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POEMAS RÚSTICOS ANGELUS DOMINI I Rompe el alba el botón de la mañana Abajo se despierta la sabana, Desde el redil hasta la loma albean, Y, de la cima oriente por los flancos, Estalla el seno de la nube y brota ¡Astro de inmensa luz! Como una gota ¡La nota del amor! ... Los aires hiende, El ángel tañe su clarín de plata II En la cimera del volcán descuella Del sol canicular una centella De la montaña al pie duerme la costa, Y el fuego de los trópicos agosta El espacio es un mar de fuego y oro Tiende las alas con fragor sonoro, ¡Oh, salmo de las fuerzas, soberana como el gigante són de una campana III Sobre el tranquilo lago, occíduo el día, Del cielo en la cerúlea lejanía Suenan los cantos del labriego; cava en el límite brillan del potrero, Ondulante y azul, trémulo y vago, Del Septentrión al murmurante halago Su voz tristezas y consuelos vierte. Levanta el vuelo en silencioso giro
(Poemas de Manuel José Othón)
con sus dedos de niebla luminosa
y en el declive del alcor se posa
una nube de aérea porcelana.
el valle tiembla, yérguese la rosa,
canta el madrugador y rumorosa
ríe, cuchicheando, la fontana.
como el granizo, los corderos blancos
que entre riscos y zarzas juguetean.
ríos de luz descienden y chorrean,
hasta petrificarse en los barrancos.
en explosión de nítida blancura,
un querubín, en cuya frente pura
el lucero gentil palpita y flota.
del mar del éter, inmortal fulgura,
derramando torrentes de ventura
que funde el universo en una nota.
por todos los espacios se dilata
y hasta el empíreo su clamor extiende.
y el sol, que nace, a sus espaldas prende
una clámide regia de escarlata.
un rojo airón que a intérvalos se esconde
so la flagrante horadación por donde
el pulmón de los cíclopes resuella.
hiere a la ardiente boca que responde
la destrucción encaminando a donde
el monstruo imprime su abrasante huella.
baten las olas los cantiles rojos,
su nido el cuervo entre peñascos labra.
el llano en que despuntan los rastrojos
la res bermeja y la salvaje cabra.
y de sus ondas surge de repente
arcángel poderoso, cuya frente
reverbera como ígneo meteoro.
chispea su mirada refulgente
y a su voz, como trueno de torrente,
cantan todos los ángeles en coro.
voz que el clamor universal encierra
y vibra por los ámbitos profundos,
fundida en las entrañas de la tierra
o forjada en los yunques de los mundos!
flota impalpable y misteriosa bruma
y a lo lejos vaguísima se esfuma,
profundamente azul, la serranía.
desfallece la luz. Tiembla la espuma
sobre las ondas de zafir, y ahúma
la chimenea gris de la alquería.
la tarda yunta el surco postrimero.
Los últimos reflejos de luz flava
y a media voz, la golondrina acaba
su gárrulo trinar, bajo el alero.
el ángel de la noche se avecina,
del crepúsculo envuelto en la neblina
y en los vapores gráciles del lago.
los pliegues de su túnica divina
se extienden sobre el valle y la colina,
para librarlos del nocturno estrago.
Humedecen sus ojos de zafiro
auras de vida y ráfagas de muerte.
y al llegar a la altura, se convierte
en oración, y lágrima, y suspiro.
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