Noche horrendainterpone a mi vista velo denso.¿Acaso estoy en el palacio inmensode eternidad tremenda?En mi redor fantasmas aparecen,aquí y allí vagando misteriosas;adonde estoy se acercan silenciosas,luego desaparecen.¿Así es la eternidad que nos espera,vórtice horrible de tiniebla heladaen donde el alma vaga arrebatadapor la corriente fiera?¿Y ni un rayo de luz vendrá del cielocual relámpago al triste caminante,que quisiera le alumbre un solo instantey sea su consuelo?Pensando así y vagando en la profundaterrible oscuridad, me precipito,llego al umbral ¡oh Dios! y lanzó un grito ...¡Un mar de luz me inunda!6 de mayo de 1837 Volver al Indice A LA MUERTEDe mi amigo Antonio Larrañada¿Por qué el aire surcandodilátanse del bronce los sonidosy sin cesar vibrandollegan a mis oídosprofundos y tristísimos gemidos?¿Por qué de muerte el cantoen torno de ese féretro resuena?¿Por qué el fúnebre llanto?¿Por qué la amarga pena,los cirios y el clamor que el aire llena?Te miro ante mis ojospostrado sin aliento, amigo mío,y sobre tus despojossu manto negro y friotiende la muerte con placer impío.Y en las alas de querubes,envuelta tu alma en esplendente veloy entre rosadas nubes,deja el impuro sueloy blandamente se remonta al cielo.¡Oh, quién te acompañara!Y ese mundo feliz que habitas oracontigo disfrutaray la paz seductoraque, sin turbarse, en él eterna mora.En mi patria no vierasangre correr por la ciudad y llanos,y que entre rabia fierahermanos con hermanoshasta hundirse el puñal pugnan insanos.Ni viera la perfidiade nación que, risueña, nos abraza,y bramando de envidialuego nos amenazay en su mente infernal nos despedaza.Ni viera hombres malvadosque sin temer de Dios el alto juicio,de la ambición guiadosy el deshonroso vicio,despeñan mi nación al precipicio.Ni con feroz despechola miseria, elevándose espantosa,cerrar contra su pechola humanidad quejosay devorar sus lágrimas ansiosa.Y el luto y exterminioen pos del hambre descarnada y yerta,extender su dominiosobre la tierra muertay a la peste letal abrir la puerta.Feliz, mi caro amigo,feliz mil veces tú, que ya en el mundoel dolor enemigocon brazo furibundono rompe tus entrañas iracundo.Dichoso tú, que vivesentre el gozo, la paz, la bienandanzay no cual yo, recibesde amor sin esperanzazozobras y martirios sin mudanza.Y no sientes el yugode la suerte pesar sobre tu cuello,ni el hombre es tu verdugo,ni con ansia un destellobuscas de la verdad, sin poder vello.Cuando el mundo habitabas,con la voz de amistad consoladoralas penas aliviabasde tu amigo, que ahorahundido en el pesar tu ausencia llora.Al escuchar tus cantos,do la razón brillaba y la poesía,celestiales encantosmi corazón sentíay en su mismo dolor se adormecía.Si a tu alma por venturale es permitido descender al suelo,cuando la noche oscurame traiga el desconsueloven a elevar mi pensamiento al cielo.De mi agitado sueñolas escenas de horror benigno ahuyenta;la imagen de mi dueñoen vez de ellas presentay haz que tu grata voz mi oído sienta.17 de diciembre de 1838 Volver al Indice LA TUMBA
En esta recopilación hemos incluido la Profecía de Guatimoc, el poema considerado, por propios y extraños, como la máxima representación poética del romanticismo mexicano.
Esperamos que quien lea u hojée la presente edición cibernética, se deleite con las letras de Ignacio Rodríguez Galván.
Chantal López y Omar Cortés Volver al Indice EL TENEBRARIO El templo está sombrío y silenciosocomo del hombre la última morada,y entona allá una voz grave y pausadacántico religioso.El cristiano medita prosternadoante el altar augusto del Eterno,su ferviente oración eleva tiernoya del mundo olvidado.Sobre enlutado triángulo se mirancirios que están las naves alumbrando;se van unos tras otros apagandoy al fin todos expiran.Asentado yo al pie de una coluna,allá en lo más recóndito del templo,en las luces del triángulo contemplomi vida y mi fortuna.Del tiempo asolador la mano heladadestruye mi existencia tempestosa,y en dilatada noche tenebrosaquedará sepultada.Empero joven soy y nuevos díasdel sol la lumbre abrasará mis venas;aun pasaré más gozos y más penas,y más melancolías.De mis amigos los amantes brazosaun sostendrán mi enardecido cuello;a la pura amistad pondrán el sellomás amor, nuevos lazos.Dejaré la ciudad y presurosoiré al lugar do vi la luz primera,será mi habitación una praderao un monte cavernoso.De mis padres veré la tumba fría,su losa regaré con tierno llantoy luego entonaré fúnebre cantoen la morada umbría.¿Pero adónde me arrastran mis delirios?¿Quién sabe de su vida los momentos? ...Un soplo repentino de los vientospuede apagar los cirios.Tal vez, tal vez en este instante mismode mi contemplación y mi demencia,hundiráse mi frágil existenciaen el oscuro abismo.Y en esta piedra donde estoy sentadola augusta ceremonia al acabarse,los hombres me hallarán, al retirarse,sin aliento y helado.Pero aun vivo me encuentro y anubladami vista alcanza a ver cirios ardiendo;pasa, sus blancas luces conmoviendo,el aura delicada.Así mi corazón late apacible;mas viene de pesares un torrente,lo estremece y oprime de repente,y le deja insensible.Los cirios se apagaron. Noche horrendainterpone a mi vista velo denso.¿Acaso estoy en el palacio inmensode eternidad tremenda?En mi redor fantasmas aparecen,aquí y allí vagando misteriosas;adonde estoy se acercan silenciosas,luego desaparecen.¿Así es la eternidad que nos espera,vórtice horrible de tiniebla heladaen donde el alma vaga arrebatadapor la corriente fiera?¿Y ni un rayo de luz vendrá del cielocual relámpago al triste caminante,que quisiera le alumbre un solo instantey sea su consuelo?Pensando así y vagando en la profundaterrible oscuridad, me precipito,llego al umbral ¡oh Dios! y lanzó un grito ...¡Un mar de luz me inunda!6 de mayo de 1837 Volver al Indice A LA MUERTEDe mi amigo Antonio Larrañada¿Por qué el aire surcandodilátanse del bronce los sonidosy sin cesar vibrandollegan a mis oídosprofundos y tristísimos gemidos?¿Por qué de muerte el cantoen torno de ese féretro resuena?¿Por qué el fúnebre llanto?¿Por qué la amarga pena,los cirios y el clamor que el aire llena?Te miro ante mis ojospostrado sin aliento, amigo mío,y sobre tus despojossu manto negro y friotiende la muerte con placer impío.Y en las alas de querubes,envuelta tu alma en esplendente veloy entre rosadas nubes,deja el impuro sueloy blandamente se remonta al cielo.¡Oh, quién te acompañara!Y ese mundo feliz que habitas oracontigo disfrutaray la paz seductoraque, sin turbarse, en él eterna mora.En mi patria no vierasangre correr por la ciudad y llanos,y que entre rabia fierahermanos con hermanoshasta hundirse el puñal pugnan insanos.Ni viera la perfidiade nación que, risueña, nos abraza,y bramando de envidialuego nos amenazay en su mente infernal nos despedaza.Ni viera hombres malvadosque sin temer de Dios el alto juicio,de la ambición guiadosy el deshonroso vicio,despeñan mi nación al precipicio.Ni con feroz despechola miseria, elevándose espantosa,cerrar contra su pechola humanidad quejosay devorar sus lágrimas ansiosa.Y el luto y exterminioen pos del hambre descarnada y yerta,extender su dominiosobre la tierra muertay a la peste letal abrir la puerta.Feliz, mi caro amigo,feliz mil veces tú, que ya en el mundoel dolor enemigocon brazo furibundono rompe tus entrañas iracundo.Dichoso tú, que vivesentre el gozo, la paz, la bienandanzay no cual yo, recibesde amor sin esperanzazozobras y martirios sin mudanza.Y no sientes el yugode la suerte pesar sobre tu cuello,ni el hombre es tu verdugo,ni con ansia un destellobuscas de la verdad, sin poder vello.Cuando el mundo habitabas,con la voz de amistad consoladoralas penas aliviabasde tu amigo, que ahorahundido en el pesar tu ausencia llora.Al escuchar tus cantos,do la razón brillaba y la poesía,celestiales encantosmi corazón sentíay en su mismo dolor se adormecía.Si a tu alma por venturale es permitido descender al suelo,cuando la noche oscurame traiga el desconsueloven a elevar mi pensamiento al cielo.De mi agitado sueñolas escenas de horror benigno ahuyenta;la imagen de mi dueñoen vez de ellas presentay haz que tu grata voz mi oído sienta.17 de diciembre de 1838 Volver al Indice LA TUMBA
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EL TENEBRARIO El templo está sombrío y silenciosocomo del hombre la última morada,y entona allá una voz grave y pausadacántico religioso.El cristiano medita prosternadoante el altar augusto del Eterno,su ferviente oración eleva tiernoya del mundo olvidado.Sobre enlutado triángulo se mirancirios que están las naves alumbrando;se van unos tras otros apagandoy al fin todos expiran.Asentado yo al pie de una coluna,allá en lo más recóndito del templo,en las luces del triángulo contemplomi vida y mi fortuna.Del tiempo asolador la mano heladadestruye mi existencia tempestosa,y en dilatada noche tenebrosaquedará sepultada.Empero joven soy y nuevos díasdel sol la lumbre abrasará mis venas;aun pasaré más gozos y más penas,y más melancolías.De mis amigos los amantes brazosaun sostendrán mi enardecido cuello;a la pura amistad pondrán el sellomás amor, nuevos lazos.Dejaré la ciudad y presurosoiré al lugar do vi la luz primera,será mi habitación una praderao un monte cavernoso.De mis padres veré la tumba fría,su losa regaré con tierno llantoy luego entonaré fúnebre cantoen la morada umbría.¿Pero adónde me arrastran mis delirios?¿Quién sabe de su vida los momentos? ...Un soplo repentino de los vientospuede apagar los cirios.Tal vez, tal vez en este instante mismode mi contemplación y mi demencia,hundiráse mi frágil existenciaen el oscuro abismo.Y en esta piedra donde estoy sentadola augusta ceremonia al acabarse,los hombres me hallarán, al retirarse,sin aliento y helado.Pero aun vivo me encuentro y anubladami vista alcanza a ver cirios ardiendo;pasa, sus blancas luces conmoviendo,el aura delicada.Así mi corazón late apacible;mas viene de pesares un torrente,lo estremece y oprime de repente,y le deja insensible.Los cirios se apagaron. Noche horrendainterpone a mi vista velo denso.¿Acaso estoy en el palacio inmensode eternidad tremenda?En mi redor fantasmas aparecen,aquí y allí vagando misteriosas;adonde estoy se acercan silenciosas,luego desaparecen.¿Así es la eternidad que nos espera,vórtice horrible de tiniebla heladaen donde el alma vaga arrebatadapor la corriente fiera?¿Y ni un rayo de luz vendrá del cielocual relámpago al triste caminante,que quisiera le alumbre un solo instantey sea su consuelo?Pensando así y vagando en la profundaterrible oscuridad, me precipito,llego al umbral ¡oh Dios! y lanzó un grito ...¡Un mar de luz me inunda!6 de mayo de 1837 Volver al Indice A LA MUERTEDe mi amigo Antonio Larrañada¿Por qué el aire surcandodilátanse del bronce los sonidosy sin cesar vibrandollegan a mis oídosprofundos y tristísimos gemidos?¿Por qué de muerte el cantoen torno de ese féretro resuena?¿Por qué el fúnebre llanto?¿Por qué la amarga pena,los cirios y el clamor que el aire llena?Te miro ante mis ojospostrado sin aliento, amigo mío,y sobre tus despojossu manto negro y friotiende la muerte con placer impío.Y en las alas de querubes,envuelta tu alma en esplendente veloy entre rosadas nubes,deja el impuro sueloy blandamente se remonta al cielo.¡Oh, quién te acompañara!Y ese mundo feliz que habitas oracontigo disfrutaray la paz seductoraque, sin turbarse, en él eterna mora.En mi patria no vierasangre correr por la ciudad y llanos,y que entre rabia fierahermanos con hermanoshasta hundirse el puñal pugnan insanos.Ni viera la perfidiade nación que, risueña, nos abraza,y bramando de envidialuego nos amenazay en su mente infernal nos despedaza.Ni viera hombres malvadosque sin temer de Dios el alto juicio,de la ambición guiadosy el deshonroso vicio,despeñan mi nación al precipicio.Ni con feroz despechola miseria, elevándose espantosa,cerrar contra su pechola humanidad quejosay devorar sus lágrimas ansiosa.Y el luto y exterminioen pos del hambre descarnada y yerta,extender su dominiosobre la tierra muertay a la peste letal abrir la puerta.Feliz, mi caro amigo,feliz mil veces tú, que ya en el mundoel dolor enemigocon brazo furibundono rompe tus entrañas iracundo.Dichoso tú, que vivesentre el gozo, la paz, la bienandanzay no cual yo, recibesde amor sin esperanzazozobras y martirios sin mudanza.Y no sientes el yugode la suerte pesar sobre tu cuello,ni el hombre es tu verdugo,ni con ansia un destellobuscas de la verdad, sin poder vello.Cuando el mundo habitabas,con la voz de amistad consoladoralas penas aliviabasde tu amigo, que ahorahundido en el pesar tu ausencia llora.Al escuchar tus cantos,do la razón brillaba y la poesía,celestiales encantosmi corazón sentíay en su mismo dolor se adormecía.Si a tu alma por venturale es permitido descender al suelo,cuando la noche oscurame traiga el desconsueloven a elevar mi pensamiento al cielo.De mi agitado sueñolas escenas de horror benigno ahuyenta;la imagen de mi dueñoen vez de ellas presentay haz que tu grata voz mi oído sienta.17 de diciembre de 1838 Volver al Indice LA TUMBA
El templo está sombrío y silenciosocomo del hombre la última morada,y entona allá una voz grave y pausadacántico religioso.El cristiano medita prosternadoante el altar augusto del Eterno,su ferviente oración eleva tiernoya del mundo olvidado.Sobre enlutado triángulo se mirancirios que están las naves alumbrando;se van unos tras otros apagandoy al fin todos expiran.Asentado yo al pie de una coluna,allá en lo más recóndito del templo,en las luces del triángulo contemplomi vida y mi fortuna.Del tiempo asolador la mano heladadestruye mi existencia tempestosa,y en dilatada noche tenebrosaquedará sepultada.Empero joven soy y nuevos díasdel sol la lumbre abrasará mis venas;aun pasaré más gozos y más penas,y más melancolías.De mis amigos los amantes brazosaun sostendrán mi enardecido cuello;a la pura amistad pondrán el sellomás amor, nuevos lazos.Dejaré la ciudad y presurosoiré al lugar do vi la luz primera,será mi habitación una praderao un monte cavernoso.De mis padres veré la tumba fría,su losa regaré con tierno llantoy luego entonaré fúnebre cantoen la morada umbría.¿Pero adónde me arrastran mis delirios?¿Quién sabe de su vida los momentos? ...Un soplo repentino de los vientospuede apagar los cirios.Tal vez, tal vez en este instante mismode mi contemplación y mi demencia,hundiráse mi frágil existenciaen el oscuro abismo.Y en esta piedra donde estoy sentadola augusta ceremonia al acabarse,los hombres me hallarán, al retirarse,sin aliento y helado.Pero aun vivo me encuentro y anubladami vista alcanza a ver cirios ardiendo;pasa, sus blancas luces conmoviendo,el aura delicada.Así mi corazón late apacible;mas viene de pesares un torrente,lo estremece y oprime de repente,y le deja insensible.Los cirios se apagaron. Noche horrendainterpone a mi vista velo denso.¿Acaso estoy en el palacio inmensode eternidad tremenda?En mi redor fantasmas aparecen,aquí y allí vagando misteriosas;adonde estoy se acercan silenciosas,luego desaparecen.¿Así es la eternidad que nos espera,vórtice horrible de tiniebla heladaen donde el alma vaga arrebatadapor la corriente fiera?¿Y ni un rayo de luz vendrá del cielocual relámpago al triste caminante,que quisiera le alumbre un solo instantey sea su consuelo?Pensando así y vagando en la profundaterrible oscuridad, me precipito,llego al umbral ¡oh Dios! y lanzó un grito ...¡Un mar de luz me inunda!6 de mayo de 1837 Volver al Indice A LA MUERTEDe mi amigo Antonio Larrañada¿Por qué el aire surcandodilátanse del bronce los sonidosy sin cesar vibrandollegan a mis oídosprofundos y tristísimos gemidos?¿Por qué de muerte el cantoen torno de ese féretro resuena?¿Por qué el fúnebre llanto?¿Por qué la amarga pena,los cirios y el clamor que el aire llena?Te miro ante mis ojospostrado sin aliento, amigo mío,y sobre tus despojossu manto negro y friotiende la muerte con placer impío.Y en las alas de querubes,envuelta tu alma en esplendente veloy entre rosadas nubes,deja el impuro sueloy blandamente se remonta al cielo.¡Oh, quién te acompañara!Y ese mundo feliz que habitas oracontigo disfrutaray la paz seductoraque, sin turbarse, en él eterna mora.En mi patria no vierasangre correr por la ciudad y llanos,y que entre rabia fierahermanos con hermanoshasta hundirse el puñal pugnan insanos.Ni viera la perfidiade nación que, risueña, nos abraza,y bramando de envidialuego nos amenazay en su mente infernal nos despedaza.Ni viera hombres malvadosque sin temer de Dios el alto juicio,de la ambición guiadosy el deshonroso vicio,despeñan mi nación al precipicio.Ni con feroz despechola miseria, elevándose espantosa,cerrar contra su pechola humanidad quejosay devorar sus lágrimas ansiosa.Y el luto y exterminioen pos del hambre descarnada y yerta,extender su dominiosobre la tierra muertay a la peste letal abrir la puerta.Feliz, mi caro amigo,feliz mil veces tú, que ya en el mundoel dolor enemigocon brazo furibundono rompe tus entrañas iracundo.Dichoso tú, que vivesentre el gozo, la paz, la bienandanzay no cual yo, recibesde amor sin esperanzazozobras y martirios sin mudanza.Y no sientes el yugode la suerte pesar sobre tu cuello,ni el hombre es tu verdugo,ni con ansia un destellobuscas de la verdad, sin poder vello.Cuando el mundo habitabas,con la voz de amistad consoladoralas penas aliviabasde tu amigo, que ahorahundido en el pesar tu ausencia llora.Al escuchar tus cantos,do la razón brillaba y la poesía,celestiales encantosmi corazón sentíay en su mismo dolor se adormecía.Si a tu alma por venturale es permitido descender al suelo,cuando la noche oscurame traiga el desconsueloven a elevar mi pensamiento al cielo.De mi agitado sueñolas escenas de horror benigno ahuyenta;la imagen de mi dueñoen vez de ellas presentay haz que tu grata voz mi oído sienta.17 de diciembre de 1838 Volver al Indice LA TUMBA
El cristiano medita prosternadoante el altar augusto del Eterno,su ferviente oración eleva tiernoya del mundo olvidado.
