Gabriel Celaya Buenos dias Primera edición cibernética, noviembre del 2011 Captura y diseño, Chantal López y Omar Cortés Haz click aquí, si deseas acceder al Catálogo General de la Biblioteca Virtual Antorcha
Selección de Omar Cortés
y otros poemas
Presentación de Chantal López y Omar Cortés. Buenos dias. Vivir para ver. Hablando en castellano.
Ingeniero de profesión con una extraordinaria pasión por la poesía, Rafael Gabriel Juan Mujica Celaya Luceta (1911-1991), ha llegado a considerársele como el más genuino representante del género literario conocido como poesía comprometida. Creador de una vasta obra y partidario de la poesía concebida no como un lujo intelectual de los neutrales, sino como un instrumento de denuncia, de lucha, de expresión social, es, hoy por hoy, un símbolo para la juventud que toma plazas de infinidad de ciudades hispanas para hacer pública su oposición a los estragos provocados por el capitalismo financiero en el mundo entero, y a quienes se les conoce como los indignados. Muy probablemente la poesía de Gabriel Celaya no hubiese alcanzado esa popularidad, si no hubiera sido musicalizada y divulgada por el cantante hispano Paco Ibañez. La fuerza y el vitalismo de los versos de Celaya son como potentes descargas eléctricas que adquieren una suprema intensidad gracias a Paco Ibañez. En la breve selección que bajo el título Buenos días y otros poemas, digitalizamos aquí, en nuestra Biblioteca Virtual Antorcha, insertamos dos videos albergados en el sitio You Tube. Uno, con la interpretación de Juan Manuel Serrat de La poesía es un arma cargada de futuro, versión, dicho sea de paso, poco conocida; y la interpretación de Paco Ibañez de su composición España en marcha, esperando que esas inserciones eleven el interés de quien se acerque a curiosear esta selección poética. Chantal López y Omar Cortés
Son las diez de la mañana. ¡Qué revuelo de alegría! Respiro despacito, muy despacio, Lo inmediato se exalta. Yo no soy yo y existo, Saludo la blancura Estoy entre los árboles mirando Me avergüenza pensar cuánto he mimado ¡Cómo tiemblan las hojas pequeñitas y nuevas, Cuando canta un poeta como cantan las hojas, VIVIR PARA VER (A un poeta de ayer)
¡Distancias, espejismos!, hablemos despacito Tal fue la poesía real y delirante Tales fuisteis vosotros, poetas vanguardistas, Bella fue la aventura. Bello fue vuestro impulso. ¡Oh pura poesía luciente en lo lejano, Se desbarata en plumas un ángel positivo Poca cosa me queda si resto lo que os debo, A veces me parece que os debo pedir cuentas, Debisteis dar palabras al mudo y al hambriento; Camaradas de un día, celestes en la ausencia, ¡Oh, puras, trasnochadas y absueltas evidencias! Maestros, me enseñasteis cierta lírica sabia No obstante, tristemente, quisiera daros cuenta Contáis uno por uno los dientes a la luna Limpiáis esos espejos donde el ala de un ángel Mas no quiero, no quiero ceder a vuestra magia, Sois vosotros, vosotros, anónimos hermanos, Camaradas, quisiera deciros: No estáis solos. Charlando en las tabernas, viajando codo a codo Escuchad, camaradas, mis poemas iberos Poetas entregados a esa ambigua delicia Cumplid como yo trato de cumplir lo que pide HABLANDO EN CASTELLANO Hablando en castellano, Hablando en castellano, Hablando en castellano, Hablando en castellano, Hablando en castellano, Hablando en castellano, Hablando en castellano, Hablando en castellano, Hablando en castellano, Hablando en castellano, Hablando en castellano, Hablando en castellano, Hablando en castellano, Hablando en castellano,
He desayunado con jugo de naranja,
me he vestido de blanco
y me he ido a pasear y a no hacer nada,
hablando por hablar,
pensando sin pensar, feliz, salvado.
¡Hola, tamarindo!,
¿qué te traes hoy con la brisa?
¡Hola, jilguerillo!
Buenos días, buenos días.
Anuncia con tu canto qué sencilla es la dicha.
pensando con delicia lo que hago,
sintiéndome vivaz en cada fibra,
en la célula explosiva,
en el extremo del más leve cabello.
¡Buenos días, buenos días!
y el mundo externo existe,
y es hermoso, y es sencillo.
