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EL ENEMIGO DEL PUEBLO

Enrique Ibsen




ACTO PRIMERO



Salón en casa del doctor Stockmann, modestamente amueblado, pero acogedor. En la lateral derecha, dos puertas: la situada en primer término comunica al despacho, y la otra, al vestíbulo. En la lateral opuesta, una puerta que da a las otras habitaciones. Hacia él centro de la misma lateral, una estufa, y en primer término, un sofá; frente a él, una mesa cubierta con un tapete. Sobre la mesa, una lámpara prendida. Al foro, puerta abierta al comedor. Sobre la mesa, dispuesta para la cena, hay otra lámpara, también prendida. Anochece.
Frente a la mesa del comedor está sentado Billing, con una servilleta colocada en el cuello. La señora Stockmann, parada junto a la mesa, le ofrece carne asada. Sobre la mesa, los cubiertos en desorden muestran que los demás han terminado de comer
.

SEÑORA STOCKMANN
Señor Billing, como ha llegado tarde, tendrá que conformarse con la comida fría.

BILLING
(Comiendo). Mucho mejor. Esto está muy sabroso.

SEÑORA STOCKMAN
Ya sabe usted que mi marido es muy puntual, y ...

BILLING
Pues mire, de verdad eso no tiene mucha importancia. En sí, prefiero comer solo, así estoy mucho más a gusto.

SEÑORA STOCKMANN
Bueno, bueno; si usted está mejor así, entonces... (Escucha.) Creo que ha llegado su amigo Hovstad.

BILLING
Mmmmm ... creo que sí. (Entra el Alcalde, Pedro Stockmann, con abrigo, gorra y bastón.)

ALCALDE
Buenas noches, querida cuñada.

SEÑORA STOCKMANN
(Entra en el salón.) ¡Ah! ¿Es usted? Muy buenas noches. ¡Qué gentileza la suya de venir a vernos.

ALCALDE
Bueno, es que como andaba por aquí, pues ... (Mira hacia el comedor.) ¡Ah! Pero veo tiene usted invitados ...

SEÑORA STOCKMANN
(Algo confusa.) No, no; mire, es que ... (Precipitada.) Pero ... que mal educada soy, por cierto, ¿no gusta usted pasar y tomar algo?

ALCALDE
¿Yo? No, muchísimas gracias. ¡Dios me libre! ¡Comida caliente por la noche! ¡Eso es demasiado para mi estómago!

SEÑORA STOCKMANN
Pero, hombre, una vez no hace mal ...

ALCALDE
No, no; de verdad, muchísimas gracias. Con un tesito y pan y mantequilla es más que suficiente. A la larga, es más sano ... y ... más barato.

SEÑORA STOCKMANN
(Sonríe.) Válgame Dios, ¿no irá usted a pensar que Tomás y yo somos unos derrochadores?

ALCALDE
Por Dios, querida cuñada; ¿cómo piensa usted eso. Lejos de mí esa idea. (Señala al despacho del doctor.) Por cierto, ¿se encuentra el doctor en casa?

SEÑORA STOCKMANN
No; salió a pasear con los chicos, después de cenar.

ALCALDE
Vaya, entonces esa ha de ser la razón del por qué se encuentra tan sanote. (Escucha.) Hum ..., por cierto, hablando del rey de Roma ... creo que esta llegando.

SEÑORA STOCKMANN
No, no es él. (Llaman a la puerta.) ¡Adelante! (Entra Hovstad.) ¡Ah! ¿Es usted, Hovstad? Pues ...

HOVSTAD
Sí, disculpe la tardanza, pero es que me entretuvieron en la imprenta y ... ¡Buenas noches, señor alcalde!

ALCALDE
(Saluda y se muestra algo inquieto.) Viene usted por algún asunto importante, ¿no?

HOVSTAD
En cierto modo, sí. Se trata de un artículo del señor doctor para el periódico.

ALCALDE
Sí, claro; ya he escuchado que mi hermano está convirtiéndose en un excelente colaborador de La Voz del Pueblo.

HOVSTAD
Asi es; siempre escribe cuando tiene que comunicar alguna verdad.

$EÑORA STOCKMANN
(A Hovstad, señalando al comedor.) ¿No gusta usted ...?

ALCALDE
¡Por Dios! No seré yo quien se lo reproche. Escribe para el círculo de lectores de quienes puede esperar mejor acogida. Por lo demás, yo, personalmente, no tengo ninguna razón contra su periódico; créame, señor Hovstad.

HOVSTAD
Le creo.

ALCALDE
Por lo general, y gracias a Dios, en nuestra ciudad reina un formidable y verdadero espíritu de tolerancia, que fortalece a la ciudadanía. Y eso, gracias a que nos une un interés común, un interés que es la esperanza de todos los vecinos de buena voluntad ...

HOVSTAD
¿Se refiere usted al Balneario?

ALCALDE
¡Claro! ¿A qué más? El Balneario es magnífico. Estoy plenamente convencido de que esos baños constituirán una riqueza vital para la ciudad. No lo dude usted.