Sobre enlutado triángulo se mirancirios que están las naves alumbrando;se van unos tras otros apagandoy al fin todos expiran.
Asentado yo al pie de una coluna,allá en lo más recóndito del templo,en las luces del triángulo contemplomi vida y mi fortuna.
Del tiempo asolador la mano heladadestruye mi existencia tempestosa,y en dilatada noche tenebrosaquedará sepultada.
Empero joven soy y nuevos díasdel sol la lumbre abrasará mis venas;aun pasaré más gozos y más penas,y más melancolías.
De mis amigos los amantes brazosaun sostendrán mi enardecido cuello;a la pura amistad pondrán el sellomás amor, nuevos lazos.
Dejaré la ciudad y presurosoiré al lugar do vi la luz primera,será mi habitación una praderao un monte cavernoso.
De mis padres veré la tumba fría,su losa regaré con tierno llantoy luego entonaré fúnebre cantoen la morada umbría.
¿Pero adónde me arrastran mis delirios?¿Quién sabe de su vida los momentos? ...Un soplo repentino de los vientospuede apagar los cirios.
Tal vez, tal vez en este instante mismode mi contemplación y mi demencia,hundiráse mi frágil existenciaen el oscuro abismo.
Y en esta piedra donde estoy sentadola augusta ceremonia al acabarse,los hombres me hallarán, al retirarse,sin aliento y helado.
Pero aun vivo me encuentro y anubladami vista alcanza a ver cirios ardiendo;pasa, sus blancas luces conmoviendo,el aura delicada.
Así mi corazón late apacible;mas viene de pesares un torrente,lo estremece y oprime de repente,y le deja insensible.
Los cirios se apagaron. Noche horrendainterpone a mi vista velo denso.¿Acaso estoy en el palacio inmensode eternidad tremenda?
En mi redor fantasmas aparecen,aquí y allí vagando misteriosas;adonde estoy se acercan silenciosas,luego desaparecen.
¿Así es la eternidad que nos espera,vórtice horrible de tiniebla heladaen donde el alma vaga arrebatadapor la corriente fiera?
¿Y ni un rayo de luz vendrá del cielocual relámpago al triste caminante,que quisiera le alumbre un solo instantey sea su consuelo?
Pensando así y vagando en la profundaterrible oscuridad, me precipito,llego al umbral ¡oh Dios! y lanzó un grito ...¡Un mar de luz me inunda!
6 de mayo de 1837 Volver al Indice A LA MUERTEDe mi amigo Antonio Larrañada¿Por qué el aire surcandodilátanse del bronce los sonidosy sin cesar vibrandollegan a mis oídosprofundos y tristísimos gemidos?¿Por qué de muerte el cantoen torno de ese féretro resuena?¿Por qué el fúnebre llanto?¿Por qué la amarga pena,los cirios y el clamor que el aire llena?Te miro ante mis ojospostrado sin aliento, amigo mío,y sobre tus despojossu manto negro y friotiende la muerte con placer impío.Y en las alas de querubes,envuelta tu alma en esplendente veloy entre rosadas nubes,deja el impuro sueloy blandamente se remonta al cielo.¡Oh, quién te acompañara!Y ese mundo feliz que habitas oracontigo disfrutaray la paz seductoraque, sin turbarse, en él eterna mora.En mi patria no vierasangre correr por la ciudad y llanos,y que entre rabia fierahermanos con hermanoshasta hundirse el puñal pugnan insanos.Ni viera la perfidiade nación que, risueña, nos abraza,y bramando de envidialuego nos amenazay en su mente infernal nos despedaza.Ni viera hombres malvadosque sin temer de Dios el alto juicio,de la ambición guiadosy el deshonroso vicio,despeñan mi nación al precipicio.Ni con feroz despechola miseria, elevándose espantosa,cerrar contra su pechola humanidad quejosay devorar sus lágrimas ansiosa.Y el luto y exterminioen pos del hambre descarnada y yerta,extender su dominiosobre la tierra muertay a la peste letal abrir la puerta.Feliz, mi caro amigo,feliz mil veces tú, que ya en el mundoel dolor enemigocon brazo furibundono rompe tus entrañas iracundo.Dichoso tú, que vivesentre el gozo, la paz, la bienandanzay no cual yo, recibesde amor sin esperanzazozobras y martirios sin mudanza.Y no sientes el yugode la suerte pesar sobre tu cuello,ni el hombre es tu verdugo,ni con ansia un destellobuscas de la verdad, sin poder vello.Cuando el mundo habitabas,con la voz de amistad consoladoralas penas aliviabasde tu amigo, que ahorahundido en el pesar tu ausencia llora.Al escuchar tus cantos,do la razón brillaba y la poesía,celestiales encantosmi corazón sentíay en su mismo dolor se adormecía.Si a tu alma por venturale es permitido descender al suelo,cuando la noche oscurame traiga el desconsueloven a elevar mi pensamiento al cielo.De mi agitado sueñolas escenas de horror benigno ahuyenta;la imagen de mi dueñoen vez de ellas presentay haz que tu grata voz mi oído sienta.17 de diciembre de 1838 Volver al Indice LA TUMBA
A LA MUERTEDe mi amigo Antonio Larrañada¿Por qué el aire surcandodilátanse del bronce los sonidosy sin cesar vibrandollegan a mis oídosprofundos y tristísimos gemidos?¿Por qué de muerte el cantoen torno de ese féretro resuena?¿Por qué el fúnebre llanto?¿Por qué la amarga pena,los cirios y el clamor que el aire llena?Te miro ante mis ojospostrado sin aliento, amigo mío,y sobre tus despojossu manto negro y friotiende la muerte con placer impío.Y en las alas de querubes,envuelta tu alma en esplendente veloy entre rosadas nubes,deja el impuro sueloy blandamente se remonta al cielo.¡Oh, quién te acompañara!Y ese mundo feliz que habitas oracontigo disfrutaray la paz seductoraque, sin turbarse, en él eterna mora.En mi patria no vierasangre correr por la ciudad y llanos,y que entre rabia fierahermanos con hermanoshasta hundirse el puñal pugnan insanos.Ni viera la perfidiade nación que, risueña, nos abraza,y bramando de envidialuego nos amenazay en su mente infernal nos despedaza.Ni viera hombres malvadosque sin temer de Dios el alto juicio,de la ambición guiadosy el deshonroso vicio,despeñan mi nación al precipicio.Ni con feroz despechola miseria, elevándose espantosa,cerrar contra su pechola humanidad quejosay devorar sus lágrimas ansiosa.Y el luto y exterminioen pos del hambre descarnada y yerta,extender su dominiosobre la tierra muertay a la peste letal abrir la puerta.Feliz, mi caro amigo,feliz mil veces tú, que ya en el mundoel dolor enemigocon brazo furibundono rompe tus entrañas iracundo.Dichoso tú, que vivesentre el gozo, la paz, la bienandanzay no cual yo, recibesde amor sin esperanzazozobras y martirios sin mudanza.Y no sientes el yugode la suerte pesar sobre tu cuello,ni el hombre es tu verdugo,ni con ansia un destellobuscas de la verdad, sin poder vello.Cuando el mundo habitabas,con la voz de amistad consoladoralas penas aliviabasde tu amigo, que ahorahundido en el pesar tu ausencia llora.Al escuchar tus cantos,do la razón brillaba y la poesía,celestiales encantosmi corazón sentíay en su mismo dolor se adormecía.Si a tu alma por venturale es permitido descender al suelo,cuando la noche oscurame traiga el desconsueloven a elevar mi pensamiento al cielo.De mi agitado sueñolas escenas de horror benigno ahuyenta;la imagen de mi dueñoen vez de ellas presentay haz que tu grata voz mi oído sienta.17 de diciembre de 1838 Volver al Indice LA TUMBA
¿Por qué el aire surcandodilátanse del bronce los sonidosy sin cesar vibrandollegan a mis oídosprofundos y tristísimos gemidos?¿Por qué de muerte el cantoen torno de ese féretro resuena?¿Por qué el fúnebre llanto?¿Por qué la amarga pena,los cirios y el clamor que el aire llena?Te miro ante mis ojospostrado sin aliento, amigo mío,y sobre tus despojossu manto negro y friotiende la muerte con placer impío.Y en las alas de querubes,envuelta tu alma en esplendente veloy entre rosadas nubes,deja el impuro sueloy blandamente se remonta al cielo.¡Oh, quién te acompañara!Y ese mundo feliz que habitas oracontigo disfrutaray la paz seductoraque, sin turbarse, en él eterna mora.En mi patria no vierasangre correr por la ciudad y llanos,y que entre rabia fierahermanos con hermanoshasta hundirse el puñal pugnan insanos.Ni viera la perfidiade nación que, risueña, nos abraza,y bramando de envidialuego nos amenazay en su mente infernal nos despedaza.Ni viera hombres malvadosque sin temer de Dios el alto juicio,de la ambición guiadosy el deshonroso vicio,despeñan mi nación al precipicio.Ni con feroz despechola miseria, elevándose espantosa,cerrar contra su pechola humanidad quejosay devorar sus lágrimas ansiosa.Y el luto y exterminioen pos del hambre descarnada y yerta,extender su dominiosobre la tierra muertay a la peste letal abrir la puerta.Feliz, mi caro amigo,feliz mil veces tú, que ya en el mundoel dolor enemigocon brazo furibundono rompe tus entrañas iracundo.Dichoso tú, que vivesentre el gozo, la paz, la bienandanzay no cual yo, recibesde amor sin esperanzazozobras y martirios sin mudanza.Y no sientes el yugode la suerte pesar sobre tu cuello,ni el hombre es tu verdugo,ni con ansia un destellobuscas de la verdad, sin poder vello.Cuando el mundo habitabas,con la voz de amistad consoladoralas penas aliviabasde tu amigo, que ahorahundido en el pesar tu ausencia llora.Al escuchar tus cantos,do la razón brillaba y la poesía,celestiales encantosmi corazón sentíay en su mismo dolor se adormecía.Si a tu alma por venturale es permitido descender al suelo,cuando la noche oscurame traiga el desconsueloven a elevar mi pensamiento al cielo.De mi agitado sueñolas escenas de horror benigno ahuyenta;la imagen de mi dueñoen vez de ellas presentay haz que tu grata voz mi oído sienta.17 de diciembre de 1838 Volver al Indice LA TUMBA
¿Por qué de muerte el cantoen torno de ese féretro resuena?¿Por qué el fúnebre llanto?¿Por qué la amarga pena,los cirios y el clamor que el aire llena?
Te miro ante mis ojospostrado sin aliento, amigo mío,y sobre tus despojossu manto negro y friotiende la muerte con placer impío.
Y en las alas de querubes,envuelta tu alma en esplendente veloy entre rosadas nubes,deja el impuro sueloy blandamente se remonta al cielo.
¡Oh, quién te acompañara!Y ese mundo feliz que habitas oracontigo disfrutaray la paz seductoraque, sin turbarse, en él eterna mora.
En mi patria no vierasangre correr por la ciudad y llanos,y que entre rabia fierahermanos con hermanoshasta hundirse el puñal pugnan insanos.
Ni viera la perfidiade nación que, risueña, nos abraza,y bramando de envidialuego nos amenazay en su mente infernal nos despedaza.
Ni viera hombres malvadosque sin temer de Dios el alto juicio,de la ambición guiadosy el deshonroso vicio,despeñan mi nación al precipicio.
Ni con feroz despechola miseria, elevándose espantosa,cerrar contra su pechola humanidad quejosay devorar sus lágrimas ansiosa.
Y el luto y exterminioen pos del hambre descarnada y yerta,extender su dominiosobre la tierra muertay a la peste letal abrir la puerta.
Feliz, mi caro amigo,feliz mil veces tú, que ya en el mundoel dolor enemigocon brazo furibundono rompe tus entrañas iracundo.
Dichoso tú, que vivesentre el gozo, la paz, la bienandanzay no cual yo, recibesde amor sin esperanzazozobras y martirios sin mudanza.
Y no sientes el yugode la suerte pesar sobre tu cuello,ni el hombre es tu verdugo,ni con ansia un destellobuscas de la verdad, sin poder vello.
Cuando el mundo habitabas,con la voz de amistad consoladoralas penas aliviabasde tu amigo, que ahorahundido en el pesar tu ausencia llora.
Al escuchar tus cantos,do la razón brillaba y la poesía,celestiales encantosmi corazón sentíay en su mismo dolor se adormecía.
Si a tu alma por venturale es permitido descender al suelo,cuando la noche oscurame traiga el desconsueloven a elevar mi pensamiento al cielo.
De mi agitado sueñolas escenas de horror benigno ahuyenta;la imagen de mi dueñoen vez de ellas presentay haz que tu grata voz mi oído sienta.
17 de diciembre de 1838 Volver al Indice LA TUMBA
LA TUMBA
Cual brilla la esperanza seductoraen la mente del hombre sin fortuna,así entre nubes rotas de la lunaresplandece la luz.Todo es silencio y soledad ahora,el delicado viento apenas zumbay sólo me acompañan una tumbay una modesta cruz.Allí postrado, en meditar profundose engolfa mi agobiada fantasía.Y la frente me toco y la hallo fría ...Mas no mi corazón.En sueño hundido el bullicioso mundo¿yo solo en medio de la noche velo?¿Yo solo al justo, al poderoso cieloelevo mi oración?Dentro de este sepulcro helado y mudouno encontró su deseado abrigoy nadie ... ni un pariente ni un amigo,viene a rogar por él.Esta losa do estoy es el escudoque la liberta de la atroz perfidia,de la maldad, ingratitud y envidiay de una amante infiel.¿Acaso, como yo, solo en la tierra,no hallaba en su dolor consuelo alguno?Quizá amor y desprecio de consunole hicieron padecer ...Empero ya su cuerpo aquí se encierray su alma otra región ahora habita ...En tanto mi existencia se marchitade la suerte al poder.Y cuando suene lúgubre campanay ya la muerte el corazón me oprima¿habrá quien triste ante mi lecho gimaen amargo dolor?Esperar en los hombres cosa es vana;no hay quien alivie mi dolor prolijo,ni quien piadoso lleve un crucifijoal labio sin color.Y ni en la tumba solitaria abrigoencontrará mi cuerpo sepultado,que vendrá otro cadáver, y arrojadoel primero será.¿Y a su socorro no vendrá un amigo?Necio de aquel que en la amistad confía.¡Amistad! ... la que dura un solo díaes sempiterna ya!6 de noviembre de 1837 Volver al Indice EVA ANTE EL CADÁVER DE ABELMás del fruto del árbol de la ciencia del bien y el ma no comas,porque en cualquier día que comieres de él,infaliblemente morirás.GÉNESIS Por la venganza atroz de hermano impío,con los rubios cabellos desgreñadosy el cuerpo exangüe, destrozado y frío,en tierra yace Abel. Tiene clavadosen la bóveda azul del ancho cielolos sus serenos ojos apagados.Opero el corazón de amargo dueloEva su rostro con el llanto baña,hincadas las rodillas en el suelo.Suspiros dolorosos acompaña,mezclados con tristísimos gemidos,al lloro ardiente que su vista empaña.Los labios, de aflicción descoloridos,sella afanosa en los de su hijo yertobuscando de su pecho los latidos.Y lo que mira no creyendo cierto,le remueve espantada y temblorosa,convenciéndose al fin de que está muerto.Entonces conociendo su espantosa,horrenda situación, desesperadahiere su tierno pecho y faz hermosa;los cabellos se arranca desolada,revolviendo los ojos por doquieray en Abel fija luego la mirada.Eva feliz, a quien la suerte fieracondenó a presenciar en este mundoel fin del hombre por la vez primera¡cuál tu dolor sería, cuán profundoal mirar en este hombre tu hijo amadoy muerto por su hermano furibundo!Por su hermano feroz, Caín malvado,que en su corrupto, detestable senoabriga un corazón envenenado.Empero ya el Señor con voz de truenoSerás maldito -le gritó- y errantete verá el orbe, y de fatigas lleno.Sangriento siempre, siempre palpitante,el vengador cadáver de tu hermanoeternamente mirarás delante;manchada irá la fratricida manocon su inocente sangre, y afanosote esforzarás para borrarla en vano.Huyó Caín. Su corazón rabioso,de emponzoñadas sierpes combatido,jamás encontrará dulce reposo.En tanto, oh madre, ante tu bien perdidolamentas tu fatal horrenda suerte,y tú la causa de tu mal has sido.¿Por quién fue el hombre condenado a muerte?¿Quién irritó la cólera divinaque fulminó de Dios el brazo fuerte?Tú del hombre causaste la ruina,como el empuje de huracán bravíohace caer la colosal encina.De su hijo contemplando el cuerpo fríoEva inmóvil, helada de pavura,yace agobiada del pesar impío,así cual hombre que en la noche oscuramira elevarse espectro silenciosode negro bosque en la hórrida espesura.Al fin desplega el labio temblorosoy con sus voces atronando el vientohabla así con acento doloroso:Maldito aquel fatal, crudo momentoen que miré del sol la clara lumbrey de los aires respiré el aliento.De los montes ¿por qué la altiva cumbreno se desploma aniquilándome oray termina mi horrenda pesadumbre?¿Por qué el Eterno desde allá do mora,densa tiniebla y llamas derramando,no confunde la noche con la aurora?¿Por qué no el suelo se abre rebramando,y árboles, cerros y volcanes hundecon horror espantoso retemblando?¿Por qué no el trueno aterrador difunderemordimientos bárbaros en tu alma,Caín, y espanto por doquier te infunde?Nunca tu corazón halle la calma,y en el desierto amargo de la vidajamás percibas deliciosa palma.¡Oh Abel, oh prenda por mi mal perdida,tu pura sangre a Dios pide venganzacontra el feroz impío fratricida!Y yo en tanto ¡infeliz! sin esperanzade recobrarte, mísera perezcoal castigo cruel que Dios me lanza.Pero soy la culpable, y bien merezcoel horrible tormento fatigosoque en este instante sin cesar padezco.Dice, y el rostro pálido y llorosocon las manos se cubre avergonzada,yerta con el dolor duro y penoso.Y luego sobre Abel, enagenadase arrojó llena de mortal quebranto,e inmóvil, del cadáver abrazada,la cubre de la noche el negro manto.23 de mayo de 1837 Volver al Indice EL ÁNGEL CAÍDOCuando el ángel que habita fuego y penas ...¡Al arma, dijo, al arma! ...Quevedo, Cristo resucitado
Allí postrado, en meditar profundose engolfa mi agobiada fantasía.Y la frente me toco y la hallo fría ...Mas no mi corazón.En sueño hundido el bullicioso mundo¿yo solo en medio de la noche velo?¿Yo solo al justo, al poderoso cieloelevo mi oración?
