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EL ENEMIGO DEL PUEBLO

Enrique Ibsen




ACTO SEGUNDO



La misma decoración. La puerta del comedor cerrada. Es de día.

SEÑORA STOCKMANN
(Con un sobre cerrado en la mano, sale del comedor, se dirige a la primera puerta de la derecha y la entreabre.) ¿Estás aquí, Tomás?

DOCTOR STOCKMANN
(Desde dentro.) Sí. (Sale.) ¿Qué pasa?

SEÑORA STOCKMANN
Traigo una carta de tu hermano. (Se la da.)

DOCTOR STOCKMANN
¡Ah! ¡Muy bien! A ver... a ver ... ¿qué se trae mi carnal? (Abre el sobre.) Adjunto la memoria ... (Sigue leyendo a media voz.) ¡Hum... !

SEÑORA STOCKMANN
¿Qué dice?

DOCTOR STOCKMANN
(Guarda la carta en el bolsillo.) Nada, me avisa que vendrá a verme al mediodía.

SEÑORA STOCKMANN
No te olvides de estar en casa a esa hora, ¿eh?

DOCTOR STOCKMANN
No te preocupes; ya he terminado con mi trabajo de la mañana.

SEÑORA STOCKMANN
¿Sabes? Aunque no lo parezca, tengo curiosidad por saber cómo ha tomado tu hermano este asunto.

DOCTOR STOCKMANN
Ya verás que mucho le va a enfadar que haya sido yo y no él quien hizo el descubrimiento.

SEÑORA STOCKMANN
Sí, y eso te preocupa, ¿no?

DOCTOR STOCKMANN
¡Pssss! ... Tanto como preocuparme ... Sé que en el fondo le alegrará ... bueno, eso supongo, aunque ... ya sabes la poca gracia que le hace a Pedro que no se cuente con él cuando se trata de prestar un servicio a la ciudad.

SEÑORA STOCKMANN
¿Sabes, Tomás? Quizá sea preferible que tengas la delicadeza de compartir con él los honores. Podrías decir, por ejemplo, que fue él quien te puso sobre la pista, o algo así ...

DOCTOR STOCKMANN
Por mí no hay ningún inconveniente. Con tal de conseguir que se hagan todas las reformas necesarias ...

MORTEN KÜL
(Se asoma por la puerta del vestíbulo, con malicia mal disimulada.) ¿Es cierto lo que me han dicho?

SEÑORA STOCKMAN
(Va hacia él.) ¡Padre! ¿Tú aquí?

DOCTOR STOCKMANN
¡Caramba! Mira, mira, mi señor suegro. Buenos días.

SEÑORA STOCKMANN
Pasa, pasa, padre.

MORTEN KÜL
Si, por supuesto que paso; si no, ¿a qué demonios vine?

DOCTOR STOCKMANN
¿Qué es lo que pregunta usted si es verdad?

MORTEN KÜL
Esa historia de las cañerías. ¿Es realmente verdad?

DOCTOR STOCKMANN
¡Claro que es si! Oiga, ¿y cómo le llego el chisme?

MORTEN KÜL
(Decidiéndose a pasar.) Fue Petra la que me lo dijo ...

DOCTOR STOCKMANN
¡Ah !

MORTEN KÜL
Sí; me ha contado que ... Bueno, al principio yo me dije para mis adentros: Ésta está tomándome el pelo. Aunque, la verdad, no creo que Petra sea capaz ...

DOCTOR STOCKMANN
¡Por Dios! ¿Cómo se le ocurre?

MORTEN KÜL
Más vale no fiarse nunca de nadie. Después te engañan y haces el ridículo. Pero ¿en serio ...?

DOCTOR STOCKMANN
Completamente en serio. Vamos, siéntese. (Le obliga a sentarse en el sofá.) ¿Verdad que ha sido una suerte para la ciudad?

MORTEN KÜL
(Contiene la risa.) ¿Una suerte?

DOCTOR STOCKMANN
Sí, hombre, haberlo descubierto a tiempo.

MORTEN KÜL
(Se reporta a duras penas.) ¡Claro! Pues ¡no faltaba más! Nunca hubiera creído que fuese usted capaz de hacerle esa broma a su hermano.

DOCTOR STOCKMANN
¿Broma?

SEÑORA STOCKMANN
Pero, padre, si ...

MORTEN KÜL
(Apoya las manos y el mentón sobre el puño de un bastón y guiña un ojo al doctor, con picardía.) Ande. Cuente, cuante. ¿De modo que han entrado unos bichitos en las cañerías?

DOCTOR STOCKMANN
Sí, unas bacterias.

MORTEN KÜL
Eso me dijo Petra, que se habían colado no sé qué animalitos. Un montón, ¿no?

DOCTOR STOCKMANN
¡Miles y miles!

MORTEN KÜL
Y no pueden ser vistos ¿verdad?

DOCTOR STOCKMANN
Por supuesto que no.

MORTEN KÜL
(Con risita burlona.) ¡Vaya! ¡Esta sí que es buena!

DOCTOR STOCKMANN
¿Cómo? ¿Qué dice usted?

MORTEN KÜL
Nada, que eso no lo cree ni el alcalde.

DOCTOR STOCKMANN
Ya lo veremos.

MORTEN KÜL
¡Ni que se hubiera vuelto loco!

DOCTOR STOCKMANN
Si eso es volverse loco, toda la ciudad tendrá que volverse loca.

MORTEN KÜL
¿Toda la ciudad? ¡Hombre! ¡Quién sabe! Son capaces. Por cierto que no les vendría nada mal. Pues ¿no se creen más sabios que nosotros, los viejos? Me echaron del Consejo municipal como a un perro; sí, señor, como a un perro. Pero ahora van a pagarmelas todas juntas. Sí, sí, ande, hágales esa jugada.