¡Eh, tú, gusanito! También hablo contigo.
¡Buenos días, buenos días!
También tú eres real. Por real, te glorío.
que ha inventado el gladiolo sin saber lo que hacía.
Saludo la desnuda
vibración de los álamos delgados.
Saludo al gran azul como una explosión quieta.
Saludo; muerto el yo, la vida nueva.
la mañana, la dicha, la increíble evidencia.
¿Dónde está su secreto?
¡Totalidad hermosa!
Por los otros, en otros, para todos, vacío,
sonrío suspensivo.
mis penas personales, mi vida de fantasma,
mi terco corazón sobresaltado,
cuando miro esta gloria breve y pura, presente.
Hoy quiero ser un canto,
un canto levantado más allá de mí mismo.
las hojitas verdes, las hojitas locas!
De una en una se cuentan
un secreto que luego será amplitud de fronda.
Nadie es nadie: Un murmullo
corre de boca en boca.
no es un hombre quien habla.
Cuando canta un poeta no se expresa a sí mismo.
Más que humano es su gozo,
y en él se manifiesta cuanto calla.
Comprended lo que digo si digo buenos días.
del mundo que así cambia, dando vueltas, brillando
del pasado al futuro, del futuro a esa anchura
que se mira a sí misma sin decir lo que piensa,
propone, indefinida y absuelta, lo absoluto
con forma de muchacha simplemente bonita,
con versos simplemente felices que en la nada
rubrican la ironía con su líquido brillo.
que ayer me fascinaba, sorbiéndome en sus giros:
Tobogán de caricias verso a verso cursadas
como una vuelta larga que resbala a ese trozo
de pueblo palpitante, voraz, real, violento
que hoy recojo caliente y el mar borra extendiendo.
Tal fue, nunca mordida, la evidencia increíble
que se rizaba al rizo con bucles de belleza.
rebeldes como un golpe de brisa entre las frondas,
levemente rebeldes, levemente reales,
apenás comprensibles hoy que vemos tan claro
cómo en falso eludisteis lo revolucionario
que os tocó y que puntuasteis jugando, no luchando,
y a título de bello burlando, no salvando
lo bárbaro y sagrado del impulso sin mancha.
Bella la irresponsable radiación que exhibisteis.
Bellos, vuestros hallazgos. Bellos, los bellos versos
que quedan como ruinas de aquel viento de lejos
que no entendisteis, quiso ser un pueblo concreto
clamando en el desierto, llamando a vuestra puerta,
mientras, falsos rebeldes, creyéndoos combatientes,
arrojábais las bombas del lirismo absoluto.
ave sobre-real de ojos bien calculados
y pupilas redondas de atención delirante!
¡Oh, construcción vibrátil de palabras exactas
e imágenes con brillo de explosiones de fiesta
que al estallar al cero perdían su sentido
y, al perder su sentido, desvelaban la magia
matemática y loca del verbo dicho y hecho!
al chocar con la esquina de una rima perfecta
mas pronto, sin misterios, con un juego de manos,
halláis su equivalencia; lo mostráis recompuesto.
Así esa poesía, la vuestra, la que un día
llamasteis absoluta, salvasteis de confusa
retórica y pecado de emoción sospechosa,
¡oh poetas mayores que admiro mas no leo!
ruiseñores maestros que os fuisteis por las ramas,
mas si canto, mi canto resulta diferente.
No quiero condenaros -¡ay, todo lo contrario!-.
Quisiera ser un hijo salvado y bautizado
mas pese a mí sucede que os niego en cada verso.
Lo que un día intentasteis sigue siendo un comienzo
que no puede seguirse. Somos otros, mordientes.
no por mí, por aquellos que dejasteis sin habla
y estaban ya cargados de terrible evidencia
cuando dabais por buenas las técnicas, exactas
bellezas de unos versos que ahora nos avergüenzan
pues ya entonces lloraban los niños que os callabais,
maldecían los hombres que hoy siguen maldiciendo,
y vosotros, al margen, os lavabais las manos.
debisteis hablar alto por todos los que callan;
debisteis ser conciencia que crece cuando choca;
y tan sólo escribisteis unos versos neutrales.
No hablaría tan alto si no fuera sensible
a esas maquinaciones imparciales y bellas.
Lo que acuso en vosotros son mis propios pecados.