Dentro de este sepulcro helado y mudouno encontró su deseado abrigoy nadie ... ni un pariente ni un amigo,viene a rogar por él.Esta losa do estoy es el escudoque la liberta de la atroz perfidia,de la maldad, ingratitud y envidiay de una amante infiel.
¿Acaso, como yo, solo en la tierra,no hallaba en su dolor consuelo alguno?Quizá amor y desprecio de consunole hicieron padecer ...Empero ya su cuerpo aquí se encierray su alma otra región ahora habita ...En tanto mi existencia se marchitade la suerte al poder.
Y cuando suene lúgubre campanay ya la muerte el corazón me oprima¿habrá quien triste ante mi lecho gimaen amargo dolor?Esperar en los hombres cosa es vana;no hay quien alivie mi dolor prolijo,ni quien piadoso lleve un crucifijoal labio sin color.
Y ni en la tumba solitaria abrigoencontrará mi cuerpo sepultado,que vendrá otro cadáver, y arrojadoel primero será.¿Y a su socorro no vendrá un amigo?Necio de aquel que en la amistad confía.¡Amistad! ... la que dura un solo díaes sempiterna ya!
6 de noviembre de 1837 Volver al Indice EVA ANTE EL CADÁVER DE ABELMás del fruto del árbol de la ciencia del bien y el ma no comas,porque en cualquier día que comieres de él,infaliblemente morirás.GÉNESIS Por la venganza atroz de hermano impío,con los rubios cabellos desgreñadosy el cuerpo exangüe, destrozado y frío,en tierra yace Abel. Tiene clavadosen la bóveda azul del ancho cielolos sus serenos ojos apagados.Opero el corazón de amargo dueloEva su rostro con el llanto baña,hincadas las rodillas en el suelo.Suspiros dolorosos acompaña,mezclados con tristísimos gemidos,al lloro ardiente que su vista empaña.Los labios, de aflicción descoloridos,sella afanosa en los de su hijo yertobuscando de su pecho los latidos.Y lo que mira no creyendo cierto,le remueve espantada y temblorosa,convenciéndose al fin de que está muerto.Entonces conociendo su espantosa,horrenda situación, desesperadahiere su tierno pecho y faz hermosa;los cabellos se arranca desolada,revolviendo los ojos por doquieray en Abel fija luego la mirada.Eva feliz, a quien la suerte fieracondenó a presenciar en este mundoel fin del hombre por la vez primera¡cuál tu dolor sería, cuán profundoal mirar en este hombre tu hijo amadoy muerto por su hermano furibundo!Por su hermano feroz, Caín malvado,que en su corrupto, detestable senoabriga un corazón envenenado.Empero ya el Señor con voz de truenoSerás maldito -le gritó- y errantete verá el orbe, y de fatigas lleno.Sangriento siempre, siempre palpitante,el vengador cadáver de tu hermanoeternamente mirarás delante;manchada irá la fratricida manocon su inocente sangre, y afanosote esforzarás para borrarla en vano.Huyó Caín. Su corazón rabioso,de emponzoñadas sierpes combatido,jamás encontrará dulce reposo.En tanto, oh madre, ante tu bien perdidolamentas tu fatal horrenda suerte,y tú la causa de tu mal has sido.¿Por quién fue el hombre condenado a muerte?¿Quién irritó la cólera divinaque fulminó de Dios el brazo fuerte?Tú del hombre causaste la ruina,como el empuje de huracán bravíohace caer la colosal encina.De su hijo contemplando el cuerpo fríoEva inmóvil, helada de pavura,yace agobiada del pesar impío,así cual hombre que en la noche oscuramira elevarse espectro silenciosode negro bosque en la hórrida espesura.Al fin desplega el labio temblorosoy con sus voces atronando el vientohabla así con acento doloroso:Maldito aquel fatal, crudo momentoen que miré del sol la clara lumbrey de los aires respiré el aliento.De los montes ¿por qué la altiva cumbreno se desploma aniquilándome oray termina mi horrenda pesadumbre?¿Por qué el Eterno desde allá do mora,densa tiniebla y llamas derramando,no confunde la noche con la aurora?¿Por qué no el suelo se abre rebramando,y árboles, cerros y volcanes hundecon horror espantoso retemblando?¿Por qué no el trueno aterrador difunderemordimientos bárbaros en tu alma,Caín, y espanto por doquier te infunde?Nunca tu corazón halle la calma,y en el desierto amargo de la vidajamás percibas deliciosa palma.¡Oh Abel, oh prenda por mi mal perdida,tu pura sangre a Dios pide venganzacontra el feroz impío fratricida!Y yo en tanto ¡infeliz! sin esperanzade recobrarte, mísera perezcoal castigo cruel que Dios me lanza.Pero soy la culpable, y bien merezcoel horrible tormento fatigosoque en este instante sin cesar padezco.Dice, y el rostro pálido y llorosocon las manos se cubre avergonzada,yerta con el dolor duro y penoso.Y luego sobre Abel, enagenadase arrojó llena de mortal quebranto,e inmóvil, del cadáver abrazada,la cubre de la noche el negro manto.23 de mayo de 1837 Volver al Indice EL ÁNGEL CAÍDOCuando el ángel que habita fuego y penas ...¡Al arma, dijo, al arma! ...Quevedo, Cristo resucitado
EVA ANTE EL CADÁVER DE ABELMás del fruto del árbol de la ciencia del bien y el ma no comas,porque en cualquier día que comieres de él,infaliblemente morirás.GÉNESIS Por la venganza atroz de hermano impío,con los rubios cabellos desgreñadosy el cuerpo exangüe, destrozado y frío,en tierra yace Abel. Tiene clavadosen la bóveda azul del ancho cielolos sus serenos ojos apagados.Opero el corazón de amargo dueloEva su rostro con el llanto baña,hincadas las rodillas en el suelo.Suspiros dolorosos acompaña,mezclados con tristísimos gemidos,al lloro ardiente que su vista empaña.Los labios, de aflicción descoloridos,sella afanosa en los de su hijo yertobuscando de su pecho los latidos.Y lo que mira no creyendo cierto,le remueve espantada y temblorosa,convenciéndose al fin de que está muerto.Entonces conociendo su espantosa,horrenda situación, desesperadahiere su tierno pecho y faz hermosa;los cabellos se arranca desolada,revolviendo los ojos por doquieray en Abel fija luego la mirada.Eva feliz, a quien la suerte fieracondenó a presenciar en este mundoel fin del hombre por la vez primera¡cuál tu dolor sería, cuán profundoal mirar en este hombre tu hijo amadoy muerto por su hermano furibundo!Por su hermano feroz, Caín malvado,que en su corrupto, detestable senoabriga un corazón envenenado.Empero ya el Señor con voz de truenoSerás maldito -le gritó- y errantete verá el orbe, y de fatigas lleno.Sangriento siempre, siempre palpitante,el vengador cadáver de tu hermanoeternamente mirarás delante;manchada irá la fratricida manocon su inocente sangre, y afanosote esforzarás para borrarla en vano.Huyó Caín. Su corazón rabioso,de emponzoñadas sierpes combatido,jamás encontrará dulce reposo.En tanto, oh madre, ante tu bien perdidolamentas tu fatal horrenda suerte,y tú la causa de tu mal has sido.¿Por quién fue el hombre condenado a muerte?¿Quién irritó la cólera divinaque fulminó de Dios el brazo fuerte?Tú del hombre causaste la ruina,como el empuje de huracán bravíohace caer la colosal encina.De su hijo contemplando el cuerpo fríoEva inmóvil, helada de pavura,yace agobiada del pesar impío,así cual hombre que en la noche oscuramira elevarse espectro silenciosode negro bosque en la hórrida espesura.Al fin desplega el labio temblorosoy con sus voces atronando el vientohabla así con acento doloroso:Maldito aquel fatal, crudo momentoen que miré del sol la clara lumbrey de los aires respiré el aliento.De los montes ¿por qué la altiva cumbreno se desploma aniquilándome oray termina mi horrenda pesadumbre?¿Por qué el Eterno desde allá do mora,densa tiniebla y llamas derramando,no confunde la noche con la aurora?¿Por qué no el suelo se abre rebramando,y árboles, cerros y volcanes hundecon horror espantoso retemblando?¿Por qué no el trueno aterrador difunderemordimientos bárbaros en tu alma,Caín, y espanto por doquier te infunde?Nunca tu corazón halle la calma,y en el desierto amargo de la vidajamás percibas deliciosa palma.¡Oh Abel, oh prenda por mi mal perdida,tu pura sangre a Dios pide venganzacontra el feroz impío fratricida!Y yo en tanto ¡infeliz! sin esperanzade recobrarte, mísera perezcoal castigo cruel que Dios me lanza.Pero soy la culpable, y bien merezcoel horrible tormento fatigosoque en este instante sin cesar padezco.Dice, y el rostro pálido y llorosocon las manos se cubre avergonzada,yerta con el dolor duro y penoso.Y luego sobre Abel, enagenadase arrojó llena de mortal quebranto,e inmóvil, del cadáver abrazada,la cubre de la noche el negro manto.23 de mayo de 1837 Volver al Indice EL ÁNGEL CAÍDOCuando el ángel que habita fuego y penas ...¡Al arma, dijo, al arma! ...Quevedo, Cristo resucitado
Más del fruto del árbol de la ciencia del bien y el ma no comas,porque en cualquier día que comieres de él,infaliblemente morirás.GÉNESIS Por la venganza atroz de hermano impío,con los rubios cabellos desgreñadosy el cuerpo exangüe, destrozado y frío,en tierra yace Abel. Tiene clavadosen la bóveda azul del ancho cielolos sus serenos ojos apagados.Opero el corazón de amargo dueloEva su rostro con el llanto baña,hincadas las rodillas en el suelo.Suspiros dolorosos acompaña,mezclados con tristísimos gemidos,al lloro ardiente que su vista empaña.Los labios, de aflicción descoloridos,sella afanosa en los de su hijo yertobuscando de su pecho los latidos.Y lo que mira no creyendo cierto,le remueve espantada y temblorosa,convenciéndose al fin de que está muerto.Entonces conociendo su espantosa,horrenda situación, desesperadahiere su tierno pecho y faz hermosa;los cabellos se arranca desolada,revolviendo los ojos por doquieray en Abel fija luego la mirada.Eva feliz, a quien la suerte fieracondenó a presenciar en este mundoel fin del hombre por la vez primera¡cuál tu dolor sería, cuán profundoal mirar en este hombre tu hijo amadoy muerto por su hermano furibundo!Por su hermano feroz, Caín malvado,que en su corrupto, detestable senoabriga un corazón envenenado.Empero ya el Señor con voz de truenoSerás maldito -le gritó- y errantete verá el orbe, y de fatigas lleno.Sangriento siempre, siempre palpitante,el vengador cadáver de tu hermanoeternamente mirarás delante;manchada irá la fratricida manocon su inocente sangre, y afanosote esforzarás para borrarla en vano.Huyó Caín. Su corazón rabioso,de emponzoñadas sierpes combatido,jamás encontrará dulce reposo.En tanto, oh madre, ante tu bien perdidolamentas tu fatal horrenda suerte,y tú la causa de tu mal has sido.¿Por quién fue el hombre condenado a muerte?¿Quién irritó la cólera divinaque fulminó de Dios el brazo fuerte?Tú del hombre causaste la ruina,como el empuje de huracán bravíohace caer la colosal encina.De su hijo contemplando el cuerpo fríoEva inmóvil, helada de pavura,yace agobiada del pesar impío,así cual hombre que en la noche oscuramira elevarse espectro silenciosode negro bosque en la hórrida espesura.Al fin desplega el labio temblorosoy con sus voces atronando el vientohabla así con acento doloroso:Maldito aquel fatal, crudo momentoen que miré del sol la clara lumbrey de los aires respiré el aliento.De los montes ¿por qué la altiva cumbreno se desploma aniquilándome oray termina mi horrenda pesadumbre?¿Por qué el Eterno desde allá do mora,densa tiniebla y llamas derramando,no confunde la noche con la aurora?¿Por qué no el suelo se abre rebramando,y árboles, cerros y volcanes hundecon horror espantoso retemblando?¿Por qué no el trueno aterrador difunderemordimientos bárbaros en tu alma,Caín, y espanto por doquier te infunde?Nunca tu corazón halle la calma,y en el desierto amargo de la vidajamás percibas deliciosa palma.¡Oh Abel, oh prenda por mi mal perdida,tu pura sangre a Dios pide venganzacontra el feroz impío fratricida!Y yo en tanto ¡infeliz! sin esperanzade recobrarte, mísera perezcoal castigo cruel que Dios me lanza.Pero soy la culpable, y bien merezcoel horrible tormento fatigosoque en este instante sin cesar padezco.Dice, y el rostro pálido y llorosocon las manos se cubre avergonzada,yerta con el dolor duro y penoso.Y luego sobre Abel, enagenadase arrojó llena de mortal quebranto,e inmóvil, del cadáver abrazada,la cubre de la noche el negro manto.23 de mayo de 1837 Volver al Indice EL ÁNGEL CAÍDOCuando el ángel que habita fuego y penas ...¡Al arma, dijo, al arma! ...Quevedo, Cristo resucitado
Por la venganza atroz de hermano impío,con los rubios cabellos desgreñadosy el cuerpo exangüe, destrozado y frío,en tierra yace Abel. Tiene clavadosen la bóveda azul del ancho cielolos sus serenos ojos apagados.Opero el corazón de amargo dueloEva su rostro con el llanto baña,hincadas las rodillas en el suelo.Suspiros dolorosos acompaña,mezclados con tristísimos gemidos,al lloro ardiente que su vista empaña.Los labios, de aflicción descoloridos,sella afanosa en los de su hijo yertobuscando de su pecho los latidos.Y lo que mira no creyendo cierto,le remueve espantada y temblorosa,convenciéndose al fin de que está muerto.Entonces conociendo su espantosa,horrenda situación, desesperadahiere su tierno pecho y faz hermosa;los cabellos se arranca desolada,revolviendo los ojos por doquieray en Abel fija luego la mirada.Eva feliz, a quien la suerte fieracondenó a presenciar en este mundoel fin del hombre por la vez primera¡cuál tu dolor sería, cuán profundoal mirar en este hombre tu hijo amadoy muerto por su hermano furibundo!Por su hermano feroz, Caín malvado,que en su corrupto, detestable senoabriga un corazón envenenado.Empero ya el Señor con voz de truenoSerás maldito -le gritó- y errantete verá el orbe, y de fatigas lleno.Sangriento siempre, siempre palpitante,el vengador cadáver de tu hermanoeternamente mirarás delante;manchada irá la fratricida manocon su inocente sangre, y afanosote esforzarás para borrarla en vano.Huyó Caín. Su corazón rabioso,de emponzoñadas sierpes combatido,jamás encontrará dulce reposo.En tanto, oh madre, ante tu bien perdidolamentas tu fatal horrenda suerte,y tú la causa de tu mal has sido.¿Por quién fue el hombre condenado a muerte?¿Quién irritó la cólera divinaque fulminó de Dios el brazo fuerte?Tú del hombre causaste la ruina,como el empuje de huracán bravíohace caer la colosal encina.De su hijo contemplando el cuerpo fríoEva inmóvil, helada de pavura,yace agobiada del pesar impío,así cual hombre que en la noche oscuramira elevarse espectro silenciosode negro bosque en la hórrida espesura.Al fin desplega el labio temblorosoy con sus voces atronando el vientohabla así con acento doloroso:Maldito aquel fatal, crudo momentoen que miré del sol la clara lumbrey de los aires respiré el aliento.De los montes ¿por qué la altiva cumbreno se desploma aniquilándome oray termina mi horrenda pesadumbre?¿Por qué el Eterno desde allá do mora,densa tiniebla y llamas derramando,no confunde la noche con la aurora?¿Por qué no el suelo se abre rebramando,y árboles, cerros y volcanes hundecon horror espantoso retemblando?¿Por qué no el trueno aterrador difunderemordimientos bárbaros en tu alma,Caín, y espanto por doquier te infunde?Nunca tu corazón halle la calma,y en el desierto amargo de la vidajamás percibas deliciosa palma.¡Oh Abel, oh prenda por mi mal perdida,tu pura sangre a Dios pide venganzacontra el feroz impío fratricida!Y yo en tanto ¡infeliz! sin esperanzade recobrarte, mísera perezcoal castigo cruel que Dios me lanza.Pero soy la culpable, y bien merezcoel horrible tormento fatigosoque en este instante sin cesar padezco.Dice, y el rostro pálido y llorosocon las manos se cubre avergonzada,yerta con el dolor duro y penoso.Y luego sobre Abel, enagenadase arrojó llena de mortal quebranto,e inmóvil, del cadáver abrazada,la cubre de la noche el negro manto.23 de mayo de 1837 Volver al Indice EL ÁNGEL CAÍDOCuando el ángel que habita fuego y penas ...¡Al arma, dijo, al arma! ...Quevedo, Cristo resucitado
en tierra yace Abel. Tiene clavadosen la bóveda azul del ancho cielolos sus serenos ojos apagados.
Opero el corazón de amargo dueloEva su rostro con el llanto baña,hincadas las rodillas en el suelo.
Suspiros dolorosos acompaña,mezclados con tristísimos gemidos,al lloro ardiente que su vista empaña.
Los labios, de aflicción descoloridos,sella afanosa en los de su hijo yertobuscando de su pecho los latidos.
Y lo que mira no creyendo cierto,le remueve espantada y temblorosa,convenciéndose al fin de que está muerto.
Entonces conociendo su espantosa,horrenda situación, desesperadahiere su tierno pecho y faz hermosa;
los cabellos se arranca desolada,revolviendo los ojos por doquieray en Abel fija luego la mirada.
Eva feliz, a quien la suerte fieracondenó a presenciar en este mundoel fin del hombre por la vez primera
¡cuál tu dolor sería, cuán profundoal mirar en este hombre tu hijo amadoy muerto por su hermano furibundo!
Por su hermano feroz, Caín malvado,que en su corrupto, detestable senoabriga un corazón envenenado.
Empero ya el Señor con voz de truenoSerás maldito -le gritó- y errantete verá el orbe, y de fatigas lleno.
Sangriento siempre, siempre palpitante,el vengador cadáver de tu hermanoeternamente mirarás delante;
manchada irá la fratricida manocon su inocente sangre, y afanosote esforzarás para borrarla en vano.
Huyó Caín. Su corazón rabioso,de emponzoñadas sierpes combatido,jamás encontrará dulce reposo.
En tanto, oh madre, ante tu bien perdidolamentas tu fatal horrenda suerte,y tú la causa de tu mal has sido.
¿Por quién fue el hombre condenado a muerte?¿Quién irritó la cólera divinaque fulminó de Dios el brazo fuerte?
Tú del hombre causaste la ruina,como el empuje de huracán bravíohace caer la colosal encina.