DOCTOR STOCKMANN
Pero ¡suegro de mi alma ...

MORTEN KÜL
Que suegro de mi alma ni que ocho cuartos, ande, ande, hágaselas. Pues ¡no faltaba más! (Se levanta.) Si consigue poner al alcalde y a toda su pandilla en un buen lío, le juro a usted que, aunque no tengo mucho dinero, daré cien coronas para los pobres.

DOCTOR STOCKMANN
¡Vaya! ¡Muy generoso de su parte!

MORTEN KÜL
Bueno, la verdad es que no estoy ahora para derrochar. Pero, de todas formas, ya lo sabe usted; si lo hace, estoy dispuesto a regalar a los pobres cincuenta coronas como aguinaldo de Noche buena. (Aparece Hovstad por la puerta del vestíbulo.)

HOVSTAD
¡Buenos días! - (Se detiene.) ¡Ah, mil disculpas, no sabía ...!

DOCTOR STOCKMANN
Pase, pase y déjese de cumplidos.

MORTEN KÜL
(Con burla.) ¡Válgame! ¿También éste está metido en el ajo?

HOVSTAD
¿Cómo? ¿Qué le pasa a usted?

DOCTOR STOCKMANN
Por supuesto, Hovstad está enterado de todo.

MORTEN KÜL
¡Ya lo decía yo! Ahora hasta en el periódico va a salir, ¿no? ¡Muy bien hecho, señor Stockmann! Bueno, los dejo para que tranquilamente puedan llevar a cabo sus planes conspirativos. Me voy.

DOCTOR STOCKMANN
No, no, no se vaya. Aguántese un ratito.

MORTEN KÜL
No, que ratito ni que nada, yo me voy ... Y a ver si se les ocurre algo bueno ¿si? (Sale acompañado de la señora Stockmann.)

DOCTOR STOCKMANN
(Ríe.) Ag que viejo tan jijo ... ¿se dió cuenta que no quiere creer ni una palabra del asunto del balneario?

HOVSTAD
¡Ah! ¿Conque era de eso de lo que estaban hablando?

DOCTOR STOCKMANN
Sí, era de eso. Y quizá venga usted a hablar de lo mismo.

HOVSTAD
Sí. ¿Puede usted concederme unos cuantos minutos?

DOCTOR STOCKMANN
Estoy enteramente a su disposición. Cuando usted guste.

HOVSTAD
¿Ha obtenido alguna respuesta del alcalde?

DOCTOR STOCKMANN
Aún no. Pero me prometió venir al mediodía.

HOVSTAD
He estado reflexionando mucho sobre lo de ayer y ...

DOCTOR STOCKMANN
¿Y qué?

HOVSTAD
Para usted, como médico, como hombre de ciencia, éste asunto de las aguas no es más que un caso de estudio. Pero ¿es que usted no se fija en las consecuencias gravísimas que puede acarrear?

DOCTOR STOCKMANN
¿Cómo? A ver, a ver, a ver, siéntese. (Hovstad se sienta en el sofá y el doctor en un sillón al otro lado de la mesa.) ¿De manera que usted piensa ...?

HOVSTAD
Usted dijo ayer que la descomposición del agua se debía a las inmundicias del suelo, ¿no?

DOCTOR, STOCKMANN
Así es. Esas irnmundicias provienen, sin duda, del pantano del Valle de los Molinos.

HOVSTAD
Pues a mí me parece que provienen de otro pantano muy distinto.

DOCTOR STOCKMANN
¿De cuál, oiga?

HOVSTAD
Pues del pantano en que está sumergida nuestra sociedad.

DOCTOR STOCKMANN
Pero ... ¡déjese de vaciladas! ¿Qué está usted diciendo?

HOVSTAD
Todos los asuntos de la ciudad han ido a parar poco a poco a manos de una pandilla de funcionarios, de burócratas empedernidos que ...

DOCTOR STOCKMANN
No; no todos son funcionarios.

HOVSTAD
Es lo mismo; los que no son funcionarios son amigos y partidarios suyos. Todos son ricos o personas destacadas del país y nos gobiernan y dirigen a su antojo.

DOCTOR STOCKMANN
Los hay verdaderamente capaces, personas experimentadas ...

HOVSTAD
¿Capaces? ... ¿Experimentadas? ¡No me haga reir! ¿Acaso fue eso lo que demostraron cuando establecieron la conducción del agua?

DOCTOR STOCKMANN
Desde luego que eso fue una metida de pata, pero ahora vamos a repararla, y asunto concluido.

HOVSTAD
¿Usted de verdad piensa que va a ser tan sencillo?

DOCTOR STOCKMANN
Sencillo o no, hay que solucionar el problema.

HOVSTAD
Claro, y más fácil será si la prensa toma cartas en el asunto.

DOCTOR STOCKMANN
¿Se refiere a usar el periódico?

HOVSTAD
Sí, cuando me hice cargo de la dirección de La Voz del Pueblo, mi único pensamiento era acabar de una vez para siempre con esa camarilla de viejos testarudos que monopolizan todo el poder.

DOCTOR STOCKMANN
Claro, lo supuse, pero si mal no recuerdo, usted mismo me dijo que el resultado de aquella empresa por poco arruina el periódico.

HOVSTAD
Tuvimos que callarnos y transigir, es verdad; sin esos señores hubiera sido imposible la fundación del Balneario, pero ahora que lo tenemos en plena marcha, muy bien podemos prescindir de esos honorables señores.

DOCTOR STOCKMANN
¿Prescindir de ellos? Bueno, puede ser pero si lo hacemos habremos de mostrarles nuestro profundo agradecimiento.