SEÑORA STOCKMANN
Igual dice Tomás.

ALCALDE
Es que es la pura verdad. Nada más que ver cómo hemos progresado en el último par de años. Se nota movimiento, vida. El valor de los terrenos y de las casas está al alza día con día.

HOVSTAD
¡Por supuesto! Y por ello el desempleo también ha disminuido.

ALCALDE
Cierto. Además, felizmente, las contribuciones igualmente han disminuido, y es de esperar que disminuyan aún más si en este año tenemos un buen verano, y somos visitados por un gran número de forasteros que vengan a aprovechar nuestros baños medicinales,

HOVSTAD
Pues parece ser que hay bastantes probabilidades de que así sea.

ALCALDE
Esperemos que sí, ya que las primeras impresiones son, desde luego, muy prometedoras. Todos los días se hacen solicitudes de alojamiento.

HOVSTAD
Entonces el artículo del doctor llega en un momento sumamente oportuno.

ALCALDE
¡Ah! ¿Sí? Entonces ... ¿ha escrito algo más?

HOVSTAD
Sí; lo escribió este invierno. Es un artículo en qué recomienda el Balneario y hace un resumen de sus magníficas condiciones sanitarias. Entonces no se lo publiqué, porque ...

ALCALDE
Alguna imprudencia habrá cometido, ¿no?

HOVSTAD
No, no, nada de eso. Lo que pasó es que me pareció mejor esperar hasta ya entrada la primavera, que es cuando la gente hace sus preparativos para veranear.

ALCALDE
¡Muy acertada decisión la suya!

SEÑORA STOCKMAN
Tomás no tiene límites en su trabajo cuando se trata del Balneario.

ALCALDE
¡Claro, para eso está a su servicio!

HOVSTAD
Además, bien sabemos que fue él quien lo fundó.

ALCALDE
¿Él? ¿Cree usted? Desde luego, no es la primera vez que oigo semejante opinión. Pero, la verdad, a mí me parece que también yo tuve una pequeña parte en esa fundación.

SEÑORA STOCKMANN
Él nunca ha dejado de reconocerlo.

HOVSTAD
¿Quién lo niega, señor alcalde? Usted fue quien puso la maquinaria en marcha. En sí, lo que quise decir es que el de la idea fue el doctor.

ALCALDE
¡Sí! ¡Sí! ¡Lo que es ideas, siempre le han sobrado a mi hermano..., degraciadamente! Pero cuando se trata de ponerlas en práctica, entonces hay que buscar a otras personas, señor Hovstad. La verdad; no pensaba que aquí, precisamente en esta casa ...

SEÑORA STOCKMANN
Pero, querido cuñado ...

HOVSTAD
Señor alcalde, ¿cómo puede ...?

SEÑORA STOCKMANN
Hágame el favor de pasar y tómese algo mientras llega mi marido, señor Hovstad. No creo que tarde ya mucho.

HOVSTAD
Muchas gracias. Tomaré sólo un bocado. (Pasa al comedor.)

ALCALDE
¿En voz baja.) ¡Estos hijos de campesinos tienen, siempre tan poco tacto!

SEÑORA STOCKMANN
Por Dios, cuñado, déjelo ya de una vez; no vale la pena preocuparse por esas cosas. Usted y Tomás pueden compartir los honores de la fundación del balneario como buenos hermanos.

ALCALDE
Así debía ser; pero, por lo visto, el mundo no nos concede el honor por partes iguales.

SEÑORA STOCKMANN
¡Qué más da! Usted y Tomás están completamente de acuerdo, y eso es lo que importa. (Escucha.) Me parece que ya ha llegado. (Se dirige hacia la puerta del vestíbulo.)

DOCTOR STOCKMANN
(Desde fuera.) Mira, Catalina, aquí tenemos otro convidado: nada menos que el capitán Horster. ¿Qué te parece? ¿Eha? Tenga la bondad, señor Horster; ponga ahí en la percha su abrigo. Pero ... ¿No lleva usted abrigo? Figúrate, Catalina, lo encontré en la calle; no quería venir pero, insistí y ... (Horster entra y saluda a la señora Stockmann. El Doctor Stockmann en la puerta, dirigiéndose a los niños.) ¡A ver, niños, adentro! ¡Fíjate: ya están otra vez con apetito! Venga, señor Horster; ahora va usted a probar mi rostbif que ... (Empuja a Horster hacia el comedor. Ejlif y Morten los siguen.)

SEÑORA StocKMANN
Pero, Tomás, ¿no te das cuenta de que ...?

DOCTOR STOCKMANN
(Volviéndose en la puerta.) ¡Ah! ¿Tú aquí, Pedro? (Va hacia él y le tiende francamente la mano.) ¡Cuánto me alegro de verte!

ALCALDE
Sí, pero por desgracia debo marcharme pronto.

