Índice de Diálogos de los muertos de Luciano de SamosataCapítulo XCapítulo XIIBiblioteca Virtual Antorcha

CAPÍTULO XI

Crates y Diógenes

CRATES.- Diógenes, ¿tú conocías al rico, mejor dicho, al riquísimo Mérico, el corintio, primo de Aristeas, propietario de una gran flota de navíos? Éste solía mencionar esa frase tan célebre de Homero: Levántame tú o yo te levantaré.

DIÓGENES.- ¿Por qué lo hacía, Crates?

CRATES.- Eran contemporáneos y se cuidaban mutuamente, cada uno por la herencia del otro. Hicieron un testamento público, en donde Mérico dejaba como heredero de todos sus bienes a Aristeas, si él moría antes, y lo mismo hizo Aristeas con respecto a Mérico. Ambas voluntades quedaron consignadas sobre el papel, y ellos se cuidaban el uno al otro en un afán de superarse en halagos recíprocos. Y tanto profetas, como astrólogos, así como los hijos de Caldea o el mismo Apolo, daban la victoria ya a Aristeas, ya a Mérico, inclinándose la balanza, unas veces hacia uno, otras, hacia el otro.

DlÓGENES.- ¿Cómo acaba esta historia, Crates? Siento mucha curiosidad.

CRATES.- Murieron a la vez, así que los bienes de ambos fueron a parar a sus parientes Eunomio y Tresicles, que nunca llegaron a sospechar este feliz desenlace. Ocurrió que, mientras viajaban de Sición a Cirra, debido a los fuertes soplos del yápige, chocaron de lleno con el golfo y naufragaron.

DlÓGENES.- Se lo merecían. En cambio, nosotros, estando vivos, jamás nos deseamos la muerte ajena los unos a los otros: yo jamás deseé que Antístenes muriese para así poder heredar su robusto bastón, que él mismo hizo de madera de olivo silvestre, y, según creo, tú Crates, tampoco anhelabas heredar con ansia mi tonel y mi alforja, que solía contener dos quenices de altramuces (13).

CRATES.- No tenía ninguna intención de hacer tal cosa, ni tú tampoco, Diógenes, pues ya heredamos, tú de Antístenes y yo de ti, lo que necesitábamos, bienes mucho más venerables que el mismísimo imperio persa.

DlÓGENES.- ¿A qué te refieres?

CRATES.- A cosas como la sabiduría, la sobriedad, la verdad, la sinceridad y la libertad de espíritu.

DIÓGENES.- Sí, ¡por Zeus!, recuerdo haber recibido de Antístenes grandes riquezas y habértelas dejado a ti en mejor estado aún.

CRATES.- Sin embargo, los otros no se preocupaban por nuestros bienes y nadie nos ofrecía sus cuidados, con la esperanza de heredar dichos bienes, sólo les interesaba el dinero.

DIÓGENES.- Es lógico, pues no tenían donde colocar esos bienes. Los placeres de la vida les agujereó por completo como bolsas podridas, de forma que si alguien intentaba poner en su interior algún presente como la sabiduría, la franqueza o la sobriedad, sólo entrar, salía por alguno de los mil agujeros, pues carecían de fondo para guardarlo: como las hijas de Dánao, que vertían agua en un tonel agujereado, mientras que el dinero, era defendido por ellas, con uñas, dientes y otros medios.

CRATES.- Por eso mismo, nosotros podemos conservar aquí nuestra riqueza, en cambio, ellos tan sólo podrán traer consigo una triste limosna, que además deberán entregársela al barquero.

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