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¿PARA QUÉ SIRVE LA AUTORIDAD? Y OTROS CUENTOS RICARDO FLORES MAGÓN LAS INQUIETUDES DEL HIERRO El hierro se estremeció en el seno de la montaña al sentir pisadas en la cumbre. - Es el hombre que anda en busca de mí -dijo-. Y sus moléculas vibraron intensamente en una sensación mezclada de angustia y de placer. Las pisadas resonaban enérgicas, como si fueran las de un hombre audaz que se enfrenta a la naturaleza para rescatar de ella lo que el ser humano necesita. - ¿Para qué me querrá? -se preguntó con inquietud el benemérito metal. Y la montaña entera, cuya armazón componía él, tuvo un sacudimiento. - Me estremezco a la sola idea de tener que ser convertido en auxiliar de la injusticia, yo que, por mi misma naturaleza, debiera ser únicamente propulsor del progreso y la libertad, añadió. Hubo una pausa, en la que se escuchó, con toda claridad, el sonido de un pico golpeando el dorso de la montaña. - Sí, es el hombre que me busca para hacer de mí, tal vez, la cadena que ha de arrastrar. Es el hombre que se afana por encontrarme para convertirme en reja de calabozo o en cerrojo de presidio. Y sus moléculas vibraron de indignación y de cólera ... Los golpes continuaban y el eco repetía los sonidos, que parecían el lamento de un gigante agredido por la espalda. - Es el hombre que me busca, quizá, para hacer de mí la metralla, con la cual el tirano le ahogará la protesta en la garganta, o la guillotina que ha de arrancarle la cabeza cuando dé un paso fuera del estrecho sendero de la Ley escrita por sus verdugos ... El pico hería, hería, hería, y la montaña gemía como un monstruo impotente bajo los puños de un titán. - ¡Ah, cuánto sufro! ¡Oh, qué cruel incertidumbre! Yo no quiero ser cadena, ni cerrojo, ni reja. Quiero ser metralla, pero en manos del pueblo, para barrer a lós tiranos. Quiero ser guillotina, pero en manos del rebelde, para arrancar la cabeza del opresor. ¿Qué iré a ser? Puedo ser acicate; pero también puedo verme convertido en freno. Impulso y contengo, según el uso que se me quiera dar; doy la vida y doy la muerte; soy arado y soy espada ... Hoja afilada, esclavizo en manos del esbirro, liberto en manos de Caserio. ¡Ah, se me usa para el bien y para el mal! Gatillo de arma de fuego, se me hace disparar el maldito proyectil que arranca la vida de Ferrer, como la bala bendita que liberta al mundo de la tiranía de Canalejas. En manos de Maura soy esclavo de las tinieblas; en manos de Pardiñas sirvo a la justicia. Un mismo fulgor mío es de vida y es de muerte: brillo con promesas de vida en el revólver de Angiolillo; brillo con livideces de muerte en la estrella del polizonte. ¿Qué iré a ser? ¿Qué iré a ser? El pico hería, hería, hería, haciendo gemir a la montaña en medio de la naturaleza, indiferente a las angustias del hierro. (De Regeneración, del número 217, fechado el 18 de diciembre de 1915).
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