DOCTOR STOCKMANN
¿Qué estás diciendo? No. no. no; espérate un momento que ahorita nos traen el ponche. ¿No habrás olvidado el ponche, Catalina?

SEÑORA STOCKMANN
No, no, descuida; el agua ya está hirviendo. (Se dirige hacia el comedor.)

ALCALDE
¿Ponche? ¡Sólo eso faltaba!

DOCTOR STOCKMANN
Pues claro. Ya verás qué bien lo pasamos aquí.

ALCALDE
Gracias, pero no me gustan mucho los festines de ponche y ...

DOCTOR STOCKMANN
Oye, esto no es ningún festín.

ALCALDE
Pues yo diría ... (Mira hacia el comedor.) ¡Hay que ver como comen esos tragones!

DOCTOR STOCKMANN
¿Verdad que es una bendición ver comer a la gente joven? Hasta abre el apetito, ¿no crees? ¡Eso es vida! Tienen que comer, Pedro. Necesitan fuerzas. El día de mañana tendrán que enfrentarse con la materia para arrancarle nuevos secretos y ...

ALCALDE
¿Y qué secretos puede tener aquí la materia?

DOCTOR STOCKMANN
Eso pregúntaselo a la juventud; ella te contestará cuando llegue el momento. Aunque entonces, probablemente, ni tú ni yo existiremos. Dos vejetes como nosotros ...

ALCALDE
Bueno, bueno, eso de vejetes me suena muy exagerado.

DOCTOR STOCKMANN
La verdad no peca pero incomoda, ¿verdad hermanito? Pero, en fin, lo que sucede es que estoy muy contento. ¡Entre tanta actividad me siento verdaderamente feliz! Vivimos en tiempos prodigiosos. Parece como sí alrededor nuestro se estuviera formando un mundo nuevo.

ALCALDE
¿Realmente así opinas?

DOCTOR STOCKMAN
Claro; tú no puedes comprenderlo como yo. Te has pasado aquí toda la vida, y, naturalmente, el ambiente te ha adormecido la sensibilidad. Pero yo, que he tenido que permanecer todos estos años en el Norte, casi en el Polo, sin ver a nadie, sin tener quien me dijera ni una palabra que me hiciese reflexionar; tengo ahora la exacta imprésión de que vivo en medio de la actividad y el movimiento de una de las ciudades más grandes del mundo.

ALCALDE
¿Una gran ciudad? ¿En verdad eso piensas?

DOCTOR STOCKMAN
Ya sé que nuestras condiciones de vida son aún modestas en comparación con otros lugares. Pero aquí hay vida, y el futuro es verdaderamente prometedor. Y eso es lo importante, tener un futuro por el cual luchar y trabajar ... (A su mujer.) Catalina, ¿ha venido el cartero?

SEÑORA STOCKMANN
(Desde el comedor.) No que yo sepa.

DOCTOR STOCKMANN
Además, ¡tener asegurado el pan de cada día! Pedro, eso es algo que sólo sabe apreciarse cuándo, como nos ha sucedido a nosotros, se han enfrentado grandes necesidades.

ALCALDE
Bueno, pero ...

DOCTOR STOCKMANN
Sí, necesidades. Como puedes imaginar, la vida allá, en el Norte, no nos resultó siempre muy fácil. Y ahora ¡hénos aquí, convertidos en grandes señores o poco menos! Hoy mismo, sin ir más lejos, hemos comido rostbif. Por cierto, ¿no quieres probar un bocado? Anda, ven, aunque sólo sea para verlo.

ALCALDE
No, hombre, no.

DOCTOR STOCKMANN
Bueno, acércate aquí, por lo menos ... ¿Ves? Tenemos tapete nuevo.

ALCALDE
Sí, ya me he fijado.

DOCTOR STOCKMANN
Y una magnífica pantalla para la lámpara. ¿Te das cuenta? Pues te diré que todo esto se debe a los ahorros de Catalina, ¿Verdad que la habitación resulta así más acogedora? Mira desde aquí ... No, hombre; ahí, no. Desde aquí, ¡eso! ¿Lo ves? Con la luz así, medio escondida ..., me parece que hasta resulta más elegante, ¿no crees?

ALCALDE
¡Hombre!, cuando uno se permite esos lujos ...

DOCTOR STOCKMANN
Pues ¡no faltaba más! Ahora que puedo ... Catalina dice que gano casi tanto como gastamos.

ALCALDE
¡Casi! ¡Ah!

DOCTOR STOCKMANN
Un hombre de ciencia tiene que vivir con ciertas comodidades. Estoy seguro de que cualquier alcalde gasta al año mucho más que nosotros.

ALCALDE
¡Ya lo creo! Pero es que un alcalde, un alto magistrado ...

DOCTOR STOCKMANN
No sólo un alcalde, un simple negociante, si quieres. Puedes estar seguro de que un negociante gasta muchísimo más.

ALCALDE
Hombre, eso es evident ... las circunstancias ...

