Indice de Fantomas de Pierre Souvestre y Marcel Allain CAPITULO DËCIMOCTAVO. Un prisionero y un testigo CAPÍTULO VIGÉSIMO. Una taza de teBiblioteca Virtual Antorcha

Fantomas

Pierre Souvestre y Marcel Allain

CAPÍTULO DÉCIMONONO

Jerome Fandor



Juve, silbando una marcha militar, signo en él de una alegría profunda, abrió la puerta del saloncillo donde había encerrado a Charles Rambert y contempló al joven dormido.

- Es hermosa la juventud -dijo al guardián, que se levantó a su entrada-. Este muchacho arriesga el ir a presidio y, después de una noche de fatiga, duerme tan tranquilo como el gran canciller de la Legión de Honor.

Sacudió a Charles Rambert bastante familiarmente.

- ¡Arriba, perezoso! Son las diez de la mañana. Es hora de que te lleve.

- ¿Adónde? -preguntó el desgraciado joven.

- Decididamente -dijo Juve- la curiosidad es tu pecado ... ¡Pues bien! No te llevo a la cárcel, sino a mi casa ...

* * *

Juve encendió un buen cigarro, se cuadró en su asiento, cruzó las manos detrás de la nuca y, mirando fijamente a Charles Rambert, articuló:

- Voy a decirte, pues, una cosa buena, que eres inocente en el caso Langrune y en el caso Danidoff, donde tú eras mademoiselle Jeanne ...

Charles Rambert se conmovió.

- ¿Por qué me dice usted eso? Sé que no he robado a la princesa Sonia Danidoff. Pero ¿cómo me reconoció esa noche? ¿ Cómo supo que era yo mademoiselle Jeanne?

Juve sonrió y, recogiendo el mechón de cabellos que le ocultaba un lado de la frente, respondió:

- ¡Escucha, pequeño! ¿Acaso te imaginas que el puñetazo que diste a ese excelente Henri Verbier cuando quería hacerte la corte, mademoiselle Jeanne, en el Royal-Palace, no me llevaría a descubrir que la tal mademoiselle Jeanne era vigorosa como un hombre?

~ Pero -replicó Charles Rambert, muy inquieto por esta alusión- eso no es motivo para que usted me reconociera esta noche como Paul.

Juve movió la cabeza.

- Has de saber, de una vez para siempre, que cuando yo, Juve, he mirado a alguno a la cara, es preciso que sea muy hábil para que se me pueda escapar gracias a un disfraz.

Charles Rambert se calló algunos minutos. Después:

- ¿Por qué cree que no he robado a la princesa Sonia Danidoff? ¡Me doy perfecta cuenta que todo me acusa!

- No; todo, no -respondió suavemente Juve-. Hay cosas que tú no sabes ..., especialmente esta: que la princesa Sonia Danidoff fue robada, ¿no es así?, por la misma persona que robó a madame Van den Rosen ... Ahora bien: a madame Van den Rosen la robaron por medio de fractura; hay en su habitación muebles que aparecieron destrozados. Sé, desde esta mañana, después de las experiencias que te he hecho hacer con el dinamómetro en la Prefectura, que tú no eres bastante vigoroso para romperlos.

- ¿No soy bastante vigoroso? -protestó Charles Rambert.

- Sí, no bastante ... La experiencia del dinamómetro, las cifras que he obtenido luego, prueban que eres inocente del robo Van den Rosen y, por consiguiente, del robo a Sonia Danidoff.

Rambert reflexionó. Después preguntó:

- Pero, cuando usted fue al Palace, no sabía que yo estaba, y, por consiguiente, que yo era Charles Rambert, ¿no es verdad? ¿Cómo llegó usted a saberlo?

Juve respondió, sonriendo:

- ¡Es la infancia del arte! ... Al desgraciado que fue enterrado con tu nombre y puesto en tu lugar le han medido, según órdenes dadas por mí. Tengo las medidas exactas de su cadáver. Por otra parte, me las he arreglado para que te fotografiaran simétricamente, como lo han hecho en la Prefectura, en tu papel de mademoiselle Jeanne ... He reflexionado sobre todo y he pensado si no podría encontrar a esta mademoiselle Jeanne. La he encontrado rápidamente entre la gente del hampa, convertida en hombre, como no dudaba. Me he dedicado a hacer miles de investigaciones y, ayer noche, al llegar a El Cerdo de San Antón, sabía, por una parte, que el que había sido enterrado en tu lugar era un individuo desaparecido y no identificado, y que, en fin, Paul era Jeanne, y Jeanne, Charles Rambert.

El joven precisó de nuevo:

- Lo que me dice usted del dinamómetro de fractura me hace comprender por qué sabe usted que yo no soy culpable de los robos del Royal-Palace; pero ¿qué me hace inocente a sus ojos en el caso Langrune?