De su hijo contemplando el cuerpo fríoEva inmóvil, helada de pavura,yace agobiada del pesar impío,
así cual hombre que en la noche oscuramira elevarse espectro silenciosode negro bosque en la hórrida espesura.
Al fin desplega el labio temblorosoy con sus voces atronando el vientohabla así con acento doloroso:
Maldito aquel fatal, crudo momentoen que miré del sol la clara lumbrey de los aires respiré el aliento.
De los montes ¿por qué la altiva cumbreno se desploma aniquilándome oray termina mi horrenda pesadumbre?
¿Por qué el Eterno desde allá do mora,densa tiniebla y llamas derramando,no confunde la noche con la aurora?
¿Por qué no el suelo se abre rebramando,y árboles, cerros y volcanes hundecon horror espantoso retemblando?
¿Por qué no el trueno aterrador difunderemordimientos bárbaros en tu alma,Caín, y espanto por doquier te infunde?
Nunca tu corazón halle la calma,y en el desierto amargo de la vidajamás percibas deliciosa palma.
¡Oh Abel, oh prenda por mi mal perdida,tu pura sangre a Dios pide venganzacontra el feroz impío fratricida!
Y yo en tanto ¡infeliz! sin esperanzade recobrarte, mísera perezcoal castigo cruel que Dios me lanza.
Pero soy la culpable, y bien merezcoel horrible tormento fatigosoque en este instante sin cesar padezco.
Dice, y el rostro pálido y llorosocon las manos se cubre avergonzada,yerta con el dolor duro y penoso.
Y luego sobre Abel, enagenadase arrojó llena de mortal quebranto,e inmóvil, del cadáver abrazada,la cubre de la noche el negro manto.
23 de mayo de 1837 Volver al Indice EL ÁNGEL CAÍDOCuando el ángel que habita fuego y penas ...¡Al arma, dijo, al arma! ...Quevedo, Cristo resucitado
EL ÁNGEL CAÍDOCuando el ángel que habita fuego y penas ...¡Al arma, dijo, al arma! ...Quevedo, Cristo resucitado
Cuando el ángel que habita fuego y penas ...¡Al arma, dijo, al arma! ...Quevedo, Cristo resucitado
Quevedo, Cristo resucitado
Del negro abismo en la región oscuraen profundo estupor y abatimientohundida yace la legión impuraque el Señor despeñó del firmamento;no tristeza, no llanto, no amarguraaparece en su rostro macilento,mas en sus ojos tétricos se advierteodio, rabia, furor, rencor de muerte.Unos en derredor la vista girany cierran con temblor la yerta mano,otros creciendo en cólera se miran,otros sonríen con desprecio insano;a calmar su despecho en vano aspiran,ocultar su dolor tratan en vano;es el rostro cual lago transparenteque descubre del fondo la corriente.En desorden se ven amontonadasrotas lanzas, corazas y crestones,tintas en roja sangre las espadas,abollados paveses, morñones,ropas en el combate desgarradas,sin astas destrozados pabellones,y agitados, convulsos los heridoslanzando de su pecho hondos gemidos.Siniestras llamas pálidas ondeande amarillenta luz iluminandolos escabrosos valles do campeanlos escuadrones del precito bando;entre el humo y azufre centelleanmeteoros de fuego y, rebramando,truenos aterradores se desatany por cumbres y abismos se dilatan.Allí lagos se ven de aguas inmundas,allí pesadamente largos ríosen las cavernas piérdense profundasy en largos bosques de árboles sombríos;espantables serpientes furibundasy canes arrabiados y bravíos,feroces tigres de mirar sangrientoinsaciables buscando el alimento.Allí desnudas peñas y zarzales,y escorpiones se miran venenosos,espinos en ardientes arenales,llanto vertido en antros cavernosos,y del centro de rudos peñascalesy tostados desiertos escabrosos,retumbando una voz se alza y se lanzagritando sin cesar: ¡No hay esperanza!Colosales fantasmas por el vientogiran sañudas, o volando pasanentre vapores de color sangrientoy en vivas llamas el espacio abrasan,y gritan con rumor y son violentocuando los aires rápidas traspasan;Ni esperanza os concede el Dios eterno.¡Ni esperanza! repite el hondo averno.Oye Satán la voz, para el semblante.Sentado estaba en encendida roca,inclinada la vista penetrante, pálidas las mejillas y la boca,enarcadas las cejas, palpitanteel ulcerado corazón, que tocael relevado pecho, do se imprime,y lo alza y lo estremece y lo comprime.Así tal vez volcanes encendidosse elevan y se abajan con violenciacuando sienten sus antros derruidosde incontrastable fuego a la inclemencia,y entre sordos recónditos bramidos,oponiéndole débil resistencia,anuncian a los hombres con pavurahorrible muerte y luenga sepultura.Con trabajo Satán tenue respira;por las huecas narices imperfetas,cual noto silbador gime y espirade encinas y peñascos en las grietas;fatigado después ronco suspiracual si rugiera, herido de saetas,irritado león allá en la internaestancia de una cóncava caverna.Como encallado barco que rechinacrujen sus duros dientes encobrados,fusca sus ojos súbita neblina,se encapotan sus párpados airados,caen en desorden a la faz cetrinalos ásperos cabellos desgreñadosy espuma arroja el labio enardecidocual jabalí cerdoso combatido.Y al compás de blasfemias y lamentos,y entre la asolación y entre el espanto,Satán alza la voz, y por los vientostronando vuela su terrible cantocontrastados así los elementos,hundiendo a la natura en el quebranto,el rayo aterrador desencadenan,y la tierra y el mar y el cielo atruenan.1Tú que Dios te proclamas soberbio,tú que Eterno y potente te nombrasy nos hundes rabioso en las sombrasque se agitan en esta mansión;no en tu efímero triunfo te goces,no en la suerte confíes injusta,aun me queda una mano robusta,2aun me queda un feroz corazón.Si tú tienes el cielo por reino,si un ejército tienes altivo,tengo yo corazón vengativoque un ultraje no olvida jamás.Y falanges de espíritus fierosque a seguirme anhelosos aspiran,y si acaso con fuerza respirangemir hacen el cielo y temblar.3Del infierno en las grutas profundasentre abismos y nieblas vivimos,y hambre y sed y dolores sufrimospor tí, odioso monarca, por tí;y tan sólo arenales ardientesy volcanes de lóbrega cumbre,y torrentes y mares de lumbre,y huracanes se miran aquí.4¿Y el esfuerzo perdemos llorando?¿Y así inertes sufrimos el yugoque imponernos a un déspota plugoen un rapto de rabia y furor?Basta ya de cobardes suspiros,basta ya de terríficas penas,destrocemos las viles cadenas,reanimemos el yerto valor.5¿No tenemos bravura y aliento?¿No tenemos un brazo terrible?Si es la hueste del cielo invencible,conquistemos la muerte siquier.Levantemos la voz de venganzaal compás de la trompa sonora.¿Lloraremos cobardes ahorasi hemos sido potentes ayer?6¡Oh, cuál rompe mi pecho la ira!Empuñemos de nuevo la lanza,el encono daráme pujanzay seré menos torpe adalid.Tempestades, venid a mi acento,y vosotros, arcángeles bravos,que a vileza tenéis ser esclavos,levantad la cabeza ¡venid!7Vuestras alas me sirvan de asiento,y de guía el horror y exterminio,y extendiendo mi duro dominioMuerte reine implacable doquier.De los orbes la grata armoníase suspenda a mi mando tirano,y una sola señal de mi manomuestras dé de mi vasto poder.8Y desplómese el cielo sin quicio,guerra se hagan los astros chocando,y la muerte risueña imperandoel infierno aniquile también.Suspendiendo yo entonces mi vuelo,adurmiéndome al ronco estallido,de los cielos el !ay! doloridomi alma fiera henchirá de placer.Suspende su cantar, porque la irallena y comprime el fatigado pecho;por la hinchada nariz el aire aspiray no siente su seno satisfecho;luego en torno de sí la vista giracombatido de rabia y de despecho,y al través de la niebla que lo ofusca,sus fuertes armas, sus arneses busca.Con firme paso y altivez se avanza,y respirando desconcierto y guerrasu brazo tiende a la nudosa lanzay, balbuciendo, en la mitad la aferra;en el aire la vibra, y con pujanzael cuento estriba fervoroso en tierrahaciendo con el golpe furibundoretemblar el abismo hasta el profundo.Rápido se compone la coraza,con desenfado y además sañudoafirma el casco brillador y embrazaluego el templado reluciente escudo;sobre él alzando la potente mazadescarga veces tres el golpe crudo;al rumor conmovióse el horizontecual si un monte chocara con un monte.De la suerte que suele presurosauna jauría de canes acercarsea la voz de la trompa sonorosadel cazador, y ufanos congregarse,así de los demonios la estruendosaturba se mira rápida juntarse,dando indicios de bélico ardimientoal oír de Satán el llamamiento.Los escuadrones de ángeles caídosllenan los campos, lomas y laderas,y de sangre los lagos corrompidosde bateles se cubren y banderas.Al combate feroz apercibidosbraman cual si bramaran roncas fieras,y las pesadas armas empuñandola señal del combate están ansiando.Satán en un veloz razonamientoenciende su valor, su enojo y brío,a la manera que el soplar del vientode las llamas aumenta el poderío.Ya en ligero agitado movimientoa surcar se preparan el vacío,ya en grito universal que el alma aterradicen con hueca voz: ¡Venganza y guerra!Al ruido y al clamor el viento mujey el sordo estruendo por los montes zumba;al peso de la gente el suelo cruje,parece que el abismo se derrumba.El rumor sube en poderoso empujea la celeste bóveda, y retumba.Asoma la su faz el Dios Eterno,y en silencio mortal se hunde el infierno.Abril de 1839 Volver al Indice NULIDAD DE LA VIDAImitación del Salmo 89 Nuestro asilo, Señor, tú siempre fuiste.Nada era el mar, la tierra y el espacio,y era ya lo infinito tu palacioy Dios eras tú ya.Formaste al hombre, y a ligero polvo,que arrebatan los vientos, le reduces.Edades tras edades reproduces,muerte tras muerte va.Son ante tí los años y los sigloscomo vigilia de la noche umbría,como soplo de viento, como el díade ayer, que ya pasó.Es el hombre torrente fugitivo,sueño veloz que la mañana trae,flor que nace a la aurora, y crece y cae,si la tarde llegó.Colocas ante tí nuestras maldades,tu faz alumbra la infamada tierra,tu cólera confunde, espanta, aterra;consume tu furor.Muere la vida cual palabra vana;ochenta años, lo más, el hombre dura.Pasan la juventud y la hermosura,no el trabajo y dolor.¿Será eterna, Señor tu ira funesta?¿La oiremos retumbar día por día? ...Borra tú de la humana fantasíalas horas del penar.Mécese el hombre en cuna de dolores,entre yerbas y espinas vive y crece;como el ave en los aires desparece,como piedra en el mar. Volver al Indice EL BUITRECanto de venganzaSuspiros brote el labio,venganzas el corazónJuan Nicasio GallegoYo que abrigo venganza insaciable,que el encono mi pecho desgarra¡cómo envidio del buitre la garracuyo oficio es herir y matar!Cuando él halla la presa que buscase encarniza con ella rabioso;si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Me engañó con fingidos halagosla mujer que adoré con ternura;no mirara, cual hoy, su hermosuraestrechada de aleve rival.Pues sobre ellos veloz me lanzaraesgrimiendo mis uñas gozoso.Si yo buitre naciera espantoso,me venganza me hiciera inmortal.Al ingrato que paga en traicionesbeneficios de cándido amigo,que le da el alimento y abrigocontra el soplo de suerte mortal,su alma negra impaciente arrancaraen su cuerpo cebándome ansioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Un infame se embriaga en el vicioy seduce a la tierna doncella,y de joven purísima y bellala convierte en espectro fatal.En el pecho del uno y la otrapico y garras hundiera afanoso.Si yo buitre naciera espantosomi venganza me hiciera inmortal.El tutor que a pupila infeliceabandona a la suerte iracunday entre tanto la herencia fecundadesparece en su mano rapaz,no sereno su robo gozara,pues sobre él me arrojara enconoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.El avaro sumerge en miseriasal hambriento infeliz que le imploray que en vano laméntase y llora;sólo cede al valioso metal.Al sonido del oro, en su pechorepasara mi garra furioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Sobre lecho mullido de plumasduerme inquieto mezquino tirano,pues en sueños divisa una manoque en el seno le vibra un puñal.Devorándolo airado me vieraal volver de su sueño horroroso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Y en los pueblos que sufren su yugoy que viles le inclinan la frente,con desprecio y furor inclementeafilara mi garra voraz.De su sangre cobarde formaradilatado torrente espumoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Cuando encima de toda la tierramar inmenso de sangre mirara,satisfecho en sus ondas nadarade este mundo infeliz dueño ya.Y en la sangre mis alas tendiendo,entre sangre tuviera reposo.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.1837 Volver al Indice POR VEZ PRIMERASi dormiero, dicam:Quando consurgam? et rursum expectabo vesperam,et replebor usque ad tenbrasJob, VII, 4
Unos en derredor la vista girany cierran con temblor la yerta mano,otros creciendo en cólera se miran,otros sonríen con desprecio insano;a calmar su despecho en vano aspiran,ocultar su dolor tratan en vano;es el rostro cual lago transparenteque descubre del fondo la corriente.
En desorden se ven amontonadasrotas lanzas, corazas y crestones,tintas en roja sangre las espadas,abollados paveses, morñones,ropas en el combate desgarradas,sin astas destrozados pabellones,y agitados, convulsos los heridoslanzando de su pecho hondos gemidos.
Siniestras llamas pálidas ondeande amarillenta luz iluminandolos escabrosos valles do campeanlos escuadrones del precito bando;entre el humo y azufre centelleanmeteoros de fuego y, rebramando,truenos aterradores se desatany por cumbres y abismos se dilatan.
Allí lagos se ven de aguas inmundas,allí pesadamente largos ríosen las cavernas piérdense profundasy en largos bosques de árboles sombríos;espantables serpientes furibundasy canes arrabiados y bravíos,feroces tigres de mirar sangrientoinsaciables buscando el alimento.
Allí desnudas peñas y zarzales,y escorpiones se miran venenosos,espinos en ardientes arenales,llanto vertido en antros cavernosos,y del centro de rudos peñascalesy tostados desiertos escabrosos,retumbando una voz se alza y se lanzagritando sin cesar: ¡No hay esperanza!
Colosales fantasmas por el vientogiran sañudas, o volando pasanentre vapores de color sangrientoy en vivas llamas el espacio abrasan,y gritan con rumor y son violentocuando los aires rápidas traspasan;Ni esperanza os concede el Dios eterno.¡Ni esperanza! repite el hondo averno.
Oye Satán la voz, para el semblante.Sentado estaba en encendida roca,inclinada la vista penetrante, pálidas las mejillas y la boca,enarcadas las cejas, palpitanteel ulcerado corazón, que tocael relevado pecho, do se imprime,y lo alza y lo estremece y lo comprime.
Así tal vez volcanes encendidosse elevan y se abajan con violenciacuando sienten sus antros derruidosde incontrastable fuego a la inclemencia,y entre sordos recónditos bramidos,oponiéndole débil resistencia,anuncian a los hombres con pavurahorrible muerte y luenga sepultura.
Con trabajo Satán tenue respira;por las huecas narices imperfetas,cual noto silbador gime y espirade encinas y peñascos en las grietas;fatigado después ronco suspiracual si rugiera, herido de saetas,irritado león allá en la internaestancia de una cóncava caverna.
Como encallado barco que rechinacrujen sus duros dientes encobrados,fusca sus ojos súbita neblina,se encapotan sus párpados airados,caen en desorden a la faz cetrinalos ásperos cabellos desgreñadosy espuma arroja el labio enardecidocual jabalí cerdoso combatido.
Y al compás de blasfemias y lamentos,y entre la asolación y entre el espanto,Satán alza la voz, y por los vientostronando vuela su terrible cantocontrastados así los elementos,hundiendo a la natura en el quebranto,el rayo aterrador desencadenan,y la tierra y el mar y el cielo atruenan.
1
Tú que Dios te proclamas soberbio,tú que Eterno y potente te nombrasy nos hundes rabioso en las sombrasque se agitan en esta mansión;no en tu efímero triunfo te goces,no en la suerte confíes injusta,aun me queda una mano robusta,
2
aun me queda un feroz corazón.Si tú tienes el cielo por reino,si un ejército tienes altivo,tengo yo corazón vengativoque un ultraje no olvida jamás.Y falanges de espíritus fierosque a seguirme anhelosos aspiran,y si acaso con fuerza respirangemir hacen el cielo y temblar.
3
Del infierno en las grutas profundasentre abismos y nieblas vivimos,y hambre y sed y dolores sufrimospor tí, odioso monarca, por tí;y tan sólo arenales ardientesy volcanes de lóbrega cumbre,y torrentes y mares de lumbre,y huracanes se miran aquí.
4
¿Y el esfuerzo perdemos llorando?¿Y así inertes sufrimos el yugoque imponernos a un déspota plugoen un rapto de rabia y furor?Basta ya de cobardes suspiros,basta ya de terríficas penas,destrocemos las viles cadenas,reanimemos el yerto valor.
5
¿No tenemos bravura y aliento?¿No tenemos un brazo terrible?Si es la hueste del cielo invencible,conquistemos la muerte siquier.Levantemos la voz de venganzaal compás de la trompa sonora.¿Lloraremos cobardes ahorasi hemos sido potentes ayer?
6
¡Oh, cuál rompe mi pecho la ira!Empuñemos de nuevo la lanza,el encono daráme pujanzay seré menos torpe adalid.Tempestades, venid a mi acento,y vosotros, arcángeles bravos,que a vileza tenéis ser esclavos,levantad la cabeza ¡venid!
7
Vuestras alas me sirvan de asiento,y de guía el horror y exterminio,y extendiendo mi duro dominioMuerte reine implacable doquier.De los orbes la grata armoníase suspenda a mi mando tirano,y una sola señal de mi manomuestras dé de mi vasto poder.
8
Y desplómese el cielo sin quicio,guerra se hagan los astros chocando,y la muerte risueña imperandoel infierno aniquile también.Suspendiendo yo entonces mi vuelo,adurmiéndome al ronco estallido,de los cielos el !ay! doloridomi alma fiera henchirá de placer.
Suspende su cantar, porque la irallena y comprime el fatigado pecho;por la hinchada nariz el aire aspiray no siente su seno satisfecho;luego en torno de sí la vista giracombatido de rabia y de despecho,y al través de la niebla que lo ofusca,sus fuertes armas, sus arneses busca.
Con firme paso y altivez se avanza,y respirando desconcierto y guerrasu brazo tiende a la nudosa lanzay, balbuciendo, en la mitad la aferra;en el aire la vibra, y con pujanzael cuento estriba fervoroso en tierrahaciendo con el golpe furibundoretemblar el abismo hasta el profundo.
Rápido se compone la coraza,con desenfado y además sañudoafirma el casco brillador y embrazaluego el templado reluciente escudo;sobre él alzando la potente mazadescarga veces tres el golpe crudo;al rumor conmovióse el horizontecual si un monte chocara con un monte.