DOCTOR STOCKMANN
Además, no se puede decir que seamos derrochadores, Pedro. Me gusta tener gente en mi casa que me estimule y nada más. ¿Comprendes?, lo necesito. ¡He estado tanto tiempo sólo! Creeme: para mi es una verdadera necesidad tratar con gente joven, con gente activa ... Todos los que están aquí lo son. Me gustaría que conocieras un poco mejor a Hovstad ...

ALCALDE
Sí, lo conozco. A propósito, me ha dicho que va a publicar otro escrito tuyo.

DOCTOR STOCKMANN
¿Un artículo mío?

ALCALDE
Sí; sobre el Balneario. Un artículo que habías escrito este invierno.

DOCTOR STOCKMANN
¡Ah! Sí. Pero no quiero que lo publique por ahora ...

ALCALDE
¿Por qué no? Yo creo que ahora es el momento más oportuno.

DOCTOR STOCKMANN
Sí, puede que tengas razón; en circunstancias normales ... (Pasea.)

ALCALDE
(Le sigue con la mirada.) ¿Y qué anormalidad hay ahora?

DOCTOR STOCKMANN
(Se detiene.) Pedro, francamente, aún no puedo decirte nada; esta noche, por lo menos, no. Quizá existan grandes cosas; quizá todo siga como está. Quién sabe, a lo mejor no son más que figuraciones mías.

ALCALDE
La verdad, que todo esto me parece demasiado misterioso. Anda, di, ¿qué pasa? ¿Algo que no deba yo saber? Vamos, yo creo que, como presidente de la sociedad, tengo derecho a ...

DOCTOR STOCKMANN
Y yo creo que ... Bueno, no vale la pena que nos pongamos a discutir, Pedro.

ALCALDE
Por Dios, ya sabes que no es ésa mi intención. Pero, desde luego, exijo que todo se resuelva según los reglamentos y a través de las autoridades instituidas a tal fin. Nada de pasos clandestinos.

DOCTOR STOCKMANN
¿Es que yo alguna vez he dado un paso a espaldas de ...?

ALCALDE
No digo que lo hayas hecho; pero es que tú tienes una inclinación innata a tomar las cosas por tu propia cuenta, y eso, en una comunidad bien organizada, no se puede tolerar bajo ningún concepto. Las iniciativas particulares tienen que supeditarse al interés general, o, mejor dicho, a las autoridades, que para ello han sido designadas.

DOCTOR STOCKMANN
No lo niego pero, ¿puedes decirme qué demonios me importa a mí todo eso?

ALCALDE
Importa mucho, querido Tomás; porque parece que no quieres comprenderlo. Tarde o temprano habrás de arrepentirte; ya lo verás. Quedas advertido. Adiós.

DOCTOR STOCKMANN
Pero, ¿te has vuelto loco? Te aseguro que estás completamente equivocado ...

ALCALDE
No acostumbro estarlo, Además que no quiero discutir ... (Saluda hacia el comedor.) Adiós, cuñada. Adiós, señores. (Se va.)







SEÑORA STOCKMANN
(Entra en el salón.) ¿Ya se fue?

DOCTOR STOCKMANN
Sí; y curiosamente muy enojado.

SEÑORA STOCKMANN
Pero ... ¿pues qué le hiciste?

DOCTOR STOCKMANN
Nada. Ya sabes como es, quiere que le cuente todo antes de estar seguro.

SEÑORA STOCKMANN
¿Seguro? ¿De qué?

DOCTOR STOCKMANN
Dejémoslo así, Catalina, ¿quieres? ¡Oye, por cierto, no se te hace raro que no haya venido el cartero? (Hovstad, Billing y Horster se han levantado de la mesa y entran en el salón. Les siguen Ejlif y Morten.)

BILLING
Se despereza.) ¡Ah! ¡Qué bien! ¡Después de una buena cena queda uno al mero tiro!

HOVSTAD
Por cierto, parece que el alcalde hoy andaba de mal humor, ¿no les parece?

DOCTOR STOCKMANN
Bueno, es que él así es, no le agrada cenar pesado porque luego le da acidez.

HOVSTAD
Pues más bien pienso que lo que le provoca las agruras es La Voz del Pueblo, y que nuestra presencia le agudiza sus malestares.

SEÑORA STOCKMANN
Pero ... no diga eso ... De verdad me sorprende, pensaba que usted se llevaba muy bien conél.

HOVSTAD
¡Bah! ¡No, señora, no! En si mi actitud para con él es mas bien ... ¿cómo decirlo? ... ¡Ya sé! ... una actitud diplomática.

BILLING
Claro. Eso es. Diplomacia pura.

DOCTOR STOCKMANN
Pero se debe comprender que Pedro tiende a ser un hombre introvertido, solitario; además, al no tener la calidez de un hogar pues ... parece que se refugia en el mundo de los negocios ... Y, además, ¿qué puede uno esperar de una persona que no bebe más que té? Bueno, bueno, baste de chisme, pongamos mejor la sillas alrededor de la mesa. Y no se te olvide el ponche, Catalina.

