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EL ENEMIGO DEL PUEBLO
Enrique Ibsen
ACTO PRIMERO
Salón en casa del doctor Stockmann, modestamente amueblado, pero acogedor.
En la lateral derecha, dos puertas: la situada en primer término comunica al despacho, y la otra, al vestíbulo. En la lateral opuesta, una puerta que da a las otras habitaciones. Hacia él centro de la misma lateral, una
estufa, y en primer término, un sofá; frente a él, una mesa cubierta con un tapete. Sobre la mesa, una lámpara prendida. Al foro, puerta
abierta al comedor. Sobre la mesa, dispuesta para la cena, hay otra lámpara, también prendida. Anochece.
SEÑORA STOCKMANN
Frente a la mesa del comedor está sentado Billing, con una servilleta colocada en el cuello. La señora Stockmann, parada junto a la mesa, le ofrece carne asada. Sobre la mesa, los cubiertos en desorden muestran que los demás han terminado de comer.
Señor Billing, como ha llegado tarde, tendrá que conformarse con la comida fría.
BILLING
(Comiendo). Mucho
mejor. Esto está muy sabroso.
SEÑORA STOCKMAN
Ya sabe usted
que mi marido es muy puntual, y ...
BILLING
Pues mire, de verdad eso no tiene mucha importancia. En sí, prefiero comer
solo, así estoy mucho más a gusto.
SEÑORA STOCKMANN
Bueno,
bueno; si usted está mejor así,
entonces... (Escucha.) Creo que ha llegado su amigo Hovstad.
BILLING
Mmmmm ... creo que sí. (Entra
el Alcalde, Pedro Stockmann, con abrigo, gorra y
bastón.)
ALCALDE
Buenas noches, querida cuñada.
SEÑORA STOCKMANN
(Entra en
el salón.) ¡Ah! ¿Es usted? Muy buenas noches. ¡Qué gentileza la suya de venir a vernos.
ALCALDE
Bueno, es que como andaba
por aquí, pues ... (Mira hacia el comedor.)
¡Ah! Pero veo tiene usted invitados ...
SEÑORA STOCKMANN
(Algo confusa.)
No, no; mire, es que ... (Precipitada.) Pero ... que mal educada soy, por cierto, ¿no gusta usted pasar y tomar algo?
ALCALDE
¿Yo? No, muchísimas gracias.
¡Dios me libre! ¡Comida caliente por la noche! ¡Eso es demasiado para mi estómago!
SEÑORA STOCKMANN
Pero, hombre, una vez no hace mal ...
ALCALDE
No, no; de verdad, muchísimas
gracias. Con un tesito y pan y mantequilla es más que suficiente. A la larga, es más sano ... y ... más barato.
SEÑORA STOCKMANN
(Sonríe.)
Válgame Dios, ¿no irá usted a pensar que Tomás y yo somos unos derrochadores?
ALCALDE
Por Dios, querida cuñada;
¿cómo piensa usted eso. Lejos de mí esa idea. (Señala al despacho del doctor.) Por cierto, ¿se encuentra el doctor en casa?
SEÑORA STOCKMANN
No; salió a pasear con los chicos,
después de cenar.
ALCALDE
Vaya, entonces esa ha de ser la razón del por qué se encuentra tan sanote. (Escucha.) Hum ..., por cierto, hablando del rey de Roma ... creo que esta llegando.
SEÑORA STOCKMANN
No, no es él. (Llaman a la puerta.) ¡Adelante! (Entra Hovstad.) ¡Ah! ¿Es usted,
Hovstad? Pues ...
HOVSTAD
Sí, disculpe la tardanza, pero es que me entretuvieron en la imprenta y ... ¡Buenas noches,
señor alcalde!
ALCALDE
(Saluda y se muestra
algo inquieto.) Viene usted por algún asunto importante, ¿no?
HOVSTAD
En cierto modo, sí. Se
trata de un artículo del señor doctor para el periódico.
ALCALDE
Sí, claro; ya he escuchado
que mi hermano está convirtiéndose en un excelente colaborador de La Voz del Pueblo.
HOVSTAD
Asi es; siempre escribe
cuando tiene que comunicar alguna verdad.
$EÑORA STOCKMANN
(A Hovstad,
señalando al comedor.) ¿No gusta usted ...?
ALCALDE
¡Por Dios! No seré yo
quien se lo reproche. Escribe para el círculo de lectores de quienes puede esperar mejor acogida. Por lo demás, yo, personalmente, no tengo ninguna razón contra su periódico;
créame, señor Hovstad.