De la suerte que suele presurosauna jauría de canes acercarsea la voz de la trompa sonorosadel cazador, y ufanos congregarse,así de los demonios la estruendosaturba se mira rápida juntarse,dando indicios de bélico ardimientoal oír de Satán el llamamiento.
Los escuadrones de ángeles caídosllenan los campos, lomas y laderas,y de sangre los lagos corrompidosde bateles se cubren y banderas.Al combate feroz apercibidosbraman cual si bramaran roncas fieras,y las pesadas armas empuñandola señal del combate están ansiando.
Satán en un veloz razonamientoenciende su valor, su enojo y brío,a la manera que el soplar del vientode las llamas aumenta el poderío.Ya en ligero agitado movimientoa surcar se preparan el vacío,ya en grito universal que el alma aterradicen con hueca voz: ¡Venganza y guerra!
Al ruido y al clamor el viento mujey el sordo estruendo por los montes zumba;al peso de la gente el suelo cruje,parece que el abismo se derrumba.El rumor sube en poderoso empujea la celeste bóveda, y retumba.Asoma la su faz el Dios Eterno,y en silencio mortal se hunde el infierno.
Abril de 1839 Volver al Indice NULIDAD DE LA VIDAImitación del Salmo 89 Nuestro asilo, Señor, tú siempre fuiste.Nada era el mar, la tierra y el espacio,y era ya lo infinito tu palacioy Dios eras tú ya.Formaste al hombre, y a ligero polvo,que arrebatan los vientos, le reduces.Edades tras edades reproduces,muerte tras muerte va.Son ante tí los años y los sigloscomo vigilia de la noche umbría,como soplo de viento, como el díade ayer, que ya pasó.Es el hombre torrente fugitivo,sueño veloz que la mañana trae,flor que nace a la aurora, y crece y cae,si la tarde llegó.Colocas ante tí nuestras maldades,tu faz alumbra la infamada tierra,tu cólera confunde, espanta, aterra;consume tu furor.Muere la vida cual palabra vana;ochenta años, lo más, el hombre dura.Pasan la juventud y la hermosura,no el trabajo y dolor.¿Será eterna, Señor tu ira funesta?¿La oiremos retumbar día por día? ...Borra tú de la humana fantasíalas horas del penar.Mécese el hombre en cuna de dolores,entre yerbas y espinas vive y crece;como el ave en los aires desparece,como piedra en el mar. Volver al Indice EL BUITRECanto de venganzaSuspiros brote el labio,venganzas el corazónJuan Nicasio GallegoYo que abrigo venganza insaciable,que el encono mi pecho desgarra¡cómo envidio del buitre la garracuyo oficio es herir y matar!Cuando él halla la presa que buscase encarniza con ella rabioso;si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Me engañó con fingidos halagosla mujer que adoré con ternura;no mirara, cual hoy, su hermosuraestrechada de aleve rival.Pues sobre ellos veloz me lanzaraesgrimiendo mis uñas gozoso.Si yo buitre naciera espantoso,me venganza me hiciera inmortal.Al ingrato que paga en traicionesbeneficios de cándido amigo,que le da el alimento y abrigocontra el soplo de suerte mortal,su alma negra impaciente arrancaraen su cuerpo cebándome ansioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Un infame se embriaga en el vicioy seduce a la tierna doncella,y de joven purísima y bellala convierte en espectro fatal.En el pecho del uno y la otrapico y garras hundiera afanoso.Si yo buitre naciera espantosomi venganza me hiciera inmortal.El tutor que a pupila infeliceabandona a la suerte iracunday entre tanto la herencia fecundadesparece en su mano rapaz,no sereno su robo gozara,pues sobre él me arrojara enconoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.El avaro sumerge en miseriasal hambriento infeliz que le imploray que en vano laméntase y llora;sólo cede al valioso metal.Al sonido del oro, en su pechorepasara mi garra furioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Sobre lecho mullido de plumasduerme inquieto mezquino tirano,pues en sueños divisa una manoque en el seno le vibra un puñal.Devorándolo airado me vieraal volver de su sueño horroroso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Y en los pueblos que sufren su yugoy que viles le inclinan la frente,con desprecio y furor inclementeafilara mi garra voraz.De su sangre cobarde formaradilatado torrente espumoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Cuando encima de toda la tierramar inmenso de sangre mirara,satisfecho en sus ondas nadarade este mundo infeliz dueño ya.Y en la sangre mis alas tendiendo,entre sangre tuviera reposo.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.1837 Volver al Indice POR VEZ PRIMERASi dormiero, dicam:Quando consurgam? et rursum expectabo vesperam,et replebor usque ad tenbrasJob, VII, 4
NULIDAD DE LA VIDAImitación del Salmo 89 Nuestro asilo, Señor, tú siempre fuiste.Nada era el mar, la tierra y el espacio,y era ya lo infinito tu palacioy Dios eras tú ya.Formaste al hombre, y a ligero polvo,que arrebatan los vientos, le reduces.Edades tras edades reproduces,muerte tras muerte va.Son ante tí los años y los sigloscomo vigilia de la noche umbría,como soplo de viento, como el díade ayer, que ya pasó.Es el hombre torrente fugitivo,sueño veloz que la mañana trae,flor que nace a la aurora, y crece y cae,si la tarde llegó.Colocas ante tí nuestras maldades,tu faz alumbra la infamada tierra,tu cólera confunde, espanta, aterra;consume tu furor.Muere la vida cual palabra vana;ochenta años, lo más, el hombre dura.Pasan la juventud y la hermosura,no el trabajo y dolor.¿Será eterna, Señor tu ira funesta?¿La oiremos retumbar día por día? ...Borra tú de la humana fantasíalas horas del penar.Mécese el hombre en cuna de dolores,entre yerbas y espinas vive y crece;como el ave en los aires desparece,como piedra en el mar. Volver al Indice EL BUITRECanto de venganzaSuspiros brote el labio,venganzas el corazónJuan Nicasio GallegoYo que abrigo venganza insaciable,que el encono mi pecho desgarra¡cómo envidio del buitre la garracuyo oficio es herir y matar!Cuando él halla la presa que buscase encarniza con ella rabioso;si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Me engañó con fingidos halagosla mujer que adoré con ternura;no mirara, cual hoy, su hermosuraestrechada de aleve rival.Pues sobre ellos veloz me lanzaraesgrimiendo mis uñas gozoso.Si yo buitre naciera espantoso,me venganza me hiciera inmortal.Al ingrato que paga en traicionesbeneficios de cándido amigo,que le da el alimento y abrigocontra el soplo de suerte mortal,su alma negra impaciente arrancaraen su cuerpo cebándome ansioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Un infame se embriaga en el vicioy seduce a la tierna doncella,y de joven purísima y bellala convierte en espectro fatal.En el pecho del uno y la otrapico y garras hundiera afanoso.Si yo buitre naciera espantosomi venganza me hiciera inmortal.El tutor que a pupila infeliceabandona a la suerte iracunday entre tanto la herencia fecundadesparece en su mano rapaz,no sereno su robo gozara,pues sobre él me arrojara enconoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.El avaro sumerge en miseriasal hambriento infeliz que le imploray que en vano laméntase y llora;sólo cede al valioso metal.Al sonido del oro, en su pechorepasara mi garra furioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Sobre lecho mullido de plumasduerme inquieto mezquino tirano,pues en sueños divisa una manoque en el seno le vibra un puñal.Devorándolo airado me vieraal volver de su sueño horroroso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Y en los pueblos que sufren su yugoy que viles le inclinan la frente,con desprecio y furor inclementeafilara mi garra voraz.De su sangre cobarde formaradilatado torrente espumoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Cuando encima de toda la tierramar inmenso de sangre mirara,satisfecho en sus ondas nadarade este mundo infeliz dueño ya.Y en la sangre mis alas tendiendo,entre sangre tuviera reposo.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.1837 Volver al Indice POR VEZ PRIMERASi dormiero, dicam:Quando consurgam? et rursum expectabo vesperam,et replebor usque ad tenbrasJob, VII, 4
Imitación del Salmo 89 Nuestro asilo, Señor, tú siempre fuiste.Nada era el mar, la tierra y el espacio,y era ya lo infinito tu palacioy Dios eras tú ya.Formaste al hombre, y a ligero polvo,que arrebatan los vientos, le reduces.Edades tras edades reproduces,muerte tras muerte va.Son ante tí los años y los sigloscomo vigilia de la noche umbría,como soplo de viento, como el díade ayer, que ya pasó.Es el hombre torrente fugitivo,sueño veloz que la mañana trae,flor que nace a la aurora, y crece y cae,si la tarde llegó.Colocas ante tí nuestras maldades,tu faz alumbra la infamada tierra,tu cólera confunde, espanta, aterra;consume tu furor.Muere la vida cual palabra vana;ochenta años, lo más, el hombre dura.Pasan la juventud y la hermosura,no el trabajo y dolor.¿Será eterna, Señor tu ira funesta?¿La oiremos retumbar día por día? ...Borra tú de la humana fantasíalas horas del penar.Mécese el hombre en cuna de dolores,entre yerbas y espinas vive y crece;como el ave en los aires desparece,como piedra en el mar. Volver al Indice EL BUITRECanto de venganzaSuspiros brote el labio,venganzas el corazónJuan Nicasio GallegoYo que abrigo venganza insaciable,que el encono mi pecho desgarra¡cómo envidio del buitre la garracuyo oficio es herir y matar!Cuando él halla la presa que buscase encarniza con ella rabioso;si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Me engañó con fingidos halagosla mujer que adoré con ternura;no mirara, cual hoy, su hermosuraestrechada de aleve rival.Pues sobre ellos veloz me lanzaraesgrimiendo mis uñas gozoso.Si yo buitre naciera espantoso,me venganza me hiciera inmortal.Al ingrato que paga en traicionesbeneficios de cándido amigo,que le da el alimento y abrigocontra el soplo de suerte mortal,su alma negra impaciente arrancaraen su cuerpo cebándome ansioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Un infame se embriaga en el vicioy seduce a la tierna doncella,y de joven purísima y bellala convierte en espectro fatal.En el pecho del uno y la otrapico y garras hundiera afanoso.Si yo buitre naciera espantosomi venganza me hiciera inmortal.El tutor que a pupila infeliceabandona a la suerte iracunday entre tanto la herencia fecundadesparece en su mano rapaz,no sereno su robo gozara,pues sobre él me arrojara enconoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.El avaro sumerge en miseriasal hambriento infeliz que le imploray que en vano laméntase y llora;sólo cede al valioso metal.Al sonido del oro, en su pechorepasara mi garra furioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Sobre lecho mullido de plumasduerme inquieto mezquino tirano,pues en sueños divisa una manoque en el seno le vibra un puñal.Devorándolo airado me vieraal volver de su sueño horroroso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Y en los pueblos que sufren su yugoy que viles le inclinan la frente,con desprecio y furor inclementeafilara mi garra voraz.De su sangre cobarde formaradilatado torrente espumoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Cuando encima de toda la tierramar inmenso de sangre mirara,satisfecho en sus ondas nadarade este mundo infeliz dueño ya.Y en la sangre mis alas tendiendo,entre sangre tuviera reposo.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.1837 Volver al Indice POR VEZ PRIMERASi dormiero, dicam:Quando consurgam? et rursum expectabo vesperam,et replebor usque ad tenbrasJob, VII, 4
Nuestro asilo, Señor, tú siempre fuiste.Nada era el mar, la tierra y el espacio,y era ya lo infinito tu palacioy Dios eras tú ya.Formaste al hombre, y a ligero polvo,que arrebatan los vientos, le reduces.Edades tras edades reproduces,muerte tras muerte va.Son ante tí los años y los sigloscomo vigilia de la noche umbría,como soplo de viento, como el díade ayer, que ya pasó.Es el hombre torrente fugitivo,sueño veloz que la mañana trae,flor que nace a la aurora, y crece y cae,si la tarde llegó.Colocas ante tí nuestras maldades,tu faz alumbra la infamada tierra,tu cólera confunde, espanta, aterra;consume tu furor.Muere la vida cual palabra vana;ochenta años, lo más, el hombre dura.Pasan la juventud y la hermosura,no el trabajo y dolor.¿Será eterna, Señor tu ira funesta?¿La oiremos retumbar día por día? ...Borra tú de la humana fantasíalas horas del penar.Mécese el hombre en cuna de dolores,entre yerbas y espinas vive y crece;como el ave en los aires desparece,como piedra en el mar. Volver al Indice EL BUITRECanto de venganzaSuspiros brote el labio,venganzas el corazónJuan Nicasio GallegoYo que abrigo venganza insaciable,que el encono mi pecho desgarra¡cómo envidio del buitre la garracuyo oficio es herir y matar!Cuando él halla la presa que buscase encarniza con ella rabioso;si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Me engañó con fingidos halagosla mujer que adoré con ternura;no mirara, cual hoy, su hermosuraestrechada de aleve rival.Pues sobre ellos veloz me lanzaraesgrimiendo mis uñas gozoso.Si yo buitre naciera espantoso,me venganza me hiciera inmortal.Al ingrato que paga en traicionesbeneficios de cándido amigo,que le da el alimento y abrigocontra el soplo de suerte mortal,su alma negra impaciente arrancaraen su cuerpo cebándome ansioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Un infame se embriaga en el vicioy seduce a la tierna doncella,y de joven purísima y bellala convierte en espectro fatal.En el pecho del uno y la otrapico y garras hundiera afanoso.Si yo buitre naciera espantosomi venganza me hiciera inmortal.El tutor que a pupila infeliceabandona a la suerte iracunday entre tanto la herencia fecundadesparece en su mano rapaz,no sereno su robo gozara,pues sobre él me arrojara enconoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.El avaro sumerge en miseriasal hambriento infeliz que le imploray que en vano laméntase y llora;sólo cede al valioso metal.Al sonido del oro, en su pechorepasara mi garra furioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Sobre lecho mullido de plumasduerme inquieto mezquino tirano,pues en sueños divisa una manoque en el seno le vibra un puñal.Devorándolo airado me vieraal volver de su sueño horroroso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Y en los pueblos que sufren su yugoy que viles le inclinan la frente,con desprecio y furor inclementeafilara mi garra voraz.De su sangre cobarde formaradilatado torrente espumoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Cuando encima de toda la tierramar inmenso de sangre mirara,satisfecho en sus ondas nadarade este mundo infeliz dueño ya.Y en la sangre mis alas tendiendo,entre sangre tuviera reposo.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.1837 Volver al Indice POR VEZ PRIMERASi dormiero, dicam:Quando consurgam? et rursum expectabo vesperam,et replebor usque ad tenbrasJob, VII, 4
Son ante tí los años y los sigloscomo vigilia de la noche umbría,como soplo de viento, como el díade ayer, que ya pasó.Es el hombre torrente fugitivo,sueño veloz que la mañana trae,flor que nace a la aurora, y crece y cae,si la tarde llegó.
Colocas ante tí nuestras maldades,tu faz alumbra la infamada tierra,tu cólera confunde, espanta, aterra;consume tu furor.Muere la vida cual palabra vana;ochenta años, lo más, el hombre dura.Pasan la juventud y la hermosura,no el trabajo y dolor.
¿Será eterna, Señor tu ira funesta?¿La oiremos retumbar día por día? ...Borra tú de la humana fantasíalas horas del penar.Mécese el hombre en cuna de dolores,entre yerbas y espinas vive y crece;como el ave en los aires desparece,como piedra en el mar.
EL BUITRECanto de venganzaSuspiros brote el labio,venganzas el corazónJuan Nicasio GallegoYo que abrigo venganza insaciable,que el encono mi pecho desgarra¡cómo envidio del buitre la garracuyo oficio es herir y matar!Cuando él halla la presa que buscase encarniza con ella rabioso;si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Me engañó con fingidos halagosla mujer que adoré con ternura;no mirara, cual hoy, su hermosuraestrechada de aleve rival.Pues sobre ellos veloz me lanzaraesgrimiendo mis uñas gozoso.Si yo buitre naciera espantoso,me venganza me hiciera inmortal.Al ingrato que paga en traicionesbeneficios de cándido amigo,que le da el alimento y abrigocontra el soplo de suerte mortal,su alma negra impaciente arrancaraen su cuerpo cebándome ansioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Un infame se embriaga en el vicioy seduce a la tierna doncella,y de joven purísima y bellala convierte en espectro fatal.En el pecho del uno y la otrapico y garras hundiera afanoso.Si yo buitre naciera espantosomi venganza me hiciera inmortal.El tutor que a pupila infeliceabandona a la suerte iracunday entre tanto la herencia fecundadesparece en su mano rapaz,no sereno su robo gozara,pues sobre él me arrojara enconoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.El avaro sumerge en miseriasal hambriento infeliz que le imploray que en vano laméntase y llora;sólo cede al valioso metal.Al sonido del oro, en su pechorepasara mi garra furioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Sobre lecho mullido de plumasduerme inquieto mezquino tirano,pues en sueños divisa una manoque en el seno le vibra un puñal.Devorándolo airado me vieraal volver de su sueño horroroso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Y en los pueblos que sufren su yugoy que viles le inclinan la frente,con desprecio y furor inclementeafilara mi garra voraz.De su sangre cobarde formaradilatado torrente espumoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Cuando encima de toda la tierramar inmenso de sangre mirara,satisfecho en sus ondas nadarade este mundo infeliz dueño ya.Y en la sangre mis alas tendiendo,entre sangre tuviera reposo.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.1837 Volver al Indice POR VEZ PRIMERASi dormiero, dicam:Quando consurgam? et rursum expectabo vesperam,et replebor usque ad tenbrasJob, VII, 4
Suspiros brote el labio,venganzas el corazónJuan Nicasio GallegoYo que abrigo venganza insaciable,que el encono mi pecho desgarra¡cómo envidio del buitre la garracuyo oficio es herir y matar!Cuando él halla la presa que buscase encarniza con ella rabioso;si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Me engañó con fingidos halagosla mujer que adoré con ternura;no mirara, cual hoy, su hermosuraestrechada de aleve rival.Pues sobre ellos veloz me lanzaraesgrimiendo mis uñas gozoso.Si yo buitre naciera espantoso,me venganza me hiciera inmortal.Al ingrato que paga en traicionesbeneficios de cándido amigo,que le da el alimento y abrigocontra el soplo de suerte mortal,su alma negra impaciente arrancaraen su cuerpo cebándome ansioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Un infame se embriaga en el vicioy seduce a la tierna doncella,y de joven purísima y bellala convierte en espectro fatal.En el pecho del uno y la otrapico y garras hundiera afanoso.Si yo buitre naciera espantosomi venganza me hiciera inmortal.El tutor que a pupila infeliceabandona a la suerte iracunday entre tanto la herencia fecundadesparece en su mano rapaz,no sereno su robo gozara,pues sobre él me arrojara enconoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.El avaro sumerge en miseriasal hambriento infeliz que le imploray que en vano laméntase y llora;sólo cede al valioso metal.Al sonido del oro, en su pechorepasara mi garra furioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Sobre lecho mullido de plumasduerme inquieto mezquino tirano,pues en sueños divisa una manoque en el seno le vibra un puñal.Devorándolo airado me vieraal volver de su sueño horroroso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Y en los pueblos que sufren su yugoy que viles le inclinan la frente,con desprecio y furor inclementeafilara mi garra voraz.De su sangre cobarde formaradilatado torrente espumoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Cuando encima de toda la tierramar inmenso de sangre mirara,satisfecho en sus ondas nadarade este mundo infeliz dueño ya.Y en la sangre mis alas tendiendo,entre sangre tuviera reposo.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.1837 Volver al Indice POR VEZ PRIMERASi dormiero, dicam:Quando consurgam? et rursum expectabo vesperam,et replebor usque ad tenbrasJob, VII, 4
Juan Nicasio Gallego
Yo que abrigo venganza insaciable,que el encono mi pecho desgarra¡cómo envidio del buitre la garracuyo oficio es herir y matar!Cuando él halla la presa que buscase encarniza con ella rabioso;si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Me engañó con fingidos halagosla mujer que adoré con ternura;no mirara, cual hoy, su hermosuraestrechada de aleve rival.Pues sobre ellos veloz me lanzaraesgrimiendo mis uñas gozoso.Si yo buitre naciera espantoso,me venganza me hiciera inmortal.Al ingrato que paga en traicionesbeneficios de cándido amigo,que le da el alimento y abrigocontra el soplo de suerte mortal,su alma negra impaciente arrancaraen su cuerpo cebándome ansioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Un infame se embriaga en el vicioy seduce a la tierna doncella,y de joven purísima y bellala convierte en espectro fatal.En el pecho del uno y la otrapico y garras hundiera afanoso.Si yo buitre naciera espantosomi venganza me hiciera inmortal.El tutor que a pupila infeliceabandona a la suerte iracunday entre tanto la herencia fecundadesparece en su mano rapaz,no sereno su robo gozara,pues sobre él me arrojara enconoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.El avaro sumerge en miseriasal hambriento infeliz que le imploray que en vano laméntase y llora;sólo cede al valioso metal.Al sonido del oro, en su pechorepasara mi garra furioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Sobre lecho mullido de plumasduerme inquieto mezquino tirano,pues en sueños divisa una manoque en el seno le vibra un puñal.Devorándolo airado me vieraal volver de su sueño horroroso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Y en los pueblos que sufren su yugoy que viles le inclinan la frente,con desprecio y furor inclementeafilara mi garra voraz.De su sangre cobarde formaradilatado torrente espumoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.Cuando encima de toda la tierramar inmenso de sangre mirara,satisfecho en sus ondas nadarade este mundo infeliz dueño ya.Y en la sangre mis alas tendiendo,entre sangre tuviera reposo.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.1837 Volver al Indice POR VEZ PRIMERASi dormiero, dicam:Quando consurgam? et rursum expectabo vesperam,et replebor usque ad tenbrasJob, VII, 4
Me engañó con fingidos halagosla mujer que adoré con ternura;no mirara, cual hoy, su hermosuraestrechada de aleve rival.Pues sobre ellos veloz me lanzaraesgrimiendo mis uñas gozoso.Si yo buitre naciera espantoso,me venganza me hiciera inmortal.