SEÑORA STOCKMANN
(Se dirige al comedor.) ¡Sí mi señor!

DOCTOR STOCKMANN
Y usted, capitán, véngase para acá, a mi lado. Un huésped de su alcurnia no se tiene todos los días ... Ahora, siéntense donde mejor les plazca. (Todos toman asiento alrededor de la mesa. La señora Stockmann aparece cargando una bandeja.)

SEÑORA STOCKMANN
Aquí está el ponche y las galletitas. Sírvase cada uno a su satisfacción.

DOCTOR STOCKMANN
(Toma una taza.) No te preocupes Catalina, nosotros nos serviremos. (Mezcla los ingredientes del ponche.) ¡Que rico! Y, ahora, a fumar. Ejlif, sabes dónde deje los cigarros, ¿no? Y tú, Morten, ¿pásame la pipa, quieres? (Los dos niños salen por la puerta de la derecha.) Por cierto, tengo la leve sospecha de que Ejlif me baila los cigarros ... (Alzando la voz.) ¡Dónde habré dejado mi gorro? ¡Morten, Catalina, ¿alguno podría refrescarme la memoria? (Aparecen los niños con los encargos.) Bueno; señores, sírvanse a su entera satisfacción. (Ofrece los cigarros.) Me van a disculpar pero yo soy fiel a mi pipa. Con ella he atravesado no pocas tormentas en el Norte... (Brinda con la taza.) ¡Salud! ¡Qué bueno es estar aquí, tranquilo, sin presiones de ningún tipo!

SEÑORA STOCKMANN
(Sentada, tejiendo.) ¿Ya se va usted, capitán?

HORSTER
Pues quizá la próxima semana me marche.

SEÑORA STOCKMANN
Va a ir a América, ¿verdad?

HORSTER
Sí; por lo menos ese es mi objetivo ...

BILLING
Entonces, ¿se perderá las elecciones municipales?

HORSTER
¡Ah! ¿A poco va a haber otra elección?

BILLING
¿No lo sabía?

HORSTER
No; francamente a mi no me interesa mucho eso.

BILLING
¿No le interesan los asuntos públicos?

HORSTER
No. Lo que pasa es que de eso no entiendo nada.

BILLING
Pero, capitán, de a perdis hay que votar.

HORSTER.
¿Aunque no se entienda nada?

BILLING
¡Vaya! Entender, entender ... ¿Qué entiende usted por entender? Mire, vealo asi, la sociedad es como un barco, y cada quien tiene la obligación, según sus capacidades, de colaborar en la dirección del timón.

HORSTER
Eso puede que este bien aquí, en tierra; pero lo que es a bordo, no pienso que daría muy buen resultado.

HOVSTAD
Es curioso. A la mayoría de los marinos les son indiferentes los asuntos del país.

BILLING
Si, ¡muy curioso!

DOCTOR STOCKMANN
Es que de hecho los marinos son algo asi como aves de paso. Se sienten como en casa, igual en el Sur que en el Norte. Razón de más para que que nosotros trabajemos con más ánimo, ¿no lo cree asi, señor Hovstad? (Silencio.) La Voz del Pueblo ¿publicará mañana algo de interés?

HOVSTAD
De asuntos del municipio, nada, pero tal vez pasado mañana publiquemos su artículo.

SEÑORA STOCKMANN
¡Ah, el dichoso articulo! Pero, mire, es mejor que espere un poco. Por el momento no es conveniente su publicación.

HOVSTAD
¿Cómo que no? Si ahorita es precisamente el momento ...

DOCTOR STOCKMANN
Sí, sí; no le estoy diciendo que no, pero ... entiéndame, es mejor esperar un poco ... ya le explicaré por qué, ¿de acuerdo? ... (Entra Petra por la puerta del vestíbulo, con su abrigo y su sombrero, cargando unos cuantos cuadernos bajo el brazo.)

PETRA
Buenas noches a todos.

DOCTOR STOCKMANN
Buenas noches, Petra. ¿Por fin llegaste? (Saludos recíprocos. Petra deja los cuadernos y los libros encima de una silla, al lado de la puerta.)

PETRA
¡Miren qué bien! ¡Felices de la vida mientras una se mata trabajando!

DOCTOR STOCKMANN
Pues únete a la felicidad, Petra.

BILLING
(A Petra.) ¿Desea que le prepare un ponche?

PETRA
(Se acerca a la mesa.), Muhcas gracias, mejor yo me lo preparo, usted les pone demasiado piquete. ¡Ah!, papá, se me olvidaba ... traigo una carta para ti. (Se dirige a la silla, donde dejó sus cosas.)

DOCTOR STOCKMANN
¡Una carta! ¿De quién?

PETRA
(Busca en el bolsillo de su abrigo.) Me la dió el cartero hace rato cuando salía.

DOCTOR STOCKMANN
(Se levanta y se dirige hacia ella.) ¿Y hasta ahora te acuerdas para entregármela?