Faltasteis y he faltado. No basta ser poeta.
la lírica absoluta, la clara permanencia
contable y declarada que termina en estrellas
disparadas y exactas, ferozmente presentes,
no quiero por hermanos trataros con respeto.
Valéis, broma de veras, lo que vale un poema,
un ave inverosimil cogida no sé cómo
con la trampa de un verso, con una burla bella.
¡Oh, vértebras del rayo! ¡Oh, pájaro enjaulado
que, a fuerza de dar vueltas, termina en transparencia,
central vertiginosa de todo lo que tiembla,
locura con su eje, vertical esplendente,
velocidad inmóvil, proclamación radiante
de algo que pese a todo resulta pronunciable
como ese telegrama transcrito por el rayo!
más allá de las reglas del jueglo planetario:
Poemas que funcionan como una guillotina
de dos y dos son cinco, de tres y diecisiete
es la hora del Correo del hastío incontable.
Son hechos fulminantes. Son formas increíbles.
Son cosas que suceden mientras en la garganta
cerrada gorgotean las sílabas del agua.
de todo lo que dentro de mi, cambiando, quema.
Veinte años nos separan. Chocamos como choca
la piedra con la rueda, la rabia con lo terco,
lo bárbaro aún no dicho con el justo poema
que acaso por logrado nos parece aún más muerto.
Quisiera denunciaros, mas vuelvo a vuestros versos.
Y me muerdo los puños. Comprendo que son bellos.
magnética y rabiosa de luz mortal e hiriente.
Inventáis el milagro con todo lo que cambia.
Jugáis al dominó con los huesos impares.
Levantáis un penacho casi fosforescente
de eléctrica inconsciencia, de foscos y alterados
insectos que crepitan en un claro de tierra
o libélulas leves que, liberadas, vuelan.
quedó cogida en frio, y él mueve todavía
melodías, buscando su espacio incalculable
con el ala segunda que tiembla informulada.
Trastornáis las distancias con metáforas puras.
Ponéis a la belleza su nombre intercambiable.
Resolvéis lo infinito jugando a cuatro esquinas.
Adoráis los excesos del ser uno y distinto.
ni al respeto que os debo, ni a ese cómodo elogio
con que conseguiría la palmada en la espalda.
Me recojo en mí mismo y escucho cómo suena
la vida informulada que va y viene doliente,
me sumerjo en mi centro, me convierto en la boca
de sombra que formula más de lo que pretendo,
me utiliza y explota, me arrebata y me anula.
con la pobre ternura, con la fe sin perdones,
con esos violines de luz indeformable
de vuestros corazones dolidamente heroicos.
Vosotros que aguantasteis sin armas, sin poetas,
sin defensa en un mundo que no era un mundo humano,
sin pan, sin ese poco de pan que era obligado,
sin la ayuda de aquellos que debieron cantaros.
Quisiera que encontrarais en mis versos el eco
del latido secreto que a todos nos sostiene.
nos salva en el conjunto con una fe y mil rostros.
Pueblo es Juancho Berridi, de profesión piloto,
con todas sus virtudes y todos sus defectos.
Pueblo es Ricardo Trecu, de oficio carpintero.
Y pueblo yo con ellos que se creen traicionados.
en los bamboleantes cajones de tercera,
me encuentro con personas que piensan lo que pienso,
que sufren lo que siento y agitan lo que incendio,
que animan mis canciones, levantan mi esperanza,
mas callan recelosas, me miran con sospecha,
me obligan a valiente y, abriendo en ancho el pecho,
a decir que aún hay patria para todos nosotros.
de hombre que, recorrido por vuestras mudas vidas,
quisiera con sus versos lograr, no la belleza,
sino la acción que pueden y deben los poetas
promover con sus versos de conmovida urgencia.
Recordad: No estáis solos. Recordad que si canto
mal o bien canta dentro de mí, sin nombre, el pueblo,
no abstracto, no eludido, ferozmente concreto.
del agua sin materia, y sin tiempo, y sin forma
que agitáis con la oscura lengua carnal que alarga
melancólicos peces, barro dulce y sagrado,
en el círculo a vueltas de las mil maravillas,
levantáos, sed hombres que aceptan sus deberes,
escuchad lo que el pueblo con alarma os exige,
pensad que ser neutrales es pronunciarse en contra.
con dolores urgentes mi tiempo entrecortado.
Pensad que no podríais vivir de otra manera:
Que ser es siempre ser ahora mismo y sin vuelta.