HOVSTAD
Y estamos dispuestos a reconocérselos cortésmente. Pero un periodista que, como yo, profesa ideas populares, no puede dejar pasar una ocasión como ésta para acabar de una vez para siempre con la vieja fábula de la infalibilidad de los gobernantes. Hay que terminar de una vez para siempre con esos mitos.

DOCTOR STOCKMANN
Estoy totalmente de acuerdo con usted, pero siempre que se trate de verdaderos mitos, y no de mitos prefabricados.

HOVSTAD
Francamente, me disgustaría mucho tener que combatir al alcalde, puesto que es su hermano. Pero usted mismo reconocerá que la verdad debe estar por encima de todas las conveniencias. ¿No le parece?

DOCTOR STOCKMANN
Pues sí, pero ...

HOVSTAD
No debe usted pensar mal de mí. No soy ni más egoísta ni más ambicioso que la mayoría de la gente.

DOCTOR STOCKMANN
¡Por favor! ¿Cómo se le ocurre ... ?

HOVSTAD
Como usted sabrá, he salido del pueblo y por eso he tenido ocasión de comprender que las clases inferiores necesitan participar en el gobierno. Dirigiendo los asuntos públicos es como se desarrollan las facultades naturales y la confianza en sí mismo, su conciencia, su sentido del deber ...

DOCTOR STOCKMANN
Completamente de acuerdo.

HOVSTAD
Por eso mismo creo que es una gran responsabilidad para un periodista perder cualquier ocasión de trabajar por la emancipación de los débiles, de los oprimidos. Ya sé que los poderosos dirán que eso es una insurrección o algo por el estilo. ¡Que digan misa si quieren! No me importa; tengo la conciencia tranquila.

DOCTOR STOCKMANN
¡Muy bien dicho, Hovstad! Pero, de todas formas, yo ... (Llaman a la puerta.) ¡Adelante! (El impresor Aslaksen aparece en la puerta del vestíbulo. Viste un modesto pero correcto traje negro, y trae una bufanda blanca, levemente arrugada, guantes y sombrero de fieltro, todo en la mano.)

ASLAKSEN
(Inclinándose.) Usted sabrá disculparme, señor doctor, que me haya tomado la libertad ...

DOCTOR STOCKMANN
(Se levanta.) ¡Caramba! ¿Es usted, señor Aslaksen?

ASLAKSEN
El mismo, señor doctor.

HOVSTAD
(Se levanta.) ¿Viene usted por mí, Aslaksen?

ASLAKSEN
No; no sabía que usted estuviese aquí. En sí deseaba hablar con el señor doctor ...

DOCTOR STOCKMANN
¿En qué puedo servirle?

ASLAKSEN
Me han dicho que usted pretende reformar la instalación de la traída de aguas. ¿Es verdad eso?

DOCTOR STOCKMANN
Sí; de las aguas del Balneario ...

ASLAKSEN
Perfectamente. Entendido. En ese caso, vengo a comunicarle que apoyaré con todas mis fuerzas su proyecto.

HOVSTAD
(Al doctor.) ¿Lo ve usted?

DOCTOR STOCKMANN
Muchas gracías, pero ...

ASLAKSEN
Sin que esto signifique que ponga en duda su valor, ni mucho menos, creo, señor doctor, que siempre puede serle útil el apoyo de los ciudadanos modestos. Unidos, constituimos una compacta mayoría, y nunca está de más poder contar con la mayoría, doctor.

DOCTOR STOCKMANN
Desde luego; pero, la verdad, no creo que haga falta prepararse tanto. A mí me parece que un asunto tan claro y tan sencillo ...

ASLAKSEN
¡Ah! De todos modos, siempre es bueno prevenirse. Conozco demasiado bien a las autoridades municipales. Los potentados casi nunca apoyan de buen grado una proposición que no proviene de ellos. De manera que me parece que sería muy oportuno organizar una manifestación.

HOVSTAD
Eso es. De acuerdo.

DOCTOR STOCKMANN
¿Una manifestación? Pero ¿qué entiende usted por una manifestación?

ASLAKSEN
Naturalmente, lo que propongo es una manifestación moderada. Usted sabe muy bien que considero la moderación como una de las virtudes cívicas más importantes; ésa es mi opinión, al menos.

DOCTOR STOCKMANN
Su moderación es proverbial, señor Aslaksen; todos lo sabemos.

ASLAKSEN
Creo que, sin pecar de inmodesto, puedo preciarme de ello. En fin, esta cuestión de las aguas es de suma importancia para nosotros, los ciudadanos modestos. Diríase que el Balneario se va a convertir en una auténtica mina de oro para la ciudad. Todos disfrutaremos de sus beneficios, y en particular nosotros, los propietarios de inmuebles. Por eso mismo estoy decidido a defender el establecimiento con todos los medios a mi alcance, y puesto que soy el presidente de la Sociedad de Propietarios ... Además, soy agente de la Sociedad de Moderación. ¿Sabe usted el trabajo que significa defender esta causa?

DOCTOR STOCKMANN
Desde luego, lo sé.

ASLAKSEN
Como usted comprenderá, estoy relacionado con mucha gente. Se me considera un ciudadano honrado y pacífico y, naturalmente, tengo cierto poder en la ciudad ..., una pequeña influencia ..., con perdón sea dicho.

DOCTOR STOCKMANN
Lo sé muy bien, señor Aslaksen.

ASLAKSEN
Le comunico todo esto porque me sería fácil conseguir un manifiesto público de gratitud, si es necesario.

DOCTOR STOCKMANN
¿Un manifiesto de gratitud?