PETRA
Oye, no seas neurótico, iba con prisa ... No podía subir de nuevo ... Toma, aquí está.

DOCTOR STOCKMANN
(Toma ansiosamente la carta.) A ver; a ver ... vamos a ver ... (Mira el sobre.) ¡Si! Por supuesto. Ésta es la que estaba esperando.

SEÑORA STOCKMANN
¿La que estabas esperando?

DOCTOR STOCKMANN
¡Si! Ahora vuelvo ... ¿Dónde hay una vela, Catalina? Han vuelto a quitar la lámpara del despacho, y ...

SEÑORA STOCKMANN
Pero, Tomás, ¿qué te pasa? Si la lámpara está encendida sobre el escritorio.

DOCTOR STOCKMANN
Bueno, bueno ... está bien, no he dicho nada. Con su permiso, no tardo ... (Salé por la puerta de la derecha.)

PETRA
¿Qué raro está actuando papá? Pues ... ¿de qué se tratará esa carta?

SEÑORA STOCKMANN
No lo sé; en estos días no ha hecho otra cosa que estar al oendiente del arribo del cartero.

BILLING
¿Ha de tratarse de alguno de sus clientes, no creen?

PETRA
¡Pobre papá! ¡Cada vez tiene más trabajo! (Preparándose su ponche.) ¡Oigan, qué bien sabe esto!

HOVSTAD
¿Ha estado usted dando clase en el colegio?

PETRA
(Toma pequeños sorbos.) Si, he estado dos horas.

BILLING
Y esta mañana cuatro horas en el InstitÜto. ¿no?

PETRA
(Sentándose junto a la mesa.) No; de hecho fueron cinco ...

SEÑORA STOCKMANN
Y, por lo que veo, te has traído trabajos para corregirlos.

PETRA
Sí, un buen bonche.

HORSTER
Pues ... me parece que usted también trabaja demasiado.

PETRA
Eso es bueno. Porque uno se cansa de manera divina.

BILLING
¿Y eso le agrada?

PETRA
Sí, porque luego duermo muy bien.

MORTEN
Tu cometes muchos pecados, ¿verdad, Petra?

PETRA
¿Yo?

MORTEN
Sí, claro que sí, y como trabajas tanto ... El señor Korlund dice que el trabejo es un castigo por nuestros pecados.

EJLIF
(Resoplando.) ¡NO digas tonterías! ¿Cómo puedes creer eso?

SEÑORA STOCKMANN
¡Ejlif!

BILLING
(Ríe.) ¡Qué buen puntacho!

HOVSTAD
A ti no te agradaría trabajar tanto, ¿verdad, Morten?

MORTEN
Por supuesto que no.

HOVSTAD
Entonces, ¿qué quieres hacer cuando seas grande?

MORTEN
Yo quiero ser un vikingo.

EJLIF
Pero ... entonces tendrás que ser pagano.

MORTEN
Pues no me importa.

BILLING
¡De acuerdo, Morten! Igual pienso yo.

SEÑORA STOCKMANN
(Haciéndole señas.) No; estoy segura de que no, señor Billing.

BILLING
¡Que me lleve el diablo si no! Soy, pagano, y a mucha honra. Y cuidado, porque le advierto que, dentro de poco, todo el mundo será pagano.

MORTEN
Y haremos todo lo que nos dé la gana, ¿verdad?

BILLING
Bueno, Morten, tanto como ...

SEÑORA STOCKMANN
Basta, ya estuvo bueno, hijos. Ahora a hacer su tarea y estudiar las lecciones de mañana para el colegio.

EJLIF
¡Mamá! Dame chance de quedarme un poquito más ...

SEÑORA STOCKMANN
No, no, no .... vamos, a estudiar se ha dicho ... (Ambos dan las buenas noches y salen por la puerta de la izquierda.)

HOVSTAD
¿De veras cree usted que puede perjudicar a los chicos oír esas cosas?

SEÑORA STOCKMANN
No lo sé; pero, desde luego, no me hace ninguna gracia.

PETRA
Mamá, creo que exageras.

SEÑORA STOCKMANN
¿Quién sabe? Francamente, no me gusta oír hablar así en casa.

PETRA
Se miente tanto en casa como en el colegio. En casa hay que callarse y en el colegio hay que mentir a los niños.

HORSTER
¿A poco usted les miente a sus alumnos?

PETRA
¿Creerá usted que luego enseñamos muchas cosas que nosotros mismos no creemos?

BILLING
Eso es cierto.

PETRA
Si tuviera recursos, crearía una escuela donde las cosas fueran de otra mañera.

BILLING
¿Ah, sí? ¿Y qué recursos?

HORSTER
Nada, señorita Stockmann, piénselo usted bien, y si de verdad se decide, me comprometo a darle el local: la casona de mi difunto padre. Está vacía, y en el piso bajo hay un comedor muy grande.