HOVSTAD
Le creo.
ALCALDE
Por lo general, y gracias a Dios, en nuestra ciudad reina un formidable y verdadero espíritu
de tolerancia, que fortalece a la ciudadanía. Y eso, gracias a que nos une un interés común, un interés que es la esperanza
de todos los vecinos de buena voluntad ...
HOVSTAD
¿Se refiere usted al
Balneario?
ALCALDE
¡Claro! ¿A qué más? El Balneario es magnífico. Estoy plenamente convencido de que esos baños constituirán una riqueza vital para la ciudad. No lo dude usted.
SEÑORA STOCKMANN
Igual dice Tomás.
ALCALDE
Es que es la pura verdad.
Nada más que ver cómo hemos progresado en el último par de
años. Se nota movimiento, vida. El valor de los terrenos
y de las casas está al alza día con día.
HOVSTAD
¡Por supuesto! Y por ello el desempleo también ha disminuido.
ALCALDE
Cierto. Además, felizmente, las
contribuciones igualmente han disminuido, y es de esperar que disminuyan aún más si en este año tenemos un buen verano,
y somos visitados por un gran número de forasteros que vengan a aprovechar nuestros baños medicinales,
HOVSTAD
Pues parece ser que hay bastantes probabilidades de que así sea.
ALCALDE
Esperemos que sí, ya que las primeras impresiones son, desde luego, muy prometedoras.
Todos los días se hacen solicitudes de alojamiento.
HOVSTAD
Entonces el artículo del doctor llega en un momento sumamente oportuno.
ALCALDE
¡Ah! ¿Sí? Entonces ... ¿ha
escrito algo más?
HOVSTAD
Sí; lo escribió este invierno. Es un artículo en qué recomienda el Balneario y hace un resumen
de sus magníficas condiciones sanitarias. Entonces no se lo publiqué, porque ...
ALCALDE
Alguna imprudencia habrá cometido, ¿no?
HOVSTAD
No, no, nada de eso. Lo que pasó es que me pareció mejor esperar hasta ya entrada la primavera, que es cuando la gente hace sus preparativos para veranear.
ALCALDE
¡Muy acertada decisión la suya!
SEÑORA STOCKMAN
Tomás no tiene límites en su trabajo cuando se trata del Balneario.
ALCALDE
¡Claro, para eso está a su servicio!
HOVSTAD
Además, bien sabemos que fue él quien lo fundó.
ALCALDE
¿Él? ¿Cree usted? Desde luego, no es la primera vez que oigo semejante opinión. Pero, la
verdad, a mí me parece que también yo tuve una pequeña parte en esa fundación.
SEÑORA STOCKMANN
Él nunca ha dejado de reconocerlo.
HOVSTAD
¿Quién lo niega, señor alcalde? Usted fue quien puso la maquinaria en marcha. En sí, lo que quise decir es que el de la idea fue el doctor.
ALCALDE
¡Sí! ¡Sí! ¡Lo que es
ideas, siempre le han sobrado a mi hermano..., degraciadamente! Pero cuando se trata de ponerlas en práctica, entonces hay que buscar a otras personas, señor Hovstad. La verdad; no pensaba que aquí, precisamente en esta casa ...
SEÑORA STOCKMANN
Pero, querido cuñado ...
HOVSTAD
Señor alcalde, ¿cómo
puede ...?
SEÑORA STOCKMANN
Hágame el favor de pasar
y tómese algo mientras llega mi marido, señor Hovstad. No creo que tarde ya mucho.
HOVSTAD
Muchas gracias. Tomaré sólo un bocado. (Pasa al comedor.)
ALCALDE
¿En voz baja.) ¡Estos
hijos de campesinos tienen, siempre tan poco tacto!
SEÑORA STOCKMANN
Por Dios, cuñado, déjelo ya de una vez; no vale la pena preocuparse por esas cosas. Usted y Tomás pueden compartir los honores de la fundación del balneario como buenos hermanos.
ALCALDE
Así debía ser; pero, por lo visto, el mundo no nos concede el honor por partes iguales.
SEÑORA STOCKMANN
¡Qué más da! Usted y Tomás están completamente de acuerdo, y eso es lo que importa. (Escucha.) Me parece que ya ha llegado. (Se dirige hacia la puerta del vestíbulo.)
