Índice de Diálogos de los muertos de Luciano de Samosata | Capítulo XX | Capítulo XXII | Biblioteca Virtual Antorcha |
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CAPÍTULO XXI
Menipo y Cerbero
MENIPO.- Cerbero, ya que somos del mismo linaje, ambos, perros. Dime, pues, por la laguna Estigia, cómo se portó Sócrates cuando bajó a veros. Supongo que tú, siendo un dios, en ocasiones, además de ladrar, hablas como los hombres.
CERBERO.- Mira, Menipo. De lejos, daba la impresión de acercarse con cara de persona impertérrita. Parecía no temer en absoluto a la muerte y desde luego quería dar esta imagen ante nuestros ojos; pero al asomarse al interior del abismo y ver las tinieblas, tuve que cogerle de un pie, pues, embotados sus miembros por la cicuta, se demoraba, y de repente se puso a llorar como un niño, nombrando a sus hijos mientras su rostro cambiaba continuamente de color.
MENIPO.- Entonces, ¿era un hipócrita que no despreciaba a la muerte de verdad?
CERBERO.- No, pues cuando vio que la muerte era necesaria, se tranquilizó, resignándose a sufrir de buena gana lo inevitable, para que los demás le admirasen. En fin, de él y de otros que se le parecen, puedo decirte que cuando llegan a la entrada son muy valientes, pero dentro es donde se prueban realmente sus temples.
MENIPO.- Y mi comportamiento, ¿qué te parece?
CERBERO.- Diógenes y ahora tú, sois la excepción. Llegásteis con la dignidad que exige vuestro linaje: entrásteis libremente y sin empujones, de buena gana, despreocupados y entre risas.
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