Y aceptadlo sabiendo que también lo que hoy clama
parecerá mañana traición. Por eso canto:
¡Distancias, espejismos!, hablemos despacito
del mundo que así cambia, dando vueltas, brillando.
mordiendo erre con erre por lo sano,
la materia verbal, con rabia y rayo,
lo pone todo en claro.
Y al nombrar doy a luz de ira mis actos.
con la zeta y la jota en seco zanjo
sonidos resbalados por lo blando,
zahondo el espesor de un viejo fango,
cojo y fijo su flujo. Basta un tajo.
el poblo, puoblo, puablo, que andaba desvariando,
se dice por fin pueblo, liso y llano,
con su nombre y conciencia bien clavados
para siempre, y sin más puestos en alto.
choco che, te, ¡zas!, ¿ca? Canto claro
los silbidos y susurros de un murmullo que a lo largo
del lirismo galaico siempre andaba vagando
sin unidad hecha estado.
tan sólo con hablar, construyo y salvo,
mascando con cal seca y fuego blanco,
dando diente de muerte en lo inmediato,
el estricto sentido de lo amargo.
las silabas cuadradas de perfil recortado,
los sonidos exactos, los acentos airados
de nuestras consonantes, como en armas, en alto,
atacan sin perdones, con un orgullo sano.
las vocales redondas como el agua son pasmos
de estilo y sencillez. Son los rústico y sabio.
Son los cinco peldaños justos y necesarios
y, de puro elementales, parecen cinco milagros.
mal o bien, pues que soy vasco, lo barajo y desentraño,
recuerdo cómo Unamuno descubrió su abecedario
y extrajo del hueso estricto su meollo necesario,
ricamente substanciado.
ya sé qué es poesía. Leyendo el Diccionario
reconozco cómo todo quedó bien dicho y nombrado.
Las palabras más simples son sabrosas, son algo
sabiamente sentido y calculado.
decir tinaja, ceniza, carro, pozo, junco, llanto,
es decir algo tremendo, ya sin adornos, logrado,
es decir algo sencillo y es mascar como un regalo
frutos de un largo trabajo.
no hay poeta que no sienta que pronuncia de prestado.
Digo mortaja o querencia. Digo al azar pena o jarro.
Y parece que tan sólo con decirlo, regustando
sus sonidos, los substancio.
en este castellano vulgar y aquilatado
que hablamos cada día, sin pensar cuánto y cuánto
de lírico sentido, popular y encarnado
presupone, entrañamos.
recojo con la zarpa de mi vulgar desgarro
las cosas como son y son sonando.
Mallarmé estaba inventado
el día que nuestro pueblo llamó raso a lo que es raso.
los nombres donde duele, bien clavados,
más encarnan que aluden en abstracto.
Hay algo en las palabras, no mentante, captado,
que quisiera, por poeta, rezar en buen castellano.
LA POESÍA ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO Cuando ya nada se espera personalmente exaltante cuando se miran de frente Se dicen los poemas Con la velocidad del instinto, Poesía para el pobre, poesía necesaria Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan Maldigo la poesía concebida como un lujo Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren Quisiera daros vida, provocar nuevos actos, Tal es mi poesía: Poesía-herramienta No es una poesía gota a gota pensada. Son palabras que todos repetimos sintiendo EL MARTILLO Cuando el trabajo, cuando lo cotidiano Cuando el martillo, cuando lo duro y terco Dando en el clavo, dando en firme verdades Dando iracundo, dando a luz con coraje, Donde se calla, donde las vidas mudas Donde los días, donde lo lento y largo, Canto la muerte. Canto, libre de engaños, Manda, martillo. Manda, aunque me duelas. Manda, implacable. Manda tú, necesario. Duro es mi tiempo. Duro y ciego es mi mundo. Duro es el sino. Duro, el vivir abrupto. Contra lo vago, contra lo dulce y triste Contra lo blando, contra los mil perdones, ¡Pobre de ti! ¡Pobre de mí, que a veces, ¡Pobre de mí! ¡Pobres de los que, pobres, Canta, martillo. Canta tú hasta matarme. Canta, martillo. Canta claro verdades.
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmando,
como un pulso que golpea las tinieblas,
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades:
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.
y calculo por eso con técnica, qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: Lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra, son actos.
nos va y nos va golpeando,
se pandonan los bellos disfraces con que un día
jugamos a inmortales. Y el alma queda en nada.