Al ingrato que paga en traicionesbeneficios de cándido amigo,que le da el alimento y abrigocontra el soplo de suerte mortal,su alma negra impaciente arrancaraen su cuerpo cebándome ansioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.
Un infame se embriaga en el vicioy seduce a la tierna doncella,y de joven purísima y bellala convierte en espectro fatal.En el pecho del uno y la otrapico y garras hundiera afanoso.Si yo buitre naciera espantosomi venganza me hiciera inmortal.
El tutor que a pupila infeliceabandona a la suerte iracunday entre tanto la herencia fecundadesparece en su mano rapaz,no sereno su robo gozara,pues sobre él me arrojara enconoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.
El avaro sumerge en miseriasal hambriento infeliz que le imploray que en vano laméntase y llora;sólo cede al valioso metal.Al sonido del oro, en su pechorepasara mi garra furioso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.
Sobre lecho mullido de plumasduerme inquieto mezquino tirano,pues en sueños divisa una manoque en el seno le vibra un puñal.Devorándolo airado me vieraal volver de su sueño horroroso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.
Y en los pueblos que sufren su yugoy que viles le inclinan la frente,con desprecio y furor inclementeafilara mi garra voraz.De su sangre cobarde formaradilatado torrente espumoso.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.
Cuando encima de toda la tierramar inmenso de sangre mirara,satisfecho en sus ondas nadarade este mundo infeliz dueño ya.Y en la sangre mis alas tendiendo,entre sangre tuviera reposo.Si yo buitre naciera espantoso,mi venganza me hiciera inmortal.
1837 Volver al Indice POR VEZ PRIMERASi dormiero, dicam:Quando consurgam? et rursum expectabo vesperam,et replebor usque ad tenbrasJob, VII, 4
POR VEZ PRIMERASi dormiero, dicam:Quando consurgam? et rursum expectabo vesperam,et replebor usque ad tenbrasJob, VII, 4
Si dormiero, dicam:Quando consurgam? et rursum expectabo vesperam,et replebor usque ad tenbrasJob, VII, 4
Job, VII, 4
Por vez primera me abandono ciegoal insondable abismo de este mundo,y al contemplar su cóncavo profundotiembla incierto mi pie.Mil imágenes tristes y funestasse agolpan a mi mente combatida,y se presenta en ella de mi vidalo que ha de ser y fue.Nuevo sendero se abre ante mi vista.¿Qué miro en él? Desolación, espanto.En la tierra empapada con mi llantomi pie resbala ya.Hijo de Adán imploraré a mi hermanoy de mi apartaráse desdeñoso,mas del Señor un ángel luminosomi báculo será.Ya la miseria con su mano yertamis agitadas sienes acaricia,ya de los hombres la infernal maliciarompe mi corazón.Ya tendido expirando en lecho durode escarnio soy y lástima el objeto,ya entra de Heredia el pálido esqueletoen mi oscura mansión.En vida y muerte, oh vate, infeliz fuiste;si en tu existir tocaste sólo abrojos,con muertos ignorados tus despojosyo confundidos ví.Tu predijiste mi miseria cuandoen mi mano sentí tu mano ardiente;si no heredé tu numen elocuente,tu mala estrella sí.Yo sé que el hombre al opulento crimendébil acata, envilecido aplaude,y sé también que disfrazado el fraudevive en su corazón.Sé que desprecia la virtud desnuday que asentada en su falaz pupilaeternamente a la honradez vigilaastuta la traición.Mas la vida es crisol del inocente.Si en la indigencia y menosprecio vive,su galardón espléndido recibellegando al ataúd;que de Dios en la mente soberanaserá llanto y pesares su riqueza,los títulos serán de su noblezacompasión y virtud.Hijo de Dios que desvalido y pobrepasaste por la tierra descreíday en el último trance de tu vidatu lecho fue una cruz,lleva mis pasos de virtud al templo,mi tenebrosa mente al cielo encumbray mi extraviado corazón alumbracon tu divina luz.1° de noviembre de 1840 Volver al Indice MUSA DE LA VERDAD Musa de la verdad, mi labio inspira;tú nunca ceñisteel marchito laurel de la mentira;tú que desprecias la imperial diademay el regio manto pisas;tú a quien en vano clama fatigadala estrecha mente de rastrero vate,y con rápido vuelocruzas en pos de libertad sagrada,musa de la verdad, baja del cielo.Tiende el Señor desde el asiento suyosobre nuestra nación manto de duelo,y apartando la vista de este suelodice al genio del mal: ¡México es tuyo!De su caverna el monstruo se abalanzay se mece en los aires sonriendo,entusiasmado lanzade su maldita bocaalaridos de júbilo y venganza,y las tendidas alas sacudiendo,la tempestad y el huracán convoca.De entonces ¡cuánto mal! ¡Cuántos horrores!¡Cuántas discordias y rencor interno,y muertes y miserias y furoressobre nosotros abortó el infierno! ...O ya de sangre el pabellón de guerrapor el viento agitado nos salpica,o ya su curso en la infecunda tierraun reguero de sangre nos indica.¿Qué es de la ciencia en tanto? ...En sus meditacionesembebecido el sabio, en su retiroes súbito turbadopor el ronco rugir de los cañones,y de su estudio al proseguir el girosu lámpara sofocade la miseria el brazo descarnado.Newton, Bacon, Descartes, Galileo¿quién vuestra voz escuchacuando está henchido el corazón de llanto,cuando ausente el reposoel alma en la inquietud lánguida lucha?Sacrosanta poesía¿quién prestará atención a tu armonía,cuando de Homero la sonora trompano despertara nuestra mente fría? ...Colón sublime, si a la mar que un díapor vez primera te arrojaste ardiente,nuestro orgullo insolenteun navío lanzara,contra las rocas duras de la costaesa mar indignada lo estrellara.¡Colón! ¡Colón! Permite que mi labiotribute a tu virtud recuerdo tiernoy que henchido de cólera maldigade un hipócrita rey la negra saña.¡Colón! alzaste monumento eternopara tu gloria y mengua de la España.Tú a países no de antes conocidos,como arcángel de luz entre tinieblascercado aparecistede una caterva infame de bandidos.Tú, con robusto brazosometiste a tu ley el mar profundo ...¡La base de tu estatua es medio mundo,tu estatua el Chimborazo!¡Lateranos, seguid! México esperaen su naciente juventud su gloria,no engañéis su esperanza lisonjera,trabajad el laurel de su victoria.Que de este mar de crimen y miseriapasarán de ola en ola conducidosalgunos nombres al futuro tiempo,no envueltos en el velo de la infamiani en sangre enrojecidos.¡Y en tanto que yo veala estrella de mi patria en manso giroy que ya las desgracias no la oprimen,que cada acento de mi lira seapor la triste virtud hondo suspiroy anatema de muerte para el crimen! Volver al Indice PROFECIA DE GUATIMOCNo fue más que un sueño de lanoche que se disipó con la auroraSan juan Crisóstomo
Nuevo sendero se abre ante mi vista.¿Qué miro en él? Desolación, espanto.En la tierra empapada con mi llantomi pie resbala ya.Hijo de Adán imploraré a mi hermanoy de mi apartaráse desdeñoso,mas del Señor un ángel luminosomi báculo será.
Ya la miseria con su mano yertamis agitadas sienes acaricia,ya de los hombres la infernal maliciarompe mi corazón.Ya tendido expirando en lecho durode escarnio soy y lástima el objeto,ya entra de Heredia el pálido esqueletoen mi oscura mansión.
En vida y muerte, oh vate, infeliz fuiste;si en tu existir tocaste sólo abrojos,con muertos ignorados tus despojosyo confundidos ví.Tu predijiste mi miseria cuandoen mi mano sentí tu mano ardiente;si no heredé tu numen elocuente,tu mala estrella sí.
Yo sé que el hombre al opulento crimendébil acata, envilecido aplaude,y sé también que disfrazado el fraudevive en su corazón.Sé que desprecia la virtud desnuday que asentada en su falaz pupilaeternamente a la honradez vigilaastuta la traición.
Mas la vida es crisol del inocente.Si en la indigencia y menosprecio vive,su galardón espléndido recibellegando al ataúd;que de Dios en la mente soberanaserá llanto y pesares su riqueza,los títulos serán de su noblezacompasión y virtud.
Hijo de Dios que desvalido y pobrepasaste por la tierra descreíday en el último trance de tu vidatu lecho fue una cruz,lleva mis pasos de virtud al templo,mi tenebrosa mente al cielo encumbray mi extraviado corazón alumbracon tu divina luz.
1° de noviembre de 1840 Volver al Indice MUSA DE LA VERDAD Musa de la verdad, mi labio inspira;tú nunca ceñisteel marchito laurel de la mentira;tú que desprecias la imperial diademay el regio manto pisas;tú a quien en vano clama fatigadala estrecha mente de rastrero vate,y con rápido vuelocruzas en pos de libertad sagrada,musa de la verdad, baja del cielo.Tiende el Señor desde el asiento suyosobre nuestra nación manto de duelo,y apartando la vista de este suelodice al genio del mal: ¡México es tuyo!De su caverna el monstruo se abalanzay se mece en los aires sonriendo,entusiasmado lanzade su maldita bocaalaridos de júbilo y venganza,y las tendidas alas sacudiendo,la tempestad y el huracán convoca.De entonces ¡cuánto mal! ¡Cuántos horrores!¡Cuántas discordias y rencor interno,y muertes y miserias y furoressobre nosotros abortó el infierno! ...O ya de sangre el pabellón de guerrapor el viento agitado nos salpica,o ya su curso en la infecunda tierraun reguero de sangre nos indica.¿Qué es de la ciencia en tanto? ...En sus meditacionesembebecido el sabio, en su retiroes súbito turbadopor el ronco rugir de los cañones,y de su estudio al proseguir el girosu lámpara sofocade la miseria el brazo descarnado.Newton, Bacon, Descartes, Galileo¿quién vuestra voz escuchacuando está henchido el corazón de llanto,cuando ausente el reposoel alma en la inquietud lánguida lucha?Sacrosanta poesía¿quién prestará atención a tu armonía,cuando de Homero la sonora trompano despertara nuestra mente fría? ...Colón sublime, si a la mar que un díapor vez primera te arrojaste ardiente,nuestro orgullo insolenteun navío lanzara,contra las rocas duras de la costaesa mar indignada lo estrellara.¡Colón! ¡Colón! Permite que mi labiotribute a tu virtud recuerdo tiernoy que henchido de cólera maldigade un hipócrita rey la negra saña.¡Colón! alzaste monumento eternopara tu gloria y mengua de la España.Tú a países no de antes conocidos,como arcángel de luz entre tinieblascercado aparecistede una caterva infame de bandidos.Tú, con robusto brazosometiste a tu ley el mar profundo ...¡La base de tu estatua es medio mundo,tu estatua el Chimborazo!¡Lateranos, seguid! México esperaen su naciente juventud su gloria,no engañéis su esperanza lisonjera,trabajad el laurel de su victoria.Que de este mar de crimen y miseriapasarán de ola en ola conducidosalgunos nombres al futuro tiempo,no envueltos en el velo de la infamiani en sangre enrojecidos.¡Y en tanto que yo veala estrella de mi patria en manso giroy que ya las desgracias no la oprimen,que cada acento de mi lira seapor la triste virtud hondo suspiroy anatema de muerte para el crimen! Volver al Indice PROFECIA DE GUATIMOCNo fue más que un sueño de lanoche que se disipó con la auroraSan juan Crisóstomo
MUSA DE LA VERDAD Musa de la verdad, mi labio inspira;tú nunca ceñisteel marchito laurel de la mentira;tú que desprecias la imperial diademay el regio manto pisas;tú a quien en vano clama fatigadala estrecha mente de rastrero vate,y con rápido vuelocruzas en pos de libertad sagrada,musa de la verdad, baja del cielo.Tiende el Señor desde el asiento suyosobre nuestra nación manto de duelo,y apartando la vista de este suelodice al genio del mal: ¡México es tuyo!De su caverna el monstruo se abalanzay se mece en los aires sonriendo,entusiasmado lanzade su maldita bocaalaridos de júbilo y venganza,y las tendidas alas sacudiendo,la tempestad y el huracán convoca.De entonces ¡cuánto mal! ¡Cuántos horrores!¡Cuántas discordias y rencor interno,y muertes y miserias y furoressobre nosotros abortó el infierno! ...O ya de sangre el pabellón de guerrapor el viento agitado nos salpica,o ya su curso en la infecunda tierraun reguero de sangre nos indica.¿Qué es de la ciencia en tanto? ...En sus meditacionesembebecido el sabio, en su retiroes súbito turbadopor el ronco rugir de los cañones,y de su estudio al proseguir el girosu lámpara sofocade la miseria el brazo descarnado.Newton, Bacon, Descartes, Galileo¿quién vuestra voz escuchacuando está henchido el corazón de llanto,cuando ausente el reposoel alma en la inquietud lánguida lucha?Sacrosanta poesía¿quién prestará atención a tu armonía,cuando de Homero la sonora trompano despertara nuestra mente fría? ...Colón sublime, si a la mar que un díapor vez primera te arrojaste ardiente,nuestro orgullo insolenteun navío lanzara,contra las rocas duras de la costaesa mar indignada lo estrellara.¡Colón! ¡Colón! Permite que mi labiotribute a tu virtud recuerdo tiernoy que henchido de cólera maldigade un hipócrita rey la negra saña.¡Colón! alzaste monumento eternopara tu gloria y mengua de la España.Tú a países no de antes conocidos,como arcángel de luz entre tinieblascercado aparecistede una caterva infame de bandidos.Tú, con robusto brazosometiste a tu ley el mar profundo ...¡La base de tu estatua es medio mundo,tu estatua el Chimborazo!¡Lateranos, seguid! México esperaen su naciente juventud su gloria,no engañéis su esperanza lisonjera,trabajad el laurel de su victoria.Que de este mar de crimen y miseriapasarán de ola en ola conducidosalgunos nombres al futuro tiempo,no envueltos en el velo de la infamiani en sangre enrojecidos.¡Y en tanto que yo veala estrella de mi patria en manso giroy que ya las desgracias no la oprimen,que cada acento de mi lira seapor la triste virtud hondo suspiroy anatema de muerte para el crimen! Volver al Indice PROFECIA DE GUATIMOCNo fue más que un sueño de lanoche que se disipó con la auroraSan juan Crisóstomo
Musa de la verdad, mi labio inspira;tú nunca ceñisteel marchito laurel de la mentira;tú que desprecias la imperial diademay el regio manto pisas;tú a quien en vano clama fatigadala estrecha mente de rastrero vate,y con rápido vuelocruzas en pos de libertad sagrada,musa de la verdad, baja del cielo.Tiende el Señor desde el asiento suyosobre nuestra nación manto de duelo,y apartando la vista de este suelodice al genio del mal: ¡México es tuyo!De su caverna el monstruo se abalanzay se mece en los aires sonriendo,entusiasmado lanzade su maldita bocaalaridos de júbilo y venganza,y las tendidas alas sacudiendo,la tempestad y el huracán convoca.De entonces ¡cuánto mal! ¡Cuántos horrores!¡Cuántas discordias y rencor interno,y muertes y miserias y furoressobre nosotros abortó el infierno! ...O ya de sangre el pabellón de guerrapor el viento agitado nos salpica,o ya su curso en la infecunda tierraun reguero de sangre nos indica.¿Qué es de la ciencia en tanto? ...En sus meditacionesembebecido el sabio, en su retiroes súbito turbadopor el ronco rugir de los cañones,y de su estudio al proseguir el girosu lámpara sofocade la miseria el brazo descarnado.Newton, Bacon, Descartes, Galileo¿quién vuestra voz escuchacuando está henchido el corazón de llanto,cuando ausente el reposoel alma en la inquietud lánguida lucha?Sacrosanta poesía¿quién prestará atención a tu armonía,cuando de Homero la sonora trompano despertara nuestra mente fría? ...Colón sublime, si a la mar que un díapor vez primera te arrojaste ardiente,nuestro orgullo insolenteun navío lanzara,contra las rocas duras de la costaesa mar indignada lo estrellara.¡Colón! ¡Colón! Permite que mi labiotribute a tu virtud recuerdo tiernoy que henchido de cólera maldigade un hipócrita rey la negra saña.¡Colón! alzaste monumento eternopara tu gloria y mengua de la España.Tú a países no de antes conocidos,como arcángel de luz entre tinieblascercado aparecistede una caterva infame de bandidos.Tú, con robusto brazosometiste a tu ley el mar profundo ...¡La base de tu estatua es medio mundo,tu estatua el Chimborazo!¡Lateranos, seguid! México esperaen su naciente juventud su gloria,no engañéis su esperanza lisonjera,trabajad el laurel de su victoria.Que de este mar de crimen y miseriapasarán de ola en ola conducidosalgunos nombres al futuro tiempo,no envueltos en el velo de la infamiani en sangre enrojecidos.¡Y en tanto que yo veala estrella de mi patria en manso giroy que ya las desgracias no la oprimen,que cada acento de mi lira seapor la triste virtud hondo suspiroy anatema de muerte para el crimen! Volver al Indice PROFECIA DE GUATIMOCNo fue más que un sueño de lanoche que se disipó con la auroraSan juan Crisóstomo
Tiende el Señor desde el asiento suyosobre nuestra nación manto de duelo,y apartando la vista de este suelodice al genio del mal: ¡México es tuyo!De su caverna el monstruo se abalanzay se mece en los aires sonriendo,entusiasmado lanzade su maldita bocaalaridos de júbilo y venganza,y las tendidas alas sacudiendo,la tempestad y el huracán convoca.