ASLAKSEN
Sí, es decir una especie de carta agradeciéndole el haber dado impulso al asunto de los baños, firmada por nuestros conciudadanos. Naturalmente, habría que redactarla en términos bastante sobrios para no ofender a las autoridades, a las personas que sustentan el poder. Haciéndolo con las suficientes precauciones, me figuro que nadie podría tomarlo a mal, ¿no cree usted?

HOVSTAD
¡Hombre! ¡Y aunque lo tomasen ...!

ASLAKSEN
No, no. Nada de ataques a ia autoridad, señor Hovstad. Nada de oposiciones contra personas con las cuales tenemos que convivir. Tengo una triste experiencia de lo que son esas cosas; nunca dan buenos resultados. Creo que es suficiente con la opinión razonable y sincera de los ciudadanos.

DOCTOR STOCKMANN
(Le estrecha la mano.) No sabe usted cuánto me satisface contar con la adhesión de mis conciudadanos, señor Aslaksen. ¡Me ha hecho usted verdaderamente feliz! ... ¿Quiere tomar una copita de jerez?

ASLAKSEN
No, muchas gracias; no tomo nunca esa clase de alcohol.

DOCTOR STOCKMANN
Bueno, entonces, ¿qué le parece un vaso de cerveza? ¿Eso si me lo acepta?

ALAKSEN
Tampoco, señor doctor; muchas gracias, de verdad. No acostumbro tomar nada a estas horas del día. Bien; voy a la ciudad a hablar con los propietarios y prepararlos.

DOCTOR STOCKMANN
Es usted muy amable, señor Aslaksen, pero la verdad, no me cabe en la cabeza que hagan falta tantos preparativos. Creo que el asunto se resolverá por sí solo.

ASLAKSEN
Las autoridades trabajan siempre con cierta lentitud, señor doctor. Y conste que no lo digo cOmo crítica. ¡Dios me libre! ...

HOVSTAD
Mañana aparecerá todo esto en el periódico, Aslaksen.

ASLAKSEN
Pero con moderación, Hovstad, con moderación ... Hay que proceder prudentemente; si no, no conseguirá usted nada. ¡Créame! ¡He cosechado no pocas enseñanzas a este respecto en la escuela de la vida ... ! Bien, me retiro; y no olvide, señor doctor, que nosotros, los ciudadanos modestos, estaremos detrás de usted como un muro. Cuenta usted con una mayoría aplastante.

DOCTOR STOCKMANN
Muchas gracias, querido amigo. (Le da la mano) ¡Hasta la vista!

ASLAKSEN
¿Me acompaña a la imprenta, señor Hovstad?

HOVSTAD
Iré más tarde; todavía me queda algo por hacer.

ASLAKSEN
Perfectamente. (Saluda y se va. El doctor le acompaña al vestíbulo.)



HOVSTAD
(En el momento en que vuelve el doctor.) Bueno, ¿qué me dice usted, señor doctor? ¿No le parece que ya es hora de sacudir un poco todas esas flaquezas, esas cobardías?

DOCTOR STOCKMANN
¿Se refiere usted a Aslaksen?

HOVSTAD
Sí. Es de esas personas que están también en el pantano, aunque, por lo demás, sea una bellísima persona. Aquí todos son por el estilo; siempre entre dos aguas, sin atreverse nunca a dar un paso en firme por culpa de esas malditas consideraciones ...

DOCTOR STOCKMANN
¡Bueno! Pero yo pienso que Aslaksen tiene muy buenas intenciones. ¿No lo cree usted?

HOVSTAD
Para mí hay cosas más importantes que las buenas intenciones, y son el valor y la confianza en sí mismo.

DOCTOR STOCKMANN
En eso le doy toda la razón.

HOVSTAD
Pues por eso mismo, voy a aprovechar la ocasión y estimular a las personas de buena voluntad. En esta ciudad hay que acabar de una vez para siempre con el culto a las autoridades. Ese maldito desatino de la traída de aguas debe ser puesto en evidencia ante todo ciudadano con derecho a votar.

DOCTOR STOCKMANN
Bueno, si Usted cree que con eso beneficia a la sociedad, hágalo. Pero espere a que hable antes con mi hermano.

HOVSTAD
De todos modos prepararé el artículo, y si el alcalde no quiere ocuparse del asunto ...

DOCTOR STOCKMANN
Pero ¿cómo se le puede ocurrir tal cosa ...?

HOVSTAD
¡Vaya usted a saber! Pues en ese caso ...

DOCTOR STOCKMANN
En ese caso ... Óigame bien ... Usted publicaría mi artículo entero.

HOVSTAD
¿De veras? ¿Palabra?

DOCTOR STOCKMANN
(Entregándole el manuscrito.) Aquí lo tiene usted. Lléveselo, léalo y devuélvamelo después.

HOVSTAD
Descuide, querido doctor. Adiós.

DOCTOR STOCKMANN
Adiós, adiós; Ya verá usted como todo irá viento en popa, señor Hovstad ..., viento en popa.

HOVSTAD
Ya lo veremos, ya lo veremos. (Saluda y se va por la puerta del vestíbulo.)

DOCTOR STOCKMANN
(Se dirige hacia el comedor.) ¡Catalina ...! ¡Ah! ¿Estás aquí, Petra?

PETRA
(Entra.) Sí; acabo de llegar del colegio.

SEÑORA STOCKMANN
(Viene con ella.) ¿No ha venido aún?

DOCTOR STOCKMANN
¿Pedro? No; aún no. Pero he estado hablando con Hovstad. No sabes la impresión que le ha causado mi descubrimiento. Dice que va a tener un alcance mucho mayor del que yo había pensado en un principio. Y ha puesto su periódico a mi disposición, en caso de que fuera necesario.

SEÑORA STOCKMANN
Pero ¿tú crees que será necesario?