Y el hombre es sólo humano, repetible, cualquiera,
anónimo y sagrado.
con tacto y metal seco
ataca destellante, declara hasta la estrella,
claro y seco, sonoro, totalmente inmediato,
lo mínimo y precioso del centro diamantino,
señala en mí el destíno.
de claridad constante,
pulveriza implacable la ganga de ideales
y el yo que se inflaciona y espesa gasa a gasa
la opacidad que esconde, durísima, en el fondo,
mi pequeñez más pura.
me forja mi atacante.
Ya no son quién con nombre. Ya todo lo doliente
-la sombra que me sigue, la vida que aún me cuento-
trabajado, desnuda su principio intangible:
Nadie es nadie si es hombre.
fielmente se permutan
y dan una por otra continuo testimonio
de aliento sostenido, de corazón perpetuo,
yo pongo mis pequeñas palabras para todos
y una esperanza en alto.
cuenta a cuenta es rezado,
nacido para amar, para morir, aún canto
y apenas perceptible mi voz corre en el fondo
del mundo que sí existe, y es fugaz, y es hermoso.
Soy perdido un amante.
los días y trabajos,
los oficios humildes que rezan los obreros,
la dureza consciente, los héroes cotidianos,
los hombres que se siguen sin alzar la cabeza,
sin bajarla tampoco.
Levanta en mí la estrella.
Contra mí mismo lucho cuando busco ese estado
de radiante conciencia, de humildad trascendente,
y esa luz sin materia ni yo central clamante
de un dolor bien tallado.
Fórmame con tu rayo.
El aire es un halago cuando muevo los brazos,
transporto sin sentirme lo que otros me entregaron,
me olvido de mí mismo, tomo y doy -
¡ah!- respiro:
Soy mortal; soy activo.
Mas yo seré más duro,
golpeando sin odio, martillando verdades
necesarias, sagradas, salvadoras, terribles
como un amor oculto que al fin dice su nombre,
resulta ser combate.
Duro es también el puño
donde estoy apretando, y ocultando, y formando,
para ser sin decirme, para que triunfe en otros,
mi voluntad, mi furia, mi decisión de entrega
y el valor de ser hombre.
que en lo ancho me desvive
y en el agua sin forma de lo total irisa
una leve sonrisa, quizás melancolía,
propongo estrictamente, con una rabia heroica,
lo claro, amargo y frío.
hoy mato corazones.
Soy la luz y el martillo, soy el terco trabajo
de los hombres cualquiera, y ese motor sin pausa
que afirma y más afirma, golpe a golpe labrando
la estatua colectiva.
como tú, siento fiebre,
agiganto mí pulso, me imagino que siempre
durarán por intensos mis mínimos instantes,
lo mío y sólo mío, lo ineludible y loco
del verso que ahora apuesto!
lloramos los sudores,
creyéndonos divinos, gota a gota acabando
en esta cristalina verdad que transparenta
lo mucho que debemos, lo poco que valemos,
la nada de los nombres!
Contra mí, sé constante,
hasta hacerme y hacerme notar qué poco importo,
y hacerme ver qué poco soy si soy quien se explica,
y cómo cuanto existe se vuelve en mí plausible,
y es en mí, sin yo, vida.
Canta lo irremediable.
He abrazado el difícil destino que me cumple.
Soy como tú. Soy nadie. Soy un hombre clavado.
Mas no cejes, martillo, por mucho que me queje.
Sé mi estampa fulgente.
ESPAÑA EN MARCHA
Nosotros somos quien somos. Ni vivimos del pasado, Somos el ser que se crece. Somos bárbaros, sencillos. De cuanto fue nos nutrimos, ¡A la calle!, que ya es hora No reniego de mi origen Españoles con futuro Recuerdo nuestros errores Vuelvo a decirte quién eres. No quiero justificarte España mía, combate PASA Y SIGUE Uno va, viene y vuelve, cansado de su nombre; Entonces uno siente qué triste es ser un hombre. Quisiera que escuchárais las hojas cuando crecen, Lloraríais conmigo la lágrima o la estrella, Lloraríais, y ¡ay! lloro, yo, plural, yo, horadado, Da miedo ser poeta; da miedo ser un hombre Pensadlo: Ser poeta no es decirse a sí mismo. A través de mi pasa: Yo irradio transparente, Sonámbulos acuden a mí los que no saben Cuando grito, no grita mi yo para decirse. ¡Oh jóvenes poetas!, mirad, estoy llamando, No me hagáis más preguntas. Cantad cara al mañana
¡Basta de Historia y de cuentos!
