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Diálogos y conversaciones Rafael Barrett CAPÍTULO PRIMERO La fuerza DON Justo (jurisconsulto). Don Angel (Propagandista libertario). Don Justo. Don Tomás (médico). Don Angel. Don Justo. Don Angel. Don Justo. Don Angel. Don Tomás. Don Angel. Don Tomás. Don Justo. Don Angel. Don Tomás (con suavidad). Don Justo. Don Tomás. Don Justo. Don Angel. Don Tomás. Don Angel. Don Tomás.
- Es cosa hecha.
- ¿La guerra, por fin?
- Al contrario, la paz.
- Era de prever. Austria aplastaría rápidamente a Turquía, de modo que ha hecho bien apropiándose lo que puede conservar. Ustedes (a don Angel), los emancipadores sociales, no quieren comprender que la paz supone la sumisión a un poder más alto. La desigualdad es el fundamento del orden. ¿No han notadG la plácida armonía de relaciones entre el hombre y el perro? Fomentar la igualdad, real o imaginada, es multiplicar sin medida las probabilidades de conflicto.
Iguales, rivales y enemigos, son términos equivalentes. Bendigamos la flaqueza de Turquía, Servia y demás trozos de ese mosaico de los Balkanes. Los pueblos débiles cuando saben que lo son constituyen una garantía de equilibrio.
- Habla usted como un jefe caníbal, y me extraña no ver en torno de su cuello el clásico rosario de dientes arrancados a la vecina tribu.
- Los pueblos débiles constituyen una garantía de equilibrio. Esta frase de don Tomás se justifica por el sistema de las compensaciones.
- No entiendo.
- Es un sistema comúnmente usado en política internacional. Cuando a consecuencia de una guerra desgraciada o de cualquier otra circunstancia adversa, un país fuerte ha sufrido pérdidas en su territorio, en su movimiento comercial o industrial, los demás países fuertes le reconocen el derecho de una compensación, pagada por algún país débil. Éste a su vez exige su respectiva compensaciÓn a un país todavía más débil, y el fenómeno se repite hasta llegar a un país demasiado débil para pedir compensaciones a nadie. Entonces todo queda tranquilo.
Así Francia, vencida y despojada por Prusia, ha buscado compensaciones en el norte de África. ¿Es posible concebir nara más justo? Austria, expulsada de Italia en 1866, ha buscado compensaciones en los Balkanes. España misma, privada de sus inmensas colonias, ha buscado su compensacioncita en el Río Muni, y ha sido amablemente tratada en Algeciras. ¿En qué piensa usted?
- En los negros del Río Muni. ¿Quién es el encargado de compensarlos?
- Ahí termina la serie, y la paz se afianza. ¿Pretende usted cambiar las leyes de la física?
- No es cuestión de física.
- Le concedo que hay también un poco de química, por lo que se refiere a los explosivos. Y felicitémonos de conocer parte de esas leyes, y de ser capaces de calcular los acontecimientos. Europa no se moverá ante la anexión de Bosnia y Herzegovina, porque sería hacer traición a su historia el ponerse del lado del vencido. Reconocerá los hechos consumados, y no trastornará los métodos tradicionales. Estoy seguro de que la anexión era forzosa.
- Acierta usted. El público cree que Austria ha dado un golpe de mano. Sin embargo, el artículo xxv del Tratado de Berlín estipula que Austria ocupe y administre ambas provincias, con exclusión de toda otra potencia. Desde 1878, Bosnia y Herzegovina han estado prácticamente anexionadas. Los privilegios de Turquía se redujeron a que siguiera nombrándose al sultán en las plegarias y alzándose la bandera otomana en los minaretes. La moneda turca, naturalmente, desapareció. Se fue dibujando un sensible progreso. Cruzaron la comarca los ferrocarriles ...
- Basta. Asomó el riel. Desde el momento que un salvaje se transporta a vapor, deja de ser salvaje.
- Pero don Angel, ¿qué otro criterio tenemos para distinguir?
- Aústria ha sido obligada a puntear las íes. La agitación panservianista, o paneslavónica, o lo que sea, se ha hecho intolerable, propagando la rebeldía y el separatismo dentro de las provincias legales, por la Croacia, la Estiria, la Eslavonia. Añadan ustedes el derecho reciente de Bosnia y Herzegovina a enviar sus representantes al parlamento turco. En las ciudades, una prensa feroz: en los campos, bandas de aventureros discutiendo a puñaladas. Austria, frente a una verdadera revolución, ha obrado como ha debido. Europa entera lo reconoce, empezando por Italia. Hubo un atentado, no al fondo sino a la forma del tratado de Berlín, y el caso es de lamentar, aunque se subsane en una próxima conferencia.
- Tal es el origen de las leyes: la manía de hacer respetable lo que no tiene remedio.
- ¡Oh! No sea usted así con nuestra maravillosa legislación. Los tratados internacionales son de diferente carácter.
- Lo que me indigna es que Austria haya elegido el instante en que Turquía, preocupada por la conquista de sus libertades interiores, no estaba dispuesta a defenderse.
- Por ahora, querido amigo, para ser libre fuera hay que ser esclavo dentro. ¿Por qué corta el acero? Porque sus moléculas están terriblemente encadenadas. Alemania es formidable: ¡setenta millones de ciudadanos dóciles! En el futuro luminoso con que usted sueña, quizá nos permitamos el lujo de ser libres en casa y más allá. Pero Turquía ha mandado hacer cañones. Esperemos.
- Confiesen ustedes que si Abdul Hamid tuviera diez veces el ejército que tiene ...
- ¡Bah! Si las condiciones del problema son distintas la solución también lo será. ¿Qué encuentra de particular en ello?
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CAPÍTULO SEGUNDO. El orden Biblioteca Virtual Antorcha