DOCTOR STOCKMANN
(Desde fuera.) Mira, Catalina, aquí tenemos otro convidado: nada menos que el capitán Horster. ¿Qué te parece? ¿Eha? Tenga la bondad, señor Horster; ponga ahí en la percha su abrigo. Pero ... ¿No lleva usted
abrigo? Figúrate, Catalina, lo encontré en la calle; no quería venir pero, insistí y ... (Horster entra y saluda a la señora Stockmann. El Doctor Stockmann en la puerta, dirigiéndose a los niños.) ¡A ver, niños, adentro! ¡Fíjate: ya están otra vez con apetito! Venga, señor Horster; ahora va usted a probar mi rostbif que ... (Empuja a Horster hacia el comedor.
Ejlif y Morten los siguen.)
SEÑORA StocKMANN
Pero, Tomás,
¿no te das cuenta de que ...?
DOCTOR STOCKMANN
(Volviéndose en la puerta.) ¡Ah! ¿Tú aquí, Pedro? (Va hacia él y le tiende francamente la mano.) ¡Cuánto me alegro de verte!
ALCALDE
Sí, pero por desgracia
debo marcharme pronto.
DOCTOR STOCKMANN
¿Qué estás diciendo?
No. no. no; espérate un momento que ahorita nos traen el ponche.
¿No habrás olvidado el ponche, Catalina?
SEÑORA STOCKMANN
No, no, descuida; el agua ya está hirviendo. (Se dirige hacia el comedor.)
ALCALDE
¿Ponche? ¡Sólo eso
faltaba!
DOCTOR STOCKMANN
Pues claro. Ya verás qué bien lo pasamos aquí.
ALCALDE
Gracias, pero no me gustan mucho los festines de ponche y ...
DOCTOR STOCKMANN
Oye, esto no es ningún festín.
ALCALDE
Pues yo diría ... (Mira
hacia el comedor.) ¡Hay que ver como comen esos tragones!
DOCTOR STOCKMANN
¿Verdad que es una bendición ver comer a la gente joven? Hasta abre el apetito, ¿no crees? ¡Eso es vida! Tienen que comer, Pedro. Necesitan fuerzas. El
día de mañana tendrán que enfrentarse con la materia para arrancarle nuevos secretos y ...
ALCALDE
¿Y qué
secretos puede tener aquí la materia?
DOCTOR STOCKMANN
Eso pregúntaselo a la juventud; ella te contestará cuando llegue el momento. Aunque entonces, probablemente, ni tú ni yo existiremos. Dos vejetes
como nosotros ...
ALCALDE
Bueno, bueno, eso de vejetes me suena muy exagerado.
DOCTOR STOCKMANN
La verdad no peca pero incomoda, ¿verdad hermanito? Pero, en fin, lo que sucede es que estoy muy contento. ¡Entre tanta actividad me siento verdaderamente feliz! Vivimos en tiempos prodigiosos. Parece como sí alrededor nuestro se estuviera formando un mundo nuevo.
ALCALDE
¿Realmente así opinas?
DOCTOR STOCKMAN
Claro; tú no puedes comprenderlo como yo. Te has pasado aquí toda la vida, y, naturalmente, el ambiente te ha adormecido la sensibilidad. Pero yo, que he tenido que permanecer todos estos años en el Norte, casi en
el Polo, sin ver a nadie, sin tener quien me dijera ni una palabra que me hiciese reflexionar; tengo ahora la exacta imprésión de que vivo en medio de la actividad y el movimiento
de una de las ciudades más grandes del mundo.
ALCALDE
¿Una gran ciudad? ¿En verdad eso piensas?
DOCTOR STOCKMAN
Ya sé que nuestras condiciones de vida son aún modestas en comparación con otros lugares. Pero aquí hay vida, y el futuro es verdaderamente prometedor. Y eso es lo importante, tener un futuro por el cual luchar y trabajar ... (A su mujer.) Catalina, ¿ha venido el cartero?
SEÑORA STOCKMANN
(Desde el
comedor.) No que yo sepa.
DOCTOR STOCKMANN
Además, ¡tener asegurado el pan de cada día! Pedro, eso es algo que sólo sabe apreciarse cuándo, como nos ha sucedido a nosotros, se han enfrentado grandes necesidades.
ALCALDE
Bueno, pero ...
DOCTOR STOCKMANN
Sí, necesidades. Como puedes imaginar, la vida allá, en el Norte, no nos resultó
siempre muy fácil. Y ahora ¡hénos aquí, convertidos en grandes
señores o poco menos! Hoy mismo, sin ir más lejos, hemos comido
rostbif. Por cierto, ¿no quieres probar un bocado? Anda, ven, aunque sólo sea para verlo.