- ¡Caramba! -respondió Juve-. Protestas como si hubieras dado ese golpe ... ¡Pues bien! Es lo mismo exactamente que lo del asunto del Royal-Palace. El asesino de la marquesa de Langrune fracturó los muebles. El dinamómetro de monsieur Bertillon establece claramente que tú no eres bastante fuerte para causar tales daños ...

El joven Charles Rambert vaciló algunos minutos. Después, a la manera del que se confiesa de una horrible inquietud, preguntó:

- Escuche, ¿y si yo hubiese obrado bajo los efectos de la locura?

Juve movió la cabeza.

- Haces alusión a tu madre y estás obsesionado por la idea de que, por razón de herencia, podrías muy bien ser somnámbulo y, por eso, culpable sin saberlo, ¿no es así? ... ¡Vamos! Charles Rambert, bebe tu taza de leche y no te detengas a pensar en esas suposiciones ... En primer lugar, nada prueba, hasta el presente, que estés loco; nada prueba, asimismo, que tu pobre madre ...

- Pero, entonces, monsieur Juve ...

- Llámame Juve ...

- Puesto que usted sabe que soy inocente, puede ir a decírselo a papá.

Juve miró al joven con sonrisa irónica.

- ¡No, no! -dijo-. Has de comprender que si yo te creo inocente, soy seguramente el único.

El joven preguntó tímidamente:

- ¿Qué debo hacer, entonces?

Juve, después de un instante de reflexión, preguntó:

- ¿Qué piensas hacer tú?

- Ir a buscar a mi padre ...

- No -protestó aún Juve-. Te ruego que no vayas ... Cuando yo haya cogido por el cuello a Fantomas, seré el primero en llevarte a casa de tu padre.

- ¿Por qué esperar a la detención de ese Fantomas? -preguntó Charles Rambert.

-Porque -dijo Juve- si tú eres inocente de los asuntos de que te acusan, es infinitamente probable que Fantomas sea el culpable.

- Pero bueno, monsieur Juve, ¿qué me aconseja usted que haga?

El inspector de la Sûreté se levantó y, yendo y vjniendo por la habitación, respondió:

- Hay un hecho cierto, y es que tú me inspiras interés. Y hay, además, algo indiscutible, y es que esta noche, en esa pocilga donde yo luchaba con un bandido, creí. durante algunos segundos, que se habían acabado todas mis aventuras, por la sencilla razón de que no vería la luz del día. Sin ti, yo me hubiera quedado allí. Tú intervención me salvó la vida. Estamos, pues, en paz. Pero como eres tú el que has empezado las amabilidades y yo no he hecho otra cosa que devolvértelas, importa, para comenzar una nueva serie, que yo me las componga para no dejarte en la calle. He aquí lo que voy a proponerte: vas a cambiar de nombre y procurar alquilar, en algún sitio, una habitación amueblada. Te vestirás convenientemente; después vendrás a verme y te daré una recomendación para un amigo mío que es secretario de redacción de un gran periódico de la noche. Eres instruido. Sé que eres activo. Te gusta todo lo que se refiere a la Policía. Tengo la impresión de que harás carrera, y rápidamente, como periodista. Tendrás la oportunidad de hacerte una persona honrada, conocida, respetada ... ¿Te parece bien?

- Es usted demasiado bueno -dijo Charles Rambert-. El oficio me va perfectamente.

Pero Juve interrumpió las efusiones del joven.

Le tendió un paquete de billetes de Banco.

-- Toma dinero -dijo- y lárgate. Ya es hora de que durmamos los dos un poco. Ocúpate de alojarte, de instalarte. Quiero que dentro de quince días seas redactor de La Capitale ...

Charles Rambert vaciló algunos segundos. Después, volviéndose hacia el policía, preguntó:

- ¿Bajo qué nombre me va ústed a presentar?

- ¡Hum! -respondió, riendo, Juve-. Bajo un nombre falso.

El joven propuso:

- Puesto que ese será mi seudónimo, habrá que encontrar sílabas que se retengan.

- Sí, un nombre impresionante como el de ¡Fantomas!

- ¿No tiene usted alguna idea?

Juve propuso:

- Elige un nombre que no sea corriente ... Es por lo primero que te vas a hacer notar ... Por otra parte, te hace falta como apellido algo breve, como un radical de consonancia sorda, una terminación que cante ...

Y como Charles Rambert continuara buscando, Juve indicó:

- ¿Qué dirías si tomásemos la primera sílaba de Fantomas? Fan ... es un buen radical ... Escucha: eso me ha hecho encontrar tu nombre completo: te llamarás. si tú quieres, Jérome Fandor ...

Charles Rambert repitió el nombre:

- ¿Jérome Fandor? Sí, tiene razón: suena.

Juve le empujó fuera del apartamento.

- ¡Pues bien, Jérome Fandor, déjame dormir! Ve a ataviarte, ve a prepararte para la nueva vida que voy a abrirte ...
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