que es el morir, de Agustin Cortes, Captura y diseño, Chantal Lopez y Omar Cortes, Antorcha
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Qué es el morir

Nuestras vidas son los ríos

que van a dar en la mar.

que es el morir.

Jorge Manrique

Hace frío, por la puerta de la terraza - abierta - se cuela una corriente de aire helado. El reflejo de la luz de los múltiples anuncios de neón recorta las siluetas de los objetos - inanimados monstruos - que forman el escaso mobiliario de la habitación.

Con los ojos cerrados aspiras descuidadamente el humo del cigarrillo que acabas de encender. A tu lado duerme - ¿cómo se llama? - ella; hace apenas una semana que la conoces; es sólo una más, la misma de siempre, la mujer objeto: úsese y tírese.

Unos minutos antes, cuando hacían el amor, te pareció sentir de nuevo el cuerpo de Cecilia. No era nada extraño, todo el día habías estado pensando en ella, desde que al leer el diario - al levantarte - te habías encontrado con el cruel encabezado: Conocido industrial asesina a su esposa y al amante de ésta. Ahí estaba la foto de Cecilia, un poco ajamonada, pero los mismos ojos, las mismas cejas pobladas, los mismos labios delgados con esa constante expresión de burla.

Tal vez dos años antes tal noticia te hubiera sorprendido, ahora no, habían pasado ya tantas cosas y tomado conciencia de tu situación que no podía sorprenderte.

Dicen que al morir se recuerda cada momento vivido, quizá hace dos años que has comenzado a morir, desde que murió Rodolfo cada minuto de tu vida te ha acosado como un eco nostálgico y demoledor.

¿Saben qué quiere ser Carlos?

Todos interrogaban con la mirada a Cecilia, que aumentaba el suspenso volteándote a ver - molesto rechinabas los dientes -.

¡Actor! - concluía triunfante.

Y comenzaban las risas y las bromas.

Desde que se separaron sentías miedo por su futuro ... Supiste que se había vuelto a casar y te tranquilizaste, pero ahora ...

La habías visto hacia poco, cuando fue a felicitarte por el último estreno. Hablaron de la juventud, de las viejas ilusiones, etc., y te sorprendiste sintiéndote por vez primera viejo.

Seré actor. El mejor de todos.

Y sentías el calor de su cuerpo, de su solidaridad.

Te casaste con el sueldo del primer papel importante de tu carrera. Pero la ocupación escaseaba al principio y apenas sacabas para mal vivir.

Demasiados pleitos, demasiados problemas; el divorcio fue la única solución.

Nunca pudiste olvidarla realmente. Ninguna mujer volvió a interesarte en serio. Luego murió Rodolfo, el amigo de siempre, y sentiste como las cosas se escapaban sin poder retenerlas y tu existencia se convirtió en algo irrecuperable.

Sigue sintiéndose frío pero no te sientes capaz de levantarte para ir a cerrar la puerta de la terraza. Ella sigue durmiendo - satisfecha, orgullosa de haberse acostado con la gran estrella -.

Piensas de nuevo en Cecilia, en la nota del periódico, en el contrato de exclusividad por un millón que firmaste esa mañana. Apagas el cigarro en el cenicero y cierras los ojos midiendo el tiempo que te falta para acabar de morir.


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