ALCALDE
No, hombre, no.
DOCTOR STOCKMANN
Bueno, acércate aquí, por lo menos ... ¿Ves? Tenemos tapete nuevo.
ALCALDE
Sí, ya me he fijado.
DOCTOR STOCKMANN
Y una magnífica pantalla para la lámpara. ¿Te das cuenta? Pues te diré que todo esto se debe a los ahorros de Catalina, ¿Verdad que la habitación resulta así más acogedora? Mira desde aquí ... No, hombre; ahí, no.
Desde aquí, ¡eso! ¿Lo ves? Con la luz así, medio escondida ..., me parece que hasta resulta más elegante, ¿no crees?
ALCALDE
¡Hombre!, cuando uno
se permite esos lujos ...
DOCTOR STOCKMANN
Pues ¡no faltaba más! Ahora que puedo ... Catalina dice que gano casi tanto como gastamos.
ALCALDE
¡Casi! ¡Ah!
DOCTOR STOCKMANN
Un hombre de ciencia tiene que vivir con ciertas comodidades. Estoy seguro de que cualquier alcalde gasta al año mucho más que nosotros.
ALCALDE
¡Ya lo creo! Pero es
que un alcalde, un alto magistrado ...
DOCTOR STOCKMANN
No sólo un alcalde, un simple negociante, si quieres. Puedes estar seguro de que un negociante gasta muchísimo más.
ALCALDE
Hombre, eso es evident ...
las circunstancias ...
DOCTOR STOCKMANN
Además, no se puede decir que seamos derrochadores, Pedro. Me gusta tener gente en mi casa que me estimule y nada más. ¿Comprendes?, lo necesito. ¡He estado tanto tiempo sólo! Creeme: para mi es una verdadera necesidad tratar con gente joven, con gente activa ... Todos los que están aquí lo son. Me gustaría que conocieras un poco mejor a Hovstad ...
ALCALDE
Sí, lo conozco. A propósito,
me ha dicho que va a publicar otro escrito tuyo.
DOCTOR STOCKMANN
¿Un artículo mío?
ALCALDE
Sí; sobre el Balneario.
Un artículo que habías escrito este invierno.
DOCTOR STOCKMANN
¡Ah! Sí. Pero no quiero que lo publique por ahora ...
ALCALDE
¿Por qué no? Yo creo que ahora es el momento más oportuno.
DOCTOR STOCKMANN
Sí, puede que tengas razón; en circunstancias normales ... (Pasea.)
ALCALDE
(Le sigue con la mirada.)
¿Y qué anormalidad hay ahora?
DOCTOR STOCKMANN
(Se detiene.) Pedro, francamente, aún no puedo decirte nada; esta noche, por lo menos, no. Quizá existan grandes cosas; quizá todo siga como está. Quién sabe, a lo mejor no son más que figuraciones mías.
ALCALDE
La verdad, que todo esto me parece demasiado misterioso. Anda, di, ¿qué pasa? ¿Algo que no deba yo saber? Vamos, yo creo que, como presidente de la sociedad, tengo
derecho a ...
DOCTOR STOCKMANN
Y yo creo que ... Bueno, no vale la pena que nos pongamos a discutir, Pedro.
ALCALDE
Por Dios, ya sabes que no es ésa mi intención. Pero, desde luego, exijo que todo se resuelva
según los reglamentos y a través de las autoridades instituidas
a tal fin. Nada de pasos clandestinos.
DOCTOR STOCKMANN
¿Es que yo alguna vez he dado un paso a espaldas de ...?
ALCALDE
No digo que lo hayas hecho; pero es que tú tienes una inclinación innata a tomar las cosas
por tu propia cuenta, y eso, en una comunidad bien organizada, no se puede tolerar bajo ningún concepto. Las iniciativas particulares tienen que supeditarse al interés general, o, mejor dicho, a las autoridades, que para ello han sido designadas.
DOCTOR STOCKMANN
No lo niego pero, ¿puedes decirme qué demonios me importa a mí todo eso?
ALCALDE
Importa mucho, querido
Tomás; porque parece que no quieres comprenderlo. Tarde o temprano habrás de arrepentirte; ya lo verás. Quedas advertido.
Adiós.
DOCTOR STOCKMANN
Pero, ¿te has vuelto loco? Te aseguro que estás completamente equivocado ...
ALCALDE
No acostumbro estarlo,
Además que no quiero discutir ... (Saluda hacia el comedor.)
Adiós, cuñada. Adiós, señores. (Se va.)