DOCTOR STOCKMANN
No, claro que no; pero siempre es una satisfacción saber que tengo de mi parte a la Prensa liberal o independiente. Además, ha venido a verme también el presidente de la Sociedad de Propietarios.

SEÑORA STOCKMANN
¡Ah!, ¿sí? ¿Y ese qué quería?

DOCTOR STOCKMANN
Apoyarme también. Todos me ofrecen su apoyo en caso de que fuese necesario. Catalina, ¿sabes por quién estoy respaldado?

SEÑORA STOCKMANN
¿Respaldado? ¿Por quién? Di ...

DOCTOR STOCKMANN
Nada menos que por la mayoría aplastante de los ciudadanos.

SEÑORA STOCKMANN
¿De veras? ¿Crees que eso te conviene, Tomás? ...

DOCTOR STOCKMANN
¡Desde luego! (Se frota las manos y pasea.) ¡Dios santo! ¡No sabes lo feliz que me hace sentirme espiritualmente unido con mis conciudadanos!

PETRA
¡Y llevar a cabo tantas cosas buenas y útiles, papá!

DOCTOR STOCKMANN
Sobre todo cuando se trata de mi ciudad, de la ciudad en que he nacido. (Suena un timbre.)

SEÑORA STOCKMANN
Han tocado.

DOCTOR STOCKMANN
Debe de ser él ... (Llaman a la puerta.) ¡Adelante!

ALCALDE
(Entra por la puerta del vestíbulo.) Buenos días.

DOCTOR STOCKMANN
Bienvenido, Pedro.

SEÑORA STOCKMANN
Buenos días, cuñado: ¿Qué tal?

ALCALDE
¡Oh! Así, así, gracias. (Al doctor.) Ayer recibí tu Memoria sobre las condiciones del agua en el Balneario.

DOCTOR STOCKMANN
¿La has leído?

ALCALDE
De inmediato.

DOCTOR STOCKMANN
¿Y qué opinas?

ALCALDE
(Mira en su torno.) ¡Ejem ...! Bueno ...

SEÑORA STOCKMANN
Ven, Petra. (Vanse ambas.)

ALCALDE
(Después de un corto silencio.) ¿Era necesario hacer todas esas investigaciones a mis espaldas?

DOCTOR STOCKMANN
Mientras no me constase la absoluta seguridad ...

ALCALDE
¿La tienes ahora?

DOCTOR STOCKMANN
Sinceramente, yo creo que ahora ni tú mismo puedes dudarlo.

ALCALDE
¿Es tu intención presentar el informe ante la directiva del Balneario en forma oficial?

DOCTOR STOCKMANN
Claro. Hay que hacer algo, y rápidamente.

ALCALDE
En tu Memoria empleas, como de costumbre, expresiones muy fuertes, Dices, entre otras cosas, que envenenamos a los bañistas.

DOCTOR STOCKMANN
¿Qué otra cosa podía decir? Piensa que hacemos tomar agua infectada a pobres enfermos que han depositado en nosotros su confianza y que, además, nos pagan cantidades fabulosas para que les devolvamos su salud.

ALCALDE
Y llegas a la conclusión de que debemos construir una cloaca para recoger todas las inmundicias pestilentes del Valle de los Molinos y trasladar las tuberías del agua, ¿no es así?

DOCTOR STOCKMANN
¿Sabes tú otro remedio? Yo, no.

ALCALDE
Esta mañana he hecho una visita al ingeniero municipal, y medio en serio, medio en broma, saqué en la conversación el tema de tus proyectos, como si decidiésemos hacerlos de aquí a un tiempo ...

DOCTOR STOCKMANN
¿Qué dices? ¿De aquí a un tiempo?

ALCALDE
Naturalmente, se ha reído de mi ocurrencia. ¿Te has tomado la molestia de pensar en lo que puede costar esa obra? Según los informes que he recibido, cientos de miles de coronas.

DOCTOR STOCKMANN
¿Tanto?

ALCALDE
Sí. Y lo peor es que por lo menos tardarían dos años en llevarse a cabo esos proyectos.

DOCTOR STOCKMANN
¿Dos años? ¿Cómo es posible?

ALCALDE
En efecto, dos años, por lo menos. Y, mientras, ¿qué haríamos con el Balneario? Habría que cerrarlo. No tendríamos más remedio. ¿Quién crees que se atrevería a venir aquí, sabiendo que el agua está infectada?

DOCTOR STOCKMANN
Pero ¡si es la verdad, Pedro!

ALCALDE
Y eso sin contar con que, precisamente ahora, empezaba a prosperar el establecimiento. Las ciudades vecinas también tienen sus pretensiones de convertirse en balnearios. Como es de suponer, harán todo lo posible por atraerse el torrente de forasteros. Y, entonces, nosotros nos veríamos obligados a renunciar por completo a esa empresa, a la que hemos sacrificado tantos esfuerzos: y habrás conseguido arruinar a tu ciudad natal.

DOCTOR STOCKMANN
¿Arruinar a la ciudad? ¿Yo?

ALCALDE
Los baños son el único porvenir de la ciudad. Tú lo sabes tan bien como yo.

DOCTOR STOCKMANN
¿Qué quieres que hagamos entonces?

ALCALDE
Si he de decirte la verdad, no puedo creer que el asunto de las aguas sea tan grave como afirmas en la Memoria.

DOCTOR STOCKMANN
Pues más bien he atenuado la verdad. En verano, con el calor, aumenta el pelígro.

ALCALDE
Te repito que creo que exageras bastante. Un médico capaz como tú debe tomar sus medidas para evitar cualquier influencia dañina; y, en caso de que ésta se presente, combatirla ...

DOCTOR STOCKMANN
Bueno. ¿Y entonces qué?