De entonces ¡cuánto mal! ¡Cuántos horrores!¡Cuántas discordias y rencor interno,y muertes y miserias y furoressobre nosotros abortó el infierno! ...O ya de sangre el pabellón de guerrapor el viento agitado nos salpica,o ya su curso en la infecunda tierraun reguero de sangre nos indica.
¿Qué es de la ciencia en tanto? ...En sus meditacionesembebecido el sabio, en su retiroes súbito turbadopor el ronco rugir de los cañones,y de su estudio al proseguir el girosu lámpara sofocade la miseria el brazo descarnado.
Newton, Bacon, Descartes, Galileo¿quién vuestra voz escuchacuando está henchido el corazón de llanto,cuando ausente el reposoel alma en la inquietud lánguida lucha?
Sacrosanta poesía¿quién prestará atención a tu armonía,cuando de Homero la sonora trompano despertara nuestra mente fría? ...
Colón sublime, si a la mar que un díapor vez primera te arrojaste ardiente,nuestro orgullo insolenteun navío lanzara,contra las rocas duras de la costaesa mar indignada lo estrellara.¡Colón! ¡Colón! Permite que mi labiotribute a tu virtud recuerdo tiernoy que henchido de cólera maldigade un hipócrita rey la negra saña.¡Colón! alzaste monumento eternopara tu gloria y mengua de la España.Tú a países no de antes conocidos,como arcángel de luz entre tinieblascercado aparecistede una caterva infame de bandidos.Tú, con robusto brazosometiste a tu ley el mar profundo ...¡La base de tu estatua es medio mundo,tu estatua el Chimborazo!
¡Lateranos, seguid! México esperaen su naciente juventud su gloria,no engañéis su esperanza lisonjera,trabajad el laurel de su victoria.Que de este mar de crimen y miseriapasarán de ola en ola conducidosalgunos nombres al futuro tiempo,no envueltos en el velo de la infamiani en sangre enrojecidos.
¡Y en tanto que yo veala estrella de mi patria en manso giroy que ya las desgracias no la oprimen,que cada acento de mi lira seapor la triste virtud hondo suspiroy anatema de muerte para el crimen!
PROFECIA DE GUATIMOCNo fue más que un sueño de lanoche que se disipó con la auroraSan juan Crisóstomo
No fue más que un sueño de lanoche que se disipó con la auroraSan juan Crisóstomo
San juan Crisóstomo
ITras negros nubarrones asomabapálido rayo de luciente lunaténuemente blanqueando los peñascosque de Chapultepec la falda visten.Cenicientos a trechos, amarillos,o cubiertos de musgo verdinegroa trechos se miraban, y la vistade los lugares de profundas sombrascon terror y respeto se apartaba.Los corpulentos árboles ancianos,en cuya frente siglos mil reposan,sus canas venerables conmovíande viento leve al delicado soploo al aleteo de nocturno cuervo,que tal vez descendiendo en vuelo rápidorizaba con sus alas sacudidaslas cristalinas aguas de la alberca,en donde se mecía blandamentela imagen de las nubes retratadasen su luciente espejo. Las llanurasy las lejanas lomas repetíanel aullido siniestro de los loboso el balar lastimoso del cordero,o del toro el bramido prolongado.¡Oh soledad, mi bien, yo te saludo!¡Cómo se eleva el corazón del tristecuando en tu seno bienhechor su llantoconsigue derramar! Huyendo al mundome acojo a tí. Recíbeme y piadosadivierte mi dolor, templa mi pena.Alza mi corazón al infinito,el velo rasga de futuros tiempos,templa mi lira, y de los sacros vatesdame la inspiración.Nada en el mundo,nada encontré que el tedio y el disgustode vivir arrancara de mi pecho.Mi pobre madre descendió a la tumbay a mi padre infeliz dejé buscandoun lecho y pan en la piedad ajena.El sudor de mi faz y el llanto ardientemi sed templaron. Amistad sincerabusqué en los hombres, y la hallé. .. Mentira,perfidia y falsedad hallé tan sólo.Busqué el amor, y una mujer, un ángela mi' turbada vista se presentacon su rostro ofuscando a los malvadosque en torno la cercaban, y entre risasde estúpida malicia se gozaban,que en sus manos sacrílegas pensandola flor de su virtud marchitaríany de su faz las rosas ... ¡Miserables!¿Cuándo la nube tempestuosa y negrapudo apagar del sol la lumbre pura,aunque un instante la ofuscó? ¿Ni cuándosu irresistible luz el pardo buhosoportar pudo? ...Yo temblé de gozo,sonrió mi labio y se aclaró mi frente,y brillaron mis ojos, y mis brazosvacilantes buscaban el objetoque tanto me asombró ... ¡Vana esperanza!En vez de un alma ardiente cual la mía,en vez de un corazón a amar creado,aridez y frialdad encontré sólo,aridez y frialdad ¡indiferencia! ...Y mis ensueños de placer volarony la fantasma de mi dicha huyóse,y sin lumbre quedé perdido y ciego.Sin amistad y sin amor ... (La ingratade mí aparta la vista desdeñosa,y ni la luz de sus serenos ojosconcede a su amador ... En otro tiempo,en otro tiempo sonrió conmigo.)Sin amistad y sin amor, y huérfano.Es ya polvo mi padre, y ni abrazarlopude al morir. Y abandonado y soloen la tierra quedé. Mi pecho entoncesse oprimió más y más, y la poesíafue mi gozo y placer, mi único amigo.Y misteriosa soledad de entoncesmi amada fue.¡Qué dulce, qué sublimees el silencio que me cerca en torno!¡Oh cómo es grato a mi dolor el rayode moribunda luna, que halagandoestá mi yerta faz! Quizá me escuchanlas sombras venerandas de los reyesque dominaron el Anáhuac, presahoy de las aves de rapiña y lobosque ya su seno y corazón desgarran.- ¡Oh varón inmortal! ¡oh rey potente!Guatimoc valeroso y desgraciado,si quebrantar las puertas del sepulcrote es dado acaso ¡ven! Oye mi acento,contemplar quiero tu guerrera frente,quiero escuchar tu voz ...IISiento la tierragirar bajo mis pies, nieblas extrañasmi vista ofuscan y hasta el cielo suben.Silencio reina por doquier; los campos,los árboles, las aves, la natura,la natura parece agonizante.Mis miembros tiemblan, las rodillas dobloy no me atrevo a levantar la vista.¡Oh mortal miserable! tu ardimiento,tu exaltado valor es vano polvo.Caí por tierra sin aliento y mudo,y profundo estertor del hondo pechooprimido salía.De repenteparece que una mano de cadáverme aferra el brazo y me levanta ... ¡Cielos!¿Qué estoy mirando? ...- Venerable sombra,huye de mí; la sepultura cóncavatu mansión es. ¡Aparta, aparta!En vanosuplico y ruego; mas el alma míavuelve a su ser y el corazón ya late.De oro y telas cubierto y ricas piedrasun guerrero se ve. Cetro y penachode ondeantes plumas se descubre; tienepotente maza a su siniestra, y arcoy rica aljaba de sus hombros penden ...¡Qué horror! Entre las nieblas se descubrenllenas de sangre sus tostadas plantasen carbón convertidas; aun se mirabajo sus pies brillar la viva lumbre.Grillos, esposas y cadenas durasvisten su cuerpo, y acerado anillooprime su cintura; y para colmode dolor, un dogal su cuello aprieta.Reconozco, exclamé, sí, reconozcola mano de Cortés bárbaro y crudo.¡Conquistador! ¡aventurero impío!¿Así trata un guerrero a otro guerrero?¿Así un valiente a otro valiente? ... Dijey agarrar quise del monarca el manto;pero él se deslizaba y aire sólocon los dedos toqué.III- Rey del Anáhuac,noble varón, Guatimoctzín valiente,indigno soy de que tu voz me halague,indigno soy de contemplar tu frente.Huye de mí. - No tal, él me responde,y su voz parecíaque del sepulcro lóbrego salía.- Háblame, continuó, pero en la lenguadel gran Nezahualcóyotl.Bajé la frente y respondí: La ignoro.El rey gimió en su corazón. - ¡ Oh mengua,oh vergüenza! gritó. Rugó las cejasy en sus ojos brilló súbito lloro.- Pero siempre te amé, rey infelice.Maldigo a tu asesino y a la Europa,la injusta Europa que tu nombre olvida.Vuelve, vuelve a la vida,empuña luego la robusta lanza,de polo a polo sonará tu nombre,temblarán a tu voz caducos reyes,el cuello rendirán a tu pujanza,serán para ellos tus mandatos, leyes;y en México, en París, centro de orgullo,resonará la trompa de venganza.¿Qué de estos tiempos los guerreros valencabe Cortés sañudo y Alvarado(varones invencibles si crueles)y los venciste tú, sí, los vencisteen nobleza y valor, rey desdichado!- Ya mi siglo pasó. Mi pueblo todojamás elevará la oscura frentehundida ahora en asqueroso lodo.Ya mi siglo pasó. Del mar de Orientenueva familia de distinto idioma,de distintas costumbres y semblantes,en hora de dolor al puerto asoma;y asolando mi reino, nuevo reinosobre sus ruinas míseras levanta.Y cayó para siempre el mexicano,y ahora imprime en mi ciudad la plantael hijo del soberbio castellano.Ya mi siglo pasó.Su voz augustasofocada quedó con los sollozos.Hondos gemidos arrojó del seno,retemblaron sus miembros vigorosos,el dolor ofuscó su faz adustay la inclinó de abatimiento lleno.- ¿Pues las pasiones que al mortal oprimenacosan a los muertos en la tumba?¿Hasta ella el grito del rencor retumba?¿También las almas en el cielo gimen?Así hablé y respondió. - Joven audace,el atrevido pensamiento enfrena.Piensa en tí, en tu nación; mas lo infinitono será manifiestoa los ojos del hombre: así está escrito.Si el destino funestoel denso velo destrozar pudieraque la profunda eternidad te esconde,más, joven infeliz, más te valieraver a tu amante en brazos de tu amigoy ambos a dos el solapado aceroclavar en tus entrañas,y reír a tu grito lastimeroy, sin poder morir, sediento y flaco,agonizar un siglo ¡ un siglo entero!Sentí desvanecerse mi cabeza,tembló mi corazón, y mis cabelloserizados se alzaron en mi frente.Miróme con ternezadel rey la sombra y desplegando el labiode esta manera prosiguió doliente:¡Oh joven infeliz! ¡cuál tu destino,cuál es tu estrella impía! ...Buscará la verdad tu desatinosin encontrar la vía.Deseo ardiente de renombre y gloriaabrasará tu pecho,y contigo tal vez la tu memoriaexpirará en tu lecho.Amigo buscarás y amante pura,mas a la suerte plugoque halles en ella bárbara tortura,y en él feroz verdugo.Y ansia devoradorade mecerte en las olas de oceanoaumentará tu tedio, y será en vano,aunque en dolor y rabia te despeña,que el destino tiranopara siempre en tu suelo te aseguracual fijo tronco o soterrada peña.Y entre tanto a tus ojos¡qué terrífico lienzo se desplega!Llanos, montes de abrojos;el justo, que navegay de descanso al punto nunca llega.Y en palacios fastuososel infame traidor, el bandolero,holgando poderosos,vendiendo a un usurerolas lágrimas de un pueblo a vil dinero.La virtud a sus puertasgimiendo de fatiga y desaliento,tiende las manos yertaspidiendo el alimento,y halla tan sólo duro tratamiento.El asesino insanolos derechos proclama,debidos al honrado ciudadano.Y más allá rastrero cortesano,que ha vendido su honor, honor reclama.Hombre procaz, que la torpeza inflama,castidad y virtud audaz predica,y el hipócrita ateoa Dios ensalza y su poder publica.Una no firme sillamira sobre cadáveres alzada ...Ya diviso en el puertohinchadas lonas como niebla densa,ya en la playa diviso,en el aire vibrando aguda lanza,de gente extraña la legión inmensa.Al són del grito de feroz venganzalas armas crujen y el bridón relincha;oprimida rechina la cureña,bombas ardientes zumban,vaga el sordo rumor de peña en peñay hasta los montes trémulos retumban.¡Mirad! mirad por los calientes airesmares de viva lumbreque se agitan y chocan rebramando;mirad de aquella torre el alta cumbrecómo tiembla, y vacila y cruje, y cae,los soberbios palacios derrumbando.¡Escuchad, escuchad! ... Hondos gemidosarrojan los vencidos.¡Mirad los infelices por el suelo,moribundos, sus cuerpos arrastrando,y su sed ardorosaen sus propias heridas apagando!¡Oídlos en su duelomaldecir su nación, su vida, el cielo! ...Sangrienta está la tierra,sangrienta el alta sierra,sangriento el ancho mar, el hondo espacio,y del inmoble rey del claro díala faz envuelve ensangrentado velo.Nada perdona el bárbaro europeo;todo lo rompe y tala y aniquilacon brazo furibundo.Ved la doncella en torpe desaliñoabrazar a su padre moribundo.Mirad sobre el cadáver asquerosodel asesino aleve caer sin vida el inocente niño.¡Oh vano suplicar! Es dura rocael hijo del Oriente:;brotan sangre sus ojos, y a su bocalleva sangre caliente.Es su placer en fúnebres desiertoslas ciudades trocar. ¡Hazaña honrosa!Ve el sueño con desdén, si no reposasobre insepultos muertos.¡Ay pueblo desdichado!Entre tantos caudillos que te cercan¿quién a triunfar conducirá tu acero?Todos huyen cobardes, y al soldadoen las garras del pérfido extranjerodejan abandonadoclamando con acento lastimero:¿Dónde Cortés está? ¿dónde Alvarado?Ya eres esclavo de nación extraña,tus hijos son esclavos,a tu esposa arrebatan de tu seno ...¡Ay si provocas la extranjera saña! ...¿Lloras, pueblo infeliz y miserable?¿A qué sirve tu llanto?¿Qué vale tu lamento?Es tu agudo quebrantopara el hijo de Europa inaplacablesu más grato alimento.Y ni enjugar las lágrimas de un padreconcederá a tu duelo,que de la venerable cabelleraentre signos de gozole verás arrastradoal negro calabozo,do por piedad demanda muerte fiera.¡Ay, pueblo desdichado!¿Dónde Cortés está? ¿dónde Alvarado?¿Mas qué faja de luz pura y brillanteen el cielo se agita?¿Qué flamígero carro de diamantepor los aires veloz se precipita?¿Cuál extendido pabellón ondea?¿Cuál sonante clarín a la peleael generoso corazón excita?¡Temblad, estremeceos,oh reyes europeos!Basta de tanto escandaloso crimen.Ya los cetros en ascuas se convierten,los tronos en hoguerasy las coronas en serpientes fierasque rencorosas vuestro cuello oprimen.¿Qué es de París y Londres?¿Qué es de tanta soberbia y poderío?¿Qué de sus naves de riqueza llenas?¿Qué de su rabia y su furor impío?Así preguntará triste viajero.Fúnebre voz responderá tan solo:¿Qué es de Roma y Atenas?¿Ves en desiertos de África espantosos,al soplar de los vientos abrasadosqué multitud de arenasse elevan por los aires agitados,y ya truécanse en hórridos colosos,ya en bramadores mares procelosos?¡Ay de vosotros, ay, guerreros viles,que de la inglesa América y de Europa,con el vapor, o con el viento en popa,a México llegáis miles a milesy convertís el amistoso techoen palacio de sangre y de furores,y el inocente hospitalario lechoen morada de escándalo y de horrores!¡Ay de vosotros! Si pisáis altivoslas humildes arenas de este suelo,no por siempre será, que la venganzasu soplo asolador furiosa lanzay veloz las eleva por los aires,y ya las cambia en tétricos colososque en sus fornidos brazos os oprimen,ya en abrasados maresque arrasan vuestros pueblos poderosos.Que aun del caos la tierra no salíacuando a los pies del Hacedor radianteescrita estaba en sólido diamanteesta ley, que borrar nadie podría:El que del infeliz el llanto vierte,amargo llanto verterá angustiado;el que huella al endeble, será hollado;el que la muerte da, recibe muerte;y el que amasa su espléndida fortunacon sangre de la víctima llorosa,su sangre beberá si sed lo seca,sus miembros comerá si hambre lo acosa.IVBrilló en el cielo matutino rayo,de súbito cruzó rápida llama,el aire convirtióse en humo densosalpicado de brasas encendidascual rojos globos en oscuro cielo.La tierra retembló, giró tres vecesen encontradas direcciones; hondocráter abrióse ante mi planta infirmey despeñóse en él bramando un ríode sangre espesa, que espumo lagoformó en el fondo, y cuyas olas negras,agitadas subiendo, mis rodillasbañaban sin cesar. Fantasma horriblede formas colosales y abultadas,envolvió su cabeza en luengo mantoy en el profundo lago sumergióse.Ya no ví mas ...¿Dó estoy? ¿Qué lazo oprimemi garganta? ¡Piedad! Solo me encuentro ...Mi cuerpo tembloroso húmeda yerbatiene por lecho; el corazón mis manoscon fuerza aprietan, y mi rostro y cuerpotibio sudor empapa. El sol brillante,tras la sierra asomando la cabeza,mira a Chapultepec cual padre tiernocontempla al despertar a su hijo amado.Los rayos de su luz las peñas doran,los árboles sus frentes venerablesinclinan blandamente, saludandoal astro ardiente que les da la vida.Azul está el espacio, y a los montesbaña color azul, claro y oscuro.Todo respira juventud risueñay cantando los pájaros se mecenen las ligeras y volubles auras.Todo a gozar convida; pero a mi almamanto de muerte envuelve, y gota a gotasangre destila el corazón herido.Mi mente es negra cavidad sin fondoy vaga incierto el pensamiento en ellacual perdida paloma en honda gruta.¿Fue sueño o realidad? Pregunta vana ...Sueño sería, que profundo sueñoes la voraz pasión que me consume;sueño ha sido, y no más, el leve gozoque acarició mi faz; sueño el sonidode aquella voz que adormeció mis penas;sueño aquella sonrisa, aquel halago,aquel blando mirar ... Desperté súbitoy el bello Edén despareció a mis ojoscomo oleada que la mar envíay se lleva después. Sólo me restaatroz recuerdo que me aprieta el almay sin cesar el corazón me roe.Así el fugaz placer sirve tan sólopara abismar el corazón sensible,así la juventud y la hermosurasirven tan sólo de romper el senoa la cansada senectud. El hombretiene dos cosas solamente eternas:su Dios y la virtud, de Él emanada ...Yo me sentí mecido de mis padresen los amantes cariñosos brazos,y fue sueño también ... Mujer que adoro,ven otra vez a adormecer mi almay mátame después, mas no te alejes ...La amistad y el amor son mi existencia,y el amor y amistad vuelven el rostroy huyen de mí cual de cadáver frío.¡Venid, sueños, venid! y omad mi frentede beleño mortal: soñar deseo.Levantad a los muertos de sus tumbas;quiero verlos, sentir, estremecerme ...Las sensaciones mi alimento fueron,sensaciones de horror y de tristeza.Sueño sea mi paso por el mundo,hasta que nuevo sueño, dulce y grato,me presente de Dios la faz sublime.16-27 de setiembre de 1839 Volver al Indice
Tras negros nubarrones asomabapálido rayo de luciente lunaténuemente blanqueando los peñascosque de Chapultepec la falda visten.Cenicientos a trechos, amarillos,o cubiertos de musgo verdinegroa trechos se miraban, y la vistade los lugares de profundas sombrascon terror y respeto se apartaba.Los corpulentos árboles ancianos,en cuya frente siglos mil reposan,sus canas venerables conmovíande viento leve al delicado soploo al aleteo de nocturno cuervo,que tal vez descendiendo en vuelo rápidorizaba con sus alas sacudidaslas cristalinas aguas de la alberca,en donde se mecía blandamentela imagen de las nubes retratadasen su luciente espejo. Las llanurasy las lejanas lomas repetíanel aullido siniestro de los loboso el balar lastimoso del cordero,o del toro el bramido prolongado.¡Oh soledad, mi bien, yo te saludo!
