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NOVENA JORNADA
Comienza la novena jornada del Decamerón, en la cual, bajo el gobierno de Emilia, discurre cada uno sobre lo que le gusta y sobre lo que más le agrada.
La luz, cuyo esplendor ahuyenta la noche, había ya cambiado todo el octavo cielo de azulino a color celeste, y comenzaban por los prados a erguirse las florecillas, cuando Emilia, levantándose, hizo llamar a sus compañeras e igualmente a los jóvenes; los cuales, venidos y poniéndose en camino tras los lentos pasos de la reina, hasta un bosquecillo no lejano de la villa fueron, y entrando en él, vieron que animales como los cabritillos, ciervos y otros, que no temían a la caza por la existente pestilencia, los esperaban no de otra manera que si en domésticos y sin temor se hubiesen convertido. Y ora a éste, ora a aquél acercándose, como si debieran unirse a ellos, haciéndolos correr y saltar, por algún tiempo se recrearon; pero elevándose ya el Sol, a todos pareció oportuno volver. Iban todos engalanados con guirnaldas de encina, con las manos llenas de hierbas odoríferas y flores; y quien los hubiese encontrado nada hubiera podido decir sino: O éstos no serán por la muerte vencidos o los matará alegres. Así pues, paso a paso viniendo, cantando y bromeando y diciendo agudezas, llegaron a la villa, donde todas las cosas ordenadamente dispuestas y a sus servidores alegres y festejantes encontraron. Allí, descansando un tanto, no se pusieron a la mesa antes de que seis cancioncillas (la una mejor que la otra) fuesen cantadas por los jóvenes y las señoras; después de las cuales, lavándose las manos, a todos colocó el mayordomo a la mesa según el gusto de la reina; donde, traídas las viandas, todos alegres comieron; y levantándose de ello, a carolar y a tocar sus instrumentos se dieron, por algún espacio; y después, ordenándolo la reina, quien quiso se fue a descansar. Pero llegada la hora acostumbrada, todos en el lugar acostumbrado se reunieron para contar sus historias, y la reina, mirando a Filomena, dijo que diese principio a las historias del presente día; la cual, sonriendo, comenzó de esta guisa.
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