ALCALDE
La disposición actual de las tuberías del Balneario es un hecho consumado, y debe ser considerado como tal. Pero, de todos modos, eso no es obstáculo para que la Dirección tenga en cuenta tu informe y averigüe si es posible mejorar la situación sin sacrificios que estén por encima de sus fuerzas.

DOCTOR STOCKMANN
¿Te figuras que seré capaz de tolerar esa farsa?

ALCALDE
¿Farsa?

DOCTOR STOCKMANN
Sí; una farsa, un fraude ... ; algo peor: un crimen contra la sociedad.

ALCALDE
Francamente, te repito que no puedo convencerme de que el peligro sea tan grave.

DOCTOR STOCKMANN
Sí, Pedro; estás convencido; no es posible la menor duda. Mi Memoria es concluyente; sé muy bien lo que afirmo. Y tú también lo entiendes muy bien, Pedro, pero no quieres confesarlo. Tú fuiste el que hizo construir el Balneario y la toma de agua donde está, pero te empeñas en no reconocer el error; lo he comprendido muy bien desde el principio.

ALCALDE
¿Y si así fuese? En todo caso, no hago más que defender mi reputación por el bien de la ciudad. Sin autoridad moral no podría manejar y dirigir los asuntos del modo que, a mi entender, sea un beneficio del interés común. Por eso, y por otras razones, me importa mucho que tu Memoria no se entregue A la Dirección del Balneario. El bienestar público así lo exige. Ya la presentaré yo más tarde, para que la discutan según su parecer, pero con la mayor reserva; el público no debe saber una sola palabra del asunto. Todo debe quedar entre nosotros.

DOCTOR STOCKMANN
No podrás impedir que se sepa, Pedro.

ALCALDE
Es absolutamente necesario.

DOCTOR STOCKMANN
Te digo que será imposible; ya están enteradas muchas personas.

ALCALDE
¿Cómo? ¿Quién está enterado? Me figuro que no serán esos tipos de La Voz del Pueblo ...

DOCTOR STOCKMANN
Sí; ésos, también. La Prensa independiente y liberal se encargará de que ustedes cumplan su deber.

ALCALDE
(Después de un corto silencio.) ¡Has sido muy imprudente, Tomás! ¿No se te ha ocurrido pensar en las consecuencias que tu manera de proceder puede acarrearte?

DOCTOR STOCKMANN
¿A mí?

ALCALDE
¡Claro! A ti y a los tuyos.

DOCTOR STOCKMANN
¿A qué te refieres? ¡Explícate!

ALCALDE
Creo qüe siempre me he comportado contigo como un hermano complaciente y bueno. ¿No es verdad?

DOCTOR STOCKMANN
Sí; es cierto, y te lo agradezco.

ALCALDE
No pido agradecimientos. En parte, también lo hacía por egoísmo. Tenía esperanzas de frenar un poco tu carácter ayudándote a mejorar tu situación económica.

DOCTOR STOCKMANN
¿Cómo? ¿De modo que sólo por ti mismo ...?

ALCALDE
Ya te he dicho que sólo en parte. Para un funcionario del Estado no es, francamente, muy agradable tener parientes que se comprometan a cada momento.

DOCTOR STOCKMANN
¿Y tú crees que yo me comprometo?

ALCALDE
Sí, por desgracia. Lo haces sin darte cuenta. Tienes un carácter inquieto, rebelde, revoltoso; sin contar con tu manía innata a escribir públicamente todo lo que se te pasa por la cabeza. Basta que tengas una ocurrencia para que no puedas menos que escribir un artículo, o un folleto entero, si a mano viene, sobre el asunto.

DOCTOR STOCKMANN
¿Pero acaso no es obligación de todo ciudadano comunicar al pueblo las buenas ideas?

ALCALDE
¡Bah! El pueblo no necesita ideas nuevas. El pueblo está mejor servido con las ideas viejas, que ya conoce, y que son mejores.

DOCTOR STOCKMANN
¡Eres capaz de decir eso!

ALCALDE
Sí, Tomás; ha llegado, por fin, el momento de sincerarme contigo. Como conozco tu irritabilidad, nunca me había atrevido a ser completamente franco contigo; pero ahora tengo que decirte la verdad. No puedes imaginarte cómo te perjudica tu agresividad. Te quejas de las autoridades, te quejas, incluso, del Gobierno; todo lo insultas, todo lo criticas, y, encima, te quejas de que no se te ha sabido apreciar, de que se te ha perseguido ... ¿Qué otra cosa esperabas que se hiciese con un hombre tan inquieto, tan molesto como tú?

DOCTOR STOCKMANN
¡Vaya! ¿De modo que ahora resulta que soy el hermano incómodo?

ALCALDE
Sí, Tomás; eres alguien muy difícil de soportar. Es imposible trabajar contigo. Yo mismo he debido tolerarte demasiado. Dejas de lado todas las consideraciones y pareces olvidar por completo que el nombramiento de médico del Balneario me lo debes a mí ...

DOCTOR STOCKMANN
Creo que tenía derecho a ello. ¡Yo y nadie más! Fui el primero que se dio cuenta que la ciudad podía convertirse en una magnífica estación balnearia. Fui el único que lo vio. Luché por mi idea durante muchos años, y la defendí en los periódicos sin descanso ...

ALCALDE
No lo niego; pero aún no había llegado la ocasión propicia. Desde lejos, no podías juzgar bien la oportunidad. Cuando el momento fue favorable, mis amigos y yo tomamos la dirección del asunto.

DOCTOR STOCKMANN
Sí; y echaron a perder por completo mis magníficos proyectos. ¡Ahora se ve toda su inteligencia!