PETRA
(Ríe.) Muchas gracias. Aunque, si he de decir la verdad, nunca se realizará mi proyecto.

HOVSTAD
Claro; la señorita Stockmann prefiere ingresar en el periodismo, ¿no es así? A propósito, ¿ya ha leído usted aquel cuento inglés que nos prometió traducir?

PETRA
No, todavía no; pero descuide, lo tendrá usted a tiempo. (El doctor Stockmann regresa de su despacho con una carta en la mano.)

DOCTOR STOCKMANN
(Agita la carta.) Va a haber noticias sensacionales en lá ciudad.

BILLING
¿Noticias sensacionales?

SEÑORA ST0CKMANN
¿Qué noticias?

DOCTOR STOCKMANN
¡Un gran descubrimiento, Catalina!

HOVSTAD
¿Sí?

SEÑORA STOCKMANN
¿Un descubrimiento tuyo?

DOCTOR STOCKMANN
Eso es, justamente mío. (Pasea.) ¡Que vengan ahora a decirme, como siempre, que son fantasías de loco! Esta vez no se atreverán; ¡ya lo creo que no se atreverán!

PETRA
Pero ... ¿por qué tanto alboroto, papá?

DOCTOR STOCKMANN
Ahora mismo van a enterarse de todo. ¡Ojalá Perdo estuviera aquí! ¡He aquí la demostración de lo torpes, necios y ciegos que somos! ¡De a tiro, peor que topos!

HOVSTAD
Pero ... ¿a qué se refiere?

DOCTOR STOCKMAN
(Se detiene al lado de la mesa.) ¿No piensa todo el mundo que nuestra ciudad es muy higiénica ...?

HOVSTAD
Por supuesto que sí.

DOCTOR STOCKMANN
¿Que el clima es inmejorable y que debe recomendarse tanto para enfermos como para gente sana ... ?

SEÑORA STOCKMANN
Pero, ¿qué te traes, Tomás? ...

DOCTOR STOCKMANN
Todos hemos elogiado nuestra ciudad sin reservas. Yo mismo lo he escrito en La Voz del Pueblo y en otras revistas ...

HOVSTAD
Bueno, sí, ¿y ...?

DOCTOR STOCKMANN
Y el Balneario, al que hemos llamado la arteria y el nervio vital de la ciudad y quién sabe cuántas tonterias más ...

BILLING
Yo recuerdo que en una ocasión me permití llamarlo el corazón palpitante de la ciudad.

DOCTOR STOCKMANN
¡Ah, claro! ¿El corazón?, ¿eh? Pues ¿sabe usted lo que es, en realidad, este magnífico Balneario tan cacareado y donde se ha invertido tanto dinero? ¿Lo sabe?

HOVSTAD
Pues , no ... ¿Qué es?

SEÑORA STOCKMANN
Anda, ya suéltalo, ¿qué, es?

DOCTOR STOCKMANN
¡Es un foco de infección!

PETRA
¡Papá! ¿Estas diciendo que el Balneario ...?

SEÑORA STOCKMANN
(Al mismo tiempo.) ¡Nuestro Balneario!

HOVSTAD
(Igualmente.) Pero ¡señor doctor! ...

BILLING
¡Increíble!

DOCTOR STOCKMANN
Pues es la puritita verdad. El Balneario es un sepulcro blanqueado, ni más ni menos. Créanme. Las aguas son peligrosísimas para la salüd. Todas las inmundicias del Valle de los Molinos van a parar a las cañerías, envenenando el agua, y toda esa porquería va a desembocar al mar, a la playa ...

HORSTER
¡Precisamente donde se bañan!

DOCTOR STOCKMANN
Efectivamente.

HOVSTAD
¿Cómo está usted tan seguro de todo eso?

DOCTOR STOCKMANN
He estudiado todo concienzudamente. Hace ya bastante tiempo que empecé a tener sospechas. El año pasado hubo varios casos inquietantes de tifus y de fiebres gástricas entre los bañistas.

SEÑORA STOCKMAN
Es verdad.

DOCTOR STOCKMANN
Al principio supuse que eran los forasteros quienes habían traído las enfermedades; pero después ... precisamente en este invierno, me entraron nuevas dudas y me decidí a analizar el agua ... Me pareció que era lo mejor que podía hacer.

SEÑORA STOCKMANN
¿Por eso estabas tan preocupado últimamente?

DOCTOR STOCKMANN
Sí; desde luego, puedes decir que me preocupé. ¡Y mucho, Catalina! Pero me hacian falta los instrumentos para efectuar los análisis, y por ello tuve que mandar muestras de agua del balneario y del mar a la Universidad, con el fin de tener un análisis técnico lo más exacto posible.

HOVSTAD
¿Y el análisis?

DOCTOR STOCKMANN
(Agita la carta.) Sí, aquí está. El análisis demuestra, sin el menor género de dudas, la existencia de sustancias en descomposición y de grandes cantidades de bacterias en el agua. En consecuencia, su uso, tanto interno como externo, es francamente peligroso.