¡Allá los muertos! Que entierren como Dios manda a sus muertos.
ni damos cuerda al recuerdo.
Somos, turbia y fresca, un agua que atropella sus comienzos.
Somos un río derecho.
Somos el golpe temible de un corazón no resuelto.
Somos a muerte lo ibero
que aún nunca logró mostrarse puro, entero y verdadero.
transformándonos crecemos
y así somos quienes somos golpe a golpe y muerto a muerto.
de pasearnos a cuerpo
y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo.
pero digo que seremos
mucho más que lo sabido, los factores de un comienzo.
y españoles que, por serlo,
aunque encarnan lo pasado no pueden darlo por bueno.
con mala saña y buen viento.
Ira y luz, padre de España, vuelvo a arrancarte del sueño.
Vuelvo a pensarte, suspenso.
Vuelvo a luchar como importa y a empezar por lo que empiezo.
como haría un leguleyo.
Quisiera ser un poeta y escribir tu primer verso.
que atormentas mis adentros,
para salvarme y salvarte, con amor te deletreo.
va por los bulevares y vuelve por sus versos,
escucha al corazón que, insumiso, golpea
como un puño apretado fieramente llamando,
y se sienta en los bancos de los parques urbanos
y ve pasar la gente que aún trata de ser alguien.
Entonces uno siente qué duro es estar solo.
Se hojean febrilmente los anuarios buscando
la profesión poeta -¡ay, nunca registrada!-.
Y entonces uno siente cansancio, tiempo lento y cargado.
quisiera que supiérais lo que es abirse al aire
creyendo que uno colma de evidencia el instante
con su golpe de savia y ascendencia situada,
quisiera que pesárais después de tanto esfuerzo
que esa gloria y sorpresa fueron luz, fueron nada.
lloraríais verdades de temblor transparente,
caeríais como gotas de lo espeso afligido
y en lo pálido y liso diminutos tambores
sonarían al paso de los números neutros
como largos sumandos de implacable cansancio.
desalmándome lento, sintiendo ya los huesos
que, sueltos se golpean, y al fin, desencajados,
baten, baten, avenian -polvo y paja- mi vida.
Lloraríais si viérais, cómo pienso en vosotros.
Lloraríais, y ¡ay lloro!, lluevo amén mi fatiga.
consciente del lamento que exhala cuando existe.
Da miedo decir alto lo que el mundo silencia.
Mas ¡ay! es necesario, más ¡ay! soy responsable
de todo lo que siento y en mi se hace palabra,
gemido articulado, temblor que se pronuncia.
Es asumir la pena de todo lo existente,
es hablar por los otros, es cargar con el peso
mortal de lo no dicho, contar años por siglos,
ser cualquiera o ser nadie, ser la voz ambulante
que recorre los limbos procurando poblarlos.
yo trasmito muriendo, yo sin yo doy estado
al hombre que si mira parece que algo exige,
y simplemente mira, me está siempre mirando,
y esperando, esperando desde hace mil milenios
que alguien pronuncie un verso donde poder tenderse.
si sufren o si sólo por no muertos del todo
aún siguen suspirando sin encontrar su forma,
su expresión absoluta, su descanso y mi olvido.
Y como quien conjura fantasmas yo pronuncio
palabras en que dejo de ser quien soy por ellos.
Cuando lloro, quien llora dentro de mi es cualquiera,
y es tan sólo en los otros donde vivo de veras.
Mis cantos son los cantos rodados que un mansa
corriente milenaria suaviza y uniforma,
y el murmullo del agua los va deletreando.
hundido en ese fondo que aún no ha sido expresado
de los muertos y el muerto que yo sumo al fracaso.
Decid lo que no supe, lo que nadie aún ha dicho.
Yo cumplí lo que pude, pero todo fue en vano,
y hoy me siento cansado -perdonadme- cansado.
lo común de la sangre, lo perpetuo y corriente.
No, al solo yo atenidos, pensáis que vuestra muerte
es la muerte sin vuelta y el fin de vuestro anhelo.
Mientras haya en la Tierra un solo hombre que cante,
quedará una esperanza para todos nosotros.