ALCALDE
Me parece que lo que se ve son tus deseos de desahogar tu agresividad. Por sistema atacas a tus superiores. No puedes soportar ninguna autoridad sobre ti; miras con aversión a todo aquel que desempeña un cargo superior; le consideras como un enemigo personal y le atacas sin reparar en las armas con que lo haces. Pero ahora que te he puesto al tanto de cuáles son los intereses que peligran por tu causa, te exijo, Tomás, en nombre del bien público y del mío propio, una resolución inmediata; te la exijo enérgicamente.

DOCTOR STOCKMANN
¿Qué estás diciendo? ¿Qué resolución quieres que tome?

ALCALDE
Como has cometido la imprudencia de confiar a personas extrañas este asunto, que era un secreto exclusivo de la Dirección, ya no es posible ocultarlo. Circularán toda clase de rumores, que las malas lenguas de la población se encargarán de alimentar y exagerar. Es indispensable que lo desmientas públicamente.

DOCTOR STOCKMANN.
¿Yo? ¿Cómo? No te entiendo.

ALCALDE
Puedes hacer creer que, después de nuevos análisis, has llegado a la conclusión de que el asunto no era tan grave como habías supuesto en un primer momento.

DOCTOR STOCKMANN
¡Ah! De modo que eso esperas de mí ...

ALCALDE
No sólo eso; quiero también que declares públicamente tu confianza absoluta en que la Dirección tomará a conciencia todas las medidas radicales necesarias para que desaparezca hasta el último vestigio de peligro.

DOCTOR STOCKMANN
¡Muy bien! Pero no vas a conseguir hacer desaparecer el peligro con engaños y mentiras. Créeme, Pedro; de eso estoy absolutamente convencido.

ALCALDE
Como funcionario del establecimiento, no tienes derecho a una opinión particular.

DOCTOR STOCKMANN
(Perplejo.) ¿Que no tengo derecho a ...?

ALCALDE
Como funcionario, digo. Como simple particular, sí, sin duda. Pero como subordinado de la Dirección del Balneario, no puedes tener otra opinión que la de tus superiores.

DOCTOR STOCKMANN
¡Ahora si que te la cacheteaste! ¡Esto ya es el colmo! ¿Cómo puedes decir que un médico, un hombre de ciencia, no tiene derecho a ...?

ALCALDE
La cuestión que ahora está en juego no es sólo científica; es una cuestión técnica y económica a la vez.

DOCTOR STOCKMANN
¡Bah! ¡Llámala como quieras! ¡Sólo te digo que me consideró completamente en libertad de tener mi opinión sobre todas las cosas del mundo!

ALCALDE
Como gustes. Pero no sobre la Dirección del Balneario. Te lo prohibimos.

DOCTOR STOCKMANN
(En el colmo de la indignación.) ¡Que me lo prohibes! ... ¡Tú! ... ¡No me vengas con jaladas! ...

ALCALDE
¡Te lo prohibo yo, y basta! Soy tu superior, y cuando te prohibo una cosa, tienes que obedecer.

DOCTOR STOCKMANN
(Se domina a duras penas.) ¡Pedro! |Si no fuese porque eres mi hermano ...!

PETRA
(Abre la puerta bruscamente.) ¡Papá, no puedes consentir eso!

SEÑORA STOCKMANN
(Aparece tras ella,) ¡Petra!

ALCALDE
¡Ah, de modo que estaban escuchando!

SEÑORA STOCKMANN
Hablaban tan alto que se oía a través de las paredes. No podíamos evitar que ...

PETRA
Yo, sí; me he puesto a escuchar. ... ¿y?

ALCALDE
Bien; realmente, más vale así.

DOCTOR STOCKMANN
(Se acerca a él.) Me hablaste de prohibir y de obedecer.

ALCALDE
Me has obligado a hablar de ese modo.

DOCTOR STOCKMANN
¿Exiges que me desautorice a mí mismo?

ALCALDE
Lo considero absolutamente indispensable. Tienes que publicar esa declaración.

DOCTOR STOCKMANN
Bien. ¿Y si me negase a obedecer?

ALCALDE
Nos encargaríamos nosotros mismos de hacer una declaración para tranquilizar al público.

DOCTOR STOCKMANN
Perfectamente. Escribiré contra ustedes. Sostendré mi opinión, demostraré que es la verdadera y que ustedes están equivocados. ¿Qué harán entonces?

ALCALDE
En tal caso, no podré impedir que te despidan del puesto.

DOCTOR STOCKMANN
¡Cómo!

PETRA
¡Papá, te echará!

SEÑORA STOCKMANN
¿Que le despidan del puesto?

ALCALDE
Es decir, me veré obligado a exigir tu cesantía inmediatamente como médico del establecimiento y a negarte todo derecho a intervenir én cualquiera de sus asuntos.

DOCTOR STOCKMANN
¿Serías capaz?

ALCALDE
Eres tú el que te lo has buscado.

PETRA
¡No puedes portarte de esa manera tan indigna con un hombre como papá!

SEÑORA STOCKMANN
¡Por Dios, Petra! ¡Cállate!

ALCALDE
(Observa a Petra.) ¿De modo que también la niña empieza a manifestar opiniones subversivas? ¡Claro! Es natural. (A la señora Stockmann.) Cuñada, espero que, como la persona más razonable de esta casa, procurará usted influir en su marido para que comprenda que su actitud puede acarrear consecuencias mUy perniciosas a su familia y ...

DOCTOR STOCKMANN
¡Lo que le pase a mi familia no le atañe a nadie más que a mí!

ALCALDE
Repito: a tu familia y a tu ciudad natal, de cuyos intereses soy responsable.

DOCTOR STOCKMANN
No. El que se preocupa del bienestar de la ciudad soy yo. Revelaré todos sus errores, que tarde o temprano, han de salir a la luz. ¡Entonces se verá bien quién es el que vela por la ciudad!