¡Cómo se eleva el corazón del tristecuando en tu seno bienhechor su llantoconsigue derramar! Huyendo al mundome acojo a tí. Recíbeme y piadosadivierte mi dolor, templa mi pena.Alza mi corazón al infinito,el velo rasga de futuros tiempos,templa mi lira, y de los sacros vatesdame la inspiración.
Nada en el mundo,nada encontré que el tedio y el disgustode vivir arrancara de mi pecho.Mi pobre madre descendió a la tumbay a mi padre infeliz dejé buscandoun lecho y pan en la piedad ajena.El sudor de mi faz y el llanto ardientemi sed templaron. Amistad sincerabusqué en los hombres, y la hallé. .. Mentira,perfidia y falsedad hallé tan sólo.Busqué el amor, y una mujer, un ángela mi' turbada vista se presentacon su rostro ofuscando a los malvadosque en torno la cercaban, y entre risasde estúpida malicia se gozaban,que en sus manos sacrílegas pensandola flor de su virtud marchitaríany de su faz las rosas ... ¡Miserables!¿Cuándo la nube tempestuosa y negrapudo apagar del sol la lumbre pura,aunque un instante la ofuscó? ¿Ni cuándosu irresistible luz el pardo buhosoportar pudo? ...
Yo temblé de gozo,sonrió mi labio y se aclaró mi frente,y brillaron mis ojos, y mis brazosvacilantes buscaban el objetoque tanto me asombró ... ¡Vana esperanza!En vez de un alma ardiente cual la mía,en vez de un corazón a amar creado,aridez y frialdad encontré sólo,aridez y frialdad ¡indiferencia! ...Y mis ensueños de placer volarony la fantasma de mi dicha huyóse,y sin lumbre quedé perdido y ciego.
Sin amistad y sin amor ... (La ingratade mí aparta la vista desdeñosa,y ni la luz de sus serenos ojosconcede a su amador ... En otro tiempo,en otro tiempo sonrió conmigo.)Sin amistad y sin amor, y huérfano.Es ya polvo mi padre, y ni abrazarlopude al morir. Y abandonado y soloen la tierra quedé. Mi pecho entoncesse oprimió más y más, y la poesíafue mi gozo y placer, mi único amigo.Y misteriosa soledad de entoncesmi amada fue.
¡Qué dulce, qué sublimees el silencio que me cerca en torno!¡Oh cómo es grato a mi dolor el rayode moribunda luna, que halagandoestá mi yerta faz! Quizá me escuchanlas sombras venerandas de los reyesque dominaron el Anáhuac, presahoy de las aves de rapiña y lobosque ya su seno y corazón desgarran.- ¡Oh varón inmortal! ¡oh rey potente!Guatimoc valeroso y desgraciado,si quebrantar las puertas del sepulcrote es dado acaso ¡ven! Oye mi acento,contemplar quiero tu guerrera frente,quiero escuchar tu voz ...
II
Siento la tierragirar bajo mis pies, nieblas extrañasmi vista ofuscan y hasta el cielo suben.Silencio reina por doquier; los campos,los árboles, las aves, la natura,la natura parece agonizante.Mis miembros tiemblan, las rodillas dobloy no me atrevo a levantar la vista.¡Oh mortal miserable! tu ardimiento,tu exaltado valor es vano polvo.Caí por tierra sin aliento y mudo,y profundo estertor del hondo pechooprimido salía.De repenteparece que una mano de cadáverme aferra el brazo y me levanta ... ¡Cielos!¿Qué estoy mirando? ...
- Venerable sombra,huye de mí; la sepultura cóncavatu mansión es. ¡Aparta, aparta!
En vanosuplico y ruego; mas el alma míavuelve a su ser y el corazón ya late.De oro y telas cubierto y ricas piedrasun guerrero se ve. Cetro y penachode ondeantes plumas se descubre; tienepotente maza a su siniestra, y arcoy rica aljaba de sus hombros penden ...¡Qué horror! Entre las nieblas se descubrenllenas de sangre sus tostadas plantasen carbón convertidas; aun se mirabajo sus pies brillar la viva lumbre.Grillos, esposas y cadenas durasvisten su cuerpo, y acerado anillooprime su cintura; y para colmode dolor, un dogal su cuello aprieta.Reconozco, exclamé, sí, reconozcola mano de Cortés bárbaro y crudo.¡Conquistador! ¡aventurero impío!¿Así trata un guerrero a otro guerrero?¿Así un valiente a otro valiente? ... Dijey agarrar quise del monarca el manto;pero él se deslizaba y aire sólocon los dedos toqué.
III
- Rey del Anáhuac,noble varón, Guatimoctzín valiente,indigno soy de que tu voz me halague,indigno soy de contemplar tu frente.Huye de mí. - No tal, él me responde,y su voz parecíaque del sepulcro lóbrego salía.- Háblame, continuó, pero en la lenguadel gran Nezahualcóyotl.Bajé la frente y respondí: La ignoro.El rey gimió en su corazón. - ¡ Oh mengua,oh vergüenza! gritó. Rugó las cejasy en sus ojos brilló súbito lloro.- Pero siempre te amé, rey infelice.Maldigo a tu asesino y a la Europa,la injusta Europa que tu nombre olvida.Vuelve, vuelve a la vida,empuña luego la robusta lanza,de polo a polo sonará tu nombre,temblarán a tu voz caducos reyes,el cuello rendirán a tu pujanza,serán para ellos tus mandatos, leyes;y en México, en París, centro de orgullo,resonará la trompa de venganza.¿Qué de estos tiempos los guerreros valencabe Cortés sañudo y Alvarado(varones invencibles si crueles)y los venciste tú, sí, los vencisteen nobleza y valor, rey desdichado!
- Ya mi siglo pasó. Mi pueblo todojamás elevará la oscura frentehundida ahora en asqueroso lodo.Ya mi siglo pasó. Del mar de Orientenueva familia de distinto idioma,de distintas costumbres y semblantes,en hora de dolor al puerto asoma;y asolando mi reino, nuevo reinosobre sus ruinas míseras levanta.Y cayó para siempre el mexicano,y ahora imprime en mi ciudad la plantael hijo del soberbio castellano.Ya mi siglo pasó.
Su voz augustasofocada quedó con los sollozos.Hondos gemidos arrojó del seno,retemblaron sus miembros vigorosos,el dolor ofuscó su faz adustay la inclinó de abatimiento lleno.- ¿Pues las pasiones que al mortal oprimenacosan a los muertos en la tumba?¿Hasta ella el grito del rencor retumba?¿También las almas en el cielo gimen?Así hablé y respondió. - Joven audace,el atrevido pensamiento enfrena.Piensa en tí, en tu nación; mas lo infinitono será manifiestoa los ojos del hombre: así está escrito.Si el destino funestoel denso velo destrozar pudieraque la profunda eternidad te esconde,más, joven infeliz, más te valieraver a tu amante en brazos de tu amigoy ambos a dos el solapado aceroclavar en tus entrañas,y reír a tu grito lastimeroy, sin poder morir, sediento y flaco,agonizar un siglo ¡ un siglo entero!
Sentí desvanecerse mi cabeza,tembló mi corazón, y mis cabelloserizados se alzaron en mi frente.Miróme con ternezadel rey la sombra y desplegando el labiode esta manera prosiguió doliente:
¡Oh joven infeliz! ¡cuál tu destino,cuál es tu estrella impía! ...Buscará la verdad tu desatinosin encontrar la vía.
Deseo ardiente de renombre y gloriaabrasará tu pecho,y contigo tal vez la tu memoriaexpirará en tu lecho.
Amigo buscarás y amante pura,mas a la suerte plugoque halles en ella bárbara tortura,y en él feroz verdugo.
Y ansia devoradorade mecerte en las olas de oceanoaumentará tu tedio, y será en vano,aunque en dolor y rabia te despeña,que el destino tiranopara siempre en tu suelo te aseguracual fijo tronco o soterrada peña.
Y entre tanto a tus ojos¡qué terrífico lienzo se desplega!Llanos, montes de abrojos;el justo, que navegay de descanso al punto nunca llega.
Y en palacios fastuososel infame traidor, el bandolero,holgando poderosos,vendiendo a un usurerolas lágrimas de un pueblo a vil dinero.
La virtud a sus puertasgimiendo de fatiga y desaliento,tiende las manos yertaspidiendo el alimento,y halla tan sólo duro tratamiento.
El asesino insanolos derechos proclama,debidos al honrado ciudadano.
Y más allá rastrero cortesano,que ha vendido su honor, honor reclama.Hombre procaz, que la torpeza inflama,castidad y virtud audaz predica,y el hipócrita ateoa Dios ensalza y su poder publica.
Una no firme sillamira sobre cadáveres alzada ...
Ya diviso en el puertohinchadas lonas como niebla densa,ya en la playa diviso,en el aire vibrando aguda lanza,de gente extraña la legión inmensa.Al són del grito de feroz venganzalas armas crujen y el bridón relincha;oprimida rechina la cureña,bombas ardientes zumban,vaga el sordo rumor de peña en peñay hasta los montes trémulos retumban.
¡Mirad! mirad por los calientes airesmares de viva lumbreque se agitan y chocan rebramando;mirad de aquella torre el alta cumbrecómo tiembla, y vacila y cruje, y cae,los soberbios palacios derrumbando.¡Escuchad, escuchad! ... Hondos gemidosarrojan los vencidos.¡Mirad los infelices por el suelo,moribundos, sus cuerpos arrastrando,y su sed ardorosaen sus propias heridas apagando!¡Oídlos en su duelomaldecir su nación, su vida, el cielo! ...Sangrienta está la tierra,sangrienta el alta sierra,sangriento el ancho mar, el hondo espacio,y del inmoble rey del claro díala faz envuelve ensangrentado velo.Nada perdona el bárbaro europeo;todo lo rompe y tala y aniquilacon brazo furibundo.Ved la doncella en torpe desaliñoabrazar a su padre moribundo.Mirad sobre el cadáver asquerosodel asesino aleve caer sin vida el inocente niño.
¡Oh vano suplicar! Es dura rocael hijo del Oriente:;brotan sangre sus ojos, y a su bocalleva sangre caliente.
Es su placer en fúnebres desiertoslas ciudades trocar. ¡Hazaña honrosa!Ve el sueño con desdén, si no reposasobre insepultos muertos.
¡Ay pueblo desdichado!Entre tantos caudillos que te cercan¿quién a triunfar conducirá tu acero?Todos huyen cobardes, y al soldadoen las garras del pérfido extranjerodejan abandonadoclamando con acento lastimero:¿Dónde Cortés está? ¿dónde Alvarado?
Ya eres esclavo de nación extraña,tus hijos son esclavos,a tu esposa arrebatan de tu seno ...¡Ay si provocas la extranjera saña! ...
¿Lloras, pueblo infeliz y miserable?¿A qué sirve tu llanto?¿Qué vale tu lamento?Es tu agudo quebrantopara el hijo de Europa inaplacablesu más grato alimento.
Y ni enjugar las lágrimas de un padreconcederá a tu duelo,que de la venerable cabelleraentre signos de gozole verás arrastradoal negro calabozo,do por piedad demanda muerte fiera.¡Ay, pueblo desdichado!¿Dónde Cortés está? ¿dónde Alvarado?
¿Mas qué faja de luz pura y brillanteen el cielo se agita?¿Qué flamígero carro de diamantepor los aires veloz se precipita?¿Cuál extendido pabellón ondea?¿Cuál sonante clarín a la peleael generoso corazón excita?
¡Temblad, estremeceos,oh reyes europeos!Basta de tanto escandaloso crimen.Ya los cetros en ascuas se convierten,los tronos en hoguerasy las coronas en serpientes fierasque rencorosas vuestro cuello oprimen.
¿Qué es de París y Londres?¿Qué es de tanta soberbia y poderío?¿Qué de sus naves de riqueza llenas?¿Qué de su rabia y su furor impío?Así preguntará triste viajero.Fúnebre voz responderá tan solo:¿Qué es de Roma y Atenas?
¿Ves en desiertos de África espantosos,al soplar de los vientos abrasadosqué multitud de arenasse elevan por los aires agitados,y ya truécanse en hórridos colosos,ya en bramadores mares procelosos?¡Ay de vosotros, ay, guerreros viles,que de la inglesa América y de Europa,con el vapor, o con el viento en popa,a México llegáis miles a milesy convertís el amistoso techoen palacio de sangre y de furores,y el inocente hospitalario lechoen morada de escándalo y de horrores!¡Ay de vosotros! Si pisáis altivoslas humildes arenas de este suelo,no por siempre será, que la venganzasu soplo asolador furiosa lanzay veloz las eleva por los aires,y ya las cambia en tétricos colososque en sus fornidos brazos os oprimen,ya en abrasados maresque arrasan vuestros pueblos poderosos.
Que aun del caos la tierra no salíacuando a los pies del Hacedor radianteescrita estaba en sólido diamanteesta ley, que borrar nadie podría:El que del infeliz el llanto vierte,amargo llanto verterá angustiado;el que huella al endeble, será hollado;el que la muerte da, recibe muerte;y el que amasa su espléndida fortunacon sangre de la víctima llorosa,su sangre beberá si sed lo seca,sus miembros comerá si hambre lo acosa.
IV
Brilló en el cielo matutino rayo,de súbito cruzó rápida llama,el aire convirtióse en humo densosalpicado de brasas encendidascual rojos globos en oscuro cielo.La tierra retembló, giró tres vecesen encontradas direcciones; hondocráter abrióse ante mi planta infirmey despeñóse en él bramando un ríode sangre espesa, que espumo lagoformó en el fondo, y cuyas olas negras,agitadas subiendo, mis rodillasbañaban sin cesar. Fantasma horriblede formas colosales y abultadas,envolvió su cabeza en luengo mantoy en el profundo lago sumergióse.Ya no ví mas ...
¿Dó estoy? ¿Qué lazo oprimemi garganta? ¡Piedad! Solo me encuentro ...Mi cuerpo tembloroso húmeda yerbatiene por lecho; el corazón mis manoscon fuerza aprietan, y mi rostro y cuerpotibio sudor empapa. El sol brillante,tras la sierra asomando la cabeza,mira a Chapultepec cual padre tiernocontempla al despertar a su hijo amado.Los rayos de su luz las peñas doran,los árboles sus frentes venerablesinclinan blandamente, saludandoal astro ardiente que les da la vida.Azul está el espacio, y a los montesbaña color azul, claro y oscuro.Todo respira juventud risueñay cantando los pájaros se mecenen las ligeras y volubles auras.
Todo a gozar convida; pero a mi almamanto de muerte envuelve, y gota a gotasangre destila el corazón herido.Mi mente es negra cavidad sin fondoy vaga incierto el pensamiento en ellacual perdida paloma en honda gruta.
¿Fue sueño o realidad? Pregunta vana ...Sueño sería, que profundo sueñoes la voraz pasión que me consume;sueño ha sido, y no más, el leve gozoque acarició mi faz; sueño el sonidode aquella voz que adormeció mis penas;sueño aquella sonrisa, aquel halago,aquel blando mirar ... Desperté súbitoy el bello Edén despareció a mis ojoscomo oleada que la mar envíay se lleva después. Sólo me restaatroz recuerdo que me aprieta el almay sin cesar el corazón me roe.Así el fugaz placer sirve tan sólopara abismar el corazón sensible,así la juventud y la hermosurasirven tan sólo de romper el senoa la cansada senectud. El hombretiene dos cosas solamente eternas:su Dios y la virtud, de Él emanada ...
Yo me sentí mecido de mis padresen los amantes cariñosos brazos,y fue sueño también ... Mujer que adoro,ven otra vez a adormecer mi almay mátame después, mas no te alejes ...La amistad y el amor son mi existencia,y el amor y amistad vuelven el rostroy huyen de mí cual de cadáver frío.
¡Venid, sueños, venid! y omad mi frentede beleño mortal: soñar deseo.Levantad a los muertos de sus tumbas;quiero verlos, sentir, estremecerme ...Las sensaciones mi alimento fueron,sensaciones de horror y de tristeza.Sueño sea mi paso por el mundo,hasta que nuevo sueño, dulce y grato,me presente de Dios la faz sublime.
16-27 de setiembre de 1839 Volver al Indice