PETRA
Pues ha sido una verdadera bendición del cielo que lo hayas descubierto a tiempo.

DOCTOR STOCKMANN
¡Ya lo creo!

HOVSTAD
¿Y qué piensa hacer ahora, señor doctor?

DOCTOR STOCKMANN
Intentaré reparar el mal, naturalmente.

HOVSTAD
¿Usted cree que será posible?

DOCTOR STOCKMANN.
Tiene que ser posible. Si no, será la ruina del balneario. Pero no hay que apurarse. Estoy completamente decidido.

SEÑORA STOCKMANN
¿Cómo has tenido todo esto tan callado?

DOCTOR STOCKMANN
Mujer, no estoy loco como para hacer público un asunto semejante sin antes tener la seguridad absoluta.

PETRA
Pero a nosotros ...

DOCTOR STOCKMANN
A nadie en el mundo. Ahora, ya sí. Mañana mismo puedes ir a visitar al ...

SEÑORA STOCKMANN
Pero, Tomás.

DOCTOR STOCKMANN
... al abuelo, si te parece mejor. ¡Ya verás qué sorpresa se va a llevar! Dirá que estoy loco ... bueno, no será el único que lo va a decir ... ¡Va a ver esta buena gente! (Pasea frotándose las manos.) ¡Menudo alboroto se va a armar en la ciudad, Catalina! Pero, antes qüe nada, hay que levantar toda la cañería.

HOVSTAD
(Poniéndose en pie.) ¿Toda la cañería?

DOCTOR STOCKMANN
Si, el manantial está situado demasiado bajo; hay que trasladarlo a un sitio más alto.

PETRA
¡Ah! De modo que tenías razón en aquello que dijiste hace tiempo.

DOCTOR STOCKMANN
Sí; ¿te acuerdas, Petra? Escribí oponiéndome a su plano de construcción. Pero nadie me hizo caso. Naturalmente, ahora tendrán que oírme, quieran o no. He escrito una memoria de la administración del Balneario; hace más de una semana que está terminada. Sólo esperaba que llegase el análisis. (Mostrando la carta) Ahora mismo voy a enviarla. (Va a su despacho y vuelve con un rollo de papeles.) Miren, cuatro hojas de letra menuda. Incluiré también la carta. ¡Un periódico, Catalina! Para envolverlo todo. ¡Bien! ¡Ya está! Toma, dáselo a ... (Patéa el suelo.) ¿Cómo demonios se llama ... ? bueno, dáselo a la muchacha y dile que lo lleve ahora mismo alcalde. (La señora Stockmann sale con el paquete por la puerta del comedor.)

PETRA
¿Qué crees que dirá tío Pedro, papá?

DOCTOR STOCKMANN
¿Qué va a decir? De todos modos tiene que alegrarse de que semejante verdad salga a la luz del día.

HOVSTAD
¿Me permite publicar en La Voz del Pueblo un suelto sobre su descubrimiento?

DOCTOR STOCKMANN
Claro, y mucho le agradeceré que lo haga.

HOVSTAD
Cuanto antes lo sepa el público, mejor.

DOCTOR STOCKMANN
Claro que sí.

SEÑORA STOCKMANN
(Volviendo.) Ya se fue la muchacha con el paquete.

BILLING
¡Que me lleve el diablo si no se convierte usted en el hombre más importante de la ciudad!

DOCTOR STOCKMANN
(Pasea alegremente.) ¡Bah! En realidad, no he hecho más que cumplir con mi deber. He tenido suerte, pero ...

BILLING
Hovstad, ¿no le parece a usted que la ciudad debería organizar una manifestación, con los estandartes de todas las sociedades al frente, en honor del doctor?

HOVSTAD
Yo, por lo menos, pienso proponerlo.

BILLING
Se lo diré a Aslaksen.

DOCTOR STOCKMANN
No, queridos amigos; déjense de payasadas, no quiero saber nada de manifestaciones. Es más: desde ahora digo que si a la administración del Balneario se le ocurriese ofrecerme un aumento de sueldo, no lo aceptaré. ¿Oyes lo que digo, Catalina? ¡No lo aceptaré!

SEÑORA STOCKMANN
Me parece muy bien, Tomás.

PETRA
(Levanta su taza.) ¡A tu salud, papá!

HOVSTAD y BILLING
¡A su salud, señor doctor!

HORSTER
(Brindando al doctor.) ¡Que Dios le conceda toda la felicidad posible!

DOCTOR STOCKMANN
Gracias, gracias, amigos míos. ¡Estoy verdaderamente satisfecho! Mi conciencia me dice claramente que he hecho algo útil por mi pueblo natal y por mis conciudadanos. ¡Catalina! (Echa los brazos al cuello de Catalina, haciéndola dar vueltas. La señora Stockmann grita y se resiste. Risas, aplausos y hurras por el doctor. Los niños asoman sus caras de asombro por la puerta de la derecha.)

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