ALCALDE
¡Tú! Entonces, ¿por qué intentas con tanta porfía destruir su principal fuente de riqueza?

DOCTOR STOCKMANN
¡Es una fuente envenenada! ¿Es que no lo comprendes? Traficamos con inmundicias y podredumbre. ¡Toda nuestra vida social tan floreciente, se funda en un fraude!

ALCALDE
¡Todo eso no son más que locuras! ¡El hombre capaz de lanzar semejantes blasfemias contra su propia ciudad es y será siempre un enemigo del pueblo!

DOCTOR STOCKMANN
(Va hacia él.) ¡Te atreves a ...!

SEÑORA STOCKMANN
(Interponiéndose.) ¡Tomás!

PETRA
(Cogé a su padre de un brazo.) ¡Cálmate, papá!

ALCALDE
No quiero exponerme a violencias. Ya estás advertido. Ten en cuenta lo que te debes a ti mismo y a los tuyos. Adiós. (Se va.)

DOCTOR STOCKMANN
(Pasea de un lado a otro.) ¡Y tener que aguantarle todas esas insolencias! ¡En mi propia casa! ¡Catalina! ¿Qué te parece?

SEÑORA STOCKMANN
Tienes razón; es una verdadera vergüenza, un escándalo ...

PETRA
¡Soy capaz de hacerle cualquier jugada!

DOCTOR STOCKMANN
La culpa ha sido mía; debía haberme librado de todos ellos hace mucho tiempo. ¡Atreverse a llamarme a mí enemigo del pueblo! ¡A mí! ¡Que me lleve la tiznada pero esto no se queda así!

SEÑORA STOCKMANN
Tomás, tu hermano tiene el poder.

DOCTOR STOCKMANN
Pero yo tengo la razón.

SEÑORA STOCKMANN
¿Y de qué te sirve la razón si no tienes el poder?

PETRA
¡Mamá, por Dios! ¿Cómo puedes hablar así?

DOCTOR STOCKMANN
De modo que, en una sociedad libre, ¿es inútil tener la razón de parte de uno? ¿Es que no tengo a mi lado a la Prensa independiente y liberal, y la mayoría aplastante? Creo que significan cierta fuerza.

SEÑORA STOCKMANN
Por Dios, Tomás. Me imagino que no pensarás en ...

DOCTOR STOCKMANN
¿En qué?

SEÑORA STOCKMANN
En ponerte en contra de tu hermano.

DOCTOR STOCKMANN
¿Qué quieres que haga, entonces, para defender la justicia y la verdad?

PETRA
¡Eso, mamá! ¿Qué quieres que haga?

SEÑORA STOCKMANN
No te servirá de nada. Cuando no quieren, nada ni nadie los obligará.

DOCTOR STOCKMANN
Ya verás, ya verás, Catalina; tú, espera, y ya verás lo que consigo.

SEÑORA STOCKMANN
Sí; conseguirás que te pongan de patitas en la calle; eso es lo que lograrás.

DOCTOR STOCKMANN
En ese caso, por lo menos, habré cumplido con mi deber para con el pueblo, para con la sociedad. ¡Mira que llamarme enemigo del pueblo!

SEÑORA STOCKMANN
¿Y tu familia, Tomás? ¿Y nosotros? ¿Y tu casa? ¿Es tu deber ir en contra de los tuyos?

PETRA
Por Dios, mamá; no debemos pensar en nosotros solamente.

SEÑORA STOCKMANN
Sí; a ti no te cuesta gran cosa decirlo. En último caso, puedes mantenerte tú misma. Pero ¿y los niños, Tomás? Piensa también en los niños, en ti, en mí ...

DOCTOR STOCKMANN
¿Te has vuelto loca, Catalina? Si fuese tan miserable, tan cobarde, de arrojarme a los pies de Pedro y de sus maldítos amigos, ¿crees que volvería a tener un momento de sosiego en mi vida?

SEÑORA STOCKMANN
No lo sé; pero, por Dios, dime; ¿qué felicidad esperas que tengamos si mantienes esa actitud agresiva? Te quedarás otra vez sin recursos, sin ingresos fijos. Me parece que ya hemos pasado demasiada necesidad. Piénsalo bien, Tomás; piensa en las consecuencias.

DOCTOR STOCKMANN
(Aprieta los puños y se retuerce, presa de desesperación.) ¿Y esos empleaduchos pueden aplastar así a un hombre libre, a uh hombre honrado? ¿No es indignante, Catalina?

SEÑORA STOCKMANN
Si, es verdad; te han querido humillar. ¡Dios mío! Hay tantas injusticias en este mundo! Es necesario ceder. Tomás. Acuérdate de los niños. ¡Míralos! ¿Qué será de ellos? No, no; no tendrás valor para ... (Ejlif y Morten han entrado con sus libros de colegio.)

DOCTOR STOCKMANN
¡Los niños! (Recuperándose de repente.) Ni aunque se hundiese el mundo doblaría mi cabeza bajó el yugo. (Se dirige hacia su despacho.)

SEÑORA STOCKMANN
(Le sigue.) Tomás, ¿qué vas a hacer?

DOCTOR STOCKMANN
(En la puerta.) Quiero conservar el derecho de mirar a mis hijos cara a cara cuando lleguen a ser hombres. (Entra en el despacho.)

SEÑORA STOCKMANN
(Rompe a llorar.) ¡Dios mío, Dios mío! ¡Protégenos, por favor!

PETRA
¡Papá es un hombre! ¡Y hará lo que debe hacer! (Los niños asombrados, preguntan lo que pasa. Petra les hace señas para que se callen.)

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